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Las malas compañías

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Las malas compañías

Pedro Querales

Las malas
compañías

2023

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Las malas compañías

El por qué de estas crónicas.

Ciertamente todos tenemos nuestra memoria y la recreamos. Hay sucesos y


personajes que se van quedando en el imaginario colectivo por su obra de vida, en este
caso en lo artístico. Muchos intentan ser creadores y se quedan en el intento y el primer
precio a pagar es la desmemoria, o sea, el olvido. Solo familiares y algunos amigos los
evocaran porque les tocó estar al lado de quienes sí lograron vencer la molicie del tiempo.

Este servidor no tiene ninguna de esas habilidades que poseen los que están
incluidos en este humilde recorrido por los senderos de nuestra memoria, donde
contamos de la manera más sencilla y expedita nuestra relación directa con quienes aquí
aparecen durante los últimos cuarenta años. A cada uno de ellos o ellas, los llegamos a
acompañar en algún momento de nuestra vida, cuando saboreaban el triunfo, o cuando
les tocaba pasar por pequeños fracasos, en sus ratos de esparcimiento y en las pequeñas
aventuras que nos tocó compartir cuando no eran artistas en ejercicio, sino sencillamente
seres humanos que vivían su cotidianidad en los compartires que nos acercan a la
humanidad y para que quede claro que son seres con un don especial, pero que también
se equivocan, lloran, ríen, se echan peas, se ponen fastidiosos, o se convierten en
excelentes humoristas, como todo venezolano que se respete como tal.

Como podrán observar los conocedores, no hay pretensiones literarias de alto


calibre, pero si intentamos escribir con honestidad, respetando lo poquito que conocemos
del idioma, porque uno de nuestros grandes problemas es que somos excelentes
contadores, pero tenemos poca disciplina para plasmar en el papel, o en el ordenador,
estas vivencias que permitan a quienes muchos años después quieran saber quién era
quien y porque las cosas son como son en esta tierra de gracia, y el por qué, pase lo que
pase nunca perdemos ese sentido del humor que nos hace un pueblo capaz de sortear
las más grandes adversidades.

Así que este es inicio de muchas otras crónicas, las cuales nombramos “Las malas
compañías” para tomar el título de un tema de Joan Manuet Serrat: “Mis amigos son unos
atorrantes, que aplauden cuando el sol se trepa al cielo, y se mofan de cuestiones

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importantes”, pues hay muchos personajes que merecen ser contados y recordados.
Como podrán observar, no me inmiscuyo mucho en la técnica de los artistas plásticos ni
en la profundidad del hecho creativo de los músicos y compositores. Solo intento
homenajearlos como amigos que han logrado hacer uso de ese don para trascender y
ser amados por el pueblo, que en fin de cuentas es el depositario de esa obra artística,
que muchos no entenderán mucho, en el caso de la plástica, pero que si tienen claro que
están en presencia de seres especiales.

En la espera de no aburrirlos con esta sana obsesión de contar mis recuerdos al


lado de ellos, los dejo con estas Crónicas de creadores, llamada “Las malas compañías”.

Por cierto, para el prólogo de este libro, le solicité la colaboración al economista,


poeta, artista plástico, soñador y cabimense Luis Graterol Hernández, quien accedió,
esperando y aspirando que ese escrito sea mejor que el resto del libro.

Pedro Querales, Cordero


Cabimas
Marzo de 2023.

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Prólogo

Escribientes, Escribidores, Poetas, Poetisas, políticos y sujetos bohemios

Luis Augusto Graterol

Una vez más un libro parido en la placenta de Petrolandia. Esta comarca con tetas de
terciopelo negro, con mejillas de algodón y con pretensiones holísticas como el girasol
que hace de rosa de los vientos.

Petrolandia tiene un apellido que nació de la copaiba milenaria que hablaba con la luna
con tanta confianza, que ésta le pidió un lago completo para pernoctar en la barriga de
sus sueños. A partir de allí, al sol no le quedó otra cosa que inventarse una luz diferente
y un calor cómplice para arrullar con fuego y relámpagos silenciosos a la Petrolandia de
sus amores. Después vinieron las estaciones con su polen de oro negro y su vapores
mistéricos a escribir poemas y relatos en el lienzo de todos sus cielos, en cada hoja verde
de sus cabimos, en cada pluma de sus yaguazas, en las estepas verdes de sus
guanábanos, en cada partitura de sus mangos milenarios y en cada gota de rocío glacial
de cada mañana: Cabimas; sin prefijo ni sufijo. Allí mismo donde la fundó la historia. En
el mismo sitio donde lágrimas y alegrías han conjugado sus haberes y deberes con el
universo. Cabimas, el utero usufructuado por los sediciosos sistemas de la política y la
economía con saldo positivo para el mundo pero con un déficit eternal que solo crece en
miseria y hambre. Cabimas, centinela del Coquivacoa undoso donde los manatíes fueron
expropiados de sus aguas de berilo, donde las nutrias murieron sin aviso y sin protesto,
donde las toninas aún conspiran por vivir y donde una nueva parábola se escribe cada
día produciendo literatura y compromiso.

Más allá de la moda o de las coyunturas, de las tendencias y las escuelas, de las élites y
el egoísmo vergonzante, brota la letra de su alma de Pedro Querales Cordero, que es
parte activa y militante de sus Escribientes, Escribidores, Poetas, Poetisas, políticos y
sujetos bohemios, o como el sistema los quiera llamar. Pedro nos trae de lo suyo con su
letra artera y llena de la verdadera moral del que lo ha dado todo sin recibir nada a cambio.

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Sin obligaciones con nadie, sólo por los requerimientos de su conciencia que le ha
permitido transitar las trincheras literarias, con su tabla insurgente en el colectivo de esta
comarca que se revela a diario y se niega a darse por vencida.

Pedro Querales Cordero es un hijo de esta Cabimas, que no lo vio nacer pero que lo
acurrucó en su regazo de madre buena, y donde creció con su inquietud de anacobero y
su cámara perspicaz que ha obturando millones de Imagenes y sueños.

Pedro es Cabimas, tanto como Cabimas es Pedro. Tan terco como nuestra Petrolandia,
ofendida, vilipendiada, violada, engañada, y abusada por tantos piratas y aventureros. La
inerme nodriza que tiene que rogar por lo que es suyo y tiene que pagar por lo que da.
Aunque privada de lo que le pertenece, hoy sigue adelante con la pluma de este
pendolista que una vez más se arma de inspiración y letras, y se derrama en estas
preciosas letras que dicen mucho y expresan la lírica necesaria de su historia. Pedro hace
honor a la creación en un presente perfecto en esta tierra inmortal. Así lo demuestra con
creces este trabajo donde una vez más le dice al mundo que Cabimas no le debe nada a
nadie. Todo lo contrario, que el mundo tiene una deuda impagable e impagada con
Cabimas. Tal vez la única forma de cobrarle es dando más; y eso es precisamente lo que
hace esta obra de Pedro Querales Cordero que hoy nos muestra la dignidad de un pueblo
sufrido pero valiente: El recuento de sus hombres y mujeres; sujetos consagrados al arte
solo por el amor y la conciencia de un pueblo gigante y lleno de todo el coraje del reventón
negro. Aquel que se levantó hace más de un siglo y se convirtió en lluvia para las naciones
y que aún no cesa.

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Carmen Cordero (vda.) de Querales

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Mi mamá, Carmen Cordero (vda.) de Querales


Un vecino le preguntó a Francisca:
¿Cuándo te vas a morir?
- Nunca, porque siempre habrá algo que hacer.

(Jorge Díaz, cubano)

Existen seres que nacen con un propósito. No soy creyente del determinismo, pero si de
la influencia del ambiente en el que uno crece y que configuran el quehacer de nuestra
vida adulta.

Mi mamá nació en el caserío de Macuere, perteneciente al Distrito Urdaneta del estado


Lara, el 22 de mayo de 1933. Su crianza estuvo bajo la tutela de mujeres, en un hogar
con ausencia de la presencia masculina adulta. Allí convivían su mamá Eduarda y su
hermana morocha, Carla, bajo de la conducción de su abuela Francisca Cordero
“Pancho”, a quien le tocó dirigir la economía familiar basada en la cría de ganado caprino,
básicamente, adicionalmente, la crianza de aves, y siembra de legumbres y hortalizas
que permitían sostener a la descendencia de Eduarda y de Carla.

Mi mamá, como era usual en ese momento, una vez cumplidos sus tres años, es
incorporada a la faena diaria, primero con pequeñas tareas y oficios, como alimentar a
las gallinas y resto de los animales, luego la molienda del maíz, que realizaba, luego del
pilado del maíz, machacado por una piedra en un mortero para obtener la masa “machire”
y preparar las arepas.

Me contaba mamá, que su abuela Francisca desde temprano tenía la costumbre de


proveerles de cierto pago por sus labores, lo que les permitía cubrir cualquier necesidad
y fomentar, por otro lado, la organización del ahorro y cierta planificación para prepararse
para la vida adulta.

A medida que crecía, también lo hacían sus habilidades motrices, de tal forma que ella
logró ser muy diestra para montar a caballo, pues la formación era integral. Había que
ejecutar todos los oficios: moler el maíz, buscar agua en tinajas a la quebrada más
cercana, alimentar los animales, regar la siembra, pastorear a los chivos, devolverlos a

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sus corrales, ordeñar a las cabras, preparar el cuero de los chivos beneficiados, coser la
ropa, aprender a cocinar, en fin, todas las labores a que hubiera lugar.

Al llegar a la edad escolar, por lo menos se les brindó la oportunidad de aprender a leer,
sacar cuentas, dentro de las limitaciones de la época gomecista y posgomecista. Mamá
tenía un espíritu rebelde y despierto, tanto así que la “bautizaron” como “La Gabaldona”,
en honor a uno de los militares que se alzó contra el dictador Juan Vicente Gómez, José
Rafael Gabaldón.

A los 19 años conoce a un joven, quien tenía fama de mujeriego, y que pertenecía a una
familia de cultivadores de café, del fundo “San Rafael de Topeyes”, Silvestre Querales
Querales, quien era el penúltimo hijo de diez, de la unión de dos primos hermanos:
Torcuato y Sixta. Para el momento de conocerse, Silvestre había procreado dos hijos
(Casiano) y una hembra, cuyo nombre, he olvidado. Mamá tenía 19 años, y sus familiares
le decían que con ese joven no tenía futuro. Pero el amor no acepta consejos, y de esos
encuentros nací yo, un 29 de junio de 1953. Mamá se había mudado a “San Rafael de
Topeyes”, y me tocó crecer entre el sabroso olor del café tostado y el berrear de los
chivos, sonidos muy familiares, al igual que los trinos de los pájaros, porque es de hacer
notar, que mientras que Macuere era agreste y calorienta, en cambio Topeyes era fría,
ambiente de páramo y hermosa vegetación. Allí dos años después, el 21 de julio 1955,
nace mi hermano Héctor Alexis, y luego, el 19 de octubre de 1957, Douglas Adsony.

A estas alturas hay que acotar, que mi tío Zenón José, había emigrado al Zulia, buscando
un mejor porvenir, con 5 hijos y su esposa Josefina Granda, pues para ese tiempo, la
producción del café no permitía sostener la economía de las familias que dependían del
fundo. Es así como el 19 de abril de 1958, llegamos al Zulia, mi papá, mamá, Héctor,
Douglas, yo, mi abuela Sixta, mi tíos Reina y Torcuato, en un viaje donde tuvimos que
recorrer en autobús las 360 curvas de la carretera de San Pablo, en un tortuoso viaje,
en el que recuerdo el espantoso calor que poco a poco iba siendo parte de nuestro
ambiente, y de allí para siempre.

Llegamos a un caserío rural llamado “Los guadales”, y allí estuvimos hasta que en una
ida al antiguo mercado municipal de Cabimas, mi papá se encontró a nuestro primo Efraín

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Querales, hijo de Ercilia, quien era sobrina de mi abuela Sixta. Cuando Efraín se enteró
dónde estaba viviendo papá, le aconsejó que se viniera a La Misión, pues él tenía planes
para casarse, y tenía una a casa a medio construir, pero con las mínimas condiciones de
habitabilidad. Así fue como llegamos a este barrio, desde 1958. Permanecimos allí
alrededor de año y medio. Allí nacieron, en el antiguo Hospital Dr. Adolfo D´Empaire, el
22 de diciembre de 1959, los morochos Ely Antonio y Edy Silvestre, con mi papá aun
desempleado. Luego, mi papá se empleó en el matadero municipal, ubicado aquí mismo
en el barrio.

A estas alturas, 1960, mamá contaba con 27 años, madre de cinco hijos. Luego vendría,
el 03 de marzo de 1962, ya ubicados en la calle Nuevo Mundo, No. 78, Janet Marisol, y
el 10 de marzo de 1964, Jacqueline Dioxenis y finalmente, completa la familia, Otto
Samuel, el 10 de mayo de 1966.

En las décadas de los 50 y los 60, le tocó la época de criar a 8 muchachos, atender su
alimentación, con el apoyo permanente de mi papá, escolarizarnos, vernos y hacernos
crecer, y todas las vicisitudes que conlleva pasar por las afecciones de salud, la conducta
de cada uno con sus particularidades, atender la comida, el lavado y planchado de
nuestra ropa (la gente comentaba como era que nosotros íbamos humildemente vestidos,
pero pulcramente presentados). Al fondo de la construcción que mi papá había construido
con mucho esfuerzo, contaba con dos fogones alimentados por leña, uno de mi abuela
Sixta y el otro de mamá, ambas vendían arepas peladas para la comunidad de los barrios
vecinos a un costo de medio (0,25 bolívares), con lo cual pudieron apoyar la débil,
economía familiar sustentada en el trabajo de papá, primero en el matadero municipal y
luego, en el FIBCA de Punta Iguana, desde 1963.

Con todo eso le tocó lidiar a mi mamá, con la serenidad y la paciencia requeridas, como
buena madre venezolana, con esa presencia vital, capaz de vencer todos los obstáculos
para convertirnos a nosotros en buenos ciudadanos, conscientes del papel que nos
tocaba ejercer en la sociedad en que vivíamos, la época del Puntofijismo y sus
características, lo que llevó a algunos a militar en AD y otros, más rebeldes como este
servidor y Douglas, quienes simpatizamos con la izquierda en un hogar adeco. La
tolerancia de mamá y papá permitió la sana convivencia: por esta casa pasaron
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connotados líderes adecos en los 60 y brillantes luchadores sociales de la izquierda en


los años 80. Nuestro ingreso al mundo de la cultura, a finales de los 70, nos permitió el
contacto con nuestra comunidad, lo que convertía a este hogar en un hervidero, donde
entraba y salía mucha gente a diario. Siempre había un plato en la mesa para quien
estuviera presente a la hora del almuerzo.

Mamá se preocupaba porque la visita se fuera por lo menos con un café, que nunca
faltaba. A medida que envejecía, su ánimo de atender a la gente crecía. A mi papá le tocó
irse con 63 años y medio apenas, por lo cual mamá enviudó con 58 años de edad, pero
lo peor, fue perder a nuestro hermano Ely Antonio, en enero de 1988, golpes de los
cuales, prácticamente nunca se pudo recuperar, aun así, ayudó a bien morir a nuestra
abuela Sixta del Carmen (1992) y la tía Isabel Rafaela “Tía Reina” (2002).

Mamá era incansable, nunca se estaba quieta “siempre hay algo que hacer”, decía, y
sobretodo en una casa tan grande, ocuparse de lavar nuestra ropa, cocinar, la limpieza,
el cuidado del jardín, estar pendiente de la llegada del agua (por lluvia o por tuberías),
permitieron que bien entrados sus ochenta años se fuera los domingos a misa, hasta que
sus limitaciones físicas naturales de la edad.

Como toda vida, tuvo la suerte de ver nacer a sus nietos (Nakarib y Nathali, las primeras)
y luego todos lo demás, los primeros bisnietos (Marialis y Luis Felipe).

Cuando le reclamábamos de su “exceso de bondad”, nos decía: “nada ni nadie me va a


hacer cambiar mi manera de ser”, pues era muy muy porfiada y podríamos nombrar miles
de ejemplos. Practicaba la tolerancia al máximo y nunca permitió que la unidad familiar
se resquebrajara. Afortunadamente, todos nosotros vivimos en Cabimas, por lo que no
tuvimos que lidiar mucho con las ausencias, y siempre hemos estado cerca.

De mamá se puede decir que cualquier defecto que tuviera, como todo ser humano, yo
solo le colocaría su porfiadez por hacerle el bien a todo el mundo, y su terquedad en
algunas decisiones, pero ninguna de ellas ligada a la mala fe.

En cuanto a la convivencia, cumplía con todos, en cuanto a asistir a los velorios y rezos
de sus vecinos que se adelantaron en el viaje.

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Yo como hijo mayor, me tocó mantener el mayor contacto con ella, y ese es un privilegio
gracias a razones etarias. Le tocó lidiar con la crianza de casi todos sus nietos y nietas.
Mi hija Ronayib fue una de ellas, desde los dos años. Ella decía: yo siempre le busco la
vuelta para su comidas y sabía que Rona adoraba comer sus mandoquitas dulces y
crocanticas. Cuando ingresó a la universidad, se levantaba antes que a las 5 am. para
que no se fuera sin desayunar. “Yo solo le pido a Dios no morirme sin verla graduada”.
Ese deseo se le cumplió al igual que casi todos sus nietos que alcanzaron títulos
universitarios.

Ha sido una buena siembra, mamá.

Puedes irte en paz.

Te ganaste, si existe, el camino del cielo.

Todos te amamos por la vida que tuvimos a tu lado.

Gracias eternas.

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Chavín

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Chavín, un venezolano huracanado.

“Venezolano, quiere a tu patria


porque es grande y porque es bella”
(Venezuela galopante, 1979, Chavín)

La primera vez que escuche o leí sobre Chavin, fue en el año 1975, cuando
interpretó el tema ganador del Festival de autores y compositores zulianos, que promovía
el periodista Guillermo Sánchez García, a través de su página de farándula dominical en
el diario Panorama, referencia obligada para la difusión de nuestros artistas zulianos. Ese
mismo año grabó con Los Azulejos “El garrafón” en tiempo de gaita parranda, de Enrique
Hidalgo. Además del tema “Tres estrellas” de su autoría. En el disco de 1976, graba “El
Garrafón”, “Por eso gaita” de Enrique Hidalgo, y “Viejos palafitos” del profesor Jesús
Socorro. Al año siguiente pasa a Rincón Morales y de allí se inicia una gran carrera de
éxitos sonoros, no solo en el Zulia, sino que algunos retumban en el ámbito nacional,
muchos de ellos convertidos en clásicos.

Lo conocí en persona, cuando tenía su programa “Venezuela habla cantando” a


través de Radio Selecta, en el horario de la mañana, a primera hora. Lo ocupamos para
que nos ayudara a promover y difundir, en diciembre de 1978, un evento para
conmemorar el primer año de la fundación de la concha acústica del parque Bolívar, que
había sido inaugurado el 17 de noviembre de 1977, por el presidente Carlos Andrés
Pérez, y donde Omar Patiño, abrió con una exposición llamada “Cabimas Petroleum
Company”. Nosotros, integrantes del Movimiento por los Poderes Creadores del Pueblo
“Aquiles Nazoa”, decidimos celebrar el primer aniversario del Movimiento, y a la vez darle
uso por primera vez a la instalación, con un evento con los grupos populares existentes
en la ciudad, 34 en total, fue un verdadero maratón.

Volviendo a Chavin, nos recibió muy amablemente a mí y Douglas Querales, y


desde allí contamos con su apoyo incondicional. En ese momento Radio Selecta había
adquirido notoriedad por sus clases radiales y Chavin era uno de los “culpables” de ese
éxito, pues contaba con gran sintonía. Ya formaba parte de Rincón Morales y sonaba en
esa temporada con el “Popurrí aniversario” (Mamaota Rodríguez), “Pasión gaitera”,
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“Acuarela Oriental” y “Acerrín acerran”. Desde allí no faltaron éxitos temporada tras
temporada, con todo tipo de temática: nacionalistas, románticas, parrandas, nada le
quedaba grande.

Paradójicamente, revisando el historial, Chavín nunca fue intérprete de alguna


gaita del año, a pesar que sus temas sonaban con gran fuerza y aceptación, siempre
salía algún “fantasma”, no se puede negar que quienes amamos la gaita, conocemos
todos y cada uno de sus temas y los tarareamos, a pesar que prácticamente salió del
sonido grabado desde 1995, cuando sufrió el ACV que disminuyó sus cualidades vocales.

Sus años en la radio, en NCTV canal 11, cuando acompañado de Marlene de


Ruido, coparon la escena desde finales de los 80, en la naciente televisión zuliana, en su
segunda etapa. La intensa actividad desplegada en la radio, la televisión, las
grabaciones, las actuaciones en vivo, los viajes frecuentes, el trabajo permanente de ese
huracán desbordado que se entregaba y lo dejaba todo en cada presentación como
animador y cantante, a la larga pasarían factura, también los excesos irían abonando el
terreno para que esa brillante carrera fue opacada.

A pesar de sus problemas de salud, su empeño, su dedicación, su fuerza y fe en


sí mismo, le permitieron mantenerse vigente, aunque perdió la cotización y sus
condiciones habían mermado, porque afectó a su principal instrumento, la fuerza de su
voz.

Chavín no ha sido olvidado por el público, su “Venezuela galopante”, su “Grito


Guerrero”, “La Feria”, “Nunca es tarde para amar”, el “Popurri aniversario”, sus “Rutas
maracaiberas”, sus “Cosas nuestras”, “Prométeme”, ”Anhelo gaitero”, “Venezuela
sacúdete”, “Huele a Navidad” “Sabor a Navidad”. “La gaita de que yo te canto”, propias y
de otros prestigiosos autores, forman parte del legado de la música zuliana, que lo
llevaron a ser uno de los solistas más importantes de nuestro género, sumando temas de
la venezolanidad, plasmados en grabaciones.

Siempre existirá un motivo para querer escucharlo: como enamorados, como


patriotas, como amantes de la gaita, en plena feria, en las navidades. Habrá un Chavín
para todo.

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Tuvimos la suerte de verlo en tarima y nunca decepcionó, esa fuerza arrolladora,


sin desafinar, permitía que la atención se volcara hacia él. En los años 1986 y 1987
asistimos a los bautizos de los discos de “Los Cardenales del éxito”, en manos de Chichilo
Urribarrí, junto a íconos de la gaita dirigidos por “El Parroquiano” Astolfo Romero, las
voces de Ricardo Cepeda, Ricardo Portillo, Carlos y Marwin González, Simón García,
Jesús “Chuchito” Ibarra, Chichilo Urribarrí y Daniel Méndez, y los instrumentos de Renato
Aguirre, Luzardo, Douglas Soto, Ramón Romero, Antonio Aguillón, Quintiliano Sánchez,
Luis Acosta y Franklin Ramos, conformaron ese equipo galáctico que le dio a la gaita la
prestancia que ya había tomado desde los años setenta.

En esas temporadas los encontramos en Maracaibo, Cabimas, Ciudad Ojeda,


Mene Grande y disfrutamos de esa maquinaria que tanto dio que hacer. Paralelamente,
Chavin incursionaba en la televisión con supremo éxito.

La penúltima vez que lo vimos fue en octubre de 2018, cuando FundaAmigos


Cabimas, le rindió homenaje a él y a otros cultores de la ciudad, en el teatro “Javier
Fernández” frente a sus coterráneos, en esa labor que la profa. Edith González organiza
junto con sus festivales infantiles para dar fuerza a la cabimicidad.

Y la última ocasión fue en la escuela de “Las Mucuritas” en la parroquia El Mene


del Municipio Santa Rita, en la cual, año tras año, se organiza un festival gaitero infantil
para realzar y dar a conocer los nuevos valores de la gaita en la zona. Es una labor de
años que ha visto pasar a grandes figuras de la gaita. Ese día 14 de noviembre de 2019,
los homenajeados fueron precisamente, Chavín, Carmen, Cheo y Lula Silva Narváez, los
acompañamos como parte del Jurado junto con Carmen Leras de Vega. En medio de una
nutrida asistencia, interpretó algunos de sus resonantes éxitos con el entusiasmo de
siempre, junto con las hermanas Silva. En la animación estuvo su tocayo Jesús Salvador
Gil. Lucía sano y renovado con gran entusiasmo por la vida.

Haber contado con hombres como Jesús Salvador Terán Mavárez “Chavín”, quien
nació en Los Postes negros de Cabimas, un 1° de diciembre de 1951, ha sido un
verdadero honor, y no podemos sino enmarcarlo dentro de los imprescindibles de la

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gaita, de la locución, de la animación, de la composición y de la promoción de lo nuestro


con prestancia y gran entrega.

Este personaje ha ensanchado la larga lista de figuras que poseemos los zulianos
en todos los ámbitos del quehacer humano, que permiten que ser “nacido en esta tierra,
bajo el más ardiente sol”, sea una verdadera distinción, como lo cuenta en “Cosas
nuestras”. Cada vez que escuchamos “Venezuela galopante” y “Grito guerrero”, no
podemos hacer otra cosa que sentirnos orgullosos de haber nacido en este lugar del
planeta.

Mientras exista la gaita zuliana, Chavín seguirá brillando, pues no cabe ni cabrá
en la muerte, ni en el olvido.

Chavín fue el mejor ejemplo de la buena siembra: no puede ser borrado de la


memoria colectiva del zuliano, ni del venezolano. Su canto permanece intacto, grandioso,
majestuoso, rimante en la exaltación de la venezolanidad que se construye en cada
trinchera que nos toque asumir.

Chavín asumió la suya con fuerza y dignidad. Por eso se le quiere por siempre.

Gracias, Chavín.

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Aldemaro Fonseca

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Aldemaro Fonseca

Nació el 18 de octubre de 1956 en la barrida de Ambrosio, específicamente en una


casita que todavía se mantiene en pie, en la calle Impulso. Hijo de Angel Fonseca “Palo
Alto” un enorme trabajador petrolero y Begoña Antúnez, de familia numerosa, 10 hijos.
Como anécdota diremos que cuando nació su hermano Alvaro, pesó 6,300 Kgs. Y me
cuenta Aldemaro que en esa ocasión toda la comunidad de Ambrosio y Punta Icotea
fueron a conocer a este niño de tamaño familiar. Todos los partos de Begoña, fueron
atendidos por Margarita Soto.

Su familia se mudó para el campo Miraflores, en una casa que hemos visitado en
miles de ocasiones.

Conocí a Aldemaro en el encuentro Nacional del Movimiento de los Poderes


Creadores del Pueblo “Aquiles Nazoa” realizado en Mérida, en junio de 1978. Pertenecía
al Grupo Cultural Komuna 2000. Ese grupo había sido fundado por miembros de la familia
González Castro, apoyados por su padre, Nectario. Posteriormente, se fueron sumando
otros jóvenes inquietos, poetas, teatreros y artistas plásticos. Este movimiento tuvo su
génesis en la ola creada por el Congreso Cultural Cabimas 70, evento organizado por lo
más granado de la intelectualidad del momento y auspiciado por el PRV-FALN que
lideraban Douglas Bravo y Francisco Prada Barazarte.

A pesar de ser de Cabimas, nuestra amistad comenzó en ese encuentro. Recuerdo


que en una de esas lluviosas noches merideñas, el bus que trasladaba a los asistentes
al evento, se fue sin nosotros, pues nos distrajimos y nos agarró la noche. De esa
manera, caminamos mi hermano Douglas, Giovanny Faneitte, Aldemaro Fonseca y este
servidor, en medio de la pertinaz llovizna hasta Campo de Oro, cercano al aeropuerto de
la ciudad, donde quedaban las residencias masculinas de los estudiantes de la ULA.

Llegamos buscando al camarada cabimense, militante de la Liga Socialista,


Eduardo Acosta Camargo, quien cursaba estudios de Derecho. Con Eduardo, Douglas y
yo, habíamos hecho amistad, en ocasión que un grupo de jóvenes liceístas nos
inscribimos como patrulleros forestales en el Destacamento 33 de las FAC, en la avenida

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Miraflores. Estábamos a cargo del Tte. Carmona y los entrenamientos estaban en manos
de los también jóvenes universitarios, Edecio Navarro, estudiante de Química y Néptalí
Gómez (luego se hizo piloto comercial). Esa es otra historia.

Eduardo Acosta, nos recibió y preparó café, le dio un calmante a Douglas, quien
estaba resfriado. Ese momento quedó eternizado en una foto tomada por Eduardo,
empapados de agua.

Al llegar a Cabimas, nos incorporamos de lleno al Movimiento “Aquiles Nazoa” que


coordinaban Jorge Hinestroza y su esposa, la veterinaria y profesora universitaria Haydee
Alvarez. Luego Agustín Prieto, llegado de Caracas se incorporó al mismo.

En el movimiento teníamos reuniones, los jueves a las siete, en la sede de la


Sociedad “Obreros del bien”, a las 7 pm. para planificar los eventos del barrio abordado
esa semana (donde había grupos organizados) y ajustar detalles logísticos. Todas las
semanas se realizaba una jornada de dos días. En la mañana del sábado, se rifaba el
llamado “sancocho en vivo”, contentivo de una gallina con todos los ingredientes, incluida
la olla, con el preecio de un bolívar la acción, para el pago del sonido y otros pequeños
gastos. En la noche se realizaba la rifa y se entregaba el premio, inmediatamente, en el
acto cultural, donde participaban todos los grupos afiliados, en danzas, teatro, canto y
declamación, amén de las exposiciones de los jóvenes pintores, dentro de los cuales
estaba Aldemaro Fonseca, quien a su vez era estudiante de arquitectura en LUZ. La
historia del Movimiento “Aquiles Nazoa” se narra ampliamente en otra crónica.

Aldemaro se quedaba en Maracaibo y regresaba los fines de semana para


incorporarse a las actividades, como teatrero y artista plástico del grupo Komuna 2000.
El movimiento llegó a contar con 34 grupos culturales diseminados en barriadas
populares de la ciudad.

Un viernes de Agosto de 1979, nos encontramos en un acto organizado por los


CUPs, con la presencia de Ali Primera y cantores del Zulia, en la plaza de Toros de
Maracaibo. Allí compartimos y decidimos, al terminar el acto, llegar hasta el puente sobre
el lago a tomar una cola. Al rato nos dio la cola, Pedrito Quevedo, un amigo común, en

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su camioneta, quien también venía del acto. Al llegar a Cabimas, nos quedamos en la
Bomba CVP (que si era CVP en ese momento).

Al día siguiente (sábado), alrededor de las 7.30 pm. Aldemaro sale de su casa en
Miraflores, a una de las tantas fiestas que se realizaban en esos tiempos. Al llegar al
semáforo donde actualmente se encuentra el Instituto Universitario Politécnico “Santiago
Mariño”, su carácter distraído lo lleva a cruzar la calle, sin percatarse que
irresponsablemente un “auto fantasma”, como los llamaban los diarios, sin respetar el
semáforo, se lleva a Aldemaro por delante. Éste con el impacto se proyecta hacia el techo
del vehículo. El chófer de la unidad sigue su camino, con el fin de Aldemaro termine de
caer, al llegar, todavía encima del auto, y a punto de caer al pavimento, su camisa, la cual
usaba por fuera y muy ancha, se engancha con el parachoques del carro, y éste es
arrastrado, gasta las cercanías del centro Médico, donde termina por caer herido, por
múltiples lesiones. Rápidamente es socorrido, y llevado a un centro de asistencia para
los primeros auxilios, presentando múltiples laceraciones, como producto del arrastre,
fractura en ambas piernas, fuerte golpe en la cabeza.

Inmediatamente, es trasladado al Hospital Coromoto, donde fuimos a visitarlo el


lunes siguiente. Lo encontramos, y la única parte donde no estaba enyesado era en los
ojos, la nariz y la boca. El pronóstico: con mucha suerte, caminaría y con un riguroso
tratamiento, como mínimo en dos años.

A finales de enero de 1980, se realizó una celebración, pues Aldemaro, ya


caminaba, aunque con dificultades, y a veces se le “iba” la pierna. La celebración contó
con los chimbángueles de Ambrosio dirigidos por Ramón Ochoa, desde las 9 de la
mañana hasta las 8 de la noche, con declamaciones, discursos, música, sancocho,
pasapalos y los shows particulares de esye tipo de encuentros. Recuerdo que llegué
temprano, a las nueve, acompañado de Violeta Torres, quien era vecina y pertenecía
tanto a RUPTURA como a Komuna 2000, como poeta. Cuando se casó, Violeta se dejó
de eso y se metió a adeca, hasta el día de hoy.

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Las malas compañías

Aldemaro se reintegró, poco a poco de nuevo al movimiento, aunque perdió como


tres semestres en su recuperación. Luego, abandonó la carrera de Arquitectura, y se
cambió a Sociología, título que obtuvo a mediados de los 80.

Con Aldemaro, hemos compartido miles de vivencias, de las cuales contaremos


algunas de ellas. En cuanto a su pintura, Aldemaro, ha utilizado materiales como chimó,
petróleo, de manera experimental para darle su toque personal a su obra pictórica. Ha
participado en gran cantidad de exposiciones colectivas e individuales lo ancho y lago de
cuatro décadas de labor. Amén de su trabajo creador como poeta, actor de teatro,
diseñador gráfico (trabajó en el antiguo CEPET, en la carretera H, durante varios años,
dibujando piezas y elementos de maquinarias). En esa época logró que yo fuera
contratado a destajo para realizar varios trabajos como fotógrafo para esa empresa.

Ha sido y es profesor universitario de la UNERMB. Fue Sub Director académico


del IUTC por un lapso de unos seis o siete años. Coordinó la Dirección de Cultura del
“Santiago Mariño”, mientras sigue pintando profusamente interesantes propuestas
pictóricas.

Junto con Wilfredo Barrios y Miguel Leal, organizamos una gira llamada “La Ruta
Bolivariana” en diciembre de 1994, en la ciudad de Santa Marta, e ilustró el catálogo de
Miguel Leal de dicha exposición, la cual se efectúo en el Hotel Santa Mar de El Rodadero.
Fueron cuatro días hasta el 17 de diciembre. El 18 de diciembre nos encontramos en la
Casa San Pedro Alejandrino con el comandante Hugo Chávez Frías, quien había salido
de la cárcel el 26 de marzo de ese año.

En un programa llamado “En Contracorriente” que hacíamos en radio Cabimas


1250 AM, la gente del MVR 200, nos escogió dada nuestra amplia trayectoria en las
luchas sociales, para que fuéramos los primeros en todo el Zulia en entrevistar al
comandante Chávez, quien llegó en la esquina de la CVP, a las 5:30 am. Siendo recibido
por Douglas Querales, Teorgido Rincón, Galo Pérez y dos compañeros, más. Luego de
visitar, como era usual en esos tiempos, los portones de La Salina. Llegó, puntual a las
6:55 am. a la emisora. Dedicaremos otra crónica a este hecho.

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Las malas compañías

Lo cierto, es que los cuatro cabimenses tuvimos la oportunidad de compartir con


el comandante Chávez y sus acompañantes en la Quinta. Luego, de terminar los actos,
a las 2:30 pm, al terminar el acto protocolar de la exposición de un pintor samario,
fallecido, donde Chávez compartió con los presentes, entre ellas el obispo de Santa
Marta, el periodista Israel Sotillo, de Puerto Cabello, ofreció pagarle el regreso a uno de
nosotros. Optamos por decidir, que Miguel Leal, se regresara de primero, porque nosotros
tres intentaríamos resolver nuestro viaje (no había dinero).

Habíamos conversado con Angel Almenares, pintor y dueño de una marquetería


y galería de arte, para dejarle, los cuadros en consignación a cambio de cincuenta mil
pesos, suficientes para regresar. Logramos el acuerdo, Angel quedó en enviar a su
esposa al día siguiente a darnos el dinero y recibir los cuadros.

Mientras tanto, Wilfredo, nos dio la noticia, que la subdirectora del Museo
Bolivariano, la señora Amelia, nos había ofrecido la cena. Eso nos contentó mucho. A las
siete de la noche, luego haber estado en el Hotel “Parma” de Santa Marta, el cultor
Wayuú, Salvador Montiel, amigo nuestro, nos ofreció hospedaje, pues habían quedado
dos habitaciones desocupadas. Salimos de allí a cenar.

Llegamos a su casa, ubicada en un barrio con calles de tierra, un caserón muy


viejo. La señora Amelia, nos recibió amablemente, nos mandó a sentarnos. A todas estas
Aldemaro presentaba una fiebre y malestar general. La señora Amelia, nos dio algún
dinero para comprar Acetaminofen y el pago de los 800 pesos del Taxi hacia el hotel. La
“cena” consistió en una botella de vino y una galleta para cada uno. Miramos a Wilfredo
con ojos satánicos, pues el hambre hacia estragos.

Para remate, al parar en la farmacia para comprar el medicamento, el taxista nos


cobró esa parada como otra “carrera”. Luego, nos quedamos en el bulevar de Santa
Marta, para ver que conseguíamos con 800 pesos que nos quedaban en el bolsillo. Una
empanada para los tres.

Nos dirigimos al Hotel “Parma”, diciendo: “por lo menos tenemos hospedaje”. Al


frente del Hotel, estaban Chávez y su comitiva. Se notaba que acababan de cenar.

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Las malas compañías

Estaban compartiendo unos whiskys y cervezas, alrededor de unas diez personas. Entre
ellos un diputado del M-19 y el embajador de Cuba en Colombia.

Yo me senté en una acera. Chávez estaba bailando una guaracha de Billo´s en la


voz de Cheo Garcia. El reproductor de casettes estaba en el piso. A Wilfredo se le ocurre
la “brillante” idea, lócote como es, de quitar a Billo´s y colocar un casete de Ali Primera,
Chávez, molesto, dice: “¿porque quitas la música?. Wilfredo replica: “Es Ali Primera”, “Yo
se que es Ali Primera, pero yo estoy bailando”. Me pongo las manos en la cabeza y le
digo a Aldemaro, que está sentado a mi lado: “Ahora si nos terminamos de joder, este
loco del coño si inventa”.

Wilfredo se acerca y nos dice: “no se preocupen, tengo todo controlado. Ya van a
ver”. Le digo: “¡qué controlado del coño!”. Vuelve hacia donde esta Chávez y lo llama, le
dice: “¿me da un momento?”, Chávez le dice: “con mucho gusto”. Le cuenta nuestra
odisea. Chávez le cuenta la suya: “Tú sabes que contratamos un hotel en El Rodadero,
y reservamos con medio millón de pesos, y por una falla de comunicación, no se dio la
reservación y no nos devolvieron la plata, por lo que tuvimos que venir a este pequeño
hotel. Pero vamos a ver cuanto les recaudo entre mis compañeros, que están casi
quebrados también”, la pregunta siguiente: “¿ya comieron?. Wilfredo, le dijo: ”apenas
almorzamos algo”. Chávez llamó a alguien de la cocina y les dijo: “preparen tres cenas
más”. Inmediatamente: “¿quieren tomar algo, cervezas, whisky?, “claro que si, cervezas,
le dijo Wilfredo”. “Pero no se queden allí, pasen al lobby, que hay aire acondicionado”.
Pasamos, en la cocina, no he escuchado nada más melodioso que el sonido de la fritura
del pollo, que luego nos sirvieron con yuca y ensalada. A los diez minutos, Chávez, se
me acerca, y me entrega 30.000 pesos. con la disculpa, de que eso fue lo que pudimos
recoger.

Una vez que despedimos a la delegación de Chávez, quien nos invitó a


acompañarlo en la cruzada por la revolución. Me entregó una tarjeta de presentación de
la sede de Maracaibo.

Hicimos inventario y teníamos 80.000 pesos. Alcanzaba para pagar un día más de
hotel en “El Saboy”, donde nos habíamos quedado durante cinco días y nos quedamos

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Las malas compañías

un día más. En la mañana, luego de desayunar, fuimos a las playas del Rodadero, nos
tomamos unas cervezas, nos dimos un baño de playa, paseamos por el bulevar.
Regresamos a Santa Marta, y también recorrimos el bulevar, ya en plena temporada de
Navidad.

El 20 de diciembre regresamos a Cabimas.

Con Aldemaro, fundamos el Consejo Local Ateneo Ambrosio. Este servidor como
presidente. El Logo fue realizado por él, en tiempo récord. Habida cuenta que se había
popularizado el refrán que decía: “Con Aldemaro se puede mandar a buscar la muerte”,
por lo lento de sus ejecuciones. Aldemaro fue parte de la directiva, desde 1995 hasta
1998. Realizamos múltiples actividades, junto a Aracelis Bracho y Marcelo Bermúdez.
Logramos que la Secretaria de Cultura del estado Zulia y el CONAC nos financiaran
algunos proyectos.

Aldemaro sigue produciendo. Actualmente, está dedicado a una noble labor: Un


banco de semillas, para atacar y solucionar la falta de cultivos para incentivar la
productividad.

La historia se escribe. El ámbito cultural nuestro sigue en pleno desarrollo.


Aldemaro ha participado en el movimiento de artistas plásticos que insurge como
generación de relevo en este siglo XXI. También participa en el movimiento de
emprendedores.

Aldemaro Fonseca, al igual que otros cultores, sigue allí.

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Las malas compañías

Alfredo Sadel

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Las malas compañías

Alfredo Sadel en Cabimas

Facilité la venida de Alfredo Sadel, el 04 de octubre de 1987, en el Salón Candilejas de


Ital Dulce, en Cabimas, cuando le propuse a Rafael DiMaio la contratación del tenor
favorito de Venezuela, me preguntó el precio y cuando se lo dije, afirmó: “con tal de tener
aquí a Alfredo, no importa si no me gano nada”. Pero, que vá, Alfredo plenó la sala, y una
de sus exigencias fue que nadie podía fumar donde él cantara.
El cuento es así: el encargado de la Sección de Artistas del Sindicato Radio, Teatro, TV
y afines del estado Zulia, Jairo Auvert, me dijo, pues yo era, desde 1985, encargado de
la misma para la COL: Pedro, tenemos una gira de Alfredo Sadel para el Zulia. ¿Habrá
posibilidad de que cante en Cabimas?, y le dije: déjame hablar con Rafael Di Maio. Y
sucedió lo que contaba arriba en esta crónica. Lo cierto es que para mí fue grandioso
conocer en persona a ese gran artista, admirado por todo el mundo, cuando leía entre
quienes conocían el “bel canto” que era uno de los cinco mejores tenores del siglo XX, y
de hecho tuvo giras grandiosas en los mejores escenarios de Europa, solo que tenía un
gran defecto: amaba mucho a Venezuela y adoraba cantar la música popular venezolana
y Latinoamericana y como le prohibían cantarla para proteger su voz, optó por venirse a
su país y desarrollar el resto de su carrera cantándole al amor y a su tierra.
En esa noche cabimese a casa llena, recuerdo que mi amigo Francisco Arévalo “Pandino”
me pasó buscando en casa de mis amigas, las Nava García, en la calle Padilla de Las
Cabilas, donde hacía tiempo, mientras me iba para “Candilejas” y me dice: “hoy cumplo
años 37 años”. le contesté: “te tengo un regalo imposible de superar: vamos a ver a
Alfredo Sadel”. Me dijo: “mejor imposible”. Esa noche fue, naturalmente inolvidable.
Acompañaba como amigo a Alfredo, el píntor luciteño Luis Romero Rubio, gran retratista,
por cierto, primo de astolfo Romero, con quien luego entablé una buena amistad, pues le
gustaron mucho las fotos que saqué esa noche, y tomó algunas de ellas como referencia
para hacer unas pinturas de Alfredo.
Alfredo Sadel, falleció año y medio después, el28 de junio de 1989. Dejando un gran
legado musical.

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Las malas compañías

Carota, Ñema y Tajá

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Las malas compañías

Carota, Ñema y Tajá


El 13 de junio de 1981, junto con Diana y Adela Colina y Fernando Jiménez, nos
levantamos muy temprano y salimos a pedir cola para trasladarnos a El Tocuyo, a
participar en la procesión de San Antonio. Al llegar al pueblo, como andábamos con
maletas, decidimos dejarlas en una casa cualquiera ubicada en la calle principal del
pueblo. La gente accedió amablemente a guardar el equipaje de los cuatro.

Luego, fuimos a la procesión, tomando las fotos respectivas. Al terminar la misma, nos
fuimos a un templete donde en horas de la noche se iban a presentar Don Pio Alvarado.
Cecilia Todd, los Golperos del Tocuyo y otros cultores.

Al mediodía, regresamos a la casa donde habíamos dejado las maletas, donde para
nuestra sorpresa nos tenían listo el almuerzo y dos habitaciones: una para las chicas y
una para Fernando y este servidor. Almorzamos comida típica larense. Sin embargo,
decidimos emprender viaje hacia Barquisimeto, pensando en que estaría haciendo
Wilmer Peraza en Guachirongo. Llegamos a eso de las cinco de la tarde. Estaba el viejo
Porfirio Peraza, quien nos dijo que pronto llegaría. En efecto, en menos de media hora
llegó. Luego de saludarnos, nos dijo: “tienen suerte, porque hay una fiesta donde va a
participar el folklorista chileno Jorge Yañez, y un grupo golpero”. Nos bañamos y vestimos
y estuvimos listos en poco tiempo. Nos trasladamos a la casa del maestro ubicada en la
Avenida Venezuela, con carrera 23.

Una vez ubicados en el sitio, al poco rato comenzó el evento, y se presentaron unos
jóvenes golperos, quienes estaban comenzando como agrupación y apenas habían
actuado. La mayoría de ellos, habían sido integrantes de “Los Principales de Lara”, grupo
gaitero.En 1969, Ryder Díaz compuso y cantó “Homenaje”, un gran tema que luego grabó
Ricardo Cepeda con los Cardenales del éxito en 1978 (Disco Fiesta decembrina). Luego,
decidieron organizarse y darle al golpe larense un giro sabroso y social. Ese grupo era
Carota, Ñema y Tajá. Esa noche se robaron el show.

