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ANA

MISMO

FA)

95
Miguel Madi

EL RACIONALISMO

LA HUMILDAD.
20195

*
FACULTAD DE DERECHO
Biblioteca

Ej . Consulta en Sala
Excluido de préstamo
( 201 )
R. 260968
D ( FA)
EL RACIONALISMO
20195
Y

LA HUMILDAD ,
FACULTAD DE DER
POR Biblioteca

DON JUAN MANUEL ORTI Y LARA,


Ej. Consulta en S
Profesor de Filosofia. Excluido de prést
( 201 )
BIBLIOTECA UCM

5305695451
Con licencia de la Autoridad eclesiástica .
1
:

MADRID .
IMPRENTA DE TEJADO , Á CAR
calle de Silva, 12, cua

1862 .

DO
" EXCLUI DE F
0-8
X -53-15940

FACULTAD DE DERECHO
Biblioteca

Ej. Consulta en Sala


Excluido de préstamo
( 201 )
PRÓLOGO.

Los conceptos del órden moral y filo-


sófico pueden ser considerados de un
modo puramente especulativo , ó en su
aplicacion á la vida del individuo y al
régimen de la sociedad ; y en uno y
otro caso exigen al que atentamente los
considera y estudia el amor desintere-
sado de la verdad , que bien mirado no
se diferencia del amor de Dios y del
prójimo , en el cual consiste la excelsa
virtud de la caridad cristiana. El ánimo
que se deja penetrar de este sagrado
fuego , además de la pureza del corazon
y de la vida , logra dichosamente mu-
cha sencillez y claridad de entendimien-
VI

to , con que vence cuantos estorbos


encuentra la verdad para brillar ante
sus ojos con todo el esplendor de su be-
lleza : Si oculus tuus fuerit simplex : to-
tum corpus tuum lucidum erit (Math . VI,
22 ). «Ante la mirada de la inteligencia
sencilla es transparente como el cristal
todo el cuerpo de la verdad , » ha dicho
recientemente el ilustre orador de Nues-
tra Señora de París, aludiendo á este
hermoso lugar del santo Evangelio .
* Por el contrario , privada el alma es-

piritual de aquel bien y virtud incompa-


rables , recógese en cierto modo dentro
de sí misma con frio y espantoso egois-
mo , y fuera del mezquino yo nada sabe
entender ni amar . Encerrada en tan os-
curo y angustioso recinto , en lugar de
los dilatados horizontes que ilumina el
sol de la verdad , solo percibe los en-
gañosos vislumbres de ciencia que se
VII

suceden sin intermision bajo formas di-


ferentes , aunque siempre vanas , á los
ojos de toda persona que busca en su
propia nada la luz y la vida.
Esta ley del entendimiento y del co-
razon, segun la cual fué y será siempre
fecunda en frutos de verdadera sabidu→
ría la humildad de las almas enamora-

das de Dios , cuya gloria quieren ver y


admirar en todas las cosas ; y fué y será
siempre estéril en el orden de la ciencia ,
como en el de la vida , el orgullo que
informa las doctrinas racionalistas ; esta
ley, enseñada por la sabiduría de los
Padres y doctores católicos y por la
experiencia de los siglos , y tan clara-
mento consignada en las 属 sagradas le-
tras , es el asunto que me propuse
exponer y demostrar en la presente
obrita. Aunque , á decir verdad , solo
en parte he mirado tan sublime mate-
ria , considerando especulativamente la
admirable fecundidad de aquella virtud
inestimable que nuestra insigne Santa
Teresa miraba como la verdad misma ,
cuando en su sencillo lenguaje decia :
La humildad es la verdad ; y haciendo
ver la estéril y asoladora vanidad de la
ciencia racionalista descrita y condena-
da por el Apóstol en su sentencia admi-
rable Scientia inflat , charitas vero
ædificat (Ad Cor. VIII , 1).
No seria tampoco difícil señalar los
frutos que la humildad cristiana produ-
ce en el órden moral y político , y las
ruinas y desolacion que causa en el
mundo moral el orgulloso espíritu de
independencia de los que aspiran á diri-
girle con la sola luz de su razon extra-
viada, sin mas apoyo que la fuerza
material, por las sendas que llaman de
regeneracion y progreso. El insigne ora-
IX

dor , antes citado , cuya elocuencia sin


rival es poderosa , con el auxilio del
cielo , á someter aun las inteligencias
mas rebeldes al suave yugo de la ley
santa , ha iniciado explícitamente este
segundo tema, y gracias al encanto de
su elocuencia y al vigor de sus racioci-
nios , el mundo , enemigo de la verdad,
está oyendo va para seis años con atento
oido, que el orgullo con la concupiscen-
cia es el solo obstáculo que se opone al
progreso ; y que solo es este posible por
la humildad y la santidad enseñadas al
hombre con su palabra y con su ejem-
plo por el divino Maestro.
Cuando concebí la idea del presente
libro , ni despues de haberlo escrito ca-
si todo , no habia pronunciado el P. Fé-
lix sus admirables conferencias sobre el

progreso intelectual producido por la


doctrina católica , en las cuales la ver-
I
dad misma que he procurado esclare-
cer , se muestra con mayor amplitud y
profundidad, embellecida además con el
brillo del saber y de la elocuencia . La
sana doctrina suele , sin embargo, ganar
con ser presentada bajo diferentes for-
mas y estilos , aun los mas humildes , y
así ofrezco al lector la que aquí se con-
tiene , no sin suplicarle encarecidamente
que lea con atencion y docilidad los ex-
celentes discursos del docto y piadoso
jesuita.
ERRATAS NOTABLES.

PÁG. LÍNEA. DICE . LÉASE.

68 8.* no es obra no es obra


maestra . nuestra .
121 3.* de vanidad de variedad de
la nota. formas. formas.

399 9.* Dios seria este . Este seria un


Dios.
སྙི་སྒྲ ོ ?
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD.

INTRODUCCION .

Importancia de la humildad en el órden intelec-


tual y moral. -Concepto de la humildad.-
Estado del hombre despues del pecado. - La
filosofía del yo .- Se reduce en último térmi-
no á la apoteosis del hombre.Orgullo del
panteismo. Carácter de las escuelas racio-
nalistas. -- Excelencia de la ciencia católica.

Discile a me quia mitis sum et


humilis corde ( MATH. XI , 29).

Algunos siglos antes de Jesucris-


to , Platon habia columbrado la ne-
cesidad que tenia el hombre de ser
2 -

enseñado por el mismo Dios (1 ) .


Habiendo , pues , venido al mundo
el Verbo divino , para mostrarle la
gloria de su eterno Padre é ins-
truirle en los caminos de la verdad
y de la vida , dióle este admirable
documento , que encierra por cierto

mas luz y mas verdad que toda la


ciencia reunida de todos los sábios :

Aprended de mí , nos dijo á todos ,


que soy manso y humilde de cora-

zon : discite a me quia mitis sum,


et humilis corde ( Math , XI , 29 ) .
Desde entonces la celestial virtud

(1) Solo un Dios puede instruirnos , dice Pla-


ton por boca de Sócrates en el segundo diálogo
de este con Alcibiades , donde se anuncia la veni-
da del divino Maestro , de acuerdo con todas las
tradiciones del Oriente , y con las sagradas profe-
cias que lo anunciaban al pueblo escogido.
3

de la humildad , que el mundo des-


conocia y que todavía desconoce á

pesar del brillante testimonio que


nos dió de ella con su palabra y

con su ejemplo el divino Maestro ,


además de ser el fundamento en
que descansan la vida moral Ꭹ la

perfeccion cristiana , es tambien la


condicion importantísima de la ver-
dad y de la ciencia consideradas
en su relacion con nuestro enten-
dimiento . Ciencia humilde es lo

mismo que ciencia verdadera y


profunda ; y al contrario , la cien-
cia inspirada por el orgullo , es de
suyo vana y falaz , como fundada

en nuestra mísera flaqueza . Estas


dos verdades , que mútuamente se
suponen y confirman , son un riquí-
simo manantial de ciencia y de vir-
tud , y un criterio infalible , con el
cual podemos distinguir la verdad
del error, y ponerla á salvo de los
sofismas que oscurecen el horizonte
intelectual en el órden de las cien-

cias morales y de la revelacion di-


vina .

Entiendo por humildad el cono-


cimiento verdadero que alcanza el

hombre de sí mismo , cuando con-


sidera su sér y sus facultades como
dones recibidos de Dios , criador
universal y ordenador sapientísimo

de todas las cosas , de quien todos


dependemos no solo en el órden de

la vida presente , cuyos hilos están


en su piadosa mano , sino muy par-
ticularmente con relacion al fin
para que hemos sido criados. y á

los medios que conducen á él . Esta


5

humildad puede llamarse intelec-


tual , porque es un juicio que pro-
nuncia el entendimiento sobre la
verdadera limitacion de nuestro sér

y de las facultades que lo ador-


nan. Considerada así la humildad ,
es la verdad , como es verdadero el

juicio en que consiste , y confor-


me con lo que realmente somos y
podemos : así que , el espíritu verda-
deramente humilde no se atribuye
excelencia alguna que no haya re-

cibido , ni deja tampoco de recono-


cer las dotes y perfecciones que

posee , si bien subiendo con el pen-


samiento al origen divino de que
proceden. Pero si viendo además

el hombre la dependencia que tie-


nen su sér y su entendimiento y
voluntad de la adorable sabiduría ,
6 ---

bondad y demas perfecciones de


Dios , se complace en ella fijando
sus ojos alternativamente en su
propia nada y en la riqueza infinita
de Dios , de quien todo lo ha reci-
bido Ꭹ de quien espera recibir nue-

vos tesoros de verdad , de amor y


de dicha ; la humildad del entendi-
miento se transforma en humildad

de corazon , puesto que el corazon


descansa en ella con dulce paz y

alegría , gustando mucho que sea


Dios la fuente infinita de todo bien ,
de la cual desciende hasta nosotros

un simple rayo , una débil imágen y


participacion de la soberana belle-
za. La humildad de corazon supo-
ne , pues , y se funda en él humilde

conocimiento que alcanza el hom-


bre de sí mismo , que es la suma de
7

la sabiduría , aun para los filósofos


gentiles (1), y forma una virtud to-
da celestial , cuyo adorable modelo
contempla el fiel en el corazon di-
vino de Aquel que dijo á los hom-
bres : Discite a me quia mitis sum
et humilis corde.
Esta humildad de corazon , sin la
cual toda virtud es vana y engaño-
sa , ha recibido de Dios promesas

admirables de ciencia y de sabi-


duría . En las sagradas letras se

muestra á cada paso esta hermosa


y escondida flor de la vida cristiana
como objeto de las miradas del Al-

(1) Sabido es que la célebre máxima : Nosce


teipsum , inscrita en el templo de Delfos , y tan re-
comendada por el padre de la filosofía griega , era
mirada como el compendio de la sabiduría .
8

tísimo , que hace descender sobre


ella el rocío celestial 嫌 de su gracia

y los rayos espléndidos de su luz .


Al humilde , dice la santa Escritura ,
concede Dios sus dones , revela sus
misterios y lo ensalza y engrandece
uniéndole á sí mismo y como divi-

nizando su sér por virtud de las


comunicaciones divinas ; y por el

contrario , el Señor recata sus mis-


terios de los hombres vanos y so-

berbios (1 ) á quienes resiste con el


poder invencible de su diestra , de-
jándolos caer en los pecados mas
viles y en los errores que mas de-
bieran de humillar su noble inteli-

gencia . Por esto preguntado San

(1) Abscondisti hæc a sapientibus et pruden-


tibus et revelasti ea parvulis. (Math . XI , 25. )
- 9 -

Agustin por el camino que conduce


á la verdad, dijo sin vacilar : ea est
autem (via ad veritatem) prima hu-
militas ; secunda humilitas ; tertia
humilitas ; et quoties interrogares
hoc dicerem (1) . El que ha llegado
á adornar su alma con esta preciosa
joya , sabe muy bien que la verdad
no está en él como en su centro ,

como están los rayos de luz en el


sol, ó como están en Dios , por una

manera eminente , las perfecciones


todas de las criaturas , sino por via

de participacion y segun la medida


de la inteligencia finita ; recono-
ciendo así la necesidad de elevarse
á Dios y buscar su divina luz para

recibir en el espíritu los resplando-

(1) Epist. 118 ad Diosc . núm . 22.


- 10 ―

res de la verdadera ciencia: accedi-

te ad eum et illuminamini (Ps . 33) .


La verdad, se ha dicho por los filó-
sofos , es el sér , la realidad misma

de las cosas presente á la inteligen-


cia , verum est id quod est; por con-
siguiente la verdad suma , infinita ,
de que proceden todas las verda-
des , es Dios , sér infinito , reali-

dad infinitamente perfecta , fuente y


principio de todo sér y perfeccion .
El sér que nosotros tenemos com-
parado con el de Dios , es como si
no fuese ( 1) , y se parece al escaso
resplandor de una luz artificial en
medio de la luz del sol . Es , pues ,

(1) Omnes gentes quasi non sint ; sic sunt co-


ram eo , et quasi nihilum et inane repulatæ sunt
ei ( Is. 40 , 17.)
― 11 -

una necesidad de la inteligencia el


perderse en cierto modo de vista á
sí misma buscando en los testimo-

nios divinos la luz que alumbra los


entendimientos , ó como dice el sa-

grado texto , la luz que da á los


humildes la inteligencia de la ver-
dad : declaratio sermonum tuorum
illuminat et intellectum dat parvu-

lis (Ps . 118) .


Uno de los mas bellos frutos de

esta virtud , por excelencia cristia-


na , es la íntima persuasion que ins-

pira al hombre sobre el triste


estado de decadencia á que está
condenado desde su nacimiento . El
autor del admirable libro de la
Imitacion de Cristo , compara la

débil inteligencia del hombre cai-


do á una centella que permanece
- 12 -

escondida entre la ceniza : « esta

>> centella , añade , es la misma ra-


>>zon natural circundada de mucha

» oscuridad , á pesar de la cual po-


>>see el conocimiento de lo bueno y

>> de lo malo y distingue la verdad


>> del error , si bien carece de fuerza

>>> bastante para obrar el bien mismo


»que aprueba , y está privada de la
>> plena luz de la verdad y de la in-
>>tegridad de sus afectos . » (Imit .
1. 3 , cap . 55. ) Es, pues, necesario
conocer esta herida de nuestra ra-

zon para curarla , y esta oscuridad


para buscar la luz que la disipe . ¿Y

dónde hallar esta plenitud de luz y


de verdad á que aspiran las almas
que no contenta el mezquino hori-
zonte del órden sensible ? Porque es
indudable la necesidad que sienten
13 ―

de ser instruidas y fortalecidas ,


viéndose como se ven rodeadas de

tinieblas espirituales y sin grande


aliento para el bien y perfeccion
moral. « En este estado dos cosas ,

dice el mismo piadoso autor , me

son de todo punto necesarias, tanto


que sin ellas no puedo sobrellevar
esta miserable vida ; y son , el ali-
mento que la conserva y la luz que
la ilumina . Así vos ¡ oh Dios mio!
para proveer de remedio á esta ne-
cesidad, me habeis dado el pan vi-

vo que desciende del cielo para


que nutra mi espíritu , y me habeis
dejado la divina palabra para que
sea la lámpara que ilumine mis pa-
> Es el mismo pensamiento si-
sos . »
glos antes expresado por el profeta
Rey , diciendo : Lucerna pedibus
14 --

meis verbum tuum (Ps . 118 ) . Dios


es , pues , el centro de la verdad y

de la vida , ó mejor , es la verdad


misma , como es el sér por exce-
lencia , donde pueden las inteligen-
cias criadas contemplarla en toda
su pureza . Así el humilde conoci-
miento de nosotros mismos nos lle-
va fácilmente al conocimiento de

Dios ; y en llegando aquí vuelve

otra vez el alma á percibir mas cla-


ramente su mismo sér con todas sus

potencias y propiedades , recorrien-


do sucesivamente una escala que
primero sube desde la tierra al cie-
lo en busca de luz y de amor , y

luego desciende al mismo punto de


partida , iluminándolo con los rayos
de la verdad increada . Este es el

concepto mismo que expresa San


- 15 -

Agustin al decir hablando con Dios :


Noverim te , noverim me ; conoci-
mientos ambos íntimamente enla-

zados entre sí por la humildad


cristiana , en los cuales consiste la
verdadera sabiduría (1) .
Es , pues, la humildad el método

que mas seguramente conduce al


conocimiento de Dios , que ilumina

los entendimientos como el sol ilu-

mina el espacio. Todas las doctri-


nas falsas de la filosofía pecan de

algun modo contra la verdad de


este sublime conocimiento , y es

constante que el error cometido


acerca de ella se extiende como

(1) La sabiduría , dice Bossuet, consiste en co-


nocer á Dios, y en conocerse á sí mismo . (Tratado
del Conocimiento de Dios y de sí mismo.)
16

una sombra que oscurece todas las


verdades intelectuales y morales .
Mas la ciencia fundada sobre la hu-

mildad es infalible , porque empie-


za recibiendo sencillamente la luz

del Padre mismo de las luces, como

la recibió Moisés oyendo aquella


sublime definicion que el Señor le
dió de sí mismo , á la cual nada ha
podido añadir la sabiduría humana
despues de tantos siglos . Si á esto
se une que el amor de Dios sigue

fielmente á la humildad , penetran-


do con vivo fuego el corazon de los
que han logrado desnudarse de una

vana complacencia en sí propios;


y que el amor es un modo cierto

de conocer á Dios ( 1) y de gustar

(1) Amor notitia Dei est , decia San Gregorio,


17

su inefable bondad y dulzura , po-


drá explicarse fácilmente cómo se
une con vínculo de humilde sumi-

sion y obediencia el entendimiento


humano con el divino ; union que á

su vez explica el bello homenaje


que rinde el alma cristiana á la pa-
labra inmutable de Dios .

Este es el obsequio razonable de


que hablaba el grande apóstol de
las gentes , diciendo : Someted vues-
tros entendimientos al yugo de la

fe... que vuestro obsequio y sumi-


sion sean razonables : redigentes
intellectum in captivitatem fidei...

rationabile obsequium vestrum . (II ,

y San Agustin ha dicho tambien . videre


est.-Gustate et videte quam s ninus .
(Ps. 33 , 9).
EL RACIONALISMO Y LA 2
18 -

Cor. X , 1 , 5) . Tan conforme con


la razon es en verdad este obsequio
de la criatura , como la humildad
que supone , pues siendo Dios la
suma verdad , nada es tan evidente

para la razon como la necesidad de


seguir con perfecta docilidad sus
infalibles enseñanzas , y vivir bajo
de la dulce proteccion y arrimo de
su autoridad paternal y misericor-
diosa .

En el órden natural , lo mismo


que en el sobrenatural , todas las

cosas nos conducen á Dios , princi-


pio y fin del sér y del entendimien-
to criado , y enseñan al hombre la
necesidad de buscar en Él la ver-

dad , la honestidad y la dicha . No


somos nosotros ciertamente el fun-
damento ni la medida de las de-
19 --

más cosas ; ni el conocimiento que


podemos alcanzar de nosotros mis-
mos es la sola fuente de la sabidu-

ría . El error capital del racionalis-


mo nace de considerar al espíritu
humano , no como el sugeto que

percibe la verdad , á semejanza del


ojo que percibe la luz , sino como
la verdad misma percibida , como
la misma luz que lo ilumina , como
la premisa fundamental de la cual
debe la ciencia deducir la série de
sus conclusiones .

De aquí la triste filosofía del yo


iniciada por
Descartes y formulada
resueltamente por Kant y sus dis-
cípulos , en la que figura el pensa-
miento humano como centro del
sistema intelectual absoluto У fun-

damento único de la verdad . ¡ Frá-


20

gil y deleznable base , sobre la que


se han edificado mil y mil sistemas
falsos , desde el fondo de cuyas rui-

nas se levanta erguido el excepti-


cismo mas desesperante ! Al modo
que los estóicos pretendian labrar
la suprema dicha ( que no es cosa
de la vida presente) con fuerzas pu-
ramente humanas , los racionalistas

tienen la presuncion de construir la


ciencia por sí propios, sin otros me-
dios que la conciencia de su pensa-

miento ; así que , despreciando toda


regla de verdad y belleza moral que
no sea su propio juicio , no vacilan
en proclamar la absoluta indepen-
dencia de su razon de toda autori-

dad , y creen vanamente poder ex-


plicar todas las cosas por medio de
sus solas y escasas fuerzas .
- 21 -

Cuán vana sea esta ilusion inte-

lectual , procuraré demostrarlo en


breve ; ahora solo importa conside-
rar su causa . Si la realidad es la
verdad misma considerada en su

objeto , y el fundamento y medida


de nuestros conceptos y discursos ,

¿ qué otra cosa es mirar al espíritu


humano como regla y fundamento
de todo lo que es verdadero y bue-

no , sino considerarlo como la rea-


lidad suprema y adorable del mismo
Dios? La absoluta independencia de
la razon encierra este mismo con-

cepto : una razon independiente no


se concibe en un sugeto criado , en
una inteligencia necesitada de luz y
de verdad , sino en una sustancia
que posea en sí misma la plenitud

del sér y de la perfeccion . Una ra-

ULICACIONES

INTERCAMBIO
-- 22 -

zon que todo pudiera compren-


derlo y explicarlo , no seria por
cierto el atributo de una criatura

imperfecta y miserable , como es el


hombre ; seria , lo que realmente
es , una de las perfecciones divinas ,
que á nadie pueden ser comunica-

das. ¿ Qué mas pudiera atribuirse


el racionalista si llegase á persua-
dirse sinceramente de ser nada me-
nos que Dios?
En el fondo del racionalismo no

es difícil percibir la doctrina que


diviniza al hombre , haciéndole ob-

jeto de su propia adoracion , que


es lo mismo en realidad que justifi-
car la idolatría de sus pasiones y

de sus vicios ; pues es constante que


desde el punto que el hombre se
declara independiente de Dios ,
23

queda trocado en vil esclavo de la


carne y de sus concupiscencias (1 ) .
¡Cosa singular ! El mayor entre
todos los errores filosóficos , el mas
inconcebible para la razon y el
buen sentido natural al hombre ,
encierra en su oscuro seno cuanta

soberbia cabe , no diremos tan solo


en el corazon humano , cuya capa-
cidad es inmensa , sino en el mis-
mo Lucifer. La misma tendencia

(1) « El pecado del espíritu , dice un sábio


católico aleman, que es la soberbia , conduce siem-
pre , para su justo castigo , al pecado de la carne ;
y así en los tiempos modernos , en que se ha exa-
gerado mas que en ningunos otros las excelen-
cias espirituales del hon.brc , existe sin embargo
una tendencia tan pronunciada hácia las cosas
materiales , que sorprende y consterna á toda per-
sona que atentamente la considera. » Kleutger ,
Defensa de la filosofía del tiempo pasado Introd.
- 24 -

del corazon , corrompido por la


culpa , á la glorificacion de nos-
otros mismos , es el gérmen y prin-

cipio del panteismo , el cual se


desarrolla particularmente en aque-
llos hombres faltos de humildad , á
quienes un poco de ciencia ó de

poder eleva sobre sus semejantes


llenándolos al mismo tiempo de sí
mismos ; que tal es el efecto de una
ciencia seca y orgullosa , como las
nubes estériles que se levantan so-
bre la tierra sin fertilizarla jamás
con una sola gota de agua : scientia
inflat. ¿Quién ignora los honores
que los Emperadores romanos se
decretaban á sí mismos usurpando

la majestad y atributos de sus dio-


ses ? Y en el órden de la ciencia ,
¿cuál no es en nuestros dias el en-
25 -

greimiento de la humana inteligen-


cia por unas pocas verdades que
ha añadido al conocimiento del ór-
den físico , en cambio de otras que
se han disminuido para muchos en
el órden moral?
4 Pero lo mas extraño es que jus-

tamente por esta misma disminu-


cion de la verdad moral y religiosa
acaecida en nuestro siglo , el espí-
ritu humano , falsamente represen-

tado por algunos filósofos , se ha


glorificado hasta el punto de tener-
se por Dios y de rendir solo á sí
propio culto de adoración . La ver-
dad , la santidad , la belleza , cuanto
hay en los cielos y sobre la tierra
de puro y de elevado , todo e
el racionalismo de nuestro
una emanacion ó manifestaci
26

cesiva у directa del espíritu huma-


no (1 ) . La fe , el entusiasmo , la
poesía , la ciencia considerada en
sus diversas aplicaciones son para
nuestros filósofos meras creaciones

subjetivas del yo considerado en los

(1) «El conjunto de manifestaciones útiles, ar-


tísticas , morales , sociales , científicas y religiosas
en el pueblo y en la humanidad , es lo que nos-
otros (habla el demócrata Sr. Castelar) entendemos
por civilizacion. En todas estas manifestaciones el
hombre realiza toda la plenitud de la esencia de su
sér.» (La Sofistería democrática, carta 6. ) Es el
mismo pensamiento del aleman Herder, que com-
paró á la humanidad con el boton de una flor , que
no tiene mas que abrirse para mostrar su fragante
belleza . ¿Pero en qué consiste que esos tesoros de
ciencia , de fé , de poesia , etc. , permanecen ocul-
tos donde quiera que no alumbra el sol de la re-
velacion ; y no solo ocultos sino cubiertos de viles
escombros? Porque la ignorancia y la corrupcion
son de ordinario la condicion de los hombres y de
los pueblos que no conocen la luz de la fe ni viven
la vida sobrenatural de la divina gracia.
- 27 -

diversos momentos en que se ha


convenido en dividir la historia de
su desarrollo . Hasta se ha que-

rido por algunos deducir a priori


las leyes naturales del órden físico
de los datos internos de la concien-

cia , y convertir de este modo al

hombre , de mero espectador del


órden y armonía que reinan en la

naturaleza , en legislador de sus fe-

nómenos y supremo artífice de sus


admirables mecanismos . Así queda
constituida el alma humana en sér

absoluto , principio y legislador de


todo lo que existe , y fuente de to-
da verdad . ¿ Qué mucho , pues , si
en vez de parecerse la ciencia , tan
locamente inspirada , al rico panal
de la miel que saca la abeja de las
flores , se parece á la tela frágil y
28 -

repugnante que saca de sí misma


la araña?

Ni puede ser de otro modo : lue-


go que la humildad y el amor divi-
no salen de las almas con la fe de

que proceden , quedan estas como


enamoradas de sí mismas , y con-
vertidas por consiguiente á sus pro-
pios ojos en verdaderos ídolos á
que el corazon y la inteligencia se

someten con inefable gozo . No ha-


bleis á ninguna de estas sublimes
inteligencias de la necesidad de so-
meterse á la autoridad en materias

de fe , ni menos de respetar en las


especulaciones metafísicas y mora-
les las sanas enseñanzas de la razon

teológica : su genio independiente


se basta á sí mismo para resolver

los problemas mas árduos acerca


29 -

de la naturaleza de Dios y de las


criaturas , y su voluntad se halla
dotada de fuerzas suficientes para

realizar , sin auxilio alguno divino ,


las leyes de la vida y aun de la
perfeccion moral . ¡ Desdichadas al-
mas, á quienes aleja tal vez para
siempre de su noble destino el es-

píritu de independencia que las


llena de orgullo y les oculta bajo
las apariencias fantásticas de una
grandeza mentida la luz de la ver-
dadera sabiduría .

Poseido de este mismo espíritu


algun filósofo , se erigirá tal vez en
árbitro y moderador de la ciencia
humana y de la divina , de Sócrates

y Jesucristo (1 ) , y dará al mundo

(1) Tal era la pretension de Hegel , segun nos


30

una nueva doctrina que le ilumine


en las vias del progreso imaginado
por la filosofía hegeliana , segun la

cual lo que no existe , la nada , pa-


só á ser por su propia virtud , y
luego convertida en realidad se
va desenvolviendo progresivamente ,
hasta que llegue à convertirse en
Dios : Gott est in werden (Hegel) .
Víctima del mismo vicio el sectario ,

presumirá de entender los mas re-


cónditos misterios de las sagradas
escrituras mucho mejor que sus

mas doctos y humildes expositores ,


y aun que la misma Iglesia de Je-
sucristo , columna y firmamento de

dice Lerminier en su obra titulada : Au delà du


Rhin. Ya veremos tambien mas adelante el inmen-
so orgullo del sofista aleman.
-- 31 --

la verdad . Orgullo es tambien lo

que respira el político que habien-


do pronunciado en su corazon el
non serviam del sagrado texto ,

murmura á los oidos del pueblo ,


para excitarlo á la rebelion , las
mismas voces que expresan el es-

píritu de impiedad y de concupis-


cencia , que alberga el corazon de
donde está desterrada la reina de

las virtudes , la humildad .


Esta virtud es por lo tanto el so-
lo bálsamo que puede curar las lla-
gas abiertas en el entendimiento

y en la voluntad humana por el


orgullo , trocando el mal olor de
este , que todo lo inficiona , la cien-
cia , las costumbres , el régimen
civil , en el olor de suavidad que
exhala todo sacrificio del amor pro-
32

pio en aras de la verdad y de la fé .


El orgullo hace descender al hom-
bre en el órden intelectual hasta el
excepticismo , en el moral hasta el
fondo de la corrupcion , y en el
político hasta un individualismo
salvaje que rompe los mas sagra-
dos lazos y relaciones de la vida
humana . La humildad , por el con-
trario , le hace subir á la cumbre

de la fé y de la santidad , y tiene
tanta virtud , que una vez arraigada
en la tierra , atrae infaliblemente so-
bre ella la paz y la dicha del cielo .
No hay error que no proceda de
algun acto de presuncion (1) , ni

(1 ) Es muy digno de estudio este lugar de


Santo Tomás. (Quæst. disp . de Malo , quæst. 3.
33 -

hay verdad de que un espíritu rec-


to no pueda sacar algun motivo de
gloria para Dios y de humillacion
para sí mismo . El soberbio , en fin ,
quiere poner su trono donde le

puso el príncipe de las tinieblas , en


el Aquilon , donde no hay luz de
verdad , ni fuego de santo amor;

mas el humilde quiere únicamente


poner su gloria en la cruz de Jesu-

cristo , en quien están escondidos

art. 7.) «Error autem est approbare falsa pro veris,


unde addit actum quemdam super ignorantiam;
potest enim esse ignorancia sine hoc , quod ali-
quis de ignotis sententiam ferat , et tunc ignorans
est et non errans ; sed quando jam falsam senten-
tiam fert de his quæ nescit , tunc propie dicitur
errare , et quia peccatum in actu consistit , error
manifeste habet rationem peccati . Non enim est
absque præsumptione quod aliquis de ignoratis
sententiam ferat. »
V
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD.AR 3
SI
DA
D E
D M
NE
PUBLICACIO
31 -

todos los tesoros de la sabiduría y


de la ciencia (1) .
En nuestro siglo importa mas
que nunca poner la segur á la raiz
del árbol de la ciencia del bien y

del mal , cuyos amargos frutos aun


siguen mostrándose deleitables pa-
ra el sentido y prometen , si hemos
de oir al racionalismo , lo mismo
que prometió la serpiente á nues-
tros primeros padres diciéndoles :
Sereis como dioses . Hoy , como en
los tiempos de San Agustin , las in-
teligencias emancipadas de la fé
prosiguen la tarea de los heresiar-
cas de todos los siglos de la Iglesia ,

(1) Este bello pasaje está tomado de las Con-


fesiones de San Agustin , t. 2, pág. 345. ( Edicion
de la librería religiosa de Barcelona. )
35 -

adoptando la misma táctica , que


consiste en atraerse los ánimos in-

cautos en nombre de la dignidad


de la razon y de los fueros de la
humanidad : « Tú lo sabes bien, mi
»querido Honorato , escribia el San-

>>to Obispo de Hipona , la única


>> causa que me hizo dar en manos
» de estos desdichados fué que ,
» prescindiendo de toda grave auto-
»ridad , pretendian por las solas lu-

>> ces de la razon pura , introducir


ȇ sus oyentes en los secretos de
»Dios , y libertarlos de todo error .
»¿ Ni qué otro motivo hubiera po-
>> dido inducirme , durante cerca de

» nueve años , á menospreciar la re-


>>ligion que habia mamado con la
»leche materna , para seguir y es-
>> cuchar asíduamente á estos hom-
- 36

>>> bres , sino el cargo que nos hacian


>> de ceder á temores supersticio-
>> sos , de dejarnos imponer el yugo
» de la fé antes de conocer racio-

>> nalmente sus motivos , al paso


>> que ellos , por el contrario se glo-

>> riaban de no imponer ninguna


>> creencia cuya verdad no hubiese
>> sido de antemano discutida y
» demostrada ? » ( De utilit. cred . ,

cap . II .)
Aquí tiene el lector una muestra ,
trazada por la mano del ilustre

doctor , del lenguaje que aun hoy


mismo usan los racionalistas contra
una fé que durante tantos siglos ha

sido la luz de los mas ilustres gé-


nios y el consuelo y alegría de to-
das las almas justas . Y á la verdad

¿ qué diferencia hay de las palabras


- 37 -

que sedujeron el espíritu de San


Agustin cuando seguia en su moce-
dad los movimientos de la pasion y

del orgullo , al que usan hoy mu-
chos sofistas cuando por una parte
acusan á los católicos de sacrificar

su razon á la fé , de someterse cie-

gamente á la autoridad , y por otra


pretenden explicar todas las cosas
divinas y humanas con las solas
fuerzas de la naturaleza intelec-

tual ? << Partidarios , ó mejor , ado-


>>radores de la razon humana , ha
» dicho tambien nuestro santo Pon-

»tífice Pio IX , los racionalistas se


>>postran con absoluta confianza an-

>>te esta especie de deidad , á la

>> cual piden exclusivamente con


>>ciega confianza todo linaje de di-
>>cha , sin recordar la grave y cruel
D
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NES
PUBLICACIO
38 -

>>herida que el pecado primero


>> causó al hombre llenando su ra-
>>zon de tinieblas é inclinando su

»voluntad al mal ... Nuestro Señor


>>Jesucristo , continúa el ilustre Pon-

>> tífice , dirigiéndose un dia á su

>> eterno Padre declaró , que los


>> misterios mas profundos de las
>> verdades no se habian hecho ma-

>> nifiestos á los prudentes y á los


>> sábios del siglo , que se engrien
>> por razon de su ingenio y de su
>> ciencia , sino , por el contrario , á
>> los humildes у sencillos que se

>>apoyan y descansan en los orácu-


>> los de la fé divina » ( 1) .

(1) Véase la magnífica obra de donde hemos


tomado estas notables palabras de Su Santidad , ti-
tulada : Le libre examen de la verité de la foi
- 39

Hay , pues , en el racionalismo ,

como en todo error , y mas todavía


que en ningun otro , un vicio moral,

que es la raíz de que proceden sus


tristes negaciones y su loca pre-
suncion de escudriñarlo y com-
prenderlo todo : el orgullo ; y hay
en el espíritu humano rectamente
ordenado á su fin , una virtud so-

brenatural que lo dispone eficaz-


mente á dejarse penetrar por el
esplendor de lo verdadero y por la
incomparable belleza del bien y de

la perfeccion moral de la vida : la

humildad . La ciencia y las costum-


bres dañadas por aquel vicio , están
condenadas á visible esterilidad , y

(Casterman editeur, Paris, rue de Tournon , núme-


ro 20.)
40

la primera particularmente sufre á


menudo las mas tristes decepcio-

nes , que la divina Providencia per-


mite para que se cumpla lo que
está escrito : « Todo aquel que se

ensalza será humillado » ( 1) . Grandes


-
ejemplos de esta verdad tenemos

ante los ojos : jamás se han visto


mas humillados el poder civil , la
ciencia y el bienestar de los pue-
blos ideado por sus orgullosos re-

generadores . El poder civil expía su


hostilidad contra la Iglesia de Dios ,

(hostilidad nacida de un concepto


tan falso como orgulloso acerca de
su soberanía aun en órden á las co-

(1) Qui autem se exallaverit , humiliabitur: et


qui se humiliaverit , exaltabitur. (Math. XXIII,
12. Marc. XIV , 11) .
- . 41 -

sas espirituales , jus in sacra ) no


teniendo apenas donde asentar la
planta en medio de pueblos volca-
nizados por el fuego interno de la
rebelion : la ciencia sufre el humi-

llante castigo de su orgullo, oyendo


de lábios de sus maestros delirios

de que tendria ciertamente motivo

para avergonzarse un niño ; y el


bienestar prometido al mundo por
los economistas , para su propia
dolorosa humillacion ve delante de

sí la espantosa llaga del paupe-

rismo , y oye todos los dias cons-


ternado la terrible amenaza de la
revolucion .
En cambio la ciencia católica

tan abatida , tan despreciada de los


impíos , la ciencia fundada en aque-
lla máxima de la humildad : si al-
42

guno piensa que es algo , cuando


en realidad nada es por sí mismo ,
se engaña ; esa ciencia de las almas

sencillas y puras , está toda llena


de dulces verdades , que resplande-
cen suavemente ante los entendi-

mientos fieles y rectos , y ella sola ,


confiada en la gracia y bondad di-
vina , puede iluminar de nuevo ple-
namente los horizontes de la vida
humana . Solo pide al hombre para

enriquecer su espíritu y su corazon ,


sencillez de intencion y humildad
y pureza de afectos . No fué esta

ciencia , verdaderamente divina , la


que disipó las tinieblas del gentilis-
mo , subyugó á los pueblos bárba-
ros , penetró en los códigos civiles,
regeneró las costumbres , brilló en

las producciones de las artes , ins-


- 43 -

piró las grandes empresas , y en


una palabra , la que civilizó al
mundo llevando los hombres al cie-

lo despues de hacerlos buenos y


felices en la tierra?

¡Ah ! Si Europa no hubiese si-


do infestada por las herejías del
orgullo casi en el punto en que

vencia para siempre á la grande


herejía del sensualismo ; si por la
triste virtud de la razon emancipa-
da de la autoridad no se hubiese
roto la áurea cadena de las tradi-
ciones católicas en los tiempos mo-

dernos , reemplazadas por sistemas


tan falsos , tan asoladores , tan so-
berbios como fueron los nacidos en

Europa cuando el espíritu humano ,


víctima del vicio de Luzbel , se su-

blevó contra la autoridad de la Igle-


44 -

sia; el mundo intelectual y moral

militaria unido siguiendo la luz di-


vina de la fé y los avisos de la recta
razon contra el error , el pecado y
la miseria, buscando en todas las
cosas el reino de Dios y su justicia ,
y obteniendo por añadidura to-

dos los demas bienes . Hoy mismo ,


cuando en todas partes se oyen los
tristes gemidos de la verdad dete-
nida en la injusticia por el orgullo
y la corrupcion del corazon , . el
ánimo columbra todavía algunos

rayos de esperanza . Desacreditado

completamente el protestantismo,
que en último término lleva infali-

blemente al individuo y á la socie-


dad á un estado en que no se
conoce ni menos se ama á Dios ni

al prójimo , y mas desacreditadas


45 --

todavía las doctrinas racionalistas ,

hijas de la herejía protestante , y


cuya última palabra es el panteis-
mo, las almas honradas , para quie-
nes es harto conocido el daño

producido por tan perversas doctri-


nas en el órden social y político ,
despues de haber inficionado el
entendimiento y el corazon de mu-

chos , vuelven los ojos hácia la mon-


taña santa de la Iglesia católica ,
donde brilla , como luz puesta en el
candelero , la santa verdad que solo

puede librar al hombre de la es-

clavitud , del error y del pecado ,


uniéndole con Dios y con sus seme-
jantes por medio del conocimiento

y del amor del bien , que son el


rico patrimonio de las almas hu-
mildes .
- 46 --

Bien quisiera descubrir y mos-


trar claramente y en todos sus as-
pectos la excelencia y fecundidad
de esta virtud considerada en sus
relaciones con el órden intelectual ,
así como la angustiosa esterilidad
de su contrario ; pero ni lo corto de
mi saber y de mi ingenio , ni la
brevedad de mis escritos , me per-

miten otra cosa en tan delicado y


bellísimo asunto que un imperfecto

ensayo . Procuraré , por lo tanto ,


presentar á la filosofía católica co-
mo ciencia de entendimientos hu-

mildes , cuya regla y criterio de


verdad no es obra suya , sino princi-
pio distinto é independiente de
nosotros mismos , que ilumina y
perfecciona nuestro espíritu , al re-
vés de la ciencia racionalista , la
47

cual , movida al impulso del orgu-

llo , busca y se gloría de hallar en


la flaca razon humana la regla ex-
clusiva é infalible de la verdadera

sabiduría . Despues veremos la hu-


mildad de la ciencia católica , consi-
derando atentamente la perfecta

sumision que pide á la inteligencia


para con la fé , así como el orgullo

que ciega á los falsos filósofos que


proclaman la independencia de la
razon y combaten las doctrinas re-
veladas como enemigas del saber y
de la filosofía . Por último , mostra-
ré algunos de los bellísimos y deli-

cados frutos con que la ciencia


humilde brinda y alimenta al en-
tendimiento y al corazon de
suyos , y en sentido contrario la &

terilidad á que está condenado

PU
48

racionalismo por Aquel que resiste


y humilla á los soberbios y exalta
y da su gracia á los humildes, que
solo se glorían en la cruz de Jesu-
cristo , nuestro Señor.
- 49

CAPÍTULO PRIMERO .

Concepto de razon , evidencia y verdad.- La


verdad considerada en Dios , de quien proce-
den la luz intelectual y lo que con ella co-
nocemos. — La humildad no puede atribuirse
á Dios.- El entendimiento no tiene en sí

mismo su regla, sino fuera de sí , en la ver-


dad que entiende, así como la voluntad tiene
la suya en el bien que desea. - Excelente
disposicion de los espíritus humildes para re-
cibir la luz de la verdad y el amor del bien.

