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Grado en Física UCM.

Fundamentos de Meteorología
Tema 1: La atmósfera como máquina térmica

TEMA 1: LA ATMÓSFERA COMO MÁQUINA TÉRMICA


1.1 Introducción

En esta asignatura vamos a estudiar algunos fenómenos meteorológicos con gran impacto económico y
social. Como veremos, cada fenómeno tiene sus especifidades, en cuanto a la región del globo en la que
ocurre (trópicos o extratrópicos), en cuanto a su escala (desde cm hasta miles de km), su origen, etc. Sin
embargo, todos estos fenómenos tienen un nexo común: en última instancia, su fuente de energía es la
radiación solar. En este primer tema introductorio daremos una visión básica sobre los intercambios
energéticos de la atmósfera y las formas en las que se manifiesta esta energía. Como veremos, la
atmósfera funciona como una máquina térmica, que recibe calor en un foco cálido y pierde calor en un
foco frío, lo que se traduce en una generación de energía mecánica: los vientos.

1.2 Intercambios y formas de energía en la atmósfera

La atmósfera recibe su energía del sol, en forma de radiación de onda corta. Sin embargo, sólo una
fracción (~20%) de esta radiación solar es absorbida directamente por la atmósfera, que es bastante
transparente en ese rango de longitudes de onda. La mayor parte de la radiación solar se emplea en la
práctica en calentar la superficie del planeta. Esto tiene un doble efecto: por un lado, eleva la
temperatura de la superficie, y por otro, provoca evaporación.

De esta forma, la atmósfera es calentada fundamentalmente de forma indirecta: por la radiación que
emite la superficie (en el infrarrojo, la atmósfera ya no es transparente), por los flujos de calor sensible
en la superficie, y por la condensación del vapor de agua evaporado por la radiación solar. Por otra
parte, la atmósfera se enfría por la emisión de radiación en el infrarrojo.

Estos intercambios de energía pueden dar lugar a ganancias o pérdidas de energía en la atmósfera, que
posee energía en las siguientes formas:

• Energía interna: 𝑈𝑈 = 𝑐𝑐𝑣𝑣 𝑇𝑇 (por unidad de masa de aire), que es la representación macroscópica
de la energía a nivel molecular. Al considerar la evolución a presión en vez de a volumen
𝑝𝑝
constante, en meteorología es más frecuente trabajar con la entalpía ℎ = 𝑈𝑈 + = 𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑇𝑇, que
𝜌𝜌
tiene en cuenta también el trabajo de expansión.
• Energía estática seca: Es la suma de la entalpía y la energía potencial: 𝑠𝑠 = 𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑇𝑇 + 𝑔𝑔𝑔𝑔, donde 𝑍𝑍 es
la altura geopotencial. Como veremos en el tema 2, una parcela de aire que asciende de forma
adiabática, es decir, sin intercambios de calor, se enfría y por tanto pierde energía interna (o
entalpía). Sin embargo, esta pérdida de entalpía se compensa con una ganancia de energía
𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑔𝑔
potencial (como veremos, = − ), de forma que su suma, la energía estática seca, no varía.
𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑐𝑐𝑝𝑝
• Energía estática húmeda: Incorpora además el calor latente: 𝑚𝑚 = 𝑠𝑠 + 𝐿𝐿𝐿𝐿 = 𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑇𝑇 + 𝑔𝑔𝑔𝑔 + 𝐿𝐿𝐿𝐿,
siendo 𝐿𝐿 el calor latente de vaporización y 𝑞𝑞 la humedad específica (masa de vapor dividida por
masa total de aire). Esta forma de energía se conserva aunque haya condensación de vapor de
agua, en cuyo caso se produce un calentamiento a costa de una pérdida de vapor. Desde el
punto de vista de la energía estática húmeda, el aporte de energía a la atmósfera ocurre
mediante evaporación en la superficie, lo cual aumenta 𝑞𝑞, en vez de mediante condensación,
que simplemente convierte calor latente 𝐿𝐿𝐿𝐿 en energía estática seca 𝑠𝑠.

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Tema 1: La atmósfera como máquina térmica

1
La energía atmosférica total incluye además la energía cinética: 𝐸𝐸 = 𝑚𝑚 + 𝑣𝑣 2 , siendo 𝑣𝑣 la velocidad del
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viento. Sin embargo, esta componente es mucho más pequeña que la energía estática por lo que no
juega un papel relevante en el balance energético.

Este balance no cierra de forma local. Como muestra la figura 1, en los trópicos la radiación solar
recibida excede a la radiación de onda larga emitida, por lo que 𝑚𝑚 debe crecer gracias a la radiación
neta. En los extratrópicos ocurre lo contrario: al ser la radiación neta (solar más infrarroja) saliente, se
produce una pérdida de energía estática húmeda. Como ilustra la figura 2, el balance se cierra gracias a
la circulación atmosférica, que mueve parcelas con 𝑚𝑚 alto desde los trópicos hasta los extratrópicos.
Como muestra dicha figura, el calentamiento y enfriamiento ocurren además a niveles distintos en la
atmósfera. Como dijimos, el calentamiento ocurre fundamentalmente cerca de la superficie, mientras
que el enfriamiento ocurre a niveles más altos, en los que la atmósfera emite radiación directamente al
espacio (figura 2). En la próxima sección estudiaremos las implicaciones de este patrón de
calentamiento/enfriamiento.

Fig. 2: Ilustración del balance energético en la atmósfera


Fig. 1: Distribución de radiación solar e infrarroja

1.3 La atmósfera como máquina térmica

Como hemos visto, la atmósfera es calentada principalmente en capas bajas de los trópicos, enfriándose
en capas y latitudes más altas. Esto implica que la atmósfera recibe calor a temperaturas más altas que
a las que se enfría. Esta es la principal característica de una máquina térmica, que es un sistema que
produce trabajo cuando recibe calor de un foco caliente y lo cede a otro frío durante un ciclo
termodinámico. El ciclo termodinámico más conocido es el de Carnot, que es un ciclo ideal que marca la
máxima eficiencia de una máquina térmica.

Si consideramos el balance global de entropía en la atmósfera, la contribución de la radiación es:

𝑄𝑄 1 1
∆𝑆𝑆𝑄𝑄 = � 𝑑𝑑𝑑𝑑~𝑄𝑄0 � − � < 0
𝑇𝑇 𝑇𝑇𝑐𝑐 𝑇𝑇𝑓𝑓

siendo 𝑄𝑄0 el calentamiento/enfriamiento neto (ambos deben ser iguales para que el sistema esté en
equilibrio), y 𝑇𝑇𝑐𝑐 y 𝑇𝑇𝑓𝑓 las temperaturas cálida/fría a las que el sistema recibe/cede calor en promedio. En
conjunto, la radiación solar destruye entropía, por lo que es necesario para que el sistema se mantenga
en equilibrio que exista una fuente de entropía. La principal fuente atmosférica de entropía se produce
como consecuencia de la disipación de energía mecánica por la fricción. Esto implica que, aunque la
energía cinética no juega un papel importante en el balance global de energía, su disipación es una de

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las fuentes principales de entropía para el sistema. Vemos, pues, que desde un punto de vista
puramente macroscópico, el segundo principio de la termodinámica demanda que se produzca una
generación de energía cinética en la atmósfera. Este es el origen de los vientos.

1.4 Análisis de escala

Un concepto de gran relevancia en meteorología (y de forma más general en Mecánica de Fluidos) es el


del vórtice 1, que es un centro de bajas presiones alrededor del cual gira el aire. En esta asignatura
veremos muchos ejemplos de vórtices:

• El vórtice polar, que es la masa de aire frío encerrada por la corriente en chorro (tema 6), y tiene
una escala del orden de 10,000 km. Esto se conoce como la escala planetaria.
• Los ciclones extratropicales que experimentamos en invierno en forma de borrascas (tema 3),
con escalas típicas de 1000-2000 km. Esto se conoce como la escala sinóptica.
• Los ciclones tropicales o huracanes (tema 4), también de escala sinóptica, aunque de extensión
algo menor (500-1000 km)
• Los tornados (tema 5), con escalas mucho menores, del orden de sólo unos cientos de metros.
• Los pequeños remolinos que se forman en la superficie en días ventosos (tema 7), con escalas
de metros (microescala).

Existe una cierta similitud entre todos estos fenómenos, que están en última instancia gobernados por
las mismas ecuaciones: conservación de la masa (ecuación de continuidad), del momento (ecuaciones
de Navier-Stokes) y de la energía (ecuación termodinámica). Sin embargo, dependiendo de la escala del
fenómeno estudiado unos términos serán más importantes que otros en las ecuaciones. El análisis de
escala consiste en estimar el orden de magnitud de los distintos términos con objeto de identificar
cuáles son más importantes cuantitativamente. Esto permite simplificar las ecuaciones despreciando los
términos más pequeños.

En general, el orden de magnitud de los términos dependerá de la escala del fenómeno considerado.
Por ejemplo, en un centro de bajas presiones, la fuerza principal es el gradiente de presiones, que se
dirige de la alta a la baja presión. Si consideramos una parcela de aire que gira alrededor de dicho centro

(Fig. 3), el gradiente de presiones puede ser equilibrado por la


fuerza centrífuga:
𝑉𝑉 2
𝑝𝑝𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚 𝐹𝐹𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶 = ,
𝑅𝑅
donde 𝑉𝑉 es la velocidad y 𝑅𝑅 el radio, y/o por la fuerza de Coriolis.
𝛻𝛻𝑝𝑝 Esta es una fuerza de inercia debida a la rotación de la Tierra que
viene dada por (la estudiaremos en detalle en el tema 3):
𝐹𝐹𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶 𝐹𝐹𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶 = 2Ω𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠
𝐹𝐹𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶 y se dirige a la derecha del vector velocidad en el hemisferio norte
(Ω es la velocidad de rotación de la Tierra, y 𝜑𝜑 la latitud).
Fig. 3: Esquema de un vórtice Si comparamos ambas fuerzas:
𝐹𝐹𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶
=
𝑉𝑉
,
𝐹𝐹𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶 2Ω𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠

1
Este nombre viene de la palabra vorticidad, que es un campo vectorial que representa la tendencia al giro del
campo de velocidades de un fluido.

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el que una fuerza u otra sea más importante va a depender de la escala del vórtice, es decir, de cómo
2𝜋𝜋
sea de grande 𝑅𝑅. Tomando Ω = ~7 ∙ 10−7 𝑠𝑠 −1 y 𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠 ~ 0.7.
24∙3600
𝐹𝐹𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶
Para un ciclón extratropical 2, 𝑅𝑅~106 𝑚𝑚, 𝑉𝑉~𝑂𝑂(20 𝑚𝑚/𝑠𝑠), y ~0.2. La fuerza centrífuga es mucho
𝐹𝐹𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶
menor que la de Coriolis, y el gradiente de presiones es fundamentalmente equilibrado por la fuerza de
Coriolis. Esto es lo que explica que el giro sea ciclónico (antihorario en el hemisferio norte) en las
borrascas: este sentido de giro es el que produce una fuerza de Coriolis hacia fuera, como se requiere
para equilibrar el gradiente de presiones. (En el hemisferio sur las borrascas giran de forma horaria
porque la fuerza de Coriolis se dirige a la izquierda en vez de a la derecha del vector velocidad).

En un ciclón tropical 𝑉𝑉 es mayor, 𝑅𝑅 algo menor y además ocurren a latitudes más bajas. Tomando
𝐹𝐹𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶
𝑅𝑅~5 ∙ 105 𝑚𝑚, 𝑉𝑉~𝑂𝑂(40 𝑚𝑚/𝑠𝑠), 𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠 ~ 0.35 obtenemos ~1.5. Esto implica que ninguna de las dos
𝐹𝐹𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶
fuerzas es realmente despreciable. Ambas deben ser tenidas en cuenta, como veremos en el tema 4.

Para un tornado, no sólo 𝑉𝑉 es mayor sino que 𝑅𝑅 es varios órdenas de magnitud más pequeña. Tomando
𝐹𝐹𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶
𝑅𝑅~100 𝑚𝑚, 𝑉𝑉~𝑂𝑂(50 𝑚𝑚/𝑠𝑠), 𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠 ~ 0.7 obtenemos ~5000 ≫ 1, lo cual implica que la fuerza de
𝐹𝐹𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶
Coriolis es despreciable y no determina el sentido de rotación.

En esta asignatura estudiaremos diversos fenómenos meteorológicos. Dependiendo de su escala y


localización, el balance de términos y por tanto la dinámica serán distintos. De hecho, en este ejemplo
simplificado supusimos un balance de fuerzas bidimensional, lo cual sólo es apropiado en la gran escala.

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En un análisis de escala sólo se requiere estimar el orden de magnitud de los términos, no conocer su valor
exacto (que no se puede saber sin resolver el problema).

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Tema 2: La convección en los trópicos

TEMA 2: LA CONVECCIÓN EN LOS TRÓPICOS


2.1 Introducción

La convección consiste en el movimiento vertical de una masa de aire sometida a fuerza de flotabilidad
positiva. Este fenómeno se produce cuando el aire en un nivel determinado es más cálido y ligero que el
que se encuentra en capas superiores de la atmósfera. Ello da lugar a inestabilidad convectiva: el aire
asciende debido a su flotabilidad y, al moverse a presiones más bajas y expandirse de forma adiabática,
su temperatura disminuye, produciendo condensación, nubes y precipitación.

Este fenómeno tiene una gran importancia en los trópicos, con una gran componente diurna. Al ser muy
transparente a la radiación solar, la atmósfera es calentada fundamentalmente desde la superficie, lo
que origina masas de aire cálido a niveles bajos que pueden convectar. En los extratrópicos, la
convección es menos frecuente porque la atmósfera se encuentra bastante más estratificada, es decir,
la temperatura potencial aumenta más rápidamente con la altura. De esta forma, el aire en capas bajas
de los extratrópicos se encuentra un ambiente relativamente más cálido por encima, lo que no permite
tan fácilmente la convección.

Esta diferencia se debe a que la estratificación tropical y extratropical es regulada por distintos procesos.
En los trópicos, la estratificación es determinada, precisamente, por la convección, que tiende a eliminar
la situación de inestabilidad mencionada anteriormente. Ello da lugar a una estratificación tropical
marginalmente neutra, es decir, a columnas con temperatura potencial equivalente aproximadamente
constante. En estas circunstancias, la atmósfera es desestabilizada fácilmente, por ejemplo, debido al
calentamiento diurno, produciéndose episodios convectivos con bastante frecuencia.

2.2 Concepto de flotabilidad

Si tenemos una parcela de aire con densidad 𝜌𝜌0 , inmersa en un ambiente con densidad 𝜌𝜌𝑎𝑎 , el peso de la
parcela por unidad de volumen será 𝜌𝜌0 𝑔𝑔, mientras que el empuje hacia arriba será 𝜌𝜌𝑎𝑎 𝑔𝑔. La fuerza neta
hacia arriba será (𝜌𝜌𝑎𝑎 − 𝜌𝜌0 )𝑔𝑔 por unidad de volumen, y (𝜌𝜌𝑎𝑎 − 𝜌𝜌0 )𝑔𝑔/𝜌𝜌0 por unidad de masa. El cociente
𝑏𝑏 = (𝜌𝜌𝑎𝑎 − 𝜌𝜌0 )/𝜌𝜌0 se llama flotabilidad (buoyancy en inglés) y si es positiva, se produce convección.

Usando la ley de los gases ideales 𝑝𝑝 = 𝜌𝜌𝜌𝜌𝜌𝜌, la fuerza hacia arriba por unidad de masa puede escribirse:
𝜌𝜌𝑎𝑎 − 𝜌𝜌0 𝑇𝑇𝑜𝑜 − 𝑇𝑇𝑎𝑎
𝐹𝐹 = 𝑔𝑔 ≈ 𝑔𝑔
𝜌𝜌0 𝑇𝑇𝑎𝑎
donde supusimos que la presión de la parcela y del ambiente es la misma, y que 𝑅𝑅 = 𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐. Lo primero es
una excelente aproximación, pero lo segundo no tanto porque 𝑅𝑅 (expresada por kg y no por mol)
depende del gas, y es distinta para el aire y para el vapor del agua. Para cada uno de ellos se cumple:

𝑝𝑝𝑑𝑑 = 𝜌𝜌𝑑𝑑 𝑅𝑅𝑑𝑑 𝑇𝑇 𝑝𝑝𝑣𝑣 = 𝜌𝜌𝑣𝑣 𝑅𝑅𝑣𝑣 𝑇𝑇

siendo 𝜌𝜌𝑑𝑑 y 𝑝𝑝𝑑𝑑 la densidad y presión parcial del aire seco, y 𝜌𝜌𝑣𝑣 y 𝑝𝑝𝑣𝑣 las del vapor de agua (normalmente
se usa el símbolo 𝑒𝑒 = 𝑝𝑝𝑣𝑣 para la presión de vapor).

La presión total puede por tanto expresarse: 𝑝𝑝 = 𝑝𝑝𝑑𝑑 + 𝑝𝑝𝑣𝑣 = (𝜌𝜌𝑑𝑑 𝑅𝑅𝑑𝑑 + 𝜌𝜌𝑣𝑣 𝑅𝑅𝑣𝑣 )𝑇𝑇 = (𝜌𝜌𝑑𝑑 + 𝜌𝜌𝑣𝑣 )𝑅𝑅𝑑𝑑 𝑇𝑇𝑣𝑣

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Tema 2: La convección en los trópicos

donde se define la temperatura virtual 𝑇𝑇𝑣𝑣 como la temperatura que debería tener la misma masa de
aire si fuera totalmente seca (con lo cual podemos usar únicamente 𝑅𝑅𝑑𝑑 ) para producir la misma presión.
A partir de la expresión anterior, es fácil ver:
𝑇𝑇𝑣𝑣 𝜌𝜌𝑑𝑑 + 𝜌𝜌𝑣𝑣 (𝑅𝑅𝑣𝑣 /𝑅𝑅𝑑𝑑 ) 1 + (𝑅𝑅𝑣𝑣 /𝑅𝑅𝑑𝑑 )𝑟𝑟
= = ≈ 1 + 0.608𝑟𝑟
𝑇𝑇 𝜌𝜌𝑑𝑑 + 𝜌𝜌𝑣𝑣 1 + 𝑟𝑟
siendo 𝑟𝑟 = 𝜌𝜌𝑣𝑣 /𝜌𝜌𝑑𝑑 la fracción de mezcla del vapor de agua (fracción entre masa de vapor y de aire seco),
una medida muy extendida de la humedad (veremos otras), y donde hemos usado 1 𝑅𝑅𝑑𝑑 /𝑅𝑅𝑣𝑣 ≈ 0.622.

La temperatura virtual es algo mayor que la temperatura real debido a que el vapor de agua tiene
menor peso molecular que el aire seco y, por tanto, ejerce menos presión a la misma temperatura. Sin
embargo, esto es sólo una pequeña corrección, que a veces es despreciada. Casi siempre nos
olvidaremos de esta corrección por simplicidad y trabajaremos con 𝑇𝑇 en vez de con 𝑇𝑇𝑣𝑣 . Como veremos,
el vapor de agua juega un papel mucho más importante para la densidad del aire que esta pequeña
diferencia debida a la distinta masa molecular del vapor de agua y el aire seco.

2.3 Estabilidad atmosférica en ausencia de condensación

Como vimos, se produce inestabilidad convectiva cuando una parcela que asciende se encuentra con un
ambiente más frío y denso que ella, lo que da lugar a una fuerza de flotabilidad positiva.

En general, la temperatura ambiente disminuye con la altura en la troposfera (con algunas excepciones,
llamadas inversiones térmicas, que se producen en circunstancias especiales). Se podría pensar
entonces que la atmósfera es siempre inestable. Sin embargo, esto no es así porque una parcela que
asciende no va a conservar su temperatura, sino que se va a enfriar, aunque no haya intercambio de
calor. La cuestión entonces es si se va a enfriar más que el ambiente, en cuyo caso tendríamos una
situación de estabilidad, o menos, en cuyo caso hay inestabilidad y convección.

El enfriamiento de la parcela se debe a la expansión adiabática que se produce al moverse ésta a


presiones más bajas, y puede estimarse a partir del primer principio de la termodinámica:
1
𝛿𝛿𝛿𝛿 = 𝑑𝑑𝑑𝑑 + 𝑑𝑑𝑑𝑑 = 𝑐𝑐𝑣𝑣 𝑑𝑑𝑑𝑑 + 𝑝𝑝𝑝𝑝 � �
𝜌𝜌
El primer principio afirma que el calor aportado al sistema se emplea en aumentar su energía interna y
en realizar un trabajo. Aunque en un movimiento adiabático 𝛿𝛿𝛿𝛿 = 0, la temperatura disminuye porque
al expandirse (𝜌𝜌 disminuye con la altura) el aire realiza un trabajo, por lo que debe disminuir su energía
interna. Manipulando esta expresión:
1 𝑝𝑝 𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑅𝑅𝑅𝑅 𝑅𝑅𝑅𝑅
𝛿𝛿𝛿𝛿 = 𝑐𝑐𝑣𝑣 𝑑𝑑𝑑𝑑 + 𝑝𝑝𝑝𝑝 � � = 𝑐𝑐𝑣𝑣 𝑑𝑑𝑑𝑑 + 𝑑𝑑 � � − = (𝑐𝑐𝑣𝑣 + 𝑅𝑅 )𝑑𝑑𝑑𝑑 − 𝑑𝑑𝑑𝑑 = 𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑑𝑑𝑑𝑑 − 𝑑𝑑𝑑𝑑
𝜌𝜌 𝜌𝜌 𝜌𝜌 𝑝𝑝 𝑝𝑝
donde usamos la ley de los gases ideales 𝑝𝑝 = 𝜌𝜌𝜌𝜌𝜌𝜌 y la relación entre el calor específico a presión y
volumen constante para un gas diatómico (𝑐𝑐𝑝𝑝 = 𝑐𝑐𝑣𝑣 + 𝑅𝑅); el cambio de entalpía es 𝑑𝑑ℎ = 𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑑𝑑𝑑𝑑.

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1
¿Puedes ver de dónde sale este valor? ≈ 0.622
0.79∗28+0.21∗32

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Esto permite hallar una expresión para la variación de temperatura con la presión de un gas que se
expande adiabáticamente (𝛿𝛿𝛿𝛿 = 0):
𝑅𝑅𝑅𝑅 𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑅𝑅 𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑇𝑇 𝑝𝑝 𝜅𝜅
𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑑𝑑𝑑𝑑 = 𝑑𝑑𝑑𝑑 → = = 𝜅𝜅 → =� �
𝑝𝑝 𝑇𝑇 𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑝𝑝 𝑝𝑝 𝑇𝑇0 𝑝𝑝0
𝑅𝑅 𝑝𝑝 𝜅𝜅
siendo 𝜅𝜅 = , y 𝑇𝑇0 la temperatura en un nivel de referencia 𝑝𝑝0 . De esta forma, vemos que 𝑇𝑇 = 𝑇𝑇0 � �
𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑝𝑝0
disminuye al movernos a presiones cada vez más bajas en un movimiento adiabático.
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝑔𝑔𝑔𝑔
Usando el balance hidrostático: = −𝜌𝜌𝜌𝜌 = − , podemos también calcular cómo varía 𝑇𝑇 con la
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝑅𝑅𝑅𝑅
altura 𝑧𝑧 durante una expansión adiabática:
𝑅𝑅𝑅𝑅 𝑑𝑑𝑑𝑑 1 𝑅𝑅𝑅𝑅 𝑑𝑑𝑑𝑑 1 𝑅𝑅𝑅𝑅 𝑔𝑔
𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑑𝑑𝑑𝑑 = 𝑑𝑑𝑑𝑑 → = =− 𝜌𝜌𝜌𝜌 = −
𝑝𝑝 𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑝𝑝 𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑝𝑝 𝑐𝑐𝑝𝑝

Esta tasa de enfriamiento:


𝜕𝜕𝜕𝜕 𝑔𝑔
Γ𝑑𝑑 = − = ≈ 10 𝐾𝐾/𝑘𝑘𝑘𝑘
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝑐𝑐𝑝𝑝

se denomina gradiente térmico vertical adiabático seco. Para que el aire seco sea inestable, el
ambiente debería enfriarse más rápidamente que este valor.

