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La práctica del periodismo de datos supone algunas condiciones de posibilidad para ser
ejercida. Nos referimos a un conjunto de variables que, si no están garantizadas, dificultan
que pueda ejercerse libremente. Desde cuestiones estructurales, y a veces evidentes, como
el correcto funcionamiento de la democracia y el respeto de la libertad de expresión y el
derecho a la información (derecho humano reconocido por la Constitución Nacional y
diversos tratados internacionales que ya veremos más adelante) hasta otras menos visibles,
como el modo y la manera en la que se produce, archiva, publica y difunde la información de
carácter público.
Ahora bien, dentro del periodismo de datos, algunos de estos prerrequisitos cobran especial
relevancia. El acceso a la información pública se torna central: si las instituciones
democráticas no brindan la información de carácter público, o si obstruyen la posibilidad para
llegar a ésta, entonces el periodismo de datos empieza a encontrar obstáculos para su
correcto ejercicio. Así lo explica Darío Klein, en relación al periodismo de investigación (que es
constitutivo del periodismo de datos):
Sin esa información, no hay debate serio posible. En cambio, habrá pareceres, prejuicios y
opiniones, a favor de unos y otros, pero difícilmente pueda argumentarse en favor o en contra
de alguna medida o evaluarse.
Pero para tener datos y garantizar el acceso a la información de los ciudadanos no alcanza
tampoco con que ellos estén disponibles. Se necesitan dos condiciones básicas: que sean
accesibles y que sean comprensibles.
Y es interesante no poner la lupa solamente sobre el Estado, sino también sobre las empresas
y cualquier otro actor que reciba fondos públicos. Así lo prevén las normas de acceso a la
información vigentes en la Argentina que respetan los estándares internacionales en la
materia cuando los incluyen entre los actores obligados a entregar información.
Las condiciones necesarias para el ejercicio del periodismo de datos no solamente dependen
del correcto funcionamiento institucional del Estado sino también de la forma en la que los
medios se relacionan con sus auspiciantes. Por supuesto, varias organizaciones sin fines de
lucro ejercen el periodismo de datos, pero aquellos casos en los que las investigaciones se
enmarcan en grandes medios, su pleno ejercicio también puede verse comprometido.
Klein hace una división de cinco “grados de democratización”, que dejan ver cuándo una
sociedad está madura para el ejercicio del periodismo de investigación o bien, en nuestro
caso, del periodismo de datos: 1. Primera etapa: que el sistema garantice la libertad de
prensa. Esto es muy básico, y tiene que ver con no impedir publicaciones o ejercer presiones
sobre el periodismo de datos que, generalmente, tiende a destapar cuestiones que los
gobiernos no quieren que se sepan. No debe haber censura previa a la publicación.
2. Segunda etapa: es la que permite a los medios de comunicación investigar. Se asegura
protección judicial al medio y al periodista.
3. Tercera etapa: Supone un alto grado de autonomización del periodismo, que sea libre
financiera y políticamente. Implica que los tres poderes del Estado ofrezcan la libertad para
ser sometidos al escrutinio de la prensa.
4. Cuarta etapa: atañe a la prensa en sí, y supone que ésta puede llevar a cabo
investigaciones que vayan más allá de lo político y que involucren a todos los sectores
sociales. Es decir, los medios de comunicación mismos también pueden (y deben) estar
sujetos a investigación.
5. Quinta etapa: Se da cuando todos los niveles anteriores están garantizados y las
instituciones públicas alcanzan un altísimo grado de transparencia. Las normas de acceso a la
información son una herramienta necesaria, aunque no suficiente para garantizar un alto
grado de transparencia.
Por supuesto, esta caracterización que hace Klein es indicativa, en tanto es difícil encontrar
sociedades que funcionen en estado puro en alguna de estas etapas. Sin embargo, los
diversos grados de democratización permiten ver hacia dónde apunta el periodismo de datos
con el ejercicio de su práctica y sirven como ideal aspiracional a la hora de pensar qué
condiciones deben darse para su ejercicio.