«No vacilo en decir que este


carácter de la humildad ( el
conocimiento de la nada que
somos por nosotros mismos)
forma de ella el método filosó-
fico por excelencia.» (AUGUSTO
NICOLÁS, la Virgen Maria).

La humildad de la ciencia cató-

lica se percibe claramente en el


concepto que tiene de nuestra ra-
zon , luz participada del mismo
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD . 4
50 -

Dios : Nihil est aliud ratio natura-

lis hominis nisi refulgentia divinæ


claritatis in nobis . (Santo Tomás,
esp . in David , Ps . 36) . El salmo
de que está tomada esta defini-

cion dice así : ¿ quis ostendit nobis


bona ? y luego responde en estos
términos : Signatum est super nos

lumen vultus tui , Domine : sellada


está , Señor , sobre nosotros la lum-

bre de tu rostro (IV , 7) . Esta luz


es , pues , un don recibido de Dios ,

de quien depende todo lo criado ;


don finito en su esencia é incapaz

por consiguiente de comprender


los mas secretos arcanos de la ver-
dad divina ; don unido á otros que
hemos tambien recibido de la mis-
ma generosa mano , los cuales in-

fluyen sobre él ya de un modo


- 51 -

favorable á su desarrollo , ya des-


graciadamente para hacerlo estéril
ó pervertir sus frutos . De todos

modos ¡ cuántos motivos tiene la


razon humana para humillarse de-
lante de Dios , fuente única de luz
indefectible , inteligencia perfecta
en cuya presencia los cielos mis-

mos y sus virtudes son como si no


fuesen !
Pero mirada además nuestra ra-

zon bajo el punto de vista del uso


á que se halla dedicada en los que

rectamente la ejercitan , cual es el


de reconocer la verdad al punto
que esta se le muestra , siguiendo
las leyes recibidas de la sabiduría
eterna , échase de ver claramente su

dependencia esencial , aunque no-


bilísima , de la verdad misma que
- 52 -

la señorea por una manera seme-


jante á aquella con que la felicidad ,
á que todos aspiramos necesaria-
mente , subyuga nuestra voluntad .
Así ni el corazon es independiente

del bien que lo cautiva , ni el en-


tendimiento de la verdad que lo
ilustra : ambas son potencias subor-

dinadas , dependientes del objeto en


que respectivamente pueden hallar
satisfaccion y complemento , cuyo
objeto no es otro que el mismo
Dios , infinita verdad , infinita bon-
dad y belleza , donde únicamente
apagan las almas justas ó humildes
su ardiente sed de conocer y de
amar.
Considerada de este modo la ra-

zon es el ojo que percibe la luz ,


pero no el principio de que la luz
53

procede ; es la virtud intelectual

que conoce las cosas inteligibles ,


segun las leyes eternas dictadas por
♦ la sabiduría increada , pero no la

legisladora de sí misma , no la fuen-


te de las verdades que puede con-

templar. La autonomía de la razon ,


lo mismo que la de la voluntad , es
hija natural del orgullo , que se
niega á reconocer fuera del hom-

bre principio alguno de verdad y


de justicia al cual deba someterse ,
y que resiste á toda autoridad dis-
tinta de nosotros mismos , que dic-

te leyes á nuestra inteligencia , y


ordene nuestros afectos y nuestra
conducta , y que pueda inundar el
corazon de paz y de dicha .
Hablando de la verdad el santo

Obispo de Hipona decia con admi-


- 51 -

rable profundidad que su morada


y habitacion es el interior mismo
del hombre : In interiore homine

habitat veritas (1 ) . Y con efecto , á


semejanza de Aquel que siendo la
verdad y la vida ha prometido al
hombre humilde y piadoso morar
en él y enriquecerle con su divina
presencia , la verdad penetra en las
almas que la reciben con humildad

y puro afecto . Esta presencia de la


verdad en el entendimiento que la

conoce y se une á ella como á su


propio bien y perfeccion , se verifica
mediante cierta virtud que poseen

las cosas para ser percibidas , ma-

(1) Noli foras ire, in te ipsum redi , in interio-


re homine habitat veritas. (De vera religione , ca-
pítulo 33).
- 55-

nifestándose claramente al alma


que las percibe . Pues así como el

entendimiento posee una luz ó vir-


tud intelectual con que conoce la
realidad de las cosas , así tambien

hay en estas cierta luz objetiva me-


diante la cual se hacen visibles y se
dan á conocer al alma misma : Lu-

men , secundum quod pertinet ad


intellectum , nihil aliud est quam

quædam manifestatio veritatis. (I.


p . q . 82 , art . 1 , de la Suma de
Santo Tomás) . Esta luz ó virtud de
la realidad conocida es la eviden-

cia , la cual ilumina al entendimien-


to como la luz material ilumina la

vista despues de reflejada en los


objetos físicos .

La evidencia es , pues , el medio


que nos da á conocer las cosas que
-- 56 -

percibimos naturalmente , y el mo-


tivo que determina los juicios y
discursos de la inteligencia y de la
razon acerca de ellas . Cuando el

alma ejecuta estos actos intelectua-


les con la rectitud que exige su
misma naturaleza racional , no hace

otra cosa que conformarse por me-


dio de ellos con la realidad de los

objetos que ve ó contempla á la luz


de la evidencia , sin añadirles ni
quitarles nada , antes reflejándolos ,
como en un espejo , con perfecta
fidelidad , y ajustándose á ellos con
precision rigurosa . De donde nace

el concepto de verdad , que es la


conformidad , á modo de ecuacion ,
entre el sér inteligente y el objeto
entendido , mediante la representa-
cion de este en el entendimiento .
- 57 -

De la enunciacion de este con-

cepto elemental se sigue que toda


verdad supone algo por lo menos
real , positivo , independiente de la
razon que lo conoce , término fijo

de la relacion de conformidad que


debe de haber entre el entendi-
miento y los objetos á que se
refieren sus actos . En Dios lo in-

teligible es una realidad perfectí-


sima , infinita en todo género de
perfecciones , y la inteligencia con
que se conoce á sí mismo es igual-
mente infinita y eterna , como quie-
ra que no hay distincion alguna
real ni posible entre ambas co-
sas , siendo como es Dios un acto

purísimo y simplicísimo con que


existe y se conoce de un modo ine-
fable . Pero además debemos de
- 58

considerar en Dios la razon de ser

de cuanto existe y puede existir ,


así como el principio de donde se
deriva la luz del conocimiento á to-

da inteligencia criada : Refulgentia


divinæ claritatis in nobis .
Habiendo sido criadas por Dios
todas las cosas , cada una de ellas
tiene necesidad de estar conforme

al eterno modelo concebido por la


sabiduría increada , á semejanza de
la cual siempre que el hombre in-
tenta formar alguna obra ó produc-
cion artística tira primero en su
mente las líneas y trazas de lo que
luego ha de poner por obra . Con el
mismo pensamiento con que Dios
contempla su adorable esencia , ve
clarísimamente * el ejemplar perfec-
tísimo de todas las cosas , las cuales
59

no son sino imitaciones mas ó me-

nos imperfectas del original divi-


no (1) . El hombre en particular
siendo , mas que una mera imita-
cion , una imágen de Dios , recibió
entre otras preciosas dotes la muy
excelsa de la razon que ilumina su
alma , con la cual puede conocer

las cosas criadas y admirar el nú-


mero , peso y medida con que sa-
lieron de las manos del Criador .
Esta conformidad entre la luz de la

razon y la realidad conocida por


ella , es lo que se llama verdad . La

(1) Et quia omnia etiam naturalia comparantur


ad intellectum divinum , sicut artificiata ad artem ,
consequens est , ut quælibet res dicitur esse vera ,
secundum quod habet propriam formam secun-
dum quam imitatur artem divinam . ( Santo Tomás
citado por Rosselli , q . XVII , art. I.) '
- 60 -

verdad tiene , pues, en Dios su cau-

sa y su modelo , su principio y su
ley ; de Dios procede el sér que su-
pone la verdad y la luz intelectual

con que percibimos este sér , ó sea


la razon humana , reflejo y partici-
pacion de la divina , ó como dice
Santo Tomás , luz puesta en nues- .
tra alma por Dios , por medio de la

cual nos habla y nos instruye : Lu-


mine rationis divinitus internis in-

dito , quo in nobis loquitur Deus.


(De verit. quæst . II , art . 1. )
Siendo Dios , como hemos dicho ,
inteligencia y realidad infinita y por
lo tanto verdad suprema y absolu-
ta , dedúcese claramente que existe
y se conoce por sí mismo sin que
necesite de ninguna otra cosa para

existir, ni de ninguna luz distinta


61

de su inteligencia increada para co-


nocerse y glorificarse con un cono-
cimiento eterno y adecuado de su
infinita perfeccion y belleza . Y hé
aquí por qué , segun la doctrina del
ángel de las escuelas , el humildísi-
mo y sapientísimo Santo Tomás de
Aquino , no conviene á Dios la hu-
mildad , segun la naturaleza divina ,

la cual es absolutamente perfecta ,


sino solo segun la naturaleza hu-
mana que se dignó de tomar en
Jesucristo : Et sic solus Deus est

perfectus , cui secundum naturam

divinam non competit humilitas ,


sed solum secundum naturam as-

sumptam. (2. 2. q. 161 , art . I. )


Pero tratándose del hombre , y
aun de toda inteligencia criada , es
de todo punto necesario excluir el
62

concepto de perfeccion absoluta , lo


mismo del sér ó realidad que los

constituyen , que de las potencias ó


facultades con que han sido ador-
nados . Ciñéndonos á estas últimas ,
ya hemos dicho bablando de la

inteligencia, que es una imágen im-


perfecta de la inteligencia divina ,
en la cual reside exclusivamente la
infinita excelencia de entender sin

salir de sí misma y en el grado mas

perfecto , que es la comprension


total del objeto entendido , la rea-
lidad absoluta é infinita , y aun to-

das las demás cosas que existen ó


pueden existir , las cuales aun an-
tes de ser , ya son en Dios realidad

У vida . Pero nuestro entendimien-


to , cuya virtud es un don recibido
de Dios , tiene necesidad de salir
63

de sí mismo , para encontrar los


principios universales de su cien-
cia , la causa suprema del univer-
so , las esencias criadas y el bello
concierto y armonía con que cele-
bran , cada cual á su manera , la
gloria de su divino autor . Todas

estas cosas y las verdades que á


ellas se refieren , vestidas , por de-
cirlo así , con el esplendor de la
evidencia , se ofrecen á nuestro es-
píritu como realidades distintas é
independientes de él , con las cua-
les tiene necesidad de componer y

ajustar sus conceptos y sus juicios ,


como el artista que representa fiel-
mente las escenas de la naturaleza
ó las costumbres ó caractéres hu-

manos . No se regulan , pues, las co-


sas por el entendimiento humano ,
64

al que solo es dado conocerlas co-

mo son elevándose al tipo general


eternamente representado en Dios
como el original de lo que despues
fué hecho ; al contrario , el entendi-
miento del hombre tiene que con-
formarse con la realidad existen-

te , sometiéndose humildemente al

yugo suave de la verdad y de la


evidencia ( 1) . No de otro modo la
voluntad humana se siente necesa-

riamente llevada al bien que el


entendimiento concibe de un modo

(1) Hablando el doctor angélico de la relacion


que media entre la realidad conocida y el entendi-
miento que la percibe , afirma que la primera es
la medida ó regla del segundo : Considerandum
est quod aliqua res comparatur ad intellectum du-
pliciter, uno modo sicut mensura ad mensuratum,
et sic comparantur res naturales ad intellectum
speculativum. (1 Perier. 1. 3) .
65 -

general , y se somete á la ley moral


establecida por Dios , que es la ver-
dad , el camino y la vida , para
conducir al hombre , mediante el
cumplimiento de sus adorables de-
signios , á la felicidad que el cora-
zon anhela . Tan absurdo seria,
pues , buscar en el entendimiento

humano el principio de la verdad


que debe iluminarle y dirigirle , co-
mo buscar en la voluntad el origen

y fundamento de la ley moral ó de


las otras leyes que deben ordenar
sus actos á un fin que ciertamente
no posee el hombre acá en la tierra ,

ni puede darse jamás en parte al-


guna á sí mismo . La autonomía de

la voluntad , como la independencia


del entendimiento son , pues , qui-

meras del orgullo , dignos corola-


EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD. 5
66 -

rios de las falsas y soberbias doc-


trinas que hacen del hombre un
Dios , y que atribuyéndole por con-
siguiente todas las excelencias de la

verdad y del bien absolutos , le mi-


ran como manantial inagotable de
luz y de bondad , de belleza y de
dicha (1) .

(1) «Estas fórmulas , dice muy bien el Padre


Félix , son un absurdo en filosofía. El principio de
la independencia absoluta de la razon, como pura-
mente negativo , no engendra verdad alguna, y el
que por el solo hecho de atribuirsela se reputa fi-
lósofo , se engaña á sí mismo con la mas extraña
ilusion , Del mismo modo , añade el ilustre orador,
que no hay independencia absoluta en el órden
artístico, moral, religioso y social , no la hay en el
órden filosófico. La independencia absoluta en el
órden religioso , es la negacion de la Religion ó el
reinado de la impiedad ; la independencia absoluta
en el órden artistico , es la negacion del arte ó el
reinado de lo deforme ; la independencia absoluta
en el órden moral , es la negacion de la sociedad ó
--- 67

La regla ó fundamento de la
verdad es , pues , para el entendi-
miento humano el sér mismo de las

cosas , cuyo conocimiento no per-


mite que se les añada ni quite
nada , antes pide al alma que puri-
fique su vista interior con la humil-
de sencillez y pureza que le dejan
ver los objetos tales como son , li-

bres de los falsos colores que los


alteran á nuestros ojos si por ven-
tura los vemos al través del en-

gañoso prisma de las pasiones ,


singularmente del orgullo . La cla-

el reinado de la anarquía : y así del mismo modo


en el órden filosófico la independencia absoluta de
la razon es la negacion de la razon ó el reinado del
absurdo. » (Véase la tercera Conferencia , año V,
donde este absurdo aparece en su forma mas irra-
cional y humillante )
69

ra luz con que esas cosas mis-


mas se manifiestan al entendimien-

to , la evidencia objetiva con que


le iluminan é inducen al asenso ,

muestran tambien muy á las claras


que aun la misma certeza que nos
inspira su presencia y considera-
cion , no es obra maestra, sino mas
bien el efecto infalible que la ver-

dad produce en el ánimo que rec-


tamente la contempla . Bien cuando
atiende á un objeto físico percibi-
do por los sentidos , bien cuando
penetra con una de sus miradas en

su propio interior, bien por últi-


mo , cuando contempla cualquiera
de las verdades ideales conocidas

por sí mismas en razon á su per-


fecta claridad (per se notœ ) , el en-
tendimiento ve algo distinto de sí
69

mismo , que se pone delante de sus


ojos con una evidencia tal , que ha-
ce imposible la duda : es la verdad
que penetra en nosotros , que bus-
ca al alma como lugar de su mora-
da en este mundo para iluminarla y
perfeccionarla , sin llenar con todo
su inmensa capacidad , pues las

verdades que aquí entendemos son


como sombras y figuras de la sola
realidad que puede saciar al enten-
dimiento con el esplendor de su
adorable esencia.

¡En cuán feliz disposicion se ha-


lla para recibir y abrazar la verdad
el alma pura y sencilla que sincera-

mente la desea , y que por medio


"
del humilde conocimiento de sí

misma , ó sea de su propia nada ,


forma el vacío que ha de ser ilumi-
- 70

nado por la evidencia ! Se ha com-


parado al alma en sus relaciones
con la verdad á un cáliz que recibe
la luz del sol : si solo ofrece á los

rayos luminosos uno de sus costa-

dos , la mayor parte de aquellos se


pierden ó quiebran en él ; más si
les presenta su interior , allí son re-

cogidos en un foco lleno y esplen-


doroso que corresponde fielmente
al centro de la luz . Así el entendi-

miento que recibe la verdad en su


propio seno , en lo mas íntimo de
V
sí mismo , que ofrece à la verdad

la plenitud de su capacidad , el in-


inenso vacío que debe ser ilumina-
do por ella , es como el cáliz en

cuyo interior penetra la luz . Así


tambien el corazon humilde , des-
nudo de amor propio , que busca ý
- 71 -

ama sencillamente el bien y la vir-


tud , posee la disposicion mas exce-
lente para ser penetrado del divino
amor , y de aquellos celestiales ra-
yos de paz y de alegría que anun-
cian á las almas rectas y puras la

felicidad que ha de inundarlas en


su patria.
El conocimiento fiel que alcanza
el hombre de sí mismo , uno de los

grados de la humildad , y disposi-


cion muy excelente para recibir la
luz de la verdad , es ya de por sí
un precioso rayo de esta luz , ó
para hablar sin figuras , es la ver-
dad misma con relacion á nosotros .
Y siendo la humildad , como dice
Augusto Nicolás , la verdad misma
tocante á nuestro sér Ꭹ naturaleza ,

fácil es conocer que las almas hu-


-
- 72 -

mildes sacan á todos los hombres

soberbios ó libre-pensadores la ven-


taja de tenerla como asida por una
de sus extremidades ; però ellos por
el contrario no saben por dónde
aprehenderla y pasan toda su vida
buscándola ó mas bien perdiendo
ó disipando sus luces . ( La Virgen
María .)
Pero ya es tiempo de penetrar
en la esencia del racionalismo y de
mostrar á toda inteligencia recta y
sincera el vicio moral que daña es-

ta doctrina separándola de las cla-


ras y hermosas regiones de la
verdad por medio de un abismo in-
sondable.
73 --

CAPÍTULO II.

Vicio esencial de la filosofía racionalista. — El


Verbo divino y el verbo humano. - Sus dife-
rencias esenciales. - El racionalismo niega la
generacion del Verbo divino , y diviniza el
verbo intelectual humano. - Esta loca sober-
bia está en el fondo de la incredulidad y de
todas las herejías. -El gnosticismo. -El
protestantismo.-Testimonio de Lamenais.
El racionalismo procede del protestantismo.
-Identidad de su espíritu.

«El eclecticismo , que admite


una sustancia universal perpé-
tuamente modificada por la for-
ma , se reduce , como los otros
(sistemas racionalistas ) á la
divinizacion del hombre y á la
destruccion de la personalidad
de Dios." ( MONS. RENDU , Carta
al Rey de Prusia).

Seducido por el orgullo , concibe


el entendimiento complacido en su
propia virtud la idea de una ciencia
71

universal y perfecta creada exclusi-


vamente por su actividad , pero
capaz de satisfacerla plenamente ;
ciencia que abarque todas las co-
sas , que resuelva todos los proble-
mas , que explique los mas recón-

ditos arcanos de la naturaleza , y


enseñe al hombre á ser bueno y
sobre todo feliz . ¡Qué horizonte tan

vasto , tan inmenso para el hombre ,


cuya limitada inteligencia solo dis-
pone en cada uno de nosotros de

unos pocos años para investigar y


conocer la verdad ! ¡ Qué de miste-
rios tan profundos , ocultos debajo
de tantos velos y tan numerosos
para un espíritu débil , como es el

nuestro , unido al frágil barro que


lo oscurece y oprime ! i
Considerada la amplitud inmen-
-- 75-

sa y la misteriosa profundidad de
la ciencia , el espíritu humano tiene
necesidad de optar por uno de es-
tos dos extremos : ó reconocer su

limitacion y falibilidad esenciales ,

pidiendo humildemente á Dios el


auxilio de la fé que necesita la ra-

zon humana para ser iluminada


cuanto puede serlo en esta vida por

los resplandores de la verdad y del


bien ; ó atribuirse á sí mismo una

capacidad proporcionada al objeto


de la inteligencia , es decir , una

capacidad infinita que alcance á


penetrar y comprender el órden
universal de las cosas inteligibles en
su naturaleza y relaciones , sin ex-
eluir lo más recóndito y misterioso
de la esencia divina ni arcano algu-

no de la naturaleza y del hombre .


- 76-

Lo primero es propio de la humil-


dad cristiana que , como hemos
dicho , es la raíz de la virtud y de
la ciencia ; lo segundo es invencion
del orgullo, que aspira así á alimen-
tarnos con la loca ilusion de una

ciencia absoluta y perfecta alcanza-


da por nuestra propia razon sin
auxilio alguno divino , sino única-
mente en virtud de su luz soberana
é indefectible .

Aquí está , pues , el vicio esencial


de la filosofía racionalista , que con-

densa , por decirlo así , todo el or-


gullo de que es capaz el hombre
aleccionado por otro espíritu aun
mas soberbio que el nuestro , en un
solo pensamiento que seria incon-
cebible si no lo encontrásemos en
el fondo de todo sistema contrario
77 .-

á la fé. El cual consiste en el acto

que ejecuta la inteligencia bajo el


dominio de una voluntad deprava-
da y rebelde , por el cual se atribu-
ye á sí misma la virtud suprema y
absoluta de entender la verdad ,

virtud propia de la inteligencia di-


vina , del Verbo eterno de Dios .
Este acto de inconcebible orgullo

corresponde á la propension de
nuestra naturaleza viciada á ser

como dioses , á proclamar la sobe-


ranía de nuestra voluntad y de
nuestra razon , á conocer y poseer
la verdad como la entiende el mis-

mo Dios , engendrándola por nos-


otros mismos como una imágen ó

reflejo de nuestro sér , ó como una


luz que se enciende en la misma
luz de la razon , lumen de lumine.
78 . D

Para sondear este abismo de or-

gullo y de iniquidad que la filosofía


racionalista encubre con sus lison-

jas á nuestra pobre razon , convie-


ne reflexionar acerca del modo con

que Dios entiende la verdad , y del


modo con que la entiende el hom-
bre . Dios la conoce conociéndose

y viéndose á sí mismo , como rea-


lidad infinita y perfectísima , en-

gendrando así al Verbo eterno ,

qué es la palabra , el pensamiento


con que contempla eternamente su
1
adorable esencia , es su Hijo úni-
co , igual al Padre , esplendor de
su gloria y figura de su sustan-

cia , en quien está representado


todo lo que es y puede ser, y por
quien han sido hechas todas las

cosas con número , peso y medi-


79-

da. El Padre comunica á su propio

Hijo todo su sér divino , eterno é


infinito , y el Padre у el Hijo y el

Espíritu Santo , que procede de am-


bos , son tres personas distintas y
un solo Dios verdadero . Sin salir

de sí mismo , contemplando ab
æterno sus inefables perfecciones,
Dios conoce la verdad con un pen-

samiento que es Dios mismo , pen-

samiento engendrado por el Padre

de su propia sustancia , verdad


infalible y perfecta , no creada ni
hecha , sino consustancial al Padre ,
Dios de Dios , luz de luz , que todo
lo ilumina y vivifica , porque todas
las cosas tienen en Dios la razon
de su sér Ꭹ el principio de sus per-
fecciones .
de
Criado el hombre á imágen de
80

Dios , y reflejándose en ella el au-


gusto y adorable misterio de la
Santísima Trinidad , su inteligencia

finita engendra , por una manera


semejante á la de la generacion
eterna del Hijo de Dios , un verbo
finito como el hombre mismo , con
el cual conocemos las cosas visibles
é invisibles . Este verbo interior es

engendrado por nuestro entendi-


miento , el cual , antes de percibir
clara y distintamente sus objetos,
concibe y da en cierto modo á luz

´la idea que los representa á nues-


tro espíritu. Es , pues , el verbo
humano una imágen ó expresion de
la realidad de las cosas que enten-
demos , la cual deja ver al alma los

objetos representados como un es-


pejo fiel en que se pintan y ofrecen
- 81 --

á nuestros ojos las cosas visibles


del universo .
Veamos ahora el abismo que se-
para el verbo humano del Verbo
divino , la inteligencia criada de la
eterna . El Verbo divino es la imá-
gen adecuada y perfecta de la

esencia perfectísima de Dios , ó el


pensamiento divino entendiendo y
comprendiendo con una compren-
sion sin límites el piélago de sér y
de perfecciones infinitas de su ado-
rable esencia ; el verbo del espíritu
humano es una imágen ó expresion

muy imperfecta y débil de lo que


puede ser entendido , lo cual , de-
jando aparte á Dios , que es infinito
y por lo tanto incomprensible para
la naturaleza limitada de las inteli-

gencias criadas , ofrece á nuestra


EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD . 6
82 ―

razon un número sin número de


puntos oscuros , de cosas descono-

cidas y de arcanos inescrutables


que jamás penetrará la mirada del
hombre en las condiciones de la

vida presente . Aun en el estado de

beatitud sobrenatural y de intui-


cion clarísima de la divina esencia,
en que el hombre se convierte en

Dios por una manera semejante á


la del hierro que resplandece con
vivo esplendor en medio del fuego
que lo penetra y circunda por to-
das partes , el alma no podrá com-
prender á Dios , abismo infinito de

sér y de belleza inenarrable que


excede y excederá siempre infinita-
mente á la virtud intelectual de los

espíritus criados y mas del alma

humana , aun despues de ser trans-


- 83

formada por la mano poderosísima


del Señor con la luz clarísima de la

gloria:
Tambien se diferencia el Verbo
divino del humano en otra cosa
esencial. El Verbo divino , como

imágen perfecta y adecuada de la


sustancia del Padre , es la verdad
misma ideal y real , y la fuente y
ejemplar primitivo de toda verdad ,
cualquiera que sea , y por tanto el
modelo ú original perfectísimo de
las cosas criadas , y la luz que ilu-
mina á todo hombre que viene al
mundo . Decimos que es la verdad
infinita en el órden real , porque la

verdad es el sér , y la verdad infi-


nita , el sér infinito es Dios , es el

Verbo eterno que es Dios ( et Deus


erat Verbum ). La verdad en el ór-
-- 81

den ideal es el conocimiento fiel

y adecuado de la realidad : Dios ,

pues , conociéndose á sí mismo con


un acto simplicísimo , ve toda su
esencia , su realidad infinita , tal co-
mo es , como en un espejo clarísi-
mo y todo terso y puro en que cae
la imágen de alguna cosa ajustán-
dose á él de un modo maravillosa-

mente perfecto . Y no solo es el


Verbo divino la verdad por esencia
en el órden real é ideal , sino que

es tambien la fuente de toda ver-

dad y la luz de toda inteligencia .


La razon de esto es que toda cosa
criada tiene necesidad para existir
de ser antes concebida por la inte-

ligencia increada , en la cual están

representados eternamente los tipos


ó modelos de todo cuanto es y
85

puede ser. La verdad , el número y


concierto de las cosas criadas con-
sisten en hallarse conformes con los
designios divinos , los cuales son
tan eternos é inconmutables como
la misma inteligencia de Dios , que
clarísimamente las ve con solo con-

templar la innumerable variedad


de modos con que puede ser imita-
da su adorable esencia por séres
contingentes y finitos . Entre estos
el hombre , hecho á imágen y se-

mejanza del Criador , participa de


las perfecciones divinas en modo
mas excelente , pues ademas de
otras dotes recibidas del sumo Ha-
cedor , brilla en su mente un rayo

de la inteligencia divina , y lleva


en ella sellada la lumbre inefable
de la divina faz .
86

Siendo , pues , el Verbo divino la


verdad misma , la fuente de toda

realidad y de toda luz , distínguese


esencialmente del verbo intelectual

humano , que es luz participada ,


luz débil y muchas veces incierta y
vacilante , luz con que percibimos
la verdad que existe independien-
temente de nuestro espíritu sin que
nosotros podamos alterarla un pun-
to ; pues la verdad , la belleza , el

órden , todo lo que vemos y admi-


ramos en el universo , es como un

conjunto de notas armoniosas en


cuya formacion no ha tomado par-
te alguna el oido que las percibe .
En suma , el Verbo divino , dice
un ilustre filósofo de nuestros dias ,
es sustancial , increado , único , en

un todo semejante é igual al Pa-


- 87 -

dre , Dios de Dios , luz de luz ,


sabiduría de sabiduría , que com-

prende en sí mismo todo lo que


existe en la ciencia infinita que lo

engendra. Por el contrario , cl ver-


bo humano es creado , circunscrito ,
accidental , como quiera que pro-
cede de nuestra facultad de cono-

cer ; es tambien múltiple segun los


diversos actos intelectuales que in-

forman el espíritu , y no dimana de


luz y sabiduría actuales , sino posi-
bles , ni abraza todo lo que puede
saberse , sino de un modo abstrac-

to é indeterminado . ( Liberatore .
Della conoscenza intellettuale ) . No
hay , pues , términos de compara-
cion entre el pensamiento del hom-
bre y el de Dios , á no ser que se

quiera igualar el acto intelectual


89 -

de un dia , la luz que brilla un ins-


tante en medio de la oscuridad de

esta vida, á la generacion eterna del

Hijo de Dios vivo , á la luz que en-


gendra eternamente de su propia
sustancia el sol de verdad y de jus-
ticia que alumbra la eternidad .

Esta es sin embargo la aspira-


cion constante del racionalismo , que

se eleva á sí propio á la catego-


ría de ciencia y de verdad absolu-
ta : usurparle á Dios sus excelen-
cias incomunicables y atribuirlas al
hombre con sacrilega osadía ; ne-
gar la generacion eterna del Verbo

divino y colocar en el espíritu hu-


mano el principio de la verdad y
' de la sabiduría (1); despreciar la

(1) El tristemente célebre Laurent , profesor


-- 89 ---

palabra infalible del Hijo de Dios ,


que para redimirnos У enseñarnos

se hizo hombre y habitó entre los


hombres , y dar solamente crédito
á la palabra del hombre , á la cien-
cia У á la razon del hombre eman-

cipado de Dios , ó mejor dicho ,


divinizado locamente por el orgullo
racionalista . Tan cierto es que en
el fondo de los errores que cor-
rompen la ciencia , como en el de

los vicios que deshonran la huma-

de la Universidad de Bruselas , en su libro harto


leido por desgracia en España por jóvenes poco
preparados sin duda contra la seduccion del filo-
sofismo impío , no ha vacilado en sostener que
cada uno de los hombres es el mismo Verbo divino
encarnado , porque el Verbo ó el Hijo de Dios es
en su ciencia panteista la manifestacion de Dios en
el seno de cada criatura individual . ( Etudes , pá-
gina 405).
90 -

nidad , siempre se encuentra escon-


dida la soberbia.
La historia de las herejías y
de los sofismas de la incredulidad

muestra siempre á sus autores re-


cibiendo la misma inspiracion que

perdió á nuestros primeros padres


seducidos por el espíritu soberbio,
que al descender del cielo á donde
habia pensado igualarse con Dios ,
arrastró en su caida á todo el linaje
humano , víctima desde entónces de
la oscuridad y flaqueza que nos
acompañan á todos desde la cuna

hasta el sepulcro . Los nombres


mismos de herejía , cisma , protes-
tantismo , racionalismo , impiedad ,
expresan claramente los esfuerzos
de una razon altiva y enamorada de

sí propia para romper la unidad


--- 91

del dogma y de las creencias reve-


ladas por el Verbo y enseñadas con

infalible magisterio por la Iglesia .

Los herejes de los primeros siglos


negaron el dogma de la generacion
eterna del Hijo de Dios , y en lugar
de la enseñanza que predicó , die-
ron la suya propia , plagada de los
errores del filosofismo gentílico , lla-
mándose á sí mismos gnósticos ó

iluminados por la ciencia . Desde


entonces este ha sido el distintivo
constante de todas las herejías , pero

muy particularmente de la gran in-


surreccion del espíritu humano con-
tra la autoridad divina de la Iglesia .
El protestantismo ha sido inspi-
rado con mayor fuerza y malicia
que las demás herejías de que nos
habla la historia , por el espíritu de
92

orgullo y rebelion que las engendra


todas . Y en efecto , conmovida la
piedra en que está fundada la ver-
dad católica , destruido el dogma
tutelar de todos los dogmas , el que

solo puede afianzar en las almas la


unidad é integridad de la fé , que-
daria en el aire todo el edificio
del cristianismo . Lutero empezó
por atribuirse la autoridad de la

Iglesia de Dios y de su cabeza vi-


sible . Es sobremanera importante

recordar en qué términos ejercitó


este orgulloso heresiarca la autori-

dad que habia usurpado . « Lutero ,


(decia el abate Lamenais (1 ) antes

(1) ¿ Quién hubiera dicho á Lamenais que él


tambien caeria desde la cumbre del sacerdocio en
la cima de los delirios democráticos? Pero la Pro-
93

de ser precipitado por el orgullo en


los abismos que él mismo señaló en
tiempos mas dichosos) , « empezó
>>> atacando un punto poco impor-

>>>tante al parecer de la fé católica ,


>> sin conocer (tanta era la debili-

videncia divina reservaba al mundo esta nueva


leccion acerca de la necesidad en que está todo
hombre , por sábio que sea , de ser iluminado y
sostenido. ¡ Admirables juicios de Dios ! El mismo
Lamenais , antes de caer como el ángel rebelde ,
vidi Satanam fulgur de cœlo cadentem , expuso
admirablemente la causa de estos tremendos fenó-
menos morales : «Cuando el hombre ( decia en
sus reflexiones sobre la Imitacion de Jesucristo,
libro 3 , cap. 14) , lleva su orgullo hasta el extre-
mo de atribuirse los dones divinos , retirase Dios
de él, abandonándolo á su necio orgullo , realizán-
dose así aquella palabra que dice : Dios resiste á
los soberbios . Entonces se presencian con sorpresa
esas caidas terribles que consternan los ánimos , y
se ofrecen al mundo como espantosos ejemplos de
la justicia divina. »
94 -

» dad de su entendimiento ) el fuer-


>>te vínculo que mantiene unidas
>> las verdades del cristianismo ; mas
>>apenas desprendió un anillo de
>> esta preciosa cadena , toda ella se
» deshizo á sus ojos , y se le escapó
» de las manos . El error llamó al

>error , y la simple negacion de al-


»gunos dogmas conmovió por sí
>> sola el fundamento de todos los

>> demás . ¿ Sale acaso la tradicion al


>> encuentro de sus novedades ? Lu-

>> tero negará la tradicion . ¿Proscri-


>>be sus máximas la Iglesia ? Lutero
>
» negará la autoridad de la Iglesia ,
>> añadiendo que no admite mas re-
» gla de fé que la Escritura . Por
»último , viéndose condenado tam-"

>>bien por la Escritura , no vacila


>>en suprimir atrevidamente de en-
95

>>>tre los libros santos toda una

»epístola apostólica ( la de Santia-

» go ) . Y si se le pregunta por el
» derecho que tiene para sobrepo-
>> nerse á tantas autoridades , res-
» ponderá con arrogancia : « Yo,

>> Martin Lutero , así lo quiero , así


>> lo ordeno : mi voluntad haga las
» veces de la razon . » Ego , Marti-
»nus Luterus , sic volo , sic jubeo ,
> sit pro ratione voluntas . De este
»
>> modo se erigió á sí mismo no ya
>>tan solo en fundador y cabeza ,
>> sino en el dios mismo de la re-

»forma , como quiera que su vo→


>>luntad solo prevalecia contra la
» divina revelacion consignada en

>>un monumento auténtico y sa-


>> grado . >>
Pero la lógica le llevó forzosa-
96 -

mente á reconocer tambien en los

demás la autoridad que solo cor-


responde á la Iglesia de Dios y á
su cabeza visible : In his quæ sunt
fidei , decia , quemlibet christia-
num sibi Papam et Ecclessiam
esse , autorizando así á sus discípu-
los para decidir por sí mismos los

mas árduos puntos de la ciencia y.


de la doctrina revelada , y á negar
por consiguiente toda verdad defi-

nida ó enseñada por el magisterio


divino . Como era de temer , la
senda trazada por el orgulloso

maestro fué seguida hasta su últi-


mo punto , pues no hay verdad al-
guna que no haya sido negada por
tales sectarios : negóse en efecto la
autenticidad de algunos libros ca-

nónicos y la inspiracion divina de


- 97 .--

los otros; interpretáronse los textos


segun la idea preconcebida por los
nuevos doctores , y llegó el extra-

vío del espíritu privado al extremo


de reducir las narraciones y ense-
ñanzas divinas á simples fábulas ó
mitos en que han querido ver algu-
nos confirmada la sacrilega doctri-
na que destruye el concepto del
Verbo divino y atribuye á la huma-
nidad el sér y las perfecciones de
Dios , mirándola como única fuen-
te de verdad y de bien (1 ) .

(1) Este es el sacrilego pensamiento que se


propuso desarrollar Strauss en su vida de Jesús.
«Las propiedades y funciones , dice este perverso
escritor , atribuidas á Cristo por la Iglesia , son
contradictorias atribuidas á un individuo , á un
hombre-Dios , pero son armónicas atribuidas á la
especie humana. La humanidad es la reunion de
ambas naturalezas (la divina y la humana )….. Esta
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD . 7
- 98

Fruto del espíritu protestante es


la filosofía racionalista considerada

en sí misma y en sus aplicaciones


al órden moral de los individuos y
de los pueblos , ciencia puramente
profana , que se propone extinguir
por completo la luz de la revela-

misma humanidad es hija de una madre visible, la


naturaleza , y de un padre invisible , el espíritu.
Los milagros son obra suya ; es impecable ; solo
ella murió , resucitó y subió á los cielos . La fé en
este Cristo , particularmente en su resurreccion , es
lo único que justifica delante de Dios . » (Tom . 2,
disert. fin . ) Y como la humanidad está en cada
hombre , el que cree en sí mismo , ese será salvo ,
por mucho que peque. Esto recuerda el crede forti-
ter et pecca fortius de Lutero . ¡Qué moral ! Pero so-
bre todo ¡ qué orgullo ! ¡ qué delirios ! No necesitan
refutacion. Excusado es decir que á los ojos de
Strauss la historia de nuestro Señor Jesucristo,
que califica de mito , solo tiene realidad aplicada á
la humanidad , que fué la que hizo milagros , mu-
rió, resucitó y subió á los cielos , segun este falso y
orgulloso evangelista.
--- 99

cion y desterrar de la sociedad el

principio divino de la autoridad ,


poniendo en su lugar el ídolo de la
razon humana emancipada y re-
belde para recibir de sus lábios ,
como de un oráculo , la luz de la
verdad y la direccion que traza á
la humanidad para conducirla á sus
soñados destinos . « La filosofía , ha

dicho uno de los padres del racio-


nalismo contemporáneo en el éxta-
sis de su orgullo , es la luz de las
luces , la autoridad de las autorida-
des . >> << Complacida , dice en otro
lugar , en ver al pueblo , es decir ,
casi todo el linaje humano en los
brazos de la religion cristiana , la
filosofía se contenta con tender
una mano amiga al cristianismo
para ayudarle á levantarse á mayor
G 100 ―

altura » ( 1 ) . El orgullo solo , ciego

(1) El desdichado autor de estas palabras es


Mr. Cousin , de cuya conversion al catolicismo
se habló últimamente; pero el ilustre P. Ventura
ha deshecho esta ilusion en su obra póstuma La
filosofía cristiana. En el apéndice III del tomo 1.º
este sábio autor habla de la hipocresía y del or-
gullo de los racionalistas modernos y de la difi-
cultad de su conversion en los siguientes términos:
«Jamás se ha visto , al menos que yo sepa (dice
citando un pasaje análogo al que he copiado) , un
orgullo mas insolente y altivo , ni que haya produ-
cido mayor sinrazon y locura. El mismo Satanás
puede envidiarlo. El que intente convertir tales
entendimientos á la fé , de seguro pierde su aceite
y su trabajo. Mas fácil es convertir lo blanco en
negro , que lograr se vuelva cristiano uno de estos
farsantes. Ni uno solo de estos heresiarcas , de es-
tos jefes y fundadores de sectas nuevas , de estos
ardientes apóstoles y panegiristas de Satanás , se
convirtió en la vida. Y no es esto decir que su
conversion sea absolutamente imposible , porque
todo impio y todo pecador pueden convertirse ,
pero de hecho jamás se han verificado tales con-
versiones, y es probable que jamás se verificarán.»
101

y fuera de sí , ha podido concebir


y expresar la imágen que represen-
ta al hombre y á su ciencia dispen-
sando á la religion , hija de Dios ,
una mirada de proteccion que la
insulta mas sacrilegamente que to-
das las blasfemias de la impiedad .

Tal es el lenguaje de los falsos y


orgullosos filósofos que ponen su
razon , el verbo interior de su es-

píritu , en lugar del Verbo divino,


convirtiéndola en impúdica diosa á
que tributan la adoracion debida

únicamente á la majestad del Dios


vivo . «Reservado estaba al protes-

tantismo , dice un sábio y venera-


ble escritor moderno , crear una

filosofía completamente nueva , una


filosofía mas pagana todavía que la
antigua , pues conduce al hombre
102

á la adoracion de sí propio . En la
apoteosis de los gentiles el hombre
era adorado por sus semejantes ;

mas en la filosofía del yo no hay


necesidad de que el hombre salga
de sí mismo para hallar un Dios ,
habiendo llegado á decir de sí pro-
pio : Yo soy el que es . Sí , la filo-

sofía del yo es hija natural del


principio protestante de la sobera-
nía individual . » ( Mons . Rendu ,

carta al Rey de Prusia .)


