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Esta obra ha sido publicada con la ayuda del programa Ariane 1999 de la 9 Comisién Europea Peter G. Stein, es Emeritus Regius Professor de Derecho civil en la Universidad de Cambridge. Entre sus muchas publicacio- nes se incluyen Regulae Iuris: From Juristic Rules to Legal Ma- sximus (1966), Legal Evolution (1980) y Legal Institutions (2984). Historia de Europa PETER G. STEIN EI Derecho romano en la historia de Europa Historia de una cultura juridica Prélogo de Juan PABLO Fust o sicto vemNTiuNO Elimperio del Derecho (cule of law), a protecci6n de los dere- hos individuales gracias a los procedimientos juridicos forma- les, constituye uno de los valores fundamentales de la cultura europea. Su reconocimiento general se debe ademds a la cons- tanie presencia del Derecho romano en todas las épocas de la historia de Europa. Tras la caida del Imperio Romano, el Derecho romano ejer- ci6 gran influencia en el Derecho consuetudinario de los Esta- dos germénicos que le sucedieron. Luego adquirié renovada importancia en la alta Edad Media, en la Escuela Juridica de Bolonia. Tampoco dejé de ejercer su influencia en el Derecho candnico de la Iglesia, y fue acogido en los Estados nacionales que se desarrollaban a comienzos de la Edad Moderna. Final- mente, durante el siglo xix desempefé un importante papel para los distintos ordenamientos del Derecho privado en la Europa contempordnea. En una escueta exposicién, dirigida al lector general intere- sado por el tema, Peter Stein presenta 1a historia de! Derecho romano desde sus inicias con la fundacién de la Reptiblica Ro- mana. El autor muestra como se fue formando en la Edad Me- dia, a partir del Derecho romano, un ius commune, un Derecho comiin en el que solian buscar consejo los juristas de todos los Estados europeos. En esta forma sirve hoy de paradigma en los debates en torno a la unijicacién del Derecho privado en los paises de la Unién Europea. Conserva asi gran importancia también para nuestra época. Historia de Europa Editada por Wolfgang Benz Concepcion: Wolfgang Benz, Rebekka Habermas y Walter H. Pehle Consejo cientifico: Natalie Zenon Davis, Princeton Toronto" Richard von Diiimen, Saarbriicken Richard J, Evans, Cambridge Bronislaw Geremek, Varsovia Hermana Graml, Manich Eric J. Hobsbawm, Londres Lésié Kontler, Budapest Amo J. Mayer, Princeton Wilfried Nippel, Berlin Jean-Claude Schmitt, Paris ‘Traduccién: César Hornero Atmando Romanos siglo veintiuno de espafia editores, s.a. siglo veintiuno de argentina editores ‘Todos los derechos reservados. Prohibida la reproduecién total o parcial de esta obra por cualquier procedimiento (ya sca grifico, electrénico, dptico, quitnico, mecinico, foroce- ia, eta) y el almacenamiento o cransmisiOn de sus conteni- dos en soportes magnéticos, sonoros, visuals o de cualquier ‘otro tipo sin permiso expreso del editor. era edicin en eastllano, febrero de 2001 © SIGLO X01 DE ESPARA EDITORES, S.A. Principe de Vergara, 78. 28006 Madrid Primera edicidn en alemn, 1996 ‘Traducido de la edicibn ingless de 1999 (Cambridge University Press) © 1996 Fischer Taschenbuch Verlag GmbH, Frankfurt am Main Titulo original: Romisches Recht und Europa, Die Geschichte einer Rechtskultwr © de le raducciéa: 2000 César Hornero Méndez y Armando Romanos Rodriguez (Grupo de Investigacién SEJ-302 «Del Derecho comin ceuropeo al Derecho civil) DERECHOS RESERVADOS CONFORME A LA LEY Impreso y hecho en Espaiia Prited ad mae x Spe Diseio de fa cubierta: Juan José Barco y Sonia Alias ISBN: 84-323-1060-3 Depésito legal: M-6.118-2001 Fotocomposicién: BFCA, 3.8 Parque Industral «Las Monjas>. 28850 Torrejn de Ardoz (Madrid) Impreso en Closas-Oscoyen, S. L. Potigone Igarsa. aracuellos de Jarama (Madrid) ft Zz DICE Prélogo a la edici6n espafola, Juan Pablo Fusi... INTRODUCCION EL DERECHO ROMANO EN LA ANTIGUEDAD. La Ley de las XII Tablas. : : El desarrollo del Derecho a través de Ia interpretaci6n wn El pretor y el control de los remedios... cae EL Jus gentium y el advenimiemto de 105 jUrist@8 man EL Imperio y el Derecho . Los juristas en el periodo clésico . La ordenacién del Derecho. La culminacién de la jurisprudencia cldsica La divisién del Imperio.. El Derecho posteldsico y el procedimiento, El final del Imperio Occidental Justiniano y el Corpus iuris. EL RENACIMIENTO DEL DERECHO JUSTINIANEO... Derecho romano y Derecho germénico en Occidente, La Iglesia y el Imperio.. El redescubrimiento del Digest El Derecho civil y los glosadores: i El Derecho civil y el Derecho canénico. ‘La atraccién del studitum de Bolonia. Las nuevas ensefianzas fuera de Italia, La aplicacién del Derecho: el procedimiento, La aplicacidn del Derecho civil: el poder legislativo. El Derecho civil yla costume nn é x 33 vit El Derecho civil y los Derechos locales en el siglo Xi... La Escuela de Orleans enn EL DERECHO ROMANO ¥ LA NACION ESTADO... Los comentaristas:. — El impacto del Humanismo.... El Humanismo y el Derecho dvil El Derecho civil se convierte en ciencia La ordenacién del Derecho ccnsuetudinario... La reaccin bartolista La recepeién del Derecho romano La recepeién en Alemania. — La préctica judicial como una fuente del Derecho. El Derecho civil y el Derecho natural... El Derecho civil yet Derecho internacional TTeorfa y préctica en Holanda EL DERECHO ROMANO Y LA CODIFICACION . El Derecho romano y los Derechos nacionale: La madurez del Derecho natural El movimiento codificador.. : Primeras codificaciones en Alemania y Austria Pothier y el Cédigo civil francés La Escuela hist6rica alemana. La Pandectistica y el Cédigo civil aleman. La ciencia juridica del siglo xix fuera de Alemania. El Derecho romano en el sigle xx APENDICE, Abreviaturas... ‘Tabla cronoligica..... Bibliografia..... Indice alfabético vant id 16 119 121 124 130 132 135 136 144 144 148 153 155 158 161 166 i 179 185 186 187 195 PROLOGO A LA EDICION ESPANOLA En los ensayos que en 1989 escribi6 con el titulo La herencia de Europa, Hans-Georg Gadamer, el mds relevante filésofo alemén de las titimas décadas del siglo xx, afirmaba: «s6lo po- demos preguntarnos qué sera Europa en el futuro, e incluso qué es Europa en la actualidad, preguntindonos antes como se hha convertido en lo que hoy es». Es precisamente eso —diluci- dar cémo Europa se ha convertido en lo que es— lo que hace (desde perspectivas particularmente inteligentes y novedosas) esta historia de Europa editada por et historiador aleman Wolf- gang Benz, con el asesoramiento de un consejo cientifico de gran prestigio (Natalie Zemon Davis, Richard J. Evans, Eric J. Hobsbawm, Ano J. Mayer..) y escrita por un conjunto envi- diable de brillantes historiadores europeos (con alguna incrus- tacién norteamericana). Veremos, enseguida, que 6a es una la- bor cuya importancia va mucho mas alld del émbito de la pura erudicién historiogréfica. Ante todo, escribir la historia de Europa es una tarea extre- madamente compleja, en cierta medida imposible, Ni siquiera resulta féicil responder a la pregunta esencial: qué es Europa. Ciertamente, lo que termind por lamarse Europa ha existido siempre. Pero el nombre de Europa se acuié comparativamen- te tarde: en Grecia, hacia el sigic vit antes de Cristo; primero, como un mito: Europa, la princesa fenicia que Zeus rapto y lle- ¥6 a Creta; enseguida, como el término geogréfico con que los griegos designaban a los territorios que se extendian hacia el este de la propia Grecia. Pero es que esa geografia seria du- rante mucho tiempo arduamente discutida; sdlo en el sigho xix parecié imponerse la definicién geogréfica de Europa como el continente que se extiende desde el Atldntico hasta los Urales 1% Resulta imposible, ademds, fechar el nacimiento de Europa. Incuestionablemente, la cultura greco-romana y el cristianismo terminarian por ser los dos pilares fundamentales de lo que acabariamos llamando civilizacién europea (por lo que hubo una Europa antes de Europa: por ejemplo, el mundo celta) Pero lo que propiamente vino a ser Europa fue cristalizando centre los siglos 1V y vur de nuestra era, al hilo, por tanto, de la interaccién de! Imperio romano tardio, las migraciones de los pueblos germénicos, el desarrollo de Bizancio, la expansién del cristianismo y la aparicién del Islam. Es un hecho cierto, con todo, que el término Europa no desplazé al de Cristiandad en el mismo lenguaje politico europeo hasta el siglo xvtt. La idea de una nacion europea, de una unidad politica europea fue, como es sabido, muy posterior; aunque hubiera antecedentes, fue esencialmente una idea del siglo xx. Europa nunca fue una comunidad cultural unitaria (como tampoco constituyd nunca una unidad politica). La misma ro- ‘manizacién, por ejemplo, no se extendié por la Europa situada al este y norte del Rin y al norte y nordeste del Danubio. La division del Imperio romano en Oriente y Occidente terminé por crear dos mundos ampliamente diferentes: por un lado, el mundo bizantino, la Europa ortodoxa (y en gran parte, eslava); por otro, Roma, la cristiandad de Occidente. Rusia, a su vez, fue siempre solo parcialmente europea. Europa, ademés, crista~ lizaria con el tiempo (digamos que desde el siglo x1 en adelan- te) en diferentes naciones y nacionalidades. De Europa, ast, ha- bréa que decir lo que el historiador Fernand Braudel dijo det Mediterraneo, que fue, y ¢s, «mil cosas a la vez. El mismo legado histérico europeo es sencillamente abru- ‘mador:la filosofia clasica y fa ciencia experimental; el derecho romano; la idea de naci6n; el humanismo renacentista; la refor~ ma y la contrarreforma; el parlamentarismo; los grandes descu- brimientos geogrdficos; la Ilustracién y el absolutismo; la liber- tad politica; la revoluci6n industrial; la conciencia historica; el imperialismo, los totalitarismos; las guerras mundiales; el Ho- locausto. En un libro inmediatamente estimadisimo en todos los circules europeistas, El rapto de Europa (1954), e! historia dor espariol Luis Diez del Corral cifraba la civilizacién euro- pea en las realizaciones del helenismo cliésico y de la Antigtie~ dad, dela cristiandad medieval, del humanismo renacentista, de Ta Mlustracidn y del liberalismo moderno, Diez del Corral ar gumentaba que la rigueza y dinamismo de la cultura europea ~-basada en la ciencia, la técnica y la razén— habian determi- nado la centralidad de Europa en la historia; pero pensaba, igualmente, que la violentacién exacerbada de los elementos constitutivos de su identidad habian provocado el rapto de Europa, esto es, el extravio que la civilizacién europea habia su- {frido en el siglo xx, arrebatada por la voluntad de dominacién, 1 imperialismo, ef nacionalismo agresivo y los otalitarismos. Incorporar al tiempo la inmensa diversidad de sus diferen- tes naciones y culturas, y el sentido unitario tiltimo de muchas de sus creencias, ideas, valores e instituciones, es el gran desafio al que se enfrenta toda historia global de Europa. La Historia de Europa proyectada y editada por Wolfgang Benz prescinde deliberadamente de la historia separada de las naciones euro- ‘peas; pone el énfasis, por el contrario, en el sentido de las es- tructuras comunes a la civilizacién europea: formas de vida, mentalidades, moral y comportamiento colectivos, visiones y percepciones de las cosas, la vida material, la espiritualidad. Es, ast, una Historia que aspira a cimentar historiogrdficamente el gran proyecto que Europa acometié a ratz de la Segunda Gue- ra Mundial, esto es, la construccién misma de ta unidad euro- pea. Es, por tanto —como qued6 dicho al principio—, una his- toria que viene a responder a la pregunta antes citada que se hacia Gadamer en 1989: c6mo Europa se ha convertido en lo que hoy es. Sin duda, la reflexion sobre Europa en la historia fue desde el primer momento central al concepto y proceso de unifica- cidn europea. Precisamente, la necesidad de crear algiin tipo de unidad supranacional capaz de contener y diluir las tensiones nacionales y nacionalistas de los patses europeos vistas como la causa principal de los desequilibrios y conflagraciones europeos xI y mundiales a lo largo de los siglos, y la necesidad de reforzar 1a presencia de Europa en un mundo en el que la hegemonia europea, clave de la historia durante siglos, aparecta ahora, si- glo xx, cuestionada si no (desde 1945) definitivamente supera- da, fueron las razones ttimas que llevaron a la unién europea, iniciada definitivamente con la presentacién el 9 de mayo de 1950 del Plan Schuman (que tomé su nombre del entonces mi- nistro francés de Asuntos Exteriores, Robert Schuman, luego Presidente del Movimiento Europeo y, entre 1958 y 1960, presi- dente de la Asamblea parlamentaria europea de Estrasburgo) La reflexion sobre el espiriu europea, el deseo de definir Io que Europa habia significado en la historia —y lo que debia seguir significando—, la bisqueda de una teoria de Europa que diese sentido y contenido cultural a la unidad econdmica y politica europea, fueron siempre paralelas a la consiruccién de las instituciones europeas. Eso reflejaba la aparicién de libros con titulos expresivos y de autores bien conocidos como, por citar sélo unos pocos ejemplos, L'Esprit de l'Europe, de Salvador de Madariaga (1952), L’Europe en jeu, de Denis de Rougemont (1953), el ya citado El rapto de Europa de Luis Diez del Corral (1954), LEsprit européen, de Karl Jaspers (1957), la Histoire de !Eu- rope, de Henri Pirenne (1958-62), Histoire de Europe, de H. Brugmans (1960), Ving\-huit sigcles d'Europe, de Rouge- mont (1962), y Lidée d'Europe dans histoire, de J. B. Duro- selle (1965), precedidos por la Meditacién sobre Europa, titulo de la resonante conferencia pronunciada por Ortega y Gasset en Berlin en septiembre de 1949, La meditaci6n orteguiana —que tenta una ambicidn exira- ordinaria: sentar las premisas culturales sobre las que edificar un nuevo orden europeo, dilucidar lo que habian sido ta civili- zacién, la geografia y las instituciones europeas— resulta a esie respecto paradigmética. Querta resolver lo que era evidente a Ja luz de toda Ia historia europea: la dualidad entre Europa como dmbito comiin de una eivilizacién y una sociedad defini- da por unos usos, unas costumbres, unas leyes y unas formas de xi poder poco menos