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SAGRADA REINO DE DIOS SOCIALISMO Francisco Lépez, S.J. EL P.Ldpez, escriturista mexicano, nos ofrece un iluminador estudio de las relaciones entre el Reino de Dios -tal como es concebido en la Sagrada Escritura~ y el socialismo. El articulo aparecid originalmente en "Christus", Set. 1977. Introduccién El titulo del presente estudio suscita quizd expecta-~ tivas diversas. Alguno puede pensar que se trata de una empresa condenada al fracaso. Algo asi como querer mez- clar agua y aceite. Por lo tanto ya a priori se puede pre- ver el éxito del trabajo. Otro pensara que se trata de de- mostrar cémo el socialismo realiza el Reino de Dios en la Tierra. En realidad, se trata de algo més modesto. Es un.es- fuerzo por mostrar qué tipo de relacién puede existir entre estas dos entidades. Siendo el Reino de Dios una entidad de profunda raigambre biblica, se ve conveniente que el pri- mer paso de ese esfuerzo se dé en el nivel exegético. Es el primer paso. Después tendran que venir la teologia y las ciencias sociales y, en esfuerzo pluridisciplinar, es- clarecer ulteriormente la cuestién. -50- Quede, pues, claro, que este estudio no es dicho tra- bajo interdisciplinar. Tampoco es un estudio teoldgico, que analice el problema desde el punto de vista y con el mé- todo de la teologfa sistemética. Alla hay que llegar, pero No en’ el presente estudio (1). Aqui se trata de un estudio exegético. Tratamos de ver qué datos aporta la Biblia, que puedan iluminar el problema. Estos datos no bastan para abordar el problema en toda su am- plitud, pero pueden servir para un estudio teolégico y pluri- disciplinar. Somos conscientes de que la Bilia, en cuanto al proble- ma que nos ocupa, no ofrece una respuesta directa, como seria si ofreciera un modelo social. Si asi fuera, la cosa serfa simple; cuestién de ver si ese modelo corresponde a algin tipo de socialismo. Tampoco da una respuesta teolégica e- laborada. No responde, por ejemplo, a la pregunta basica que se puede plantear la teologia: éEs posible que la teo- logia se plantee como problema propio de eleccién entre so- cialismo y otros sistemas sociales? (2) La Biblia nos ofrece més bien una inspiracién, un espf- ritu. Esto puede parecer una evasiva, pero no lo es. Esta inspiracién y este espfritu no son abstractos, obtenidos por deduccién pura. Son descritos con rasgos concretos, perfec- tamente historizables e incluso historizados, al menos en parte. Esta inspiracién sirve de confrontacién para nuestros proyectos sociales y, segfin el caso, de estimulo para se- guir adelante, o de freno. Ms que una "concrecton deter- minada” ofrece una "manera espectfica" de responder, en el terreno de lo social, al llamado de Dios que quiere hacer (1) Esta labor, desde un Sngulo muy concreto, la realiza Juan Luis Segundo, en su articulo “Capitalismo—Socialismo, ‘crux theo- Jogica', CONCILIUM 96, 403-422. (2) Es la pregunta que sirve de punto de partida a Segundo, para el artfculo mencionado arriba, “{Tiene sentido hacer tales plan- teamientos precisamente a la teologia? " (art. cit., 404). -51- efectivo su reinado entre los hombres (3). El presente estudio tiene en cuenta la problematica teolégica y social, pero no la analiza en detalle. MaS bien insinfia por dénde va la aportaci6én de la exégesis pa- a un ulterior estudio del problema. En cuanto al material exegético, se atiende mas al contenido del concepto "Reino y Reinado de Dios" que al campo terminolégico, o sea, al vocabulario (4). Nos im- porta la realidad del Reinado de Dios en sus miltiples ma- nifestaciones e implicaciones. Se podrd ver que vamos mas alld de los textos tradicionales referentes al Reino de Dios. No obstante, seguimos considerando fundamentales e- sos textos en todo estudio sobre el Reino de Dios. sf hemos hecho un énfasis interesado en cuanto a los textos que analizamos. Enfatizamos los textos que subra- yan el presente (el ya) del Reino y su aspecto exterior (respectivamente, social). Esto de ninguna