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Sonido:

” Dialogue Between
Beauty & The Beast”

1) Textura

En los primeros 8 compases se puede ver claramente


el uso de las texturas homofónicas y homorítmicas, por
ejemplo, el piano con los clarinetes realizando el
mismo motivo rítmico, pero en diferente altura, o
también el arpa, los violines y el piano realizando
blancas en tiempos 2 y 3 a estilo de contra melodía.
En los compases 9 a 18 también encontramos nuevas
homofonías en instrumentos donde antes no aparecían
Como se puede observar, se presenta mas que todo
en la seccion de cuerdas y maderas.

Del compás 19 al 28 se evidencia en mayor parte una


textura polifónica en todos los instrumentos, todos
siguiendo líneas melódicas y rítmicas diferentes de las
demás

Así se mantendrá del compás 29 al compás 48 donde


al parecer con el fin de dar entrada a una nueva
sección, cambiará su textura.
Justamente en el compás 49 dando inicio a una nueva
sección que mantendrá una textura homofónica y
homorritmica.
2)Timbre
En la primera sección la mayoría de instrumentos se
encuentra tocando en un registro medio, lo que crea
una atmosfera muy cálida.
Las combinaciones de instrumentos que son las de
maderas con cuerdas

En la segunda sección el registro cambia a uno mucho


mas grave, mas denso cambiando completamente la
atmosfera

3) Dinámicas
En la primera sección las dinámicas señaladas son en
su mayoría pp, y orientadas a la expresividad, también
con mucho legato en las frases y con contrastes
graduales.
Contexto Estético-Histórico:
“Dialogue Between Beauty
& The Beast”

El caso de Ma mère l'oye es único en los anales del


ballet del siglo XX, ya que la música nació primero
como una suite de cinco piezas para cuatro manos a
un piano, escrita por Ravel en 1908 para el joven hijo y
la hija de sus buenos amigos, los Godebskis. El
afectuoso regalo musical era muy característico de
Ravel, que era a la vez el más sofisticado e infantil de
los hombres. Como muchos otros solteros jubilados,
amaba a los niños y encontraba la comunicación social
con ellos fácil y placentera; su comunicación musical la
hacía en términos maravillosamente frescos y sin arte.
Con el título Mi Madre, La Oca (sólo dos secciones, sin
embargo, se derivan de los escritos de Charles
Perrault), la pieza se introdujo en 1910. Al año
siguiente, Ravel fue inducido a orquestar la música con
fines de ballet, lo que hizo, añadiendo a las cinco
piezas originales un Preludio, una Danza y Escena de
la Rueda Giratoria y cuatro Interludios. Las cinco
piezas originales en forma de suite orquestal son las
más conocidas por el público de la sala de conciertos;
el compositor inventó una versión libre de la historia de
la Bella Durmiente para que sirviera como libreto para
el ballet.

La Bella es un vals seductor cantado por un clarinete,


la bestia un contrafagot gruñendo. La mágica
transformación de este último en su estado principesco
original es anunciada por un arpa glissando y violín
armónico. El príncipe habla entonces en nobles tonos
de violonchelo.

El periodo que precede a la Primera Guerra Mundial,


de 1900 a 1914, representa para Francia, o más bien
para la tradición y la historia romántica de este país,
una Belle Époque, tiempo de prosperidad económica,
expansión colonialista, pujanza financiera, desarrollo
de la aviación y nacimiento del Cinematógrafo.

Época de oro para la cultura y las bellas artes


francesas, notablemente en el caso de París, fue
también escenario de diferentes expresiones y
movimientos políticos, filosóficos, religiosos,
ideológicos y literarios.

Fue una era prodigiosa para el desarrollo de la cultura


de elite y la cultura de masas, ligada a esta última a la
urbanización y los medios. La literatura, en particular,
alcanzó un gran desarrollo. Tanto la novela popular
como las obras de los grandes maestros, como Paul
Bourget y Anatole France, Gaston Gallimard y
Guillaume Apolli las artes (pintura y escultura)
alcanzaron su mejor momento. Las obras de grandes
creadores pictóricos, como Cezanne, Monet, Matisse;
escultores como Rodin, Maillol, Bourdelle, Camille
Claudel; músicos como Claude Debussy, Maurice
Ravel, etcétera, revolucionaron las expresiones
estéticas conocidas. Para estos artistas, el alba del
siglo XX fue un tiempo de creación genial y de
rupturas.

La “Belle Époque”, en suma, fue un periodo especial


para la historia de Francia. Época de oro para las
artes, la literatura, la prensa y la libre expresión, las
modas y el glamour burgués; florecieron el
nacionalismo y la efervescencia política, las derechas
e izquierdas, el fervor republicano, la libertad de
opinión pública, el poder financiero, el desarrollo
industrial, el expansionismo y el imperialismo. No fue,
empero, una “época bella” para el obrero, el
campesino y demás sectores populares, principales
víctimas de un sistema capitalista y monopolista,
oprobioso y desigual, cuyo desarrollo acelerado se
acompañó siempre de cierta dosis de violencia y
represión social, y de una urbanización creciente.
Bibliografía

- Hernandez, R (2002) Francia en el


periodo 1900-1914. Revista Historias. No
66. Pp. 138-140. Recuperado de:
https://www.estudioshistoricos.inah.gob.
mx/revistaHistorias/wp-content/uploads/
historias66-67_138-140.pdf
- La Phil (2022) Mi Madre, La Oca.
Recuperado:
https://es.laphil.com/musicdb/pieces/236
8/mother-goose-complete

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