que comunes, y entre Europa como cristali- zacién (como ya quedé dicho mas arriba) de diferentes naciones y nacionalidades. Ortega veia en el equilibrio europeo —equili- brio entre las distintas formas de ser europea que eran las dis- tintas naciones y sus respectivas culturas y lenguas— la formu- a que habia hecho @ Europa y entendia que la dualidad unidad de vida colectiva/idea de nacién debia constituir el fur- damento de ta reconstruccién europea. Madariaga, por su par- te, vela en la libertad la esencia misma de la vida europea. Jas- pers identificaba Europa con tres palabras: libertad, historia, ciencia, En 1957, el Colegio de Europa y la Universidad de Pennsyl- vania reunieron una conferencic para definir los valores esen- ciales de la civilizacion europea, y por extension de la civiliza- cién occidental. Los puntos principales de las conclusiones fueron: — el respeto por el valor intrinseco de la persona como tal, como valor superior a toda concepcién absoluta del Es- ‘ado; — la libertad, como inseparable de la responsabilidad mo- ral del individuo; — la solidaridad humana y el deber de hacer acceder a to- dos los hombres a los bienes materiales y espirituales; — el didlogo, la libre discusion de todas las opiniones, el respeto al otro, la confronuacién de las ideas. Individuo, ciudadanta, liberiades, democracia: tales eran, basicamente, tos valores que, desde aquella perspectiva, deft nian a la civilizaci6n europea. Sobre esos valores se quiso cons- truir a unidad europea por més que las dificultades politicas, econémicas y sociales que surgivian en el camino, la necesidad de optar por una estrategia gradualista que atendiese en primer lugar a lo que parecia mds complejo y sustantivo (la unidad econdmica, la unién aduanera, e! mercado contin), a menudo lo hicieran olvidar. Jean Monnet, el verdadero artifice de la uni- xa dad europea, decia que las ideas no servian si no se traducian en instituciones, y probablemente levaba razon. Merced a un hombre como él, més préximo al funcionario que al idedlogo brillante 0 al lider carismético, Europa tendria ideas ¢ instinu- ciones. Pero Monnet (y con él, todos los grandes europeistas) ambicionaba un proyecto fantastico y quién sabe si imposible: una Europa sin naciones. Porque siempre dijo que Europa o ‘seria transnacional o no seria nada. Juan Pablo Fust AzPuRua xv Las didcesis administrativas de! Bajo Imperio Romano INTRODUCCION Cuando se piensa en el legado ce la Antigtiedad clisica, lo pri mero que aparece es el arte griego, el teatro griego y la filoso- fia griega; cuando dirigimos la mirada hacia Roma, lo que vie- ne a nuestra mente son probablemente las calzadas romanas y ef Derecho romano. Los griegos reflexionaron con profundi- dad acerca de la naturaleza del Derecho y de su papel en la sociedad, pero el Derecho «teal» de los diversos estados grie- gos no alcanzé un alto grado de desarrollo por lo que no hubo mas que una elemental ciencia del Derecho. Los romanos, por contra, no prestaron mucha atencién a la Teorfa del Derecho; su Filosofia del Derecho fue en gran medida tomada de los, agriegos. Lo que les interesaba eran las reglas que gobernaban la propiedad individual y tas acciones derivadas de ésta. De hecho, las especificas normas cue constituyeron el Derecho romano fueron elaboradas por juristas protesionales y lega- ron a ser altamente sofisticadas. La superioridad técnica de su razonamiento, que lo ha hecho tan atractivo para los juristas de todas las épocas, explica que el Derecho romano no sea fd cilmente accesible para el profano. Inevitablemente sus méri- tos tienen menor atractivo que el arte o las calzadas. Con todo, alo largo de los siglos ha jugado un importante papel en la creacién de Ia idea de una cultura comtin europea. La mayor parte de lo que conocemos del viejo Derecho romano procede de una compilacién de materiales legales rea- lizada en el siglo vi d.C. por mandato del emperador bizanti- no Justiniano. Los textos que se incluyeron en esta coleccién fueron el producto de un millar de aiios de ininterrumpido de- sarrollo juridico, durante el cual el Derecho romano adquirié ciertos rasgos que lo caracterizarfan definitivamente, Durante este milenio, aproximadamente desde el afio 500 a.C. al aiio 550 d.C., Roma se expande desde una pequefia ciudad-estado 2 un imperio mundial, Politicamente se transformd, primero de una monarqufa a una repiiblica y luego, no lejos del co- mienzo de la era cristiana, a un imperio, Durante ese tiempo su Derecho se fue adaptando para adecuarse a la cambiante situacién social, pero en todo momento se mantuvo ef mismo Derecho que en esencia se conformé en la temprana vida ro- mana. Los textos justinianeos han sido contemplados desde dife- rentes perspectivas por diferentes personas en diferentes pe- riodos de la historia europea. El renacimiento del Derecho romano comenz6 en Italia, constituyéndose ésta en el foco de su estudio y desarrollo a lo largo de Edad Media. En el siglo XVI con el advenimiento del Humanismo, Francia asumié el protagonismo. En el siglo xvi, fue el turno de los holandeses que ofrecieron una nueva visidn y en el siglo XIX todavia la doctrina alemana abord6 de nuevo la cuestién. Por supuesto, en cada periodo se destacaron diferentes aspectos. El Derecho romano ha tenido partidarios apasionados y feroces oponentes. Como sefialaba H. F. Jolowicz en 1947, es- tos iiltimos basaban su oposicién en tres cuestiones funda- mentales. Primero, habria sido considerado como un sistema extrailo, producto de una sociedad esclavista y ajena a cual- quier planteamiento social. En segundo lugar, habria sido des- crito tanto como un sistema favorecedor de reglas absolutistas como hostil a liberalizar las instituciones politicas. En tercer lugar, habria sido considerado el puntal det capitalismo indivi Gualista, potenciando el egoismo frente al bien comiin («Poli- tical Implications of Roman Law», Tulane Law Review, 22 [1947], p. 62). Algunas veces estos argumentos han sido pre- sentados de forma conjunta. EI originario programa del parti- do nazi en Alemania reclamaba que «el Derecho romano, que sustenta el orden materialista mundial, debia ser reemplazado por un Derecho comin aleman». Esa actitud motivé que el gran historiador del Derecho que fue Paul Koschaker advir- tiera de la crisis del Derecho romano y escribiera su Europa und das rémische Recht, finalmente publicado en 1947 Cincuenta aflos més tarde todavia una cierta crisis afecta a os romanistas; con todo, la contribucién del Derecho romano ala cultura europea puede ser hoy revisada més detenida- mente. Este libro no pretende rivalizar con el de Koschaker. Intenta dar una idea del caracter del antiguo Derecho romano y describir cOmo sus textos han constituido una especie de su- permercado legal, en el que los juristas de diferentes periodos han encontrado Jo que necesitaban en cada momento. Su ca- ricter ha marcado de forma indeleble el pensamiento politico y juridico europeo, De todo esto, de cémo ha sucedido y de sus resultados, es de lo que nos vamos a ocupar en esta obra. EL DERECHO ROMANO EN LA ANTIGUEDAD LA LEY DE LAS XII TABLAS Cuando comienza la historic conocida, Roma era una monar- quia, si bien al final del siglo vr a.C. los reyes fueron expulsa- dos y una Repiiblica se estableci6 en su lugar. En esta época, Roma era una pequefla comunidad en la margen izquierda del Tiber, no lejos de su estuario, Sus gentes se crefan descen- dientes de algunos de los huidos de la ciudad de Troya tras su saqueo por los griegos. Su Derecho era un conjunto de cos- tumbres no escritas, transmitidas oralmente de una genera- cién a otra, que fueron consideradas ademas como una parte de su herencia popular como romanos. Estas leyes fueron aplicables s6lo a aquellos que eran ciudadanos romanos (Jus civile, Derecho para cives, ciudadanos). En los casos en los que la aplicacién de una regla consue- tudinaria a un supuesto concreto resultaba dudosa, la inter- pretacién del colegio de postifices, un cuerpo de aristécratas responsable del mantenimiento de los cultos religiosos oficia- les, era decisiva. El cuerpo de ciudadanos estaba dividido en dos grupos sociales: los patr-cios, un grupo relativamente pe- quefio de familias propietarias de nacimiento noble, y los ple- beyos, numéricamente superiores pero menos aventajados en muchos aspectos. Los pontifices eran exclusivamente patricios y los plebeyos naturalmente sospechaban que sus pronuncia- mientos sobre la validez de determinados actos no eran siem- pre enteramente desinteresados. Los plebeyos pensaron que si el Derecho consuetudinario se encontrase escrito con ante- rioridad a los casos, ello redandaria en su beneficio, Podrian conocer entonces cudl era su situacién legal, sin tener que 4 consultar a los pontifices cuyo poder de interpretacién queda- ria limitado por la letra de la ley El resultado de esta polémica fue la convocatoria, en el afio 451 a.C., de una comisién de diez ciudadanos, los decen- viros, encargados de preparar tn texto que recogiese pot es- crito las normas consuetudinarias, al modo de las famosas le- yes atenienses de Solén. Redactaron una coleccién de normas, conocida como las XII Tablas, sresentadas formalmente a la asamblea de ciudadanos donde fueron aprobadas. Otorgando su aprobacién, la asamblea no sintié que la nueva ley reempla- zase al viejo Derecho; més bier, se estaba fijando con mayor precisién aquello que habia side siempre, en términos genera- les, el Derecho (/us). Materializandose en un texto, llegaba a ser lex (de legere, declarar), la declaraci6n publica y oficial de lo que era lus. Las XII Tablas marcan el comienzo del Derecho romano tal como lo conocemos, abarcando sus previsiones todas las parcelas del Derecho, incluso el Derecho piiblico y el Derecho sagrado. El texto original no ha sobrevivido si bien ha tenido tantas referencias en escritos posteriores que sus contenidos han sido sustancialmente reconstruidos. El orden original en el que se encontraban estos fragmentos no esté claro y las ver- siones de los investigadores del xrx, recogidas en las coleccio- nes modernas, ciertamente exageran el cardcter sistemético de la ley. Lo que se sabe con seguridad es que el proceso comien- za con el emplazamiento det demandado y finaliza con la eje- cucién de la sentencia. Las XII Tablas no se ocupaban de lo conocido y aceptado generalmente como Derecho, sino que mas bien se concentra- ban en aquellos aspectos que habian generado algtin tipo de disputas. En lo esencial sus reglas no eran particularmente fa- vorables a los plebeyos, pero el hecho en si de su existencia suponia un avance tal que éstos por lo menos sabfan a qué atenerse. En particular, las XII Tablas se ocuparon con detalle de las normas procedimentales, de cémo podian los ciudada- nos defenderse por si mismos sin necesidad de recurrir a los tribunales y qué debian hacer, en su caso, para instar un pro- cedimiento judicial. En los primeros tiempos de la Reptiblica haba pocos funcionarios encargados de auxiliar a las perso- nas lesionadas para resarcirse de los dafios 0 perjuicios que hubieran sufrido, de modo que era necesario que éstas actua- ran por sf mismas para activar la maquinaria legal. En ciertos ‘casos la autodefensa era tolerada ya que la comunidad no era atin suficientemente poderosa como para eliminarla. Las XII ‘Tablas muestran, sin embargo, su determinacién de institucio- nalizar tales casos y mantenerlos dentro de estrictos Jimites. Cuando se planteaba una disputa y las partes no eran ca- paces de llegar aun acuerdo por s{ mismas, normalmente te- fan que comparecer ante un magistrado. El propésito de esta comparecencia era decidir si la cuestin litigiosa podia enca- jarse en alguna de las acciones que el Derecho preveia y, en ese caso, como deberia procederse. En los primeros tiempos, antes de la fundacion de la Reptiblica, es probable que los 10- manos hubiesen recurrido a ordalfas o a juramentos como ‘medios para la resoluciGn de conflictos. En la Reptblica, sin embargo, el modo convencional de resolucién de los contlic- tos al amparo del Derecho pasaba por someterlo a un ciuda- dano, a un particular (0 en ocasiones a un grupo de éstos) ele- gido por las partes y el magistrado. Este arbitro, amado index investigaba los hechos (quiz en principio confiando tan solo en su propio saber y entender), ofa los testimonios de los tes- tigos y los argumentos de las partes y pronunciaba un veredic- to condenando 0 absolviendo al demandado. El problema que se planteaba para cualquiera que quisiera someterse a tales procesos pasaba por asegurar que su opo- nente compareceria ante el magistrado desde la primera fase del procedimiento. El demandado podia cooperar en la reso- ucién del conflicto, pero si no lo hacia voluntariamente el de- mandante podria forzarle a comparecer. Los limites precisos de este poder de compulsidn sobre los demandados no esta- ban fijados por el Derecho consuetudinario y por ello las XII Tablas regularon exactamente qué estaban legitimados a ha- cer en ese sentido. Si, y sélo si, el demandado rehufa, frente a testigos, el requerimiento del demandante para comparecer ante el magistrado, el demandante podia usar la fuerza para asegurar su comparecencia. En el caso de que el demandado estuviese enfermo o fuese de edad avanzada el demandante no podfa obligarle a comparecer sin proveerle de un medio de transporte, si bien la norma prevefa que no tenia por qué ser una litera almohadillada, Habfa ciertos actos que el individuo pod{a hacer por si mismo, sin necesidad de recurrir primero al magistrado. Las XII Tablas disponian que cuando el propieta- rio de una casa capturase a un Jadrén en el mismo acto del robo, y esto ocurriese de noche o incluso a la luz del dia, si el ladr6n se resistfa al arresto podia matarlo sin mayor conse- cuencia. Sin embargo, en la mayor parte de los casos antes de estas actuaciones directas era necesaria una decisién judicial. En los casos de lesiones fisicas graves las partes eran estimu- ladas a alcanzar un acuerdo econémico que procurase el pa- go de una indemnizacién por parte del ofensor a la vietima. A falta de acuerdo, las XII Tablas autorizaban el talién, esto es, que la victima