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LA ESTRUCTURA FORMAL DE LAS TRAGEDIAS TEBANAS

Según se puede apreciar en el texto designado, el autor nos informa en cuanto a las cuestiones
de forma y estructura y cómo son esenciales para poder entender y ampliar el conocimiento
sobre las obras tebanas y su complejidad, pero que, escondido en su preámbulo de
argumento, lo que nos manifiesta es su inquietud e impotencia del hecho que no se logre
entender por completo a las obras por haber estado muy encajadas y limitadas. Siendo
entonces el tema del manuscrito: la reducida libertad de los autores clásicos para abordar
temas importantes.

Y es que, para trazar una línea de decodificación de una reproducción clásica que no tenga
error, es indispensable que no haya desatino de traducción que se confundan en distinguir en
partes de trímetros, las partes corales versus las cantadas, el corifeo o el coro, etc. Pero que,
de todos modos, eso es imposible, lo que causa que tantos lectores, como directores de escena
se pierdan en la exactitud de la representación.

Por otro lado, lo que le da perturbación al autor se debe a que los trágicos usan parámetros
para contar lo que desean transmitir, es decir, no tienen la libertad de confesar sus
pensamientos concretamente sin que haya un medio en el camino que lo guie. Entonces, por
más que puedan diferenciarse de otros, o tengan un contraste entre escritores, todos aquellos
siguen un patrón. Y que, solo cuando se salen tímidamente de este, es donde explota su
creatividad y originalidad. Más aún, ayuda el lector moderno a encontrarse con nuevas
interpretaciones y modos de gozar las obras.

Lamentablemente, debo decir, que no hay manera el autor clásico se desprenda de las líneas
trazadas, y es que, secamente dirigiéndome, los autores ya no pueden hacer nada por
nosotros, no pueden hablar ni darnos a entender qué es lo que trataban de decir, o llevarnos a
nuevas formas de sentir sus manuscritos. Se entiende a la perfección que el autor se frustre
porque no se puede modificar o dar el espacio al heleno para que escriba sin temor, pero ya
no hay modo de hacer algo para que tengan independencia de sus palabras. Todo está
consumado.

De todos modos, se comparte la euforia por poder comprender a estos clásicos sin tener que
batallar por bastantes problemas a lo largo de su complejidad. Bien sería fácil que cada uno
tuviera una independencia por las estructuras formales que sí o sí llevaron a cabo, y que sea
más como lo de ahora, lo moderno, donde no se hay un muro o restricción de temas o
reglamentos al momento de escribir. Mas eso es algo inimaginable.

En conclusión, desde mi punto de vista, es necesario dejar de enfocarse en lo que cómo sería,
en qué se hubiera hecho, en por qué es que se hizo, en cuanto a los autores clásicos y las
incertidumbres que se han trascendido en estos siglos a causa de sus manuscritos, porque no
hay máquina en el tiempo que pueda realizar algo por ello y por estos. Lo único que queda es
tratar de comprenderlos hasta una cierta distancia, porque luego no hay manera de cambiar
las cosas. Y si existiera un modo de modificarlo, el presente, lo avanzado hasta ahora por la
literatura, no existiría. Por ende, es prescindible continuar con lo que se tiene y trabajar sobre
ello.

FIN DEL IDILIO, PRINCIPIO DE LA NOVELA

Tal como se menciona en el texto, es bien sabido que el periodo helenístico fue un momento
importante para la creación y conocimiento de géneros, formas poéticas y expresiones. Entre
muchos de los que se pueden conocer, el autor trata sobre el idilio, que no es más que un
género cómico-serio que tuvo relevancia por el dúo Teócrito-Virgilio. Sin embargo, la meta
del autor no es hablar propiamente sobre cómo ellos lo hicieron popular, o de qué trata esta
particularidad, sino, más bien, pretende hacernos creer sobre la similitud entre la obra de
Goethe y las características propias de Idilio, y como, entonces, estas se complementan.

De todos modos, sería primero mencionar lo que es en conjunto un idilio y sus partes. El
autor nos da a conocer acerca de la ambientación campestre, la armonía del hombre y el
mundo (pero de que, de alguna manera, no logra realizarse porque está en continuo
conflicto), el amor tedioso, inalcanzable, difícil, o sobre el protagonista poeta que se vuelve
pastor. Nos avisa, también, el rasgo peculiar de la participación de la naturaleza en el
sufrimiento del hombre, así como el cronotipo estático, la multiplicidad de voces y estilos, y
el diálogo como interrogación metafísica, que está impregnada, copiada, reproducida en la
historia de Werther, siendo lo más visible de la herencia de idilio que podemos apreciar según
su modo verlo.

No obstante, la cuestión de semejanza en dichos manuscritos, no debe ser un motivo de


globalizar tales puntos, sino de verlos por su mera singularidad. Es decir, pensar que, porque
tienen algunos detalles peculiares, no los hace automáticamente en seres idénticos, o que una
influenció a la otra. Y eso es una controversia interesante: el de creer que todo lo que hubo en
el pasado, se refleja en el presente.

Y con esto me refiero propiamente a la literatura. Es muy común escuchar o leer sobre
autores modernos que son categorizados por sus obras, apuntando que estas tienen las huellas
de poetas antiguos, conocidos y que no tienen nada de nuevo, cuando se debería dejar esa
costumbre de basarse solo en los clásicos como el modelo a seguir o como los que siempre
tendrán influencia en todo escritor que haya en la faz de la tierra. Cuando se sabe por
conocimiento básico, que toda persona es un mundo, entonces, de igual manera, sus
creaciones.

Para la conclusión, bastaría por apreciar el trabajo del autor por darnos a conocer las
características de tal género y su gusto por cuestionarse y envolverse en un sentimiento sinfín
sobre qué es lo que realmente se obtiene de esta, pero que cae en un terrible error, y él mismo
lo menciona, que, a pesar de todo ello, no se puede definir por completo al idilio. Y si no se
puede definir, no se puede decir que esté completo, y, por ende, que pueda influenciar en
otros.

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