Hoy día, el grupo es referente nacional y orgullo del estado Lara y Venezuela.

Así los conocimos.


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Las malas compañías

Astolfo Romero

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Las malas compañías

Astolfo Romero, el Parroquiano


¡Nos deja el bus de Santa María,
mamá Carmen!
(Intro de El Mercado de los buchones” de Astolfo Romero.

Astolfo José Romero Chacín, nacido en la calle El Jugo de Santa Lucia el 08 de


febrero de 1950.
Esta humilde reseña para recordar y homenajear al gran gaitero, considerado por
muchos como el gaitero más completo que ha dado la gaita, por su entrega, dedicación
y calidad para enaltecer nuestro ritmo regional.
Conocí a Astolfo en persona en un evento realizado en la plazoleta del Centro
Civico, recién inaugurado para 1973. Si la memoria no me traiciona era un sorteo de la
Lotería, que animaba Don Pedro Colina, y se presentaba como grupo invitado el glorioso
Santanita de José Mora. En ese momento la parte delante, es decir, los solistas eran
Gladys Vera, Danelo Badell, Cheo Beceira, José Isea y Astolfo Romero. Astolfo había
grabado en ese año como compositor del grupo, los temas: Al gaitero (voz Cheo Beceira),
Dale, dale; El golpecito y La otra tamborilera (en su propia voz). Además Como solista
“El son caliente” de Nelson Martínez (que de paso fue grabada ese año por cinco grupos
más). A sus 23 años ya mostrada el inmenso talento. El mayor éxito para él en esa
temporada fue precisamente “La otra tamborilera”, un clásico.
Lo cierto, es que la plaza estaba repleta, y El Santanita, con ese gran plantel que
se gastaba, interpretó más de diez temas. Gladys Vera despuntaba como la gran figura
que sería, posteriormente. De hecho, el tema “Mi Orgullo” de Astolfo, fue la primera gaita
del año en 1974, del Festival de gaitas “Virgilio Carruyo” de la Publicidad Cristalino
Santana (liderizada por Luis Guillerno Cristalino y Marcos Vinicio Ramírez). El gran show,
fueron precisamente “La Otra tamborilera” y “El son caliente”, que sonó hasta la saciedad
en las emisoras, pues fue grabada además, por Los Cardenales del éxito como “El
boliaco” en la voz de Ender Fuenmayor. Los Turpiales de Nelson Chacín en la voz de su
autor Nelson Martínez; Oscar Borjas “El bocón” con el Gran Coquivacoa; German Avila
con el Saladillo de RQ y René Quero con Los Tucusones.
Al año siguiente, ingresa a Cardenales del éxito. Y cuenta Antonio Aguillón,
insirgna charrasquero, nacido en La Misión, Cabimas, que Astolfo le comunicó que quería
ingresar a la grupo. Aguillón le dijo: “es que vos bebeis mucho, y Pedro Suárez es muy
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Las malas compañías

estricto al respecto y aplica multas a quien tomé en un toque”. “Pero hablá con él”.
Aguillon se acercó a Pedro Suárez, quien lo respetaba mucho, le comentó lo de Astolfo,
diciendo lo completo que era y le acotó sobre su afición a la bebida. “Yo no quiero
borrachos”. “Mételo, que si bebe lo llenáis de multas”. Pedro Suárez accedió y Astolfo
entró por la puerta grande. El boom de “El Diablo” una fuerte gaita protesta contra el
gobierno de Carlos Andrés Pérez. Cuando la escuchamos las primeras veces, y
comentábamos con Francisco Arévalo y Albenis Chirinos, soibre quien era ese solista.
Astolfo Romero, nos aclaró Albenis, el mismo de “La Otra tamborilera”, el catire que vimos
con Santanita en el Centro Civico.
Cuando Don Pedro Colina, inició el famoso Festival de “La Vieja máquina está en
marcha otra vez”, por 60 barrios de Cabimas, desde el primero de noviembre hasta el 30
de diciembre de 1974, con solo un día de descanso, nos prometió a quienes estábamos
en el Comité Organizador, que iba a traer a tres grupos de Impacto: Había firmado para
traer a “Los Zagalines del Padre Vilchez” (se presentaron en la Calle El Rosario, ante un
público desbordado). El otro grupo era El Gran Coquivacoa, que se presentó en Guabina
(calle Córdoba) y “Los Cardenales del éxito”. Dos presentaciones, la primera, un reto: La
Boca del lobo de Tierra Negra, las cuatro boca calles se desbordaron, con las voces de
Ricardo Cepeda (Mi Ruego de Simón García, Musa gaitera, propia, Mi son gaitero de
Eurípides), Pedrito Rosell (Canto magistral de Herman Laguna), Ricardo Portillo (El
Tumbaito de su propia cosecha); Ender Fuenmayor (El cojo Simón, el negro Felipe y el
Brujo) y Astolfo (El Diablo, Tamborera cardenal, y la Tambo salsa). Solo para nombrar
las de esa temporada. Tierra Negra y el resto de los asistentes bajo esa noche cabimense
pudimos disfrutar como se interpretaba la gaita con calidad eximia, y con temas que todos
conocíamos y tarareamos al unísono.
El público disfrutó a plenitud esa presentación, más la de los grupos participantes
en el Festival. Al finalizar el evento, le dije a Don Pedro: “cuadrame la cola en el bus de
Cardenales). Pedro habló con Douglas Soto, quien dijo que no había problemas.
Esperamos hasta que subieran todos. Yo andaba con Violeta Torres, Néstor Rodríguez
y Aurelia Piña, con quienes compartimos todas las noches en cada barrio de la ciudad.
Los últimos en subir fueron Ricardo Cepeda y el propio Astolfo, quien ocupó el primer
puesto, en el bus, como quedó un puesto libre, le dije: “Saludos Astolfo, háceme el favor
de copiarme los versos de “El Diablo” que interpretaste hoy, que no están en el disco,
pues mi hermano Héctor la tiene montada con Los Celestiales” (ya la gaita había sido
prohibida por los tolerantes censores del gobierno adeco). Le pasé un cuaderno, y me
escribió cuatro estrofas, más candelosas que las del disco.

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Las malas compañías

Cuando llegué a mi casa, se las entregué a mi hermano, Héctor Alexis, se la


aprendió de una vez, y a la noche siguiente, en nuestro barrio La Misión, calle Nuevo
Mundo, diagonal a mi casa, en la tarima montada, la cantó ante el asombro del público.
Al terminar el tema, no sé de donde, Don Pedro Colina, sacó papel y leyó un supuesto
Decreto que prohibía los temas protesta hasta en las tarimas. Fue la última vez que se
interpretó el tema en el Festival.
La segunda presentación de Los Cardenales en el Festival, fue en el campo
Concordia, con una asistencia similar. Ahí vimos nuevamente a Astolfo, lo saludé y le
dije: “hasta en las tarimas nos prohibieron tocar “El Diablo”.
Luego, seguimos la trayectoria tanto de Astolfo como de Los Cardenales en su
llamada “época de oro”, hasta 1979, donde llegaron a sumar a su staff, aparte de Simón
Garcia, que ya estaba, a Rafael Rodríguez (Alguien canta, 1977, como compositor), a
Danelo Badell (Fiesta decembrina 1978). Astolfo nos deleitó en esos años con Negrita
cumbá cumbá, Barloventeña, El fogón (ya se sabe que el zuliano, es alegre y parrandero,
bonachón y zalamero/ y un tronco e´ venezolano), , El Guapachoso, Sabor añejo (Ricardo
Cepeda), Pancho Perepe, Homenaje a Eurípides Romero, La Pelea, Alegre sabor,
Guarapachando (esta vida de gaitero/ que yo llevo, es con razón/ porque soy gran
parrandero, mujeriego y bebedor), la lancha Adriana, Renato Candela, Clásico
presidencial y la incomparable Bahía de Cata, que dio pie a las gaitas, llamadas turísticas,
que cantaban las bondades paisajísticas de nuestro país; Cardenaleando, El Rabipelao,
Viejo Ilustre (en coautoría con Renato) y Si va, si va.
Al año siguiente, 1980, se concreta la escisión de Cardenales y funda con otros
gaiteros prestigiosos, “La Universidad de la gaita”. Sus temas impacto de temporada: El
marciano, El cacharro (de Rafael Rodríguez en su voz) y La Pirámide, El cara e guapo.
Pero dejemos ese recuento, porque eso está suficientemente documentado.
Por Televisión, vimos en 1984, como ganaba el “Primer Festival Una gaita para el
Zulia” promovida por Industrias Pampero, con su inmortal tema “El mercado de los
buchones”, con Los gaiteros de Pillopo. A ese festival, que nos agarró desprevenidos, no
asistimos, pero los siguientes años, 1985, 1986 y 1987, si estuvimos, y poseemos las
fotos en primera fila, como fotógrafo, en el Círculo Militar.
Lo encontramos varias veces, en los clubes de las petroleras, cuando yo estaba
encargado de la Sección de Artistas del Sindicato de Radio, Cine, Teatro, TV y afines del
estado Zulia, que permitía estar en todas esas actividades, era el año 1985, el de “El
barbero”. Los vimos en los Clubes Campo Rojo y Carabobo Norte en esa temporada.
Para 1986, como producto de su enfermedad, Pedro Suárez, se ve obligado a
vender a Cardenales del éxito a Jesús “Chichilo” Urribarrí, empresario y gaitero. Astolfo
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Las malas compañías

fue nombrado como Director musical. Un albúm doble de alta factura, donde grabó como
autor: “Mejor que la de Rondón”, “La Comae”, “El burro”, “Diciembre”, “Comercial Chichilo”
y “La Sirena”. Allí estuvimos presentes en el Hotel “El paseo”, donde confluyeron
personajes de la jerarquía política del momento, Héctor Alonso López, junto con algunos
artistas nacionales invitados, aparte de Teresa Suárez, viuda de Ricardo Aguirre y su hija
Gisela, la juvenil Karina, para ese entonces, quienes apadrinaron el disco. Fue una
verdadera fiesta de disfrute, primero de la buena gaita y la calidad de solistas
participantes, dentro de los cuales teníamos a tres amigos cabimenses: Chuchito Ibarra
(solista), Luis Acosta (piano) y Franklin Ramos (congas). Y, por supuesto, Chavín.
Tuvimos la oportunidad, dada nuestra condición de miembros del Sindicato, de
estar junto a mi hermano Douglas, en la mesa de Erasto Trujillo Urdaneta, Jairo Auvert y
el resto de la directiva. En los descansos nos acercamos a los gaiteros y los íbamos
saludando. Astolfo tenía el privilegio de conducir musicalmente ese trabuco.
Durante esa temporada, nos encontramos con Astolfo y Los Cardenales, en
Cabimas, Ciudad Ojeda y Mene Grande y compartimos con ellos en la mesa especial.
Para 1987, asistimos nuevamente al bautizo, esta vez en el Hotel Maruma, con
igual trascendencia y pomposidad. La gaita gozaba de excelente salud, no solo para
Cardenales, sino para las demás agrupaciones, quienes estaban posicionadas en el
ámbito nacional, con la desventaja que a partir de esas temporadas, los grandes grupos:
Cardenales del éxito, Gran Coquivacoa, Gaiteros de Pillopo, Rincón Morales, El Saladillo,
Barrio Obrero de Cabimas, Los Compadres del éxito, se ausentaban hacia la Capital y
otros lugares del país, dejando a Maracaibo, sin su ritmo tradicional.
En lo particular, pienso que ese éxito, redundo a la final, si bien los gaiteros tenían
éxito económico y de difusión, en la decadencia de la gaita en la preferencia del zuliano,
pues la plaza estuvo abandonada hasta que se coló con mucha fuerza el financiamiento
del narcotráfico, el vallenato, y no precisamente, el bueno, sino el más ramplón y vulgar
donde se exaltaban las bajas pasiones y la inversión de calores.
Para la temporada de 1988, el conjunto comenzó a perder figuras, aunque
permanecía Astolfo, Cepeda, Danelo Badell, Carlos González, Daniel Méndez, Chuchito
Ibarra, Simón García, Renato Aguirre, Ricardo Portillo e ingresa Luis Germán Briceño.
Para 1989, continúan Astolfo, Daniel Méndez, Carlos González, Marwin González,
Ricardo Portillo e ingresa Pedro “Cantaclaro” Villalobos.
Para 1991, Sigue Astolfo, Ricardo Cepeda, Daniel Méndez, Marwin González,
Pedro “Cantaclaro”, Villalobos, Ricardo Portillo, regresa Chavín y entra Luis Angel
Aguirre.

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Las malas compañías

Para 1992, ya Astolfo no está en Cardenales y emprende otros proyectos.


Mantener los egos en las agrupaciones es muy complicado, y esos ires y venires de los
integrantes, se ha vuelto costumbre.
Funda la Parranda gaitera, con una gran éxito, en los años 93 y 94.
Ayuda a fortalecer a Maragaita, que luego se convierte en una gran agrupación.
En 1997, entra al Gran Coquivacoa, con siete temas pegados, pero el ego del
señor Neguito, no podía soportar tanta “intrusión”. “este pueblo es muy pequeño para los
dos”, al estilo de las películas de vaqueros. Y lo manda a despedir.
No se si Neguito lo quiso neutralizar, y posiblemente (ahí especulamos), Neguito
sea más músico, pero el sortilegio, la magia, el carisma, la popularidad y arraigo de
Astolfo, quien rechazó el apelativo “”El Espectacular” por parte del Dr, Octavio Urdaneta,
prefiriendo ser llamado humildemente “El parroquiano” como se le conoce.
Y no es que Astolfo fuera una persona fácil en el trato. Todos tenemos defectos.
La fama no es buena consejera. Pero lo que no se puede negar, es que Astolfo le sigue
haciendo mucha falta a la gaita. Quedan para la posteridad sus temas, sin mucho
rebuscamiento, pero poniendo la palabra precisa, el verso donde debe estar, diciendo
mucho, con pocas palabras como corresponde al hecho poético.
Las facetas de Astolfo como locutor, ejecutante de todos los instrumentos de la
gaita, actor de TV y gran promotor, desde sus doce años de edad, por allá por El Prado
de Tía Juana con sus “Matagatos”, lo convierten en una de las figuras cimeras de la gaita
en sus casi sesenta años de sonido grabado. Y miren que hemos tenido figuras de
prestigio en nuestra gaita.
Tal vez, Astolfo no fue muy organizado con su vida personal. La música es un don
especial, y para eso se paga un precio, tengo amigas que me dicen que jamás se
casarían con un músico. Es mucho hándicap, muchas tentaciones en el camino. No es
fácil transitar ese duro camino de halagos, alfombras tendidas, amigos de oportunidad,
muchas decepciones, desapegos, rupturas.
En lo particular, mi admiración y la de muchos de nosotros, es grande, por Astolfo,
quien nos dejara tempranamente hace más de 20 años, pero sigue sin envejecer, pagó
el precio de los excesos al irse tan temprano, pero cuando te dice: “hermano, qué te
parece si cantamos una gaita, con Los Cardenales del éxito, chico, de corazón, sabrosa,
sandunguerita, esas gaitas que le paran a uno los pelos” y le contesta cualquiera de
nosotros: “Bueno primo, la tardanza es que arranque el cuatro”.
Ese cuatro no se hará esperar. Hay mucha gaita que escuchar y componer todavía,
y Astolfo sigue liderando ese combo mientras no la dejemos morir.

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Las malas compañías

A tantos años de distancia, le agradecemos haber vivido ese tiempo en que la gaita
imponía su ley.
Gracias Astolfo…

Blanco Aparicio

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Las malas compañías

A Blanco Aparicio, la memoria gráfica de Cabimas

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Las malas compañías

Nadie verdaderamente joven


envejecerá jamás
(John Steinbeck)

La sencillez y naturalidad
son el supremo y último fin de la cultura
Friedrich Nietzsche

Fue el niño más viejo que conocí y a su vez el viejo más niño. Entusiasta,
memorioso, evocador, así lo percibimos cada vez que íbamos a su casa, preferiblemente
con Cheo Perozo, Gavis, o con Susana y Oscar Farías. Nuestra visita era una fiesta para
él. Y como siempre tenía algo nuevo que mostrarnos: un nuevo cuadro, un juguete, o
sencillamente viejas fotos evocadoras de nuestra Cabimas.

Pintaba de memoria esos paisajes y parajes de su ciudad natal, de la Cabimas,


pre y post petrolera. Su arte tuvo la suerte de estar acompañado, aparte de esa linda
evocación que la Cabimas que nunca volvería a ser, también de ese movimiento que
partió desde el Congreso Cultural Cabimas 70, y luego con el Movimiento de los Poderes
Creadores del Pueblo “Aquiles Nazoa”, por el ya lejano 1977, que permitió a una de sus
principales promotoras, la Dra. Flor Romero, una quisireña, quien junto a su marido, el
Dr. Carlos Contramaestre, quien a su vez era poeta, escritor y artista plástico, para los
60 y principios de los 70, se dedicaron a descubrir y a sacar del anonimato a personajes
como: Ramiro Borjas, Rafael Vargas y sus pájaros, Emilia Navarro, Pedro Oporto, Rafael
Chirinos, Rafael Machado Millán, Margarita Soto, y naturalmente, a Blanco Aparicio,
quien siempre pintó, pero que vivía de la fotografía (tenía su propio estudio y negocio en
la Av. Independencia (Principal)). Este negocio funcionó hasta mediados de los años 80.

Me voy a permitir copiar completo un texto que escribió Tito Alexis Ochoa, para
describir a Blanco Aparicio:

“La primera vez que ví a Blanco Aparicio fue en los años 80, eran como las 5 de la tarde
más o menos. Él iba encaramado en una carroza o más bien en una carreta con cuatro cauchos
que la gente del Instituto Municipal de Cultura llamaba “el carromato”, también lo utilizaban como
tarima. Ese día lo adornaron con palmas de coco, y otras cosas lo remolcaba no sé si un Jeep o
una camioneta. Llevaba dos sillas de rattan como tronos y allí iban sentados Blanco Aparicio y
Margarita Soto. La gente decía “Ahí van los reyes de tradición”· y ellos iban gozando un bolón,
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Las malas compañías

disfrazados de todo un poco y se veían muy soberanos. El cortejo venía por la calle El Rosario,
nombrada para esos días “La calle de la Tradición”. Tal vez por la misma gente que coronó a
nuestros reyes, y pasaban barbudos, poetas, teatreros, Gente de danza, banderas, pancartas,
palmas, tipos raros, chimbángueles, músicos niños, flores, muñecos, locos y zoquetes.”

En resumen, los años 70 representaron para Cabimas algo así como un


renacimiento y se le mostró al mundo que la riqueza no estaba solo en su subsuelo
(petróleo y gas) sino que también, como todo pueblo, teníamos valores en todos los
ámbitos del vivir, el deporte, la farándula y la cultura.

Blanco Aparicio fue uno de ellos. No tuvo hijos, pero si un hermoso matrimonio con
su eterna compañera Consuelo, en la calle El Rosario, muy cerca del fondo de la iglesia
(la cual fue convertida en Diócesis en 1965). Sus últimos años fueron los más
esplendorosos, y con el impulso dado desde el Instituto Municipal de Cultura y Bellas
Artes (IMCBA), que dirigió Flor Romero desde 1979 hasta 1989. Blanco comenzó a ganar
casi todos los premios que se daban en el arte popular, recorriendo el Museo de Arte
Popular “Salvador Valero”, dirigido por Francisco Prada Barazarte en Trujillo y el Museo
de Arte Popular “Bárbaro Rivas” de Petare.

Se muestra la fotografía donde posa al lado de su cuadro ganador del Salón de


Pintura Lagoven, en 1986, en Arte Popular.

Poseía un Wolkswagen, de color celeste, y cada vez que comentaba que lo iba a
vender, Oscar Farías, le refutaba: “¿Cómo lo vais a vender, si ese es un carro de guerra,
de batalla?”, y él repreguntaba: “¿Verdad? No lo vendo entonces”, al final tuvo que
venderlo, pues su deteriorada salud y la falta de apoyo, hizo que se nos fuera más
temprano de lo debido.

Nunca lo ví enojado. Compartimos muchos de esos triunfos en los salones


Lagoven, entre otros. Fue nombrado junto con Margarita Soto, como rey y reina de las
ferias populares de Cabimas en los años 83 y 84, y se lo tomó con todo el entusiasmo de
siempre.

Blanco Aparicio era uno de esos personajes, tan necesarios para que la memoria
colectiva no se extinga, en tiempos donde el pragmatismo, el inmediatismo, el
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Las malas compañías

consumismo y el materialismo, arropan todo. Tiempos en los cuales, todo lo que suene a
viejo, es visto como algo descartable, y parece existir un afán en borrarlo, para que llegue
el tiempo en los cuales no nos reconozcamos ya.

De esa manera, el sistema capitalista tan atroz, habrá hecho su trabajo, y esa
participación tan necesaria, ese encuentro entre quienes se atreven a militar dentro del
campo de la creación por cualquiera de sus expresiones, ya no existirá.

Por eso, el trabajo de Blanco Aparicio debe convocarnos a que ese movimiento
que impulsó la Dra. Flor Romero, en esos años 80, vuelva al tapete, con nuevos actores,
sin que eso signifique que estos creadores pasen a las oscuras filas del olvido.

Al respecto, Alexis Ochoa, cuenta una vivencia con Blanco Aparicio:

“Había una velada con guarapita en el patio de su casa y un grupo selecto mezclado con
la cultura “popular” y después de llevarle la corriente a todos, canté a todo pulmón “El rock del
petróleo” el cual había recién escrito ese mismo año, y al terminar mi “locura”. Un silencio
estrangulante enterró las patas de mi silla en el húmedo. Estaban presentes la Dra. Flor Romero
y el Lic. Martiniano Sánchez, el bello rostro de la doctora quedó extraviado y los ojos del
Licenciado casi me arrancan la cabeza. Creí que todos se levantaban de su asiento para
perseguirme hasta mi casa, pero Blanco Aparicio me salvó la vida con su alegre voz, diciéndome:
“Ese Twist te quedó fino”.

Podemos sentirnos orgullosos de haber pisado las mismas calles, ejercido el


mismo sol, bailado al son de San Benito, acompañar las procesiones de la Virgen del
Rosario, de seguir degustando en plena madrugada, luego de celebrar, como siempre el
cumpleaños de la vida, nuestras arepas cabimeras, los hermosos trasnochos ya
desaparecidos de Puerto Azul, y esas veladas que los hijos del petróleo gastaron en los
más de 100 bares de putas que existieron hasta finales de los 80, en la zona de tolerancia,
en las luchas que nuestros sindicalistas dignos, se forjaron exponiendo su piel y su
sangre, para que los obreros fueran por fin, respetados, a pesar del pequeño “apartheid”
que significaron los campos petroleros, separándolos del resto de la población, que
percibía el petróleo solo a través de los mechurrios, balancines y catalinas, mientras veía
salir a los supertanqueros con nuestro negro mineral, para enriquecer a los extranjeros y
para nosotros solo “sudor, miseria y obrero”.
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Las malas compañías

Con Blanco Aparicio, nativo de esta ciudad, junto con la prodigiosa partera
Margarita Soto y sus pares, venidos de esa migración generada por el petróleo,
adquirimos a Rafael Chirinos (desde la sierra falconiana para hacerse nuestro), Rafael
Vargas (Falcón), con sus pájaros multicolores; Simeón Ortiz, (falconiano), escritor, poeta
y pintor; Pedro Oporto (desde el oriente), con su pintura de reminiscencias neoclásicas,
Emerio Darío Lunar (de familia margariteña), con su exploración del espacio y los
fenómenos de la perspectiva como eje principal de su obra. Todos ellos, han sido la base
del posterior movimiento que la Escuela de Artes Plásticas “Pedro Oporto”, legó a esa
gran generación que surgió a finales de los años 70 y que hizo explosión en los 80, y que
los salones de Pintura Lagoven, con todo y los cuestionamientos, permitió esa
visibilización tan necesaria para el arte en general.

A pesar del petróleo, el arte de Petrolandia, como nos llamaban en los años 60,
surgió y podemos sentirnos orgullosos de haberlos tenido con nosotros. Y es
responsabilidad de estas generaciones mantenerlos vivos, para que sigan siendo el
impulso al desarrollo del arte en la ciudad.

En esta serie que estamos plasmando para honrar a nuestros cultores, en este
caso, los artistas plásticos, quienes han sido la punta de lanza para el desarrollo cultural,
junto con la danza y la gaita, para apuntalar el movimiento cultural, que necesita en estos
tiempos una sacudida, y que surja (debe hacerlo) una generación, como aquella que
confluyó en la Escuela de Artes Plásticas “Pedro Oporto”, es una generación que aun
sigue dando la guerra, pero es necesaria por todas las razones que se nos vengan a la
cabeza, que exista esa fuerza arrolladora que una juventud que se digne de serlo. En
nuestro caso, como militantes de los sueños, y con el combativo Grupo “Tabla Insurgente”
dimos la pelea, para que esa generación se pudiera contar como lo hace en la actualidad,
para demostrar que más allá del petróleo, Cabimas, le aporta al mundo, la calidad de sus
trazos y esculturas, diciendo: “aquí estamos, presentes”.

Mientras haya esperanza y memoria, Blanco Aparicio nos seguirá regalando esas
hermosas estampas festivas patronales, la vida lacustre con o sin petróleo, su colorido
correspondiente al sol vivo que siempre hemos tenido, los juegos infantiles que la
tecnología ha ido dejando atrás, y esa Cabimas que no volverá a ser, pero que está
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plasmada para siempre en su cromatismo delicioso y lleno de esa sonrisa que nunca
abandono su rostro, ni en sus momentos más críticos.

Carlos Vargas “Condorito”

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Carlos Vargas, “El cóndor” levanta vuelo

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Las banderas la flameaban


Reyito junto a Carruyo
Y Chinco con gran Orgullo
Verso por la mano echaba
(Gaita en procesión, 1992, Carlos Vargas)

Hoy nos toca escribir sobre tu despedida en noviembre, precisamente el día de los
fieles difuntos con tu ciudad bañada por la bendición de la lluvia en una ciudad que le
cuesta recibirla por tuberías, pero así hemos sobrevivido, querido Carlos Vargas
Bermúdez, a quien tus compañeros del Gran Coquivacoa bautizaron con ese
sobrenombre, que tomarías con orgullo y que te identificaría por siempre para volar en la
música que fue el don con que la naturaleza te premio y que recibiste y ejerciste con todo
el empeño y la disciplina que se necesita para que pudieras trascender y hacerte inmortal,
porque si bien el cuerpo nos abandona, queda la obra y el que hacer que durante casi
cincuenta años ejerciste, para el disfrute de quienes te escuchamos desde la radio o
desde las tarimas.

En “Condorito” se expresó con creces la valentía para llevar con hidalguía y


fortaleza esa afección renal que durante más de 20 años le acompañó, y nunca se rindió
ni se quejó, la asumió con disciplina como diciendo: “si esa me tocó, pues ni modo, la
enfrentaremos”. Eso sí, la música nunca fue dejada de lado, aquel muchacho que soñaba
con ser músico y compositor, se fue cultivando, primero escuchando consejos con
humildad teniendo claro que ese don de la música, es algo que si bien el talento está, se
necesita trabajarlo con disciplina y denuedo para que esas seis cuerdas de la guitarra
pueden ser domadas y sacarle los acordes deseados para deleite de quienes la
disfrutaran.

Me contaba que “Neguito” Borjas, fue, entre otros, quien le fue dando las primeras
lecciones para lograr el primer objetivo, ser un buen guitarrista, no solo para la gaita, sino
para el bolero, el tango o cualquier ritmo que se presentara y necesitara ser ejecutado.
Recuerdo, que ya a mediados de los setenta, “Condorito” era respetado como un buen

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Las malas compañías

guitarrista, integrando el staff del Gran Coquivacoa durante muchos años, pero también
otras agrupaciones que se sentían orgullosas de contar con su talento.

Nacido el 04 de octubre de 1963, fue precoz dentro de la gaita. En 1971, los


hermanos Vargas Bermúdez, encabezados por su hermano Juan (Director y tambora),
como director, acompañado por Heberto (cuatro), Wilmer (furro), Freddy (tambora), Fidel
(Tambora), su primo Marcelo Bermúdez (furro) y los demás integrantes, muy jóvenes
todos: Oswaldo López (cuatro), Juan Brito Molina (bajo), Eugenio Soto (furro), Lido Nava
García (Furro), Argenis Ramírez “Remendao” (Charrasca), los solistas Eudo Araujo,
Douglas Carmona, José Salazar y Rafael Sánchez, en los coros: Castor Bermúdez,
Adolfo Calles y Alejandro Castro. Eran representados por Juan Carlos Medina.
Primeramente graban en el 71 y 72, dos discos 45 RPM y en 1973, se lanzan con un LP
titulado: “Hacia el Centro Cívico” con Los Astros del Zulia. Por su edad, “Condorito” no
estaba en el grupo, pero presenciaba todos los ensayos, mirando, absorbiendo y
cultivándose y en contacto pleno con la música.

Para 1981, Carlos Vargas es el guitarrista del Gran Coquivacoa, a sus 18 años, lo
que evidencia su talento, pues este grupo se había convertido desde principios de los
setenta en uno de los grandes de la gaita zuliana. Desde entonces, Carlos muestra su
talento, y en el año 1982, participará en los arreglos de los temas al lado de “Neguito”,
José “La Cochona” Sulbarán y Oswaldo López.

El talento para la composición está allí, mostrando esa cualidad también el


cuatrista del grupo Nixon Paredes, pero es justo decirlo, a partir de los 80, Neguito Borjas,
ya en el control musical del grupo, ejerce su liderazgo y decide grabar todos los temas
de los discos. Todos los años llegaba, a principios de año, diciendo: “muchachos, échenle
ustedes, Condorito, Nixon, que no tengo temas listos”. Ellos se fajaban a componer, pero
a la final, él los grababa todos.

El talento como compositor de “Condorito” es aprovechado por otras agrupaciones,


quienes valoraran su calidad, tanto en la música como en las letras, tomando la bandera
de Rafael Rincón González y Nelson Martínez, con los gaitones, que son una joyas
musicales, por su lírica, con intérpretes de alto calibre como la “Beba” Deyanira Bravo

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Las malas compañías

Enmanuels, Yanileth Vargas, su sobrina, ida a destiempo, Laida Atencio, Adriana


Acevedo, Marynelys Oviedo, Andrea Gutiérrez, Fulvia Padrón, Greily Martínez, Lorena
Añez, Priscarlina Vilchez.

En 1992, se impone con su “Gaita en procesión”, con el Koquimba y la voz de


Oscar González, ganando la gaita del año, del Festival de gaitas “Don Virgilio Carruyo”
que promovió desde 1974, la Publicidad Cristalino Santana, en la cual la votación la
hacían los conductores de programas gaiteros tanto en radio como en televisión. Una
gaita hermosísima donde muestra la fe mariana, otra de sus fortalezas, el canto
devocional, con obras como “Madre”, “Santísima del Rosario”, “En mi imaginación”, y
“Bendita, pura y divina” con la gran Gladys Vera Mora.

Pero también solistas de la talla de Neguito Borjas, Luis Angel Aguirre, Jerry
Sánchez, William Martínez, Beneck Mármol, Oscar González, Astolfo David Romero,
Oscar y Ronald Galbán, entre otros.

Para año 2020, me hizo el honor de pedirme que le inscribiera la gaita “Hermoso
zulianía”, en la voz de Adriana Acevedo, para el festival “Una gaita para el Zulia”, en
homenaje al también desaparecido este año, Daniel Alvarado, de excelente calidad, pero
que no entró dentro de las 15 finalistas.

Pero en el Festival “La gaita del año” de la Alcaldía de Maracaibo, también en


homenaje a Daniel Alvarado, si clasificó con dos temas: en el renglón infantil con “Petición
al niño Jesús” en las nacientes voces de Sharay Farías (8 años) y Yornelys Acurero (14
años) con “Los Verduguitos”, grupo infantil que dirigió desde año 2019, junto con su amigo
Oberto Arias, un canto de paz, expresado de manera poética por esas niñas, que marcan
el inicio de grandes carreras, como generación de relevo para la música zuliana y
nacional.

El otro tema clasificado fue “La alegría del gaitón” en la inmejorable voz de “La
Beba” Deyanira Bravo Enamnuels, y no porque uno le haya tenido afecto a “Condorito”,
sino porque la calidad está presente, en cadencia, texto literario, música y el aporte de la
vocalización. Posiblemente el último éxito de Carlos, sea pos mortem, porque el chance
de ambos temas es evidente, pero como la vida te alcanza si tienes una obra de vida, en

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este caso en la música, en la radio, en la amistad, en la paternidad de dos hijos que la


vida te dio, entonces, la muerte es solo un ingrediente de la inmortalidad, el sonido
grabado, el afecto de quienes fuimos familiares, amigos, cogaiteantes en este mundo que
nos permitió acercarnos y ser amigos, como amantes de la melodía y el canto. Nota:
Para el momento de la escritura inicial de esta crónica, el festival no se había realizado.
Finalmente, “Los Verduguitos defendieron el tema, y “¨Petición al niño Jesús” se hizo
acreedora al primer lugar y su triunfo lo alcanzó, ya fallecido.

Precisamente sobre eso trataron nuestras dos últimas conversaciones telefónicas,


el sábado 24 de octubre, al salir de mi programa “La esquina gaitera”, me llamó para
agradecerme el apoyo a sus dos temas participantes en el festival prenombrado, y le
contesté que aparte de la amistad, estaba de por medio la calidad de las gaitas.
Estuvimos conversando sobre “La Cuerda cabimera”, y me ofreció su ayuda en los
arreglos, aparte de una gaita que nos iba a preparar para la próxima temporada.
Obviamente, estuve de acuerdo, en el grupo, todos sus integrantes son conocidos y
respetan su trayectoria, por lo que me atreví, como director general, a apoyar esa
propuesta, a sabiendas que no encontraría la mínima resistencia.

La última llamada, fue el domingo 25, en horas de la tarde, porque una vez recibido
algunos temas clasificados, se lo envíe a algunos amigos relacionados con la gaita y
coincidimos que el chance de “Condorito” era mayor, pues lucían sobrados. En esa
conversa de 52 minutos, quedamos en preparar algunos conversatorios en torno a
nuestra pasión común, invitando a gente como Salvador Gil, Jaime Romero, Yujanny
Palencia, Tito Delgado, Lula y Carmencita Silva y otros que podían aportar para que la
gaita recupere su sitial, que alcanzó su cenit en los años 80, y que producto de algunos
factores, entre ellos, el impulso económico dado a ritmos con el vallenato y el reggeton,
y la obvia colaboración de los directores de medios, quienes colocan el dinero por encima
de lo nuestro.

Nos despedimos, con la promesa de comenzar a fomentar estos encuentros, un


poco o bastante opacados por la pandemia que protagonizó este año 2020, en el cual
habíamos cifrado muchas esperanzas en torno a la gaita, en nuestro rol de coordinador

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de “La Cuerda cabimera”, grupo creado por Ramón Soto Urdaneta desde la Secretaría
de la gaita y la identidad Nacional y Fundagraez.

Este año, hemos perdido a grandes como Daniel Alvarado, Willian Atencio
Rodríguez, Heberto Añez Duque y ahora a Carlos Vargas, de ellos solo Willian murió
como producto del Covid-19, en Ecuador. En los demás, “el cazador solitario”, llamado
corazón estuvo presente para fallar y quitarnos a estos hombres que protagonizaron
hermosos episodios y épocas de nuestra gaita zuliana.

El 14 de noviembre de 2018, con motivo de estar preparando la serenata la Chinita


desde la Fundación Municipal de Cultura de Cabimas, evento que se realizó el 16 de
noviembre en el parque Bolívar, “El cóndor” nos invitó a su programa para promover dicho
evento, de manera mágica, también se apareció Pablito Grey, acompañado de Carlos
Villegas Quiva y Ali Nava, y compartimos el programa. Anexamos las fotos de ese día.
Luego, Carlos se fue a su tratamiento de diálisis, el cumplía religiosamente, los martes y
los jueves. Los demás nos fuimos a compartir toda la tarde con Pablito, quien nos recordó
sus múltiples historias con Rincón Morales y el Gran Coquivacoa, donde fue compañero
de Condorito en esos años dorados.

En los dos últimos años mantuvimos contacto permanente, primeramente, porque


a nosotros nos toca entregar el beneficio alimentario que la Secretaria de la gaita provee
a los gaiteros de manera periódica y uno de los favorecidos era precisamente “Condorito”,
quien a veces venía personalmente a buscarla, o se la enviaba con Jaime Romero o con
Adriana Acevedo, su gran amiga y compañera en la radio en los últimos tres años. Es de
acotar que en 2016, nosotros desde Misión 94.3 FM, le dimos la oportunidad a Ana y
Adriana Acevedo, con “Relámpago gaitero”, en esa temporada, ambas grabaron el tema
“Gracias” de Condorito, primera colaboración juntos, con “Los gaiteros de San Francisco”.

Para la temporada siguiente, Carlos llamó a Adriana, para que se integrara a “La
hora del Cóndor”, por Extrema 98.9 FM, estableciendo una gran amistad que no acaba
con la partida de “Condorito”, curtiendo la experiencia de esta joven a la cual llamamos a
pertenecer a “La Cuerda cabimera” en 2018, siendo la única mujer hasta la llegada de

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Las malas compañías

Hiledict Torres y Masly Tousent, configurando un hermoso trío, orgullo de la música


cabimense.

Toca seguir trabajando, porque Condorito se va físicamente, pero deja en apenas


57 años de vida toda una obra, dentro de las más destacadas realizada por algún
cabimense, y quedando consagrado como un hombre salido de la raíz de nuestro pueblo,
miembro de una familia destacada de la ciudad de Cabimas, con músicos y profesionales
dignos, todos de trato afable, entre ellos Fidel (arquitecto) padre de una de las grandes
voces nuestras, Yanilet Vargas, Heberto (Ingeniero), Wilmer (cuatrista del barrio Obrero
de Cabimas y también compositor).

Amigo, Cóndor, ayer te despedimos con profundo dolor, pero con el orgullo de
hacerlo con una persona que no se sabía si era mejor músico o amigo. Un hombre que
como decíamos al principio, soporto con estoicismo su afección de salud, la cual no
impidió que cumpliera con sus sueños.

Afortunadamente, como diría Silvio Rodríguez, se te coloca entre “los elegidos, los
que no caben en la muerte”. Hombres como Nelson Martínez, “Chinco” Rodríguez,
Bernardo Bracho, Luis Escaray, Jesús Bravo González, Luis Acosta, Heriberto Molina,
Astolfo Romero y todos los demás que desde el sonido grabado y la gaita, permanecen
vivos, porque sigue vigente el adagio que dice que “la vida es breve, pero el arte es largo”.
Puedes irte tranquilo, viejo Cóndor, tus amigos y familiares se sienten honrados
de haberte tenido cerca hasta el último día. Tus oyentes de “la hora del cóndor” seguirán
repitiendo “No se diga más”.
Y no se dice más.

El Cóndor despliega sus enormes alas impulsadas por el amor y el sortilegio de la


música.

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Edison Díaz

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Las malas compañías

Edison Díaz
Fue una noche de esas
En que la historia nos cuenta
Que Marcelino el cantante
Conoció a Agustina Vera
(Tema “Atracción fatal” (Rafael Greco) Guaco)

Edison Enrique Díaz Figuera, nació en Maracaibo, el 09 de agosto de 1944. Su


mamá Clemencia Figuera de Díaz, también fue pintora. El me mostró un reportaje del
diario Panorama, donde con cinco años de edad, era presentado como un niño prodigio,
pues ya había escrito una biografía de El Libertador, Simón Bolívar.
A muy temprana edad, se traslada con su familia de Maracaibo a Cabimas, hecho
que reseña en un libro digital autobiográfico, llamado “Viaje a la tierra de los comecocos”,
por cierto, y hay que decirlo, y se lo manifesté con un buen principio, que luego se diluye
en su narrativa. Le aconsejé que no lo publicara, al igual que me manifestó, Javier
Fernández, que no le gustaba, pero por respeto, no se atrevía a decírselo.
Lo cierto es que Edison siempre fue un joven muy inquieto. Llegó a desempeñar
varios oficios, me cuenta que fue asistente de contabilidad en el FIBCA, en Punta Iguana,
durante un tiempo. Su inclinación a la pintura, como decimos al principio, viene de su
mamá Clemencia. Edison nos ha mostrado algunos cuadros de su autoría. Era una
señora con muy buena formación.
Antes de seguir, me voy a permitir insertar, su curriculum cultural suministrado por
él mismo:
“Artista plástico. Escritor, poeta, cantautor. Esc. de Artes Plásticas "Pedro
Oporto (1979). Componente pedagógico UPEL. 1997. Profesor de pintura. Presidente
Círculo de Poetas Andinos de Venezuela. Filial – Cabimas. Participación en I Encuentro
Internacional de Poetas Populares 450 Años de Pamplona (Canto y Poesía). Colombia.
1999. Patrimonio cultural viviente de Cabimas. (200). Mención Honorífica III Salón de
Pintura Lagoven. 1984. Comisión Presidencial para el Bicentenario del Natalicio del Gral.

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Rafael Urdaneta (Por su labor en Pro de la Tradición y la Cultura en el Zulia). 1988.


Trabajo discográfico “Un momento para el amor”.”
Continuamos con la semblanza, también cuenta en ese libro que su libido ha sido,
-y esto lo digo yo- uno de sus principales enemigos, pues siempre ha sido muy
enamoradizo. Su primer amor, y la pérdida de la virginidad se dió como a cualquier
cabimense o habitante de Cabimas de los años 60, en un bar de la zona de tolerancia,
en la Nueva Cabimas. Conoció a una linda colombiana, de su misma edad, con la cual,
más allá de ser cliente, se convirtió en su amante. Y de esa unión clandestina, por llamarlo
de alguna manera, surgió un embarazo (lo que no recuerdo es el destino posterior del
niño o niña).
Edison, como lo decimos al principio es un hombre muy inquieto, ha cultivado las
Artes Marciales y otras disciplinas, escribe algo parecido a la poesía y unos relatos medio
extraños y escatológicos, con un tipo de humor muy particular.
En los años setenta, al igual que algunos artistas de la ciudad ingreso al CUNIC,
donde cultivo gran amistad con Germán Riobueno, Mario Arias, y su amigo D´Artagnan,
Fredy Escobar, donde llegaron a compartir vivienda, y de donde se desprenden muchas
anécdotas, entre ellos las disputas por la conquista de novias, cuestión en la que dudo,
le haya ganado al estilo de nuestro amigo Fredy.
Lo cierto, es que cada vez que lo veía andaba con una mujer diferente, siempre
de buen ver. Y con su estilo galante, inundándolas de poemas y halagos. Nunca ha sido
un hombre bebedor, a pesar de la fama de bohemios de los artistas, eso no le quita su
toque de locura, que ejercido con cierto donaire.
Con una de esas novias y sus hijos, el 19 de abril de 1983, me invitó para la
población de Jajó, en el estado Trujillo, donde estuvimos dos días, y nos permitió conocer
el páramo de Tuñame, lugar hermosísimo de ese estado. Posteriormente, ese mismo
año, en un viaje que hicimos junto con Giovanny Faneitte, en agosto, en el cual visitamos
entre otros lugares, Jají, pero lo más memorable fue la aventura hasta el pueblo de Los
Nevados, en una travesía a pie desde la cuarte estación del teleférico, un viaje de 5 horas
y media, que si bien fue agotador, nos permite contar esto como una de nuestras grandes
aventuras. Esa es otra historia.

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Las malas compañías

Lo cierto, es que bajando desde Jají acompañados, por la amiga que nos hospedó,
frente a la plaza de las Heroínas, Eva Sulbarán, nos encontramos a Edison Díaz,
acompañado por Oscar Farías, otro compañero de camino, actualmenre residenciado en
Budapest, con sus hijos y su eterna Susana. Allí nos tomamos unas fotos en uno de los
riachuelos del camino.
Edison Díaz, por fin contrajo matrimonio a sus cuarenta años, con una señora
andina, de cuya unión salió su única hija oficial Nelly (hoy profesional de la Medicina). El
nos decía a Gavis Balza y a mí, que no le gustaban los niños, porque no soportaba el olor
a la “mierda de coñito”. Hace unos meses me dijo, dada su situación actual, que “desearía
haber tenido más hijos, pues tal vez no estaría en esta condición”. El hubiera no existe.
Así es la vida.
Pero entrando en su condición de artista plástico y de formador. En 1979, ingresa
como profesor de la Escuela de Artes Plásticas “Pedro Oporto”. Y las referencias que
tengo de quienes fueron sus alumnos, quienes lo quieren y lo respetan como buen
formador, y como gran pintor que es. Ha participado como todos, en múltiples
exposiciones colectivas e individuales, desde los años 70, siendo un activo gremialista.
Eso sí, no es buen enemigo, nadie lo es, pero cuando se enemistaba con alguien,
le buscaba el hueso y se montaba en fuertes campañas en su contra. Recuerdo su gran
enemistad, con nuestra amiga la arquitecta Alix Guerra, ya fallecida. Fue una guerra
feroz. Las causas no las conozco ni las quiero saber. Y así fue en otras ocasiones, donde
tuvo disgustos o desavenencias con otros amigos. Todas estas disputas, fueron
subsanadas con el tiempo, porque sencillamente, si uno no se pelea con los amigos, con
quién más lo va a hacer.
A la par de su interesante trabajo como instructor, promotor cultural, artista integral,
tiene otra afición que cultiva desde los años 70, la música y el canto, Toca el cuatro y
canta. Recuerdo una anécdota muy graciosa, pues en julio de 1979, a raíz del
derrocamiento del dictador nicaragüense “Tachito” Somoza, frente al IMCBA, se realizó
un evento musical pro fondos para la revolución Sandinista, donde se recolectó
medicamentos, ropa, comida, para ayudar al pueblo. Incluso se contó con transmisión de
Radio Libertad, en un maratón dominical, animado entre otros, por Al Castro.