pudiese infligir dafios de la misma naturale- za al ofensor, si bien limitados a la «cantidads de lesién sufri- da (ojo por ojo), Es mas que posible que tal posibilidad de re~ presalia actuara como estfmulo para las partes, al objeto de que procuraran alcanzar un acuerdo, pot lo que el talién pro- bablemente sdlo tendrfa lugar cuando la familia del ofensor 0 este mismo no podian encontrar dinero suficiente para el pago. Para las lesiones menores no se permitfa la venganza sino que estaban prescritas de antemano cantidades fijas ome compensacién Hasta ahora nos hemos interesado por los conflictos entre individuos pero en realidad en la primera Roma es mas apro- piado considerar a éstos como miembros de un grupo. Realmen- te la familia era la unidad que interesaba al primer Derecho romano. Este Derecho no se ocupaba de lo que ocurrfa dentro de la familia, Las relaciones entre sus miembros eran un asun- to privado, en el que la comunidad no intervenia. Tan es asi, que 7 para su actuacién en el trafico juridico-econémico Ia familia estaba representada por su cabeza, el paterfamilias, en el que se concentraba ademds toda la propiedad familiar. Todos sus descendientes en la linea paterna (agnaticios) estaban bajo su poder. Un hijo no dejarfa de estar bajo el poder de su padre hasta que legase a adulto e incluso, hasta que no muriese el padre, no podria tener propiedades por si mismo. Consecuen- temente toda la propiedad familiar se mantenia unida y los recursos de la familia, como un todo, se reforzaban. En la préc- tica, por tanto, una demanca interpuesta por una victima de robo o de lesién personal causada por un esclavo o un hijo se trasladaba al cabeza de familia, en la medida en que solo él podia satisfacer lo demandedo con los fondos familiares. Las XILTablas le ofrecian la opcién de indemnizat los dafios o en uegar directamente el ofensor a la vietima 0, en su caso, al pa- terfamilias de ésta (entrega noxal). No existia una accién civil que contemplase los casos de homicidio en el Derecho. Ea estos supuestos era el magistra- do quien en nombre de la comunidad tomaba la iniciativa de perseguir al ofensor, con lo que asf se evitaba el auge de las venganzas familiares y los derramamientos de sangre, Aun con todo, el Derecho establecia un marco dentro del cual se permitia a las partes arreglar sus diferencias. En la época de las XII Tablas un demandante que no reci- biese el pago de lo que el index le hubiere adjudicado en el plazo de treinta dias, podfa emenazar al demandado hasta con Ja muerte. El demandante podia hacerle comparecer a la fuer- za ante el magistrado (sin necesidad de ser especialmente cor- tés en este caso) y si,ni aun de este modo pagaba ni afianzaba el pago, el magistrado podia autorizar al demandante para que lo encadenase durante sesenta dias. En este periodo ten- dria que mostrar al «encadenado» en Ja plaza durante tres dias de mercado sucesivos con el objeto de dar publicidad a su si- tuacién y permitir asi a su familia y amigos hacerse cargo de la situacion, La tltima amenaza, si el procedimiento fallaba, era la venta del desafortunado deudor como esclavo fuera de Roma y la divisi6n del producto de dicha venta entre los acre- edores impagados. Si lo preferian, los acreedores podfan ma- tar al deudor y cortarlo en pedazos, Las XII Tablas prevefan cuidadosamente que si un acreedor cortaba més de la parte que le correspondia ello suponia la pérdida de su crédito; se anticipaba asf el alegato de Porvia contra Shylock en El mer- cader de Venecia de Shakespeare, Mas tarde los romanos reconocieron los valores del Dere- cho contenido en la Ley de las XI Tablas, sobre todo cuando comprendieron que ésta estuvo vigente en una comunidad ca- racterizada por un débil cuerpo de funcionarios encargado de hacer cumplir los mandatos de la ley. Esta ley proporcioné a Jos ciudadanos una minima estructura en cuyo seno las partes podian dirimir sus disputas. Era inevitable que la parte que contase con el auxilio de esclavos, familiares y allegados se encontraba en una posicién mas ventajosa que aquella que te- nia pocos recursos a su disposicién. EL DESARROLLO DEL DERECHO A TRAVES DE LA INTERPRETACION En el curso de la Republica la Ley de las XU Tablas sufi al- gunas modificaciones. Los acreedores de un deudor condenado judicialmente al pago de una deuda, lejos de estar autorizados para matarlo, tenfan que permitir al deudor el resarcimiento de su deuda por medio de trabajos forzados. Incluso més tarde se disefiaria un procedimiento para declarar la quiebra de un deudor mediante la venta forzosa de sus bienes en beneficio de sus acreedores. Quinientos afios después de la promulgacién de la Ley de las XII Tablas, tos romanos volvian su mirada con orgullo hacia ella, y asi el historiador Tito Livio la consi- deré «la fuente de todo el Derecho ptiblico y privado», y Ci- cerén afirmaria que todos los nifos debian aprenderla de me- moria. Los romanos tenfan una arraigada impresién sobre la re~ putacién de su Derecho, considerando que éste habia sido parte esencial en la configuracién de Ja vida de Roma desde tiempo inmemorial Al mismo tiempo, confiaban en él para que les permitiera hacer todo lo que quisieran siempre que fuera razonable. En los primeros tiempos de la Republica la interpretaci6n del Derecho, ya fuese el no escrito fus 0 la Lex de las XII Tablas, permanecfa todavia en manos de los pontifi- ces. Estos podian «interpretar» el Derecho de manera amplia, pudiendo llegar incluso a crear cualquier nueva institucién desconocida para el Derecho anterior. [La emancipacidn de los hijos del poder de sus padres es un buen ejemplo de esta capacidad de interpretacién. El poder del paterfamilias sobre los descendientes sujetos a su potestad permanecia hasta la muerte de aquél o de éstos, Durante la vi- gencia de las XII Tablas no existfa mecanismo legal alguno que permitiese romper voluntariamente dicha relacion. El pa- dre podfa explotar a sus hijos vendiéndolos para realizar tra- bajos forzados. Las XII Tablas contenian una previsién, apa- rentemente dirigida a frenar el abuso de esta facultad, segiin la cual si el padre vendlfa al hijo tres veces, éste quedaba libre. Estas ventas miltiples eran posibles gracias a que estaba pre- visto a su vez que si el comprador del hijo lo dejaba libre, éste volvia al poder det padre. Un resultado de la interpretacién de la regla de las tres ventas fue permitir al padre emancipar a su hijo. El padre si- mulaba la venta de su hijo a un amigo por tres veces; después de cada venta, dicho amigo dejaba libre al hijo, de tal forma que el hijo adquirfa Ia libertad en Ia tercera ocasion en virtud de la regla prevista en la Ley de las XII Tablas. De esta mane- ra la interpretacién de la norma puede considerarse como un modo de aplicar el Derecho con un fin claramente distinto del original. Pero {a interpretacién iba todavia més alld. La Ley de las XII Tablas se referia sOlo a los hijos de tal forma que las hijas y los nietos podrian ser vendidos cuantas veces se quisie- ra, Sin embargo, una vez que la regla se entendi referida a la 10 emancipacién se mantuvo que eran necesarias tres ventas en el caso de los hijos, pero no asi cuando se trataba de hijas y nietos, supuesto en el que era suficiente una venta para la emancipacién. No cabe duda de que la mayoria de los ciudadanos perci- bian que lo que estaba ocurriendo era una adaptacién de la norma que contenia la Ley de las XII Tablas a un fin ajeno al propésito de los decenviros cuando la redactaron. Sin embar- 20, los juristas més conservadores se sentian més cémodos con Ja idea de que la emancipacién podfa ser presentada como algo que se encontraba, al menos de forma implicita si no ex- presa, en la Ley de las XII Tablas, mejor que considerarla como una reforma enteramente nueva de la misma. EL PRETOR ¥ EL CONTROL DE LOS REMEDIOS, Durante la mayor parte de la Reptiblica, 1 desarrollo del De- recho se debié menos a la legislacién y su interpretacién que al control de los remedios legales. Originariamente la primera parte de una accién juridica era técnica y formal; existié un niimero limitado de acciones, que comenzaban por una decla- raci6n oral, con unos términos preestablecidos, en presencia del magistrado y del demandado. El demandante que no si- guiese la terminologia precisa podfa perder su accién. Tales acciones podian interponerse sdlo en determinados dias. De nuevo tan sélo los pontifices estuvieron familiarizados con es- tos rudimentos hasta que las frmulas y el calendario fueron publicados, tradicionalmente alrededor del afio 300 a.C., cuan- do el pontificado fue accesible para los plebeyos. Los magistrados, en origen los dos c6nsules, elegidos anual- mente, que reemplazaron al rey como cabeza del Estado, eran responsables de todas las actividades gubernamentales. La ad- ministracién de justicia era sélo una parte de sus cometidos, si bien el procedimiento entonces les permitia poco campo para un la innovacién. Cuando Roma se expandi6, un magistrado es- pecial, lamado pretor, también elegido anualmente, fue crea- do en el afio 367 a.C. con el cometido exclusivo de administrar justicia. Sin tener una formacién especifica sin embargo se es* peraba de él que fuera el encargado de supervisar la parte for- mal de cada accién juridica. El pretor fijaba las dos partes de la accién, la primera concerniente a la calificacidn de la cues- ti6n en términos legales y .a segunda relativa a la efectiva re- solucién de la cuestion. Esta tiltima habia sido siempre, y asi continuaba, relativamente informal. Este procedimiento era muy limitado en cuanto a su duracién, El magistrado era com- petente en la primera parte, a cual sin duda era esencial, pero era en la segunda en la que con diferencia se consumia el ma- yor tiempo. Los romanos comprendieron que en muchas oca- siones las disputas no procedian de un desacuerdo sobre el Derecho, que podia ser suficientemente claro, sino de la discu- sién acerca de los hechos, de tal forma que un ciudadano ordi- nario, sin la experiencia de los juristas, era completamente ca- paz de decidir sobre qué habia ocurtido. En la segunda mitad de la Reptblica se introdujo un im- portante cambio en el procedimiento. Cuando las partes se presentaban ante él, el pretor les permitia expresar sus reivin- dicaciones y defensas con sus propias palabras, en vez de adhe- rirse a formas predeterminadas. Una vez establecida la cues- tién de este modo, la presentaba en términos hipotéticos y en un documento escrito, conocido como formula. Esta permitia al juez condenar al demancado si encontraba probadas ciertas alegaciones y absolverle si no lo hacfa. La férmula, una vez fi- jada por el pretor y las partes, era sellada, de modo que el juez que la abriese podia estar seguro de que no habia sido mani- pulada, Toda la autoridad del iudex derivaba de la formula, te- niendo por ello que actuar dentro de sus términos. Con tal de que lo hiciese tenia, no obsante, una gran libertad para dirigir el proceso e incluso solicicar la opinién de un consilium de amigos para ayudarle a tomar una decisi6n. En los primeros tiempos de la Repiblica las partes se representaban a sf mis- R ‘mas, si bien més tarde solfan centratar los servicios de orado- res profesionales, instruidos en la retorica, para presentar su caso ante el iuder. EI pretor podia conceder una férmula siempre que estima- ra que la politica del Derecho lo justificaba, en el sentido de que considerara que un demardante, que pudiera probar su caso, debia obtener un remedio. La funcién de los pretores era declarar ¢] Derecho (dus dicere} y hacerlo efectivo a través de la concesién de los remedios adecuados, los cuales en su ma- yor parte se ocupaban de demandas preestablecidas, tales como el supuesto en que el demandado habia retenido la pro- piedad del demandante en contra de su voluntad, o aquel en el que el demandado debia dinerc al demandante. El pretor, no obstante, podria conceder una {6rmula para una situacién en fa cual no existia precedente. Oficialmente en tal caso no esta- ba creando Derecho, lo que hutiera ido més allé de sus pode- res. En efecto, estaba afirmando que la demanda necesitaba un remedio y que la ley debfa procurarlo. Aunque hablaba como si estuviera valiéndose del Derecho existente, estaba realmente creando nuevo Derecho. Hasta que los nuevos remecios fueron presentados como expresi6n del antiguo Derecho, la innovacién se enmascaré Por ejemplo, el pretor no podia tratar como duefio de la pro- piedad a quien no fo era para el Derecho civil, que estaba obligado a seguir, por lo que no podfa conceder a tal persona la accién del propietario para recuperar lo que era suyo. Po- fa, sin embargo, otorgar a un no propietario una accién alter- nativa que le permitiera obtener el control fisico de la propie- dad y protegerle asf hasta que Uegara a ser propietario en un Japso determinado.de tiempo. De manera similar, podia con- ceder la accién de heredero para recuperar la propiedad del fallecido s6lo a quien era heredero conforme al Derecho civil, Pero podia otorgar al no heredero un remedio alternativo para obtener y tomar posesién de la propiedad, Este sujeto disfrutaba de dicha propiedad como un poseedor, més que como un propietario. A buen seguro para muchos romanos B esto era una distincién puramente seméntica, pero para aque- los con unos ciertos rudimentos juridicos era importante. Ello autorizaba al pretor para conceder un remedio a la parte que lo merecfa, cuando creyese que el sentido general de la justi- cia lo requeria, mientras que al mismo tiempo mantenia la in- tegridad formal del Derecho civil. Al comenzar su mandato anual, el pretor publicaba un edicto, en el que establecfa las diversas circunstancias en las que se concederja una formula, y afiadia al final las formulas concretas. Los potenciales litigantes podrian consultar el edic- toy en ese caso solicitar cualquiera de las férmulas que contu- viese. Un demandado que discutiera las alegaciones del de- mandante no resultarfa prejuzgado por la concesién en si de la formula, ya que habria que esperar a que su oponente pu- diera persuadir al juez de que sus alegaciones estaban funda- das. La férmula era un instrumento flexible que podia