Debido al enfriamiento adiabático, no es posible discernir la flotabilidad de una masa de aire


considerando únicamente su temperatura. Es necesario saber también a qué altura/presión se
encuentran. Una variable útil para comparar dos masas de aire que se encuentran a distinto nivel es la
𝑝𝑝 𝜅𝜅
temperatura potencial, que se define como 𝜃𝜃 = 𝑇𝑇 � 0 � , siendo 𝑝𝑝0 = 1000 ℎ𝑃𝑃𝑃𝑃 un nivel de referencia.
𝑝𝑝
Comparando con la expresión anterior de 𝑇𝑇(𝑝𝑝), podemos ver que para movimiento adiabático 𝜃𝜃 = 𝑇𝑇0
permanece constante. A diferencia de la temperatura, la temperatura potencial no varía durante un
movimiento adiabático. Su valor coincide con el de la temperatura en el nivel de referencia:
𝜃𝜃 = 𝑇𝑇0 = 𝑇𝑇(𝑝𝑝0 ). Físicamente, la temperatura potencial representa la temperatura que tendría una
parcela de aire si se llevara adiabáticamente desde su nivel actual 𝑝𝑝 hasta 𝑝𝑝0 = 1000 ℎ𝑃𝑃𝑃𝑃 (la
superficie). Vemos, por tanto, que 𝜃𝜃 es siempre mayor que 𝑇𝑇 (para llevar una parcela adiabática hasta la
superficie hay que comprimirla, no expandirla, adiabáticamente). De la misma forma, puede definirse
una temperatura potencial virtual 𝜃𝜃𝑣𝑣 usando 𝑇𝑇𝑣𝑣 en vez de 𝑇𝑇 si se considera el impacto de la diferente
masa molecular del vapor de agua.

De esta forma, para estudiar la estabilidad habría que comparar la temperatura potencial de una parcela
cerca de la superficie con la del ambiente por encima. La tasa de variación de 𝜃𝜃 con la altura, 𝑑𝑑𝑑𝑑/𝑑𝑑𝑑𝑑, se
conoce como estratificación y, cuando es positiva, una atmósfera seca es estable. La figura 1 muestra la
climatología anual de 𝜃𝜃. Podemos ver que la estratificación es siempre positiva (𝜃𝜃 crece con la altura), y
mayor en los extratrópicos que en los trópicos (las isentropas 2 están más apiladas). A diferencia de lo
que ocurre con la temperatura, la temperatura potencial ambiente crece con la altura. Dado que

2
Las isolíneas 𝜃𝜃 = 𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐 se denominan normalmente isentropas porque son también contornos de entropía
constante (puede demostrarse que la entropía seca es una función de la temperatura potencial).

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Tema 2: La convección en los trópicos

𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝑔𝑔 𝑝𝑝0 𝜅𝜅


= � + � � � > 0,
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑝𝑝

esto implica que, aunque la temperatura ambiente disminuye con la altura, lo hace más lentamente que
el gradiente térmico vertical adiabático seco Γ𝑑𝑑 .

Fig. 1: Climatología anual de la temperatura potencial (Fuente: atlas ERA-40)

2.4 Ley de Clausius-Clapeyron.

¿Cómo es posible que se produzca convección en la atmósfera si la temperatura potencial ambiente


crece con la altura? En el análisis anterior supusimos que el movimiento era adiabático, y por tanto
𝛿𝛿𝛿𝛿 = 0. Sin embargo, cuando la parcela tiene vapor de agua, se producirá un calentamiento si parte de
este vapor condensa. Como veremos, esto es casi inevitable para una parcela que asciende y se enfría
suficientemente. En estas circunstancias, la parcela ya no va a mantener su temperatura potencial
constante, sino que 𝜃𝜃 aumentará debido al calor latente de condensación, pudiendo así superar la
temperatura potencial ambiente. La condensación juega un papel fundamental en la convección en
nuestra atmósfera, que es casi siempre húmeda y se asocia a nubes y precipitación.

La cantidad de vapor de agua presente en el aire puede expresarse mediante su presión parcial, llamada
presión de vapor: 𝑒𝑒 = 𝑝𝑝𝑣𝑣 . Esta presión está limitada por la presión de saturación 𝑒𝑒𝑠𝑠 , que en condiciones
de equilibrio termodinámico no puede nunca ser superada: 𝑒𝑒 ≤ 𝑒𝑒𝑠𝑠 . Esto implica que si 𝑒𝑒𝑠𝑠 disminuye por
debajo del valor de 𝑒𝑒, el exceso de vapor debe condensar hasta que se alcance 𝑒𝑒 = 𝑒𝑒𝑠𝑠 . Cuando 𝑒𝑒 = 𝑒𝑒𝑠𝑠 ,
se dice que el aire está saturado. La ley de Clausius-Clapeyron indica que la presión de saturación crece
exponencialmente con la temperatura:
𝐿𝐿 1 1
𝑒𝑒𝑠𝑠 = 𝑒𝑒0 𝑒𝑒𝑒𝑒𝑒𝑒 � � − ��
𝑅𝑅𝑣𝑣 𝑇𝑇0 𝑇𝑇
siendo 𝐿𝐿 el calor latente de condensación, 𝑅𝑅𝑣𝑣 la constante de los gases ideales para el vapor de agua y
𝑒𝑒0 = 6.112 ℎ𝑃𝑃𝑃𝑃, 𝑇𝑇0 = 273.15 𝐾𝐾 constantes. Es frecuente usar aproximaciones simplificadas para esta
ley, como la fórmula de Teten (ver libro de Stull).

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Tema 2: La convección en los trópicos

La dependencia de 𝑒𝑒𝑠𝑠 de la temperatura tiene enormes implicaciones para la meteorología de la


atmósfera terrestre. Conforme asciende una parcela de aire inicialmente no saturada (𝑒𝑒 < 𝑒𝑒𝑠𝑠 ), el
enfriamiento adiabático hace que vaya disminuyendo la presión de saturación 𝑒𝑒𝑠𝑠 . Una vez alcanzada la
saturación (𝑒𝑒 = 𝑒𝑒𝑠𝑠 ), todo enfriamiento posterior de la parcela (y consecuente reducción de 𝑒𝑒𝑠𝑠 ) debe ir
acompañado de condensación. Esta condensación produce nubes y calienta localmente la atmósfera. Si
las gotitas creadas son suficientemente grandes y pesadas caerán en forma de lluvia y el calentamiento
es irreversible. Si no, las gotitas permanecerán en suspensión en la nube hasta que sean eventualmente
evaporadas (lo cual enfriaría la atmósfera y cancelaría al calentamiento anterior).

Antes de estudiar cómo afecta la condensación cuantitativamente, es necesario introducir los


principales índices de humedad y estudiar su relación.

2.5 Índices de humedad

Existen varios índices para cuantificar la humedad del aire; dependiendo del contexto, unos serán más
útiles que otros.

La forma más obvia de medir la humedad es en función de la concentración de vapor de agua. Aunque
en química es frecuente expresar la concentración por unidad de volumen, en la atmósfera esto no
resulta práctico porque el aire cambia de volumen al expandirse o comprimirse. Cuando esto ocurre, la
concentración de vapor por unidad de volumen (llamada humedad absoluta) cambia, aunque no haya
cambios en la masa de vapor de agua. Por ello, resulta más práctico expresar la concentración del vapor
de agua por unidad de masa (de aire seco, o de aire total) en vez de por unidad de volumen:

• Fracción de mezcla: es la razón másica entre vapor de agua y aire seco. Teniendo en cuenta que
ambos gases están mezclados (ocupan el mismo volumen), esto es equivalente al cociente de
sus densidades. Usando la ley de los gases ideales para aire seco y vapor, podemos ver su
relación con la presión de vapor:
𝑚𝑚𝑣𝑣 𝜌𝜌𝑣𝑣 𝑒𝑒/𝑅𝑅𝑣𝑣 𝑅𝑅𝑑𝑑 𝑒𝑒 𝜀𝜀𝜀𝜀
𝑟𝑟 = = = = =
𝑚𝑚𝑑𝑑 𝜌𝜌𝑑𝑑 𝑝𝑝𝑑𝑑 /𝑅𝑅𝑑𝑑 𝑅𝑅𝑣𝑣 𝑝𝑝𝑑𝑑 𝑝𝑝 − 𝑒𝑒
𝑅𝑅𝑑𝑑
siendo 𝜀𝜀 = ≈ 0.622 una constante. La fracción de saturación 𝑟𝑟𝑠𝑠 se obtiene cuando 𝑒𝑒 = 𝑒𝑒𝑠𝑠 . La
𝑅𝑅𝑣𝑣
fracción de mezcla se conserva en un movimiento adiabático no saturado porque, mientras no
haya condensación, la masa de vapor de agua permanece invariable. Cuando se produce
condensación, en cambio, la masa de vapor y 𝑟𝑟 disminuyen al convertirse el vapor en agua
𝑚𝑚
líquida. Definiendo la fracción de mezcla de agua líquida 3 como 𝑟𝑟𝑙𝑙 = 𝑙𝑙 , la suma 𝑟𝑟 + 𝑟𝑟𝑙𝑙 (llamada
𝑚𝑚𝑑𝑑
fracción de mezcla total) se conserva incluso aunque se produzca condensación.

• Humedad específica: es la masa de vapor de agua por masa de aire total (aire seco más vapor),
por lo que está muy relacionada con el índice anterior:
𝑚𝑚𝑣𝑣 𝜀𝜀𝜀𝜀 𝜀𝜀𝜀𝜀
𝑞𝑞 = = =
𝑚𝑚𝑑𝑑 + 𝑚𝑚𝑣𝑣 𝑝𝑝𝑑𝑑 + 𝜀𝜀𝜀𝜀 𝑝𝑝 − 𝑒𝑒 + 𝜀𝜀𝜀𝜀

3
A temperaturas bajas, por ejemplo, en capas altas, el vapor sublima en forma de hielo. Por simplicidad, nosotros
no distinguiremos entre las fases líquida y sólida, y consideraremos que todo el vapor condensa en forma líquida.

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Dada la importancia de los procesos de condensación en la atmósfera, es importante cuantificar cómo


de lejos se encuentra una parcela de aire de la saturación. Ello puede expresarse mediante la humedad
relativa, que se define como la fracción (o porcentaje) entre la presión de vapor y la presión de
saturación a la misma temperatura, dada por la ley de Clausius-Clapeyron. Dado que 𝑒𝑒 ≪ 𝑝𝑝, la humedad
relativa es también aproximadamente igual a la fracción respecto a la saturación de 𝑟𝑟 y 𝑞𝑞:
𝑒𝑒 𝑟𝑟 𝑞𝑞
𝐻𝐻𝐻𝐻 = ≈ ≈
𝑒𝑒𝑠𝑠 𝑟𝑟𝑠𝑠 𝑞𝑞𝑠𝑠
También podemos cuantificar cómo de lejos se encuentra una parcela de la saturación en función del
enfriamiento requerido para que el vapor de agua presente alcance la saturación. La temperatura a la
que esto ocurre a presión constante se conoce como punto de rocío (y se denota 𝑇𝑇𝑑𝑑 , del inglés
dewpoint), el cual puede determinarse invirtiendo la ley de Clausius-Clapeyron:

𝐿𝐿 1 1 1 𝑅𝑅𝑣𝑣 𝑒𝑒 −1
𝑒𝑒𝑠𝑠 = 𝑒𝑒0 𝑒𝑒𝑒𝑒𝑒𝑒 � � − �� → 𝑇𝑇𝑑𝑑 = � − 𝑙𝑙𝑙𝑙 � ��
𝑅𝑅𝑣𝑣 𝑇𝑇0 𝑇𝑇 𝑇𝑇0 𝐿𝐿 𝑒𝑒0
El punto de rocío es siempre más frío que la temperatura del aire. Cuanto más cerca se encuentre esta
temperatura de 𝑇𝑇𝑑𝑑 mayor será la humedad relativa, produciéndose la saturación cuando 𝑇𝑇 = 𝑇𝑇𝑑𝑑 . Un
ejemplo cotidiano es el del rocío que se produce cuando hay suficiente humedad, al enfriarse el aire
hasta alcanzar 𝑇𝑇 = 𝑇𝑇𝑑𝑑 a primeras horas de la mañana.

El punto de rocío se alcanza cuando el aire se enfría a presión constante sin aporte de vapor de agua,
por ejemplo, debido a pérdida de calor radiativa. Sin embargo, el aire puede enfriarse también mediante
evaporación, por ejemplo, de una nube o de la lluvia. La temperatura de bulbo húmedo 𝑇𝑇𝑤𝑤 (del inglés
wet-bulb) es la temperatura a la que el aire alcanza la saturación cuando se enfría evaporativamente.
Como en este proceso la presión de vapor 𝑒𝑒 aumenta a la vez que el aire se enfría, la saturación se
alcanza antes y la temperatura de bulbo húmedo es mayor que el punto de rocío: 𝑇𝑇𝑑𝑑 ≤ 𝑇𝑇𝑤𝑤 ≤ 𝑇𝑇. Para
determinar 𝑇𝑇𝑤𝑤 podemos recurrir de nuevo la ley de Clausius-Clapeyron:

1 𝑅𝑅𝑣𝑣 𝑒𝑒𝑤𝑤 −1
𝑇𝑇𝑤𝑤 = � − 𝑙𝑙𝑙𝑙 � ��
𝑇𝑇0 𝐿𝐿 𝑒𝑒0
Sin embargo, ahora debemos usar 𝑒𝑒𝑤𝑤 en vez de 𝑒𝑒 porque la presión de vapor del aire aumentará con la
evaporación. Ambas están relacionadas mediante el balance energético:

𝑐𝑐𝑝𝑝 (𝑇𝑇 − 𝑇𝑇𝑤𝑤 ) + 𝐿𝐿(𝑟𝑟 − 𝑟𝑟𝑤𝑤 ) = 0


𝑝𝑝𝑐𝑐𝑝𝑝
Aproximando 𝑟𝑟 ≈ 𝜀𝜀𝜀𝜀/𝑝𝑝, 𝑟𝑟𝑤𝑤 ≈ 𝜀𝜀𝑒𝑒𝑤𝑤 /𝑝𝑝 podemos expresar: 𝑒𝑒𝑤𝑤 ≈ 𝑒𝑒 + (𝑇𝑇 − 𝑇𝑇𝑤𝑤 ) y sustituyendo en la
𝜀𝜀𝜀𝜀
ley de Clausius Clapeyron llegamos a:
𝑝𝑝𝑐𝑐𝑝𝑝 𝐿𝐿 1 1
𝑒𝑒 + (𝑇𝑇 − 𝑇𝑇𝑤𝑤 ) = 𝑒𝑒0 𝑒𝑒𝑒𝑒𝑒𝑒 � � − ��
𝜀𝜀𝜀𝜀 𝑅𝑅𝑣𝑣 𝑇𝑇0 𝑇𝑇𝑤𝑤
Aún con esta aproximación, no es posible resolver la ecuación anterior analíticamente, por lo que la
temperatura de bulbo húmedo debe normalmente calcularse numérica o gráficamente.

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Tema 2: La convección en los trópicos

2.6 Gradiente adiabático de una atmósfera saturada

Para analizar el impacto de la condensación en la estabilidad, aplicamos de nuevo el primer principio a


una parcela de aire que asciende:
𝑅𝑅𝑅𝑅
𝛿𝛿𝛿𝛿 = 𝑑𝑑𝑑𝑑 + 𝑑𝑑𝑑𝑑 = 𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑑𝑑𝑑𝑑 − 𝑑𝑑𝑑𝑑
𝑝𝑝
Si la parcela no está saturada inicialmente 𝛿𝛿𝛿𝛿 = 0 y, como vimos, la parcela se enfriará adiabáticamente
siguiendo el gradiente térmico vertical adiabático seco. Aunque la parcela conserva el vapor de agua
durante su ascenso, al enfriarse su presión de saturación 𝑒𝑒𝑠𝑠 disminuye (ley de Clausius-Clapeyron), por
lo que la humedad relativa aumenta. Eventualmente, la parcela alcanza la saturación, en el llamado
nivel de condensación. En este nivel la humedad relativa es del 100%, 𝑒𝑒 = 𝑒𝑒𝑠𝑠 , 𝑟𝑟 = 𝑟𝑟𝑠𝑠 , etc., y la
temperatura es igual al punto de rocío. En el libro de Stull podéis encontrar expresiones aproximadas
para calcular este nivel, llamado en inglés lifting condensation level.

Este nivel proporciona la base de nube porque es donde primero ocurre la condensación. Por encima,
las características del ascenso cambian: debido a la condensación, 𝛿𝛿𝛿𝛿 > 0 y la parcela ya no se enfría
tan rápidamente como indica el gradiente adiabático seco. Teniendo en cuenta que el calentamiento
viene dado el calor latente de la masa de vapor condensada, podemos expresar:

𝛿𝛿𝛿𝛿 = −𝐿𝐿𝐿𝐿𝐿𝐿

Además, como la parcela sigue en todo momento saturada (cada vez con menor vapor de agua), se
sigue cumpliendo en todo instante 𝑟𝑟 = 𝑟𝑟𝑠𝑠 por lo que 𝛿𝛿𝛿𝛿 = −𝐿𝐿𝐿𝐿𝑟𝑟𝑠𝑠 . Sustituyendo obtenemos:
𝑑𝑑𝑟𝑟𝑠𝑠 𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑅𝑅𝑅𝑅 𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑅𝑅𝑅𝑅 𝑑𝑑𝑑𝑑
−𝐿𝐿 = 𝑐𝑐𝑝𝑝 − = 𝑐𝑐𝑝𝑝 + 𝜌𝜌𝜌𝜌 = 𝑐𝑐𝑝𝑝 + 𝑔𝑔
𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑝𝑝 𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑝𝑝 𝑑𝑑𝑑𝑑
donde usamos el balance hidrostático. El gradiente térmico vertical adiabático saturado es entonces:
𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑔𝑔 𝑑𝑑𝑟𝑟𝑠𝑠
Γ𝑠𝑠 = − = + 𝐿𝐿
𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑑𝑑𝑑𝑑
𝑑𝑑𝑟𝑟𝑠𝑠
Podemos ver que como < 0 (la masa de vapor disminuye al ascender), Γ𝑠𝑠 es menor que el gradiente
𝑑𝑑𝑑𝑑
𝑔𝑔
adiabático seco Γ𝑑𝑑 = . Como anticipábamos, cuando se produce condensación la temperatura no
𝑐𝑐𝑝𝑝
decrece tan rápidamente con la altura. Usando la ley de Clausius-Clapeyron para expresar 𝑟𝑟𝑠𝑠 = 𝑓𝑓(𝑇𝑇, 𝑝𝑝),
podemos obtener la siguiente expresión para Γ𝑠𝑠 tras un poco de álgebra:

𝐿𝐿𝐿𝐿𝑠𝑠
1+
𝜀𝜀𝜀𝜀 𝑣𝑣 𝑇𝑇 ⎞
Γ𝑠𝑠 = ⎛ 2 Γ𝑑𝑑
𝐿𝐿 𝑟𝑟𝑠𝑠
1+
⎝ 𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑅𝑅𝑣𝑣 𝑇𝑇 2 ⎠

Como podemos ver, a diferencia de Γ𝑑𝑑 el gradiente adiabático saturado no es constante, sino que
depende de la concentración de vapor 𝑟𝑟𝑠𝑠 y la temperatura (la cual determina 𝑟𝑟𝑠𝑠 a través de la ley de
Clausius-Clapeyron). En la alta troposfera y estratosfera la temperatura es baja, y 𝑒𝑒𝑠𝑠 y 𝑟𝑟𝑠𝑠 son muy
pequeñas, por lo que Γ𝑠𝑠 → Γ𝑑𝑑 . Dependiendo de la temperatura, los valores típicos de Γ𝑠𝑠 se mueven
entre los 4 y 7 K/km.

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Tema 2: La convección en los trópicos

De forma similar, la temperatura potencial sólo permanece constante para una parcela que asciende sin
que se produzca condensación. Una vez que ésta ocurre, esperaríamos que 𝜃𝜃 aumentara con la altura.
Usando la definición de 𝜃𝜃, podemos ver que:
𝑝𝑝0 𝜅𝜅 𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑑𝑑𝑑𝑑
𝜃𝜃 = 𝑇𝑇 � � → ln 𝜃𝜃 = ln 𝑇𝑇 + 𝜅𝜅 ln 𝑝𝑝0 − 𝜅𝜅 ln 𝑝𝑝 → = − 𝜅𝜅
𝑝𝑝 𝜃𝜃 𝑇𝑇 𝑝𝑝
Sustituyendo esto en el primer principio:
𝑅𝑅𝑅𝑅 𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑑𝑑𝑝𝑝 𝑑𝑑𝑑𝑑
𝛿𝛿𝛿𝛿 = 𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑑𝑑𝑑𝑑 − 𝑑𝑑𝑑𝑑 = 𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑇𝑇 � − 𝜅𝜅 � = 𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑇𝑇
𝑝𝑝 𝑇𝑇 𝑝𝑝 𝜃𝜃
Cuando 𝛿𝛿𝛿𝛿 = 0, 𝑑𝑑𝑑𝑑 = 0 y 𝜃𝜃 se conserva, como vimos. De forma más general, cuando hay cambios de
fase 𝛿𝛿𝛿𝛿 = −𝐿𝐿𝐿𝐿𝐿𝐿, y por tanto:
𝑑𝑑𝑑𝑑 𝐿𝐿 𝜃𝜃 𝐿𝐿
𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑇𝑇 + 𝐿𝐿𝐿𝐿𝐿𝐿 = 0 → 𝑑𝑑𝑑𝑑 + 𝑑𝑑𝑑𝑑 = 0 → 𝜃𝜃𝑒𝑒 ≈ 𝜃𝜃 + 𝑟𝑟 ≈ 𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐
𝜃𝜃 𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑇𝑇 𝑐𝑐𝑝𝑝
𝐿𝐿
Aunque la temperatura potencial 𝜃𝜃 no se conserva cuando se produce condensación, 𝜃𝜃𝑒𝑒 ≈ 𝜃𝜃 + 𝑟𝑟 sí lo
𝑐𝑐𝑝𝑝
hace, aunque haya cambio de fase. Al ascender la parcela y condensar vapor de agua 𝑟𝑟 disminuye, pero
la perdida de calor latente es compensada con el aumento de entalpía: 𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑑𝑑𝑑𝑑 = −𝐿𝐿𝐿𝐿𝐿𝐿, por lo que 𝜃𝜃𝑒𝑒
permanece constante. 𝜃𝜃𝑒𝑒 se denomina temperatura potencial equivalente.

2.7 Estabilidad de una atmósfera húmeda. Diagramas termodinámicos

Como vimos en el apartado anterior, el ascenso de una parcela de aire no saturada sigue inicialmente
una adiabática seca (𝜃𝜃 = 𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐) hasta alcanzar el nivel de condensación. A partir de ahí, la evolución de la
parcela sigue una adiabática saturada (𝜃𝜃𝑒𝑒 = 𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐). Usando las ecuaciones que hemos visto, podemos
determinar entonces cómo evolucionará 𝑇𝑇(𝑝𝑝) y, comparando con la temperatura ambiente 𝑇𝑇𝑎𝑎 (𝑝𝑝),
determinar la flotabilidad de la parcela a los distintos niveles y de esta forma su estabilidad.

