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UN AMOR A MEDIAS

Nicte-ha Bacilio
CAPITULO 1
AMELIA

─ ¿Qué vamos a dónde? ─ pregunte sentándome en mi cama.

─ Iremos a ver a tu abuela, cariño.

Dios mío, yo creía que ya había alzado la pata.

─Nos vamos en veinte minutos, así que arréglate ─ finalizo y salió de mi habitación.

No vamos con mi abuela desde que tenia unos tres años, milagro si es que se acuerda de mi.

Me levanto de la cama y me dirijo al baño para tomar una ducha. A mi madre no se le ocurrió una
hora mejor para poder ir a visitarla, las ocho de la mañana le pareció la hora perfecta. Esta no es mi
hora de levantarme los fines de semana y menos si todos los días me levanto temprano.

Tomo lo primero que encuentro en mi closet, gracias a dios es un top que levanta mis pechos y un
pans un poco aguado. No me gusta mucho ponerme cosas apretadas, lo detesto. Hay veces en las
que de tan apretadas que están en zonas delicadas me sale salpullido. Con zonas delicadas me
refiero a ponerme tangas y esas cosas, aparte de que te rosa la cola, esta adentro de ella todo el rato.

En fin.

Cepillo mi cabello y voy hacia la cama para arreglarla. Terminando de tenderla bajo las escaleras en
dirección a la cocina.

─ ¡Wacala!, no se besen frente a mi─ espete con una mueca de asco al ver que mis papas se daban
un beso.

─ El que tu no tengas novio y nunca hayas dado un beso, hijita mía. No quiere decir que nosotros no
lo haremos.

─ Papi─ suspiro─ solo no lo hagan frente a mí, por favor.

─ Sili ni li higin frinti i mi ─se burló imitando mi voz.

─ Bueno ya, ¿Estas lista?─ pregunto mi madre sofocada.

─ Sip, estoy lista.

Nadie mas menciono nada y nos dirigimos a la cochera para abordar el auto. Papa en el asiento del
copiloto y Mama en el asiento del conductor, y yo, como hija única vengo atrás observando el paisaje
de nuestro bello pueblo.

Mientras el carro avanza a velocidad normal me dedico a prestarle atención a mi alrededor. Los
arboles comienzan a tornarse de un color naranja amarillento debido a que estamos en temporada
de otoño, con exactitud, estamos iniciando Septiembre.

El viento ondea mi melena en diferentes direcciones debido al fuerte viento que entra por la
ventanilla la cual esta abierta totalmente. Los arboles y arbustos se van perdiendo acorde la
velocidad en la que conduce mi madre.

No le gusta conducir rápido.


La casa de la abuela esta como a media hora de llegada y yo estoy que me aburro a mas no poder.
Me acomodo en los asientos traseros quedando acostada con mis pies encogidos rozando mis
muslos, pongo mi brazo bajo mi cabeza para que sea almohada. Poco a poco mis ojos se van
cerrando.

El frio recorre entre mi cuerpo y el de él. Levanta su mano hacia mi mejilla comenzando a
acariciarla, sus hermosos ojos cafes me miran como si fuese lo único para ellos en esta tierra, esos
labios que te incitan a besarlos hasta que duelan y su rostro tallado por los mismísimos ángeles.

─Eres tan hermosa─ susurra guiando su pulgar hacia mi labio inferior.

─Gracias.

No pude responder más. Tan solo verlo me quita el aliento, me roba suspiros y hasta me moja las
bragas. Luce totalmente inexpresivo ante mí, su aura está cargada de perversión que me incita a
ser yo quien lo descubra. Su voz es tan delicada a la hora de hablarme. Me siento la chica mas
afortunada del mundo es este preciso momento.

─ Me encantaría quitarte esa cara de ángel y hacerte un demonio─ hizo una pausa ─ Mi demonio.

Mis mejillas se calientan poco a poco y se coloran de un leve color carmín. Comienza a acercarse
mas a mi y siento como sus labios rosan los míos, me esta besa…

─ ¡Amelia! ─ grita mi madre haciéndome despertar de golpe.

