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LOS NUEVOS ESCENARIOS DE LA MIGRACIÓN: CAUSAS, CONDICIONES, CONSECUENCIAS

Coordinadora: María Ileana García Gossio Autores: Andrade-Eekhoff, Katharine E. Cieslik, Thomas
Domínguez Avila, Carlos Federico García Damián, Martha María del Carmen García Gossio, María
Ileana Hernández, Berenice Moncada García, Dulce María Munguía Salazar, Alex Niemann, Arne
Ochman, Marta Petzold, Stephan Reddy, Prasad Sarquis Ramírez, David

EDICIONES BÖLL “Los nuevos escenarios de la migración: causas, condiciones, consecuencias”


Fundación Heinrich Böll, Oficina Regional para C.A., México y Cuba / Diseño Gráfico: Equipo Maíz,
El Salvador / Fotografías: Uli Stelzner-Grupo ISKA / Impreso en México por: Frente & Vuelta / Esta
edición consta de 1,500 ejemplares / Hecho el depósito que ordena la ley / Julio de 2006 / Nota
Editorial: Los contenidos de cada artículo son responsabilidad del autor o autora y no reflejan
necesariamente la opinión de la organización editora. El uso de los textos publicados en este libro
es permitido y deseado a fin de informar y sensibilizar a más personas sobre el tema. Se solicita
nombrar la fuente / ISBN 96890-84-00-3 / Pág. web: www.boell-latinoamerica.org

La migración se ha colocado en el primer lugar de la agenda internacional, tanto a raíz


de la crisis migratoria de los niños y niñas no acompañados retenidos en la frontera
estadounidense con México en 2014, como por los anuncios y primeras acciones de la
nueva administración gubernamental de Donald Trump. Sin embargo, más allá del
muro y las disposiciones restrictivas para la migración, ¿qué encierra este fenómeno y
qué perspectivas depara para nuestro país el cumplimiento de tales disposiciones?
La migración se manifiesta sobre variables de tiempo y espacio, es decir desde el
cambio del ambiente sociocultural y su influencia sobre los individuos y su entorno
(Herrera C., 2006), pero su explicación se complementa por razones estructurales e
históricas como un fenómeno que ocurre en una realidad social diversa y cambiante,
por lo que su estudio debe hacerse desde múltiples disciplinas.

“La migración es un proceso social porque se


explica no sólo a partir de factores económicos y políticos, sino que es el resultado de
una compleja dinámica de cambios y múltiples interacciones que afectan al conjunto
de la sociedad (Massey et al. 1987)”, (Durand & Schiavon, 2010, p. 35).
Entre las causas y orígenes de la migración, siguen siendo fundamentales la
económica, la pobreza y la ausencia de empleo, o las reducidas oportunidades
laborales, cuyas circunstancias caracterizan a los países “expulsores”, y explican, pero
solo parcialmente, la salida de los trabajadores de sus fronteras.[1] Como fundamento
de tales motivaciones, resaltan las asimetrías con los países “receptores”, que se
constituyen en polos de atracción, cuyas características de crecimiento promueven la
captación de mano de obra a menor costo de la propia y/o que por procesos de
acumulación, incentivan la migración laboral.[2] Las desigualdades son un motor de
desplazamiento, como lo que ocurre dentro de los países con la movilidad de lo rural a
lo urbano, o de los países pobres a los países ricos. Sin embargo, las desigualdades
por sí solas no explican todas las relaciones y razones migratorias que, además, tiene
que ver con complejas e históricas vinculaciones entre los países de inmigración y de
emigración. (Sassen, 2013).
La migración en la actualidad

