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Evaluación Prueba
Diagnóstica Formativa
para el tercer ciclo ºsin
de EBI perfiles
Prueba Evaluación diagnóstica formativa - Ed. Media 2023 Noveno año

Las islas de basura son aglomeraciones de residuos no biodegradables ubicadas en los océanos. 


El siguiente mapa muestra las cinco grandes islas de basura que se han formado en el planeta.

En todos los mapas aparece una escala, que es la relación de proporción entre las dimensiones reales de un
objeto y las del dibujo que lo representa.
En este mapa la escala numérica es 1:120.000.000.
Según esta escala, una distancia de 2cm en este mapa, ¿a qué distancia (en km) equivale en la realidad?
 

A) 1.200 km.

B) 2.400 km.

C) 120.000.000 km.

D) 240.000.000 km.

 
De las islas de basura existentes en el mundo, la que se encuentra en el Pacífico Norte es la más grande.
La imagen muestra la composición de la isla.

De acuerdo a la información que está en el recuadro rojo, ¿cuál es el gráfico que representa correctamente la
composición de residuos plásticos de la isla de basura del Pacífico Norte?
A)

B)

C)

D)

 
 
UNA BREVE HISTORIA DE LOS PLÁSTICOS

Leo Hendrik Baekeland parece haber sido la primera persona en utilizar el término
“materiales plásticos” para describir productos elaborados a partir de
macromoléculas (resinas, elastómeros y fibras artificiales).
Eso fue en 1909. Dos años antes, había inventado el primer plástico sintético: la
baquelita. Los teléfonos se fabricaron con este material durante muchos años. De
hecho, el plástico se había inventado mucho antes. En 1833, el francés Henri
Braconnot había producido la nitrocelulosa, que los hermanos Hyatt fabricaban
industrialmente en Estados Unidos a partir de 1868 para fabricar bolas de billar. Y
así el plástico comenzó su larga carrera como una “imitación”, en este caso, para
  reemplazar al marfil. Pero como estaba fabricado a partir de celulosa, aún no  
estábamos en el terreno de los sintéticos.
Los principales inventos en el mundo de los plásticos ocurrieron entre las dos
guerras mundiales: el celofán en 1913, luego el cloruro de polivinilo en 1927,
el poliestireno y el nailon en 1938 y el polietileno en 1942. (…)
Las primeras botellas de plástico aparecieron en 1968 (agua mineral Vittel en
Francia). 

Traducción de un fragmento de Chalmin, P. (2019). The history of plastics: from the


Capitol to the Tarpeian Rock. Field actions science reports. The Journal of Field
Actions, (p. 7)

A partir del texto unos alumnos elaboraron una línea del tiempo en la que ubicaron algunos de los principales
sucesos de la historia del plástico.
¿Cuál es la línea del tiempo que representa correctamente la información del texto?
A)

B)

C)

D)

 
Para los residuos plásticos generados hay esencialmente tres destinos: pueden desecharse en vertederos o en
el entorno natural, incinerarse o reciclarse. 

La siguiente gráfica muestra la cantidad acumulada de residuos plásticos generados mundialmente y las
cantidades acumuladas correspondientes a los distintos destinos. 
Las líneas continuas muestran datos históricos desde 1950 hasta 2015; las líneas punteadas muestran
tendencias proyectadas hasta 2050.

Acumulación de residuos plásticos: generación y destino


Datos históricos y proyecciones

Fuente de la gráfica: https://www.science.org/doi/10.1126/sciadv.1700782

¿Cuántos millones de toneladas de residuos plásticos se han generado al 2015?


Elige la mejor aproximación.

A) 500

B) 5.000

C) 6.000

D) 9.000

 
Para los residuos plásticos generados hay esencialmente tres destinos: pueden desecharse en vertederos o en
el entorno natural, incinerarse o reciclarse. 

La siguiente gráfica muestra la cantidad acumulada de residuos plásticos generados mundialmente y las
cantidades acumuladas correspondientes a los distintos destinos. 
Las líneas continuas muestran datos históricos desde 1950 hasta 2015; las líneas punteadas muestran
tendencias proyectadas hasta 2050.

Acumulación de residuos plásticos: generación y destino


Datos históricos y proyecciones

Fuente de la gráfica: https://www.science.org/doi/10.1126/sciadv.1700782

En el gráfico se puede observar que el reciclaje de plásticos cada vez es mayor.

Teniendo en cuenta las proyecciones para el 2040, aproximadamente la cuarta parte de los residuos plásticos
generados, serán reciclados.

¿Estás de acuerdo con la afirmación subrayada?

A) Sí

B) No

Explica tu respuesta.

 
Para los residuos plásticos generados hay esencialmente tres destinos: pueden desecharse en vertederos o en
el entorno natural, incinerarse o reciclarse. 

La siguiente gráfica muestra la cantidad acumulada de residuos plásticos generados mundialmente y las
cantidades acumuladas correspondientes a los distintos destinos. 
Las líneas continuas muestran datos históricos desde 1950 hasta 2015; las líneas punteadas muestran
tendencias proyectadas hasta 2050.

Acumulación de residuos plásticos: generación y destino


Datos históricos y proyecciones

Fuente de la gráfica: https://www.science.org/doi/10.1126/sciadv.1700782

Para cada una de las siguientes afirmaciones señala si es verdadera o falsa según los datos de la gráfica

¿Verdadero o
Afirmaciones
falso?
Desde el año 2015 no se generan más residuos plásticos.
Hasta el año 2000 prácticamente todos los residuos plásticos generados se desechaban.
Hasta el año 2010 no se reciclaba ningún residuo plástico.
La proporción entre la cantidad de residuos plásticos desechados y los generados
disminuye año a año.

 
Con este simulador puedes calcular la cantidad aproximada de productos plásticos que consumes en un año.
Ingresa valores en las casillas vacías y obtendrás tu consumo anual al hacer clic en el botón "Ejecutar".

¿Cuántas botellas de 0
plástico compras en una
semana?
¿Cuántos vasos 0
descartables usas en una
semana?
¿Cuántos comestibles 0
compras por semana en
la cantina o kiosco que
vengan en envoltorio de
plástico?

Ejecutar

Botellas de Vasos Envoltorio de Productos de plástico utilizados en


Eliminar
plástico descartables plástico un año

Diego compra habitualmente por semana solo los siguientes productos que vienen en envases o envoltorios
plásticos:
 5 botellas de agua 

 2 alfajores

Quiere disminuir el uso de plásticos y usar menos de 100 productos plásticos al año.

Su amiga le dice que si deja de comprar alfajores y lleva merienda casera desde su casa en un recipiente
reutilizable, usaría menos de 100 productos plásticos al año.

Lo que le dice su amiga, ¿es correcto?

A) Sí, solo con ese cambio daría 0 la cantidad de productos plásticos al año.

B) Sí, porque los únicos productos plásticos que compraría serían las 5 botellas en la semana.

C) No, aunque hiciera ese cambio igualmente usaría más de 100 productos plásticos al año.

D) No, podría seguir comprando dos alfajores pero debería disminuir el uso de botellas de plástico.

 
Con este simulador puedes calcular la cantidad aproximada de productos plásticos que consumes en un año.
Ingresa valores en las casillas vacías y obtendrás tu consumo anual al hacer clic en el botón "Ejecutar".
 

¿Cuántas botellas de 0
plástico compras en una
semana?
¿Cuántos vasos 0
descartables usas en una
semana?
¿Cuántos comestibles 0
compras por semana en
la cantina o kiosco que
vengan en envoltorio de
plástico?