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Las malas compañías

Muchos artistas donaron sus obras. Edison se presentó con su cuatro, e interpretó
varios temas, entre ellos, “Barcelonesa”, de Enrique Hidalgo, quien fue su compañero de
trabajo en el CUNIC. En la parte que dice: “Deja que te enamora con mi canción”, un
limpiabotas que estaba en una esquina de la “Pedro Oporto”, le grita: “¡Si, con esa
vocecita la vais a enamorar más que er coño!”. Luego de cantar unos cinco temas, Edison
le dice a Al Castro que él quiere subastar la interpretación de “Granada” de Agustín Lara.
Pero un oyente llama y dice: “estoy escuchando el programa y soy solidario con
Nicaragua, pero yo pago lo que sea para que ese carajo que está cantando, se calle”.
Edison Díaz, no se amilana por nada, y junto con el cantante Andy Salas, fundaron
Articol (Artistas de la COL) y además se afilió al Círculo de Poetas Andinos, siendo luego
su Presidente. Juntos emprendieron algunas giras por los estados Trujillo, Lara y
Portuguesa, incluso visitaron Pamplona en Colombia con gran éxito.
Dedicado de lleno a su actividad como cantante y compositor, recuerdo, que luego
de algunos años sin vernos, en 2005, nos encontramos en un recital de cuatro del
maestro Gustavo Colina, realizado en la EAP “Pedro Oporto”, quedamos juntos en los
asientos. No saludamos y me preguntó qué estaba haciendo. Le dije: como mis
camaradas chavistas no me dieron trabajo, monté una oficina en mi casa en La Misión,
donde realizamos transcripciones, asesorías, traducciones, proyectos, diseño gráfico,
quemamos discos compactos y lo que salga.
Me dijo: “Te voy a visitar porque necesito diseñar mis carátulas y quemar mis
discos de producciones musicales. Le dije: “allá te espero”. A las 8 de la mañana llegó,
listo con su material. Y nos pusimos a preparar su carátula de “Un Momento para el amor”,
con temas románticos de autores latinoamericanos, boleros y baladas. Después de eso,
venía todas las semanas, para grabar, por ejemplo, ediciones especiales del Día de las
madres. Luego un disco de jazz fusión, con temas instrumentales de su autoría, tocando
él mismo el piano.
Compuso el tema “Cabimas tradicional” un hermoso vals, el cual fue grabado en
la voz de quien marcara el principio del fin de su buena vida, “La chinita de oro”, Belkis
Gamboa, una cantante de música llanera, cuarentona, quien era su pareja en ese
momento y por la que mostraba una devoción inmensa. Le grabó un video clip, le financió
y disco de música romántica. Por esa razón, yo lo llamó “El chinito de oro”. Es de hacer
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notar que permanente, Edison está gastando bromas en su estilo, medio escatológico,
donde la muerte es parte de su juego humorístico, por ejemplo: “Pedro, que molleja de
acontecimiento será cuando mueras y yo asista y cante en tu velorio”, yo le replicaba:
“Ten la seguridad que yo asistiré al tuyo, con la diferencia que no cantaré”. Siempre traía
escritos que yo le transcribía, por eso poseo mucho material de su autoría que almaceno
en mis computadoras y discos duros externos con mucho celo. Podría decir que soy el
albacea de la obra artística del poeta Edison.
Para el mes de noviembre de 2006, su amigo, para ese entonces, el cantante
portugueseño, Luis Ocando, a quien también le “quemábamos” sus producciones y le
diseñábamos las carátulas. De esa manera me trajo a algunos cantantes con ese fin:
Andy Salas, el señor Guerra y otros, diseños de caratulas empacaditas y todo.
Participaban juntos en presentaciones en sitios nocturnos de la ciudad. Eso sí, el
entusiasmo de Edison era contagiante.
Volviendo a Luis Ocando, éste le dice a Edison: “vamos a ponernos en una platica
para los aguinaldos”. Vos nos movilizáis en el carro, y yo hago los contactos con los
artistas, “La Ensenada” en Miramar y montamos un espectáculo de música llanera, con
la participación de unos siete artistas acompañados de arpa, cuatro y maracas. En cuanto
a los gastos y ganancias, vamos a la mitad.”
Edison no lo vio como una oportunidad para hacer dinero, sino que lo entendió
como una excelente oportunidad de agasajar a su amada, y febrilmente, como es su
costumbre, cuando emprende un proyecto, mientras Luis Ocando andaba en la
promoción del evento y ajustando la logística, Edison, comenzó a trabajar para su
“Chinita”.
Tuve la oportunidad de elaborarle treinta y cuatro diplomas, donde varios negocios,
tales como panaderías, ferreterías, abastos, y cosas tan insólitas, como por ejemplo: “La
Asociación de reparadores de Biblias” con sede en Los Laureles, “Escuela de perros de
Nueva Cabimas”, iglesias evangélicas, reconocían la “trayectoria” de “La Chinita de Oro”.
Sumado a eso, le mandó a hacer una placa tamaño tabloide, en su nombre. Y ordenó a
artistas amigos, dos cuadros al óleo. Miguel Leal, realizó uno de los cuadros con la
imagen de “La Chinita”. Le regaló un enorme ramo de flores.

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Las malas compañías

No pude asistir, ese día, 17 de diciembre de 2006, porque tuve que partir a Santa
Marta, junto con Willis Chirinos, Wilfredo Barrios, su hermana Astrid (tempranamente
fallecida, también artista plástico) y su señora madre. (esta será otra historia).
Lo cierto, es que el evento se realizó en La Ensenada en el barrio Miramar, con
buena asistencia, mi hermana Janeth me contaba, que entre interpretación e
interpretación, se aparecía Edison con un diploma, una placa, una obra pictórica,
cerrando con el enorme ramo de flores. Se notaba la incomodidad de Luis Ocando.
Hay que acotar, que para cubrir los gastos, tanto del evento como de todos los
presentes, Edison, se vio obligado a caer en las garras de los llamados prestamistas.
Al finalizar el evento. La enemistad se hizo presente, pues Luis Ocando se quejaba
que tuvo que acudir a otro apoyo para la movilización. Acusaba a Edison de estar más
pendiente de “La Chinita de Oro” que del evento, por lo que solo procedió a devolverle lo
invertido, pero no le dio ganancias, porque según él, no se las merecía.
Llegado 2007, la acumulación de las deudas y los intereses exponenciales y
leoninos, hicieron crecer tanto la deuda, que para marzo de ese año, Edison se vio
obligado a vender su carro Toyota rojo, sus enseres domésticos y hasta su casa, ubicada
en el barrio “Roberto Luckert”. Hay amores que si bien no matan, arruinan.
El resultado obvio, la relación se terminó. A mi entender, muy particular, porque
con lo cercano que estuve de la relación, la culpable no fue “La Chinita” sino la
personalidad del poeta Edison, quien se da todo en cada relación sentimental. Tuvo que
mudarse con unos familiares, y luego, fue “recogido” por su anterior pareja sentimental,
quien lo albergó en su casa.
Edison, al cumplir sus sesenta años, en 2004, se hizo acreedor a tres pensiones:
la del IVSS, la de la Gobernación del Zulia y la del IUTC (antiguo CUNIC). Para ese
momento, le permitió recuperarse y gozar de una buena calidad de vida. Tanto así, que
logró construir en una anexo de la casa una pequeña habitación, equipada con su nevera,
cama, muebles y sus instrumentos para pintar.
En mayo de 2014, con motivo del día del artista plástico, ayudo a organizar una
exposición colectiva, en el estacionamiento de la Escuela de Artes Plásticas “Pedro
Oporto”, evento que culminó exitosamente, con la actuación de Andy Salas, el propio
Edison Díaz y “Los Hijos de Limber”.
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Las malas compañías

En esos años ha sido eterno colaborador de todos los eventos que hemos
organizado, y es el único cantante que conozco, que hay que pagarle para que no siga
cantando.
Actualmente, presenta problemas de salud, glaucoma, camina lento, eso no impide
que siga visitándonos en nuestro lugar de trabajo. A pesar de ello sigue siendo un gran
enamorado, y hasta el año anterior todavía andaba de novio con una señora.
Edison es un gran artista plástico, su amor por el canto, ha tronchado en cierto
sentido, esa carrera como pintor, a pesar su excelente talento, pero como dice Joan
Manuel Serrat: “Cada quien muere a su modo, total, ha de haber gente para todo”.
Doy mis excusas, por lo escrito, porque esto debe ser laudatorio, pero me apego
a los hechos que viví muy de cerca en la vida de mi gran amigo, el cual esperamos tener
todavía con nosotros por mucho tiempo.
Fue declarado como Patrimonio Cultural viviente de la ciudad de Cabimas, en el
año 2009.
Edison Vive, y sigue enamorado de la vida, verdad, D´Artagnan Fredy?

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Emerio Dario Lunar

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Emerio Dario Lunar

Una tarde de mayo de 1988, llegué de visita a la casa en la calle Colón del centro
de Cabimas, donde vivían alquilados mis amigos Oscar Farías y su esposa Susana
Gallardo. Luego de ponernos al día, me brindan un café y me preguntan: ¿Qué vas a
hacer esta tarde?. Les contesto:

- No tengo contrato de fotografía para hoy, por lo que estoy a disposición de


ustedes
- Bueno- me dice Oscar – vamos a visitar a Emerio.
- Pero que sea ya.

Sabíamos que la visita a Emerio era algo complicada, porque dependiendo de su


estado de ánimo, recibía a la gente. También dependía quien fuera la visita. Emerio sentía
especial cariño por Oscar y sobre todo por Susana. Llegamos (eran aproximadamente
las dos de la tarde), ya habíamos almorzado en casa de Oscar. Tocamos, nos recibió la
hermana de Emerio, y nos dijo, déjenme ver si está disponible. A los pocos instantes,
salió al portón, nos abrió, pasamos a la sala, cual tenía al lado de una de las columnas
de madera de la vieja, donde estaba un enchufe con electricidad que alimentaba una
cava de dos puertas deslizables, donde Emerio siempre tenía cervezas.

Emerio sale y luego de los saludos de rigor, manda a que nos sirvan café. Al rato
nos ofrece unas cervezas, indagamos sobre su ánimo y salud. Conversamos una media
hora, con su voz muy bajita. Cuando llevábamos como cuatro cervezas, dos dice: -
Vamos a hacer una cosa: les voy a dedicar esta tarde, vamos a salir a cenar y a comer.
Pero con una condición, que busquen al maestro Rafael Chirinos, quien me enseñó a
dibujar los pliegues de la ropa. Inmediatamente, le dije: yo voy a buscar a Chirinos.

Me dirigí a su casa, en la carretera J, cerca de la calle principal de las Cabillas, a


unos tres minutos en carro. Entré de una vez, con mucha confianza y entre el patio y en
la enramada, me sale el maestro Chirinos sin camisa. –Hola, Bachi, como está? Tenía
días sin venir. Le dije: - Vengo a cumplir una misión de parte de Emerio. –qué quiere ese
huevón? Me replicó. Le contesté: -Nos dijo que quería compartir con nosotros, pero quiere
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Las malas compañías

que usted esté presente y que nos acompañe. Me dijo: -Espera que me ponga la camisa.
En tres minutos estaba listo.

Regresamos a Las Cabillas. Estaban allí, tres mujeres que se la pasaban en casa
de Emerio: Una de ellas, la más joven, era modelo de algunos de sus cuadros. Las otras
dos: Magaly y una flaca, cuyo nombre no recuerdo. Lo cierto que también estaban
invitadas. En mi ranchera Chevette SL, de dos puertas y con compuerta trasera nos
embarcamos: Yo como chófer, Emerio, Rafa Chirinos, Oscar y Susana y las tres mujeres.
¡Ocho personas!. Chirinos y dos de las muchachas se sentaron detrás con la compuerta
abierta. Tratamos de ir, dado el peso a soportar a un sitio temprano, escogimos el
Restaurant “China City”, en la avenida Carnevalli. Nos tomamos unas cervezas y al rato
pedimos cada uno la comida de su preferencia.

Como es usual en este tipo de encuentros, el arte, los amigos artistas y otros temas
eran la base de la conversación.

Una de las fotos que ilustran esta crónica, dan fe de ese momento y donde vamos
saliendo de la casa de Emerio.

Estuvimos, el 27 de enero de 1990, junto con amigos y artistas plásticos,


celebrando el cumpleaños No. 50 de Emerio.

Fue su último cumpleaños. Una de las fotos donde Emerio está soplando las velas
dan testimonio de esto.

Esas tardes de compartir, más las fechas de bautizo de Oona Escobar Gutiérrez,
(Hija de Fredy Escobar y de Josefa Gutiérrez) de la cual fue padrino junto con Miriam
Franco, en la catedral de Cabimas y la celebración a todo dar en el Restaurant Zumaque,
forman parte de esos encuentros inolvidables, de nuestro más cotizado artista plástico,
cabimero de origen margariteño, que nos honró compartir gracias a esa vinculación que
el arte permite para hermanarnos y sentirnos orgullosos de haber vivido.

En septiembre de 1990, nos tocó despedirlo para siempre, con la asistencia de


varios de los connotados pintores de Zulia, entre ellos Henry Bermúdez, Edgar Queipo,
Nerio Quintero, Luis Cuevas, el fotógrafo Paolo Gasparini, en el viejo cementario de

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Las malas compañías

Cabimas, donde tiene su mausoleo la familia Lunar González. Nilson González, al final
de la ceremonia de entierro, quedando solo los pintores maracuchos y cabimenses, unas
quince personas, sacó una botella de vino y cada uno de los presentes tomo un sorbo
para despedir a este orgullo de nuestra plástica, de poco hablar, muy tímido, pero que
dejó que el arte hablara por él.

Las mesoneras del Bar “Maritza” luego denominado “Mara”, en la esquina de la


calle Principal con la calle Churuguara de las Cabillas, estuvieron también despidiéndolo
a su manera, aun cuando en ocasiones cuando se quedaba dormido, le quemaban la
barba y se la apagaban con cerveza. Era el único bar que visitaba en sus últimos tiempos,
pues quedaba a unos 60 metros de su casa.

Fredy Escobar, su compadre, puede complementar esta crónica, pues fue su


último gran amigo, pues le tocó estar pendiente de su enfermedad. Una noche me dijo:
estuve en casa de mi compadre Emerio y las noticas no son nada halagadores.

Antes de culminar esta crónica y para que nos sintamos orgullosos. En el año
1989, con motivo del centenario del nacimiento de Armando Reverón, se realizó un salón
en el ámbito nacional, con un gran premio en metálico. El ganador fue Emerio Darío
imponiéndose ante grandes monstruos de la plástica venezolana. Recuerdo la crónica
del Diario El Nacional, cuando reseña el acto de premiación. Se le entregó la placa y el
cheque, y le ofrecieron el micrófono para que se dirigiera a los asistentes, para hablar
sobre arte y sus implicaciones, el orgullo de ganar tan importante reconocimiento.

Tomó el micrófono y dijo:

- Muchas gracias.
Inmediatamente, se dirigió a la salida, busco a su hermano, el profesor Marcelino
Lunar, le dijo: vámonos.
Y regresaron a Cabimas.

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Fredy Escobar

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Las malas compañías

UNAS PALABRAS PARA FREDY ESCOBAR VEGA, EN ESTE MOMENTO DE SU


VIDA
Escribir sobre una persona con la que hemos compartido tantas conversas sobre
diversos tópicos, muchos de ellos acompañados por socializantes “espirituosas”, casi
siempre en pagos compartidos, o aquella famosa frase: “¿Nunca pones más de 30?”,
cuando nos disponíamos a ver una película para luego ”forearla”, o bien después de
regresar de un concierto, o de alguna exposición pictórica, de las cuales nunca se venía
con las manos vacías, dado su talento; o bien, de simplemente encontrarnos para
celebrar “el cumpleaños de la vida” que para nosotros era cualquier día en que se nos
ocurriera.

Nos conocimos a finales de los años 78, cuando andábamos, tal como ahora, en
la actividad político-cultural, bien en la Escuela de Artes Plásticas “Pedro Oporto”, La
Universidad del Zulia, el Movimiento de los Poderes Creadores del Pueblo ”Aquiles
Nazoa” o la organización del II Congreso Cultural Cabimas 80.

Lo cierto es que a partir de allí comenzó esa larga amistad con Fredy Escobar
Vega, hace ya 37 años. Nos tocó estar allí cuando en uno de los salones Lagoven, por
allá por el año 1980, la mayoría de los pintores descolgaron sus cuadros por considerar
que habían sido irrespetados por el jurado calificador, y se fueron a montar su propia
exposición al lado, en la “Pedro Oporto” y la gente dejó solos a los gerentes, hablando
“gerenteces”. Eran nuestros años de atrevidos, aunque a decir verdad, nunca hemos
dejado de serlo.

Douglas Querales, mi hermano, Giovanni Faneitte y este servidor, habían fundado


a finales de 1978, un grupo llamado “Tabla Insurgente”, en medio de aquel renacimiento
cultural generado por el “Aquiles Nazoa”. Hacíamos un noticiero llamado “Noti
Insurgente”, en el cual, en clave de humor muy ácido, develábamos la farsa del
bipartidismo IV republicano. Recorrimos muchos lugares del estado Zulia y otras regiones
del país. En algunos lugares, nos consideraron “ofensivos”, y nosotros nos sentíamos
contentos de lograr ese efecto. Con el tiempo institucionalizamos, los aniversarios de
“Tabla Insurgente”, y allí estuvo Fredy Escobar para hacernos los hoy llámamos el
“backing”. Para nosotros era motivo de orgullo contar con su amistad y colaboración,
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Las malas compañías

porque nunca le pagamos un céntimo por su obra. Al fin y al cabo, esos eventos nos
dejaban, por ser en diciembre, sin plata para comprar la renovación del vestuario
acostumbrada por esas fechas. Pero siempre nos alcanzó para celebrar y que Fredy
comentara: “qué capos, ¿cómo lo hacen?”

A la distancia no logramos entender cómo lográbamos que colaborará con


nosotros: Fredy Escobar, el mejor artista plástico que disponía la ciudad para los
mencionados “backing”; el mejor sonido de la época: Pillopo, tremenda tarima, excelentes
animadores y ninguno de ellos, salvo el sonido, cobraba por su trabajo.

Estuvimos el día, que en el salón Lagoven, realizado en Ciudad Ojeda, Fredy


Escobar, lograra el Primer premio, con la obra titulada: “Para acceder a los sueños,
primero hay que soñarlos”, donde se muestra la imagen del “Che” Guevara, tras su
muerte en La Higuera, y la derecha, ligeramente difuminada, su esposa Josefa.

Lo cierto, es que Fredy siempre ha logrado que nos asombremos de su técnica


pictórica, en la búsqueda de mejorar, manteniendo la clave de la saga familiar, presente
en toda su obra, combinando lo social, lo mítico, y sobretodo esa irreverencia, que lo
convierte en un artista excepcional, porque Escobar, no es solo artista plástico: es
filósofo, catedrático, karateca, bohemio, tiene estudios inconclusos de arquitectura,
hecho que provoca que su arte este llena de ingenio y de toda esa amalgama de
conocimientos que nunca deja de cautivar y cultivar. Aparte de ello, tiene una hermosa
familia, que lo acompaña en todas sus aventuras.

Es cochabambino cabimero, como lo calificó en un momento nuestro actual


presidente, Nicolás Maduro Moros, cuando ambos trabajaban en la cancillería
venezolana. Obviamente, posee las dos nacionalidades, y nunca se ha desligado de la
nuestra, pues aquí nacieron varios de sus hijos. Se dio el lujo de ser uno de los pocos
compadres que tuvo nuestro Emerio Darío Lunar, (cuidado sino el único, dada la forma
de ser de Emerio), quien junto con Miriam Franco, también artista plástica y periodista,
apadrinaron a Oona Sebastiana, una de sus hijas cabimeras.

Y como latinoamericano que se respete, nos tocó ver juntos, en familia, aquí en
casa de los Querales Cordero, la final de la Copa Mundial de fútbol de México, 1986,

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cuando Argentina, venció a Alemania, 3-2, en un emocionante partido, a la vez que este
servidor, cumplía sus 33 años, por lo tanto, hubo celebración doble.

Volviendo a la pintura, ese derroche de color, que permite múltiples lecturas a su


obra, si le metes el ojo, encuentras elementos que anteriormente no habías observado.
En conclusión, una obra de Fredy Escobar, nunca terminará por ser vista, analizada,
entendida, vislumbrada, captada del todo, porque siempre tendrá detalles. Si usted tiene
la suerte de tener una en su casa, tendrá varias obras, según su agudez visual y su
estado de ánimo.

No está demás decir y repetir esa frase que me enseñó una amiga: “los amigos
son los hermanos que la vida te permite elegir”

Fredy Escobar Vega, Josefa y su familia, son algunos de ellos.

Pedro Querales Cordero


Cabimas, 06 de mayo de 2014

Anexo del día de los padres 2020 a Fredy Escobar

Llegado este año 2020, han pasado seis relampagueantes años, en que hemos
visto de todo, nuestra generación ha condensado las vivencias de la aceleración de la
historia. Ya no está Evo Morales, Rafael Correa, la derecha arremete, en Venezuela, se
resiste y de qué manera, lidiando por un lado, con la presión del Imperio norteamericano
y la desbaratada Unión Europea, que se encontró al igual que todo el planeta con un
inesperado enemigo, invisible, pero letal que nos tiene en ascuas. Decíamos que lidiamos
contra los enemigos externos e internos, pero también con otros monstruos (corrupción
interna), igual de perversos y poderosos, amén de la ineficiencia y el grupalismo, en un
pregonado socialismo que solo existe en el papel, mientras que en nombre del
“comandante eterno”, se cocinan oscuros negocios.
Fredy Escobar, nos visitó nuevamente en octubre de 2017, y compartimos, como
siempre buenos momentos, entre ellos, conversatorios, recitales y una exposición
auspiciada por nuestro común amigo Luis Graterol Hernández, denominada “De
Cochabamba al Coquivacoa”, el 27 de octubre y clausurada el 03 de noviembre. Allí
contemplamos sus nuevas propuestas, con homenajes a personajes de Latinoamérica

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Las malas compañías

que dejaron sangre y huella, tras la búsqueda de la justicia social, en estos pueblos con
más de 500 años de deuda con su ancestralidad. Vino acompañado por su eterna Josefa,
la única que pudo domar ese potro desbocado, quien al conocer a esta cabimense
coriana, decidió convertirla en boliviana también. Esta vez no vinieron sus hijas Oona
Sebastiana y Oneil, nacidas en estos predios ardientes.
Con Fredy mantenemos permanente contacto por medio de esa vecinal ventana
que nos brindan el Facebook, el Whatsapp, esas aplicaciones que a pesar de ser
instrumentos del Imperio, no es menos cierto, que han contribuido a que las distancias
sean inexistentes, salvo el contacto directo y el abrazo. Por medio de ellos, notamos el
febril trabajo de Fredy, trabajando no sé cuántas horas al día, montando exposiciones y
propuestas estéticas de su arte pictórico.
Nos tocó despedirlo, junto con Douglas y llevarlo a Maracaibo, pero antes,
pasamos por la casa materna de Josefa, a buscarlo. Allí tuvimos nuestro último encuentro
con el hermano de Miguelón, Luis Leal, quien adquirió una de sus obras. Al año siguiente,
Luis quien vivía en el Oriente del país, falleció sorpresivamente, y queda para el recuerdo
esa fotografía que nos tomamos en esa tarde.
En Maracaibo, nos encontramos a Evaristo Pérez Suárez, con quien compartimos
una sabrosa cena y conversación en un restaurant de la avenida 5 de Julio.
Sabemos que pospandemia, en cualquier momento Josefa y Fredy, nos visitarán
de nuevo para seguir compartiendo tantos momentos que la vida nos permita, aunque la
ventana de las redes, nos permite vernos y leernos día tras día.
El juego apenas comienza, y el sueño de ver derrumbado al Imperio agresor, se
asoma en esa caída que la decadencia le impone a ese sistema agresor de la humanidad,
que merece mejor suerte, luego de presenciar, como el “progreso” ha llevado a que el
planeta, prenda sus alarmas, pues ese manejo depredador de la explotación, expoliación
de la riqueza de los pueblos, cada día provoca más hambre y miseria, generando
desesperanza.
Pero la historia, decide que en algún momento ese Imperio agresor, se derrumbará
como King Kong, y veremos aunque sea en los últimos momentos de nuestras vidas, que
el “Che”, Bolívar y todos los soñadores sientan que no pelearon en vano.
La plástica de Fredy Escobar Vega, de seguro registrará esos momentos de
despertar de la historia.

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Las malas compañías

Los Blanco

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Las malas compañías

Los Blanco

“Aquí están Los Blanco”


(Grito de música)

La región zuliana es altamente privilegiada. No solo por tener la cantidad y calidad


de recursos naturales, que tanto han aportado al sostenimiento de la Nación. De hecho,
el 14 de diciembre de 1922, el destino de la patria cambió radicalmente, pues con el
“reventón” del Barroso, nos visibilizamos ante el mundo de país que apenas sobrevivía a
las enfermedades endémicas y la dictadura gomecista, pasamos a ser un país petrolero,
con todas las consecuencias que eso trajo.

Todas las miradas se posaron en Cabimas, una aldea de poco más de 3.000
habitantes que vivía de la pezca, la siembra y el comercio del aceita del cabimo. En
apenas año y medio, nuestra población había subido a más 30.000 almas venidas solo
desde casi todos los lugares del país, sino del extranjero, por medio de las voraces
compañías petroleras.

Todo esto significo, aparte de la feroz explotación de nuestros obreros petroleros,


un ingreso para el país y la agudización del centralismo tanto caraqueños como
maracucho, cuyas ciudades comenzaron a percibir su crecimiento, mientras que Cabimas
era apenas un campamento, con ánimo de “mientras tanto”.

Este crecimiento conllevó a la visibilización en lo cultural y una de ellas fue la


música, que bebió de la influencia de toda esa migración interna y la de la inmigración.
Hubo un enriquecimiento, pues cada región se trajo sus sonidos y parte de sus
costumbres. Maracaibo, por el aislamiento que producía la separación del lago, pues solo
se podía cruzar por medio de embarcaciones.

Sin embargo, cada pueblo del Zulia hizo su aporte, en lo musical, que es el tema
de este escrito. Se comenzó a experimentar sonidos. Ya el Zulia contaba con la gaita,
cuya explosión y expansión se dio a partir de los sesenta, cuando se comenzó a grabar

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Las malas compañías

masivamente. Los ritmos típicos, como el vals, la danza, la contrandanza, la décima, el


bambuco playero mantenían cierta supremacía, que con el tiempo arropó la gaita.

Pero además de eso, también se expandió con mucha fuerza, la música tropical,
llamada bailable, dado el espíritu alegre y bullanguero del zuliano. Armando Molero,
Jesús Reyes “Reyito”, Luis Oquendo Delgado, Nerio Ríos, eran las figuras que
acaparaban el gusto del zuliano. Mario Suárez, había trascendido al Zulia y se había
convertido en una gran figura nacional, tanto así, que uno de los grandes de la música
venezolana, como Juan Vicente Torrealba, necesitó de su apoyo.

Enrique Salas y su combo, Los Masters, El Súper Combo Los tropicales, Los
Imperials, fueron los grupos que enseñaron el camino y se ganaron la aceptación del
público zuliano, de inmediato. De este lado, Lilo y sus Stars, de don Lilo Aquilino y el
Micro Combo Santa Rita de Miguel García Almarza, en Santa Rita hacían su aporte.
Habia otros, pero estos eran los más resonantes. Tulio Enrique León, un músico
invidente, con su órgano hacía de las suyas.

Un grupo de hermanos (Ramy, Leopoldo, Bernardo, Cecilio y Ricardo), guiados


por su señora madre vio su origen en el campo petrolero de La Concepción, el sexto
hermano José, fallece a temprana edad, y los cinco siguen con la construcción del grupo.
Con un sonido original, realizan su primera grabación, por allá por 1964. Inmediatamente,
el éxito no se hace esperar. El apoyo de la radio es fundamental, y se constituyen en uno
de los grupos dueños de la preferencia de los zulianos. Tanto así, que a finales de los
sesenta, apoyados con la particular voz de Cheo Matos, cabimense, son decretados
como el “Mejor sexteto del mundo”.

Nuestra visión y tránsito como oyentes, como usuarios, para decirlo de alguna
manera de la música: Para mi generación, Los Blanco gozaban de una veneración por
parte de mis coetáneos. En esa época, finales de los sesenta y los setenta, eran muy
frecuentes los bailes familiares, amenizados a través de los llamados “pick up” (picó) o
tocadiscos, de 331/3 RPM. Los líderes en preferencia: Billo´s Caracas Boys, con sus dos
producciones por año, Los Melódicos, de Renato Capriles, Los Imperials, El Súper
Combo Los Tropicales y Los Blanco, su disco de moda era sonado por los dos lados, y

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Las malas compañías

la pista quedaba llena de parejas disfrutando de ese sonido que nos ha acompañado por
décadas, y no nos cansamos de escuchar, bailar y tararear.

Nuestro primer recuerdo, estudiando cuarto grado en la Escuela “Pedro Lucas


Urribarrí”, es del tema “Que muchacho”, que sonaba hasta la saciedad. Con nosotros
estudiaba un gordito, que vivía frente al plantel, que era muy tremendo, en el recreo, los
demás muchachos, le hacían “bullyng”, esa palabra no existía, porque los peos se
arreglaban “a la salida”, la tarareaban: “Casa de Los Molero, hay un muchacho, es un
muchacho muy travieso, tumba floreros, rompe platos, quiebra los vasos, hace desastres,
hay muchacho, tan odiooooso, siempre la pasa brincando, diciendo palabras obscenas,
ya su papá no puede aguantarlo, le tiene listo un calabozo”. Una vez la maestra Ana
Quiñones, citó a su mamá para plantearle lo tremendo que era Oscar. La respuesta de
ella fue: “¿Y me lo va a decir a mi, que me lo calo casi todo el día?, pero hoy se acaba
esto”. Acto seguido, saco un palo, diciendo: “Es que hoy mato a ese malparío”. No se
nos olvida la imagen de Oscar Molero, saltando entre los pupitres y nosotros haciendo
espacio, pegados a la pared para presenciar la ejecución. Obviamente, la maestra
intervino, y la madre se lo llevó guindado de una oreja, pegando gritos. Posteriormente,
se lo llevaron a Maracaibo y no supimos más de él. Cada vez que escucho el tema, no
puedo evitar el recuerdo de Oscar Molero y sus tremenduras.

En plena adolescencia, como estudiantes de bachillerato, el comentario a la hora


de los intermedios entre clase y clase, no faltaba: “esta semana están Los Blanco en la
Salina, no me lo pierdo la entrada, cuesta diez bolívares, estoy reuniendo, de aquí al
sábado los tengo completos”. No está demás decir que para quienes éramos más
pobretones y no vivíamos en los campos petroleros, reunir esa “fortuna” era imposible,
por lo cual se apelaba a una vía muy cabimera: “entrar colados”, bien saltando la cerca,
o con otras maneras más creativas. Se reunía alrededor de unos cinco bolívares para la
cervecita y no pasarla en seco, además, había que estar pendientes, porque en algún
momento, “nos agarraba el gancho”, esto quería decir, disponer de “un real” (Bs. 0,50)
para brindarle una malta a la pareja. No hacerlo, significaba perder la oportunidad de
seguir bailando. Y lo peor, quedar “rayado”, y perder cualquier oportunidad de futuro
noviazgo.

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Las malas compañías

En Cabimas, aparte de las múltiples fiestas hogareñas, existían varios clubes: El


más antiguo, en Centro Social y Deportivo La Salina, ubicado en la Urbanización
Concordia, que había sido fundado desde finales de los años 30 para los trabajadores
petroleros, contaba con más de 3.000 miembros. Poco a poco se fue ampliando, pues
era el epicentro. Por allí pasaron, no solo las mejores orquestas bailables, sino las
grandes figuras del momento. Pero quien garantizaba los llenazos, incluidos, por
supuesto a los “colados”, era el sexteto de los hermanos Blanco.

Además, existían: el Club las FAC, en Las 40, que pertenecía a la Guardia
Nacional. En La Misión, el Club Árabe, de la colonia como su nombre lo indica, a orillas
del lago. Eso nos permitía a los jóvenes misioneros a presenciar todos los bailes desde
la cerca de ciclón. Allí estuvieron muchos artistas y agrupaciones. En mi mente no se ha
borrado, la presencia de “Los Corraleros del Majagual” en pleno apogeo, y lo memorable
es que tanto Lisandro Mesa, (el que plagió “Fiesta decembrina” de don Eurípides
Romero), Calixto Ochoa, el del “Africano”, Alfredo Gutiérrez “La cañaguatera” y Eliseo
Herrera. “La burrita de Eliseo”, se asomaron a la ventanilla que daba hacia afuera a
conversar con nosotros, y nos decían, “se parecen a nosotros, que éramos unos “pelaos”
muy pobres y no podíamos entrar a los bailes”. Adivinen quien acompañó a esos
Corralejos en el cenit de su popularidad. Por supuesto, Los Blanco. En mi memoria, desde
1968, permanece cada uno de los temas que ambas agrupaciones tocaron y que nosotros
desde la cerca, disfrutamos tipo VIP. Todo un privilegio ver de cerquita a los ídolos
musicales nuestros. En otras oportunidades vimos a El Súper Combo Los Tropicales, la
Orquesta La Playa, Los Masters, Los Casinos, a Lilo y sus Stars, al Micro Combo Santa
Rita, A Enrique Salas, además de Lila Morillo, Joselo, La Gran Fogata, Los Compadres,
a Los Cuervos de Lagunillas y tantos otros. Ya más grandecitos, pudimos acceder al
espacio y disfrutar de las fiestas desde adentro.

Otro club de Cabimas, era el “Cadafe”, en la calle 4 de las 40, ahora queda la
escuela de educación de LUZ, desde 1974. El Club Lago La Salina (Las Cúpulas) era
para los “Chivos”, como decíamos la gente.

Hemos tenido la inmensa dicha de ver a los Blanco en muchísimos oportunidades,


como casi todos los cabimenses, en clubles, en las tarimas de la feria, en fiestas
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particulares, de empresas y siempre Los Blanco, con su manera sencilla y humilde, de


actuar y entretener al público, nunca decepcionó. Jamás vimos un evento donde actuaran
que estuviera a medio llenar. Siempre estaba repleto. Incluso, cuando los comités de
prograduación, programaban bailes, y les tocaba competir con las demás agrupaciones
del Zulia o de nuestra propia ciudad, todos se las arreglaban para llenar los aforos de los
espacios mencionados. Fue la gran época en que podíamos acceder a disfrutar en vivo
de estas agrupaciones que son orgullo del Zulia.

En lo particular, me tocó acercarnos a la sede de contrataciones de Los Blanco


para contar con sus servicios para algunos eventos, a finales de los setenta y principios
de los ochenta, dado el hecho que la inflación era mínima, la tarifa era de Bs. 10.000,oo
por baile, los cuales se recobraban con creces permitiendo que luego se les volviera a
contratar para el acto de celebración de la graduación en sí.

A mediados de los 80, Ricardo Blanco, venia mucho a Cabimas, de hecho, si la


memoria no me falla, creo que estuvo haciendo radio en Libertad 620 AM, no recuerdo
los detalles, además “mataba sus tigritos” acompañado de músicos cabimeros. Y voy a
contar una anécdota, porque me parece que es parte de esa onda positiva que generaban
ellos. Por esos años, le doy la cola a una amiga que con las que habíamos compartido
clases en la Universidad. Ibamos hacia Maracaibo, yo a revelar unos rollos fotográficos y
ella a una diligencia particular. En el camino le pregunto por sus hijos, y con los ojos
aguarapados, me dice: “No puedo tenerlos”. Me dio mucha pena por la pregunta y me
disculpé, aunque no dejé de sentirme mal. Unos tres años después, me la encuentro,
cerca de su casa y me dice que necesita de mis servicios fotográficos, pues va a celebrar
la fiesta de cumpleaños de su hija. Eso me alegró mucho. Me dice: “Fue un milagro, y te
vas a sorprender más cuando te diga quien es el padre: Ricardo Blanco”.

Quiero resaltar el hecho que uno de Los Blanco, logró hacer realidad el sueño de
una mujer que creyó que no iba a poder disfrutar de su maternidad.

Todos conocen la manera como Oscar D´Leon logró entrar al Zulia, gracias al
apoyo de Los Blanco y de la gran amistad que los unión desde esos tiempos, y de cómo
(Nos contaba Luis González), como la madre de los músicos, le hizo pasar a su propia

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Las malas compañías

habitación para darle la bendición y aceptar ese apoyo que “El Diablo de la salsa” siempre
ha agradecido, a tal punto que llegaron a grabar juntos un disco de gaitas.

La admiración y el respeto de quienes habitamos en esta tierra, no tiene parangón,


porque tal vez sea el único grupo, donde el público conocía a cada uno de sus
integrantes, incluido, por supuesto, Cheo Matos. Posteriormente, también integrarían el
grupo, Alvarito Paz, como tecladista y cantante y Vitico Amaya, como cantante. Ambos
de Cabimas.

En apenas un lapso de cinco años han perdido a cuatro de sus miembros: Primero
Bernardo en 2015, posteriormente, en mayo de 2019, Cecilio y en diciembre de ese
mismo año, Ricardo. Y comenzando este 2021, se nos va el gran Leopoldo. El hermano
mayor, Ramy, bajista, tiene muchos años fuera del país, concretamente en España.

Llegados a este punto, solo nos cabe decir: Gracias.

Sin la música de Los Blanco, algo habría faltado en nuestras vidas.

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Las malas compañías

Lucidio González

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Las malas compañías

Lucidio González Díaz


Un artista es alguien
que produce cosas que la gente no necesita tener
pero que él, por alguna razón,
piensa que sería una buena idea darles.
Andy Warhol

Lucidio Ramón González Díaz, nacido en Cabimas, el 26 de junio de 1952. Hijo de


Salvador González, uno de los grandes ´”practicantes” de la ciudad. Para quienes no lo
saben, porque el oficio ha perdido su prestancia, practicantes, eran aquellas personas,
quienes inyectaban a sus vecinos antibióticos o algún otro medicamento, por un módico
precio.

Pero volviendo a Lucidio González, podemos decir de entrada que es un artista


completo, en el más amplio sentido de la palabra. Ha sido solista gaitero, artesano, artista
plástico, formado en las escuelas de Maracaibo, “Neptalí Rincón” y “Julio Arraga”. Tuvo
grandes maestros. En los 70 su personalidad se hizo sentir y fue profesor de arte en la
recién creada Escuela de Artes Plásticas “Vitaliano Rossi”. Por allí han pasado, como
alumnos y profesores, la mejor generación de artistas que conoció la ciudad: Luis Augusto
Graterol, Tito Alexis Ochoa, Miriam Franco, Omar Patiño, Miguel Leal, Wilmer Falcón,
Arelis Díaz, Aldemaro Fonseca, Edison Díaz, Fredy Escobar Vega, Lisando Urdaneta,
José Lunar Lira, Germán Riobueno, Rodrigo Barrios, Oscar Farías, Susana Gallardo, el
propio Dr. Marcello Chiarelli, se inscribió junto con su esposa.

Debemos acotar que en 1977, tras una gran rebelión en la E.A.P. y luego de varias
tomas y discusiones (la escuela era dependencia de la Secretaría de Cultura del estado
Zulia), se logró, cambiarle el nombre, propuesta del colectivo: Pedro Oporto, quien era
además de gran pintor neoclásico, técnico dental. Desde ese momento pasó de llamarse
E.A.P. “Pedro Oporto”. Y el primer director fue precisamente Lucidio González y el sub-
Director era Rodrigo Barrios. El presidente del Centro de Estudiantes: Tito Alexis Ochoa.

Simultáneamente, se presentaron conflictos en el Instituto Municipal de Cultura y


Bellas Artes (IMCBA), creación del señor Alfredo Vecchio, y el director, Luis Chaparro
Ospina. Pero esa es otra historia.

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Las malas compañías

Lucidio, con su paciencia, pedagogía, conocimiento, liderazgo, dirigió durante


varios años la institución. Un gran lector de temas sobre el arte, literatura, amante
acérrimo del cine. Conocedor de muchas cosas. Trabajador dedicado al 100%, sin mirar
sábados ni domingos. Lucidio, es muy poco bebedor, por no decir, no bebedor, con lo
que sale del patrón del artista bohemio.

Con el nacimiento y crecimiento del gran movimiento cultural, en 1977,


representado en el Movimiento por Los Poderes Creadores del Pueblo “Aquiles Nazoa”,
se inició en la ciudad y vigoroso e inédito movimiento cultural, que llegó a contar a
mediados de 1978, con 34 agrupaciones. Esta es otra historia, pero no es menos cierto
que Lucidio fue un gran apoyo para este movimiento que permitió el surgimiento nuevas
figuras en la plástica, el teatro y el canto.

Por nuestra parte, desde La Misión, mi hermano Douglas Querales, Giovanny


Faneitte y este servidor fundaron, a propósito del 1er. Aniversario de la concha acústica
de Cabimas, en el parque Bolívar, que paradójicamente, desde su fundación, el 17 de
noviembre de 1977, por parte del presidente Pérez, no había realizado ninguna actividad
en ese importante espacio. Los promotores del MPCPAN, Haydeé Álvarez, Jorge
Hinestroza, Agustín Prieto, Irene Martínez, Giovanny Faneitte, Pedro y Douglas Querales,
el poeta Antonio Trujillo, el poeta Rafael Machado Millán, Nilson González, Freddy
Maríñez, Reynaldo Colina, Wilmer Medina, y otros compañeros, organizamos ese primer
evento, para el 15 de diciembre de 1978. Lucidio González fue un gran orientador por su
experiencia y solidaridad.

En diciembre de 1983, Tabla Insurgente, se aprestaba para celebrar su quinto


aniversario: Contactamos a lo mejor de la época en música de Cabimas y Ciudad Ojeda
(esa es otra historia). Comenzamos a buscar los apoyos para cubrir todos los pasos y
etapas del evento (permisología, promoción, apoyos institucionales y comerciales, los
artistas (de eso, me encargaba yo, de realizar las invitaciones)). Douglas se encargaba
de detalles logísticos. Como se preparaba la inauguración de la remodelación del parque
Bolívar en el gobierno de Luis Herrera Campins, se dirigió a la gerencia de Produzca,
empresa encargada de la obra y preparativos. La intención era solicitar: el permiso para
la utilización espacio del teatro techado y la publicación en Crítica y Panorama de un
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Las malas compañías

aviso de prensa donde Tabla Insurgente invitaba a la colectividad a asistir al acto, que se
realizaría el 15 de diciembre.

Douglas Querales, es recibido por la Arq. Mercedes Delgado Gainza, quien era la
gerente de Relaciones institucionales de Produzca. A la Arquitecta, le pareció grandiosa
la idea, pues aun no tenían una programación estructurada, apenas un concierto de
guitarra del artista cabimense Lorenzo Camejo y un concierto navideño, encabezado por
el profesor Eleazar Inciarte (piano), su esposa Rebeca Morandi (Soprano) y el joven José
Enrique Lizardo (piano). Douglas le planteó lo del acto musical, y le sugirió que se
ocupara a la Escuela de Artes Plásticas “Pedro Oporto” para la colectiva inaugural. En
efecto, se contactó a Lucidio González, quien junto con Rodrigo Barrios y Nilson
González, organizaron una hermosa exposición en las instalaciones de la nueva y
flamante galería, con la participación de más de 30 artistas de la ciudad. A ello se le
agregó la presentación del grupo teatral del Grupo TEP-28, dirigido por Robinson
Mavarez, con la obra “Venezuela”. Total: cinco jornadas, desde el 11 al 15 (cerrando con
el de “Tabla Insurgente). Rebasando aforo de 450 cómodas butacas.

El “backing” alusivo a ese evento en el marco del Bicentenario del natalicio del
Libertador, fue realizado por Lucidio González, una enorme tela de 6 por 5 metros. Hay
una curiosidad, cuando se estaba terminando la tela, donde se mostraba el mapa del
Zulia, con tres tablas emergiendo desde el subsuelo cabimense, Lucidio y Rodrigo, se
preparaban para darle los trazos finales con el negro, se derramó el pote de pintura,
precisamente, en el punto donde surgían las tablas. Esto sirvió de alegoría para nuestro
inevitable referente el petróleo y su reventón. Así quedó, con el negro derramado.

Pues bien, Una vez concluidos como mucho éxito estas celebraciones. La arq.
Mercedes Delgado, sugirió que el grupo “Tabla Insurgente” coordinara los espacios
culturales recién inaugurados. No éramos copeyanos, obviamente, pero la derrota del 03
de diciembre de los verdes, cambió el panorama. Aun así, estaba la idea de conformar la
Asociación Venezolana de Artistas Plásticos (AVAP), seccional Cabimas. Se realizó una
asamblea con la asistencia de unas trescientas personas, y por elección popular
quedamos electos: Nilson González, Presidente, Lucidio González, Vice Presidente,
Rodrigo Barrios, Belarmino Barrios, María Walter, Aldemaro Fonseca, Douglas Querales
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Las malas compañías

y Pedro Querales. Claramente, desde un primer momento, hubo dos tendencias. No


abundaré en detalles para no embasurar el escrito, pero igual lo contaremos en otra
crónica, pues es historia. Las diferencias entre los dos grupos impidió que se avanzara
en lo gremial, pero igual seguimos haciendo nuestra vida cultural en la ciudad.

No recuerdo en que año, Lucidio fue removido del cargo de Director, pero desde
ese momento, se dedicó más a la publicidad que al arte, aunque nunca de dejó de realizar
obras.

