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TEXTO A

Por lo tanto, la virtud es un hábito, una cualidad que depende de nuestra voluntad,
consistiendo en este medio que hace relación a nosotros, y que está regulado por la razón en
la forma que lo regularía el hombre verdaderamente sabio. La virtud es un medio entre dos
vicios, que pecan, uno por exceso, otro por defecto; y como los vicios consisten en que los
unos traspasan la medida que es preciso guardar, y los otros permanecen por bajo de esta
medida, ya respecto de nuestras acciones, ya respecto de nuestros sentimientos, la virtud
consiste, por lo contrario, en encontrar el medio para los unos y para los otros, y mantenerse
en él dándole la preferencia.
He aquí por qué la virtud, tomada en su esencia y bajo el punto de vista de la definición que
expresa lo que ella es, debe mirársela como un medio. Pero con relación a la perfección y al
bien, la virtud es un extremo y una cúspide.

TEXTO B

Por otra parte, creemos que el placer debe mezclarse con la felicidad; y de todos los actos que
son conformes con la virtud, el que nos encanta y nos agrada más, según opinión de todo el
mundo, es el ejercicio de la sabiduría y de la ciencia. Los placeres que proporciona la filosofía
son al parecer admirables por su pureza y por su certidumbre; y esta es la causa por qué
procura mil veces más felicidad el saber que el buscar la ciencia. Esta independencia, de que
tanto se habla, se encuentra principalmente en la vida intelectual y contemplativa.
Sin duda el sabio tiene necesidad de las cosas indispensables para la existencia, como la tiene
el hombre justo y como la tienen los demás hombres, pero partiendo del supuesto de que
todos tengan igualmente satisfecha esta primera necesidad, el justo necesita además de
gentes para ejercitar en ellas y por ellas su justicia. En el mismo caso están el hombre
templado, el valiente y todos los demás, puesto que necesitan estar en relación con otros
hombres. El sabio, el verdadero sabio, puede, aun estando sólo consigo mismo, entregarse al
estudio y a la contemplación; y cuanto más sabio sea más se entrega a él. No quiero decir que
no le viniera bien tener colaboradores; pero no por eso deja de ser el sabio el más
independiente de los hombres y el más capaz de bastarse a sí mismo.

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