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El Ogro tormenta

En las ciudades negras de los dragones, las brujas y los ogros vivía hace mucho
tiempo un gigante muy bruto y travieso. Sus poderes le permitían convertirse en
rayo para asustar a los demás con su estrepitoso ruido, su fulminante luz y su
espontánea aparición.
Cuando llegaba el verano era su mejor momento porque se divertía mucho
asustando a los elfos cuando volvían a sus casas del trabajo.
Además le divertía mucho cuando los señores de los castillos enviaban a sus
mejores magos para luchar contra él y él los recibía lanzando llamas, fuego y rayos
contra ellos, quemando los pelos blancos de las barbas de los magos.
Un buen día una brujita nueva que se llamaba Melania se acercó sin ningún tipo de
varita ni truco hacia el ogro y le dijo:
- Hola ogro. Vengo a conocerte.
- ¿Vienes a conocerme? – El ogro levantó su brazo y generó un viento tan fuerte
que despeinó a Melania por completo.- ¿Y ahora qué? ¿Sigues queriendo
conocerme? Ya ves que soy muy poderoso.
- La verdad es que me resultan muy divertidas las cosas que haces y simplemente
quería conocerte. ¿Podemos ser amigos?
- ¿Amigos? ¿Qué es ser amigos? – Preguntó el ogro-.
- Ser amigos es divertirnos juntos, vivir aventuras, contarnos las cosas que nos
pasan y apoyarnos cuando nos pasen cosas malas.
- ¿Quieres vivir aventuras conmigo? ¿No te doy miedo?
- La verdad es que no ogro, porque creo que haces todas esas travesuras porque
no tienes amigos. Conmigo harás cosas divertidas y te olvidarás de molestar a los
demás. ¿Quieres intentarlo?
Um...– contestó el ogro dubitativo – Está bien, acepto – dijo finalmente –
Y así fue como la brujita Melania y el Ogro tormenta viajaron por multitud de
ciudades conociendo a mucha gente, bañándose en los ríos, disfrutando de comer
helados y tartas y hasta luchando contra toda clase de magos peligrosos.
Y cuando recorrieron el mundo y volvieron a la ciudad negra donde se habían
conocido el ogro se dio cuenta de que era mucho más divertido usar sus poderes
para hacer amigos que para hacer travesuras.

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