Una muestra es la creación, diseño e instalación del monumento al Trabajador


Petrolero, ubicado en la plaza del Nuevo Juan, que es uno de los íconos que identifica la
ciudad. En los últimos años hubo mucha polémica alrededor del mismo, pues algunos
“camaradas”, “más chavistas que Chávez” se les ocurrió pintarla de rojo, cosa que en lo
particular siempre me pareció aberrante, pues siempre se debe respetar el espíritu del
autor, más allá del capricho político. En la gestión del alcalde Pedro Duarte, se le devolvió
su original color blanco, aunque no me gustó que le colocaran el casco rojo.

Lucidio ha participado y colaborado con todo aquel que se le acerca. Mantiene su


taller de publicidad exterior en su casa paterna.

Eso no ha impedido que siga participando en individuales y colectivas.

Ha recibido el reconocimiento por parte de LUZ, junto con Gloria Castillo, Rafael
Chirinos, Nilson González, Alexis Ochoa y Enrique Colina, con la Orden Francisco “Paco”
Hung en el año 2011.

Lucidio González Díaz, fue declarado en 2008, como Patrimonio cultural de la


ciudad de Cabimas.

Aun sigue activo, proponiendo en torno al arte, al teatro, a la literatura y al cine,


sus pasiones. Su salud, se ha visto mermada, pero no impide que siga soñando con una
mejor ciudad, que no siga siendo llamada la cenicienta, la petrolera, sino la cuna de
grandes hombres y mujeres, que como él han recuperado la autoestima de Cabimas,
contra todo pronóstico y mezquindad.

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Las malas compañías

Podríamos contar muchas aventuras emprendidas junto a Lucidio González y otros


soñadores, “los sueños fallidos y fracasos cumplidos”. Aunque no crean, hemos tenido
resonantes triunfos a sangre y fuego.

En 2018, con motivo del Día del artista plástico, desde la Dirección Municipal de
Cultura, le rendimos un merecido homenaje, con una colectiva de 20 artistas amigos, y
fue Orador de Orden, en la Sesión Especial, alusiva a la celebración del natalicio de
Armando Reverón.

Lucidio González es uno de nuestros imprescindibles.

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Luis Augusto Graterol

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Las malas compañías

Luis Augusto Graterol Hernández

Como siempre en las mañanas cálidas de


Cabimas, María Antonia tejía el aire con
brochas viejas de pintura invisible; con gritos
de urgencia griega desataba discursos
públicos en nuestra plaza histórica de héroes.
(Fragmento, de María Antonia, relato breve
de Luis Graterol, 2017)

“Luis Augusto Graterol Hernández, Pintor y escritor venezolano nacido en 1960,


hijo de dos pedregalenses del estado Falcón que le enseñaron más de lo que aprendió
en las universidades. Autor de varias exposiciones individuales y muestras colectivas en
su país, en México, Ecuador y los Estados Unidos.

Se inició en el taller del Pintor cabimense, Darío Ermilo Suárez. Posteriormente


fue en la Escuela de Artes Plásticas Pedro Oporto en 1975 en Cabimas; trabajó con el
Paisajista de la espátula Victor Vega Ximenez a finales de los 70's.

Fue al Lewis and Clark College de Artes Liberales en 1982 en Portland Oregon
guiado por la artista de renombre Phyllis Yes; Y en la Escuela de Dibujo de la Universidad
de Arkansas, en 1983-86, bajo la tutela de la Maestra Key Sullivan.

Ha trabajado extensivamente en arte figurativo con tendencias impresionistas; Ha


dedicado su carrera a la abstracción expresionista, Luis Graterol utiliza los métodos
gestuales y el expresivo color del expresionismo abstracto para transmitir sus visiones
oníricas de la vida y la naturaleza. Las fuentes de las que se ha inspirado son los paisajes
de su tierra natal, el ritmo del jazz, el bolero añejo y los jardines de todo tipo que incluyen
cielos, sábanas y mares.

Luis, que nació en la Cabimas de Petrolandia en medio de copaiberas y


balancines, mostró en sus inicios como artista, interés en la arquitectura y la jardinería
paisajística. De hecho, durante algunos años trabajó como dibujante de arquitectos
cuando todavía era un adolescente.

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Las malas compañías

Ha compartido su pasión por la pintura con la escritura poética. De hecho, es autor


de dos libros de poesía y uno de ellos llamado "Copaiba Desnuda" junto con una
exposición de pintura individual con el mismo nombre (2016). Cada capítulo del libro era
el título de cada pintura.

En paralelo es economista y ha trabajado por más de 33 años en su área de


preparación académica donde ha escrito múltiples papeles de trabajo y ensayos sobre la
economía de su país y la economía mundial.

Ha trabajado desde sus talleres de Venezuela y Estados Unidos durante los


últimos 38 años y viaja extensamente por las Américas

Está casado, tiene 4 hijos y 3 nietos ...”

Aquí comienza lo que este servidor aporta, pues ese texto le pertenece al propio.
Luis, quien es lo que se puede decir un hombre que entra dentro de la definición de
Terencio: “Hombre soy, nada humano me es ajeno”. Supongo que desde niño se sintió
atraído por todo aquello que oliera conocimiento.

Muy joven, fue llamado por las artes plásticas y fue uno de esos muchachos
inquietos y soñadores que se acercó a la Escuela de Artes Plásticas “Pedro Oporto”, en
la cual, creció y se conjugó la mejor generación de artistas plásticos de Cabimas, donde
los talentos maduros se combinaron con quienes venían pidiendo pista, para imponerse
a punta de mezclas de colores para crear la visión del color local, convirtiéndola en
universal, gritando: “Aquí estamos, existimos”, a pesar de la llamada Cultura Petrolera
que pretendía reducirnos a borrachos, a apéndices de la máquina generadora de la
extracción del petróleo, tierra de putañeros, de jugadores y de apostadores, a falta de
otros mecanismos de evasión.

Ellos dijeron, Cabimas es algo más que eso. Y en los últimos cuarenta años, han
demostrado que se puede vivir más allá del espejismo petrolero. Los artistas plásticos,
cada uno con su búsqueda, han ido mostrando, cado uno con su técnica y estilo que
nuestro arte está por encima de los conformistas, quienes fueron confinados a su trabajo,
a su club social y deportivo y a sus efímeras amantes.
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Las malas compañías

Luis Graterol, demostró tempranamente que estaba hecho para algo más y no solo
aprendió a dominar los pinceles, sino que también ha sido capaz de ejercer su derecho
a la palabra precisa, certera, en prosa y en verso, regalándonos varios poemarios, con
su musa inagotable. A uno que le cuesta, dentro de nuestro limitado vocabulario o léxico,
encontrar alguna imagen o frase mediamente inteligente, le asombra como Luis puede
retozar con la palabra, y sobre todo cuando cuenta y canta a su Cabimas natal.

Por allá, en Julio de 1981, la Galería de la E. A. P. “El Porvenir”, cuyo gerente para
la fecha, era nuestro amigo, el economista, Mario López Finol, realizó una exposición
denominada “Cabimas de siempre”, donde con apenas 21 años de edad, mostraba su
madurez pictórica y su apego a la ciudad. (se inserta la crónica periodística publicada en
Panorama, el 26 de julio de 1986).

Luis estuvo en los Estados Unidos, entre 1982 y 1986, como lo reseña su biografía.
Al regresar a Cabimas, le tocó asumir la gerencia de la agencia de La Entidad de Ahorro
y Préstamo “El Porvenir” (donde actualmente queda Banesco, frente al Centro Cívico de
Cabimas). Luis le siguió dando utilidad a la sala galería. Tuvimos la suerte de asistir a su
re-inauguración con la presencia de todos nuestros artistas plásticos, los jóvenes y los
más veteranos, incluida la presencia de Emerio Darío Lunar, Rafael Chirinos, Banco
Aparicio, Margarita Soto y todos nuestros dignos exponentes del arte en Petrolandia,
como nos llamaban antes.

Fue un llenazo, en el año 1987. Recuerdo que recibí la invitación por parte de
Yuleida Velásquez (Yula), joven pintora, quien me dijo: “Hay una invitación de parte de
Luis Graterol, quien fue compañero de estudios de mi hermana Yanetzi. ¿Puedes pasar
buscándonos?”. En efecto, puntualmente, pasé por ellas, en la carretera F, aquí en La
Misión.

Cuando llegamos al lugar, estaba repleto.

Entramos y saludamos a todos nuestros amigos, integrándonos rápidamente a la


actividad. Nos presentaron a Luis (hay una foto para la eternidad, junto con Yula y
Yanetzi). Luego de dos o tres exposiciones más, le perdimos la huella a Luis. Y

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posteriormente, nos enteramos que había ingresado a Lagoven (en ese interín creo que
hubo la fusión de las empresas de PDVSA).

En pleno paro petrolero, lo encontramos luchando junto a nuestro amigo y ex


compañero de estudios, el Ing. Mecánico Alexis Arellano Meléndez, con quien
compartimos militancia estudiantil (él desde la LS y yo desde PRV-RUPTURA). Ellos no
cayeron en el maremágnum y confusión colectiva que la mayoría de mis compañeros,
soñadores de izquierda en sus tiempos estudiantiles, la mayoría, quienes se dejaron
arrastrar por los jerarcas “meritocráticos”, y fueron arrastrados en las aventuras del golpe
de abril y el mortal golpe petrolero de 2002, provocando que personas, que en sus
tiempos de estudiantes (con quienes compartimos aulas en el Núcleo Cabimas, entre
1974 y 1980), eran indiferentes. Algunos fueron militantes de la izquierda, y los adecos y
copeyanos estaban de bajo perfil en esos tiempos.

Salvo contadas excepciones, a más del 95% de ellos, les dio por convertirse en
activistas del odio alentado contra el presidente Chávez. No vamos a contar detalles, pero
casi todos perdieron más de 20 años de carrera como ingenieros y técnicos de la
industria, porque se vieron compelidos por la jerarquía piramidal, que los llevó a sus
tragedias en una dolorosa caída.

Luis Graterol, Alexis Arellano, Alek Granda, Julio Gómez, Antonio Velásquez,
dentro del grupo de mis amigos, se quedaron y resistieron los embates de ese grupo de
gerentes que si bien perdieron sus empleos en esa vergonzosa rebelión, no es menos
cierto que huyeron la Norte, dejando a su suerte a más de 15.000 trabajadores, quienes,
más por presión que por convencimiento, se sumaron a ese paro.

En ese trayecto, con “Clase Media en positivo” encontramos a Alexis y a Luis


liderando gerencias, que contribuyeron al rescate de la industria petrolera. Luis nunca
perdió la vinculación con el arte y la literatura, y a pesar de sus limitaciones de tiempo,
regaló a la ciudad un espacio para el buen comer y compartir con el Restaurant “Neruda”
en el C. C. Borjas, que durante algunos años, fue un agradable espacio del arte culinario
cabimense.

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Las malas compañías

A la par, siguió escribiendo y pintando. No voy a enumerar los cargos


desempeñados por Luis Graterol en PDVSA, porque fueron muchos los desempeñados.
Lo que sí puedo resaltar es el apoyo que siempre nos brindó para nuestras permanentes
actividades en las áreas de la literatura y de la plástica.

En 1917, con motivo de los 90 años del nacimiento de Gabriel García Márquez, se
nos ocurrió la idea de hacer un libro colectivo, y me acompaño en el trabajo de armazón,
el escritor Arturo Pérez Arteaga, pues a pesar de querer involucrar al resto de los
compañeros, pasaron los meses, no se accionaba. Arturo fue el único que dijo: “vamos a
echarle”.

Comenzó la convocatoria, nacional e internacional, y al fin logramos involucrar en


lo plástico y en lo literario a 43 colaboradores, conocidos en nuestro tránsito de 40 años
por el mundo cultural. Finalmente, en mayo de 2017, estuvo lista, la edición digital con
210 páginas de contenido. El libro colectivo se llamó “Todos nuestros pueblos son
Macondo”.

Luis Graterol, fue uno de los principales colaboradores, con cinco relatos, sobre
cinco personajes, que más garciamarquianos, no podrían ser: El Bachaco, Lorenzo
Castillo (pirotécnico), El Doctor pingüino (Germán Duno), Maria Antonia (Salazar) y Ali,
el comunista, (Ali Borjas, quien termino su vida, ahorcado al lado de la plaza Bolívar).
Cinco cortos y maravillosos relatos, cada uno con la imagen de cada personaje.

Me permito compartir, por su brevedad, uno de los relatos:

“El bachaco

La mafia representada en alpargatas.


Tan flaco era el Bachaco que muchos, es decir, todos, lo llamaban el Bachaco.
El Bachaco andaba siempre callado, debajo de un sombrero de ala corta al que le habían
injertado una pluma de Zamuro, desbalanceado por el peso del revólver y rodeado de un
aura del humo del cigarrillo que nunca salía de su boca hasta no apagarse solo y con la
ceniza entera.
El Bachaco ganó mucho dinero y enemigos. Amaba con locura las alpargatas, el único
vestido que su pie calzó.
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Muchos siguieron al silencioso Bachaco en su vida trabajosa de hormiga. Muchos


odiaron al Bachaco. No se tienen cuenta de aquellos que lo amaron.
Todas sus casas, tuvo varias, representaban la imagen y la personalidad insectívora del
Bachaco: desgarbadas, oscuras y de corredores largos Y siniestros.
Un día, al Bachaco, aquel silencioso personaje lunar de cadavérica semblanza y cuerpo
de espagueti que tuvo mucho dinero, mujeres y enemigos; al mismo que amó las
alpargatas, y hablaba en monosílabos para no soltar el cigarrillo que siempre habitaba
entre sus dientes de oro, lo atravesó una daga misteriosa.” (Luis Graterol)

Recordamos con mucho cariño una de las últimas exposiciones, apoyando la


visita del amigo común al Cochabambino – Cabimense, Freddy Escobar Vega, en el año
2017, en el CS La Salina, donde participamos como poetas y músicos acompañantes, en
una inolvidable exposición, donde Luis corrió con todo el apoyo logístico y moral.
Tenemos la grabación de la conversación Transmitida por nuestra emisora Misión 94.3
FM, en la cual prescindimos de nuestro rol de moderadores, dejando que Fredy y Luis se
explayaran en una orientadora conversa, en la cual la poesía y la pintura, se mezclaron
perfectamente, confirmando lo que nos había dicho Aquiles Nazoa en su Credo: “Creo
en el arte como la vía hacia la vida perdurable”.

Luego de la hermosa inauguración, la velada no podía terminar en otro lugar sino


en el “Bebedero Quieto”, un espacio mágico que Luis Graterol, construyó con toda
intención de permitir ese lugar para el compartir con seres como nosotros, que nos damos
el tupé de buscarle la quinta pata al gato. En “El bebedero quieto”, solo tienes que pensar
en un tema musical y Luis lo tiene, y en muchas ocasiones en video. Tiene una gama de
bebidas espirituosas para complacer al paladar más exigente.

Cuando estás en “El bebedero quieto”, la vida es vida. La vida tiene sentido y uno
trata de prolongar la estadía para retardar el regreso a la realidad. Luis con toda su
paciencia, está allí para satisfacer tus deseos. Al salir, el anhelo de ´pronto regreso está
presente. Trataré de recordar quienes fueron los últimos que estuvimos allí: Dalimar
Medina, Laura Gamboa, Madia Lattanzio, Emilith Marin Datica, Celmig Márquez, Sarah
Espinoza, Fredy Escobar, Josefa Gutiérrez, Luis Chaparro, Emelina Piña, Rafael
Carballosa, Luis Graterol y este servidor.
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Hoy a la distancia, con los grupos algo dispersos, nos alegramos de formar parte
de esto. Del contacto con el arte, la literatura y la música. De pensar que podemos tener
en la vida más “Bebederos quietos”. De quedarnos instalados, validando los sueños, el
buen vivir y el ser felices que haber nacido o vivido en esta tierra. Fue Cabimas donde
nos tocó vivir y conocer a toda esta gente, nos hace pensar que de nacer de nuevo,
repetiríamos lo hecho.

Hoy Luis Graterol, no está en Venezuela, está en la “Isla del encanto” Puerto Rico,
y algunas pasantías por el Norte (Tampa, San Petersburgo), en casa de una de sus hijas,
desde la cual tenemos contacto permanente y pendientes de lo que sucede en nuestra
patria chica y grande.

Pensando en cómo hacer para que el país que pensamos sea el mismo que
habitamos.

La vida continúa y la seguimos construyendo dentro de las dificultades, pero


¿quién dijo que vivir con dignidad era fácil?

Hemos hecho lo posible para transitarla. Luis ya traspasó la barrera de los 60 años,
y sigue tan joven como cuando llegó con 15 años apenas a la Escuela de Artes Plásticas
“Pedro Oporto”, buscando como aprender para darse por completo a la vida que
empezaba a forjar.

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Marcelo Bermúdez

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Marcelo Bermúdez

“Es linda la madrugada


Cuando este gallo ha cantado”
(Ali Primera, El gallo pinto)

Marcelo Bermúdez, nació en Puerto Cumarebo, estado Falcón, hace más de seis
décadas. Muy joven se vino a Cabimas, y fue criado en el seno de la familia Vargas
Bermúdez, en el sector Gas Plant, por lo cual sus influencias musicales fueron muy
marcadas, primo hermano de Carlos “Condorito”, Wilmer, Fidel (Filo), Heberto Vargas,
recibió marcada formación musical. Aunado a eso, en el período que Enrique Hidalgo
trabajó en el CUNIC (1975-1977), anduvo de farras con Wilmer Vargas. En los ya lejanos
años 70, fue integrante de Los Astros del Zulia, quienes en 1973, grabaron su primer LP,
en disco de 33 1/3 RPM, un disco llamado “Hacia el Centro Cívico”, cuya carátula fue
diseñada por Fidel Vargas. El director era Juan Vargas. Cuatro: Heberto Vargas y
Oswaldo “Cogote” López. Bajo: el inolvidable Juan Brito. Furros: Wilmer Vargas, Lido
Nava, Eugenio Soto y Marcelo Bermúdez. Tamboras: Fidel Vargas y Freddy Vargas.
Charrasca: Argenis Ramírez “Remendao”. Solistas: Eudo Araujo, Douglas Carmona,
Rafael Sánchez y José Salazar. Coros: Castor Bermúdez, Alejando Castro y Adolfo
Calles. La mayoría de los temas compuestos por Douglas Carmona. Ese fue el inicio de
Marcelo en materia de arte musical.

Nos cuenta Marcelo, que dada su crianza en las cercanías de los campos
Hollywood y Las Cúpulas, su rostro tenia marcado la cerca del alambre ciclón que
separaba a las población que disfrutaba dentro del auge petrolero, y quienes sobrevivían
en la marginalidad, en las afueras, en los llamados cinturones de miseria. Aun así, como
decía Ali Primera: “se puede matar al hombre, pero no matar la forma en que se alegraba
su alma, cuando jugaba a ser libre”.

Yo lo conocí, cuando participó en uno de los primeros salones Lagoven, por allá
por 1980, creo que el primero y ocupó el tercer lugar en el renglón de arte ingenuo o

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popular (no académico), con un cuadro llamado “El fogón de mi abuela”, donde aparecía,
el brasero, las tres topias, la ollita del café y el colador.

Luego, se dedicó más al arte académico, renunciando al arte ”naif”. Recuerdo que
la Dra. Flor Romero, al ver su nuevo estilo, me comentó: “me gustaban más sus primeras
obras”. De todas maneras, Marcelo siguió creciendo y pintando.

Pero también tenía otra característica, que lo hizo popular, primeramente: fue
titiritero, construía sus propios muñecos y les daba vida. Muy diestro en el arte. El más
conocido, que aun vive es “Firulón”, inspirado en la figura de nuestro desaparecido amigo,
Elio Acosta Camargo, ya fallecido y amigo de nuestra primera juventud. Era vecino de El
recién creado Barrio El Golfito (de gloriosa gesta), y vivía al fondo de la actual escuela
del barrio. También creo a Firulina (su novia títere), Cafeteroide (hecho de una cafetera
de aluminio), y muchos otros. Realizó dos que recuerdo, en homenaje: uno al gran Simón
Díaz, y otros al común amigo Alexis Ochoa, también vecino de El Golfito. Por cierto, se
podría decir que El Golfito cobijó a grandes artistas, el mismo Marcelo, Fredy Escobar
Vega, Mercedes Rey, Mario Arias, Edison Díaz, en una de sus audaces operaciones
amorosas, vivió un corto tiempo allí.

En esos años ochenta, cuando Marcelo era militante de Acción Democrática, llego
a ser director del Modulo de Servicio, creación del gobierno adeco, en Gas Plant.
Recuerdo que allí presentamos una obra de Aquiles Nazoa, en 1985, llamada “Oh
Joseph!”, que dirigió este servidor, y con un elenco conformado por Yamelis Ferrer, Lina
Nava “La Ruca”, Freddy González, Mirna Bossio y Willis Chirinos (quien a su vez realizó
el corto metraje que ilustra la pequeña historia que cuenta Aquiles dentro de la obra
cuando la pareja protagónica va al cine. Es de hacer notar que los papeles actorales
fueron realizados por las chicas: Lina Nava (como el ladrón Joseph), Yamelis Ferrer,
como la muchacha del apartamento y Mirna Bossio (como el inspector de policía). Freddy
González, en el apoyo logístico y iluminación, y yo como director general, fotógrafo y
chófer.

Marcelo Bermúdez, se mantuvo por algunos años, allí hasta que ingreso al IUTC,
en el cargo de promotor cultural, llegando hasta director de Cultura, hasta su jubilación.

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En el año 1994, la Secretaría de Cultura del estado Zulia, y su director José


Quintero Weir, nos propone la creación del Consejo Local Ateneo Ambrosio, el cual
presidí y Marcelo, junto con Aldemaro Fonseca y Aracelis Bracho, estuvimos al frente de
la institución durante unos tres años. Marcelo, obviamente, fue de gran apoyo en la
vinculación con la comunidad de la parroquia Ambrosio.

Durante todo ese tiempo se dedicó a recorrer, la ciudad, respondiendo a


invitaciones de las escuelas y comunidades como titiritero. Una cosa en la que siempre
hemos querido ayudar Marcelo, es en la única falla (a nuestro particular entender) de
éste, es que le faltan buenos libretos para darle mejor calidad a sus presentaciones, pero
ello no menoscaba su trayectoria de más de cuarenta años dentro de la actividad,
codeándose con los grandes titiriteros y marioneteros del país, a quienes hemos conocido
a lo largo y ancho de nuestro devenir. De hecho, en 1996, en la gestión de Franklin Duno
Petit, en el naciente municipio Simón Bolívar, somos llamados a colaborar, gracias
precisamente a Marcelo, quien siempre apoyó a Franklin cuando era candidato y a su
esposa Judith.

Fuimos armando la Coordinación de Cultura, que dirigía nuestro amigo Edison


Jiménez, pero a decir verdad, fuimos Marcelo y yo, quienes le dimos cuerpo, a ese ente,
comenzando con una exposición pictórica, conmemorativa del Primer aniversario de la
creación del Municipio “Simón Bolívar”, denominada “Renacer de Bolívar”, con la
participación de seis artistas maracuchos (Luis Cuevas, Nerio Quintero, Omar Patiño,
Edgar Queipo, Henry Bemúdez y Rosales) y seis cabimenses (Rafael Chirinos, Blanco
Aparicio, Alexis Ochoa (quien diseñó el afiche), Miguel Leal, Margarita Soto y el propio
Marcelo). Por cierto, eso provocó, dadas las limitaciones y otras cosas que no vienen al
caso, que nuestro querido y fraterno amigo, Oscar Farías, nos quitara el habla, durante
muchos años. Afortunadamente, como diría Maiakoski: “por mi parte el incidente está
cerrado” y hoy día Oscar y Susana siguen siendo nuestros amigos. (muchos decían que
somos muy poquitos, para andar cayéndonos a verga).

Antes habíamos conmemorado un homenaje a los once años de la desaparición


física de Ali Primera, en el Club Altamira, con la presencia de José Luis Bermúdez y otros
cantores.
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Las malas compañías

Durante ese año, realizamos el Primer encuentro Nacional de Títeres, con la


participación de: Wolfgang González, El hombre del traje amarillo (Alexis, ya fallecido),
Arepa y cacao, Mambrú. Asistieron titiriteros de Mérida, Trujillo, Lara, Falcón y Aragua.
Luego, apareció en escena Modesto Horias (quien asumiría al año siguiente la
coordinación), con un homenaje a Antonio Piña “Piñita”, donde entre otros contamos con
la participación del gran Tino Rodríguez, Hermandad Tambor y Costa, Teresita Jiménez,
Jaime Indriago y los hermanos Bermúdez.

Ese año se planificó muchas actividades incluidas de teatro y el 12 de octubre de


1996, se estrenó la obra: “Homenaje a los indios muertos” dirigida por Robinson Mavares,
con actores del Municipio como producto de un taller dictado por Robinson y su equipo y
actores ya curtidos de Cabimas.

Llegada la época decembrina, la primer dama Judith de Duno, le encargó a


Marcelo la elaboración de algunas imágenes de Santa Claus, cosa que no fue de nuestro
agrado, y provocó roces con la primera dama, quien mostró disgusto y mandó a despedir
a Marcelo. En la colada caí yo, quien no tenía nada que ver, pero como llegamos juntos,
“nos iríamos juntos”, según Judith.

Modesto Horias, argumentó, que como nuevo coordinador, nos necesitaba y tras
una larga discusión, el alcalde decidió que regresáramos. Marcelo, se negó. Yo al
principio, dije que me iba, pero me puse a pensar, que si lo hacía, iba a pasar por allí
“como brisa fugaz”, sin dejar huella, o lo peor con la sensación de fracaso. Y decidí
quedarme para demostrar de lo que uno era capaz.

A Marcelo no hubo manera de convencerlo. Y no volvió.

Entrado 1997, se planteó realizar un encuentro de artesanos con los estados


Trujillo, Falcón y Zulia, con unos veinte artesanos. Esa propuesta fue hecha por “El
Apache” José Sánchez, quien era vecino de Taparito. Este servidor visualizó y con unos
viáticos que me dieron para ir a Borojó, mientras estaba en el baño, leyendo “El Nacional”,
con la noticia de un encuentro nacional en las Ferias de San Sebastián, decidí girar el
rumbo y me arranqué a San Cristóbal. Cuando regresé había hecho contactos con 12
estados. El alcalde Franklin Duno, afirmó: “¿quién dijo miedo”? vamos a echarle bolas”.

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Las malas compañías

Allí comenzó nuestra mejor etapa en ese municipio, durante dos gloriosos años. Eso es
otra historia.

Pero volviendo a Marcelo Bermúdez, también aprendió a tocar guitarra y cantar.


Además de sus títeres y su pintura. No perdimos vinculación. Se negó a participar en el
exitoso “2do. Encuentro nacional de titiritetos”, pero no dejó de trabajar en el IUTC y en
el taller montado en su casa de la calle “Bernardo Bracho” de El Golfito.

Con la llegada Chávez a Miraflores en 1999, yo decido que mi etapa en “Simón


Bolívar” debe terminar y quedo sin empleo durante 18 años, hasta que ingresé a la
alcaldía Bolivariana de Cabimas, en la Sub Dirección de Cultura.

Desde el año 2001, en que regreso a Cabimas, decidí que no podía desmayar y
monté una oficina en mi casa, haciendo todo tipo de trabajos, entre ellos, el diseño
gráfico. Cada vez que Marcelo Bermúdez, ha emprendido un proyecto de exposición
colectiva o individual, me ha hecho el honor, que yo sea quien le redacte la apología de
sus catálogos, incluidas las realizadas en Cabimas (La Salina y El Menito), Maracaibo,
Puerto Cabello y Falcón, en unos hermosos catálogos que hemos redactado en lo
literario. Además en la elaboración de los mismos, en la parte de diseño, Marcelo, da la
idea y yo coloco el manejo de los programas de diseño. He tenido esa suerte.

Marcelo se ha superado en cuanto a lo académico, es así como a través de la


Misión Sucre, logra su licenciatura como promotor cultural en la Misión Cultura. En mi
caso, nunca me inscribí, porque uno piensa que todos esos años dentro de la actividad
cultural, deben permitir eso que se llama la “acreditación de saberes”.

Otra faceta de Marcelo ha sido la de poeta, con un estilo sencillo y fresco, evocador
de las cosas cotidianas, que están siempre allí, pero que muchos no alcanzan a plasmar.

La temática de Marcelo en la pintura, está soportado actualmente en temas


insoslayables, por los pintores de nuestra ciudad, el petróleo, y en su caso, los gallos
como fuente para plasmar cualquier inquietud o planteamiento.

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Las malas compañías

Como buen artista plástico, la escultura y el muralismo también han sido tocados
por su arte. Tiene esculturas de busto del maestro Prieto Figueroa, y otras figuras de la
ciudad y patrias.

En estos tiempos, Marcelo, sigue explorando y como cualquier ser insatisfecho,


piensa, para usar el lugar común, “que su mejor obra está por venir”.

He allí la grandeza del arte que obliga a reinventarse y hacer nuevas propuestas
que sigan dándole el lugar que ocupa dentro de nuestro quehacer cultural.

Marcelo, es además, Patrimonio cultural de la ciudad, en reconocimiento a sus


casi 50 años en el ambiente musical y pictórico de esta tierra de Gracia.

Ha abrazado la fe cristiana y en sus conversaciones, como todo evangélico trata


de convencer a todos para que nos escapemos de las llamas del infierno. Yo solo le digo:
“usted con su fe y yo con mi descreímiento”. Usted es artista y por si fuera poco, es mi
amigo. No habrá Dios que acabe con esa amistad.

Marcelo Bermúdez, continua con su arte, aunque ya sus gallos no peleen porque
ofenden a Dios.

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Las malas compañías

Miguel Leal

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Las malas compañías

Miguel Leal

Para cualquier artista digno del nombre,


todo lo que hay en la naturaleza es bello,
porque sus ojos, aceptando intrépidamente toda verdad exterior,
leen allí, como en un libro abierto,
toda la verdad interior.
Auguste Rodin

Miguel Leal, “Miguelón” es uno de nuestros grandes artistas plásticos (escultor,


pintor, promotor cultural), nacido en 1959, en Cabimas.

Lo conocimos al lado de su hermano Luis Leal (fallecido tempranamente) hace


unos tres años. Ambos fueron fundadores junto con Wilmer Medina, Elvis y Nordan
Salazar, Ramón Chirinos (el bueno) y otros jóvenes inquietos, de la Casa de la Cultura
“Armando Reveron” de Nueva Cabimas, una de las importantes organizaciones
populares que en 1978, en medio del huracán desatado por el Movimiento de los Poderes
Creadores del Pueblo “Aquiles Nazoa”, quien había fallecido en un accidente
automovilístico en la Autopista regional del Centro, y que cumpliría 100 años, este 20 de
mayo de 2020.

Luis Leal se destacaba como declamador y Miguel ya era alumno de la Escuela


de Artes Plásticas “Pedro Oporto”, así que combinando sus estudios y la actividad de
animación cultural emprendida para dar o facilitar los niveles de conciencia en un sistema
cuartorepublicano, donde el modelo bipartidista, ya lucía agotado, y donde la respuesta
ante las exigencias del pueblo, era la represión.

Precisamente, en diciembre de 1978, el bipartidismo funciona y gana las


elecciones el Dr. Luis Herrera Campins, periodista y abogado, quien percibe que el
MPCPAN, es una amenaza real para su sistema de gobierno, pues así como en Cabimas,
salen desde todos los rincones, 34 agrupaciones culturales, en el resto del país no era
diferente, e inventa el Plan Sebucán, para “apoyar” a la cultura. Muchos de nuestros
activistas fueron captados con cargos y algunas prebendas que asestaron un rudo golpe
al Movimiento.

Sin embargo, muchos resistimos, dentro de los cuales, la gente de la casa de la


Cultura de Nueva Cabimas, siguió activando y realizando actividades de formación en
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Las malas compañías

alfabetización, pintura, danzas, teatro, cursos de formación artesanal, logrando construir


una sede bien equipada, contra todo evento.

Miguel Leal, siguió alternando sus actividades en su crecimiento como artista


plástico, con la ventaja de estar rodeado por una gran generación de jóvenes pintores y
escultores, además de la calidad de sus formadores.

Físicamente, Miguel a pesar de no poseer una gran estatura, tampoco es pequeño,


era llamado por sus amigos y allegados “Cuero prestado”, dada su gran fortaleza física.
Una vez contraído matrimonio con su novia de siempre, Miguel se instala en una pequeña
casa que fue ampliando en la medida de sus posibilidades, al lado de la casa, preparo su
“estudio” o “taller” donde tenía un techo de zinc, muy bajito, y el calor era abrasador, así
pintaba y esculpía, primero en marmolina o yeso, y luego abordando materiales de
desecho férricos.

No utilizaba pincel, sino aerógrafo, pero no el lápiz de aerógrafo, sino la pistola de


los pintores de vehículos, con compresor, tomaba la pistola y la ajustaba según el efecto
que deseaba causar en sus telas, y como una plumita lo tomaba y sus obras adquirían la
finura y precisión deseada. No todos los pintores tienen el físico para lograr esto.

Compartimos muchas tardes y noches de bohemia, como con todos, de las cuales
salen miles de historias, algunas divertidas, otras trágicómicas, en fin, la vida misma.

En lo laboral, Miguel trabajó en la Universidad Polítécnica Territorial del Zulia,


(UPTZ), como director de Cultura de la institución, antiguamente CUNIC, luego IUTC,
hemos colaborado en el montaje de muchas exposiciones colectivas en la Institución,
entre ellas, con el Consejo Local Ateneo Ambrosio, desde el 95 hasta el 98, y en todas
Miguel y el resto de los artistas estuvieron presentes.

Cuando laboramos en la Coordinación de Cultura de la Alcaldía de Simón Bolívar,


junto con Marcelo Bermúdez y luego con Modesto Horias, siempre contamos con
suayuda consecuente.

En 1995, a mi hermano Otto Samuel, se le ocurrió la idea de establecer un premio


comercial, en Cabimas, al que este servidor le dio el nombre “Estímulo”. Le sugerí que

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Las malas compañías

se entregara una escultura en yeso, a los ganadores, y que contratará a Miguel para su
diseño y elaboración. Eso le daba prestancia al galardón, en el cual participaron
personeros y comercios locales.

Anteriormente, en 1994, habíamos emprendido la aventura de la “Ruta


Bolivariana”, que ideó Wilfredo Barrios y en la cual participamos como cuarteto promotor,
Aldemaro Fonseca y este servidor. En la crónica dedicada a Aldemaro, contamos parte
de la aventura, pero puedo agregar que nos dividimos, para ir a Santa Marta, en dos
parejas: Wilfredo y Aldemaro, dado el hecho, y justo es decirlo, la proverbial lentitud de
Aldemaro se hizo presente, y se le encargó el diseño del catálogo, desde agosto de ese
año, y apenas el 10 de diciembre todavía andaba en esa. Es de mencionar que todavía
el diseño por Corel Draw o Photoshop, no estaba popularizado y por ello, el 13 de
diciembre, Miguelón y yo, salimos para Santa Marta, con 16 obras en formato de 1,50 x
1,60, o similares, ya montadas. un amigo de Miguel nos llevó hasta Paraguachón. Desde
allí, nos montamos, cargando, las 16 obras, nuestro equipaje, en una van, hasta Maicao,
luego, al llegar a la terminal, había que tomar otra con destino a Santa Marta. En Maicao,
me quedé con las obras, mientras Miguel buscaba transporte, y una camioneta que nos
llevará hasta el lugar de salida. A los quince minutos, Miguel, me dice: “no me atrevo a
caminar por estas calles, solo, mejor vais vos”. Yo también salí nervioso, por la fama del
lugar. Caminé unas cuatro o cinco, cuadras, compré los pasajes y contraté una Pick up,
hasta la terminal, y a las 2:30 aproximadamente, salimos para Santa Marta, luego de
acomodar los cuadros, el viaje fue relativamente cómodo y las siete y media estábamos
llegando al Hotel Santa Mar, donde sería la exposición, que comenzó el 16 de diciembre.
Dejamos los cuadros, para hacer el montaje en un salón muy amplio, pero con pocas
comodidades para el montaje.

Al día siguiente, nos dedicamos a promover el evento en las emisoras de radio y


los periódicos locales. En la noche, del 14 asistimos a una exposición, del pintor samario
Angel Almenares, realizada en una pequeña galería que poseía en su negocio de
marquetería y vidriería. Allí compartimos con poetas, músicos y pintores de la ciudad, los
invitamos a la muestra, y nos ubicamos en nuestro ambiente.

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Las malas compañías

Yo vislumbré, inmediatamente, que Angel podría ser la salvación para regresar a


Cabimas, como en efecto narramos en el capítulo Aldemaro. En efecto, el 16 de diciembre
con un pequeño brindis de pasapalos y algo de licor, inauguramos la muestra “La Ruta
Bolivariana” que como su nombre lo indica retrataba a Bolívar en varios pasajes de su
vida. Asistió muy poca gente, unas 30 personas, pues la expectativas creadas por la
mente febril de Wilfredo Barrios, quien nos aseguraba, que a la conmemoración de los
134 años del fallecimiento de El Libertador, asistían los presidentes de los seis países
liberados por nuestro máximo héroe.

Tremendo culazo. Eso nunca ocurría y salvo en una o dos oportunidades se había
hecho efectiva esa asistencia. De hecho, el presidente Dr. Rafael Caldera, había sido
invitado, por intermediación de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, en Caracas. El día
12 de diciembre, como las diez de la mañana, recibí una llamada de la Secretaría de la
Presidencia de la República, donde su edecán, se disculpaba, pues por motivos de tener
su agenda ocupada, este no asistiría. Sin embargo, quedaron a nuestras órdenes. De
hecho, al año siguiente, el CONAC, nos repondría un dinero, cuarenta mil bolívares que
Aldemaro Fonseca, había colocado de sus bolsillos para la elaboración mediante foto
copias de 100 dípticos del catálogo. De hecho el cheque fue por la cantidad de Bs.
170.000. Los recibió este servidor, un 15 de diciembre de 1995, a última hora y poniendo
mucha presión por parte de Wilfredo, a las 4:30 pm. Al cierre anual del CONAC. Salimos
de allí con el dinero, pero en cheque.

Si mal no recuerdo, Wilfredo “la movió” en el restaurant del hotel donde nos
hospedamos, pagamos el consumo, y nos dieron unos 155 mil en efectivo. Le dimos
50.000 a Aldemaro. Wilfredo, Miguel y yo, recibimos partes, iguales descontando, los
pasajes y gastos. Miguel recibió unos 30.000.

Volviendo a Santa Marta, Sarita Abello, la directora del Museo Bolivariano, en la


Quinta San Pedro Alejandrino, nos recibía muy amablemente, y de hecho nos acompañó
en la inauguración y clausura de la exposición.

Otro hecho a resaltar es que el comandante Chávez, nos invitó en la conversación


en el Hotel “Parma”, dado el hecho que le gustó el concepto de la exposición, a que lo

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Las malas compañías

acompañáramos al Perú, al año siguiente en la ”Ruta Bolivariana”, capítulo Lima. La falta


de visión de Wilfredo, justo es decirlo, echó al traste la invitación, pues le aconsejó a
Miguel que no nos mezcláramos mucho en la política. “Miguelón” le hizo caso y nos
desmontamos.

Es de hacer notar también que el financiamiento del viaje fue por gestiones con el
concejal adeco, Ramón Chirinos, quien nos consiguió 90.000 bolívares, que yo, como
administrador estiré al máximo, para pago de la galería, pasajes, comida y hospedaje,
con el cambio de 4.50 pesos por bolívar.

La “Ruta Bolivariana” fue retomada por Reynaldo Colina, promotor cultural, quien
lo hacía ya de manera, como “marchant”, promoviendo al artista y pagando el 50% al
artista por la venta de su obra, en 1996, viajan Miguel Leal, Mercedes Rey y Giovanny
Faneitte a Cochabamba, Bolivia, con el apoyo de nuestro hermano, Fredy Escobar Vega.
Para ese momento, yo era promotor Cultural en la alcaldía de Simón Bolívar.

Luego, “Miguelón” tuvo algunos problemas de salud, con su diabetes, con lo cual
perdió algo de peso, pero no de espíritu, y comenzó a trabajar, a la par de la pintura, la
escultura en materiales férricos. Con lo cual ha realizado una obra monumental y
asombrosa. Quienes lo conocen, no entienden como se puede lograr tanta estética con
materiales tan poco dúctiles y maleables.

Pero allí están: Simón Bolívar, Chávez, San Benito, Don Quijote de La Mancha y
otros referentes dando fe de que se puede hacer grandes cosas cuando la creatividad, el
empeño, la dedicación, sin mirar el reloj, sea lunes o domingo y la hora que sea.

Miguel Leal, tiene varios años con su taller, en el patio trasero de su alma mater,
la Escuela de Artes Plásticas “Pedro Oporto” en plena construcción. Solo lamentamos
que cuando el Centro “La Estancia” que manejaba la esposa de Rafael Ramírez, cuando
era el Zar de Pdvsa, Beatriz Samso, con chequera libre y sin control, no le encargara una
escultura a “Miguelón”, quien ya la tenía lista, para la reinauguración del Monumento al
Trabajador Petrolero, ubicado en la avenida Intercomunal y prefirió colocar una pequeña
y plana donde dos trabajadores mueven unas válvulas. La obra en su momento “costo”
67 millones de bolívares y uno no sabe dónde se gastaron.

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Las malas compañías

Dicho esto, Miguel sigue haciendo lo que sabe, y cada vez que lo necesitamos,
haya dinero de por medio o no, siempre podemos contar con él.

Se pueden contar muchas cosas más, pero esto ya tiene seis cuartillas.

Miguel Leal, goza del respeto y admiración de todos nosotros. Hace años, luego
de su enfermedad que puso en peligro su vida, decidió dejar la bebida y abrazó la religión
como fuente espiritual.

Disfruta del amor de su esposa y de sus hijos. Más no se puede pedir.

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Las malas compañías

Miguel Ordóñez

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Las malas compañías

Miguel Ordóñez, el poeta sencillo, ha partido con su vuelo de petacas

Creo en la sabiduría
del pueblo y en su cantar
y creo que va a lograr
su redención algún día
yo creo en la fantasía
de crear un mundo mejor
en Jesús, El Salvador
y no creo en el infierno
como no creo en gobiernos
de fariseos y pretor.

(El credo, Miguel Ordóñez)

Nacido el 01 de noviembre de 1953, en el sector La Salina, Sector 18 de Octubre,


en Maracaibo, Miguel Alejandro Ordoñez Rivero, con el paso del tiempo se convirtió en
una de las mejores plumas de la gaita zuliana. Esa zona ha sido cuna de grandes
gaiteros, o por lo menos allí se desarrolló gran parte del movimiento gaitero desde los
años 60. Por allí estuvieron los hermanos Bravo González (Chucho el de Los
Compadres), los Mora (Gladys Vera entre ellos), Justo Montenegro, Cheo Beceira, Mario
Isea, Alexander Villalobos y otros de gran renombre.

En consecuencia, y con esa compañía y teniendo cualidades para la música y


talento para la composición, el camino fue más fácil de emprender para Miguel, quien
junto con los demás, constituyeron grupos infantiles, en la época en que las cerveceras
fomentaron los primeros concursos y festivales gaiteros, en las barriadas de Maracaibo.
Debutó, profesionalmente, por decirlo así, como furrero de la agrupación de Los Sabrosos
de Wolfgang Larreal.

Desde esos tiempos y en su largo transitar se ha desempeñado como compositor,


articulista, cantante, cuatrista, locutor, furrero, director, biógrafo, narrador y docente.
Temas gaiteros como: Los botelleros, Las petacas (ganadora del Festival “Una gaita para
el Zulia 1986), Canturreando, Briñez y Cano, Vivencia saladillera, Roñoquero, La Salina,
Patria herida, Canta cantor, Apocalipsis, Rubén el campanero, Boulevard (gaita del año
1980), Santa Rosa, El Credo, El regreso de la piragua (gaita del año en el Festival Una
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Las malas compañías

gaita para el Zulia 2015), entre muchos temas que ya son clásicos de la música zuliana.
Muchos de ellos galardonados en diversos festivales.

Como estas crónicas se basan en mis vivencias y cercanía con los cultores, en los
diferentes ámbitos del quehacer artístico, les diremos que lo conocimos, en medio de la
efervescencia generada por el Movimiento de los Poderes Creadores del Pueblo “Aquiles
Nazoa”, y su militancia con el movimiento político RUPTURA, a finales de los años 70.
En un acto realizado por los CUP que lideraban Luis Cipriano Rodríguez y el cantor Ali
Primera, descubrimos además la maravillosa voz de su esposa para entonces, Marline
Fuenmayor, acompañada por el grupo musical que en esos tiempos se incorporó al
movimiento de la Canción Solidaria.

Antes, había pertenecido a un grupo militante, de RUPTURA, llamado Urupagua,


con Temas de esperanza y militancia, de música venezolana y latinoamericana, junto
con Antonio “Toño” Cepeda, Edgar Petit. La memoria, espero me la refresquen, no ubica
al otro compañero del grupo.

Miguel y Marline, fueron apoyados por el Sello “Cigarrón” que Ali Primera, fomentó
para apoyar a cultores de varias regiones del país, como María Rodríguez, Don Pio
Alvarado, Lilia Vera, Gloria Martin, para visualizar el canto que no contaba con la red de
distribución comercial, pero con el boom y la fuerza de Ali Primera (que era un gran
vendedor de discos, a pesar de no sonar mucho en la radio por las letras de sus
canciones), sin embargo, el sello Promus se encargaba de la distribución. Los temas que
interpretaba Marline, eran todas composiciones de Miguel Ordónez, a la par que
colaboraba con diversas agrupaciones, entre ellas los Zagales del padre Vilchez,
(recordamos que en 1982, mi hermano Héctor Querales, que participó con ellos en esa
temporada le grabó “Tertulia divina”, reunión imaginaria de las vírgenes venezolanas, la
Coromoto, la del Valle, la divina Pastora y por supuesto, la Chinita) “se quitaron las
coronas, para hablar libremente, de nuestro pueblo y su gente, con Chinquita de
anfitriona”.