Existe , pues , en la secta protes-
tante , lo mismo que en la filosofía
racionalista , un espíritu idéntico ,
un principio comun , cual es la so-
beranía de la razon privada . El
protestantismo es la filosofía racio-

nalista aplicada á las verdades de


la fé , y el racionalismo el espíritu
103 -

protestante aplicado á las verdades


del órden natural . « Gracias á Des-

cartes , decia un periódico de triste


celebridad , todos somos protestan-
tes en filosofía , así como , gracias á
Lutero , somos todos filósofos en

materia de religion . » « Así como el


protestantismo , » ha dicho el ilustre

P. Félix , « que es el racionalismo


de los teólogos , se encierra y hace
fuerte dentro del libre exámen , así

el racionalismo , que es el protes-


tantismo de los filósofos , busca su

fuerza y su único refugio en la fal-


sa idea de la soberanía de la ra-

zon . » La identidad del principio


es , pues , indudable : el libre exá-

men y la soberanía de la razon son


dos expresiones diferentes de una
misma cosa , del orgullo que erige
104

á la débil inteligencia humana un

trono independiente de toda au-


toridad , inclusa la autoridad de
Dios .
- 105 -

CAPÍTULO III .

Método de Descartes. -Disposicion de los áni-


mos que siguen este método , opuesta á la
humildad.-Ilusion de los filósofos alemanes,
hija del orgullo. - Loca presuncion con que
Kant aspiró á construir todo el sistema de la
ciencia sobre su propio pensamiento. - Doc-
trina de Fichte y Schelling , ó filosofía del
yo. - Idea de Hegel.- Los racionalistas mo-
derados. -Vanidad de sus proyectos. -Tres
grandes caidas del entendimiento humano
inspirado por el orgullo.
«El espiritu de la filosofía
cartesiana consiste en la duda
establecida como condicion pré-
via de la ciencia , y en la inde-
pendencia de la razon elevada á
la categoría de juez y regla de
la verdad objetiva.« (MATEO LI
BERATORE , Della conoscenza in-
tellettuale , 1. , 10.)

El grave error de las modernas

teorías filosóficas , el vicio que las


daña y corrompe en su mismo orí-
- 106 -

gen , es la loca presuncion que


muestran sus autores empezando
por separarse de las doctrinas re-

cibidas y rompiendo la tradicion


científica encargada de trasmitir
á generaciones dóciles y humildes
los tesoros del verdadero saber .

Descartes dió el ejemplo de esta


funesta separacion . Antes que este
filósofo sembrase su duda univer-
sal en el campo de la ciencia , la

filosofía , cultivada por espacio de


largos siglos por los mejores inge-
nios con que se honra el linage
humano , pero singularmente por
los doctores católicos , guiados y

sostenidos por la doble luz de la


razon Ꭹ de la fé , era una ciencia

verdadera , clara , perfecta cuanto


puede serlo en el estado presente
- 107 -->

del hombre ; dotes singulares que


asimismo adornaban á las otras

ciencias y disciplinas que reciben


de la filosofía sus principios y su
direccion . Descartes turbó á la in-

teligencia en la quieta y pacífica


posesion de la verdad ; pues califi
cando de falsas las doctrinas de las
escuelas , concibió el vano proyecto
de construir por sí mismo la ver-
y la ciencia desechando con la
dad У

sabiduría de los siglos hasta las


mismas luces de la naturaleza .
Descartes dudó de todo , menos de

sí mismo , y aconsejó á los demas


la duda como medio de llegar á la
certeza ; cuyo método unido á su
famoso principio de no admitir co-
mo verdadero sino lo que clara y

distintamente percibiera , indujo á


- 108

muchos á reputarse emancipados


de toda autoridad que no fuese su
propia razon . De aquí nació y na-
cerá perpétuamente la vanidad é
inconstancia de las doctrinas y sis-
temas , porque la razon es un

oráculo que en divorciándose de


los principios y verdades comunes
á todos los hombres , y de las en-
señanzas superiores del cielo , da
tantas y tan contrarias respuestas
como son los intereses y pasiones
de los que la consultan. De aquí
tambien esa propension à poner en
tela de juicio los principios mas
evidentes , las verdades mas subli-
mes , y hasta las nociones del buen

sentido que uno de los modernos


sofistas no ha temido calificar de

preocupacion primitiva de la natu-


- 109 →

raleza humana de que debe despo-

jarse el filósofo que aspira á la


ciencia de lo absoluto (1 ) . De aquí ,
en fin , la ciega confianza en el
propio juicio y la disposicion á no
admitir lo que es de suyo superior
á nuestra inteligencia ó se muestra
rodeado de los misterios que la ra-
zon del verdadero filósofo encuen-

tra á cada paso , aun en las cosas


mas sencillas del órden natural.

( 1) Á nías de las preocupaciones' facticias , >>


dice Schelling, uno de los principales maestros del
racionalismo contemporáneo, «las hay primordia-
les, puestas en el hombre no por la educacion, sino
por la naturaleza misma , las cuales son para to-
dos los hombres los principios del conocimiento;
mas para el pensador libre son un verdadero es-
collo. » Véase la Filosofía fundamental del insigne
Balmes , en que están citadas esas palabras con
que Schelling expresa el menosprecio que su or-
gullosa filosofía le inspira hácia la humanidad.
- 110 -

Cuánto diste esta disposicion

producida en los ánimos por el sis-


tema cartesiano de la que requiere
la verdad de la fé , y cuán grande
sea el peligro que corren las almas
cristianas en que penetra , por la
extremada confianza con que vi-
ven ,
ese espíritu de propio jui-
cio , no es difícil de comprender á
quien esté versado en la sana doc-
trina ó tenga noticia de los naufra-
gios que ha experimentado la razon
siguiendo el rumbo trazado por
los autores modernos . La fé pide al
hombre que cautive su entendi-

miento bajo el yugo de verdades


incomprensibles , que obedezca hu-
mildemente la voz que expresa la

verdad limpia de todo error , la


única enseñanza que da la salud y
111 -

la vida , y fuera de la cual todo es


confusion y tinieblas , vanidad y
afliccion de espíritu . ¿ Qué hay,
pues , de comun entre estas máxi-

mas de sumision y obediencia á la


autoridad de la palabra divina , y

la doctrina que aconseja al hombre


una duda universal como principio

de la sabiduría , que es lo mismo


que aconsejar al que desea conocer

la esencia de la luz que se rodee


de espesa sombra?

Pero donde el orgullo engendra-


do por la reforma de Descartes
ha impreso mas profundamente sus
huellas , es en los sistemas filosófi-
cos que aparecieron en Alemania á
fines del pasado siglo . « Si no me
engaño , dice hablando de ellos un

escritor francés , poco sospechoso


-- 112

por cierto , (Emilio Saisset , Ess .


de ph. rel. ) la filosofía alemana de
medio siglo á esta parte vive bajo
la grata influencia de una ilusion
que le representa como posible al
espíritu humano el conocimiento
universal y perfecto de todas las
cosas , ó sea la ciencia absoluta . »

Kant , que fué el fundador de esta

peregrina filosofía , en que se vé


castigado el orgullo del entendi-
miento con los absurdos mayores

que jamás se oyeron , empezó su


disolvente crítica preguntándose á

sí mismo si era posible al entendi-


miento conocer la verdad : pregun-

ta capaz de sorprender por sí sola


á la sana azon de toda persona

juiciosa para quien la certeza de


muchas verdades del órden físico
113

y moral es un estado natural y


un deber riguroso del hombre.
En lugar de ilustrar las verdades
naturales y como instintivas de que
la humanidad está en tranquila po-

sesion , el padre del racionalismo


aleman se esforzó en levantar toda
la fábrica de la ciencia sobre su

propio pensamiento , el cual no


era por cierto á sus ojos sino una
forma puramente espontánea y sub-
jetiva de la mente , destituida de

valor ó correspondencia positiva


fuera del espíritu que la conci-
be . Así á los ojos de Kant las
leyes de la naturaleza no son mas
que formas internas de la inteligen-
cia , que una filosofía errada , de
acuerdo con las ilusiones de la ra-

zon vulgar, hạ mirado como expre-


EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD. 8
114

sion fiel y positiva de los hechos


del órden físico (1 ) . Al modo que
Copérnico produjo una revolucion
en la ciencia de los astros , fijando
el sol en el centro de nuestro siste-

ma y haciendo girar en torno de él


á la tierra y á los demás cuerpos
celestes , Kant se complacia con la
idea de ser el Copérnico de la me-
tafisica , poniendo el pensamiento

(1) Despues de Kant se ha dicho por sus dis-


cipulos que las leyes del mundo físico son las
mismas de nuestro espíritu aunque objetivadas,
sobre cuyo extravagante delirio decia nuestro Bal-
mes : «Curioso seria ver indicada la ley de nues-
tro espíritu , que aplicada al mundo corpóreo se
convierte en atraccion universal , ejercida en ra-
zon directa de las masas é inversa del cuadrado
de las distancias ; á que se reducen las leyes de
afinidad cuando al dejar de ser objetivadas , que-
dan simplemente leyes de nuestra alma. » (Carta 9.ª
á un excéptico en materia de Religion).
- 115

humano en el centro y subordinán-


dole todas las cosas reales y posi-
bles En su crítica la ciencia no
está fundada en la realidad de las
cosas , antes por el contrario quiso

que la realidad se conformase y ca-


si se identificase con su razon , al

revés de la verdadera y modesta


doctrina que busca siempre el
principio de la verdad en la con-
formidad del órden ideal concebi-

do por el entendimiento con el


órden de realidades que tienen su
fundamento en Dios , cuya sɔbe-
rana inteligencia se refleja en el
hombre .

<< De esta concepcion à la de


Fichte , dice el mismo escritor an-
tes citado , no hay mas que un pa-
so. Si fuese cierto que las cosas no
-- 116

son mas que lo que el pensamien-

to las hace ,el pensamiento mis-


mo seria quien las constituyese y
crease dándoles el sér que tienen .
El yo mismo crea su propio sér
pensando en sí mismo , ó ponién-
dolo , segun la expresion del discí-
pulo de Kant . » En la teoría de
Fichte la realidad no solo está
subordinada al pensamiento , sino

que es el pensamiento mismo , es el


yo que se crea á sí propio , crea la
naturaleza (1 ) y hasta el mismo

(1) Un escritor católico ha llamadɔ ingeniosa-


mente á la filosofía alemana la patologia del espi-
ritu humano. Aplicada , añade , al estudio de la
naturaleza, muestra una ceguedad y un orgullo
inauditos. En alguno de sus libros el racionalista
aleman ha llamado á la naturaleza la inteligencia
petrificada , y á sí mismo la inteligencia viviente,
y sus relaciones con la naturaleza son en su idio-
- 117

Dios , segun la expresion del orgu-


lloso sofista (1) .
Otro filósofo de la misma escue-

la , víctima de igual ilusion , desen-


volvió el gérmen de la doctrina de
Fichte convirtiendo en universal el

yo individual de este filósofo : Ich


will mein selbst in ihrem Selbst

erweitern . La doctrina de Shelling


es conocida con el nombre de sis-
tema de la identidad universal ,

ma como de Criador á criatura . (Gratry , Con. de


l'ame).
(1) Refiérese de este sofista que un dia em-
pezó una de sus explicaciones en la cátedra que
ocupaba en la Universidad de Jena, diciendo á sus
discípulos: «Hoy, señores, vamos á crear á Dios. >>>
El consistorio protestante de Jena calificó juicio-
samente su doctrina de ateismo puro , y el desdi-
chado profesor , tan celebrado despues ¡ oh dolor!
por algun profesor español, fué expulsado de aque-
lla Universidad .
118 -

porque en ella se afirma que el ob-

jeto de la inteligencia y el sugeto


que lo conoce ( 1 ) , la naturaleza y

el espíritu humano , no son cosas:


sustancialmente distintas , sino ma-
nifestaciones diferentes de una mis-.

ma fuerza ó principio , conocido


con el nombre de absoluto . Este

principio es en la doctrina primiti-


va de Schelling la razon universal

y divina , impersonal é ignorada de


sí misma hasta que en la série de
su desarrollo necesario aparece el

hombre , á quien atribuye Sche-

(1 ) Esta identidad del pensamiento y del sér


ha sido profesada por todas las escuelas panteis-
tas. «El verdadero conocimiento , decia Plotino , es
aquel en que el objeto conocido es idéntico al su-
geto que le conoce. >»
- 119 --

lling la conciencia ó sentimiento de


Dios .

La razon humana , segun la doc-


trina de la identidad universal , es
la misma razon absoluta , una en su

principio , pero múltiple en cada


uno de los hombres en quienes se
manifiesta por modos diferentes ,

constituyendo el yo individual de
que tenemos respectivamente con-
ciencia .
En el fondo de esta doctrina en-
contramos el mismo pensamiento

que en la de Fichte : el yo como


principio de la filosofía . La razon
humana en los sistemas de uno y

de otro es el yo , única razon ver-

dadera , segun Fichte ; razon fuera


de la cual nada existe , porque ella

lo encierra todo y lo es todo , se→


-- 120

gun Schelling. Toda la doctrina


del primero se reduce á negar á
Dios y á divinizar al hombre ; la

del segundo á negar la persona del

Verbo y atribuir al hombre las


adorables perfecciones de esta per-

sona divina. Jamás , repetimos , se


levantó á mayor altura la soberbia
del espíritu , ni en castigo de tama-
ño sacrilegio cayó la razon humana
desde esa misma altura bajo el pe-
so de tamaños delirios en mas pro-
funda ni mas horrible sima.

Bajo este punto de vista Hegel


es lo mismo que Schelling y que
Fichte ,sus maestros , un espíritu
henchido de soberbia que se reputa

poseedor de la ciencia absoluta , en


la cual pretende haber compren-

dido todas las leyes y misterios del


- 121

órden real é intelectual, inclusos los


augustos arcanos de la fé . A sus

ojos la experiencia carece de valor ,


la razon sola es poderosa para co-
nocerlo todo con perfecta claridad ,
para deducir a priori el conoci-
miento de todo lo que existe y de
las leyes que lo rigen . Si alguna
vez el órden de la naturaleza , tal
como se ofrece á nuestra vista ,
contradice sus cálculos puramente

especulativos , él acusará á la natu-


raleza de torpe (1) y desmentirá el

(1) «En lugar de reconocer la impotencia de su


filosofía para explicar la naturaleza , Hegel acusa
á esta de impotente….. La vanidad de formas que
el vulgo admira en el universo, dice el mismo He-
gel, no es sino impotencia. La ciencia de este filó-
sofo no puede comprender las operaciones de la
naturaleza , porque estas no se conforman con su
idea.» (Wilm . T. IV, p. 270).
- 122 -

testimonio de los hechos en nom-

bre de su razon soberana ( 1) .

Hegel mira su idea , que es una


contradiccion reconocida por su

mismo autor , como el principio


único que explica y da razon de
todo lo que existe desde la materia
inerte hasta el mismo Dios , cuya

esencia cree percibir con perfecta


claridad , y cuyos atributos se ofre-
cen á su vista con la misma eviden-

cia que las propiedades de una


curva geométrica . La naturaleza ,

( 1) La naturaleza por su parte no respela-


ba mucho las ideas de Hegel , y así en el mismo
año en que este demostró a priori que entre Marte
y Júpiter no podia haber otro planeta , el célebre
astrónomo Piazzi descubrió á Céres , que tiene jus-
tamente su asiento donde, segun la demostracion
del atrevido sofista , no podia estar. ( Balmes, Car-
tas á un escep.)
- 123

la sociedad , la historia , las institu-

ciones , las ciencias y hasta la mis-


ma religion , todo lo quiere Hegel
subordinar á su flaca cuanto orgu-

llosa razon (1 ) , todo lo mira como


el desenvolvimiento fatal de su
idea. Los misterios de la fé son á

sus ojos símbolos solamente cuya


explicacion solo él ha podido reve-
lar . Cada revelacion de Hegel es
una blasfemia . Tocando , por ejem-

plo , con su lengua sacrilega el sa-


crosanto misterio de la Santísima
Trinidad , confunde al Padre con
la idea, y destruye la persona del
Hijo , y reduce el Espíritu Santo al
espíritu finito que nos anima .

(1 ) « Hegel , dice su admirador Link , citado


tambier por Balmes, se enojaba contra los que no
se decidian á admirarle. »
124-

La apoteosis del hombre , ó me-


jor dicho , la negacion del Dios
verdadero , que adora humildemen-
te el cristiano , y la divinizacion del
yo humano , á quien únicamente
rinde sus homenajes el impío , hẻ
aquí la última palabra de la filoso-
fía alemana y de toda ciencia ó
secta inspirada por el orgullo . La
quimera de una ciencia universal,
absoluta , sin misterios que humi-
llen la razon , en pos de la cual
corren en vano los que en la em-
briaguez de su orgullo se reputan
dioses , hé aquí la formula verdade-
ra del racionalismo .
Escritores hay ciertamente que
guiados tan solo , segun dicen , por
la luz de la razon , condenan tama-
ños delirios y proclaman algunas
125 -

verdades fundamentales del órden

moral é intelectual; pero , si bien se


mira , en aquella luz entra tambien ,
sin que tal vez lo adviertan , algu-

nos rayos de la ciencia y de la fé


católica que iluminan á muchos en-
tendimientos que no los perciben
directamente , como el sol ilumina
durante el crepúsculo los objetos á
donde ya no llega tampoco de un
modo directo su luz . Uno de los

filósofos á que nos referimos , es

Emilio Saisset , discípulo de Victor


Cousin , á quien debe Francia y
quizá tambien nuestra cara patria
el ambiente racionalista de mas allá

del Rhin que envenena su enseñan-


za, y lo que aun es mas triste, el

ánimo generoso de su juventud .


Aquel escritor confiesa en una obra
- 126 -

reciente, que estudiando de un mo-


do crítico los sistemas del panteis-

mo aleman , juzgábalos falsos y


contrarios al dogma de la divina

Providencia , que por un resto de la


sencillez de su edad primera , do-
minado por su educacion cristiana ,
consideraba como una especie de
condicion a priori impuesta por el
sentido comun á todo sistema filo-
sófico . Así reconocia este filósofo el

orígen cristiano de dicho dogma ,


y por consiguiente de las demás

verdades que el excepticismo ra-


cionalista no habia alcanzado á di-

sipar en su pobre alma .


La humildad cristiana falta des-
graciadamente á estas almas tan
ricamente dotadas por Dios ; pues
no se concibe de otro modo que
127 -

quieran hacer uso de su razon con


independencia de la autoridad di-
vina en materias religiosas , como

en otras cualesquiera , conservando


como conservan un vago recuerdo
confundido en sus almas con no sé

qué secreta intuicion de que la ver-


dad reside infaliblemente en las

que viven de la fé , y sintiendo en


sí mismas un movimiento indelibe-

rado hácia este divino polo del en-

tendimiento y del corazon . « En


otro tiempo , dice Emilio Saisset ,
se admiraba la fé de un San Ansel-

mo en busca de la inteligencia,
fides quærens intellectum; pero hoy
la inteligencia es la que busca á
la fé . »

En otro lugar de su libro reco-


noce este escritor la existencia de
-125 -

un misterio en cuyo exámen la ra-


zon se confunde y extravía , miste-
rio , añade , que deja de serlo para
las almas que oran . ¡ La oracion!
¡ ah ! ¿ no es por ventura la oracion
el triunfo de la humildad en la

ciencia lo mismo que en la con-


ducta de la vida? ¿No reconoce el
que ora la oscuridad de su enten-

dimiento y la flaqueza de su volun-


tad en el hecho de pedir el auxilio
que necesita al Padre de las luces
y Dios de las virtudes ? El raciona-

lista que llega á orar luego deja de


serlo , porque el orgullo es el alma

del racionalismo , y la oracion el


perfume delicado que exhala la
cándida flor de la humildad en el
corazon cristiano , donde única-
mente nace y se cultiva esta flor.
129 -

Es digno de notarse que en la


historia del racionalismo apenas se

registra uno que otro nombre de


estos moderados de la filosofía , cu-
yas doctrinas son una vana tentati-
va de conciliacion entre principios
contradictorios , como la autoridad
y el libre exámen , el racionalismo
y la fé , la verdad y el error . Ellos
entran á saco , como diria el señor
Donoso Cortés , la ciudad racióna-
lista y la ciudad católica , tomando
de la primera el espíritu de inde-
pendencia , que produce la anar-
quía , y de la segunda las verdades

y leyes morales , que unen en santa


concordia el entendimiento y el
corazon de los discípulos de Cristo ;
y luego elevados sobre el trono
que les levanta su soberbia , decla-
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD. 9
130 -

ran á los unos y á los otros fuera


de la ley , y les presentn como sím-
bolo de union y alianza lo que de
ellos han tomado para unirlo des-
pues violentamente en sacrilego
consorcio .
A muy pocos seducen , sin em-
bargo , estos prudentes segun la
carne , pues el católico , despre-
ciando con la ciencia que hincha
la deslumbradora elocuencia y to-
dos los artificios del talento , cono-
ce fácilmente entre los afectados

testimonios de respeto prestados


á la autoridad divina , el fuego de
la rebelion inspirado y nutrido por

el orgullo , contra la misma autori-

dad de Dios y de su Iglesia ; y el


sectario á su vez , si es consecuen-
te , rehusará someterse á la razon
131

de sus nuevos maestros en nombre

de la independencia de su razon
individual , único criterio de ver-

dad y única medida de honestidad


y de justicia , segun las doctrinas

mas o menos mitigadas del racio-


nalismo .
Para resumir en breves términos

lo dicho , observaré que las tres


grandes caidas que ha dado el en-

tendimiento humano , despues de


haber sido ilustrado por la sagrada
fé en el camino de la verdad , en
los tres últimos siglos , no son mas
que tres actos de orgullosa inde-
pendencia intelectual . Lutero , co-
mo vimos , fué el primero que ,
rompiendo el hilo de oro de la tra-
dicion y enseñanza católica , se su-
blevó contra la autoridad divina
132

confiada á la Iglesia por su autor


adorable , diciendo : « Tenemos en
la Sagrada Escritura el depósito de
la verdad divina , y en nuestra ra-
zon el medio de interpretarla que
Dios nos ha dado : ¿ para qué nece-
sitamos de otra luz ni autoridad? » —

No se detuvo aquí el movimiento


comunicado por el orgullo á los
discípulos del soberbio apóstata ,
antes corriendo de un escollo á
otro mayor , engendró al raciona-

lismo , que dice : « La razon es la


facultad que tenemos de conocer
las cosas divinas y las humanas , la
luz que nos da á conocer la verdad
y nos dirige por los caminos del

bien y de la dicha : ¿ qué necesidad


tenemos de otro criterio ni de otra

autoridad ni enseñanza ? -Ni paró


133 -

aquí el movimiento de las inte-

ligencias rebeladas contra Dios ,


siendo como era posible ir mas allá
por este camino de perdicion hasta
dar en lo mas profundo del abismo

á impulso de un vendabal de orgu-


llo todavía mayor que el que derri-

ba los ánimos en la herejía y en el


racionalismo moderado . No conten-

to , pues, el espíritu de independen-


.cia absoluta con haber inspirado
al hombre la negacion de la verdad
revelada , inspiróle tambien la ne-
gacion del mismo Dios , ó mejor di-
cho , le hizo creer que era verdade-
ro Dios, y por tanto que su razon no
solo era principio de conocimien-
to , sino tambien principio y fuente
de realidad , de bien y de belleza .
Este es el último término de la
134

emancipacion intelectual llevada á


cabo por el orgullo en los tiempos

modernos , el mismo término á que

conducen la emancipacion de la
voluntad en el órden moral y la

emancipacion de los actos exter-


nos en el órden civil . Y en llegan-
do á este punto el hombre no
adorará otra cosa mas que á sí

mismo , es decir , sus pasiones y


sus vicios , y el mundo habrá toca-.
do á su fin (1 ) . Un diluvio de fuego

(1 ) El racionalismo contemporáneo muestra


un signo característico del Anticristo , conviene á
saber , su ódio á Jesucristo nuestro Dios y Señor
y su orgullosa exaltacion sobre este mismo Dios ,
á quien pretende usurpar el honor y la gloria:
qui adversatur , et extollitur supra omne quod di-
citur Deus , aut quod colitur , ita ut in templo Dei
sedeat OSTENDENS SE TANQUAM SIT DEUS . (Ad . Tess.
II. 2 , 4) . Este es el gran misterio de iniquidad y
- 135

pondrá término en la tierra á ta-


maño extravío , como el otro dilu-
vio de que nos habla la Escritura
le puso á las generaciones sober-
bias que habian corrompido sus
caminos .

orgullo que están obrando á nuestros ojos los filó-


sofos racionalistas , que son otros tantos anticris-
tos : Nam mysterium jam operatur iniquitatis.
(Ibid. v. 7).
- 136 -

CAPÍTULO IV.

La fé en su relacion con la humildad . — Rela-


cion del entendimiento con la voluntad en to-
do acto de fé. - Necesidad moral de la fé.
-La fé es el legítimo y fecundo sacrificio
de la razon.- Fé natural У
y sobrenatural.-
La norma divina de la fé.-Unidad de los
entendimientos en el seno de la Iglesia.

Formad en vosotros mismos


el vacío de la humildad, y al
punto sereis ilustrados por la
luz de la fé. (AUGUSTO NICOLÁS) .

El principio de la ciencia y de la
virtud cristianas es la fé , y el ca-
rácter de la fé , el alma que la ins-

pira y anima es la humildad . Fé ,


humildad , sumision del entendi-
miento y del corazon , sacrificio de
la razon en aras de la verdad reve-
lada , son conceptos tan enlazados
- 137

entre sí , que todos ellos forman la


unidad de la vida cristiana , que es

juntamente intelectual y moral .


La fé es una manera de sumision

á la inteligencia que nos habla y


nos enseña alguna verdad . Si esta
inteligencia es el hombre , la fé que
nos inspira su palabra es propor-
cionada á la autoridad del que la

pronuncia , la cual depende de su


ciencia y de su virtud . Pero si Dios
se digna iluminar nuestro enten-
dimiento con sus comunicaciones

adorables , el entendimiento el
y
corazon se encuentran en presencia
de una autoridad infalible , ó sea de

una ciencia infinitamente perfecta ,


de una veracidad absoluta , de la
verdad misma que es Dios : Ego
sum veritas.
- 138

La fé , pues , en la verdad que


recibimos del testimonio , ó de la
autoridad divina ó humana , implica
el humilde conocimiento de nues-

tro propio espíritu , á cuyas solas


fuerzas confesamos no ser deudo-

res de la verdad recibida , y la idea


mas ó menos alta de la autoridad ,

que nos la comunica segun su res-


pectiva excelencia . Cuando la auto-
ridad es Dios , la fé se inclina ante
una luz suprema , indefectible , per-
fectísima , que penetra en lo mas
íntimo del alma para instruirla y
afirmarla en la verdad , purificán-
dola de todo error y depositando
en su seno los gérmenes preciosos
de la perfeccion y de la dicha .
Nótese bien la relacion del en-
tendimiento y de la voluntad , que
- 139 --

son las potencias espirituales de


nuestra alma , con las verdades de
la fé (1) . El entendimiento percibe
el objeto de la enseñanza divina y
los términos que lo expresan , pero

esta simple percepcion y conoci-


miento no constituyen la adhesion
del alma á la verdad revelada , ó la
creencia ; es preciso ademas para

(1) Fides est in intellectu tamquam in subjec-


to , cum objectum fidei sit verum ut tale : adeoque
credere est actu intellectus ut causæ elicientis . Fi-
des tamen est etiam in voluntate ut imperante .
Hinc . Aug. tract. 20 in Joan . « Credere nemo po-
test nisi volens » Ratio est quod in fide intellectus
non convincatur ad asentiendum per evidentiam
objecti : unde requiritur pia affectio voluntatis er-
ga primam veritatem ( Dens . De Fide , n . 10) .
Téngase presente que aun cuando las verdades
reveladas no sean evidentes , la verdad de su re-
velacion sí lo es para los humildes que la aman,
y su fé por lo tanto es muy razonable.
-- 140 -

que la fé nazca en el espíritu , que


este afirme la doctrina que se le
propone y enseña . Este asentimien-

to no nace del esplendor de la ver-


dad misma percibida , en el cual
consiste la evidencia , sino del res-
peto ó consideracion á la autoridad
que la dicta . Cuando esta autori-
dad es infalible , su testimonio es
recibido dócilmente por las perso-

nas que aman la verdad y siguen


fieles sus testimonios divinos ; pues

implicaria contradiccion reputar in-


falible y santa la autoridad que nos

habla y dudar * sin embargo de su


ciencia ó de su veracidad , recelan-
do ser precipitados en el error por
el que es Señor de las ciencias y

Dios de toda verdad y santidad .


Conviene añadir que esta sumi-
141

sion á la autoridad divina , en que

consiste la fé , no es solo un acto

aconsejado por la razon , sino ade-


más un deber riguroso de la
criatura racional , una virtud obli-

gatoria sin la que seria imposible


agradar á Dios por bellas que fue-

ran las otras virtudes que ofreciése-


mos ante sus ojos ( 1) . El hombre
no puede moralmente negar su
adhesion á las enseñanzas divinas ,

ni dejar de recibir con amoroso


rendimiento la luz que desciende
de lo alto á iluminar su espíritu y
su corazon . La adorable ciencia de
Dios seria indignamente menospre-
ciada por el hombre , si este la re-

( 1 ) Sine fide autem impossibile est placere


Deo (Ad Heb. XI , 6) . ´
142 -

putase defectible ; y la santidad


infinita seria tambien desconocida

y ultrajada en el momento de ad-


mitirse la posibilidad de una reve-
lacion contraria , aunque no fuese
mas que en una sola letra , á la
verdad de las cosas . Es , pues , im-

posible reconocer las divinas per-


fecciones y negar al mismo tiempo

la fé debida á la palabra de Dios ;

es imposible adorarle y no creer


en Él , amarle y no oir con adhe-
sion plena y dulce complacencia su
voz amorosa ; es imposible , en fin ,
servir y agradar á Dios , y al mismo
tiempo cerrar los ojos á la luz de

la verdad que nos envia , ó dudar


de la seguridad de su testimonio y
del santo é infalible carácter de su
enseñanza . Por esto la fé pertenece
143 --

á la esencia del culto como la pri-


mera de las virtudes teológicas y
la piedra fundamental de la virtud
y de la perfeccion cristiana .
Mirada así la fé como un deber

esencial de la criatura inteligen-


te , conforme con la naturaleza de
Dios , infinitamente sábio y veraz ,

y con la naturaleza del hombre ,


necesitado de luz y de verdad , cla-
ro es que su cumplimiento como el
de todos los deberes que forman
parte del órden moral , pende de
la libertad humana y puede ser por
consiguiente observado ó violado

por ella . Así el fiel que somete su


inteligencia á la regla de la verdad
católica , trazada por el mismo

Dios , es y se reputa libre en


su fidelidad á esta infalible regla.
!
144. -

Pues aunque la fé es un acto de la


inteligencia que se une y abraza á
la verdad revelada por Dios , esta
union depende de la fuerza ó vir-
tud de nuestra libre voluntad , bajo
cuya direccion y disciplina se en-
cuentran las demas facultades del

alma , inclusa la razon ( 1) . Una vo-


luntad dócil , pia , reverente , ami-
ga de la obediencia y dispuesta al
sacrificio , jamás resistirá los be-
llos movimientos del alma , que es
naturalmente cristiana , segun la

valiente expresion de Tertuliano ,


antes la juntará suave y eficazmen-
te á la verdad divina que se pone
delante de sus ojos como pidiendo

(1 ) En este sentido es muy cierto que todos


los grandes pensamientos nacen del corazon .
- 145

ser hospedada en ella para susten-


tarla y enriquecerla . La voluntad
se complacerá despues vivamente
en esta union , fuente viva de dulce
paz y descanso , y no trocará esta

certidumbre y fijeza por todas las


opiniones humanas , ni por los fu-
gaces y aparentes vislumbres de

confianza que suelen despedir los


sistemas separados de la verdad ca-
tólica .
No es difícil reconocer en esta

conducta del alma que libremente


asiente y se somete á la divina re-
velacion , el fondo de humildad y el

espíritu de sacrificio que la ilumi-


nan y fortalecen al mismo tiempo .
En ese asentimiento se encierra la

confesion implícita de la ciencia y


de la bondad de Dios , y de la limi-
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD . 10
146 -

tacion y oscuridad nativa del hom-


bre , el cual necesita de una luz

sobrenatural y revelada , no solo


para dirigirse al fin sobrenatural á
que ha sido llamado , mediante el

conocimiento de las verdades y


medios sobrenaturales que enseña
la fé , sino tambien para poseer con

toda perfeccion las verdades del


órden mismo de la naturaleza mo-

ral , las cuales no fueron nunca ni


pueden moralmente ser conocidas
sin el auxilio de la revelacion di-

vina con aquella universalidad y


pureza que las adornán en el seno
del catolicismo . Esa fiel adhesion
del entendimiento á la verdad de

la fé , procede , como hemos visto ,


de un acto libre del alma, que ofre-
ce á Dios al someterse á su adora-
-- 147 -

ble palabra lo mas precioso que


posee , su inteligencia y su albe-

drío ; pues en el punto mismo que


entiende que Dios ha hablado , se
reconoce obligada á escuchar y re-
cibir su inefable palabra con fé
pronta y humilde , renunciando á

su propio juicio é inmolando así li-


bremente su razon en obsequio de
la soberana ciencia é infinita san-
tidad de Dios (1) . Sacrificio gene-

roso y fecundo , en que el hombre


ofrece á su Criador la mas rica

( 1) Puede definirse la razon , segun el abate


Gratry, diciendo que es la fuerza que busca á Dios
por medio del sacrificio perpétuo de lo que no es
Dios. « La razon , añade en la página siguiente de
la misma obra , se eleva á Dios , y lo refiere todo
á Dios por medio de este sacrificio. » (De la Conoiss.
de l'ame, t. 1.º, cap. II , pág. 285) .
148 -

porcion de su naturaleza , recibién-


dola luego enriquecida y perfeccio-
nada con dones inestimables de

gracia y sabiduría celestiales de las


manos mismas de Aquel que jamás
deja sin recompensa la ofrenda del

humilde. Porque ¿ quién sino la hu-


mildad hace este bello sacrificio de

la razon en obsequio de la autori-


dad divina , cuya excelencia adora-
ble reconoce y ama en el acto

mismo de considerar su propia im-


perfeccion y dependencia ? ¿ quién
sino el espíritu de humildad , al
punto que la palabra revelada llega
á los oidos del fiel , inclina su fren-

te con amor y reverencia , impo-


niendo silencio á sus pensamientos
y discursos para que la verdad di-

vina penetre todo su espíritu y lo


- 149-

encienda y vivifique plenamente


con la lumbre de la fé?

Esta virtud puede ser natural ó


sobrenatural .La simple adhesion
del alma á las verdades reveladas

por Dios , nacida de la seguridad


racional que inspira á todo enten-
dimiento recto su inefable palabra ,

es una fé natural y filosófica á que


no puede moralmente resistir nin-
guna criatura que ame la verdad y
que la busque sinceramente exami-
nando las pruebas del cristianis-
mo , ó sea el hecho indudable de
haber comunicado Dios al hombre

los dogmas y verdades morales que


forman el rico depósito de la re-
velacion. De esta fé á la cristiana

hay sin embargo la distancia que


media entre el cielo y la tierra , la
150

naturaleza Ꭹ la gracia , Dios y el

hombre . La verdadera fé , la virtud


que lleva este nombre en el Cate-

cismo , es un don sobrenatural y


gratuito añadido á nuestra natura-
leza , á la que transforma y diviniza
cuando es viva la fé y obra lo que
enseña , hasta el punto de hacerla
partícipe y consorte de la misma
naturaleza inefable de Dios . (2 Petr.
1. 2).

Ya hemos visto que la voluntad


y la razon toman parte en los actos
de sumision á la autoridad divina ,
la primera determinando el asenti-
miento formal que exige de nos-
otros la palabra que sale de los
divinos lábios , y la segunda procla-

mando con perfecta certidumbre y


bajo la influencia de un corazon
- 151 -

humilde y sencillo que los testimo-


nios divinos son un manantial purí-
simo y fecundísimo de verdad y de
sabiduría . Ahora , Dios ha querido

en su infinita bondad y amor al


hombre , elevar á la categoría de fé
sobrenatural y divina la legítima
y necesaria adhesion del entendi-
miento á la verdad revelada , con

la piadosísima mira de premiar lue-


go esa fé , tan agradable á sus ojos
con un galardon que ni ojo vió , ni
oido oyó , ni caber pudo jamás en
ningun entendimiento criado (1) . Y
á fin de poner por obra tan amoro-
so designio , Dios determinó mo-

ver con el suave impulso de su

(1) Quod oculus non vidit , nec auris audivil,


nec in cor hominis ascendit , quæ præparabit Deus
iis, qui diligunt illum. (I. Cor. II, 9).
- 152

gracia el corazon del hombre , y


enviar una luz soberana á su inteli-

gencia, para que recibiesen la ver-


dad descendida de arriba y se
uniesen á ella con inmóvil certeza
como á áncora de salud , y como á
testimonio , oscuro á veces pero

siempre infalible, de los bienes de


la otra vida, los cuales aventajan en
excelencia y belleza á cuanto puede

concebir y esperar el anhelo de fe-


licidad que ocupa al corazon hu-
mano . Esta es la luz y la fuerza
que Dios comunica á las almas hu-
mildes , que conocen la oscuridad
de su entendimiento y la flaqueza y
torcida inclinacion de su albedrío ;

esta es la luz y la fuerza que ven-


cen la repugnancia de los sentidos
al órden de las cosas espirituales é
- 153 -

invisibles , y las tentaciones del or-


gullo , que no quisiera confesarse
deudor de luz ni de amor ni de di-

cha sino á la simple razon y á las


solas fuerzas de la voluntad huma-

na ; esa es la fuerza que abate y


humilla ante la sabiduría revelada á
los cedros mas altos del mundo in-

telectual , y la luz que desciende


desde la excelsitud de la esencia
divina sobre los valles escondidos

que jamás vieron los rayos de la


humana ciencia ; esa es la luz que

hace inteligibles los misterios mas


profundos , y la fuerza que nos eleva
y sostiene sobre el nivel de la na-
turaleza , y hace que vivamos por
medio de la fé en una atmósfera de

amor y de virtud y perfeccion so-


brehumana; esa es la luz que trans-
151

forma en ciencia de vida eterna la

ignorancia de los humildes , y á cu-


yo lado no es mas que vanidad Ꭹ

afliccion de espíritu la ciencia de los


soberbios; esa es , en fin , la fuerza
que agita al mundo , traslada las

montañas , convierte el corazon y


la vida, y sostiene al hombre en los

trabajos y tribulaciones que cual


corona de dolorosas espinas le cir-
cundan .

El divino autor y consumador de


la fé , Cristo Jesús , modelo adora-

ble de humildad y tesoro infinito


de ciencia , de sabiduría , de amor
y de todas las virtudes y gracias
del Espíritu Santo , despues de ha-
ber enseñado la doctrina de salud
que humildemente atribuia á su

eterno Padre , diciendo : Mi doctri-


- 155 -

na no es mia sino de Aquel que me


ha enviado (Joan . VII , 16 ) ; des-
pues de haber prometido á sus dis-
cípulos que estaria con ellos hasta
la consumacion de los siglos comu-
nicándoles su propio espíritu como
á miembros vivos de su cuerpo

místico (1 ) , queriendo que su pala-


bra durase hasta el fin inalterable
y perfecta en medio de la variedad
de sucesos y de las innumerables
escuelas , fundadas por los que solo

aman la gloria que da el mundo


sin cuidar de la de Dios , estable-
ció una sociedad de fieles que re-
cibiesen sus leyes y doctrinas , y

(1) Háganse ( los fieles ) cuerpo de Cristo , si


quieren vivir del espíritu de Cristo. Del espíritu
de Cristo no vive sino el cuerpo de Cristo (San
Agustin Hom . Trac. 76 , in Joan) .
156

confió su direccion espiritual y

moral á los pastores y maestros de


la vida cristiana , singularmente al

Romano Pontífice , cabeza visible
de la Iglesia , como representante
del mismo Jesucristo que es su ca-

beza invisible , cuya suprema auto-


ridad ejerce sobre la tierra . De
este modo se habian de conservar
entre los hombres durante una sé-

rie no interrumpida de siglos , cuyo


fin es la eternidad misma , la ense-
ñanza del divino Maestro en la uni-

dad de la fé por la sumision de


todas las almas cristianas á una voz
suprema é infalible , la del Vicario

de Dios , oráculo de la verdad , in-


térprete seguro y perpétuo de la
revelacion divina , en el cual reside
la plenitud del sacerdocio y de la
157 -

potestad para santificar las almas y


dirigirlas á su dichoso término .
Maravilla de diez y nueve siglos

que han visto pasar á innumerables


millones de almas oyendo de unos
mismos lábios una creencia y una

ley santas é inmutables , ante las


cuales lo mismo se humillan la in-

teligencia y el saber de un San


Agustin ó de un Fenelon , que una

simple mujer ó un niño que solo


conocen los rudimentos de la fé.

Esta grandiosa unidad de los en-


tendimientos que obedecen á la au-
toridad de Dios y de su Iglesia ,
imágen de la verdad misma una é
inmutable , deja ver entre los ra-
diantes caractéres de su belleza

aquel aire de sencillez , de humil-


dad y de inocente candor que
- 158

acompañan á todas las cosas ver-


daderamente grandes y divinas . La
piedra de la fé , que es Jesucristo,
fundamento eterno de las virtudes

que solo en la Iglesia se cultivan y


florecen , y de todas las verdades
que atesora el catolicismo , está á

su vez fundada para nosotros en la


virtud de la humildad , que aniquila

en el hombre con el fuego del sa-


crificio las vehementes sugestiones

de la carne , y limpia y purifica el


corazon y el espíritu en donde se
enciende la lumbre de la fé y de la

caridad y amor de Dios . Así que


todos los ánimos divididos entre sí

por haberse separado de la unidad


católica , en lugar de oir con doci-
lidad la voz de la Iglesia docente ,

única depositaria y maestra de la


- 159

verdad religiosa , oyen y siguen á


su propia razon , buscándose á sí
mismos como centros de verdad y

principio de sabiduría (1 ) , y hu-


yendo del verdadero centro que es
Dios , á quien buscan las almas hu-
mildes . Estas entran en la Iglesia
inclinándose ante el Santo de los
Santos y anonadándose á sus pro-

pios ojos para contemplar mejor


las cosas divinas y recibir las luces
de lo alto ; al revés de aquellas
otras que salen del santuario cató-

lico estimuladas por la sensualidad


y el orgullo , negando á Dios el ho-

(1) Relicto conmuni principio sibi ipsi fieri


atque esse principium (San Agustin ) : tal es la
verdadera fórmula de la independencia ó sobera-
nía absoluta de la razon que forma la esencia y el
orgullo del racionalismo.
- 160

menaje de su entendimiento y de
su corazon, para gozar en la estéril
contemplacion de su razon ó en los

placeres de la carne la mezquina


satisfaccion de su orgullo y de sus

apetitos .
161 -

CAPÍTULO V.

