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Nocturno a Rosario

I IV
¡Pues bien! yo necesito Comprendo que tus besos
decirte que te adoro jamás han de ser míos,
decirte que te quiero comprendo que en tus ojos
con todo el corazón; no me he de ver jamás,
que es mucho lo que sufro, y te amo y en mis locos
que es mucho lo que lloro, y ardientes desvaríos
que ya no puedo tanto bendigo tus desdenes,
al grito que te imploro, adoro tus desvíos,
te imploro y te hablo en nombre y en vez de amarte menos
de mi última ilusión. te quiero mucho más.

II V
Yo quiero que tu sepas A veces pienso en darte
que ya hace muchos días mi eterna despedida,
estoy enfermo y pálido borrarte en mis recuerdos
de tanto no dormir; y hundirte en mi pasión
que ya se han muerto todas más si es en vano todo
las esperanzas mías, y el alma no te olvida,
que están mis noches negras,
tan negras y sombrías, ¿Qué quieres tú que yo haga,
que ya no sé ni dónde pedazo de mi vida?
se alzaba el porvenir. ¿Qué quieres tú que yo haga
con este corazón?

III
VI
De noche, cuando pongo
mis sienes en la almohada Y luego que ya estaba
y hacia otro mundo quiero concluido tu santuario,
mi espíritu volver, tu lámpara encendida,
camino mucho, mucho, tu velo en el altar;
y al fin de la jornada el sol de la mañana
las formas de mi madre detrás del campanario,
se pierden en la nada chispeando las antorchas,
y tú de nuevo vuelves humeando el incensario,
en mi alma a aparecer. y abierta allá a lo lejos
la puerta del hogar…
VII IX
¡Qué hermoso hubiera sido ¡Bien sabe Dios que ese era
vivir bajo aquel techo, mi más hermoso sueño,
los dos unidos siempre mi afán y mi esperanza,
y amándonos los dos; mi dicha y mi placer;
tú siempre enamorada, bien sabe Dios que en nada
yo siempre satisfecho, cifraba yo mi empeño,
los dos una sola alma, sino en amarte mucho
los dos un solo pecho, bajo el hogar risueño
y en medio de nosotros que me envolvió en sus besos
mi madre como un Dios! cuando me vio nacer!

VIII X
¡Figúrate qué hermosas Esa era mi esperanza…
las horas de esa vida! más ya que a sus fulgores
¡Qué dulce y bello el viaje se opone el hondo abismo
por una tierra así! que existe entre los dos,
¡Adiós por la vez última,
Y yo soñaba en eso, amor de mis amores;
mi santa prometida; la luz de mis tinieblas,
y al delirar en ello la esencia de mis flores;
con alma estremecida, mi lira de poeta,
pensaba yo en ser bueno mi juventud, adiós!
por ti, no más por ti.

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