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JOSÉ ESTEVE PARDO

Catedrático de Derecho Administrativo


de la Universidad de Barcelona

DERECHO
DEL MEDIO AMBIENTE

MARCIAL PONS, EDICIONES JURÍDICAS Y SOCIALES, S. A.


MADRID 2005 BARCELONA
Para Álvaro, Teresa y Aria

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MADRID,2005
JOSÉ ESTEVE PARDO

CAPÍTULO IV
LA INTERVENCIÓN ADMINISTRATIVA
ANTE LOS PROBLEMAS DE INCERTEZA
CIENTÍFICA EN MATERIA AMBIENTAL.
EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN

SUMARIO: l. PLANTEAMIENTO. LOS CRECIENTES PROBLEMAS DE COM­


PLEJIDAD TÉCN1CA E INCERTEZA CIENTÍFICA-TI. EXPEDIENTES
JURÍDICOS PARA LA ADOPCIÓN DE DECISIONES EN UN ENTORNO
DE INCERTEZA-1. El re=so a las· presunciones legales.-2. Otras fórmu­
las.-lII. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN.-1. Origen y configura­
ción.-2. Sentido y funcionalidad del principio.-3. El presupuesto de la incerteza.
Incerteza originaria e incerteza sobrevenida.--4. Efectos. Las medidas de excep-.
ción-5. Límites. Límite material y límite temporal.

I. PLANTEAMIENTO. LOS CRECIENTES PROBLEMAS


DE COMPLEJIDAD TÉCNICA E INCERTEZA
CIENTÍFICA
En general, y de manera simple, puede afirmarse que el Derecho
ha construido su propio sistema, y su propia seguridad, sobre reglas
y referencias formales, perfectamente determinadas y ordinariamente
documentadas. Sobre esta firme seguridad jurídica se han podido
desarrollar tanto las relaciones económicas y comerciales, de carácter
eminentemente privado, como las relaciones entre los particulares y
los poderes públicos.
Pero cuando el Derecho se marca el complejo y difuso objetivo
de la protección del medio ambiente o, de manera más realista en
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su enunciado pero más compleja en su realización, ha��r com�atible dimiento administrativo, lo mismo que un proceso judicial, ha de con­
el desarrollo económico e industrial con esa preservacion ambiental, cluir necesariamente con una decisión que puede ser, por supuesto,
entonces se resiente esa seguridad con la que tradicionalmente ha veni­ una decisión negativa, preventiva si se quiere, como la de no autorizar
do operando el Derecho. La complejidad y mutabilidad de los com­ una instalación o un producto por sus posibles riesgos ambientales,
ponentes y elementos del medio ambiente hacen que el Derecho y pero decisión al fin, y, desde luego, como tal será percibida por quien
sus operadores se muevan en un terreno inseguro para ellos. solicita la autorización y, como tal decisión también, podrá ser objeto
Con mucha frecuencia las referencias y valoraciones con las que de recurso.
el Derecho ambiental ha de operar son inciertas o es!án sujetas � con­ El reto, pues, que se le plantea al Derecho ambiental en estos
troversia científica. Es prácticamente imposible no solo y� cuan�car, casos es, ni más ni menos, que el de la decisión jurídica en situaciones
sino conocer con una mínima precisión un daño al medio ambiente, de incertidumbre, predominantemente incertidumbre científica.
sobre todo si se tiene en cuenta que en muc�os casos s�s totales �fectos
sólo se hacen perceptibles al cabo de un dilatado penado de tiempo;
más compleja aún suele resultar la determina:ión de las ca�sas que II. EXPEDIENTES JURÍDICOS PARA LA ADOPCIÓN
produjeron el daño, puesto que con frecuencia c?ncurren rnterven­ _ DE DECISIONES EN UN ENTORNO DE IN CERTEZA
ciones humanas, por ejemplo, emisiones contamrnantes en mveles
superiores a los permitidos, con factores exclusiv'.3-IIl�nte �,aturales, En rigor este problema de la decisión en la incerteza �o es nuevo
como puedan ser densidades atmosféricas o la propia drrecc10n de los para el Derecho. Ya el Derecho romano, por buscar un ilustre ante­
vientos en un momento dado. \, cedente hubo de enfrentarse con situaciones de total incertidumbre
\