moldear- se para adaptarla a los diferentes argumentos esgrimidos en su defensa por el demandado. Por ejemplo, en aquellos su- puestos en los que el Derecho civil establecia unas formas es- peefficas para llevar a cabo una transaccién, el Derecho tan s6lo se ocupaba de comprobar si las formalidades se habfan cumplido. No miraba detrés de las formas, Un importante contrato formal mencionado en la Ley de las XUI Tablas fue la stipulatio, cuya estructura a modo de pregunta y respuesta po- dia convertir casi cualquier acuerdo en una obligacién. Siem- pre que la forma se hubiese respetado, el hecho de que la pro- mesa se bubiese realizado inducida por engafios o amenazas de la otra parte resultaba irrelevante. Sin embargo, en los tilti- mos tiempos de la Republica, el pretor permitié que tanto el engafio como las coacciones fuesen alegadas en la formula a modo de defensa frente a las pretensiones del demandante, de modo que si probaba sus alegaciones resultaria absuelto. Tal defensa, 0 exceptio, era requerida siempre que el de- mandado admitiese como ciertas las alegaciones del deman- dante (p. ¢j., «Yo hice la promesa formal») pero plantease 14 otros hechos que anularan la teclamacién del demandante (p. ¢j., «pero la promesa fue conseguida mediante engatio»). Al permitir las defensas, el pretor proporcioné reconocimiento legal al principio de que las acciones contaminadas de engaiio © coacciones no producfan obligaciones, En ciertas férmulas, se pedia al iuder que condenase al demandado tan s6lo a pa- gar aquella cantidad que debia «de acuerdo con la buena fe> (ex fide bona), en tales casos no era necesaria una exceptio es- pecffica. La Gnica concesién que el juez. podfa hacer al finali- zat la accidn legal era otorgar una indemnizacién. Una vez que se hubiera pronunciado a favor de una de las partes su la- bor habfa acabado y desde ese momento dejaba de ser iuder. No podia, por lo tanto, ordenar a ninguna de las partes hacer ono hacer alguna cosa porque cuando legaba para las partes el tiempo de decidir si cumplian o desobedecfan la sentencia, el iudex habia dejado de setlo. Una decisién por la que el de- mandado debiera pagar una determinada suma resultaba la conclusién apropiada para muchos tipos de litigios pero no en todos los casos eta posible. A finales de la Replica, cuando los remedios fueron requerides més que ninguna otra acci6n legal, el pretor ya no podfa remitirlos a un iudex sino que de- bfa ocuparse personalmente, El primero de estos remedios «extraordinarios» (ie., fuera del ambito ordinatio de las formulae) probablemente fue el interdicto, una orden de hacer 0 no hacer algo dada por el pretor. Muchos interdictos fueron concebidos para prevenir interferencias en la posesién pacifica de la propiedad, asi como para asegurar que las reclamaciones se articulasen ade~ cuadamente a través de los procedimientos legales. El pretor no concedia el interdicto por la simple peticién sino cuando estuviera convencido de que habia al menos algunos elemen- tos de hecho para concederlo. Quiz el més drastic de estos remedios fuese la restitutio in integrum. Este consistia en la re- vyocacién de los efectos juridicos de un contrato que fue valido antes para el Derecho civil pero que resultaba injusto para una de las partes. Una vez concedida, las partes disponfan de 4s acciones pretorias especiales equivalentes a las acciones de las que hubieran podido disponer si la transaccién no se hubiera celebrado. El pretor debia mostrar especial precaucién al ad- ministrar este remedio. Si se concedfa ampliamente, podria minar la confianza piiblica en el Derecho. ;Para qué adherirse a Jas formas prescritas por la ley para un tipo de transaccién si una parte podia anularla porque no habfa podido prever sus efectos? Por otra parte, sehusat los remedios en general hu- biera significado perpetuar la injusticia. Los asuntos en los que el pretor estaba dispuesto a dar esta orden eran cuidado- samente seleccionados. Incluian el fraude, las coacciones, aquellos supuestos en los que el demandante, ausente durante un corto periodo de tiempo por causa de servicio piiblico, se encuentra con que otro osee su tierra de buena fe, convir- tiéndose en dueiio por efecto de la prescripcisn, y aquellos su- Puestos en los que el demandante, aunque técnicamente adul- to, era demasiado joven para saber lo que hacfa. El titimo supuesto resulta ilustrativo de la cautela con la que Roma se acercaba a la reforma del Derecho. El Derecho civil concedfa capacidad jurfdica a todo aquel menor que hu- biese alcanzado la edad de la pubertad, finalmente establecida en los catorce afios. A esta edad podfa contraer matrimonio, y si era independiente respecto del poder de su padre, adminis- trar su patrimonio por si nismo. Esta edad era completamen- te adecuada en la sencilla sociedad de los primeros tiempos de la Reptblica, pero un nifio de catorce afios no tenfa por qué ser capaz de defenderse frente a un comerciante habilido- so que pudiera persuaditle para que comprase Io que no nece- sitaba, No cabe duda de que la forma mds simple de modificar esta situacién hubiera sido la clevacién de la edad necesaria para alcanzar la capacidad. Pero esto hubiera supuesto un cambio dréstico en las normas fundamentales del Derecho tradicional, ya que la capecidad y la pubertad marchaban jun- tas. Los romanos se mostraron remisos a contemplar tal cam- bio que hubiera podido generar todo tipo de consecuencias imprevisibles. Prefirieron sermitir al pretor que en el ejercicio 16 de su poder discrecional, deshiciera los efectos de las transac- ciones en las que apareciese alguna ventaja obtenida de la inexperiencia del joven. La corsecuencia inmediata no fue otra sino que todo e] mundo rehusaba contratar con menores de veinticinco afios (el limite sefialado por el pretor), a menos que éstos fueran aconsejados por persona independiente. El Derecho procedente de la concesién de nuevos reme- dios contenido en los edictos de los pretores fue conocido como Jus honorarium (de los honores ostentados por los ofi- ciales pablicos). En la segunda mitad de la Repéblica, el ma- yor desarrollo juridico se logré a través de esta forma de ha- cer Derecho, relativa a las controversias civiles EL IUS GENTIUM Y EL ADVENIMIENTO DE LOS JURISTAS ‘Cuando una de las partes o bien ambas no eran ciudadanos resultaba inapropiado aplicar el Derecho civil a sus disputas, Al principio, cuando el némero de no ciudadanos era relativa- mente escaso los romanos recurtieron a la ficcién de conside- rar al extranjero como si lo fuera, en orden a tramitar el caso en el dmbito del Derecho civil. Tas la victoria de Roma sobre los cartagineses, en el curso de las guerras ptinicas del siglo m1, el dominio de Roma se extendi6 a todo lo largo del Medite- rréneo occidental, provocando que el ntimero de no ciudada- nos 0 peregrinos en contacto diario con los romanos se incre- mentase de tal manera, que tuvieron que ser incorporados expresamente al seno del Derecho. En el afio 242 a.C. fue crea- do un segundo pretor para tratar espectficamente de los asun- tos en los que una o ambas partes fuesen peregrinos. Los dos pretores quedaron desde entonces diferenciados como pretor urbano y pretor peregrino. El Derecho civil era un preciado bien para los ciudadanos romanos, que no podia extenderse indiscriminadamente a los peregrinos. En el siglo ut a.C. la ciudadania se convirtid en un 7 privilegio que distinguia a los romanos de otros pueblos; de ellos se esperaba un comportamiento superior al de éstos. Li- vio (34.1) recuerda cémo la Lex Oppiam del afto 215 a.C. es tablecia que las mujeres romanas vistieran ropas sencillas ca- rentes de ornamentos mientras que las mujeres peregrinas paseaban por las calles de Roma vestidas de piirpura y oro. Con todo, las disputas en que estuvieran implicados los pere- ¢grinos tenfan que ser resueltas por normas reconocidas. Los romnos solucionaron el problema por a via del prag- matismo reconociendo que el Derecho romano se construfa sobre dos clases de instituciones. Por un lado, se encontraban aquellas instituciones juridicas, tales como las ceremonias tra- dicionaies para transferir la propiedad, que por ser particular- mente romanas debian reservarse a los ciudadanos, Existian también, por otro lado, otras instituciones en el Derecho ro- mano, como muchas de aquellas derivadas de los remedios del pretor, que podian consideratse comunes al Derecho de todo pueblo civilizado. Todas éstas formaron colectivamente lo que los romanos llamaron el Lus gentium 0 Derecho de los, pueblos en contraposicién con el Derecho civil tradicional. El lus gentium abarcaba tanto a Jos ciudadanos como a los que no lo eran. Su concepcién permitis a los romanos afron- tar los problemas cotidianos que presentaban los peregrinos viviendo bajo el gobierno de Roma, Mas tarde, cuando se es- peculd sobre por qué las reglas del Jus gentium eran reconoci- das universalmente, se sugiti6 que la causa debfa estar en que estas normas no procedian de la préctica tradicional sino del sentido comtin o de la razén natural que todos los hombres compartian como parte de su naturaleza humana. Asi, el Dere- cho de los pueblos era caracterizado con frecuencia como De- recho natural (Jus naturale). De esta forma llegé a ser acepta- do que el Derecho de los pueblos y el Derecho natural eran la misma cosa, excepto con relaciGn a la institucién de la esclavi- tud. Era ésta una institucién reconocida por todas las socieda- des antiguas que claramente formaba parte del Derecho de los pueblos, pero igualmente era claro que no participaba de 18 ningtin dictado del sentido comiin y por ello resultaba imposi- ble que formase parte del Derecho natural. En los uiltimos tiempos de la Reptblica el sistema formu- lario y el resto de los remedios suplementarios posibles alcan- zaron un importante grado de elaboracién técnica, hasta el extremo de que se generé Ja necesidad de contar con especia- listas que prestaran consejo a quien lo necesitase. Ni el pretor ni el iudex, ni los abogados que representaban a las partes ante ellos tenfan formacién juridica, de tal modo que todos ellos necesitaban del auxilio de expertos. Desde la segunda mitad del siglo ut entraron en escena un grupo de expertos ju- ristas que no tenfan un papel especifico que representar en la administracion de justicia, pero que estaban preparados para orientar juridicamente a los principales protagonistas del pro- cedimiento. En un primer momento, no fueron retribuidos ya que se consideraba su trabajo como una forma de servicio pa- blico. Asumieron la funcién de los pontifices de guardianes de la ley, si bien a diferencia de éstos actuaban abiertamente en piiblico. Desde el principio el trabajo de los juristas romanos se ‘ocupé de asuntos en los que se planteaban cuestiones jurfdi- cas. Su funcién consisti6 en sugerir formulas o defensas apro- piadas para una determinada situacién de hecho y componer documentos tales como testamentos 0 contratos que permitie- ran obtener los resultados deseados por las partes y no otros. Las opiniones de estos juristas tardorrepublicanos se sustenta- ban por entero en su reputacién personal. Por otro lado, se re- copilaron en digestos las opiniones procedentes de los juristas, de mayor autoridad, de tal manera que pudieran servir de re- ferencia para aquellos casos similares que se planteasen en el futuro. Los juristas se ocuparon preferentemente del Derecho privado y prestaron escasa atencién a los asuntos piblicos, pe- nales 0 religiosos. El Derecho referente a estas dtimas mate- rias fue exchuide del Derecho civil de manera que éste se con- virti6 en sinénimo de Derecho privado. 19 EL IMPERIO Y EL DERECHO El tltimo siglo de la Repablica estuvo marcado por la confu- sion y el conflicto entre aquellos que deseaban mantener la constituci6n tradicional, asumiendo la debilidad de la direc. cién politica, y aquellos otros que preferfan fortalecer el eo. bierno incluso a costa de abandonar las estructuras juridicas tradicionales. La cuestiéa se aclaré durante el mandato de Jue lio César quien abiertamente menosprecié las instituciones re- Publicanas siendo asesirado en el afio 44 a.C. Los responsa- bles de la conspiracion, Bruto y Casio eran respectivamente Pretor urbano y pretor peregrino en ese momenta, Cuando el Imperio reemplaz6 a la Repuiblica, el primer emperador, Augusto, se spresuré a calmar a sus sibdites com, firmando el mantenimiento de la estructura politica de la constitucién republicana. En los primeros momentos del nue. vo régimen, la asamblea popular se reunié con normalidad tal como lo habia venido haciendo con anterioridad. Sin embax £0, comoquiera que carecia de fondos para hacer frente a los gastos de representacidn y requeria la presencia de los vide. danos que quisieran participar en sus deliberaciones en la Préotica se convrtié en lugar de encuentro de la chusma due vivia en Roma. Los emperadores evitaron discretamente re, Sentar a la asamblea las propuestas legislativas mas importan- tes. De esta forma, en su lugar, las resoluciones del senado, compuesto mayoritariamente por antiguos magistrados, ad: quirieron fuerza de ley El edicto del pretor, publicado anualmente por los sucesie vos pretores,aleanz6 un grado de elaboracin tal que lo hacia dificmente mejorable de un aio a otro. En los albores del si slo u, bajo el mandato de’ emperador Adriano, se revistid de una forma permanente por el jurista Juliano. Comenzaba con ®l procedimiento diseftaco para las acciones formulariay y abarcabe desde el requerimiento del demandante hasta Ly conclusién del litigio ante el pretor, comprendiendo la regula, 20 cidn de los medios disponibles para hacer cumplir lo juzgado, finalizando con una seccién decicada a las interdictos y ex- cepciones. Es facil apreciar como este orden fue constiuido sobre el modelo de la Ley de las XII Tablas. El propio emperador asumid poderes legislativos provo- cando que las constituciones imperiales fuesen reconocidas como fuente del Derecho con la fuerza de una fex. Aunque los emperadores ocasionalmente legistaran a través de edictos, la mayorfa de estas constituciones fueron rescriptos cuyo conte- nido consistia en respuestas formculadas en nombre del