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Periodos de México Antigüo
Periodos de México Antigüo
En ese entonces cristalizan las tendencias en curso durante los más de mil años de la época
previa. La estratificación social, el gobierno legitimado por ritos públicos y la cosmovisión,
entre otros aspectos, adquieren las características esenciales que se encontrarán entre las
sociedades mesoamericanas en adelante.
Tras la decadencia de la cultura olmeca, en el Preclásico Tardío (400 a.C.-200 d.C.), gran parte
de Mesoamérica vivió una dinámica en la que nuevamente se consolidan procesos en curso
desde el periodo anterior, como la escritura, el calendario y ritos como el del juego de pelota.
Los rasgos más distintivos de este periodo son un notable crecimiento poblacional y el
surgimiento de asentamientos de gran tamaño, muchos de ellos con construcciones
monumentales, alrededor de los cuales se conforman sistemas regionales que les aseguraban
el mantenimiento de sus crecientes poblaciones.
Las fechas que abarcan este periodo van de 900/1000 a 1521. La principal característica del Posclásico
fue el militarismo. En este periodo hubo gran movilidad de población del Norte, inestabilidad política,
difusión de elementos culturales y procesos de expansión de poder. El Centro de México es el
escenario principal de este periodo.
El Posclásico está marcado por las migraciones de grupos provenientes del Norte, agricultores o
cazadores-recolectores, llamados genéricamente chichimecas. Estos nómadas y sedentarios llegaron al
Centro de México, donde asimilaron formas de vida más complejas a las de ellos y se incorporaron a la
vida política. En algunos casos llegaron a tomar el poder, gracias a su capacidad militar.
La reestructuración política del Posclásico implicó que los centros de poder no sólo tenían un dominio
económico regional a través del control comercial sino también buscaban un sometimiento que
consiguiera poner bajo su mando a pueblos en condición de tributarios. Esto provocó un clima
generalizado de rivalidades, resistencias y agresiones. El militarismo implicó que hubiera guerreros
profesionales, que la casta militar tuviera gran poder social y político y que aumentaran
considerablemente los sacrificios humanos para dar un sentido sagrado a las campañas de conquista y
expansionismo.
La necesidad de protección propició que los centros de poder se construyeran en sitios protegidos,
como islas (México-Tenochtitlan y México-Tlatelolco), en acantilados (Tulum) y en barrancos, laderas
empinadas y dentro de murallas. En el centro de México, las expresiones artísticas y culturales también
se vieron afectadas por el clima bélico, volviéndose más severas y marciales. Proliferaron las imágenes
de sacrificios humanos y en muchos templos se añadieron esculturas de militares armados. Los
símbolos de la ideología militarista fueron difundidos primero por los toltecas y sus seguidores, y
después por los mexicas.
Este es el periodo del pasado mesoamericano que más se conoce debido a la cantidad de fuentes
documentales -en náhuatl, español y latín- que describen la vida durante esta etapa. Especialmente se
tiene noticia de las creencias, costumbres, tradiciones, literatura, etc. de los mexicas y sus vecinos,
como texcocanos y tlaxcaltecas.