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Ha llegado, amada, la hora.

Amanece

Siento tu aroma y la calidez de tu regazo

Duermes. Sueñas. Una leve sonrisa nace

En tu rostro ligero, sereno, despreocupado.

No haré ruido. Para no desvanecer la escena

Así te he querido, sin temores, sin reproches

Contemplo tu cintura de primavera. Dudo.

Las aves nocturnas aún cantan, y llenan

el silencio temerosas que el mundo calle.

Al despertar pensarás que fui un sueño,

Un fantasma, un espíritu de la noche de verano.

No despiertes, ya no estoy aquí, ya partí.

Fui el viento frío de tu enorme ventana,

Fui la copa de vino que se conversa

Fui el perfume tibio de la medianoche.

No quiero ser recuerdo ni olvido ni bruma.

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