manera signifi- ca que minusvaloremos los textos restantes. Es, simplemen- te, que la orientacién del estudio pedfa dicho énfasis. El estudio se divide en dos partes. En la primera a- nalizamos el dato biblico. En la segunda tratamos de ex- plicitar la relacién entre Reino de Dios y socialismo. a) Cémo se actfia el Reinado de Dios. 1) El Reinado de Dios se actiia en la predicacién, tanto de Cristo como de los suyos. "Se ha cumplido ek plazo, el Reinado de Dios est cerca. Arrepiéntanse y crean La bue- na nueva", dice Jesfis (Mc 1,15). Ms adelante, Marcos ex- Pplicara que la siembra (predicacién) es la actualizaci6n del Reinado de Dios, que en ese momento interpela al oyen- . (3) Cf Leonardo Bolf, Salvaci6n en Jesuctisto y Liberacién, CON- CILIUM 96, 387, (4) Manejamos la distincién entre Reino y Reinado de Dios, y la aplicamos segiin lo pida el contexto.: =52- te y lo pone ante una opcién. Esa predicacién es enigma para los no dispuestos, pero para los discipulos es oca- sién de conocer "el secreto det Reinado de Dios" (Mc4; cf Mt 13). Lo mismo vale de la predicacién de los discfpulos. Ya la explicaci6én de la parabola del sembrador la aplica a la predicaci6n eclesial. También la predicacién de la Igle- sia es una manera de actuarse el Reinado de Dios. De los disefpulos se dice expresamente que Jesiis los envié a predicar la llegada del Reinado de Dios. "Los en- vid a prockamanr ef Reinado de Dios". "Los mandé por ade- fante, de dos en dos, a todos Los Lugares y pueblos a don- de pensaba in EL. Y Les dijo: ...digan: "Esta cerca de us- tedes ek Reinado de Dios". (Le 9, 2;10,9). Si el oyente no quiere recibir la interpelacién de Dios, es cosa suya. Entonces habr4 que decirle: "Con todo, sepan que estd cor- ca ef Reinado de Dios" (Le 10,11). 2) El anuncio del Reinado de Dios va unido a obras que son signos de la cercanfa (-presencia) del Reinado de Dios. Marcos resume la predicacién de Jesiis como un mensaje so- bre la llegada del Reinado de Dios (1,15). A continuacién, habla de la autoridad tan especial con la que Jesiis ensefia- ba (1,22.27). Esta doble mencién de la autoridad de Jesiis enmarca la expulsién de un demonio. En la segunda mencién (27), se vinculan expresamente ambas cosas: "Un nuevo modo de ensefiar con autonidad, y ademds da 6rdenes a Los espiri- tus inmundos y Le obedecen”. Un elemento de la autoridad con que Jesfis predica el Reinado de Dios son los signos que obra: curaciones, expulsiones de demonios. Lucas, por su parte, narra una curacién (siervo del centurién) y una resurreccién (hijo de la viuda de Naim), al principio del capitulo 7. A continuacién, pone la em- bajada del Bautista que pregunta a Jesiis si es 61 "el que tenfa que venti", Jesiis responde en una forma tan sobria como elocuente: realiza una serie de obras en beneficio de gente necesitada. Cura enfermos, expulsa demonios, devuel- -53- ve la vista a los ciegos. Luego viene la interpretaci6n: "digan a Juan Lo que han visto "Entre esos signos es- tA la predicacién del Reino... a los pobres: "a Lo4 pobnres se Les anuncia La buena nueva". Jesfis une sus obras de a- yuda al necesitado con su predicacién, cuyo niicleo es el a- nuncio del Reinado de Dios. Es obvio que al hablar de "los pobres" (ptofjod en el evangelio, anawim en la Biblia hebre- a) se quiere decir los marginados de la sociedad. Asi lo pide la secuencia: ciegos, cojos, leprosos, sordos, muer- tos, pobres. La enumeracién se refiere a categorias eli- minadas de la sociedad. "En sus milagnos con Los enfeumos y con Los muertos y en ef anuncio dek evangetio a Los "po- bres’, deckara Jesds cumplida La profecia de Isatas. Con eblo queda claro que fas palabras 'ciego, paralttico, mudo, muerto' tienen que ser entendidas en sentido propio, no en sentido figurado” (Schmid) (5). La mencién de los muertos rompre la unidad dela lista, (6), pero pensamos que no contradice lo dicho m&s arriba. En todo caso, hacer ver que no se debe encerrar en un marco estrecho la actividad salvifica de Jesis (7). Al utilizar una salvacién no Limi- tada a lo espiritual.' En el dinamismo de dicha salvacién est4 el dejar efectos bien visibles en la humanidad, espe~ cialmente en favor de los olvidados de la sociedad. Notemos adem4s, cémo une Lucas la seccién 7, 18-22 con la anterior, 7. 