Hay más de un fundamento para entender por qué la información pública debe ser de fácil
acceso para toda la ciudadanía. El principal es que el derecho a buscar, recibir y difundir
informaciones y opiniones es un derecho humano universal garantizado en la Constitución de
la Nación a partir de la incorporación de varios tratados internacionales en la Carta Magna en
1994, la Convención Americana de Derechos Humanos (artículo 13), la Declaración Universal
de Derechos Humanos (artículo 19) y el Pacto de Derechos Civiles y Políticos (artículo 19).
Con nuestro voto, todos delegamos en nuestros representantes el poder para que
administren el Estado. Los teóricos actuales de la democracia suelen acordar que este
sistema “es, por lo menos, la idea de un procedimiento político conformado por ciertos
derechos”. En el núcleo mismo de la definición de democracia es crucial entender el
acceso a la información y las condiciones institucionales que deben regir para garantizarlo
y no obstaculizarlo.
La democracia requiere, según Jeremy Waldron2, que cuando hay un desacuerdo social sobre
una cuestión en la cual la decisión colectiva es demandada, cada hombre y mujer tenga
derecho de participar. Ahora bien, estas obligaciones cívicas concernientes a la toma de
decisión colectiva tienen un reverso, en tanto a cada obligación le contrapesa un derecho: si
los ciudadanos participan de la vida política y económica de una sociedad (con su voto, el
pago de sus impuestos, la participación activa), tienen el derecho de acceso a la información
de carácter público.
Podrán encontrar las legislaciones de los países de América Latina en el siguiente link del
Centro de Estudios en Libertad de Expresión y Acceso a la Información de la Universidad de
Palermo.
2 WALDRON, J. Law and Disagreement, Oxford University Press, Clarendon Press, 1999,
Capítulo 1
Ahora bien, podemos decir que además de tener un fundamento constitucional, el derecho a la
información pública conforma lo que se denomina “bien jurídico”:
Podemos ver que, para Abramovich y Courtis, la información no constituye un valor sólo en sí
mismo: es condición de posibilidad para el ejercicio de otros derechos. Esto se relaciona y
puede entender, enmarcado en lo que desarrollamos previamente respecto de la democracia
como un sistema de toma de decisión colectiva, en tanto cuanta más información tengan los
ciudadanos, mayor calidad democrática tendrán sus elecciones.
El tercer fundamento para hablar de derecho a la información tiene que ver con una cuestión de
carácter contractual: en tanto los ciudadanos pagan con sus impuestos la información pública,
les pertenece a ellos el derecho de conocerla. Así lo explica Roberto Saba4: "La información que
produce, obtiene, clasifica y almacena el Estado es producida, obtenida, clasificada y
almacenada con recursos que provienen de los impuestos que pagan los ciudadanos. Los
bienes del Estado no son, de acuerdo a lo que usualmente se cree, 'propiedad de nadie’ [...]
son propiedad de la comunidad política”.
A lo que apunta Saba es a sostener que los datos públicos, por su misma definición, deben ser
accesibles: así como la ciudadanía espera que con el pago impuestos se hagan obras públicas,
también debe esperar recibir información sobre la información producida por el Estado. Se trata,
en este sentido, de un “derecho colectivo”.
3
ABRAMOVICH, V. Y COURTIS, C., El acceso a la
4
SABA, R., El derecho de la persona a
Derecho comparado
de la información, Pág. 160 Número
3, 2004, UNAM, México
5
El cuarto y último fundamento que aquí decidimos destacar está reconocido de este modo en la
Convención Americana Sobre Derechos Humanos. La parte 1 del artículo 13 expresa que:
“Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho
comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin
consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito, o en forma impresa o artística, o por
cualquier otro procedimiento a su elección.
Vemos así como la letra escrita del también llamado Pacto de San José de Costa Rica relaciona
directamente el acceso a la información con la libertad de pensamiento, cerrando el círculo
abierto por el primer fundamento: sin datos abiertos no hay condición de posibilidad para el
ejercicio pleno del resto de los derechos.