En 1980, graba uno de sus grandes impactos: “Canturreando” en la voz de Lula


López, con Rincón Morales, y no fue gaita del año, porque se le atravesó otra del propio

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Las malas compañías

Miguel, “Boulevard” con Hermandad Gaitera, en la voz de Hermilo Suárez, pero


podríamos decir que tuvo primero y segundo lugar, aunque hay que reconocer que en
esa temporada hubo magníficos temas, por ejemplo: Amanecer zuliano, una gaita de
Bernardo Bracho, en la voz de Cecilia Todd con el Barrio Obrero de Cabimas, “Maracaibo,
pueblo esperanzado” de Ricardo Portillo, en la voz de Pedro Rosell y las Estrellas del
Zulia; Santanita con “Anhelo” de Neguito Borjas, en la voz de Gladys Vera, “Aquel zuliano”
de Renato Aguirre, con Ricardo Cepeda, clásico de clásicos, que se vio arropada por el
magnífico doble álbum de la Universidad de la gaita, que pegó: ”El marciano”, “La
pirámide”, “Prenda de un pueblo”, “Dulce mentira”, “Gaita antañona”, “Mi cacharro y yo”,
“Viva la Universidad”, “Que viva la democracia!, “Quien mató a Lola”, solo para nombrar
a estos.

Otros de ese año: “El hidroavión” y “cuando yo me muera” con Nelson Martínez;
“Soy zuliano” de Neguito, con Ender y Neguito; “Lo le Lo laila” y “las taritas” con Los
Cardenales del éxito. Mostramos solo estas para dar una idea de lo que era la
competencia en esos tiempos cuando la gaita atravesaba su mejor momento.

Para 1982, nos encontramos en torno a Ali Primera, y el 13 de marzo de 1982, nos
tocó organizar, junto con Miguel Ordóñez, Efraín Bruges, Galo Pérez, Julián Vizcaino,
Teorgido Rincón, Lusbi Portillo, Douglas Querales y otros compañeros la “Canción
solidaria con la Costa Oriental del lago” con la presencia de Ali Primera, y el
acompañamiento solidario de Herman Laguna, Bernardo Bracho, Antonio Acosta
Márquez, el grupo América, Los hermanos Bermúdez, Venezuela canta así, Quinta
Expresión, Miguel y Marline, Pilar Luengo, Danzas Rancho Alegre, Danzas del IMCBA,
Chimbángueles de Ambrosio de Ramón Ochoa, ante cuatro mil personas que plenaron
el estado Municipal de Cabimas a pesar de la huelga de transporte público que esos días
se desarrollaba en la ciudad. Cuando discutíamos sobre quienes iban a animar el acto,
para nosotros ya era costumbre que lo hiciera Leonardo Núñez (estudiante de Derecho
para la fecha), quien había acompañado a “Tabla Insurgente” en todos sus eventos, la
cual fue aceptada. Miguel propuso a un joven locutor que ya venía haciendo un gran
trabajo, un muchacho de 20 años, llamado, Ramón Soto Urdaneta, en realidad, no lo
conocíamos para el momento, pero viniendo de Miguel Ordóñez, ya dábamos por

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descontado que era un animador de calidad, como en los años venideros se evidenciaría.
El otro animador, fue mi hermano Douglas. Así que todo estuvo preparado para esa
noche inolvidable. Otra invitada especial, fue Josefina Leal de Molero.

Luego nos encontramos en la organización de la “Canción bolivariana” para


celebrar los 200 años del natalicio de El Libertador, en julio de 1983, en varios eventos
preparatorios, culminando el 21 de julio en el estado “Luis Aparicio, el Grande” de
Maracaibo, ante una gran asistencia, y con la participación de cantores internacionales,
además de los siempre acompañantes. Destacaron: Angel e Isabel Parra, hijos de la gran
Violeta Parra, Manuel Capella (Uruguay), unos compañeros de Ecuador, Armando
Tejada Gómez (co autor de Canción con todos), sumados al “Gordo” Páez, Daisy
Gutiérrez de Cumaná y otros grandes cultores.

Para 1982, ya hemos mencionado que tuvo varios temas con Los Zagales del
padre Vilchez, y uno que me gusta mucho, que se llama “La otra cara”: “La gente piensa
que soy / todo un señor personaje /vestido de fino traje/ con guantes y de leontina/ que a
pie no va ni a la esquina/ y que canta cual tenor/ yo soy un compositor/ que alegre canta
en la ruina”, cantada por Jesús “Chuchi” Bermúdez, un autoretrato del poeta sencillo,
como todos los conocemos.

Pero en el año 1983, en el 25° aniversario del “Coloso de cantares” Rincón


Morales, en la preciosa voz de Fulvia Padrón, “Patria herida”, en la cual a 10 años del 04
de febrero de 1992, premonitoriamente decía “Quien quita vuelva un Simón/ a llenarla de
quereres/ pero patria no te desesperes/ que habrá nuevas luchas/ y nueva redención”.
Una de sus mejores gaitas a mi entender, por la calidad de su letra, la interpretación de
Fulvia, el carácter histórico y el retrato de un país en plena crisis cuartorepublicana.

En esos años grabó con El Saladillo temas saladilleros: “Vivencia saladillera”,


(1982), Briñez y Cano” (1983) en la voz de Miguel Angel Finol con El Saladillo de RQ.
Remata con “Roñoquero” en 1985 con Los gaiteros del viejo Victor.

Entre eventos y eventos, nos volvimos a tropezar, en el Círculo Militar de


Maracaibo, para el II festival “Una gaita para el Zulia”, donde acudimos junto con Douglas
Querales y Willis Chirinos, para darle nuestro apoyo a la que considerábamos la mejor

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Las malas compañías

gaita de ese festival, aunque reconociendo la calidad de todas y cada una de las
participantes. “Gavilanes y Pastora” del Dr. Rafael Molina Vilchez, “Zulia Mia” de Ana
Delia González, “La preciosa” de Willian Nava, “Pueblos Ilustres” de José “Bambaito”
Guzmán, “Al Zulia doy” de Nelson Romero, “Que viva la idiosincracia” de Yolik Oquedo
Mora, “Un mensaje de hermandad” de Hermes Chacín, “Mi vieja plaza Baralt” de Jesús
Bravo González y “El buhonero” del Dr. Victor Hugo Márquez.

Todo listo, el Circulo Militar repleto, transmisión por RCTV, animación de Juan
Carlos Morcuende y Neyla Moronta, el jurado integrado por: Abdenago Borjas, Pbro. Luis
Guillermo Vílchez, Firmo Segundo Rincón y Rafael Rincón González. Había una votación,
un porcentaje que se le destinaba al público, que salía en unos cupones en los diarios
Crítica y Panorama.

El veredicto: Ganadora del primer lugar: “El Buhonero” de Victor Hugo Márquez
(Alegres gaiteros), segundo lugar: Los botelleros (Miguel Ordoñez) (Gaiteros de Pillopo)
y tercer Lugar: Gavilanes y Pastora del Dr. Rafael Molina Vilchez (Rincón Morales). Si
bien es cierto que “El buhonero” gozaba de gran popularidad, todo el mundo, o la mayoría
pensábamos que debió haber ganado “Los botelleros”, por su calidad, interpretación y
por ser una estampa que retrata una época del Zulia de ayer. El tiempo lo demostró: “Los
botelleros” es una de las gaitas del siglo XX, y el “El buhonero” no se escuchó más.

Al año siguiente, “gallo que no repite no es gallo”, Miguel volvió al Festival “Una
gaita para el Zulia 1986”, allí se impuso con “Las petacas” y el apoyo del Candela y las
voces de Yris Yañez y Justo Montenegro. El tema fue aclamado por el público asistente,
y al igual que “Los botelleros”, es lo que llamamos una “gaita de enlosao” esos temas que
se interpretan en caimaneras, ambas son escogidas para ser cantadas en cantos
improvisados pero con mucho sabor zuliano.

En 1986, con la dirección de Astofo Romero, Cardenales le graba un tema


relacionado con el viejo Saladillo: “Rubén el campanero” en la voz de Daniel Méndez: “La
parroquia está de fiesta/ y que bonita mañana/ el tañer de las campanas/ despierta al
saladillero/ si Rubén el campanero/ la hace festiva y galana”

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Las malas compañías

Larga y fructífera la trayectoria de Miguel, en su faceta de escritor: “El poeta


sencillo” y “Ricardo Aguirre, El Monumental”.

A partir de 1992, crea su propia agrupación, “La Cuerda gaitera”, en 1993, que
graba junto a Cheo Beceira “La Salina” en evocación a su barrio natal: “Se fue la tradición/
de aquella cuadra salinera/ donde viviera mi años de mocetón/ y el corazón de esas viejas
parranderas/ se ha quedado en el pasado/ de esa cuerda empedraera”. A todos quienes
vivimos en barrios populosos, nos lleva a recordar nuestras propias vecinas y muchachos
de la época.

Uno de los grandiosos temas es el dedicado al cantor Ali Primera en 1994, junto
con Neguito Borjas y José Montecano.

Ha sido director del Museo de la gaita en Santa Lucia, y su último cargo fue como
Presidente del IMGRA (Instituto Municipal de la gaita Ricardo Aguirre), donde se realizó
labores en pro del gremio gaitero. (año 2020).

Uno de sus últimos triunfos en festivales, se dio en 2015, con la gaita “El regreso
de la piragua”, en la voz del “Pollo” Brito, evento que terminó de manera penosa, pues la
gente del Barrio Obrero de Cabimas, que quedó en el segundo Lugar con el tema “Feliz
año”, un desempolvado tema de “Chinco” Rodríguez en la voz de Carmencita Silva. Hubo
integrantes del grupo que lanzaron insultos desmedidos al presidente del jurado, Dr.
Rafael Molina Vilchez, porque, en mi opinión personal, cuando alguna agrupación acepta
competir en un festival, es porque acepta la decisión del juez, así no sea del agrado,
porque se supone que los diez clasificados, todos tienen méritos para hacerse del triunfo,
por lo tanto, cualquiera que gane, tiene que ser respetado por los demás.

Lo cierto es que Miguel como compositor añadió un nuevo lauro a su exitosa


carrera, como un hombre integral de la gaita desde los años sesenta, por lo cual se ha
ganado nuestro respeto en toda su trayectoria.

El 28 de abril de 2021 partió del plano terrenal, pero no será olvidado, pues deja
hijos, y obra literaria y musical que lo hacen que no quepa en la muerte.

Hasta siempre, hermano Miguel, gracias por todo.

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Las malas compañías

Omar Patiño

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Las malas compañías

Omar Patiño

“Cuando quiero saber si una obra mía es buena,


la coloco al lado de cualquier objeto de la naturaleza.
Si armoniza, entonces es buena”

Marc Chagall, pintor francés de origen ruso (1887-1985)

Soy de la generación que creció viendo como referentes de la plástica a Pablo


Picasso, a Joan Miró, a los muralistas mexicanos Siqueiros, Tamayo y Rivera quienes
nos impactaron. En Venezuela, Martin Tovar y Tovar, Arturo Michelena y Cristóbal Rojas,
adornaban la escuela con sus obras épicas del siglo XIX y del siglo XX, Manuel Cabré y
sus amor al cerro El Avila. Armando Reverón, el loco de Castilletes, allá en Macuto. Por
el Zulia, Neptalí Rincón y Gabriel Bracho, el de Los Puertos de Altagracia.
En nuestra adolescencia, nos tocó conocer a uno que estudiaba en la Pedro Lucas
Urribarrí, y que luego sería el gran orgullo de la plástica cabimense, a pesar de haber
nacido en Coche, Isla de Margarita. Estudió la primaria y los primeros años del
bachillerato con mi hermano Douglas. Naturalmente, que era él quien ilustraba las
carteleras de la escuela, y soñaba con ser un gran artista: Omar Vizcaíno, a quien todos
conocen como Omar Patiño, usando, al igual que Picasso, su apellido materno, pues fue
criado por su tía Ambrosia Patiño y hermano de Julián Patiño.
Con mucho orgullo, visitamos su primera exposición. “En busca de una vaina”,
realizada en 1976, en la Escuela Técnica Industrial, donde estudiaba para ese momento.
Fue una de las exposiciones más visitadas, durante los días que duró (posiblemente la
más visitada de la historia de la plástica cabimense, por lo menos en individual). Eran
cuadros dedicados a Cabimas y sus personajes y lugares con la inevitable referencia a
la explotación petrolera. Personajes marginales como El Dr. Pingüino, Ali comunista,
Cuatrocientos, Satanás, cabrias, balancines, ranchos, bares, mechurrios, Rafa (quien era
el vigilante de la Escuela de Artes Plásticas “Vitaliano Rossi”, para ese momento, lugar
donde Omar estudiaba Artes junto a otras figuras que luego se convertirían en grandes
artistas. De eso hablaremos más abajo. Los cuadros tenían una especia de marco blanco,
sin pintar, como inconclusos, a propósito.
Siguiendo con Omar, a él le tocó la individual, “Cabimas Petroleum Company”,
nada menos que para la inauguración del Parque Bolívar, el 17 de noviembre de 1977, a
la cual asistió el presidente Carlos Andrés Pérez, el cual adquirió una de las obras. Los
fundamentalistas de izquierda, decían que CAP había lanzado el cuadro al lago, desde

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Las malas compañías

el avión, dada la clara tendencia de denuncia social de las obras expuestas (solo
brollología).
Omar siguió profundizando sus estudios, y finalmente, en 1980, por medio del
PCV, consiguió, una beca para ir a estudiar la Licenciatura de Artes Plásticas en Gdansk,
Polonia. Regresó diez años después, con el título de Magister en Artes Plásticas.
Recuerdo que lo encontré en la fiesta de San Benito de ese año, y me sorprendió lo
blanco que estaba. Obvio, luego de diez años en medio del brutal frío de Polonia, no era
para menos. Tres meses después, el sol cabimense, se encargaría de devolverle su color
habitual.
Omar estuvo, “pelando” varios meses, y su hermano Julián, le ofreció, dada su
profesión de técnico petrolero, trabajo en Lagoven. Omar, se negó diciendo: “yo no voy a
perder mis diez años de estudios, para caer, precisamente en ser parte del sistema de
explotación”.
Cuando se inaugura el 30 de septiembre de 1990, el diario El regional del Zulia,
yo era Sub Gerente de Producción del periódico y su novia, Miriam Franco, era una joven
estudiante del último semestre de Comunicación en LUZ, (se graduaría al año siguiente).
Ella facilitó el contacto con la familia Finol, dueña del periódico, para que Omar, fuera el
expositor, ya con su estilo actual en materia de arte. La inauguración contó con la
presencia de ministros, diputados, el gobernador del estado para ese momento, y todos
los representantes de los poderes públicos del Zulia y la COL. Fue un éxito de ventas. A
todas estas, Omar, sabía que en Cabimas, no iba a crecer como artista, y decide,
mudarse a Maracaibo, (vivía en un apartamentico, en la planta alta, donde estaba el
banco Unión (Hoy Banesco), al lado de la terminal de pasajeros de Maracaibo.
En Octubre de ese mismo año, Omar Patiño, se inscribe en la Bienal de Pintura
de Maracaibo, y ese es su salto cualitativo y económico, Gana la bienal, ante artistas de
talla como Henry Bermúdez, Henry Colina, Ender Colina, Juan Mendoza, Edgar Queipo,
Luis Cuevas, Nerio Quintero, Rosales, Hernán Alvarado y otros referentes de la plástica
maracucha. Imagínense DOSCIENTOS MIL BOLÍVARES (Bs. 200.000,oo), en dólares,
más o menos $25.000,oo.
Tuve el privilegio de estar presente en la premiación, efectuada en la Secretaría
del Cultura del estado Zulia, acompañado, desde Cabimas, por su novia Miriam Franco.
Lo que más me sorprendió y agradó, fue el respeto mostrado por los demás artistas hacia
Omar, pues el aplauso fue estruendoso, cuando se anunció la entrega de la placa y el
cheque. Compartimos un rato el brindis en la Secretaría y luego, fuimos invitados al
agasajo que los premiados ofrecían en un apartamento, ubicado al lado de la Asamblea
legislativa del Zulia y de la Catedral de Maracaibo, diagonal a la plaza Bolívar. El
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Las malas compañías

apartamento tenía una sala de recibo, con el techo muy alto, al estilo francés. Lo cierto,
es que allí estuvimos hasta las dos de la mañana. Nos vinimos porque ya Omar,
presentaba signos de embriaguez alcohólica. Mirian y yo decidimos que estaba bueno, y
lo llevamos a su apartamento. Allí costó una bola ayudarlo a bajar. Recuerdo que había
dejado su chaqueta, y cuando me percaté me devolví a entregársela.
Mirian y este servidor, seguimos camino a Cabimas. La dejé en su casa en campo
Urdaneta y regresé a mi casa. Me levanté como a las 9:30 de la mañana, con cierta
resaca. Tenía guardia de trabajo en el periódico en horas de la tarde. Me dispuse a
chequear el agua y el aceite del Chevette ranchera SL. Limpié los felpudos. Y adivinen:
cuando agité el felpudo de plástico y sacarle la tierra, cae un pedazo de papel, lo tomo
del suelo, y me doy cuenta que es el cheque por un valor de DOSCIENTOS MIL
BOLÍVARES de premio. Lo guardo en una gaveta de una cómoda en mi cuarto. Media
hora después me llama Omar, con tremendo ratón y casi llorando. Me dice que le duele
la cabeza, pero lo que más le duele, es que botó el cheque, que lo buscó en la chaqueta,
y revolvió todo y no lo encontraba. Yo lo dejé sufrir un poco. Hasta que le dijé: “el cheque
lo tengo yo, porque lo encontré en el piso del carro”. Omar comenzó, al otro lado de la
línea, a pegar gritos de alegría. Esa misma tarde se lo entregué a Miriam.
De allí en adelante, la carrera de Omar ha estado plena de éxitos. Al año siguiente
se casó con Miriam Franco y la fiesta, a todo dar se efectúo en el restautant “Zumaque”,
avenida Intercomunal, al cual asistí al igual que sus amigos pintores y no pintores.
Hay muchos episodios junto a Omar. También recuerdo, en ese año 1991, cuando
lo visitaron una pareja de amigos, ambos periodistas franceses, Rodolfo y Patricia. Omar
me llamó para que los paseáramos por lugares de la ciudad. En la tarde fuimos a la
laguna de Sinamaica. A la isla de san Carlos no fuimos porque, ya era tarde para abordar.
Fecha: 27 de marzo de 1991.
Para no hacerlo tan largo, lo hemos acompañado en muchos de sus momentos
importantes: exposiciones y celebraciones. Omar organizó, con sus amigos artistas
plásticos cabimenses, citojenses y maracuchos, la exposición “Arte de toda Costa”, aquí
en la destruida Galería del parque Bolívar, en 1994, luego, se llevó a Maracaibo, con el
nombre de: “De Costa a Costa”.
Algunas de las grandes celebraciones del día del artista plástico, hubiese o no,
exposición en ese día de cada año. Iba a culminar en la casa del gran pintor obrero,
fotógrafo y ex pelotero semi profesional, Rafael Davalillo Chirinos (Rafael Chirinos), primo
hermano de Pompeyo y Vitico.
Finalmente, otro de los recuerdos imperecederos, fue en marzo de 1999, cuando
nació mi hija Ronayib Martha, en la clínica Zulia. Yo tenía el carro en el taller, y no daba
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Las malas compañías

tiempo de arreglarlo para al 27 de marzo, cuando la dieron de alta de la clínica Zulia, en


Sabaneta. Se me devanaban los sesos, tratando de ver a quien ocupaba para el traslado.
Hasta que se me prendió el bombillo: Omar Patiño, quien tenía una Brasilia blanca, y
vivía a pocos metros de la clínica, en el séptimo piso de unas residencias, cercana a la
terminal de pasajeros. La respuesta de Omar fue: “Coño, Pedro que molleja de honor.
Cuenta conmigo”. Poseo la foto, cuando Omar, me dijo al llegar a mi casa de entonces
en la Urbanización San Benito: dame el honor de cargarla, para entrar por primera vez a
su casa. En la presente crónica aparece la foto.
Bueno, estas son algunas de las memorias con mi amigo Omar Patiño.
Omar Patiño es uno de los artistas mejor cotizados de nuestro estado Zulia y sus
obras adornan las paredes de muchas instituciones y colecciones privadas. Actualmente
está jubilado de la Secretaría de Cultura, sigue viviendo en Maracaibo y haciendo lo que
le gusta: primero pintar, disfrutar de su familia, ver buen cine y visitar a sus amigos.

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Las malas compañías

Oscar Farías Altuve

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Las malas compañías

Oscar Farías Altuve

Hay que beber y beber


Porque así lo manda Dios
Cómo te parece a vos
Este sagrado deber
Es el más noble poder
Porque a vos te vuelve dos

(Beber es vivir, Bernardo Bracho, cantatutor)

Oscar Faría Altuve, ambrosiero, nacido en la calle Igualdad, en 1953, el mismo


año que este servidor. Supongo que su partera fue Margarita Soto. Principe consorte de
Gisela Susana Gallardo Lakatos, con madre húngara, por lo que la sangre europea corre
por sus venas y arterias. Esa sangre se ha adaptado perfectamente a nuestro clima, que
no tiene términos medios, pues aquí, cuando estamos a 30 grados centígrados la gente
anda tiritando de frío.

Continuando con Oscar, proviene de una numerosa familia, su padre, tenía una
verdurera en la esquina contraria a su casa natal. Su voz y su estilo no pueden ser más
ambrosieros. Criado entre sus cercanos “Chivita”, América y el Regulo Reyes, que
administraba el viejo Ramón Ochoa, se hizo tempranamente aficionado a nuestra la
bebida casi típica de la cultura petrolera, la cerveza, en especial la Regional. Aficionado
en sus primeros tiempos mozos a las “guerras de minitecas”, que pululaban en nuestra
ciudad los fines de semana de los años 70, en la vecina Las Cuarenta, especialmente el
Club “Las FAC”, en la calle Carabobo, con Chile, donde actualmente está el CDI “Manuela
Sáenz”.

Aficionado también a las peleas de gallos, aunque poco dado a apostar. Tuvo a
mediados de los 90 su serie “Gallos” pintados en espectaculares y vistosas peleas. Por
ello, se acercaba a la gallera de la “Caravana Blanca” cuyo propietario era Arístides
Redondo. Como parte de su tarea investigativa y documental. Nunca lo acompañé en
esas lides, porque el triste espectáculo de las peleas de gallos me deprime. Con una vez
que fui, me bastó. Además de ese ambiente escandaloso y agresivo que rodea a dichas
peleas. Lo que si me parecía digno de resaltar, era la manera como los ganadores, se
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Las malas compañías

iban a sentar, probando una cerveza, un palo de ron, su cigarrillo, quienes fumaban, a
esperar que, religiosamente, los perdedores ser acercaran a cancelar. En las galleras,
hay unos códigos no escritos, pero labrados en sangre: quien no paga, es ignorado en
futuras peleas, aplicándoles la “guerra fría”, por lo que los “morosos” se veían obligados
a migrar a otras galleras, pero como las voces, corren, en el El Mene o en la gallera de
la “L” también eran ignorados. Por lo que se cumplía el principio que “la mejor trampa es
la honestidad”.

Hecha esta pequeña digresión, continuamos con Oscar.

Su inquietud por el arte, lo llevó a inscribirse en la Escuela de Artes Plásticas


“Pedro Oporto”, llamada anteriormente “Vitaliano Rossi”. Una rebelión de los estudiantes
y hasta de profesores, encabezada por Lucidio González y Rodrigo Barrios, obligó a los
cambios de paradigmas europeizantes conque fue creada. Allí conoció a su eterna novia,
la princesa Gisela Susana Gallardo Lakatos, también estudiante de artes plásticas, con
quien ha convivido en los últimos cuarenta y cinco años. Susana, cuya madre era
inmigrante hungara, cuya familia se asentó en Las 40. El padre de Susana falleció a
principios de los años 80.

En 1986, Oscar fundó su propia galería en una casa que alquilaron en la calle
Colón, en el Casco Central, al lado del depósito de licores de Rafael Pombo, antiguo
sastre samario, con espíritu emprendedor que lo llevo a crecer en los negocios. Pombo
es propietario del Hotel “Macondo”, donde seres marginales, acompañados de otras de
su misma condición va a sofocar sus deseos en breves y sudorosos encuentros, donde
el amor no se asoma, sin cumplir la máxima garciamarquiana que decreta: ”una persona
no puede morir sin antes tirar con amor”.

A la inauguración de la Galería escuela, asistimos, y la misma estuvo engalanada


con la presencia de Emerio Darío Lunar, Rafael Chirinos, Blanco Aparicio, Margarita Soto,
y gran parte de los artistas plásticos de la ciudad. La parte musical estuvo amenizada por
el gran Bernardo Bracho. Creo recordar que Edison también participó como cantante con
su cuatro. Todavía no usaba sus pistas para cantar.

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Las malas compañías

Asiduos visitantes de Oscar: el Dr. Francisco Piñerua, médico anestesiólogo quien


interpretaba tangos, acompañado de su guitarrista. Los ingenieros Tulio Cedeño, Mario
Isea, Rafael Camacaro y otros profesores, eran asiduos visitantes de la cervecería de
Pombo. Largas conversaciones sobre el arte, la música, la política y sobre hechos
cotidianos se suscitaron en esa sala, cuyos pisos de cerámica de cuadros rojos y negros,
característicos de las casas de los años 40 y 50, adornaban la vieja casa.

A la boda de Oscar y Susana, no asistí, no me acuerdo por qué razones, supongo


que tenía un compromiso para sacar fotos en alguna celebración. Para su movilización,
Oscar contaba conmigo y con Edison Díaz en su fiel Renault. Desde esa ocasión yo era
visitante permanente de la casa de Oscar y Susana.

Iba dos veces a la semana, a ponernos al día, y a planificar algunas cosas, como
por ejemplo, en 1988, cuando decidimos, salir en mi Chevette SL rancherita, a recorrer
la ciudad para tomar fotografías de la vieja arquitectura de la ciudad en la Rosa Vieja, el
Casco Central, Las Tierritas, Punta Icotea y Ambrosio, alrededor de unas 60 casas, las
cuales copiamos un paquete para cada uno.

Muchas de esas fotos, fueron usadas por el propio Oscar, y el señor Nerio
Urdaneta, un comerciante cañadero, que habitaba en la avenida 34, con carretera H,
quien había asumido el oficio de marchant, y para tal fin en un edificio que construyó al
lado de su cauchera, una marquetería con el fin de montar los cuadros de los artistas de
la ciudad. La compra era muy leonina, o por lo menos la propuesta. Ofrecía entre 2 y
3.000 bolívares por cuadro, los montaba con una hermosa cañuela, sobre todo paisajes,
y arquitectura local y el precio de multiplicaba. Me compró varias copias de esas fotos.

Por fin consiguió el filón, en sus viajes a los estados Trujillo y Lara, se consiguió a
los artistas caroreños, Héctor Rivero, quien era economista y gerente de un banco en
Barquisimeto, pero que una vez abrazado por el arte, renunció y se dedicó a la pintura.
Willian Carrasco, otro que no recuerdo su nombre y Rafael Torres, un exquisito paisajista,
de Curarigua, al cual visitamos en una ocasión, atendiendo a la invitación de Nerio.
También fuimos a la casa de don Trino Orozco, uno de los más renombrados pintores
larenses, quien vivía en una hermosa quinta en la avenida de los abogados, frente al

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Las malas compañías

parque Bararida, en Barquisimeto. Estaba muy anciano. Nerio aprovechó la ocasión y


como buen descendiente de vasco, le compró casi toda su obra a precio de gallina flaca.
Montó exposiciones en todos los clubes de las petroleras, captando a los ingenieros y
gerentes mediante el pago por cuotas.

Siguiendo con Oscar. Una noche del 22 de diciembre de 1988, estábamos al frente
de su casa, y en su equipo de sonido, escuchábamos la producción de Guaco Clásico.
Al rato pasaron unos amigos, y nos dijeron: “tu hermano Edy está celebrando su
cumpleaños allí en La Cascada”. Quedaba en la avenida Miraflores, frente a Tierra Negra.

Le dije a Oscar: “vamos a tomarnos unas dos, y nos vamos para allá.” Pasó el
tiempo, pegados con Guaco. Como a las once, decidimos no ir, y Oscar me dijo: “tengo
un poco de cansancio y desánimo, no sé por qué. Repliqué: “Vamos a descansar que
vienen los días de fiesta”. Me dijo: “Vamos a buscar a Susana en Las Cuarenta, me traes
aquí y te vas a tu casa”. Nos trasladamos allá. Cuando llegamos a casa de Susana, la
llamamos y esta salió, montando la ropa que había lavado.

En ese momento, en canal contrario, pasa mi hermano Douglas, con su carro


Zephir verde, con el parabrisas completamente reventado. Nos llama. Nos dice, andaba
llevando a Teorgido Rincón para que hiciera su recorrido en la venta de bisutería. Douglas
era estudiante de Derecho. Teorgido le pagaba la carrerita, con el producto de sus ventas.
Al salir del Bar, un muchacho estaba metido dentro del carro, robando, lo agarraron por
la camisa y dada su baja calidad, se les quedó parte de ellas en las manos, y salió
corriendo hacia Tierra Negra, inmediatamente lo persiguen, llegan a la avenida
Miraflores, en ese momento en la parrillera “El Gordo”, ven a Edy, al “Chino” Castillo y
Ender Cardozo, comiéndose su respectiva parrilla para terminar la jornada. Cuando los
ven corriendo, preguntan que pasa. Y les informan los sucedido, “El Chino” arranca
inmediatamente, detrás del muchacho hacia la “Boca del Lobo”, le gritan que deje eso y
así y que se devuelva. “El Chino” no les hace caso. Se había adentrado en el barrio.

Rápidamente, regresan a buscar el carro para hacer volver a “El Chino” Castillo,
al entrar en la bocacalle, había sido capturado por los malandros, quienes lo golpeaban,
al igual que a Teorgido, que lo había seguido. Se notaba que los habían herido con un

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Las malas compañías

chuzo a cada uno. Douglas intenta bajarse del carro, Edy, lo sujeta fuertemente, y no lo
deja bajar. Cuando los malandros avistan el carro, le caen a pedradas y es cuando le
destruyen el parabrisas. En medio del maremagnun, los malandros sueltan a Teorgido y
a “El Chino” y escapan por diferentes callejones. Edy regresa a buscar el carro donde
andaban. Douglas salé muy de prisa hasta la avenida H, entra a la calle, y por fin ve a “El
Chino”, lo llama, y éste se embarca. Le dice: “me cortaron”. Douglas arranca para el
Hospital D´Empaire. Se baja por sus propios medios y lo acuestan en una camilla.

A todas estas, Teorgido logró tomar un taxi, que lo lleva al hospital, con una herida
en el vientre, alrededor del hígado, al igual que Castillo. Cuando Douglas nos encuentra,
nos dice que lo acompañemos a buscar a Teorgido, pues no sabía nada de él. Salimos
en ambos carros, llevamos a Susana, en el camino vimos a Edy y nos dice: “A Teorgido
lo llevó un taxi al hospital, vamos para allá”.

Cuando llegamos al centro hospitalario, Teorgido había sido atendido y vendado,


pero el Chino, todavía permanecía en la camilla, muy mareado. Cuando vimos su grave
situación, decidimos trasladarlo al Centro Médico, donde tenía servicio, por ser empleado
de Gasdiboca. Oscar se embarcó con él en la Ambulancia. Inmediamente, en mi carro,
nos fuimos a la Urb. Buena Vista a casa del Dr. Abdías Azócar, quien inmediatamente
nos atendió y se vino con nosotros. Lamentablemente, al llegar al Centro Médico “El
Chino” había expirado. Ese hecho nos tocó dolorosamente en una noche que terminó en
tragedia. Teorgido, a pesar de haber sido herido en la zona hepática, el filo no le alcanzó
el hígado, y en pocos días estuvo recuperado.

Oscar es un gran trabajador, tiene una disciplina de trabajo, y pinta todos los días,
mantiene un estricto horario, nunca quiso “matar tigres” pintando avisos publicitarios. Y
decía: “aquí los únicos que viven al ciento por ciento de su arte somos Emerio y yo.
Décime que no”. Y era cierto. Oscar es bastante deslenguado y crítico. A veces tiene
razón, otras veces no tanto. Pero ha sido consecuente con su arte y con sus amigos.

En el episodio de Marcelo, les contaba que estuvo varios años disgustado con
nosotros por no haber sido invitado a la exposición en “Simón Bolívar”. Me reservo contar
la causa. Las heridas cerraron y no se deben abrir de nuevo.

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Las malas compañías

Recuerdo que a principios de 1996, me dice: ”Soy amigo del nuevo alcalde de
Simón Bolívar, es gallero, y frecuenta esos lugares. Creo que voy a ser el Director de
Cultura de la gestión”. Le dije: “Soy amigo de Nelson Márquez, y supongo que si quisiera
podría trabajar allá” Oscar me refutó: “Yo quisiera tenerte conmigo, pero no me van a
dejar, porque vos sois hermano de Douglas”. Me quedé callado y no quise discutir el
punto.

Un día me preguntó: “¿Cuándo podemos ir a Tia Juana?, quiero venderle unos


cuadros de gallos a Franklin”. Al día siguiente, montamos unos cuadros en mi vehículo y
salimos hacía allá. Llegamos al Club Altamira. Franklin estaba compartiendo con unos
amigos y nos hizo señas que lo esperáramos. Nos atendió. A todas estas habíamos
bajado unos cuatro cuadros con motivos de gallos, se los mostró al alcalde. Los vió. Dijo:
“me gustan pero en este momento no te puedo comprar nada, apenas voy comenzando
aquí. Era a principios de enero. Regresamos a Cabimas. Dejé a Oscar en su casa.

Días después, me encuentro a Marcelo Bermúdez. Me dice: “El nuevo alcalde


quiere que lo ayude en su gestión”, pero le dije que quien sabe de gerencia cultural sois
vos, y que aceptó trabajar si te contrata a vos también. A las cinco de la mañana del día
siguiente, pasé por Marcelo en su casa ubicada en la calle “Bernardo Bracho” de El
Golfito. El frente de la casa del alcalde, en Taparito, al lado del Club Altamira, estaba full
de gente con sus respectivos currículos. En una de esas se asoma Franklin, para ver
quienes estaban a la espera, cuando ve a Marcelo, le dice: “¿Qué hacéis allí? yo te dije
que cuando llegaras pasaras de una vez.” Entramos, luego de breves saludos y un
cafécito para cada uno, planificamos unos dos eventos. Pero esa es otra historia.

Oscar dejó de beber, salía muy poco, sigue atendiendo a sus gallos en su casa
materna en Ambrosio, su pintura ha madurado al cien por ciento. También realiza
esculturas, pinta sobre potes y taparas, imágenes alusivas a artistas de nuestra región.
Susana sigue siendo su fiel compañera. Emigró tras sus raices en Budapest, Hungria, en
2021. Oscar le siguió en 2022. Mientras se adapta con mucha rapidez, a la cultura magiar,
sigue pintando. He visto sus obras, donde se nota su adaptación al conocimiento de la
cultura de ese pequeño, pero hermoso país. Un hombre nacido en esta costa, vive en un

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país que no posee litoral. En las fotos que recibimos se nota que está totalmente
adaptado y que seguirá produciendo su obra pictórica.

Han procreado tres hijos, adultos todos. A Elias Rafael, lo vimos nacer y crecer, se
dedica a la música. Antes de procrear sus hijos, poseían tres grandes perros de raza,
muy bien alimentados y atendidos. Cuando les preguntaban porque no tenían hijos
todavía, ambos contestaban: “¿Para qué, si tenemos tres perros”. Eventualmente,
tuvieron sus hijos. La vida da para todo.

El cocinero de la familia es Oscar. A él le molestaba y le decía, ¿No te da pena


que la gente llegue y me vea cocinando? Y Susana ripostaba: “y por qué, si vos cocináis
más sabroso que yo”. Fin de la discusión.

Sigo disfrutando de su amistad, a pesar de la distancia. Espero visitarlo algún día


por esos lares.

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Las malas compañías

Petra Navarro de Mariñez

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Petra Navarro de Mariñez

“Si el arte no nos hace mejores,


entonces ¿para qué sirve?”
Alice Walker

Nacida en Pedregal, estado Falcón. Madre de Angel, Freddy, Ada, Wenceslao


Enrique (Henry) y Milagros. Nacida el 03 de enero de 1923. Muy joven, como tantos
falconianos se vino a Cabimas, y se casó con Angel Mariñez (a quien no conocí), pero si
sabemos que un día, decidió irse de la casa y no regresó jamás, según me contaba su
hijo Henry, a quien conocimos a principios de los ochenta, en la gestión de la doctora Flor
Romero, en la Dirección del IMCBA, en 1980, quien le entregó la “concesión” del cafetín
de la institución, que se comunicaba con la Escuela de Artes Plásticas “Pedro Oporto”,
pues quedaba la fondo del pasillo de la Institución, a mano izquierda. Era un kiosco típico
de la época (gato), hecho de latón, suministrado por una de las fábricas de gaseosas.

Henry, un joven divorciado, con su carácter jovial y de permanente buen humor,


se ganó el cariño de los alumnos de ambas instituciones y de los visitantes (padres,
representantes y público que asistía a los eventos). Vendía sandwichs, refrescos, café,
empanadas, chucherías, lo típico de ese tipo de establecimientos. Lo atendía solo.

Hicimos amistad, cuando se sumó al grupo de teatro que Nicanor Cifuentes


Gómez, conformó, por voluntad de la Dra. Flor Romero, quien se acompañó de brillantes
figuras, en la danza, la música, el teatro, ballet, servicios culturales de formación que
prestaba la institución. Henry participó junto con nosotros y amigos y teatreros como:
Vinicio Suárez Struve, Zulay Torres, Leonardo Vallejo, Nereyda Pérez, Nubis de Armas,
Nohelys Quero, Fernando Jiménez, Edy Querales, Teorgido Rincón, Eleazar Carrión, los
hermanos Cabello (Marcos y William), José Manuel Perozo, y otros compañeros.

Además de eso, Henry era parte del Grupo “Mi Tierra”, integrado, además, por
Carmen Adela Hernández, Argenis Rodríguez (trágicamente fallecido), Ana Maria
Mármol. Luego entró al grupo como cuatrista y voz, Cayetano “Tano” Reyes. En la última
etapa, al salir “Tano” y Ana María, pasaron a acompañar a Carmen Adela y Henry,
Patricia Barrios y Elio Revilla (cuatrista nativo de Santa Rita). Era un grupo polifónico, que
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Las malas compañías

entonaba temas compuestos por ellos mismos, la mayoría de la autoría de Henry


Mariñez. Este servidor, les organizó un evento llamado “Canto amigo con Mi Tierra” en
1986, en el Teatro Municipal de Cabimas. El grupo “Mi Tierra” fue un gran acompañante
en los grandes eventos del municipio Cabimas y fuera de él. “Tabla Insurgente” siempre
contó con ellos. Yo llegué a ser algo así como su promotor al ingresarlos al Sindicato de
la Radio, Cine, TV, Teatro y afines del estado Zulia, logrando, presentaciones en varios
eventos de Maracaibo y otros municipios (En realidad eran distritos). Aprovecho este
pequeño homenaje a Petra Navarro de Maríñez (como le gustaba ser llamada).

Con la partida de su marido, la señora Petra, quedó desolada atendiendo a sus


cinco hijos, quienes crecieron, siendo Milagros, la menor. Freddy, sociólogo. Angel,
trabajador petrolero. Ada, licenciada en educación, quien se casó con el profesor Rafael
Sanguinetti y se residenció en Barinas. Teníamos ocasión de verla en Semana Santa y
Navidad, cuando visitaba la casa materna. Milagros, la menor estudiaba licenciatura en
Educación, en el Nucleo LUZ Cabimas.

Petra Navarro de Mariñez, vivía con Henry, quien se había divorciado, a finales de
los ochenta, procreando un hijo, y Milagros en una agradable casa alargada, con su
garaje, con arquitectura a la vieja usanza cabimense. Tenía un porchecito, donde lo
recibían a uno cuando llegaba de visita. La casa estaba muy bien cuidada y su ambiente
era acogedor. Según Henry, discutían mucho por el carácter de ambos.

Pero un día, todo cambió, aparte de las muñecas, cojines, tapices, manteles
tejidos, hechos con sus propias manos, la señora Petra le pidió a sus hijos que le
compraran unos bastidores, pinceles, pinturas, su paleta y otros implementos.
Acondicionó un espacio en uno de los cuartos vacíos y allí monto su atelier. Fue
cubriendo las paredes desnudas con obras de motivos cotidianos de su Pedregal nativo,
siempre festivos (celebraciones patronales y procesiones), además, mostraba los
diversos oficios o actividades desempeñadas por los coterráneos.

Cuadros de bello colorido, estampas de un pasado reciente. Sin perspectiva, por


lo que según los conocedores, es lo que se llama “arte ingenuo”, “arte naif”, que se define:
“El arte Naif es aquel que desarrollaron un grupo de artistas al que denominaron naifs o

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Las malas compañías

aficionados por el hecho de no dedicarse la pintura como actividad principal, sino al


margen de sus respectivas ocupaciones profesionales. No tuvieron formación
académica, en todos los casos fueron creadores autodidactas.” (Fuente Wikipedia). En
Cabimas, para separarlo de los artistas académicos y para evitar ligarlos con los pintores
académicos, en los salones de pintura, se hizo la división, otorgando premiaciones por
separado, tras largos debates.

La Dra. Flor Romero González, fue la gran promotora desde su cargo en el IMCBA,
y antes de eso, cuando era esposa del Dr. Carlos Contramaestre, primero en Mérida y
Trujillo, donde tuvo contacto con los grandes representantes, como Josefa Sulbarán (Los
Cerrillos, Trujillo), Antonio José Fernández “el Hombre del anillo” allá en Carvajal, Trujillo,
Salvador Valero (Valera), estos artistas desarrollaron su arte, no solo en los caballetes,
sino que usaron la piedra y la madera para realizar sus tallas.

Por petición de la Dra. Flor Romero, junto con Gavis Balza y el sociólogo José
Manuel Perozo, fuimos varias veces a Trujillo para ir llevando las obras de los artistas de
Cabimas, Petra Navarro de Mariñez, Margarita Soto, Elsie de Arratia, Angela de Colina,
Francisca, Emilia y Rafael Navarro (hijos de Rafael Vargas) y Blanco Aparicio, para la
realización de la Primera Bienal de Arte Popular “Salvador Valero”, entre agosto y
septiembre de 1986, siendo atendidos en el Museo de Arte Popular “Salvador Valero” de
Trujillo, por su director, Francisco Prada Barazarte y su esposa Laura Pérez Perdomo.
En esos viajes recorrimos los hermosos parajes andinos, llenos de verdor y evocaciones
en esos pueblos trujillanos, visitando los lugares de trabajo de los grandes artistas
populares, los antes nombrados, además de Antonia Azuaje, Rafaela Baroni, con su
maravillosa locura.

Petra Navarro de Mariñez, poco a poco, se fue dando a conocer, primeramente en


Cabimas, alcanzando un tercer lugar, en el año 1986 y otros reconocimientos en la Bienal
antes mencionada, además de pasar por el Museo de arte Popular “Bárbaro Rivas” de
Petare, permitiendo que la vejez de la señora Petra, fuera luminosa y recuperara su fe en
la vida a través del arte y el reconocimiento de propios y extraños.

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Las malas compañías

Cada vez que la visitábamos a ella, o a Henry, salía con el infaltable cafecito, y
nos mandaba a pasar al taller, para que conociéramos sus últimas obras o muñecas
realizadas, cada vez más frescas y más juveniles, porque los artistas populares, como
ella, Blanco Aparicio y Margarita Soto, a medida que la edad cronológica avanza, se van
haciendo más jóvenes, más vitales, más optimistas, una vez realizada su obra de vida
como profesionales, o la actividad que desempeñaron cuando eran jóvenes o adultos
maduros.

Podemos asegurar, que aunque la inevitable invitada que es la muerte, se debe


sentir insatisfecha, al eliminar solo el cuerpo físico de estos hombres y mujeres, pero
nunca su obra, ni el desarrollo de ese talento, que aunque surgió a una edad, algo
avanzada, les permitió aflorarla una vez desprendidos de esas obligaciones u actividades
que la vida impone para lograr la supervivencia o la misión terrenal.

La vida nos permitió, por sugerencia de nuestro amigo Ali García, en 1998, Nos
sugirió el nombre de la señora Petra Navarro de Mariñez, diciendo: “Se que lo más seguro
es que pensaras en la misma persona, por eso no me equivoco al sugerirla a ella.” No
hubo discusión. Ella fue la escogida para ser la artesana o artista homenajeada del II
Encuentro Internacional de Artesanos, que organizamos en el Municipio Simón Bolívar,
con el apoyo del alcalde Franklin Duno Petit, quien a decir verdad no escatimó esfuerzos
para que dicho encuentro constituyera un éxito con la participación de 350 artesanos
venezolanos, brasileños, colombianos, peruanos, españoles, que plenaron la entrada el
Campo El Prado, durante tres días. Nos esmeramos en lograr que un artesano caraqueño
realizara la placa repujada en cuero, con la imagen de la señora Petra, la cual llegó a
última hora, pero que permitió que ese encuentro fuera memorable, pues durante más de
36 horas de exposición más de 30.000 personas se hicieran presentes, constituyéndose
en uno de los eventos más exitosos de ese año.