1-17. Lucas ha narrado dos curaciones y dice, al iniciar la nueva seccién? "Los discfpulos de Juan Le contaron todo aquetfo". Asi subraya la conexién entre los signos obrados por Jesiis, la pregunta del Bautis- ta y la respuesta de Jesiis, nuevamente a base de signos (el "en aque momento" (v.21) puede ser un recurso redac- cional que, en realidad, aludirfa a la actividad benéfica de Jesfis). Mateo, en el pasaje paralelo (11,2-6) une la (5) SCHMID J, Et Evangelio segin san Mateo, Barcelona 1967, 274, (6) Cf SCHNACKENBURG, Reino y Reinado de Dios, Madrid 1970, 107. ( 7) Jess’ realiza obras exteriores de servicio, pero Hlega hasta el interior del hombre. Las Hlagas eran signo de “enfermedad co- ‘mo castigo de Dios” (Grundmann). Ademés, Jesiis expulsa de- monios, signo de victoria sobre el mal més profundo del hom- bre: ta sumisi6n al mal, al pecado, -54- seccién anterior (9,35-10,42: envio e instrucciones a los discipulos) con la embajada del Bautista, por medio de un versiculo (11,1) en el cual menciona la predicacién de Je- sts: "Jesds se marché de aht, para ensefar y predicar por aqueklos pueblos". Ahora viene el principio de la embaja- da del Bautista! "Juan se enteré en la chrcel de Las obras que hacta ek Mestas" (yo subrayo). Nuevamente vemos vincu- lados predicacién y obras. éQué obras? Obras de servicio a los necesitados. Lo visto se refiere a Jess. Con los discipulos es lo mismo: al anuncio del Reinado de Dios debe unir los sigms, que de nuevo son obras en servicio del necesitado, del que esperaba liberacién. La fuerza para obrar esos signos les viene de Jesiis, que los envia a predicar. Asi lo afirma Lucas: "Convoed a Los doce y Les dio poder y autoridad so- bre toda chase de demonios y para curar enfermedades. Lue- go Lo4 envid a prockamar ek Reinado de Dios ya curar a Los enfermos...ELLos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciandc a buena noticia y curando en todas partes". (9,1-26;cf 10, 1-12.17-20). El andlisis precedente nos muestra cémo el. Reinado de Dios se actiia en la predicaci6n del que lo anuncia. Pero esa predicacién va unida a obras de servicio hechas por el predicador. Obras de servicio al necesitado. Este es un aspecto visible, del Reinado de Dios. Este aspecto debe acompajiar el anuncio, para garantizar su autenticidad. Si reinado dice actuacién, una de las maneras como Dios actiia su Reinado en el mundo, es por medio de las obras-signo de sus enviados. Las obras de servicio al necesitado son una garantia de la auténtica predicacién del Reinado de Dios (8). Por medio de la actividad (anuncio-signos) del testi- ( 8) “JesGs aporta la transformacién de las cosas: libra de la enfer- medad y de la miseria, trae reconciliacién con Dios, quebranta €l dominio de tos malos espititus, Hechos histéricos y la pala- bra proféticamente divina dicen quién es Jess" (STOEGER A. El Evangelio segin §. Lucas, Barcelona 1970. Yo subrayo). -55- go de Cristo, Dios instaura su Reinado. Asi va reuniendo hombres que responden a su interpelacién. Estos, a su vez, deben realizar los signos de la presencia del Reinado de Dios, para autentificar su respuesta a la interpelacién. A- si va naciendo un grupo de hombres que realizan un tipo de obras. Esto es el Reino de Dios, en su aspecto presente (ya), visible, social. El Reino de Dios se concretiza, pues, en hombres que actiian de manera determinada con sus semejan- tes: ayuddndolos y sirviéndolos desinteresadamente. Donde- quiera que se dé este tipo de hombres se est4 actuando el Reinado de Dios, est4 apareciendo su Reino. Asi, se puede decir que el hombre "constiuye ek Reino de Dios". Es cierto que esta expresién no se encuentra en el Nuevo Testamento (9). Segiin la Biblia, es Dios el autor de su Reino, el sujeto de su propio Reinado. El