En el mundo se registran en la actualidad 244


millones de inmigrantes, residentes en un país distinto al que nacieron. La mayor
cantidad de inmigrantes radica en Estados Unidos (46 millones, 19%), seguido de
Alemania (12%) y Rusia (11.6%). Los países que tienen más población viviendo fuera
de sus fronteras son India (16 millones), México (12 millones) y Rusia (10.6 millones)
(ONU, 2015). En tanto que los mayores corredores migratorios se ubican entre México
y Estados Unidos; Rusia y Ucrania; India y Emiratos Árabes Unidos; y Bangladesh e
India (CONAPO, 2015). Además, “En 2014, 14.4 millones de personas obtuvieron
protección bajo el estatus de refugiados, […] El ACNUR protege a casi 55 millones de
personas, en su mayoría son desplazados internos”. (Serrano Herrera & Jaramillo
Benítez, 2015, p. 33)
Las migraciones desde África y Medio Oriente hacia Europa constituyen la zona más
mortal, con un registro de más de 23 000 muertes entre 2000 y 2014. (Grasso, 2014),
solo en 2015, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) reportó 3 770
muertes en el Mediterráneo y 417 en la región de México-Estados Unidos y
Centroamérica-México (OIM, 2016, p. 3). Los testimonios de los migrantes muestran
las historias contemporáneas más deleznables de la humanidad, sujetos cuyos
derechos fundamentales son conculcados constantemente. Según la Comisión
Nacional de Derechos Humanos de México, entre 2008 y 2009 documentó un
promedio de 1 600 secuestros diarios de migrantes, en su mayoría de
centroamericanos (CMW, 2011).

En el sistema migratorio subregional del triángulo


norte de Centroamérica, México y Estados Unidos hay, actualmente, una circulación de
migrantes laborales en los pasos fronterizos de Guatemala a México de cerca de 750
000 personas[3] (Colef, 2016). Según el Instituto Nacional de Migración (INM) de
México, de 140 000 eventos de centroamericanos anuales con intención de llegar a
Estados Unidos, 45 000 ingresos a México de mujeres centroamericanas sin
documentos migratorios se ven sujetas, en su mayoría (70%) a algún tipo de abuso
sexual (Nájera Aguirre, 2015). “Durante todo este tiempo, […] buscaban a las mujeres
que ahí estábamos para abusar de nosotras (Nancy, salvadoreña, 24 años, soltera, 1
hija)”. (CMW, 2011, p. 2)
Consecuencias y retos ante las políticas migratorias de la administración Trump
La importancia de la migración reside, en primer lugar, en su significación social
relativa a la cantidad de población inmigrante[4] y en proceso migratorio, pero,
especialmente, por el entorno de su vulnerabilidad a los riesgos por el origen, la
trayectoria, el destino y el retorno.
Efectivamente, la decisión de emigrar es un proceso en que la persona se ve afectada
por las razones que lo lleva a emprender su salida y por la forma en que esta decisión
se da (rompimiento con el entorno social y familiar y compromisos económicos
asumidos y previsibles); la trayectoria (quizás el momento de mayor vulnerabilidad),
involucra las amenazas que impone la incidencia creciente del tráfico de personas y la
trata, el abuso sexual, la esclavitud, la extorsión, los secuestros, la violencia, así como
el abuso y maltrato por parte de autoridades; finalmente, el destino conlleva el riesgo
constante a la detención y deportación. Estas vulnerabilidades se vinculan a las
deficiencias y debilidades de las instituciones gubernamentales y/o a las falencias en
las regulaciones, normativas y leyes en procura de la protección y vigencia de los
derechos humanos de los migrantes.
Este panorama de crisis humanitaria tenderá a agravarse ante las medidas restrictivas
y punitivas que la nueva administración del gobierno de Estados Unidos ha iniciado.
Con el objetivo de reducir los flujos migratorios, además de la orden ejecutiva para la
construcción del muro a lo largo de la frontera con México (Riestra, 2017), se dio el
intento de impedir el ingreso Estados Unidos de personas provenientes de siete países
de Oriente Medio y África; plantea además, incrementar las deportaciones, lo que
aplicaría a los que estén sujetos a una orden final de deportación, a todos los
indocumentados –prioritariamente, a quienes hayan cometido delito penal imputable–,
estén condenados o acusados de cualquier delito, y a quienes, a criterio de la
autoridad migratoria, constituyan un riesgo para la seguridad pública o nacional; a ello
se suma la orden de expeditar los procesos para acelerar las deportaciones,
generalizar las detenciones sin posibilidad de liberación temporal, permitir que todas
las autoridades municipales y policiales adquieran facultades para detener individuos
bajo sospecha de ser indocumentados, entregarlos a las autoridades migratorias y
acelerar los procesos judiciales de deportación. (The White House Gov,
2017) (Departament of Homeland Securiy, 2017).
Los anuncios y las acciones ejecutivas han despertado, por una parte, un crecimiento
de las expresiones nacionalistas y xenofóbicas, pero también una oleada en el mundo
y en Estados Unidos de reacciones de rechazo por medio de manifestaciones públicas,
declaraciones y recursos judiciales.
Las preocupaciones van más allá del simbolismo mediático que ha trascendido por la
decisión de construir un muro. Efectivamente, hacia allí apuntaría una matemática
simple que cruce de las siguientes variables: reducción del paso fronterizo con la
implementación del muro, incremento de las deportaciones,[5] reducción de las
remesas[6] y posibles incrementos a los costos de sus envíos. Si a lo anterior
sumamos la revisión de la política económica y los tratados comerciales, en dado caso
implicara la reducción de sus cuotas de importación,[7] tendríamos como resultado
una combinación que apunta a grandes desafíos en materia económica y social para
nuestro país. El nombramiento de varios funcionarios en la administración que
encabeza Trump, cuyo perfil denota un escalón más en las visiones de seguridad
nacional –iniciadas en septiembre de 2001-, reforzaría conceptos y estrategias de
“guerra contra el terrorismo y contra el narcotráfico” y contra todos los “hombres
malos”.
El apertrechamiento detrás del muro, le da abrigo al nacionalismo y a sus expresiones
exacerbadas, a sus medidas fiscales de reducción de impuestos a los grandes
inversores y al franco retroceso en materia social en salud y educación, y sobre el
cambio climático (Fragoso, 2017).[8] Las políticas migratorias se dan en el contexto de
otras que hacen prever riesgos bélicos, incluso nucleares, y una concentración de
poder de corte autoritario, lo que implicaría para la región un endurecimiento de la
política exterior focalizada en la seguridad. Este signo ha sido evidente en la reciente
visita a Guatemala del Secretario de Seguridad Nacional, John Kelly.
Los desafíos para el Estado y la sociedad guatemalteca son apremiantes y deberían
conducir a esfuerzos comunes en materia de protección a las poblaciones vulnerables
y migrantes; además, para promover el fortalecimiento de la institucionalidad
democrática, la justicia, el desarrollo humano y el bienestar.