Ese mismo año, fuimos invitados a las Ferias de San Sebastián (estado Táchira),
la Feria artesanal de Tintorero (estado Lara), Feria Artesanal de Maracay (Aragua) y las
de Barcelona (Anzoátegui). Todas muy exitosas, pues tenían más experiencia que
nosotros en su organización, pero la magia que se dio en Tía Juana en marzo de 1998,
no pudo ser igualada, pues fue un éxito, no solo organizativo, pues superó las
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Las malas compañías

expectativas de los propios artesanos. Las ventas estuvieron a pedir de boca, y los
exponentes se llevaron sus alforjas llenas, satisfechos de nuestra hospitalidad, la comida,
el hospedaje y las amistades que se forjaron en estos hermosos encuentros que la vida
nos permitió organizar, junto con el equipo de la Coordinación de Cultura (Modesto
Horias, Norelis y Edixon Jiménez, Celinés Obando, Luis López y Greddys Pirona) y todo
el personal de la alcaldía avocados al éxito.

Petra Navarro de Mariñez, estuvo feliz, y recibió, aparte del reconocimiento del
publico asistente, de abrazo de cada uno de los expositores.

El año anterior, 1997, habíamos reconocido la labor del gran Luhtier de Dabajuro,
residenciado en Guabina, Cabimas, Eliseo Ordóñez, el fabricante de cuatros que usaban
y usan con destreza y precisión, ejecutantes de la talla de Simón Díaz, Iván Pérez Rossi,
Douglas Isea, Cheo Hurtado, Renato Aguirre, Nixon Paredes y otros cuatristas orgullo
venezolano. Ese evento tuvo la misma magia, aderezada con el amor y la hospitalidad
tiajuanera.

Ya para 1999, nos habíamos marchado de Tía Juana, y si bien se realizó el


encuentro, perdió el encanto, pues el concepto se diluyó, porque los nuevos
organizadores, habían perdido la perspectiva. Me convocaron a asesorarlos, pero no
hubo acuerdos. Eran visiones diferentes del hecho cultural. Fuimos al cierre del evento,
que si bien contó con una buena asistencia, no es menos cierto que los artesanos
afirmaron que no regresarían. Las cosas ya no eran iguales, y las ventas tampoco
estuvieron a la altura. Jamás se volvieron a realizar.

A Petra Navarro de Mariñez, le perdimos un poco el contacto, pues ya no estaba


Flor Romero (murió en 1999), Henry se había casado con Nilda Salazar, formando nueva
familia y fijando nueva residencia. Yo me había ido a vivir a Santa Rita, y me desligué del
ambiente cultural, asumiendo mi rol de padre de familia.

Cuando regresé a Cabimas, ya faltaban muchas cosas. El pasado no regresa. Solo


la memoria lo alimenta y lo que hagamos en la vida es lo que perdura. El 24 de febrero
de 2000, meses después de la partida de su mentora, Flor Romero, Petra Navarro de
Mariñez se despidió a sus 77 años de edad. A casi dos años de distancia del homenaje

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Las malas compañías

de Tía Juana, dejando un hermoso legado con sus frescas obras pictóricas y con la
satisfacción de ser una mujer menudita que recuperó la alegría de vivir gracias, al arte
según el viejo Aquiles, como “el tránsito hacia la vida perdurable”.

La casa de la calle Buenos Aires de Las Cabillas, no sería la misma, sin Petra
Navarro y los Mariñez.

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Las malas compañías

Rafael Chirinos

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Las malas compañías

Rafael Chirinos

Rafael Antonio Davalillo Chirinos, nacido en 1922, en Churuguara, estado Falcón.


Luego de cumplir dos años de edad, es traído a Cabimas, siguiendo llamado del petróleo
como “El Dorado” del siglo XX para los venezolanos, quienes abandonaron sus campos
improductivos para escapar a la miseria reinante en los sembradíos venezolanos, cuando
ya nuestros productos principales, el café y el cacao, por falta de apoyo no daban
sustento familiar. Además, enfermedades endémicas, como el paludismo diezmaban a la
población.

El oro negro vino a representar, con las consecuencias posteriores, el cambio


radical de esa Venezuela agrícola a país monoproductor. Esa riqueza, que pudo haber
representado un despegue para nuestra economía, solo alimentó las importaciones y
desgraciadamente en eso hemos estado.

Lo cierto es que Rafael, se incorporó a la industria petrolera, a sus catorce años,


pero gracias a su estatura, alrededor de 1,85 mtrs. fue empleado como obrero, cuando
le preguntaron el nombre, se lo cambió para siempre: Rafael Chirinos, por temor a que
su familia se enterara. Para esa época, 1934, no existía la cedulación y su fortaleza física
fue su gran aliada.

Durante su juventud, fue jugador semiprofesional de béisbol (era primo hermano


de la dinastía Davalillo), además de fotógrafo, me llegó a mostrar sus cámaras
profesionales y su estudio de revelado, ubicado en un cuarto, allá en la carretera J, un
hermoso caserón con amplio patio trasero, testigo de muchísimas reuniones entre el
gremio artístico de la ciudad.

Nunca tomó estudios de pintura, pero su estilo pictórico evocaba la escuela


mexicana, por el corte social que le imprimía a su obra. Sus pinturas están en varios
lugares del planeta. No vendía sus cuadros, porque decía: “mire Bachi, los cuadros que
yo pinto son como mis hijos, y nunca vendería a ninguno de ellos”.

Hemos promovido el quehacer cultural y cuando programábamos una exposición


pictórica, a quien primero visitábamos era al viejo Rafa. Lo conocimos a raíz de una de
sus exposiciones que programó el IMCBA, cuando la presidía la doctora Flor Romero,
organizada por el periodista y amigo, Marcos Rodríguez Pimentel, nativo de Santa Rita,
130
Las malas compañías

y extraordinario personaje, de esos especiales que no nacen todos los días. La última
vez que vimos a Marcos, en su casa de Barancas, en Santa Rita, unos meses antes de
su fallecimiento, con apenas 50 años, de edad.

Un día me llamó Rafael Chirinos, y me dijo: “Bachi, cómo está? Necesito un favor
suyo”. Le contesté: “A la orden, jefe”. Me informó: “Sabe que Marcos está muy enfermo
y la forma que tengo de colaborar con tan extraordinario amigo, es con un cuadro para
que lo venda y eso le sirva de algo para su tratamiento. Quisiera que pasara por aquí
para que se lo lleve a su casa en Barrancas”. “Con todo gusto”, le acoté.

Luego de conversar con Oscar Farías sobre el asunto, ambos fuimos a casa de
Chirinos a buscar el cuadro. Luego, de tomarnos el infaltable cafecito, lo embarcamos en
mi Chevette SL, y nos fuimos a Santa Rita. Al llegar, nos atendió su esposa, y al poco
rato apareció Marcos Rodríguez, quien no parecía tan enfermo, y agradeció el gesto de
Chirinos. Conversamos por espacio de una hora, nos despedimos (no sabíamos que para
siempre, en ese momento) y regresamos a Cabimas, preocupados por su salud.
Comentamos que no se veía tan demacrado, pero la enfermedad lo estaba minando.
Marcos, falleció al poco tiempo. Tenía un gemelo idéntico, llamado Hernán. No se me
olvida la sensación, cuando una vez, viniendo de Maracaibo, en un bus, Hernán se
embarcó en el puesto de al lado. Era extraño, tener la imagen de Marcos, porque eran
parecidos y no poder jugarle las bromas de siempre. Marcos es uno de los hombres más
optimistas que he conocido. Sus amigos riteros, lo llamaban “Marcos Felicidad”, porque
siempre andaba sonriente. La mayoría de las veces su situación económica era precaria.
Cuando falleció era el cronista de Santa Rita.

Volviendo a Chirinos y esa exposición, que se me ha olvidado el nombre, en el


afiche aparecía, Rafa, al lado de una bicicleta, en fotografía en B/N, en la que se
trasladaba a su trabajo en la empresa Sideroca, en el sector Punta Gorda. Fue la primera
vez que fuimos a su acogedora casa luego de terminar la exposición. Todas culminaban
con su respectiva celebración, sancocho o parrillada y mucha cerveza. El canto nunca
estaba ausente. Sus hijos, eran igual de tratables y uno se sentía como en su casa. Nunca
estaban de mal humor. Por ello es que las visitas se hicieron habituales. Por la buena
vibra.

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Las malas compañías

Lo acompañamos a muchas de sus exposiciones, individuales o colectivas, en


Cabimas, Maracaibo, Ciudad Ojeda o Lagunillas. Para todo tenía un chiste o una
ocurrencia. Su humor era muy coriano, campechano, certero, oportuno, sano y
respetuoso.

Un sábado de 1986, mis amigos Gavis Balza y Cheo Perozo, me dicen: “Pedro,
vamos a visitar a Chirinos. Tenemos más un mes sin visitarlo”. Les contesté: “Vamos,
pero como tengo un trabajito de fotografía, los llevo, los acompaño un rato, y cuando me
desocupe, los paso buscando”.

Al llegar nos recibió con su proverbial cariño. Inmediatamente, nos dice: “¿No les
parece que hay mucho calor?, provoca unas cervecitas”. Se saca un billete de quinientos
bolívares, me lo pasa, y salgo con Cheo, a buscar las cervezas, el hielo y unos pasapalos.
La cuenta hizo alrededor de cincuenta bolívares. Me devolvieron cuatrocientos cincuenta
bolívares, los cuales me metí al bolsillo. Regresamos con el encargo, luego de las
primeras dos cervezas, Rafa me pregunta: “¿Qué le dijeron allá?”, le contesté: “Nada,
maestro, me vendieron la cerveza y el hielo”. Me dice: “Está bien, Bachi”. Me extrañó la
pregunta, pero no pensé en nada más, a la cuarta cerveza salí a cumplir mi compromiso.
Alrededor de las 8:30 pm. regresé y ya la caja de cerveza estaba en sus últimas.

Chirinos saca otro billete de quinientos y me lo pasa: “Vaya a buscar otra cajita”.
Fui solo, y en cinco minutos regresé y le dí el vuelto. Nos tomamos una sopa y las
cervezas. Nos despedimos del maestro. Nos abrazó, diciendo: “No se pierdan”. Le
contestamos: “La próxima vez traemos nosotros las cervezas”, “Como ustedes quieran,
cuídense”. Llevé a Cheo a su casa en la calle Buenos Aires, de Las Cabillas y luego a
Gavis a la avenida Universidad. Me traslado a mi casa. Cuando me estoy quitando la
ropa, me doy cuenta que tengo el vuelto de la primera caja en el bolsillo del pantalón.
Dada la hora, no regresé a casa de Chirinos, pero me desvelé, apenado por lo que
pudiera pensar el pintor obrero. El domingo, a primera hora, después del café, y el baño,
salí a su casa, a llevarle el dinero. Le conté sobre mi distracción. Y me dijo: “No se
preocupe, Bachi, yo sabía que usted no tiene malas costumbres.”

En los años venideros, la mayoría de las celebraciones terminaban en mi casa o


en la de Chirinos, porque en ninguna de ellas había restricciones para recibir gente, y
nuestros patios se prestaban, para las mismas. En especial, las reuniones del día del

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Las malas compañías

artista plástico. Allí íbamos todos, pintores, teatreros y poetas y todo el ambiente cultural
de la ciudad.

En una de esas, se le realizó un homenaje a Emerio Dario Lunar, alrededor de


1988, se preparó todo con entusiasmo: cervezas, torta, sancocho. Invitados a cantar
Mercedes Rey, Alexis Ochoa y los tangos del Dr. Francisco Piñerua y su guitarrista. Hasta
el propio Mons. Roberto Luckert, obispo de Cabimas, se apareció allá, diciendo, “Ustedes
los artistas se quejan que nadie les para bolas, pues yo si les paro” y se quedó
compartiendo la velada con nosotros, como uno más.

En esa inolvidable velada, yo como siempre, con mi cámara, todos los artistas
plásticos de la ciudad, algunos de Maracaibo, encabezados por Omar Patiño. Fredy
Escobar y Oscar Farías, eran los organizadores del evento, igual que nosotros en la parte
logística. Llovieron los halagos en los discursos para Emerio Darío, él sentado, los
escuchaba muy atento, mientras que cualquiera de nosotros estuviera pendiente que no
le faltara su cerveza. Finalmente, Fredy Escobar, presentó a su compadre, haciendo la
apología del caso, y le cedió la palabra, nosotros, a la expectativa, para grabar en la
memoria, el discurso del gran pintor. Quien se levantó de su asiento y pronunció: “Muchas
gracias” y se volvió a sentar.

Típico de Emerio Darío.

Rafael Chirinos se regocijaba de tenernos a todos allí. Todos le admirábamos y


respetábamos. Uno de las últimas celebraciones del día del artista plástico en su casa,
fue en 2007. En la foto anexa se muestra el grupo asistente. Un hermoso compartir: Javier
Fernández, Evelyn Canaan, Edwar Govia, entre otros, hicieron de ese momento, algo
mágico. Poco a poco, por diversas circunstancias, se fueron diluyendo las cosas. Este
servidor sin carro. Fredy fuera del país y la propia dinámica de la vida.

Sin embargo, en 2013, los artistas de Cabimas, encabezados por Johana


Coromoto Esteira, le prepararon en el salón Gordin de la calle Zulia en Las Delicias
Nuevas, una exposición homenaje, llamada “Expresiones Chirinoides”, donde cada uno
desde su estilo, tomó la imagen de Rafael Chirinos como motivo del cuadro, incluido el
propio Chirinos quien asistió, ya con 91 años a cuestas, lúcido y aunque muy envejecido.

Cuando nos acercamos a saludarlo, luego de algunos años sin vernos, le pregunté
cómo se sentía y me dijo: “Bien, bachi, lo que no me sirven son las piernas”.
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Las malas compañías

El 21 de junio de 2014, a causa de un ACV, fallecío a sus 92 años, luego de una


fructífera vida, donde dejo cinco hijos, muchos nietos, y el especial cariño de quienes
disfrutamos de su amistad y buen trato.

Le acompañamos a su última morada en el cementerio Municipal de Cabimas. Al


final, al igual que con Emerio, un pequeño grupo de pintores y poetas, nos quedamos a
brindar por él, y decirle que nunca morirá aunque el cuerpo lo abandonó.

“En su humilde vivienda reposan miles de diplomas de participación en


exposiciones individuales y colectivas, entre las que destacan la escuela para ingenieros
de Chicago, Estados Unidos; el Ministerio de la Defensa de Venezuela, Cámara de
Comercio de Maracaibo, el Banco Porvenir, Salón Bigott, diferentes casas de culturas de
los siete municipios de la Costa Oriental del Lago, miembro de la Asociaron Venezolanos
de Artistas Plásticos (Avacol), entre otros.” (Nota del dario “Que Pasa”, el 22 de junio de
2014).

Todos los días sentimos su presencia, pues en la casa de la Cultura, su imagen y


su trabajo. En el Teatro Municipal, cada vez que vamos las “Expresiones chirinoides”
están presentes.

Rafael Chirinos, es uno de los invaluables aportes del estado Falcón, al


crecimiento de la cultura cabimense, aunque en realidad, sus noventa años de residencia
en esta tierra, lo hacen con sobrado derecho uno de los nuestros y lo incluimos, dentro
de los “inmortales, los que no caben en la muerte” según Silvio Rodríguez.

Rafael Chirinos, nunca se ha ido de nosotros, porque cada momento que


compartimos con él, queda grabado como algo imperecedero y la fuerza del arte, lo
mantiene con nosotros, en cada paso, en cada mirada, en cada evocación.

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Las malas compañías

Roddy y Nelson (Rodil Tigrera y Nelson Suárez)

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Las malas compañías

Roddy y Nelson (Rodil Tigrera y Nelson Suárez) y el Gran Coquivacoa, Los reyes
de la tamborera

Una de las parejas más reconocidas, en cuanto instrumentistas de la gaita zuliana,


(tal vez a la par de Quintiliano y Aguillón (Charrascas de los Cardenales)) la constituyen
Nelson y Roddy, fundadores del conjunto Coquivacoa en 1969, cuando irrumpieron en el
sonido grabado. El tema que salió en 45 RPM que dio a conocer al grupo fue el “Gran
Gaitón” con Nelson Martínez como cantautor, cuya edición se agotaría. El disco de 1969,
también tuvo buena venta, pero el real impacto, fue ese que iniciaría una larga secuela
de gaitones, que identificarían al novel conjunto que dirigía Victor Medina, y cuyos
integrantes eran, entre otros: Pedro Mavárez, Manolo Vargas (cuatro), Jesus Petit
(Bocachico), Oscar Borjas, Douglas, Luis Rivas, Morris Ocando, Pedro Arteaga, Santos
Nucette, Arcadio Caridad, José “Popy” Vilchez, Damaso González, Roddy Tigrera,
Nelson Suárez, Silfredo Melendez y el nacido en Caripito, residente del campo Venezuela
de Tía Juana, Nelson Martínez Blanco, que a la postre sería una de las grandes figuras,
no solo de los años 70, sino de la historia de la gaita zuliana.

Se ven obligados regrabar el ”Gran Gaitón”, dado el éxito obtenido el año anterior.
Aparte de eso tenían como punta de lanza “El Barroso” de José Chiquinquirá Rodríguez,
pues en 1969, le habían grabado “El regionalista”, versión gaita (pues la de Pedro Colina,
en 1970, fue un poema).

El otro tema impacto fue la famosa “Gaita tambora” que completaba, para rellenar
la cara “A” del disco, un tema, según nos informaba Manolo Vargas que Pedro Arteaga,
como buen habitante de Las Morochas, era amante de la fiesta de San Benito y esa gaita
tambora, recopilación que trajo al conjunto. Rápidamente Nelson y Roddy, la asumieron,
pues se la pasaban tocándola en los ensayos, pero nadie les paraba bolas. Finalmente,
al no tener más opciones, la grabaron con apenas 1,58 minutos de duración (como quien
dice, “por no dejar”), en las voces de Damaso González, Arcadio Caridad y Nelson
Martínez. El tema no tenía autor conocido, por lo que aparece en los créditos como
“Recopilación del conjunto”.

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Las malas compañías

Comenzaron las presentaciones del conjunto ”Coquivacoa” en fiestas y


cervecerías. En uno de esos toques, aparte de sus temas ya grabados, tocaron otros
temas conocidos por todo el mundo, incluidos los infaltables de Ricardo Aguirre, quien
era la gran figura de la gaita. Había fallecido en noviembre de 1969, evento por todos
conocido. Las cantaba Nelson, y por su tesitura, la gente lo asociaba con Ricardo. Esa
noche se les agotó el repertorio, y la gente les pedía más, no les quedaba más nada,
hasta que Nelson Suárez, dijo: “Y porque no tocamos la tamborera?”. A regañadientes,
aceptaron.

Cuando el público la escuchó, se desbordó hacia la pista a bailarla. Como era tan
cortica, se las pidieron de nuevo, y tuvieron que tocarla como tres veces más. De allí en
adelante, la cosa es historia, se convirtió en un fenómeno, y decidieron a promocionarla
en la radio. La aceptación, fue inmediata y junto con el “Gran gaitón”, se convirtieron en
punta de lanza del conjunto.

Revisando la contracarátula del disco de 1970, la apología fue realizada por la


pluma del gran locutor Francisco Lizarzabal Franco, “La voz del feliz año” en Radio
petrolera, 1280 AM. Hombre de voz educada, trilingüe y con muy buen nivel cultural,
como solían ser los locutores del pasado. Hace la descripción de los temas que
conforman el disco, resaltando el apoyo de los compositores, “Chinco” Rodríguez (El
Barroso), Néstor Graterol (Gaita original), José Santos Nucette (Cabimas como te tratan),
Silfredo Melendez (Nuestra gaita, Solo promesas, Se pierde la tradición, Cantemos la
gaita, Maracaibo cenicienta) y Nelson Martínez (Gran Gaitón y Gaita zuliana), Dos
recopilaciones (Gaita Tambora y La Campesina).

Los solistas: Nelson Martínez, Arcadio Caridad, Pedro Arteaga y Damaso


González. El carisma y la creatividad de Nelson Martínez terminaron imponiendo a ese
voluminoso moreno con su afro y ciento cuarenta kilos de peso, para convertirse, como
lo decíamos al principio, en una de las grandes figuras de los años setenta.

A partir de 1972, la agrupación pasa a llamarse “Gran Coquivacoa”, y sus discos


llevaban invariablemente, los gaitones y la tamborera numerada, la mayoría al principio
de la autoría de Nelson Martínez, esperadas por todo el público.

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Las malas compañías

Nelson y Roddy, ambrosieros, como la mayoría de los integrantes eran parte


fundamental del grupo y lo fueron durante muchos años.

A Nelson lo conocí, antes de ser famoso como tamborero, como un gran arrimador
de bolas criollas, en las canchas de La Misión (León Mavarez (deportivo La Misión), Club
San Benito, Valmore Rodríguez (equipo de AD en La Misión). Nelson pertenecía al
Regulo Reyes, de Ambrosio. Siempre calladito, disciplinado. Se la pasaba con Regulo
Reyes, otro buen arrimador que llegó de Ambrosio a reforzar al “Valmore Rodríguez”, que
coordinaba mi papá Silvestre Querales.

Las bolas criollas se convirtieron, a finales de los sesenta y principios de los


setenta en un fenómeno cultural. Solamente en La Misión, en el pequeño polígono, se
encontraban siete canchas. Cada semana se realizaba un torneo, y era excelente excusa
para vender cervezas, y una vitrina para las jóvenes casaderas, una buena razón para
ser vistas por los ídolos del momento, sobre todos los bochadores. Son incontables los
raptos que se dieron en esos años, las muchachas no se andaban con muchos remilgos
“la primavera tenía prisa”. Recogían alguna ropita, la escondían, y al filo de la media
noche se fugaban con su galán.

Ya con la niña “perjudicada”, a los padres no les quedaba otra que exigirle al raptor,
el inmediato matrimonio para lavar el honor de su pequeña consentida. Se realizaba el
matrimonio, la gran mayoría de las chicas eran menores de edad, y los muchachos, de
igual manera, pues la mayoría de edad, se alcanzaba a los 21 años. Una vez concretado
el matrimonio, los “brollos” pasaban a un segundo plano, y las bolas criollas seguían
reinando en las noches y fines de semana del barrio. El otro barrio muy activo era
Ambrosio, pues tenía los clubes “Regulo Reyes” (calle Igualdad), Chivita y América (calle
Impulso).

Nelson estaba presente, con el equipo donde militaba mientras el Coquivacoa,


crecía en fama y fanaticada, y era la gran referencia de nuestra Cabimas, pues el Barrio
Obrero, presentaba muchos problemas, tantos, que para 1971, grabaron dos conjuntos
con esa denominación: El liderado por Héctor Silva Narváez (Sus solistas Pilo Zutachi,
Lula Silva, Ramón Herrera, Néstor Borjas, Carmencita Silva y Pedro Delgado) y el apoyo

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Las malas compañías

de compositores de la talla de “Chinco” Rodríguez, Ramón Herrera, Alberto Silva, Ecdiluz


Silva (Lula), Pilo Zutachi y Johnny Parra, y el que conducía el abogado Joaquín “Tito”
Manzano (contaba como solista líder con Bernardo Bracho, además de Damaso
González, Sonia Sandoval, Homero Altuve y Alcides Sánchez).

Esta división perjudicó notablemente al grupo. El de Joaquín Manzano


desapareció y el de Hector Silva, grabó en 1972, donde destacaron dos temas: “El
periodista” de Chinco, que aunque no existía el renglón gaita del año, a juicio del Dr
Octavio Urdaneta, si lo fue. El otro tema grandioso fue “Gaita playera” de Johnny parra,
el cual interpretó él mismo, acompañado por Lula Silva. Las gaitas playeras han sido la
bandera de Johnny Parra, hasta nuestros días.

El Barrio Obrero de Cabimas, tuvo un largo receso, hasta que en 1979, resurge de
sus cenizas. Para esto haremos su respectiva crónica. Obviamente, esta fue la mejor
época del conjunto que ha había dejado clásicos como: Gaita a Cabimas, la Primitiva,
Bobures, Extravagancias, Asi es Maracaibo, la mayoría de la pluma de “Chinco” y en la
voz de Bernardo Bracho.

Para 1972, Bernardo se va con los Compadres del éxito, y permanece allí durante
dos temporadas.

Pero volviendo a Roddy (en realidad se llama Rodil Tigrera Medina) y Nelson
Suárez (su verdadero nombre es Nelson Rincón Suárez). Como se puede ver el apellido
Tigrera es netamente ambrosiero. Roddy, hombre de fuerte contextura, lo que le daba la
fuerza para ser tan buen ejecutante de la tambora (primera tambora). Nelson, negro,
flaco, pero con fuertes brazos también, como segunda tambora, como decíamos al
principio, formaron una llave indisoluble, pues aparte de hacer llave con el mismo
instrumento de percusión, tenían una amistad a todo dar, andando siempre
acompañados. Hay quienes dicen que ellos hablan de tal manera que nadie más los
entiende.

Los setenta constituyeron los años de despegue del Gran Coquivacoa, y en cada
año, acompañando a las tamboreras y gaitones, siempre pegaban dos o tres temas más,
primero con Nelson y luego con la hegemonía, a mi entender, muy egocéntrica de

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Las malas compañías

“Neguito” Borjas (opinión muy particular, porque si bien es cierto que ha sido muy exitoso
en su carrera, no es menos cierto que construyó el grupo a su alrededor como epicentro
avasallante).

En el grupo había mucho talento para la composición, y para nombrar solo a dos,
Carlos “Condorito” Vargas (guitarra) y Nixon Paredes (cuatro). A principios de año,
Neguito les pedía composiciones, las miraba, al mes decía: “bueno, vamos a hacer un
cosa, me voy solo, con todos los temas”, tanto así que lo hizo por muchos años hasta la
llegada de Astolfo Romero en 1997, donde compartieron el disco de ese año con gaitas
de ambos. Naturalmente, el boom lo constituyó Astolfo. Los temas de ese año, fueron:

El Gran Coquivocoa, fue junto a otros grandes grupos zulianos, la gran atracción
en los “poliedrazos”, que durante muchos años representaron llenazos en ese coso
caraqueño, amén de los mejores sitios de Caracas, Margarita y otras zonas del país,
incluyendo las giras al exterior, Miami, Curazao, Aruba y otros lugares.

Esta pareja de percusionistas, respetados y conocidos en el ambiente gaitero y


musical del país, ha recibido múltiples reconocimientos, al punto de ser declarados en
2009, como patrimonios culturales vivientes de la ciudad de Cabimas. Son pensionados
de Fundagraez, el ente de protección de los gaiteros que dirigió Ramón Soto Urdaneta
hasta 2021.

Por el Gran Coquivacoa han desfilado, aparte de Nelson y Neguito, claro está,
figuras como Eddie Mayo, Pablito Grey, Danelo Badell, Ender Carruyo, Astolfo Romero,
Douglas Ochoa, Juan Carlos Arcaya, Argenis Sánchez y otros de gran calidad.

Como crítica debemos decir que el grupo, que comenzó como propiedad colectiva,
fue registrado con el tiempo por Neguito Borjas y Jesús Petit (Bocachico), y los
integrantes, solo disfrutaban del pago de sus actuaciones, convirtiéndose a la larga en
empleados de la agrupación. Cuando a principios de los años 2000, deciden dejar por
fuera Roddy y a Nelson con la banal excusa que eran “viejos y feos” (discriminación),
luego de dar los mejores años de su vida, con sus éxitos, pero también con el desgaste
que producen los trasnochos, los largos viajes y demás avatares.

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Las malas compañías

Una vez que uno cesa la relación laboral con una empresa (en este caso el Gran
Coquivacoa), es justo que le sean canceladas sus justas prestaciones sociales
(imagínense, desde 1969 hasta 2003 o 2004), ¡son 45 años de servicio! Y que luego, les
sean negadas sus justas reivindicaciones laborales, a pesar de haber introducido las
respectivas demandas ante el ente respectivo. Con el resto de los integrantes supongo
que pasó lo mismo.

Un caso especial lo constituye, el año que Astolfo Romero en la agrupación (1997),


no pudo ser más exitoso, se pegaron varios temas: Las plañideras (Neguito), Patrimonio
Nacional (Astolfo), El sol y el lago (Neguito), Que desesperación (Astolfo), Fiebre en la
catedral (Oscar “El Bocón” Borjas) con arreglos nuevos, La gabarra 1015 (Neguito), una
especie de gaita por encargo para la empresa Dowell. Astolfo en los últimos años, había
impulsado “La parranda gaitera”, y para esa temporada, el conjunto no iba a salir,
posiblemente por problemas financieros y Astolfo manifestó a algunos integrantes del
Gran Coquivacoa, entre ellos a Nelson Suárez, que quería gaitear ese año con ellos.
Cuando se lo dijeron a Neguito, éste dijo: “que me lo manifieste personalmente”, así
sucedió. El disco “Alquimia” de excelente factura, cuenta con arreglos de ambos.

La ruptura, me cuenta Nelson, ocurre cuando un día va Neguito a Maracaibo y en


la vía se encuentra a Heriberto Molina, se saludan y Heriberto le dice: “Te envie el tema
“En casa se larga el forro” para que la grabaras, la recibiste?, te la mande con Astolfo”,
Astolfo la había grabado con “La Parranda gaitera” un exitaso, Gaita del año. Neguito
montó en cólera. Y comenzó la “guerra fría”. No lo invitaban a los ensayos. No le avisaban
a tiempo para los toques, y se creó la cizalla. Finalmente, Neguito, no lo despidió
directamente, sino que por vía de recado, Astolfo recibió el aviso.

Recuerdo que en abril de 2000, yo iba de Cabimas hacia Santa Rita, donde vivía
en ese momento, estaba escuchando en la radio de Reinaldo Cubillán, (“Tio Cubi”),
Zuliana 102.1 FM, el programa sabatino que tenía Neguito para ese momento. Sonó la
gaita ”El Mercado de los Buchones” ganadora del I Festival “Una gaita para el Zulia en
1984. El segundo lugar lo había ocupado “Calles Viejas” de Neguito Borjas, una muy
buena gaita también, aunque la de Astolfo con Gaiteros de Pillopo, es también uno de los
grandes clásicos de nuestro ritmo, decretado el 17 de noviembre de 2014, con Patrimonio
141
Las malas compañías

Cultural intangible de la Nación, por la Asamblea Nacional. El caso es que al terminar el


tema, Neguito dice: “Ahí tenían “El Mercado de los buchones”, uno de los pocos temas
que ha compuesto este señor que vale la pena. Astolfo, si me estáis escuchando?,
Organícese hermano, para que pueda seguir figurando, por eso es que no te va bien”.

Ninguna persona está libre de pecados, pero lo que nadie puede negar es que
Astolfo Romero, no pegó menos de cien gaitas, propias o grabadas por otros solistas,
aparte de haber llevado a buen puerto, entre otros, a Gaiteros de Pillopo, Maragaita, la
Parranda gaitera, y Los Cardenales del éxito, cuando los dirigió. Posiblemente sea cierto
que Astolfo, pudo haber tenido más éxito económico, de haber sido más organizado, pero
en cuanto al éxito como artista, nadie lo puede negar, como tampoco se puede negar que
Neguito, haya tenido asertividad en ambas cosas. Pero de allí a lanzar comentarios
destemplados a un compañero de gremio, me parece una falta de elegancia, por lo
menos.

El 20 de mayo de 2000, Astolfo fallecía producto de un infarto fulminante, con


apenas 50 años de vida, dejando un legado para la nuestra gaita zuliana. Es considerado
como el gaitero más completo que ha existido.

Neguito Borjas, es una gran figura, es triunfador, disfruta de dinero y


reconocimiento, pero entre otras cosas: no le ha pagado sus prestaciones ni a Roddy ni
a Nelson, ni a los otros integrantes de La Maquinaria del sabor que fundaron por en 1969,
en Ambrosio.

A Nelson y a Roddy los veiamos mensualmente, cuando se les entregaba el


beneficio de la bolsa por FundaGraez, de la cual ambos son pensionados. Tienen un
lugar dentro de la gaita zuliana, como una gran llave de percusionistas, y eso no se borra
así nada más.

Las tamboreras que ellos ayudaron a impulsar, una derivación del tamborito
panameño, pero que se convirtió, en la opinión de muchos, en la quinta variedad de gaita
zuliana. Las otras cuatro: la gaita de furro, la de Santa Lucia, la perijanera y la gaita
tambora. En los años 70, grupo que se respetara tenía que grabar una tamborera en su
repertorio, he allí el gran impacto generado por este gran grupo de la ciudad de Cabimas.

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Las malas compañías

Nelson y Roddy, estuvieron allí, llenando grandes páginas para nuestra música
regional. Disfrutan del respeto y reconocimiento de propios y extraños.

Nadie los podrá borrar, aunque algunos dentro del grupo puedan haber opinado
que estaban viejos y feos. En mi opinión, quienes tomaron esa decisión, tampoco era que
estaban muy bonitos y enniñeciendo.

La mezquindad humana a veces tiene éxito.

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Las malas compañías

Don Tito Delgado Medina

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Las malas compañías

Don Tito Delgado Medina

Don Tito Alberto Delgado Medina, nació en Los Puertos de Altagracia, el 04 de


enero de 1940, en uno de esos hogares donde se cultivaba el cariño y el amor, donde las
buenas costumbres y el respeto eran el norte a seguir para quien era criado de esa
manera, jamás torcerá su camino. No tengo información sobre otros hermanos, pero
podemos nombrar a Pedro y a Alexis “Malaracha”, quienes también cultivaron el ritmo
zuliano que los daría a conocer con el Barrio Obrero de Cabimas.

Desde muy joven, la familia se trasladó a Cabimas, y desde allí comenzó su


encuentro temprano con la gaita zuliana. Cuenta el propio Tito: En 1954, unos muchachos
de Cabimas, entre ellos, Héctor Silva (14 años), se trasladaron a la población de Puerto
Escondido, a cazar palomitas y perdices con la famosa tira tira (honda o resortera), la
cual consistía en un palo recortado de cierto árbol, que tuviera una forma de “Y”, la cual
se sometía a secamiento luego, con caucho de bicicleta y pabilo, se amarraba y con un
cuerito que se usaba para colocar la piedra, se constituía en el arma de reglamento, sin
reglamento, de la época para todos los muchachos, pues aun Cabimas y más aún Puerto
escondido poseían mucho “monte”, que se facilitaba para la caza.

Otro método era el uso de “alzapies”, que era una pequeña caja construída con
palitos de madera cuadrados y estambre (alambre) de gallinero. Se sostenía con un
palito, colocado de manera inclinada, debajo se colocaba granos de maíz, para que los
pájaros se acercaran. Al tropezar el palito, hacían que la jaula cayera, quedando
encerrados. A veces se llevaban varios, y por lo regular todos tenían éxito, pues al llegar
los muchachos, cada jaula tenía por lo menos un pájaro (paloma perdiz) en su interior.

Luego, se preparaba el banquete, con arroz para el disfrute de todos los


comensales. A veces también caían conejos.

Pero volviendo a ese día, cuando llegaron a Puerto escondido, invitados por Alirio
Romero, en la casa de Ernesto Prieto, les dicen que en la noche habría celebración con
gaita zuliana, se quedaron en la fiesta con gaitas y no se fueron de cacería, como era el
propósito inicial.
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Las malas compañías

Cuando llegan a Cabimas, ya venían imbuidos del espíritu de la gaita y comienzan


a ejecutarla de manera informal en el barrio para divertirse. Una vez llegado el año 1955,
Héctor (14 años), decide invitar a sus amigos del barrio y el liceo, entre ellos su hermano,
Alberto (13 años), Joseito Romero, Felipe Palma, Ramón Herrera Navarro, Joaquín “Tito”
Manzano, Tito Alberto Delgado Medina, deciden organizarse de manera más orgánica
dentro de su comunidad el Barrio Obrero, en la esquina diagonal a su casa materna, de
una vez deciden que el nombre del grupo será el de su comunidad, así nace el “Conjunto
Barrio Obrero de Cabimas” que nace oficialmente el 12 de octubre de 1955, inicialmente
todos varones.

Llega la década del sesenta, y con ella el auge de los festivales gaiteros en
Maracaibo, y los muchachos del barrio Obrero deciden participar, en el festival que
organizaba el Canal 13 de TV del Zulia. Todo un acontecimiento verse en televisión para
esis tiempos. Las agrupaciones estaban constituidas por personas muy jóvenes, y
trascurridas seis décadas, muchos de ellos están entre nosotros, con edades
comprendidas entre los 70 y 80 años de edad, salvo quienes se han ido marchando por
diversas circunstancias. como es la ley de la vida.

En 1961, en una actividad musical, conocen a Bernardo Bracho, quien habitaba


en Ambrosio, lo invitan pero no se aparece solo, se trae a un amigo llamado José
Chiquinquirá Rodríguez “Chinco”, un bobureño nacido en 1914, quien componía y era
parte de las parrandas de Ambrosio, Pueblo Aparte y Punta Icotea. Ese mismo año va a
un festival con “Tradición gaitera” de Chinco en la voz de Bernardo, pero sin éxito,

Para 1962, habían ganado su primer premio, con “Afición gaitera”, de la autoría de
“Chinco” Rodríguez, en las voces de Ramón Herrera Navarro y Carmencita Silva.
“Chinco” se había ganado el respeto de sus compañeros.

Para 1964, comienzan su tercera etapa, la profesional, cuando graban su primer


LP (33 1/3 RPM). Las dos primeras eran la de diversión, según Tito. La segunda es la de
posicionamiento y aceptación dentro de la comunidad cabimense.

Los temas del primer larga duración, son: “Las extravagancias” de Alberto Silva
Narváez, fue grabado por Los cardenales del éxito, en 1967, en la voz de Nerio Ríos.

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Las malas compañías

Seguían: El estudiante (Chinco Rodríguez), El Maracaibo de ayer (Chinco


Rodríguez) Carmencita y Ramón Herrera, Sabor criollo (Alberto Silva) Carmencita y
Ramón, Navidad zuliana (Joaquin Manzano) Carmencita, (Ramón Herrera) Carmencita,
Barrio Obrero (Alberto Silva) Ramón y Carmencita, La galardonada Afición gaitera
(Chinco) Carmencita y Ramón, Los piropos (Joaquin Manzano) Ramón Herrera, El
Monokini (D. D.) Carmencita y Ramón, Gaita sabrosita (Alberto Silva) Ramón y
Carmencita. Como se puede ver, Tito Alberto no participó en la grabación de ese disco,
suponemos por razones de estudio.

Para 1965, en el disco llamado “Cantares venezolanos” si participa don Tito


Alberto, con los temas: Oh, madre mía de Jhonny Parra y Zapata, Cantares venezolanos,
la cual interpreta junto a Ramón Herrera, con tesituras muy parecidas. El resto del disco:
Bernardo Bracho con: Asi es Maracaibo (Chinco), que iba a grabar Tito, pero a última
hora se le entregó a Bernardo, Gaita primitiva (Chinco) junto con Yolimar Bracho, Gaita
con ganas (Bernardo Bracho), junto con Yolimar, Esta es mi gaita (Alberto Silva y Luis
Fossi) Ramón Herrera, Gózala, gózala (Alberto Silva Ramón Herrera, el clásico de
clásicos Gaita a Cabimas (Chinco) Bernardo Bacho, Gaita danza (Alberto Silva) Ramón
Herrera, y Arbolito de Navidad (Ramón Herrera) Lula Silva.

Es bueno acotar que la gaita danza o danza gaiteada, Asi es Maracaibo, es de


1965, pero que en 1969, con motivo del cuatricentenario de la ciudad, es cuando se
convierte en el clásico que es en el día de hoy, reconocida por todos.

El aporte de “Chinco” Rodríguez, haciendo dupla con Bernardo, fue fundamental


para su éxito, siendo una de las duplas más exitosas conocidas, junto con la de Eurípides
y Ricardo, Luis Ferrer y Enrique Gotera, Germán Avila y Douglas Ochoa, Jack Pérez y
José Marrero, Wolfgang Romero y Leandro Zuleta, entre los más reconocidos.

Volviendo a Tito Delgado, luego del receso, como producto de la división de 1971,
donde hubo dos grabaciones, el grupo de Los Silva Narváez y El encabezado por Joaquin
“Tito” Manzano.

Cuando la agrupación reaparece en 1979, estaba con ellos Tito Delgado Medina,
y tuvieron grandes años de mucho éxito, los años del taladro de Lagoven en las parrandas

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Las malas compañías

decembrinas y las giras fuera del Zulia, dado que la agrupación, fimando con el sello
Sonográfica en los años 80, lo cual le facilitó el impacto nacional, y temas de mucha
trascendencia. Tito Delgado Medina estaba presente con sus gaitas y décimas, todas
hechas con mucha calidad en su métrica y en sus letras.

El 04 enero de 2023, llegó a sus 83 años, pero en el año 2021, se hizo ganador
del Festival “Una gaita para el Zulia” organizado por La Secretaría de la gaita y la
Identidad Nacional, dirigido por el “Zulianísimo” Ramón Soto Urdaneta, con el tema
“Pedro Lucas y la virgen” ganando un premio metálico de ocho mil dólares ($8.000,oo).
Esa noche estuvimos acompañando su triunfo.

Definitivamente, ha sido un hombre de la gaita y para la gaita.

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Tito Alexis Ochoa

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Las malas compañías

Tito Alexis Ochoa “El pleisy”


El tiempo que se disfruta
Es el verdadero tiempo vivido.
Joge Bucay

Escribir sobre el arte, los artistas y la amistad en Cabimas, sin incluir a Tito Alexis Ochoa
Ocando, sería como dejar un inmenso vacío.
Las primeras referencias de Alexis Ochoa, las tuve, cuando en 1978, nos tocó formar
parte de la Junta Directiva del “Tinajas Club”, en el barrio Francisco de Miranda, carretera
F.
Recuerdo que fue contratado para pintar las tinajitas colocadas en el cielo raso del salón
principal y el mural que estaba colocado en el escenario de la parte trasera de dicho club.
Yo me lo había topado algunas veces en el centro de la ciudad, pero no nos conocíamos.
En esos tiempos era miembro del “Basura”, grupo que hacía rock cabimense, junto con
el “Loco” Hugo y otros jóvenes músicos. Era estudiante de la Escuela de Artes Plásticas
“Vitaliano Rossi”, junto con otros futuros artistas que conformarían esa gran generación
de artistas plásticos de la ciudad. En 1979, por instancia de los estudiantes se convirtió
en “Pedro Oporto”, quien aparte de artista plástico era técnico dental y abuelo de una de
nuestras primeras reinas de belleza, Edicta García Oporto, quien nos representara en el
Miss Mundo en 1974.
A finales de la década de los 70, gracias al Movimiento de los Poderes Creadores del
Pueblo “Aquiles Nazoa”, nos integramos de lleno a la actividad cultural, por medio del
Grupo “Tabla Insurgente”, de hecho hicimos amistad con todos ellos, jóvenes y maduros.
Ya conocíamos desde la escuela “Pedro Lucas Urribarrí” a Omar Patiño.
El arte de Alexis comenzó por la crítica social, y ha tenido una constante evolución en su
arte pictórico, la cual ha alternado con la música (ejecutante de la guitarra, compositor),
teatro (actor y escenógrafo). Desde los años 80 hemos gozado de su amistad y lo hemos
visto crecer y hacerse viejo, pero su arte no envejece y no deja de sorprendernos. Su
vínculo con la cabimicidad, lo autóctono con sus negras de formas generosas, muy
cercanas a sus oficios y a la expresión dancística y musical. San Benito es permanente
protagonista con sus obras que suenan a chimbangueles y huelen a ron derramado, a
celebración, a devoción sin miedo al inclemente sol, ignorado durante esos recorridos en
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Las malas compañías

los cuales el movimiento del baile y la libación del licor sin mezquindad, adquiere
protagonismo.
Hemos compartido muchas de sus conversas, por lo regular acompañadas de la ingesta
etílica, recordamos su época de residencia en la Cumaná, tiempos en que llegó a poseer
un Wolsfwagen celeste. Otras veces desde diferentes talleres en otros lugares. Lo hemos
acompañado en múltiples exposiciones individuales y colectivas. Nadie puede decir que
Alexis se haya negado a participar juntos a sus colegas, donde haya sido requerido.
En la época que estuvimos trabajando en la Alcaldía de Simón Bolívar, a través de la
Coordinación de Cultura, contamos con su colaboración para la primera exposición
llamada “Renacer de Bolívar”, luego en una colectiva junto a otros artistas de Cabimas y
Maracaibo. Fue el autor del afiche del 2do. Encuentro de artesanos en el tercer
aniversario de la creación del Municipio en 1998, usando la cara de Jesús, con el
argumento que él fue el “Primer artesano”, en su condición de hijo de un carpintero.
Han sido muchos años de encuentros, se ha convertido en uno de nuestros
imprescindibles. Con la calidad de su trabajo, pudo haber tomado el camino de Maracaibo
o Caracas, para expandir su mercado, ha preferido quedarse en Cabimas, obteniendo el
reconocimiento como un profeta en su tierra. Al lado de Lila Hernández, ha procreado
una hermosa familia. En su primera juventud había procreado a Lucia, en primeras
nupcias con Chely Gutiérrez, pero ha sido Lila quien ha tenido la capacidad y la entereza
de acompañarlo, en los momentos que da la vida con sus altibajos. En la calle 3 de Las
40, se han establecido y desde allí sigue tejiendo su inmensa obra.
Pero no se ha conformado con la pintura. A principios de los años 2000, creo junto con
Edwar Govia y Johana Esteira, “Los hijos de Limber” contando con Lila, como primera
bailarina. Dicha agrupación con temas propios, entre los cuales podemos recordar “El
camión amarillo” y “El Capitán Marullo”, para solo nombrar dos, más el famoso “Rock del
petróleo” compuesto en 1984. Otras composiciones: “La estrella Lunar” (A Emerio Darío
Lunar), “El poeta más alto (al poeta Rafael Machado Millán), “Mi novia es de aluminio” y
otras.
En 2016, escribió un libro de Haikuu, llamado el TAOO nocturno (Editorial Novilunio), y
nos hizo el honor de designarnos como prologuista del mismo.