Ejecutar

Botellas de Vasos Envoltorio de Productos de plástico utilizados en


Eliminar
plástico descartables plástico un año

Teniendo en cuenta que:

b representa la cantidad de botellas (primera celda del simulador)


v la cantidad de vasos (segunda celda)
c la cantidad cantidad de comestibles (tercera celda)
el año tiene 52 semanas

¿cuál de las siguientes expresiones podría usar el simulador para calcular la cantidad de 

 ?

Señala todas las correctas

52.b + v + c

(b + v + c).52

b + v + c + 52

52.b + 52.v + 52.c

 
Se denomina efecto invernadero al fenómeno por el cual determinados gases (gases de efecto invernadero),
que son componentes de una atmósfera planetaria, retienen parte de la energía que el suelo emite por haber
sido calentado por la radiación solar. Se estima que sin ellos la Tierra tendría una temperatura de -15ºC (quince
grados Celsius bajo cero). 

¿Cuáles son algunas de las consecuencias del aumento de gases de efecto invernadero en la atmósfera? Marca
todas las que correspondan.

La utilización de centrales que utilicen combustibles fósiles para generar energía eléctrica.

La quema de campos para prepararlos para usos agrícolas.

El derretimiento de los glaciares y de los casquetes polares.

La tala de grandes extensiones de bosques.

El aumento de la temperatura del planeta.

El aumento del agujero de la capa de ozono.

 
Varios estudios han mostrado que la energía eólica (energía del viento) reduce las emisiones de dióxido de
carbono (CO2) a la atmósfera, uno de los principales gases de efecto invernadero.

Para decidir si se puede instalar un parque eólico en un lugar es importante que la velocidad media del viento
en ese lugar sea suficiente para mover los aerogeneradores y las variaciones estacionales no deberían ser muy
grandes.

Los siguientes gráficos representan la velocidad media del viento en tres lugares distintos durante un año.

¿Cuál de los gráficos indica el lugar más apropiado para instalar aerogeneradores?

A) Gráfico A.

B) Gráfico B.

C) Gráfico C.

Explica por qué elegiste ese gráfico.

 
Un controlador de carga es un aparato que está conectado al aerogenerador y permite detectar problemas
asociados a la corriente eléctrica y a la batería.
En la tabla siguiente se presentan diferentes situaciones, posibles problemas y soluciones que detecta el
controlador de carga.

Un operario revisa el controlador de carga y ve que la luz del LED está roja y fija. El display está como se
muestra en la imagen.

A partir de la información de la tabla, ¿cuál es el problema que detecta este controlador de carga?

A) El aerogenerador gira despacio o está parado.

B) La batería está llena.

C) La velocidad del viento es excesiva.

D) El voltaje o la temperatura en la batería son excesivos.

 
La siguiente gráfica muestra el total de energía eléctrica generada en Uruguay (en Gigawatts por hora), por tipo
de fuente, en 2017.

Marca todas las afirmaciones correctas en base a los datos de la gráfica.

Aproximadamente 1 de cada 2 GWh de energía se generó a partir de fuente "hidro". 

Por cada GWh de energía eléctrica que se generó con fuente "hidro", se generaron 2 con fuente "eólica".

Con las fuentes térmicas ("fósil" y "biomasa") se generó 1 de cada 5 GWh de energía eléctrica.

Con fuente de origen "solar" se generaron 2 GWh de energía eléctrica.

Aproximadamente 1 de cada 4 GWh de energía eléctrica se generó con fuente "eólica".

 
Estudios ambientales muestran que el calentamiento global presentaría impactos importantes sobre el planeta.
Uno de estos es la alteración en la cantidad y distribución de las precipitaciones.

Luciana vive en Melo y quiere saber, para su localidad y en el período 1991-2020, qué meses tuvieron más días
de lluvia.
Para ello consultó el portal del Instituto uruguayo de meteorología (Inumet) donde encontró esta
página interactiva.
 

Gráficas estadísticas pluviométricas


Se presentan en forma de gráfico de barras los valores climáticos promedio de referencia para el período 1961-1990 para 12
estaciones meteorológicas del país y del período 1991-2020 para otras 16 estaciones. 

Climatología 1961-1990 Climatología 1991-2020

Artigas Rivera Salto Paysandú Melo Paso de los toros Treinta y tres Mercedes Colonia

Rocha Carrasco Prado

8
mm1 => nóicatipicerp noc saíD

JS chart by amCharts (http://www.amcharts.com)

0
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Tiempo

200
]mm[ adalumuca nó

JS chart by amCharts (http://www.amcharts.com)

150

100

Haz clic en las pestañas correspondientes para localizar la gráfica que consultó Luciana.

¿Qué meses tuvieron en promedio 8 o más días con precipitaciones mayores o iguales a 1mm? Selecciónalos.

Enero Febrero Marzo

Abril Mayo Junio

Julio Agosto Setiembre

Octubre Noviembre Diciembre

 
Según los registros del Instituto uruguayo de meteorología (Inumet) para Florida, en el período
1991-2020, el promedio de la cantidad de días con precipitaciones correspondiente a enero
fue 6. 

Indica si las siguientes afirmaciones son conclusiones correctas o incorrectas teniendo en cuenta esta
información.

 ¿Correcta o
Conclusión
 Incorrecta? 
En todos los meses de enero de este período se registraron 6 días de lluvia.
La mayoría de los meses de enero de este período llovió 6 días.
 Probablemente algunos meses de enero registraron más de 6 días de lluvia y otros menos de 6
días de lluvia. 

 
Los altos niveles de fósforo en los cursos de agua,
embalses y lagunas se asocian a la contaminación por
proliferación de cianobacterias que dan lugar a alergias
e irritación en la piel. En diversos estudios se ha visto
que el crecimiento de las cianobacterias depende de
diferentes factores, entre ellos la cantidad de     
nutrientes en el agua (como el fósforo).

Un grupo de investigadores quiere saber cuánto influye


la presencia de altos niveles de fósforo en forma de
fosfato, en el crecimiento de las cianobacterias.

Para eso recogen agua de una laguna con cianobacterias y colocan la misma cantidad de esa agua en  diez
tubos iguales. Hacen un recuento de cianobacterias en cada tubo y los mantienen en las mismas condiciones
de luz y temperatura durante diez días. Aplican un diseño experimental en el que agregan fosfato y al décimo
día vuelven a hacer un recuento de cianobacterias en cada tubo.

¿Por qué los investigadores mantienen iguales los valores de algunas condiciones (por ejemplo: temperatura,
luminosidad y cantidad de agua)?

A) Porque así pueden repetir el experimento varias veces.

B) Porque necesitan que esas condiciones no influyan en el resultado del experimento.

C) Porque la cantidad de agua y la temperatura se pueden medir

D) Porque es importante que las cianobacterias tengan luz para poder vivir.

 
Los altos niveles de fósforo en los cursos de agua, embalses y lagunas  se asocian a la
contaminación por proliferación de cianobacterias que dan lugar a alergias e irritación en la piel.
En diversos estudios se ha visto que el crecimiento de las cianobacterias depende de diferentes
factores, entre ellos la cantidad de nutrientes en el agua (como el fósforo).   

Un grupo de investigadores quiere saber cuánto influye la presencia de altos niveles de fósforo


en forma de fosfato, en el crecimiento de las cianobacterias.