Esta incerteza no sólo se hace patente en la apreciación o valo­ en las q�e necesariamente había de adoptarse una decisión.
ración de unos hechos, como los apuntados a título de ejemplo, _ya
producidos -algo que importa particula�ente a 1� potestad sanc10� Incertidumbre había por supuesto cuando un soldado, o un general,
nadara o a la determinación de responsabilidades, civiles o penales-, no volvía de la guerra sin que nadie pudiera dar noticias ciertas de
sino también, significativamente, a la toma de decisiones o a la adop­ él: lestaba vivo o había fallecido? Y decisiones habían de adoptarse
sobre sus relaciones familiares -ldebería su esposa considerarse viuda?,
ción de medidas preventivas; nos hemos podido percatar de ello al lpodía contraer matrimonio con otr? �ombre?,- o pat�oniales:_ el
estudiar el moderno régimen de autorizaciones ambientales: hay en destino de sus bienes era del todo dlstmto segun se le diera por vivo
ellas una clara remisión a la evolución tecnológica y se reconoce que o por muerto. Otra incertidumbre típica, u:iliz�da ,como ejemplo, es
las referencias técnicas del momento serán superadas muy posible­ la de una familia que fallece en un naufragio: 1,Cuál f'.ue _el orden_ de
mente en un futuro inmediato. Se reconoce aquí también la fugacidad fallecimiento a afectos sucesorios?, pues la línea sucesona tiene un dife­
e incertidumbre del entorno. rente trazado en función de un dato del todo desconocido en el caso
de un naufragio sin supervivientes.
El verdadero e ingente reto para el Derecho en estas silli2.cio�
de incerteza tan frecuentes en materia ambiental es el de la adopcron El Derecho resolvió estas situaciones mediante una fórmula muy
de decisiones en un entorno con frecuencia incierto. Se trata de casos concreta y característica: el establecimiento de p�esunciones por_ las
en los que la ciencia no ha alcanzado todavía una certeza sobre los propias normas jurídicas; v. p-, se d� por des�par�cido -q�e no qmere
efectos que un producto, una tecnología, un� ma_teria nueva pued�n decir que realmente lo este- a qmen no de senales _d� vida durante
tener sobre el medio ambiente; puede que éxista mcluso controversia un determinado plazo de tiempo con unos efectos sunila�es_ al falle­
entre científicos o puede que, como con toda lógica se plantea por cimiento. El Derecho no aspira aquí a dar con la verdad obJetiva -esa
el vertiginoso ritmo de la innovación tecnológica,_ no se disponga �oda­ persona podría seguir viva-, sino que esta?lece una soluci�n conve1:­
vía de datos y experiencias significativas para crmentar concl�s10nes cional, una presunción, para adoptar a partrr de ella una sene de deci­
definitivas: la ciencia reclama así un tiempo, que suele ser dilatad?,
siones que se le requieren inexcusablemente cuando u_n_a persopa de�a­
para conocer con una mínima certeza los efectos sobre el medio parece, en materia, por ejemplo, de relaciones de familia o patnmomo.
ambiente; ni la ciencia está obligada a decidir ni está sujeta a normas
con estas pretensiones.
En cambio, el Derecho o, si se quiere, los poderes públicos e ins­
tancias jurídicas sí que han de decidir inexcusablemente: un proce-
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LA INTERVENCIÓN ADMINISTRATIVA 61