Verdades naturales y sobrenaturales de la fé.


-Unas y otras son patrimonio de todos los
entendimientos , merced á la enseñanza cató-
lica.-Excelencia del Catecismo. - Armonía
de la razon y de la fé.-Unidad de la cien-
cia católica. - Su restauracion en nuestros
dias.
Scientia Christi non scientiam
humanam destruit sed illuminat.
(SANTO TOMÁS DE AQUINO).
La influencia constante de la
Iglesia en los entendimientos
solo puede ser puesta en duda
por la ignorancia ó la mala fé.
El amor de la Iglesia á la cien-
cia es una verdad evidentísima.
Jamás ha olvidado ni podido
olvidar que la luz propia del
hombre en esta vida y la luz de
la eternidad proceden del mis-
mo principio. ( V. DECHAMPS, Le
Christ et les Antechrists).

Dos clases de verdades comuni-

ca Dios al hombre que humilde-


mente se somete á su autoridad
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD. 11
162

infalible : unas que forman parte


del órden natural , y otras sobrena-
turales y misteriosas , que exceden
la capacidad de nuestro entendi-
miento .

Las verdades naturales que la fé


nos enseña se refieren á los objetos
mas sublimes del pensamiento hu-
mano , y al órden de honestidad y

perfeccion moral á que estamos


llamados en este mundo . La exis-

tencia y los atributos de Dios , la


creacion Ꭹ el órden que resplande-

ce en las cosas creadas , la espiri-


tualidad é inmortalidad del alma

humana , la realidad de la ley natu-


ral , imágen de la eterna , los de-
beres del culto , la necesidad del
sacrificio , la virtud purificadora del
arrepentimiento y otras verdades
-163

del órden moral y metafísico enla-


zadas con estas , son , gracias á la
revelacion divina , el patrimonio de
todos los entendimientos y la regla

de los afectos y operaciones de to-


dos los hombres .

Es seguro que sin este don divi-

no de la fé , que solo los humildes


reciben dignamente , tales verdades
no brillarian con el esplendor que

las adorna aun á los ojos de las

personas menos instruidas ; pues es


constante que allí donde la Iglesia
de Cristo no fué ni aun hoy es co-
nocida , el estudio del órden moral
solo era ocupacion de filósofos , los
cuales solian desvanecerse en sus

pensamientos y caer en grandes


delirios cuando mas presumian de

sábios . Pero despues que el cristia-


164 -

nismo enseñó la ciencia que en

vano buscaban los filósofos , fundá-


ronse por todas partes y para todos
cátedras de la mas sublime sabidu-
ría, á las cuales fueron llamados los

pequeños y los grandes que se ha-


cen pequeños á sí mismos por su
humildad (sicut modo geniti infan-

tes. I. Pet . 2 , 2) , y buscan y se


acercan á Dios con la esperanza
cierta de ser instruidos . En estas

escuelas divinas , que hubiera ad-


mirado profundamente el génio de
Platon , solo se exige al discípulo
para llenar su entendimiento de al-
tísimas verdades filosóficas sin som-

bra ninguna de error , y para nutrir


su corazon con nobilísimos afectos ,
humilde sumision á la autoridad

que le habla en nombre de Dios ,


- 165 -

una fé viva , dócil , dispuesta para


dejarse penetrar de la suave uncion
que derrama en las almas con los
gérmenes de las virtudes la doctri-
na católica . Entre los medios usa-

dos en estas magníficas escuelas de


la sola ciencia que se difunde y co-
munica por amor , ocupa un rango
eminente el Catecismo que la Igle-
sia pone en manos de la infancia,

acerca del cual voy á copiar el


bello elogio que la consideracion de
tan admirable librito inspiró á un
filósofo racionalista , dotado de un

alma noble y en un principio cris-


tiana , educado bajo el techo hospi-
talario de la religion que le recibió
al nacer. « Hay un librito , dice
Jouffroy (1 ) , que se pone en manos
(1) Este filósofo fué educado en el seno de la
166

de los niños y sobre el cual se les

Iglesia , pero la curiosidad y el orgullo le alejaron


de ella dolorosamente , si bien se cree que en los
últimos dias de su vida la religion recobró en su
alma su dulcísimo imperio. Él mismo ha descrito
con vivos colores su terrible transicion de la fé á
la incredulidad. Hé aquí cómo da cuenta del bien
que abandonó y del terrible estado á que fué con-
ducido : «Tranquilo , decía , acerca del camino que
debia seguir sobre la tierra , tranquilo tambien
acerca de su dichoso término en la otra vida; com-
prendiendo la vida en sus dos fases , unidas entre-
sí por la muerte ; conociendo los designios de Dios
en órden á mi conducta y amándole por la bondad
que revelaban estos designios , vivia feliz con aque-
lla felicidad que produce la fé viva y cierta en
una doctrina que resuelve todas las grandes cues-
tiones que pueden interesar al hombre » Refiere
despues que en el seno mismo de la religion que
le habia recibido al nacer, y á cuya sombra bien-
hechora habian corrido los años de su juventud,
oyó el viento de la duda y no pudo contener su
curiosidad (¡ fatal curiosidad que perdió á nues-
tros primeros padres y despues ha perdido á tan-
tos!) en órden á las objeciones que habia sembrado
el génio de dos siglos de excepticismo como polvo
167 -

pregunta en la Iglesia : leed este


pequeño libro que se llama Catecis-

en la atmósfera que respiraba ; y por último , al


descubrir en el fondo de su alma , las espantosas
ruinas en que se habian trocado sus creencias,
dice así : « Momento espantoso fué aquel para mí,
cuando recostado en la cama á la hora de la ma-
drugada parecióme ver extinguida mi vida pri-
mera , tan risueña antes y tan contenta en medio
de la plenitud de los dones recibidos , y presen-
tarse ante mis ojos otra vida sombría y solitaria,
en donde habia de hallarme en adelante aislado ,
solo con el fatal pensamiento que estaba tentado
a maldecir por haberme desterrado de aquellas
delicias. Los dias siguientes á este descubrimiento
fueron los mas tristes de mi vida . Contar los an-
gustiosos movimientos que me agitaban seria una
tarea pesada por lo larga . Aunque mi razon mi-
raba su obra con ORGULLO , mi alma no podia
habituarse á un estado tan poco conforme á la de-
bilidad humana...» Nada debo añadir : la elo-
cuencia de este triste ejemplo es mil veces mas
persuasiva que pudieran serlo mis palabras. Solo
el conocimiento de nuestra debilidad y la consi-
guiente invocacion del auxilio divino puede sal-
varnos del peligro de imitarlo .
- 168

mo , y en él hallareis la solucion de

todas las cuestiones que acabo de


proponer : de todas sin excepcion.
Preguntad al católico cuál es el orí-
gen de nuestra especie, ó cuál es el

término á que se dirige y el cami-


no que conduce á él , y vereis qué
bien conoce todas estas cosas . Pre-

guntad á ese pobre niño quién vela


por su vida , para qué está en el
mundo , y lo que será de él luego

que muera , y os dará una respues-


ta sublime, que no porque no com-
prenda bien será menos admirable .

Preguntadle cómo y para qué fin


ha sido criado el universo ; por

qué causa crió Dios las plantas y


los animales ; de qué modo se fué
poblando la tierra ; si hubo en un
principio una ó muchas familias:
- 169 -

interrogadle acerca de la causa de


la inmensa variedad de idiomas

que hablan los hombres , ó por la


causa de sus sufrimientos y disen-
siones mútuas , y sobre el fin en
que todas las cosas de este mundo

han de parar , y tambien vereis que


nada ignora sobre todas estas ma-
terias . Orígen del mundo , orígen
de la especie , cuestion sobre las
razas , destino del hombre en esta

vida y en la otra , relaciones del


hombre con Dios , deberes del
hombre con sus semejantes , dere-
chos del hombre sobre la creacion ,

todo lo sabe ; y cuando llegue á ser


grande, tampoco tendrá duda algu-
na sobre el derecho natural , políti-
co y de gentes , porque todo esto
procede claramente y como por sí
- 170 -

mismo de la religion cristiana . »


Los filósofos que acusan de inútil
á la divina revelacion en órden á
las verdades que naturalmente pue-
de el hombre conocer , no advier-
ten que si en un momento dado se
extinguiera en el mundo la luz so-

brenatural que le ilumina , serian


innumerables las almas que caerian

sepultadas en la oscuridad de la ig-


norancia. El niño , la mujer , las
personas dedicadas al trabajo ma-
terial , los que viven en lugares no
civilizados todavía por la Iglesia , á
los cuales llega sin embargo su voz

por medio del misionero católico ,


todos estos , abandonados á sí mis-
mos á merced de sus pasiones y

bajo la influencia de falsas doctri-


nas ó de creencias fabulosas Ꭹ ab-
171

surdas , yacerian de hecho en las


tinieblas del error y del mal , pues

la experiencia muestra harto clara-

mente lo que suele ser el hombre


donde no penetra el principio vivi-
ficante de la verdadera religion .
Todas esas almas nutridas en la en-

señanza de la verdad divina por


la Iglesia católica , única sociedad
que á imitacion de su divino Fun-

dador evangeliza á los pobres y


predica la humildad como virtud
del cielo y condicion precisa del
perfeccionamiento intelectual y mo-
ral del hombre , no conocen la
hinchada ciencia de los filósofos ,
pero en cambio creen las verdades

que esta ciencia puede alcanzar , y


su sencilla creencia alimenta su ra-

zon y vivifica su espíritu , dirigien-


-172-

do sus miradas y su amor hácia un


órden de cosas invisible , infinita-
mente superior en duracion , en
belleza , en verdad y santidad al
que tienen delante de los ojos.
¿Qué importa á las almas senci-
llas , enriquecidas por la fé cristia-
na con todas las verdades morales

que la filosofía se precia de probar


con sus discursos , el no conocerlas
como las conocen los filósofos?

¿Es por esto menos perfecta su


certidumbre ? ¿Es menos espléndida

la luz que las enseña y guia? Des-


deñe el racionalismo , si puede ,
esta sabiduría que la humildad es-
conde y atesora en las almas fieles
que no saben dudar de las verda-
des reveladas por Dios y propues-
tas por la Iglesia , ni tienen idea de
- 173 ―

los extravíos del espíritu humano


cuando se halla abandonado en ma-

nos de su consejo ; el recto juicio


de toda inteligencia sana y pensa-
dora la mirará siempre con amor
y con embeleso , viendo en ella cla-
ramente la flor de cuanto el hombre

puede alcanzar en esta vida en ór-


den á sus mas nobles destinos .
Los mismos filósofos que cono-
cen las verdades naturales del ór-

den moral y metafísico mediante el


uso legítimo de la razon , deben re-
cibirlas tambien humildemente de
la fé , que las enseña de un modo
infalible sin la mas leve sombra de

error . Entre la creencia religiosa


en las verdades católicas que na-

turalmente podemos alcanzar , y


el conocimiento filosófico de estas
174 -

mismas verdades, no existe oposi-


cion alguna , sino una conformidad..

admirable , la misma que reina en-


tre la fé y la razon , la luz intelec-

tual y la revelada , la naturaleza y


la gracia : todas estas cosas proce-
den de Dios , fuente viva y perpé-
tua del órden que brilla en todas
las cosas , pero muy particularmen-
te en la inteligencia y en el corazon
del hombre , regidos por la verdad .
divina . El mismo Verbo , por quien
han sido hechas todas las cosas ,

ilumina á todos los hombres que


vienen al mundo , ya por medio
del esplendor de sus propias obras ,
ya por medio de su adorable pala-
bra . Y así, no habiendo ni pudiendo
haber contradiccion alguna entre

rayos distintos que proceden del


- 175 -

mismo sol de verdad y de justicia ,


procuremos ver y seguir la verdad

que unos y otros hacen inteligible


á nuestros ojos .
Los filósofos cristianos , desde
los Santos Padres hasta los sábios

y piadosos maestros que consa-


gran en nuestros dias largas y pe-
nosas vigilias á restaurar su admi-
rable ciencia , desconocida por la

presumida ignorancia del siglo ,


siempre tenian la vista fija en los
divinos testimonios y el espíritu in-
clinado ante su autoridad adora-

ble. No temian por cierto que su


inteligencia se disminuyese en pre-
sencia de la verdad de la fé , antes ,
fundándose en su infalible certeza ,
remontaban el vuelo á las mas ele-

vadas regiones de la ciencia , con


- 176 ―

aquella confianza legítima y fecun-


da que inspira una autoridad que
no puede engañarse ni engañarnos .
Así en sus obras se echa de ver una
vasta unidad de doctrina en medio
de las diferencias accidentales que

determinan el génio de cada uno y


la escuela á que pertenece , pare-

ciéndose , segun la bella expresion


de Balmes , á otros tantos cuerpos

celestes que giran con majestuosa


armonía al rededor de la estrella

fija de la verdad .
Tambien se echa de ver en las
doctrinas de la filosofía cultivada
por la vigorosa razon de los humil-

des discípulos de la cruz , hijos

fieles y amados de la Iglesia , el


hilo precioso de la tradicion , que
en las ciencias , lo mismo que en
177 -

las artes , es condicion precisa y


uniforme del progreso intelectual .
Fuera de las escuelas católicas es-

ta continuidad se vé interrumpida

siempre que un nuevo pensador ,


enamorado de su razon , acomete la
empresa de crear por sí mismo ,
sobre las ruinas de agenas teorías ,
la ciencia del hombre , de Dios ,
del universo , de todo lo que el en-
tendimiento puede saber y aun de
lo que excede los límites de su ca-

pacidad (1). Pero en la tradicion

(1) Uno de los mas horribles espectáculos que


ofrece la edad moderna , inspirada por su propio
espíritu , es la incredulidad de no pocos jóvenes.
El ilustre Sacerdote antes citado , refiriéndose al
conocimiento que se hace con algunos de ellos en
el tribunal de la penitencia , además del qué se
adquiere en el trato comun , los describe en estos
términos : «Apenas cuenta (el jóven racionalista)
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD. 12
178

de la verdadera doctrina el espíritu


humano aprende humildemente co-
mo discípulo lo que tal vez ha de

enseñar despues , y persuadido de


que diez y ocho siglos en que la

razon del hombre ha estado ejerci-


tando su actividad á la luz de la fé
y bajo las piadosas miradas y efi-

caz proteccion de la Iglesia , colum-


na y firmamento de la verdad , han
de haber sido mas fecundos en fru-

tos de verdadera ciencia , que la

una veintena de años , cuando ya declara sin re-


bozo que no es católico ni cristiano, que ni siquic-
ra cree en Dios .... : padres , maestros , Iglesia ,
tradicion , autoridad de los sábios y de los siglos,
todo esto carece de valor á sus ojos , todo esto le
parece mentira, candidez, hipocresía, supersticion,
tinieblas : él solo sabe lo que debe pensarse sobre
todas las cosas , y este pensamiento es su única
regla. » (De la Connais . de l'ame, t. 2, cap. 1) .
- 179

propia razon aislada puede serlo en

unos pocos instantes de vida , lejos


de divorciar su ánimo de la sabidu-

ría de los siglos y del respetable


magisterio de los doctores católi-

cos, que son los preciosos anillos


de esta áurea cadena , se complace

en recoger en su ánimo los rayos


espléndidos de la verdadera cien-
cia. Reunirlos todos como en un

foco de luz divina , es la sublime

tarea de los que buscan el reino de


la verdad , que es Dios mismo , cu-
yo amor está de tal modo enlazado
con la humildad del corazon , que

su grado mas perfecto en esta vida


lleva consigo el desprecio de uno
mismo (amor Dei usque ad con-
temptum sui ) ; al contrario del

amor de sí propio que inspira al


- 180 -

hombre el orgullo , cuyo último


término es el desprecio de Dios:
Impius cum in profundum venerit
spernit (Prov. 18 , 3) .
La nobilísima mision de restau-

rar y proseguir la filosofía de los

Padres y Doctores católicos , sin-


gularmente de Santo Tomás de
Aquino , ha sido y continúa siendo

religiosamente cumplida por gran-


des y piadosos pensadores , tales
como Balmes , Liberatore , Lupus,
Kleutger, cuyos ilustres nombres ci-

tamos especialmente , porque traen


á la memoria los esfuerzos que se

hacen en nuestros tiempos con tan


elevada idea en España , Bélgica,
Italia y Alemania , aparte de los
que , como siempre , prueban la fe-
cunda actividad del génio filosófico
- 181 -

de Francia . Desacreditado profun-


damente , como era justo , el ra-
cionalismo germánico , imágen fiel
aunque espantosa del orgullo del
hombre que á sí mismo se adora

como si fuera Dios , la Providencia


adorable que rige al mundo , ha
enviado para su bien á génios ver-
daderamente humildes , que en me-

dio de su verdadera grandeza con-

fiesan que no son autores , sino


simples restauradores de la ciencia
elaborada por otros génios no me-
nos humildes que ellos (1).

(1) La piadosa madre de nuestro insigne Bal-


mes le puso desde niño bajo la proteccion del án-
gel de las escuelas , que fué verdaderamente su
guía principal en el estudio y en la doctrina. El
P. Liberatore , de la Compañía de Jesús , en con-
cluyendo su magnífica obra : Della conoscenza in-
- 182

tellettuale , dijo que reputaba fructuosas sus


tareas si lograba estimular á sus lectores á que
buscasen la ciencia en las obras del santo Doctor.
El ilustre Cleulger , de la misma Compañía , inti-
tula su obra : Defensa de la filosofía de nuestros
antecesores : Die Philosophie der Vorzeit verthei-
digt. Por último , el Sr. Lupus , en su magnífica
obra, que lleva el nombre de Le traditionalisme et
le rationalisme , se muestra digno discípulo del
mismo doctor angélico , cuya profunda humildad
imitó , segun puede verse en el prólogo de su
libro .
183 K

CAPÍTULO VI .

Orgullo que muestra el racionalista al rechazar


las verdades reveladas. - Condiciones que im-
pone á la revelacion. -Teoría racionalista de

la espontaneidad ó inspiracion primitivas y de


la reflexion.- La razon humana convertida en

Verbo divino , segun esta teoría.- Papel que


hacen en ella los filósofos. - Contradicciones
del oráculo racionalista . -El eclecticismo las
acepta en su extraña teoría de la verdad , de
la moral y de la religion progresivas.
«En este sistema ( el de los raciona-
listas alemanes y sus discípulos los
eclécticos franceses) la palabra revela-
cion , que fraudulentamente emplean,
solo significa en verdad la razon de los
filósofos , la cual puede leer en lo que
llama mitos, aquello que le acomoda, y
proponerlo á la fé de los pueblos ; y
así estos quedan abandonados á discre-
cion de tantos Papas-filósofos cuantos
son los cerebros que se atribuyen la
luz y la mision de tales.» (El P. L. TA-
PARELLI , Saggio tenr . de dritto natur.
Disert. 1 , cap . IX.)

Oigamos ahora la voz de los es-


- 184 .

critores que proclaman la indepen-


dencia absoluta de la razon , como

el solo principio de la ciencia , y


niegan el hecho y aun la posibili-
dad de la revelacion divina . Di-
vorciados de la fé , que
que desdeñan

desde la altura de su orgullo , mi-


rándola como el solo patrimonio

de las almas que no están llamadas


á gozar de las altas contemplacio-

nes de la razon pura , divídense en


opiniones y sentidos contrarios ,
cuyo orígen sin embargo es el mis-
mo , conviene á saber , el ódio á la

autoridad divina . Semejantes á las


parcialidades políticas que se for-
man donde la potestad legítima ha
caido por tierra á impulso de la re-
volucion , las cuales tan solo están

conformes en detestar lo pasado


- 185-

y oponerse á la restauracion del de-

recho , prefiriéndole en último ex-


tremo los horrores de la anarquía ,
los racionalistas ó libre- pensadores ,

una vez sacudido el yugo suave de


la fé , y divididos entre sí por la
diversidad indefinida de sus erro-

res , solo están conformes en com-


batir la doctrina católica y resistir

así la luz que Dios se dignó de en-


viar al mundo para que todos cre-
yesen en Él y se sometiesen á sus
adorables designios . Las objeciones
con que procuran impedir que esta
luz vuelva á lucir en muchas almas

que la han dejado extinguirse , como


se extingue una lámpara á la cual
falta el aceite , símbolo de la hu-
mildad , están como desleidas en el

licor del orgullo que embriaga el


186

espíritu para darle la muerte luego


de haberle coronado de flores, imá-
gen de los deleites de la vida ; pues
deleite y orgullo son en cierto mo-
do una cosa misma : el deleite es el

orgullo de los sentidos ; y el orgullo


es un deleite del corazon .

Así, el mayor obstáculo que el ra-


cionalismo opone á la fé nace de la
indocilidad de los ánimos , que no

quieren ser deudores á Dios de la

luz que ilustra y perfecciona la in-


teligencia , ni reconocer ninguna
verdad incomprensible á los ojos
de su razon. La verdad revelada

humilla el orgullo del hombre ,


porque le recuerda por una parte
los límites de su inteligencia , y por
otra la existencia de una realidad

superior á la suya , de un piélago


- 187

de perfecciones que jamás podrá


sondear en su profundidad infinita
la mirada de la criatura . Glorián-

dose de su propia razon , como si


no la hubiese recibido de Dios , el
racionalista , como los demás secta-
rios , mira complacido su propia
obra , y prefiere el error , que saca
de sí mismo , á la verdad que des-
ciende de arriba sobre todas las
inteligencias criadas . El hecho de
la revelacion le ofende y subleva ,

porque supone la necesidad que te-



nemos de ser enseñados y dirigi-
dos , y prueba la existencia de un
Dios que nos otorga sus celestiales

auxilios para conducirnos con fuer-


za y suavidad juntamente por los
caminos de su Providencia al fin

que nos ha señalado . Aunque con-


- 188 -

templa á veces entre las enseñanzas


divinas muchas verdades claras é

inteligibles para la razon , el racio-


nalista aleja los ojos del foco divi-
no que las ilustra , y las pone en
duda , hasta que consiga sacar de
su propia razon el rayo que ha de
iluminarlas . Su ciencia es tan injus-

ta , que niega á Dios hasta el poder


de confiar al hombre alguna parte
de los escondidos tesoros de su sa-

biduría y de su amor, el cual poder


gozan y ejercitan los hombres cuan-
do se comunican los secretos del co-

razon en el seno de la amistad ; mas


si por ventura le conceden á Dios
benévolamente la facultad de reve-

lar al hombre algunas verdades


acerca de su esencia incomprensi-
ble ó de sus investigables caminos ,
189-

es bajo estas dos condiciones pre-


cisas : la primera , que la verdad
revelada no exceda los límites de
la razon pura , pues el racionalista

niega la existencia y hasta la posi-


bilidad de toda verdad (1) que pa-

rezca siquiera misteriosa á los ojos


de su razon soberana ; y la segun-

da , que la revelacion sea personal y


directa , si no para cada uno de los
hombres , à lo menos para los que
se elevan sobre los demás en alas

del génio y por la fuerza de la re-

(1) «¡ Qué enorme locura , dice un eminente


publicista , la de los filósofos que no admiten sino
lo que pueden comprender ó explicar ! ¿Acaso por-
que su imperfecta ó ciega filosofía no sepa la ra-
zon de alguna verdad ó de algun sér real , dejarán
la primera de existir y el segundo de obrar con-
forme á su naturaleza?» (Avogrado, Saggio intorno
al socialismo , cap. V) .
- 190 -

flexion: ó en otros términos , para el


filósofo independiente , que se cree
encargado de la sublime mision de
ilustrar á la humanidad en las vías

de no sé qué progreso indefinido .


Por aquí se puede vislumbrar la
causa de la obstinada resistencia
que opone el racionalismo á la au-

toridad divina que nos comunica


sus sagrados misterios por medio
de la revelacion . Engreido con las
luces de la razon humana , conside-
rada de un modo abstracto y colec-
tivo , y no tal como reside en cada

hombre en particular (1 ) , desdeña

(1) El P. Passaglia en una de las conferencias


que pronunció años antes de su apostasía , señaló
con mucha claridad esta distinción : « No se repara
debidamente , decia , que no es lo mismo la razon
humana considerada idealmente y de un modo
191

reconocer lo que no comprende :


los límites de la razon y de la cien-

abstracto , que la razon humana considerada en sí


misma y en su existencia física ó real... Conside-
rada de aquel modo , ofrécese á nuestros ojos como
una antorcha que brilla con limpio y puro res-
plandor ; y en tal caso esta facultad satisface las
exigencias todas del órden natural... ¿Pero se si-
gue por ventura de aquí que la razon tenga el
mismo poder y extension considerada en sí misma,
tal como existe en la multitud indefinida de los
individuos de nuestra especie? ¿No nos enseña por
el contrario la historia, de acuerdo con la expe-
riencia, que el desarrollo del individuo está sujeto
á variaciones sin número , dependientes no solo de
la diversidad de razas , climas, ciudades y reinos,
sino aun de las mismas diferencias individuales? La
experiencia nos dice que la mayor parte de los
hombres apenas pueden elevarse sobre el órden
sensible ni formar conceptos claros y distintos de
Dios y de las obligaciones morales; que la inmen-
sa mayoría de aquellos, distraidos forzosamente
por las atenciones precisas de la vida, carecen del
tiempo y de las condiciones que exige indispensa-
blemente el exámen ó indagacion de las verdades
- 192

cia del hombre son á sus ojos la


medida de la verdad y de la cien-
cia absoluta , siendo tan grande su
repugnancia á admitir las verdades
que no están contenidas dentro de

estos límites , que prefiere ignorar-


las de todo punto á conocerlas por
medio de la fé . Al modo que aquel
que se negase á admitir la reali-

dad de los astros que brillan en el


firmamento mas allá del alcance

natural de nuestra vista , por no re-

conocer la necesidad que tenemos


del maravilloso instrumento cuyo

religiosas ; que abandonado á sus propias fuerzas


no hay pueblo que no añada á un corto número
de verdades gran número de fábulas y errores de
todas clases; y por último, que ni la enseñanza fi-
losófica , ni la razon humana su instrumento, han
servido jamás de hecho ni pueden convenir nunca
á la educacion moral y religiosa de los pueblos. >>
193 -

auxilio extiende á tan inmensas

distancias los límites naturales de

la vision ; el racionalista , movido


de un orgullo no menos insensato ,
no quiere contemplar ni reconocer
los misterios revelados , verdades
altísimas que solo podemos consi-
derar ayudados del divino telesco-
pio de la fé . Ni aun en Dios mismo
se aviene á confesar el misterio la

razon emancipada de su autoridad .


« Un Dios , decia Victor Cousin , á
quien no podemos absolutamente

comprender , no existe para nos-


otros . » De aquí tambien el proce-
dimiento ideado por este filósofo Ꭹ
su malhadada escuela para conver-

tir los dogmas incomprensibles de


la fé en verdades puramente racio-
nales , empezando por el hecho
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD . 13
-- 194 -

mismo sobrenatural de la revela-

cion primitiva .
Esta vana teoría se reduce á

decir que en un principio la inte-


- ligencia humana , independiente-
mente de toda enseñanza divina y
tradicional , percibió por una ma-

nera de intuicion clarísima y ex-


traordinaria, aunque natural , todas
las cosas inteligibles , Dios , el mun-
do y el hombre con sus respectivas

propiedades y relaciones . Fué esta


percepcion ó intuicion clarísima

hija de cierto estado del alma lla-


mado espontaneidad , durante el
cual la suponen estos filósofos ilu-

minada por una inspiracion súbita


y misteriosa que le revela los mas
sublimes secretos . «Esta inspira-
cion , añade Cousin , tiene por ca-
- 195 ---

rácter el entusiasmo , y va acompa-

ñada de aquella emocion poderosa


que arranca al alma de su estado

ordinario y desprende en ella la par-


te sublime y divina de su naturale-
za : Est Deus in nobis , agitante
calescimus illo . Y en efecto , no pu-

diendo el hombre , cuando se halla


en semejante estado , atribuirse á sí

mismo esta inspiracion maravillosa ,


la mira como descendida de Dios ,
y llama revelacion á esta afirma-

cion primitiva y pura . » La religion


con todos sus misterios , la certeza
de la fé , las prácticas del culto , y
en suma , todas las verdades que se
refieren á aquellos tres objetos del
pensamiento humano , tienen su

origen en esta singular y extraor-


dinaria intuicion , la cual no es por
- 196 --

cierto un rayo de luz bajado del


cielo para iluminar al hombre , sino
un efecto necesario de la naturaleza

del alma . « Hay en el fondo de su


sér , dice otro filósofo racionalista ,

alguna cosa oculta que en vano


procura descubrir , y que sin em-
bargo le impele incesantemente á
un desarrollo ulterior , y es el orí-
gen misterioso de la inspiracion y
de las profecías . » ¡ Cosa singular !
Un filósofo ecléctico de nuestros

dias , Damiron , rehusa á Dios la


facultad de conocer los sucesos fu-

turos que han de ser ejecutados li-


bremente por el hombre , lo cual no
le impide sin embargo sostener y
amplificar la doctrina de su maes-
tro , que atribuye al hombre la vi-
sion de toda clase de cosas futuras
- 197 -

en el hecho de mirar como una

propiedad natural del alma humana


la divina inspiracion de los profe-
tas sagrados.
Si la simple exposicion de esta
peregrina teoría , que sustituye la
inspiracion sobrenatural de los li-

bros santos y de las enseñanzas


católicas , con las quimeras del ilu-
minismo místico de las sectas pan-

teistas , no dijese claramente cuán


profundo es el abismo de orgullo
de que procede , nos lo declararia
en términos explícitos uno de los

maestros de racionalismo que he


citado : « El espíritu humano , dice
Ahrens , es infinitamente mas rico
que lo que él mismo cree : su sér

es tan vasto y tan profundo , que


jamás puede desplegarse totalmen-
198 -

te en su conciencia. El hombre es

para sí mismo un misterio que no

se descubre jamás á sus ojos , por-


que si llegase á verse iluminado ,

quedaria inmóvil contemplando en


un éxtasis profundo su propio sér . »
>
Vea aquí el lector cómo adoran los

misterios de su mezquino sér los


mismos que niegan la fé á los ado-
rables misterios del Sér infinito .

Estos son los filósofos que rehusan


á Dios el poder de ilustrar al hom-
bre revelándole los arcanos de su
sabiduría ó las maravillosas inven-

ciones de su amor , y al propio


tiempo se miran á sí mismos como
objetos dignos de un éxtasis perpé-
tuo , se atribuyen el espíritu de
profecía , de fé , de entusiasmo , y
contemplan en su misma esencia el
199

foco de aquellas luces soberanas


que proceden de la naturaleza di-

vina desprendida en nuestra alma ,


dice Cousin, en los momentos de la
intuicion.

No pregunteis á estos presumi-


dos filósofos cuál fué el orígen pri-

mero del hombre y de la sociedad ,


ni por sus relaciones primitivas
con Dios , ni sobre el intervalo que

medió desde el punto en que abrió

los ojos ante las escenas de la na-


turaleza , hasta aquel en que gra-

cias á la manifestacion súbita y


extraordinaria de la energía de su

espíritu , de que nos habla vaga-


mente el racionalismo , fué trans-
portado en alas de la inspiracion y
del entusiasmo á las regiones an-
tes ignoradas del mundo invisible ;
-- 200

misterios todos cubiertos á los ojos


del racionalista con tupido velo,
y cuya solucion está reservada á

quien , rectificando humildemente

sus términos, pone los ojos con en-


tera confianza en las primeras pá-
ginas de la Sagrada Escritura . Tal
vez admitirá el racionalista la doc-
trina contenida en ellas , y aun
otras enseñanzas reveladas; pero se

guardará muy bien de reconocer


su carácter sobrenatural , les nega-

rá su orígen divino , y se esforzará


en descifrar el misterio que las
circunda para reducirlas á la cate-
goría de verdades racionales ó filo-
sóficas .

Este es el segundo momento que


señalan en la evolucion del espíritu
humano los panteistas ; la edad que
- 201 -

llaman de reflexion y de análisis , en


oposicion con la primera llamada
de síntesis é inspiracion . En esa
segunda edad los filósofos raciona-
listas citan ante el tribuual de su

razon independiente los hechos pri-


mitivos de la tradicion y de la his-
toria , los dogmas y preceptos de
la moral , los misterios de la divina

revelacion , y mirando todas estas


cosas como simples mitos y símbo-
los que encierran bajo forma sensi-
ble los conceptos mas sublimes á
que puede elevarse la inteligencia ,
se lisonjean de contemplar al tra-
vés de la oscuridad que los rodea
las verdades fundamentales de la
razon y de la filosofía . De este mo-
do , la humanidaden el primer
momento de su vida vió la verdad
202

bajo la forma del misterio ; mas


luego , llegado el periodo de la re-
flexion , el misterio desaparece , gra-

cias á la varita mágica de los


modernos filósofos , y la luz se

muestra al espíritu humano . Esta


luz ilumina primero la mente privi-
legiada del filósofo , que se lisonjea
de representar á la humanidad en
el mas noble de sus atributos , y
descendiendo luego sucesivamente
hasta los ánimos mas toscos , logra

reemplazar en todos á la verdadera


luz de la fé . En otros términos : la

completa extincion del cristianismo

en los grandes y en los pequeños ,


y el triunfo de la razon pura é in-
dependiente en la ciencia y en las
costumbres, en el individuo y en la
sociedad ; tal es el desideratum de
- 203

la pérfida filosofía que aspira á


ocultar bajo las apariencias de este
misticismo vago y sentimental, y de

un respeto aparente á la simbólica


cristiana, el insano furor de que se
siente agitada , no tan solo contra
la fé sencilla del niño y de la mu-

jer , pero mas principalmente con-


tra la fé ilustrada del sábio humilde

que somete su débil razon á la re-


gla invariable de la fé , al magiste-
rio infalible de la Iglesia .
Excusado es decir que el espíritu
de esta filosofía perversa , enemiga
de la verdad y de la autoridad ca-
tólicas , se reduce á negar el Verbo
divino y á divinizar el verbo hu-

mano , convirtiendo la flaca razon


de que estamos dotados en la sus-
tancia misma de la razon y de la
- 204 -

ciencia . « La razon , dice tambien


Cousin , es en todo rigor una reve-
lacion necesaria y universal- que

ilumina á todo hombre que viene


al mundo : Illuminat omnem homi-
nem venientem in hunc mundum.
La razon es el mediador entre Dios

y el hombre , el logos de Pitágoras


y de Platon , el Verbo hecho carne,
que sirve de intérprete á Dios y al
hombre de maestro , siendo á la
vez Dios y hombre verdadero . » Hé

aquí la razon que se atribuyen es-


tos enemigos de nuestra fé : peores
y mas orgullosos todavía , si fuera
posible , que los ángeles malos , no
se contentan con ser iguales al Al-
tísimo , como estos decian , similis
ero Altissimo : en el delirio y ofus-
cacion de su soberbia se creen ya
205

adornados del esplendor y majestad


de Dios. Y aunque dicen que la ra-

zon es el verbo que ilumina á todo


hombre , resérvanse en esta nueva
especie de religion el carácter de
maestros y doctores á quienes toca
ilustrar los misterios de su sér . « El

género humano , dice Cousin , no


cultiva la filosofía , la cual es objeto
tan solamente de aquellos pensado-
res que componen la aristocracia
de la humanidad . » Otro profesor

de filosofía , discípulo de Hegel ,


enunció el mismo pensamiento en
términos mas claros , en una cátedra
de la universidad de Berlin (año

de 1842 ) : « Solo aquel , decia , es


verdadero hombre , que usa de la
razon ; del cual puede únicamente
decirse con verdad que es tambien
-206 -

verdadero Dios ; pero el jornalero ,


el aldeano (rusticus) , mas que al
hombre se aproximan y parecen al
bruto . » Ni se olvidan estos falsos
dioses , estos nuevos soberanos de
la inteligencia de rodearse del
fausto y de los honores que corres-

ponden á tan sublime dignidad , ni


de compensar con todo linaje de
deleites, obtenidos en brillantes y
lucrativos empleos, las abstraccio-
nes de la vida filosófica, ya de suyo

apacentada con los placeres inhe-


rentes á la contemplacion de sí
mismos . Semejantes á Nabucodo-
nosor en el orgullo con que se de-
cretaba los honores divinos , tal
vez incurren como él en las mayo-

res ignominias del sensualismo , y


acreditan con el testimonio de su
- 207 -

conducta , cuán íntima lazada une á

la concupiscencia de la carne con


la soberbia de la vida , y cómo am-
bas fuerzas unidas hacen caer al
hombre desde las soñadas alturas

en que le imagina el orgullo , en el


abismo de degradacion representa-
do fidelísimamente por la semejan-

za de la bestia en que fué trocado


aquel orgulloso monarca del Orien-
te , segun nos refiere la Sagrada
Escritura .

¿Cómo han de hacer estos en sus


almas ni en las de sus semejantes

el vacío que pide la fé , luz divina


que desciende de arriba y llena el
corazon humilde y puro , cuando

segun sus locas doctrinas , la hu-


manidad es la luz misma de la

revelacion , que le descubre bajo


- 208 -

formas diferentes , conforme á la


diversidad de los tiempos y de los
lugares , la verdad moral y religio-.
sa ? Pero este oráculo , á quien solo
oyen en el silencio de su propia
idolatría los intérpretes racionalis-
tas , muestra claramente su carác-

ter puramente humano y el engaño


de su palabra , en la diversidad y
contradiccion de los juicios y doc-
trinas que enseña á cada filósofo :
no de otro modo que la inspiracion
de los protestantes mostró desde
un principio que no procedia del
Espíritu Santo , atendida la innu-

merable variedad y contradiccion


de estos sectarios .
El racionalismo reconoce clara-

mente este hecho; pero en lugar de


retroceder á su vista , como ante un
209.

escollo en que perece la verdad ,


una é inmutable , prosigue su triste
camino sin reparar en los otros es-
collos de que está como sembrado ,
y á los cuales le conduce el prime-
ro . Así que , sus orgullosos doctores
no temen ni se avergüenzan de
decir , empeñados como están en
sostener la divinidad é infalibilidad
de la razon humana , no obstante
sus innumerables errores y contra-

dicciones , que la verdad religiosa


y moral debe variar por razon de
los climas y tambien con el trans-
curso de los siglos , como se

mudan las opiniones humanas , si-


guiendo en todo los cambios y vi-

cisitudes de la historia que llaman


humana. Esta es la misma teoría

del progreso de las creencias y del


EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD . 14
- 210

culto , expresion mas o menos poé-


tica del verbo que , segun el racio-
nalista , reside sustancialmente en
el hombre , cuya infalibilidad pro-
clama , aunque revele ora la creen-
cia en un solo Dios y el culto de
adoracion que le es debido , ora la
creencia en muchos dioses y la
adoracion de las mas viles criatu-

ras y aun de las pasiones y de


los vicios . La lógica conduce á es-
tas criminales locuras , supuesta la
infalibilidad de la razon , que es

á su vez un corolario legítimo del


carácter impersonal y absoluto que
el racionalismo le atribuye. Y así
divinizada la razon , es menester re-

putar tambien divinos , con una di-


vinidad igual á la de los augustos y
adorables misterios que son objeto
211 -

de la fé del cristiano , los mons-

truosos errores y las infames prác-


ticas del paganismo . Todo es bello ,
todo es santo y verdadero , aun las
cosas mas oḍiosas y repugnantes ,
para el que ciñe la frente de la hu-

manidad , cuyo representante mas


ilustre se reputa quizá , con la au-
reola divina de la majestad infinita .
Hé aquí lo que son en sustancia
lasdoctrinas del humanitarismo

panteista que ha reinado en las es-


cuelas alemanas y francesas desde
principios del presente siglo , y las

cuales, huyendo de la inmóvil fijeza


del dogma católico y rebelándose
contra la autoridad de la Iglesia
que lo conserva fielmente al través
de los siglos como verdad divina é
inmutable , han concebido la idea
- 212

de un mediador contrario al verda-

dero , y por lo mismo , fecundo en

todo linaje de errores y delirios .


¡Admirable ordenacion divina , se-
gun la cual no solo yerran contra
la fé los que resisten su luz y la
gracia que Dios envia al corazon
para que la reciba como celestial

mensajera de los bienes eternos y


argumento de las verdades á que
hoy no alcanza la razon , substantia

rerum esperandarum argumentum


non aparentium (Hebr. 11. 1.) , sino
tambien contra la razon misma , á
la cual ensalzan hasta el extremo
inconcebible de confundirla con el

mismo Verbo de Dios , á quien úni-


camente oye como á maestro infali-
ble de verdad y de vida el verdadero
filósofo .
213 -

CAPÍTULO VII .