Introducción

La migración es un fenómeno histórico de movilidad humana asociado a cambios estructurales en


el desarrollo socioeconómico, que provoca que la mano de obra se traslade entre sectores de la
economía, desde zonas rurales a urbanas, o entre países. Es imposible disociar la migración interna
de la internacional, al ser partes complementarias de un mismo proceso que comparte sus causas
e impactos. Hay vasta evidencia que indica que la población que migra internamente tiene una
mayor propensión a hacerlo internacionalmente. Sin embargo, no toda la migración está vinculada
a transformaciones estructurales: otra parte creciente de ella obedece a desplazamientos forzados
de la población debido a desastres naturales, violencia, cambio climático, conflictos por la tierra,
crisis sociopolíticas y el acelerado deterioro económico en algunos países. La migración
internacional está determinada por los desbalances entre las dinámicas económicas y
demográficas en los países, condicionados por el estilo de desarrollo y su inserción económico-
productiva en el proceso de globalización, que generan desigualdades y brechas de productividad
y salariales, entre países de origen y de destino. En suma, las desigualdades socioeconómicas, las
dinámicas demográficas y la gobernanza son los factores impulsores de la migración. En ese
contexto, en los países de origen con superávit demográfico y laboral tienden a intensificarse los
flujos de migración internacional de “sobrevivencia”. En los países de tránsito, las personas
migrantes siempre irregulares son vulnerables y sujetas a la violación de todos sus derechos. En los
países de destino en los que prevalece la precarización e inseguridad laboral de su cada vez más
disminuida “clase media”, se ve en los inmigrantes una amenaza, aprovechada para politizar y
criminalizar la inmigración. En estos países también se observa una gran paradoja: por un lado, los
capitales necesitan la mano de obra barata de la inmigración, así como más contribuyentes a sus
sistemas de protección social; pero por el otro, parte de su clase política promueve el miedo al
migrante, visto como el nuevo “enemigo” externo. Esto abona a la desvalorización de la
contribución que la inmigración hace a su economía, sociedad y cultura.

Imaginando las grandes oportunidades

El país receptor aparece, imaginariamente, como un espacio de grandes oportunidades e ingresos.