tema �e ges�ión amb�ental y a ecoauditorías puede, y en ciertos casos


l. �! !:curso a las presunciones legales hay a�ac1ones legislativas exp�ci�as en t�! sentido, enervar alguna
presuncion e� co�tra , de _ la propia mstalacion que, con el objeto de
Las presunciones son ahora también, con una renovada funcio­ superar una situac10n de mcerteza, la propia norma había establecido.
nalidad, un instrumento recurrentemente utilizado por el Derecho . En otros caso,s lo que las normas establecen es lo que conven­
me_dioambiental para superar ciertas situaciones de incertidumbre que c10nalmente podnamos llamar una presunción institucional. Se trata
se le plantean. A diferencia de las presunciones tradicionales basadas de una presunción en favor de lo que dictamine o establezca una deter­
en máximas de la experiencia --es lógico presumir, entre otras razones minada institución � agencia, gen�ralmente configurada por la propia
porque la experiencia lo corrobora, que una persona ha fallecido si r
norma que suele situarse en la_ �m.ea, muy �esarrollada por la propia
transcurren tres o cinco años sin que retorne de una guerra en la que normativa europea, de las agencias mdependientes con cometidos cen­
combatía-, las nuevas presunciones que establece yl Derecho ambien­ �ados �n ofrecer asesoramiento de carácter técnico y científico a las
tal responden a decisiones del legislador con un objetivo predeter­ rnstancias políticas de decisión.
�ado, como pueda ser, por ejemplo, rclorza_r.J2-.p.Q�i_cf��-�-e las víc­ De esta forma, el órgano al que le corresponde la decisión no
tm;ias de un daño en una acci.Qg_de..Iesponsabilidª9 al présuniirse que ha d� vers� bloqu��do por _ la incertidumbre que pudiera derivarse de
la m�t�ación prÓXlilla es la cauJ_w_e deaquél; el efecto;-cre-una tras­ la existencia de oplill�nes diversas, a menudo contrapuestas, que pudie­
cendencia·-no-m�nor enaosoluto, de esta presooción es que el titular ran ofrecerse desde diversos cent��� de la comunidad científica y puede
de la instalación carga con la prueba de la causalidad del daño -para encont�ar cobertur� para su decision en la presunción a favor de una
demostrar así que no fue su instalación la causante del daño- y no determmada agenci
�on las víctimas las que, con las dificultades para ellas prácticamente _ � o entidad a la que se le reconoce -se le pre­
sume- un conoc1ID1ento experto y certero sobre la materia de que
msuperables derivadas de la complejidad técnica, han de soportar esa se trate. ··
carga probatoria.
La presun_ció_n de co�o�ento experto a favor de la agencia pre­
Una presunción de este tipo se introdujo en la Ley alemana de sen!� como pnncipal fun�ionali_�ad la _ de permitir la decisión del órgano
responsabilidad por daños ambientales. La doctrina jurídica venía insis­ P?lítico tomando en _ consideracion su informe técnico y científico. Agen­
tiendo allí en la necesidad de reforzar la posición de quienes sufrían cias con estos c�m�tidos s1; han constituido a diversos niveles --europeo,
un daño y tenían que designar, probándolo �sin ningún conocimiento estatal o autonoIDico, segun los casos- en ámbitos tales como el medio
experto y sin acceso a las instalaciones-, al causante del daño. Tras
una tramitación muy debatida, esta Ley acogió estos nuevos plantea­ �biente, yor supue�to, pero también la seguridad alimentaria, segu­
ndad mantuna, medicamentos, etc. Sectores todos con un importante
mientos --es la instalación presumiblemente causante la que tiene la componente técnico o científico.
carga de la prueba para liberarse de la responsabilidad- y se ha con­
vertido en una norma de referencia, muy influyente, para los ordena­
mientos europeos.
2. Otras fórmulas
En general, este nuevo tipo de presunciones basculan sobre la
industria y los sectores con potencialidad contaminante cargándoles . La ince_rtid1:1mbre qu_e �ode� a mu�h�s _decisiones de instancias jurí­
con presunciones negativas en expedientes tales como los de respon­ d�cas -legislativas, adIDID1stratlvas y JUd1c1ales- en materia medioam­
sabilidad por daños o los sancionadores. Naturalmente pueden con­ b1ent_al está gener�do también, además de las reacciones que las
tradecir y destruir esa presunción, aportando lo que el Derecho exija propias normas registran, como es el caso de las presunciones unas
para ello, tradicionalmente material probatorio en contra. ?1aner�s c�ra�t�rísticas de .P�?ceder y desenvolverse
, por parte de las
rnst�nc1as_ Jundica�, de decis10n. No solo las políticas y las adminis­
Pues bien, es precisamente en esta línea orientada a la destrucción trativas, smo tamb1en, y destacadamente, las judiciales.
de presunciones donde el más reciente Derecho ambiental conoce
novedosos e interesantes desarrollos. La propia normativa ambiental Aquí puede constatarse un importante y peculiar desarrollo de fór-
que establece estas presunciones negativas, en contra de la industria, mulas probatorias. Así, puede destacarse la creciente relevancia de
es la que con frecuencia señala la vía para eludir esas presunciones la prueb_a indiciaria -:-por indici�s-, pues, tal como afirma la juris­
o para destruirlas, y esa vía suele ser la de la sujeción a fórmulas volun­ prude�ci�, �<al_ no ser s1��pre 1:osibl� una prueba directa, el prescindir
tarias de autorregulación. Así, la sujeción de una instalación a un sis- de la rnd1ciana conducma a l!IlpUrndades de una grave indefensión
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Se trata, aquí y en otr os supuestos en los qu� se r�curre.


