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42 Hcs!

odo - Ovidio - Eurípides - Virgilio y otros

Los dos se retiraron afligidos. No hablaron en todo el camino


de regreso. Sin embargo, cuando llegaron a su morada, Deuca-
lión tuvo una idea:
-Durante todo el camino he estado meditando sin encontrar
una solución; pero de repente, se me ha ocurrido que, tal vez, el
oráculo no se refiriera a nuestra madre de sangre. ¿No es, acaso,
la Tierra la madre de todo lo que existe?
-Ciertamente, lo es -respondió Pirra.
-¿Y cuáles son los "huesos" de la Tierra? ¡Las piedras! No per-
demos nada con probar. ..
Entonces se cubrieron la cabeza con un manto y comenza- LOS HECHOS DE LOS HÉROES
ron a arrojar por sobre sus hombros, hacia atrás, las rocas que
encontraban. O currió lo que tanto deseaban: de las piedras que
arrojaba Pirra surgían las mujeres; de las que arrojaba Deuca- HERACLES

lión, los hombres. Estos hombres y mujeres formaron una nueva


humanidad que se reconcilió con los dioses, a quienes. veneró y Una larga noche de amor
respetó. El hijo del rey de T irinto, Anfitrión, estaba comprometido
con Alcmena, hija de Electrión, rey de Micenas. Anfitrión estaba
desesperado por conseguir el amor de Alcmena.
-Te lo concederé - le dijo ella- cuando hayas vengado la
muerte de mis ocho hermanos.
- De acuerdo - aceptó Anfitrión, reconociendo que aquello
que le había pedido Akmena era justo-, partiré a la guerra con-
tra los tafios6 y los telebeos 7.
Durante las semanas que duró aquella guerra, Alcmena es-
peró pacientemente el regreso de su marido. Una noche, este
retornó, pero no lo acompañaba ni un solo soldado. Alcmena,
extrañada por esa soledad, le pidió pruebas de que la venganza