empe- rador a cuestiones juridicas planteadas por los litigantes en un procedimiento, o bien por oficiales pttblicos, como los gober- nadores provinciales. Los rescriptos eran redactados por ju- ristas al servicio de Ja cancilleria imperial; normalmente se ocupaban de declarar y clarificar el Derecho vigente y muy raramente introducian cambios significativos. En el siglo ut d.C, el Imperio romano se extendfa al oeste por la mitad sur de Britania, Galia y la Peninsula Ibérica, y a Jo largo de la margen oriental del Rin y por las tierras del sur del Danubio, hasta llegar a Asia menor, Siria y Egipto en el este. La ciudadanfa romana perd:6 el cardcter de exclusividad del que habia disfrutado durante la Repiiblica. Al final de ésta, la ciudadania se habia extzndido a la mayor parte de aquellos que vivian en Italia, es decir, la Italia actual al sur del rio Po, El Imperio utiliz6 la concesi6n selectiva de la ciudada- nfa como medio de integracién en un conjunto tinico de todos aquellos habitantes de los territorios, de tal manera que se rom- piese la conexi6n entre ciudadania y origen italiano. De forma ecreciente, un avauve politico, social y coondémico afectd a aquellos que eran ciudadanos, s6lo que ahora la ciu- dadania resultaba compatible con el mantenimiento de las leal- tades locales, en tanto en cuanto no desafiaran la dominacién de Roma. Ambiciosos habitantes de las provincias estaban em- pefiados en el reconocimiento de Roma como una patria co- min, Adems en los primeros tiempos det Imperio, los miem- bros de fas aristocracias provinciales, particularmente las del a este, tales como la de Espatia,se convirtieron en los mas pro- minentes sustentadores de los valores tradicionales romanos El funcionamiento del gobierno imperial lleg6 a depender de estos hombres. Primero sirvieron como oficiales del ejército y agentes del fisco, mas tarde eniraron en el senado romano, lie garon a ser cénsules y posteriormente incluso gobernaron las provincias militares de las fronteras. La politica imperial reforz6 los municipia, comunidades de latinos o ciudadanos con un cierto grado de autogobierno. Un ciudadano en un municipium provincial tenia un estatuto do- ble, ya que cada comunidad disponia de una ley municipal que regulaba con un grado de detalle considerable la organizacién de la vida en comtin, poniendo especial énfasis en el procedi- miento legal para solucionar los conflicts. Aunque existfan variaciones en cuanto a los detalles, sabemos que, al menos, en las provineias occidentales, hubo una ley esténdar que se utili- 26 como modelo en la mayoria de las ocasiones; esta ley asi milaba en el municipia tanto como era posible las institucio- nes y los procedimientos que existian en Roma, La muestra més importante de esta préctica es la inseripcién hallada en unas tablas de bronce descubiertas en 1984 y que contenfan dos terceras partes de la Ley municipal de Irni en Espaiia. Partes significativas de la Ley de Irni, que data del tiltimo cuarto del siglo 1 d.C., reproducen fragmentos de otras leyes municipales conocidas desde tiempo airés. Esta identificacién muestra que las instituciones de Roma sirvieron como el mo- delo al que las comunidades locales aspiraban cuando las cir- cunstancias lo permitieran. Sin embargo, en las provincias orientales de lengua gricga, las antiguas ciudades-estado se encontraban menos dispuestas a abandonar su Derecho tradi- cional. Los dos primeros siglos de la era cristiana marearon el punto dlgido del desarrollo juridico romano, en el sentido de que técnicamente se habian alcanzado sus formas més sofisti- cadas y refinadas; este periodo es conocido como la época clé- del Derecho romano, Estos siglos también fueron testigos de algunas de las més barbaras atrocidades de emperadores tan brutales como Nerén, Caligula y Domiciano. Se da la pa- radoja de que sus reinados contribuyeron a la culminaci6n de la gloria de Roma como estado del Derecho. La respuesta debe encontrarse en una distincién, tacitamente aceptada: la separacion del Derecho privado de las otras ramas del Dere- cho. El Derecho privado se ocupaba de las relaciones entre los individuos. Los primeros emperadores tenfan asumida la idea de que poca ventaja podria obtenerse interfiriendo en el Derecho privado, de tal modo que serfa una buena politica preservar y desarrollar el Derecho privado sin introducir cam- bios innecesarios. LOS JURISTAS EN EL PERIODO CLASICO EL principal motor del desarrollo jurfdico en el periodo chasico fue la literatura producida por los juristas, tanto La de aquellos que se encontraban al servicio del emperador, como la de aquellos otros que se ocupaban de la préetica privada. Los ju- ristas como clase gozaron del favor de los emperadores; ya Augusto concedi a ciertos juristas la facultad de emitir pare- ceres investidos de la autoridad imperial, aunque quizé tan s6lo para aliviar la presién que sufria la cancilleria imperial por la enorme demanda de rescriptos. Un siglo més tarde ‘Adriano dispuso que si las opiniones de todos [os juristas con esta facultad eran undnimes tendrfan la consideracién de ley. La trascendencia de esta disposicién no queda clara, pero si cl hecho de que se trataba de una practica basada en la cita como precedentes de las opiniones de juristas dadas en casos similares del pasado. El Derecho de los juristas del periodo clasico estaba carac- terizado por ciertas notas, que pueden resumirse como sigue. Primero, hubo una serie continua de sujetos, todos ellos dedi- cados al Derecho y cada uno familiarizado con conceptos ela- B borados por sus predecesores, cuyas opiniones citaban, espe- cialmente cuando estabaa de acuerdo con ellas ¢ incluso algu- nas veces cuando no era asi. En segundo lugar, de ellos puede afirmarse que s6lo cabfé que tuvieran un conocimiento am- plio de! Derecho privado. El pretor ejercfa su cargo durante un afio, el iudex tan sdlo se ocupaba de los hechos de aquellos casos que presidia, y los abogados anteponfan la destreza en la argumentacién al conocimiento mismo dei Derecho. Liegs a existir una tendencia, representada por Cicerdn, exitoso abogado, a burlarse de Ics juristas precisamente porque pare- cfan estar inmersos en minucias legales, tales como el derecho a que el agua de tluvia caida en el tejado propio vertiese sobre el tejado vecino. En tercer lugar, los juristas se ocuparian de la practica cotidiana del Derecho y reconocerfan cundo eran necesarias modificaciones y reformas de las normas. Aunque por lo general tenfan disefpulos, no eran unos sesudos estudio- sos absolutamente fuera de los limites del mundo real. Final- mente, disfrutaban de completa libertad para expresar opinio- nes divergentes. Comoquiera que la discusién juridica giraba en torno a casos concretos, surgian inevitablemente las con- troversias, aunque sélo fuera por la existencia en éstas de al menos dos partes, cada una de ellas con la pretension de tener raz6n, Esto no quiere decir que forzaran la ley a favor del cliente que les consultaba, sino més bien que estaban prepara- dos para determinar los limites de cada regla juridica. El Derecho clisico fuz de este modo producto de fa con- troversia, Las téonicas usidas diferfan segdin que el Derecho aplicable tuviese 0 no forma escrita, Cuando los juristas se ocupaban del texto de ura ley promulgada por Ia asamblea republicana, del edicto del pretor o de un contrato o un testa~ mento, los problemas tenfan que ser resueltos a través de la interpretacién dada a las ‘rases especificas del texto, combina- da con el despliegue de un conjunto de argumentos acumula- dos en el tiempo. ;Prevalecerfa el sentido literal del texto o su espiritu? {Seria lo decisivo la intencidn verdadera de su autor, incluso cuando éste se hubiese expresado ambiguamente? y 24 en ese caso, ,c6mo seria determizada? Cuando la ley no esta- ba formulada por escrito, se asentaba sobre las opiniones de Jos juristas, opiniones que no gozaban de la autoridad de un texto fijo y predeterminado, lo que proporcionaba a éstos un campo més amplio para la reformulacién del Derecho. En las fuentes que han Ilegado hasta nosotros apenas que- dan testimonios de estos desacuerdos entre los juristas (en conereto, los puntos de vista minoritarios tienden a desapare- cer de las fuentes), sin embargo conocemos la existencia de dos escuelas o sectas que agrupacon a los juristas en el perio- do comprendido entre el siglo 1 4.C. y 10s inicios det siglo .C, conocidas como los Proculeyanos y los Sabinianos. Existe un importante debate doctrinal sobre las diferencias bésicas entre estas escuelas, si bien parece claro que estas diferencias se refieren més a cuestiones de nétodo que sustantivas. Los Sabinianos tendian a justificar sus opiniones, baséndolas en la prictica tradicional y la autoridad de los primeros juristas, La biisqueda de soluciones para los diferentes casos especificos era la principal preocupacién de esta escuela, aunque ello pu- diera suponer abandonar la l6gica y ta racionalidad. Cuando interpretaban los textos no les importaba si las mismas pala- bras tenfan distinto significado ea diferentes textos. Los Pro- culeyanos, por su parte, defendiar. la estricta interpretacidn de todos los textos e insistian en que las palabras y las frases de- berfan tener en todos los casos un significado tinico y constan- te. Con relaci6n al Derecho no escrito aceptaban que era un sistema de reglas ldgicas y coberentes, de tal forma que miran- do detrds de ellas podfan identificarse los principios que resi- den en las mismas. Asf, podfan utilizar la analogia para exten- der el Derecho de unos casos a o-ros, Independientemente de su adscripcién los juristas descorfiaban de las formulaciones genéricas de principios. Y no porque fuesen incapaces de for- mularlas sino porque entendfan cue cuanto més amplia fuera la formulacién, mayor numero de excepciones se presentarfan a su aplicacién y de esta manera se corria el peligro de que el Derecho se convirtiese en algo incierto e impredecible. 28 LA ORDENACION DEL DERECHO La elaboracién del Derecho clasico permaneeié de forma pro- Jongada centrada en los casos, ya fuesen éstos reales 0 hipot ticos, como los imaginados en las escuelas. Inevitablemente un sistema casufstico deviene intrincado y complejo, reclamando sistematizacion y clasificacién por categorfas. El proceso de ordenar de algtin modo el Derecho comenzé en los dltimos tiempos de la Reptiblica bajo la influencia de los métodos ariegos de clasificacién. Los mismos griegos no habfan aplica- do a su propio Derecho estas técnicas tanto por falta de una clase de juristas profesionales como por cuanto su sistema ju- ridico no se prestaba al desarrollo. Sobre el afto 100 a.C. ef jurista Quintus Scaevola publics ‘un pequeiio tratado sobre el Derecho civil en su totalidad. La primera parte del libro, dedicada a los testamentos, los lega- dos y la sucesién intestada ocupaba aproximadamente una cuarta parte del conjunto de la obra. Los problemas que se planteaban alrededor de la sucesién en ta herencia del cau- sante producian més disputas que cualquier otro género.dé casos. El orden social estaba asentado sobre la familia como unidad; la finalidad principal de un testamento pasaba por de- signar a los herederos que, a la muerte del cabeza de familia, ocuparian su lugar hasta Ia siguiente generacin. El testador ademis de designar a sus herederos en su testamento podia otorgar legados, designar tutores para sus hijos impiiberes y li- berar esclavos. Puesto que la propiedad se concentraba en la familia mas que en el individuo, no debe sorprender que la su- cesiOn por causa de muerte apareciera tan ampliamente regu- Jada en el Derecho. Ademds de la sucesién, Mucius agrupé los modos de adquirir el dominio y la posesi6n, si bien el resto de las cuestiones del Derecho privado parecian estar mezcladas sin ningtin orden reconocible. Un siglo mas tarde otro jurista Masurio Sabino, que dio su nombre a la escuela de los Sabinianos, completé el esquema 26 de Mucius y agrupé otras materias que comenzaban a recono- cerse por st proximidad entre ellas. Por ejemplo, Mucius traté Jos robos y los daiios a la propiedad de manera diferenciada mientras que Sabino lo hacfa de manera conjunta, reconocien- do asi la categoria del ilfcito (delito) que proporcionaba a la vietima una accién civil para conseguir que se sancionase a quien lo hubiese cometido. Sabino, sin embargo, no percibid una categoria equivalente para los contratos y por ello se ocu- 6 de los diferentes modos, bastante distintos entre sf,a través Ge los cuales dos partes podfan constituir una obligaci6n vin- culante. La mayoria de {os juristas cldsicos presentaron sus opinio- nes, bien en forma de comentarios al tratado de Derecho civil de Sabino, bien como un comentario sobre ¢l edicto del pre- tor (ahora codificado). Hubo que esperar hasta la mitad del siglo 11 para que se produjera un avance sustancial en el cam- po del Derecho privado y éste, ademés, no fue percibido més allé del Ambito puramente académico. El autor fue un oscuro jurista conocido simplemente como Gayo (sin el nombre ro- mano completo, compuesto por tres nombres) del que se sa- bia que era profesor de Derecho. Los primeros juristas habian tenido discfpulos si bien su tarea principal consistia en la préc- tica profesional del Derecho. Gayo, sin embargo, parecia ha. erse dedicado en exclusiva a la ensefianza y por ello adoleci6 de falta de reconocimiento en su tiempo. El esquema del manual con el que ensefiaba a sus diseipu- los, las Instituciones, se basaba en una clasificacién del Dere- cho en tres partes. Esta tricotomfa era especialmente atractiva para los profesores al tratarse de un ntimero manejable, id6- neo pata alumnos con limitada capacidad. El esquema de Gayo divide al Derecho en tres partes: personas, cosas y ac~ ciones. La primera categorfa se ocupaba de os distintos tipos de status personal considerados desde tres puntos de vista, esto es, libertad (zEI individuo es libre o esclavo?), ciudadania (Es peregrino 0 ciudadano?), y situacién familiar (zEs pater- familias 0 se encuentra bajo la potestad de un ascendiente?). an La segunda categoria, cosas, ocupaba la mayor parte de la clasificaci6n. Incluia todo aquello