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Realiza un análisis de la personalidad del protagonista y de las variables

cognitivo-conductuales en la ejecución de los crímenes.

Joaquín Ferrándiz Ventura, alías “Ximo” , nació en Castellón en 1963. Todos lo


describían como un buen hijo, una persona emocionalmente estable, con buena
capacidad para contener la ansiedad y mostraba una preocupación e interés por estar
socialmente admitido. Pero lo que la gente no sabía es que detrás de esa fachada se
escondía una persona lisiada emocionalmente, la mentira para él era como la
respiración.
Su primer delito en 1989 por el que fue condenado a catorce años de prisión por violar
a una joven, de los cuales únicamente cumplió seis; sorprendió a todos e incluso la
gente pensaba que había sido un error ya que su aspecto daba confianza y había
adoptado un rol de samaritano para evitar sospechas, incluyendo que respetaba y
aceptaba la autoridad y no se consideraba delincuente.
Cuando salió de la cárcel siguió perfectamente integrado en su sociedad, consiguió un
trabajo fijo como agente de seguros, salía con sus amigos de ocio nocturno... por lo
que llevaba una vida totalmente normal y nadie sospechó de él cuando comenzaron
los primeros crímenes en Castellón.
La fantasía de los diferentes crímenes estalla en esa violación por la que es detenido
convirtiéndose en un asesino en serie a la salida de prisión ya que tiene muy claro de
que no iba a volver a cometer el error de dejar viva a la víctima y así evitar que le
reconociesen. La posibilidad de decidir sobre la vida o la muerte de sus víctimas
cubría el nivel de emoción que no hallaba de otra manera aunque, en cualquier caso,
sabía discernir entre el bien y el mal por lo que se le considera “ responsable de sus
actos”. Los psicópatas no tienen disociación de personalidad, otra cuestión es que
cuando cometen crímenes sienten como si fueran otro, pero esto es normal porque lo
que están haciendo es extraordinario, están contactando con la fuente básica de sus
fantasías y necesidades, siéntendose en una dimensión especial. El psicópata de
asesino en serie persevera en su naturaleza esencial porque es el modo en el que él
llena una parte tan importante del ser humano como es su afectividad, una afectividad
egocéntrica, patológica, nihilista. Al matar satisfacía “necesidades no cubiertas
emocionalmente”, era incapaz de ponerse en el lugar del otro, carece de empatía, no
siente nada por las personas que le rodean y no tiene remordimientos. Como no tiene
sentimientos, no tiene la censura de evitar matar a alguien porque su sistema mental
defensivo evita la culpabilidad, además los seres humanos para ellos son meros
objetos .

Respecto a la ejecución de los crímenes, en todos los casos hay una acción violenta
primero de control, luego hay un estrangulamiento, utilizó las prendas íntimas de la
víctima para atar y amordazar y aparecieron los cadáveres en zonas pantanosas o

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descampados en un radio descrito, puntos de referencia que están distribuidos
proporcionalmente que desarrollan sendas cuya vinculación total ubica al autor en el
centro ya que de manera inconsciente cuando cometes diferentes crímenes a partir de
tu base de residencia intentarás diseminar buscando diferentes ángulos las diferentes
escenas de los crímenes, lo que se denomina como el Círculo de Canter. El hecho de
haber repetido sus delitos denota la existencia de una “emoción residual digna” para
volver a matar.
Era como un “cazador”, cuando se focalizaba en una chica, empezaba a seguirla y a
controlarla de una manera obsesiva que ni veía lo que pasaba a su alrededor. A pesar
de que existían dos grupos de víctimas distintas, el común denominador eran mujeres
que para él merecían morir por su conducta descarada o excitante; le producían
excitación y al mismo tiempo rechazo. Esta variación la hizo para que hubiese poca
relación entre un asesinato y hacer parecer que eran varios los asesinos. Fue tan
inteligente como para variar de objetivos; pasó de chicas con familia y entorno estable,
a prostitutas a las que él pensaba que nadie iba a echar de menos. También se vió
reflejada esta inteligencia al no dejar ninguna pista, era un criminal precavido que
además quiso dificultar la identificación de la víctima machacando sus dedos y dejó de
matar durante cinco meses mientras un inocente estaba en la cárcel acusado por sus
crímenes.
Las víctimas aparecían como se ha nombrado anteriormente con la ropa interior cerca
de la boca o en una mano, lo que implica que la sexualidad es un elemento nuclear del
agresor, es decir, ese agresor no solamente es violento, muy agresivo, muy impulsivo
sino que tiene una anomalía con la fijación con la sexualidad, “Yo la mato y además la
poseo”.
El clímax lo alcanza cuando ha cosificado a la mujer y la deja expuesta, porque el
mensaje que uno recibe cuando veo esos cuerpos es “no sois nada”.

Cayó por varios errores, el más determinante fue que atacó a una chica que consiguió
escapar y dar una descripción de él y de su coche. En otra ocasión en la que las
fuerzas policiales ya estaban seguras de su culpabilidad, el equipo de seguimiento
logró observar su técnica, deshinchando las ruedas del coche de su víctima para
socorrerla cuando tuviera un accidente y entonces atacarla. Pero lo que le sentenció
fue la cinta aislante de 18 milímetros de ancho que utilizaba en sus escenas del
crimen, muy rara y difícil de conseguir en España.
Además de que en la reconstrucción de los hechos se sentía como un “auténtico
artista”, sin darse cuenta de que se condenaba con aquel reconocimiento explícito de
como las había matado, como las había dejado, como había llegado al lugar y dando
detalles que la policía incluso desconocía.

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