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Las malas compañías

En cuanto al diseño gráfico, él ha puesto su talento y yo la destreza del manejo del Corel
Draw, y hemos montado carátulas, portadas, catálogos, cosa que me enorgullece, pues
es conocido mi escaso talento para el arte en general.
Su carrera sigue en desarrollo y en el año 2021, fue homenajeado como Doctor Honoris
Causa de la UNERMB, con lo cual la academia le reconoce los méritos acumulados en
casi 50 años de carrera dedicada al arte pictórico, musical y teatral. Una vida redonda.
Yo no soy artista, provengo de una familia de memoriosos, no voy a dejar está crónica
sin anécdotas. Solo voy a contar dos entre las miles que hemos compartido.
El 31 de marzo de 2007, el movimiento “Unidos por la dignidad de Cabimas”, en defensa
al agravio perpetrado contra nuestro patrimonio histórico, organizó un acto diagonal a la
Catedral de Cabimas, el cual contó con la actuación de “Los hijos de Limber” y como
invitado especial Jesús “El Gordo” Páez. Luego de concluido el acto, nos fuimos a “El
leñazo de Fermín”, a orillas del lago. Allí comenzó el compartir, y le pedimos al “Gordo”
que interpretará algunos temas. Recuerdo que cantó “Romelia” de don Pío Alvarado y
luego, “Giraluna” de Andrés Eloy Blanco. Allí montó el show, Alexis, argumentando que
un revolucionario no debía interpretar temas de un poeta adeco. “El Gordo” se enfureció
tanto que casi lanza su guitarra al lago, y le espetó a Tito, el por qué interpretaba la
“traicionada poesía de Andrés Eloy”. 13 días más tarde, fallece de un infarto en el
aeropuerto de Barquisimeto, mientras era despedido por Wilmer Peraza. “El Gordo” iba
a la ciudad de Mérida.Una vez enterados, quedamos estupefactos. Javier Fernández
decía que el culpable de la muerte era Tito Alexis por su actitud. En realidad, su salud
estaba seriamente afectada, dado el estilo de vida que había llevado, pero nadie fue
capaz de convencer a Javier, que Alexis no tenía que ver, pues la arrechera de “El Gordo”
fue tan grande que era libre de pensarlo.
Hay otras que son recurrentes en Alexis: terminar peleándose (bueno, eso era en los 80
y 90) con alguno de los compañeros asistentes a nuestros encuentros matizados con el
infaltable licor. Memorables sus agarrones (que no pasaban a mayores, era puros
escarceos) con el teatrero Fernando Acosta, con el “Pepe” Leandro Martínez, para solo
nombrar a dos.
Doy de “ñapa” una tercera. El 14 de febrero de 1985, Día de la amistad y el amor, un
amigo de Henry Mariñez, quien era para entonces compositor y cuatrista del grupo “Mi
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Las malas compañías

Tierra”, llamado Mauricio estaba enamorado de una muchacha de Los Laureles. Para
completar la serenata que pensaba llevar, Henry invitó a Alexis para que llevara la
guitarra. Mi papel: chófer en mi rancherita Chevette SL. Como eran apenas las 8 de la
noche decidimos ir a calentar motores al “Sierra Nevada” de Abdenado Borjas (padre de
Neguito). Mandamos a parar la rockola y los músicos comenzaron a interpretar boleros y
baladas. Uno de los parroquianos dijo: ¿No se saben canciones de Ali Primera?.
Obviamente, ambos, Henry y Alexis, se sabían las canciones. Esa fue nuestra despedida
terrenal de Ali (sin saberlo), pues en la madrugada de la noche siguiente, éste perdía la
vida en un accidente en la autopista Valle – Coche. Lo cierto es que nos quedamos allí
cantando los temas del cantor del pueblo. Los parroquianos no nos permitieron pagar la
cuenta y la serenata no se concretó.
Podríamos llenar muchas cuartillas escribiendo sobre Alexis Ochoa, este poeta, pintor,
cantante, compositor, escenógrafo, muralista, filósofo natural, sanbenitero, cocuyero
eximio, nacido de la tierra misma, desde su barrio querido, del cual nunca se ha alejado,
Tierra Negra. Hijo de padre comunista y madre cañadera, con 10 hermanos, 4 hijos, y
esposo de Lila, tiene el camino de la gloria ganado, con un puesto bien ganado en el
parnaso.
Sigue acumulando años y obra, la cual no envejece, porque siempre tendrá algo con que
sorprendernos.
Gracias, Pleisy.

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Las malas compañías

Sobeira Macías

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Las malas compañías

Sobeira Macías

“Estás en el lugar de los elegidos,


Los que no caben en la muerte”
Silvio Rodríguez

No quisiéramos escribir estas cosas. Pero somos mortales y a todos nos toca, eso
conforma nuestro tránsito vital, en la residencia terrenal. Hay quienes pasan sin dejar
huella y apenas un tenue recuerdo los mantiene hasta que el olvido los arropa con manto
infranqueable.

No se puede decir lo mismo de Sobeira Macías, uno de los personajes más


queridos de nuestra querido barrio La Misión y de que quienes tuvieron la dicha de tenerla
como familiar, de vecina y sobre todo, de amiga.

Quienes lean esto estarán de acuerdo en que Sobeira es ese tipo de ser que jamás
generó rechazos dentro de la comunidad, pues su sentido del humor, igual que el de su
madre Angela Macías y su hermano, nuestro entrañable Albenis Chirinos. Familia
pequeña en número que habitó entre las calles Nuevo Mundo y la San José, y se ganaron
el cariño y el aprecio de quienes los trataron.

Se tomaron la vida como deberíamos hacerlo todos: ignorando un poco las


debilidades de nuestros empaques, o sea de nuestros cuerpos. Nunca los vimos
quejarse, pero la sonrisa y el buen humor, los acompañó hasta sus últimos días.

Los conocimos, a la llegada de nuestra familia, Querales Cordero, a este barrio,


en 1958, provenientes de Siquisique, estado Lara, un 19 de abril, primeramente en el
caserío de Los Guaduales, y luego, gracias a nuestro primo Efraín Querales, quien al
encontrar a mi Padre Silvestre Querales en el viejo Mercado Municipal de Cabimas, lo
invitó a venirse a vivir alquilado en una casa que estaba construyendo para cuando se
casara con su futura esposa María “Mariita” Acosta Labarca. Se acordó un precio de cinco
bolívares mensuales, y en pocos días estuvimos instalados en esa casa, hasta que mi
papá compró el espacio donde vivimos desde 1960, por la cantidad de 800 bolívares. La
edificación consistía en una media agua, pero con amplio terreno. Al lado, estaba la

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Las malas compañías

familia Romero Nava, y una casa más allá, la familia Macías, encabezada por la señora
Elena, y sus hijos Jesús “Topocho”, José y Angela.

De inmediato, hubo la empatía. Desde entonces Angela, fue nuestra amiga, y sus
pequeños hijos Albenis y Sobeira, quien nació, precisamente ese mismo año.

Con dificultades le tocó enfrentar a Angela como madre soltera, la crianza de sus
sus hijos a hasta llevarlos a buen puerto, sorteando obstáculos con su humilde trabajo de
camarera en el Hospital de Cabimas.

Pasamos nuestra niñez, adolescencia y juventud, en medio de la pobreza, pero


eso dejó que la esperanza se perdiera, pues estábamos claros que el estudio sería la vía
para salir de abajo.

Para los años 80, Sobeira, se convierte en madre de su primer hijo, Rafael. Un
joven llamado Wilson García, se acerca a ella, y le ofrece compartir su vida, y Sobeira
acepta. Mejor decisión imposible, y nuestro barrio, se ganó un hijo adoptivo. Durante más
de 35 años compartieron residencia con nosotros en este amado terruño.

Fui convocado, no solo a la fiesta del matrimonio, sino como fotógrafo, de la boda
realizada en la Iglesia Catedral de Cabimas. Entrando al recinto, Angela se me acerca y
me dice: “Esa Sobeira si es sortaria, al encontrarse a este excelente muchacho”, a quien
había conocido en su trabajo de toda la vida en el Hospital Universitario de Cabimas “Dr.
Adolfo D´Empaire”. No podía estar más acertada. Wilson García se ganaría aprecio de
toda la comunidad de La Misión por su buen carácter y excelente trato, que compaginaba
de manera precisa y perfecta con el temperamento alegre y jovial de Sobeira Macías,
quien a su vez era nieta de un gran dirigente adeco, venido de su natal Pampatar, don
Santiago Montaño.

Compartimos muchas cosas con ellos. Sus celebraciones, pero también la


temprana partida de su mamá Angela, a mediados de los 90 y la de su hermano Albenis,
en el año 2019.

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Sobeira, ya jubilada, inició la venta de víveres como muchas personas, quienes


han asumido esta crisis actual, como una manera de servir, de mantenerse y de estar
comunicada permanentemente con la comunidad en la que vive.

Dudo de alguna persona que tuviera que sentir algo negativo hacía ella, o de
alguien que no admirara esa hermosa y sólida unión de Wilson y Sobeira, que debe ser
la envidia (sana, claro está) de muchas parejas que no logran llevarse tan bien como
ellos.

Juntos criaron tres retoños, tres hijos de bien, Rafa, Alegna y Nani, ver nacer y
crecer a sus nietos, como producto del buen ejemplo dado como buenos padres de
familia.

En lo personal, a pesar de las diferencias en cuanto a la concepción política,


siempre estuvo por delante la amistad por encima de mezquindades humanas, porque
en fin de cuentas, el pueblo es uno solo, sufre y disfruta de los mismos beneficios y
calamidades. Para el pueblo, los conceptos de Derecha y de Izquierda no existen, porque
eso somos: Un solo Pueblo, que necesita ser vindicado y respetado, honrando la palabra
SOBERANO, para que no sea una simple letra muerta, sino la concreción y construcción
de los sueños y saberes, para el crecimiento tanto personal como colectivo.

Nada le hizo sombra a nuestra amistad, vivimos en un barrio de sana conviviencia.

Siento orgullo de saber que existe gente como ella, quien nunca se dejó amilanar
por sus achaques, dolores y afecciones, manteniendo esa contagiosa risa y esa particular
voz, que era percibida a la distancia.

Sobeira Elena Macías de García, puedes irte en paz. Tus familiares y amigos te
despidieron con lágrimas, pero también con la satisfacción de haberte tenido con
nosotros. No le debes nada a nadie, eso sí, extrañaremos tu eterno optimismo y esa risa
a toda prueba.

Descansa en paz, hermana y amiga.

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Las malas compañías

Andrés Felipe González Romero

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Las malas compañías

Andrés Felipe González Romero


Sería fantástico
Que no perdieran siempre los mismos
Y que heredasen los desheredados
Sería fantástico que ganase el mejor
Y que la fuerza no fuese la razón
Que se instalara en mi barrio el paraíso terrenal.
Que todo fuera como está mandado
Y que no mande nadie
Encontrarse como en casa en cualquier sitio
Sería fantástico que todos fuéramos hijos de Dios
Joan Manuel Serrat (Sería fantástico)

- Compañero, Silvestre, cómo está? Nació mi primer hijo, y como somos


adecos, me aseguraré que él también lo siga siendo, porque duraremos en el poder hasta
el 2050. Esas eran palabras de Rodolfo González Sánchez, “Rodolfito” en ocasión del
nacimiento de su primogénito, en unión de nuestra vecina de toda la vida, Deglis Romero
Nava “Yeye”, cuando le dio la noticia a mi papá Silvestre Querales.
Su nombre era una mezcla, en honor al presidente Carlos Andrés Pérez y al primer
ministro español, Felipe González del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), o sea,
los adecos españoles.
El suceso ameritaba la celebración frecuente a la época, los llamados miaos, con
mucha cerveza, parrilla y pasapalos.
Andrés fue creciendo y desde temprano mostró su carácter rebelde e irascible, que
siempre le acompañó.
Al crecer, “las malas juntas” influyeron en él, y dada la decadencia de la Cuarta
República, Andrés Felipe, hizo caso omiso a esos líderes de los cuales habían dado su
nombre de pila. Esas malas juntas, eran Douglas Querales, Nelson Redondo, Teorgido
Rincón, sus tíos Douglas y Richard, Alirio Peña, Larry Redondo, Angela Padrón y este
servidor, quienes abrazamos el pensamiento de izquierda, y para ese momento, existía
el “boom” de la Causa R, donde parecía que Andrés Velásquez encarnaba la alternativa,
junto con su grupo desde Guayana, la zona del hierro, con Lucas Matheus, Tello Benitez,
Thaelman Urgelles y Aristobulo Isturiz y el innombrable del Pablo Medina. La historia
demostraría que solo era un antifaz, pues la Causa R, devino, por lo menos en el caso

159
Las malas compañías

de Pablo Medina y Andrés Velásquez, en dos caballos de Troya de la derecha. Pero esa
es otra historia.
En la Misión asentamos nuestra militancia basada en la herejía utopía, que había
alentado las luchas por las tierras de El Golfito que Douglas y Teorgido, desde la
militancia del PRV-RUPTURA, se dieron para quitarle a la burguesía cabimense, de esa
tajada de tierras, destinadas para usufructúo de la clase pudiente de Cabimas, desde
abril de 1984.
Andrés Felipe, con su carácter rebelde, siendo el más joven del grupo, se incorporó
con mucho entusiasmo a estas luchas que desde el campo político y cultural se fueron
dando, bajo la mirada asombrada y reticente de su familia tradicionalmente adeca,
encabezada por su bisabuelo Helímenes González, siendo la familia junto con los
Redondo más numerosa de La Misión.
Andrés, siempre entusiasta y dispuesto a cumplir las tareas que se le
encomendaran se fue nutriendo de la experiencia de los mayores generacionales, eso sí,
enamoradizo como él solo, como su padre “Rodolfito”, además de poseer carisma con
las muchachas, en cada barrio que llegaba, conseguía una admiradora, lo cual desataba
nuestro respectivo chalequeo.
Yo le jugaba bromas, y le decía: “Sois un infiltrado: nombres adecos, padres
adecos, familia adeca, hay que mosca mosca con vos”. Respondía: “primero muerto que
adeco”.
En la campaña, donde mi hermano Douglas fue electo concejal y posteriormente,
ya fuera de la Causa R, nuestro grupo decidió lanzarse con Douglas como candidato a
alcalde. Al final, Noé Acosta, aprovechó el auge de la Causa R, y fue electo en 1996,
como alcalde de la ciudad, demostrando que la visión de izquierda del cabimense, venido
con la tradición de las luchas sindicales, siendo nuestra ciudad el epicentro de la
producción petrolera, que nos otorgaba, con sobradas creces, ese espíritu contestatario
que siempre hemos manifestado.
Andrés decide, a finales del siglo XX, emigrar hacia Caracas, y se involucra en el
proceso que llevó al comandante Chávez al triunfo de diciembre de 1998. Tuvo un gran
apoyo en el concejal Carlos Delgado, del eje metropolitano y allí se curtió políticamente.

160
Las malas compañías

Lamentablemente, a finales de 2008, Carlos Delgado, enferma de cáncer, fallece y


Andrés decide volver a su Cabimas, y se incorpora a la actividad de la revolución.
Su afición a la bebida fue proverbial y por ello le gastábamos bromas. Decidió
dedicarse a los negocios, y desarrolló su propio emprendimiento, con la construcción de
bloques artesanales, con los que obtuvo éxito, pero cuando se agudizó la escasez y la
carestía de la arena y el cemento, decidió dedicarse a la venta de víveres, aceites. Luego
compró la máquina purificadora de agua, con el apoyo de su nueva pareja. El negocio,
además vendía víveres, pero nuevamente, la inflación avasallante, se encargó que
desistiera y se quedara solamente con la venta de café puro, molido.
Cada vez que nos encontrábamos comentábamos sobre la realidad actual y sobre
las desviaciones del proceso revolucionario, cuestión que lo fue alejando de la militancia
directa, pero no de los sueños de contar un mejor país, donde el discurso y la acción de
los gobernantes vayan en la misma dirección. Yo lo llamaba “Comandante Andrés” desde
los años 90, en donde los sueños por ese país por derrotar a la IV para construir una V,
con una revolución con menos consignas y con más revolucionarios, se hicieran hechos
concretos.
Triste es decirlo, pero el día 11 de octubre, cuando Andrés disfrutaba de sus
últimos tragos, sin saberlo, pero con su corazón le pasó la factura, sin aviso y sin protesto,
por esos excesos, de licor y cigarrillos, que nos hicieron recordar aquella obra de Carson
McCullers, “El corazón es un cazador solitario”, a una edad donde una persona comienza
a vivir, quienes hemos logrado superar barreras hasta pasar de los 60, sabemos que la
vida comienza a los cuarenta.
Para Andrés Felipe no fue así.
Se fue sin saber en que terminará esto, ni hacia donde iremos a parar.
Uno no sabe si quien se va primero nos ganó la partida o si quienes aún quedamos
veremos realizadas las ganas de tener un país mejor, sin Imperio asesino, pero también
sin corruptos, sin funcionarios ineficientes e ineficaces, sin ejecuciones extrajudiciales,
sin extorsiones por parte de pranes o de funcionarios.
Andrés Felipe, se fue con la fe que algún día haya más personas que quieran más
a su país, que a los beneficios y privilegios que da el poder, sin menos egoísmo, sin tanta
hiprocresía e indolencia que arropa a los politiqueros se colocan la camisa y la boina roja.
161
Las malas compañías

Un país sin consignas y con más pensamiento creador, cuestionador, que no


acepte las cosas porque se las imponen, sino porque está convencido que por allí es el
camino.
Bueno, comandante Andrés, no le digo que se vaya tranquilo, porque sería muy
ingenuo de nuestra parte, solo le digo que aquí quedamos, esperando que un día la
sindéresis y el amor por la Patria, sean superiores a las mezquinas individualidades.
Hay pendejos que todavía creemos que eso es posible. No solo debe ser posible,
es necesario que así sea.
De otra manera, no hay patria.

Hasta siempre, comandante Andrés.

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Las malas compañías

Julián Vizcaino Patiño

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Las malas compañías

Julián Vizcaino Patiño.


Faltan los amigos,
Se han marchado lejos
Dentro de la tierra
Sentimiento adentro…
(Ali Primera, Adiós en dolor mayor)

Me entero vía Facebook, que mi entrañable amigo y camarada Julián Vizcaino


Patiño, ha fallecido, por medio de la publicación de una foto que le hice el 13 de marzo
de 1982, en el estadio municipal con motivo del acto “Canción solidaria con la COL” que
organizó el gran Ali Primera, junto a los cantores y cantoras de siempre en un hermoso
evento en el que participamos como parte del comité promotor de ese evento junto con
los profesores Efraín Bruges, Galo Pérez, Lusbi Portillo, el poeta sencillo Miguel Ordóñez,
Douglas Querales, Enrique Barrera, Eleazar Carrión, Teorgido Rincón y otros
compañeros que hicieron posible esa visita del cantor a nuestra ciudad en medio de una
huelga de transporte.

A Julián lo conocimos, desde lejos cuando era estudiante de primaria de la escuela


Pedro Lucas Urribarí, donde sus hermanos Alberto y Omar, también cursaron estudios.

A Corta edad comenzó con su actividad política clandestina, como encargado de


la OR (Organización de Revolucionarios), brazo armado de la Liga Socialista, de la mano
de Jorge Rodríguez, de quien recibía directamente los lineamientos de acción en una
época en que ser revolucionario era extremadamente peligroso, y Julián con su manera
de ser, tan serena, tranquila y cerebral, logró aglutinar a los jóvenes inquietos que
luchaban por un mejor país buscando la vía hacia el socialismo.

Llegaron visitar a Jorge Rodríguez en la cárcel modelo, en tiempos que era


peligroso identificarse con líderes de izquierda, quienes formaban parte del derrotado
movimiento guerrillero de los 60.

Tocó integrarse a la vida cotidiana, en el entendido que había que conectarse de


manera orgánica con el pueblo, en medio de la cotidianidad para hacerles entender que
lo que les sucedía era porque teníamos un país colonizado, por estar gobernado por una
clase política al servicio de los intereses del gran capital imperial, sujetos a los designios
164
Las malas compañías

del gobierno norteamericano. Junto con otros jóvenes, entre ellos Jesús Martínez, Olga
Lugo, quien llegaría a ser su esposa de toda la vida, Jaime Mora, Edgar Alfonzo, Heberto
Martínez, Renato González, Eduardo Acosta (Ido muy temprano en un oscuro suceso),
Douglas Querales, Omar Patiño, los hermanos Orias y otros muchachos, conforman la
Casa de la Cultura de El Amparo, como una herencia del Congreso Cultural Cabimas 70,
en el cual Julián jugó un papel protagónico, pues amén de los grandes nombres que
formaron parte de esa organización, Vizcaino, se cuenta entre quienes facilitaron que las
más de mil personas que poblaron nuestra Cabimas por tres luminosos días del 04 al 06
de diciembre de 1970, pudieran gozar de las mínimas comodidades y atenciones. En ese
memorable encuentro de intelectuales, obreros, campesiones y estudiantes, se llegó,
entre otros acuerdos, desplegarse por todo el país, junto con las luchas obreras,
campesinas, estudiantiles, comunitarias, por medio del ámbito cultural.

Es así como nace la casa de la cultura, junto con la Komuna 2000, quienes fueron
los dos movimientos culturales que dieron los primeros pasos tendientes a lo que luego,
en 1977, fuera el hermoso Movimiento por los Creadores del Pueblo “Aquiles Nazoa”,
que encendió la pradera, liderada por la organización RUPTURA y a la que la ola obligó
a la Liga Socialista a sumarse a esa marea o potro desbocado con que cerró la década
de los 70.

Pero antes de eso, la Casa de la Cultura de El Amparo, luego de múltiples


actividades y logros desde 1973, con esos jóvenes estudiantes liceístas, crearon ese ente
multiplicador que generó otros grupos en la ciudad. Desgraciadamente, en Julio de 1976,
es asesinado en los calabozos de la DISIP, el gran líder Jorge Rodríguez, y se desata
una brutal represión con la excusa del secuestro del industrial norteamericano William
Frank Niehous, que impacta directamente a los jóvenes militantes, quienes cuales se ven
obligados a irse o “enconcharse”. Algunos, como Eduardo Acosta, Heberto Martínez,
Jaime Mora, Edgar Alfonzo, se van a Mérida a cursar estudios en la ULA. Jaime y Edgar
estaban instalados en Mérida desde hacía algún tiempo.

Julián, ingresó en la industria petrolera y eventualmente, contrae matrimonio con


Olga Lugo, y se incorpora junto con los demás compañeros de la Liga Socialista, pues el
“Aquiles Nazoa” surgió como iniciativa del movimiento político RUPTURA, y del cual
165
Las malas compañías

formamos parte en los casi tres años que nos ocupó la organización del Congreso
Cultural Cabimas 80, junto con la Dra. Flor Romero, a quien acompañamos a Mérida para
contactar a algunos artífices del anterior congreso como el Dr. Pedro Rincón Gutiérrez,
Jaime Mora, Salvador Garmendia. El poeta Bayardo Vera, el “chino” Victor Valera Mora,
Edmundo Aray y otros.

Con Julián profundizamos la amistad y organizamos cualquier cantidad de


eventos, con las dificultades de la época, pero con la energía de la juventud, con la cual
lográbamos vencer todas las dificultades.

Por fin se realizó el Congreso Cultural, en diciembre de 1981. De allí en adelante,


continuamos con las actividades de tipo político-cultural, acmpañado de los habituales
compartires que semana tras semana, nos permitían alegrar nuestras juveniles e
inquietas vidas. Julián era un hombre muy callado, pero cuando hacíamos esas fiestas
entre aproximadamente quince camaradas, cuando llevaba unas diez cervezas, salía a
la pista y se ponía a bailar solo, lo cual era muy divertido, pues hasta Olga, su esposa
decía: “bueno, ya se le salió la clase”. Nos reíamos y la velada continuaba en sana paz.
Los temas eran los habituales: la política, la literatura, el teatro y y pensar en un planeta
mejor, por medio del soñado socialismo.

En marzo de 1982, nos tocó recibir a Ali Primera, en un evento que hemos contado
en otras crónicas, allí estuvo Julián, quien tiene el mérito junto a Omar, (su famoso
hermano, gloria de nuestras artes plásticas y amigo del alma también, quien se pasó toda
la década del 80, en Gdanz, Polonia, desarrollando sus estudios de arte), de haber
recibido en su casa al cantor del pueblo cuando prácticamente era desconocido en una
velada muy íntima, de la cual no nos enteramos hasta pasado un tiempo, alrededor del
año 1975 o 76, por lo cual trascendió poco. Omar, me llamó hace un tiempo, para
preguntarme si yo no tenía fotos de ese encuentro. Le dije que no, pues, no estuve allí.

En la celebración del acto “Canción Solidaria por la COL” en la casa de Galo Pérez,
el propio Ali Primera, nos invitó a la semana siguiente 20 de marzo de 1982, a “La canción
solidaria con El Salvador”, en el Nuevo Circo de Caracas, al cual asistimos en el Zephyr
de mi hermano Douglas, junto con Sully Torres, y sus pequeñas hijas Nakarib y Nathali,

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Las malas compañías

Pilar Martínez y Julián Vizcaino. El acto, como siempre a casa llena, con la animación de
Anibal Nazoa y Pedro León Zapata. Con los artistas solidarios de esa época Un solo
pueblo, Grupo “Ahora”, Guaraguao, Gloria Martín, Lilia Vera y otros. Esa noche nos
hospedamos en la casa del Partido PRV Ruptura, en la avenida Nueva Granada.

Ese mismo año, nos fuimos en mi camioneta Dodge, “La Guapa” a “La Canción
solidaria con La Puerta”. Asistimos, por Cabimas, acompañdos de Julián Vizcaino y
Govanny Faneitte. En el estadio de béisbol de Valera, y en vez de introducir la camioneta
al terreno del estadio, la aparcamos en un barrio frente al coso (al salir, nos habían robado
el reproductor y todas nuestras pertenencias). El caso, es que entramos al estadio, y
casualmente llegaba Ali, en su Cherokee, en la cual posteriormente falleció en el
accidente que le quito la vida, el 16 de febrero de 1985. Ali nos vió, abrió los brazos y
grito: “Cabimas”, y nos abrazo y nos dijo “gracias por venir”. El acto terminó alrededor de
las tres de la mañana. Ali nos dijo: “el compartir en Carvajal, sigan la caravana”. A pesar
de haber perdido nuestras pertenencias, nos fuimos al sitio indicado para la velada.
Llegamos a un caserón donde estaban todos los artistas participantes y Ali, era,
sencillamente, uno más de nosotros. Ahí nos agarró el amanecer. Creo que dorminos
unas dos horas dentro de mi camioneta. Nos tocó viajar de regreso a nuestra Cabimas,
tristes por la perdida, pero con ese cúmulo de vivencias de estar entre grandes artistas
revolucionarios.

Ese mismo año, en noviembre de 1982, Gabriel García Márquez, gana el Premio
Nobel de Literatura, y nosotros, amantes de la obra del ”Gabo”, decidimos celebrarlo a lo
grande, y fue la casa de “Los Querales”, la sede, el 25 de diciembre. Designamos como
orador de orden a Luis Chaparro, quien producto de su ingesta alcohólica, no pudo
cumplir con la tarea, por lo que asumió el profesor Galo Pérez, el discurso. De la
preparación de la comida, encargamos a nuestro amigo Pedro Gómez, amén de los
habituales pasapalos, y preparó un delicioso Tarkari de chivo. La celebración no pudo ser
más garciamarquiana. “El Gabo”, jamás se enteró de esta celebración, pero nos hicimos
de cuenta que sí. Julián fue el exitoso coordinador de esa actividad etílica literaria
navideña.

167
Las malas compañías

En junio de 1983, este servidor arribaba a los 30 años de edad (29), y Julián, el 19
de ese mismo mes, a sus 35 y Magaly Gómez, otra compañera, a sus 28 años y
decidimos hacer la fiesta en conjunto, en el patio de mi casa. Reunimos 30 cajas del
cerveza, y el evento se llamó “El Pedrazo”. La fiesta, como correspondía esos tiempos
fue altamente agradable y con tres tortas.

Ese mismo año, en plena campaña electoral, el septiembre de 1983, Ali Primera
nos visitó, y actúo en Los Laureles, de allí, nos fuimos a la casa de Nectario González,
en su patio en Las Cabillas. Fue la última vez que vimos a Ali cantar en vivo. Allí estuvo
Julián con su inseparable Olga.

Podríamos llenar miles de cuartillas contando cosas alrededor de Julián. Nunca


perdimos el contacto. Cuando me mudé a vivir a Santa Rita, siempre me visitó y a veces
almorzaba en mi casa. Les puedo contar que el año 2000, nos tocó viajar junto con la
mamá de mi hija Ronayib, Nayibis, a Sabaneta de Barinas, donde vivía su mamá. No
perdimos la oportunidad de conocer la casa donde nació el comandante Chávez. De esa
visita, recuerdo que Alfredo, el marido de la señora Rita Barboza, nos llevó a conocer la
represa de Masparro y allí compramos unos cinco kilos de cachama y nos dimos un
banquete de pescado, durante dos días.

Una de las cosas que Julián más apreciaba y planificaba anualmente, eran sus
visitas al estado Nueva Esparta, a su natal isla de Coche, a bañarse en la playa y comer
pescado, amén de visitar a su madre y hermanos, pues los hermanos Vizcaino Patiño,
eran nativos de ese lugar, cabimenses por elección, criados por sus tía Ambrosia.

Se me agolpan los recuerdos, en medio del dolor de no haberlo frecuentado más,


por la pandemia. En diciembre de 2019, perdió a su querida compañera Olga Lugo, y nos
vimos en enero de 2020, y conversamos un buen rato, luego de darle el pésame.

Estuvimos en sus celebraciones, como el matrimonio de su hija Yenny. Cultivamos


amistad con su hijo Jorge Ernesto. Las circunstancias de los últimos años nos alejaron,
aunque lo estuvimos asesorando en caso de la disputa por su casa materna en El
Amparo, pero la amistad, “El invento más bello entre los hombres”, nos mantuvo
cercanos.

168
Las malas compañías

En pleno golpe contra Chávez, en abril de 2002, en las tardes, analizábamos junto
con mi hermano Otto, en unas caminatas que hacíamos en las tardes, durante unos tres
meses, en el sector El Mene, atravesando una pequeña carretera al lado de El Zamuro.
Un día se fue solo, porque Otto, no estaba y yo no podía ir, y le robaron la camioneta.
Afortunadamente, la pudo recuperar tres días después.
Nuestro último viaje juntos a caracas, acompañados de Willis Chirinos, fue en
enero de 2007, a realizar algunas gestiones, pero hubo dos visitas obligadas: la foto que
nos hicimos en el puente Llaguno y el abordaje gratuito del recién inaugurado tren que
cubría Charallave hasta Cua desde el poliedro de Caracas, fue un viaje donde nos
extraviamos, pero finalmente, como a las nueve de la noche regresamos a Caracas.
Lástima que escribimos esto desde la vida hacia el lugar donde se encuentre, y
que nunca lo leerá, pero él sabe que el afecto mutuo que durante 40 años y pico nos
profesamos no lo vence la molicie del tiempo y el olvido.
Hasta siempre, hermano de la vida, Julián Ramón Vizcaino Patiño. Hiciste una vida
digna y nunca perdiste ese espíritu y los sueños de tener un país, mejor. Te fuiste y no
viste ese país. Posiblemente yo también me vaya y no lo vea.
Pero como decía nuestro común amigo poeta, Mario Benedetti: “Uno no siempre
hace lo que quiere, pero no está obligado a hacer lo que no quiere”.

Somos ese Necio que describe Silvio Rodríguez en su gran canción.

Se le quiere más allá de la vida y de la muerte, hermano Julián.

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Las malas compañías

Simón Raga “Moncito”

170
Las malas compañías

Simón Raga Villanueva (Moncito)

«Entiendo que un artista es alguien que,


entre el silencio de los demás,
utiliza su voz para decir algo,
y que tiene la obligación que esto no sea algo inútil
sino algo que dé un servicio a los hombres.»
Joan Miró

Conocimos a “Moncito” a finales de los años 70, en tiempos del Movimiento por los
Poderes Creadores del Pueblo “Aquiles Nazoa” y de la joven Casa de la Cultura de
Cabimas (IMCBA). Simón Raga Villanueva había comenzado su larga en la Casa de la
Cultura de La Montañita, su barrio natal.

Hay figuras que nacen para algo y nunca desvían su ruta de vida. Simón Raga y la danza
se conocieron y desde ese mismo instante se hicieron compañeros de viaje. Desde ese
momento juraron no separarse jamás y “Moncito”, vivió para ella y para siempre.Desde
finales de los 70 y subsiguientes, todos los actos culturales realizados en escuelas y
comunidades contaron con su presencia, rápidamente se hizo coreógrafo y fue muy
solicitado en las fiestas de quinceañeras, frecuentes en la época. Le permitió conocer a
mucha gente, hacer equipo, preparar chicas como bailarinas para esos bailes en
específico y si veía que alguna tenía cualidades artísticas para la disciplina, la invitaba a
integrarse a la Casa de la Cultura.

Desde Maracaibo, llegó contratado como instructor, Humberto Ferrer, y fue la mejor idea
que se pudo tener, en la gestión de la Dra. Flor Romero, y desde allí nació una de las
grandes agrupaciones dancísticas del Zulia: “Danzas Lago”, formado por muchachas y
muchachos, que llegaron a trascender las fronteras zulianas y más allá de nuestro país.
No hubo festival que no ganaran. Allí estaba “Moncito”, junto a Juan Carlos Cepeda,
Junior, Héctor Chávez, Richard Chávez, José Luis Seguerit, Victor Rondón Ender
González, Alberto Quintero, Alenis Bracho Vizcaya, Richard Aranguren, Jose Cedeño,
Wilmer Urribarrí, Henry García, José Luis Chávez “Chicho”, entre otros junto a
171
Las malas compañías

muchachas que brillaron como Rosa Laguna, Vita Brito, Liz Morelia Uban, Idalina e Ivette
Villavicencio, Blanca y Betty Chávez, Massiel y María Soto, Disnarda y Yumal
Castellanos, Somalí Travez, Karina Rivero, Katiuska Piña, Greddy Pirona, Ana María y
Miriam Mármol, Aixa y Mirian Lovera, y otras que fueron creciendo en edad y en
profesionalismo, me disculpan si la memoria me traiciona y no recuerdo todos los
nombres. “Moncito” estuvo allí y saboreó todos esos triunfos en colectivo.

Varias veces me subcontrató como fotógrafo en algunas fiestas que le tocó dirigir como
coreógrafo. Este servidor era el fotógrafo “oficial” de danzas Lago y donde ellas iban a
bailar, allí estaba con mi cámara, sus integrantes conservan esas fotos, y poseo algunas.

La figura de “Moncito” fue creciendo y conformó, en los últimos tiempos una gran llave
con José Luis Chávez “Chicho”. “Venezuela siempre Venezuela” fue la agrupación que
“Moncito” creó y “Chicho” lo secundó con “Danzas COL”. A su vez promovieron a otras
agrupaciones a lo largo y ancho de Cabimas.

En cinco décadas que Simón Raga le dedicó a las danzas y al quehacer tuvo la dicha de
ganarse el respeto y la admiración del pueblo de Cabimas. Hay poca gente que no lo
haya conocido, querido y respetado.

Como todo artista que se precie, “Moncito” tenía su temperamento. La tecnología iba
cambiando del LP, Casette, CD, pen drive y otros adminículos que eran usados de
manera obligatoria para el montaje de sus bailes. Estos a veces juegan malas pasadas:
un disco rayado, un casette con la cinta enredada, un CD donde no aparecía el tema, un
pen drive con virus. Eran momentos en que entraba en crisis y quienes estaban cerca de
él tenían que calmarlo, porque uno entendía que luego de todo el esfuerzo para ensayar
que las cosas salgan bien y con la calidad deseada, nunca falta una mala jugada técnica.
Pero en todas las circunstancias siempre se salió avante y el aplauso del público no se
hacia esperar.

Justo es reconocer, que las disciplinas que más brillo le han dado a Cabimas son la
música en todos sus ritmos, la artes plásticas y las danzas. En mi caso, me tocó ser sub
director de Cultura entre 2017 y 2021, junto con la directora Vita Brito, y hay que
reconocer que sin el soporte del dúo dinámico: “Chicho” y “Moncito”, la casa de la Cultura

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Las malas compañías

no hubiese podido sobrevivir en el tiempo, porque si bien es cierto que las autoridades
cancelan la nómina del personal obrero, administrativo y artístico, en cuanto a la
sostenibilidad, es el empuje, el empeño, que los instructores de danzas, música, artes
plásticas, literatura teatro (con muy poca suerte) hacen su esfuerzo para que todo esto
se sostenga. Sería mezquino no reconocer, que sin el aporte de los representantes, sería
imposible mantener esto, para lograr la vistosidad que requiere el vestuario, que jamás
viene de las arcas municipales.

A la hora de estarse realizando alguna inauguración o conmemoración, en ocasiones, la


directora Vita Brito recibía una llamada después de las ocho de la noche: “se necesita un
baile para las 8 am. es urgente”. Adivinen a quien llamaba Vita, pues a “Moncito”, quien
siempre estaba listo y presto. Y las 7 de las mañana las muchachas estaban listas. Es
lamentable decirlo, pero los mandatarios utilizan el quehacer cultural como relleno de sus
actividades de gestión (¿o indigestión?). Cuando se iniciaba el baile, el alcalde estaba
más pendiente de su celular y por lo regular ni se enteraba de quien bailaba. Solo
prestaba atención cuando le correspondía la palabra.

A principios del año 1990, Luis “Lucho” Vásquez, me invitó a una reunión, pues pensaba
organizar los carnavales populares de ese año, recién se inauguraba la figura del alcalde,
el plan inicial era que la alcaldía presidida por Hernán Alemán, debía (en teoría) prestarle
la debida atención y apoyo económico. De esa reunión salí convertido en directivo de esa
celebración, junto con el propio “Lucho” Vásquez, Edinson Medina, Alenis Bracho
Vizcaya. Como coreógrafo para preparar a las 17 candidatas, no hubo discusión: Simón
Raga, quien aceptó gustoso. Vale decir que el alcalde, a pesar de juramentar la Junta de
Carnaval en acto público, no suministro ni medio partido por la mitad, y fue el señor Jesús
Camacaro, quien era gerente de la Cervecería Regional en Cabimas, quien aportó la
cantidad de noventa mil bolívares (Bs. 90.000,oo) los cuales estiramos hasta más no
poder y pudimos realizar la presentación a la prensa en el salón “Candilejas” de Ital Dulce,
por cortesía de nuestro amigo Rafael Di Maio, quien amablemente nos cedió el espacio.
Luego, realizamos la elección en el estadio municipal con un llenazo y con la elección de
Lia Fabiola Moronta como reina. Hasta ahí legaron los reales. Lo cierto es que a
“Moncito”, lo único que le pudimos aportar fue unos setecientos bolívares, y las gestiones

173
Las malas compañías

de buscar los maquilladores, el vestuario y todo lo demás corrieron de su parte y de los


representantes de las muchachas.

Todos estos avatares los sufrimos quienes hemos asumido este pequeño y maravilloso
mundo de la promoción cultural en todas sus facetas. Este servidor, no posee cualidades
artísticas, salvo cierta habilidad para escribir relatos y crónicas (ojo, esto también vale),
pero descubrimos muy temprano que hay un sector de la cultura que se llama “animación
cultural” o ”promoción cultural”, que permite que todo suceda, pues alguien tiene que
encargarse de la logística (sonido, promoción, refrigerios, difusión) para que los eventos
salgan como se desea. En nuestro caso, nos ha tocado organizar eventos musicales,
ferias artesanales, exposiciones pictóricas, crear y organizare grupos teatrales, gaiteros
y creo que en 49 años, hemos tenido éxito, y a pesar que haya muchos cuya mezquindad
no les permite reconocer esto, aquí seguimos. Y para rematar, en todos esos eventos,
siempre pudimos contar con la presencia de la danza, naturalmente, con “Moncitoal
frente, nunca eludió invitación, nuestra o de otra gente u organismo. Eso se llama entrega
y nobleza. En muchos eventos es evidente que el trato de los organizadores no fue el
más adecuado, pero los cultores estamos por encima de esas pequeñeces humanas.

Para “Moncito” la danza era su vida. Una vez me dijo, cuando lo jubilaron: “Se que me
jubilaron porque me tocaba, pero yo no quiero irme, quiero seguir aquí, me paguen o no”.
En nuestra gestión, la directora Vita Brito, hizo gestiones y fue nuevamente contratado, y
se le dijo: “Usted se va cuando usted quiera, hasta que su cuerpo le diga”.

Es triste cuando la política no toma en cuenta las variantes que un cultor enfrenta, porque
gobiernos van, gobiernos vienen, pero los cultores que somos poquitos, quedamos.
Cuando se baila, se canta, se toca, se pinta, se actúa, se escribe, se hace para la gente,
no para una tendencia política, por eso es que sobrevivimos a todas las circunstancias.
En lo particular, cuando me ha tocado ejercer funciones de dirección, nunca le he mirado
el carnet o la tendencia política, porque el ser humano va más allá de las mezquindades
que la política y sus veleidades aplica. En todo este tiempo hemos visto pasar mucho
agua bajo los puentes, y los cultores, siguen allí, aun cuando físicamente se vayan,
porque en la vida toca irse, porque nadie vive para siempre.

174
Las malas compañías

El arte si vive. Por eso, cuando queda obra seguimos vivo.

“Moncito” vive, y aunque alguien le dijo que se fuera para su casa a descansar, nunca
quiso irse. Estoy seguro que hubiese preferido morir encima de una tarima o dirigiendo a
sus muchachas en plena función. Era su potestad.

Nadie le dice a los artistas cuando deben irse.


Salvo que la imponderable falta de salud se interponga y dicte otra cosa.

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Las malas compañías

Dr. Marcello Chiarelli Gómez

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Las malas compañías

Dr. Marcello Chiarelli Gómez

Conocí al Dr. Marcello Antonio Chiarelli Gómez (Nacido en Los Puertos de


Altagracia), alrededor de 1964. Su consultorio estaba en un local ubicado en la calle
Miranda, edificio Dellepiani, planta baja, frente a la “calle del hambre” diagonal a la
prefectura, Yo acompañaba a mi papá, a hacer las compras de víveres semanales, pero
antes, pasaba a saludar al médico. Al lado se situaba el almacen “El Buen vestir” de Hugo
Montenegro, un señor de pequeña estatura, con el pelo entrecano, de bigotes, muy atento
y caballeroso. La conexión de papá con “El buen vestir” estribaba en que Hugo era el
sastre que confeccionaba la ropa a los trabajadores del FIBCA, a crédito. A estos se les
descontaba semanalmente de su nómina la respectiva cuota, mediante convenio del
Sindicato de Industria y Comercio de los Distritos Miranda, Bolívar y Baralt, que presidía
mi padre Silvestre Querales. Mi papá tenía por costumbre hacernos a los varones, los
pantalones de Kaki, que utilizábamos para el estreno en diciembre y como uniforme
escolar (dos pájaros de un tiro). Yo era más conformista, tal vez por ser el mayor, pero
Héctor y Douglas, no veían con mucho agrado esa decisión.

El 24 y el 31, los demás muchachos se burlaban de nosotros, pues andábamos


“uniformados” en plenas fiestas decembrinas. Cuando entré al liceo “Alfredo Jahn”, era
objeto de “bullyng”, porque los pantalones me quedaban anchísimos, tenían “dos
cuchillas” por lado, cuando los demás usaban pantalones FUGE, y los Willies, más
adaptados a la época. En segundo año, como pude, deje de usarlos, pues compraron
unos pantalones más modernos. La verdad es que me sentía muy inseguro, en un sitio
donde todos éramos notables, para 1967, el Jahn solo daba clases para 1ero, 2do y 3er.
Año. Era un centro de educación muy nuevo.

Hugo vendía ropa a la moda para caballeros, además de cinturones, pañuelos,


colonias, relojes y otros accesorios. Los otros almacenes de categoría eran Comercial
Petit (en la esquina de la calle Principal, al lado de la plaza Bolívar, y el Almacén El Rey
(al lado de la Librería del Pueblo), en la misma calle.

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Las malas compañías

El Almacén Pipo, estaba casi al lado del Cine Internacional, se instaló en el año 1970.
Sus dueños eran Pipo (José Pérez Fernández) y su hermana Pury (Purificación),
inmigrantes españoles. Pura estaba casada con José Luis Rodríguez, quien luego fue
administrador de la Bomba Táchira. Su padre Florentino también era comerciante.

Pero vamos al tema: el Dr. Marcelo Chiarelli Gómez vivía en Tierra Negra. Atendía
los casos de salud de los trabajadores del FIBCA, por medio de su contrato colectivo.
Recuerdo su consultorio, presidido por el cuadro que enmarcaba su flamante título de
“Médico Cirujano”, de la Universidad Central de Venezuela (UCV). El resto de las
imágenes, tenían que ver con cuestiones de salud, típica de los consultorios médicos, su
escritorio, su biblioteca médica, su camilla para la revisión de los pacientes. Era un
hombre blanco, alto, grueso, sin ser muy gordo, su cara tenía algunos lunares.

Mi papá le dijo, este es mi hijo mayor, Pedro. “Mucho gusto”, y agregó unas
palabras que se me quedaron grabadas: “Estudie y se gradúa para que nadie lo joda, a
los iletrados nadie los respeta”. Era amable y confianzudo. Abierto, sin ambages, natural.
A mi papá lo trató siempre con mucho cariño. Me dijo: “a este coño e madre, lo aprecio
mucho”. A veces llegábamos y sacaba su revólver y se lo ponía en la cabeza a mi papá,
diciendo: “este gordito me va a convertir en criminal, tengo tiempo que no voy de cacería,
debería probar con su cabeza, pero no me sirve, porque me ensucia el consultorio”.