Necesidad moral de la fé para el órden moral


natural.—La metafísica y la teología.-
Misterios aun en el órden natural. - Admira-
ble mezcla de luz y de sombras en los miste-
rios divinos. -Armonía que tienen entre sí.
-El primer misterio del cielo y el primer
misterio de la tierra , unidos en el misterio
del Hombre-Dios puesto en la cruz. - El mis-
terio de la Santísima Trinidad J-
y las sublimes
verdades que explica. - El pecado original
explica la condicion actual y la historia del
linaje humano.

Nisi granum frumenti cadens in


terram, mortuum fuerit , ipsum
solum manet : si autem mortuum
fuerit, multum fructum affert.
(JOAN. cap. XII , v. 24.)

El sacrificio que , ayudado de la


divina gracia , hace el hombre del
don natural de su razon en obse-

quio de la revelacion y de la fé ,
- 214

como todo sacrificio ordenado á la

gloria de Dios , es un manantial


copiosísimo de luz y de vida . La
sumision que Dios exige de la ra-

zon humana , lejos de destruir ni


humillar á esta sublime potencia ,
imágen de la misma sabiduría , la
dispone admirablemente para ser
enriquecida é iluminada por el mis-
mo Dios , que le confía sus secretos
y deposita en su seno un tesoro de
verdades que ella de por sí jamás

podria alcanzar ni poseer . Ni la


gracia destruye la naturaleza , á la
cual perfecciona y transfigura ; ni
la verdad revelada extingue ni de-
bilita la verdad filosófica , á la que ,

por el contrario , comunica mayor



amplitud y claridad ; ni la fé se
opone en nada á la razon humana ,
- 215 -

que debe á esta virtud su mas pre-


cioso desenvolvimiento , y que per-

manece estacionada y como muerta


en los pueblos que no han visto
todavía esta hermosa aurora de la

verdad plenamente contemplada .


Entre la naturaleza y la gracia , la
revelacion Ꭹ la filosofía , la fé y la
razon , reina una armonía tan viva ,
tan sublime , tan bien concertada

en todas sus partes, que para perci-


birla no es menester sino escuchar
en el silencio de las pasiones y en
la humildad del corazon los princi-
pios y elementos que la forman .
Lo primero, la fé es moralmente

necesaria á la inteligencia humana


para poseer las verdades que esta
potencia espiritual puede obtener
con sus solas fuerzas . La histori
216

contiene una prueba acabada de


esta necesidad . Un escritor belga
de nuestros dias , el Sr. Lupus , ha
formulado y demostrado con testi-
monios tan numerosos como deci-
sivos los hechos siguientes , que

simplemente reproduzco en este


escrito , suplicando al lector que lea
despacio y medite con sincero de-
. seo de alcanzar la verdad su admi-

rable obra ( Le Traditionalisme et


le Rationalisme , Liege H. Dessain ;
París , Lagny) .
HECHO PRIMERO . Los primeros
hombres han conocido claramente ,

y profesado durante largo tiempo ,


las verdades esenciales del órden
moral natural.
SEGUNDO . - La razon humana ha

sido impotente en el seno de la an-


- 217--

tigua civilizacion para recuperar el


conocimiento claro , exacto y com-
pleto de las verdades esenciales de
este mismo órden.
TERCERO. - Los pueblos en que

no ha penetrado ni se ha esta-
blecido la revelacion cristiana , ó

que no han recibido alguna parte


siquiera de su celestial influencia ,
se encuentran hoy , como diez y
ocho siglos atrás , sentados á la
sombra de los mismos errores , se-
pultados en las mismas tinieblas
morales .

CUARTO . - Los pueblos todos , lo


mismo que los individuos que se

han divorciado de la religion cató-


lica , han caido de nuevo en los

errores del paganismo ó de su falsa


filosofía.
- 218

QUINTO. -Los filósofos modernos


de las diferentes escuelas que pro-
fesan la incredulidad , han caido
tambien , al tratar de establecer el

sistema del órden moral , en los


torpes errores que deshonraron la
filosofía antigua , y si por ventura

intentan alguna vez salvar el abis-

mo á que conducen sus principios ,


no hallan á este intento otro medio

que declarar á la razon incompe-


tente para resolver
los grandes
4
problemas relativos al origen , es-
tado presente y fin último del
hombre .

SEXTO . Los pueblos cristianos


que se sustraen á la direccion de la

autoridad espiritual que guarda el

depósito de las verdades reveladas ,


para seguir , en lo que toca al ór-
- 219 -

den moral , la direccion de una


autoridad humana , bien sea esta
política ó filosófica , van á parar en

breve á la incredulidad y á los er-


rores mas extravagantes .
SÉTIMO.-La razon abandonada

á sí misma no ha sido capaz de di-


rigir los pueblos al dichoso término
de la verdad , ni por la predicacion
de la filosofía ni por el ascendiente

de las potestades humanas .


Ante una série de hechos tan
clara y sencillamente enunciados y
de una evidencia histórica tan per-
fecta , todos debiéramos sentir el
mas vivo afecto de gratitud para
con el divino Autor de la razon y

de la fé, á quien somos deudores ,


como cristianos , de la pureza y
perfeccion que ostentan en nuestra
220

santa fé católica las verdades natu-


rales del órden intelectual y moral .
Este es , pues , el primer fruto de
la humildad cristiana en el órden

de la inteligencia : poseer sin mez-


cla alguna de error los conceptos
mas sublimes de las ciencias que se

refieren al origen y destino del


hombre; fruto precioso , que lo mis-
mo alimenta la inteligencia del sá-

bio que la del rústico y del niño;


pues segun la expresion de un filó-
sofo , la verdad es la carne que ali-
menta los espíritus .
No sucede lo mismo con las doc-
trinas meramente filosóficas , las

cuales, viciadas como lo están en su


misma raíz por el orgullo , ó toma-

das de otras , manchas que las oscu-


recen y afean , no son sin embargo
221 -

sino patrimonio de muy pocos ;


pues la mayor parte de los hom-
bres , dedicados al trabajo mate-
rial , carecen hasta de la posibili-
dad de consagrar su entendimiento
al estudio de la metafísica y de las
otras ciencias morales . Para estos

últimos , es decir , para todo el li-


naje humano , con muy cortas ex-
cepciones , la verdad entra por el
oido, ex auditu ; y mil veces dicho-
sos si , conociendo humildemente la

necesidad que tienen de ser ins-


truidos por la autoridad , prefieren
á la humana la divina , y buscan
en las santas , puras y universales
enseñanzas de la fé el alimento y
vida de sus almas y los preser-
vativos contra la falsa filosofía y las

vanas y peligrosas falacias de que


222

hablaba el Apóstol , de las cuales


se vale el orgullo ayudado de la
corrupcion de la carne , para sedu-
cir los ánimos y retenerlos alejados
de la verdad: Nemo vos decipiat

per philosophiam et inanem phala-


ciam ( San Pablo , Coloss . II , 8) .
Aun tratándose de las verdades

que el entendimiento no puede


comprender en esta vida , como los
sagrados dogmas de la Santísima
Trinidad , de la Encarnacion del

Hijo de Dios y demas misterios re-


velados al hombre para fines al-
tísimos , dignos de la sabiduría
infinita , la sagrada revelacion ilu-
mina y fortalece la inteligencia
humana , ofreciendo á sus ojos todo
un sistema divino de verdades su-
blimes que dan asimismo testimo-
223 -

nio de la íntima y hermosa union


que existe entre la razon y la fé .
Obsérvese , en prueba de esta
verdad , que los misterios que se
refieren á Dios , como los que dicen

relacion con el hombre , los del


cielo como los de la tierra , supo-

nen el conocimiento de sus objetos


ó términos respectivos . Así, el dog-
ma de la adorable Trinidad supone

el simple conocimiento de Dios , de


quien afirma unidad de esencia y
pluralidad de personas : el misterio
de la gracia encierra el conoci-
miento de nuestra naturaleza . Los

conceptos de esencia , unidad , nú-


mero , fuerza y otros varios con
que se formulan y definen los dog-
mas de la fé , son términos racio-

nales y filosóficos ; y hé aquí por


221

qué el estudio de la sagrada teolo-


gía va precedido en la Iglesia del
estudio de la metafísica . Tan estre-

cho es el vínculo que une estas dos


ciencias , que la gran Suma que

contiene la primera , es tambien la


fuente mas pura y copiosa de las
doctrinas filosóficas , y el monu-
mento mas grandioso elevado por
la razon humana , ayudada é ins-
pirada sobrenaturalmente , á la
gloria de Dios . « Santo Tomás de
Aquino , dice un escritor nada
sospechoso para los racionalistas ,

(Cousin , Hist. de la phil. , lec. 3.* )


infundió en la moral el espíritu filo-
sófico á que siempre fué muy adic-

to , dando á luz la Suma, uno de los


grandes monumentos construidos
en la edad media por la inteligen-
225 ―

cia humana ; el cual encierra , ade-


mas de una metafísica sublime , to-
do un sistema de moral y aun de

política . >>
Las ciencias filosóficas , obra de
la razon humana ilustrada y soste-
nida por la fé , han recibido de la

teología dogmática preciosísimas


dotes y excelencias , singularmente

pureza , claridad , precision y exac-


titud . Los conceptos metafísicos
de sér , sustancia , naturaleza , per-
sona , creacion , generacion , eter-
nidad , tiempo y tantos otros del
mismo órden , fueron claramente
definidos por los Santos Padres y
los Concilios , y empleados en las
escuelas católicas con un vigor y

una perspicuidad de que no hay


ejemplo en ninguna de las escuelas
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD. 15
226 -

heterodoxas . De aquí la unidad de


conceptos y hasta de lenguaje , que
brilla en las obras y en la enseñan-
za de la filosofía católica , en la cual

las mismas palabras expresan siem-


pre las mismas ideas , al revés de lo
que sucede en las escuelas raciona-
listas , que son « la torre de Babel

en que cada uno habla su lengua >>


con la diferencia , añade nuestro in-

signe Balmes , de quien son estas


palabras << de que allí el orgullo
acarreó el castigo de la confusion ,
y aquí la confusion misma aumenta
el orgullo , erigiéndose cada cual
en único legítimo maestro (Cartas á
un excéptico , p . 7 ) . »
Pero fuera de estas considera-
ciones , que bastan por sí solas para

deshacer el error que supone no


227

sé qué antagonismo entre la cien-


cia humana y los misterios divinos ,
¿no es cierto que la razon encuen-

tra mil sombras en los objetos mis-


mos del órden natural ? ¡ Y qué
mucho que haya misterios en Dios ,
cuando la naturaleza toda está
llena de misterios ! La naturaleza

sensible , á cuyo conocimiento se


inclina con mayor facilidad el en-
tendimiento humano en esta vida ,
ofrece multitud de arcanos que ja-
más penetrará el hombre . Newton
confesaba humildemente que no
conocia la causa de la gravitacion
universal . La conexion intima y
sustancial de dos séres tan diver-

sos como el cuerpo y el espíritu


del hombre , era ya reconocida por
San Agustin como un verdadero
225 -

misterio del órden natural , que la

filosofía no ha podido ni podrá ja-


más ilustrar con el esplendor de la
evidencia ( 1) . El magnetismo es una

fuerza cuya existencia está proba-


da , pero cuya naturaleza se ignora
y se ignorará siempre. La misma
luz , cuya belleza visible nos en-
canta , y por cuyo medio vemos las
demás cosas , es un verdadero mis-

terio: Lumine quo cætera videntur ,


nihil obscurius . ¿ Qué cosa hay ,

pues , mas razonable que la certeza


que tenemos de los misterios que
para nosotros existen en la divina

esencia y en la naturaleza misma


de nuestro sér , criado á imágen y

( 1) Modus , quo corporibus adherent spiritus


et animalia fiunt , omnino mirus est , nec com-
prehendi ab homine potest. (De civ. Dei, c. 10) .
- 229 -

semejanza de Dios? ¿ Quién sin vana


temeridad puede presumir de son-
dear los designios investigables de
la Providencia , en los cuales en-
tran , por decirlo así , todos los si-
glos y todos los sucesos , formando

un plan y concierto universales (1 ) ,


desde el simple cabello que cae de
nuestra cabeza , hasta los grandes
acaecimientos que mudan la faz de
las cosas humanas y parecen deci-
dir los destinos del mundo ?

( 1) «Cuatro ó cinco hechos auténticos y mas


claros que la luz del sol , dice Bossuet , prueban
con toda evidencia que nuestra religion es tan an-
tigua como el mundo , y que su autor adorable es
el mismo que ha criado al universo , el mismo que,
juntando en sí el poder y la sabiduría infinitos,
ha podido empezar y acabar la ejecucion de un
plan que contiene la série entera de los siglos . >>
(Disc. sur. l'hist. univ. II parte).
230

Ah! La razon de los mayores in-


genios que han ilustrado las cien-

cias (1) no hallaron en el carácter

( 1) Un escritor de nuestros dias cita como


testimonio vivo de la union de la ciencia y de la
fé en los entendimientos mas sublimes que ha
habido desde Jesucristo , algunos nombres ilustres
de las distintas épocas de la Iglesia ; hélos aquí:
San Justino , San Iréneo , Clemente de Alejandría ,
Orígenes , Tertuliano , San Cipriano , Alenágoras,
Lactancio , San Basilio , San Gregorio Nacianceno,
San Crisóstomo , San Ambrosio , San Gerónimo ,
San Agustin , San Leon , San Vicente Lerin , San *
Gregorio el Grande , San Juan Damasceno , Boecio ,
Casiódoro , San Isidoro de Sevilla , Beda , Al-
cuino , Gerberto , Rogerio Bacon , San Anselmo ,
San Bernardo , Santo Tomás de Aquino , San
Buenaventura , el Dante , Gerson , Suarez , Pico
de la Mirandola , el Tasso , Copérnico , Galileo,
Keplero , Baronio , Belarmino , Descartes , Pascal,
Corneille , Racine , Bossuet , Leibniz , Petavio , To̟-
masino, Fenelon , Bergier , Muratori , San Alfonso
Ligorio , de Maistre , de Bonald , Chateaubriand ,
Schlegel , Stolberg , Gorres , de Haller , Balmes,
Moehler , Ozanan , Donoso Cortés . Cuando se for-
mó esta lista , en que no se incluye á ningun autor
- 231 --

misterioso de algunas verdades re-


veladas motivo alguno razonable
para negar su asenso á la revela-

cion ; antes por el contrario la


infalibilidad de los testimonios di-

vinos era á sus ojos una prueba


acabada de la verdad de los mis-
terios . Convencidos hasta la evi-

dencia de las pruebas que demues-


tran á los ojos de la razon haber
hablado Dios , vieron á las claras la
profanacion horrible que se come-
te al ponerse en duda la veracidad
divina , en el hecho de someter al

juicio de la humana razon los dog-


mas revelados . Si por ventura po-

vivo , ni aun al eminentísimo Wisseman , no habia


fallecido el insigne P. Tapparelli , de la Compañía
de Jesús , el inmortal autor del Ensayo de derecho
natural y del Gobierno representativo.
232

nian los ojos en su propia nada y


en la desproporcion de su entendi-
miento comparado con la sublimi-
dad del órden sobrenatural , lejos

de desmayar en presencia del dog-


ma , pedian humildemente al Señor
la luz soberana de la gracia que

fortalece al espíritu y lo levanta á


la inefable sublimidad de sus secre-
tos , y con este auxilio sobrenatural

triunfaban del espíritu de iniquidad

y de soberbia , solos que en el mun-


do resisten á la fé de Jesucristo .
Cosa admirable ! En la historia

del espíritu humano , desde la pro-


mulgacion de la ley de gracia , no
hay noticia de una sola inteligencia
elevada , es decir , de corazon hu-
milde y puro, que no haya incli-
nado con gozo la frente ante la
233

divina revelacion , siendo de notar


que la fé ha brillado siempre de un
modo extraordinario , en medio de
la mas profunda humildad , como
las estrellas del firmamento en la
oscuridad de la noche .

Una de las cosas que dan á co-


nocer la admirable sabiduría con

que han sido propuestos á nuestra


fé los misterios de la divina revela-

cion , es que su oscuridad está


combinada con una luz vivísima , y
que la viveza de esta luz se halla en
ellos templada y suavizada por su

oscuridad . Así , por ejemplo , en el


sagrado misterio de la Eucaristía ,
resúmen y consumacion de los
otros misterios de la fé , es eviden-
te la infalible palabra que lo en-
seña Ꭹ la necesidad racional de
- 234

someter el entendimiento á esta

palabra infalible , y es oscura la


esencia ó razon intrínseca del mis-

mo dogma , que los sentidos no


alcanzan ni la razon comprende ,
pero cuya verdad sienten las almas

santas en lo interior de su espíritu ,

y cuyos admirables frutos presen-


cia el mundo sin conocer clara-

mente su origen , parecidos á las


aguas cristalinas que refrigerán al
pasajero que no conoce el manan-
tial escondido de donde manan .
Todos los misterios cristianos son

oscuros en su esencia , pero claros


en sus motivos y admirables por
razon de su fecundidad verdadera-
mente divina . Su claridad conviene
con la naturaleza racional del hom-

bre ; su oscuridad con la majestad


-- 235 -

infinita de Dios , y su fecundidad


divina con la necesidad de las
obras sobrenaturales del amor en
que deben vivir encendidos sobre

la tierra los que aspiran á la dicha


del cielo . Por esto dijo profunda-

mente Pascal << que hay mucha luz


>> para los que sinceramente quie-
>> ren ver , y mucha oscuridad para
>> los que tienen torcido el ánimo

>>por efecto de una disposicion


>> contraria » Esa luz las almas hu-
mildes la reciben con amor del Pa-

dre de las luces , á quien ofrecen


en cambio el homenaje meritorio
de su razon ; pero las almas seño-
readas por el orgullo no quieren
ser deudoras á Dios de la luz de la

verdad , ni mucho menos inmolar

en obsequio de sus adorables per-


- 236

fecciones su propio juicio . Unos y


otros son libres respectivamente en
su humildad y en su orgullo , en su
fé y en su incredulidad ; y hé aquí
que Dios , aceptando el sacrificio
de los primeros , los recompensa ,
si las obras siguen á la fé , con una

luz plena en la verdadera patria ,


concediéndoles aquí el esplendor
matutino ó incoado de esta misma

luz ; y á los segundos los aleja de


sí , permitiéndoles en esta vida su

criminal ceguera , y condenándolos


en la otra á las tinieblas exterio-
res , porque habiendo brillado en el
mundo la luz de la revelacion , pre-
firiéronle las tinieblas del error , de

vez en cuando interrumpido por

los resplandores vanos y aparentes


del racionalismo : quia lux venit in
237 -

mundum et dilexerunt magis tene-

bras , quam lucem (Joan . III , 19 ) .


Dos cosas tan solamente ofrece-
ré á la meditacion del lector en ór-

den á los sagrados misterios : el


admirable concierto y armonía que
tienen entre sí, y la virtud con que
ilustran á pesar de su profunda os-
curidad todas las cosas divinas y
humanas .

« El entendimiento , dice el señor


Lupus , que habiendo dado los pri-
meros pasos al través de la santa

oscuridad que rodea los misterios


del Cristianismo , ha llegado á
contemplar su aspecto luminoso , ό

sean aquellos puntos que ilumina á


nuestros ojos con sus rayos el eter-
no sol de verdad , queda vivamente
conmovido y admirado ante la ma-
238 -

jestad , verdad y grandeza de tan


augustos misterios . Considerados

en su admirable conjunto , dejan


ver la íntima conexion que los une ,

de tal modo , que los misterios del


cielo se suponen recíprocamente ,
y en medio de su impenetrable os-
euridad explican los misterios de
la tierra , escondidos en el corazon

del hombre . » ¡ Cosa notable ! El


primer misterio del cielo es la in-

comprensible perfeccion de Dios ,


la cual excede infinitamente los lí-

mites de la inteligencia humana


por razon de su inefable sublimidad

y grandeza ; y el primer misterio


de la tierra es el pecado original ,

que oscurece la razon y disminuye


las fuerzas morales del hombre .

Véase cómo, al entrar en el santua-


- 239 --

rio de nuestra fé, debemos empezar


adorando humildemente en aquel

dogma la esencia perfectísima de


Dios y la divinidad de las personas
que componen la Santísima Trini-

dad , confesando con igual humildad


en el segundo la miseria y desnudez

con que venimos al mundo , carga-


dos de un peso formidable que
aparta nuestros ojos del supremo
fin para que fuimos criados, é incli-
na nuestras potencias hacia el polvo
en que nos hemos de convertir.
El misterio de la Santísima Tri-

nidad y el de la caida del primer


hombre son necesarios para en-

tender el otro gran misterio de la


Encarnacion , en que se ofrece á
nuestra fé la union del Verbo divino
con la naturaleza humana en nues-
- 240

tro Señor Jesucristo verdadero

Dios y hombre verdadero ; y este

misterio explica á su vez los otros


misterios del nacimiento , de la
vida , de la pasion y muerte de este
divino Salvador , ofrecido volunta-
riamente al Eterno Padre por los
pecados del mundo , cuya amarga
pena quiso sufrir para alcanzarnos
el perdon y la amistad del cielo .
Este altísimo misterio del amor de

un Dios es fuente purísima y fecun-


dísima de luz y de gracia , comuni-
cadas al hombre por la virtud de
los sacramentos , instituidos por Je-
sucristo para remedio de nuestras
dolencias , alimento y sosten del es-
píritu , y prenda cierta de salud y
de vida aun aquí en la tierra , pero
mas particularmente en el cielo , de
241

donde bajó el Hijo de Dios á fin de


enseñar al hombre sus caminos y

guiarle por ellos al lugar en que la


fé se convierte en vision clarísima
de la verdad infinita.
Todos estos misterios se hallan
enlazados entre sí como los anillos

de una cadena fabricada por la ma-


no misma de Dios . No es posible
suprimir ninguno de ellos sin que al

punto desaparezcan todos ( 1 ) , suce-


diendo á su santa y luminosa oscu-

(1) «Toda negacion de un dogma católico ,


dice el ilustre marqués de Valdegamas, lleva con-
sigo la negacion de todos los otros dogmas ; y al
revés, la afirmacion de uno solo lleva consigo la
afirmacion de todos los demás dogmas católicos;
lo cual es una demostracion invencible de que el
catolicismo es una inmensa síntesis puesta fuera de
las leyes del espacio y del tiempo . » (Ensayo , li-
bro 3.º cap. 7.0)
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD. 16
212 -

ridad las profundas tinieblas y som-


bras de muerte en que está sentado
el linaje humano allí donde la fé no
alumbra el horizonte de la razon .

Una lógica visiblemente divina res-


plandece en el sublime y armonioso

conjunto de estas verdades dogmá-


ticas , las cuales tocan , si es lícito
decirlo así, por uno de sus extremos
con la gloria de Dios , para la cual
han sido hechas todas las cosas , y
por el otro con la felicidad del

hombre , por cuyo amor ha obrado


el Señor tan altos misterios . En-me-

dio de todos , colocado entre el cielo


y la tierra , aparece sobre la cruz el
gran misterio del Hombre- Dios , que
en subiendo á ella para ser inmola-
do , atrajo á sí todas las cosas y se
ofreció á las miradas de la fé como
- 243 -

la suma de toda la sabiduría que


el hombre puede alcanzar sobre
la tierra Ego sum veritas , decia
(Joan. IV, 6) , qui sequitur me non
ambulat in tenebris (Joan . VIII) . El
gran vaso de eleccion , en que Dios
'derramó tesoros inmensos de cari-

dad y de ciencia , y que en vida fué


arrebatado al tercer cielo , donde
vió lo que al hombre no es lícito
declarar , no queria saber mas que
á Jesucristo , y á este crucificado :
Non enim judicari me scire aliquid
inter vos , nisi Jesum Christum , et
hunc crucifixum (Ad Cor . I. 2. 2) .
Convenia que la misma sabiduría
del Padre , la luz de los ángeles y
de los hombres , fuese humillado en
el madero de aquel infame suplicio,
para que el hombre viese y adorase
- 244 ·-

en uno solo todos los misterios , y


poniendo su gloria en la cruz del
Salvador divino , comprendiese que
la humildad , verdadero sacrificio

del espíritu , es la suma de la ver-


dad , la forma que hace del hombre
una imágen de Dios , y le dispone
á recibir los rayos de la sabiduría
y de la gracia que Dios envia á
los humildes y pequeñuelos , como
manda el rocío de la mañana sobre
los lirios de los valles , emblema de
los que viven escondidos bajo los
cándidos velos de la humildad cris-
tiana .

¡ Admirable economía de la bon-


dad divina ! Dos criaturas nobilisi-

mas , capaces de conocer y amar


á Dios , han salido de sus manos :
los ángeles y los hombres. Uno de
- 245

aquellos , por nombre Lucifer , ena-


morado de sí mismo , quiso ser se-

mejante á Dios , y arrastró á millares


de ángeles consigo al abismo de su
pecado . La otra criatura, dotada de
una naturaleza casi tan excelente

como la de los espíritus angélicos ,


oyó complacida de boca de la ser-
piente la palabra seductora : Eritis
sicut dii , scientes bonum et malum
(Gen. III . 5) , y henchida de la mis-
ma soberbia que el espíritu tenta-
dor, cayó tristemente en sus lazos ,
trocándose en oscuridad y flaqueza
su arrogante deseo de engrandecer
su espíritu con la ciencia y las otras
perfecciones divinas , y arrastrando
tras sí en su triste caida á millones
innumerables de criaturas , despo-
seidas del reino que perdieron sus
246 -

primeros padres. Pero Dios tuvo


misericordia del hombre , inducido á

la rebelion por un espíritu superior


á él ; y viendo cuál fué la causa y
cuál era la naturaleza del mal que
padecian su corazon y su espíritu :
«Yo iré , dijo , en tal manera , que
el que quiera ser como yo reciba
por la profundidad de su humil-
dad , la virtud y la ciencia perdidas
por la soberbia , y sea admitido al
reino de la gracia para que luzca

perpétuamente á sus ojos el res-


plandor de la luz eterna . » Hé aquí
la gran leccion que contie
ne el
misterio de la cruz . Gracias al

bálsamo que destila este árbol fe-


cundísi , el espíritu se purifica y
mo
dispone á recibir los testimon
ios
divinos ; y gracias á su divina en-
- 247 -

señanza , el hombre puede llegar


por los caminos de la humildad á

asemejarse á Dios , restaurando en


su alma la antigua imágen borra-
da, y participando por altísima ma-
nera de los tesoros de amor , de

sabiduría y de dicha que el mismo


Dios promete á los que le siguen .
Pero tambien he dicho que los

misterios de la fé , además de la
perfecta armonía y sublime gran-
deza que los hace admirables , im-
poniendo á la razon su augusta
verdad y relacionándose con la
voluntad por el fondo infinito de
amor y de bondad que encierran , y

por razon de la eterna dicha que


ofrecen al hombre mas allá del
sepulcro , tienen una virtud sobera-
na para dar razon de todas las co-
248.

sas , y su luz es tan copiosa que se


difunde por toda la extension del
humano saber. La oscuridad de los
misterios es tan solo relativa á
nuestra limitada inteligencia , pero

en sí mismos son piélagos de luz


que alumbran la ciencia y la vida

toda del hombre . « El pecado ori-


ginal , decia nuestro Balmes co-
mentando el profundo pasaje de
Bacon en que se afirma que la
verdadera ciencia conduce á la re-

ligion , « es un misterio , pero este


misterio explica el mundo ente-
ro ; la Encarnacion es un misterio ,
pero este misterio explica las tra-
diciones del humano linaje ; la fé
está llena de misterios , pero esta
fé satisface una de las mayores ne-

cesidades de la razon ; la historia


249

de la creacion es un misterio , pero


este misterio esclarece el caos ,

alumbra el mundo , descifra la his-


toria de la humanidad ; todo el

Cristianismo es un conjunto de mis-


terios , pero esos misterios se enla-

zan por ocultos senderos con todo

lo que hay de profundo , de grande,


de sublime , de bello , de tierno en
el cielo y en la tierra ; se enlazan con
el individuo , con la familia , con la
sociedad, con Dios , con el entendi-
miento , con el corazon , con las
lenguas , con la ciencia, con el arte.
El investigador que no se acuerda
de la religion , y que tal vez busca
medios para combatirla , la encuen-
tra en la entrada y en la salida de
los caminos misteriosos , junto á la
cuna del niño como al umbral de
250 -

los sepulcros , en el tiempo como


en la eternidad , explicándolo todo
con una palabra , arrostrando im-
pasible los despropósitos de la
ignorancia y los sarcasmos del in-
crédulo , y esperando tranquila que
el curso de los siglos venga á dar
la razon al que para tenerla no
necesitaba que los siglos empezasen

á correr. » (Filosofia fundamental ,


lib. 3. cap . XXXIII) .
Para comprobar y esclarecer mas
esta doctrina , elegiré el primer
misterio del cielo y el primero de

la tierra , ó sean los dogmas de la


Santísima Trinidad y del pecado y

caida del primer hombre y de su


descendencia , y contemplaremos la
luz con que estos dogmas iluminan
las verdades morales.
251 -

El dogma de la Santísima Trini-

dad explica lo primero la vida di-


vina . En general la vida es el acto
que procede de la naturaleza mis-

ma de los seres vivos , y se termina


en ellos como en su objeto verda-
dero ( 1 ) . Así , la vida de las plan-
tas , de los animales y del hombre
es una operacion interior consuma-
da por el principio que los informa

en el seno de su existencía respecti-


va. Ahora, segun el dogma católi-
co , Dios , conociendo y compren-
diendo su divina esencia , forma
dentro de sí un concepto ó imágen

(1) Ratio vitæ, prout operationem respicit con-


sistere videtur in actionis immanentia ; seu in ac-
tione, quæ sic ab agente procedit, ut in ipso agente
recipiatur et maneat. (Mat. Liberatore, Institutio-
nes philos. ad trien . accomm. Roma 1861.)
- 252

de sí mismo , que es • el Hijo , á


quien ama necesariamente agradán-
dose en él con infinito amor y gozo ,
porque vé en él su misma bondad

infinita ; y el Hijo ama tambien in-


finitamente al Padre por la infinita
bondad que vé en él y recibe de

él; y por este amor producen un


ímpetu ó impulso de su divina
voluntad , que llamamos Espíritu
Santo , comunicándole su misma
divinidad . De este modo la esencia

infinita de Dios , que es la misma


en el Padre y en el Hijo y en el
Espíritu Santo , se conoce y ama
infinitamente con un gozo infinito ,

y este conocimiento y este amor y


gozo son una accion eterna , per-
fectísima , consumada en el . sér
mismo divino . La vida divina se
253

explica , pues , admirablemente por


este misterio , segun el cual el acto
que consideramos en Dios procede
de Dios mismo como principio sin
principio ; y se termina en su mis-
ma esencia , sin salir de los infini-

tos abismos de sér , de belleza y de

perfeccion , en cuya contemplacion


encuentra Dios el término infinito

de su inteligencia y de su amor. Y
al mismo tiempo explica y da ra-
zon este misterio de la felicidad
infinita que halla Dios en sí mismo ,

viendo y amando su propia esencia


infinitamente perfecta , y gozándose

las tres personas divinas de que


sea uno mismo el sér y perfeccion
que tienen , de modo que cada una
de las tres se goza en el propio

bien infinito y en que las otras le


251 --

tengan asimismo sin tasa , por don-

de se junta al gozó que nace en


quien contempla sus riquísimas ex-
celencias , el que produce ver que
de ellas gozan tambien poseyéndo-
las plenamente las personas ama-
das . Este último es el gozo de la

comunicacion y de la amistad , de
que no es razon privar á Dios , cu-
ya bondad , sabiduría y poder cum-
plen por esta manera el deseo de
comunicarse infinitamente , y " en

quien debió juntarse , con la exce-


lencia y perfeccion de la unidad , la
perfeccion que hay en la plurali-
dad , siendo como es uno , aunque

no solo , y muchos aunque no dife-


rentes , ó en otros términos , uno
en la esencia y trino en las perso-
nas . Fides catholica hæc est , ut
- 255 -

unum Deum in Trinitate et Trini-


tatem in unitate veneremur ; neque

confundentes personas , neque subs-


tantiam separantes .

Tambien explica el sagrado mis-


terio de la Trinidad la gloria de
Dios testificada eternamente en el
cielo por el Padre , el Verbo y el

Espíritu Santo (I , Joan . 5 ) ; pues


el Padre es plenamente glorifica-
do comprendiendo infinitamente su
adorable esencia en la generacion
eterna de la Sabiduría increada , y

ambas personas se glorifican tam-


bien infinitamente produciendo el

Espíritu Santo , que es el amor


sustancial con que se aman , y to-
das tres se glorifican de un modo
infinito , conociéndose , amándo-
se y gozando eternamente con
256

este conocimiento y este amor.


Otra explicacion no menos lumi-
nosa se obtiene con la considera-
cion de este misterio , y es que

gozando Dios en sí mismo de una


plenitud infinita de vida , de felici-
dad y de gloria , nada puede reci-

bir de sus criaturas , porque nada


le falta , todo lo posee infinitamen-
te , y por lo tanto la creacion es un
acto libre de su omnipotencia y de

su amor. De aquí el origen y natu-


raleza contingentes de los objetos
que componen el universo , los
cuales nada añaden ni pueden aña-
dir á la gloria esencial de su divi-
no autor , de quien dependen en el
sér y perfeccion que tienen , en el
fin á que están ordenados , y en la
duracion de su existencia. De aquí
- 257 -

tambien que todos lleven , cada


cual á su manera , un cierto vesti-
gio de la Trinidad divina ( 1 ) , y
que el hombre , que es el mas per-

fecto de todos , imite con mayor

excelencia el perfectísimo modelo .


El Criador se dignó ademas coro-
narle con corona de honor y de

gloria dándole el imperio sobre


toda la naturaleza , como á imágen

suya ( 2 ) que á un mismo tiempo

(1 ) Este concepto lo expresó admirablemente


el autor de la divina comedia en estos versos:
Cio che non muore e cio che puo morire
Non é se non splendor di quella Idea
Che partorisce amando il nostro Sire.
C

(2) Son cosas diferentes imágen y vestigio : la


H
O

imágen representa su objeto segun la especie de


este , secundum similitudinem speciei, mas el ves-
tigio lo representa solo por modo de efecto , per
modum effectus , y en este sentido la ceniza sc
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD. 17
R
E
MA
D

CIONES
PUBLICA
B
258

existe , se conoce y se ama , y es


capaz de formar en su inteligencia
el concepto de Dios , y de producir
con su voluntad el afecto ó ímpetu
del amor divino y el gozo con que

se complace con este concepto y


este amor (1 ) , y de abrigar por

último en su pecho la dulce es-

dice vestigio del fuego , y el asolamiento de una


comarca, huella ó vestigio de un ejército enemigo.
Ahora bien , siendo intelectual la naturaleza de
Dios, solo aquellos séres son su imágen , que gozan
de inteligencia. Esta imágen no solo se refiere á
la cualidad de la naturaleza , sino tambien á la
trinidad de las personas : Dicendum est in homine
esse imaginem Dei et quantum ad naturam divi-
nam et quantum ad trinitatem personarum. (Sum
ma th. I, p . q . 93, a. 1.)
(1) Est quædam imago Trinitatis ipsa mens et
notitia ejus, quod est proles ejus ac de se ipsa ver-
bum ejus , et amor tertius ; et hæc tria unum sunt
atque una substantia . (San Agustin , De Trinitate,
1. 9, c. XVII, núm. 10. )
- 259 ―

peranza de transformarse en el
Amado cuando vea claramente su

gloria (1 ).
Ante el dogma de la Santísima
Trinidad se desvanecen los errores

todos que deshonran la filosofía ,


particularmente el materialismo y
el panteismo , cuyo dios no se dis-
tingue sustancialmente del mundo ,
ni tiene por lo tanto vida propia é
independiente de las cosas finitas ,
en las cuales se va manifestando

(1) Cuidese siempre de no confundir esta trans-


formacion gloriosa , que es el nos immutabimur de
San Pablo (ad Cor . I, cap . 15 , v. 52) con la unidad
de sustancia á que reduce el panteismo todas las
cosas. En la doctrina y filosofía cristiana la union,
• por íntima que sea , no destruye la distincion del
sér criado y del sér infinito. Estos dos conceptos
de union y distincion tienen un valor inaprecia-
ble á los ojos del verdadero filósofo .
- 260

gradualmente , desde el tosco mi-


neral hasta el hombre , la mas
perfecta manifestacion de la vida

divina . La historia del linaje huma-


no no es otra cosa en los sistemas

panteistas que la série de estas ma-

nifestaciones , segun la ley llamada


del progreso indefinido , ideado pa-
ra lisonjear yseducir el corazon
humano con vanas é insensatas pro-

mesas . Este impio fatalismo , que


de una parte suprime el dogma sa-
grado de la Providencia , y de otra
la libertad del albedrío que goza el

hombre , hecho á imágen y seme-


janza de Dios , cae tambien , con
todas sus consecuencias falsas y
subversivas de la ley moral, heri-
do mortalmente por los rayos del
augusto misterio , como en otro
261

tiempo caian ante su gloriosa invo-


cacion los ídolos vergonzosos del

paganismo .
El otro misterio que nos pro-

pusimos considerar , es sin duda el


mas costoso al orgullo del hombre ,
á quien presenta desde el punto
de su nacimiento sometido al reato
de la culpa y agobiado por el peso
del infortunio . La rebelion de los

sentidos y de las pasiones contra la


razon ; la debilidad del corazon y
su inclinacion al mal ; la oscuridad
de nuestro entendimiento y el do-
lor y la muerte á que estamos to-
dos sujetos , tal es la triste herencia

que recibimos al nacer , cuyas reli-


quias aun nos quedan despues de
ser purificados por el soplo divino
de la gracia . Ahora bien , solo el
262

pecado original da razon de estos


hechos , explicando la naturaleza y
la historia del hombre , el cual sin
este misterio es mas incomprensi-

ble que el misterio mismo , segun


el profundo pensamiento de Pascal .
(Pensées, ch. 4 , art . 7) .
En el estudio de nuestra natura-

leza apenas puede darse un solo


paso si antes no la ilumina este

dogma : la lucha terrible de que


daba testimonio el Apóstol , cuando
decia : Yo no hago el bien que quie-
ro , aunque sí el mal que aborrezco .
Yo siento en mis miembros una

ley que se opone á la ley de mi es-


píritu (Ad rom . VII) ; la extraña
inclinacion que solemos sentir á las
cosas que nos están prohibidas :
Nitimur in vetitum semper , cupi-
263 -

musque negata ; esta confusion de

elementos y principios opuestos ,


que junta en una misma naturale-
za el espíritu y la carne , el ángel y
la bestia , y hace inseparables en el
vicio la vileza y el orgullo ; y tantos
otros nudos como se forman en es-

te abismo , ¿ qué otra solucion tie-


nen sino la que les da el misterio
de la caida (1 ) ?

(1) « Os engañais miserablemente , oh sábios del


siglo! el hombre no es ni las delicias de la natura-
leza , á la que por tan diferentes maneras ultraja,
ni tampoco su ignominia , pues vale mil veces mas
que ella. Ahora , ¿ dónde toma su origen esta falta
de proporcion y de armonía? Á decir verdad , las
trazas tan mal concertadas de este edificio , cuyos
cimientos son tan magníficos , dicen en voz alta
que no conserva íntegro su sér . Una mirada aten-
ta descubre en él vestigios admirables de un po-
der divino , pero al mismo tiempo , reparando la
desigualdad de la fábrica , percibe asimismo las
264 --

En el órden histórico no es me-

nos necesario recurrir á este mis-

huellas del pecado . ¿ Qué extraña confusion es,


Dios mio, esta en la que apenas puedo reconocerme
á mí mismo ? ¿ Habremos de tenerla por el hombre
que l'ios hizo á su imágen, por el milagro de su
infinita sabiduría y por la obra maestra de sus
manos ? La duda es imposible ; pero , ¿ de dónde
procede tamaña discordancia? Procede de haber el
hombre querido construir , siguiendo su propia
idea , sobre la obra de su Criador , alejándose del
plan divino. De este modo se han visto de repen-
te unidos en oposicion al modelo primitivo armó-
nicamente ideado , lo inmortal y lo corruptible , el
espíritu y la carne , en una palabra , el ángel y la
bestia. Tal es la solucion de este nudo , la luz de
este misterio gracias á la fé hemos recuperado
nuestra antigua excelencia; y nuestras vergonzo-.
sas flaquezas no pueden ocultarnos nuestra digni-
dad natural . » (Bossuet, Serm . sur la mort) . En las
palabras notadas, expresivas del orgullo del hom-
bre , está explicado el origen de las herejías y de
la impiedad racionalista : todos sus fautores pre-
tenden construir (aunque ninguno edifica nada
subsistente ) siguiendo su propia idea , sobre la
obra de su Criador , alejándose del plan divino.
265 --

mo principio de explicacion , sin


el cual la historia en muchos de
sus monumentos carece hasta de

sentido . Porque ademas de las


tradiciones universales , todos los
hombres pueden confirmarle con

su propia experiencia , pues á to-


dos alcanza la palabra del Após-
tol : Omnis creatura ingemiscit :

gemido que seria incomprensible si


el hombre sintiera en sí mismo

la integridad y armonía de sus


potencias ; si no fuese ocupada su
mente , ya por el recuerdo de un
estado de paz y felicidad , perdi-
das para siempre en este valle de
lágrimas , ya por el anhelo de una

perfeccion superior á nuestra pre-


sente miseria : gemido exhalado de
lo íntimo del corazon por el mismo
- 266 -

Apóstol , intérprete inspirado de la


humanidad cuando decia : ¿ quién
me librará de este cuerpo de muer-
te? y desasido de todas las cosas
de la tierra , deseaba ardientemen-
te verse libre de los lazos de la

carne para juntarse en el cielo con


su Amado .