Además del reconocimiento constitucional, en la Argentina hay otras normas -leyes y decretos-
que garantizan el derecho de acceso a la información y establecen a quiénes se pueden pedir
información, de qué modo se debe solicitar, en qué plazos deben entregárnosla, qué
información está amparada por excepciones y qué podemos hacer si no nos responden o nos
entregan información parcial, entre otras cosas. En el apartado siguiente veremos con más
detalle la flamante Ley de Derecho de Acceso a la Información Pública, que habilita a cualquier
persona a solicitar información a los tres poderes del Estado nacional, a prestatarios de
servicios públicos y a quienes reciben fondos públicos nacionales.
Esta ley es nacional y, como la Argentina es un país federal, también es relevante conocer las
normas que rigen a nivel provincial y/o municipal. Para ver la situación particular por provincia o
municipio recomendamos consultar este mapa elaborado por La Nación Data, que se actualiza
periódicamente con las nuevas normas que se aprueban
A quién se le puede pedir información En el artículo 7° se especifican los “sujetos obligados”,
que incluyen no solamente a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación, a
organismos descentralizados y de seguridad social (ANSES y PAMI), sino también a
organizaciones empresariales, partidos políticos, sindicatos, universidades y cualquier entidad
privada a la que se le hayan otorgado fondos públicos, en lo que se refiera, únicamente, a la
información producida total o parcialmente o relacionada con los fondos públicos recibidos.
También el Banco Central de la República Argentina está explícitamente incluido en la ley. En
resumen, se puede acceder a la información producida por el Estado, por concesionarios,
licenciatarios o permisionarios de servicios públicos (como la luz, el teléfono, el gas) y por
cualquier particular que reciba fondos públicos nacionales (aunque en este último caso, sólo en
lo referido a esos fondos). Según el texto de la ley, “cada uno de los sujetos obligados deberá
nombrar a un responsable de acceso a la información pública que deberá tramitar las solicitudes
de acceso a la información pública dentro de su jurisdicción”.
Cuáles son las excepciones El artículo 8° enumera las excepciones, es decir los casos en los
cuales el Estado puede no entregar la información, amparado por la ley. Son, entre otras:
“Secretos industriales, comerciales, financieros, científicos, técnicos o tecnológicos cuya
revelación pudiera perjudicar el nivel de competitividad o lesionar los intereses del sujeto
obligado; información que pueda poner en peligro el sistema financiero o bancario; información
expresamente clasificada como reservada o confidencial o secreta, por razones de defensa o
política exterior; información que contenga datos personales y no pueda brindarse aplicando
procedimientos de disociación. Otra de las excepciones es la información en manos de la UIF
(Unidad de Información Financiera), que tampoco estaba incluida explícitamente en el decreto
anterior. Esto se debe al hecho de que el combate al lavado de dinero traspasa las fronteras
nacionales, entonces la UIF de la Argentina puede tener documentación que si se hace pública
puede violar acuerdos internacionales de confidencialidad. Por último, la ley explicita que las
excepciones enumeradas “no serán aplicables en casos de graves violaciones de derechos
humanos, genocidio, crímenes de guerra o delitos de lesa humanidad”
Cómo pedir la información Si bien el derecho constitucional reconoce que cualquier persona
pida cualquier información, la Ley 27.275, que es la que reglamenta el derecho de acceso a la
información en la Argentina, dice que el Estado está obligado a dar información que tiene
producida, o que por ley estuviera obligada a producir; es decir, dice que está obligado a
entregar la información en el Estado y el formato en que la tiene.