La búsqueda de mejores condiciones de vida motoriza los movimientos migratorios, cuyas
consecuencias políticas, económicas y sociales, provocan, en muchos casos, situaciones de
conflicto en el país receptor. Se puede incrementar la competencia laboral, pueden surgir nuevos
bolsones de pobreza, aumento de la discriminación, la xenofobia, etc. Puede ocurrir que los
trabajadores menos calificados se perjudiquen por la pérdida de empleos —que irán a parar a los
migrantes— o por la disminución de sus salarios. Algunos de los efectos positivos de la emigración
se relacionan con los logros comerciales que se pueden desarrollar y con las remesas. Aquí me
detendré para tratar este efecto que hoy está tan de moda. Las remesas son indicadores del
efecto de la migración, consecuencia del conflicto social expulsor de grandes contingentes de
personas que envían dinero para que su familia intente salir de la crisis económica, lo cual,
supuestamente, disminuiría los niveles particulares del conflicto socioeconómico de esa familia
que recibe ese dinero. Se pretende hacer creer a las sociedades receptoras de remesas que estas
divisas contribuyen al desarrollo general de la economía del país y, en realidad, si observamos con
detenimiento los montos que llegan, cómo llegan y a quiénes se dirigen, nos daremos cuenta de
que es verdad que contribuyen, pero solamente como un complemento del salario familiar básico
de aquellas familias más necesitadas. Me animo a decir que, si estos montos viniesen en un solo
paquete, podrían ser destinados a la puesta en marcha de políticas sociales de diferente índole,
pero como vienen fragmentadas en tantos 102 Papeles de POBLACIÓN No. 55 CIEAP/UAEM
pedazos como migrantes envían dinero, sólo pueden ser utilizadas para el consumo familiar. Si
realizamos la misma ecuación que hacen los analistas macroeconómicos para saber el ingreso per
cápita de un país, y dividimos la cantidad de dinero que llega por remesa sobre la cantidad de
población, nos encontraremos con que las sumas percibidas sólo alcanzarán para completar,
mínimamente, el salario básico familiar; y, aunque esto no es poco, sobre todo para familias en
situación de pobreza y pobreza extrema, no solucionaría el problema de las grandes mayorías
pauperizadas de nuestras sociedades subdesarrolladas. En Argentina todavía no se tiene un
conocimiento acabado acerca de la cantidad de remesas que llegan desde el exterior, debido,
sobre todo, a que no se ha desarrollado un sistema de control para este tipo de ingresos. La misma
situación se produce en gran parte de los países latinoamericanos, salvo en aquellos casos donde
éstas han pasado a ser parte sustancial de las economías nacionales. Tal es el caso de México,
Brasil, El Salvador, Cuba, República Dominicana, Guatemala, Colombia y Ecuador, entre otros. En
los registros oficiales se pierde de vista el dinero que se entrega en mano, cuando algún familiar, o
amigo de viaje, visita el país receptor de divisas, o cuando llega vía correo, en algún paquete o
libro. Por ejemplo, para el año 2003, México recibió por remesas un monto que se estima en 14
500 millones de dólares, y para 2005, casi 22 000 millones. A República Dominicana llegaron ese
año alrededor de 2 700 millones. En 2003, Colombia recibió por remesas, 2 400 millones, y en
2005, 3 800 millones. El Salvador ha informado que para 2003 recibió la cifra de 2 000 millones y
para 2005 trepó a 2 800 millones. Las cifras de Guatemala para 2003 fueron de 2 000 millones. Y
para Cuba, en el mismo año, las remesas sumaron alrededor de 1 000 millones, antes de las
prohibiciones realizadas por el gobierno de Estados Unidos para el envío de remesas en forma
general. Ecuador ha recibido en 2003 alrededor de 1 000 millones y en el 2005, 2 260 millones de
dólares. Todas estas cifras son mencionadas por el Banco Mundial en diferentes informes. Si
tenemos en cuenta la cantidad de población total de cada país y su producto interno bruto,
estaríamos observando que los montos recibidos ascienden, en la mayoría de los casos, a 10 por
ciento de lo que al país ingresa por el total de producción y exportaciones. En el año 2005, según