El pecado original dejó sentir


sus asoladores estragos en toda la

tierra ; pero el hecho histórico que


mas visiblemente lo muestra , es el
sacrificio de víctimas humanas , eje-
cutado con asentimiento de los filó-

sofos gentiles en todos los pueblos


que carecieron de una esperanza
cierta en la venida del Mesías , y de
un conocimiento claro y perfecto
del misterio de amor y repara-

cion que habia este de oponer al


- 267.-

misterio de la primera iniquidad .


Esta institucion universal de los sa-
crificios fué el fruto dañado , pero
cierto , de la necesidad universal-

mente sentida de expiar una falta


comun á todos los hombres , satis-
faciendo y aplacando por medio del
derramamiento de la sangre de las

víctimas á un Dios justamente irri-


tado contra el hombre . La verda-
dera razon de tales sacrificios no
fué , pues , el temor á que falsa-

mente atribuyó Lucrecio el orígen


de los dioses , cuando dijo : Primos
Deos in orbe fecit timor , pues está
probado que entre los antiguos so-
líase invocar á Dios dándole el

nombre de padre , que expresa el


concepto de bondad , no el senti-
miento del temor ; sino la que dan
-- 268 -

á conocer estas palabras que el


ilustre conde de Maistre , á quien
tanta claridad debe esta materia ,

puso en los lábios de los que así


creian satisfacer á la justicia divina .
« Los dioses son buenos , y de su
>> bondad hemos recibido cuantos

>> bienes gozamos , por cuya razon


>> les debemos alabanza y hacimiento

>> de gracias ; pero tambien son jus-


>>> tos , y nosotros culpables ; y hé aquí
>>que debemos aplacar su ira y ex-
>>piar nuestro crímen , empleando
» para conseguir este fin el medio

>> mas eficaz , que es el sacrificio . >>


Este discurso carecia ciertamente
de virtud demostrativa , porque és

evidente que la sangre de víctimas


humanas manchadas originalmente

por el pecado en el seno materno ,


- 269 -

no podia ser acepta á los ojos del


Santo de los Santos ; pero en cam-

bio las ideas en que se funda ,


conformes con los monumentos sa-

grados , expresan el concepto del


primer pecado , trasmitido de gene-
racion en generacion á los hijos
del primer hombre , y figuran el
misterio de la reparacion divina
obrado voluntariamente (quia ipse

voluit) por el Cordero inmaculado ,


ofrecido como víctima al Eterno

Padre por los pecados del mundo ,


los cuales tomó sobre sí , y aun
marcó su sacratísimo cuerpo con la
figura de pecador , para derramar

despues su preciosa sangre en el


ara de la cruz : sacrificio continua-

do durante diez y nueve siglos, y


despues hasta la consumacion de
- 270 -

los tiempos en los altares católicos ,


donde sube todos los dias en olor
de suavidad ante el acatamiento di-

vino la hóstia de paz ofrecida en el


Calvario para reconciliar y unir el
cielo con la tierra , y para que des-
cienda sobre esta el reino de Dios ,

cuya consumacion gloriosa gozan


los escogidos en una eternidad de
paz y de dicha.

El racionalismo , que adula á la


naturaleza humana hasta el extremo

de adorarla , deberia enmudecer an-


te la autoridad de un hecho que tes-
tifica la historia del linaje humano ;
pero si bien se mira , al través del
incienso con que honra en aparien-
cia á su ídolo , profésale un verda-
dero desprecio cuando este da tes-
timonio á la verdad moral ; en cuyo
271 -

caso el racionalista nada quiere ver


ni seguir sino su propia razon ex-
traviada . « Uno de los caractéres ,
dice el mismo ilustre escritor , mas

dignos de atencion que se perciben


en la impiedad, es el desprecio del
hombre. Hija y madre al mismo
tiempo del orgullo , ébria además
de orgullo , y no respirando mas que
orgullo , la impiedad no cesa de ul-

trajar á la naturaleza humana y de-


gradarla , mirando cuántas cosas
ha hecho ó pensado el hombre ba-
jo un aspecto que le humille y le
desespere y envilezca ; en lo cual

pone de relieve el carácter opuesto


que brilla en la religion , que sin
cesar emplea la humildad como el
solo medio de elevar el hombre á
Dios.»
- 272 -

Sí : el dogma del pecado original


que tanto humilla á la razon , mos-
trando la profunda llaga que la

hirió en el principio , es la condi-


cion necesaria para elevarle al rei-
no sobrenatural de la santidad y
de la verdadera ciencia . Tal es el
carácter divino de la religion : no
descubre el mal sino para curarlo ,
ni hace ver el inmenso vacío que la
humildad cristiana considera en el

hombre , sino para iluminarlo con


el esplendor de sus verdades y con
la esperanza de verlas claramente
en el seno de la luz increada . Al·
contrario del racionalismo , que pa-

ra lisonjear el orgullo del hombre


empieza suponiéndole naturalmente

bueno y capaz de llegar por sí mis-


mo á la sabiduría y á la dicha , y
- 273

acaba por corromper su corazon y


cegar su entendimiento , cubrién-
dole de oprobios y miserias , la reli-
gion le habla desde luego el severo
lenguaje de la humildad, y para co-
ronarle con aureola de luz , de san-

tidad y de dicha , le pide ante todo


que se reconozca reo y miserable
desde el principio , inclinado al mal
y rodeado de tinieblas y profundos
misterios . Gracias á la virtud de la

humildad , iluminada y sostenida


por el dogma de la caida y el de la
redencion, el hombre conocedor de
su flaqueza sabe poner los ojos en
el monte santo , de donde desciende
su auxilio y fortaleza , y en medio
de su propia nada consuélase con
ver cuáles y cuántos dones de vir-
tud , de sabiduría y de paz envia
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD. 18
274 -

Dios á las almas que se pierden en


cierto modo de vista á sí mismas,
para entrar , como decia Fenelon ,
en el seno infinito de Dios .
Entre los hombres , dice Ciceron ,
nada mueve mas eficazmente á ha-

cer bien à una persona , que su


misma debilidad. Con mayor razon
ha de mover á Dios el miserable.es-
tado del hombre á iluminar su es-

píritu y fortalecer su corazon . Así ,


el conocimiento de nuestra nativa
indigencia es tambien el título de

nuestra elevacion y el medio indis-


pensable de recibir alguna parte de
los tesoros de sabiduría y de gracia
escondidos en nuestro Señor Je-
sucristo . Este conocimiento aparta
nuestra vista de la vanidad de los

deleites sensibles y de la falsedad de


- 275

las doctrinas racionalistas , para fi-

jarla en el sol de verdad y de justi-


cia, cuyo resplandor solo oprime á
los soberbios escudriñadores de la

majestad divina (1 ) . Este conoci-


miento explica la oracion , verdade-
ra fuerza del hombre en el órden

sobrenatural; y la oracion es el me-


dio infalible de ilustrar al entendi-

miento , uniéndole con Dios , verdad

eterna , luz de toda inteligencia que


viene al inundo . Los talentos mas

perspicaces y sublimes , segun el


hermoso pensamiento de San Agus-
tin , carecen de inteligencia en el
órden religioso , si Dios no los ilus-
tra con sus esplendores divinos ; y

(1) Qui scrutator est majestatis , opprimetur a


gloria (Prov. cap . 25 , v . 27).
276

es constante que Dios niega de or-


dinario esta gracia á los le re-
que
sisten no queriendo abrazar los
sagrados misterios , cuyo admirable.
compendio considera el cristiano
en el árbol de la cruz .
En suma , el misterio de la caida

de nuestros primeros padres expli-


ca el origen del mundo ; el fin para
que fuimos criados ; el estado de la

inocencia primitiva , cuyo triste re-


cuerdo jamás se borró del todo en
medio del gentilismo ; el doble ór-
den de la naturaleza y de la gra-

cia , de la cual fué privado el linaje


humano en pena del orgullo ; la
triste condicion á que quedó redu-
cida la humanidad , herida hasta el
punto de sentir la debilidad é incli-
nacion de su albedrío al mal ; la
277 -

rebelion de la carne , el desarreglo

de la fantasía : explica las antiguas


tradiciones acerca de los tiempos
primitivos , y esclarece la historia
de aquellos en que estaba fijado el
cumplimiento de una esperanza di-
chosamente cumplida en la pleni-
tud de los siglos ; es la clave para

conocer la vida de un pueblo ente-


ro , relacionada con la de los demás

pueblos que precedieron á la ve-


nida del Deseado de las gentes ; da
á conocer la necesidad de una re-
velacion que ilumine la oscuridad

del entendimiento , y de una fuerza


superior que nos ayude á restaurar
la imágen divina que borró el pe-

cado primero; por último , es la ra-


zon del origen del mal , considerado

en todas sus formas y aplicaciones


-- 278

al individuo , á la familia , á la so-


ciedad , á todas las instituciones
humanas , con lo que humilla pro-
fundamente al hombre ante el es-

pectáculo de sus propias miserias ,


las cuales son , como he dicho , el

solo título que posee para mover la


piedad de Dios á otorgarle sus do-
nes , y la condicion indispensa-
ble para recibirlos amorosamente ,
adornando con ellos su entendi-

miento y su voluntad , y elevándose


y perfeccionándose hasta tocar una
cumbre mas alta todavía y mas lu-
minosà que aquella de que le hizo
descender el pecado del primer
hombre .
279 ―

CAPÍTULO VIII.

Recta inteligencia de los nombres razon y cien-


cia.-La Iglesia jamás humilla á la razon.—
La doctrina católica acerca del uso legítimo
de la razon. - Recientes definiciones acerca
dol poder de esta facultad. -La Iglesia nos
recuerda tambien nuestra debilidad. - Cómo
empieza la vida intelectual en las personas y
naciones educadas por la Iglesia. - La ciencia
cristiana, fruto de la sumision del entendi-
miento á la fé. — Amplitud , fuentes y exce-
lencias de esta ciencia.-La Iglesia , protec-
tora de los estudios.-Las bellas artes.-
Beneficios de que es deudor al Catolicismo el
estudio del órden físico.

Tan distante se halla el dogma


católico de contrariar en nada
los adelantos filosóficos, que an-
tes bien es de todos ellos fecunda
semilla (BALMES , El Protestan-
tismo , tomo IV, cap. 7).

Para esclarecer mas cumplida-


mente la tésis que sostenemos con
-- 280 -

nna certidumbre que solo la ver-


dad divina puede producir en el
ánimo , conviene fijar la atencion
en el espíritu y doctrina de la Igle-
sia acerca de la razon humana , y
en la constante y amorosa solicitud

con que la ha defendido siempre


de todo linaje de ataques , perpe-
tuando la bella armonía de esta
sublime facultad del hombre con

las enseñanzas sobrenaturales del

Cristianismo. Los que acusan á la


Iglesia de haber encadenado la in-

teligencia humana é impedido ó


retardado su vuelo por la region
de la ciencia , ni conocen en este
punto la doctrina católica , ni saben
apreciar ni agradecer los inmensos

beneficios que , aun bajo el solo


concepto intelectual , debe el mun-
- 281 -

do al Catolicismo . Cierto que si


con el nombre de razon se entiende
el omnímodo derecho de juzgar con
soberano magisterio las cosas divi-
nas y humanas , las profundidades
de la esencia y de los designios de
Dios como los hechos mas sencillos
y patentes del órden físico ; si con

la palabra ciencia se quiere dar á


entender el conocimiento universal

y absoluto de todas las cosas con


las solas fuerzas naturales del hom-

bre ; ó en otros términos , si bajo el


nombre de razon se oculta el ra-

cionalismo , que es el abuso de esta


facultad , viciada por el orgullo de
una rebelde independencia , y bajo
el de ciencia está la elacion del es-

píritu y del corazon , que afectan

necio desden á la palabra de Dios;


282-

la Iglesia , maestra de humildad y


de toda verdad y sabiduría , juzgará
severamente á esa razon altiva y á
esa ciencia vana que quieren juzgar
al mismo Dios (1). Pero si por ra-

(1) «¡Oh hombre ! dice el Apóstol, ¿quién eres


tú para altercar con Dios? O homo! tu qui es ut res-
pondeas Deo?» (Rom. cap . III , v . 20) .
Entre las magníficas páginas que inspiró al
gran publicista y filósofo español , D. J. Balmes,
la sabiduría cristiana , no recuerdo ninguna mas
bella , mas profundamente sentida por aquella al-
ma de fuego , toda encendida en la luz y en el
amor del catolicismo , cuya nobilísima defensa ha
inmortalizado su nombre , que la siguiente : « Esta
razon tan grande, y al propio tiempo tan débil , se
hincha á veces en demasía , levanta con orgullo
una frente altanera é insultante : en nombre de la
libertad y de la independencia , pide el derecho de
blasfemar de Dios , de negar al hombre su libre
albedrio, y al alma su espiritualidad , su inmorta-
lidad y la elevacion de su origen y destino , y en-
tónces sí , lo confesamos , y lo confesamos con
noble orgullo , entonces la Iglesia levanta su voz ,
- 283 ―

zon se entiende la luz natural con-

cedida al hombre por su divino


Autor para que le conozca , y co-
nociéndole le ame , y amándole le
sirva y obedezca , glorificando su
santo nombre У rindiendo humilde

testimonio á la sabiduría , omnipo-

no para oprimir, no para tiranizar el entendimiento


del hombre , sino para defender los derechos del
Sér Supremo y de la dignidad humana : entonces
se opone con firmeza inflexible á esa libertad in-
sensata , que consiste en el funesto derecho de
decir todo linaje de desvarios. Esta libertad no la
tenemos los católicos , pero tampoco la queremos ;
porque sabemos que tambien en estas materias
hay un linde sagrado que distingue entre la liber-
tad y la licencia. Dichosa esclavitud , por la cual
quedamos privados de ser ateos ó materialistas; de
dudar que nuestra alma viene de Dios y se dirige
á Dios ; de que en pos de los sufrimientos que ago-
bian en esta vida al infortunado mortal , hay pre-
parada por los méritos de un Hombre -Dios , otra
vida eternamente feliz. » (El Protestantismo etc ,
cap. 70.)
- 284

tencia y bondad de Dios con la


observancia del órden moral , pa-

tente asimismo en sus principios


esenciales y en su fin último á los

ojos de la razon ; si la palabra cien-


cia expresa un sistema de verdades
ciertas , evidentemente deducidas
de otras que el hombre conoce , ora
por medio de los sentidos y de la
conciencia , ora por la intuicion in-
telectual de sus términos , ó bien ,

si la ciencia es dogmática , en vir-


tud de la revelacion , la Iglesia

puede mostrar en sus doctrinas , en


sus instituciones , en sus doctores
mas ilustres , en el movimiento que
ha comunicado al mundo intelec-

tual , títulos incontestables que la


hacen acreedora al reconocimien-
to de cuantos aman de corazon
285

el perfeccionamiento espiritual del


hombre y los verdaderos progresos
del saber .

Segun la doctrina católica , la na-


turaleza humana , aunque desnuda,

por efecto del pecado de Adan , de


los dones preciosos de la gracia ,
conserva todas las fuerzas esencia-
les de su vida física y moral , muy

particularmente la razon y el libre


albedrío ; es decir , la facultad de
conocer la verdad en el órden na-

tural y el poder de practicar las


virtudes morales . Desgraciadamen-
te , tanto la libertad como la razon,
abandonadas á sí mismas , suelen

dar muchas y terribles caidas , al-


gunas de ellas tristemente famosas ,
en las sendas que conducen al bien
y á la verdad ; pero á pesar de sus
- 256 --

numerosos extravíos , hijos en gran


parte de su flaqueza , y ocasionados

por los numerosos escollos de que


aquellas sendas están como sem-
bradas , estas nobilísimas facultades

muestran siempre en la enseñanza


católica su natural excelencia y con

ella el poder físico de alcanzar su


respectivo bien.
La Iglesia condena el excepticis-
mo intelectual , que es la muerte de
la razon , como condena la incre-

dulidad de los que extinguen en


sus almas la lumbre de la fé. Po-

seedora de la celestial claridad que


ilustra y ennoblece la razon con el
conocimiento mas amplio y perfec-
to de la verdad , nada mas esen-
cialmente contrario á su espíritu
que el pensamiento de destruir ó
- 287 -

debilitar las fuerzas de tan hermo-

sa facultad , imágen de Dios , que


el orgullo y la flaqueza del hombre

pueden desfigurar , y por desgracia


desfiguran muchas veces , pero que
solo en el seno de la Iglesia res-

tauran y transfiguran los rayos di-


vinos de la fé y de la caridad . La
verdad católica no humilla ni aun
al espíritu del hombre que , seduci-

do por el esplendor de su propia


excelencia , aparta sus ojos de Dios
y los
los pone en sí mismo con culpa-
ble complacencia : quien verdadera-
mente le humilla es el excepticis-
mo , despojándole del mas excelente
de los dones que ha recibido ; pero
la Iglesia le supone adornado de él
en el acto mismo con que le re-
prende amorosamente con estas pa-
288--

labras del Apóstol : « ¿ Qué tienes


que no hayas recibido? Y si lo has

recibido , ¿ porqué te glorías como


si no lo hubieras recibido? » Quid
autem habes quod non accepisti?
Si autem accepisti , quid gloriaris
quasi non acceperis? (I. Cor . IV , 7) .
¿Qué mas puede pedirse á la Igle-
sia para el honor de la razon? Pues

va mas allá el celo con que la de-


fiende , no ya contra sus enemigos

constantes y naturales , los herejes


y racionalistas , sino aun contra las
doctrinas exageradas de sus pro-

pios hijos , los fieles campeones de


la doctrina católica. En observan-

do que alguno de estos , arras-


trado por la violenta fuerza de la
reaccion, que suele producir en al-
mas vehementes y generosas el es-
289

pectáculo desolador de las escue-


las racionalistas y de las revolucio-
nes engendradas por el orgullo que
las ciega , desconoce ó disminuye
el alcance natural de la razon hu-
mana , ó la acusa de conducir ne-
cesariamente al error , la Iglesia
le recuerda la verdadera doctrina

acerca de esta facultad , y con la


misma mano con que escribe la
condenacion del racionalismo , ani-
ma y eleva la ciencia y el espíritu

del hombre , y les señala el vasto


piélago que pueden y aun deben
surcar sin perder jamás de vista el
faro divino de la fé.

¿Ni cómo era posible la hostili-


dad de la Iglesia para con la razon
humana , cuando la doctrina católi-
ca , bien considerada , supone , co-
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD . 19
290 -

mo ya dijimos , el recto uso de


y solicita
esta facultad? La fé busca У

á la razon ( fides quærens intellec-


tum ) , no solo para instruirla en sus
términos y definiciones , sino tam-
bien para convencerla de su verdad
mostrándole los motivos que hacen
razonable el obsequio que exige
todo el sistema divino de sus ver-

dades , inclusos sus mas recónditos


y estupendos misterios . Si las ver-
dades de la fé , dice un santo y doc-
tísimo escritor , tienen uno de sus
lados oscuro , la verdad de la fé es

evidente , porque los motivos de


credibilidad prueban evidentemente
que Dios se ha dignado instruirnos
por medio de su infalible revela-
cion (1 ) . La Iglesia convida, pues ,

(1) El mismo autor (San Alfonso Ligorio, Re-


- 291 --

amorosamente á todo espíritu recto


con la confianza que inspira la pala-
bra divina, á contemplar la eviden-
cia de los testimonios que certifican

su doctrina , ya probada duran-


te tantos siglos , y á recibir en su
seno la gracia que mueve piadosa-
mente el corazon y lo dispone á
admitir el don sobrenatural de la

fé . No es por consiguiente la razon


el obstáculo que se opone al reino
de Dios en el mundo , que es la
Iglesia de Jesucristo , en cuyo seno
la razon es ilustrada por los maes-
tros de la doctrina , á quienes , des-

futacion de las herejías, VI, 81 ) dice que la inteli-


gencia ve naturalmente la verdad de la fé , pero
que la piadosa voluntad de creer , ó el deseo de
someterse á la autoridad divina que se nos mani-
fiesta , solo procede de la gracia .
292

pues de habérseles instruido en

toda verdad , fueron dirigidas estas


e
palabras del divino Maestro : Vos
estis lux mundi (Math . V, 4 ) . El
único obstáculo que impide la ple-

na difusion de esta luz celestial por


todo el universo , son la concupis-
cencia y el orgullo , que ciegan la

razon de los incrédulos y de todos


los falsos sábios , espíritus sober-
bios y endurecidos que la resisten

У detestan para no ser reprendidos


en sus obras : Ut non arguantur
opera ejus (Joan . III , 19) .
Segun la doctrina católica , no
solo es posible , sino moralmente
necesario ú obligatorio , el conoci-
miento de las verdades que consti-
tuyen la regla de las costumbres .

Ni la ignorancia , ni siquiera la V
- 293

duda es permitida en este punto ,


no ya al cristiano , ilustrado por la

enseñanza católica , pero ni á los


mismos infieles , cuya razon natural
puede y debe conocer por la consi-
deracion de las cosas criadas el
órden de verdades morales que ex-
ceden los límites de los sentidos :
Invisibilia Dei per ea quæ facta

sunt intellecta conspiciuntur , sem-


piterna quoque ejus virtus et divi-
nitas (Rom. I , 20 ) . Así el Apóstol
no halla disculpa para los que ,
viendo las cosas criadas , espejo
admirable de la sabiduría infi-
nita , no adoraron al verdadero
Dios : Ita ut sint inexcusabiles .

Quia cum cognovissent Deum , non


sicut Deum glorificaverunt (v. 20
y 21 ) . Los Santos Padres mues-
- 294 -

tran acerca de esta materia la mas

perfecta conformidad , siendo no-

table la siguiente sentencia de uno


de los Padres latinos : Quæ est

summa delicti , nolle agnoscere ,


quem ignorare non possis.
El doctor angélico explica clarí-
simamente esta misma doctrina ,
añadiendo que el conocimiento que

aquí tenemos de Dios es en cierto


modo innato , en cuanto podemos
fácilmente percibir su existencia
por medio de principios innatos al
entendimiento : Dei cognitio innata
dicitur esse, in quantum per princi-
pia nobis innata de facili percipere
possumus Deum esse.
Esta es la doctrina constante de

los teólogos , declarada reciente-


mente por la Iglesia para conoci-
295

miento de sus hijos y confusion de


sus enemigos . « Es doctrina cons-
>>tante de las escuelas católicas ,
>> dicen sábiamente los Padres del
>>>Concilio recientemente celebrado

>> en Amiens , el cual ha sido apro-


>> bado por la Santa Sede , que el

>> hombre puede , gracias al recto


» uso de su razon , percibir y demos-
>>trar muchas verdades del órden

>> moral y metafísico , como la exis-


>>tencia de Dios , la espiritualidad é
>> inmortalidad del alma , la libertad
>> de su albedrío , la distincion esen-
>>>cial entre la bondad y malicia de
>>las acciones , etc. Es falso por con-
>>siguiente que sea preciso al hom-
>>bre para conocer naturalmente

>> estas verdades , creer antes en la


>>revelacion divina con un acto de
296 -

>>>fé sobrenatural : es tambien falso

>> que no haya ciertos preámbulos


» de la fé conocidos naturalmente ,

» ó que no existan verdaderos mo-


>>tivos de credibilidad que hacen
>> razonable el asenso que presta-

» mos á la fé misma ( 1 ) . »
No son menos explícitas las cua-
tro célebres proposiciones estable-

(1) Hominem , rationis exercitio fruentem , hu-


jus facultatis applicatione posse percipere aut etiam
demonstrare plures veritates metaphisicas et mo-
rales , inter quas existenția Dei , animæ spirituali–
tas , libertas et inmortalitas , atque boni el mali
esentialis distinctio , etc. annumerantur constanti
scholarum catholicarum doctrina compertum est...
Falsum est hominem has veritates naturaliter ad-
mittere non posse , nisi prius per actum fidei su-
pernaturalis revelationi divinæ credat : nec esse
quædam fidei præambula, quæ naturaliter cognos-
cuntur , et non esse motiva credibilitatis quibus
assensus fit rationabilis. (Cap . XVI, párrafo III.)
- 297..-

cidas por la Sagrada Congregacion


del Indice acerca de este mismo

punto , las cuales transcribo aquí


como un nuevo y brillante testimo-
nio de la esmerada solicitud con

que la Iglesia defiende las preroga-


tivas de la razon :

I. —Aunque la fé sea superior á


la razon , ninguna oposicion , nin-
guna contienda puede jamás exis-
tir entre ambas , porque así la fé
como la razon dimanan de una

misma fuente inmutable de verdad ,


que es Dios óptimo máximo , y así

se ayudan entre sí la una á la otra


prestándose mútuo auxilio .
II. -El raciocinio puede probar
con certeza la existencia de Dios ,
la espiritualidad del alma , la liber-
del hombre . La fé es posterior á la
298

revelacion, y no puede por lo tanto


oportunamente alegarse para pro-
bar la existencia de Dios contra el

ateo , ó la espiritualidad y libertad


del alma racional contra los secta-

rios del naturalismo y del fata-


lismo .
III.-El uso de la razon es ante-

rior á la fé , y conduce á esta con


el auxilio de la revelacion y de la
gracia .
IV. -El método de que usaron

Santo Tomás , San Buenaventura y


los otros escolásticos que les si-
guieron , no conduce al racionalis-

mo ó al panteismo , ni fué la causa


de que en las escuelas de nuestros

dias la filosofia cayera en el natu-


ralismo y en el panteismo . Por cu-

ya razon no es lícito inculpar á


299

aquellos doctores y maestros por


haber adoptado este método con
aprobacion ó al menos con el con-
sentimiento tácito de la Iglesia (1 ) .

( 1 ) I. -Etsi fides sit supra rationem , nulla ta-


men vera dissensio , nullum dissidium inter ipsas
inveniri umquam potest ; cum ambæ ab uno eo-
demque inmutabili veritatis fonte Deo optimo ma-
ximo oriuntur , atque ita sibi mutuam opem ferant.
II. -Ratiocinatio Dei existentiam , animæ spiri-
tualitatem , hominis libertatem , cum certitudine
probare potest. Fides posterior est revelatione ,
proindeque ad probandam Dei existentiam contra
atheum , ad probandum animæ rationalis spiritua-
litatem ac libertatem contra naturalismi ac fatalis-
mi sectatorem allegari convenienter non potest.
III. -Rationis usus fidem præcedit et ad eam
ope revelationis et gratiæ conducit.
IV.-Methodus , qua usi sunt D. Thomas , D. Bo-
naventura et alii post ipsos scolastici , non ad ra-
tionalismum et pantheismum ducit , neque causa
fuit cur apud scholas hodiernas philosophia in na-
turalis num el pantheismum impingeret . Proinde
non licet in crimen doctoribus et magistris i'lis
- 300

Pero al mismo tiempo que im-

pide la Iglesia sea oscurecida en


las escuelas la luz natural conce-

dida por Dios al hombre para co-


nocer y demostrar las verdades
morales del • órden natural , recuer-

da los peligros inherentes á la hu-


mana flaqueza , y la fuerza de las
pasiones , singularmente la del or-
gullo , conjuradas contra la verdad .

Nadie mejor que la Iglesia , ilustra-


da por el mismo Dios , conoce el
barro de que fuimos formados , fig-
mentum nostrum , y cuán delezna-
ble es é incapaz moralmente de
sostener por sí solo el edificio de
las ciencias morales y políticas,

vertere quod methodum hane , præsertim appro-


bante vel saltem tacente Ecclessia , usurpaverint.
- 301 -

combatido por los mismos enemi-


gos de la sabiduría y de la gracia .
Así pues , juntamente con la gra-
titud para con Dios , á cuyo amor
debemos las excelencias de nuestra

naturaleza racional y la excelsa


dignidad de nuestros sublimes des-
tinos , la Iglesia procura despertar
en las almas el sentimiento de su

propia debilidad y nativa miseria ,


trayéndoles á la memoria el origen
de su ruina , y haciéndoles ver por
modos diferentes la necesidad que
tienen de un auxilio sobrenatural

para no caer á cada paso . « La sa-


biduría humana , dice Bossuet , peca
siempre por algun lado . » Otro es-
critor , cuya profunda humildad se-
rá siempre el título mas bello de su
verdadera gloria y el modelo aca-
302 -

bado de las grandes inteligencias ,

el sábio y piadoso Fenelon , escri-


bió estas memorables palabras : « El
hombre , como ha notado un es-
critor contemporáneo , carece de
fuerza bastante para desarrollar
plenamente su razon ; y-así , estoy
persuadido de que jamás posee-
rá, sin el divino auxilio de la gra-

cia , aquella constancia , aquel justo


criterio , aquella moderacion y des-
confianza de sí mismo , que son ne-

cesarios para descubrir las verda-

des que puede conocer con sus


solas fuerzas sin necesidad de la

luz superior de la fé . Una filosofía


libre de preocupaciones y de impa-

ciente orgullo , capaz de conducir


al hombre hasta el último término
á que puede llegar la razon huma-
303 >>

na , es á mis ojos tan solo una no-


vela . Para dirigir la razon , aun

dentro de sus propios términos ,


conviene por lo tanto pedir á la
gracia las luces que solo ella posee
en grado excelente . » En este her-

moso pasaje se vé , por decirlo así ,


el misterio de la naturaleza huma-

na , extraña combinacion de gran-

deza y de pequeñez , de luz y de


sombra , de fuerza y debilidad : co-
nociéndolo bien el Catolicismo , ase-

gura al hombre que puede usar de


su razon y de sus fuerzas morales
para inquirir y demostrar la ver-
dad y seguir la ley santa del bien y
de la justicia ; mas tambien le dice
que jamás logrará por sí solo co-
nocer con perfeccion todas las ver-
dades , ni observar todos los pre-
- 304

ceptos del órden moral , segun lo


atestiguan á una la historia y la
experiencia , y lo da á conocer el
estudio de nuestra naturaleza , cu-
yas fuerzas se hallan debilitadas
por el pecado y se ven á cada paso

combatidas por el huracan de las


pasiones .
Inflamada del amor mas ardiente

á la verdad , cuya posesion está


esencialmente ligada con la salud
de las almas , la Iglesia no abando-
na jamás la razon de sus hijos : aun
despues de haberla criado á sus pe-
chos , sustentándola con su doctri-
na y con sus sacramentos , continúa
hasta el fin sus enseñanzas y con-
sejos , procurando adornar las al-
mas de humildad , sencillez y pu-

reza , que son las alas de que han


305

menester para volar libremente por


la serena region de la luz inteligi-
ble. Cual una madre amorosa que

vela siempre por sus hijos mientras


son niños ó les amenaza algun mal
grave , la Iglesia , nuestra piadosí-
sima madre , vela siempre por la
vida intelectual de los hombres ,

que es vida iniciada , vida de


infancia , ó cuando mas de adoles-

cencia, puesto que la verdad plena ,


cuya vision nos hará varones per-
fectos , no brilla claramente en esta
tierra de sombras y misterios , en
que apenas se descubre la aurora

del hermoso dia que alumbra el


resplandor de Dios y del Cordero
inmaculado .

Estudiando con buen espíritu las


relaciones de la Iglesia con la ra-
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD. 20
- 306 -

zon y la ciencia de los individuos y


de los pueblos educados por ella ,
se echa de ver el inmenso valor de
su enseñanza . Las personas que
tienen la dicha de nacer en el seno
de la sociedad católica , empiezan

su vida intelectual por donde jamás.


la terminaron siquiera los sábios
mas esclarecidos del gentilismo ,
aprendiendo las verdades altísimas

de la fé , misterios y demás doc-


trinas reveladas , que comprenden
cuanto el hombre puede saber en
esta vida acerca de Dios y de sí
mismo , y acerca del orígen y des-
tino del universo ; y por una mane-
ra semejante, las naciones formadas
por la religion católica , como son
las europeas , á quienes favoreció
Dios muy singularmente estable-
- 307 -

ciendo en medio de ellas el centro

y la piedra fundamental de su Igle-


sia, empiezan asimismo su vida in-
telectual percibiendo los rayos de
la verdad católica . Así , la pri-

mera ciencia cultivada en Europa


desde la invasion de los bárbaros ,

no obstante la aspereza de su con-


dicion y de sus costumbres , fué la

ciencia de Dios , la teología , rei-

na y maestra de las demás cien-


cias ; y la primera facultad que se
desarrolló en las naciones moder-
nas , fué la razon , la mas excelen-
te entre todas las facultades del

hombre (1) . Aquella ciencia y esta

(1 ) Véanse acerca de esta materia las lumino-


sisimas observaciones de nuestro Balmes , en su
magnífica obra El protestantismo comparado con
el catolicismo en sus relaciones con la civilizacion
europea , tomo 4.º, cap. 72. ·
- 308 -

facultad unidas con estrechísima

lazada , se comunicaron recíproca-


mente sus luces , recibiendo la pri-
mera del recto uso del entendi-
miento su forma científica ó el
enlace metódico de sus deduccio-
nes , y viendo la razon adornadas

en cambio las suyas con una certi-


dumbre , una fijeza , una claridad y
perfeccion, que jamás resplandecie-
ron en la ciencia humana separada
de la fé , pues tales dotes son la
recompensa reservada á la ciencia

y á la razon que humildemente se


someten á ella .

Fué grande dicha para la cien-


cia declararse sierva de la teolo-

gía (ancilla ) , porque es constante


que la condicion precisa de toda
grandeza verdadera es la sumision
-- 309

y fidelidad del espíritu á Dios : Ser-


vire Deo regnare est . Dichosa es-
clavitud , que nos une al Princi-
pio del bien y de la verdad , y nos
libra de la tiranía del mal y del
error . Fruto de esta humilde su-
mision del entendimiento á la ver-

dad católica , fué la ciencia cris-


tiana que ilustró á la sociedad
moderna en los siglos anteriores al
divorcio de ambos principios , y
que la ilustra todavía en la parte
que ha permanecido fiel á la auto-

ridad de la Iglesia , llevando hu-


mildemente su suavísimo yugo ;

ciencia á la vez divina y humana ,


formada á imágen y semejanza de
Cristo nuestro Señor , verdadero
Dios y hombre verdadero , cuya sa-

cratísima razon no se hallaba por


310

cierto oscurecida sino antes bien

elevada y transfigurada por su


union sustancial con la eterna sabi-
duría (1) .

La ciencia cristiana he dicho ; y

á la verdad , ¿ cuándo hubiera podi-


do la razon concebir un órden de

ideas tan grande , tan bello , tan


verdadero como el que esa palabra

representa ? La existencia y los


atributos de Dios , el origen y na-

turaleza de las cosas , las facultades


y destino del hombre , la moral
con todos sus preceptos y virtudes ,

(1 ) Lumen scientiæ non offuscatur , sed magis


clarescit in anima Christi per lumen scientiæ divi-
a
næ (Divi . Tom. 3. q. IX. art. 1 ) . Por una manera
análoga , nuestra razon alcanza la perfeccion á que
debe aspirar , cuando es ilustrada por la luz de la
fé , ó como dice Santo Tomás : Ratio perfecta lu-
mine supernaturali.
- 311 --

la sociedad y su fin , la religion y


sus misterios , sus consuelos , sus
esperanzas y sus excelentes é innu-
merables frutos en todos los órde-

nes de la vida humana , la libertad

y la Providencia , la historia y la
filosofía , el tiempo y la eternidad ;
hé aquí alguna parte de los objetos
que comprende la ciencia engen-
drada por la fé en los entendi-
mientos sometidos á la autoridad

de la Iglesia . Ciencia tan vasta ,


que pide al sábio el empleo de toda
su vida ; tan sublime , que satisface
cumplidamente y aun causa admi-
racion á los ingenios mas elevados ;
y al mismo tiempo tan sencilla , que
está al alcance del rústico y del
niño ; tan cierta como la fé divina
que la inspira , y tan luminosa co-
- 312 -

mo la evidencia del raciocinio de-


mostrativo .

Las fuentes de que procede esta


ciencia son una nueva confirmacion
de su excelencia : las primeras en-
señanzas divinas , depositadas por
la tradicion oral y escrita en la me-

moria de los hombres ; la luz de


la Sagrada Escritura , interpretada
rectamente por la Iglesia ; las defi-
niciones de los Concilios y de los

Romanos Pontífices ; la misma cien-


cia de los gentiles purgada de sus

errores y limpia de sus manchas;


las meditaciones de los contempla-

tivos, á quienes Dios llama á la so-


ledad para conversar con ellos y
comunicarles sus secretos ; y por

último , las fecundas vigilias de los


doctores católicos , modelos de hu-
313 ---

mildad y sabiduría : hé aquí las


fuentes de que procede la ciencia
de los cristianos que viven sumisos
á la autoridad de la Iglesia . "
Esta ciencia es inmutable en sí

misma como la verdad , pero á los

ojos del hombre va mostrando su-


cesivamente la série de sus relacio-
nes , y aplicando á la diversidad de

los sucesos históricos y de las ne-


cesidades morales del hombre sus

inmortales principios ; en lo cual


es imágen viva del dogma católi-
co , que permaneciendo siempre el
mismo con una identidad perfecta ,
se va explicando en la série de los
siglos merced á la autoridad divina
de la Iglesia , que lo define y formu-
la segun lo piden la condicion de
los tiempos y el órden señalado
314 -

por la Divina Providencia al solo


progreso posible de su inmutable

verdad ; siendo de admirar que á


medida que la doctrina católica se

va mostrando con mayor claridad ,


van desapareciendo las tinieblas
suscitadas en cada época por el
orgullo , como huyen las • sombras
de la noche segun que el sol va
creciendo y difundiendo su luz has-
ta convertirla en la claridad del
medio dia .

La Iglesia ha demostrado con


hechos su amor á la verdadera

ciencia , recogiendo y purificando


las antiguas doctrinas , conservando

y explicando las tradiciones prime-


ras , honrándola en el sacerdocio ,
ilustrando con ella la razon de to-
dos los hombres , aun los que
315 -

habitan tierras remotísimas ó in-

hospitalarias , y estableciendo en
universidades y escuelas, cuyo orí-

gen es puramente católico , grandes


centros de enseñanza y de luz , y
medios y estímulos eficaces para
difundirla. La metafísica y las otras
ramas de la filosofía , á la Iglesia
deben sus mas insignes obras ( 1) ,
así como su constante tradicion y
enseñanza . Las lenguas sábias Ꭹ la

(1) Gloria de España , y gloria especialmente


de Granada, es la de contar entre sus hijos al in-
signe autor de las Disputationes Metaphysica y de
los seis libros De Anima . Despues de leer estas
obras del eximio Suarez , modelo heróico de hu-
mildad , no se sabe qué admirar mas, si la profun-
didad , verdad y perfeccion de esta filosofía tan
poco conocida , ó la superficialidad y osadía de
los orgullosos discipulos de Descartes y de Kant,
padres del racionalismo contemporáneo.
- 316 -

literatura han florecido siempre en


las escuelas católicas , como la for-
ma que expresa en su origen los
conceptos y doctrinas que forman

el depósito y el ornamento de la
ciencia cristiana . De las artes nada

diré, porque ¿ quién ignora la ad-


mirable fecundidad de las creencias
católicas en toda clase de obras

bellas ? ¿ quién ha podido olvidar


que la historia de la pintura , de la
arquitectura , de la poesía y de
otras artes expresivas de la belleza ,
se hermana y casi se confunde en
los tiempos modernos con la histo-
ria de la Iglesia , cuyas doctrinas у

recuerdos son manantiales copio-


sísimos y purísimos de sublime
inspiracion , y han suministrado
siempre modelos acabados de ine-
317 GR

fable hermosura? En este punto es

mas visible todavía que en otros la


esterilidad á que está condenado el
orgullo , pues donde quiera que
logra insinuarse , ora bajo la forma
de protesta luterana ó calvinista , ó
en la mas desnuda de la increduli-

dad ó del racionalismo , el arte

muere , como la sávia en las plan-


y de vida hela-
tas llenas de lozanía У
das por el aquilon .

