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ESTUDIO CRÍTICO DE LOS CONCEPTOS DISCURSO, TEXTO Y ENUNCIADO

El discurso

Según la lingüística trata de un movimiento que en su origen dice relación con la necesidad
de estudiar el lenguaje en uso, es decir, emisiones realmente emitidas por lo hablantes,
superando el principio de inmanencia tan propio de la lingüística saussuriana, interesada en
el sistema formal del lenguaje (llamado lengua), antes que en su uso real (el habla). A ello
se suma la valoración de lo que Verón (1998) y otros autores de la llamada segunda
semiología denominan la materialidad de los signos, o sea, los efectos sobre la realidad social
que tienen los discursos (constituidos por signos de diferente naturaleza, no sólo lingüísticos).

Por su parte, esta concepción activa del lenguaje también ha influido sobre la psicología
social, y en esa área, en los últimos 20 años el AD dejó de considerarse como una herramienta
de importancia marginal para pasar a ser una perspectiva empleada frecuentemente y
recogida en "un amplio espectro de revistas empíricas y teóricas" (Antaki y otros 2003:2).
En sociología, ya mencionábamos a Fraser (2003) y el desplazamiento que ella advierte de
categorías sociales modernas como las de clase o estructura por otras que podríamos calificar
postmodernas, como las de identidad y cultura, las que tienen mayor cercanía con lo
discursivo, lo que, a su vez, influye directamente en la valorización de esta noción (la de
discurso) como una categoría clave. En todo caso, esta valoración también es compartida, al
menos en parte, por autores como Garretón (2007) cuyos análisis sociales no pueden ser
considerados postmodernos- y quien señala la importancia de analizar los discursos que
circulan en y son generados por la sociedad civil, calificándolos como "una pista importante"
(Garretón 2007:48) para categorizar sociológicamente las visiones de sociedad civil que
están en juego.

Esta convicción de considerar útil leer los discursos para leer la realidad social, se relaciona
directamente con el ya mencionado giro discursivo que plantea una perspectiva nueva y
alternativa a la de la filosofía de la conciencia respecto de los objetos de estudio y la
objetivación de lo conocido. Podríamos decir que con el giro discursivo se pasa de un
paradigma que ponía las ideas y la introspección racional en el centro de la observación
certera del mundo, a otro que prioriza la observación y el análisis de los discursos. Esto
implica un cambio epistémico radical en la mirada científica. Como bien lo aclara Ibáñez
(2003), la dicotomía mente/mundo es reemplazada por la dualidad discurso/mundo. En esta
visión, el lenguaje no se considera solamente un vehículo para expresar y reflejar nuestras
ideas, sino un factor que participa y tiene injerencia en la constitución de la realidad social.
Es lo que se conoce como la concepción activa del lenguaje, que le reconoce la capacidad de
hacer cosas (Austin 1982) y que, por lo mismo, nos permite entender lo discursivo como un
modo de acción. Por consiguiente, lo social como objeto de observación no puede ser
separado ontológicamente de los discursos que en la sociedad circulan. Estos discursos,
además y a diferencia de las ideas, son observables y, por lo mismo, constituyen una base
empírica más certera que la introspección racional. Todo lo anterior permite afirmar que el
conocimiento del mundo no radica en las ideas, sino en los enunciados que circulan. Como
vemos, este paradigma le reconoce al lenguaje una función no sólo referencial (informativa)
y epistémica (interpretativa), sino también realizativa (creativa), o, generativa
(Echeverría 2003).

En esta misma línea, toda una corriente de estudio conocida como Análisis Crítico del
Discurso (ACD) entiende y define el discurso como una práctica social (Fairclough 1992,
2003, van Dijk 2000) y desde esa convicción inicia y justifica sus análisis discursivos como
análisis sociales.

Dicho todo lo anterior, entenderemos por qué, bajo esta perspectiva teórica, se concibe el
discurso como una forma de acción. Entonces, en ese sentido, analizar el discurso que circula
en la sociedad es analizar una forma de acción social.

