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¿Funciona el plan?

Por el élder Adrián Ochoa


De los Setenta

Testifico que el plan de felicidad funciona. Fue creado por su Padre


Celestial, quien los ama.

¿Funciona el plan?

Recientemente tuve una conversación con un joven adulto que sirvió en


una misión hace varios años y que ahora se dedicaba a su carrera
profesional. En algunos aspectos, su vida iba bien, pero su fe se estaba
debilitando y estaba sumido en un mar de dudas acerca del Salvador y
Su Iglesia. Me explicó que no recibía las bendiciones que esperaba del
Evangelio restaurado. No sentía que el plan de felicidad funcionara en
su vida.

Mi mensaje de hoy es para todos los que puedan tener sentimientos


similares. Me dirijo a quienes una vez “s[intieron] el deseo de cantar la
canción del amor que redime”, pero no “s[ienten] esto ahora” 1.

Nuestro amoroso Padre Celestial nos ha preparado un maravilloso plan


para nuestra felicidad eterna. Pero cuando la vida no transcurre como
habíamos esperado, podría parecer que el plan no funciona.

Tal vez nos sentimos del modo en que se sintieron los discípulos cuando
estaban en una barca “en medio del mar, azotada por las olas, porque el
viento era contrario” 2.

Luego, muy temprano, en la mañana:

“Jesús fue a ellos andando sobre el mar.

“Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron […]. Y


dieron voces de miedo.

“Pero enseguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo! ¡Yo soy, no
tengáis miedo!

“Entonces le respondió Pedro y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo


vaya a ti sobre las aguas.

“Y él dijo: Ven. Y descendió Pedro de la barca y anduvo sobre las aguas


para ir a Jesús.
“Mas al ver el viento fuerte, tuvo miedo y, comenzando a hundirse, dio
voces […]: ¡Señor, sálvame!

“Y al momento Jesús, extendiendo la mano, le sujetó y le dijo: ¡Oh


hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” 3.

¿Puedo compartir con ustedes tres principios que aprendo de Pedro?


Ruego que estos principios puedan ayudar a cualquiera que sienta que
el plan de felicidad no funciona en su vida.

Primero, actúen con fe en Jesucristo.

Me maravilla la fe de Pedro. Con la simple invitación de Jesús, “Ven”,


dejó la barca azotada por la tormenta. Parecía saber que, si Jesucristo lo
invitaba a hacer algo, podría hacerlo 4. Pedro confiaba en el Salvador
más de lo que confiaba en su barca y esa fe le dio poder para actuar con
valor durante una situación estresante y aterradora.

La fe de Pedro me recuerda una experiencia que escuché relatar al élder


José L. Alonso. Poco después de que el hijo del élder Alonso falleciera
dejando una familia con niños pequeños, el élder Alonso oyó hablar a
los niños:

“¿Qué vamos a hacer?”, se preguntaron.

La hija de nueve años respondió: “Papá está bien; está predicando el


evangelio de Jesucristo”.

Al igual que Pedro, esa pequeñita veía más allá de sus desafíos y
confiaba en Jesucristo y Su expiación. La fe en el Salvador brinda paz y
fortaleza para seguir adelante.

Si recuerdan sus experiencias pasadas, creo que verán que han ejercido
la fe muchas veces en la vida. Unirse a la Iglesia es un acto de fe. Hablar
con el Padre Celestial en oración es un acto de fe. Leer las Escrituras es
un acto de fe. Escuchar mi mensaje de esta conferencia general es un
acto de fe. Como dijo el presidente Russell M. Nelson: “No minimicen
la fe que ya tienen” 5.

Otra lección que aprendí de Pedro es la siguiente:

En los momentos de dificultad, acudan de inmediato a Jesucristo.

Mientras caminaba hacia el Salvador, Pedro se aterrorizó por el viento y


comenzó a hundirse. Pero cuando entendió lo que sucedía, no trató de
mantenerse a flote sobre el agua por su cuenta ni de nadar de vuelta a la
barca. En vez de dejar de lado su fe en Cristo, se aferró más fuertemente
y exclamó: “¡Señor, sálvame!”.

“Y al momento Jesús, extendiendo la mano, le sujetó” 6.


Todos afrontamos vientos tempestuosos que pueden sacudirnos la fe y
hacer que nos hundamos. Cuando eso suceda, recuerden que el plan de
felicidad del Padre Celestial tiene otro nombre: el plan de redención. El
plan no consistía en pasar plácidamente por la vida, sin tropezar nunca
ni hundirnos nunca, siempre con una sonrisa en el rostro. El Padre
Celestial sabía que necesitaríamos ser redimidos, por eso preparó el
plan de redención 7. Es por ello que envió a un Redentor. Cuando
tenemos dificultades, sea cual sea la causa, no significa que el plan no
funciona. ¡Es entonces cuando más necesitamos el plan!

En esos momentos, sigan el ejemplo de Pedro. Acudan al Salvador de


inmediato.

“[H]oy es el tiempo y el día de vuestra salvación […]; no demoréis el día


de vuestro arrepentimiento” 8.

Sin importar dónde estemos ni dónde hayamos estado, el


arrepentimiento es el camino hacia adelante. El presidente Nelson
enseñó:

“Nada es más liberador, más ennoblecedor ni más crucial para nuestro


progreso individual que centrarse con regularidad y a diario en el
arrepentimiento […].