─ ¿Qué pasa? ─ pregunto soñolienta ─ ¿Quién murió?

Esta parada en la puerta tapándome toda la vista, estoy mas desorientada que nada y no se si me
secuestraron o sigo soñando con Jacob Elordi.

─ Ya llegamos─ se quita de la puerta dejándome ver la gran mansión de la abuela.

─ ¡¿Para eso me despiertas?! ¡Ya iba a besarme!

─ Ay hija, ya consíguete un novio─ dice dándose la vuelta para entrar a la gran casa frente a
nosotras.

Bajo por completo del auto chocando mi frente con la puerta del carro. Lo que me faltaba.

Adentro el hogar de mi abuela y su cálida aura me recibe de pronto. Todo luce como cuando era
niña, claro hay mas jarrones y retratos, pero el color sigue siendo igual. El tono de adentro es un
beige claro con diferentes toques de azul turquesa, las grandes escaleras de la esquina que te llevan a
la segunda planta de la casa y el gran cuadro en la sala donde están retratados mi abuelita Carmen y
mi abuelo Gustavo.

La sala es completamente diferente, tiene cuatro sillones rojos en el centro y la típica mesita
redonda que se ubica en medio de todos estos. La gran pantalla en la parte de enfrente y sus
respectivas bocinas en cada costado, en la parte de atrás se encuentra un gran ventanal que deja ver
el inmenso patio con la gran fuente en forma de ángel caído en la esquina de todo.

─ ¡Pequeña! ─ me grita mi abuela bajando como una reina de las escaleras.

¿Por qué todo el mundo esta gritándome?

─ Hola tita.

─ Cuanto ha crecido mi niña favorita.

─ Solo han pasado unos cuantos años, tita.


─ No me digas tita, me siento vieja─ protesta llegando a mi dándome un abrazo.

Amo decirte tita, es la abreviación de abuelita, o eso creo yo.

─ Okey─ le sonrió ─ …Tita.

Amo molestarla.

─ Ven, vamos. ─ toma mi mano llevándome hacia el patio.

Mis manos están sudadas debido al nerviosismo que habita dentro de mí. No he visto a mi familia
materna por casi catorce o trece años. En si no fue tanto tiempo ya que mi prima y yo éramos muy
unidas, y digo éramos por que la perra se le dio por decirle a mis papas que había dado un beso con
un niño teniendo quince años. Mis padres se lo creyeron por que hasta una foto editada les mostro y
todo se fue a la mierda. Su enojo se provoco por que el chico que le ha gustado toda la vida se fijo en
mí, y yo como la antisocial rarita no le preste la más mínima atención. Hasta que un día el mugroso
chamaco ese me dio un beso en la mejilla frente a mi prima. Desde hace aproximadamente dos años
que no nos hablamos y mantiene una estúpida rivalidad conmigo.

El coraje me tiene de malas, lo siento.

─ Abuela─ susurro apretando un poco su brazo─ ¿Vanessa está aquí?

Mi tita me mira como si quisiera descifrarme, tal vez piensa que quiero hacer las pases con ella. No
es así. Primero tiene que venir la mugrosa mentirosa a pedirme perdón por hacer semejante
estupidez.

─ Si, cariño. Esta aquí.

Mierda, lo que me faltaba. Tengo que aguantar sus malditas indirectas hacia mí de nuevo.

─ Pero ─ habla mi abuela de nuevo y despierta en mi cierta curiosidad.

─ ¿Pero?

Anda abuela, suelta la sopa.

─ Vino con un chico muy atractivo, parece un poquito mayor que tu, pero valla que es guapo.

─ ¿Enserio abuela?, ¿Un chico? ─ refunfuño ─ Creí que me dirías que se metió en una pelea y le
rompieron el rostro a puñetazos o que se cayó por las escaleras.

─ Ay hijita, pensé que estarías feliz─ suspira mientras me toma mas fuerte saliendo de la casa
entrando al patio rodeado de niños ─ Velo como una oportunidad de conocer a alguien. A ese paso
que vas morirás virgen.