a es en este ámbito donde tuvo sus primeras y más trascendentes apli­
social».
la mplej idad y l m ert1 � umb r e caciones; entre l as que destaca el caso de las vacas l ocas y las medidas
la prueba por indicios, de impedir que co a c
tec ió de los foc s tamm ant � s de ex cepción que se adoptaron. Con est as primeras experiencias, y
operen como una pantalla de p ro c n o con

tegida l ied d, c m e n esta sentencia con el objetivo de perfilar este principio, ofreciend o así un a referencia
y quede por su parte despr o a soc a o o
so a esta
n
más segura y unitaria, la Comisión de la Uión Europea aprobó un
se destaca. En definitiva, lo que se pretende con e_l recur :reforzar texto desprovist o de carácter norm ativo: la Comunicación sobre el uso
m odalidad probatoria por indicios para super�_l,a in � c rtez a es
se con- del principio de precaución. Un texto de gran significa ción por cuanto
la protección de lllla de 1� partes cuya pos1c1on e mtereses en él se tratan de manera resuelta las condiciones y presupuestos para
sideran de mayor relevancia.
eJ recurso al principio de precaución, así como sus posibles efectos
y límites. La relevaµ cia de este do�umento queda realzada p or Direc­
tivas y Reglamentos europeos -éstos, como se sabe, tienen un efecto
III. EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN normativo inmedi at o sin necesidad de transposic ión- que acogieron
Sin ningún género de dudas, l a más important_e y �ovedosa _ apor­ plenamente sus criterios.
tación en aras a resolver o superar las frecuentes s1tu ac10:1es d� ,mcer­
teza que al Derecho ambien��l se le p_l�tean e� la configu�ac�o1:1 del 2. Sentido y funcim:�alidad del principio
llamado prinJipio de precauc1on, tamb1en conoc1,do _ com o prmcip10 . �e
cautela. Un prin cipio muy presente no sólo en la orb1ta d� la resoluci on El princip io de precaución, tal como queda configurado de resultas
jurídica, sino en el centro �s11;1 0_ de las actuales rel�c10nes entre �a de la ev olución tan sumariamente descrita, tiene una significación pro­
ciencia y el Dere cho . Un prm cip 10 que, p or su prop ia trascendenci_a pia que lo diferencia netamente de la genérica idea de precaución
y actualidad, es invocado y presentado con frecuencia de forma �?i­ con el que a menudo erróneamen te se confunde. La precaución, cuy as
gua y poco precisa. Co:1vie�e, por tar�.to, repara� en su .configuracion, raíces pueden enc ontrarse en la virtud arist otélica de la prudenc ia,
su significado y su funcionalidad propia en matena ambiental. es un componente natural del Derecho, particularmente del Derecho
medioambiental: cualquier autorización de las que aquí hemos tratado
está impregnada por la idea de precaución desde el momento en que
l. Origen y configuración con ella se pretenden permitir únicamente las actividades con un con­
trolad o impacto sobre el medio ambiente; cualquier medida cautelar
El origen del principio de � recaución no � s cla7o en absoluto,, a da
un­ -el término, perfectamente arraigado en la legislación y práctica jurí­
: e el e tud � ' du � te l a de ca
que se suele situar en Alemarna n s io r n dica, es bien elocuente al respecto- adoptada por los tribunales, en
se pos­
de los setenta del pasado siglo, del Derecho med10ambien�al, _ muy materia de medio ambiente o cualquier otra, está inequívocamente
zzp ),
tulaba como uno de sus principios el de cautela (Vorsorgepnn presidida por la idea de precaución o cautela.
c onectado con la idea de prevención. Pero el principio de precaución, en su configuración específica,
n
Con carácter genérico y programático, la precaución se afirma � o tiene una significación y, sobre todo, una funcionalidad propia, distinta
cio l b e el med �
diferentes convenios y declaraciones �tem a na �� so r desde luego de la genérica idea de precaución o de la virtud de la
rencia
ambiente, teniendo al efecto una especial repercusion la Confe prudencia. Esa funcionalidad del principj o de precaución no es otra
de Río de Janeiro de 1992. que la que nos ocupa en este capítulo : íla de fundar o habilitar una
el decis ión de las autoridades públicas, la Atlministración ordinariamente,
Pero es, sin duda, en el Tratado de la Unión Eur?pea ?º?de ­ en situaciones de in idumbre en el entonio y sobre los efectos mis-
lillP
principio de precaución encuentra su cobertura normat1y! mas :
O

