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implicadas en la tarea de proteger, fomentar y difundir nuestro legado cultural
común:
1-) Por una parte, la posición preeminente que ostentan tanto el Estado
como las Comunidades Autónomas, en el marco de sus respectivas
competencias constitucionales.
1 Aldanondo Salaverría, I.: “Las Comunidades Autónomas, el Estado y los bienes culturales
eclesiásticos”, Revista Ius Canonicum, (1984), páginas 301 a 311.
2 Benitez de Lugo, F.: El patrimonio cultural español. (Aspectos jurídicos, administrativos y fiscales),
dispone:
“1. Son entidades locales territoriales:
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La primitiva Ley sobre defensa, conservación y acrecentamiento del
Patrimonio Histórico-Artístico Nacional, de 13 de mayo de 1933, concibió un
sistema en el que se primaba la actuación del Estado, a través de las funciones
asignadas a la entonces Dirección General de Bellas Artes y demás órganos
administrativos dependientes o relacionados con la misma. Dentro de ese
esquema legal, a los Ayuntamientos se les atribuían funciones de complemento
y auxilio a las intervenciones que realizase el Estado en el ámbito de la
conservación y protección del patrimonio cultural histórico-artístico.4
a) El municipio.
b) La Provincia.
c) La isla en los archipiélagos balear y canario.
2. Gozan, asimismo, de la condición de entidades locales:
a) Las entidades de ámbito territorial inferior al municipal, instituidas o reconocidas por las
Comunidades Autónomas, conforme al artículo 45 de esta Ley.
b) Las comarcas u otras entidades que agrupen varios municipios instituidas por las
Comunidades Autónomas de conformidad con esta Ley y los correspondientes Estatutos de Autonomía.
c) Las áreas metropolitanas.
d) Las mancomunidades de municipios.”
4 La traducción normativa de ese postulado se consagraba en el artículo 36 de la Ley de 13 de
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Por lo tanto, esa posición colaboradora o de cooperación con el Estado o
con las Comunidades Autónomas (desde su creación constitucional), constituye
un auténtico presupuesto básico deducible incluso, a nivel de nota característica
que pretendiese resumir la posición jurídica que aquellas han detentado en la
prolija normativa dictada desde principios del siglo XX hasta la actualidad. En
todo caso, la actuación concurrente, complementaria o en mutua colaboración
entre el Estado, las Comunidades Autónomas y las Corporaciones Locales no
han restringido las privilegiadas facultades concedidas a las Administraciones
superiores para que, en caso de desconocimiento o vulneración por parte de los
Ayuntamientos implicados del genérico deber legal de conservar y proteger su
patrimonio histórico, fuese el Estado o las Comunidades Autónomas quien
interviniese sustituyendo las omisiones de actuar de los entes locales. El mejor
testimonio, en este sentido, se halla condensado en la sentencia de 15 de febrero
de 1978 (Ar. 600), donde se analizó, en concreto, la omisión de actuaciones por
un Ayuntamiento para preservar la integridad del patrimonio histórico de su
municipio, lo que motivó al Tribunal Supremo para legitimar la intervención
subsidiaria del Estado con esa finalidad. El Considerando Cuarto, in fine, de la
sentencia es significativa en ese extremo al exponer:
“(...) por todo lo cual, ni aún partiendo de que la declaración que nos ocupa fuera
contraria al Ayuntamiento de Álava o a alguno de los vecinos del “casco viejo” de dicha
ciudad, existiría base válida para oponer tales intereses al de orden público que reviste
dicho Patrimonio y que afecta a toda la nación, intereses coincidentes, en la mayoría de
los casos, y que han de salvaguardarse por la acción conjunta del Estado y los
municipios, aun cuando de tal protección pudieran derivar inconvenientes de orden
material, que han de subordinarse a los valores de orden espiritual que conforman el
reiterado Patrimonio Artístico Nacional, por ello, si el Ayuntamiento de Salvatierra dice
tener resuelto ya el problema de la conservación de este patrimonio artístico, y esta
solución es perfecta, nada le añadirá la declaración controvertida en cuanto a su
singularidad y sólo vendrá a refrendarla, pero sin añadirle nada, mientras que, si por el
contrario, resulta que las actuaciones municipales no protegen suficientemente ese
acerbo espiritual que representa el Patrimonio Artístico, el Estado tiene que actuar para
impedir su destrucción, no sólo de las obras o edificios en concreto, sino del entorno que
las enmarca, pues tanto se ataca a ese Patrimonio si se destruyen aquellos edificios,
como si se deterioran o se prescinde del entorno en que se ubican, de ahí que el
Ayuntamiento de Salvatierra de Álava no haya aducido fundamento o prueba alguna en
contra de la declaración que nos ocupa, basándose en conjeturas y en subjetivaciones
que, en modo alguno, pueden desvirtuar la declaración que se analiza, devenida y
canalizada a través de un minucioso expediente, en el que obran informes y actuaciones
que conllevan a aconsejar la adopción del precitado e impugnado Decreto”.
