Está en la página 1de 2

—Dicen que sí una mujer agrede a otra es una falta de respeto, pero a mí nunca me ha importado la

hipócrita sociedad donde dices vivir felizmente, pareces estúpida Mackenna.

La mujer de cabellos blancos se paseaba alrededor de aquella camilla hospitalaria con una navaja de
doble filo envuelta entre sus dedos, manteniendo una expresión sin ninguna pizca de diversión, su
molestia se palpaba en el aire al igual que el resentimiento mezclado con vergüenza la cual iba dirigida
únicamente a la fémina de tez morena y cabellos cobrizos quien alguna vez juró serle fiel y respetar sus
reglas, cosa que claramente no había mantenido y mantenía asustada a la morena quién sabía
perfectamente el porqué de la presencia de la mujer de ojos bicolores que la determinaba con atención
justo allí.

—No quieres un escándalo en el hospital, tu y yo sabemos que te están cazando, así que vete antes de
que alguien te vea, no puedes matarme aquí porque eso implicaría a que te descubran.

Aquella risa quisquillosa resonó por toda la habitación de cuidados intensivos la cual se hallaba atestada
de cuerpos inertes destripados de manera salvaje, la pelirroja temblaba ante tal escena atroz y para
nada agradable, sobre la mesa de implementos quirúrgicos a pocos metros se podía divisar un cuerpo
pequeño vilmente degollado, la sangre escurría entre sus pequeños dedos como una cascada, dicho
cuerpo estaba sin órganos y el corazón yacía clavado en el techo goteando el mismo líquido espeso de
color rojo con continuidad, nerviosa, la morena comenzó a jugar con sus dedos al mismo tiempo que
levantó el rostro conectando por primera vez en esa larga conversación la mirada con la de la peliblanca.

—Apheliàn, déjame hablar con Dksayv, por favor, te lo ruego.

La más alta al escuchar aquellas palabras no dudó en mover la cabeza en negación total, al mismo
tiempo que sonaba el particular "Thuesth di vi prao" salir de sus labios, de manera abrupta e impulsiva
clavó aquella navaja en la extremidad inferior izquierda al mismo tiempo que enterraba sus cristalizadas
uñas en la piel de los brazos de color café pertenecientes a la morena de nombre Mackenna quién soltó
un grito agudo y escalofriante ante tal dolor obligándola a reventar en sollozos pocos segundos
después.

—Corrigan, agradece que sea yo y que no sea Hyo la que esté aquí, ella está más cabreada que yo por lo
que nos has hecho a las tres, siquiera Dksa puede salvarte de esto, porque está cabreadisimo contigo y
sabes que cuando digo que tiene ganas de matarte es porque es grave tu error, ¡Mordiste la mano que
te dió de comer, maldita perra malagradecida!

Dicho esto sus pálidas disestras viajaron hasta la zona donde se alojaba la hoja de metal enterrada
extrayendo esta sin ninguna pizca de amabilidad, estampillando segundos después una sonora y fuerte
bofetada sobre el rostro bañado en lágrimas que no paraba de suplicar por piedad. Sin perder el tiempo
y de un rápido movimiento la peliblanca se subió a horcajadas sobre la mujer asustada envolviendo una
de sus manos alrededor del cuello ajeno, diciendo así:

—Debiste haber pensado lo que hacias antes de meterte con lo que no debías, así que no me pidas que
traiga a una de mis personalidades por tí, que no mereces ni que respires el mismo aire que yo, pero
¿Sabes que es lo bueno? Que eso está por acabarse, dulces sueños hermosa morenaza, nos vemos en el
infierno.

Con sadismo plantó un beso forzado sobre los pálidos labios de la pelirroja la cual luchaba arduamente
para soltarse del agarré impuesto por la joven de ojos ciegos que sonrió con sorna antes de clavar la
navaja en la tráquea de su víctima, gozando del verla morir y dejándole como último recuerdo a
Mackenna la forma que tomó su rostro pálido al verla irse entre sus propios brazos.

.....

También podría gustarte