El texto

Se entiende por texto una composición ordenada de signos inscritos en un sistema de


escritura, cuya lectura permite recobrar un sentido específico referido por el emisor. La
palabra texto proviene del latín textus, que significa “tejido” o “entrelazado”, de modo que
en el origen mismo de la idea del texto se encuentra su capacidad para contener ideas en un
hilo o una secuencia de caracteres.

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De modo que un texto viene a ser una cantidad de enunciados hilados entre sí y ordenados
en base a un argumento (explicativo, narrativo, descriptivo, etc.), empleando para ello un
sistema concreto de signos, que llamaremos lenguaje, y dentro de dicho sistema un código
concreto que llamaremos lengua.

De ese modo, todo texto contiene una serie de mensajes cifrados que el lector debe poder
recuperar, y que puede ser de diversa índole, conforme a los cometidos expresivos de quien
lo redactó: son textos las instrucciones de uso de una lavadora, pero también un poema de
amor, las noticias del diario o un grafiti de protesta en una pared en la calle.

EL ENUNCIADO

Concerniente al enunciado, podemos exponer que se trata de una palabra que deriva
del latín, exactamente del verbo “enuntiare”, que puede traducirse como “comunicar” y que
es fruto de la suma de los siguientes componentes léxicos:

-El prefijo “ex-”, que significa “hacia fuera”.

-El verbo “nuntiare”, que es sinónimo de “anunciar”.

En ese sentido un enunciado es una expresión que permite comunicar algo. Se trata de una
sucesión de palabras, formada generalmente por una o más oraciones, con pausas marcadas
que establecen sus límites.
En el terreno específico de la lingüística, es una secuencia con entonación propia, sentido
global y valor de comunicación. Esto quiere decir que el enunciado por sí mismo alcanza
para transmitir aquello que se pretende expresar.
En definitiva, el enunciado es una expresión que apela a una cierta forma lingüística en un
contexto determinado. En distintos ámbitos, la misma forma lingüística puede adquirir
diversos significados en un sentido literal, y en un sentido irónico. De esta manera, una
misma oración puede constituir diferentes enunciados.

Si nos centramos en el lenguaje coloquial, ideas como enunciado, oración y proposición se


utilizan como sinónimos. Sin embargo, es posible establecer diferencias, más allá de que las
definiciones varían según la escuela teórica. Habitualmente se toma al enunciado como una
unidad pragmática vinculada a su contexto. La oración, por su parte, es la secuencia sintáctica
que permite la realización del enunciado. En cuanto a una proposición, el término alude al
contenido semántico y lógico de la oración.

En este marco, es una manifestación concreta de una actividad verbal. Puede contener desde
una única palabra hasta una secuencia no oracional, pasando por un texto o un párrafo. Las
otras unidades, como la oración, son teóricas y abstractas.

Dicho todo esto, no podemos pasar por alto la existencia de distintos tipos de enunciados,
entre los que destacan los siguientes:
-Enunciados interrogativos, que son aquellos en los que se realiza una pregunta al
interlocutor. Un ejemplo sería: “¿Cuándo vas a venir a casa?”.
-Enunciados exclamativos, en los que la persona que los expresa deja patente de
forma vehemente sus emociones, sus ideas, sus deseos, su sorpresa…Buen ejemplo de esta
clase de enunciado sería el siguiente: “¡Me ha encantado el concierto de este grupo!”.
-Enunciados desiderativos, que son los que usan los hablantes a la hora de comunicar
un deseo que esperan que se cumpla. Como ejemplo de este tipo de enunciados estaría: “Mi
sueño es hacer un viaje a Nueva York”
-Enunciados imperativos. Estos otros son los que emplean por una persona para poder
conseguir que su interlocutor proceda a realizar la orden que le está dando. Ejemplo de este
sería: “Tráeme ese maletín que tienes al lado” o “Haz para mañana todos los ejercicios que
hoy te he mandado”.
En el plano de la lógica, por último, los enunciados son las expresiones que componen
un argumento. Las premisas y la conclusión del argumento, por lo tanto, son enunciados.

ALUMNA: Apari Hinostroza, Liz Rocío

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