Reinado de Dios no se puede forzar, sino que irrumpe: "Esta cerca". NHa Llegado a ustedes” (Mc 1,15;Le 11,20). Dios lo ejerce libremente, y asi instaura su Reino. Es basicamente una ac- cién de Dios en el interior del hombre (cf la siembra, Mc 4, par). El Reino de Dios es como una semilla que crece por si sola. ‘Tiene inherente una fuerza que supera toda acci6én humana (Mc 4, 26-32). Pero es también accién humana. Es don y a la vez ta- - rea. Es proclamado por el hombre. Y las obras que acompa~ fian a la proclamacién las realiza el hombre. Con una fuer- za que lo supera, si esas obras han de ir "en dinecetin dek Reino". Esas obras son "el Reino de Dios en acciones” (10). Se puede interpretar la tarea como un "anuncien y ha- gan". "Dios no retina cuando se habla, sino cuando se actia", dir& Pablo (1Cor 4, 20). Se anuncia la iniciativa de Dios, el don, y se manifiesta concretamente el don que actiia por medio del anunciador. En este sentido se puede decir que (9) Cf SCHNACKENBURG 'R, -Artic. “Reino de Dios”, en BAUER, Diccionario de Teologia Biblica, Barcelona 1966, 888-90 (10) Grandmaison, citado por Schnackenburg, 0.c., 108. -56- el hombre actiia el Reinado de Dios y construye el Reino (como verdadero co-creador, co-autor de la nueva creacién en Cristo -v. infra). El Reino va creciendo durante el "tiempo de la Igle- sda" (cf "pardbolas de crecimiento", Mc 4,2-20.26-32; Mt 13, 33.36-43). Tiene un dinamismo interior, propio (accién de Dios) que se manifiesta en la accién del hombre ("cons- tnuccion dek Reino"), El Reino presente de Dios "no se de- be entender como una ‘estructura’ tangible o como una 'cons- aruccién' fija, creada por Jesds", Asi habla Schnackenburg (11) y tiene razén. O sea, que el Reino de Dios no puede ser adecuado por ninguna estructura o construccién humana. Pero esto no significa que no pueda ser actualizado en al- guna forma por una construccién humana. Si se puede hablar del "Reino de Dios en acciones", también se puede hablar del Reino de Dios en construcciones sociales que nazcan de y correspondan, en orientaci6én y objetivos, a esas accio- nes. Es decir, que las estructuras sociales que resulten de acciones orientadas "en la dineccion det Reino", son una presencia del Reinado de Dios, son el Reino de Dios concre- tizado --aunque no agotado en su plenitud. Las obras que hacen presente y concretizan el Reino de Dios pueden variar segiin las circunstancias, con tal de que sean siempre obras liberadoras del espfritu y del cuerpo del hombre. Las que nos presenta el evangelio son obras "de a- 4S4stencta", dirfamos hoy. No apuntan a un cambio estructu- ral. Se ayuda al necesitado en su situacién actual, pero no se intenta explicitamente un cambio de la estructura que propicia la existencia de tanta gente necesitada. : En nuestro tiempo seria absurdo ignorar la necesidad de un cambio estructural. Asi pues, las obras del cristia- no que hoy quiere liberar a su hermano marginado deben apun- tar a un cambio de estructuras. Por lo tanto, podemos afir- mar que el Reino de.Dios se construye ahora, entre otras ma- neras, trabajando por el cambio estructural liberador. Una estructura social que apunte hacia este cambio ird "en la (11) oc, 115, =57- dineccién dek Reino", sera una concretizacién de él. b) EL Reino de Dios y La acctén de Cristo. 1) Es claro para quien lee el evangelio que el Reinado de Dios est& en estrecha relacién con la persona de Jesis. Tan estrecha, que el paso de decir que Jesiis "trae ef Rei- nado de Dios", a decir que Jesiis "personifica el Reinado de Dios" es insensible e incluso legitimo. En torno a Jesiis se "construind ek Reino de Dios". Ya vimos cémo a la palabra y accién de Jesiis correspon- de la llegada del Reino (Lc 7,18-23). Jestis juzga quién va camino del Reino: "No estas Lejos dek Reino de Dios", dice el letrado (Mc 12,34). Y, m&s importante afin, la op- cién por el Reino va ligada a una opcién por su persona: "TODO EL QUE POR MI HA DEJADO... RECIBIRA CIEN VECES MAS Y HEREDARA LA VIDA ETERNA” (Mt 19,29). En el pasaje parale- lo, Lucas dice: "haya dejado... POR EL REINADO DE DI0S" (18, 29). Jesiis y Reinado de Dios son, pues, equivalentes, para la tradicién. Por eso se puede decir luego que Felipe "anunciaba ek Reinado de Dios ya Jesucristo” (He 8,12; cf 28,31; Apoc 12,10). 