Para eso recogen agua de una laguna con cianobacterias y colocan la misma cantidad de esa agua en  diez
tubos iguales. Hacen un recuento de cianobacterias en cada tubo y los mantienen en las mismas condiciones
de luz y temperatura durante diez días. Aplican un diseño experimental en el que agregan fosfato y al décimo
día vuelven a hacer un recuento de cianobacterias en cada tubo.

¿Cuál es el diseño experimental adecuado para determinar la influencia del fosfato en el agua sobre el
crecimiento de las cianobacterias?

A) A la mitad de las muestras se le agrega la misma cantidad de fosfato todos los días y a la otra mitad no
se le agrega nada.
B) Cada día se le agrega la misma cantidad de fosfato a todas las muestras.

C) A todas las muestras se les agrega la misma cantidad de fosfato en dos momentos del experimento: el
primer día y el último.
D) Cada día se le agrega la misma cantidad de fosfato a una muestra distinta hasta completar las diez.

 
 

La guerra de los yacarés


En un río muy grande, en un país desierto donde nunca había estado el hombre, vivían muchos
yacarés. Eran más de cien o más de mil. Comían pescados, bichos que iban a tomar agua al río,
pero sobre todo pescados. Dormían la siesta en la arena de la orilla, y a veces jugaban sobre el
agua cuando había noches de luna. 
Todos vivían muy tranquilos y contentos. Pero una tarde, mientras dormían la siesta, un yacaré se
despertó de golpe y levantó la cabeza porque creía haber sentido ruido. Prestó oídos y lejos, muy
lejos, oyó efectivamente un ruido sordo y profundo. Entonces llamó al yacaré que dormía a su
lado. 
— ¡Despiértate! —le dijo—. Hay peligro. 
— ¿Qué cosa? —respondió el otro, alarmado. 
—No sé —contestó el yacaré que se había despertado primero—. Siento un ruido desconocido. 
El segundo yacaré oyó el ruido a su vez, y en un momento despertaron a los otros. 
Todos se asustaron y corrían de un lado para otro con la cola levantada. 
Y no era para menos su inquietud, porque el ruido crecía, crecía. Pronto vieron como una nubecita
de humo a lo lejos, y oyeron un ruido de chas-chas en el río como si golpearan el agua muy lejos. 
Los yacarés se miraban unos a otros: ¿qué podía ser aquello? 
Pero un yacaré viejo y sabio, el más sabio y viejo de todos, un viejo yacaré a quien no quedaban
sino dos dientes sanos en los costados de la boca, y que había hecho una vez un viaje hasta el mar,
dijo de repente: 
—¡Yo sé lo que es! ¡Es una ballena! ¡Son grandes y echan agua blanca por la nariz! El agua cae para
atrás. 
Al oír esto, los yacarés chiquitos comenzaron a gritar como locos de miedo, zambullendo la
cabeza. Y gritaban: 
— ¡Es una ballena! ¡Ahí viene la ballena! 
Pero el viejo yacaré sacudió de la cola al yacarecito que tenía más cerca. 
— ¡No tengan miedo! —les gritó—. ¡Yo sé lo que es la ballena! ¡Ella tiene miedo de nosotros!
¡Siempre tiene miedo! 
Con lo cual los yacarés chicos se tranquilizaron. Pero en seguida volvieron a asustarse, porque el
humo gris se cambió de repente en humo negro, y todos sintieron bien fuerte ahora el chas-chas-
chas en el agua. Los yacarés, espantados, se hundieron en el río, dejando solamente fuera los ojos
y la punta de la nariz. Y así vieron pasar delante de ellos aquella cosa inmensa, llena de humo y
golpeando el agua, que era un vapor de ruedas que navegaba por primera vez por aquel río. El
vapor pasó, se alejó y desapareció. Los yacarés entonces fueron saliendo del agua, muy enojados
con el viejo yacaré, porque los había engañado, diciéndoles que eso era una ballena. 
— ¡Eso no es una ballena! —le gritaron en las orejas, porque era un poco sordo—. ¿Qué es eso que
pasó? 
El viejo yacaré les explicó entonces que era un vapor, lleno de fuego, y que los yacarés se iban a
morir todos si el buque seguía pasando. 
Pero los yacarés se echaron a reír, porque creyeron que el viejo se había vuelto loco. 
¿Por qué se iban a morir ellos si el vapor seguía pasando? Estaba bien loco, el pobre yacaré viejo! 
Y como tenían hambre se pusieron a buscar pescados. 
Pero no había ni un pescado. No encontraron un solo pescado. Todos se habían ido, asustados por
el ruido del vapor. No había más pescados. 
— ¿No les decía yo? —dijo entonces el viejo yacaré—. Ya no tenemos nada que comer. 
Todos los pescados se han ido. Esperemos hasta mañana. Puede ser que el vapor no vuelva más, y
los pescados volverán cuando no tengan más miedo. 
Pero al día siguiente sintieron de nuevo el ruido en el agua, y vieron pasar de nuevo al vapor,
haciendo mucho ruido y largando tanto humo que oscurecía el cielo. 
—Bueno —dijeron entonces los yacarés—; el buque pasó ayer, pasó hoy, y pasará mañana. Ya no
habrá más pescados ni bichos que vengan a tomar agua, y nos moriremos de hambre. Hagamos
entonces un dique. 
—¡Sí, un dique! ¡Un dique! —gritaron todos, nadando a toda fuerza hacia la orilla—. ¡Hagamos un
dique! 
En seguida se pusieron a hacer el dique. Fueron todos al bosque y echaron abajo más de diez mil
árboles, sobre todo lapachos y quebrachos, porque tienen la madera muy dura... Los cortaron con
la especie de serrucho que los yacarés tienen encima de la cola; los empujaron hasta el agua, y los
clavaron a todo lo ancho del río, a un metro uno del otro. Ningún buque podía pasar por allí, ni
grande ni chico. Estaban seguros de que nadie vendría a espantar los pescados. Y como estaban
muy cansados, se acostaron a dormir en la playa.
 
Horacio Quiroga (fragmento). Cuentos de la selva. Mestas ediciones
 

Antes de la llegada del buque los yacarés se sentían

A) atemorizados e inquietos.

B) tranquilos y contentos.

C) cansados por jugar en el agua.

D) inquietos por los ruidos fuertes.

 
 

