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Las pérdidas de vidas humanas son las mayores que una guerra ha producido jamás,
pues se estiman entre 40 y 50 millones de muertos. Se debe destacar el elevado
porcentaje de civiles fallecidos: 50% frente al 20% de la Primera Guerra Mundial.
Las ruinas materiales en 1945 eran impresionantes, sobre todo, en el gran campo de
batalla europeo (Stalingrado, Dresde, Varsovia…). Las ciudades quedaron reducidas a
escombros, las vías férreas destruidas, así como múltiples instalaciones industriales y
regiones agrícolas. Solo Estados Unidos quedó indemne ya que, a pesar de participar
en el conflicto, no padeció ataques en su territorio.
El aspecto más importante, que configura una situación nueva a la que enfrentarse el
derecho internacional, es la ocupación de Alemania y su reparto en cuatro zonas de
influencia: en 1945 cuatro poderes extranjeros (Estados Unidos, Reino Unido, Francia y
la Unión Soviética) toman decisiones y anulan el ejercicio de la soberanía germana.
Esta situación se mantuvo hasta 1949 cuando el bloque occidental decidió unir sus
territorios para crear la República Federal Alemana. La Alemania soviética terminaría
constituyéndose como República Democrática Alemana.
En el este europeo, Rusia se incorpora zonas de Polonia, los Estados bálticos y parte
del territorio finlandés. Polonia experimenta una translación de su territorio nacional
de varios cientos de kilómetros hacia el oeste, compensando la pérdida de sus
provincias del este con Pomerania, Brandeburgo y Silesia.
No menos importante fue el impacto psicológico y moral que recibió la población civil
tras contemplar las atrocidades cometidas en la guerra. Los bombardeos sobre
poblaciones civiles, las masacres indiscriminadas, los campos de concentración, el
genocidio sistemático o los brutales experimentos científicos sobre seres humanos
dejaron una profunda secuela de desconfianza, desesperanza y desolación colectiva.
Entre 1945 y 1946 se celebraron los Juicios de Nüremberg por los que se procesó a 22
altos dirigentes nazis acusados de crímenes de lesa humanidad. También cobró gran
relevancia el Juicio de Adolf Eichmann, el cual se produjo en 1961, asentando un
nuevo debate sobre la responsabilidad de los oficiales nazis en el Holocausto,
surgiendo así el concepto de banalidad del mal, acuñado por Hannah Arendt.
2. LA ONU
2.1. Estructura
Una de las primeras medidas destinadas a contener la expansión del comunismo fue
Programa Europeo de Recuperación, más conocido como Plan Marshall, en el que se
establecieron unas cuantiosas ayudas económicas con el fin de reconstruir los países
afectados por la Segunda Guerra Mundial y consolidar sistemas democráticos,
evitando de este modo que el descontento social y las dificultades económicas
propiciaran la expansión del comunismo por Europa.
Otra de las medidas fue la creación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) con
sede en el Pentágono, con el fin de crear una extensa red de espionaje a nivel mundial
que bajo el pretexto de garantizar la seguridad nacional llevó a cabo numerosas
intervenciones en países extranjeros, financiando grupos militares, dictaduras o golpes
de Estado con el fin de detener el avance del comunismo.
La delimitación del bloque capitalista se consolidó a través de una alianza militar con la
creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), integrada por
Estados Unidos y Canadá junto a diez países de la Europa occidental, entre ellos Reino
Unido, Francia, Italia, Portugal, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Noruega, Dinamarca
e Islandia. En 1952 se integraron Grecia y Turquía, y en 1955 la República Federal
Alemana.
Del mismo modo, uno de los más altos dirigentes comunistas, Zhdánov, exponía los
principios de la política exterior de la Unión Soviética, conocida como doctrina
Zhdánov que aseguraba que el mundo estaba dividido en dos bloques opuestos: el
imperialista, capitalista y antidemocrático representados por Estados Unidos, junto
con Francia y Reino Unido; y un bloque antiimperialista, socialista y democrático
representado por la Unión Soviética y las democracias populares, cuyo objetivo era
extender este modelo por todo el mundo.