Sin embargo, esto puede ser engorroso. Una


herramienta de gran ayuda para seguir la evolución
de la parcela y determinar su inestabilidad son los
diagramas termodinámicos. En estos diagramas se
representa gráficamente las curvas de nivel de
funciones termodinámicas relevantes en función
de 𝑇𝑇 y 𝑝𝑝, que se toman como coordenadas (𝑇𝑇 en el
eje de abcisas y 𝑝𝑝 en el de ordenadas). Un
diagrama muy extendido es el diagrama oblicuo
(Figura 2): en este diagrama el eje 𝑦𝑦 (líneas 𝑇𝑇 =
𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐, o isotermas) forma un ángulo inferior a 90º
con el eje 𝑥𝑥 (líneas 𝑝𝑝 = 𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐, o isobaras), lo que
maximiza el espacio gráfico en la región
Fig. 2: Variables independientes del diagrama oblicuo
atmosférica de interés. (tomado de Practical Meteorology, Stull)

Tomadas 𝑇𝑇 y 𝑝𝑝 como variables independientes, el resto de curvas que se representa son isolíneas de
funciones de estado que dependen sólo de estas dos variables:

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• Adiabática seca. La temperatura potencial


𝑝𝑝 𝜅𝜅
es una función de 𝑇𝑇 y 𝑝𝑝: 𝜃𝜃 = 𝑇𝑇 � 0 � , por lo
𝑝𝑝
que es posible representar isolíneas 𝜃𝜃 = 𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐
en el diagrama oblicuo. Estas líneas cortan al
eje 𝑥𝑥 (𝑝𝑝 = 𝑝𝑝0 = 1000 ℎ𝑃𝑃𝑃𝑃, la superficie)
en 𝜃𝜃 = 𝑇𝑇. La evolución adiabática del aire
seco sigue la dirección de una de estas
líneas. En la figura 3 se indica a modo de
ejemplo cómo evoluciona una parcela que
asciende partiendo a 20ºC desde la
superficie. A 600 hPa, su temperatura ha Fig. 3: Adiabáticas secas en el diagrama oblicuo
bajado a -20ºC. (adaptado de Practical Meteorology, Stull)

• Adiabática húmeda saturada. La


temperatura potencial equivalente no sólo
depende de 𝑇𝑇 y 𝑝𝑝, sino también de 𝑟𝑟, por lo
que para cada valor de 𝑟𝑟 habría una curva
distinta. El diagrama oblicuo muestra las
adiabáticas húmedas en condiciones de
saturación, es decir, para 𝑟𝑟 = 𝑟𝑟𝑠𝑠 = 𝑓𝑓(𝑇𝑇, 𝑝𝑝).
Por ello, estas curvas sólo representan la
evolución de la temperatura del aire cuando
éste se encuentra saturado. Estas líneas
cortan a las isotermas en la superficie a la
temperatura de bulbo húmedo 𝑇𝑇𝑤𝑤 . Fig. 4: Adiabáticas húmedas del diagrama oblicuo
(adaptado de Practical Meteorology, Stull)

• Isohumas. Son líneas de humedad constante


que marcan la fracción de mezcla saturada,
también una función de 𝑇𝑇 y 𝑝𝑝: 𝑟𝑟𝑠𝑠 = 𝑓𝑓(𝑇𝑇, 𝑝𝑝).
Para una parcela no saturada con 𝑟𝑟 < 𝑟𝑟𝑠𝑠 , 𝑒𝑒l
punto de rocío puede identificarse como la
temperatura a la que 𝑟𝑟 = 𝑟𝑟𝑠𝑠 a la misma
presión. Por ejemplo, vemos en la figura 5
que una parcela con 𝑟𝑟 = 10 𝑔𝑔/𝑘𝑘𝑘𝑘 tiene un
punto de rocío 𝑇𝑇𝑑𝑑 ≈ 14º𝐶𝐶 en la superficie.
En cambio, a 400 hPa y con la misma
cantidad de vapor, el punto de rocío es sólo
de 0 º𝐶𝐶 (figure 5). Mientras no se produzca
condensación, la parcela va a conservar su
valor de 𝑟𝑟𝑠𝑠 (= 𝑟𝑟) aunque el punto de rocío Fig. 5: Isohumas en el diagrama oblicuo (adaptado
cambie. Esto nos permite representar en el de Practical Meteorology, Stull)
diagrama la humedad de la parcela.

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Tema 2: La convección en los trópicos

En el diagrama completo están presentes todas estas líneas. En la figura 6 se ilustra cómo evolucionaría
una parcela que parte de la superficie a 20ºC y con un punto de rocío de aproximadamente 5ºC, que
asciende de forma adiabática hasta un nivel de 400 hPa. Podemos marcar en la figura la parcela con una
P roja, y su punto de rocío con una R azul.

Lo primero que observamos es que 𝑇𝑇 > 𝑇𝑇𝑑𝑑 , lo que implica que la parcela no está saturada. Leyendo la
isohuma que pasa por el punto de rocío, podemos ver que la fracción de mezcla es aproximadamente de
5 gramos de vapor por kg de aire seco. Esta concentración de vapor es inferior a la que tendría la parcela
si estuviera saturada (lo que requeriría 𝑇𝑇𝑑𝑑 = 𝑇𝑇 = 20º𝐶𝐶). Para esta temperatura, 𝑟𝑟𝑠𝑠 ≈ 15 𝑔𝑔/𝑘𝑘𝑘𝑘.

Fig. 6: Ilustración del uso del diagrama oblicuo (adaptado de Practical Meteorology, Stull)

Como la parcela no está saturada, el ascenso va a seguir inicialmente la adiabática seca de 20ºC (flecha
roja en la figura). Por otra parte, mientras no se produzca aporte o eliminación de vapor de agua, la
cantidad de vapor en la parcela no puede cambiar y 𝑟𝑟𝑠𝑠 = 5 𝑔𝑔/𝑘𝑘𝑘𝑘 en todo momento. El punto de rocío,
sin embargo, disminuye ligeramente con la altura como indica la flecha azul porque no depende sólo de
la presión de vapor sino también de la presión.

Al enfriarse la parcela siguiendo la adiabática seca, llega un momento en que su temperatura iguala al
punto de rocío, en el llamado nivel de condensación. Esto ocurre aproximadamente a 800 hPa, donde
𝑇𝑇 = 𝑇𝑇𝑑𝑑 = 0º𝐶𝐶. La parcela alcanza la saturación y, a partir de ese momento, ascenderá siguiendo una
adiabática húmeda saturada (línea celeste), alcanzando los 400 hPa con temperatura 𝑇𝑇 = 𝑇𝑇𝑑𝑑 ≈ −35º𝐶𝐶.
La parcela permanece saturada en todo momento durante este ascenso, aunque cada vez con menos
vapor de agua debido a la pérdida por condensación. Al llegar a los 400 hPa sólo quedan unos 0.4 𝑔𝑔/𝑘𝑘𝑘𝑘
de vapor de los 5 𝑔𝑔/𝑘𝑘𝑘𝑘 de los que partía. El resto ha condensado y se encuentra en forma líquida (o
hielo, a esas temperaturas), o ha precipitado.

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Tema 2: La convección en los trópicos

Imaginemos ahora que la parcela retorna adiabáticamente hasta el nivel de partida. Pueden ocurrir dos
casos extremos, así como cualquier combinación de ellos. Si no se ha producido nada de precipitación,
todo el proceso es reversible. La parcela descenderá siguiendo una adiabática húmeda y al hacerlo re-
evaporará el agua y hielo permaneciendo saturada hasta retornar al nivel de condensación. A partir de
ese momento no hay suficientemente disponibilidad de agua, y la parcela vuelve a la superficie
siguiendo una adiabática seca.

En el extremo opuesto, todo el agua y hielo generado se elimina mediante precipitación. En ese caso, el
calentamiento producido por la condensación/sublimación es irreversible y la parcela vuelve a mayor
temperatura a la superficie. En cuanto baja unos metros y se calienta de forma adiabática 𝑇𝑇 > 𝑇𝑇𝑑𝑑 , la
parcela deja de estar saturada: 𝑟𝑟 < 𝑟𝑟𝑠𝑠 y por tanto el descenso sigue ahora una adiabática seca (línea roja
discontinua). La parcela llega a la superficie a una temperatura bastante mayor (𝑇𝑇 ≈ 35º𝐶𝐶) en ausencia
de enfriamiento evaporativo, pero a cambio tiene mucho menos vapor: 𝑟𝑟 ≈ 0.4 𝑔𝑔/𝑘𝑘𝑘𝑘. La humedad
relativa es mucho menor: el punto de rocío es ahora sólo 𝑇𝑇𝑑𝑑 ≈ −26º𝐶𝐶 (línea azul discontinua).

En el ejemplo anterior supusimos que la parcela


ascendía hasta un nivel de 400 hPa, pero pasamos
de largo sobre el mecanismo que forzaba dicho
ascenso. La inestabilidad convectiva es uno de los
principales forzamientos de ascenso en la atmósfera,
especialmente en los trópicos. Esta inestabilidad se
produce cuando la atmósfera es más ligera en capas
bajas que altas. En estas circunstancias, cuando una
parcela es desplazada hacia arriba, la fuerza de
flotabilidad amplifica el desplazamiento y la parcela
asciende hasta que se encuentra un nivel de
flotabilidad neutra. Los diagramas termodinámicos
son una herramienta muy útil para evaluar la
estabilidad. Dibujando en el diagrama el perfil de Fig. 7: Ejemplo de un sondeo inestable
temperatura observado a los distintos niveles (lo
que se denomina sondeo), es posible evaluar la flotabilidad valorando si una parcela que se desplaza de
forma adiabática alcanza temperaturas mayores o menores que el ambiente. A modo de ejemplo, la
figura 7 muestra un hipotético sondeo inestable (línea negra gruesa). Podemos ver que una parcela que
ascienda desde la superficie, siguiendo primero una adiabática seca y a partir del nivel de condensación
una adiabática húmeda, experimenta una flotabilidad positiva hasta alcanzar el nivel de 400 hPa.

Es interesante examinar qué ocurriría si la misma parcela tuviera mucho menos vapor de agua, en
concreto si 𝑟𝑟 < 0.5 𝑔𝑔/𝑘𝑘𝑘𝑘. En ese caso el sondeo sería aún inestable pero la parcela evolucionaría
siguiendo una adiabática seca en todo instante, y encontraría su nivel de flotabilidad neutra a un nivel
más bajo, de 500 hPa. Como muestra este ejemplo, la humedad tiene un impacto notable en la
estabilidad de la atmósfera. Es frecuente encontrar situaciones en las que la atmósfera es estable para
desplazamientos secos pero inestable para desplazamientos saturados. Esto es lo que ocurre cuando el
gradiente térmico vertical es menor que el gradiente adiabático seco pero mayor que el gradiente
adiabático saturado. Estos son situaciones de inestabilidad condicional, en las que sólo se produce
convección si algún otro mecanismo es capaz de forzar el ascenso inicial del aire hasta su nivel de
condensación. Como veremos en el tema 5, esto puede tener una gran importancia para la formación de
tormentas severas al permitir el desarrollo de ambientes con gran inestabilidad condicional.

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Tema 2: La convección en los trópicos

2.8 La estratificación de los trópicos

Como vimos, la atmósfera tiene una estratificación estable porque la temperatura potencial crece con la
altura (ver figura 1). Si no existiera vapor de agua en la atmósfera, la convección sería un fenómeno muy
inusual. En comparación, la figura 8 muestra la climatología anual de la temperatura potencial
equivalente saturada. Como podemos ver, la estratificación húmeda es mucho menor que la seca, y
prácticamente inexistente en los trópicos, donde la temperatura potencial equivalente no varía apenas
𝑑𝑑𝜃𝜃𝑒𝑒
con la altura: ≈0
𝑑𝑑𝑑𝑑

Fig. 8: Climatología anual de temperatura potencial equivalente saturada. Fuente: Marshall & Plumb (2008)

Esto no es una coincidencia. En los trópicos la estructura térmica vertical sigue aproximadamente una
adiabática húmeda debido a la importancia de la convección, que es el principal mecanismo de
transporte vertical de calor en los trópicos (no así en los extratrópicos). Como comentamos, la
atmósfera es muy transparente a la radiación solar y es calentada fundamentalmente desde la
superficie, lo cual da lugar a una situación de inestabilidad convectiva. La convección juega un papel
muy importante transportando el calor recibido en la superficie hasta capas más altas de la atmósfera,
que son calentadas mediante condensación. Esto da lugar a un balance en el que la desestabilización
radiativa es equilibrada mediante la convección, que produce una estratificación adiabática húmeda
asociada al ascenso de las parcelas que ascienden adiabáticamente.

Es importante notar que éste es un equilibrio dinámico. Aunque la climatología de los trópicos esté
próxima a la neutralidad (figura 8), esto no es cierto en todo instante y en todo lugar. La radiación
desestabiliza la atmósfera continuamente, con un importante ciclo diurno, y la convección también
actúa continuamente, de forma algo aleatoria. Salvando las distancias, puede ayudarnos a visualizar esta
situación el burbujeo continuo que se produce en el punto de ebullición cuando ponemos agua a hervir.

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Tema 2: La convección en los trópicos

2.9 Nubes convectivas

Las nubes pueden clasificarse de diversas formas atendiendo a su mecanismo de formación, niveles en
que se observan, etc. De forma muy simplificada, existen dos tipos fundamentales de nubes 4: cúmulos y
estratos. Los cúmulos se asocian a ascensos convectivos como los que hemos estudiado, por lo que
pueden ser fácilmente identificados en diagramas termodinámicos: la base de la nube se localiza en el
nivel de condensación, mientras que el tope de nube se encuentra algo por encima del nivel de
flotabilidad neutra (sobrepasado por la inercia del ascenso). En cambio, los estratos se forman
normalmente mediante advección cuasi-horizontal, por ejemplo, a lo largo de un frente. Debido a su
diferente formación, los cúmulos tienen una estructura más vertical, a veces de torre, mientras que los
estratos, menos profundos, se extienden en amplias capas horizontales.

Dependiendo de dónde se produzca la capa atmosférica con inestabilidad convectiva, y cómo sea de
profunda, existen varias subclasificaciones de cúmulos (ver libro de Stull). Si no son excesivamente
profundos, el tope de los cúmulos muestra una estructura característica asociada a la penetración de las
corrientes ascendentes por encima del nivel de flotabilidad neutra, como si rompieran en la capa de aire
que hay por encima. Los cúmulos más profundos son capaces de alcanzar la tropopausa, y se dispersan
horizontalmente al llegar hasta este nivel (de gran estabilidad) produciendo una forma característica de
yunque. Este tipo de nubes de convección profunda se llaman cumulonimbos (en general, las nubes de
lluvia se llaman nimbos; también existen los nimboestratos) y son bastante frecuentes en los trópicos.
En la figura 9 se muestran algunos ejemplos de nubes, tomados de Wikipedia.

Fig. 9: Ejemplos de nubes: estratos (izquierda) y cúmulos (centro y derecha). En la imagen de la derecha se
aprecia una nube de tipo cumulonimbo, con su yunque característico. Imágenes tomadas de Wikipedia

2.10 Organización de la convección: la oscilación de Madden-Julian

Aunque la convección tropical tiene una cierta componente aleatoria, ésta ocurre preferentemente en
ciertas regiones (Figura 10), favorecida por la convergencia de los vientos en superficie (Zona de
convergencia intertropical) y/o por temperaturas de mar especialmente altas (“charca cálida” del sector
Indo-Pacífico ecuatorial). Además, aunque los eventos convectivos tienen escalas bastante pequeñas
(tamaños de nube del orden del km), es frecuente que la convección se organice en forma de clúster en
escalas bastante mayores. Un ejemplo de organización convectiva es el de las tormentas tropicales/
huracanes, en los que la convección se organiza alrededor de un centro de bajas presiones de gran

4
Por supuesto existen muchos más tipos, desde nieblas hasta nubes orográficas de diversa índole. En el libro de
Stull podéis encontrar una clasificación mucho más amplia.

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Tema 2: La convección en los trópicos

escala. Sin embargo, esto sólo puede ocurrir a cierta distancia del ecuador (estudiaremos la dinámica de
estos fenómenos en el tema 4)

En la región ecuatorial, se ha descubierto que la convección profunda se organiza en una onda con fases
de convección reforzada/intensa y suprimida de muy gran escala, del orden de 10,000 km (Figura 11).
Este fenómeno se conoce como Oscilación de Madden-Julian, en atención a los científicos que la
descubrieron. El fenómeno se inicia con una fase de precipitación reforzada en el océano Índico
ecuatorial (y suprimida en el Pacífico ecuatorial), y se propaga hacia el este con una velocidad de fase de
aproximadamente 5 m/s, repitiéndose con una periodicidad de entre 30 y 60 días. Pese a su gran
importancia (este fenómeno modula en gran medida la variabilidad de la precipitación tropical), aún no
se entiende bien cómo se organiza la convección y/o el mecanismo de propagación esta onda.

Fig. 10: Distribución de la precipitación media anual. Fuente: GPCP

Fig. 11: Anomalía de precipitación (diferencia con climatología) para una fase de la Oscilación de Madden-Julian.
El sombreado celeste (rojo) indica regiones en las que la precipitación es reforzada (suprimida). Fuente: UEA

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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

TEMA 3: CICLONES EXTRATROPICALES Y FRENTES


3.1 Introducción

La termodinámica es clave para la meteorología tropical, dominada por la convección como vimos en el
tema anterior. En cambio, la meteorología extratropical puede explicarse usando dinámica adiabática,
ignorando el calentamiento en primera aproximación. La principal herramienta son las leyes de Newton.

La atmósfera está sujeta a fuerzas externas, como la gravedad y la fricción, pero también a fuerzas
internas, fundamentalmente de presión, que se ejercen entre sí las parcelas de aire. Además, en un
sistema de referencia solidario con la Tierra es necesario incluir las fuerzas de inercia que aparecen
como consecuencia del movimiento de ésta. La fuerza de inercia más importante es la fuerza de Coriolis,
que produce una aceleración 90º a la derecha de la velocidad en el hemisferio norte (al revés en el sur).
La combinación de todas estas fuerzas produce una aceleración lagrangiana, que es responsable del
movimiento de las parcelas de aire. Para analizar el movimiento en un punto fijo (descripción euleriana),
es necesario incluir también la advección, es decir, el origen de las parcelas que llegan a dicho punto,
que son distintas en cada instante de tiempo. Este término puede también considerarse como la fuerza
de inercia que aparece cuando se considera un sistema de referencia que se mueve con la parcela.

Para movimientos de gran escala en los extratrópicos el término de advección es mucho menor que la
fuerza de Coriolis y el viento es aproximadamente geostrófico. El viento geostrófico es el viento
resultante del balance entre el gradiente de presión y la fuerza de Coriolis. Este viento se dirige en
dirección paralela a las isobaras/isohipsas y gira en sentido antihorario en los ciclones (y viceversa para
los anticiclones) en el hemisferio norte (al revés en el sur). El viento geostrófico cambia con la altura
cuando la temperatura varía horizontalmente; esto se conoce como viento térmico. El viento térmico
explica que los ciclones de núcleo cálido sean más intensos en superficie, y los de núcleo frío más
intensos en altura.

En las latitudes medias, el intenso gradiente térmico meridiano del frente polar se asocia a una cizalla
del oeste del viento térmico, que produce un máximo del viento en capas altas. La corriente en chorro
separa el aire cálido de los subtrópicos del aire frío de la región polar. Esta corriente está sujeta a
ondulaciones, llamadas vaguadas y dorsales, que son el equivalente en capas altas de ciclones y
anticiclones, respectivamente. Además de propagarse hacia el este, estas ondas rompen cuando
alcanzan gran amplitud, provocando embolsamientos de aire cálido (frío) al norte (sur) del chorro en
capas altas. Estos últimos son especialmente relevantes en nuestra geografía porque pueden producir
convección al moverse sobre las aguas cálidas del Mediterráneo, dando lugar a DANAS.

Aunque el viento ageostrófico es mucho más débil que el geostrófico, este viento juega sin embargo un
papel muy importante en la dinámica extratropical. El viento geostrófico representa fundamentalmente
un equilibrio –si el viento fuera exactamente geostrófico la atmósfera nunca cambiaría. La aceleración
del viento geostrófico es causada por el viento ageostrófico. Los movimientos verticales, en particular,
juegan un papel muy importante para la intensificación de los ciclones extratropicales. Muchos de los
precursores de la ciclogénesis, como la aproximación de una vaguada en capas altas, la presencia de un
chorro localmente intenso, o una alta temperatura de la superficie del mar, están asociados a ascensos.
En los ciclones explosivos, aquellos que se intensifican de forma más rápida, confluyen frecuentemente
varios de estos factores. Esto explica también que los ciclones extratropicales ocurran preferentemente
en ciertas regiones llamadas stormtracks, coincidentes con las cuencas oceánicas extratropicales.

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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

Aunque los ciclones extratropicales se consideran normalmente ciclones de núcleo frío, en realidad los
ciclones tienen una estructura térmica de mesoescala. La deformación del gradiente térmico del frente
polar por el viento geostrófico da lugar a procesos de frontogénesis, produciendo un frente cálido al
este y un frente frío al oeste. Ambos frentes se asocian a movimientos verticales, nubosidad y
precipitación, siendo el desarrollo vertical y la precipitación mayores para el frente frío. Al avanzar el
frente frío más rápidamente que el frente cálido se achica la masa de aire cálido comprendida entre
ambos, produciéndose la oclusión cuando el frente frío alcanza al cálido.

3.2 Fuerzas externas, internas e inerciales. Aceleración lagrangiana

Las ecuaciones del movimiento, llamadas ecuaciones de Navier-Stokes, son simplemente el resultado de
aplicar la segunda ley de Newton a las parcelas de un fluido. Si consideramos una parcela de aire, la
suma de las fuerzas que actúa sobre ellas va a provocar una aceleración. Por unidad de masa:

𝐷𝐷𝑣𝑣⃗
= � 𝐹𝐹⃗
𝐷𝐷𝐷𝐷
Observad que hemos escrito la derivada temporal con una notación especial, usando mayúsculas. Esta
notación se usa para indicar que se trata de una derivada lagrangiana. Lo que queremos decir con ello
es que esta derivada mide el cambio que sufre la parcela elegida, una cualquiera pero una concreta, que
debido al movimiento del fluido va a estar en localizaciones distintas en cada instante. Es la única forma
en que tiene sentido aplicar las leyes de Newton. Reservamos los símbolos de diferenciación habituales
para la derivada euleriana, que mide el cambio en una localización fija por la que en cada instante
pasan parcelas distintas. En la sección siguiente veremos cómo están relacionadas ambas derivadas.

Consideramos ejes de coordenadas cartesianos locales, con el eje x apuntando de oeste a este, el eje y
de sur a norte, y el eje z hacia arriba en dirección perpendicular a la superficie.

Las principales fuerzas externas que actúan en la atmósfera son la gravedad y la fricción. Esta última es
importante sobre todo cerca de la superficie, en la llamada capa límite, pero puede normalmente
despreciarse en la atmósfera libre.

Además, hay que tener en cuenta las fuerzas internas, debidas a la


interacción entre las distintas parcelas. La más importante es la
fuerza de presión 1. En el ejemplo de la figura 1, si la parcela al este
ejerce más presión que la parcela al oeste, la parcela sombreada
va a estar sometida a una fuerza neta en dirección 𝑥𝑥 dada por Fig. 1: Fuerza neta en dirección x en
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 presencia de un gradiente de presión
−𝐴𝐴 · 𝐿𝐿 · = −𝑉𝑉 , siendo 𝐴𝐴 el área de contacto y 𝐿𝐿 la distancia
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
en dirección 𝑥𝑥 (𝑉𝑉 = 𝐴𝐴 · 𝐿𝐿 es el volumen). De forma más general, y por unidad de masa, la fuerza de
1
presión es: 𝐹𝐹 ���⃗
𝑝𝑝 = − ∇𝑝𝑝, y se denomina “gradiente de presiones”.
𝜌𝜌

El balance de fuerzas es muy distinto en el plano x-y y en dirección z debido al impacto de la gravedad.
𝐷𝐷𝐷𝐷
Salvo para movimientos convectivos intensos, ésta es mucho mayor que la aceleración vertical 𝑔𝑔 ≫ y
𝐷𝐷𝐷𝐷

1
La fuerza de presión es la fuerza ejercida en dirección normal a la superficie de contacto. Además, puede existir
una fuerza de cizalladura paralela a la superficie, asociada a la viscosidad, pero esta fuerza es despreciable en la
atmósfera.

2
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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

que las fuerzas de inercia (discutidas abajo), por lo que el balance dominante en dirección z es entre la
gravedad y el gradiente vertical de presiones. Esto es lo que se conoce como balance hidrostático:
1 𝜕𝜕𝜕𝜕
0=− − 𝑔𝑔
𝜌𝜌 𝜕𝜕𝜕𝜕
Físicamente, este balance implica que la presión que ejerce el aire es igual al peso del volumen de fluido
que tiene por encima.