“Ya sea que avancen con diligencia por la senda de los convenios, que
hayan tropezado o se hayan apartado de tal senda, o que ni siquiera
puedan ver dicha senda desde donde estén ahora, les ruego que se
arrepientan. Sientan el poder fortalecedor del arrepentimiento diario;
de actuar y de ser un poco mejor cada día” 9.

Venir a Cristo significa más que tan solo pensar en Él o hablar de Él, o
más incluso que amarlo. Significa seguirlo. Significa vivir del modo en
que Él nos enseña a vivir. Y, para todos nosotros, eso significa
arrepentirnos, sin demora.

Una de mis hijas, que trabajaba en el centro de capacitación misional,


me habló de un élder a quien enseñaba que le confesó que no estaba
seguro de que el Libro de Mormón fuera verdadero. Había orado y
orado para recibir un testimonio espiritual, pero no había recibido
respuesta.

Mi hija oró para saber lo que debía hacer a fin de ayudar al misionero.
La impresión que recibió fue que las Escrituras no se dieron solo para
que podamos leerlas y obtener un testimonio; se dieron también para
enseñarnos a guardar los mandamientos de Dios. Mi hija compartió
aquel pensamiento con el misionero.

Más adelante, vio al misionero de nuevo; se lo veía mucho más feliz. Le


dijo que por fin había recibido un testimonio de que el Libro de
Mormón es verdadero. Sabía que había recibido ese testimonio porque
se esforzaba más por hacer lo que el Libro de Mormón enseña.

Sigamos el ejemplo de Pedro de acudir al Salvador en los momentos de


dificultades. Sigan a Jesucristo en vez de confiar en su propia sabiduría
y fortaleza. Sin importar el tiempo que lleven tratando de mantenerse a
flote sobre el agua sin Él, nunca es demasiado tarde para acudir a
Jesucristo. ¡El plan funciona!

El tercer principio que aprendí de Pedro y su experiencia es el


siguiente:

Humíllense ante el Señor y Él los elevará hacia cosas mayores.

Pedro había mostrado fe, tanto al caminar sobre el agua como al acudir
al Salvador cuando necesitó ayuda. Aun así, el Salvador vio en Pedro el
potencial para muchísimo más. “¡Oh hombre de poca fe!”, le dijo.
“¿Por qué dudaste?” 10.

Pedro podría haberse ofendido por la reprimenda, pero la aceptó con


humildad y continuó procurando mayor fe en Jesucristo. Mediante
muchas otras experiencias que edificaron su fe —algunas de ellas muy,
muy difíciles—, con el tiempo Pedro llegó a ser el líder firme como una
roca que el Señor necesitaba que fuera y logró grandes cosas en el
servicio al Señor.

¿Qué grandes cosas quiere el Señor que ustedes logren? En Su Iglesia y


reino hay muchas oportunidades de servir y ministrar a otras personas
tal como lo hizo el Salvador. Él quiere que sean parte de Su gran obra.
El plan de felicidad nunca será tan real para ustedes como cuando estén
ayudando a otras personas a vivirlo.

Al edificar mi propia fe, las siguientes palabras de Alma cambiaron mi


vida: “benditos son aquellos que se humillan sin verse obligados a ser
humildes” 11. Coloquémonos con humildad en una posición tal que
Jesús pueda elevarnos, guiarnos y sacar el máximo provecho de nuestras
habilidades 12.

Testifico que el plan de felicidad funciona. Fue creado por su Padre


Celestial, quien los ama. Funciona porque Jesucristo venció el pecado y
la muerte mediante Su expiación. Vengan a Él, síganlo e
“inmediatamente obrará para [ustedes] el gran plan de redención” 13. En
el nombre de Jesucristo. Amén.
Notas
1. Alma 5:26.

2. Mateo 14:24. Hay muchas cosas en cuanto a la vida moderna


que son contrarias a las vías de un discípulo de Jesucristo.
Vivimos en los días que predijo el Salvador, cuando “todas
las cosas estarán en conmoción; y de cierto, desfallecerá el
corazón de los hombres” (Doctrina y Convenios 88:91; véase
también Doctrina y Convenios 45:26).

3. Mateo 14:25–31.

4. Véase 1 Nefi 3:7.

5. Russell M. Nelson, “Cristo ha resucitado; la fe en Él moverá


montes”, Liahona, mayo de 2021, pág. 104.

6. Mateo 14:30–31.

7. El élder Lynn G. Robbins enseñó: “El arrepentimiento es un


don de Dios siempre a nuestro alcance que nos permite y nos
habilita para ir de fracaso en fracaso sin perder nunca el
entusiasmo. El arrepentimiento no es Su plan B por si
fallamos. El arrepentimiento es Su plan, al saber que
fallaremos. Este es el Evangelio de arrepentimiento” (véase
“Hasta setenta veces siete”, Liahona, mayo de 2018, pág. 22).

8. Alma 34:31, 33.

9. Russell M. Nelson, “Podemos actuar mejor y ser mejores”,


Liahona, mayo de 2019, pág. 67.

10. Mateo 14:31.

11. Alma 32:16.

12. El Señor ha dicho: “[N]adie puede ayudar en [esta obra] a


menos que sea humilde y lleno de amor” (véase Doctrina y
Convenios 12:8).

13. Véase Alma 34:31.

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