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Tienes una infinidad de

caminos a tu disposición
Hace algún tiempo seguía otro camino. Uno muy diferente al
que estoy tomando ahora. Aquellos eran mis tiempos de
estudiante y recién egresado.

Cometí muchos errores y aprendí de ellos en consecuencia. Era


menos experimentado, y mi campo de visión del mundo y de la
vida era muy reducido.

Creía que me dirigía por el camino correcto; aquel que te dicen


de pequeño que debes seguir porque es el que te lleva al
«éxito». Sin embargo, estaba muy equivocado…

Antes no me cuestionaba mucho acerca del rumbo que estaba


tomando. Elegí una carrera universitaria sin siquiera detenerme
a pensar si era lo que realmente quería.

Creía que era lo que mejor podía hacer para conseguir un buen
empleo, ser reconocido y ganar bien… Debo decirlo; ni siquiera
me detuve a pensar por un momento si tener un empleo de 8 a
6 o de 9 a 5 (despendiendo en país en el que te encuentres)
eran la única alternativa o era lo que quería para mi vida.

¿Un buen empleo? ¿Acaso esas eran las únicas opciones y la


escuela era único camino?… Por supuesto que no. Fue una
creencia que adopte de mi entorno más cercano, que me hizo
pensar que estaba dirigiendo mi vida en la dirección que debía
y que «creí» que quería.

Era como tener los ojos vendados, sin la posibilidad de


contemplar todas mis opciones y posibilidades. Como una
espesa niebla que me impedía ver más allá de mis
circunstancias.

Volteaba a ver a mi alrededor y veía que todo estaba bien. Iba


por un camino donde la mayoría transitaba… Me sentía
acompañado y seguro ¿Qué podía estar mal? Seguía el camino
“correcto”, aquel que se suponía me llevaba al éxito y a la
felicidad…

[Articulo recomendado: Para ser realmente feliz necesitas algo


más que solo placer y comodidades]

Desafortunadamente ni siquiera tenía definido un concepto de


éxito propio. El que tenía, lo había adoptado de la gente y la
sociedad. Era una idea genérica que no contemplaba mis
intereses, sueños, convicciones ni mucho menos mis valores.
Bueno, de hecho, ni siquiera conocía mis valores personales.

Fue a base de inconformidad y rebeldía que aprendí que no


hay un camino correcto, ni el mejor camino. Y que todos
tenemos la valiosa oportunidad de elegir hacia dónde ir y
qué camino tomar en cada etapa de la vida.

Me di cuenta que podía hacer con mi vida muchas cosas y hacer


lo que quisiera. La cantidad de opciones es infinita. Tomé
consciencia de lo corta que puede ser la vida, que solo tenemos
una y si no la aprovechaba ahora, un dia sería muy tarde para
comenzar. Viviría con arrepentimientos al llegar a cierta edad y
no podría estar tranquilo.

Tomar consciencia de todo eso fue la mayor de mis epifanías.


Fue como descubrir un gran poder que estuvo siempre en mis
manos y que había estado desperdiciando por años.

[Artículo recomendado: ¿No sabes que hacer con tu vida? Aquí


esta el secreto]
La idea de éxito establecida e impuesta por la sociedad era una
idea muy genérica y (a mi parecer) muy deprímete, que no
estaba alineada con mis verdaderos deseos, mi esencia, mis
necesidades, ni con la manera como percibía e interpretaba la
vida.

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