Como el sistema de coordenadas que hemos tomado gira solidariamente con el planeta, es necesario
incluir también fuerzas de inercia. Para deducirlas, consideremos un vector 𝐴𝐴⃗ constante en un sistema
inercial (figura 2) y veamos cómo cambia ese vector visto desde un sistema de referencia no inercial que
gira con velocidad angular Ω��⃗. Durante un intervalo de tiempo 𝛿𝛿𝛿𝛿, tanto el origen (punto 1) como el
extremo (punto 2) de 𝐴𝐴⃗ giran respecto al eje de rotación en dirección contraria a la del disco, con lo que
también lo hace el vector 𝐴𝐴⃗. Esto implica la siguiente relación entre las derivadas en el sistema inercial y
rotante (no inercial):

𝑑𝑑𝐴𝐴⃗ 𝑑𝑑𝐴𝐴⃗
� � = � � + 𝛺𝛺 �⃗ × 𝐴𝐴⃗
𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑖𝑖𝑖𝑖 𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟

Fig. 2: Esquema ilustrando cómo cambia un vector 𝐴𝐴⃗ en un sistema no inercial que rota con velocidad angular Ω ��⃗.
��⃗.
Aunque el vector es constante (paneles A y B), en el sistema rotante el vector gira en sentido contrario a Ω

Aplicando esta relación al vector de posición podemos relacionar la velocidad en el sistema inercial 𝑣𝑣⃗𝑖𝑖𝑖𝑖
con la velocidad en el sistema rotante 𝑣𝑣⃗ ≡ 𝑣𝑣⃗𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟 :

𝐷𝐷𝑥𝑥⃗ 𝐷𝐷𝑥𝑥⃗
𝑣𝑣⃗𝑖𝑖𝑖𝑖 = � � = � � + 𝛺𝛺 �⃗ × 𝑥𝑥⃗ = 𝑣𝑣⃗ + 𝛺𝛺
�⃗ × 𝑥𝑥⃗
𝐷𝐷𝐷𝐷 𝑖𝑖𝑖𝑖 𝐷𝐷𝐷𝐷 𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟

Para la aceleración:

3
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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

𝐷𝐷𝑣𝑣⃗𝑖𝑖𝑖𝑖 𝐷𝐷𝑣𝑣⃗𝑖𝑖𝑖𝑖 𝐷𝐷
� � =� �⃗ × 𝑣𝑣⃗𝑖𝑖𝑖𝑖 = � �𝑣𝑣⃗ + 𝛺𝛺
� + 𝛺𝛺 �⃗ × 𝑥𝑥⃗�� + 𝛺𝛺 �⃗ × �𝑣𝑣⃗ + 𝛺𝛺
�⃗ × 𝑥𝑥⃗� =
𝐷𝐷𝐷𝐷 𝑖𝑖𝑖𝑖 𝐷𝐷𝐷𝐷 𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟 𝐷𝐷𝐷𝐷 𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟
𝐷𝐷𝑣𝑣⃗
=� �⃗ × 𝑣𝑣⃗ + 𝛺𝛺
� + 2𝛺𝛺 �⃗ × 𝛺𝛺
�⃗ × 𝑥𝑥⃗
𝐷𝐷𝐷𝐷 𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟

Las dos fuerzas de inercia que aparecen en el miembro derecho son la fuerza de Coriolis y la fuerza
centrífuga, en este orden. La fuerza centrífuga es pequeña, y simplemente resulta en una pequeña
corrección a la gravedad que podemos ignorar, pero la fuerza de Coriolis tiene una gran importancia en
la dinámica.

Aunque la fuerza de Coriolis proyecta en las 3 direcciones, su


componente z es mucho más pequeña que la gravedad y puede ser
despreciada en la ecuación de momento vertical, en la que domina
el balance hidrostático. Por ello, consideraremos sólo la proyección
de la fuerza de Coriolis en el plano x-y, asociada a la rotación
alrededor del eje z local (normal a la superficie). Esto implica que
sólo es relevante dinámicamente la componente del vector de
rotación perpendicular a la superficie en cada punto Ω𝑧𝑧 = Ω senφ
(ver figura 3). Esto tiene implicaciones importantes. La fuerza de
Coriolis juega un papel muy importante en los extratrópicos, pero es
Fig. 3: Proyección del vector de
despreciable cerca del ecuador donde senφ → 0. En los trópicos, la
rotación en la dirección z local,
atmósfera se comporta como si la Tierra no rotara. definida normal a la superficie.
De esta forma, las ecuaciones para cada componente son:
𝐷𝐷𝐷𝐷 1 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝐷𝐷𝐷𝐷 1 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
= 𝑓𝑓𝑓𝑓 − + 𝐹𝐹𝑥𝑥 = −𝑓𝑓𝑓𝑓 − + 𝐹𝐹𝑦𝑦 = −𝜌𝜌𝜌𝜌
𝐷𝐷𝐷𝐷 𝜌𝜌 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝐷𝐷𝐷𝐷 𝜌𝜌 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
siendo 𝑓𝑓 = 2Ω senφ el parámetro de Coriolis, y (𝐹𝐹𝑥𝑥 , 𝐹𝐹𝑦𝑦 ) la fuerza de fricción. Podemos ver que la fuerza
de Coriolis se dirige 90º a la derecha del vector velocidad en el hemisferio norte (al revés en el sur).

3.3 Derivada euleriana y advección

Las ecuaciones anteriores se derivaron aplicando las leyes de Newton a una parcela de aire que
conserva su identidad. Como la posición de esta parcela va a cambiar con el tiempo, habitualmente de
forma caótica, esto no resulta práctico. En general, estaremos más interesados en conocer cómo varían
la velocidad, temperatura, etc. en un emplazamiento fijo (por ejemplo, Madrid) en vez de siguiendo a
una parcela cuya posición final se desconoce. Esto es lo que se conoce como derivada euleriana y se
�⃗
𝜕𝜕𝑣𝑣
denota simplemente .
𝜕𝜕𝜕𝜕

Para calcular la derivada euleriana en un punto cualquiera 𝑥𝑥⃗ hay que tener en cuenta que las parcelas
que llegan a dicha posición son distintas en cada instante de tiempo. Como muestra la figura 4, el
cambio de una propiedad cualquiera 𝐴𝐴(𝑥𝑥⃗, 𝑡𝑡) entre los instantes 𝑡𝑡 y 𝑡𝑡 + 𝛿𝛿𝛿𝛿 se debe tanto a que una
parcela distinta ocupa dicho punto (la azul en el instante 𝑡𝑡 y la roja en el instante 𝑡𝑡 + 𝛿𝛿𝛿𝛿) como a que el
valor de 𝐴𝐴 para la parcela roja ha podido además evolucionar en este periodo (derivada lagrangiana).

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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

Fig. 4: Esquema ilustrando las contribuciones al cambio de 𝐴𝐴 en el punto 𝑥𝑥⃗. La parcela que ocupa dicho punto ha
cambiado entre los tiempos 𝒕𝒕 (parcela azul) y 𝒕𝒕 + 𝜹𝜹𝜹𝜹 (parcela roja). Además, el valor de 𝐴𝐴 para la parcela roja ha
podido cambiar entre ambos instantes de tiempo.

Teniendo esto en cuenta podemos expresar:


𝐷𝐷𝐷𝐷
𝜕𝜕𝜕𝜕(𝑥𝑥⃗,𝑡𝑡) 𝐴𝐴(𝑥𝑥⃗,𝑡𝑡+𝛿𝛿𝛿𝛿)−𝐴𝐴(𝑥𝑥⃗,𝑡𝑡) �𝐴𝐴(𝑥𝑥⃗−𝑣𝑣
�⃗𝛿𝛿𝛿𝛿,𝑡𝑡)+ 𝛿𝛿𝛿𝛿�−𝐴𝐴(𝑥𝑥⃗,𝑡𝑡)
𝐷𝐷𝐷𝐷
= =
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝛿𝛿𝛿𝛿 𝛿𝛿𝛿𝛿

siendo 𝐴𝐴(𝑥𝑥⃗ − 𝑣𝑣⃗𝛿𝛿𝛿𝛿, 𝑡𝑡) el valor de 𝐴𝐴 para la parcela roja en el instante 𝑡𝑡, cuando aún no estaba en el punto
𝐷𝐷𝐷𝐷
𝑥𝑥⃗ sino en el punto 𝑥𝑥⃗ − 𝑣𝑣⃗𝛿𝛿𝛿𝛿, y el cambio (lagrangiano) que ha experimentado dicha parcela. Usando
𝐷𝐷𝐷𝐷
una expansión de Taylor, podemos relacionar el valor de 𝐴𝐴 para las parcelas azul y roja en el instante 𝑡𝑡:
𝜕𝜕𝜕𝜕
𝐴𝐴(𝑥𝑥⃗ − 𝑣𝑣⃗𝛿𝛿𝛿𝛿, 𝑡𝑡) = 𝐴𝐴(𝑥𝑥⃗, 𝑡𝑡) + ∑ (−𝑣𝑣𝑗𝑗 𝛿𝛿𝛿𝛿) = 𝐴𝐴(𝑥𝑥⃗, 𝑡𝑡) − 𝑣𝑣⃗ · 𝛻𝛻�⃗ 𝐴𝐴 𝛿𝛿𝛿𝛿
𝜕𝜕𝑥𝑥𝑗𝑗

Sustituyendo en la expresión anterior y tomando el límite 𝛿𝛿𝛿𝛿 → 0, finalmente obtenemos la siguiente


relación entre las derivadas euleriana y lagrangiana:
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝐷𝐷𝐷𝐷
= − 𝑣𝑣⃗ ∙ ∇𝐴𝐴
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝐷𝐷𝐷𝐷
El término 𝑣𝑣⃗ ∙ ∇𝐴𝐴 se denomina advección, y representa el cambio en 𝐴𝐴 debido a la llegada de una nueva
𝐷𝐷𝐷𝐷
parcela. Aunque las parcelas conserven su valor de 𝐴𝐴 al moverse, = 0, el valor de 𝐴𝐴 en el punto 𝑥𝑥⃗
𝐷𝐷𝐷𝐷
puede pese a todo cambiar y aumentará cuando 𝑣𝑣⃗ ∙ ∇𝐴𝐴 < 0, es decir, cuando el viento venga de
regiones con mayor valor de 𝐴𝐴 (𝑣𝑣⃗ se dirige contra el gradiente de 𝐴𝐴)

Este resultado nos permite reescribir las ecuaciones del movimiento en forma euleriana, más práctica:
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 1 𝜕𝜕𝜕𝜕
= −𝑢𝑢 − 𝑣𝑣 − 𝑤𝑤 + 𝑓𝑓𝑓𝑓 − + 𝐹𝐹𝑥𝑥
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜌𝜌 𝜕𝜕𝜕𝜕
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 1 𝜕𝜕𝜕𝜕
= −𝑢𝑢 − 𝑣𝑣 − 𝑤𝑤 − 𝑓𝑓𝑓𝑓 − + 𝐹𝐹𝑦𝑦
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜌𝜌 𝜕𝜕𝜕𝜕
𝜕𝜕𝜕𝜕
= −𝜌𝜌𝜌𝜌
𝜕𝜕𝜕𝜕
El término de advección de momento (en rojo) se denomina a veces inercial, pues este término puede
también interpretarse como una fuerza de inercia. Considerando un sistema de referencia que se mueve
con la parcela, en dicho sistema de referencia sólo existe la aceleración lagrangiana. Sin embargo, al ser
éste un sistema no inercial es necesario incluir además la fuerza de inercia debida a la aceleración del
sistema de referencia. Esta fuerza de inercia es precisamente el término de advección.

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Por ejemplo, consideremos una parcela de aire que describe


un movimiento circular con velocidad uniforme alrededor de
un centro de bajas presiones (figura 5). Al ser el movimiento
horizontal, 𝑤𝑤 = 0. En la posición dibujada, además, 𝑣𝑣 = 0 y
𝜕𝜕𝜕𝜕
= 0 (𝑢𝑢 es máxima). El término de advección no produce
𝜕𝜕𝜕𝜕
por tanto ninguna contribución a la velocidad 𝑢𝑢 en dirección
𝑥𝑥. En cambio, en dirección 𝑦𝑦 el término de advección vale:

𝜕𝜕𝜕𝜕 𝑢𝑢2
−𝑢𝑢 =−
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝑅𝑅

siendo 𝑅𝑅 el radio del vórtice. Esto coincide precisamente con


Fig. 5: Relación entre advección y fuerza la fuerza centrífuga del movimiento circular idealizado. Este
centrífuga con movimiento circular sistema de coordenadas que se mueve con la parcela se
denomina sistema de coordenadas naturales.

En meteorología es frecuente usar la presión en vez de la altura 𝑧𝑧 como coordenada vertical. Al tomar la
presión como variable independiente, la altura se convierte ahora en una variable dependiente. Se
define el geopotencial 𝜙𝜙 = 𝑔𝑔𝑔𝑔, donde 𝑍𝑍 es la altura (llamada altura geopotencial) a la que se encuentra
el nivel de presión usado como coordenada. En estas coordenadas el gradiente de presión es sustituido
por el gradiente de geopotencial, con interpretaciones análogas (baja presión en coordenadas
geométricas es equivalente a bajo geopotencial en coordenadas de presión, y viceversa). Por este
motivo y por simplificar, frecuentemente nos referiremos a este término como el gradiente de presiones
en vez del gradiente de geopotencial aún cuando usemos coordenadas de presión.

Las ecuaciones en coordenadas de presión son muy similares a las que hemos derivado, con 𝑝𝑝
𝐷𝐷𝐷𝐷
sustituyendo a 𝑧𝑧, y usando como velocidad vertical 𝜔𝜔 = (la derivada respecto al tiempo de la presión,
𝐷𝐷𝐷𝐷
en vez de la altura, de las parcelas). Una ventaja de estas coordenadas es que no aparece la densidad, lo
que simplifica la formulación. Las ecuaciones de momento en coordenadas de presión son:
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
= −𝑢𝑢 − 𝑣𝑣 − 𝜔𝜔 + 𝑓𝑓𝑓𝑓 − + 𝐹𝐹𝑥𝑥
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝑝𝑝 𝜕𝜕𝜕𝜕
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
= −𝑢𝑢 − 𝑣𝑣 − 𝜔𝜔 − 𝑓𝑓𝑓𝑓 − + 𝐹𝐹𝑦𝑦
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
𝜕𝜕𝜕𝜕 1
=−
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜌𝜌
donde hemos indicado en rojo los términos que cambian para su mejor identificación. La última
𝐷𝐷𝐷𝐷
ecuación es la forma que adopta el balance hidrostático en coordenadas de presión, en el límite 𝑔𝑔 ≫ 𝐷𝐷𝐷𝐷 .

En meteorología es habitual usar como variables de análisis la presión a nivel del mar y el geopotencial
en niveles más altos. En concreto, los niveles de 500 hPa y 300 hPa se consideran representativos de la
troposfera media y alta, respectivamente.

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3.4 Viento geostrófico

El término de advección representa la principal fuente de complejidad de las ecuaciones. Al ser un


término no-lineal (producto de variables), las ecuaciones son irresolubles en la mayoría de los casos y
sólo pueden encontrarse soluciones aproximadas usando métodos numéricos, como en los modelos
usados en predicción. Este término es también responsable del comportamiento caótico de la
atmósfera, que muestra una gran sensibilidad a pequeños cambios en las condiciones iniciales.
Recordando el significado del término de advección como una fuerza de inercia, podemos intuir la
enorme complejidad de encontrar soluciones al movimiento cuando el sistema de referencia está sujeto
a una aceleración que es en sí misma también parte de la solución.

Esta complejidad puede soslayarse en los extratrópicos para movimientos de gran escala, cuando el
análisis de escala muestra que el término de advección es mucho más pequeño y puede ser
despreciado. Como vimos en el tema 1, el análisis de escala consiste en estimar el orden de magnitud de
los distintos términos usando valores característicos de las variables. Si suponemos que las velocidades
horizontales son ambas de orden 𝑈𝑈, y varían en distancias de orden 𝐿𝐿 (elegiremos sus valores típicos
después), los términos de advección tienen orden de magnitud:

𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝑈𝑈 2
𝑢𝑢 , 𝑣𝑣 ~𝑂𝑂 � �
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝐿𝐿

mientras que el término de Coriolis tiene orden de magnitud 𝑓𝑓𝑓𝑓~𝑂𝑂(𝑓𝑓𝑓𝑓). Comparando ambos:

𝑈𝑈 2
𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎ó𝑛𝑛 𝑈𝑈
~ 𝐿𝐿 ~ = 𝑅𝑅𝑅𝑅
𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶 𝑓𝑓𝑓𝑓 𝑓𝑓𝑓𝑓
Este cociente, que es adimensional, se conoce como número de Rossby. Cuando el número de Rossby es
pequeño, la advección puede ser despreciada frente a la fuerza de Coriolis. Tomando valores típicos
𝑈𝑈 = 10 𝑚𝑚/𝑠𝑠, y 𝑓𝑓 = 2Ω senφ~10−4 𝑠𝑠 −1 , para 𝐿𝐿 = 1000 𝑘𝑘𝑘𝑘 obtenemos 𝑅𝑅𝑅𝑅 = 0.1. Para valores
mayores de 𝐿𝐿, el número de Rossby es aún menor. Esto implica que la advección juega un papel
secundario para movimientos de gran escala en los extratrópicos 2 y puede ser despreciada en primera
aproximación.
𝐿𝐿
La gran escala evoluciona además de forma lenta, en escalas de tiempo advectivas ∆𝑡𝑡 = , por lo que la
𝑈𝑈
𝜕𝜕𝜕𝜕
derivada temporal es del orden de la advección y puede ser también despreciada. En la atmósfera
𝜕𝜕𝜕𝜕
libre, donde no hay fricción, las ecuaciones de momento horizontal se reducen entonces a:
1 𝜕𝜕𝜕𝜕 1 𝜕𝜕𝜕𝜕
𝑓𝑓𝑓𝑓 − =0 − 𝑓𝑓𝑓𝑓 − =0
𝜌𝜌 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜌𝜌 𝜕𝜕𝜕𝜕
usando coordenadas geométricas, o
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
𝑓𝑓𝑓𝑓 − =0 − 𝑓𝑓𝑓𝑓 − =0
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕

2
En los trópicos la fuerza de Coriolis no es dominante porque 𝑓𝑓 disminuye con la latitud y se anula en el ecuador.

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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

usando coordenadas de presión. Se define el viento geostrófico como el viento que satisface
exactamente estas ecuaciones:
1 𝜕𝜕𝜕𝜕 1 𝜕𝜕𝜕𝜕
𝑢𝑢𝑔𝑔 = − 𝑣𝑣𝑔𝑔 = usando coordenadas cartesianas, o
𝜌𝜌𝜌𝜌 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜌𝜌𝜌𝜌 𝜕𝜕𝜕𝜕
1 𝜕𝜕𝜕𝜕 1 𝜕𝜕𝜕𝜕
𝑢𝑢𝑔𝑔 = − 𝑣𝑣𝑔𝑔 = usando coordenadas de presión
𝑓𝑓 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝑓𝑓 𝜕𝜕𝜕𝜕
1
El viento geostrófico puede definirse de forma más compacta usando notación vectorial: 𝑣𝑣
����⃗ �
𝑔𝑔 = 𝑘𝑘 × ∇𝜙𝜙. 𝑓𝑓
Podemos ver a partir de esta definición que el viento geostrófico es horizontal y perpendicular a ∇𝜙𝜙.
Esto último implica que el viento geostrófico se dirige en la dirección de las isohipsas (líneas 𝜙𝜙 = 𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐)

En la figura 6 se ilustra cómo sería la circulación para un ciclón (centro de bajas presiones, o borrasca) y
anticiclón (alta presión) idealizados, junto con un mapa sinóptico de ejemplo. Como dijimos, el viento
geostrófico tiene la dirección de las isohipsas, pero el sentido de rotación es distinto: horario para el
anticiclón y antihorario para el ciclón. Podemos entender esta dirección de rotación teniendo en cuenta
el balance de fuerzas entre gradiente de presión y fuerza de Coriolis. Para el ciclón la fuerza del
gradiente de presión se dirige hacia el interior del vórtice, por lo que la fuerza de Coriolis debe dirigirse
hacia fuera. Esto requiere un sentido de rotación antihorario, ya que en el hemisferio norte la fuerza de
Coriolis se dirige 90º a la derecha del vector velocidad. Para el anticiclón ocurre lo contrario.

Fig. 6: Balance de fuerzas en un ciclón y anticiclón idealizados, y mapa sinóptico mostrando un anticiclón sobre
las Islas Británicas flanqueado por dos ciclones.

El viento real no es exactamente geostrófico porque el término de advección no es totalmente


despreciable, pero el viento geostrófico da una muy buena aproximación al viento observado en los
extratrópicos. La diferencia entre el viento real y el viento geostrófico se denomina viento ageostrófico:

𝑣𝑣𝑎𝑎 = (𝑢𝑢𝑎𝑎 , 𝑣𝑣𝑎𝑎 , 𝜔𝜔) = �𝑢𝑢 − 𝑢𝑢𝑔𝑔 , 𝑣𝑣 − 𝑣𝑣𝑔𝑔 , 𝜔𝜔�


����⃗

La componente vertical del viento 𝜔𝜔 es enteramente ageostrófica porque, como dijimos, el viento
geostrófico es puramente horizontal.

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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

3.5 Estructura vertical del viento geostrófico: viento térmico

En la sección anterior definimos el viento geostrófico es función del gradiente horizontal de presiones.
En la atmósfera el gradiente de presiones puede variar de un nivel a otro cuando la temperatura varía
horizontalmente. El motivo es que, aunque la presión siempre disminuye con la altura, lo hace más
rápidamente para una masa de aire frío (más densa y pesada) que para una masa de aire cálido. Esto
implica que el gradiente horizontal de presión, y por tanto el viento geostrófico, van a cambiar con la
altura cuando exista un gradiente térmico horizontal. La variación del viento geostrófico con la altura de
denomina viento térmico.

La expresión matemática del viento térmico es particularmente simple en coordenadas de presión.


1
Podemos calcular la cizalla vertical del viento geostrófico derivando su definición: 𝑣𝑣
����⃗ �
𝑔𝑔 = 𝑘𝑘 × ∇𝜙𝜙
𝑓𝑓

����⃗
𝜕𝜕𝑣𝑣 𝑔𝑔 1 𝜕𝜕𝜕𝜕 1 1 1 𝑅𝑅𝑅𝑅 𝑅𝑅 𝑅𝑅𝑅𝑅 𝑅𝑅
= 𝑘𝑘� × ∇ � � = − 𝑘𝑘� × ∇ � � = − 𝑘𝑘� × ∇ � � = − 𝑘𝑘� × ∇𝑇𝑇 + 2 𝑘𝑘� × ∇𝑝𝑝 = − 𝑘𝑘� × ∇𝑇𝑇
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝑓𝑓 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝑓𝑓 𝜌𝜌 𝑓𝑓 𝑝𝑝 𝑓𝑓𝑓𝑓 𝑓𝑓𝑝𝑝 𝑓𝑓𝑓𝑓
𝜕𝜕𝜕𝜕 1
donde tuvimos en cuenta el balance hidrostático en coordenadas de presión, = − , y la ley de los
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜌𝜌
gases ideales. El término tachado se anula porque en coordenadas de presión ∇𝑝𝑝 tiene dirección 𝑘𝑘� . La
expresión anterior implica que el viento térmico tiene la dirección de las isotermas. Aplicando la regla
del sacacorchos para el producto vectorial, podemos ver que en el hemisferio norte el viento crece con
la altura (o decrece con la presión) dejando el aire frío a su izquierda (al revés en el hemisferio sur).

También podemos expresar el viento térmico en función de sus componentes:


𝜕𝜕𝜕𝜕𝑔𝑔 𝑅𝑅 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕𝑔𝑔 𝑅𝑅 𝜕𝜕𝜕𝜕
= =−
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝑓𝑓𝑓𝑓 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝑓𝑓𝑓𝑓 𝜕𝜕𝜕𝜕

El balance de fuerzas que da lugar a la relación de viento térmico se ilustra en la figura 7. Supongamos
que en un nivel isobárico base (rayado) el viento geostrófico es cero o, de forma equivalente, el
gradiente horizontal de presiones se anula y la superficie isobárica es horizontal. Si la temperatura varía
horizontalmente en esta capa, la superficie isobárica superior estará más elevada sobre el aire cálido
(más ligero) que sobre el aire frío (más denso). Esto implica una fuerza de presión dirigida desde el aire
cálido al aire frío, como se muestra en el panel central de la figura 7. Para equilibrar esta fuerza el viento
geostrófico debe estar alineado con el frente dejando el aire frío a su izquierda (panel derecho), de
forma que la fuerza de Coriolis (dirigida 90º a la derecha de ����⃗)
𝑣𝑣𝑔𝑔 se dirija del aire frío al cálido. Si la
superficie isobárica base no fuera horizontal habría también un viento geostrófico en dicho nivel, al que
habría que añadir la componente de viento térmico que hemos calculado.

Fig. 7: Esquema ilustrando el balance de fuerzas implícito en la relación de viento térmico.

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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

En la atmósfera los ciclones pueden clasificarse en ciclones de núcleo frío y de núcleo cálido,
dependiendo de si el aire encerrado por la circulación se encuentra más frío o más cálido que el que le
rodea. Los ciclones tropicales (que veremos en el tema 4) son un ejemplo de ciclón de núcleo cálido,
mientras que las DANAS son un ejemplo de ciclón de núcleo frío. En general, los ciclones extratropicales
se consideran ciclones de núcleo frío, aunque, como veremos, su estructura térmica es más compleja.

De acuerdo con la relación de viento térmico, el viento geostrófico crece 3 con la altura dejando el aire
frío a su izquierda. Esto implica que los ciclones de núcleo frío alcanzan su máxima amplitud en niveles
altos, mientras que los ciclones de núcleo cálido alcanzan su máxima amplitud en la superficie, y se
debilitan al movernos a capas altas. Para los anticiclones ocurre justo lo contrario: cuando su núcleo está
frío se debilitan con la altura, y cuando está cálido se intensifican.