el Banco Mundial, las remesas de latinoamericanos y caribeños llegaron a 48 300 millones de
dólares. Entre los efectos negativos de la emigración, encontramos la pérdida de población
económicamente activa (PEA) de jóvenes, y por ende, el 103 enero/marzo 2008 Causas,
consecuencias, efectos e impacto de las migraciones en Latinoamérica Causas, consecuencias,
efectos e impacto de las migraciones en Latinoamérica /R. Aruj envejecimiento de la comunidad,
la merma de RHC, la fragmentación familiar y los problemas psicosociales que la migración
produce, tales como los derivados por la pérdida de un miembro de la familia, y los problemas
personales y emocionales que las parejas casadas deben enfrentar debido a la separación física.
Con respecto al costo que representa este tipo de emigración para los países en desarrollo,
diversas estimaciones han intentado una cuantificación del mismo. Así, un trabajo efectuado en
Canadá planteó que los países del Tercer Mundo habrían contribuido con 10 000 millones de
dólares por este concepto en los últimos 25 años. En Hong Kong, el cálculo de graduados
migrantes entre 1987 y 1989 representaría 74 400 años hombre de enseñanza universitaria. El
costo del capital humano aparece así como una transferencia que los países en desarrollo estarían
efectuando, en la cual puede cuantificarse el valor que representa la reproducción y capitalización
de dichos recursos. Sin duda, y en virtud de la realidad que nos impone el momento histórico en el
que vivimos, la migración de RHC es inducida y forma parte fundamental del proyecto de
concentración de la inteligencia de los países centrales. Por otro lado, para países ya pobres en
capital físico, la pérdida de su capital humano más valioso puede, eventualmente, llegar a
constituir uno de los más serios obstáculos en sus procesos de desarrollo. Entre los efectos
positivos de la inmigración encontramos la incorporación de mano de obra, el incremento del
consumo, la recaudación a partir del pago de impuestos. Entre los efectos negativos podemos
mencionar el problema de la integración y adaptación, la competencia laboral, los nuevos
bolsones de pobreza, el aumento de la discriminación y la xenofobia, la disminución de los salarios
de los trabajadores nativos por la competencia con los migrantes, la selección de mano de obra
(ejemplo: ley de extranjería de España). Si a esto le sumamos que los gobiernos no tienen políticas
sociales y demográficas coherentes para afrontar los problemas de la migración, y que la
población migratoria irregular presiona sobre el mercado de trabajo, observaremos cómo los
efectos de los movimientos migratorios impactan en el mercado de trabajo, en el sistema de
salud, en los servicios públicos (agua, electricidad) y en todas las estructuras de los países
emisores y receptores. Aunque el proceso migratorio implica considerables esfuerzos y sacrificios
para los trabajadores migrantes, sus penurias no terminan al llegar a destino. Por el contrario, allí
deberán sortear obstáculos mayores, ya que se enfrentarán a 104 Papeles de POBLACIÓN No. 55
CIEAP/UAEM múltiples formas de discriminación en el trabajo que desempeñen, en los salarios
que perciban, en su carrera laboral y en los riesgos del desempleo (Stalker, 1994). Duras
condiciones de trabajo para su propia manutención, para recuperar lo pagado a los intermediarios
y para ayudar a sus familiares. Los sueldos que perciben los migrantes son bajos porque los
empleadores aprovechan su condición de ilegalidad y su desamparo jurídico, trabajan más horas,
no les pagan lo acordado y les retienen los documentos para que no se quejen ni se vayan.
Adicionalmente les son denegados sus derechos laborales, incluida la libertad sindical, y tampoco
tienen ante quién quejarse por temor a la deportación. Por parte de los empleadores, ocurre la
evasión del pago de impuestos, toda vez que el trabajador ilegal no es declarado fiscalmente y
tampoco se les incluye en los programas de seguro social. Se le presentan obstáculos para su
integración cultural. Tiene dificultades para capacitarse. Estas son algunas de las condiciones con
las que deben enfrentarse los migrantes en los países de recepción.