La guerra de los yacarés


En un río muy grande, en un país desierto donde nunca había estado el hombre, vivían muchos
yacarés. Eran más de cien o más de mil. Comían pescados, bichos que iban a tomar agua al río,
pero sobre todo pescados. Dormían la siesta en la arena de la orilla, y a veces jugaban sobre el
agua cuando había noches de luna. 
Todos vivían muy tranquilos y contentos. Pero una tarde, mientras dormían la siesta, un yacaré se
despertó de golpe y levantó la cabeza porque creía haber sentido ruido. Prestó oídos y lejos, muy
lejos, oyó efectivamente un ruido sordo y profundo. Entonces llamó al yacaré que dormía a su
lado. 
— ¡Despiértate! —le dijo—. Hay peligro. 
— ¿Qué cosa? —respondió el otro, alarmado. 
—No sé —contestó el yacaré que se había despertado primero—. Siento un ruido desconocido. 
El segundo yacaré oyó el ruido a su vez, y en un momento despertaron a los otros. 
Todos se asustaron y corrían de un lado para otro con la cola levantada. 
Y no era para menos su inquietud, porque el ruido crecía, crecía. Pronto vieron como una nubecita
de humo a lo lejos, y oyeron un ruido de chas-chas en el río como si golpearan el agua muy lejos. 
Los yacarés se miraban unos a otros: ¿qué podía ser aquello? 
Pero un yacaré viejo y sabio, el más sabio y viejo de todos, un viejo yacaré a quien no quedaban
sino dos dientes sanos en los costados de la boca, y que había hecho una vez un viaje hasta el mar,
dijo de repente: 
—¡Yo sé lo que es! ¡Es una ballena! ¡Son grandes y echan agua blanca por la nariz! El agua cae para
atrás. 
Al oír esto, los yacarés chiquitos comenzaron a gritar como locos de miedo, zambullendo la
cabeza. Y gritaban: 
— ¡Es una ballena! ¡Ahí viene la ballena! 
Pero el viejo yacaré sacudió de la cola al yacarecito que tenía más cerca. 
— ¡No tengan miedo! —les gritó—. ¡Yo sé lo que es la ballena! ¡Ella tiene miedo de nosotros!
¡Siempre tiene miedo! 
Con lo cual los yacarés chicos se tranquilizaron. Pero en seguida volvieron a asustarse, porque el
humo gris se cambió de repente en humo negro, y todos sintieron bien fuerte ahora el chas-chas-
chas en el agua. Los yacarés, espantados, se hundieron en el río, dejando solamente fuera los ojos
y la punta de la nariz. Y así vieron pasar delante de ellos aquella cosa inmensa, llena de humo y
golpeando el agua, que era un vapor de ruedas que navegaba por primera vez por aquel río. El
vapor pasó, se alejó y desapareció. Los yacarés entonces fueron saliendo del agua, muy enojados
con el viejo yacaré, porque los había engañado, diciéndoles que eso era una ballena. 
— ¡Eso no es una ballena! —le gritaron en las orejas, porque era un poco sordo—. ¿Qué es eso que
pasó? 
El viejo yacaré les explicó entonces que era un vapor, lleno de fuego, y que los yacarés se iban a
morir todos si el buque seguía pasando. 
Pero los yacarés se echaron a reír, porque creyeron que el viejo se había vuelto loco. 
¿Por qué se iban a morir ellos si el vapor seguía pasando? Estaba bien loco, el pobre yacaré viejo! 
Y como tenían hambre se pusieron a buscar pescados. 
Pero no había ni un pescado. No encontraron un solo pescado. Todos se habían ido, asustados por
el ruido del vapor. No había más pescados. 
— ¿No les decía yo? —dijo entonces el viejo yacaré—. Ya no tenemos nada que comer. 
Todos los pescados se han ido. Esperemos hasta mañana. Puede ser que el vapor no vuelva más, y
los pescados volverán cuando no tengan más miedo. 
Pero al día siguiente sintieron de nuevo el ruido en el agua, y vieron pasar de nuevo al vapor,
haciendo mucho ruido y largando tanto humo que oscurecía el cielo. 
—Bueno —dijeron entonces los yacarés—; el buque pasó ayer, pasó hoy, y pasará mañana. Ya no
habrá más pescados ni bichos que vengan a tomar agua, y nos moriremos de hambre. Hagamos
entonces un dique. 
—¡Sí, un dique! ¡Un dique! —gritaron todos, nadando a toda fuerza hacia la orilla—. ¡Hagamos un
dique! 
En seguida se pusieron a hacer el dique. Fueron todos al bosque y echaron abajo más de diez mil
árboles, sobre todo lapachos y quebrachos, porque tienen la madera muy dura... Los cortaron con
la especie de serrucho que los yacarés tienen encima de la cola; los empujaron hasta el agua, y los
clavaron a todo lo ancho del río, a un metro uno del otro. Ningún buque podía pasar por allí, ni
grande ni chico. Estaban seguros de que nadie vendría a espantar los pescados. Y como estaban
muy cansados, se acostaron a dormir en la playa.
 
Horacio Quiroga (fragmento). Cuentos de la selva. Mestas ediciones
 

Los yacarés se asustan porque

A) eran más de cien o mil yacarés muy ruidosos.

B) el yacaré viejo les dijo que había una ballena.

C) el yacaré viejo les grita y tira fuerte de la cola.

D) desconocían los ruidos de los buques de vapor.

 
 

La guerra de los yacarés


En un río muy grande, en un país desierto donde nunca había estado el hombre, vivían muchos
yacarés. Eran más de cien o más de mil. Comían pescados, bichos que iban a tomar agua al río,
pero sobre todo pescados. Dormían la siesta en la arena de la orilla, y a veces jugaban sobre el
agua cuando había noches de luna. 
Todos vivían muy tranquilos y contentos. Pero una tarde, mientras dormían la siesta, un yacaré se
despertó de golpe y levantó la cabeza porque creía haber sentido ruido. Prestó oídos y lejos, muy
lejos, oyó efectivamente un ruido sordo y profundo. Entonces llamó al yacaré que dormía a su
lado. 
— ¡Despiértate! —le dijo—. Hay peligro. 
— ¿Qué cosa? —respondió el otro, alarmado. 
—No sé —contestó el yacaré que se había despertado primero—. Siento un ruido desconocido. 
El segundo yacaré oyó el ruido a su vez, y en un momento despertaron a los otros. 
Todos se asustaron y corrían de un lado para otro con la cola levantada. 
Y no era para menos su inquietud, porque el ruido crecía, crecía. Pronto vieron como una nubecita
de humo a lo lejos, y oyeron un ruido de chas-chas en el río como si golpearan el agua muy lejos. 
Los yacarés se miraban unos a otros: ¿qué podía ser aquello? 
Pero un yacaré viejo y sabio, el más sabio y viejo de todos, un viejo yacaré a quien no quedaban
sino dos dientes sanos en los costados de la boca, y que había hecho una vez un viaje hasta el mar,
dijo de repente: 
—¡Yo sé lo que es! ¡Es una ballena! ¡Son grandes y echan agua blanca por la nariz! El agua cae para
atrás. 
Al oír esto, los yacarés chiquitos comenzaron a gritar como locos de miedo, zambullendo la
cabeza. Y gritaban: 
— ¡Es una ballena! ¡Ahí viene la ballena! 
Pero el viejo yacaré sacudió de la cola al yacarecito que tenía más cerca. 
— ¡No tengan miedo! —les gritó—. ¡Yo sé lo que es la ballena! ¡Ella tiene miedo de nosotros!
¡Siempre tiene miedo! 
Con lo cual los yacarés chicos se tranquilizaron. Pero en seguida volvieron a asustarse, porque el
humo gris se cambió de repente en humo negro, y todos sintieron bien fuerte ahora el chas-chas-
chas en el agua. Los yacarés, espantados, se hundieron en el río, dejando solamente fuera los ojos
y la punta de la nariz. Y así vieron pasar delante de ellos aquella cosa inmensa, llena de humo y
golpeando el agua, que era un vapor de ruedas que navegaba por primera vez por aquel río. El
vapor pasó, se alejó y desapareció. Los yacarés entonces fueron saliendo del agua, muy enojados
con el viejo yacaré, porque los había engañado, diciéndoles que eso era una ballena. 
— ¡Eso no es una ballena! —le gritaron en las orejas, porque era un poco sordo—. ¿Qué es eso que
pasó? 
El viejo yacaré les explicó entonces que era un vapor, lleno de fuego, y que los yacarés se iban a
morir todos si el buque seguía pasando. 
Pero los yacarés se echaron a reír, porque creyeron que el viejo se había vuelto loco. 
¿Por qué se iban a morir ellos si el vapor seguía pasando? Estaba bien loco, el pobre yacaré viejo! 
Y como tenían hambre se pusieron a buscar pescados. 
Pero no había ni un pescado. No encontraron un solo pescado. Todos se habían ido, asustados por
el ruido del vapor. No había más pescados. 
— ¿No les decía yo? —dijo entonces el viejo yacaré—. Ya no tenemos nada que comer. 
Todos los pescados se han ido. Esperemos hasta mañana. Puede ser que el vapor no vuelva más, y
los pescados volverán cuando no tengan más miedo. 
Pero al día siguiente sintieron de nuevo el ruido en el agua, y vieron pasar de nuevo al vapor,
haciendo mucho ruido y largando tanto humo que oscurecía el cielo. 
—Bueno —dijeron entonces los yacarés—; el buque pasó ayer, pasó hoy, y pasará mañana. Ya no
habrá más pescados ni bichos que vengan a tomar agua, y nos moriremos de hambre. Hagamos
entonces un dique. 
—¡Sí, un dique! ¡Un dique! —gritaron todos, nadando a toda fuerza hacia la orilla—. ¡Hagamos un
dique! 
En seguida se pusieron a hacer el dique. Fueron todos al bosque y echaron abajo más de diez mil
árboles, sobre todo lapachos y quebrachos, porque tienen la madera muy dura... Los cortaron con
la especie de serrucho que los yacarés tienen encima de la cola; los empujaron hasta el agua, y los
clavaron a todo lo ancho del río, a un metro uno del otro. Ningún buque podía pasar por allí, ni
grande ni chico. Estaban seguros de que nadie vendría a espantar los pescados. Y como estaban
muy cansados, se acostaron a dormir en la playa.
 