3.6 Corriente en chorro. Dorsales y vaguadas

La diferente radiación solar entre ecuador y polos da lugar a un gradiente térmico meridiano negativo
en el hemisferio norte, con temperatura decreciente con la latitud. Pero como muestra la figura 8
(izquierda), este gradiente no es uniforme sino que se concentra en las latitudes medias, donde la
temperatura varía más rápidamente con la latitud. La región de máximo gradiente térmico se denomina
frente polar (las variaciones de temperatura aparecen suavizadas en la figura 8 por haber tomado una
media temporal; instantáneamente el gradiente térmico del frente polar puede ser bastante mayor).

Fig. 8: Temperatura media a un nivel de 2m (izqda.) y viento medio zonal en función de la altura (derecha)
durante el invierno boreal. Fuente: ERA40 atlas

La relación de viento térmico implica que el viento zonal debe crecer con la altura en estas latitudes:
𝜕𝜕𝜕𝜕𝑔𝑔 𝑅𝑅 𝜕𝜕𝜕𝜕
=
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝑓𝑓𝑓𝑓 𝜕𝜕𝜕𝜕

Como muestra la figura 8 (derecha), esto da lugar a un máximo de viento zonal en capas altas de las
latitudes medias (en torno a 300 hPa, a niveles de la tropopausa); ésta es la llamada corriente en chorro.
La corriente en chorro separa el aire cálido de los subtrópicos del aire frío de la región polar, con origen
estratosférico 4.

3
Con esto nos referimos a la componente oeste de 𝑢𝑢 y la componente sur de 𝑣𝑣 (es decir, en las direcciones
positivas de ambos ejes).
4
La tropopausa depende de la latitud y está más alta en los trópicos que en los polos. Dado que el chorro se sitúa a
niveles de la tropopausa en las latitudes medias, el aire en estos niveles es troposférico en la vertiente tropical del
chorro y estratosférico en su vertiente polar.

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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

La figura 8 sólo muestra la media zonal del viento. La figura 9 muestra la estructura horizontal (longitud-
latitud) del chorro en capas altas, junto con la distribución térmica asociada. Como podemos ver, el
chorro se ondula en numerosos meandros denominados ondas de Rossby (Fig. 9). Estos meandros no
son estacionarios, sino que se propagan de oeste a este siguiendo la dirección del viento. Además, las
ondas crecen y decrecen y, cuando tienen gran amplitud, pueden llegar a romper.

Fig. 9: Estructura longitud-latitude del chorro (primeros dos paneles, correspondientes a tiempos distintos) y
temperatura a 500hPa para el mismo tiempo mostrado en el panel central (fuente: Meteociel)

Podemos observar dos tipos de meandros (o fases de la onda). En algunos casos, el chorro se deforma
hacia el sur y hay una intrusión de aire frío hacia los trópicos. En otros, el chorro se deforma hacia el
polo, donde se produce una intrusión de aire cálido. Estas anomalías de temperatura están también
asociadas a anomalías de geopotencial como muestra la figura 10 (para un día distinto). Las anomalías
frías se corresponden con anomalías negativas de potencial (o bajas presiones), y las anomalías cálidas
con anomalías positivas o altas presiones. Las primeras se denominan vaguadas y las segundas dorsales.

Fig. 10: Estructura longitud-latitud del chorro y mapa de geopotencial a 300hPa (fuente: reanálisis NCEP)

Las vaguadas y dorsales son el equivalente en capas altas de los ciclones y anticiclones en superficie.
Comparando los dos paneles de la figura 10, podemos ver que el viento circula aproximadamente
paralelo a las isohipsas y rota de forma ciclónica/antihoraria en las vaguadas y de forma anticiclónica/
horaria en las dorsales. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en la superficie estas circulaciones no
son cerradas. Ello se debe al impacto de la componente media zonal del chorro (al norte de un ciclón o

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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

al sur de un anticiclón el viento se dirige hacia el oeste en una circulación cerrada, pero en capas altas
esta circulación no llega a cerrar cuando se añade la intensa componente oeste del chorro)

Como veremos en la sección 3.8, esta estructura de ondas juega un papel importante en la ciclogénesis.
Además, la ruptura de las ondas en capas altas puede producir masas aisladas de aire frío al sur del
chorro (o de aire cálido al norte), llamadas embolsamientos (ver Figura 11). Al descolgarse y quedar
aisladas del chorro, estas masas de aire no se mueven tan rápidamente hacia el este y pueden dar lugar
a circulaciones cerradas. Las masas aisladas de aire frío que se producen en nuestras latitudes mediante
este mecanismo se denominan DANAS (acrónimo para ‘depresión aislada en niveles altos’) y pueden
producir importantes impactos meteorológicos.

Fig. 11: Esquema ilustrando la formación de una DANA durante un proceso de ruptura de ondas. El
estrangulamiento de una vaguada da lugar a una bolsa de aire frío aislada en capas altas.

Como ciclones de núcleo frío, las DANAS son más intensas en altura por lo que en un principio no se
asociarían a una borrasca profunda en superficie. Sin embargo, al moverse la masa de aire frío en capas
altas sobre las aguas cálidas del Mediterráneo se produce una situación de inestabilidad convectiva que
da lugar a precipitaciones intensas. Los movimientos verticales asociados a esta convección pueden a su
vez reforzar la borrasca en superficie, y la circulación ciclónica asociada transportar masas de aire cálido
y húmedo a la península. Los impactos de las DANAS suelen ser mayores en otoño, al ser en esta
estación cuando el Mediterráneo se encuentra más cálido y la convección intensa es más probable.

3.7 Evolución del viento geostrófico. La importancia del viento ageostrófico

Consideremos las ecuaciones de momento (escritas en forma lagrangiana) en ausencia de fricción:


𝐷𝐷𝐷𝐷 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝐷𝐷𝐷𝐷 𝜕𝜕𝜕𝜕
= 𝑓𝑓𝑓𝑓 − = −𝑓𝑓𝑓𝑓 −
𝐷𝐷𝐷𝐷 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝐷𝐷𝐷𝐷 𝜕𝜕𝜕𝜕
Si el viento fuera exactamente geostrófico: 𝑢𝑢 = 𝑢𝑢𝑔𝑔 , 𝑣𝑣 = 𝑣𝑣𝑔𝑔 , entonces por definición de viento
geostrófico los términos del miembro derecho se cancelarían entre sí en ambas ecuaciones, dejando:
𝐷𝐷𝐷𝐷 𝐷𝐷𝐷𝐷
= = 0,
𝐷𝐷𝐷𝐷 𝐷𝐷𝐷𝐷
es decir, el viento no podría sufrir ninguna aceleración. Dado que el viento geostrófico representa
fundamentalmente un equilibrio, si el viento fuera puramente geostrófico la atmósfera estaría en
equilibrio y nunca cambiaría. Pese a ser mucho más débil que el viento geostrófico, el viento
ageostrófico juega un papel muy importante en la evolución de la atmósfera. Esto lo podemos ver de
forma explícita descomponiendo el viento en sus dos componentes, geostrófica y ageostrófica, y
sustituyendo en las ecuaciones de momento:

12
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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

𝐷𝐷�𝑢𝑢𝑔𝑔 + 𝑢𝑢𝑎𝑎 � 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝐷𝐷𝑢𝑢𝑔𝑔


= 𝑓𝑓𝑣𝑣𝑔𝑔 + 𝑓𝑓𝑣𝑣𝑎𝑎 − ⇒ ≈ 𝑓𝑓𝑣𝑣𝑎𝑎
𝐷𝐷𝐷𝐷 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝐷𝐷𝐷𝐷
𝐷𝐷�𝑣𝑣𝑔𝑔 + 𝑣𝑣𝑎𝑎 � 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝐷𝐷𝑣𝑣𝑔𝑔
= −𝑓𝑓𝑢𝑢𝑔𝑔 − 𝑓𝑓𝑢𝑢𝑎𝑎 − ⇒ ≈ −𝑓𝑓𝑢𝑢𝑎𝑎
𝐷𝐷𝐷𝐷 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝐷𝐷𝐷𝐷
donde tuvimos en cuenta que, por la definición de viento geostrófico, los dos términos en rojo se anulan
entre sí en ambas ecuaciones, y despreciamos el viento ageostrófico (en azul) frente al geostrófico en la
derivada temporal. Estas ecuaciones indican que, si el viento ageostrófico no se anula, el viento
geostrófico evoluciona forzado por la fuerza de Coriolis actuando sobre este viento ageostrófico. En
forma vectorial:

𝐷𝐷𝑣𝑣
����⃗
𝑔𝑔
≈ −𝑓𝑓𝑘𝑘� × ����⃗
𝑣𝑣𝑎𝑎
𝐷𝐷𝐷𝐷
Como indica esta expresión, en el hemisferio norte la aceleración del viento geostrófico se dirige 90º a la
derecha del viento ageostrófico (a la izquierda en el sur). Esta aceleración puede asociarse a un cambio
en la intensidad o dirección del viento, como muestran los siguientes ejemplos:

• Aceleración zonal (jet streak). Se produce un jet streak


cuando el chorro en capas altas es localmente más
intenso en un rango de longitudes. A la entrada del chorro
las parcelas se aceleran en dirección zonal al convergir las
𝐷𝐷𝑢𝑢
líneas de corriente: 𝐷𝐷𝐷𝐷𝑔𝑔 > 0, mientras que a la salida
𝐷𝐷𝑢𝑢
ocurre al revés y las parcelas se deceleran: 𝐷𝐷𝐷𝐷𝑔𝑔 < 0 (figura
12). Como la aceleración de ����⃗𝑣𝑣𝑔𝑔 se dirige 90º a la derecha
𝑣𝑣𝑎𝑎 , esto implica que el viento ageostrófico debe soplar
de ����⃗
de sur a norte a la entrada del chorro, y de norte a sur a la Fig. 12: Viento ageostrófico en un jet streak
salida (en rojo en la figura 12)

• Curvatura del viento. Cuando el viento cambia de dirección (las trayectorias se curvan) se produce
una aceleración aunque no cambie su intensidad (aceleración centrípeta). La aceleración centrípeta
se dirige hacia el centro de curvatura, independientemente de que el viento rote de forma horaria
como en un anticiclón o antihoraria como en un ciclón. Esto implica que el viento ageostrófico debe
rotar de forma horaria en ambos casos, para producir una aceleración dirigida hacia el centro de
curvatura (figura 13). De esta forma, vemos que el viento ageostrófico refuerza al viento geostrófico
en los anticiclones, y lo debilita en los ciclones.
Como consecuencia de esta contribución ageostrófica, el viento geostrófico es más débil en los
anticiclones que en los ciclones, lo cual es consistente con el mayor gradiente de presión para estos
últimos (las isobaras están más juntas en los ciclones, ver por ejemplo la figura 6). Eso puede
entenderse alternativamente usando coordenadas naturales (que se mueven con la parcela). En
estas coordenadas es vez de aceleración se tiene una fuerza de inercia (fuerza centrífuga). Como
muestra la figura 14, en un ciclón la fuerza centrífuga compensa en parte al gradiente de presiones.
Esto hace que la fuerza de Coriolis requerida para cerrar el balance sea menor que la que habría si
no existiera dicha fuerza, por lo que el viento es menor que el geostrófico. Para un anticiclón ocurre
lo contrario: al reforzar la fuerza centrífuga al gradiente de presiones, la fuerza de Coriolis requerida

13
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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

es mayor y el viento es supergeostrófico. La asimetría entre ciclones y anticiclones muestra que


aunque la fuerza de Coriolis es mayor que la centrífuga en la escale sinóptica (número de Rossby
menor que 1), esta última no es totalmente despreciable.

.
Fig. 13: Viento ageostrófico (en rojo) en un anticiclón
(izqda.) y en un ciclón (derecha). El viento ageostrófico Fig. 14: Balance de fuerzas en un ciclón y en un anticiclón
se ha exagerado, el geostrófico es mucho mayor.

Otro motivo por el que la circulación ageostrófica es


importante es que los movimientos verticales son
puramente ageostróficos ya que el viento geostrófico es
horizontal. Como vimos en el tema 2, los movimientos
verticales producen enfriamiento adiabático y constituyen
una de las principales vías por las que el vapor alcanza la
saturación. Por este motivo, la mayoría de los impactos
húmedos (nubosidad, precipitación, etc.) se asocian a
circulaciones ageostróficas. Estos movimientos verticales
pueden deducirse a partir del viento ageostrófico
horizontal por continuidad. Por ejemplo, en el caso antes
mencionado del jet streak se produce ascenso al sur y
subsidencia al norte en la región de entrada del chorro, Fig. 15: Circulación ageostrófica 3D para un chorro
localizado en capas altas, enfatizando las regiones de
donde el viento ageostrófico en capas altas se dirige al
ascenso y subsidencia. Las primeras se asocian a
norte (Figura 15). En la región de salida ocurre lo contrario. nubosidad y precipitación.

Otro ejemplo relevante es el de la combinación


dorsal-vaguada para una onda de Rossby en capas
altas (Figura 16). Como comentamos para ciclones y
anticiclones, el viento ageostrófico rota de forma
horaria tanto en la dorsal como en la vaguada. Esto
da lugar a convergencia horizontal del viento
ageostrófico por delante de la dorsal y por detrás de
Fig. 16: Circulación ageostrófica en capas altas la vaguada, por lo que esperaríamos encontrar
para una combinación dorsal-vaguada-dorsal. La subsidencia en esta región. Recíprocamente, se
convergencia del viento ageostrófico se asocia a produce divergencia del viento ageostrófico en el
subsidencia al frente de la dorsal, y su divergencia frente de la vaguada y por detrás de la dorsal, por lo
a descensos al frente de la vaguada. que esperaríamos ascensos en esta región.

14
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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

Como veremos en la sección 3.9, los ascensos producen amplificación de una circulación ciclónica en
superficie. Por este motivo, tanto un chorro intenso como una vaguada en altura pueden servir de
precursores en un proceso de ciclogénesis.

3.8 Concepto de vorticidad

Un ciclón es un vórtice en el que el aire gira de forma ciclónica (antihoraria en el hemisferio norte y
horaria en el sur) alrededor de un centro de bajas presiones. La palabra vórtice deriva de vorticidad.

El concepto de vorticidad está íntimamente ligado al de circulación. Dado un


circuito cerrado cualquiera 𝒞𝒞, se define la circulación como:

𝐶𝐶 = � 𝑣𝑣⃗ ∙ ���⃗
𝑑𝑑𝑑𝑑
𝒞𝒞
Resulta intuitivo que la circulación mide la rotación del fluido alrededor del
área 𝒜𝒜. Aplicando el teorema de Stokes:

�����⃗
�⃗ × 𝑣𝑣⃗� ∙ 𝑑𝑑𝑑𝑑
𝐶𝐶 = � �∇
𝒜𝒜

𝑑𝑑𝑑𝑑 se define perpendicular a la superficie. El vector 𝜉𝜉⃗ = ∇


donde el diferencial de área �����⃗ �⃗ × 𝑣𝑣⃗ se denomina
vorticidad. Tomando el límite 𝒜𝒜 → 0, podemos ver como la vorticidad es una medida de la rotación del
fluido en cada punto. Desarrollando el rotacional:
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
⎡ − ⎤
⎢ 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕⎥
𝚤𝚤̂ 𝚥𝚥̂ 𝑘𝑘� ⎢𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕⎥
𝛻𝛻�⃗ × 𝑣𝑣⃗ = �𝜕𝜕⁄𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕⁄𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕⁄𝜕𝜕𝜕𝜕� = ⎢𝜕𝜕𝜕𝜕 − 𝜕𝜕𝜕𝜕 ⎥
𝑢𝑢 𝑣𝑣 𝑤𝑤 ⎢ ⎥
⎢ 𝜕𝜕𝜕𝜕 − 𝜕𝜕𝜕𝜕 ⎥
⎣ 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 ⎦
Aunque la vorticidad es un vector, en la gran escala la
componente más importante es la componente vertical:
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
𝜉𝜉𝑧𝑧 = 𝑘𝑘� ∙ �𝛻𝛻�⃗ × 𝑣𝑣⃗� = − , asociada a rotación en el plano
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
xy. Aunque no lo indiquemos explícitamente, cuando
tratemos la vorticidad como una variable escalar nos
referiremos siempre a su componente 𝜉𝜉𝑧𝑧 . Para visualizar Fig. 17: Relación entre cizalla y vorticidad
la vorticidad asociada a un campo de velocidades es útil imaginar cómo se movería un aspa en presencia
de dicho campo (figura 17). Tanto un campo de 𝑢𝑢 que decrece con la latitud como un campo de 𝑣𝑣 que
crece con la longitud producen rotación antihoraria, que es el sentido positivo de 𝜉𝜉𝑧𝑧 .

Además, como el propio viento, la vorticidad vertical está dominada por su componente geostrófica en
la gran escala:
𝜕𝜕𝑣𝑣𝑔𝑔 𝜕𝜕𝑢𝑢𝑔𝑔 𝜕𝜕 1 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕 1 𝜕𝜕𝜕𝜕 1 2
𝜉𝜉𝑧𝑧 ≈ 𝜉𝜉𝑧𝑧𝑧𝑧 = − = � �+ � �≈ ∇ 𝑝𝑝,
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜌𝜌𝜌𝜌 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜌𝜌𝜌𝜌 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜌𝜌𝜌𝜌
donde usamos la definición del viento geostrófico y despreciamos la variación de 𝑓𝑓 con la latitud. La
expresión análoga en coordenadas de presión es:

15
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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes
1 2
𝜉𝜉𝑧𝑧 ≈ ∇ 𝜙𝜙
𝑓𝑓
Como muestra esta expresión, la vorticidad
geostrófica es proporcional a la curvatura
(laplaciana) del campo de presión/
geopotencial. Para 𝑓𝑓 positivo (hemisferio
norte), la vorticidad es positiva en los
mínimos de presión (ciclones) y negativa en
los máximos (anticiclones), como muestra la
figura 18. Lo contrario ocurre en el Fig. 18: Vorticidad para ciclones y anticiclones en el HN
hemisferio sur, donde 𝑓𝑓 es negativa y los
ciclones y anticiclones giran en sentido inverso. De esta forma, la vorticidad proporciona una medida
alternativa a la presión o el geopotencial de la intensidad de los ciclones y anticiclones. Como veremos
en la próxima sección, este concepto resulta muy útil para entender la dinámica de la ciclogénesis.

3.9 La ciclogénesis extratropical

La ciclogénesis es el proceso de intensificación o profundización de un ciclón en superficie. La tasa de


profundización de un ciclón se mide en bergerones:
sin 60 ∆𝑝𝑝
ℬ=
sin 𝜑𝜑 24 ℎ
siendo ∆𝑝𝑝 la caída del mínimo de presión en un periodo de 24 horas. La normalización por el seno de 60
tiene en cuenta que, como indica la relación de viento geotrófico, para un mismo gradiente de presiones
el viento es mayor cuanto menor sea la latitud. Los ciclones explosivos (también llamados ‘bombas’) son
aquellos con un ritmo de profundización ℬ > 1, es decir, con una caída de al menos 24 hPa en 24 horas
a 60 grados de latitud. Estos ciclones normalmente llevan asociados grandes impactos.

Para entender cómo se produce la ciclogénesis, consideremos una isohipsa característica 𝜙𝜙 = 𝜙𝜙0 que
rodea a un mínimo de presión (figura 19). La intensificación del ciclón requiere que aumente la
vorticidad integrada en el área encerrada por dicha isohipsa. Como vimos en la sección anterior, esto es
equivalente a que aumente la circulación a lo largo de la isohipsa:

〈𝜉𝜉〉 = � 𝑣𝑣⃗ ∙ ���⃗


𝑑𝑑𝑑𝑑
𝜙𝜙=𝜙𝜙0

¿Qué puede producir esta aceleración tangencial? La fuerza de presión no, porque actúa en dirección
normal a la isohipsa, y la gravedad tampoco porque estamos en un plano horizontal. La única fuerza que
puede producir una aceleración tangencial es la fuerza de Coriolis. Dado que la fuerza de Coriolis es
siempre perpendicular a la velocidad, esto requiere que la velocidad tenga una componente normal a la
isohipsa, que va a ser necesariamente ageostrófica. Si esta componente es entrante (flechas rojas en la
figura 19) se producirá una aceleración (en morado) en dirección antihoraria, ya que la fuerza de Coriolis
se dirige a la derecha de la velocidad en el hemisferio norte. A la inversa, cuando la velocidad normal es
saliente (flechas azules) se debilita la rotación antihoraria. De esta forma, vemos que para que se
amplifiquen (debiliten) la circulación y la vorticidad es necesario que haya un flujo neto entrante
(saliente) a través de la isohipsa 𝜙𝜙 = 𝜙𝜙0 .

16
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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

Fig. 19: Ilustración del impacto de la


fuerza de Coriolis en la circulación a lo
largo de una isohipsa de referencia (en
naranja) a 1000 hPa. Cuando el flujo
normal a la isohipsa es entrante (flechas
rojas), la aceleración debida a la fuerza
de Coriolis incrementa la rotación en
sentido antihorario (flechas moradas).
Cuando el flujo normal es saliente
(flechas azules), ocurre lo contrario. Para
que se produzca un incremento de la
circulación a lo largo de la isohipsa (y por
tanto un aumento de la vorticidad que
encierra), es necesario que haya un flujo
entrante neto.

Esto no puede ocurrir en dos dimensiones: si el aire es


incompresible: la masa que entra por un lado debe salir
por otro. Sin embargo, la situación cambia en 3
dimensiones (figura 20). En concreto, se produce un
flujo neto entrante de aire cuando hay ascenso por
encima del ciclón, y saliente cuando hay subsidencia
(descenso). De esta forma, vemos que los movimientos
verticales, y en concreto los ascensos, juegan un papel
Fig. 20: Relación entre convergencia/divergencia
fundamental en la ciclogénesis.
y ascenso/descenso
Un rasgo común a la mayoría de los precursores de la ciclogénesis extratropical es que pueden producir
ascensos por encima del ciclón. Uno de los precursores más habituales es una vaguada en capas altas al
oeste del ciclón pues, como vimos en la sección 3.7 (figura 16), las vaguadas suelen ir precedidas de
ascensos en su frente. La ciclogénesis también se ve favorecida por valores intensos del viento en capas
altas, principalmente al sur de la región de entrada al chorro y al norte de la región de salida (figura 15).
De forma más general, la ciclogénesis se ve favorecida por regiones con gran gradiente térmico (o
baroclinicidad), por la relación de viento térmico coincidentes con la corriente en chorro 5. Finalmente,
el calentamiento producido por la condensación también favorece los ascensos y la ciclogénesis.

Todos estos factores explican que las borrascas extratropicales se observen de forma preferente en
ciertas regiones del globo, llamadas stormtracks (del inglés, “pista de tormentas”). Una forma de
identificar estas regiones (figura 21) es compilando las trayectorias de las borrascas mediante un
algoritmo de tracking (siguiendo mínimos de presión o máximos de vorticidad en tiempos sucesivos),
para calcular después la densidad media de las trayectorias en las distintas regiones. Como muestra la

5
Aunque aquí nos hayamos centrado en el proceso de intensificación del ciclón alimentado por una vaguada en
capas altas, en realidad ambos pueden reforzarse mutuamente gracias a una inestabilidad de la corriente en
chorro llamada inestabilidad baroclina. Esta inestabilidad, que depende de la baroclinicidad, es responsable de la
generación de dorsales y vaguadas en capas altas, y de ciclones y anticiclones en superficie.

17
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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

figura 21, las regiones de mayor densidad de borrascas (stormtracks) se observan sobre las cuencas
oceánicas extratropicales, coincidiendo con las latitudes del chorro/frente polar. Esto refleja el papel
que juegan tanto la baroclinicidad como el calor latente para la intensificación de los ciclones. Dado que
los ciclones se mueven generalmente hacia el este impulsados por el chorro, esta distribución implica
que las márgenes oeste de las cuencas oceánicas, como la zona de Terranova en el Atlántico norte, son
regiones de fuerte ciclogénesis. Estas son regiones de entrada al chorro, más intenso sobre el océano, y
de gran baroclinicidad en invierno debida al contraste térmico entre océano y continente.

Fig. 21: Caracterización de las stormtracks: trayectorias de borrascas en el Atlántico, obtenidas mediante
tracking (izqda.), y densidad media de trayectorias en los hemiferios norte (centro) y sur (derecha) durante sus
respectivos inviernos (figuras tomadas de Hoskins and Hodges, 2002, 2005).

