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Lucía Jiménez Ardanaz

Máster en Investigación Criminal y Ciencias Forenses

PRÁCTICA 2: VISITA A FONTCALENT

El centro penitenciario de Fontcalet está ubicado en el Polígono de la Vallonga


S/N 03113 en Alicante y consta por tres módulos; uno de mujeres, otro de hombres y
otro de madres.

Se trata de una parcela adyacente al actual Centro de Inserción Social formado


por el Centro Penitenciario y la Unidad de Madres, ubicado dentro de un amplio
recinto penitenciario cerrado en el que también se encuentran otros edificios como el
Centro Psiquiátrico y viviendas de funcionarios. A través de un muro se separa la
parcela de la Unidad de Madres del Centro de Inserción Social.

Una vez dentro, es llamativo en primer lugar, el abundante silencio


característico tanto del patio como de las habitaciones –a diferencia de otras prisiones
del resto de España y más concretamente del resto del mundo- y esto se debe, tal y
como nos pudieron explicar a que <<los presos responden ante las normas de igual
manera en la que se les trata>> viéndose reflejado el buen trato que los funcionarios
tienen hacia los internos, como la manera de reaccionar de estos haciendo más fácil la
convivencia, y, en segundo lugar, la vitalidad y lo colorido por lo que se caracterizaba el
patio, dando sensación de alegría (dentro de la libertad limitada con la que viven) con
murales pintados y dibujados por los propios presos, así como las ventanas de las
habitaciones caracterizadas con colores vivos, jardines cuidados al detalle por ellos
mismos o espacios para relajarse y charlar dispuestos con bancos y caminos de
piedras.

Además de esto, los presos podían trabajar ejerciendo tareas como cocineros,
panaderas (esta labor era únicamente de las mujeres, ya que antiguamente era el
único cargo que podían ejercer y se ha mantenido esta profesión exclusivamente para
ellas), ferreteros… y participar en diversos grupos de entretenimiento como clases de
inglés, teatro, música… teniendo en determinadas ocasiones la participación de
personas externas al centro con los que poder evadirse de la rutina.

El centro, además, disponía de una sala en la que podían ver la televisión, dar
clases de diversas materias, peluquería, salas destinadas a las visitas de sus familiares,
entre ellas una decorada con temática infantil y que carecía de asientos para que el
interno estuviera jugando y en contacto con los menores que fueran a visitarlo o una
cafetería –en la que estaba prohibida la venta de alcohol, y donde resultaban
llamativos los precios ya que prácticamente ninguno superaba el euro, siendo los
únicos productos con el mismo precio que en el exterior el tabaco y los productos de
cuidado personal- Además los presos no disponían de dinero en efectivo si no que a
cada uno le correspondía una tarjeta en la que iban metiendo un saldo a través del
dinero que recibían por parte de sus familias o con el dinero que obtenían a cambio del
trabajo ejercido.

Otra de las salas llamativas y en este caso no tan alegre, fue la sala de las
inmovilizaciones, que, aunque apenas era utilizada, debía estar ahí para casos
extremos. Se trataba de un habitáculo con una camilla equiparada con cinturones
como si de una camisa de fuerza se tratara y era empleada cuando un interno llegaba a
un nivel de descontrol extremo que pudiera causar daños asimismo o alguno de los
trabajadores de la prisión.

En cuanto al Módulo de madres, separado por un muro del centro


penitenciario, tenía una infraestructura completamente diferente al centro, ya que,
aunque este contara con una buena infraestructura y poseyera murales y diversa
vegetación, este módulo parecía mucho más moderno dando la sensación de una
guardería como las que hay en el exterior.

En el patio había un parque equiparado con todo tipo de juegos para los
menores, un comedor infantil, salas de juegos para los niños, salas de tejer para las
madres, etc.

Una vez dentro, en lo que sería dentro del centro penitenciario las “celdas” en
el Módulo de Mujeres eran denominadas “habitaciones” para que los menores no
crezcan con la sensación de estar encarcelados y llevarlo con la mayor naturalidad
posible.

Estas habitaciones, disponían de un baño propio, una pequeña cocina, pero con
todo lo necesario conectada con un sofá que hace de salón junto con una mesa de
comer y atravesando una puerta se puede encontrar una cama y una cuna siendo este
el dormitorio. Además, la habitación venia equiparada de todo lo necesario tanto para
el niño como para la madre, como tampones, chupetes, biberones…

Tras haber hablado con muchas personas que trabajan dentro de prisiones, sigo
sin tener una idea clara sobre si se trata de un trabajo al que me dedicaría, ya que
aunque es una de las posibles salidas que tiene nuestra carrera echo en falta un puesto
de criminólogo dentro de la prisión, como existe el puesto de jurista o de psicólogo.

Además, hay que destacar que no es lo mismo pasar dos horas dentro de la
prisión a trabajar el resto de tu vida en un ambiente donde no todo es tan bonito
como puede parecer ya que es un trabajo muy sacrificado y en el que en muchas
ocasiones puedes enfrentarte a problemas con los que debes lidiar.

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