No es este el lugar de vindicar


á la Iglesia de los ataques que le
han dirigido sus enemigos acusán-
dola de oponerse al progreso de las
ciencias físicas : los apologistas es-
tán llenos en esta materia de he-

chos y reflexiones que desvanecen


las calumnias de los impíos y pro-

porcionan á la verdad un nuevo


318

triunfo . Aquí solo debo observar


que la doctrina católica , de la cual
procede la virtud de la humildad , se
hermana admirablemente bajo este
concepto con la ciencia del mundo

exterior , en la que se muestra vi-


siblemente la necesidad que tiene
el hombre para alcanzar la verdad
de poner atento oido , por medio
de la observacion y de la experien-
cia , á la voz de la naturaleza , que
le descubre sus secretos y le enseña
el admirable mecanismo de sus le-

yes . Tratándose de objetos superio-


res á los sentidos , ó sea del mundo
invisible , el orgullo racionalista
imagina locamente que establece у
enseña la verdad cuando saca de sí

mismo los oscuros y falsos concep-


tos de su ciencia ininteligible ; pero
- 319 -

en el órden de las cosas sujetas á


los sentidos y al cálculo , la razon
tiene que rendirse ante la verdad
de los hechos y demostraciones , to-
mándolos como medida de sus con-
ceptos y discursos .
Demás de esto , el estudio del ór-
den físico debe al Catolicismo dos

grandes bienes , que nunca serán


bastante estimados de los que culti-
van esta ciencia . Uno de ellos es la

completa paz que gozan los ánimos


en el seno de la Iglesia acerca de
su destino moral en esta vida y en

la futura ; paz que les permite de-


dicarse libremente á la investiga-

cion de los hechos y leyes natura-


les, y consagrar á su conocimiento ,
en medio de la serena tranquilidad
que goza el fiel con respecto á las
320 -

verdades que mas le importan , el


tiempo que los racionalistas y libre-

pensadores tienen que dedicar al


exámen de las cuestiones morales

cuya solucion debe servir de nor-


te á su propia vida , pues , segun
observó profundamente Pascal , la
sola creencia en la inmortalidad del
alma induce racionalmente al hom-

bre á seguir un sistema de vida ra-


dicalmente opuesto al que seguiria
si el alma pereciese con el cuerpo ,
y al que siguen realmente los que
niegan por su desdicha la verdad
de este sublime dogma . Ejemplos
hay, desgraciadamente , en la his-
toria de las ciencias de génios

brillantes , que vivieron como ab-


sortos en el estudio y contempla-
cion de la naturaleza , olvidados de
321 -

Dios y de su último fin en el seno

de una indiferencia insensata ( 1 ) ;

(1) El célebre Alejandro de Humbold , autor


del Cosmos , que murió el 6 de Mayo de 1859 , es
un triste ejemplo de esta tristísima verdad. «Na-
cido , dice un escritor católico , en un país pro-
testante y racionalista , privado de la educacion
cristiana , tan necesaria desde los primeros años,
ocupado durante su vida de pensamientos é in-
vestigaciones del órden fisico , y absortó en su
contemplacion , el Sr. de Humbold no dejó cierta-
mente de conocer la mano del Criador ; pero
apenas vió mas que al Criador del mundo físico ,
al Dios de los astrónomos y de los hombres cien-
tíficos , sin advertir que este mundo casi no es
mas que un pálido reflejo , una penumbra de
un mundo infinitamente mas maravilloso y no
menos real. No sé qué vago deismo con tenden-
cias panteistas fué la sola religion de Humbold . »
(Univers. n. 145 , citado en La Civiltà Cattolica) .
Esla última revista dió asimismo cuenta de la
muerte del Sr. Arago , en términos no menos elo-
cuentes y en extremo dignos de profunda medita-
cion : «Pocos meses há que Francia nos suminis-
tra una dolorosa prueba de esta verdad , en el mas
célebre de los profesores de ciencias naturales . El
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD. 21
322

pero á la verdad , si tales ejemplos


hubieran de ser imitados por los

2 de Octubre de 1853 murió en París Mr. Fran-


cisco Arago, físico , astrónomo , escritor y orador
eminente. Eranle familiares todos los ramos de la ·
ciencia experimental , y sabia enseñarlos con una
facilidad, lucidez y elegancia incomparables . Ha-
bia penetrado los secretos del cielo , descubriendo
nuevas propiedades del sol y de los planetas , de
las estrellas y de las nebulosas ; habia profundiza-
do con exquisita perspicacia la naturaleza de la
luz , y fijado nuevas reglas para conocerla ; habia
medido el gran cerco de la tierra , y escrito con
gran sagacidad y doctrina respecto á los vientos
y torbellinos , á los meteoros y al rayo. Con gra-
ve , copiosa y elegante pluma habia tambien pu-
blicado noticias y elogios de muchos colegas
suyos , que le habian precedido en la tumba . Du-
rante veinte y tres años habia sido Secretario de
la Academia de Ciencias francesa , siendo objeto
de constante admiracion para aquellos sábios , que
le oian como á un oráculo . Á su fama de literato y
naturalista juntábase su celebridad como hombre
político , pues que habia sido varias veces de la
Cámara de Diputados en tiempo del Rey Luis Fe-
lipe , y despues Ministro de la República. .
323 →

sábios ; si su hermosa ciencia solo

pudiera enriquecerse á costa de la

>>Pues bien con tanta sabiduría , con tantos


timbres y laureles , Francisco Arago no conocia á
Dios, no conocia al Hacedor de aquel sol y de aque-
llas estrellas cuyos giros y propiedades´ le habian
quitado tantas noches de sueño. El cielo, que anun-
cia la gloria de Dios , habia sido para él un libro
cerrado , y en su pecho no habia sentido una sola
palpitacion de amor al Dios sumo que ha puesto
la tierra por escabel de sus plantas. Con toda su
ciencia política no habia entrevisto siquiera la di-
vinidad de esta monarquía católica , que durante
diez y ocho siglos , pacífica , inerme , combatida
siempre , y siempre perseguida , subsiste de pié,
triunfadora , y ensanchando perpétuamente sus
conquistas por cuanto el sol alumbra. El simple y
rudo aldeanillo que sabe y cree las dos primeras
respuestas del Catccismo de Doctrina Cristiana ,
es mas docto y mas grande que Francisco Arago;
pues , si bien no conoce la superficie de las cosas
que pueblan este granillo de arena que llamamos
el mundo, conoce en cambio á Dios, y se conoce á
sí mismo ; es decir , sabe su principio y su fin;
sabe , en resúmen , cuanto noble y augusto hay
que saber debajo y encima de las estrellas.
- 324 -

salud moral del hombre , y de las


sublimes verdades que la metafísica

y la religion enseñan , valiera mil

>>......Oigamos al mismo Arago , cómo habla-


ba , poco antes de terminarse su vida, á un sincero
amigo que le exhortaba para que pensase en Dios.
-« Bien sabeis , le decia , que , educado como fui
»en medio del torbellino de nuestra revolucion ,
>>no he recibido instruccion alguna religiosa : no
>>conozco nada , absolutamente nada de los dogmas
»de la Revelacion ; y muchas veces habreis podi-
>>do notar el estudiado artificio con que siempre
>>he esquivado toda cuestion religiosa... » «El
»problema de lo infinito y del porvenir es un tre-
>>mendo problema , bien lo veo ; su profundidad
>>me espanta ; me falta valor para mirarlo de fren-
»te , y conozco que mi espíritu se perderia naufra-
»gando en ese Occéano sin orillas .. Me abando-
>>no , pues , con inmenso dolor á mi ignorancia…..>>
>>De esta manera ha muerto ese sábio celebér-
rimo, dejando en pos de sí una gloriosa memoria,
sin duda , para los hombres doctos , pero tambien
para los cristianos una enseñanza tan dolorosa
como fecunda. » —(La Civiltà Cattolica , segunda
série , tomo V , páginas 633 y 631) .
325 -

veces renunciar á la investigacion

de las propiedades y leyes de los


objetos materiales , y contentarse
con la satisfaccion de las mas sen-
cillas necesidades de la vida física ,

para oir con atencion y con fruto


la voz con que pregonan todas las
cosas criadas la gloria de su divino
autor . Afortunadamente la razon ,

de acuerdo con la experiencia , en-


seña que el indiferentismo de los
sábios en materias de religion es no

menos absurdo que violento y es-


téril ; y la historia de las ciencias ,
en cambio de esos pocos nombres
que no hacen regla , cuenta entre
los mas ilustres génios de la física y
de las otras ciencias enlazadas con
ella , á hombres de mucha fé y de

acendrada piedad , alguno de los


326

cuales jamás pronunciaba ni oia


pronunciar el santo nombre de Dios

sin descubrir su noble frente y hu-


millarla ante la infinita sabiduría

que resplandece en la naturaleza , y


se refleja , aunque débilmente , en
la ciencia del hombre que estudia su
admirable concierto .

El otro beneficio , tambien in-


apreciable , de que es deudora la
ciencia de la naturaleza á la teolo-

gía , nace de los conceptos cardina-


les de esta facultad , la cual aunque
todo lo refiere al conocimiento de

Dios , posee sin embargo la virtud


de esclarecer muchos misterios del

órden físico y moral , y de comuni-


car á la razon la fuerza y sutileza
que necesita para penetrar , cuanto
es posible , los más profundos ar-
327 <

canos del cielo y de la tierra . Las


ideas de fuerza , de vida , de espíri-

tu, de órden , de fin , de naturaleza ,


de sustancia, de sér , de infinito , y
tantas otras en que abundan las in-
teligencias alumbradas por la fé ,
circulan en las ciencias exactas y fí-

sicas como los espíritus vitales en el


hombre (1) : sin tales conceptos el

(1) El abate Gioberti , cuyo nombre trae á la


memoria el de La Menais, porque , como este , de-
jóse arrastrar fuera de las vas de la verdad por el
orgullo racionalista y revolucionario del siglo , ob-
servó con mucha verdad que el panteismo destruye
el fundamento especulativo del cálculo infinitesi-
mal , anulando la distincion que existe entre la
cantidad discreta y la contínua ; distincion que no
se concibe sin el dogma de la creacion. «Así se ex-
plica , añade este escritor , que Leibniz y Newton,
inventores de dicho cálculo , y Keplero , Cavalieri
y Fermat , que prepararon su invencion , fuesen
personas religiosas , educadas é inspiradas por las

PUBL
328

universo seria á los ojos del sábio


una cosa muerta , sin órden ni belle-

za ; todas sus leyes y fenómenos se


explicarian con una sola palabra ,
la de materia ; y el mas vil de los
errores que deshonran la razon hu-

mana , seria tambien el castigo que


humillara á los que en el estudio
de la naturaleza resistiesen con ne-

cio orgullo las luces del espiritua-


lismo católico .

doctrinas del Cristianismo (a) . Las matemáticas su-


blimes son un privilegio de la ciencia fundada en
el dogma de la creacion , porque sin él la idea de
lo infinito no se puede adquirir con la pureza y
realidad que le son propias . » (Del primato , parle
sec. páginas 302 y 303.)

(a) Calieri perteneció á la insigne Compañía de Jesús.


- 329 --

CAPÍTULO IX .

Testimonios del sagrado texto que resumen la


doctrina de este libro. -La criatura racional
humillada por el racionalismo. — Chocante con-
tradiccion de los protestantes. - El racionalis-
mo adula y humilla , como ellos, á la criatura
racional. — Insoportable yugo que impone á
los entendimientos el racionalismo so color de
libertad. Incertidumbre que engendra el ra-
cionalismo, y variedad de sus errores. — Liga
de estos contra la verdad. - Verdades
cuya
v altera el racionalismo. - Ultimo
luz oculta y
grado de la série de humillaciones con que
Dios castiga la soberbia racionalista.

"Yo creo que la demostracion (de que


es creible y razonable, lo que Dios nos
manda creer) puede llevarse hasta los
últimos límites de la evidencia , siempre
que se reduzca á poner en claro esta ver-
dad: que todo el que deja la fé va á parar
al absurdo , y que las tinieblas divinas
son menos oscuras que las tinieblas hu-
manas." (DONOSO CORTÉS, Ensayo, lib. 3.
cap. 9.)
Volvamos ahora los ojos por úl-
330

tima vez al racionalismo , que tan


ricas promesas hace á nuestro po-
bre espíritu con la sola condicion
de verle emancipado de la revela-
cion y de la autoridad , proclaman-
do su insensata autonomía ; y con-
sideremos la profunda verdad que
encierra el sagrado texto , cuando
asegura que Dios resiste á los
soberbios y les oculta sus luces

(Jac. 4 , 6) , ó bien cuando dice ,


hablando de los que buscan en sí
mismos la verdad , que se han
desvanecido en sus pensamientos

(Rom . I, 21) , ó por último , cuando


los representa buscando siempre la
ciencia de lo verdadero , como los
filósofos de Grecia ( 1) , sin encon-

( 1 ) Græci sapientiam quærunt . Nos autem pre-


dicamus. (I. Cor. 1 , 22 y 23. )´
- 331

trarla jamás : Semper quærentes et


nunquam ad scientiam veritatis

pervenientes . (Tim. II , 3, 7) . El
acto mismo con que deciden sepa-
rar su razon de Dios , acto que es
el principio del orgullo , initium
superbiæ apostatare a Deo , les hace
caer en el abismo de su propia
nada , en la que creen con una fé
infinitamente mas ciega que la fé
sobrenatural del corazon humilde .

Este es el pecado original de mu-


chos entendimientos , creer dema-
siado en sí mismos en lugar de
creer en Dios ; esta es la raíz de
los innumerables errores y delirios
que salen , como de abismo tene-

broso , del corazon de tanto ciego


voluntario á quien el orgullo ha
privado de la luz . « Gravemente
332

yerra quien pone en sí mismo toda

su confianza , » Fallitur qui sibi ipsi


nimium credit , dijo con profunda
sabiduría y admirable sencillez el
humildísimo autor de la Imitacion

de Cristo algunos siglos antes que


la fé llamada filosófica , es decir , la
creencia del hombre en su propio

yo , creencia ciega é irracional , fue-


se proclamada y enseñada como
doctrina verdadera é incontrover-
tible (1).

(1) «El principio de toda certeza, ha dicho un


filósofo racionalista , y de toda creencia , es sin
duda un acto de fé ciega en la veracidad de nues-
tras facultades . » (Th . Jouffroy, Cours de droit na-
turel, lec. 9. ) Este grave error ha sido copiado en
un libro que anda en manos de la juventud , cuyo
autor entendió por fé filosófica « la confianza irre-
sistible y ciega en nuestros medios de conocer. >>>
(Lógica de Rey , cap . I , art. III . ) ¡ Pobre filosofía
moderna !
333 -

¡ Oh ! la verdad , no de otro mo-


do que el bien , debe ser buscada
con intencion recta y sencilla por la
intrínseca excelencia y belleza que
posee , glorificando así á Dios , su

fuente eterna é inagotable : solo


cuando se busca con tales dispo-
siciones , se la encuentra de ordi-
nario , y por esta razon la verdad
pertenece en cierto modo á los

humildes , que de corazon la aman


y ponen atento oido al Ungido
del Señor , que vino al mundo para
anunciársela á ellos . (Is . 61 , 1. 2) .

Pero los que buscan en todas las


cosas su propia exaltacion , no

quieren humillar su cerviz bajo el


yugo de la fé divina , ni subir con
el pensamiento al orígen altísimo de
toda luz , porque así quedarian obli-
334 -

gados á atribuir á Dios el honor y


la gloria : Quomodo potestis crede-
re qui gloriam ab invicem accipitis
et gloriam quæ a solo Deo est non
quæritis? (Joan 5. 44) . Disposicion
egoista , diametralmente opuesta á
la que anima al espíritu generoso
de los humildes , que desean siem-
pre y en todas las cosas , singular-
mente en las ciencias , la gloria del
Señor y no la suya propia : Non
nobis , Domine , non nobis , sed no-
mini tuo da gloriam !

Es constante que en volviendo


el hombre la espalda á la verdad ,
que procede de Dios , y en miran-
do tan solo á su propia razon y á

la gloria de su nombre , su enten-

dimiento deja de percibir hasta las


sombras que le rodean , y cuando
- 335

tal vez juzga que va á tocar ó que


ha tocado ya á la cima del saber ,
cae desvanecido en absurdos in-

concebibles : así lo dice el sagrado

texto en estas admirables palabras


del Apóstol , perpétuamente confir-
madas por la experiencia de todos

los siglos : Evanuerunt in cogitatio-


nibus suis et obscuratum est insi-

piens cor eorum , et dicentes se esse


sapientes stulti facti sunt ( Rom . I,
21 , 22) . Castigo tremendo , que
trae á la memoria el que sufrieron

para expiar su orgullo los que con


la mira de celebrar su nombre ,

como ellos decian , celebremus no-


men nostrum , acometieron la em-
presa que mejor figura en su

espíritu , en su objeto y en el hu-


millante castigo y confusion que la
336

siguió ; la obra puramente paga-


na , proseguida por el racionalismo
contemporáneo con el dañado in-

tento de emancipar de Dios el en-


tendimiento y la vida toda de los
hombres!.

Despojada la criatura racional en


los libros de los racionalistas de

toda perfeccion sobrenatural ( 1 ) , ó


sea de las gracias que la hermo-
sean y elevan en las almas fieles á
Dios , por efecto de la humildad

con que reciben y conservan sus


dones , ofrece á sus propios ojos
muchos motivos de humillacion ,

(1) Perfectio ergo rationalis creaturæ non so-


lum consistit in eo quod ei competit secundum
suam naturam ; sed in eo etiam quod ei attribuitur
ex quadam supernaturali participatione divinæ bo-
nitatis . (Th . 2. 2. q. 2. a. 3. )
- 337 ―

entre los cuales sobresalen la incer-


tidumbre y diversidad que reinan

en los entendimientos emancipados


de su autoridad legítima , la dis-
minucion de las verdades morales
en medio de una civilizacion rica

en toda clase de luces y virtudes ,


cual es la civilizacion de que gozan
las sociedades formadas por la

Iglesia , la especie de nulidad á que


se ve condenada la razon por los
mismos que la inducen á rebelarse

contra Dios , y por último los ab-


surdos en que se precipita con in-
creible ceguedad , cuando llega á
consumar su triste separacion ó
divorcio de la fé.
Los racionalistas han recibido de

los protestantes esta triste heren-


cia de humillaciones , digno fruto
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD. 22
339

del espíritu de rebelion que es co-


mun á unos y á otros sectarios . Los
últimos suprimieron unos dogmas ,
alteraron otros , privaron al culto y
á la moral de sus elementos mas

preciosos , ultrajaron la dignidad


de la razon humana , y cayeron

por último en grandes errores aun


acerca de muchas verdades que la
razon misma sin el auxilio de la

luz revelada puede alcanzar y po-

seer . De modo que profesando el


protestantismo el principio de la
existencia del órden sobrenatural ,

no solo amenguó y desfiguró este


mismo órden , sino que abatió asi-
mismo á la razon humana , llegan-
do hasta el extremo de decir , que

« todo lo que puede hacer esta fa-


cultad , abandonada á sus propias
- 339 -

fuerzas , es engañarse á sí misma y


mentir . » (Calv . Inst . 1. I , c . 8) . No
obstante , mintiéndose á sí propio ,
como se miente toda iniquidad , el
protestantismo no se avergonzó de
someter la autoridad y el sentido
de las divinas escrituras al juicio
de esa misma razon , á quien acu-
saba de engañarse siempre y en
todas las cosas cuando la gracia de
Dios no viene en su auxilio (1) .

(1 ) Esta insensata adulacion al órden sobrena ·


tural se encuentra en Lutero , Calvino y demás jefes
de las sectas protestantes, acompañada de todo li-
naje de insultos contra la razon y la filosofía «¿No
es por ventura Lutero , decia Erasmo , el que ha
escrito que toda disciplina , ora sea especulativa ó
práctica , es cosa condenada , y que todas las cien-
cias son errores y pecados ?» «Cuando en el si-
glo XVI, añade el P. Perrone , negó Lutero el libre
albedrío , sostuvo á la vez que la inteligencia , ex-
tinguida completamente , era incapaz de conocer
310

¡Qué diferencia tan esencial dis-


tinguió en este punto desde el na-
cimiento de la r secta luterana al
protestante del católico ! El católico
reconocia entonces , lo mismo que
ahora , las excelentes fuerzas de su
propia razon , y daba gracias á Dios
por este don sublime , no destrui-

do por el pecado ; mas con los


ojos fijos en su debilidad é insufi-
ciencia , sobre todo tratándose de
verdades tocantes á la fé , some-

verdad alguna sin la luz de la revelacion , burlán-


dose de los doctores escolásticos (singularmente de
Santo Tomás de Aquino) , insultando á la filosofía
como enemiga del Cristianismo , y afirmando que
todas las virtudes de los filósofos son vicios y todos
sus descubrimientos errores . La Iglesia ha conde-
nado en este punto , como en los demás , á Lutero
y á los jansenistas , que en parte admitian su doc-
trina.»
- 341

tíase humildemente á la autoridad

y magisterio de los que fueron en-


viados por Dios para enseñarle y
santificarle . El protestante , al con-

trario , se reputó autorizado por


sus nuevos y orgullosos maestros
para juzgar con soberano magis-
terio de todas las cosas divinas y
humanas contenidas en las Sagra-

das Escrituras , á pesar de los pro-


fundos abismos que hay en ellas , y

de que la luz con que habia de


registrarlas aparecia extinguida en
su nuevo símbolo . De este modo

el error descubria sus culpables y


vergonzosas contradicciones , pues
al paso que degradaba á los hom-
bres , encendia vivamente su orgu-
llo , haciendo creer aun á los que
eran absolutamente incapaces , no
342 -

diré de entender sino de leer si-

quiera el sagrado texto , que po-


dian trazarse á sí propios la regla
de sus creencias y de su conducta

mediante la interpretacion de li-


bros sellados con siete sellos é
inaccesibles á şu ignorancia ( 1) .

(1 ) Es muy digna de ser leida la descripcion


que hace Balmes de la Biblia en El Protestantismo,
tomo 1.º, cap . VII . El sábio y humildísimo Fenelon
notó sobre este punto , con admirable verdad y
elocuencia , el orgullo de las sectas y la profunda
sabiduría de la Iglesia. «¿ Cómo es posible , dice,
que una pobre aldeana ó que un simple artesano
examinen el texto original , las ediciones y versio-
nes, y los diferentes sentidos de las Sagradas Es-
crituras? ¿Ni quién puede racionalmente dudar de
que Dios ha provisto á esta necesidad de casi
todos los hombres instituyendo una autoridad in-
falible que les ahorre esa indagacion imposible y
les preserve de error ?... El primer paso que tiene
forzosamente que dar el que presta oidos á las sec-
tas , es constituirse en juez entre ellas y la Iglesia;
pero á la verdad ¿ qué pobre mujer de aldea o qué
313 -

Es preciso que fijemos bien este


punto , si hemos de graduar exac-
tamente el valor que se debe dar á
las palabras que profieren las sec-

artesano pueden decir , sin caer en un acto de pre-


suncion no menos ridícula que escandalosa : Voy á
examinar si la Iglesia ha interpretado bien ó mal el
texto de la Escritura ?... Toda secta nueva , si es
consecuente con su principio fundamental , dice á
los que procura seducir : Leed , indagad , decidid .
Solo la Iglesia dice : No os calenteis la cabeza con
vanos y peligrosos discursos , ni menos pronun-
cieis sentencia erigiéndoos en jueces ; contentaos
con ser dóciles y humildes , porque Dios me ha
prometido su Espíritu para preservaros del error……..
Por su parte los sábios tienen necesidad de ser hu-
millados con el conocimiento de su incapacidad,
porque á fuerza de cavilosos discursos van á parar,
con mayor facilidad que los ignorantes , á la duda :
ellos disputan entre sí perpétuamente, adhiriéndose
con tenaz empeño á las opiniones mas absurdas; y
por tanto , les es tambien necesaria una autoridad
suprema que abata su presuncion y corrija sus
preocupaciones , y concluya con sus disputas; que
fije su incertidumbre , que los ponga de acuerdo
314 -

tas protestantes y sus derivadas


para adular la razon y seducirla

con promesas vanas y mentirosas , y


sacar de él la magnífica conclusion
que encierra , cual es , que á me-
dida que el hombre se aparta de la

fé es mayor la confusion con que


suele ser humillado . Por mas em-

entre sí y los una de este modo á los demás hom-


bres. ¿ Y en dónde existe esta autoridad ? Ah ! no
la busqueis en ninguna de las sectas , que solo se
forman suscitando en los entendimientos todo li-
naje de argucias y constituyendo al hombre juez
de la Escritura y superior á la Iglesia. Esta santa
institucion , esta antigua Iglesia , llamada católica ,
posee únicamente la autoridad suprema. ¿Qué cosa
puede imaginarse mas sencilla y breve y propor-
cionada á la debilidad de nuestra razon , que una
decision que no pide para obtener el asentimiento
debido sino que conozcamos nuestra impotencia y
no queramos imposibles ? Dejaos , pues , de discu
siones visiblemente absurdas , que suponen una
presuncion ridícula , y luego ål punto sereis cató-
licos. >>
- 345 -

peño que se ponga en negarlo , es


un hecho no menos elocuente que

cierto , que el protestantismo , por


boca de sus principales corifeos , se
esforzó en despojar al hombre de
libertad de albedrío y de inteli-
gencia, asegurando que estos dones
fueron destruidos totalmente por

el pecado , y que no se salvó del


naufragio ni una sola reliquia de
nuestra naturaleza moral (1 ) . El

(1 ) Hé aqui algunos de los muchísimos textos


que pudieran citarse : Todo cuanto procede de la
naturaleza corrompida del hombre , dice Calvino ,
es necesariamente damnable . (Inst . relig, l . I , ca-
pitulo III) . Lutero decia que Satanás fué quien en-
señó á la Iglesia romana la palabra libre albedrío
(Comm. in Gen. cap . III) ; y Melancton (In comm .
ad cap . 8. Epist . ad Rom . ) « que todo lo que sucede
se verifica necesariamente como Dios lo ha presta-
blecido , y por tanto , así como miramos como obra
de Dios la vocacion de San Pablo , debemos asimis ·
316 -

mérito de las buenas obras , y en


general todo el órden moral , pere-

mo reputar obras de Dios, no solo las acciones in-


diferentes , como comer , beber , sino tambien las
malas, como el adulterio de David, la crueldad de
Manlio. Dios no solo permite , sino que ejecuta el
mal , y así es autor de la traicion de Judas como
de la vocacion de San Pablo . » « El que condene
esta doctrina , añadia Lutero respondiendo á En-
rique VIII, condena á Dios, y es hijo del infierno . >>
En cuanto a la estima en que tenian la razon estos
heresiarcas, baste recordar que, segun Calvino, la
razon por sí misma solo tiene el poder de engañar-
se y engañar á los demás. ( Inst , l . I , c . 8. ) Me-
lancton decia que de la filosofia de Platon se habia
tomado un término no menos pernicioso (que el de
libertad) , el término RAZON (Loc. comm . 1521 ) ,
añadiendo que la doctrina cristiana está en oposi-
cion con la razon y la filosofia . Al insertar estos y
otros textos el Sr. Lupus, añade con profunda ver-
dad, que si estos heresiarcas hubiesen oido las ex-
presiones con que los racionalistas los aclaman
como libertadores de la razon humana , Lutero les
hubiera devuelto el cortés saludo , llamándolos en
su grosero lenguaje imbéciles , órganos de Satanás
é hijos del infierno.
-- 317 -

ció así con la libertad : el órden in-

telectual y filosófico fué tambien


destruido á impulsos de los secta-
rios ; y el es
píritu y el corazon del
bombre debier e
on stremecerse ante
la impía doctri
na que mira la salud
У la condenacion de los hombres
como el efecto de una accion inexo-

rable , que salva ó condena para


siempre en virtud de un decreto
ciegamente pronunciado desde la

eternidad. ¿ Qué mayor confusion


podia darse para los que imagina-
ban que una vez roto el yugo suave
de la autoridad divina , el espíritu

humano podria volar libremente por


las regiones de la luz ?
El racionalismo , cuyo espíritu

es el mismo que el de las sectas


protestantes , de que dimana , las
- 318 -

mira con amor filial , y tan ciego ,


que le mueve á atribuirles la gloria
de haber reivindicado los fueros de
la razon y de la libertad humana;
pero se guarda muy bien de recor-
dar las doctrinas y los textos en
donde aparece la viva hostilidad de

Lutero , de Calvino y demas cori-


feos del protestantismo contra esas
nobles facultades , llevada hasta el
extremo de aniquitarlas , si fuera
posible , para levantar sobre sus
ruinas el edificio de la religion :

en lo cual se oponen al divino


Maestro , fielmente seguido por la
Iglesia , que no vino á destruir la

naturaleza , sino á transformarla por


medio de la gracia ; ni vino á com-
batir la ciencia y la razon del hom-
bre, sino á iluminarla , purificarla
--- 349 -

de toda mancha de error , y á cle-


varla por los caminos de la fé , que
son los de la humildad , á las ex-
celsas cumbres de su eterna sabi-
duría .
La historia del racionalismo ofre-

ce el mismo espectáculo de sober-


bia y de humillacion . Esta orgullosa
secta empieza rompiendo los víncu-
los que unen á los hombres con
Dios , en lo cual se percibe la lla-
ma de la rebelion que deslumbra
muchos ánimos ; y termina su tris-
te obra arrebatándoles la paz , la
certidumbre , la rectitud del juicio
y de la voluntad , las verdades mas
evidentes , las doctrinas mas conso-
ladoras , la esperanza de ver la luz
en Dios , que es la luz misma (in lu-
mine tuo videbimus lumen , Ps . 35 ,
350 ---

10) , y por último apacentándolos ,


ora con los vergonzosos errores
del materialismo , ora con las locu-
ras trascendentales de los panteistas
alemanes , y en todo caso con
los sofismas , las extravagancias y
absurdos de una ciencia depravada
- y perversa . Este es el justo castigo
á que está condenada la razon por

dejarse sobornar del orgullo , cre-


yéndose locamente diosa , capaz de
crear por sí misma el órden y la

verdad, y de dirigir al mundo á su

fin con independencia del solo ver-


dadero Dios .

¡Contraste verdaderamente ad-


mirable ! La sabiduría por esencia ,

que es nuestro Señor Jesucristo ,


quiso encubrirse bajo los humildes
velos de su sacratísima humani-
351 -

dad , que los falsos filósofos des-

preciaron y todavía desprecian ,


considerando los oprobios de que
anduvo llena : estos sábios , segun

el mundo , ven , dice San Agus-


tin , la carne de Jesucristo , su
humanidad , su cruz , su muerte , y
desprecian todo esto que ven ; « pero
deteneos , les dice tambien el gran

Obispo de Hipona , contened esa


burla y esos insultos , que tal vez
os agradará lo que debajo de tales
cosas se oculta : vuestros ojos ven
la carne , pero esta carne encubre
lo que el ojo no ha visto ; vuestro

oido percibe una voz , pero esta


voz procede de lo que jamás oido
alguno ha percibido . » En esa hu-
manidad de Nuestro Señor confesa-
mos la razon humana unida al
- 352

Verbo , y por lo tanto divinizada , y


como tal adorada por el fiel en los
altares de la Iglesia . Mas cuando
en el siglo pasado fueron tambien
menospreciadas é insultadas las sa-
gradas enseñanzas por una filosofía
rebelde y sensual , y cesó el culto

del Dios vivo escondido bajo un


velo todavía mas humilde que el de

la humanidad , sustituyéndole el
culto de la razon humana erigida
en diosa por el orgullo , ¿ qué fué

lo que el hombre adoró sino el


mas impuro de todos los ídolos que
jamás humillaron la soberbia hu-
mana postrada de hinojos ante
tamaña vileza ? Bien se probó en-
tonces la verdad que estoy pre-

sentando á los ojos del lector ;


conviene á saber , que la humilla-
- 353 -

cion es el castigo de la soberbia.


Entonces sin embargo se vió tal
vez mas claramente que nunca que
no es posible emancipar al hombre
de la autoridad sin hacerle esclavo

de los mas abyectos errores y de


los deleites mas inmundos .

Es tan poderoso el instinto de fé


que nos inclina á buscar en la au-
toridad , en la divina y en la hu-
mana , el complemento de nuestra
razon , que aun los mismos que se
glorían de haber sacudido el yugo
de la fé , y justamente porque lo
han sacudido , corren desalados

tras los pocos hombres en quienes


brilla con cierto esplendor siniestro
alguna superioridad intelectual . Y
es cosa tambien digna de ser nota-
da que estos mismos que tanto
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD . 23
351

lisonjean el orgullo de sus seme-


jantes induciéndolos á sacudir el
yugo de toda autoridad en materias

espirituales, de suerte que nadie


tenga que seguir mas dictámen que
el de la propia razon (Voltaire) ,
luego que han conseguido el objeto
de sus tramas contra la verdad ,
imponen á sus adeptos una fé ciega
y absoluta en su palabra con un
imperio y una arrogancia tanto
mas inconcebibles , cuanto mayores
son la inconsecuencia de estos filó-
sofos y la falsedad de su doctrina .
Ellos saben muy bien que el hom-

bre , bien sea movido de natural


instinto , ó bien de la necesidad de
recibir de la autoridad muchas ver-

dades importantísimas en el órden


de la vida , se vé forzado á creer
- 355 -

para suplir de este modo su caren-


cia de conocimientos acerca de

gran número de objetos , á que no


alcanzan ni el tiempo , ni el traba-
jo , ni aun la capacidad intelectual
que podemos emplear en su estu-
dio ; y puesto que la incredulidad

absoluta es imposible , cifran todo


su empeño en hacerse creer bajo la
fé de su palabra de los mismos á
quienes arrebatan la fé que verda-
deramente inspira la palabra de
Dios . De este modo , al cetro de oro
de la razon divina sucede en el ór-
den de las creencias el cetro de

hierro que manejan los filósofos


incrédulos , así como en los pueblos
conturbados por estos sofistas , su-
cede á la majestad del derecho
divino la innoble tiranía de la
356

fuerza ; disfrazándose tan odioso

imperio bajo los nombres seducto-


res de razon y de libertad . Este fué
y será siempre el grito de los sec-
tarios, por mas que bajo el nombre
de razon solo entiendan sus falsas

opiniones , y que la libertad que


invocan no sea realmente sino la

injusta opresion del bien y de la


verdad . « Nosotros somos , decia

>> uno de ellos , los verdaderos pro-


>>> fetas , nacidos para instruir У

»juzgar á los demás hombres . El

>> género humano es nuestro pupilo ;


»y el mundo entero debe caer á
>> nuestros piés sojuzgado por nues-
>> tra ciencia (Dict . enciclop . artícu-
»lo gloire )» (1) .

(1) El eminente orador y filósofo de Nuestra


357

Aquí se vé claramente la altísima


dignidad de los humildes discípulos
de Cristo , los cuales , siguiendo su
celestial doctrina ( Math . 23 , 8 y

10 ) , solo reconocen por maestros

Señora de París cita el dicho de un filósofo , segun


el cual « no existe ni puede existir otra ambicion
que la que aspire á reinar sobre las inteligencias
y á encadernarlas . » El mundo entero , añade el
orador , está plagado de estos amos que andan á
caza de súbditos ; y despues exclama con su acos-
tumbrada elocuencia : «¡ Desdichado el pueblo que
con pretexto de su independencia y soberanía re-
siste con su pensamiento á la autoridad divina,
pues por no haber querido ser dócil servidor de la
verdad , será envilecido esclavo de todos los erro-
res , y su emancipacion del pensamiento divino le
precipitará bajo el yugo del pensamiento humano.
¿Habeis visto vosotros á esos hombres , tan altivos
é independientes , cuando ha llegado el caso de
aceptar en nombre de la autoridad el pensamiento
soberano é infalible de Dios ? Yo los he visto , y
sin amargura como sin cólera debo deciros que en
ninguna parte he visto nada que sea mas bajo y
mas servil á los ojos de la razon . >>
-- 358 -

al mismo Dios y á aquellos á quie-


nes Dios confió el depósito de sus
verdades y la sublime mision de
predicar su divina palabra . Pero
los discípulos del soberbio raciona-
lismo tienen tantos maestros cuan-

tas son las escuelas en que se


divide el reino de la razon inde-

pendiente ; de modo que su decan-


tada libertad de pensar queda
reducida á trocar el infalible ma-

gisterio del humildísimo y divino


Jesús por el de unos hombres á
quienes el apóstol San Judas des-
cribió con tanta verdad como elo-
cuencia , llamándolos « nubes sin
agua , que son llevadas de acá para
allá por los vientos , árboles de
otoño , cuyo tallo marchito no da
fruto , dos veces muertos , desarrai-
339 ---

gados , olas del mar embravecido

que arrojan sin cesar la espuma de


sus dudas y confusiones , astros
errantes , á quienes está reservada
una noche eterna de tinieblas (1) . »
Jamás encontrará reposo el en-
tendimiento en el seno de estas

escuelas , donde reina la duda y las

opiniones se suceden unas á otras ,


sin poder nunca dar á gustar á
los ánimos la paz de la certidum-
bre . Ni aun los mismos autores
racionalistas descansan en la se-

guridad que solo puede producir


la posesion de la verdad , porque

(1 ) Nubes sine aqua , quæ a ventis circunfe-


runtur , arbores autunnales infructuosa, bis mor-
tuæ, eradicate ; fluctus feri maris , despumantes
suas confusiones , sidera errantia , quibus procella
tenebrarum servala est in æternum . (Epis. 12, 13. )
- 360

ellos mejor que nadie conocen los


vicios de sus propios sistemas ,
ideados casi siempre para alimen-

tar el orgullo propio lisonjeando


el ageno . Á estos falsos filósofos se
referia el sofista de Ginebra en las

siguientes palabras : «Bien saben

tales autores que su respectivo sis-


tema no está mejor fundado que
los otros , pero le sostienen porque
es suyo . No hay entre aquellos uno
solo que tratándose de conocer la
verdad y distinguirla del error ,
no prefiera la mentira que ha in-
ventado , á la verdad descubierta
por otro . ¿ Dónde está el filósofo
que para dar celebridad á su nom-
bre ( 1 ) no se halle dispuesto á en-

(1) Véase con cuánta razon decia San Agustin


- 361 -

gañar al género humano ?.. Ocu-


pado con la idea de su elevacion
sobre el vulgo de los hombres , y

persuadido de que su génio oscu-


rece el brillo de los demás , ¿ qué
mas quiere? Lo esencial es pensar
de un modo diferente del que to-
dos siguen . Con los creyentes será
ateo , con los ateos será creyente ...
Bajo el altivo pretexto de que ellos
solos son ilustrados , sinceros , de
buena fé , nos someten imperiosa-
mente á sus decisiones dogmáticas ,

que la enfermedad propia de estos filósofos es la


vanidad : Eorum proprié vanitas morbus est , qui
seipsos seducunt , dum videntur sibi aliquid esse,
cum nihil sint. ( Lib . de Spir. et lit. cap . 12 , n . 19. )
San Gerónimo llamó al filósofo racionalista animal
de vanagloria . Philosophus mundi animal gloriæ
popularis aura , atque rumorum venale manci-
pium . (Epist. 51 ad Pam machium . )
362

y quieren que recibamos como


principios verdaderos de las cosas
sus ininteligibles sistemas . » (Em .
t. III , p . 197).
La variedad , la inconstancia y la
contradiccion que reinan en las es-
cuelas racionalistas , serán perpé-
tuamente un argumento clarísimo
de su impotencia . En vano se ha
intentado su conciliacion : la conci-

liacion es imposible entre doctri-


nas engendradas por el orgullo ,
eterno manantial de discordia para

el entendimiento y el corazon de
los hombres . Pero además de va-

no , es tambien humillante para la


razon humana el solo intento de

hermanar y juntar en un solo siste-


ma todas las doctrinas opuestas del
racionalismo ; empresa que supone
-- 363 --

no sé qué respeto y adhesion al


error mismo , llamado á formar ,
como si fuese un magnífico pedazo

de púrpura , la túnica de la ver-


dad , que es verdaderamente in-
consutil . Sí : desde el punto mismo
en que son mirados todos los er-

rores y delirios de la falsa filosofía


como piedras vivas del edificio de
la ciencia , otórgaseles el honor
debido á la verdad , ó mejor , se los
confunde con la verdad misma , y

aun son encarecidos y magnifica-


.
dos sobre ella . En prueba de lo
cual citaré las siguientes palabras
del jefe moderno del eclecticismo ,
Mr. Cousin , que claramente testi-
fican la viva aficion que profesa
y aspira á excitar el racionalismo
á sus innumerables errores : «Todo
364

» es verdad , dice este sofista , con-


>>> siderado en sí mismo ; pero pue-

>>>de ser falso luego que se le con-


>> sidera de un modo exclusivo . El

>> error así concebido es necesario y


» útil . En efecto , ¿qué es lo que ha-
>> cen las diversas escuelas filosó-

>>>ficas ? Aspiran á representar de


>> un modo completo la razon , y hé
> aquí porqué cada una de ellas es
»
>> buena en su tiempo y lugar . El
» errór es la forma de la verdad en
>> la historia. Todos estos errores , es

>> decir , todas estas verdades , se su-


>> ceden . » (Curso de 1828 , lec . 6) .
Tal es la sola paz posible fuera
de la Iglesia , la paz nacida de la
alianza de todos los errores históri-

cos y filosóficos , conjurados en


nuestros dias contra la verdad cató-
365 -

lica, que á todos los condena . Esta

coalicion , esta recíproca tolerancia


de los errores , concertadas por los
enemigos del catolicismo para ata-
car á la Iglesia á un mismo tiempo
y por diferentes puntos , observaré
de paso , es uno de los signos de
la verdad de nuestra religion , y del
orgullo satánico y de la conocida
impotencia de las sectas que la
combaten . « En la Iglesia de Jesu-
>> cristo , repetiré con Bossuet , los
>> incrédulos encuentran un elemen-
>>> to sobrehumano : cuando la con-
>>templan cara á cara, ven á Dios

>> que la ha establecido , y retroce-


>> den á vista de este soberano

>>> Maestro, legislador y juez inapela-


>>ble del hombre . Si buscasen al
>> mismo Dios con ánimo sincero ,
366

>>>luego lo verian en el amor y vida


>>que de él proceden ; pero el or-
»gullo huye de Dios , ó mas bien

>>le resiste, y quiere que el hombre


>>sea para sí mismo su luz única ,

>> su única vida ; y esta es la razon


» de que la misma luz divina que
>> atrae á los humildes , irrite á los
>> soberbios : Abscondisti hæc a sa-

>>pientibus et prudentibus , et reve-


> lasti ea parvulis . El gran principio
»
>>> que todo lo explica es, pues , este :
>> LA HUMILDAD es sinceridad y ver-
» dad . >>
Pero el racionalismo además
despoja á la naturaleza humana de
las luces y bienes sobrenaturales
que elevan la razon y santifican el
corazon y la vida . Al modo con

que el sensualismo , cegado por la


-6 367 --

soberbia de los sentidos , que re-

chazan lo que no pueden percibir,


se resiste á creer en las verdades

invisiblescuyo conocimiento cor-


responde á la razon , tales como la
espiritualidad é inmortalidad del

alma , la existencia de Dios y el


gobierno temporal de su Providen-
cia adorable ; así el racionalismo ,

cegado por su propia soberbia , se


niega á creer en el órden sobrena-
tural de la revelacion divina . Uno
y otro sistema convienen en dismi-

nuir la verdad y en oscurecer y


hacer vacilar á la ciencia y á la ra-
zon humana . ¡ Pobre razon por
cierto si , privada de contemplar
con los ojos de la fé la sustancia
de lo que está destinada á ver cla-
ramente en el cielo para que fué
368

criada , quedase reducida á poder


conocer las verdades naturales que
á pocos es dado alcanzar , aun des-

pues de grandes esfuerzos y con la


inevitable liga de los errores que
deslustran su hermosura ! Suprimid
por un momento con la idea unc
solo de los dogmas cristianos que el
racionalismo arrebata á la razon ,

en cambio del orgullo que sabe ins-


pirarle , y al punto vereis cuántas
verdades naturales y sobrenaturales
desaparecen de su vista , y cuán
densa oscuridad sucede á la luz que
antes la iluminaba .