El bloqueo de Berlín
Tras la Segunda Guerra Mundial, Alemania había quedado dividida en cuatro zonas de
ocupación, lo mismo se hizo con su capital Berlín. El objetivo inicial era administrar el
territorio hasta restaurar las instituciones democráticas, pero la política de bloques
iniciada por Estados Unidos y la URSS cambió el curso de los acontecimientos. En 1948
las zonas occidentales, ocupadas por Francia, Reino Unido y Estados Unidos quedaron
unidas, del mismo modo, se unificaron las tres zonas de Berlín ocupadas por las
potencias occidentales. Sin embargo, la URSS rehusó reunificar todo el territorio, con la
pretensión de instalar una democracia popular en su zona de ocupación. En respuesta
a la unificación de la zona occidental, en 1948 la URSS decidió bloquear el Berlín
occidental que se encontraba aislado dentro de su zona de ocupación, de tal modo que
era imposible su acceso por vía terrestre.
Este conflicto puede considerarse el primer conflicto bélico de la Guerra Fría, donde de
forma indirecta se produjo el enfrentamiento entre Estados Unidos y la URSS. Tras la
Segunda Guerra Mundial, Corea había quedado dividida en dos territorios por el
paralelo 38ºN, el norte bajo ocupación soviética y el sur bajo ocupación de Estados
Unidos.
El conflicto se inició en 1950 cuando el ejército de Corea del Norte, con el apoyo
soviético, decidió invadir Corea del Sur con el objetivo de reunificar el país. La invasión
fue condenada por la ONU, que autorizó a Estados Unidos a intervenir en el conflicto
ayudando militarmente a Corea del Sur. En 1953 se firmó un acuerdo de armisticio,
conocido como Paz de Panmunjom, por el que se restableció la situación anterior a
1950, con el reconocimiento de dos Estados independientes y el establecimiento de
una zona desmilitarizada en torno al paralelo 38ºN donde quedó fijada la frontera
entre ambos territorios.
Esta etapa se inicia con un relevo de los líderes políticos en ambas superpotencias. En
1956, Nikita Jruschov accedió al poder en la URSS iniciando una política de
desestalinización. En 1960 el joven John F. Kennedy accedió a la presidencia de
Estados Unidos despertando nuevas esperanzas. Sin duda, el relevo de los líderes en
ambas superpotencias favoreció un cambio de orientación en la política internacional,
claramente ofensiva, que habían mantenido hasta entonces. Ante una amenaza
creciente de guerra nuclear, Jruschov planteó en 1959 la doctrina de la coexistencia
pacífica, con ella se trataba de asumir que era inevitable convivir con el enemigo ante
la imposibilidad de eliminarlo y mostraba un interés en rebajar la tensión
internacional. John F. Kennedy hizo un reconocimiento de la URSS como
superpotencia, y se inició un camino con el fin de rebajar la desconfianza, rivalidad y
tensión entre los dos países.
Con el objetivo de poner fin a esta situación, la RDA, con el apoyo de la Unión Soviética
decidió aislar físicamente Berlín occidental mediante un muro perimetral. En 1961
comenzó la construcción del conocido como muro de Berlín, presentado por la Unión
Soviética como un “muro antifascista”. A pesar del rechazo del mundo occidental al
muro, Estados Unidos y el resto de las potencias europeas terminaron aceptando su
existencia, considerándolo como un mal menor frente a las consecuencias que pudiera
tener un conflicto bélico en territorio europeo.
Este acontecimiento puso en jaque a las dos superpotencias, despertando todas las
alarmas ante una amenaza real de la tan temida guerra nuclear entre Estados Unidos y
la Unión Soviética.