Antes de que pueda protestar se aleja de mi yendo a abrazar a sus demás nietos. Comienzo a buscar
a mi madre con la mirada y la encuentro platicando con mi tía Romina, su hermana Carla y mi tía
Margarita, su cuñada. En si es la tía venenosa, todo critica y dice que es perfecta.

Ubico a papa que esta jugando con mis primitos al fut bol dejándose caer dramáticamente al césped
mientras finge un dolor en la rodilla.

Camino con seguridad hasta la gran mesa rectangular donde se encuentra mi abuelo, mi tío
Gustavo, Vanessa y un tipo de cabello negro que esta sentado a espaldas de mí. No logro ver su
rostro, pues una melena rojiza llama mi atención a la hora de moverse mientras mi querida prima se
levanta poco a poco dándome una mirada altiva.

Como si fuese arte de magia, el chico voltea tratando de averiguar a quien esta mirando Vanessa.
Ese momento sucede en cámara lenta. Me deja embobada al ver el hermoso rostro del chico.
Tiene unos ojos cafe claros, una mandíbula bien estructurada, labios ligeramente rosados y
carnosos, una nariz de envidia y lo que mas resalta es su perfecto cabello azabache. Hebras de este
caen sobre su frente haciéndolo lucir muy atractivo.

Esta vestido con un vaquero negro, una camiseta roja, unos tenis negros muy básicos y una preciosa
cadenita de oro que le da ese aire de rico.

Mi abuela tenia razón. Es demasiado guapo.

Voltea de nuevo agachando su cabeza. Supongo que estará viendo algo en el celular. Ni si quiera me
noto.

─ Hola primita─ habla la pelirroja sacándome de mi trance.

Como no tenerle envidia a mi prima si es hermosa. Su cabello rojizo le da ese aire de atrevimiento,
sus ojos cafes verdosos la hacen ver interesante y su cuerpo es perfecto. Tiene caderas voluptuosas,
un buen trasero y fue bendecida con pechos de buen tamaño. Su rostro es pecoso pera natural, no
necesita ponerse maquillaje para lucir linda.

Si, bueno… Me aventare de un barranco.

─ Hola, Vanessa─ contesto secamente.

─ ¡Te presentare a alguien! ─ chilla con esa sonrisa malvada que conozco a la perfección.

¿Qué quiere conseguir con esto la loca desquiciada?

Viene hacia mi jalándome del brazo hasta llegar frente al chico que yace sentado en su lugar
mirando el teléfono. El chico como si sintiera mi mirada levanta la cabeza entrelazando nuestros
ojos haciendo que me de un leve cosquilleo en el estómago. Son los nervios.

─ Amelia, él es Tayler─ hace ademanes señalándome primero a mi y luego a el ─ Tayler, ella es


Amelia, mi prima.

─ Wow, que presentación─ murmuro sarcásticamente.

El chico se levanta quedando mi cabeza a pocos centímetros de su pecho. Es alto, me lleva una
cabeza.

Jesucristo vencedor.

Inclino la cabeza hacia atrás para poder verlo a los ojos de nuevo, aquí hay una tensión donde no se
sabe donde proviene, pero la hay.

─ Mucho gusto, Amelia─ extiende su mano hacia mí.

─ Mucho gusto, Tayler─ correspondo su mano y el simple toque de nuestras palmas hace que
mariposas revoloteen en mi interior.

Que ilusa.

Ahoguenlas.
CAPITULO 2
AMELIA

Estoy sentada al lado de mi madre sin decir nada en lo absoluto. Pero sus ojos me miran como si
quisiera descubrir algo en mí. Los vellos de mi piel se me erizan por completo al unir su mirada con
la mía, esos ojos claros expresan muchas cosas.

Esta para comérselo, y a mordidas.

Me lo imagino de mil maneras, sobre mí, abajo, en la ducha, desnu…

─ ¡Amelia!

Jesucristo vencedor, líbrame de esta.

─ ¿Si mami?

