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madres.
La maternidad es magnífica, pero exigente. ¡Por fortuna, las madres pueden contar con el
ejemplo de la Virgen María en el día a día!
Como todos los niños, Jesús necesitó de su Madre para convertirse en un hombre
hecho y derecho. La Virgen María no se contentó con formar y alimentar su cuerpo,
sino que, con José, le enseñaron todo lo que sabían. Jesús aprendió a sonreír y reír
viéndolos inclinados sobre su cuna. Al escucharlos hablar, aprendió a hablar. Él, que
más adelante haría brincar a los paralíticos, necesitó de sus padres para aprender a
caminar. Incluso Él necesitó de sus padres para aprender a rezar.
Mejor aún, Él, el Amor eterno, necesitó de sus padres para aprender a amar
humanamente. Viéndoles amarse con ternura, viendo también con qué amor lo amaban
a Él mismo, su corazón humano se abrió y se desarrolló hasta convertirse en ese
corazón humano ardiente de caridad, capaz de amar a todas las personas, incluyendo a
los mayores pecadores.
Viendo cómo la Virgen María y José aceptaban sin refunfuñar los trances y las
decepciones de la vida –la huida a Egipto y la falta de delicadeza de los vecinos de
Nazaret–, Jesús aprendió a “someterse en todas las cosas” a la voluntad del Padre hasta
el punto de que “mi comida es hacer la voluntad de Aquel que me envió” (Jn 4,34).
Virgen María que también secó las lágrimas de su Jesús. Lo que María no pudo hacer
fue enseñar a Jesús a pedir perdón. Pero le hizo hacer lo que ella misma hacía para no
enorgullecerse de tener un corazón preservado de todo mal deseo. Le hacía cantar:
“Bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios” (Sal 103,2).
Todas las madres del mundo tienen la vocación de formar a hombres o mujeres
guiando su existencia bajo la luz de la presencia y el amor de Dios. Y en este camino de
educación, podrán apoyarse en la ayuda y el ejemplo de la Madre de Dios.
¡Que la Virgen María ayude a todas las madres a maravillarse de ser ellas también las
educadoras insustituibles de sus hijos!
Otra característica de la Virgen María era que todo lo que vivía los guardaba con paz en
su corazón. Esto quiere decir que aceptaba con paciencia las dificultades, sin renegar ni
quejarse, que ofrecía todo a Dios para que fuera meritorio ante sus ojos y pudiera
interceder por los demás. Es importante tomar esto muy en cuenta ya que, de
cotidiano, vivimos situaciones difíciles.
No digo que no sintamos temor, seguramente María lo sintió muchas veces, pero si que
lo guardemos en nuestro corazón y lo ofrezcamos a Dios para interceder por nuestra
familia.Guardar las cosas en el corazón implica tener una cercanía con Dios para que
sea Él quien las procese y las vuelva una ofrenda agradable a Èl.
Con esta frase, la Santísima Virgen María nos guía de una forma magistral para que
todo salga bien.
Y es que es muy simple, hacer lo que Jesús nos diga es poner nuestra voluntad en la
suya, es estar dispuestos a que Jesús guíe nuestros pasos, aunque a veces no
comprendamos mucho lo qué pasa.La Virgen María nos enseña la vida de fe, porque
hacer los que Jesús nos dice requiere de mucha fe. Esto hará nuestra vida más fácil ya
que todo lo esperamos en Cristo que nos ama y que solo desea nuestro bien.
Y QUINTO. Mujer ahí está tu hijo. Ahí está tu madre y desde entonces la acogió en su
casa.
Debemos tenerla a ella como Madre y maestra ya que Jesús nos la ha heredado a los
pies de la Cruz en la persona de Juan. Él no solo la acepta, sino que la acoge en su casa,
es decir, se la lleva a vivir con él. Nosotros debemos hacer lo mismo, acoger a la
Santísima Virgen María en nuestra casa, nuestro corazón y en nuestra familia. Así ella
nos acompañará siempre e intercederá por nosotros, es decir, estará pendiente de
nuestras necesidades y cuidará de nosotros para que podamos hacer la Voluntad de
Jesús.