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II.- LAS COMPETENCIAS DE LAS ADMINISTRACIONES LOCALES EN
MATERIA DE PATRIMONIO HISTORICO EN LA LEGISLACION DE
REGIMEN LOCAL.
que se aprobaba el Reglamento de Bienes de las Entidades Locales, preveía en su artículo 11 que
la adquisición de bienes a título oneroso exigiría, además del cumplimiento de los preceptos del
Reglamento de Contratación de las Corporaciones Locales, contar con un informe previo del
Ministerio de Educación Nacional, cuando un bien tuviese carácter histórico o artístico y su
valor excediese del uno por ciento del presupuesto municipal o de 200.000 pesetas en todo caso
(1.202,02 euros en la actualidad).
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del Real Decreto Legislativo 781/1986, de 18 de abril). Partiendo de este
enunciado general, los bienes culturales han tenido su presencia e influencia
con mayor o menor grado en los siguientes testimonios recogidos en el
Reglamento de Bienes de las Entidades Locales:
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Entidades o Instituciones públicas para fines de interés general o social del
municipio, así como respecto a Instituciones privadas de interés público sin
ánimo de lucro (en el sentido previsto en el artículo 109 del Reglamento).
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b) En segundo lugar, las competencias que les reconoce la específica
legislación sobre patrimonio cultural dictada tanto por el Estado como por las
Comunidades Autónomas.
8Alonso Ibañez, Mª.R., El patrimonio histórico. Destino público y valor cultural, Ed. Civitas, (1992),
páginas 116 y 117.
8
inclusión en el inventario general (artículos. 9º y 26 de la Ley del Patrimonio
Histórico Español).
9Barrero Rodriguez, C., La ordenación jurídica del patrimonio histórico, Ed. Civitas, (1990), páginas
86 a 91 y 412 y siguientes.
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comprendidos en el área afectada por el expediente declarativo de Conjunto,
Sitio o Zona, y desde la aprobación definitiva del respectivo instrumento de
planeamiento o convalidación (artículo 20.4).
10 García Bellido, J., Problemas urbanísticos de la Ley del Patrimonio Histórico Español. Un reto para el
urgente desarrollo legislativo autonómico, Ciudad y territorio, número 78-4, (1988), páginas 3 y
siguientes.
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Autónomas no responde en la práctica a un criterio igualitario y equilibrado,
sino que la realidad demuestra que las previsiones señaladas en las normas
responden a pautas teóricas de difícil materialización si no se cuenta con la
anuencia previa o el respaldo posterior de los organismos competentes en
materia cultural en las Administraciones territoriales mencionadas. Tomando
como referencia esta afirmación y, atendiendo al mayor o menor protagonismo
reconocido a las Administraciones Locales por la Ley del Patrimonio Histórico
Español, se distinguen dos diferentes niveles de situaciones:
11Este precepto fue interpretado por la sentencia del Tribunal Constitucional 17/1991, de 31 de
enero, señalando en su Fundamento Jurídico Noveno la necesidad de potenciar el principio de
coordinación entre las diferentes Administraciones Públicas intervinientes en la salvaguardia y
defensa del patrimonio cultural. El razonamiento expuesto por el Alto Tribunal se recoge en la
siguiente declaración:
“Tal deber de cooperación con los órganos competentes de las Comunidades Autónomas o de la
Administración del Estado no alude al régimen de competencias de unas y otras; no es sino una
manifestación y aplicación concreta de lo que con carácter general se dispone en el art. 46 de la
Constitución, al encomendar a todas las Administraciones Públicas la conservación y enriquecimiento del
Patrimonio Histórico, Cultural y Artístico de los pueblos de España.
