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Un poco de historia…  

tal vez poco conocida… 

El Día de la Madre es un acontecimiento que se celebra en diferentes fechas del año de acuerdo a cada país.  La
mas antigua evidencia de esta celebración se remonta a la antigua Grecia donde se le rendían honores a Rea,
madre de los dioses Zeus, Poseidón y Hades. 

Cuando los romanos adoptaron de los griegos esta celebración, la llamaron La Hilaria y la loaban el 15 de marzo en
el templo de Cibeles con ofrecimientos y sacrificios que duraban tres días. Luego, los primeros cristianos
transformaron estas celebraciones en honor a la Virgen María, madre de Jesús. 

En la Inglaterra del siglo XVII, tenía lugar una celebración similar dedicada a la virgen que se denominaba Domingo
de las Madres, y en ella los niños concurrían a misa y regresaban a sus hogares con regalos para sus progenitoras. 

En Estados Unidos, la celebración se origina hacia 1872, cuando Julia Ward Howe, autora del Himno de batalla de la
República, sugirió que esa fecha fuera dedicada a honrar la paz, y comenzó celebrando encuentros anuales en la
ciudad de Boston, en celebración del Día de la Madre. 

Posteriormente en 1905, Ana Jarvis envió cartas a políticos, abogados y a toda persona influyente instando que se
consagrara el Día de la Madre el segundo domingo de mayo, logrando que para 1910 muchos estados de la Unión lo
celebraban, y en 1912 obtuvo que se creara la Asociación Internacional Día de la Madre con el objetivo de promover
su iniciativa. Finalmente, en 1914, el Congreso de Estados Unidos sancionó la fecha y la declaró fiesta nacional, lo
cual fue apoyado por el Presidente Woodrow Wilson. Más tarde mas de 40 países se adhirieron a esta iniciativa. 

Sin embargo, la festividad impulsada por Jarvis comenzó a mercantilizarse, de manera tal que se desvirtuaba el
origen de la celebración. Esto motivó a que Ana presentara una demanda, en 1923, para que se eliminara la fecha
del calendario de festividades oficiales. Su reclamo, de gran alcance, provocó que fuera arrestada por disturbios
durante una reunión de madres de soldados en lucha, en que vendían claveles blancos, símbolo que identificaba la
fecha. 

Ana luchó con insistencia contra la idea que ella misma había impulsado, llegando a perder todo el apoyo de
aquellos que originalmente la acompañaran y en un reportaje que le hicieron poco antes de morir mencionó su
arrepentimiento por haber impulsado el Día de la Madre pues jamás se imaginó que este día fuera utilizado
mercantilmente y no con el fin que ella había idealizado. 

En cuanto a Panamá y otros pocos países se mantiene el seguimiento al santoral católico que celebra la fiesta de la
Inmaculada Concepción el 8 de diciembre y al mismo tiempo el día de las madres. 

El pensamiento masónico hacia las madres… 

Luego de haber presentado una pequeña parte de la historia de este día, la cual pudo ser algo nuevo para algunos,
me gustaría poder expresarles realmente que es lo que pensamos los masones en relación a este día… lo
intentaré…, pues así me honró nuestro Venerable Maestro para dirigirme ante ustedes, aunque me es
absolutamente imposible describir con palabras, la precisión con que lo entiendo en mi alma, mi corazón y mi
espíritu.  

Nuestras madres serán por siempre la representación del amor puro, sublime e incondicional que el Gran Arquitecto
del Universo nos puede ofrecer, pues desde que habitamos en su vientre iniciamos una relación de amor perpetuo.
En esos momentos nuestro corazón y el de ellas laten al mismo tiempo y cuando por primera vez vemos la luz del
mundo, sus lágrimas rodaran por sus mejillas por la llegada del ser que será por siempre su razón de existir. En ese
momento el esposo irremediablemente caerá en un segundo plano. 