d rie t ión e fav de l a pro teccion del m�d10 mos de esa decisión Í
tante y su mar ca a o n ac n or
o de la Com�dad
ambiente. En su art. 174 el Tratado Constitutiv Y lo más caracterlstico -al tiempo que lo más problemático­
Europea establece que «la política de �a �� munid ad en el ám�ito ?,el de este principio es que puede fundamentar la adopción de decisiones
l prm ipi de cautela y de acci on
medio ambiente... se basará en os c os de-excepción. Decisiones que suponen una excepción del régimen jurí­
preventiva...». dico que en principi o sería aplicable. Ahí radi ca, precisamente, la con­
ipio troversia que envuelve a este principio y que nos oblig a a precisar
De su originari o y específico entorno medioamb��ntal, el princ sus presupuestos, sus efect os y sus límites.
ió fácilm ente l p te c1 0n de l a salud, Y
de precaución se extend a a ro c
64 JOSÉ ESTEVE PARDO 1A INTERVENCIÓN ADMINISTRATIVA 65

En base al principio de precaución podría, por ejemplo, decretarse de estas instalaciones. No hay, por tanto, una incerteza significativa
la denegación de la autorización de una instalación o de un producto -que tampoco deriva de nuevos conocimientos- y por ello no tiene
aun cuando se hubieran realizado todos los trámites jurídicos previstos sentido alguno invocar el principio de precaución como se ha hecho
para ello. La incertidumbre científica sobre posibles riesgos podría ser en este caso por alguna Administración y cierta jurisprudencia.
de tal entidad que justificara, con fundamento en el principio de pre­
caución, la adopción de esa decisión de denegación de la autorización Esta situación de riesgo e incerteza há de ser debidamente acre­
o su demora hasta que se resolviera la incertidumbre. Estaríamos aquí ditada y, sobre todo, contrastada por la autoridad pública que pretende
en un supuesto de incerteza originaria que se cierne sobre materias adoptar una decisión en base al principio de precaución. No basta,
y tecnologías novedosas de las que todavía no se conocen con certeza
sus posibles efectos o los riesgos que pueden generar. Pero puede apli­ en absoluto, que un centro de investigación o un laboratorio alerte
carse también el principio de precaución a materias y tecnologías que sobre los posibles riesgos de una actividad o un producto; es necesario
se creían periectamente seguras, que disponen por supuesto de todas que esa advertencia se contraste con informes fiables y se acredite ·
las autorizaciones exigibles, pero que recientes avances en el conoci­ así una situación de incerteza, de riesgo real y significativo para el
miento científico han alertado sobre posibles riesgos hasta entonces des­ medio ambiente.
conocidos. El principio de precaución podría en su caso dar cobertura
a medidas excepcionales que implicaran la retirada del producto o la
paralización de la actividad que genera unos riesgos desconocidos hasta 4. Efectos. Las medidas de excepción
entonces.
Los efectos están desde luego asociados a las medidas que se adop­
ten en base al principio de precaución.
3. El presupuesto de la incerteza. Incerteza originaria
e incerteza sobrevenida
Al respecto debe destacarse con carácter previo que estas medidas
son adoptadas por los poderes públicos, las Administraciones y Gobier­
Para que pueda alegarse el principio de precaución es del todo nos destacadamente, y no por sujetos privados. Por supuesto que los
necesaria la concurrencia de dos presupuestos o condiciones: primero, particulares pueden adoptar medidas de precaución -preventivas y
debe darse una situación de incertidumbre y, segundo, ha de advertirse de autoprotección-, entendiendo el término en el sentido amplio al
que nos hemos referido; pero en su precisa configuración, que ya cono­
en esa situación un riesgo grave para el medio ambiente. En realidad
se trata de un único presupuesto: el riesgo que, como tal, por hipótesis, cemos, el principio de precaución se dirige a los poderes públicos;
son ellos los que pueden invocarlo y adoptar medidas, que son en
se halla siempre envuelto en la incerteza. Una incerteza que, como
se ha destacado en los dos ejemplos anteriores, puede ser de dos tipos: principio gravosas, con un carácter vinculante y coactivo que no acom­
