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LA IMPORTANCIA DE LA RELIGION EN EL MUNDO PREHISPANICO

La creencia de que seres superiores estaban a cargo del universo hizo de la religión uno

de los aspectos más significativos de la cultura mesoamericana. Cada civilización tenía

su propio conjunto de dioses, tradiciones y mitologías. Las sociedades teocráticas,

donde el poder deriva de un poder religioso, son un claro ejemplo que da la arqueóloga

Ruth Shady al considerar a Caral como la cuna de la civilización andina.

Adicionalmente, según esta autora, mencionó que se requería de un gobierno

centralizado y expertos con conocimientos arquitectónicos para la planificación de la

obra y construcción de edificios y monumentos. De manera similar, se ha llegado

a aceptar que la religión sirvió como principio organizador principal de la sociedad. Sin

embargo, otras interpretaciones, como la del arqueólogo Krystoff Makowsky, negaban

el carácter urbano de estos monumentos y afirmaban que se trataba más bien de un

carácter ceremonial, es decir que el aspecto urbano de estos monumentos era el

resultado de la suma de las construcciones de las comunidades conectadas a estos

centros ceremoniales. En la medida en que estas escenificaciones rituales relacionadas

con el culto a los antepasados, servían como intermediarios ante los dioses y las fuerzas

de la naturaleza, las relaciones entre los vivos y sus lazos genealógicos con los difuntos

garantizaban su supervivencia y bienestar. Es por ello que existen evidencias de

sacrificios humanos en ceremonias religiosas, así como la realización de ritos de

homenaje a los principales elementos de la naturaleza considerados sagrados. Por otro

lado, tenemos a la cultura Chavín Roma de los Andes, uno de las rituales más

importantes de la cultura era la ingestión de la mezcalina que era del cactus del San

Pedro y era un líquido que se ingería en la mayoría de rituales, se cortaba el cactus y los

hervían de 6 a 7 horas y se tomaban el líquido; la divinidad más importante y suprema

de la cultura chavín era El Lanzón. Y, por último, tenemos a la cultura moche uno de
sus rituales mas importantes de la cultura era sacrificar al perdedor de un combate

donde ellos eran descarnados y la sangre sacrificada era llevada en una copa ante el

sacerdote por una mujer para el Dios “Ayapaec” en el año 500 los moches estaban en la

cúspide de su civilización, su cultura y sus pirámides dominaban la costa norte de Perú,

pero una década más tarde los moches luchaban desesperadamente para asegurar su

supervivencia en contra de un destino que ni su destreza tecnológica, ni toda la sangre

de sus sacrificios pudieron prevenir, el gran adversario que pudo poder de rodillas a los

moches fue “el niño”. En comparación con la situación actual en Perú, el fenómeno del

niño sigue siendo una amenaza constante para la población peruana, especialmente en la

costa norte del país. Aunque hoy en día la tecnología y la infraestructura son mucho más

avanzadas que en la época moche, los peruanos todavía se enfrentan a importantes

desafíos en la gestión de los impactos de estos fenómenos. Sin embargo, la tecnología y

los avances científicos modernos permiten una mejor predicción y preparación para

estos eventos, lo que ayuda a minimizar su impacto en la población.

Finalmente es por ello que, de la importancia de la religión en el mundo prehispánico, la

religión es un sistema de creencias, ritos, normas, sentimientos y formas de

organización, que relacionan a los seres humanos con lo divino, pero aun, la arqueología

encuentra dificultades para detallar cada religión del pasado, ya que aquellas sociedades

no tenían escritura o no contaban con fotos realistas. Podemos considerar entonces que

las construcciones sociales de la identidad religiosa son importantes para marcar

fronteras entre diferentes grupos humanos, como indicador de identidad. En ese sentido,

la religión presente y pasada puede tener la misma función que emerge en relación a

otras formas de identidad como la etnicidad.

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