2) Dios reina en Jesucristo. "En La plenitud dek tiem- po de La Igkesia, ef Reinado de Dios se ejerce sobre Los hombres por medio det Reinado de Jesucristo. EL, que es Sefion universal (F il 2, 11)" (12). Jesiis ejerceré su reinado, ante todo sobre los hombres y sus mutuas relaciones. En adelante, si las relaciones humanas han de alcanzar su plenitud, deberén estar regidas por Jesiis, deberdn ser transformadas por @1. Jesiis se con- vierte asi en el principio formal de una relacién humana auténtica. Sélo asi las relaciones humanas podr4n-estar orientadas "en la dineccidn det Reinado de Dios". Y sdlo asi esas relaciones: seran realizacién verdadera del Reino. A este estar imbuidas de Cristo las relaciones humanas, le llama Pablo relacionarse "en Cristo" (cf Col 3, 18ss;Efes (12) Schnackenburg, art. cit, -58- 5, 21ss;6,5ss). Se trata de algo m4s que un slogan afortu- nado. 3) Ahora bien, la relacién que Jesiis instaura es de la mds profunda igualdad. "Todos Ustedes son uno en Cristo" (heis en Xristo Iesu, Gal 3, 28 par). En otro lugar (13) intentamos mostrar cémo esta igualdad--en--la--diferencia tiene implicaciones concretas para la convivencia humana. Pablo no vio todas esas implicaciones. A nosotros nos toca irlas descubriendo. En dicho lugar decfamos que la igualdad total en Cristo apunta, para su realizacién ideal, a una es- pecie de sociedad sin clases. No uma sociedad mecA4nicamen- te igualitaria, sin ninguna diferencia, es obvio, pero si sin diferencias hirientes, separantes. Tenemos nuevamente que el Reinado de Dios tiende a con- cretizarse en obras--signo, en construcciones sociales que actualicen, al menos parcialmente, el gobierno dindmico de Dios en la historia (14). c) El Reinado de Dios y ek "hombre nuevo". Dios, al instaurar en Cristo, de manera definitiva su reinado en la historia, de tal modo renueva la condicién humana, que Pablo puede hablar de una nueva creacién y de un hombre nuevo. Asi describe la obra de Cristo en Col 2, re ce ahi que Cristo ha hecho de los cristianos un nombre nuevo... que se va renovando a imagen de su Creador (3, 10). Ese hombre nuevo ha vencido una serie de vicios y ad- quirido una serie de virtudes. Antes, "céLera, arrebatos de ina, inquina, insultos y grosertas". Ahora, “ternura entraable, agrado, humildad, sencillez, toLerancia” (3,8. 12). Vicios y virtudes son de claro caracter social. Son (13) LOPEZ RIVERA F. Biblia y Sociedad, cuatro estudios exegéti- cos, México (CRT) 1977. (14) “Para Jests, el Reinado de Dios fue un gobierno dindmico que habia penetrado en el mundo por medio de su persona y mi- sién”. (VAN DER WALT, citudo por Schnackenbury, ©.., 331). =59- listas convencionales, desde luego (15), pero escogidas de- liberadamente. Su caraécter social es coherente con todo el pasaje de 3,5 a 3, 17. Adem&s, est en consonancia con el "Cédigo doméstico" que viene en seguida (3, 18-4,1). El amor mutuo (3, 14) es el "cinturdn perfecto" que a- ta el vestido completo. Notemos que Pablo usa una figura vestiaria:vestir el hombre nuevo, despojarse del hombre an- tiguo (3,9-10.12). El amor, culmen de la relacién humana, es el que remata las relaciones nuevas que debe haber "en Cristo". La culminacién de la primera parte del parrafo 3, 5- 11 son, a mi juicio, los vv. 10-11: "Revistanse dek hombre nuevo que se va rxenovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, segdin La imagen de su Creador, donde no hay grie- go y fudto; cincuncision e incincuncision; bdrbar0, escita, esekavo, Libre, sino que Cristo es todo y en todos". aqui aparece més claro el carécter social de la renovacién "en Cristo". £1 hombre nuevo, que resulta de la renovacién de cada cristiano, tiene un alcance colectivo: une en Cristo a judio y