Finalmente, la figura 22 muestra una medida de la


intensidad de las ondas de Rossby en capas altas,
estimada a partir de la varianza de las perturbaciones.
Como podemos ver, las ondas alcanzan también su
máxima amplitud sobre las dos cuencas oceánicas, de
forma que este diagnóstico puede ser también usado
para identificar las stormtracks. La coincidencia entre
ambos diagnósticos es consistente con el papel jugado
por las vaguadas en la ciclogénesis; de forma más
general, habría que considerar que tanto las vaguadas
como los ciclones son consecuencia de la inestabilidad
baroclina del chorro.
Fig. 22: Amplitud de las ondas de Rossby en altura

3.10 Frentes

Un frente es una región en la que la temperatura varía de forma muy rápida horizontalmente (las
isotermas se juntan). Los frentes marcan la frontera entre masas de aire con temperatura muy distinta:
la dirección del frente se dirige a lo largo de las de las isotermas y perpendicular al gradiente térmico, en
regiones en las que este gradiente es especialmente intenso. Los frentes se producen normalmente de
forma adiabática, es decir, como consecuencia del movimiento del aire en vez de mediante
calentamiento desigual. Si se tienen dos masas de aire con temperatura distinta, el gradiente térmico
aumenta cuando la circulación atmosférica acerca ambas masas. La figura 23 ilustra cómo la circulación
puede amplificar de forma adiabática el gradiente térmico. Dado un gradiente térmico inicialmente
suave/uniforme, las isotermas se apilan empujadas por el viento, y el gradiente térmico se acentúa
creando un frente. Este proceso se denomina frontogénesis.

18
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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

Fig. 24: Símbolos usados para identificar los


Fig. 23: Creación de un frente mediante movimiento adiabático
distintos tipos de frente

El símbolo usado para identificar el frente en la figura 23 indica que se trata de un frente frío (figura 24).
El que un frente sea cálido o frío depende de la dirección en que se mueva el frente, que marca el signo
de la advección térmica. En este caso hemos supuesto que el frente se mueve de oeste a este (el sentido
habitual en las latitudes medias), por lo que se producirá advección fría al este del frente al avanzar la
masa de aire frío hacia dichas regiones. Si, por el contrario, el frente se moviera hacia el oeste, se
trataría de un frente cálido y se dibujaría con semicírculos rojos apuntando ahora hacia el oeste (los
triángulos y semicírculos se dibujan siempre apuntando en la dirección de avance del frente). En los
casos en los que el movimiento del frente no está bien definido se usa el símbolo de frente estacionario.
También se muestra en la figura 24 el símbolo usado para mostrar un frente ocluido. La oclusión se
produce cuando un frente frío alcanza a un frente cálido que le precede, un proceso que como veremos
es bastante frecuente en la etapa de declive (ciclólisis) de los ciclones extratropicales.

Los frentes tienen una gran importancia meteorológica debido a sus impactos en superficie. El impacto
más obvio es sobre la temperatura, que cambia de forma rápida debido a la advección térmica. Si el
movimiento del aire es adiabático, las parcelas conservan su temperatura (o temperatura potencial, si
hay movimientos verticales) y la variación de temperatura en un punto fijo se debe únicamente a la
advección:
𝐷𝐷𝐷𝐷 𝜕𝜕𝜕𝜕
=0 → = −𝑣𝑣⃗ ∙ ∇𝑇𝑇
𝐷𝐷𝐷𝐷 𝜕𝜕𝜕𝜕
Debido al gran gradiente térmico |∇𝑇𝑇|, el cambio euleriano de temperatura será grande cuando el
viento tenga una componente normal al frente. Esto se ilustra en la figura 25, en la que se muestra una
situación sinóptica típica durante el desarrollo de una borrasca extratropical. La figura 25a muestra la
presión en superficie y la estructura de frentes, con un frente cálido al este y un frente frío al oeste. Esta
estructura de frentes se asocia con una lengua de aire cálido de origen tropical en el cuadrante sureste
de la borrasca (Figura 25b). Como consecuencia del gran gradiente térmico hay advección térmica
fría/cálida muy intensa coincidiendo con la localización de ambos frentes (Figura 25c), que producirá
cambios rápidos en la temperatura en estos emplazamientos a corto plazo. Además, la figura 25d
muestra que gran parte de la precipitación producida por la borrasca ocurre en conexión con los frentes,
especialmente con el frente frío.

19
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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

(a) (b)

(c) (d)
Fig. 25: Borrasca extratropical y frentes asociados: (a) Análisis mostrando la presión en superficie y la estructura
de frentes (cálido, frío y ocluido). (b) Temperatura a 850 hPa. (c) Geopotencial a 850 hPa y advección térmica.
(d) Presión en superficie y precipitación.

La situación descrita en la figura 25 es bastante típica de


la evolución de los ciclones extratropicales. Aunque
éstos se consideran normalmente ciclones de núcleo
frío, la temperatura dentro del ciclón no es uniforme,
sino que varía en escalas más pequeñas con una
compleja estructura de frentes. Esta escala espacial,
menor que la sinóptica pero mayor que la microescala,
se denomina mesoescala. En puridad, los frentes son
fenómenos anisotrópicos: la escala espacial es grande
(sinóptica, del orden de 1000 km) en la dirección del
frente, y mucho menor (mesoescala, del orden de 100
km) en la dirección transversal. Aunque la frontogénesis
puede ocurrir también en otros contextos, es habitual
que se produzca un frente cálido al oeste y un frente
frío al este de una borrasca extratropical como en el Fig. 26: Modelo noruego de ciclogénesis

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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

ejemplo de la figura 25a. La evolución de un sistema de borrasca-frentes típica se ilustra en la figura 26.
Los frentes fío y cálido se originan inicialmente como una deformación del frente polar por el viento
geostrófico asociado a la borrasca (amplificada por la advección ageostrófica, como veremos después).
La advección de aire cálido de origen tropical en el cuadrante sureste de la borrasca produce un sector
cálido, precedido por un frente cálido y seguido por un frente frío. En la evolución posterior, el frente
frío avanza más rápidamente que el frente cálido, que además tiende a rotar en dirección noreste. Se
produce la oclusión en la etapa de madurez del ciclón (fase IV en la figura 26). Al alcanzar el frente frío al
cálido, se achica y desaparece la masa de aire cálido cerca de la superficie, aunque puede perdurar en
altura debido a la distinta estructura vertical de ambos frentes (figura 28). Este esquema de evolución se
conoce como modelo noruego de ciclogénesis, y fue propuesto a principios del siglo XX para explicar la
ciclogénesis en base a la abundante evidencia empírica que relaciona borrascas y frentes. Hoy en día
sabemos que, aunque los frentes son un producto de la evolución de la ciclogénesis, no son esenciales
para que ocurra ésta.

Hasta ahora nos hemos centrado sólo en la estructura


térmica en superficie. Los frentes tienen también estructura
vertical (figura 27). Debido a la diferente densidad del aire
cálido y frío, los frentes normalmente muestran inclinación
vertical, con el aire cálido extendiéndose por encima del aire
frío en capas altas. Esto incrementa la estratificación en la
región del frente. Además, la relación de viento térmico
implica una importante cizalla vertical y por tanto un chorro
(marcado como J, de jet) en dirección paralela al frente.
Además, la inclinación de los frentes favorece la aparición de Fig. 27: Estructura vertical de un frente
movimientos verticales. Ello explica que los frentes se asocien frío (figura tomada de Martin 2006)
a nubosidad y precipitación, como vimos en la figura 25. En
general, la inclinación vertical es más suave para el frente cálido que para el frío (figura 28). En el
primero, el aire asciende suavemente en forma de cuña dando lugar a una extensa capa de estratos, que
puede producir precipitación moderada. En cambio, el rápido avance del frente frío fuerza el ascenso
del aire en el sector cálido, dando lugar a nubes de tipo cúmulo con mayor desarrollo vertical, y a
precipitación más intensa.

Fig. 28: Estructura vertical típica de un frente cálido (izquierda) y frío (derecha) y tipo de nubosidad y
precipitación asociados. Imágenes tomadas de Lutgens and Tarbuck (2004).

Como se ilustró en la figura 23, la frontogénesis normalmente ocurre de forma adiabática, asociada a la
deformación de las isotermas por la circulación atmosférica. Para que se produzca frontogénesis es

21
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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

necesario que el viento horizontal converja en dirección perpendicular al frente, comprimiendo las
isotermas como en el ejemplo de la figura 23. Si el viento es geostrófico, esta convergencia debe ir
acompañada de divergencia en dirección paralela al frente (figura 28a) ya que el viento geostrófico no
tiene componente vertical. Este tipo de movimiento se conoce como movimiento de deformación, y es
caracterizado por sus ejes de contracción (dirección en la que converge el movimiento) y dilatación
(dirección en la que diverge). Para que se produzca frontogénesis, es necesario que el eje de contracción
proyecte en la dirección del gradiente térmico (figura 28a). En caso contrario, se produciría frontólisis y
declive del frente (figura 28b).

Fig. 28: (a) Frontogénesis producida por el viento geostrófico. (b) Frontólisis producida por el viento geostrófico.
(c) Contribución ageostrófica a la frontogénesis.

Aunque el viento geostrófico puede producir frontogénesis, este forzamiento por sí mismo produciría
tendencias frontogenéticas más débiles que las observadas. En la práctica, es necesario incluir también
el forzamiento por el viento ageostrófico para obtener tendencias realistas. Como muestra la figura 28c,
la convergencia en dirección normal al frente se asocia en este caso a convergencia horizontal y
ascensos en vez de a deformación. Aunque en la escala sinóptica 𝑅𝑅𝑅𝑅 ≪ 1 y 𝑣𝑣𝑎𝑎 ≪ 𝑣𝑣𝑔𝑔 , en la dirección
transversal al frente resulta más apropiada una estimación de mesoescala en la que 𝑅𝑅𝑅𝑅 ≈ 1 y 𝑣𝑣𝑎𝑎 y 𝑣𝑣𝑔𝑔
son del mismo orden, de forma que la advección térmica geostrófica y ageostrófica son comparables.

A modo de resumen, la figura 29 describe la estructura característica de un ciclón extratropical y sus


frentes asociados. El panel derecho muestra la estructura 3D de las principales corrientes. En el sector
cálido, la cinta transportadora caliente (warm conveyor belt) proporciona una contribución muy
importante al transporte meridiano de calor y humedad desde los trópicos hacia las regiones polares, y
al transporte vertical de calor desde la superficie a capas altas. Como vimos en el tema 2, la
estratificación tropical se aproxima a una adiabática húmeda pero en los extratrópicos la atmósfera se
encuentra más estratificada (la temperatura potencial equivalente crece con la altura, ver figura 30).
Esta mayor estratificación extratropical se debe al transporte vertical de calor por la cinta
transportadora caliente (o de forma más general, por los sistemas sinópticos de altas y bajas presiones).
Debido a este transporte de calor los ciclones extratropicales tienen relevancia no sólo meteorológica
sino también climática, pues contribuyen a reducir el gradiente térmico entre ecuador y polos.

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Tema 3: Ciclones extratropicales y frentes

Fig. 29: Estructura característica de un ciclón extratropical, indicando los frentes cálido y frío y la cinta
transportadora caliente en el sector cálido. Figuras tomadas del libro de Stull.

Fig. 30: Climatología anual de temperatura potencial equivalente saturada. Fuente: Marshall & Plumb (2008)

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Tema 4: Ciclones tropicales, huracanes y tifones

TEMA 4: CICLONES TROPICALES, HURACANES Y TIFONES


4.1 Introducción

En este tema estudiaremos los ciclones tropicales. Aunque no son demasiado relevantes para la
Península Ibérica, éste es un fenómeno de alto impacto que ilustra dos conceptos clave en dinámica
atmosférica: el papel del vapor de agua y la organización de la convección.

Los ciclones tropicales se producen en las cuencas oceánicas tropicales en un rango de latitudes de entre
10 y 30º, donde la temperatura del mar es alta sin ser el parámetro de Coriolis despreciable. Lo primero
es necesario porque los ciclones tropicales obtienen su energía de la evaporación del agua del mar. Lo
segundo es clave para organizar la convección alrededor de un centro de bajas presiones. Ello permite
proporcionar una alimentación ininterrumpida de vapor de agua a las tormentas convectivas que
forman el ciclón, gracias a la cual éstas pueden persistir durante un gran número de días. Además, se
requiere que la cizalladura vertical no sea demasiado grande, pues ésta puede perturbar la convección.

En un ciclón tropical las tormentas convectivas (con estructura de tipo cumulonimbo) se disponen
alrededor de un núcleo despejado de unos 50km llamado ojo. Es en esta región donde el influjo de aire
desde la periferia alcanza la saturación y se produce convección profunda. El calentamiento que
produce la condensación es responsable del núcleo cálido del ciclón; ello implica además que la
circulación ciclónica debe debilitarse con la altura, revirtiéndose de hecho en capas altas. El anticiclón
presente a estos niveles juega un papel importante para la evacuación del aire ascendente mediante
convección –sin esta evacuación, se debilitaría el centro de bajas presiones en superficie.

De esta forma, los ciclones tropicales maduros alcanzan una situación cuasi-estacionaria en las que las
parcelas de aire evolucionan siguiendo ciclos termodinámicos bien definidos. El ciclón funciona como
una máquina térmica, recibiendo energía (mediante evaporación en superficie) a mayor temperatura
que a la que la cede (enfriamiento radiativo en capas altas), lo cual se traduce en una generación de
energía mecánica manifiesta en la forma de fuertes vientos. La aproximación geostrófica no resulta
adecuada para estos fenómenos debido a la reducida escala espacial del ojo y a las altas velocidades,
que implican un papel relevante para la fuerza centrífuga. Mientras en la troposfera media se produce
viento del gradiente, en la capa límite la fricción es importante para alimentar la baja en superficie. La
aceleración del viento tangencial puede entenderse en base a la conservación del momento angular.

Los ciclones tropicales se propagan hacia el oeste impulsados por los vientos alisios característicos de las
latitudes tropicales. Por este motivo, su mayor impacto destructivo se produce en las costas orientales
de los continentes donde tocan tierra. Los principales efectos adversos de los ciclones se deben a las
intensas rachas de viento, fuertes lluvias, y marejada ciclónica. El potencial destructivo de un ciclón
puede estimarse usando la escala de Saffir-Simpson, que clasifica los ciclones en 5 categorías en base a
la máxima velocidad del viento.

Aunque los ciclones tropicales rara vez se acercan a nuestro país, los ciclones subtropicales (híbridos
tropical-extratropical) sí pueden tener más impacto. Además, en el Mediterráneo puede producirse un
fenómeno de características similares (aunque menos intenso) llamado Medicane. Algunos trabajos han
sugerido una mayor incidencia de estos fenómenos en escenarios de calentamiento global.

1
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Tema 4: Ciclones tropicales, huracanes y tifones

Fig. 1: Borrasca extratropical al oeste del Reino Unido y huracán Ivan frente a Louisiana. NASA Earth Observatory

4.2 Diferencias con los ciclones extratropicales

Como vimos en el tema 3, las borrascas o ciclones extratropicales son centros de bajas presiones de
escala sinóptica, 𝑂𝑂(1000 𝑘𝑘𝑘𝑘), alrededor de los cuales gira el aire de forma ciclónica (antihoraria en el
hemisferio norte). A latitudes más bajas se encuentran ciclones que encajarían también con esta
descripción, aunque suelen tener escalas algo más pequeñas y velocidades más altas. Además de ello,
existen importantes diferencias entre ambos:

• Localización y dirección de propagación: Se forman en latitudes más bajas, tropicales, aunque


siempre a cierta distancia del ecuador (típicamente entre 10 y 30º). Debido a que el viento zonal
tiene componente este en esta región (como veremos en el tema 6), se propagan hacia el oeste
en vez de hacia el este como los ciclones extratropicales, que son impulsados por el chorro.
• Estructura térmica: A diferencia de los ciclones extratropicales, los ciclones tropicales no
presentan estructura de frentes, mostrando de hecho una notable simetría de revolución.
Además, los ciclones tropicales tienen núcleo cálido en vez de frío como los extratropicales.
• Estructura vertical: La estructura vertical de vientos es también distinta, consistente con la
relación de viento térmico. Como ciclones de núcleo frío, las borrascas extratropicales son más
intensas en altura (de hecho, el ciclón en superficie es normalmente forzado por una vaguada
preexistente en altura). En cambio, los ciclones tropicales alcanzan su máxima intensidad en
superficie y se debilitan con la altura, revertiéndose el signo de la circulación en capas altas
(anticiclónica en vez de ciclónica).
• Regiones de ascenso: Los ciclones extratropicales se caracterizan por convergencia del aire en
capas bajas y ascensos. En los ciclones tropicales también se produce convergencia en capas
bajas, pero el ascenso se concentra a unos 50 km de su centro, en la pared del ojo. En el centro
del ciclón, en cambio, se produce subsidencia y una masa de aire cálida y despejada (el ojo).
• Dinámica: Las diferencias mencionadas anteriormente son consecuencia de la diferente
dinámica de los dos fenómenos. Aunque el calentamiento por condensación puede contribuir a

2
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Tema 4: Ciclones tropicales, huracanes y tifones

intensificar la ciclogénesis extratropical, su principal forzamiento es dinámico y debido a la


inestabilidad baroclina (que da lugar a las ondas de Rossby). En cambio, la principal fuente de
energía para los ciclones tropicales es el calor latente debido a la convección.

Para ilustrar estas diferencias, la figura 1 muestra imágenes de satélite para una borrasca extratropical y
un ciclón tropical (huracán Ivan, 2004).

4.3 Localización y estructura

La principal fuente de energía de los ciclones tropicales es el calor latente obtenido mediante
evaporación del agua del mar. Ello explica que este fenómeno se produzca sobre las regiones oceánicas
tropicales, con alta temperatura del mar. Pero a diferencia de una tormenta convectiva convencional, la
convección se organiza en el ciclón alrededor de un núcleo de bajas presiones de mayor escala, lo cual
permite un influjo continuo de aire húmedo en la capa límite. Esto juega un papel crítico pues, al
alimentar la convección, permite que el ciclón perdure de forma indefinida mientras continúe
moviéndose sobre aguas cálidas. En contraste, las tormentas convectivas convencionales decaen en
cuestión de horas cuando agotan el aire húmedo disponible en la capa límite (en el tema 5 veremos
algunas otras formas de organización de las tormentas convectivas). Dado que la fuerza de Coriolis es en
gran medida responsable de la organización de la convección en los ciclones tropicales, éstos no puedan
producirse muy cerca del ecuador, donde el parámetro de Coriolis se anula.

Estos condicionantes explican que los ciclones tropicales


se produzcan en una región muy específica del globo: las
superficies oceánicas en la banda de latitudes de 10 a 30
grados. Dado que en estas latitudes el viento sopla del
este (vientos alisios), los ciclones tropicales se mueven
casi siempre hacia el oeste. De esta forma, su mayor
impacto destructivo se produce en las costas orientales
de los continentes (o en las islas del Caribe y Pacífico),
cuando los ciclones tocan tierra (Fig. 2). Los ciclones Fig. 2: Distribución de los ciclones tropicales (Stull)
tropicales que afectan a Norteamérica se denominan huracanes, y los que impactan a Asia tifones. No
todos los ciclones tocan tierra: debido a las corrientes anticiclónicas predominantes sobre los océanos,
muchos se desvían hacia el polo sin llegar a hacerlo (figura 2). Al moverse hacia aguas más frías y
disminuir el calentamiento latente su intensidad disminuye rápidamente, aunque en ocasiones pueden
reintensificarse en forma de ciclón extratropical, por ejemplo alimentados por una vaguada en capas
altas. Esto se conoce como transición extratropical.

En la figura 3 se ilustra esquemáticamente la estructura característica de un ciclón tropical. Su


ingrediente principal es una red de tormentas convectivas de tipo cumulonimbo distribuidas de forma
aproximadamente simétrica alrededor de la pared del ojo. En estas nubes se produce convección muy
intensa gracias a la gran humedad del aire, en contacto con un mar muy cálido y sujeto a evaporación
muy eficiente favorecida por los intensos vientos del ciclón 1. El aire que asciende mediante convección
hasta la tropopausa desciende en parte en el centro del ciclón, dando lugar a una masa de aire cálido y

1
Como veremos en el tema 7, en general, el intercambio de calor, momento y humedad entre la atmósfera y la
superficie aumenta con la velocidad del viento. En este caso, además, los vientos huracanados incrementan
notablemente este intercambio mediante la generación de grandes olas, spray, etc., lo cual aumenta la superficie
de contacto océano-atmósfera.

3
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Tema 4: Ciclones tropicales, huracanes y tifones

despejado (el ojo), a la vez que se extiende horizontalmente hacia fuera en una extensa capa de cirros.
Aunque esto puede ser reminiscente del yunque del cumulonimbo, esta capa nubosa se extiende a lo
largo de distancias potencialmente de cientos de km, ayudada en parte por la circulación anticiclónica
en capas altas. En algunos ciclones pueden producirse además bandas de convección secundaria más
alejadas del núcleo, con estructura en espiral. En los ciclones más intensos estas bandas pueden dar
lugar a una segunda pared, y ésta eventualmente reemplazar a la primera cortando la red de
alimentación de aire húmedo del ojo y moviéndose hacia el interior para formar uno nuevo.

Un ciclón maduro que evoluciona hacia una


estructura de este tipo puede perdurar durante
varios días mientras que se mantenga en un
ambiente favorable. Aunque la intensa convección
consume a gran velocidad la húmedad de la capa
límite, ésta es rápidamente repuesta por el
continuo influjo de aire y la muy eficiente
evaporación. Por otra parte, la rápida evacuación
del aire mediante convección y flujo saliente en
capas altas evita que se disipe el mínimo de Fig. 3: Estructura y circulación de un ciclón tropical
presión. De esta forma se mantiene una estructura
cuasi-estacionaria en la que el ciclón se propaga impulsado por los alisios, mientras que su intensidad
varía dependiendo de cómo evolucione la temperatura del mar. El ciclón sólo decae cuando toca tierra o
se mueve sobre aguas frías, perdiendo de esta manera la imprescindible fuente de humedad.

4.4 Análisis termodinámico del ciclón maduro

Un ciclón maduro que alcanza una configuración como la descrita se encuentra esencialmente en una
situación de equilibrio. Como ilustra el circuito dibujado en rojo en la figura 3, las parcelas de aire siguen
evoluciones fundamentalmente cíclicas:

(i) En la capa límite, las parcelas en la periferia del ciclón se mueven hacia su centro, recibiendo un
aporte de energía en forma de calor latente (evaporación) hasta alcanzar la saturación cerca de la pared
del ojo (etapa 1-2)

(ii) Las parcelas ascienden adiabáticamente impulsadas por la intensa convección húmeda (etapa 2-3).
En esta etapa las parcelas pierden la mayor parte del vapor de agua adquirido, produciendo abundante
precipitación y calentando el núcleo del ciclón por encima del ambiente exterior.

(iii) Al llegar a la tropopausa, las parcelas retornan a la periferia en capas altas (etapa 3-4). Durante esta
etapa, las parcelas, anormalmente cálidas, están sujetas a un importante enfriamiento radiativo, el cual
produce condensación adicional y la capa de cirros aparente en las imágenes de satélite.

(iv) A lo largo de estas dos etapas la parcela pierde prácticamente todo el vapor de agua que adquirió
mediante evaporación. Cuando regrese a la superficie (siguiendo una adiabática seca, etapa 4-1), el ciclo
puede volver a repetirse.

La evolución termodinámica asociada puede representarse en el diagrama oblicuo (figura 4). El ciclo
termodinámico consta de las siguientes etapas: (i) humidificación aproximadamente isoterma (1-2); (ii)
expansión adiabática húmeda (2-3); (iii) enfriamiento aproximadamente a altura constante (3-4); y (iv)
compresión adiabática seca.

4
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Tema 4: Ciclones tropicales, huracanes y tifones

Fig. 4: Ciclo termodinámico de un ciclón tropical: evolución de la temperatura (línea roja) y punto de rocío (azul)

En este ciclo termodinámico, el aporte energético ocurre a mayor temperatura (etapa 1-2) que el
enfriamiento (etapa 3-4). Esto es precisamente lo que define a una máquina térmica, por lo que
esperaríamos en base al segundo principio de la termodinámica que se produjera un trabajo (generación
de energía mecánica). Esto es consistente con los intensos vientos producidos por el ciclón.