susceptible de tener un va- lor econémico y comprendfa tanto las cosas corporales como las incorporales. Las coses fisicas, ya fueran muebles o inmue- bles, habian sido siempre consideradas como tales. Bajo la nueva clase de cosas incorporales, Gayo colocé en primer Iu- gar a las colectividades de cosas que se transmitian en bloc (per universitatem) de una persona a otra, tal como ocurria con la herencia que pasaba en bloc del causante a sus herede- 08. Tales pluralidades de cosas podian incluir cosas corpora- les pero ser ellas mismas incorporales. El otro componente que Gayo situé entre las cosas incorporales fueron las obliga- ciones. La nocién de obligacién habia sido usada para descri- bir los diferentes medios a través de los que una persona po- dia convertirse en deudo: de otra y normalmente habfan sido estudiadas desde la dptica de la persona obligada, es decir, el deudor. Cualquiera que prometiera formalmente a otro pa- garle una cantidad de dinero devenia obligado con éste; quien recibiera algo de otro para asegurar una deuda existente se encontrarfa obligado a devolverle la fianza una vez que la deuda estuviese pagada. A veces el pretor consideraba a las partes obligadas mutuamente como consecuencia del acuerdo alcanzado entre ambas. £1 principal ejemplo era el acuerdo para la venta de bienes. Una vez. que las partes incondicional- mente acordasen la vents, de tal forma que el vendedor acep- taba entregar la cosa vendida y el comprador aceptaba pagar el precio, quedaban obligadas entre ellas. Los juristas anteriores a Gayo ya habjan apreciado que la mayoria de las obligaciones procedian de un acuerdo previo entre las partes, aun cuando lo que las hacia juridicamente exigibles era algo més que el simple acuerdo. Asi la mayor parte de las obligaciones 2articipaban de un elemento comin: el acuerdo entre las partes, cualquiera que fuera la causa que les proporcionara la fuerza de obligar. Los contratos, que im- pontan obligaciones para las partes, habfan nacido como cate- goria. Ahora, Gayo ofreca una nueva visin de la obligacién: 28 no sélo la contemplaba como una carga para el deudor, sino también en forma de un activo en manos del acreedor. Ocu- pandose del derecho del acreedor a perseguir al deudor como una obligacién, Gayo pudo expandir el concepto de obliga- cidn e incluir en la categoria no sélo a los contratos sino tam- bién a los ilfeitos civiles y a los delitos, como fuentes de las obligaciones. La tercera parte del Derecho en el esquema de Gayo esta- ba dedicada a las acciones. En ella no se ocupaba tanto del procedimiento para demandar ante los tribunales como de las, diferentes clases de acciones, tales como aquellas que podfan ser ejetcidas contra cualquiera, como por ejemplo, las de re- clamacién de la propiedad, en contraste con aquellas otras que tan s6lo cabria interponer contra algtin individuo concre- to, por ejemplo las acciones que compelian al cumplimiento de las obligaciones. La obra de Gayo se enmarca cronolégicamente en el cenit del periodo clésico. En este momento, los contenidos del De- echo privado, en mayor o menor medida, ya se habfan fijado. ‘Su esquema contenia varios elementos novedosos. Inclufa a las acciones entre Jos fenémenos juridicos clasificdéndolos en paralelo a las personas y las coses; incluy6 a las cosas incorpo- rales en la misma categoria que las cosas fisicas; y reconocié tanto a los contratos como a los delitos como fuentes de obli- gaciones. El esquema de las Instituciones estaba destinado a tener uuna enorme influencia en el futuro aunque en su tiempo tuvo poco impacto fuera del Ambito ccadémico, Los juristas précti- sitaban un orden sistemstico. cos no nec LA CULMINACION DE LA JURISPRUDENCIA CLASICA, Nada més empezar el tercer siglo de nuestra era, el empera- dor Antonino Caracalla promulgé un importante edicto que 29 tuyo el efecto de convertir a la mayor parte de los habitantes de su imperio, con independencia de su voluntad, en ciudada- nos romanos, La Constitutio Antoniniana del alo 212 d.C. no fue promulgada tanto por generosidad como por razones fis- cales, de tal manera que fuese posible aplicar el impuesto de sucesiones que gravaba la herencia de los eiudadanos a un su- perior ntimero de personas. Otro resultado fue que iguaimen- te se esperaba que muchos individuos que no se consideraban romanos y que incluso desconocfan el latin, convertidos en ciudadanos romanos, adecuasen sus vidas a los esquemas del Derecho civil. El periodo clésico alcanz6 su climax en la década inmedia- tamente posterior a la Constitutio Antoniniana sobre todo a través de Ia obra de tres juristas: Papiniano, Paulo y Ulpiano, quienes afios més tarde serfan considerados los juristas mas sobresalientes. Cada uno de ellos desempefié el més alto ofi- cio imperial, prefecto det pretor que era tanto el funcionario jurista de més alto rango al servicio del emperador como su Jefe de gabinete, Todos ellos escribieron prolificamente sobre cuestiones juridicas. Papiniano destacd en el andlisis de los ca- sos especificos y sus soluciones a los problemas juridicos mos- traban un profundo sentido moral y el deseo de aleanzar un resultado justo. Paulo y Ulpiano son conocidos por sus magni- ficos comentarios en los que sintetizaron la obra de sus prede- cesores, transmitiéndola a las generaciones posteriores en una madura, aunque todavia compleja, forma En una obra de cardcter bésico e institucional, Ulpiano es- tableci6 por primera vez una distincidn clara entre el Derecho piblico y el Derecho privado. Hasta entonees la expresién «Derecho publica» no habia tenido un significado preciso, so- lia ser utilizada para indiear aquellas normas de Derecho civil que no podian ser alteradas por el acuerdo de las partes, a di- ferencia de aquellas otras modificables a voluntad de las par- tes Ahora Ulpiano aplicé este nombre al Derecho que se ocu- paba principalmente de los asuntos piblicos, tales como el poder de los magistrados y la religién del Estado, por contra- 30 posici6n al Derecho que concernia a los intereses de los suje- tos privados, Su propésito sélo puede ser objeto de conjeturas, pero el hecho de que la obra apareciera justo después de la Constitutio Antoniniana es de por st significativo. Ulpiano probablemente deseaba proteger al Derecho civil tradicional de las interferencias imperiales y acaso confirmar, para los nuevos ciudadanos a los que ahora se les aplicarfa éste, que el Derecho civil era algo bien distinto del Derecho piblico. La distincién iba a tener consecuencias inmediatas. Con el asesinato de Ulpiano a manos de unos pretorianos rebeldes en el aiio 223 4.C. (Papiniano habia sido ejecutado por orden de Caracalla una década antes) finalizaba el perio- do cldsico. El segundo siglo de nuestra era supuso un tiempo de paz y estabilidad inusual para el Imperio romano. El his- toriador del siglo xvi Edward Gibbon se refirié a esta épo- ca como «el periodo de la historia de la humanidad durante el cual Ja condicién de la raza humana ha sido mds feliz y prospe- ra» (Decline and Fall of the Roman Empire, cap. 3). El siglo m, por contra, fue un periodo de un desorden social considera ble. Aunque los rescriptos imperiales muestran los esfuerzos realizados, al menos desde la cancillesia imperial, para mante- ner el nivel del Derecho anterior, hubo poca doctrina juridica de la calidad necesaria para mantener la vitalidad del Derecho. LA DIVISION DEL IMPERIO El centro de gravedad del Imperio se traslada ahora lejos de Italia y Roma, No era ya posible seguir goberndndolo como una simple unidad. En el afio 284, erigido emperador Diocle- ciano, decide acometer Ia reorganizacién del gobierno impe- rial. Délmata de origen, visité Roma por vez primera cuando llevaba ya veinte afios como emperador. Dividi6 el Imperio en dos mitades, este y oeste, cada una regida por un Augustus. Para si escogié la parte este, a la que gabernd desde su capital 3 en Nicomedia, en el Noroeste de Asia Menor. Las provincias fueron divididas en pequeiias unidades y agrupadas en treinta didcesis, a su vez unidas en cuatro grandes pretecturas, de for- ma que los gobernadores de las diécesis eran representantes (vicarit) de los prefectos. Esta estructura administrativa determina el inicio del pro- ceso de particién del Imperio, ya que cada parte tenfa su pro- pio emperador. A comienzos del sigio 1v Constantino estable- cio en Bizancio, Costantinopla, la nueva capital de la parte este, mientras que el gosierno imperial occidental quedaba establecido en Milin. Tedricamente, aunque las relaciones de ambas partes eran a veces hostiles, el Imperio era considerado todavia como una unidad, en la que gobernaban conjunta- mente los dos emperadores, Estos lucharon por mantener las fronteras del Imperio a Ic largo de la linea formada por el Rin y el Danubio, frente a las constantes incursiones de las tribus germanas. Estas, a su vez, estaban siendo presionadas hacia el este por el avance de otras tribus, particularmente los terro- rificos hunos. La defensa de la frontera requiri6 un ejército de alrededor de medio millin de hombres para lo cual se esta- blecieron tratados con tribus amigas, que se integraron asi en el Imperio como foederati,con el convencimiento de que ayu- darfan a defenderlo. Gran mtimero de propietarios fueron obligados a reclutar soldados, tomandolos de sus dominios, o, en caso contrario, a pagar para que fueran reclutados en otro lugar. Como resultado, mtchos de los llamados barbaros se in- tegraron en el ejército romano Hegando incluso alguno a al- canzar un alto grado. A diferencia de los habitantes de las Provincias del siglo 1, estos godos, francos y vandals del siglo IV conservaron su identidad germénica y no fueron completa- mente romanizados. Los habitantes de lengua griega del Imperio Oriental, el cual habia resultado mens afectado por la infiltracién barba- ra que el Occidental, empzzaron ahora a pensar en ellos mis- ‘mos como los primeros depositarios de las tradiciones roma- nas, Ellos se llamaban a s{ mismos Rkoma‘oi y Constantinopla 2 era conocida como Nueva Roma. A finales del siglo 1v, sia embargo, también empezaron a sentir la presién de los barba- 10s En el afio 376 los visigodos entraron en Tracia y derrot: ron al ejército imperial de oriente en Adriandpolis, distante sélo 220 km de Constantinopla. La situacién fue restablecida por el iltimo gran emperador guerrero, Teodosio 1, si bien a costa de la «barbarizacién> del ejército oriental. Por medio de un tratado sin precedentes, en el afio 382 permitis a los visigo- dos establecerse al sur del Danubio como una tribu auténo- ma, con su organizacién tribal irtacta y bajo sus propias leyes. ‘A la muerte de Teodosio en el aiio 395, se constituy6 la di- visién formal del Impetio en dos partes. Dicha division se basé en un reparto equitativo de los recursos. Italia, Africa, Espatia y Britania permanecieron en la parte occidental, y ‘Tracia, Asia Menor, Oriente y Egipto en Ia parte oriental. La prefectura central de [llyrium fue dividida en dos: Panonia, (correspondiente al sur y este del Danubio, en las actuales Austria y Hungria) que fue asignada al oeste, mientras que Dacia (hoy Rumanfa) y Macedenia lo fueron al este. La fron- tera empezaba en la confluencia de los rfos Sava y Danubio cerca de Singidunum (actual Belgrado), continuaba hacia el sur a lo largo del rio Drina hasta el Adriético, Hlegando hasta el Mediterraneo para separar Africa de Egipto. Como Edward Gibbon dijo, «Las ventajas de los territo- rios més ricos, mas poblados y militarmente més poderosos fueron equilibradas y compensadas con esta divisién final y definitiva del Imperio romano» (Decline and Fall... cap. 29). La separacién entre el oriente, principalmente de habla grie- ga, y el occidente latino habria de tener importantes conse- ‘cuencias en los siglos posteriores. Ello fue determinante para el establecimiento en el Oeste de importantes éreas de hege- monja de la cultura latina frente a aquellas otras, que en el Este, tendrén a la cultura griega como fundamento, si bien ésta seria sustituida mas tarde por la cultura eslava. El reinado de Teodosio supuso la conclusién de otra trans- formacién del Imperio iniciada ea la época de Constantino, co- 33 nocida como Cristianizacién. El edicto de Mildén de Constanti- ‘no, en el afio 313, terminé con la persecucién oficial de los cris- tianos. Impaciente con las sutilezas teol6gicas, Constantino hizo grandes esfuerzos en favor de la unidad de la Cristiandad, en- frenténdose con el cisma donatista y con la herejfa arriana, la- bor que culmind en el concilio de Nicea del afio 325. Sin embar- 0, los antiguos cultos romanos pervivieron y hasta Teodosio, los emperadores orientales aceptaron el titulo de ponitifex ma- ximus. Teodosio, comprometido partidario del catolicismo mas ortodoxo, fue mucho mas estricto que sus predecesores en la aniquilacién del paganismo y en hacer del Catolicismo la religisn oficial mas que un mero conjunto de creencias cristianas. El he- cho de que los visigodos se mantuvieran firmes en sus creencias arrianas gener6 problemas en sus relaciones con ellos. La nueva religiGn afecté de manera intensa y desde el principio a ta supremacta del emperador, dado que é1 mismo se convirtié en el ministro de Dios para el beneficio de los hombres, si bien algunos aguerridos obispos hacfan valer fren- te a él su poder espiritual. Después que Teodosio hubo orde- nado la matanza de los ciudadanos de Tesalénica por linchar al comandante de la guarnici6n, San Ambrosio rehusé darle ta comunién hasta que hiciera penitencia en la catedral, lo cual hizo. El Cristianismo parecié tener, no obstante, poco efecto sobre el Derecho privado. La legislacién entré poco en con- flicto con la préctica del Cristianismo, como por ejemplo una ley de Augusto que penalizaba el celibato buscando aumentar el indice de natalidad entre los ciudadanos fue revocada. Pero en general el Derecho privado de los tiempos paganos necesi- t6 de pocas reformas para ajustarse al Imperio cristiano. EL DERECHO POSTCLASICO ¥ EL PROCEDIMIENTO Al igual que el gobierno se hizo més burocrdtico, lo mismo su- cedié con el procedimiento juridico. Se abandoné el procedi- miento formulario que dividfa la accidn en dos