Tras el triunfo de la revolución liderada por Fidel Castro en Cuba en 1959 se estableció
un régimen comunista que convirtió a la isla caribeña en el primer país comunista de
América, justo a las puertas de Estados Unidos, lo que llevó a Kennedy a ordenar el
bloqueo de la isla mediante el despliegue de barcos y aviones con el fin de impedir la
llegada a Cuba de material nuclear procedente del a URSS. La tensión entre ambos
países estuvo a punto de transformarse en una guerra nuclear, pero finalmente
Jruschov cedió ante la presión ordenando el retorno del material nuclear y
renunciando a la instalación de los misiles en Cuba, del mismo modo, Estados Unidos
se comprometió a no invadir la isla y a retirar sus misiles de Turquía, donde había una
base militar del a OTAN.
La consecuencia inmediata de la crisis de los misiles fue la creación del conocido como
teléfono rojo, una línea de comunicación directa entre los lideres de las
superpotencias con el fin de facilitar las negociaciones entre ambos países y evitar
situaciones límite como la que se había producido en Cuba.
La colonia francesa de Indochina, formada por las actuales Vietnam, Laos y Camboya,
fue ocupada por los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. Tras la retirada de
las tropas japonesas, Francia decidió restablecer su soberanía, pero se encontró con la
resistencia del Viet Minh, que había proclamado la independencia de Vietnam,
iniciándose así la guerra de independencia de Indochina (1946-1954) que finalizó con
la conferencia de Ginebra (1954) en la que se reconocía la independencia de Vietnam,
Laos y Camboya. Sin embargo, el territorio de Vietnam quedó dividido por el paralelo
17ºN en Vietnam del Norte con un régimen comunista y en Vietnam del Sur con un
régimen dictatorial afín al bloque capitalista. En 1958 se acordó la unificación de los
dos territorios de Vietnam tras la celebración de elecciones libres, a pesar de ello,
Vietnam del Sur, con el apoyo de Estados Unidos, se negó a la celebración de las
elecciones debido a que darían la victoria a Ho Chi Minh, héroe de la guerra de
independencia y líder comunista en Vietnam del Norte, lo que suponía extender el
comunismo hacia Vietnam del Sur.
Tras la Conferencia de Helsinki asistimos a una nueva etapa de la Guerra Fría marcada
por un incremento de las tensiones entre las dos superpotencias, dando lugar a un
rebrote de los conflictos tras el período de distensión. Las tensiones comenzaron a
manifestarse por el apoyo de Estados Unidos a sistemas dictatoriales en los que se
vulneraban los derechos humanos con el fin de contener el avance del comunismo,
especialmente en América Latina como Paraguay, Uruguay, Bolivia, El Salvador, Chile y
Argentina bajo la campaña política conocida como el Plan Cóndor. Por su parte, la
Unión Soviética aprovechó la debilidad de Estados unidos provocada por la crisis del
petróleo (1973) y el triunfo del comunismo en Vietnam (1975) para extender su área
de influencia a otros países como Etiopía, Angola, Mozambique, Nicaragua o
Afganistán.
Desde 1977, la Unión Soviética llevó a cabo un programa militar que consistió en el
despliegue de lanzaderas de misiles de alcance medio, que suponían una amenaza
para Europa occidental. A pesar de las negociaciones llevadas a cabo por la OTAN, no
se produjo la retirada de misiles. Con la llegada de Reagan a la presidencia, Estados
Unidos decidió la instalación de lanzaderas en diferentes países de la Europa
occidental (Reino Unido, Bélgica, Países Bajos, RFA o Italia) apuntando hacia Europa
oriental y concretamente hacia la Unión Soviética.
En 1989 se produjo la caída del muro de Berlín, que sería el punto de partida del
derrocamiento de los regímenes comunistas de la Europa oriental como en Polonia
(1988), Hungría (1989), República Democrática Alemana (1989), Rumanía (1989),
Checoslovaquia (1990) o Bulgaria (1990) y poco después Albania (1991) y Yugoslavia
(1991). Era evidente que el bloque comunista se estaba desmoronando, lo que se
manifestó en la disolución del Pacto de Varsovia. El final de la Guerra Fría se consolidó
con la disolución de la Unión Soviética tras la firma del Tratado de Belavezha en 1991,
quedando fragmentada en 15 repúblicas independientes que iniciaron una transición
hacia modelos democráticos y de libre mercado.