Cuando se contrata, transporta y emplea a trabajadores migratorios en desafío de la ley, sus


derechos y libertades fundamentales corren mayores riesgos. La pobreza masiva, el desempleo y
subempleo existentes en muchos países en desarrollo ofrecen a empleadores y agentes privados
sin escrúpulos un terreno fácil para la contratación. En algunos casos, el traslado clandestino de
los trabajadores adquiere carácter de operación delictiva. Desprovisto de condición jurídica o
social alguna, el trabajador migratorio ilegal es, por naturaleza, objeto de explotación. Queda a
merced de sus empleadores y puede verse obligado a aceptar todo tipo de trabajo, en cualquier
condición laboral de su vida. En el peor de los casos, la situación de los trabajadores migratorios es
similar a la esclavitud o al trabajo forzoso. El trabajador migratorio ilegal rara vez trata de buscar
justicia, por temor a ser descubierto y expulsado, y en muchos países no tiene derecho de
apelación contra decisiones administrativas que le afectan. Otra de las formas de impacto de los
movimientos migratorios se da a partir del desplazamiento de la mano de obra nacional de las
áreas rurales, especialmente fronterizas, donde se prefiere emplear inmigrantes ilegales, por sus
niveles de eficiencia y los bajos sueldos que devengan. También sobre el Sistema de Salud, en
particular en hospitales y centro de salud rurales, que se ven desbordados en 105 enero/marzo
2008 Causas, consecuencias, efectos e impacto de las migraciones en Latinoamérica Causas,
consecuencias, efectos e impacto de las migraciones en Latinoamérica /R. Aruj su capacidad de
atención a la población en general. El retorno de ciertas enfermedades, que se consideraban
erradicadas, por cuanto la población que ingresa en condiciones de ilegalidad no se somete, ni es
sometida, a controles higiénicos sanitarios debido a su propia situación jurídica irregular; aumenta
la demanda sobre el servicio educativo y la matrícula escolar; se produce la invasión de terrenos
municipales y privados en forma ilegal y proliferan una serie de actividades ligadas a la economía
informal, el juego de azar y la prostitución, así como el incremento en el tráfico y consumo de
drogas. Desde la alimentación, hasta los usos más abstractos e intangibles, como la oración y los
rituales religiosos particulares de la región de origen, son parte de la cultura con la que viajan los
migrantes, conservando sus símbolos sociales y recreando espacios para mantenerla. ¿Es posible
la integración? Cuando hablamos de integración pensamos en el tipo de integración y quiénes son
los que se integran o se quieren integrar. En cuanto a los sujetos migrantes, la integración va a
depender de un conjunto de factores que tienen como origen no sólo y principalmente al
migrante, sino a la comunidad de recepción. Pero dentro de esta sociedad, a los sectores
dominantes y a la cultura construida sobre la base de una serie de intereses sociopolíticos
concatenados a lo largo de su historia. Una prueba fehaciente de esta situación se puede observar
a través de los diferentes procesos por los cuales atravesó nuestra historia a lo largo del tiempo.
Los sectores subalternos de la sociedad civil fueron asimilando una serie de mensajes, que
condicionaron su conducta, y los fue progresivamente disciplinando, a tal punto, que la
transmisión de aquellos mandatos originales estaba asegurada debido a que las nuevas
generaciones serían educadas bajo esos mismos preceptos. Ahora bien, cómo se puede integrar
un conjunto de personas en una sociedad que no ha sido educada para la integración, y que, por el
contrario, recibió una educación basada en el prejuicio hacia todo aquél que no fuese un
connacional o, por lo menos, un parecido. En Argentina, por ejemplo, han llegado importantes
contingentes de extranjeros de diferentes lugares del mundo, su recepción fue y es bastante
conflictiva. Las relaciones sociales y políticas que se establecieron con aquéllos que debían
integrarse en una sociedad deseosa de incorporar europeos del norte, 106 Papeles de POBLACIÓN
No. 55 CIEAP/UAEM se encontró con que los que llegaban eran del sur, y no sólo del sur de
Europa. Además, muchos de los recién llegados estaban politizados, y no muy de acuerdo con la
idiosincrasia dominante de la época oligárquica (fines del siglo XIX y principios del siglo XX). “Los
llamamos, ¿los expulsamos?”, podrían preguntarse en aquellos tiempos los políticos de turno.
Pero se necesitaba mano de obra, y no todos eran revoltosos; había que subordinarlos a las ideas
dominantes de la época. De esta manera se puso en marcha un complejo mecanismo ideológico, a
partir del cual se atemorizó a la población nativa, y también a la migrante. Se persiguieron a los
más peligrosos, y se expulsaron a otros tantos. Se discriminó a todo aquél que pudiese atentar
contra el orden establecido poniendo en tela de juicio el ‘progreso’ que tanto había costado
obtener. Pero esta conducta social no fue fruto de la coyuntura. La historia de aquéllos que
conquistaron y colonizaron diferentes regiones del mundo no se diferenciaba demasiado respecto
a las formas en que trataban al ‘otro’, ya que la cultura que transmitían estaba plagada de
historias de discriminación, prejuicio, persecuciones y muerte. El único objetivo era imponer un
proyecto político, social y económico determinado. El inmigrante será en América Latina el clásico
destinatario de un doble discurso político en el que se vinculan dos conceptos antagónicos:
exclusión e inclusión. Los múltiples estudios sobre racismo y etnocentrismo giran alrededor del
rechazo o la aceptación, siempre relativa del ‘diverso’. Desde nuestra perspectiva, la actitud de
una sociedad hacia la diversidad responde a una serie de motivaciones profundas y complejas, que
no sólo operan en la sociedad receptora, sino en el ámbito extrasocietal al cual está relacionada y
al momento sociohistórico que le tocó vivir. En la conformación de esta actitud tiene un papel
importante la historia de la constitución migratoria, el rango y nivel cultural y socioeconómico, las
fantasías dominantes en el imaginario colectivo sobre el otro. Nosotros creemos que todas estas
dimensiones son importantes. Las dos primeras definen el nivel de atracción de la sociedad
receptora, las causas estructurales que la han configurado como polo de referencia hacia los
espacios limítrofes y no limítrofes. La tercera es de un orden más complicado y requiere un análisis
más detenido. El que llega es un excluido, portador de una desigualdad originaria, pero además, es
un expulsado que ingresa a una sociedad, no sólo dominada, sino constituida por la desigualdad.