No puede admitirse, como pretende el Gobierno Vasco, que el Estado se excede estableciendo
competencias en favor de las Administraciones Locales. Las competencias y funciones que en esta materia
puedan corresponder a aquéllas se determinarán por la legislación estatal o por la legislación autonómica
(art. 25.2.e) de la Ley 7/1985, de 2 de abril, reguladora de las Bases de Régimen Local) atendiendo a las
constitucional y estatutariamente determinadas para cada Administración Pública. No es, pues, que la
Ley atribuya esa competencia a los Ayuntamientos, sino que recuerda su deber constitucional de
cooperación, en este caso con quien ejerza las funciones de defensa, protección, conservación y custodia de
aquellos bienes, más no sólo el Estado, sino todos los “Organismos competentes”.
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1-) En primer lugar, desde una perspectiva de organización y
funcionamiento administrativo, se patrocina la cooperación de las
Administraciones Locales con los organismos competentes en la ejecución de la
legislación sobre patrimonio histórico, es decir, los previstos en el artículo 6º de
la disposición estatal de 25 de junio de 1985 (en donde se mencionan los que en
cada Comunidad Autónoma tengan a su cargo la protección del patrimonio
histórico, así como los de la Administración del Estado en los supuestos en que
sean competentes).
4-) En cuarto lugar, entre los diferentes medios de auxilio concebido por
la norma para facilitar desde los organismos estatales y autonómicos a las
Administraciones Locales la consecución de los objetivos apuntados, se
mencionan expresamente dos posibilidades:
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2º-) NIVEL INDIRECTO.
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aquellas autorizaciones o licencias concedidas, dentro del plazo de los diez días
siguientes. La contravención de estas previsiones constituirán una infracción
administrativa de las tipificadas en el artículo 76.1.e) de la propia norma.
1-) Por una parte, por la dictada por el órgano estatal o autonómico
competente en materia de patrimonio cultural histórico-artístico (autorización
que se entiende de carácter previo y condicionante del resto, atendiendo a un
criterio de especialidad del órgano administrativo emisor).
12 el artículo 23.1 de la Ley 16/1985 proclama el principio general según el cual “no podrán
otorgarse licencias para la realización de obras que, conforme a lo previsto en la presente Ley, requieran
cualquier autorización administrativa, hasta que ésta última haya sido concedida”.
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principal a los Ayuntamientos y supletoria al Estado o a las Comunidades
Autónomas para ordenar la reconstrucción o demolición de aquellas
actuaciones ilegales, con cargo a su responsable en la forma prevista en la
legislación urbanística.
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a) Por una parte y, con carácter de presupuesto básico y objetivo, que los
titulares de los bienes de interés cultural hayan realizado obras de
conservación, mejora o rehabilitación de los mismos.
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arqueológicos y sobre rehabilitación urbana.13 El estado de ruina en que puede
encontrarse un edificio en general, y un inmueble de carácter histórico o
artístico en particular, constituye una materia de gran trascendencia práctica
por las diversas consecuencias de todo tipo que de esa situación se pueden
derivar. Por esa razón, la posible situación de ruina de un edificio o
construcción declarado como Bien de Interés Cultural se contempla en el
artículo 24 LPHE.14
13 Peces Morate, J.: “Régimen urbanístico de la propiedad del suelo: clasificación del suelo y
régimen de las distintas clases”, Cuadernos de Derecho Judicial, Consejo General del Poder
Judicial (1992), página 132.
14 El artículo 24 de la Ley del Patrimonio Histórico Español expone:
“1. Si a pesar de lo dispuesto en el artículo 36, llegara a incoarse expediente de ruina de algún
inmueble afectado por expediente de declaración de Bien de Interés Cultural, la Administración
competente para la ejecución de esta Ley estará legitimada para intervenir como interesado en dicho
expediente, debiéndosele ser notificada la apertura y las resoluciones que en el mismo se adopten.
2. En ningún caso podrá procederse a la demolición de un inmueble, sin previa firmeza de la
declaración de ruina y autorización de la Administración competente, que no la concederá sin informe
favorable de al menos dos de las instituciones consultivas a las que se refiere el artículo 3º.