fases, una diri- gida por el magistrado y Ja otra en manos de un profano. Fue reemplazado por el procedimiento de la cognitio, en el que el index seria un juez profesional seleccionado oficialmente, y al que le corresponderia ademas conocer la totalidad del asunto. Si la oralidad habia sido la faceta predominante del modelo procedimental anterior, ahora se abre paso la escritura. El de- mandante debia presentar por escrito su demanda ante el tri- bbunal, De este escrito se daba traslado al demandado de tal manera gue pudiera formalizar su defensa. Las partes compa- recerian ante el juez para que éste valorase las cuestiones jurt- dicas relacionadas con el caso y a través de la prueba testifical pudiese conocer los hechos, de tal forma que dispusiera de elementos bastantes para dictar una sentencia, Si el acusado resultaba condenado, la sentencia era ejecutada por un oficial del tribunal, a menos que hubiera sido objeto de un recurso de apelacién. Ninguna apelacién habia sido posible contra Ia sentencia dictada por el iudex lego. La decisi6n del profano se configuré histéricamente como una alternativa a la decision basada en el resultado de la ordalia, el juicio de Dios, y no era posible apelar contra el juicio de Dios. Una parte que pudiera demos- trar que el iudex habia hecho suya la causa (litem suam fecit), ya fuese por predisposicién o incompetencia, dispondria de ‘una accién para actuar contra él personalmente, si bien el fa~ llo tenia que mantenerse. Segiin el nuevo procedimiento era posible apelar desde las decisiones de los jueces de primera instancia hasta las de los més altos tribunales,a través de Ta je~ rarqufa judicial, pudiendo llegar al mismo emperador. Comiparado con el procedimiento formulario, el de la cog- nitio requeria més tiempo. Los jueces de menor rango dedica- ban gran cantidad de tiempo a recopilar y practicar las dife~ rentes pruebas mientras que los jueces de mayor rango se ocupaban de la resolucidn de las apelaciones. Con todo, el nuevo procedimiento, as{ como la estructura gubernamental, fueron copiados por la Iglesia para su propia administracién, 35 por lo que fue éste el Ambito en el que se desarroll6 el primer Derecho canénico. Més :arde iba a tener une influencia deci- siva en el procedimiento civil continental, ‘Ademis del personal al servicio de la cancilleria imperial (para la emisin de rescriptos que continuaba sin cesar) y los jueces integrantes de los distintos Grganos del sistema juris- diccional, cada uno de los goberaadores provinciales y cada vicarius de una diécesis necesitaban un consejero juridico que les asesorase. Estos trabajaban andnimamente y, salvo Paulo o Ulpiano, no contribuyercn ai desarrollo de la literatura jurfdi- ca. ¥ aunque no se produjo una reduccién en el mimero de ju- ristas, si que se operd una notoria disminucién de su calidad. Los mejores cerebros, que en el segundo siglo de nuestra era habjan sido atrafdos hacia ei estudio del Derecho, ahora se apartaban de él. Las profundas transformaciones sociales de este tiempo hicieron que las mejores inteligencias prefiriesen dedicar su reflexién a la ciudad divina més que tratar los asuntos de la ciudad terrena. El periodo de declive de los es- tudios juridicos vio florezer el pensamiento teolégico repre- sentado por la literatura patristica. Incluso Tertuliano, el pri mer Padre de la Iglesia, habfa comenzado su carrera como jurista, si bien después abandonarfa esta senda, Dejando a un lado la cuestidn de La calidad de los juristas, el abandono del procedimiento formulario generé toda una serie de efectos sobre el Derecho. Ya no iba a ser necesario elegir una formula determinada, sino que era posible ejercer una accién sin identificar con precision cusiles eran los funda- mentos legales de la demanda. En el procedimiento anterior la division de funciones establecida entre el pretor y el index se reflejaba en la separacién entre Derecho y hechos. Ahora gue un sélo juez conocia de Ia totalidad del proceso, esta dis- tincién se difumin6, De hecho, las cuestiones juridicas podian emerger gradualmente coaforme la instruccién del caso avan- zaba. Los términos juridicos perdieron su significado técni- co, lo que provocs una pérdida de precisién en el propio De- recho, 36 Por ejemplo, el Derecho clisico definié con precisién la distincién entre propiedad y posesién. A menudo, la propie- dad y la posesién de una cosa determinada recafan sobre una misma persona, pero era posible ser propietario de algo, en el sentido de disponer del titulo de propiedad, mientras que otra persona distinta disponta fisicamente de la cosa. El propieta- rio que careciese de la posesidn retenta a su favor una aecién especifica, la vindicatio, a través de la que «reivindicaba» lo que alegaba ser suyo y estaba en posesin de otra persona, Este titimo no podia reivindicar la cosa, aunque sf podia utili- zar los interdictos que le permitian resistir frente al propieta- rio cuando éste tratase de recuperar la cosa directamente, en vez de probar su titulo a través de una vindicatio. En el Dere- cho postelésico la vindicatio se zonvirtié en una accidn a dis- posicién de todo aquel que reclamase la posesién de cualquier cosa; de esta forma, la distincida entre propiedad y posesion perdié importancia Igualmente el Derecho clésico distinguié entre el contrato a través del que se dispone de la propiedad, esto es, el acuerdo para venderla, de la transferencia real de la propiedad del vendedor al comprador. El contrato formaba parte del Dere- cho de obligaciones por cuanto imponfa al vendedor el deber de transmitir la propiedad y al comprador el de pagar el pre- cio, pero no tenfa efectos directes sobre la propiedad. Hasta la entrega la propiedad permanecia en manos del vendedor y la entrega formaba parte del Derecho de cosas. Ahora esta dis tincién también devino difusa ce tal forma que se decia que cla venta transmitia la propiedad». Para todos aquellos admiradores de la precisin y Ia exac- titud del pensamiento caracteristico del periodo clasico, estos ejemplos tiften al Derecho posickisico de una apariencia de descuido y degeneracién. La pérdida del cardcter cientifico hace que se le denomine «Derecho vulgar», por analogia con el latin vulgar propio de la época, durante la cual se transfor mé en las diferentes lenguas romances. Otras opiniones pre- fieren reforzar la idea de que el Derecho tenia que adaptarse 7 a las condiciones de la sociedad en la que debia aplicarse. Sila sociedad demandaba mayor informalidad a costa de sacrificar su cardcter téenico, ello deberia ser visto como un signo de vi- talidad juridica y «crecimiento organico». La difusién de la ciudadanfa por todo el Imperio, confor- me a la Constitutio Antoniniana, combinada con la relajacion del control de las provincias por parte del gobierno central, signifies que el Derecho romano no fuese ya mas idéntico en todas partes. Lo que antes habia sido un Derecho uniforme, aplicable a los ciudadanos dondequiera que residiesen, se con- vertia en un sistema fragmentario portador de particularida- des provinciales. La exiensiGn exacta de las variedades es dit. «il de precisat, sobre todo porque salvo la excepcién de Egipto, los testimonios sobre esta diversidad son incompletos. En Egipto, la sequedad del clima ha preservado una gran canti- dad de papiros, muchos de los cuales recogen transacciones juridicas. Estos papiros muestran cémo los egipcios tendian a seguir los usos locales con los que estaban familiarizados, aun- que los completaban con unas palabras formales con las que ‘mantenian la esperanza de que el documento tuviese validez para el Derecho romano. En otras provincias, en las que el Derecho anterior se encontraba menos desarrollado, el Dere- cho romano seria probablemente més solido, aunque en todas, partes aparecieron variantes locales. A Ias variantes provinciales del Derecho romano se les dio categoria de costumbres locales. Hasta entonces las relaciones entre la costumbre local y el Derecho general no habfan sido un gran problema, Los juristas clasicos habfan sostenido que aunque frecuentemenie Ia ley procede de la costumbre, ésta s6lo deviene Derecho cuando es filtrada a través de una de las fuentes del Derecho reconocidas, tales como un rescripto im- perial o el edicto del magistrado, Sin embargo, una costumbre de Ambito puramente local podta ser vélida si completaba el Derecho sin contradecirlo, Por ejemplo, las normas que disci- plinaban la compraventa permitian a las partes fijar los extre- mos del contrato por ellas mismas, al tiempo que prevefan una 38 serie de reglas aplicables cuando no existiera un acuerdo ¢s- peetfico sobre alguno de los aspectos de la relacién. Una de estas reglas era aquella que hacia al vendedor responsable por ia eviecién de la cosa vendida, Si bien esta responsabilidad te- nia que quedar garantizada, la determinaci6n precisa de la responsabilidad cuando, por ejemplo, el vendedor debiera aportar no s6lo una sino dos garantfas, podia quedar vincula- da a la costumbre local, Se puede decir que, a menos que ma- nifestasen otra cosa, las partes celebraban el contrato teniendo esta costumbre en cuenta, Por tanto, esta costumbre subsidia- ria seria consecuentemente valida. Los juristas reflexionaron puntualmente acerca de las ba- ses sobre las que Ia costumbre local asentaba su autoridad; en este sentido, argumentaron que al igual que la ley debe su autoridad al deseo del pueblo expresado formalmente a través del voto en las asambleas populares, asi la norma consuetudi- naria debe su autoridad al deseo del pueblo manifestado a través de la préctica. Juliano, jurista del siglo it de nuestra era sostuvo que asi como las leyes escritas nos deslumbraban sin més argumento que el hecho de que habjan sido aceptadas por decision del pueblo, igualmente debia desiumbrarnos aquello que el pueblo habia aprobado sin necesidad de plas- marlo por escrito. Qué diferencia existe entre aquellas decla- raciones en las que el pucblo manifiesta su deseo a través del voto o a través de su conducta? El texto de Juliano (D.1,3,32), tal como nos ha sido transmitido, finaliza con la conclusién 16- gica de que incluso el Derecho escrito puede ser derogado, no s6lo por medio de la accién del legislador sino también a cau- sa del acuerdo silencioso de la sociedad a través del vdesuso», esto es, la adopeién de una préetica contraria al Derecho es- crite, En los siglos uy 1V se increment6 la expansién de Ia cos- tumbre local, obligando al gobierno imperial a intentar el control del reconocimiento de la costumbre como ley en aquellas situaciones en las que la costumbre no se limitaba simplemente a completarla, sino que de hecho entraba en 39 conflicto con ella. En el afio 319, el emperador Constantino reconocié que Ja autoridad de la costumbre y el uso prolon- gado eran importantes y que por supuesto no podian ser ob- viados, pero, en cualquier caso, aquélla sélo seria valida en. los extremos que no contradijesen la razdn ni el Derecho es- erito (C-8,52(53),2). Aquellos que pretendieran conservar Ia solidez de la apli- cacién del Derecho romano debian enfrentarse a una dificul- tad afiadida por cuanto, a menudo, era una tarea ardua deter- minar el contenido de esie Derecho. Un jurista préctico del siglo Iv sabia que encontrarfa el mejor Derecho en las escritos de los juristas que gozaban de gran autoridad, como Paulo o Ulpiano. Era més facil decirlo que hacerlo, sobre todo porque si los comentarios de Paulo al edicto del pretor ocupan ochen- ta libros, ls de Ulpiano son ochenta y uno. Los juristas de los primeros tiempos habrfan consultado frecuentemente estas obras llegando a familiarizarse con su contenido, Los atareados abogados de los primeros tiempos del siglo v prefirieron evitar tales consultas siempre que fuera posible, para ello confiaron en las Instituciones de Gayo, en las que se contenfa todo e] Derecho en solo cuatro libros. El prestigio de las Instituciones y de su cutor crecieron poderosamente du- rante el periodo postelisice. Lo que los abogados de aquel mo- ‘mento buscaban eran reglas simples que pudieran aplicar sin necesidad de preocuparse por su racionalidad. Hacia la mitad del siglo v incluso Gayo era demasiado complejo, de tal modo que aparecié un Epitome Gai para su uso en la parte occiden- tal del Imperio. El compiledor se preocupé de reunir tan solo las reglas, a secas, excluyendo todas las explicaciones de Gayo acerca de cOmo aquellas reglas habian legado a ser como eran en ese momento. Los juristas practicos de esta época realmente no eran ca- paces de tener un criterio propio sobre qué obras consultar ni qué hacer cuando las obras que consultaban manifestaban de- sacuerdos entre si, Deseosos de una pauta imperial, les fue proporcionada por la Ley de citas del afio 426 d.C., promulga- 40 da en nombre de Teodosio II, emiperador de Oriente, y Valen- tiniano IL, emperador de Occidente (ambos nietos de Teo- dosio 1). La Ley elevs a cinco juristas al estatuto de primeras autoridades: Papiniano, Paulo, Ulpiano, Modestino y Gayo. Los tres primeros, los gigantes que dominaron la tiltima fase del Derecho clésico, se eligieron por sf mismos. Modestino, disc pulo de Uipiano, fue el ultimo jurista notable. Un aspecto sig- nificativo de la lista es la inclusién de Gayo, quedando asf de- mostrada la popularidad de su obra en el periodo postelasico. La Ley también permitia el recurso a las obras secundarias que hubieran sido citadas por alzuna de las cinco autoridades primeras, pero comoquiera que los manuscritos de sus obras, serfan escasos y de poca confianza, estas citas requerian el co- tejo de manuscritos. En la prdctica, la opinidn de estos cinco juristas era la tnica que contaba, Si sus opiniones disentian, debia ser aceptaba la de carécter mayoritario. Si las opiniones enfrentadas cran iguales en ntimero, prevalecia la opinion de Papiniano. Solo cuando se produjese el empate entre las opi- niones, al tiempo que el silencio de Papiniano, podian los jue- ces resolver el asunto de acuerdo con los dictados de su pro- pio criterio sobre la materia objeto de disputa. La reduccién de la busqueda del Derecho a un puro proceso mecénico da testimonio del hecho de que la ciencia juridica romana ya ha- bia