A una madre no le importa el infortunio o la fatalidad cuando se trata de sacar adelante sus hijos, pues no le hace
falta fuerza ni valentía para defender a sus hijos. Es capaz de todo por verlos felices y protegidos. Madre es aquella
que se abstiene de poner pan en su boca por dárselo a sus hijos y de apoyarlos aun cuando todo el mundo les haya
dado la espalda. 

Así son ellas, su amor no conoce de límites ni de dificultades cuando se trata de los suyos. El mundo seguirá hacia
adelante, los hijos crecerán y partirán de casa pero mamá siempre los llevará en su corazón, y aun cuando se
marche para siempre de este mundo, nuestros espíritus percibirán sin lugar a dudas que cuidan de nosotros desde
otros planos espirituales, observándonos con cariño y con la ansiedad inevitable de tratar de cuidarnos de todos los
peligros y adversidades. 
Para estos ángeles que llamamos mamá siempre seremos sus pequeñines, no importa que edad tengamos, pues
nuestra sonrisa siempre será como la de un niño, y nunca habrá una acción mala de nuestra parte, simplemente
será una travesura mas. 

En este momento, no puedo olvidarme de aquellas mujeres que a pesar que no trajeron al mundo a un hijo se
comportaron como verdaderas mamás y siempre se brindaron al máximo para darles lo mejor de sí, en especial ese
amor capaz de transformar cualquier espíritu. 

Tampoco debemos olvidar a aquellas mujeres que se convirtieron en madres de sus nietos y que los educaron y
quisieron más que a sus propios hijos. Todas las madres son mujeres únicas e incomparables, todas ellas llevan en
su alma parte de nuestra vida, y merecen ser llamadas ángeles del cielo. 

Nuestra madre tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus
cuidados.  

Es una mujer que siendo joven, tiene la reflexión de una anciana y en la vejez trabaja con el vigor de la juventud. 

Es una mujer, que si no tuvo tal vez una educación formal, descubre con más acierto y juicio que cualquier sabio los
secretos de la vida, y si es instruida se acomoda a la simplicidad de los niños. 

Es una mujer, que siendo pobre se satisface con los que ama, y siendo rica, daría con gusto sus tesoros por no sufrir
en su corazón la herida de la ingratitud. 

Es una mujer que siendo vigorosa, se estremece con el llanto de un niño, y siendo débil se reviste con la bravura de
una feroz leona. 

Es un ser que mientras vive no la sabemos estimar, porque a su lado todos los sufrimientos se olvidan, pero
después de muerta daríamos todo lo que poseemos por mirarla de nuevo un solo instante, por recibir de ella un solo
abrazo, por escuchar un solo acento de sus labios. 

Como dijera una vez un poeta, de esa mujer no me pidan el nombre, si no quieren que empape en lágrimas el
pañuelo... esa mujer yo la vi por el camino… Es mi madre! 

De esa mujer no me exijáis el nombre si no queréis que empape con lágrimas vuestros álbumes, porque ya la vi
pasar en mi camino. Cuando crezcan vuestros hijos leedles, si llegasen a perdurar estas palabra, y ellos, cubriendo
de besos vuestras frentes os dirán que un humilde viajero ha dejado aquí, para ustedes y para ellos, un boceto del
retrato de su madre."  

…Antes de terminar estas líneas me preguntaba: ¿Cual seria el mejor discurso para el día de la madre? 

Queridos Hermanos, el mejor discurso que podemos dar, no es el de las palabras, la mejor alocución es la que
podemos brindar todos en este momento, levantándonos de nuestro asientos, pidiendo a nuestras compañeras que
hagan lo mismo, luego darles un muy tierno abraso, besarlas y decirles: “¡Te amo no solo por ser mi esposa, te amo
por haberme permitido ser parte de tu historia pero sobre todo te  amo muchísimo mas por ser la madre de nuestros
hijos!”  

Q:.H:. Julio Mario Villarreal III 

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