─ ¿Podrías dejar de comerte con la mirada al chico que esta frente a nosotras? ─ susurra cerca de
mí.

─ ¿Yo? ─ finjo demencia.

─ No, la vecina.

─ Ah, ─ suelto aire dramáticamente ─ menos mal.

Dejo de tomarle atención cuando siento que algo rosa mi pierna derecha, más bien alguien.

Disimuladamente bajo la mirada hacia debajo de la mesa y me encuentro con unos muy conocidos
tenis negros.

Tayler.

Su pie está rosando mi pierna a propósito. ¿Qué se cree?

El tiempo se pasa volando mientras comemos, platicamos y recordamos viejos tiempos. No he


hablado para nada, pero me gusta integrarme a cosas donde no entiendo ni una mierda. Lo único
que logre comprender fue que a Vanessa de pequeña le gustaba pasearse por toda la casa en
calzones.

─ Recuerdo que Amelia de chiquita le encantaba comerse la tierra. ─ habla mi abuelo en la esquina
de la mesa con cierta diversión.

Ay dios mío.

─ Ay papa, todos alguna vez de pequeños comimos tierra.

─ Romina, Romina… ─ suspira mi abuelo ─ ¿Cuándo nos dirás porque Am es tu sobrina favorita?
─ ¿No esta claro ya?, es igual a mí, papa. Además de que es mucho mejor que otras personas─ tía
Romina recalca el mucho mejor dirigiendo su mirada a Vanessa.

Se prendió esta mierda.

─ ¡¿Enserio?!─ refunfuña la pelirroja ofendida─ Pues… Pues por lo menos yo no bese al chico que le
gustaba a mi prima.

Carajo.

─ ¿Ya te ofendiste? ─ me defiende mi tía favorita.

─ Para nada, solo quiero que sepan que no soy una zorra como mi prima.

─ Hasta acá huelo la envidia, loca─ murmura Romina para mí, pero al parecer la pelirroja escucho.

─ ¿Cómo me dijiste anoréxica? ─ me levanto enojada.

Oh no, se pasó de la raya.

─ Te permito que me digas todo lo que quieras, pero a Romina me la respetas─ tomo a mi tía de la
mano ─ Me imagino que tus padres te enseñaron valores, ¡Oh!, lo lamento, no te enseñaron nada
porque se murieron ¿cierto?; Que pena por ti, aprende a ser un poco mas amable y deja de estarte
ofendiendo por todo, no eres el centro de atención, nunca lo serás.

Ni si quiera me despido cuando salgo con mi tía del patio y nos dirigimos hasta su coche.

Detesto que Vanessa se comporte así. No tenia por que decir nada de eso y menos frente a
desconocidos o personas que no saben ni una mierda de lo que le pasa a Romina. Mi tía paso por la
etapa de la anorexia, odiaba su cuerpo y comenzaba a dejar de comer, solo tomaba agua y masticaba
chicle para aliviar su hambre. Era la única que lo sabía, pero todo se fue al carajo cuando la idiota de
Vanessa nos espió y supo todo. Soy la única que ha estado con ella en todo este proceso, la vi llorar
por que le costaba comer, la vi vomitar cuando ingería más de lo debido, vi cuando su cuerpo solo
eran huesos y absolutamente nada de masa muscular. No quería que nadie se enterara, por eso
siempre usaba ropa ancha o nunca salía, y que venga una maldita idiota y lo diga como si nada, no lo
iba a permitir.

Mas me da coraje que ni si quiera pude tener un buen inicio con el chico de ojos cafes, era muy
lindo.

Aunque, fue bastante complaciente el ver su cara al decirle lo de sus padres. Tal vez fui culera, tal
vez.

Mientras que yo viva mi tía Romina siempre tendrá una defensora, confidente y amiga.

─ No debiste haberle dicho eso, cariño─ me reprende mientras subimos al coche.

─ Se lo merecía─ contesto secamente.

Detesto que mi tía pueda llegar a ser buena gente con las personas a pesar de que siempre la tratan
como una mierda. Lo bueno es que siempre puedo comportarme como una hija de puta y ella me da
el valor que necesito.