Roberto S. Aruj Universidad de Buenos Aires enero/marzo 2008 Causas, consecuencias, efectos e
impacto de las migraciones en Latinoamérica Roberto S. Aruj Universidad de Buenos Aires

Conclusiones La frontera México-Guatemala conforma una región única en cuanto a los flujos
migratorios que la configuran. Además de una importante emigración a los Estados Unidos
(Camus, 2008), desde los departamentos fronterizos de Guatemala se origina también un
importante flujo de migración hacia las regiones del sur de México. Se trata de un flujo de
migrantes transfronterizos que cotidiana y recurrentemente se dirigen a los municipios fronterizos
en Chiapas para insertarse en diversos puestos de trabajo, contribuyendo con ello a la
configuración de mercados laborales no solo binacionales, sino marcadamente transfronterizos.
En estos mercados la oferta de puestos de trabajo se genera tanto por la dinámica económica de
las fincas y predios agrícolas y ganaderos en el sur de Chiapas, como por el crecimiento económico
y demográfico de las ciudades, en cuyo interior se abren diversos espacios laborales y productivos
para la inserción de inmigrantes (Ángeles y Rojas, 2000). En este texto se han querido documentar
las características, tendencias y dinámicas de estos flujos migratorios en esta región fronteriza. Se
constata la importancia de los flujos de carácter transfronterizo que implican una continua
movilidad entre ambos lados de la frontera. Se trata de un sistema migratorio sustentado en un
gran volumen de desplazamientos cotidianos a través de los que se configuran los mercados
laborales trasfronterizos, que articulan e integran los espacios de reproducción y residencia de la
fuerza de trabajo migrante. Estos mercados labores están localizados principalmente en los
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) 50 departamentos de
Huehuetenango, San Marcos y Quetzaltenango en Guatemala, con los espacios de trabajo y
demanda de mano de obra ubicados sobre todo en las regiones del Soconusco y Fronteriza, en el
sur de Chiapas.

Riesgos y vulnerabilidad en el tránsito por México

El tránsito por México implica diversos riesgos además de la eventual detención y deportación por
parte de las autoridades mexicanas. Para conocer la situación de las personas migrantes en
tránsito, el Gobierno de México y El Colegio de la Frontera Norte han realizado la Encuesta sobre
Agresión y Abuso a Migrantes (EAAM) cuyo objetivo es estimar la dimensión de las agresiones,
abusos y delitos de las que son víctimas las personas migrantes centroamericanas (Guatemala,
Honduras y El Salvador) devueltas por las autoridades migratorias mexicanas y estadounidenses,
así como las personas migrantes mexicanas devueltas por los Estados Unidos (EAAM, 2012).