Horacio Quiroga (fragmento). Cuentos de la selva. Mestas ediciones
 

Relaciona cada pregunta con el el fragmento del texto indicado:

A) “En un río muy grande, en un


Respuestas posibles
país desierto donde nunca había Arrastrar aquí la respuesta
estado el hombre”

¿Qué consecuencias tuvo para los yacarés la presencia


del “vapor”?
B) “Prestó oídos y lejos, muy lejos,
oyó un ruido sordo y profundo.”       Arrastrar aquí la respuesta
  

¿Por qué el viejo yacaré les dijo que no tuvieran miedo?


C)
“¡No tengan miedo!- les gritó- ¡Yo sé
lo que es la ballena! ¡Ella tiene Arrastrar aquí la respuesta
miedo de nosotros!”
¿Qué hecho modificó la tranquila vida de los yacarés?

D)
“Pero no había ni un pescado. No Arrastrar aquí la respuesta
encontraron un solo pescado.” ¿Dónde se desarrollan los hechos?

 
 

La guerra de los yacarés


En un río muy grande, en un país desierto donde nunca había estado el hombre, vivían muchos
yacarés. Eran más de cien o más de mil. Comían pescados, bichos que iban a tomar agua al río,
pero sobre todo pescados. Dormían la siesta en la arena de la orilla, y a veces jugaban sobre el
agua cuando había noches de luna. 
Todos vivían muy tranquilos y contentos. Pero una tarde, mientras dormían la siesta, un yacaré se
despertó de golpe y levantó la cabeza porque creía haber sentido ruido. Prestó oídos y lejos, muy
lejos, oyó efectivamente un ruido sordo y profundo. Entonces llamó al yacaré que dormía a su
lado. 
— ¡Despiértate! —le dijo—. Hay peligro. 
— ¿Qué cosa? —respondió el otro, alarmado. 
—No sé —contestó el yacaré que se había despertado primero—. Siento un ruido desconocido. 
El segundo yacaré oyó el ruido a su vez, y en un momento despertaron a los otros. 
Todos se asustaron y corrían de un lado para otro con la cola levantada. 
Y no era para menos su inquietud, porque el ruido crecía, crecía. Pronto vieron como una nubecita
de humo a lo lejos, y oyeron un ruido de chas-chas en el río como si golpearan el agua muy lejos. 
Los yacarés se miraban unos a otros: ¿qué podía ser aquello? 
Pero un yacaré viejo y sabio, el más sabio y viejo de todos, un viejo yacaré a quien no quedaban
sino dos dientes sanos en los costados de la boca, y que había hecho una vez un viaje hasta el mar,
dijo de repente: 
—¡Yo sé lo que es! ¡Es una ballena! ¡Son grandes y echan agua blanca por la nariz! El agua cae para
atrás. 
Al oír esto, los yacarés chiquitos comenzaron a gritar como locos de miedo, zambullendo la
cabeza. Y gritaban: 
— ¡Es una ballena! ¡Ahí viene la ballena! 
Pero el viejo yacaré sacudió de la cola al yacarecito que tenía más cerca. 
— ¡No tengan miedo! —les gritó—. ¡Yo sé lo que es la ballena! ¡Ella tiene miedo de nosotros!
¡Siempre tiene miedo! 
Con lo cual los yacarés chicos se tranquilizaron. Pero en seguida volvieron a asustarse, porque el
humo gris se cambió de repente en humo negro, y todos sintieron bien fuerte ahora el chas-chas-
chas en el agua. Los yacarés, espantados, se hundieron en el río, dejando solamente fuera los ojos
y la punta de la nariz. Y así vieron pasar delante de ellos aquella cosa inmensa, llena de humo y
golpeando el agua, que era un vapor de ruedas que navegaba por primera vez por aquel río. El
vapor pasó, se alejó y desapareció. Los yacarés entonces fueron saliendo del agua, muy enojados
con el viejo yacaré, porque los había engañado, diciéndoles que eso era una ballena. 
— ¡Eso no es una ballena! —le gritaron en las orejas, porque era un poco sordo—. ¿Qué es eso que
pasó? 
El viejo yacaré les explicó entonces que era un vapor, lleno de fuego, y que los yacarés se iban a
morir todos si el buque seguía pasando. 
Pero los yacarés se echaron a reír, porque creyeron que el viejo se había vuelto loco. 
¿Por qué se iban a morir ellos si el vapor seguía pasando? Estaba bien loco, el pobre yacaré viejo! 
Y como tenían hambre se pusieron a buscar pescados. 
Pero no había ni un pescado. No encontraron un solo pescado. Todos se habían ido, asustados por
el ruido del vapor. No había más pescados. 
— ¿No les decía yo? —dijo entonces el viejo yacaré—. Ya no tenemos nada que comer. 
Todos los pescados se han ido. Esperemos hasta mañana. Puede ser que el vapor no vuelva más, y
los pescados volverán cuando no tengan más miedo. 
Pero al día siguiente sintieron de nuevo el ruido en el agua, y vieron pasar de nuevo al vapor,
haciendo mucho ruido y largando tanto humo que oscurecía el cielo. 
—Bueno —dijeron entonces los yacarés—; el buque pasó ayer, pasó hoy, y pasará mañana. Ya no
habrá más pescados ni bichos que vengan a tomar agua, y nos moriremos de hambre. Hagamos
entonces un dique. 
—¡Sí, un dique! ¡Un dique! —gritaron todos, nadando a toda fuerza hacia la orilla—. ¡Hagamos un
dique! 
En seguida se pusieron a hacer el dique. Fueron todos al bosque y echaron abajo más de diez mil
árboles, sobre todo lapachos y quebrachos, porque tienen la madera muy dura... Los cortaron con
la especie de serrucho que los yacarés tienen encima de la cola; los empujaron hasta el agua, y los
clavaron a todo lo ancho del río, a un metro uno del otro. Ningún buque podía pasar por allí, ni
grande ni chico. Estaban seguros de que nadie vendría a espantar los pescados. Y como estaban
muy cansados, se acostaron a dormir en la playa.
 