originaria y sobrevenida. paña desde 11:ego a ninguna acción de los particulares.
Se trata de incerteza originaria cuando envuelve a tecnologías y Resulta así del todo incorrecto el extender el principio de precau­
actividades novedosas cuyos efectos -sobre todo los que se consideran ción a decisiones de los particulares y afirmar que son ellos los que
secundarios o reflejos- no se conocen todavía con total certidumbre. tienen que administrarlo. Así, por ejemplo, se ha deslizado, interesa­
damente, en el debate sobre los transgénicos o productos mutados gené­
La incerteza sobrevenida se genera, en cambio, cuando procesos ticamente: se llega a responsabilizar de algún modo a los consumidores
y productos que se creían inocuos, o con unos efectos negativos bien de la aplicación del principio de precaución. Esta elemental facultad
conocidos y dimensionados, muestran en un momento dado sus riesgos de elección no es, en absoluto, medida propia del principio de pre­
a la luz de nuevos avances del conocimiento científico o de la propia caución, ni constituye novedad alguna; las medidas -gravosas y de
experiencia en su utilización. excepción y, por ello, posible objeto de controversia jurídica-:- carac­
terísticas del principio de precaución sólo pueden ser adoptadas por
No puede así en modo alguno relacionarse el principio de precau­ los poderes públicos, señaladamente el ejecutivo.
ción con tecnologías arraigadas, con experiencia sobre su funcionamien­
to y sobre las que no existen nuevos conocimientos que desvelen riesgos El principal y típico efecto que pueden alcanzar las medidas adop­
hasta entonces desconocidos. Por poner un ejemplo, una estacion trans­ tadas por los poderes públicos en base al principio de precaución es,
formadora de energía eléctrica plantea por supuesto riesgos <;fiversos, ni más ni menos, que el de excepcionar el régimen jurídico vigente.
de incendio o de otro tipo, pero son riesgos bien conocidos y de los Aquí se hace visible la relevancia del principio de precaución: una
que se tiene una dilatada experiencia, en paralelo a la existencia misma instalación, una actividad, o un producto, que se ajustan rigurosamente
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a la legalidad, que han cumplimentado los trámites autorizatorios, que este principio de precaución, los límites que se pretendan establecer
han superado con holgura los controles establecidos, que incluso se adolecen también de firmeza y precisión. Son, así, principios y criterios
sujetan a un sistema de gestión ambiental y ecoauditoría, pueden ser generales los que mayormente pueden invocarse. Dos de estos límites
objeto de medidas gravosas y drásticas -el cierre de la instalación, particularmente apropiados para el principio de precaución merecen
el cese de la actividad, la retirada del producto, u otras por el estilo­ ser destacados:
si se acredita un estado de incerteza y riesgo grave para el medio
ambiente. Las medidas típicas del principio de precaución son así medi­ El primero es un límite material, que ha de dimensionar las medidas
das gravosas, restrictivas, rescisorias. que se pretendan adoptar. Se trata del principio de proporcionalidad.
Debe existir una razonable proporción entre la magnitud e inminencia
En ocasiones, sin duda con la idea de dulcificar este importante del riesgo que se advierte y la intensidad de las medidas que se adoptan.
rasgo característico, gravoso y aflictivo, del principio de precaución, se
sitúan bajo su órbita ciertas medidas positivas, como puedan ser el En algunos casos estas medidas pueden tener una intensidad rela­
impulso y apoyo a estudios y programas de investigación para alcanzar tiva, carentes de fuerza vinculante; así ocurre, por ejemplo, cuando la�­
un conocimiento cierto y seguro sobre ciertas actividades y tecnologías autoridades públicas previenen oficialmente sobre los riesgos --o, s1
susceptibles de producir de riesgos ambientales. Esto es algo que se se quiere, sobre las incertidumbres en tomo a sus posibles efectos nega­
apunta en la propia Comunicación de la Comisión Europea sobre el tivos- de un producto, dejando la decisión final a los consumidores.
