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Coordinadora: María Ileana García Gossio Autores: Andrade-Eekhoff, Katharine E. Cieslik, Thomas
Domínguez Avila, Carlos Federico García Damián, Martha María del Carmen García Gossio, María
Ileana Hernández, Berenice Moncada García, Dulce María Munguía Salazar, Alex Niemann, Arne
Ochman, Marta Petzold, Stephan Reddy, Prasad Sarquis Ramírez, David
Introducción
Roberto S. Aruj Universidad de Buenos Aires enero/marzo 2008 Causas, consecuencias, efectos e
impacto de las migraciones en Latinoamérica Roberto S. Aruj Universidad de Buenos Aires
Conclusiones La frontera México-Guatemala conforma una región única en cuanto a los flujos
migratorios que la configuran. Además de una importante emigración a los Estados Unidos
(Camus, 2008), desde los departamentos fronterizos de Guatemala se origina también un
importante flujo de migración hacia las regiones del sur de México. Se trata de un flujo de
migrantes transfronterizos que cotidiana y recurrentemente se dirigen a los municipios fronterizos
en Chiapas para insertarse en diversos puestos de trabajo, contribuyendo con ello a la
configuración de mercados laborales no solo binacionales, sino marcadamente transfronterizos.
En estos mercados la oferta de puestos de trabajo se genera tanto por la dinámica económica de
las fincas y predios agrícolas y ganaderos en el sur de Chiapas, como por el crecimiento económico
y demográfico de las ciudades, en cuyo interior se abren diversos espacios laborales y productivos
para la inserción de inmigrantes (Ángeles y Rojas, 2000). En este texto se han querido documentar
las características, tendencias y dinámicas de estos flujos migratorios en esta región fronteriza. Se
constata la importancia de los flujos de carácter transfronterizo que implican una continua
movilidad entre ambos lados de la frontera. Se trata de un sistema migratorio sustentado en un
gran volumen de desplazamientos cotidianos a través de los que se configuran los mercados
laborales trasfronterizos, que articulan e integran los espacios de reproducción y residencia de la
fuerza de trabajo migrante. Estos mercados labores están localizados principalmente en los
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) 50 departamentos de
Huehuetenango, San Marcos y Quetzaltenango en Guatemala, con los espacios de trabajo y
demanda de mano de obra ubicados sobre todo en las regiones del Soconusco y Fronteriza, en el
sur de Chiapas.
El tránsito por México implica diversos riesgos además de la eventual detención y deportación por
parte de las autoridades mexicanas. Para conocer la situación de las personas migrantes en
tránsito, el Gobierno de México y El Colegio de la Frontera Norte han realizado la Encuesta sobre
Agresión y Abuso a Migrantes (EAAM) cuyo objetivo es estimar la dimensión de las agresiones,
abusos y delitos de las que son víctimas las personas migrantes centroamericanas (Guatemala,
Honduras y El Salvador) devueltas por las autoridades migratorias mexicanas y estadounidenses,
así como las personas migrantes mexicanas devueltas por los Estados Unidos (EAAM, 2012).
Migración desde los países del norte de Centroamérica a los Estados Unidos
Los Estados Unidos constituye el principal destino de la emigración de los países del norte de
Centroamérica. De acuerdo con estimaciones del Departamento de Desarrollo Social de las
Naciones Unidas, en 2015 residían en ese país el 89% de los emigrantes salvadoreños, el 87% de
los guatemaltecos y el 82% de los hondureños. Desde hace ya varias décadas los países del norte
de Centroamérica han contribuido en la migración internacional que reciben los Estados Unidos y
se han sumado al papel que históricamente ha tenido México en la migración a ese país.