alcanzado su nadir. EI Derecho emanado de Ia obra de los juristas seria cono- cido como Jus por oposicién a aquel que derivaba de la legis- Jacién imperial, para el que se reservaba la denominacién de lex. El aluvién de disposiciones imperiales requirid orden y sistematizacién. A finales del siglo ur se Hevarun a cabo dos recopilaciones privadas de constituciones imperiales, princi- palmente rescriptos, denominadas Codex Gregorianus y Co- dex Hermogenianus. En el siglo v, la autoridad imperial perci- bi la necesidad de realizar una recopilacién oficial, de tal forma que en el afio 429 Teodosio I nombré una comisién en- cargada de recopilar toda la legislacién imperial promulgada desde la época de Constantino. a El plan original contemplaba una segunda colecci6n que combinaria la legislacién con el Derecho escrito de los juris- tas, en el seno de un ambicioso plan de vida para todos los ciudadanos del Imperio (C.Th. 1.1.5). Sin embargo, conforme la elaboracién de esta obra avanzaba, no sélo se abandon6 la idea de incluir los escritos de Ios juristas sino que se permiti6 alos compiladores abreviar y alterar el texto de las leyes que inclufan, de tal manera que podian enunciar el Derecho que realmente estaba vigente. La compilacién compuesta de dieci- séis libros en los que las leyes se disponfan ordenadas crono- logicamente en titulos, qued6 finalizada tempranamente en el afio 438. A pesar de que la obra fue concebida y ejecutada en la parte oriental del Imperio, se enviaron copias a la zona oc- cidental, donde seria aprobada por e! emperador Valentiniano IT el senado. El texto original del Codigo Teodosiano nb ha sobrevivido, aunque ha sido sustancialmente reconstruido. Es la més im- portante fuente de conocimiento de la historia politica y eco- nomic, al igual que de Ia historia jurfdica, del Bajo Imperio; sin embargo, no es facil de manejar ya que su lenguaje es grandilocuente y a menudo oscuro. Sus constituciones pare- cen haber sido elaboradas por oficiales imperiales que pen- sasen que era mas importante que la legislacién imperial re- flejase el esplendor de la burocracia imperial, que hacerlas inteligibles a quienes debian seguir sus preceptos. Al menos en Occidente tuvieron que acompafiarse de interpretationes destinadas a explicar su contenido en un lenguaje simple. EL FINAL DEL IMPERIO OCCIDENTAL Durante el siglo v el empuje continuo de las tribus germéni- cas consiguié ir desintegrando progresivamente el Imperio Oc- cidental. A. principios de este siglo, los visigodos, bajo el man- do de Alarico, se desplazaron hacia el oeste, entraron en Italia 2 y tan sélo pudo frenarse de manera temporal su avance con tropas retiradas de la defensa de Inglaterra, que por ese tiem- po estaba siendo invadida por los sajones. El gobierno del Im- rio de Occidente, establecido en Milan, se trasladé a Rave~ na, cerca del Adridtico. En ef afio 410 los visigodos saquearon Ja ciudad de Roma. A pesar de que hacfa tiempo que esta ciu- dad habia dejado de ser un centro administrativo y militar, sus antiguas tradiciones, el hecho de que el senado atin se encon- trara allt y su creciente importancia en cuanto sede papal, le proporcionaban un enorme valor simbético. La noticia del sa- queo se propagé por todo el Imperio. San Jerénimo, oriundo de la frontera entre Italia e Tlitia, escribiendo desde Bethle- men, exclamé horrorizado que la luz més brillante de toda la tierra se habfa apagado y que el Imperio se veia privado de su cabeza (preiacio al Comentario de Ezequiel, 1). La vida juri- dica de Italia ya no se recuperaria después de la guerra. En una constitucién del afio 451, Valentiniano III lamentaba el hecho de que en algunas regiones escasearan los jueces y abogados, y que raramente se encontrase 0 no existian en absoluto quie- nnes conocieran el Derecho (Nov. Val 32,6). Dos afios después del saqueo de Roma, los visigodos se trasladaron hacia el suroeste de la Galia, al sur del valle del Loira, en donde un tratado les permitiG establecerse, situando st capital en Toulouse. En términos similares se permitio a los burgundios establecerse en el este de la Galia, donde hicieron causa comin con los habitantes galoromanos contra los hu- nos, Su capital fue Worms. En el afio 429, los vandalos, que ha- ian llegado a Espafia a través de la Gallia, se asentaton en Arica y pronto establecieron allf un reino independiente den- tro de las fronteras imperiales. En el afio 455, también ellos in- vadieron Italia y saquearon Roma. Finalmente, en el afio 476, éliiltimo emperador romano de Occidente renuncié a su tro- no, al tiempo que los reinos germénicos de la Galia y Espafia adquirian en teorfa la misma independencia de la que disfru- taban en la prictica desde hacfa mucho tiempo. El vaefo cau- sado por el colapso del gobierno en el centro del Imperio Oc 43 cidental fue Henado por la Iglesia. Cuando la burocracia civil fall6, la burocracia de la Iglesia, profundamente inspirada en la imperial, ocupé su lugar. El papa Leén I (440-461) entablo negociaciones con Atila, rey de los hunos, y con Geiserico, jefe de los vandalos. Aprovechs el hecho de que los cristianos de las provincias occidentales fuesen catlicos para asegurar la pri- macfa de la sede de Roma, De acuerdo con su planteamiento, el obispo de Roma, come sucesor de Pedro, era quien transmi- tia la autoridad apostdlica a todos Jos demas obispos, quienes de esta manera le estaban subordinados. Esta doctrina llegé a encontrar el favor de muchos obispos del Imperio de Oriente, a pesar de que éstos habian concedido al obispo de Constanti- nopla fa misma primacia que al obispo de la antigua Roma. En el afio 494, el papa Gelasio I, en una carta al empera- dor de Oriente Anastasio, le presenta su teoria segtin la cual el mundo est gobernado por dos autoridades separadas, sacer- dotium ¢ imperiwn, de una parte el Papa para las cuestiones espirituales y de otra el emperador para las materias tempora- les, si bien ambos sujetos al sefiorfo de Cristo. Reclamé para el papad, frente a otros obispos, el derecho a decidir en ulti- ma instancia los asuntos que afectasen a la Iglesia. La Iglesia estaba comenzando a desarrollar su propio sistema juridico basado en las resoluciones de los concilios, la Biblia y las deci- siones papales conocidas como Decretales, Fue el Derecho ro- mano laico, del que los juristas de la Iglesia habian extraido Sus categorfas basicas, el que consiguié reunir en un conjunto Unico estas distintas fuentes. Las tribus germénicas recién independizadas se encontra- ron desbordadas por un enorme niimero de individuos roma- nizados a los que generalmente se les permitié mantener sus instituciones jurfdicas preexistentes, De esta forma se atribuia un cardcter personalista al Derecho, dado que los germanos dispontan de su propio Derecho, que ademas no trataban de imponer al resto. Estos pueblos, conforme evolucionaban, sen- tfan Ia necesidad de poner por escrito sus leyes tribales. Fue significativo que no las redactaran en su propia lengua sino en 44 el lenguaje de la burocracia y el Derecho: el latin, Usaron co- pistas galorromanos, familiarizacos con el vocabulatio del De- recho romano, para los que habria sido dificil, incluso aunque Jo hubieran pretendido, mantener la esencia de lo que estaban escribiendo inmune al significado técnico romano de las ex- presiones que utitizaban, El primer ejemplo conocido de estas leyes aparecié en for- ma de edicto, promulgado por Earico, rey de los visigodos en- tre los afios 466 y 484. Probablemente fue publicado sobre el afo 475, cuando Eurico ejercia la autoridad que anteriormen- te correspondia al prefecto romano de la Galia, En vez de re- coger la costumbre visigoda enra:zada en la sociedad, tal-como hhabfan hecho los Derechos tradizionales germédnicos, el Cédi- g0 de Eurico se redacté al modo de las constituciones imperia- les por el rey y los principales magnates del reino. Eurico de- seaba mantener separados a sus stthditos romanos y visigodos, por lo que a este fin prohibi6 lor matrimonios mixtos sin que ello impidiera que en otras materias apareciera Ia influencia directa del Derecho romano, como por ejemplo ocurrfa en la norma que prohibia las acciones zoncernientes a hechos acae- cidos hacia mas de treinta afios. Los redactores del Cédigo de Eurico, como buenos conocedores del Derecho romano, ten- dian a considerarlo como una exposicién de los principios bé- sicos que debian sustentar el Derecho de todos los pueblos. Reconocieron que, con relacién a cualquier disputa entre par- ticulares, debfa existir un Iimite temporal para litigar y por ello insertaron la norma romana. A principios del siglo vi aparecieron tres colecciones espe- cificamente de Derecho romano, pata los stibditos de los go- bemantes bérbaros. El Edicto de Teodorico fue promulgado alrededor del afio 500 por Teodotico el Grande, rey de los os- trogodos en Italia, quien encontré politicamente acertado presentarse a si mismo como el representante del emperador oriental de Constantinopla. Su edicto, atin siendo matei mente Derecho romano, se aplicé tanto a romanos como a go- dos. Aunque sus fuentes no estan especificadas, éstas serfan el 45 Cédigo Teodosiano, en el que se recogia la legislacién iny rial y sus dos predecesores (Codex Gregarianus y Codex Her- mogenianus), junto con las Novelas posteodosianas (novellae constitutiones), las Sentencias de Paulo (con probabilidad una temprana seleccién postelésica de opiniones breves del maes- tro) y las Instituciones de Gayo. En la Galia, los reyes burgundios y visigodos promulgaron colecciones separadas de materiales juridicos especialmente destinadas a los «romanos» que habitaban sus dominios. El reino burgundio se habia reubicado més al sur de su asenta- miento original junto al Rin, quedando en una posicisn vulne- rable, comprimido entre los francos al norte, los visigodos al este y los ostrogodos al este, El rey de fos burgundios, Gun- dobado, promulgé dos leyes. Una, denominada indistintamen- te como Lex Burgundionum, Lex Gundobada, Loi Gombete 0 Libro de las Constituciones fue exclusivamente para los bur- gundios, La ley paralela, la Lex Romana Burgundionunt es si- milar en la forma al Edicto de Teodorico y deriva de las mis- mas fuentes. La més influyente de estas colecciones de materiales roma- nos fue la Lex Romana Visigothorum también conocida como Breviario de Alsrico. Fue promulgada por Alarico Il, rey de los visigodos, en el afio 506 para sus stibditos romanos en un intento quiads de asegurarse su lealtad ante el ataque de los francos (de los que los burgundios de Gundobado eran alia- dos). Este trajo como consecuencia la derrota de los visigodos en Vouglé, cerca de Poitiers, en el afio S07 y la subsiguiente con- centracién de la mayor parte del reino visigodo en Espafia. De nuevo fueron utilizadas las mismas fuentes que se emplearon en el Edicto de Teodorico y en la Lex Romana Burgundionum, si bien en este caso se citaban expresamente y el material em- pleado de las mismas era més amplio. Se distinguié entre lex (legislacién oficial) e Jus. Componen el Breviario una seleccién de constituciones extraidas del Cédigo Teodosiano y de las Novelas posteodosianas, seguidas de extractos de las Senten- cias de Paulo y la totalidad del Epitome Gai (la version gala de 46 Jas Instituciones de Gayo). También contiene extractos de dos cédices preteodosianos que comoquiera que fueron colecciones privadas y por lo tanto no oficiales no recibieron tratamiento de lex sino de Jus. Por dltimo aparece un fragmento de Papi- rniano claramente insertado en atencién a la reputaciGn del ju- sista. Cada una de las partes del Breviario, a excepcién del Epitome Gai, est acompafiada de interpretationes que ofrecen Ia esencia del texto en un latin conciso y contundente. Es pro- bable que estos comentarios procediesen de materiales produ- cidos durante el siglo anterior en las escuelas jurfdicas galas. El Derecho Romano de los visigodos es nuestra principal fuente de conocimiento del Derecho romano vulgar del iilti- ‘mo siglo del Imperio de Occidente. De igual forma constituye la principal fuente de conocimiento del Derecho Romano en los reinos que reemplazaron al Imperio entre los siglos Vi Xt Estuvo vigente en el reino visigodo de Espafia hasta que, a mediados del siglo vis, se produjo Ia fusién de los dos pueblos yel Derecho, frente al cardcter personal que habia tenido has- ta entonces, adquirid un cardcter territorial que lo hacia apli cable a todos los habitantes del reino. En la prictica, esta obra yisigoda mantuvo también su autoridad en el reino de los francos, reino, que tras la retirada de los visigodos en el afio 507 y de los burgundios en el 532 se extendid sobre Ia totali- dad de la antigua Galia. Aunque los francos aceptaron el prin- cipio personalista del Derecho no promulgaron ninguna com- pilacién de Derecho romano, prefirieron utilizar el Derecho romano visigodo y burgundio, copiado a menudo de forma conjunta en manuscritos francos. JUSTINIANO Y EL CORPUS IURIS El colapso del Imperio Occidental habfa dejado al Imperio de Oriente relativamente indemne y no sélo ello, sino que ade- més Ia segunda mitad del siglo v vio resurgir las enseftanzas, 47 juridicas en las escuelas de Derecho de Constantinopla y Bei Tut. Los textos estaban, por supuesto, en latin pero las explica- ciones se hacian en griego. En el aflo 527 ascendié al trono un hombre cuyo nombre quedaria unido para siempre al Dere- cho romano. Justiniano racié cerca de Naissus (Nis en la Ser- bia moderna), el mismo lugar de nacimiento de Constantino, Su lengua de nacimiente era el latin (fue el tltimo emperadot oriental que la tuvo) pero recibié una educaci6n griega en Constantinopla, que ahora volvia a recuperar su antiguo nom- bre de Bizancio. Su obra juridica formé parte de un ambicioso programa destinado a renovar la antigua gloria del Imperio romano en todas sus facetas. Hombre de enorme energla y mente licida, al igual que Napoledn, necesitaba pocas horas de suefio. Su mujer Teodora, una antigua actriz, ejercié una enorme influencia sobre él, tan es asi que tras su muerte en el afio 548 decayé el ritmo de su actividad como legislador. Gra-

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