6 Los tnfios eran los moradores de la isla de Tafos, en la costa de Acarnania.


La fuente de estos mitos puede encontrarse en Apolodoro (Biblio-
7 Los telebeos formaban un pueblo gobernado por Pccrelao. Escos hombres, junco con
teca) y en Ovidio {Metamorfosis).
los talios, invadieron el reino de Micenas y asesinaron a los hermanos de Alcmena.
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había sido consumada. Anfitrión le regaló una copa de oro forja- Unos días después, Anfitrión consultó al adivino Tiresias.
do, arrebatada al rey vencido, y fue sazonando la noche de amor Así se enteró de que el mismísimo Zeus había ocupado su lugar
con pormenorizados relatos de la batalla. Alcmena, convencida, junto a su esposa.
se entregó a su m arido. Sin embargo, el vientre de Alcmena ya había sido fecundado
Lo que Alcmena no sabía, aún, era que había caído en brazos por am bos: dos mellizos -uno mayor que el otro por una no-
del mismísimo Zeus. El dios había adoptado la figura de Anfi- che- comenzaron a crecer en él. El mayor era hijo de un dios; el
trión para seducirla y engendrar en ella un héroe, el último de los menor, hijo de un mortal.
hijos que habría de tener con mujeres mortales. Tampoco sabía Desde entonces, Anfitrión se abstuvo de su esposa para no
del ardid al que había recurrido Zeus para hacer que esa noche despertar los celos del dios. Pero otros celos, más pérfidos, ni por
de amor fuera interminable. A Helio, dios del Sol, lo había ex- Anfitrión ni por Alcmena pudieron ser evitados. Eran los de la
hortado a que apagara los fuegos solares. Resignado, el dios había esposa de Zeus, la celosa y vengativa Hera, quien no habría de
aceptado, no sin antes recordar las buenas épocas en las que Zeus cesar en perseguir a Heracles.
no reinaba y en las que los días eran días y las noches, noches.
Por intermedio de Hermes, Zeus pidió a las Horas que se
Hera, la vengativa
quedaran al día siguiente en casa; a la Luna, que siguiera lenta-
mente su órbita y al Sueño, que amodorrara a todos los hombres Zeus, feliz por el inminente nacimiento de su hijo, comentó
para que nadie interrumpiera a los amantes durante esa noche, imprudentemente ante su esposa:
que tuvo la duración de tres. -¿Sabes, querida? He engendrado un hijo que está a punto
Al día siguiente, Anfitrión regresó triunfan te y lleno de pa- de nacer. Se llamará Heracles, en tu honor, y gobernará la noble
sión. Cuando le reclamó a su mujer los favores que ella le había casa de Perseo. 8
prometido, Alcmena lo recibió distante, como si la separación -Lindo no mbre -comentó H era. Pero ya su corazón ardía
no hubiese sido tan prolongada. de celos.
- ¿Qué te sucede, bella Alcmena? - preguntó Anfitrión en el Unos segundos después, el plan de Hera estuvo armado:
lecho, junto a su amada mujer. -¿Me juras -le dijo a su esposo- que, si en la ciudad de M i-
-Nada, querido, ¡pero no pretenderás pasar conmigo otra cenas nace algún príncipe antes del anochecer, este será rey su-
noche como la anterior, ni volverás a relatarme otra vez la guerra premo?
con todos sus detalles! - Lo juro -respondió solemnemente Zeus. Total, Alcmena
- ¿Qué has dicho? -volvió a preguntar Anfitrión, desorientado. era la única reina a punto de parir.
Mas al ver la copa que Alcmena puso ante sus ojos, el rey
calló, tras comprender que estaba ocurriendo algo que él era in-
capaz de explicar. 8 Perseo fue el héroe griego que decapicó a la mona! medusa. Si les interesa saber más
sobre esrc héroe, p ueden leer su h iscoria en Mitos Clmificndos l .
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Hera no perdió un minuto m ás. Bajó a la T ierra y apresuró envió una luz sobrenatural que iluminó la escena y despertó a
los dolores de parto de la esposa del rey Esténelo. 9 Su embara- los mellizos. Los bebés vieron dos serpientes que se retorcían a su
zo andaba aún por el séptimo mes. Enseguida envió brujas a alrededor. Ificles cayó del escudo y se echó a llorar aterrorizado.
Tebas que se sentaron con las piernas cruzadas, las ropas atadas Los gritos de espanto despertaron a Alcmena, que llamó a Anfi-
en nudos y los dedos fuertemente entrelazados ante la puerca de trión. El padre desenvainó su espada y se dirigió al cuarto de los
Alcmena. niños. Pero, en ese momento, la luz enviada por Zeus se apagó.
Antes del anochecer, la esposa de Esténelo dio a luz a un be- Anfitrión llamó a los esclavos para que llevaran antorchas.
bé sietemesino: Euristeo. Este niño, que nunca llegaría a ser un A la luz de las teas, Anfitrión, Alcmena y los esclavos con-
hombre completo ni moral ni físicamente, estaba destinado por templaron a los dos bebés. Uno lloraba temblando de miedo:
el juramento de Zeus a ser el rey supremo. era Ificles. El otro estrangulaba una serpiente con cada mano.
Alcmena, en tanto, no podía dar a luz. Las brujas ante su Cuando las serpientes murieron, H eracles se echó a reír y a saltar
puerta impedían el alumbramiento. Su ayudante, la fiel Galan- alegremente. Luego las arrojó a los pies de Anfitrión. ¿Quién era
tias, urdió un plan para vencerlas. Desde el interior del cuarto hijo de Zeus?
de Alcmena, lanzó un grito de alegría, festejando un nacimiento
que aún no había ocurrido. Las brujas, sorprendidas y extraña-
Los doce trabajos de Heracles