Horacio Quiroga (fragmento). Cuentos de la selva. Mestas ediciones
 

¿Cuáles son los tres estados de ánimos principales por los que pasan los yacarés a lo largo del fragmento?
(Debes ponerlos por orden de aparición).
A) Primer estado: Arrastrar aquí la respuesta
Respuestas posibles

Enloquecidos

B) Segundo estado: Arrastrar aquí la respuesta

Contentos

C) Tercer estado: Arrastrar aquí la respuesta

Emocionados

Aburridos

Asustados

Enojados

 
 

La guerra de los yacarés


En un río muy grande, en un país desierto donde nunca había estado el hombre, vivían muchos
yacarés. Eran más de cien o más de mil. Comían pescados, bichos que iban a tomar agua al río,
pero sobre todo pescados. Dormían la siesta en la arena de la orilla, y a veces jugaban sobre el
agua cuando había noches de luna. 
Todos vivían muy tranquilos y contentos. Pero una tarde, mientras dormían la siesta, un yacaré se
despertó de golpe y levantó la cabeza porque creía haber sentido ruido. Prestó oídos y lejos, muy
lejos, oyó efectivamente un ruido sordo y profundo. Entonces llamó al yacaré que dormía a su
lado. 
— ¡Despiértate! —le dijo—. Hay peligro. 
— ¿Qué cosa? —respondió el otro, alarmado. 
—No sé —contestó el yacaré que se había despertado primero—. Siento un ruido desconocido. 
El segundo yacaré oyó el ruido a su vez, y en un momento despertaron a los otros. 
Todos se asustaron y corrían de un lado para otro con la cola levantada. 
Y no era para menos su inquietud, porque el ruido crecía, crecía. Pronto vieron como una nubecita
de humo a lo lejos, y oyeron un ruido de chas-chas en el río como si golpearan el agua muy lejos. 
Los yacarés se miraban unos a otros: ¿qué podía ser aquello? 
Pero un yacaré viejo y sabio, el más sabio y viejo de todos, un viejo yacaré a quien no quedaban
sino dos dientes sanos en los costados de la boca, y que había hecho una vez un viaje hasta el mar,
dijo de repente: 
—¡Yo sé lo que es! ¡Es una ballena! ¡Son grandes y echan agua blanca por la nariz! El agua cae para
atrás. 
Al oír esto, los yacarés chiquitos comenzaron a gritar como locos de miedo, zambullendo la
cabeza. Y gritaban: 
— ¡Es una ballena! ¡Ahí viene la ballena! 
Pero el viejo yacaré sacudió de la cola al yacarecito que tenía más cerca. 
— ¡No tengan miedo! —les gritó—. ¡Yo sé lo que es la ballena! ¡Ella tiene miedo de nosotros!
¡Siempre tiene miedo! 
Con lo cual los yacarés chicos se tranquilizaron. Pero en seguida volvieron a asustarse, porque el
humo gris se cambió de repente en humo negro, y todos sintieron bien fuerte ahora el chas-chas-
chas en el agua. Los yacarés, espantados, se hundieron en el río, dejando solamente fuera los ojos
y la punta de la nariz. Y así vieron pasar delante de ellos aquella cosa inmensa, llena de humo y
golpeando el agua, que era un vapor de ruedas que navegaba por primera vez por aquel río. El
vapor pasó, se alejó y desapareció. Los yacarés entonces fueron saliendo del agua, muy enojados
con el viejo yacaré, porque los había engañado, diciéndoles que eso era una ballena. 
— ¡Eso no es una ballena! —le gritaron en las orejas, porque era un poco sordo—. ¿Qué es eso que
pasó? 
El viejo yacaré les explicó entonces que era un vapor, lleno de fuego, y que los yacarés se iban a
morir todos si el buque seguía pasando. 
Pero los yacarés se echaron a reír, porque creyeron que el viejo se había vuelto loco. 
¿Por qué se iban a morir ellos si el vapor seguía pasando? Estaba bien loco, el pobre yacaré viejo! 
Y como tenían hambre se pusieron a buscar pescados. 
Pero no había ni un pescado. No encontraron un solo pescado. Todos se habían ido, asustados por
el ruido del vapor. No había más pescados. 
— ¿No les decía yo? —dijo entonces el viejo yacaré—. Ya no tenemos nada que comer. 
Todos los pescados se han ido. Esperemos hasta mañana. Puede ser que el vapor no vuelva más, y
los pescados volverán cuando no tengan más miedo. 
Pero al día siguiente sintieron de nuevo el ruido en el agua, y vieron pasar de nuevo al vapor,
haciendo mucho ruido y largando tanto humo que oscurecía el cielo. 
—Bueno —dijeron entonces los yacarés—; el buque pasó ayer, pasó hoy, y pasará mañana. Ya no
habrá más pescados ni bichos que vengan a tomar agua, y nos moriremos de hambre. Hagamos
entonces un dique. 
—¡Sí, un dique! ¡Un dique! —gritaron todos, nadando a toda fuerza hacia la orilla—. ¡Hagamos un
dique! 
En seguida se pusieron a hacer el dique. Fueron todos al bosque y echaron abajo más de diez mil
árboles, sobre todo lapachos y quebrachos, porque tienen la madera muy dura... Los cortaron con
la especie de serrucho que los yacarés tienen encima de la cola; los empujaron hasta el agua, y los
clavaron a todo lo ancho del río, a un metro uno del otro. Ningún buque podía pasar por allí, ni
grande ni chico. Estaban seguros de que nadie vendría a espantar los pescados. Y como estaban
muy cansados, se acostaron a dormir en la playa.
 
Horacio Quiroga (fragmento). Cuentos de la selva. Mestas ediciones
 

Si tuvieras que elegir un nuevo título que represente el tema del fragmento, ¿cuál elegirías?
Explica en pocas palabras tu elección.

A) La asamblea de los yacarecitos

B) La importancia de la madera

C) La supervivencia en el río

D) La tranquilidad de los yacarés

Escribe aquí tu respuesta:

 
 