Conduzco su coche en silencio mientras escuchamos música. Le dedico miradas cada cierto tiempo
para comprobar que no este llorando. Es un poquito sensible.

Escandalosas lagrimas ruedan por sus pálidas mejillas, su cabello marrón esta sujetado en una
media coleta ya que, como lo tiene corto hasta los hombros, no se le sujeta del todo bien. Una vez le
dije que se parecía a Dora la exploradora y se puso a llorar.
Nunca le digan a una persona que se parece a Dora, o pueden terminar con pedazo de pastel en
medio de tu cara.

Romina no es una señora cincuentona, no. Es una chica de veintidós años, digamos que fue
resultado de una tarde de consolación por parte de mis abuelos y así salió ella. Mi tía es demasiado
amable para su bien, nunca en su vida a levantado la voz a nadie.

Tras un rato de ir por un café y tranquilizarnos un poco, terminamos en medio de un parque.

─ ¿Ya pensaste a que universidad te iras? ─ rompe el silencio.

─ Aun no lo tengo muy claro, tía─ suspiro ─ pero sin duda me iría contigo.

─ Mi chiquita─ pongo mi cabeza en su regazo y comienza a acariciarme el cabello─. Sabes que


siempre serás bienvenida conmigo. Nada me haría mas feliz que el que estés conmigo.

Eso es lo que amo mas de ella, su personalidad y el cariño que me tiene. Supongo que por su mente
jamás le paso el tener hijos, así que me ve como una hija para ella. Es el alma mas pura e increíble
que pudo haber llegado a mi vida.

Ni a mi madre la amo tanto como a Romina.

¤¤¤¤¤¤

Mis padres no se han dignado a llegar y yo no trajes mis llaves.

Genial.

Mi mirada se dirige hacia la única maceta gigante que esta en una esquina de la puerta. Me pongo
en cunclillas y meto mi mano en un pequeño orificio, meneo mis dedos y… ¡Bingo!

La pequeña llave permanece en mis manos. Jamás en mi vida vuelvo a olvidar mis llaves. La meto
en la cerradura y logro abrir la puerta.

Subo a mi habitación. Al entrar, me quito los tenis, la ropa y me meto a dar una ducha bien fría.
Saliendo me pongo mi pijama y cepillo mi cabello.

El día de hoy fue algo irritante. Por eso no me gusta ir a las reuniones familiares, siempre terminan
mal.

Vanessa nunca cambiara y cada día que pasa me dan mas ganas de soltarle un chorrazo en la cabeza
para ver si la única neurona en su cabeza sirve.

Aun estoy investigando si lo hace por venganza o si lo hace por que le da placer decir los secretos de
las demás personas.

No había ninguna necesidad de difundir o de dar indicios sobre algo que no le competia a ella.

Es una maldita arpía.

¤¤¤¤¤

La luz se cuela por mis ventanas, siendo este el causante de despertarme.

Me siento en la cama soltando un pequeño bostezo. Es Domingo y lo único que quiero hacer es
dormir hasta que todos mis sentidos estén perdidos en mis sueños.

Lamentablemente mi estomago no esta en acuerdo con mis planes y me pide comida.


Salgo de la cama con mucha lentitud. Al llegar a la cocina me doy cuenta de que mis padres no
están, no hay rastro ni del coche. Eso quiere decir que me quede a dormir SOLA, en una casa, pero
sola.

Tomo del refrigerador la leche y cereal. Vierto los dos en un plato hondo y comienzo a comer.

Mi teléfono empieza a sonar y corro hasta mi habitación por el. Ni si quiera he terminado de comer.
Es un numero desconocido.

Carajo.

─ ¿Bueno? ─ hable contestando la llamada.

─ ¿Hola?

─ ¿Hola? ─ cierta diversión se escuchó en mi voz.

─ ¿Amelia?

¿Cómo chuchas sabia mi nombre?

─ ¿Quién eres?

Silencio.

No tenia ni una jodida idea de quien es la persona que esta hablando al otro lado de la línea, pero
esta resultando un poco extraño.