das, se pusieron de pie. Al hacerlo, destrabaron piernas y brazos.
Ese instante bastó a Alcmena para parir. Los mellizos Hieles y Pasaron los años. Hera, la vengativa, veía cómo Heracles,
H erades vieron al fin la luz del sol. una tras otra, realizaba con éxito las hazañas que le encomenda-
ban. Sus hijos crecían, y eran ya una descendencia numerosa que
acrecentaría su fama. ¿Cómo obstaculizarle el camino? Tenía que
¿Quién es hijo del dios?
obligarlo a realizar algo deshonroso, una acción que manchara su
Una noche cualquiera, las dudas de Anfitrión acerca de las pa- historia para siempre.
labras del adivino Tiresias se disiparon rápida y espectacularmente. En medio de una lucha, la diosa entrevió su oportunidad: sin
Después de amamantar y lavar a sus dos hijos, Alcmena los acostó previo aviso, el héroe fue tomado por un acceso de locura, regalo
en una habitación, utilizando como cuna el escudo de Anfitrión. de su divina contrincante. Sin ser consciente de sus actos, Hera-
Pero Hera aprovechó la desprotección . Envió dos enormes cles atravesó a flechazos a los hijos que había tenido con Megara.
serpientes prodigiosas de azuladas escamas al cuarto de los niños. Cuando se disponía a atacar a su propio padre, Anfitrión, Atenea
Llevaban una orden estricta: matar al hijo de Zeus. Las serpien- se interpuso.
tes, sigilosas, entraron en el cuarto. Zeus, como única ayuda, -¡Ya basta! - gritó enfurecida la diosa, que contemplaba la
horrible escena desde el Olimpo. Y tras arrojar una piedra que
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Estintlo era hijo de Perseo y de Andrómena. Se casó con Antibia y reinó en la ciudad golpeó el pecho de H eracles, lo sumió en un sueño profundo.
de Micenas.
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Al recuperar la lucidez, H eracles se enteró de la matanza que levantó su clava}º La clava que él mismo había tallado con el
había acabado de realizar. Desesperado, se dirigió al oráculo de tronco de un olivo silvestre dio contra el hocico del león, con
Delfos. Allí preguntó al mensajero del dios Apolo qué debía ha- una fuerza inaudita. Pero el león apenas sacudió la cabeza, mien-
cer para expiar su culpa. El oráculo le ordenó: tras entraba en su cueva con un ligero zumbido en los oídos.
-Estarás bajo las órdenes de tu primo Euristeo durante doce H eracles contempló abatido su clava rota. Entonces, cubrió
años. con una red una de las bocas de la cueva y se introdujo en la otra.
-¿Al servicio de ese cobarde? -preguntó Heracles, recordan- La última arma que le quedaba por probar eran sus manos.
do la figura maltrecha del rey, el primo sietemesino que, por un La lucha era pareja hasta que el león le arrancó un dedo de
ardid de la diosa que lo odiaba, le había robado el trono que a él un mordisco. Entonces el dolor enardeció a Heracles, que tomó
le correspondía. la cabeza de la fiera bajo su brazo y apretó. Apretó y apretó sin
El oráculo calló. No había palabras para agregar a las órdenes cesar, hasta ver cómo el león caía a sus pies, estrangulado.
que venían del O limpo. H eracles aceptó: los designios de los Con el cuerpo de la fiera sobre sus hombros, Heracles salió
dioses no se discuten. de la cueva. Ofreció un sacrificio a Zeus Salvador y se cortó una
nueva clava.
Cuando llegó el momento de desollar al animal, otra vez las
El león de Nemea armas mostraron su ineptitud: ni el hierro, ni el bronce, ni la
El primer trabajo que Euristeo impuso a Heracles fue matar piedra lograban traspasar la piel. Heracles miró a su víctima per-
y desollar al león de Nemea. Este animal, que tenía una piel plejo. ¿Acaso no podría completar el trabajo encargado por Eu-
a prueba del hierro, el bronce y la piedra, había sido parido risteo? ¿Tendría que volver a medias vencido?
por la diosa Selene con un estremecimiento espantoso. Selene Entonces oyó una voz:
lo dejó caer cerca de Nemea, junto a una cueva de dos bocas, -Utiliza las garras del mismo león.
donde el león vivía, desde entonces, devorando animales y per- Era la voz de un dios que le estaba soplando la solución al
sonas. oído. Heracles desolló al león de este modo y se calzó la piel in-
H eracles llegó a Nemea al mediodía. Se encontró con un vulnerable sobre su cuerpo. Asombrado, vio que la piel se amol-
caserío despoblado, si n nadie que lo orientara, ni rastros de la daba a sus formas, como si se tratara de un escudo hecho a su
fiera. Registró un monte, revisó otro; al poco tiempo, divisó al medida. Sobre su cabeza, la cabeza de la fiera lo protegía como
león: volvía a su guarida salpicado con la sangre de la matanza un yelmo.
del día. Heracles le lanzó una andanada de Aechas. Estas, obse- Así vestido, mitad hombre, mitad fiera, Heracles se presentó
quio del divino Apolo, rebotaron; el león se lamió las quijadas en Micenas ante Euristeo. Su primo lo observó aterrado. Era can
y bostezó. Heracles le lanzó su espada. La espada, tallada por
H ermes, se dobló como si fuera de plomo. Fi nalmente, el héroe IO La clt1va es un palo, como de un metro de largo, que va aumentando de di:ímetro
desde la empui\ad ura hasta el extremo o puesta. Se utiliza como arma.
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evidente la diferencia que existía entre ambos, que Euristeo no