Podemos estimar la energía mecánica producida como:

𝑊𝑊 = � 𝑄𝑄 = 𝑄𝑄1−2 + 𝑄𝑄3−4 = 𝑇𝑇𝑆𝑆 ∆𝑆𝑆1−2 + 𝑇𝑇𝑇𝑇 ∆𝑆𝑆3−4 = (𝑇𝑇𝑆𝑆 − 𝑇𝑇𝑇𝑇 )∆𝑆𝑆

siendo 𝑇𝑇𝑆𝑆 la temperatura en superficie relevante para la etapa 1-2 (que es aproximadamente isoterma),
y 𝑇𝑇𝑇𝑇 la temperatura media a la que ocurre el enfriamiento radiativo en la etapa 3-4. Los procesos 2-3 y
4-1 son adiabáticos e isentrópicos. Por otra parte, ∆𝑆𝑆3−4 = −∆𝑆𝑆1−2 = −∆𝑆𝑆, siendo ∆𝑆𝑆 la ganancia de
entropía durante la evaporación de la etapa 1-2. Para un gas ideal:
𝑇𝑇 𝐿𝐿𝐿𝐿 𝑝𝑝
𝑆𝑆 = 𝑐𝑐𝑝𝑝 𝑙𝑙𝑙𝑙 � � + − 𝑅𝑅 𝑙𝑙𝑙𝑙 � �
𝑇𝑇0 𝑇𝑇 𝑝𝑝0
Despreciando la pequeña contribución de la expansión durante la etapa 1-2 (en la que 𝑝𝑝 se reduce al
moverse la parcela hacia el centro del ciclón):
𝐿𝐿∆𝑟𝑟 𝑝𝑝𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚 𝐿𝐿∆𝑟𝑟 𝑇𝑇𝑇𝑇
∆𝑆𝑆 = − 𝑅𝑅 𝑙𝑙𝑙𝑙 � �≈ ⇒ 𝑊𝑊 ≈ �1 − � 𝐿𝐿∆𝑟𝑟
𝑇𝑇𝑆𝑆 𝑝𝑝∞ 𝑇𝑇𝑆𝑆 𝑇𝑇𝑆𝑆
El factor que multiplica a 𝑄𝑄1−2 = 𝐿𝐿∆𝑟𝑟 es la eficiencia del ciclo de Carnot, que es la máxima eficiencia
teórica de una máquina térmica. Aunque no toda esta generación de energía mecánica se emplea en

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Tema 4: Ciclones tropicales, huracanes y tifones

acelerar los vientos (también se producen olas, arrastre de las gotas de lluvia y spray, etc.), los ciclones
tropicales tienen una gran eficiencia termodinámica y pueden producir vientos muy intensos.

4.5 Estructura de vientos

Como hemos visto, los ciclones tropicales se caracterizan por una intensa circulación ciclónica en capas
bajas que se debilita y revierte en capas altas, donde predomina un anticiclón. Además, se produce un
influjo de aire en dirección radial en la capa límite, y flujo saliente en capas altas. Por definición, esta
componente radial no puede ser geostrófica.

En el tema 3 vimos que la circulación extratropical de gran escala se encuentra aproximadamente en


equilibrio geostrófico. Podemos evaluar la bondad de la aproximación geostrófica para un ciclón tropical
usando el número de Rossby:
𝑈𝑈
𝑅𝑅𝑅𝑅 =
𝑓𝑓𝑓𝑓
𝑚𝑚
Para un ciclón tropical 𝑈𝑈 es mayor que para uno extratropical: por ejemplo, 𝑈𝑈 = 𝑂𝑂(50 ) para un
𝑠𝑠
huracán de categoría 3. Por otra parte, 𝑓𝑓 es menor a latitudes más bajas: a 20º, 𝑓𝑓 = 5 × 10−5 𝑠𝑠 −1 .
Finalmente, la escala es también menor que para un ciclón extratropical. Tomando 𝐿𝐿 = 𝑂𝑂(500 𝑘𝑘𝑘𝑘),
relevante para el flujo en la periferia del ciclón, obtenemos 𝑅𝑅𝑅𝑅 = 2. En cambio, tomando 𝐿𝐿 = 𝑂𝑂(50 𝑘𝑘𝑘𝑘)
(relevante para el ojo) se obtiene 𝑅𝑅𝑅𝑅 = 20 ≫ 1. Esto implica que en el ojo la fuerza de Coriolis es
despreciable frente a la centrífuga, mientras que en la periferia del ciclón ambas son importantes.

En vista de la importancia de la fuerza centrífuga, las ecuaciones del viento geostrófico que derivamos
en el tema 3 ya no son válidas: es necesario incluir también al viento ageostrófico. Sin embargo, existe
una simplificación que evita incluir el término advectivo en toda su complejidad. Como vimos, el viento
ageostrófico es responsable de la aceleración del viento, la cual puede implicar un cambio tanto en su
intensidad como su la dirección. Claramente, esta última componente (aceleración centrípeta) es la más
importante para un ciclón tropical. En la aproximación del viento del gradiente, sólo se considera la
componente ageostrófica paralela a las isohipsas, que es responsable del cambio en la dirección del
viento (recordad que la aceleración es perpendicular al viento ageostrófico), y se desprecia su
componente perpendicular a las isohipsas. De esta forma, el viento total sigue siendo paralelo a las
isohipsas aunque no sea geostrófico.

En esta aproximación, el balance dominante es entre las fuerzas centrífuga y de Coriolis y el gradiente de
presiones. Su expresión matemática se simplifica usando coordenadas naturales (siguiendo a la parcela):

𝑣𝑣𝑠𝑠2 1 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝑣𝑣𝑠𝑠2 𝜕𝜕𝜕𝜕


𝑓𝑓𝑣𝑣𝑠𝑠 + =− en coordenadas z, o 𝑓𝑓𝑣𝑣𝑠𝑠 + =− en coordenadas p
𝑅𝑅𝑐𝑐 𝜌𝜌 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝑅𝑅𝑐𝑐 𝜕𝜕𝜕𝜕
siendo 𝑠𝑠 y 𝑛𝑛 las direcciones paralela y perpendicular a las isobaras/isohipsas, y 𝑅𝑅𝑐𝑐 el radio de curvatura
en cada punto. Para un ciclón tropical las isohipsas son aproximadamente circulares por lo que podemos
simplemente usar un sistema de coordenadas cilíndricas, en el que 𝑣𝑣𝑠𝑠 es la velocidad tangencial, 𝑛𝑛 tiene
dirección radial (pero signo contrario a 𝑟𝑟) y 𝑅𝑅𝑐𝑐 es el radio:

𝑣𝑣𝑡𝑡2 1 𝜕𝜕𝜕𝜕
𝑓𝑓𝑣𝑣𝑡𝑡 + =
𝑟𝑟 𝜌𝜌 𝜕𝜕𝜕𝜕

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Tema 4: Ciclones tropicales, huracanes y tifones

Despreciando la fuerza de Coriolis frente a la centrífuga, el balance puede simplificarse cerca del ojo:

𝑣𝑣𝑡𝑡2 1 𝜕𝜕𝜕𝜕
=
𝑟𝑟 𝜌𝜌 𝜕𝜕𝜕𝜕
Este balance entre la fuerza centrífuga y el gradiente de presiones se denomina ciclostrófico.

Para entender cómo varía 𝑣𝑣𝑡𝑡 con el radio, es útil recurrir al concepto de vorticidad introducido en el
tema anterior. De nuevo nos concentraremos sólo en su componente vertical: 𝜉𝜉𝑧𝑧 = 𝑘𝑘� ∙ (∇ × 𝑣𝑣⃗). En el
tema 3 sólo consideramos la componente de la vorticidad debida al movimiento en un sistema que se
mueve con la tierra (esta componente se denomina vorticidad relativa). En un sistema inercial es
necesario incluir también la componente de la vorticidad debida a la rotación de la tierra, que se
denomina vorticidad planetaria. Es fácil de demostrar 2 que ésta coincide con el parámetro de Coriolis,
por lo que la vorticidad absoluta (suma de ambas) es 𝜉𝜉𝑧𝑧 + 𝑓𝑓.

De acuerdo con un teorema muy importante en mecánica de fluidos (teorema de Kelvin), en ausencia de
fricción y fuerzas externas la circulación a lo largo de un circuito cerrado permanece constante en un
sistema inercial cuando el circuito evoluciona deformado por el movimiento del fluido (figura 5):

� 𝑣𝑣⃗𝑖𝑖𝑖𝑖 ∙ ���⃗
𝑑𝑑𝑑𝑑 = � 𝑣𝑣⃗𝑖𝑖𝑖𝑖 ∙ ���⃗
𝑑𝑑𝑑𝑑
𝒞𝒞1 𝒞𝒞2

De forma equivalente por el teorema de Stokes, la vorticidad integrada dentro del área encerrada por el
contorno 𝒞𝒞1 en el instante inicial es igual a la que encierra el contorno 𝒞𝒞2 en el instante final.

Aplicando el teorema de Kelvin a un contorno en un


ciclón tropical que evoluciona desde una distancia
𝑟𝑟 = 𝑟𝑟𝑖𝑖 hasta un radio cercano al ojo: 𝑟𝑟 = 𝑟𝑟0 (Fig. 6):

� 𝑣𝑣⃗𝑖𝑖𝑖𝑖 ∙ ���⃗
𝑑𝑑𝑑𝑑 = � 𝑣𝑣⃗𝑖𝑖𝑖𝑖 ∙ ���⃗
𝑑𝑑𝑑𝑑
𝑟𝑟=𝑟𝑟𝑖𝑖 𝑟𝑟=𝑟𝑟0
Esto implica que se conserva el momento angular
absoluto (incluyendo la rotación de la tierra) Fig. 6: Aplicación del
Fig. 5: Ilustración del respecto al centro del ciclón. Al moverse hacia el teorema de Kelvin a
teorema de Kelvin un ciclón tropical
centro y disminuir la distancia al eje de rotación
las parcelas deben acelerarse. Para calcular la contribución de la rotación terrestre al momento angular
usamos el teorema de Stokes para estimar la velocidad de rotación:
𝑓𝑓𝑓𝑓
(𝜋𝜋𝑟𝑟 2 )𝑓𝑓 = 2𝜋𝜋𝜋𝜋𝑣𝑣𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟 ⇒ 𝑣𝑣𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟 =
2
con lo que obtenemos por el teorema de Kelvin (conservación del momento angular):

2 �⃗ × 𝑥𝑥⃗ (ver
Para demostrarlo, debéis tener en cuenta que la velocidad debida a la rotación de la tierra es: 𝑣𝑣⃗𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟 = 𝛺𝛺
�⃗
tema 3). Si calculáis el rotacional de 𝛺𝛺 × 𝑥𝑥⃗ (siendo 𝑥𝑥⃗ el vector de posición) y extraéis su componente vertical
deberíais obtener el parámetro de Coriolis.

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Tema 4: Ciclones tropicales, huracanes y tifones

1 1 𝑟𝑟𝑖𝑖 1 𝑟𝑟𝑖𝑖2 − 𝑟𝑟𝑜𝑜2


� 𝑓𝑓𝑟𝑟𝑖𝑖 + 𝑣𝑣𝑡𝑡 (𝑟𝑟𝑖𝑖 )� 𝑟𝑟𝑖𝑖 = � 𝑓𝑓𝑟𝑟𝑜𝑜 + 𝑣𝑣𝑡𝑡 (𝑟𝑟𝑜𝑜 )� 𝑟𝑟𝑜𝑜 ⇒ 𝑣𝑣𝑡𝑡 (𝑟𝑟𝑜𝑜 ) = 𝑣𝑣𝑡𝑡 (𝑟𝑟𝑖𝑖 ) + 𝑓𝑓
2 2 𝑟𝑟𝑜𝑜 2 𝑟𝑟𝑜𝑜
Como vemos, la conservación del momento angular implica que la velocidad tangencial debe crecer al
acercarnos al eje de rotación. Es importante tener en cuenta que incluso cuando 𝑣𝑣𝑡𝑡 (𝑟𝑟𝑖𝑖 ) es despreciable,
como ocurre para 𝑟𝑟𝑖𝑖 grande, la velocidad tangencial en el ojo es grande debido a la contribución de la
velocidad de rotación de la tierra. El único requisito es que 𝑓𝑓 no sea demasiado pequeña.

Podemos hallar una expresión simplificada despreciando 𝑣𝑣𝑡𝑡 frente a 𝑣𝑣𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟 en el radio 𝑟𝑟𝑖𝑖 , y 𝑣𝑣𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟 frente a 𝑣𝑣𝑡𝑡
en el radio 𝑟𝑟𝑜𝑜 . Esto da:

1 𝑟𝑟𝑖𝑖2
𝑣𝑣𝑡𝑡 (𝑟𝑟𝑜𝑜 ) ≈ 𝑓𝑓
2 𝑟𝑟𝑜𝑜
A partir de la distribución de 𝑣𝑣𝑡𝑡 podemos calcular el campo de presión o geopotencial usando el balance
del gradiente (o ciclostrófico cerca del ojo).

Además de la velocidad tangencial discutida arriba hay una componente radial 𝑣𝑣𝑟𝑟 , que es la responsable
de que las parcelas de aire se muevan hacia el ojo. Sin embargo, como vimos, tanto el viento geostrófico
como el viento del gradiente tienen la dirección de las isohipsas (o isobaras). ¿De dónde viene entonces
esta componente radial? La explicación es que el balance del gradiente (y de forma similar, el balance
geostrófico en las escalas en que es válido) desprecian la fricción. Por ello, estos balances sólo son
estrictamente válidos por encima de la capa límite. En cambio, cerca de la superficie la fricción es
importante y por tanto el viento real es más lento que el que predecirían el balance del gradiente o
geostrófico. Esto implica que las fuerzas centrífugas y de Coriolis no llegan a equilibrar completamente
al gradiente de presiones, por lo que se produce en la capa límite un flujo de aire desde la alta a la baja
presión. Dado que en presencia de fricción ya no se conserva el momento angular, las expresiones de la
velocidad tangencial calculadas arriba producen una ligera sobreestimación.

Recapitulando, la (aproximada) conservación del momento angular implica una aceleración de la


velocidad tangencial al acercarnos al ojo, que se encuentra en equilibrio del gradiente con el gradiente
radial de presiones. En la capa límite este gradiente de presiones fuerza el influjo de aire en dirección al
ojo. Para que este mecanismo funcione, es necesario que exista rotación ambiental 𝑣𝑣𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟 , por lo que 𝑓𝑓 no
puede ser muy pequeño.

4.6 Condiciones favorables y precursores

Como hemos visto, los ciclones tropicales pueden considerarse como una máquina térmica muy
eficiente, capaces de perdurar durante un gran número de días mientras no se agote su fuente de
humedad 3. Pese a ello, este fenómeno es bastante infrecuente: la vasta mayoría de eventos convectivos
en la región no llegan a producir un ciclón tropical. Dependiendo del nivel de organización, rotación e
intensidad, se pueden distinguir perturbaciones tropicales, depresiones tropicales, tormentas tropicales

3
Para ello, la alta temperatura del mar debe mantenerse a lo largo de una capa suficientemente profunda, de al
menos 50 m, ya que la turbulencia generada por los intensos vientos del ciclón mezcla verticalmente la
temperatura de las capas más superficiales del océano. Cuanto más lento sea el ciclón, más profunda debe ser la
capa oceánica cálida.

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Tema 4: Ciclones tropicales, huracanes y tifones

y finalmente ciclones tropicales (huracanes o tifones) cuando alcanzan una intensidad determinada.
Podéis encontrar más detalles en el libro de Stull.

Aunque no existe una teoría capaz de explicar/predecir qué perturbaciones darán lugar a ciclones
tropicales, sí se han identificado algunos factores favorables para que se produzca la ciclogénesis.
Algunos de ellos los hemos comentado ya:

• Alta temperatura del mar. Esto explica la estacionalidad del fenómeno, que se produce sobre
todo al final del verano y primera mitad de otoño (figura 7), cuando el mar está más cálido. El
umbral considerado necesario es una temperatura mínima de 26.5 ºC a lo largo de una
profundidad de al menos 50 m.
• Suficiente rotación planetaria, siendo muy poco frecuentes los ciclones a menos de 10 grados de
latitud.
• Existencia de inestabilidad condicional, para que pueda producirse convección profunda cuando
el aire en la capa límite alcanza la saturación mediante evaporación.
• Alta humedad troposférica, sin la cual re-evaporarían las gotas de lluvia y se enfriaría la
troposfera media.
• Cizalladura ambiental reducida. Se ha observado empíricamente que no se producen ciclones
tropicales cuando la cizalladura vertical del ambiente es alta (vientos en capas altas superiores a
unos 10 m/s), posiblemente debido al impacto de la cizalladura en la torre convectiva, que
pierde su verticalidad.
• Existencia de precursores. Para que produzca un ciclón, es necesario que exista una anomalía de
vorticidad de escala sinóptica que ayude a organizar la convección. Además de ello, es necesario
que haya un mecanismo que fuerce inicialmente el ascenso de gran escala. En el Atlántico, el
forzamiento más importante se debe a las ondas generadas por la inestabilidad del chorro
africano del este.

Fig. 7: Estacionalidad de los ciclones Fig. 8: Ilustración del mecanismo de formación de la


tropicales (tomado del libro de Stull) marejada ciclónica (tomado del libro de Stull)

4.7 Impactos

Los ciclones tropicales tienen grandes impactos en las regiones donde tocan tierra, en las costas
orientales de los continentes o en las islas tropicales. El potencial destructivo de un ciclón aumenta con
su intensidad, pero existen grandes diferencias en la capacidad de los distintos países para responder al

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Tema 4: Ciclones tropicales, huracanes y tifones

reto que suponen estos fenómenos. El ciclón con mayor impacto en término de vidas, el ciclón Bhola de
1970, mató a más de 500,000 personas en Bangladesh. Hoy en día, la monitorización mediante satélite,
vuelos de reconocimiento, simulaciones numéricas, etc. ofrecen a los gobiernos alertas tempranas. Pese
a ello, el huracán Katrina (figura 9) causó cerca de 2,000 muertos en EEUU en 2005. Los impactos
económicos de estos fenómenos también son muy importantes. El huracán Harvey (2017) causó
pérdidas de más de 100,000 millones de dólares en EEUU.

Los principales impactos de los ciclones tropicales se asocian a sus fuertes vientos, las intensas lluvias e
inundaciones que los acompañan, y los fenómenos costeros que desencadenan. Es frecuente usar la
intensidad del viento máximo sostenido como una medida del potencial destructivo de los ciclones. La
escala más conocida es la escala de Saffir-Simpson, aplicable para los huracanes que se producen en el
Atlántico o Pacífico oriental. En esta escala, el umbral que separa a la tormenta tropical del huracán es
una velocidad máxima sostenida de viento por encima de 33 m/s (119 km/h). Por encima de dicho valor,
se definen 5 categorías, siendo los huracanes de categoría 5 (viento superior a 70 m/s o 252 km/h) los
más intensos (podéis encontrar los umbrales entre las distintas categorías por ejemplo en el libro de
Stull). Frecuentemente, la categoría de un huracán varía a lo largo de su ciclo de vida dependiendo de la
temperatura de las aguas por las que cruza –los huracanes se debilitan y son degradados a la categoría
de tormenta tropical poco después de tomar tierra. Entre los huracanes mencionados arriba, Harvey
alcanzó categoría 4 y Katrina categoría 5.

Incluso cuando no tocan tierra, los ciclones tropicales pueden causar graves daños debidos a sus efectos
costeros. El más importante es la marejada ciclónica, que provoca subida del nivel del mar e
inundaciones. Este fenómeno es muy frecuente en las costas orientales de los continentes debido al
forzamiento del océano por el viento atmosférico. La circulación antihoraria del ciclón produce viento de
componente norte frente a la costa (figura 8) y arrastra al océano en esta dirección. La fuerza de Coriolis
provoca que esta corriente oceánica se desvíe a la derecha (en el hemisferio norte), y por tanto hacia el
oeste, produciendo un apilamiento de agua en la costa. El impacto de la marejada se ve amplificado en
situaciones de pleamar. A todo ello se suman las grandes olas generadas por el viento.

Fig. 9: Katrina antes de tocar tierra en Nueva Orleans: imagen satélite y reflectividad radar. Fuente: weather.gov

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Tema 4: Ciclones tropicales, huracanes y tifones

4.8 Ciclones subtropicales y medicanes

Como hemos visto, los ciclones tropicales normalmente se propagan hacia el oeste en los océanos y se
desvían hacia los polos en el entorno de los continentes. Por este motivo, en general no representan
una amenaza para nuestro país. Pese a ello, ha habido ha habido algunos ejemplos recientes de ciclones
que han afectado o incluso impactado directamente a la península, como el huracán Leslie de categoría
1 en 2018 (figura 10). Muchos de los ciclones que se aproximan a la península se originan como ciclones
subtropicales (híbridos entre tropicales y extratropicales), o incluso extratropicales.

Como veremos en el tema 6, en torno a 30º de latitud se produce la transición entre los vientos
tropicales del este (alisios) y los vientos del oeste de las latitudes medias, por lo que en estas latitudes
las trayectorias pueden tener un carácter errático (ver la trayectoria de Leslie en Fig. 10). A mayores
latitudes los vientos del oeste podrían dirigir los ciclones hacia la península, pero a estas latitudes el
océano más frío debilita a los ciclones tropicales. Por ello, la mayoría de los ciclones que se acercan a la
península tienen características híbridas. Si en un escenario de cambio climático el calentamiento del
mar facilitara la supervivencia de los ciclones tropicales a latitudes más altas, ello podría conducir a un
mayor impacto de estos fenómenos en la península.

Por otra parte, en el mar Mediterráneo pueden producirse ciclones con dinámica y características
similares a las de un ciclón tropical (núcleo cálido, presencia de un ojo, etc.), aunque en general son
bastante más débiles (no alcanzan categoría de huracán) y perviven durante bastante poco tiempo.
Muchos de estos ciclones tienen un forzamiento extratropical en origen, por ejemplo, de DANAS que
llegan al Mediterráneo. Este tipo de fenómenos se denomina Medicanes(

Figura 11). Las simulaciones con modelos climáticos sugieren que los Medicanes podrían intensificarse
en un escenario de calentamiento global.

Fig. 10: Trayectoria del huracán Leslie (2018) Fig. 11: Ciclón Numa al sur de Italia

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Tema 5: Tormentas severas y tornados

TEMA 5: TORMENTAS SEVERAS Y TORNADOS

5.1 Introducción

Las tormentas severas son tormentas convectivas que se producen en ambientes de alta inestabilidad
condicional cuando un forzamiento o detonante (trigger en inglés) fuerza el ascenso del aire más allá de
su nivel de convección libre. Una vez alcanzado dicho nivel, el aire asciende de forma espontánea gracias
a la energía potencial convectiva disponible en el ambiente. En ambientes de gran inestabilidad estas
tormentas producen nubes de tipo cumulonimbo de gran desarrollo vertical, con su característica forma
de yunque a niveles de la tropopausa. Este tipo de tormentas se produce principalmente durante la
estación cálida, cuando la inestabilidad ambiente es mayor y hay asimismo más disponibilidad de vapor
de agua. Sus efectos adversos pueden ser importantes: precipitación copiosa, rayos, granizo, rachas de
viento intenso y, en casos extremos (poco frecuentes en nuestro país), tornados.

Aunque la tormenta aislada (o de una célula) tiene un ciclo de vida no superior a la hora, es habitual que
la tormenta inicial fuerce en su declive nuevas células de convección y/o que estas coexistan con
distinto grado de desarrollo (tormentas multicelulares). Este forzamiento se debe normalmente al frente
de racha, un frente frío que se produce cuando el flujo de aire descendente de la tormenta (enfriado
mediante la evaporación de lluvia) llega a la superficie. Al propagarse horizontalmente, el frente de
racha puede forzar el ascenso del aire a varios kilómetros de distancia, actuando de esta forma de
detonante para la formación de una nueva célula convectiva. Además de ello, las tormentas pueden
organizarse en presencia de cizalladura. La cizalladura posibilita que los ascensos y descensos ocurran en
regiones distintas de la tormenta, lo cual permite aumentar la duración de su ciclo de vida. Además de
una mayor duración, estas tormentas organizadas afectan a un área de influencia más extensa y tienen
más impactos adversos. Existen varias formas de organización de la convección, o diferentes tipos de
sistemas convectivos mesoescalares. La organización convectiva más sofisticada, llamada supercélula, se
produce cuando tanto la inestabilidad como la cizalladura son elevadas. Estas tormentas se caracterizan
por la rotación de la base de nube (de mayor escala que en una tormenta convectiva aislada) y
representan la principal fuente de tornados intensos.