A finales de los años 60, indujo a mi papá a participar en la Comuna Universal, y


le regaló a papá algunos libros de Joaquin Trincado. Conservo un ejemplar, aunque
confieso que a pesar de mi afición a la lectura, nunca lo le leído. Por ahí, anda en mi
biblioteca. Papá estuvo muy imbuido en la escuela masónica. Comencé a sentir mucho
rechazo a todo lo que tuviera que ver con sectas o religiones. Posiblemente de allí y de
mis parientes evangélicos, los Granda, provenga mi rechazo al tema religioso. La Escuela
de la Comuna Universal no era una religión, sino algo más profundo, una visión filosófica
a los problemas del ser humano, basada en buenas lecturas.

El Dr. Chiarelli y mi papá tuvieron unas diferencias, no se la causa, pero papá se


alejó poco a poco de la comuna masónica.

178
Las malas compañías

Luego de su despido del FIBCA, mi papá adquirió el negocio de la refresquería


“Topeyes”. Vendía hallacas, y uno de sus clientes era el Dr. Chiarelli, quien encargaba
junto con el odontólogo Abraham Bolaños, diez hallacas semanales, las cuales eran
vendidas a un bolívar cada una, eran más grandes que las normales, que costaban un
real (Bs. 0,50). Ambos pagaban de una vez. Un día me dijo: “No debería comprar más
esas hallacas, porque están produciendo disentería, voy a denunciar en la Sanidad a tu
papá” la dijo a la asistente: “págale diez bolívares” y a mí: “la semana que viene me traéis
20 más”. Así era, un bromista permanente.

Posteriormente, recuperaron la amistad. Mi papá le tenía mucha fe, tanto que


acudía a mi casa para atendernos a cualquiera de nosotros, con problemas de salud. Por
cierto, tenía un Caprice muy lujoso, y en la calle, se asombraban de ver un carro de esa
categoría en esta casa tan humilde.

La última vez que vino a mi casa, cuando mi abuela Sixta enfermó gravemente,
aunque no de manera definitiva, alrededor de 1985, la auscultó, le recetó algunos
medicamentos, y bromeó: “que va, señora Sixta, usted durará más que este coño
e´madre” (mi papá). Y tuvo razón: mi padre murió, con apenas 63 años y medio (en 1991)
y mi abuela en abril de 1993, casi dos años después, a sus 102 años.

En la ciudad circulaban muchos rumores: que si era brujo, que si espiritista, que si
loco. Nada de eso, era un personaje sin igual, con sus virtudes o defectos, pero
profundamente humano, como correspondía a su profesión de médico. Adoptó la
acupuntura como método de sanación. Y la práctico en sus últimos años.

Según su hija Marisela Chiarelli, tuvo 36 hijos. Era ecléctico, filantrópico.

Memorable las anécdotas con “Pancho” Bedford, el mocho, un negro de origen


trinitario. Le enviaba semanalmente, una bolsa de comida, pero no podía ser de otra
manera, consecuente con su personalidad, una vez le metió una iguana en el saquito
porque conocía la iguanofobia de Pancho, quien presa del terror, salía despavorido. Cada
vez que llegaba la bolsa, la puyaba con un palo, para detectar la posible presencia de
alguna iguana.

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Las malas compañías

Conocimos su faceta como estudiante de la Escuela de Artes Plásticas “Pedro


Oporto”, en la cual se inscribió junto con su esposa, como un alumno más. Recuerdo
haberlo visto en todas las exposiciones y eventos culturales a principios de los años 80.

Lo recuerdo gratamente, como el primer profesional que me dio consejos, me trató


con respeto. Sus excentricidades lo convirtieron en uno de los personajes memorables
de nuestra querida Cabimas.

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Las malas compañías

Eliécer Berríos

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Las malas compañías

Eliécer Berríos

La música puede dar nombre a lo innombrable


Y comunicar lo desconocido
Leonard Bernstein

Soy un hombre afortunado. Y gran parte de esa fortuna la constituyen mis amistades. Y
para colmo, algunos de ellos se atreven, cometen el abuso de ser artistas, y por si fuera
poco, muy buenos, yo diría excelentes.

Uno de ellos, a quien conozco, tanto a él, como a su familia desde los ya lejanos finales
de los 70, cuando formaban parte de los Hermanos Berríos: José, Heinor, Macaco y
Nelson Perozo, y naturalmente Eliécer, un hombre que ha logrado dominar el arte de la
guitarra, manejándola a su antojo, para satisfacción y dicha de quienes lo vemos y
escuchamos. Cuando Eliecer toca, nadie se distrae, porque pocos entienden como es
capaz de tocar una guitarra con tanta maestría.

Eso tiene una explicación muy sencilla: es una persona dedicada a su arte. Recuerdo
que su padre, Américo, funcionario del Ministerio del Ambiente por aquellos años, y mejor
amigo, nos contaba como admiraba a sus hijos, con esa disciplina que les supo inculcar
y que con el tiempo los hizo hombres de bien.

Muchas horas de estudio, para encontrar los secretos que esconden las seis cuerdas y
trastes de la guitarra. Créanme que lo ha logrado. Hoy, cuando ya pasa de los cincuenta
años largos, es una persona reconocida y respetada en una ciudad que se puede jactar
de contar con excelentes músicos, de esos que se llaman de exportación. De hecho
muchos de ellos andan mostrando sus talentos por el mundo, aprovechando, para decirlo
de alguna manera de las dificultades que pasamos como país, y que seguramente, en
poco tiempo tendremos la normalidad que necesitamos para vivir dignamente. Para allá
vamos.

Eliecer ha elegido, como muchos, quedarse y demostrar que él si es profeta en su tierra.


Son muchas veladas las que alegrado, junto con sus compañeros de música y aquí lo
tenemos, demostrando que le queda mucho por dar en la materia.

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Las malas compañías

A principios de los noventa todavía la serenata era un amar para la conquista amorosa,
cuando todavía quedaban muchachas sensibles al bolero y la balada, nos dábamos el
lujo de estar acompañados con el arsenal musical de Eliecer, Nelson y Macaco, y tocando
puertas y ventanas, interrumpíamos el sueño de esas chichas que pretendíamos, y la
premisa era: si con Eliecer y su combito, no la levantábamos, entonces no había nada
que buscar, pues no había un elemento más contundente que esos acordes de las
canciones de Julio Jaramillo, de Los Panchos, de Bienvenido Granda, de Roberto
Ledesma y de los demás maestros del bolero, que irrumpían con sus notas en las
calurosas noches cabimeras. Y que luego no se dijera que no habíamos hecho lo propio
para tener los amores soñados.

A Eliecer lo hemos acompañado en varios acontecimientos importantes de su vida, y


como decíamos al principio, por contar con su amistad, sincera y honesta. Ha logrado
vencer fuertes trastornos de salud, pero siempre regresa guitarra en ristre diciendo que
el arte es más largo que la vida, y que aquí se le necesita, de noche y de día, siempre
que haga falta un buen músico.

Gracias a ello, hemos contado con noches mágicas, preñadas de acordes musicales que
retan y vencer al letargo nocturno.

No habrá parca capaz de vencer la manera con que Eliecer Berríos mueve sus dedos
impregnados del sortilegio de la música, la que permite que la velada, bien en un patio
bajo la luz de la luna o en un formal teatro, tenga la categoría y el “feeling” necesario para
hacerla inolvidable.

Eliécer contaba que sus incursiones en la gaita zuliana fueron infructuosas en su primera
juventud, pero desde hace poco, promueve una agrupación gaitera infantil y juvenil,
llamada “Los cabimeros del éxito”, para entrar de lleno en el ambiente gaitero y reforzar
el regreso de muchas organizaciones dentro de nuestro pueblo cabimense.

Los acontecimientos continúan y la historia de Eliécer Berríos se sigue escribiendo,


nosotros la seguimos, pues sigue siendo, a pesar de su calidad un músico en
construcción que no se permite envejecer así como así.

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Las malas compañías

Los compañeros de Ingeniería Extensión Cabimas (1974-1979)

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Las malas compañías

Los compañeros de Ingeniería Extensión Cabimas (1974-1979)


Víctor González Lizardo, Judith Urribarrí, Bernardino López, Norka Milano Castellano,
Esther Flores Díaz, Damelis Villanueva Perozo, Nelly Estrada Espinoza, José “Pepe”
Velásquez, Ramón Baldallo (*)(+), Daniel Graterol, Gleisy Narváez, Ana María Ojeda,
Rómulo y Luis Carreño Ojeda (hermanos), Ixora y José Zabala (hermanos), Noé Africano
(+), Edgar Medina Bravo, Jorge Rivero, Jorge Pedroza, Haydeé Arellano Torrealba (+),
Hugo Hurtado (+), Hugo Contin Espinoza, Nola Vilchez, Néstor Ferrer (+), Carlos Ferrer,
José Joel Leal, José David Rivas, Orlando García, Gumercindo Cardozo, Carlos
Miquilena, Régulo Estrada, Jesús Ramírez, William Meléndez, Nasda Silva, Jesús Rivero,
Wilmer Sánchez, Edwin Marín, Dixon Rueda, Ramón Pio Lara, Rafael Medina, Otto
Medina, Henry Barbera (+), Ramón Pirona (+)(*), Gustavo Rodriguez (*), Raúl Rodríguez
(+) (*), Ramón Callejas (+) (*), Germán Marín (┼)*, Otto Sánchez, Alberto Aponte*, Sergio
Pirela*, Pedro Pinto (+), Osney Labarca (┼), Henry Olivares, Otoniel Martínez, Giuliano
Cannita (75), Hidelmaro Torres, Guillermo Díaz (┼), Cruz Zabala, Edixon Rodríguez,
Angel Africano, Pedro Gonzalez, Nerio Chacín, Delfin Tigrera, Nicolás Pernalete,
Salvador García, Alfredo Suárez Arcaya, Luis Bohórquez, Ingrid Vegas, María Inés
Perdomo Pire, Esmeiro Santiago (+), Enrique Martínez (+), Elito Sánchez Nava, Oly
Guanipa, Nora Salcedo Núñez, Ebencio Uribe, Magalis Araujo, Oswaldo Rosales, Gladys
Quintero (+), Andrés Ramírez Núñez, Douglas Rivas, Andrés Rivero Querales, Rafael
Medina, David Piña, Fabio Castellano, Carlos Pereira, Alvaro Arciniegas, Lucas Naranjo,
Omar Alvarez, Marisela González, Antonio Velásquez y su hermano, Dermo Delgado (+),
Nawal Najar Makarem, Giovanny Lattanzio, Pedro Hernández, Sandra López, Amilcar
Díaz, Belinda Trujillo Reyes, Alexis Sarmiento, Jorge Viloria Godoy “Cheche”, Nerio
Machado “Chispita” (+), Oscar Herrera, Alexis Sarmiento, Alexis Arellano Meléndez,
Antonio Yaguas, Alexis Mujica Fernández, Humberto Frontado Malavé, Alek Granda
Yusti, Andrés Borjas Clavel (+), Heberto Riera Lameda, José Domínguez, Carlos Acebo
Ruiz, Maria Acebo Ruiz, Fausta Rebecca Baroni García, Graciela Alamo, Luz María
Morales “Lucha”, Jorge Romero (+), William Castellanos, Nerio Chacín, Mervin
Velásquez, Manuel Escalona Estrada, Marlene Escalona, María Castillo, Edecio Navarro,
Densy Millán, Armando (+) y Marcos Moreno, Alejandro Ocando Mavárez, Darcy Romero
(margariteño), Luis Ramos (margariteño), Alirio Rosas (+), Francisco Covis, Carlos Páez,
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Las malas compañías

Pedro Querales Cordero, Dixon Armando Merchán, Morelia Perozo Villasmil, Ivan Polloto,
Marco Cannita, Hernández Blecquett (+) (falleció alrededor de 1975) en un accidente
automovilístico en un Camaro de su propiedad, en la Lara Zulia), Los hermanos Chirinos
(Ramón y Ubencio (+) (quien también falleció en un accidente)) Joel Colman, Jarvis
Jiménez, Ramón Núñez, Enildo Polanco (*), Orangel Pineda “Canalete” (+) (*), Eudys
Cruz, Lucy González Espina (+), Yuleida Romero, Benito Pérez Jerez, Abmel Márquez,
Carmen Cedeño, Carlos Delgado Gainza, Alvaro Quijada, Juan Rojas (+), Iris
Levetkeviscius, José Moreno, Juan Pérez Quintero, Oscar Márquez, Pietro Pizzarelli,
Henry González (Albertico Limonta), Hussein, Freddy García Márquez, Hely Rincón,
Rosarminda Ramírez (*), José “Cheo” Romero (*), Otto Boscán (+), Freddy Marcano, Yoel
Brito, José Moreno, Iris Cadenas, Sixto Coronil, Julián Castro, Felipe Pirela Leal, José
Luis Romero Tigrera, Douglas (El Amparo), Elías Fidel Sánchez, Félix Martínez Blanco,
Bassam Touma, Héctor Vargas, Jesús Rivero, Carlos Paredes, Juan Borjas, Edin Castro,
Atilio Paredes, Carlos Rodríguez Pardo (+) (quien había regresado de Francia, becado
por Gran Mariscal de Ayacucho), José Carbone, Saris Nava, Juvenal Rincón (+) (*),Otto
Montiel (*), Nelly Gómez (´*), Eglis Fernández Segovia (*), Alba Borjas (*), Nelly Atencio
(*), Euclides (*) y Emiliano Andarcía Risquez (*) (los señalados con asterisco venían del
primer lote). Espero que la memoria me sea fiel y haya recordado a la mayoría. En ese
grupo había estudiantes brillantes, y de hecho se quedaron dando clases: Judith Urribarrí,
Norka Milano, María Castillo, Haydeé Arellano (quien falleció y solo alcanzó a cobrar su
primer salario, que le sirvió para pagar su operación), Alexis Sarmiento. Alguien llegado
de Maracay, muy famoso y conocido, porque venía como cuadro del MIR, era Américo
Lugo (+), personaje que dejó múltiples anécdotas por su forma de ser. Si mal no recuerdo
se integró desde el IV semestre, por 1975.
Ese fue el grupo de estudiantes que ingresó en septiembre de 1974, a la extensión
de ingeniería, contingente que se había graduado en 1972, y había culminado los
Estudios generales. Teníamos las opciones de cursar las carreras de Petróleo, Mecánica,
Química y Civil, en Cabimas.

Una particularidad de esos años era que las materias se iban abriendo de acuerdo
a la necesidad, por lo tanto, nos tocó ser pioneros en cada una de ellas. A los alumnos
del primer grupo, clase 1971, le tocó ver algunas materias con nosotros, porque el
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Las malas compañías

pensum había cambiado, y tenían que cursar algunas materias de los primeros trimestres,
razón, por la cual, todos compartimos aulas en algún momento.

En primera instancia, yo iba a estudiar mecánica, pero en el camino, me persuadió


Edgar Medina, al igual que Alek Granda, de optar por Química, por diversas razones.

Había un grupo de aspirantes a estudiar Petróleo, con el cual me sentí como más
identificado. Allí estaban Damelis, Nelly, María Inés, Ingrid, Magalis, Esther, Elito y
Enrique. Me fui acercando, las muchachas me dieron confianza y comenzaron a compartir
sus meriendas, en las que todos colaborábamos. Hacíamos la “vaca”, y como la hermana
de Elito era esposa de Américo, el dueño de la panadería Romana, que quedaba en la
calle Colón, al fondo de la extensión, mandábamos a preparar dos submarinos bien
resueltos con queso blanco, amarillo y jamón, aparte de cebolla, tomate y sus salsas,
completado con dos refrescos familiares. Todo eso costaba alrededor de 5 ó 6 bolívares,
cada uno o una, aportábamos entre un real o un bolívar.

La amistad se fue consolidando, en el curso vacacional de agosto de 1975, me


inscribí en Matemáticas IV, con el profesor Antonio Castejón, pero las clases eran a las
7:30 de la mañana, y alcancé a presentar un solo examen, en el que saqué 10, pero
abandoné la materia, porque estábamos optando a ingresar como empleados a medio
tiempo en la Biblioteca, cosa que logramos junto a Edgar Medina, Lesbia Nava y Teodoro
Enrique Boadas, ambos venían de Economía, al final abandonaron la carrera y se
quedaron como empleados.

Al principio me costó mucho tomarle el pulso a la carrera, porque no sabía razonar,


por lo que me valía de la memoria y eso no daba buenos resultados, de hecho me tocó
ver tres veces Ingeniería Económica y Termodinámica, hasta llegar pasarlas en el curso
de veranos de 1976. Desde ese momento, mi calidad como estudiante cambió, porque
comencé a ver todo claro, porque había adquirido la capacidad de análisis. Y de allí me
convertí en un estudiante de élite, de verdad, porque mi promedio ascendió a entre 15 y
16 puntos.

El grupo de petróleo se había integrado a su carrera, yo me había quedado


rezagado, por lo que me integré a quienes venían de la clase 1973. Éstos eran: Nelly

187
Las malas compañías

Contreras, Edgar Oliveros Rojas, Nerio Brito Molina, Julio Gómez, Nelson Rafael
Delgado, Luis Osorio, Alex León Silva y Marianela González. Gladys Quintero, Alek
Granda y yo pertenecíamos a la clase 1972.

Ese grupo se integró armónicamente, y juntos llegamos hasta el final de la carrera


en noviembre de 1979. Todos eran excelentes estudiantes, pero me dí el lujo de obtener
mejor promedio que ellos en el tiempo compartido, por el factor previamente explicado.

Lo que sí puedo decir, con toda propiedad y lo pueden corroborar cualquiera de


quienes estudiamos en ese tiempo, es que llegamos a conformamos en una especie
familia, y quienes iban llegando de los nuevos grupos, se iban integrando, a ese
pequeños espacio donde pasábamos la mayor parte del día y de la noche, porque las
clases eran hasta las diez, saliendo a las 10:45 pm.

Eventualmente, desde 1977 se dieron las primeras graduaciones. Y el núcleo


siguió creciendo.

En ese interín compartimos momentos sociales, deportivos, culturales, la vida


diaria, los intríngulis y las menudencias de la vida de cada quien.

Voy a ilustrar esta crónica con uno o dos semblanzas de compañeros con
características especiales:

Uno era Jesús Salvador García, quien era vecino de Tierra Negra, era muy jovial
y risueño, aunque su situación económica era precaria. Sentía un amor platónico por
nuestra compañera de Química, Lucy González. El nunca se acercó a ella, pero Salvador
juraba que se veían los domingos en la iglesia, y platicaban sobre su amor al terminar la
ceremonia. Esto era falso, quienes conocíamos a Lucy, sabíamos lo seria que era y
Salvador no encajaba en su perfil. Él mantenía su ilusión. En una ocasión, él venia de su
casa en Tierra Negra, y entró por el portón del estacionamiento. Caminaba rápido y
sonriente. Yo estaba sentado en un mesón al frente de la biblioteca, me saluda y sigue
de largo. En ese momento, Lucy viene del pasillo principal, y cruza hacia donde estoy y
se topa con Salvador. Éste, sorprendido, gira en U, y se devuelve al estacionamiento,
aterrorizado y reapareció un rato después.

188
Las malas compañías

Lucy y Yuleida, fueron mis compañeras de equipo en los laboratorios que


cursamos, tanto en Maracaibo como en Cabimas. Hacíamos tremenda llave, porque yo
era diestro manejando las pipetas, las buretas y los frascos y para las medidas exactas;
ellas, muy ordenadas para la toma de datos y los cálculos, la elaboración de las curvas
en papel milimetrado y la entrega impecable de los informes. Invariablemente, nuestra
nota estaba siempre en los 20 puntos.

En una descanso mientras esperábamos unos resultados, me atreví a mencionarle


a Lucy, sobre el amor de Salvador, y solo me dijo, cortantemente: “Mira Pedro, si quieres
que siga siendo tu amiga, ni se te ocurra hablarme de eso”. Me disculpe y jamás volví a
hacer mención al respecto.

Terminamos la carrera, ella ingresó en la industria petrolera. Un buen día, me


llamaron de la casa de la familia Nava García, para informarme que dos ingenieros se
casaban y necesitaban fotógrafo para la boda, tanto civil como, eclesiástica. Me pusieron
al habla con el novio. Cuando me mencionó el nombre de la novia, para darme la
dirección, Avenida Intermunal, quinta de dos plantas en Taparito, le digo: “por casualidad
tu novia es Lucy González?” - Si, esa misma es.

Ese viernes llegué a la boda civil, me abre la propia Lucy, quien me recibió con un
abrazo y me mandó a pasar. Me ofreció una cerveza, al trato llega el novio con el prefecto
de Tía Juana, Sergio Marcano, quien luego sería concejal de nuevo Municipio Simón
Bolívar. El amigo Marcano venía algo pasado de palos y comenzó a echarle los perros a
Lucy. Momento penoso, que se subsanó, y cuando firmó las actas, lo despidieron
rápidamente.

Ese domingo, me levante temprano, me enfluxé, y me trasladé a la Iglesia de


Tamare, donde se realizó la boda. De allí pasamos a la celebración, en el salón principal
del Hotel América, en una boda a todo dar. Corría el año de 1991. Lucy falleció pocos
años después, de un infarto, en medio de una fiesta familiar mientras bailaba, con apenas
40 años de edad.

Otra de enamorado platónico: Oswaldo Rosales, quien también cursaba Química,


con problemas económicos, a pesar de ser un estudiante brillante, descuidó mucho su

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Las malas compañías

apariencia física. Estaba férreamente enamorado de nuestra compañera Gladys


Quintero, quien había tenido a su hija Ana Mayela, con el profesor Francisco Parra, de
poco grata recordación para quienes fuimos aplazados en Fisica II. Era fanfarrón y
ambicioso.

Oswaldo me traía a la biblioteca, poemas de amor, dedicados a su amada, para


que yo se los entregara. Nunca lo hice. Gladys no se daba por enterada. Era una mujer
espigada y elegante. Oswaldo me entregó “La Barcarola” de Pablo Neruda. Para esos
días se realizaba un evento cultural del Núcleo de Ingeniería en la concha acústica. Entre
los grupos participantes estaba el Noti Insurgente (Grupo Tabla Insurgente). Le anexé el
poema al noticiero, haciendo la acotación que ese poema estaba dedicado por Oswaldo
Rosales a Gladys Quintero, para que todos se enteraran de su amor por ella. El me había
autorizado para que lo hiciera. Finalmente, tampoco hubo contacto ni comunicación. Años
después, me seguía preguntando por ella.

Gladys Quintero culminó su carrera junto con nuestro grupo de química. Se casó,
fijo residencia en el sector 7 se Los Laureles, en la avenida 34. También falleció muy
joven en sus cuarenta y pico, de un tumor cerebral.

El día anterior a la redacción de está crónica, me encontré En Corito, con Oswaldo


Rosales, quien luce muy avejentado, pero conserva una memoria fotográfica y me dio
datos precisos, con respecto a nuestra ciudad, a sabiendas que yo tenía el programa
“Crónicas cabimeras” en la emisora Paz y Vida 107.1 FM. Oswaldo es tres veces
ingeniero y dos veces TSU, pero jamás ejerció sus carreras. Por mucho tiempo, se
dedicó a la fotografía como modo de vida.

Algunos compañeros se casaron entre ellos: Elito con Nelly, Jorge Marcano con
Rosarminda Ramírez, “Pepe” Velásquez con Judith Urribarrí, Benito Pérez con Yuleida
Romero. Nelly Contreras con Luis Osorio…

Por ser empleados en la biblioteca tuvimos contacto con todos y cada uno.

Vamos a contar una anécdota: Un día en horas de la tarde, un jueves de 1977, el


profesor de la materia de las 5:30 pm. no vino. Quedaba toda la tarde-noche libre, pues
los buses de Tía Juana salían a las diez. Estábamos conversando “Cheche” Godoy,
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Las malas compañías

Daniel Graterol y yo. Hicimos inventario de carteras. Contábamos con 34 bolívares entre
los tres. Decidimos tomarnos unas cervezas, Llegamos al Bar “Los Médanos”, a tres
minutos del Núcleo. Fuimos los primeros clientes. Pedimos tres Regional cada uno,
conversando los temas cotidianos de cualquier estudiante, los compañeros, las novias,
las materias, el deporte. Alrededor de las ocho de la noche sacamos cuentas de la deuda:
12 cervezas cada uno. ¡Recorcholis! Nos habíamos pasado por dos bolívares. Dado el
prestigio que los estudiantes teníamos en esos momentos, no hubiese existido problemas
en quedar debiendo esos dos bolívares.

Yo manipulé a mis compañeros: -por esos dos bolívares vamos a ir presos, que
molleja de raya, cuando se enteren en la facultad, presos por deuda de cervezas. Los
muchachos, asustados: ¿Y qué hacemos?, les dije: “Fácil, échemos el carro”. Nuestros
asientos quedaban al frente de la entrada, y el bar tenía una curva, donde la mesonera
tenía que cruzar para atender otras mesas. Les dije: “Esperemos que cruce, salgan,
tranquilamente, caminen sin prisa”. Entra un cliente, y la puerta queda abierta. Pasa la
mesonera a entregar un pedido. Les digo: “Es el momento”.

Espero unos 15 segundos y salgo. Había venta de parrilla en la parte techada que
daba a la salida, abierta, donde había un ancho portón que se cerraba al cerrar el negocio.
Cuando salgo, Cheché y Daniel, me ven y salen corriendo, no me quedó otra que hacer
lo mismo. Cruzamos a la izquierda y tomamos la calle Miranda y no paramos hasta llegar
a la plaza Bolívar, frente a radio Libertad. Allí retomamos aire, calmadamente. Los 34
bolívares seguían intactos.

Nos dirigimos a la avenida Principal, hasta la esquina de la avenida Carnevalli,


donde quedaba el bar “Oro negro”. Allí nos tomamos 5 cada una, y pagamos 15 bolívares.
Nos fuimos a Tostadas “El 25”, donde actualmente queda: R & P Computer, y cenamos
un mondongo ligth y una arepa rellena, gastamos unos diez bolívares, repartimos tres
bolívares cada uno. Los muchachos esperaron el “carrito” de Lagunillas, rumbo al campo
Venezuela. Yo me dirigí a la parada de Ambrosio, frente de Almacén Lattif, y me vine a
la casa.

Fueron tiempos de juventud, sueños y las esperanzas intactas.

El olvido no nos ha vencido.


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Las malas compañías

Los Carnavales populares de 1990

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Los Carnavales populares de 1990

En enero de 1990, estaba desempleado. Mi fuente de ingresos lo constituía mi


labor como fotógrafo. A decir verdad, siempre tenía trabajo. Cumpleaños (sobre todos
quinceañeras), matrimonios, graduaciones en todos los niveles, afiches (en formatos de
30x40, 40x50 y 50x60, los cuales montábamos en Maracaibo (Sabaneta) en el estudio
de Marcos Bracho, comuniones y otros menos frecuentes.

Tenía mi rancherita, Chevette, azul, SL, que había adquirido en 1985. Me proponía
conseguir un trabajo como asalariado. Cinco años atrás, en enero de 1985, renuncié a
mi trabajo en la Biblioteca de Ingeniería Cabimas. El objetivo se lograría en junio, al
ingresar como parte del equipo fundador de El Regional del Zulia

A mitad del mes, me encontré con Luis Vásquez “Lucho”, un compatriota


barranquillero, a quien habíamos frecuentado desde los días del Movimiento de Los
Poderes Creadores del Pueblo “Aquiles Nazoa”. Lucho era promotor y mentor del Grupo
de danzas “Rancho Alegre” de la calle Principal de Las Cabillas. Lo conocí en 1970,
cuando la fiebre del Mundial de fútbol México 1970, donde Brasil se proclamó Tripe
campeón, haciéndose acreedor a la Copa “Jules Rimet” para siempre.

Lucho me invitó, como fotógrafo, a la elección de la Junta de Carnaval. Al mismo


tiempo, se procedía la inscripción de las aspirantes a candidatas. A las 9.00 am. llegué
al edificio de la antigua prefectura, por la parte frente a la avenida Principal, en una oficina
que pertenecía a algún organismo comunal.

El local estaba repleto de candidatas, sus representantes y otros amigos invitados.


Entre ellos, el estudiante de Comunicación Social, Alenis Bracho Vizcaya, Simón Raga
(bailarín y coreógrafo), Edison Medina, Alfonso Lara, y otros que se me escapan. Se
inscribieron, en total, 17 jovencitas de los diferentes sectores de la ciudad. A cada una le
hice sus respectivas fotografías.

De inmediato, se procedió a elegir la Junta Directiva del Comité Pro carnavales


Populares de Cabimas 1990. Quedó integrada por: Luis Vásquez (presidente); Edison

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Medina (Vicepresidente); Alenis Bracho Vizcaya (Relaciones Públicas), Pedro Querales


(tesorero), Simón Raga: Coreógrafo. Fecha: domingo 05 de enero.

El bachiller Hernán Alemán había sido electo como el primer alcalde del Municipio
Cabimas (creado en 1989), siete parroquias la integraban. La sede se instaló en el edificio
administrativo del Centro Cívico, donde sigue funcionando.

El lunes 06, a las nueve de la mañana, se instalaba la Cámara Municipal en el


Teatro Municipal, parque Bolívar. Recuerdo que el nuevo alcalde leyó un largo
documento donde ofrecía un montón de obras para la ciudad, algunas de las cuales, aun
no se construyen. Minimizando el problema endémico de la ciudad: El agua potable. Aun
seguimos en lo mismo.

Culminado el evento, nos acercamos al novel alcalde, con los nombres de la Junta
de Carnaval, y por petición de Edison Medina (quien era militante adeco), procedió a
juramentarnos. Inocentemente, Edison Medina esperaba que el alcalde nos diera
facilidades para la organización de los carnavales, y que pudiera expandirse a los
rincones de la ciudad. Múltiples visitas a la sede de la Alcaldía abordajes en diferentes
lugares y no hubo manera que el alcalde nos apoyara monetaria ni logísticamente.

Acudimos a las cerveceras. Finalmente, Jesús Camacaro, quien era gerente de la


cervecería Regional en Cabimas, luego de varias reuniones, accedió a patrocinar la Junta
de Carnaval, con la exclusividad del producto. Nos entregó noventa mil bolívares (Bs.
90.000,oo), los cuales recibí como tesorero.

Comenzaron los ensayos. En la casa de la Cultura, con Simón Raga como


coreógrafo. Mi carrito fue el caballito de batalla, para el despliegue y organización. Dentro
de la planificación estaba: presentación a la prensa, para tal fin, acudimos a nuestro
amigo, Rafael Di Maio, quien nos cedió el salón Candilejas para los ensayos y la
realización del evento. Simón consiguió con la propietaria de una boutique el préstamo
de los vestidos de gala. Para la ropa casual, los representantes de las candidatas, se
encargaron. Contratamos un grupo bailable para organizar la fiesta. Para la prensa: Radio
Cabimas 1250 AM. Radio Libertad 620 AM, Panorama y Crítica. Se logró resolver lo del
brindis para periodistas y locutores.

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La animación estuvo a cargo del locutor Renny López Finol. El evento quedó a
pedir de boca, cubrimos todos los elementos para que se realizará sin fallas
organizativas. Logrado eso, nos dispusimos a organizar la elección de la reina, y para tal
fin, se desplegó la logística y la permisología para el uso del estadio Municipal (fue al año
siguiente cuando se comenzó a llamar Victor Davalillo).

En el trayecto de la organización, la señora Elia de Hernández, quien era la


presidenta del Comité de Damas del Club Lago La Salina, pues su esposo Gonzalo
Hernández, era el presidente de la directiva durante varios períodos. La señora Elia fue
la artífice de la presencia de los grandes artistas, nacionales e internacionales, que en
los años 80 hicieron presencia en las instalaciones del mencionado Club: Julio Iglesias,
Raphael, Rocio Durcal, Camilo Sesto, Mirla Castellanos, Yordano, Ilan, La orquesta de
Porfi Jiménez, Oscar D´Leon, Los Blanco, El Súper Combo Los Tropicales, Los Masters,
los amaneceres gaiteros con las mejores agrupaciones. Y un gran suceso: la presencia
de la orquesta de Ray Connif, fue gran parte de su gran legado.

En 1985, mi debut, como delegado del Sindicato de Radio, Cine, Teatro. Tv y


afines del estado Zulia, para la COL, bajo la tutela de Jairo Auvert, contó con la presencia
de Reynaldo Armas y un grupo de cantantes noveles, dentro de quienes recuerdo a
Armando Martínez y Sexagésimo. Luego vinieron Yordano, Ylan, Mirla, Juan Carlos y su
Rumba flamenca (con una muy juvenil Fedra López, Carolina Musiotti y otras hermosas
jóvenes bailarinas).

En conclusión, la señora Elia de Hernández, nos brindó toda su experiencia para


facilitar el desarrollo de las festividades carnestolendas. Ella era militante adeca, pero esa
circunstancia no nos facilitó la comunicación con el alcalde, quien nunca nos atendió.

La Regional colocó la tarima y el sonido, y los kioscos para la venta de cerveza.


No recuerdo si cobramos entrada. Dos grupos musicales y repitiendo en la animación el
locutor Renny López.

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Las malas compañías

Con los recursos que nos quedaban, pudimos financiar parte del vestuario de
fantasía, elaborado por diseñadores de la ciudad. Cada muchacha se consiguió su
maquillador, habilitando los dogouts del estadio para tal fin, contando con unos
ventiladores para mantener una temperatura medianamente agradable. En este tipo de
eventos los intríngulis y los inconvenientes no los detecta el público, pero aun así
logramos superar la prueba y se disfrutó de un buen evento, a casa llena, con cuatro mil
asistentes que plenaron las tribunas del coso local.

Hicimos magia con el poco dinero que se disponía, algunas colaboraciones


ayudaron a mitigar las dificultades, entre las que se cuentan: ¿cuántos ramos de flores
entregar a las participantes? Ya hemos dicho que eran diez y siete, pues ninguna se retiró
del certamen.

Logros: el grupo de muchachas se mantuvo armónico, con escasa conflictividad.


Fue un grupo extraordinariamente disciplinado. El desempeño de Simón Raga como
mentor, y el comportamiento respetuoso de la Junta Directiva, permitió que se lograra la
armonía necesaria para el logro de los objetivos.

Se escogió a los miembros del Jurado, no recuerdo como fue conformado, pero
las llamadas “fuerzas vivas” participaron. La ausencia del alcalde no le quitó prestancia
al acto.

Aunque pensábamos entregarle un ramo de flores a cada muchacha, cuando


echamos números (implacables), solo pudimos entregar siete y darle un corsé a cada
una de las demás. Se sacó la tarea con bastante dignidad y eficacia.

En las primeas de cambio, tuvimos una fuerte crisis, pues el presidente de la Junta
de Carnaval, Lucho Vásquez, tuvo diferencias con el resto del grupo, porque pretendía
que los carnavales se hicieran a la usanza de Barranquilla, con muchos años de cultura,
en ese sentido. Se necesitaba cubrir los elementos involucrados y carecíamos de esa
fortaleza, pues había que involucrar a factores como el comercio y empresariado, aparte
del apoyo político, que nunca existió. “Lucho” Vásquez fue al noticiero de Radio Libertad
620 AM, a denunciar que nosotros habíamos distorsionado el espíritu de los verdaderos
carnavales. Posiblemente tenía razón, pero es que Cabimas no era Barranquilla, ni

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Las malas compañías

mucho menos Río de Janeiro. Al fin, decidimos seguir sin él. Nuestra movilización logró
algunos apoyos, aunque no fueron suficientes.

Volviendo al estadio.

El evento culminó con la elección de la señorita Lia Fabiola Moronta González (hoy
periodista y con 17 años en ese momento), quien desde un principio fue amplia favorita.
No recuerdo quienes fueron las demás finalistas. (su hermana Doris Carolina, tan bella
como Lia Fabiola, fue reina de la Feria del Rosario, posteriormente).

Teníamos reina, pero se habían acabado los reales.

Quedaba pendiente: el desfile y las noches de tarima, para lo cual elegimos la


avenida Carnevalli. La audacia de Edison Medina, permitió la contratación de los
Vallenateros de Alonso Costero, al grupo Faena de los hermanos Esteban y José
Jiménez, y otras dos agrupaciones.

Mi pregunta era: ¿Cómo vamos a pagar?. Las agrupaciones cobraban entre tres
mil y cuatro mil bolívares por presentación. Edison me dijo: veremos cómo están las
ventas, pues los kiosqueros nos habían ofrecido cierta cantidad por cajas vendidas.

A duras penas realizamos el desfile. Hasta la avenida Carnevalli.

El día del desfile, íbamos al mediodía frente al centro Comercial la Fuente, y


exactamente, allí se me espichan los dos cauchos traseros de la rancherita. Nos
quedaban apenas como cinco mil bolívares de los escuálidos fondos. Logramos agarrar
un Taxi, quien nos llevó los dos rines con los cauchos inservibles hasta la cauchera de la
bomba del Centro Cívico. Cada caucho convencional, nos costaba un mil bolívares cada
uno. Edison Medina, me dice: “Ni modo, paga con esa plata, porque en fin de cuentas,
vos ni estáis cobrando por el uso de tu carro”. Eso hicimos y en veinte minutos,
estábamos rodando de nuevo. Es de hacer notar, que ninguno de nosotros se ganó algún
dinero, pues, ese no era el fin, aunque recuerdo que el único que recibió algún dinero que
no se puede llamar pago para el esfuerzo realizado, fue Simón Raga: Bs. 500,oo.

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Salvo dos o tres almuerzos cuando nos agarraba la tarea en la calle, no recibimos
honorarios. Solo habernos anotado en la historia como los primeros carnavales populares
del recién creado municipio.

Solo falta por decir, que la asistencia del público, a las dos noches en la avenida
Carnevalli, fue escasa, o sea, fracaso total.

Consecuencia: deuda eterna con nuestros amigos músicos. Todavía le debemos


sus honorarios profesionales. No describiremos aquí los vergueros del momento. Pero
no fueron agradables. Hasta a nuestro amigo locutor, Sócrates Sthormes, le quedamos
debiendo las cuñas por su programa “Festival de órganos” con altísima sintonía en esos
años.

Razones de la escasez de público:

Fiestas en los clubes Italo Cabimas, Ital Dulce, Club las FAC, Club La Salina y
otros sitios de la ciudad, amén de algunas tarimas en algunos barrios de la ciudad, con
unos carteles más atractivos: Los Blanco, Los Imperials, Super Combo Los Tropicales y
hasta Oscar D´Leon. “En baile de tigres, burro no saca pareja”.

No tuvimos éxito en esos carnavales, pero nadie nos puede negar que mostramos
excelente capacidad organizativa, buenos contactos, pero sin reales, no hay “lopa”.

Está crónica agridulce, nos da cierta lección: no le tengas miedo a los retos, el
único que no se equivoca es quien no hace nada. Somos felices en habernos equivocado
o errado en muchas ocasiones, pero no podrá negarnos, que lo intentamos y que hubo
gente dispuesta a acompañarnos en estas aventuras.

El esplendor de los carnavales de los años 1983 y 1984, organizados por el


IMCBA, bajo la dirección de la Dra. Flor Romero y el apoyo de la Cámara Municipal del
Distrito Bolívar y los comerciantes y empresarios, nunca se pudo alcanzar de nuevo.
Estaba muy fresco el recuerdo de “El caracazo” un año antes, y los años de crisis estaban
en su apogeo.

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Sirva esta crónica para recordar que hace 33 años, nos enfrentamos a la escasa
visión y desprecio de políticos trasnochados, quienes piensan que el hecho cultural es un
desperdicio y que no da votos.

Se nos ha ido la vida en el quehacer cultural.

Nada de qué avergonzarnos.

Aun seguimos de “necios”.

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Roselys Iriarte (El Huracán cabimero)

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Roselys Iriarte (El Huracán cabimero)


Conocí a Roselys hace varios años, pero tuvimos la oportunidad de profundizar la amistad
al ingresar ambos a la Alcaldía de Cabimas. Ella como Directora en la recién creada
Dirección de Recreación, y yo como SubDirector de Cultura, acompañando a nuestra
amiga común Vita Brito, quien estaba a la cabeza de la institución desde la gestión
anterior.

Nos veíamos todos los lunes en los directorios que organizaba el alcalde para darle
seguimiento a la gestión. Los abrazos de Roselys eran fuertes y sinceros, afectivos y
nunca faltaron en esa cita semanal. Posteriormente, participamos en varias actividades
organizadas por ambas direcciones, entre ellas los carnavales de 2018, que se
organizaron en la entrada del Parque Laguna Azul, en la entrada norte de la ciudad.

Roselys fue la Coordinadora del evento, dada la naturaleza de la celebración, con el


apoyo de las direcciones de Asuntos Públicos (Lcda. Merlin Lira), Cultura (Vita Brito y
Pedro Querales); Deportes (Jesús Camacaro) y otras direcciones que se sumaron para
atender a la gran cantidad de público que se acercó a ese lugar.

Se montó una tarima para la presentación de grupos musicales, las actividades


recreativas con su equipo de trabajo, unos muchachos que estaban capacitados por
Roselys para atender a niñas, niños y jóvenes. Se coordinó algunas actividades como
concurso al mejor sancocho playero, eventos acuáticos, juegos de playa (bolas criollas,
volleybol y otros). No está demás decir, que Roselys se mostraba incansable. De esa
actividad surgió que yo la bautizará como “El huracán cabimero”, por su vitalidad y
entrega. A ella le encantó el sobrenombre y la comenzaron a llamar así con admiración
los amigos y los muchachos y muchachas recreadores, quienes contaban con una sólida
preparación, pues se le imprimió la seriedad e importancia que merecía.

Recuerdo que se comenzó con el proyecto de preparar una Ordenanza para la


Recreación, cosa que a pesar del esfuerzo y la dedicación no llegó a concretarse del
todo. Las circunstancias de esos años (apagón, pandemia, guerra económica) frenaron
muchos de los planes, sin embargo, en ese corto tiempo, amén de su participación en

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algunos eventos internacionales, donde ella representaba a nuestro país, mientras


continuaba con su formación académica, que la convertía en una gran profesional. Daba
gusto cuando exponía sobre la materia. Recuerdo que mi hermano Douglas Querales, la
invitó dos veces a su programa “Deberes y Derechos” por TV COL, y era invitada
permanente en nuestra emisora Misión 94.3 FM, cada vez que organizaba una actividad.

En lo personal, disfrutamos juntos, tanto del trabajo profesional como de los compartires
en celebraciones personales. Vivía frente a nuestra amiga común Haydée Márquez,
“NotiHoy Márquez”, otra mujer vital y proactiva, a quien bauticé como la “Súper
camarada”, pues no había evento que no cubría con eficiencia e inmediatez. Formaban
parte de esa pléyade de mujeres que le dan un soporte fundamental a todas las
actividades con entrega y con afán.

Roselys fue a las comunidades, donde era invitada permanente con su equipo a brindar
su talento y su cariño a quienes lo necesitaban y siempre dejaba claro que la recreación
es un derecho humano y no un simple divertimiento.

Recuerdo su alegría cuando se comenzó a construir la plaza ecológica, en la calle El


Rosario, y esperaba que allí estuviera su centro de operaciones, pero la cortedad de
visión y mezquindad de quienes tomaban las decisiones lo impidió.

Las afecciones de salud comenzaron a aflorar y la visitamos varias veces, siempre


optimista y sonriente.

Le perdimos el contacto personal, en el momento que se le diagnosticó la enfermedad


que terminó con su existir terrenal, pero que en ningún momento le restó esa actitud de
resistencia y amor a la vida. Estuvimos pendientes de ella, a sabiendas que tarde o
temprano sucumbiría, pero como dijo sabiamente Ernest Hemingway: “Un ser humano
puede ser destruido, pero jamás vencido”.

A Roselys Iriarte le arrebataron su cuerpo, pero no la hicieron sucumbir. La fragilidad de


nuestro cuerpo termina por vencernos, pero Roselys no se dio por enterada.

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En ella, las palabras valentía, optimismo, fe, entusiasmo, profesionalismo, cariño,


entrega, amistad, maternidad, y otras más adquirieron una dimensión que va más allá de
lo que constituye un simple ser humano.

Roselys Josefina Iriarte Rojas, hizo que quienes la conocimos hayamos sentido a plenitud
lo que significa y invalorable ser humano.

Gracias por permitirnos haber sido tu amigo.

Pero ya estás “entre los elegidos, los que no saben en la muerte”.

La muerte debe sentirse avergonzada, pues no pudo arrebatarte sino tu cuerpo físico.

Desde ahora eres inmortal, Roselys. y seguirás siendo “El huracán cabimero”.

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Indice

El por qué de estas crónicas 3


Prólogo (Luis Graterol) 5
Carmen Cordero (vda.) de Querales 7
Chavin 13
Aldemaro Fonseca 18
Afredo Sadel 26
Carota, Ñema y TaJá 28
Astolfo Romero 30
Blanco Aparicio 37
Carlos Vargas “Condorito” 42
Edison Díaz 49
Emerio Darío Lunar 57
Freddy Escobar 61
Los Blanco 67
Lucidio González 74
Luis Graterol 80
Marcelo Bermúdez 88
Miguel Leal 95
Miguel Ordóñez 102
Omar Patiño 109
Oscar Farías 114
Petra Navarro de Mariñez 122
Rafael Chirinos 129
Roddy Tigrera y Nelson Suárez “Los reyes de la tamborera” 135
Tito Delgado Medina 144
Tito Alexis Ochoa 155
Sobeira Macías 154
Andrés González Romero 158
Julián Vizcaíno Patiño 163
Simón Raga Villanueva 170
Marcelo Chiarelli Gómez 176
Eliécer Berríos 180
Los compañeros de Ingeniería Extensión Cabimas (1974-1979) 184
Los carnavales de Cabimas de 1990 192
Roselys Iriarte (El huracán cabimero) 200
Indice 204

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