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El tucán y el cálao

El tucán y el cálao reprepresenta el grupo de aves de pico


más grande que habita las regiones tropicales.
El pico de estas especies, su más bello adorno y también un
poderoso medio de defensa.
En las regiones tropicales de América, desde México hasta
Argentina, abunda el tucán, ave de gran tamaño, de
plumaje negro azabache y pechera blanca o amarilla y con
un pico enorme, cuya longitud alcanza casi la dimensión de
su cuerpo. El pico presenta brillantes colores y un borde
dentado, pero lo sorprendente es que al ave no le molesta
su tamaño ni le pesa. ¿A qué se debe que el pico del tucán
sea tan liviano? Pues a su curiosa estructura, obra maestra
de la naturaleza: internamente está constituido por un
tejido óseo de textura esponjosa y una lámina externa muy
dura que le sirven de protección. Además, el ave ha
desarrollado sus recursos y al volar mantiene en forma
horizontal el cuello y el pico para que este no le impida y
sea obstáculo para su visión.
El tucán es ave trepadora, y por ello presenta una curiosa
estructura en los pies que le permite aferrarse a las ramas
altas de los árboles. Con gran agilidad se desplaza en busca
de alimento, y es muy raro que descienda al suelo. Si lo
hace anda dando saltos cortos, con los pies juntitos y la cola
levantada.
Se le encuentra en las selvas, formando grupos con sus
congéneres en las copas de los árboles, donde dan sus
conciertos. Si algún peligro lo acecha, se unen y forman una
bandada que, con sus agresivos picos, logran alejar hasta las
más temibles aves de rapiña.
El canto del tucán es inarmónico y chillón. Los chillidos se
hacen más fuertes cuando se avecina la lluvia, por eso los
nativos lo consideran un buen boletín meteorológico
Otro curioso habitante de los árboles, por los que se
desplaza como si caminara por la tierra, es el cálao. Se
distingue por la especial estructura del pico, muy largo y
grueso, más o menos curvo, provisto de extrañas
protuberancias que le crecen como penachos encima de la
cabeza.
Es tan sociable, que forma pareja en compañía de otras
aves, aunque ellos no tengan tan elegantes apéndices
encrespados. Ve muy bien y oye mejor, hasta el punto de
ser capaz de imitar el canto de otras aves.
Una curiosísima costumbre del cálao se manifiesta cuando
llega la época de empollar los huevos para que nazcan los
pichones. Hace el nido en los huecos de los árboles y una
vez que la hembra ha depositado los huevos y los empolla,
el macho cierra con barro y excrementos el hueco, dejando
solo el agujerito por el cual va dándoles los alimentos. Así
sucede duran te cuarenta días, que es el periodo normal de
incubación. Transcurrido este lapso, la hembra rompe desde
adentro la prisión y anuncia al compañero que es <<papá>>

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