Separada de la fé , ¿ qué 1 sabe la


razon de la vida íntima , de la glo-
ria y felicidad esencial de Dios?
¿qué del fin y felicidad del hombre ,
ó sea del dogma de la vision beati-
369

fica que ha de saciar en la otra


vida los espíritus humildes ? La
creencia en la resurreccion de los

cuerpos y su participacion en el

destino de las almas , ¿ no la debe-


mos exclusivamente á la divina

revelacion ? ¿Quién sino el catoli-


cismo posee palabras de vida eterna
y encierra modelos de perfeccion

y belleza moral sobrehumana , y


enseñanzas capaces de asombrar

por su excelsa grandeza aun á la


orgullosa razon del sofista? Si la fé

no mostrase los tesoros y excelen-


cias del amor divino y de las mise-
ricordias infinitas , ¿ quién podria
instruir al hombre culpado sobre
la eficacia del arrepentimiento , ni
consolarle dulcemente representán-
dole la innumerable multitud de las
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD . 24
370

miseraciones divinas? Las cuestio-

nes relativas al origen y naturaleza


del mal , y á la intervencion de la
Divina Providencia en la vida de

los individuos y de los pueblos


para conducirlos á su fin por
medio de las contradicciones y del

dolor (1 ) , ¿qué filosofía puede re-


solverlas si Dios no la ilumina ? La
misma historia del hombre desde
su origen hasta el fin de los tiem-

pos , la cual se halla patente á los


ojos del fiel , ¿no es por ventura un
libro sellado para la ciencia divor-
ciada del Cristianismo?
En cambio de las magníficas
verdades que el simple fiel posee

(1) «¡ De cuán viva luz están circundados el


dolor y la muerte , mirados al través del Crucifi-
jo!» (San Francisco de Sales . )
371 -

sobre todos estos puntos , el ra-

cionalista , que voluntariamente se


priva de su luz , vé comparecer de-
lante de su espíritu acerca de los
mismos los mas pavorosos proble-
mas , cuya solucion en vano se in-

tenta fuera de la Iglesia . Pero la ·


disminucion de la verdad , uno de
los grandes motivos de humillacion
para la ciencia rebelde á Dios , no
se refiere tan solo á las verdades
sobrenaturales , sino aun á las
que podemos naturalmente cono-
cer , como la existencia y la uni-
dad de Dios , su distincion sus-
tancial del mundo , la Providencia
del mismo Dios , la espiritualidad é
inmortalidad del alma , la division.
esencial de las acciones por razon

de su bondad ó malicia , el destino


372

del hombre en la otra vida , y otras


verdades tambien preciosas y esen-

ciales del órden moral . ¿Qué se han


hecho todas ellas en las escuelas
racionalistas?

Prescindamos aquí del raciona-


lismo excéptico , que no admite ver-
dad alguna ; dejemos tambien en su
triste paz al materialismo incrédulo ,
que no reconoce ni adora otro

principio que la materia y los de-


leites carnales ; y hablemos tan solo
de los sistemas que á cada paso

profieren los nombres que expresan


esos sublimes conceptos. Al oir en
nuestros dias á sus autores hablar

de las cosas mas nobles y santas ,


creeríase que les deben Europa y
el mundo todo la salud y la vida
en el órden moral , y no parece ,
-- 373 -

decia nuestro insigne Balmes , sino


que el mismo Dios debe estarles

agradecido por haber restaurado


su trono de en medio de las ruinas

que la filosofía contempló como


obra suya á fines del pasado siglo .
Hasta ha llegado á decir el racio-
nalista Julio Simon con pasmosa

serenidad que « todas las grandes


verdades religiosas son la noble
conquista del espiritualismo filosó-
fico . » Pero ¡ cuán cierto es por el
contrario que este orgulloso espiri-
tualismo , lejos de dar al mundo lo

que no tiene por haberlo disipado ,


arrebata todos los dias á muchos ,
no diré tan solo la fé sobrena-

tural , sino aun las mas claras y


sencillas verdades que el hombre
no puede ignorar sin grave pecado !
374 ―

Empezando por cl conocimiento

de Dios y de sus atributos , ¿ qué


escuela de las muchas en que se
divide el racionalismo , le posee
con claridad y perfeccion ? El pan-
teismo , forma casi general de las
escuelas racionalistas contemporá-
neas , confunde á Dios con el mun-
do , y le niega por lo tanto su sér
y perfecciones adorables : el criti-
cismo combate las pruebas de su
existencia (1 ) ; la escuela escocesa

asegura por boca de uno de sus

mas célebres representantes que no


podemos conocerle : los racionalis-

(1 ) ་་ Estoy plenamente convercido , decia Kant,


de que la razon es impotente para establecer en
este punto tésis afirmativas , y mas impotente to-
davía para pronunciar acerca de él juicio ninguno
negativo » (Crítica de la razon pura , t. II , p . 360. )
- 375 -

tas moderados niegan su providen-


cia , reputando inútil la oracion

que le dirige el alma pidiéndole


mercedes (1 ) ; sin que falten racio-
nalistas exaltados que en el sacrí-
lego furor de su soberbia se ade-

(1 ) Se alude aquí al racionalista Julio Simon ,


el cual no permite al hombre otra oracion que la
accion de gracias , « con que se alaba, dice , á Dios
sin menoscabo de la dignidad humana . » Este or-
gulloso impio desecha pues « las peticiones é ins-
tancias del hombre arrodillado delante de Dios
como un miserable cortesano que mendiga un fa-
vor. » (La Rel. nat. pág . 383. ) El sábio y piadoso
escritor que ha juzgado esta horrible doctrina con
el doble criterio de la naturaleza y del Evangelio ,
recuerda muy oportunamente que la oracion re-
probada del fariseo soberbio fué justamente la de
Julio Simon ; y la del publicano justificado la ora-
cion de los humildes, que este sofista nos rehusa
como contraria á nuestra dignidad. (Véase el mag-
nifico escrito: La moral filosófica antes y despues
del Evangelio, en los Etudes del R. P. Daniel. )
- 376 --

lanten á los mismos ateos y deistas

en el camino de la estólida iniqui-


dad , y blasfemen horriblemente del
santo nombre de Dios diciéndole

que se retire del mundo y de la


conciencia , harto llenos y ocupa-

dos de sí mismos para adorarle


humildes . Hé aquí , pues , las con-

quistas que debemos al espiritua-


lismo filosófico en órden á la pri-
mera de todas las verdades , que
es tambien una de las que mas
fácilmente percibe la razon .
Las verdades relativas à nuestra

naturaleza espiritual están asimismo


oscurecidas ó alteradas en los siste-

mas racionalistas . El padre de la


filosofía novísima dió el nombre de

paralogismos de la personalidad
(pruebas falaces) á los argumentos
- 377 -

que demuestran la unidad , simpli-


cidad é inmortalidad del alma . Los

discípulos de Kant atribuyeron á


esta la misma esencia que á la ma-
teria . Cousin refiere simplemente
las dudas que supone en Sócrates
acerca de la existencia de la vida

futura , y por su parte , se abstiene


como buen panteista de reconocer
la verdad de este dogma . Su dis-
cípulo Damiron no titubea en de-
cir que la razon es incapaz de
probarlo ; y Tissot , tambien racio-
nalista y ecléctico , reproduce la ig-
nominiosa doctrina de Locke , que

creia posible que pensara la ma-


teria . ¿ Se puede humillar al hom-
bre mas que lo que le humillan
estos orgullosos sofistas con sus
dudas y negaciones ?
378

El dogma de la Providencia di-


vina y el de la libertad humana

apenas encuentran otro refugio que


el de la Iglesia , defensora siempre
de la verdad , contra la doctrina
del fatalismo histórico que profe-
san generalmente las escuelas ra-
cionalistas . El fundador de estas
escuelas , las mas disolventes que

jamás se conocieron , redujo la li-


bertad á una tésis , cuyo valor es
igual al de la antítesis que la supri-

me . Todos los panteistas acaban


con ella : « El panteismo , dice un
filósofo nada sospechoso , conduce
rigurosamente á la negacion de la
libertad , y por consiguiente á la
imposibilidad de que exista ley al-
guna capaz de obligarle moralmen-

te . » (Jouffroy , Cours. de Droit.


379

nat. sept. lec . syst. pant) . Damiron


cree incompatible la libertad del
albedrío con la presciencia divina, y
de una plumada suprime este divino
atributo . Por este órden la nobilísi-
ma facultad con que el hombre pue-

de merecer , con el auxilio de la


gracia, la corona de justicia prome-
tida á la virtud, y la adorable y pa-

ternal providencia con que Dios


mira y atiende á sus necesidades , y

le conduce por sus caminos , están


como veladas por no sé qué niebla

de sensualismo y de orgullo , que


se pone delante de las almas que
beben el error en las escuelas ra-

cionalistas en lugar de alimentarse


en la escuela de Jesucristo con el
manjar purísimo y dulcísimo de la

verdad , que en tanta copia y con


380

amor entrañable reparte la Iglesia


á sus humildes hijos .
Juzgue ahora el lector cuál será
la suerte de la moral en estas es-

cuelas panteistas , que así destruyen


la nocion del libre albedrío y pro-
claman el desarrollo fatal y nece-

sario de la ley que llaman del


progreso , palabra que á un mismo
tiempo lisonjea el orgullo y oculta
las miserables ruinas de la libertad

y de la virtud . Quien cándidamente


overa á sus přincipales doctores
hablar del deber y de la perfec-

cion moral del hombre , y olvidara


los principios metafísicos de que
derivan sus doctrinas inmorales ,

quedaria como absorto al ver re-


producidas en artificiosos discursos
las máximas sublimes de la moral
381

católica ; pero desgraciadamente el


deber У
y la virtud son en los lábios

de los malos filósofos palabras lle-


nas únicamente de dolo y de men-
tira . « Filósofos , decia Rousseau , á
los de su tiempo , vuestra moral es
muy bella; ¿ pero dónde está su
sancion? (1 )» Y podria añadirse di-
rigiéndose á los de nuestro tiempo:

¿Qué moral es esa que la razon


humana ha de sacar de sí misma ,
como si ella fuera realmente autó-

noma ó legisladora del hombre , y


no estuviese reducida al noble ofi-

(1) Este sofista reconoció en términos explíci-


tos el absurdo de una moral no establecida por
Dios. «En vano se quiere , decia , establecer la vir-
tud solo con la razon ; porque ¿ en qué base sólida
podria descansar semejante fábrica ?» (Em. t . 3.º ,
pág. 187. )
382

cio que le señala la doctrina ca-


tólica de servirnos de luz para

conocer la ley natural dictada por


Dios á las criaturas que llevan su

imágen ? ¿ Qué valor , qué fuerza ,


qué autoridad , ni qué estímulos ni
eficacia puede tener una moral que
el hombre fabrica con sus propias

fuerzas , despues de haber arruinado


en sí mismo la verdadera moral
establecida por Dios como expre-

sion de su sabiduría y de su santi-


dad inefable ? La moral es toda
humildad , toda obediencia y amor ;
y el racionalismo es orgullo , rebe-

lion y egoismo , expresiones dife-


-rentes de una sola cosa : ¿ cuál
puede ser por tanto la moral de
esta perversísima secta?
No hay que dudarlo : allí donde
383

la razon humana menosprecia or-


gullosamente la regla divina de la
verdad y de la honestidad , y pre-
tende establecerla por sí misma ,
sin contar con Dios , el resultado es
la muerte de la moral y la justifica-
cion razonada del crímen y del vi-
cio . El envilecimiento de la razon ,

en quien redunda la vileza de su

propia obra , y la vergonzosa humi-


llacion de la naturaleza humana ,
son tambien en este caso el térmi-

no forzoso de la soberbia . Repáre-`


se si no en la defensa y aun en la
santificacion de los crímenes mas

odiosos que refiere la historia , in-


tentadas por los que se lisonjean

de no seguir en moral otra luz que


la de su propia razon , emancipada
de la moral católica y sobornada
384

por la concupiscencia y el orgullo .


¿Qué otro orígen tiene el nuevo y
humillante derecho que proclama
el triunfo de la iniquidad consu-
mada sobre las máximas santas de

la religion y de la justicia ? Y no se
crea que esta proclamacion es un
hecho accidental é independiente
de las doctrinas racionalistas : la ló-

gica lo enlaza fácilmente con ellas ,


dando á conocer de este modo el

árbol por el fruto ; pero además


vamos á ver acerca de este punto
la terminante confesion del racio-
nalismo hecha por uno de los que
llevan su voz : « La señal ó carácter

propio de los hombres grandes, di-


ce Victor Cousin , es el éxito de sus
empresas . Si el vencido excita

nuestra compasion , nuestra princi-


GRETER 3$5 -

pal simpatía debe ser para el ven-


cedor , porque toda victoria arrastra
infaliblemente un progreso de la
humanidad . La victoria y la con-
quista no son mas que la victoria de
la verdad del dia de hoy sobre la
verdad del dia de ayer , la cual ha

pasado á ser el error de hoy. He


definido la victoria como necesaria

y útil ; me propongo defenderla co-


mo justa, en el sentido mas extricto
de la palabra ; me propongo de-
mostrar la moralidad del buen

éxito . Señores , en este mundo todo


es perfectamente justo . La debili-

dad es un vicio , y por lo tanto


siempre queda castigada y abatida .
La humanidad tiene siempre ra-
zon. ¡ Los grandes resultados , seño-
res , los grandes resultados ! Todo
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD. 25
356

lo demás es nada . » Si desgraciada-


mente estas doctrinas fuesen verda-

deras , nada habria en el mundo


mas vil que la naturaleza humana ,
tan despiadadamente despojada de
la intrínseca perfeccion y belleza
que muestra en los que humilde-
mente se someten á la voluntad de

Dios . Por fortuna esa especie de

insulto y menosprecio que dirigen


á la virtud , á la dignidad y aun al

pudor los filósofos racionalistas,


solo prueban el profundo abismo
de humillacion á que desciende la
razon de los que apenas saben otra
cosa que adorarse á sí mismos en
la ceguedad de su orgullo y en me-
dio de las tinieblas de su corazon y

de su espíritu .
Pero descendamos al último gra-
-387 -

do de esta série de humillaciones

que el racionalismo atrae sobre la


ciencia y la razon que se penetran

de su espíritu , considerando lo pri-


mero las diversas sectas , en que
principalmente se divide . El pro-
testante Guizot las clasificó , aunque

imperfectamente , en el siguiente
pasaje : «¿Cuál es en el fondo , dice
este escritor , la grande , la supre-

ma cuestion que preocupa los áni-


mos en materia de religion ? Sin
duda alguna la que debaten los que
reconocen y los que niegan la exis-
tencia de un órden sobrenatural ,
cierto y soberano , aunque impene-
trable á los ojos de la razon, ó para
llamar las cosas con sus verdaderos

nombres , la que existe entre el


supernaturalismo y el racionalis-
388

mo. Por una parte los incrédulos,


los panteistas , los excépticos de
toda clase , los puros racionalistas ;
de otra los cristianos » (Meditacio-
nes y ensayos morales ) . En mi hu-

milde juicio esta clasificacion seria


mas clara y perfecta si dividiese
los racionalistas por razon de sus
principales negaciones y errores ,
llamando á unos excépticos , á otros
ateos , á otros materialistas , pan-
teistas á muchos , y por último

simples racionalistas ó deistas á los


que admiten algunas verdades del
órden moral. Esto supuesto , vea-

mos algunos de los incomprensibles


errores que hacen abrazar á la ra-
zon los que temen humillar su dig-
nidad reconociendo la existencia
de un órden sobrenatural , cierto y
389

soberano , aunque incomprensible á


los ojos de la débil razon (1 ) .
Nada diremos de los excépticos ,
porque la
la misma naturaleza los

confunde , segun dijo Pascal (2) .

(1) «Fuera de la Iglesia , dice elocuentemente


nuestro Balmes , todo es vértigo y delirio; se abra-
zan con la materia, y se hacen ateos ! Divagan por
regiones ideales ... y se hacen panteistas ! Ah ! Dios
aborrece todavia el orgullo , y repite con frecuencia
el tremendo castigo de Babel. Esto es un triunfo
para la religion católica ; pero es un triunfo bien
triste !» (El Protestantismo comparado con el Cato-
licismo , cap. 70. )
(2) El excéptico , dice el sábio monseñor Gau-
mc , es una razon rebelada contra Dios en todas
las cosas. Este autor distingue tres enfermedades
intelectuales : la herejía , el excepticismo y el ra-
cionalismo; las cuales señalan los diferentes grados
por medio de los que el hombre que se va ale-
jando de Dios , puede llegar al suicidio de su ra-
zon , al aniquilamiento intelectual descrito por San
Agustin en un capítulo de sus Soliloquios , titulado :
Quid sit nihil fieri . « El hereje, añade dicho autor,
390 -

Si fuera positivo el excepticismo ,


el entendimiento que realmente du-
dase de todo seria víctima de una

angustiosísima enfermedad , • y co-


mo el leproso , de quien todos hu-
yen , viviria enteramente aislado y
solitaria , como quiera que es de
todo punto inútil comunicar con
quien no admite verdad alguna y
cierra por lo tanto la entrada en
su ánimo á todo principio y á toda
luz . Por una contradiccion singular

el excéptico , tal como la ciencia


lo describe , solo está cierto de que

cree algo; el excéptico no cree en nada, ni aun en


sí mismo ; el racionalista coloca en sí mismo la fé
que niega á Dios….. Así, el racionalismo no solo es
la falta de fé en Dios , sino una fé en el hombre
opuesta á Dios .» Este es el orgullo elevado á su
mas alta potencia.
- 391 --

no hay certeza , solo reputa verda-


dero que la verdad no existe , y
solo descansa confiado en un prin-
cipio de inquietud y desconfianza ,
la duda . Digo tal como le describe
la ciencia , porque en la realidad
no existió nunca este tipo de sin-
razon y de locura , y aun los
mismos que solo entonces creen
elevarse á la alta categoría de filó-
sofos , cuando se desprenden de lo
que Schelling , sofista aleman , lla-
ma preocupaciones inherentes al
hombre , es decir , del buen sentido
y de la razon natural que es su mas
excelso patrimonio , aun esos mis-
mos desmienten en su vida privada
lo que afectan creer como filósofos
altivos.

El racionalista que profesa la


- 392

doctrina degradante del materia-


lismo , enseña la union , no ya mis-
teriosa sino absurda y por lo tan-
to inconcebible del pensamiento y
de la extension , de la libertad y de

la necesidad , en el átomo de ma-


teria á que llama alma ; y explica
por simples movimientos ó modifi-
caciones de esta alma corpórea las

mas vastas concepciones del enten-


dimiento , aun las que tienen por
objeto al principio mismo eterno é
inmutable• de todo sér y de toda
verdad . No es menos absurda ni
menos humillante su doctrina cuan-
do reduce á los estrechos límites
de nuestra caduca organizacion los

sentimientos , tendencias y destino


de un espíritu formado para cono-
cer y amar á Dios y descansar
- 393

eternamente en su amoroso seno .

El ateo supone la existencia de


una série infinita de efectos que
carecen de causa primera , y expli-

ca por el ciego acaso el órden y


armonía del universo , reflejo visi-
ble y magnífico de una inteligencia
ordenadora y suprema . ¿Qué mis-

terio hubo jamás cuya oscuridad


fuese comparable con la grandeza
de este espantoso absurdo ?
Ni son menos palpables las ti-
nieblas y contradicciones del pan-

teismo , doctrina que solo admite


una sola sustancia ó sér , sugeto
único de todos los modos y propie-
dades de las cosas reales , confun-
didas en ese abismo insondable ,
aunque sean tan contrarias entre sí

como el pensamiento y la exten-


- 391 -

sion , la unidad y la totalidad , la


eternidad y el tiempo , la infinidad

y el límite , el sér y la nada . In-

creible parece que todas estas co-


sas absolutamente incompatibles se
atribuyan á un mismo sér , y mas
increible todavía sabiendo que este

sér á quien se atribuyen , es Dios ,


simplicísimo y perfectísimo , y qué
los filósofos que tan absurdos pen-
samientos tienen de Dios son los

mismos que rehusan creer los mis-


terios de la esencia divina ; pero
ante la realidad de los textos , la

duda es imposible : «El Dios de la


>> conciencia , dice Cousin , es uno y

>> muchos , eternidad y tiempo , es-


>> pacio y número , esencia y vida ,
>> unidad y totalidad , principio , fin
»y medio , colocado en la cima del
--- 395 -----

>> sér y en su grado mas bajo , infi-


>> nito y finito , triple en • fin , á la
>> yez Dios , naturaleza y humani-
» dad . » Sí : los mismos que niegan su
asenso al augusto misterio de la
Santísima Trinidad porque no com-

prenden la pluralidad de las perso-


nas en la unidad de la esencia

(aunque no vean en esto ni aun


sombra de contradiccion , porque

la unidad y la pluralidad se refieren


á conceptos diferentes ), enseñan ·
el absurdo de una contradiccion

manifiesta , atribuyendo á la misma


esencia divina , es decir , á un solo

idéntico concepto toda una série de


predicados esencialmente incompa-
tibles . De este modo , huyendo del
misterio estos racionalistas , como
todos , caen en el absurdo que hie-
396 -

re de muerte á la inteligencia que


lo concibe .
Pero no basta decir y probar que
la ciencia de estos orgullosos ene-

migos de la verdad es en sí misma

absurda ; debe añadirse que el ab-


surdo es su principio y su ley ,
además de ser su humillante casti-
go . El absurdo consiste en la visi-

ble repugnancia de un juicio ó de


una proposicion con alguno de los

principios evidentes de la razon ,


que son por consiguiente el funda-
mento de toda verdad obtenida por

el discurso . El principio intelectual


que por confesion de todas las es-
cuelas se halla contenido y afirma-

do en toda verdad , y sin el cual la


verdad misma no puede concebir- 1
se, es el llamado de contradiccion :
397

una cosa no puede ser y no ser á


un mismo tiempo . Ahora bien , el
panteismo es la negacion radical

de este principio , pues desde el


punto en que cualquiera de los
atributos contrarios (la infinidad y

el límite por ejemplo) que afirma


de Dios , pudieran juntarse verda-
deramente en la divina esencia , es-

ta seria y no seria á un mismo

tiempo infinita , cesando la imposi-


bilidad absoluta de que una cosa
fuese y no fuese á la vez . Es , pues ,

evidente que suprimido este princi-


pio de eterna verdad , el absurdo
podria ser afirmado (1 ) . Pero el

( 1) En la introduccion del Sistema de la filo-


sofía de Krause por el Sr. Sanz del Rio , catedrá-
tico de la universidad central , se ve tambien
combatido el axioma ó principio de contradiccion,
398

absurdo , repito , es la muerte de


la razon , como la verdad es su

vida , y la evidencia su luz ; y hẻ


aquí por qué, cuando la razon ataca
con vanos sofismas la primera ver-
dad lógica de sus discursos , con la
mira } de sostener el absurdo del

panteismo , lo que hace realmente


es derribar por tierra el edificio de

la verdadera ciencia , y , tomada de


terrible vértigo , caer en un abismo
el orgu-
de delirios . Sabido es que el

lloso sofista , que ha fundado la


nueva lógica , no vaciló en procla-
mar sobre las ruinas á que se ima-
ginó haber reducido el principio
de contradiccion , la perfecta iden-
E

y ensalzada la absurda lógica de Hegel . Esto no


necesita refutacion.
399

tidad del sér y de la nada , de la


luz y de las tinieblas , de la verdad

y del error , del bien y del mal .


Pero sigamos viendo el admirable
modo con que Dios resiste y humi-
lla al soberbio racionalismo .
El deista reconoce la existencia

de Dios , pero niega su Providen-


cia: Dios seria este verdaderamente

inconcebible , indiferente á la glo-


ria de las criaturas que le amaran ,

y al menosprecio con que miraran


su ley y su poder los impíos ; con
las manos atadas para hacer bien á
sus criaturas , cuyas oraciones no
llegarian á su sólio , seria la imá-
gen fiel de los reyes constituciona-

les , que reinan y no gobiernan .


¡ Ah ! No es este por cierto el Dios
vivo que la razon descubre al con-
- 400 -

templar la belleza de los cielos y el


órden de la naturaleza , ni el que
adora el cristiano en espíritu y en

verdad , sino mas bien un ídolo de


piedra , que tiene ojos y no vé , oi-
dos y no oye , ó mas bien , esta es

una ficcion del orgulloso raciona-


lista , que no se atreve por una
parte á negar á Dios , ni se deter-
mina por otra á someterse genero-
samente al paternal gobierno de la
Providencia . Con razon se ha di-

cho , pues , que el deismo conduce


directamente al ateismo , ó mas
bien es un ateismo efectivo , con
todos sus absurdos , aunque encu-
bierto hipócritamente con un lige-
rísimo velo .

Conviene no olvidar que las


escasas verdades que encierran al-
- 401

gunas escuelas filosóficas , parti-


cularmente las que profesan el
deismo , son reliquias halladas entre
las ruinas á que queda reducida en
sus almas la fé católica . Por regla
general puede decirse de una parte
de la metafísica de estos filósofos
lo que Rousseau decia de su moral :

«Yo no sé porqué se quiere atri-


buir al progreso de la filosofía la
hermosa moral de nuestros libros .

Esta moral , sacada del Evangelio ,


era cristiana antes de ser filosófica>>

(Tercera carta de la Montaña) . Por


una de las contradicciones en que
tan á menudo incurren estos sofis-

tas , el mismo Rousseau , olvidado


de esta su sincera confesion , escri-
bió que la revelacion no es necesa-

ria para adorar á Dios en espíritu


EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD. 26
402 ---

y en verdad. «¡ Adorar á Dios en es-


píritu y en verdad ! dice el conde
de Maistre con su acostumbrada

profundidad y talento , ¡ ahí es una


bagatela por cierto ! Preciso la si-

do sin embargo para que el hom-


bre la posea , que el mismo Dios

haya bajado del cielo á enseñárşe-


la» (Veladas de San Petersburgo) .
Sobre este mismo punto de la
adoracion que debemos á Dios , ¿ no
es por ventura absurda la doctrina
racionalista que considera buenos y

legítimos todos los cultos , desde la

mas grosera idolatría hasta el que


tributa el alma al verdadero Dios

bajo las sagradas bóvedas de un


templo católico ? Entre los delirios
que creen los que niegan los miste-
rios de la verdad católica , no es
403

el menos culpable este indiferentis-


mo religioso , que reputa igualmen-
te aceptos al Dios de toda verdad y

santidad los homenajes de nuestra


purísima religion y las prácticas
supersticiosas de la idolatría y del

gentilismo .
Estos y otros extravagantes er-
rores, de que forma parte la anti-

gua metempsicosis ó transmigracion


de las almas , son profesados en
nuestros dias por la razon indepen-
diente con una fé verdaderamente

ciega , ó mejor , con aquella torpe


credulidad que Séneca echaba jus-
tamente en cara á los filósofos en
su famosa sentencia : Philosophi

credula gens. « No quieren creer,


decia admirablemente Bossuet , ver-

dades incomprensibles , y se ven


--- 404 -

condenados á abrazar incomprensi-


bles errores. » Y lo peor es que por
virtud del instinto de fé , del cual
hablé arriba , son muchos los que ,
despreciando los divinos testimo-
nios , cuya verdad es infalible , se
hacen juguete de autoridades fala-
ces , inspiradas por el génio mismo
da la mentira; siendo tal la locu-

ra de los hombres , que desdeñando


la fé divina como si fuera depresiva
de su dignidad , llaman libertad á
la sujecion de su entendimiento á
la palabra del sofista ó á las vanas
y ridículas concepciones de su ra-
zon extraviada, y dan el nombre de
servidumbre á la firme adhesion á

la verdad divina , sola capaz de li-


bertar al hombre de la vergonzosa

esclavitud del error y de las pasio-


405 -

nes ( 1) . Así sucede que en el órden


intelectual, como en el moral y po

lítico , el orgullo dispone necesaria-


mente á los individuos y á los
pueblos á sufrir el yugo de la in-
justicia por el camino de la rebe-
lion contra Dios , fuente viva de la

verdad , del órden y de todo bien ;


y por el contrario , la humildad

(1 ) « La libertad en todas las cosas, ha repetido


el ilustre P. Félix en sus últimas conferencias, con-
siste en caminar sin impedimentos por una via le-
gitima ; y así , la libertad del corazon es la regla
en el amor ; la libertad de la voluntad es la regla
en las acciones , y la libertad de toda la vida es la
vida misma moviéndose dentro de su legitima es-
fera con direccion al bien. Del mismo modo la li-
bertad de la inteligencia es el pensamiento sujeto á
la regla y dirigiéndose hácia la verdad , siendo el
ideal mas elevado de la libertad de nuestra inteli-
gencia el reinado completo de la verdad en el
hombre.>>
-- 406

conduce á los hombres á la pleni-


tud de la luz , como hijos fieles de
Aquel que es la luz misma de las
almas , y por quien fué hecha la
que ilumina el espacio .
Por último , conviene notar la
irracional conducta de los libre-
pensadores , que á pesar de pre-

ciarse de juzgar todas las cosas por


sí mismos , mediante un exámen

diligente é imparcial , se niegan á


examinar las pruebas que el Cris-
tianismo presenta á sus ojos para
conducirlos á la verdad por la sen-

da de la razon : poseidos desgracia-


damente de un espíritu que no les

deja otro estado que el de la duda ,


ó el de aquella espantosa certeza
que es propia de los ánimos endure-
cidos por el error; enemigos de to-
407

da verdad que no han sacado , por


decirlo así , de su propia nada ,
empiezan rechazando el dogma re-
velado por incomprensible , y te-
miendo ser argüidos de contradecir
la ciencia y veracidad de Dios , que
es el autor del dogma sagrado ,
pasan sin detenerse y con los ojos
cerrados voluntariamente junto á
los hechos que demuestran este orí-

gen divino de la fé . ¡ Lamentable


ceguera , hija primogénita del or-

gullo , que no quiere ver lo que


una vez visto y contemplado , exi-
ge humilde sumision del enten-
dimiento y sacrificios generosos ,

siempre útiles y fecundos , al cora-


zon. ¿ No es por ventura infini-
tamente mas justo y razonable
empezar creyendo que Dios es la
- 405 -

verdad suma , la luz que ilumina á


toda criatura racional ; que todo lo
que procede de este manantial de
luz y de amor es noble y verda-

dero ; y que el hombre ilustra-


do por esta verdad celestial , es el
solo sábio , el solo verdadero filóso-

fo? Pero este es justamente el mé-


todo que la humildad inspira á los
que aman y buscan fiel y sincera-
mente la verdad en medio de las
sombras que la rodean para hacer
meritoria su creencia .
Estos mismos contrastes de exal-

tacion y de bajeza por un lado , y


de humildad y elevacion por otro ,

que hemos notado en la ciencia y


que puede notarse en la vida prác-
tica , no son en suma sino reflejos
de los que acerca de nuestro sér y
409 --

dignidad ofrecen respectivamente


el racionalismo y la fé . El primero
exalta la naturaleza humana hasta

el extremo de divinizarla y adorar-


la con sacrilega osadía ; pero al
mismo tiempo que tan cruelmente
lisonjea su apetito de gloria , mur-
mura á sus . oidos las mas viles
doctrinas acerca de su orígen , na-

turaleza y destino , y ora la mira


como una organizacion mas perfec-
ta, pero no de especie diferente de
la del mono ; ora la reduce á mero
fenómeno destinado á parecer un
dia en la escena del mundo como
una de las manifestaciones de la

sustancia única del panteismo (1) ;

(1) « La filosofia de Hegel, v dice un escritor,


cuyas palabras son asimismo aplicables á la de los
- 410 -

ora le señala la tierra por verdade-


ra patria y los placeres carnales ó
la complacencia en sí misma como
el solo objeto de su vida ; y re-
putando al hombre bueno , infa-

lible , capaz de comprender toda


verdad , de obrar toda virtud y
perfeccion , de realizar todo pro-
greso , y de labrar por sí mismo su
propia dicha , acaba por pervertir
su corazon y su espíritu , haciéndo-
le víctima miserable de su orgullo .

¡ Qué contrario es el fecundísimo


procedimiento de la humildad cris-

otros maestros del panteismo , inclusos Krause y


sus discípulos , « erige un trono al fatalismo y al
»derecho del mas fuerte ; degrada al hombre,
>>despojándole de su carácter personal y de su
>>responsabilidad moral , y reduciéndole á una
>>simple gota de agua en el océano del espíritu
>>universal . »
411 G

tiana ! El hombre principia en él


considerando que su entendimien-
to , formado á imágen del de Dios ,
fué oscurecido por el pecado , que
asimismo vició su voluntad debili-
tando sus fuerzas é inclinándola al

mal ; pero al mismo tiempo que


sondea esta doble llaga de su natu-
raleza moral , vé con los ojos de la
fé el remedio divino que ha bajado
del cielo para curarla Ꭹ restablecer

en su noble espíritu la hermosa


imágen de Dios . Este divino auxi-

lio es tambien para el humilde ,


lumbre que ilumina su razon y en-

ciende en su alma el fuego divino


que la embellece y purifica . De don-
de nace una como fuente viva de

paz y de gozo , que el mundo no

puede conocer , porque son una par-


-- 412 -

ticipacion anticipada de la beatitud


suprema. Adornado con tan subli-
mes gracias el humilde , ha oido
resonar en su corazon estas magní-

ficas palabras , que jamás el racio-


nalismo sospechó siquiera que podia
pronunciar la fé dirigiéndose á los

hombres : Dioses sois é hijos del
Altísimo (Ps . 81 , v. 6) . Así diviniza
la religion , así inunda de luz y de

gracia , de sabiduría , de amor y de


dicha á los humildes de corazon :
¡HUMILIBUS AUTEM DAT GRATIAM !

FIN DE EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD.


413

ÍNDICE.

Páginas.
PRÓLOGO. V
INTRODUCCION . - Importancia de la
humildad en el órden intelectual y
moral .-Concepto de la humildad .
-Estado del hombre despues del
pecado . La filosofía del yo . - Se
reduce en último término á la apo-
teosis del hombre. - Orgullo del
panteismo .-Carácter de las escue-
las racionalistas . - Excelencia de la
ciencia católica . • 1
CAPÍTULO PRIMERO . - Concepto de
razon , evidencia y verdad . - La
verdad considerada en Dios , de
quien proceden la luz intelectual y
lo que con ella conocemos . - La
humildad no puede atribuirse á
- 414--
Paginas.

Dios .-El entendimiento no tiene


en sí mismo su regla , sino fuera de
sí , en la verdad que entiende , así
como la voluntad tiene la suya en
el bien que desea .- Excelente dis-
posicion de los espíritus humildes
para recibir la luz de la verdad y el
amor del bien. • 49
CAPÍTULO II.- Vicio esencial de la fi-
losofia racionalista. - El Verbo di-
vino y el verbo humano. - Sus dife-
rencias esenciales . —El racionalismo
niega la generacion del Verbo divi-
no , y diviniza el verbo intelectual
humano. - Esta loca soberbia está
en el fondo de la incredulidad y de
todas las herejías . -El gnosticismo.
-El protestantismo. -Testimonio
de Lamenais . - El racionalismo
procede del protestantismo. - Iden-
tidad de su espíritu. 73
CAPÍTULO III.- Método de Descar-
tes.-Disposicion de los ánimos que
siguen este método , opuesta á la
- 415
Páginas .

humildad.-Ilusion de los filósofos


alemanes , hija del orgullo . - Loca
presuncion con que Kant aspiró á
construir todo el sistema de la cien-
cia sobre su propio pensamiento.—
Doctrina de Fichte y Schelling , ó
filosofía del yo . -Idea de Hegel.—
Los racionalistas moderados .- Va-
nidad de sus proyectos . -Tres gran-
des caidas del entendimiento huma-
no inspirado por el orgullo.. . . . . 105
CAPÍTULO IV .- La fé en su relacion
con la humildad . -Relacion del en-
tendimiento con la voluntad en todo
acto de fé .-Necesidad moral de la
fé. La fé es el legítimo y fecundo
sacrificio de la razon . - Fé natural
y sobrenatural.- La norma divina
de la fé.-Unidad de los entendi-
mientos en el seno de la Iglesia ... 136
CAPÍTULO V.-Verdades naturales y
sobrenaturales de la fé . -Unas y
otras son patrimonio de todos los
entendimientos , merced á la ense-
- 416
Páginas.

ñanza católica . -Excelencia del Ca-


tecismo.-Armonía de la razon y
de la fé.-Unidad de la ciencia ca-
tólica . Su restauracion en nues-
tros dias . . 161
CAPÍTULO VI.- Orgullo que muestra
el racionalista al rechazar las ver-
dades reveladas .-Condiciones que
impone á la revelacion . -Teoría ra-
cionalista de la espontaneidad ó
inspiracion primitivas y de la refle-
xion. La razon humana converti-
da en Verbo divino , segun esta
teoría .-Papel que hacen en ella
los filósofos .- Contradicciones del
oráculo racionalista . - El eclecti-
cismo las acepta en su extraña teo-
ría de la verdad , de la moral y de
la religion progresivas . • 183
CAPÍTULO VII .- Necesidad moral de
la fé para el órden moral natural.
-La metafisica y la teología.-
Misterios aun en el órden natural.
-Admirable mezcla de luz y de
- 417 -
Páginas.

sombras en los misterios divinos.-


Armonía que tienen entre sí.- El
primer misterio del cielo y el pri-
mer misterio de la tierra, unidos en
el misterio del Hombre-Dios puesto
en la cruz. - El misterio de la San-
tísima Trinidad y las sublimes ver-
dades que explica. -El pecado ori-
ginal explica la condicion actual y
la historia del linaje humano. 213
CAPÍTULO VIII.-Recta inteligencia
de los nombres razon y ciencia . →→→
La Iglesia jamás humilla á la ra-
zon.-La doctrina católica acerca
del uso legítimo de la razon -Re-
cientes definiciones acerca del po-
der de esta facultad.-La Iglesia
nos recuerda tambien nuestra de-
bilidad .- Cómo empieza la vida in-
telectual en las personas y naciones
educadas por la Iglesia. La ciencia
cristiana , fruto de la sumision del
entendimiento á la fé.-Amplitud,
fuentes y excelencias de esta cien-
EL RACIONALISMO Y LA HUMILDAD. 27
418 -
Páginas.

cia.-La Iglesia , protectora de los


estudios. Las bellas artes .- Bene-
ficios de que es deudor al Catolicis-
mo el estudio del órden fisico ... 279
CAPÍTULO IX .- Testimonios del sa-
grado texto que resumen la doctri-
na de este libro . -- La criatura
racional humillada por el raciona-
lismo. Chocante contradiccion de
los protestantes .-El racionalismo
adula y humilla , como ellos , á la
criatura racional. Insoportable
yugo que impone á los entendi-
mientos el racionalismo so color de
libertad . Incertidumbre que en-
gendra el racionalismo y variedad:
de sus errores .- Liga de estos con-
tra la verdad. - Verdades cuya luz
oculta Ꭹ altera el racionalismo.-
Ultimo grado de la série de humi-
Ilaciones con que Dios castiga la
soberbia racionalista . ... 329

FIN DEL ÍNDICE ." .


419

En las librerías en que se vende esta


obra, se halla la siguiente :

Pensamientos de San Juan Crisóstomo acerca


de la Providencia , escogidos en las obras
del Santo y ordenados por D. Juan Manuel
de Berriozabal , Marqués de Casajara.

Del inestimable valor de este libro puede


juzgar quien advierta que el príncipe de la
elocuencia , y gran maestro asimismo de
filosofia cristiana , San Juan Crisostomo , ex-
puso en órden al sublime asunto de que
trata , los pensamientos de la mas alta sabi-
duría revestidos de una belleza y grandilo-
cuencia incomparables. En esta obrita se
encierran , además de la vida de su santo
autor , las pruebas mas luminosas de la di-
vina Providencia , sacadas del órden físico y
del moral ; la refutacion de los injustos car-
gos con que suele ser agraviada , los admi-
420

rables y secretos designios de su conducta;


las máximas y consejos que debemos seguir
para someternos á su direccion bienhechora;
y por último, los dulces consuelos que esta
doctrina derrama en las almas , y los moti-
vos de amorosa confianza en la bondad divina
con que nos alienta. El misterioso enlace del
gobierno temporal de la Providencia con el
eterno reino á que llama y ordena al hom-
bre , forma uno de sus mas bellos tratados.
Tambien la diversa condicion social de los
hombres , nacida de la desigual reparticion
de los bienes temporales , es objeto de los
profundos conceptos de San Juan Crisósto-
mo ; los cuales contienen la verdadera solu-
cion de las cuestiones que sobre esta materia
suscitan los que ignoran las miras de la
Providencia .
Un tomo en 8.º de 340 páginas . Se halla
de venta á 7 rs. en Madrid, en las librerías
de Olamendi , Aguado , Lizcano , Poupart,
Bailly-Bailliere, Duran y D. Leocadio Lopez.
ucta;

Sora:
BY

| rap

onel

dos
15.15
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