Migración desde los países del norte de Centroamérica a los Estados Unidos

Los Estados Unidos constituye el principal destino de la emigración de los países del norte de
Centroamérica. De acuerdo con estimaciones del Departamento de Desarrollo Social de las
Naciones Unidas, en 2015 residían en ese país el 89% de los emigrantes salvadoreños, el 87% de
los guatemaltecos y el 82% de los hondureños. Desde hace ya varias décadas los países del norte
de Centroamérica han contribuido en la migración internacional que reciben los Estados Unidos y
se han sumado al papel que históricamente ha tenido México en la migración a ese país.
Desarrollo y migración: desafíos y oportunidades en los países del norte de Centroamérica 69 En
las últimas dos décadas, la migración desde esta subregión centroamericana a los Estados Unidos
presenta una tendencia de crecimiento continuo y sostenido, interrumpida únicamente por el
efecto que tuvo la crisis económica y las políticas de deportaciones masivas. Sin embargo, a
diferencia de lo ocurrido con la migración mexicana, la proveniente de los países del norte de
Centroamérica rápidamente se recuperó de esa crisis y retomó su anterior tendencia de
crecimiento (Canales y Rojas, 2018). En efecto, con base en la encuesta American Community
Survey (ACS) se estima que entre 2004 y 2007 la población de los países del norte de
Centroamérica residente en los Estados Unidos creció a un ritmo de 6,9% anual, pasando de 1,85
millones a 2,24 entre esos años. En 2008, por efecto de la crisis económica, se frenó el crecimiento
de modo que la población inmigrante del norte de Centroamérica se redujo ligeramente a 2,31
millones de personas. Sin embargo, en 2009 la población inmigrante del norte de Centroamérica
recupera su senda de crecimiento. Así, y aunque a niveles inferiores al registrado hasta 2007, el
volumen de inmigrantes de estos tres países pasó de los 2,31 millones a los 3,05 millones en 2017,
lo que representa una tasa de crecimiento anual de 3,1% en promedio para estos nueve años.
Aunque está por debajo del máximo histórico señalado, no deja de ser una tasa de crecimiento
que ubica a esta población como uno de los grupos migratorios de mayor crecimiento demográfico
en la última década, incluso por sobre el crecimiento de la migración mexicana y la proveniente de
otros países subdesarrollados.

Causas y determinantes estructurales de la migración a los Estados Unidos

En la región del norte de Centroamérica hay una confluencia de factores que impulsan la
migración y de manera más general la movilidad poblacional. En las dos últimas décadas se ha
hecho referencia al impacto creciente de la violencia y la inseguridad, que se suman a las ya
conocidas y persistentes causas económicas y estructurales (ACNUR y OEA, 2016). La situación se
ve agravada por los desastres ocasionados por fenómenos naturales, plagas y enfermedades que
afectan los cultivos. No solo hay una mayor afectación, sino que además la vulnerabilidad social y
ambiental a las crisis se han constituido en elementos de fragilidad, inseguridad, inestabilidad e
incertidumbre para amplios sectores de la población. Causas estructurales de la migración Entre
los factores estructurales desencadenantes de las migraciones, los determinantes económicos y
productivos tienden a ser los más señalados y analizados (Delgado Wise, 2014; Márquez, 2010;
Canales, 2015). En el caso de la migración de los países del norte de Centroamérica los datos
reafirman muchas de estas tesis. En primer lugar, la migración parece estar directamente
vinculada con los niveles de pobreza e insuficiencia de crecimiento y desarrollo socioeconómico.
En concreto, el nivel de pobreza en los países del norte de Centroamérica es significativamente
superior al promedio latinoamericano. En Honduras y Guatemala la incidencia de la pobreza es del
74% y el 68%, respectivamente, niveles que son casi 2,5 veces superiores al promedio
latinoamericano. En el caso de El Salvador, aunque la pobreza es menor, alcanza al 42% de la
población, cifra también muy superior al promedio de la región latinoamericana. Asimismo, si se
usa el producto interno bruto (PIB) per cápita como indicador del nivel de desarrollo económico-
productivo, la situación es casi la misma. Honduras y Guatemala tienen un PIB per cápita de menos
de 3.000 dólares al año en el quinquenio 2010-2015, cifra que es menos de un tercio del promedio
latinoamericano. Asimismo, El Salvador tiene un PIB per cápita ligeramente superior, pero es casi
2,5 veces inferior al promedio de la región, que bordea los 9.000 dólares por persona en el mismo
período. El nivel de crecimiento económico no es tan desfavorable, pero ilustra las condiciones de
precariedad y debilidad de la base económico-productiva de los países del norte de
Centroamérica. Para el período entre 2000 y 2015, por ejemplo, el PIB per cápita de América
Latina creció en promedio en 2% anual. En cambio, en El Salvador y Guatemala el crecimiento del
PIB per cápita fue de apenas 1,5% y 1,2% anual en promedio, respectivamente. Solo Honduras
mostró un ritmo de crecimiento económico relativamente importante, con 2,4% anual en
promedio, cifra que lo sitúa por encima del promedio latinoamericano.

Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)

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