Colgué.

¿Qué tal si era un secuestrador que quería venir por mí?, no, ni Dios lo quiera.

Además de que sabia mi nombre, y no son muchas las personas que lo saben.

Me encogí de hombros restándole importancia.

Volví a bajar para terminar de desayunar, para después volver a subir a mi habitación y dormirme
hasta que perdiera todos mis sentidos.
CAPITULO 3
TAYLER

─ ¿Por qué hiciste eso, Vanessa? ─ le pregunte a la pelirroja molesto por lo que había pasado en la
reunión de su familia.

Ahora estamos en su habitación, ella esta llorando en una esquina de su cama.

Está haciendo berrinche.

La conozco.

─ ¡Por que se lo merecía! ¡ES UNA ARPIA! ─ grito con lo que quedaba de su voz.

Imagino que se ha de haber escuchado hasta Roma.

─ ¿Por qué se lo merecía?, según tu.

─ ¿Qué no la viste?, se cree demasiado y es muy poca cosa. La odio.

Claro que la había visto, y muy bien. Su cabello negro haciendo contraste con sus hermosos ojos
cafes, su cuerpo curvilíneo. Era delgada, pero ese pans le resaltaba MUY bien su pequeño, pero no
tan grande trasero. Sus labios carnosos que te incitaban a morderlos, tenia una nariz respingada y
pómulos marcados, aunque no se le notaba ninguna pizca de maquillaje.

Ella era un jodido monumento que se apreciaba ver.

La seguridad con la que caminaba, su aura de tranquilidad que transmitía era totalmente increíble.
Jamás había visto a una persona tan capaz como lo hizo Amelia.

─ Amelia─ suspire con mi mano sosteniendo mi mentón ─ Claro que la note ¿No le viste esos
hermosos ojos? ¿O su trasero?

Vanessa rodo los ojos e imito un gesto de vomito.

─ Es horrenda.

─ Es hermosa. ─ la contradije.

Vaya que era hermosa.

─ ¡Tayler! ¿Estas de mi lado o del de ella?

─ De tu lado, por su puesto. ─ le dije con seguridad, ha sido mi amiga por mas de cinco años, no la
cambiaría por nada.

─ Mas te vale.

─ Pero hay que admitir que tu prima esta jodidamente preciosa. Me quede anonadado por la forma
en como te contesto, ni yo me hubiese atrevido a hacerlo. Das miedo cuando te enojas.

Era cierto, cuando Amelia le contesto a la pelirroja de aquella forma, puedo jurar que mi erección se
activo con tan solo escucharla. También era verdad que jamás me atrevería a decirle a Vanessa algo
así, me hubiera cortado los huevos si se lo decía.

Además de que no le gusta hablar de lo que paso en el pasado con su familia, son recuerdos que no
quiere desenterrar, y lo respeto. Pero tampoco tenia el derecho decir aquello frente a toda la mesa.
Hasta yo me sentí incómodo. Era obvio que su prima reaccionaria como tal, supuse que Romina y
Amelia tenían una conexión muy fuerte. No me equivoque. Por la forma en la que la defendió me di
cuenta de que ella la quería, incluso mas que a su mama. La seguridad con la que lo dijo fue
realmente excitante, no le importo que a Vanessa le doliera, al contrario, lo hizo con ese punto.

─ No tenia derecho al decirme eso sobre mis padres─ fingió que sollozaba.

─ Tu tampoco debiste decirle eso a tu tía, Vanessa. Sin en cambio, lo hiciste y no te importo si a ella
le doliera.

─ Pero es que, es que…

─ ¿Es que, qué?

─ ¡No me iba a dejar!

─ ¿Y nada mas por que no te ibas a dejar? ─ me dirigí hacia la puerta─ A veces eres increíble, solo
espero que eso no te cueste una pelea con tu abuela. Luego no vengas a estar llorando conmigo,
porque te lo dije.

Sali de su habitación y naje a la sala. Es estresante estar con ella cuando es así. Ser su mejor amigo
no es nada fácil.

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