3. Si existiera urgencia y peligro inminente, la entidad que hubiera incoado expediente de ruina
deberá ordenar las medidas necesarias para evitar daños a las personas. Las obras que por razón de fuerza
mayor hubieran de realizarse no darán lugar a actos de demolición que no sean estrictamente necesarios
para la conservación del inmueble y requerirán, en todo caso, la autorización prevista en el artículo 16.1,
debiéndose prever, además, en su caso, la reposición de los elementos retirados”.
15 García de Enterría, E. y Parejo Alfonso, L.: Lecciones de Derecho Urbanístico, (Madrid, 1981),
página 758.
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Régimen del Suelo y Ordenación Urbana, de 26 de junio de 1992, entre los que
se encontraba el artículo 247, regulador de los supuestos de ruina de un edificio.
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conformidad con los criterios consignados en el artículo 6º de la norma),
atendiendo al doble criterio, tanto del ejercicio de sus competencias propias en
defensa y salvaguardia del patrimonio histórico, (competencias concurrentes
con las urbanísticas detentadas por las Corporaciones Locales), como a un
criterio objetivo especial, respecto a los inmuebles sobre los que aquella
desplegará su función protectora. Desde este punto de vista, se parte
inicialmente del reconocimiento de un principio general de legitimación activa
al Organismo cultural competente, de ámbito autonómico o estatal, para que
pueda intervenir en todo tipo de actuaciones que afecten a los inmuebles
declarados de carácter cultural o sometidos a un procedimiento tendente a
conseguir dicho reconocimiento. Esta capacidad de actuación del Organismo
cultural autonómico o estatal se desglosa en dos tipos de postulados:
17 El artículo 3º.2 de la Ley del Patrimonio Histórico Español presenta un cuadro de las
instituciones consultivas en dicha materia, concebidos en términos propios de un numerus
apertus, al posibilitar la intervención de organismos profesionales y entidades culturales. El
precepto establece:
“Sin perjuicio de las funciones atribuidas al Consejo del Patrimonio Histórico, son instituciones
consultivas de la Administración del Estado, a los efectos previstos en la presente Ley, la Junta de
Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español, las Reales
Academias, las Universidades españolas, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y las Juntas
Superiores que la Administración del Estado determine por vía reglamentaria, y en lo que pueda afectar a
una Comunidad Autónoma, las instituciones por ella reconocidas. Todo ello con independencia del
asesoramiento que, en su caso, pueda recabarse de otros organismos profesionales y entidades culturales”.
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adopción final del acuerdo permisivo a la intención de derribar el inmueble
afectado por la ruina.
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preceptos contenidos en el Reglamento de Disciplina Urbanística derivarán,
como en un principio, originariamente de la norma de 1976, solventándose de
esta manera posibles inquietudes acerca de su alcance y la aplicabilidad.18 El
procedimiento para declarar la ruina de un inmueble toma como base las
previsiones contenidas en el Reglamento de Disciplina Urbanística, en donde
destacan las siguientes fases procedimentales:
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Los efectos derivados de la resolución final dictada por la Administración
podrán concretarse:
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c) En tercer lugar, que cualquier actuación en este sentido se encuentre
respaldada por una autorización emitida en este sentido por los Organismos
competentes para la ejecución de la Ley 16/1985.
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previsiones contenidas en los artículos 101 y 243 de la legislación sobre régimen
local de la época, se imponía a los Ayuntamientos el ejercicio de “una acción
enérgica en lo que tenga relación con el cumplimiento de las presentes instrucciones,
acción que en un plazo más o menos largo tiene que redundar en la mejora cultural y
económica de la población”. A su vez, se recomendaba a los Ayuntamientos “la
creación de Comisiones Municipales Mixtas de Estética y Defensa del Patrimonio
Artístico Local, integradas por elementos municipales, alternando con otras personas de
la localidad, sea cual sea su profesión, que posean conocimientos en Arte e Historia, y
hayan demostrado su amor por los valores culturales y su interés por la defensa de los
mismos”.20
2.1.) Castillos.
orientar y completar los criterios de intervención sobre los Conjuntos Históricos que pueden
desempeñar los Ayuntamientos, a tenor de las previsiones que establezca la legislación estatal o
autonómica aplicable al supuesto y que pueden recogerse en la correspondiente ordenanza
municipal.
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Ayuntamientos en que radicasen edificios de naturaleza castellológica, al
declarar que serían responsables “de todo daño que pudiera sobrevenirles”.
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