sintió pudor de mostrar su cobardía.
Primero, prohibió a Heracles la entrada a la ciudad. En el
futuro, debería dejar los frutos de sus trabajos ante las puertas
cerradas de Micenas. Y para asegurarse aún más, Euristeo mandó
fabricar una urna de bronce que ocultó bajo la tierra. Cada vez
que le anunciaran la llegada de Heracles, él se refugiaría en esa
urna y le enviaría sus órdenes por medio de un heraldo.
Heracles cumplió con los doce trabajos que le encargó el más
pusilánime de los hombres de su época. Jamás se enfrentó a su LOS AMORES DE LOS DIOSES
primo, sabiendo que no era ese hombrecito maltrecho quien
lo estaba probando, sino los dioses mismos. H eracles no sabía,
cuando se esforzaba en cada una de las hazañas que tuvo que Eco Y NARCISO
afrontar que, al término de su larga y trabajosa vida, los dioses
Los griegos creían firmemente en el poder de los adivinos
lo recompensarían con la inmortalidad. Y que hasta la vengativa
para anticipar el futuro. El lugar en el que se efectuaban las pro-
H era, su más terri ble enemiga, haría las paces con él cuando in-
fecías se llamaba oráculo. A uno de ellos, se dirigió la azulada
gresara en el Olimpo.
ninfa Liríope para conocer el destino que le aguardaba a su ni ño
recién nacido, Narciso.
- Vivirá hasta muy viejo, siempre y cuando no se conozca a sí
m ismo -vaticinó el oráculo.
En realidad, las predicciones siempre se formulaban de ma-
nera tan oscura que, generalmente, nadie las comprendía hasta
el momento en que se cumplían.
Narciso creció y se convirtió en un hermosísimo joven. Su
cuerpo vigo roso, sus mejillas rozagantes, su delicada piel llama-
ron la atención de muchas jóvenes, que le manifestaron su amor.
Pero Narciso no escuchó a ninguna. Sentía un profundo despre-
cio por codas ellas y las hacía objeto de crueles burlas.
Un día, mientras cazaba por el bosque, oyó los pasos de al-
Las fuentes de este mito p ueden encontrarse en Apolodoro (Biblioteca), guien que lo seguía. Se trataba de la ninfa Eco, quien , al verlo, se
Ovidio (Metamorfosis) y Hesíodo (Teogonía). había sentido cautivada por la belleza del joven cazador.

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