gentil, esclavo y libre, etc. La exigencia del vestirse de Cristo adquiere un caracter social. "La nove- dad nadica en que La comunidad es ek dmbito donde se plan- tea fa exigencia". (Se trata de) ...lo conveniente.den- tro de la familia de Dios. (16). Del alcance de la férmula respecto a las institucio- nes sociales ya hablamos mis arriba. Es claro que la exi- gencia de unidad e igualdad va m4s alld de Ia "familia de Dios". La exigencia se concreta en el "cédigo doméstico" (3, 18-4,1), y &te va mds alld de La comunidad cristiana. Adem&s, como observa Conzelmann, "La concentracién dentro de La familia de ese cambio en el proceder no supone na- Aunalkmente una debskitacion --como sé no se debsese de a- doptanr exactamente ast también respecto a Los 'de fuera’ (15) CONZELMANN H, Epistolas de la Cautividad, Madrid 1972, 221. (16) tb., 221, -60- sino una incukcacion positiva de Lo mandado dentro det ctreuto donde primeramente se desavolla La vida en comin. Téngase presente que Las comunidades primitivas eran autén- ticas comunidades de vida" (17). En conclusién, se trata, al hablar del hombre nuevo "en Cristo", de nuevas relaciones interpersonales, en las que "es todo y para todos Cristo". Ciertamente, el hombre nuevo no es masa aménima. Cada cristiano debe ser, perso~ nalmente, hombre nuevo. Pero el resultado es un hombre nuevo colectivo. Pablo tampoco habla de etapas, como se~ parando la renovacién de individuo y la creacién del hom- bre nuevo social. Este debe brotar necesariamente de la renovacién de cada cristiano. Si queda muy claro que se trata de un hombre nuevo co- lectivo "en Cristo": que Cristo es la fuente y el principio formal de esa renovacién. Hay otro matiz en la afirmacién de Pablo, que nos pare- ce no se ha subrayado bastante, y que le da un alcance e- norme. Dice Pablo que el hombre nuevo "Se va Ae@novando a émagen de su Creador”, Esta frase es una alusién clara a La narnacign de 1a creacién (Gen 1, 26. Kat’ eikona, dice el texto griego, "a iragen de", tanto en Génesis como en Colosenses) . El Creador es ckviamente Dios, pues a 61 se atribuye, en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, la actividad crea- dora (18) (cf Mt 19, 4; Mc 13, 19; He 4, 11; Le 6; Rom 1, 25; 1 Cor 11, 9; Efes 3,4; 1 Tim 4,3; 1 Pe 4, 19--pero cf Col, 1, 16). Ademds, el resucitar con Cristo, después de morir con 61 en el bautismo, se atribuye a Dios, a si po- der (19) (cf Col 2, 12; Rom 6, 5; 1 Cor 6, 14; 2 Cor 13, 4; Fil 3,10; Efes 2,4). (17) Ib, (18) REY B, La nueva creacién segin S. Pablo, Madrid 1968, 1.48 (19) Ib, -61- Esto quiere decir que el hombre nuevo descrito por Pablo es el que corresponde al ideal del Creador. En o- tras palabras, el hombre, como grupo, es también imagen de Dios, y este designio se remonta a la creacién. Ya desde entonces est4 el hombre llamado a ser la "imagen co- Lectiva" de Dios. Y lo sera en tanto en cuanto viva nue~ vas relaciones interpersonales y logre superar las diferen- cias socio-politico-religiosas, en la medida en que éstas resultan hirientes, separantes. Insistamos en que este ideal se refiere a toda la hu- manidad. Pablo se refiere primariamente a los cristianos, pero ya vimos que, lo. no se excluye a los de fuera y que, 20. el hecho de que el hombre sea imagen de Dios se refie~ xe a todo hombre, no s6élo al cristiano. Por lo tanto, el ideal de unidad--en--la--diferencia enunciado en 3, 11, y el ideal de relaciones interpersona- les descrito en 3, 5-17 vale para la sociedad en general. Se puede afirmar que Dios, al crear el hombre como social, lo destina a una convivencia tal, que las diferencias na- turales no basten para separar a los hombres y que las ar- tificiales no introduzcan esa separacién (20). El hombre, en consecuencia, debe intentar una orga- nizaci6én de la sociedad que apunte hacia este ideal. Es- to no sofistica anacrénicamente la narracién del Génesis. Mis bien, le da su verdadera profundidad, al mostrar todo el alcance de la férmula "

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