Desarrollo y migración: desafíos y oportunidades en los países del norte de Centroamérica 69 En
las últimas dos décadas, la migración desde esta subregión centroamericana a los Estados Unidos
presenta una tendencia de crecimiento continuo y sostenido, interrumpida únicamente por el
efecto que tuvo la crisis económica y las políticas de deportaciones masivas. Sin embargo, a
diferencia de lo ocurrido con la migración mexicana, la proveniente de los países del norte de
Centroamérica rápidamente se recuperó de esa crisis y retomó su anterior tendencia de
crecimiento (Canales y Rojas, 2018). En efecto, con base en la encuesta American Community
Survey (ACS) se estima que entre 2004 y 2007 la población de los países del norte de
Centroamérica residente en los Estados Unidos creció a un ritmo de 6,9% anual, pasando de 1,85
millones a 2,24 entre esos años. En 2008, por efecto de la crisis económica, se frenó el crecimiento
de modo que la población inmigrante del norte de Centroamérica se redujo ligeramente a 2,31
millones de personas. Sin embargo, en 2009 la población inmigrante del norte de Centroamérica
recupera su senda de crecimiento. Así, y aunque a niveles inferiores al registrado hasta 2007, el
volumen de inmigrantes de estos tres países pasó de los 2,31 millones a los 3,05 millones en 2017,
lo que representa una tasa de crecimiento anual de 3,1% en promedio para estos nueve años.
Aunque está por debajo del máximo histórico señalado, no deja de ser una tasa de crecimiento
que ubica a esta población como uno de los grupos migratorios de mayor crecimiento demográfico
en la última década, incluso por sobre el crecimiento de la migración mexicana y la proveniente de
otros países subdesarrollados.
En la región del norte de Centroamérica hay una confluencia de factores que impulsan la
migración y de manera más general la movilidad poblacional. En las dos últimas décadas se ha
hecho referencia al impacto creciente de la violencia y la inseguridad, que se suman a las ya
conocidas y persistentes causas económicas y estructurales (ACNUR y OEA, 2016). La situación se
ve agravada por los desastres ocasionados por fenómenos naturales, plagas y enfermedades que
afectan los cultivos. No solo hay una mayor afectación, sino que además la vulnerabilidad social y
ambiental a las crisis se han constituido en elementos de fragilidad, inseguridad, inestabilidad e
incertidumbre para amplios sectores de la población. Causas estructurales de la migración Entre
los factores estructurales desencadenantes de las migraciones, los determinantes económicos y
productivos tienden a ser los más señalados y analizados (Delgado Wise, 2014; Márquez, 2010;
Canales, 2015). En el caso de la migración de los países del norte de Centroamérica los datos
reafirman muchas de estas tesis. En primer lugar, la migración parece estar directamente
vinculada con los niveles de pobreza e insuficiencia de crecimiento y desarrollo socioeconómico.
En concreto, el nivel de pobreza en los países del norte de Centroamérica es significativamente
superior al promedio latinoamericano. En Honduras y Guatemala la incidencia de la pobreza es del
74% y el 68%, respectivamente, niveles que son casi 2,5 veces superiores al promedio
latinoamericano. En el caso de El Salvador, aunque la pobreza es menor, alcanza al 42% de la
población, cifra también muy superior al promedio de la región latinoamericana. Asimismo, si se
usa el producto interno bruto (PIB) per cápita como indicador del nivel de desarrollo económico-
productivo, la situación es casi la misma. Honduras y Guatemala tienen un PIB per cápita de menos
de 3.000 dólares al año en el quinquenio 2010-2015, cifra que es menos de un tercio del promedio
latinoamericano. Asimismo, El Salvador tiene un PIB per cápita ligeramente superior, pero es casi
2,5 veces inferior al promedio de la región, que bordea los 9.000 dólares por persona en el mismo
período. El nivel de crecimiento económico no es tan desfavorable, pero ilustra las condiciones de
precariedad y debilidad de la base económico-productiva de los países del norte de
Centroamérica. Para el período entre 2000 y 2015, por ejemplo, el PIB per cápita de América
Latina creció en promedio en 2% anual. En cambio, en El Salvador y Guatemala el crecimiento del
PIB per cápita fue de apenas 1,5% y 1,2% anual en promedio, respectivamente. Solo Honduras
mostró un ritmo de crecimiento económico relativamente importante, con 2,4% anual en
promedio, cifra que lo sitúa por encima del promedio latinoamericano.