La guerra de los yacarés


En un río muy grande, en un país desierto donde nunca había estado el hombre, vivían muchos
yacarés. Eran más de cien o más de mil. Comían pescados, bichos que iban a tomar agua al río,
pero sobre todo pescados. Dormían la siesta en la arena de la orilla, y a veces jugaban sobre el
agua cuando había noches de luna. 
Todos vivían muy tranquilos y contentos. Pero una tarde, mientras dormían la siesta, un yacaré se
despertó de golpe y levantó la cabeza porque creía haber sentido ruido. Prestó oídos y lejos, muy
lejos, oyó efectivamente un ruido sordo y profundo. Entonces llamó al yacaré que dormía a su
lado. 
— ¡Despiértate! —le dijo—. Hay peligro. 
— ¿Qué cosa? —respondió el otro, alarmado. 
—No sé —contestó el yacaré que se había despertado primero—. Siento un ruido desconocido. 
El segundo yacaré oyó el ruido a su vez, y en un momento despertaron a los otros. 
Todos se asustaron y corrían de un lado para otro con la cola levantada. 
Y no era para menos su inquietud, porque el ruido crecía, crecía. Pronto vieron como una nubecita
de humo a lo lejos, y oyeron un ruido de chas-chas en el río como si golpearan el agua muy lejos. 
Los yacarés se miraban unos a otros: ¿qué podía ser aquello? 
Pero un yacaré viejo y sabio, el más sabio y viejo de todos, un viejo yacaré a quien no quedaban
sino dos dientes sanos en los costados de la boca, y que había hecho una vez un viaje hasta el mar,
dijo de repente: 
—¡Yo sé lo que es! ¡Es una ballena! ¡Son grandes y echan agua blanca por la nariz! El agua cae para
atrás. 
Al oír esto, los yacarés chiquitos comenzaron a gritar como locos de miedo, zambullendo la
cabeza. Y gritaban: 
— ¡Es una ballena! ¡Ahí viene la ballena! 
Pero el viejo yacaré sacudió de la cola al yacarecito que tenía más cerca. 
— ¡No tengan miedo! —les gritó—. ¡Yo sé lo que es la ballena! ¡Ella tiene miedo de nosotros!
¡Siempre tiene miedo! 
Con lo cual los yacarés chicos se tranquilizaron. Pero en seguida volvieron a asustarse, porque el
humo gris se cambió de repente en humo negro, y todos sintieron bien fuerte ahora el chas-chas-
chas en el agua. Los yacarés, espantados, se hundieron en el río, dejando solamente fuera los ojos
y la punta de la nariz. Y así vieron pasar delante de ellos aquella cosa inmensa, llena de humo y
golpeando el agua, que era un vapor de ruedas que navegaba por primera vez por aquel río. El
vapor pasó, se alejó y desapareció. Los yacarés entonces fueron saliendo del agua, muy enojados
con el viejo yacaré, porque los había engañado, diciéndoles que eso era una ballena. 
— ¡Eso no es una ballena! —le gritaron en las orejas, porque era un poco sordo—. ¿Qué es eso que
pasó? 
El viejo yacaré les explicó entonces que era un vapor, lleno de fuego, y que los yacarés se iban a
morir todos si el buque seguía pasando. 
Pero los yacarés se echaron a reír, porque creyeron que el viejo se había vuelto loco. 
¿Por qué se iban a morir ellos si el vapor seguía pasando? Estaba bien loco, el pobre yacaré viejo! 
Y como tenían hambre se pusieron a buscar pescados. 
Pero no había ni un pescado. No encontraron un solo pescado. Todos se habían ido, asustados por
el ruido del vapor. No había más pescados. 
— ¿No les decía yo? —dijo entonces el viejo yacaré—. Ya no tenemos nada que comer. 
Todos los pescados se han ido. Esperemos hasta mañana. Puede ser que el vapor no vuelva más, y
los pescados volverán cuando no tengan más miedo. 
Pero al día siguiente sintieron de nuevo el ruido en el agua, y vieron pasar de nuevo al vapor,
haciendo mucho ruido y largando tanto humo que oscurecía el cielo. 
—Bueno —dijeron entonces los yacarés—; el buque pasó ayer, pasó hoy, y pasará mañana. Ya no
habrá más pescados ni bichos que vengan a tomar agua, y nos moriremos de hambre. Hagamos
entonces un dique. 
—¡Sí, un dique! ¡Un dique! —gritaron todos, nadando a toda fuerza hacia la orilla—. ¡Hagamos un
dique! 
En seguida se pusieron a hacer el dique. Fueron todos al bosque y echaron abajo más de diez mil
árboles, sobre todo lapachos y quebrachos, porque tienen la madera muy dura... Los cortaron con
la especie de serrucho que los yacarés tienen encima de la cola; los empujaron hasta el agua, y los
clavaron a todo lo ancho del río, a un metro uno del otro. Ningún buque podía pasar por allí, ni
grande ni chico. Estaban seguros de que nadie vendría a espantar los pescados. Y como estaban
muy cansados, se acostaron a dormir en la playa.
 
Horacio Quiroga (fragmento). Cuentos de la selva. Mestas ediciones
 

¿Para qué los yacarés deciden construir un dique?

A) Para evitar una inundación en el río.

B) Para evitar que pasen los buques.

C) Para que no se escapen los peces.

D) Para que no se acerquen ballenas.

 
 

La guerra de los yacarés


En un río muy grande, en un país desierto donde nunca había estado el hombre, vivían muchos
yacarés. Eran más de cien o más de mil. Comían pescados, bichos que iban a tomar agua al río,
pero sobre todo pescados. Dormían la siesta en la arena de la orilla, y a veces jugaban sobre el
agua cuando había noches de luna. 
Todos vivían muy tranquilos y contentos. Pero una tarde, mientras dormían la siesta, un yacaré se
despertó de golpe y levantó la cabeza porque creía haber sentido ruido. Prestó oídos y lejos, muy
lejos, oyó efectivamente un ruido sordo y profundo. Entonces llamó al yacaré que dormía a su
lado. 
— ¡Despiértate! —le dijo—. Hay peligro. 
— ¿Qué cosa? —respondió el otro, alarmado. 
—No sé —contestó el yacaré que se había despertado primero—. Siento un ruido desconocido. 
El segundo yacaré oyó el ruido a su vez, y en un momento despertaron a los otros. 
Todos se asustaron y corrían de un lado para otro con la cola levantada. 
Y no era para menos su inquietud, porque el ruido crecía, crecía. Pronto vieron como una nubecita
de humo a lo lejos, y oyeron un ruido de chas-chas en el río como si golpearan el agua muy lejos. 
Los yacarés se miraban unos a otros: ¿qué podía ser aquello? 
Pero un yacaré viejo y sabio, el más sabio y viejo de todos, un viejo yacaré a quien no quedaban
sino dos dientes sanos en los costados de la boca, y que había hecho una vez un viaje hasta el mar,
dijo de repente: 
—¡Yo sé lo que es! ¡Es una ballena! ¡Son grandes y echan agua blanca por la nariz! El agua cae para
atrás. 
Al oír esto, los yacarés chiquitos comenzaron a gritar como locos de miedo, zambullendo la
cabeza. Y gritaban: 
— ¡Es una ballena! ¡Ahí viene la ballena! 
Pero el viejo yacaré sacudió de la cola al yacarecito que tenía más cerca. 
— ¡No tengan miedo! —les gritó—. ¡Yo sé lo que es la ballena! ¡Ella tiene miedo de nosotros!
¡Siempre tiene miedo! 
Con lo cual los yacarés chicos se tranquilizaron. Pero en seguida volvieron a asustarse, porque el
humo gris se cambió de repente en humo negro, y todos sintieron bien fuerte ahora el chas-chas-
chas en el agua. Los yacarés, espantados, se hundieron en el río, dejando solamente fuera los ojos
y la punta de la nariz. Y así vieron pasar delante de ellos aquella cosa inmensa, llena de humo y
golpeando el agua, que era un vapor de ruedas que navegaba por primera vez por aquel río. El
vapor pasó, se alejó y desapareció. Los yacarés entonces fueron saliendo del agua, muy enojados
con el viejo yacaré, porque los había engañado, diciéndoles que eso era una ballena. 
— ¡Eso no es una ballena! —le gritaron en las orejas, porque era un poco sordo—. ¿Qué es eso que
pasó? 
El viejo yacaré les explicó entonces que era un vapor, lleno de fuego, y que los yacarés se iban a
morir todos si el buque seguía pasando. 
Pero los yacarés se echaron a reír, porque creyeron que el viejo se había vuelto loco. 
¿Por qué se iban a morir ellos si el vapor seguía pasando? Estaba bien loco, el pobre yacaré viejo! 
Y como tenían hambre se pusieron a buscar pescados. 
Pero no había ni un pescado. No encontraron un solo pescado. Todos se habían ido, asustados por
el ruido del vapor. No había más pescados. 
— ¿No les decía yo? —dijo entonces el viejo yacaré—. Ya no tenemos nada que comer. 
Todos los pescados se han ido. Esperemos hasta mañana. Puede ser que el vapor no vuelva más, y
los pescados volverán cuando no tengan más miedo. 
Pero al día siguiente sintieron de nuevo el ruido en el agua, y vieron pasar de nuevo al vapor,
haciendo mucho ruido y largando tanto humo que oscurecía el cielo. 
—Bueno —dijeron entonces los yacarés—; el buque pasó ayer, pasó hoy, y pasará mañana. Ya no
habrá más pescados ni bichos que vengan a tomar agua, y nos moriremos de hambre. Hagamos
entonces un dique. 
—¡Sí, un dique! ¡Un dique! —gritaron todos, nadando a toda fuerza hacia la orilla—. ¡Hagamos un
dique! 
En seguida se pusieron a hacer el dique. Fueron todos al bosque y echaron abajo más de diez mil
árboles, sobre todo lapachos y quebrachos, porque tienen la madera muy dura... Los cortaron con
la especie de serrucho que los yacarés tienen encima de la cola; los empujaron hasta el agua, y los
clavaron a todo lo ancho del río, a un metro uno del otro. Ningún buque podía pasar por allí, ni
grande ni chico. Estaban seguros de que nadie vendría a espantar los pescados. Y como estaban
muy cansados, se acostaron a dormir en la playa.
 