principio de precaución a la que nos hemos referido. Ésta podría ser una medida proporcionada si los riesgos que se aven­
Pero lo cierto es que este tipo de medidas positivas en modo alguno turan son de escasa entidad y podría ser una fórmula acertada de gestión
pueden adscribirse al principio de precaución en su configuración espe­ de la in.certeza desde el momento en que no hay una decisión unitaria
cifica por cuanto estas medidas no suponen decisión alguna. Las medidas y contundente, trasladando la decisión final a, o compartiéndola con,
propias del principio de precaución son decisiones públicas en un entor­ los particulares. Pero, en cualquier caso, se trata de una medida gravosa,
no de in.certeza y ahí la precaución tiene una manifestación restrictiva, como todas las basadas en el principio de precaución, en cuanto que
gravosa para quien genera el riesgo. Sólo en un sentido genérico, la la advertencia oficial afecta sin duda negativamente a quien ofrece el
tradicional idea de prudencia a la que nos hemos referido podría acoger producto en cuestión.
bajo su órbita todas las actuaciones, incluyendo estudios e investiga­
ciones de base, orientadas a superar la incertidumbre· y actuar con
El segundo límite se proyecta en el tiempo; es el límite temporal.
prudencia. Las medidas gravosas características del principio de precaución han
de tener una duración limitada, mientras se mantenga la situación de
incertidumbre que las originó. Es deber de los poderes públicos hacer
Todas las medidas características del principio de precaución en lo posible -mediante estudios, investigaciones o cualquier otra actua­
su genuino sentido tienen como nota común la de excepcionar, ante ción- para superar un estado de incertidumbre que, como presupuesto
la incerteza y riesgo que se aprecia, el régimen jurídico que resultaría del principio de precaución y de las decisiones que en base a éste
aplicable. En esencia, el efecto más contundente y característico del se adoptan. está en el origen de1 unas medidas que normalmente son.
principio de precaución es el de imponer una suerte de estado de excep­ gravosas y restrictivas para las instalaciones o actividades que supues­
ción -el régimen vigente queda en suspenso- justificado en valo­ tamente generan un riesgo.
raciones e informes de carácter científico que alertan sobre la existencia
de riesgos aun cuando las actividades que presuntamente los generan Debe tenerse en cuenta que el mismo transcurso del tiempo es
cumplen con la normativa vigente. Resulta así muy delicada, cuando un factor de superación de la incerteza. Los hipotéticos efectos nega­
no polémica y controvertida, la aplicación de las medidas restrictivas tivos se irán manifestando o no se mostrarán en absoluto; en ambos
propias del principio de precaución; de ahí la necesidad de fijar con . casos el paso del tiempo reduce la incertidumbre. Ya no es la misma
rigor sus presupuestos, en la línea que ya hemos señalado, y sus límites. que se tenía cuando se invocó el principio de precaución. Puede que
con el tiempo la incertidumbre se supere del todo -porque, fatal­
mente, se produjeron los daños o porque se demuestra de manera
5. Límites. Límite material y límite temporal contundente la ausencia de riesgos- o puede que aún se mantenga
en menor medida.
En la natural imprecisión que se genera cuando unas medidas y En cualquier caso, tanto el deber de superación de la incertidumbre
decisiones se apoyan en un principio, y no en concretas determina­ como la reducción de la misma por el transcurso del tiempo reafirman
ciones del Derecho positivo que justamente se excepcionan al invocarse el límite temporal del principio de precaución. Las medidas que se
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adopten en base al mismo, primero, son limitadas en el tiempo, y,


segundo, habrían de estar sujetas a revisión, bien por el transcurso
del tiempo, como, por supuesto, por la adquisición de nuevos cono­
cimientos que reduzcan o superen del todo la situación de incerti­
dumbre por la que se invocó el principio de precaución.

BIBLIOGRAFÍA
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