Es por eso que cualquiera que quiera pedir información debería pensar previamente qué es
exactamente lo que quiere saber, qué datos necesita o quiere conseguir, y quién y en qué
formato puede tener esa información. Se recomienda llamar o contactar a la dependencia
correspondiente y hacer averiguaciones previas para ser más precisos en la consulta. Si la
persona no es hábil pidiendo la información, ya sea porque su solicitud es muy general o vaga,
el Estado puede contestar que no la tiene sin violar la norma, que obliga el acceso a la
información ya producida. Como ejemplo podemos mencionar el caso de la periodista María
O`Donnell, que para escribir el libro Propaganda K, sobre distribución de publicidad oficial
durante el kirchnerismo, pidió acceder a las órdenes de pago a determinadas productoras. No
fue y le pidió al Estado una nómina de los que recibieron publicidad oficial entre 2003 y 2015. Si
hubiera pedido el listado de publicidad oficial de ese modo, como el Estado tal vez no tiene un
documento específico con esa información volcada de la manera que ella la preguntaba, por ahí
no recibía respuesta o recibía una respuesta incompleta. Por eso es tan importante pensar en lo
que sí puede haber en el Estado antes de solicitarlo. Un pedido de acceso bien pensado, si bien
no es una garantía, seguramente aumente las posibilidades de éxito. El organismo requerido
tiene un plazo de 15 días para responder, o pedir una prórroga de 15 días más, que debe estar
justificada. Si no hay respuesta ni pedido de prórroga en los 15 días, será considerada
“denegatoria injustificada”. Es decir que el silencio se interpreta como negativa, lo que habilitaría
la vía del reclamo administrativo, y después el judicial. Para presentar un pedido de información
no deben expresarse motivos ni cumplirse formalidades de ningún tipo: basta con identificarse y
dejar los datos de contacto y detallar la información a la que se quiere acceder. Si bien la ley no
especifica ningún requerimiento de forma, por lo cual el formato del pedido no puede ser nunca
un impedimento para acceder a información, dejamos aquí un modelo de pedido de acceso.
[Lugar y fecha]
Se ofrece cargar con todos los costos que las copias de la documentación solicitada
demanden en caso de la que información no se encuentre en formato digital, y se
espera obtenerla dentro del plazo que establece la Ley 27.275.
[Firma]
Desde mayo de 2016 también se puede pedir información de manera online. Para eso, se debe
contar con una clave fiscal con nivel de seguridad 2; para loguearse en la página de la AFIP,
ingresar a "Administrador de Relaciones de Clave Fiscal", elegir la opción "Adherir servicio" y
seleccionar "Ministerio de Modernización"/"Trámites a distancia".
Para hacer el pedido correspondiente se debe ingresar al sitio de trámites a distancia del
Gobierno nacional e iniciar sesión con la clave fiscal; hacer clic en "Iniciar trámite" y elegir
Ministerio del Interior. Luego hay que seleccionar "Acceso a la Información Pública". Para
comenzar a cargar el pedido, hay que hacer clic en "Iniciar trámite". Allí el sistema pedirá que
se ingrese el título de la solicitud (breve resumen de los datos requeridos) y la descripción de
la información que se pide. Por último, el usuario debe hacer clic en el botón "Confirmar
trámite". Por último, la página dará un número de expediente de tramitación de la solicitud.
Para más información, se puede acceder a la siguiente nota: “Cómo funcionará el sistema
online para pedir información pública al gobierno”
Transparencia activa
En el artículo 32° se menciona toda la información que debería estar siempre online. Es decir,
aquella información que el Estado está obligado a tener publicada. Es decir que si alguien
necesita esa información, no necesita pedirla, sino que teóricamente es información que tendría
que estar “actualizada, por medios digitales y en formatos abiertos”, de acuerdo al texto de la
citada ley. Entre la información que alcanza este artículo figura: un índice de la información
pública en su poder, su estructura orgánica y funciones, la nómina de autoridades y personal de
la planta permanente y transitoria u otra modalidad de contratación, las escalas salariales, el
presupuesto asignado a cada área, programa o función, el estado de ejecución actualizado en
forma trimestral hasta el último nivel de desagregación en que se procese, el listado de las
contrataciones públicas, licitaciones, concursos, obras públicas y adquisiciones de bienes y
servicios, los permisos, concesiones y autorizaciones otorgados y sus titulares; las
declaraciones juradas de aquellos sujetos obligados a presentarlas en sus ámbitos de acción;
entre otros.
para ello.
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