Horacio Quiroga (fragmento). Cuentos de la selva. Mestas ediciones
 

En este texto se plantea el comienzo del conflicto entre los yacarés y los hombres por la utilización del río.
Si tuvieras que tomar una posición, ¿cuál sería?: ¿a favor de los seres humanos? o ¿a favor de los animales?

Fundamenta tu respuesta. 

 
 

La guerra de los yacarés


En un río muy grande, en un país desierto donde nunca había estado el hombre, vivían muchos
yacarés. Eran más de cien o más de mil. Comían pescados, bichos que iban a tomar agua al río,
pero sobre todo pescados. Dormían la siesta en la arena de la orilla, y a veces jugaban sobre el
agua cuando había noches de luna. 
Todos vivían muy tranquilos y contentos. Pero una tarde, mientras dormían la siesta, un yacaré se
despertó de golpe y levantó la cabeza porque creía haber sentido ruido. Prestó oídos y lejos, muy
lejos, oyó efectivamente un ruido sordo y profundo. Entonces llamó al yacaré que dormía a su
lado. 
— ¡Despiértate! —le dijo—. Hay peligro. 
— ¿Qué cosa? —respondió el otro, alarmado. 
—No sé —contestó el yacaré que se había despertado primero—. Siento un ruido desconocido. 
El segundo yacaré oyó el ruido a su vez, y en un momento despertaron a los otros. 
Todos se asustaron y corrían de un lado para otro con la cola levantada. 
Y no era para menos su inquietud, porque el ruido crecía, crecía. Pronto vieron como una nubecita
de humo a lo lejos, y oyeron un ruido de chas-chas en el río como si golpearan el agua muy lejos. 
Los yacarés se miraban unos a otros: ¿qué podía ser aquello? 
Pero un yacaré viejo y sabio, el más sabio y viejo de todos, un viejo yacaré a quien no quedaban
sino dos dientes sanos en los costados de la boca, y que había hecho una vez un viaje hasta el mar,
dijo de repente: 
—¡Yo sé lo que es! ¡Es una ballena! ¡Son grandes y echan agua blanca por la nariz! El agua cae para
atrás. 
Al oír esto, los yacarés chiquitos comenzaron a gritar como locos de miedo, zambullendo la
cabeza. Y gritaban: 
— ¡Es una ballena! ¡Ahí viene la ballena! 
Pero el viejo yacaré sacudió de la cola al yacarecito que tenía más cerca. 
— ¡No tengan miedo! —les gritó—. ¡Yo sé lo que es la ballena! ¡Ella tiene miedo de nosotros!
¡Siempre tiene miedo! 
Con lo cual los yacarés chicos se tranquilizaron. Pero en seguida volvieron a asustarse, porque el
humo gris se cambió de repente en humo negro, y todos sintieron bien fuerte ahora el chas-chas-
chas en el agua. Los yacarés, espantados, se hundieron en el río, dejando solamente fuera los ojos
y la punta de la nariz. Y así vieron pasar delante de ellos aquella cosa inmensa, llena de humo y
golpeando el agua, que era un vapor de ruedas que navegaba por primera vez por aquel río. El
vapor pasó, se alejó y desapareció. Los yacarés entonces fueron saliendo del agua, muy enojados
con el viejo yacaré, porque los había engañado, diciéndoles que eso era una ballena. 
— ¡Eso no es una ballena! —le gritaron en las orejas, porque era un poco sordo—. ¿Qué es eso que
pasó? 
El viejo yacaré les explicó entonces que era un vapor, lleno de fuego, y que los yacarés se iban a
morir todos si el buque seguía pasando. 
Pero los yacarés se echaron a reír, porque creyeron que el viejo se había vuelto loco. 
¿Por qué se iban a morir ellos si el vapor seguía pasando? Estaba bien loco, el pobre yacaré viejo! 
Y como tenían hambre se pusieron a buscar pescados. 
Pero no había ni un pescado. No encontraron un solo pescado. Todos se habían ido, asustados por
el ruido del vapor. No había más pescados. 
— ¿No les decía yo? —dijo entonces el viejo yacaré—. Ya no tenemos nada que comer. 
Todos los pescados se han ido. Esperemos hasta mañana. Puede ser que el vapor no vuelva más, y
los pescados volverán cuando no tengan más miedo. 
Pero al día siguiente sintieron de nuevo el ruido en el agua, y vieron pasar de nuevo al vapor,
haciendo mucho ruido y largando tanto humo que oscurecía el cielo. 
—Bueno —dijeron entonces los yacarés—; el buque pasó ayer, pasó hoy, y pasará mañana. Ya no
habrá más pescados ni bichos que vengan a tomar agua, y nos moriremos de hambre. Hagamos
entonces un dique. 
—¡Sí, un dique! ¡Un dique! —gritaron todos, nadando a toda fuerza hacia la orilla—. ¡Hagamos un
dique! 
En seguida se pusieron a hacer el dique. Fueron todos al bosque y echaron abajo más de diez mil
árboles, sobre todo lapachos y quebrachos, porque tienen la madera muy dura... Los cortaron con
la especie de serrucho que los yacarés tienen encima de la cola; los empujaron hasta el agua, y los
clavaron a todo lo ancho del río, a un metro uno del otro. Ningún buque podía pasar por allí, ni
grande ni chico. Estaban seguros de que nadie vendría a espantar los pescados. Y como estaban
muy cansados, se acostaron a dormir en la playa.
 
Horacio Quiroga (fragmento). Cuentos de la selva. Mestas ediciones
 

La intención de este fragmento de La guerra de los yacarés es

A) alertar a la población sobre los riesgos que experimentan los yacarés.

B) describir la contaminación ambiental que provocan los buques de vapor.

C) narrar una historia sobre el daño de los hombres a los yacarés de río.

D) explicar cómo es la vida cotidiana de muchos yacarés en un gran río.

 
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