Debido a su pequeña escala y gran sensibilidad a las condiciones iniciales, por ejemplo a la presencia de
detonantes de muy diversa índole, no es posible predecir con precisión si/cuándo/dónde se va a
producir una tormenta convectiva. La predicción actual sólo es realmente capaz de detectar condiciones
favorables a la formación de tormentas. Los principales factores que deben tenerse en cuenta son el
grado de inestabilidad convectiva y la cizalladura del viento. Para evaluar la inestabilidad del ambiente
son útiles los sondeos termodinámicos, que permiten estimar parámetros como la energía potencial
convectiva disponible (CAPE) y la inhibición convectiva (CIN). Por otra parte, la representación de la
estructura vertical del viento en la hodógrafa es útil para estimar el movimiento medio de la tormenta y
la cizalladura del ambiente. Para que se produzcan tornados, se necesitan valores altos de CAPE y de la
cizalladura –esto último facilita la generación de vorticidad vertical mediante el enderezado (tilting) de
la vorticidad horizontal ambiente. Aunque no es posible predecir de forma precisa la formación de
tormentas, una vez formadas puede estimarse su evolución a corto plazo (nowcasting) mediante la
inspección de imágenes de radar.

1
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Tema 5: Tormentas severas y tornados

5.2 Tormenta convectiva aislada

Las tormentas convectivas se denominan en inglés thunderstorms, debido a que van frecuentemente
(aunque no siempre) acompañadas de rayos. Además, suelen ir acompañadas de lluvia intensa, rachas
de viento muy fuerte y, ocasionalmente, de granizo. Todo ello se debe a la intensidad de los ascensos
convectivos que se producen en un ambiente de gran inestabilidad. Las nubes convectivas, de tipo
cúmulo, aumentan su desarrollo vertical conforme progresa la tormenta, alcanzando la tropopausa en
su etapa de madurez (nubes de tipo cumulonimbo). Estas nubes suelen presentar una forma de yunque
en la tropopausa asociada a la evacuación horizontal del ascenso convectivo. La gran estabilidad de la
estratosfera (fuertemente estratificada) no permite que continúe la convección en esta capa, aunque en
ascensos muy intensos la inercia del ascenso puede hacer que se rebase ligeramente este tope.

La intensidad y profundidad del ascenso son responsables de los impactos de estas tormentas. Debido a
la intensa velocidad de ascenso, las gotitas generadas mediante condensación necesitan adquirir una
masa considerable antes de que puedan caer por gravedad 1, lo cual explica que la lluvia llegue a la
superficie en forma de gotas grandes y a gran velocidad. Además, al alcanzar altas capas de la troposfera
(más frías), siempre se encuentran presentes meteoros sólidos en estas nubes. El granizo se produce
cuando los cristales de hielo chocan al caer con gotitas super-enfriadas (en fase líquida por debajo del
punto de fusión), las cuales se congelan en contacto con los cristales de hielo. Finalmente, las colisiones
entre partículas de distinto tipo y masa dan lugar a transferencias de electrones. Normalmente, los
cristales ligeros de hielo, que ascienden rápidamente, ceden electrones al chocar con las partículas más
pesadas de granizo con la que se encuentran, por lo que se produce una carga negativa en el cuerpo y
base de la nube, y una carga positiva en el yunque, donde se acumulan los meteoros más ligeros. La
mayor parte de los rayos entre nube y tierra ocurren desde la base de la nube, pues al estar más cerca
de la superficie la diferencia de potencial requerida para que se produzca la descarga eléctrica es menor.
Además de ello, pueden producirse rayos entre distintas partes de la nube o entre nubes distintas.

Una tormenta convectiva puede durar típicamente entre 30 minutos y una hora (figura 1). La tormenta
se inicia cuando el aire húmedo de la capa límite consigue ascender hasta el nivel de convección libre,
por encima del cual la atmósfera es inestable. Ello produce cúmulos de desarrollo vertical creciente,
favorecidos por la condensación, hasta que se alcanza la tropopausa en la fase madura de la nube. Es en
esta etapa en la que se producen la mayor precipitación y los principales efectos adversos. Además de
los impactos en forma de granizo y rayos mencionados anteriormente, pueden producirse fuertes
rachas de viento y turbulencia al coexistir la corriente de ascenso con una fuerte corriente de descenso.
Aunque el ascenso debe ir siempre acompañado de descenso por continuidad, en una tormenta
convectiva madura la corriente descendente es especialmente intensa debido a su interacción con las
gotas de lluvia. Ello se debe principalmente al enfriamiento del aire causado por la evaporación parcial 2
de las gotas (que produce flotabilidad negativa), aunque el arrastre por las gotas en caída libre también
puede jugar un papel. La corriente fría descendente se propaga horizontalmente al llegar a la superficie,

1
Las gotitas que permanecen en suspensión en una nube crecen mediante agregación (por colisiones), y sólo caen
a la superficie en forma de lluvia cuando alcanzan una masa suficiente para que la gravedad venza al rozamiento y
a la aceleración de la corriente ascendente del aire. Cuando el ascenso es intenso, la gota debe alcanzar un tamaño
mayor para poder caer.
2
No todas las gotas de lluvia llegan al suelo, sino que parte de ellas pueden re-evaporarse (esta precipitación
reevaporada se denomina virga). En ambientes con mucha sequedad, es posible que toda la precipitación se
evapore sin llegar a alcanzar la superficie.

2
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Tema 5: Tormentas severas y tornados

produciendo un frente frío llamado frente de racha (gust front), que se asocia a turbulencia y rachas de
viento muy intensas. La llegada de esta corriente fría a la capa límite juega un papel importante para la
disipación de la tormenta porque corta la realimentación de aire cálido en la corriente de ascenso.

Fig. 1: Ciclo de vida de una tormenta convectiva (adaptado del libro de Stull)

Aunque el frente de racha contribuye a la disipación de


la tormenta y previene el desarrollo convectivo en su
entorno inmediato, este frente puede también
desencadenar el desarrollo de nuevas tormentas. Al
propagarse hacia otras regiones, el frente fuerza el
ascenso del aire cálido presente en la capa límite (de
forma similar a lo que ocurre con los frentes fríos de las
borrascas extratropicales), actuando de esta forma
como detonante para la formación de una nueva célula
convectiva. Por este motivo, es frecuente que las
tormentas presenten una estructura multicelular, en la
que coexisten varias celdas convectivas en estado
variable de desarrollo (ver por ejemplo la imagen de
radar de la figura 2). Fig. 2: Imagen de radar de una tormenta
multicelular (tomado del libro de Stull)

5.3 Organización de la convección: sistemas convectivos mesoescalares y supercélula convectiva

En ocasiones, especialmente cuando el ambiente presenta cizalladura vertical, las tormentas se


organizan en estructuras más extensas y complejas llamadas de forma general sistemas convectivos
mesoescalares (la mesoescala es una escala intermedia entre la tormenta aislada y la escala sinóptica).
Debido a su mayor tamaño y a la mayor intensidad y duración de la convección, estos sistemas tienen el
potencial de causar mayores impactos. El principal motivo por el que la cizalladura del viento favorece la

3
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Tema 5: Tormentas severas y tornados

convección es que desacopla la corriente


descendente y la masa de aire frío que
produce en superficie de la alimentación de la
corriente de ascenso (figura 3). Ello permite
que la corriente de ascenso pueda seguir
alimentándose de aire cálido y húmedo aún
después de que la corriente fría descendente
haya llegado a la capa límite. Fig. 3: Impacto de la cizalladura (tomado del libro de Stull)

Existe una gran variedad de sistemas convectivos


mesoescalares, con tipologías distintas
dependiendo de las características ambientales.
Las líneas de turbonada (squall lines en inglés) se
caracterizan por una disposición cuasi-lineal de
las tormentas (figura 4), normalmente
organizadas por un frente frío de escala sinóptica
que actúa como detonante de la convección.
Otro ejemplo de organización es el del complejo
convectivo mesoescalar, en el que las tormentas
se organizan en una estructura de gran escala,
con un gran yunque que se extiende a lo largo de
más de 350 km.
Fig. 4: Línea de turbonada en imagen radar (NSSL)

La organización convectiva más sofisticada es la supercélula. Esta estructura es responsable de la mayor


parte de los tornados intensos 3 que se producen en EEUU, aunque en nuestro país las supercélulas son
poco frecuentes y no tan violentas (Figura 5). Además de un alto grado de inestabilidad, las supercélulas
requieren de intensa cizalladura vertical, con cambios tanto en la intensidad como en la dirección del
viento. Esta cizalladura es responsable de uno de los rasgos más distintivos de este tipo de tormentas, la
rotación de su corriente de ascenso, que se manifiesta en un mesociclón con una escala del orden de
unos pocos kilómetros. La rotación ciclónica es especialmente aparente en la nube de pared (wall cloud)
que cuelga de la base del cumulonimbo, un emplazamiento en el que es posible la formación de
tornados. Además, la cizalladura ambiente propicia la formación de una corriente de descenso en el
flanco trasero de la tormenta (Figura 6), que facilita la formación de nuevos núcleos convectivos que
alimentan la tormenta y extienden su duración. Debido a la gran velocidad de la corriente de ascenso
primaria, la precipitación no llega normalmente a la superficie en esta región. En tormentas muy
intensas, la corriente de descenso trasera es capaz de arrastrar la precipitación, produciendo una
estructura de “gancho” (hook echo) en la señal radar (panel derecho de Figura 6). Al indicar esta
configuración una situación favorable para la formación de tornados, su identificación permite a los
servicios meteorológicos emitir alertas de este fenómeno, difícil de observar directamente.

3
Las grandes llanuras de EEUU son muy propensas a la formación de tormentas severas debido a la confluencia de
aire cálido procedente del golfo de Méjico en capas bajas y aire frío procedente de Canadá en capas altas, lo que
da lugar a una situación de gran inestabilidad atmosférica. Debido a ello, en esta región se produce un gran
número de tormentas severas, algunas de las cuales desencadenan tornados (esta región es conocida
coloquialmente como ‘Tornado Alley’)

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Tema 5: Tormentas severas y tornados

Fig. 5: Ejemplos de supercélulas. La tormenta de la derecha se observó cerca de Ciudad Real

Fig. 6: Estructura de una supercélula clásica. El panel superior izquierdo (imagen tomada del libro de Stull)
muestra las principales corrientes de estas tormentas, y el derecho (Wikipedia) la señal radar de una supercélula
que dio lugar a tornados en Oklahoma, mostrando la característica señal con forma de gancho. En el panel
inferior se muestra la estructura nubosa típica de estas tormentas (Fuente: NSSL)

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Tema 5: Tormentas severas y tornados

5.4 Inestabilidad convectiva condicional

El principal ingrediente de las tormentas convectivas severas es la inestabilidad condicional. En el panel


izquierdo de la figura 7 se muestra un sondeo termodinámico típico continental en las latitudes medias
durante la estación cálida. Este sondeo muestra inestabilidad condicional porque es estable para los
ascensos adiabáticos secos, pero inestable para los ascensos húmedos. Dado que este perfil sigue
aproximadamente una adiabática seca en capas altas, el perfil muestra un alto grado de inestabilidad
para la convección húmeda. Por ejemplo, una parcela de aire que ascendiera desde el punto A se
enfriaría bastante menos que el ambiente si estuviera saturada (línea discontinua).

Como vimos en el tema 2, en los trópicos se produce inestabilidad condicional porque las parcelas de
aire en niveles bajos necesitan alcanzar su nivel de condensación para que la convección ocurra de
forma espontánea. Sin embargo, en el ejemplo de la figura 7, el grado de inhibición convectiva es mayor
porque no es suficiente con que la parcela alcance su nivel de condensación. Esto se ilustra en el panel
de la derecha de la Figura 7, en el que se ha supuesto que el calentamiento diurno aumenta localmente
la temperatura cerca de la superficie y produce convección seca. Aunque esto puede facilitar que la
parcela alcance su nivel de condensación, vemos que ello no basta para que se produzca convección
profunda porque la adiabática húmeda (línea roja discontinua) sigue estando más fría que el ambiente.
Para que la convección continúe de forma espontánea, es necesario que algún mecanismo fuerce el
ascenso de la parcela más allá de su nivel de condensación, hasta el nivel de convección libre. Si la
parcela es capaz de alcanzar dicho nivel, la convección procederá de forma espontánea hasta el nivel de
equilibrio (en ascensos intensos este nivel puede excederse ligeramente debido a la inercia).

Fig. 7: Sondeo idealizado de las regiones continentales de las latitudes medias. En el panel derecho se indican el
nivel de condensación, el nivel de convección libre y el nivel de equilibrio para una parcela en superficie.

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Tema 5: Tormentas severas y tornados

El fenómeno de inhibición convectiva implica la existencia de una región en la que el ambiente es


localmente estable para la convección, siendo por tanto necesario que algún otro mecanismo fuerce el
ascenso del aire a través de dicha región para que se produzca convección profunda. En el caso del
sondeo de la figura 7 (típico de las regiones continentales de las latitudes medias), esta inhibición se
asocia a una capa de inversión (capping inversión), en la que la temperatura crece localmente con la
altura. Esta situación se asocia a una gran estabilidad, tanto seca como húmeda, y por tanto a una fuerte
inhibición de la convección.

Como estudiaremos en detalle en el tema 7, esta capa de inversión es característica de la transición que
se produce entre la capa límite atmosférica y la atmósfera libre (también pueden producirse inversiones
térmicas en otras situaciones). La capa límite es la región atmosférica más cercana a la superficie
terrestre, y en ella la atmósfera se ve fuertemente condicionada por los intercambios turbulentos de
calor, momento y humedad con la superficie. Esto se ilustra en la figura 8, que muestra la evolución de
la temperatura atmosférica observada en la capa límite (línea continua marrón) y por encima de ella
(línea azul discontinua): sólo la primera muestra un ciclo diurno. La turbulencia de la capa límite tiende a
homogenizar algunas propiedades como la temperatura potencial en los kilómetros más bajos de la
atmósfera. La figura 9 muestra el impacto de esta turbulencia en la temperatura potencial. Como vimos
en el tema 2, la atmósfera tiene una estratificación estable, lo cual se asocia a un perfil de temperatura
potencial que crece con la altura (línea verde de puntos). En la capa límite, en cambio, la turbulencia
tiende a mezclar la temperatura potencial, produciendo un perfil homogéneo (línea marrón). Como
consecuencia de ello, la temperatura potencial aumenta de forma abrupta en la región de transición
entre la capa límite y la atmósfera libre, dando lugar a la capa de inversión.

Fig. 8: Ejemplo de evolución de la temperatura en la Fig. 9: Perfil vertical típico de temperatura potencial
capa límite y en la atmósfera libre (tomado de Stull). (tomado del libro de Stull).

La existencia de esta capa de inversión, y el alto grado de inhibición convectiva que ella conlleva, juegan
un papel fundamental en el desarrollo de las tormentas severas. Si no existiera esta inhibición, la
convección ocurriría de forma bastante más frecuente (como en los trópicos), y ello conduciría a la
estabilización del ambiente gracias a la eliminación de humedad de la capa límite. Al inhibirse la
convección, en cambio, la inestabilidad del ambiente se mantiene en valores muy elevados, hasta que
un detonante suficientemente intenso es capaz de forzar el ascenso del aire más allá del nivel de
convección libre, liberando de forma dramática la energía convectiva acumulada en el ambiente.

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Tema 5: Tormentas severas y tornados

5.5 Parámetros de estabilidad: CAPE y CIN

Podemos estimar la energía producida por la convección usando un diagrama termodinámico. Como
vimos en el tema 2, la fuerza de flotabilidad de una parcela viene dada por:
𝑇𝑇𝑣𝑣𝑣𝑣 − 𝑇𝑇𝑣𝑣𝑣𝑣 𝑇𝑇𝑝𝑝 − 𝑇𝑇𝑎𝑎
𝐹𝐹 = 𝑔𝑔 ≈ 𝑔𝑔
𝑇𝑇𝑣𝑣𝑣𝑣 𝑇𝑇𝑎𝑎
siendo 𝑇𝑇𝑣𝑣𝑣𝑣 y 𝑇𝑇𝑣𝑣𝑣𝑣 la temperatura virtual de la parcela y del ambiente, respectivamente. Por simplicidad,
normalmente se aproxima esta expresión usando la temperatura en vez de la temperatura virtual,
aunque el error no es despreciable. Se define la energía potencial convectiva disponible (CAPE,
acrónimo del inglés 4) como el trabajo realizado por una parcela que asciende desde el nivel de
convección libre hasta el nivel de equilibrio:
𝑁𝑁𝑁𝑁 𝑁𝑁𝑁𝑁𝑇𝑇𝑝𝑝 (𝑧𝑧) − 𝑇𝑇𝑎𝑎 (𝑧𝑧) 𝑔𝑔 𝑁𝑁𝑁𝑁
𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶 = � 𝐹𝐹𝐹𝐹𝐹𝐹 = � 𝑔𝑔 𝑑𝑑𝑑𝑑 ≈ � �𝑇𝑇𝑝𝑝 − 𝑇𝑇𝑎𝑎 �𝑑𝑑𝑑𝑑
𝑁𝑁𝑁𝑁𝑁𝑁 𝑁𝑁𝑁𝑁𝑁𝑁 𝑇𝑇𝑎𝑎 ���
𝑇𝑇𝑎𝑎 𝑁𝑁𝑁𝑁𝑁𝑁

Dado que el diagrama oblicuo usa la presión y no la altura


como coordenada vertical, es conveniente reescribir esta
expresión en función de la presión. Usando el balance
hidrostático:
𝑁𝑁𝑁𝑁 𝑇𝑇𝑝𝑝 − 𝑇𝑇𝑎𝑎 𝑁𝑁𝑁𝑁 𝑇𝑇 − 𝑇𝑇
𝑝𝑝 𝑎𝑎
𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶 = � 𝑔𝑔 𝑑𝑑𝑑𝑑 = − � 𝑑𝑑𝑑𝑑 =
𝑁𝑁𝑁𝑁𝑁𝑁 𝑇𝑇𝑎𝑎 𝑁𝑁𝑁𝑁𝑁𝑁 𝜌𝜌𝜌𝜌𝑎𝑎
𝑁𝑁𝑁𝑁 𝑇𝑇 − 𝑇𝑇
𝑝𝑝 𝑎𝑎
= − � 𝑅𝑅 𝑑𝑑𝑑𝑑
𝑁𝑁𝑁𝑁𝑁𝑁 𝑝𝑝
𝑁𝑁𝑁𝑁
= −𝑅𝑅 � �𝑇𝑇𝑝𝑝 − 𝑇𝑇𝑎𝑎 �𝑑𝑑 ln 𝑝𝑝
𝑁𝑁𝑁𝑁𝑁𝑁

Como muestra esta expresión, la energía potencial convectiva


disponible es proporcional al área delimitada 5 por el perfil de
la temperatura ambiente y la evolución que sigue la parcela
(una adiabática húmeda). Esta área se muestra sombreada en
Fig. 10: Definición de CAPE y CIN rojo en la figura 10.

La energía potencial convectiva disponible es un parámetro muy útil para evaluar la intensidad de la
convección y la posible severidad de la tormenta. Suponiendo que toda la energía potencial liberada
gracias al ascenso de la parcela se convierte en energía cinética, podemos estimar la velocidad de
ascenso máxima alcanzada como:

𝑤𝑤𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚 ~√2 𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶

Se ha encontrado que esta expresión tiende a sobreestimar la velocidad vertical máxima, típicamente
por un factor de 2. Por otra parte, debe tenerse en cuenta que, aunque es necesario que exista CAPE
para que se produzca una tormenta (que será tanto más intensa cuanto mayor sea CAPE), la existencia

4
Convective Available Potential Energy
5
Tened en cuenta que el diagrama vertical usa coordenadas logarítmicas de presión

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Tema 5: Tormentas severas y tornados

de un valor de CAPE elevado no garantiza que se produzca una tormenta. Con una inhibición convectiva
muy intensa o en ausencia de detonantes, las parcelas de aire podrían no ser capaces de alcanzar su
nivel de convección libre, independientemente de la magnitud de CAPE.

La inhibición convectiva (CIN) puede cuantificarse de forma análoga a CAPE, como la energía que habría
que suministrar a una parcela para que alcanzara su nivel de convección libre contrarrestando la fuerza
de flotabilidad negativa. Esta energía es proporcional al área (negativa) delimitada por el perfil de
temperatura ambiente y la evolución de la parcela, en el rango de alturas en que la primera es más
cálida (área azul en la figura 10). Normalmente se define este parámetro usando como límites de
integración la base de la capa de inversión 𝑧𝑧𝑖𝑖 y el nivel de convección libre:
𝑁𝑁𝑁𝑁𝑁𝑁 𝑇𝑇𝑝𝑝 (𝑧𝑧) − 𝑇𝑇𝑎𝑎 (𝑧𝑧)
𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶 = � 𝑔𝑔 𝑑𝑑𝑑𝑑
𝑧𝑧𝑖𝑖 𝑇𝑇𝑎𝑎

5.6 Importancia de la cizalladura

Además de la inestabilidad convectiva del ambiente (medida por el parámetro CAPE), la cizalladura
vertical del viento juega un papel importante para el desarrollo de tormentas convectivas severas. Como
comentamos, el principal motivo es que el diferente viento a niveles altos y bajos desacopla la corriente
de descenso de la de ascenso (Figura 3), por lo que ya no se interrumpe la alimentación de aire cálido y
húmedo a la corriente de ascenso.

La cizalladura juega también un papel importante para la organización de los sistemas convectivos
mesoescalares. Por ejemplo, las líneas de turbonada se ven favorecidas por la cizalladura en capas bajas
asociada con la presencia de un frente frío. Además, la cizalladura vertical del viento juega un papel
fundamental para el desarrollo de la estructura mesociclónica (rotación de la corriente de ascenso) de
las supercélulas convectivas. En el tema 3 vimos que la rotación de las borrascas extratropicales era
provocada por la fuerza de Coriolis, lo cual explica su distinto sentido de rotación en los hemisferios
norte y sur. Por otra parte, en el tema 4 vimos que aunque en los ciclones tropicales la fuerza de Coriolis
ya no es tan dominante (y es casi despreciable cerca del ojo), esta fuerza es pese a todo responsable de
su organización/rotación inicial. En cambio, la fuerza de Coriolis es despreciable para los mesociclones
que, debido a su pequeña escala, tienen números de Rossby muy grandes. La rotación mesociclónica es
por el contrario debida al enderezamiento de la vorticidad horizontal por la corriente de ascenso.

Aunque nos hemos concentrado hasta ahora en la componente vertical de la vorticidad, 𝜉𝜉𝑧𝑧 , asociada
con la rotación en el plano x-y, la vorticidad es en realidad un vector y también tiene componentes
horizontales 𝜉𝜉𝑥𝑥 y 𝜉𝜉𝑦𝑦 , asociadas con rotación en los planos y-z y x-z, respectivamente. En concreto, el
vector vorticidad se define como:
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
⎡ − ⎤
⎢ 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 ⎥
�⃗ × 𝑣𝑣⃗ = ⎢𝜕𝜕𝜕𝜕 − 𝜕𝜕𝜕𝜕 ⎥
𝜉𝜉⃗ = ∇ ⎢ 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 ⎥
⎢ ⎥
⎢ 𝜕𝜕𝜕𝜕 − 𝜕𝜕𝜕𝜕 ⎥
⎣ 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 ⎦
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
De esta forma, la cizalladura vertical del viento , se asocia con rotación (vorticidad) horizontal.
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕

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Tema 5: Tormentas severas y tornados

Esta vorticidad horizontal puede convertirse en


vorticidad vertical (o rotación en el plano x-y) cuando
hay ascensos intensos mediante el enderezamiento
(tilting) de los vórtices.

Este mecanismo se ilustra con el esquema 6 de la


figura 11. En la situación dibujada, la componente
zonal del viento, 𝑢𝑢, varía con la altura (flechas azules),
lo cual se asocia con rotación en dirección y (en el
plano x-z). Si este tubo de vorticidad es enderezado
por la velocidad vertical, la vorticidad cambia de
dirección, generándose vorticidad (rotación) en
dirección z. En el ejemplo mostrado, se produce
rotación ciclónica (antihoraria) al sur, y anticiclónica
(horaria) al norte.
Fig. 11: Enderezamiento de la vorticidad horizontal Este es el principal mecanismo de generación de
mediante ascenso (tomado del libro de Stull) vorticidad vertical en la mesoescala (fuerza de Coriolis
despreciable) con cizalladura y ascensos intensos.

Por todos estos motivos, la cizalladura vertical del viento es un diagnóstico muy importante para
predecir la formación de tormentas severas. La cizalladura puede cuantificarse usando un tipo de
diagrama llamado hodógrafa. Para construir la hodógrafa, se dibujan partiendo del origen los vectores
de viento horizontal en todos los niveles, y se unen sus extremos en orden creciente de altura. Por
ejemplo, en la figura 12 el viento en superficie tiene componente sur y magnitud 5 m/s. Al movernos a
niveles más altos, el viento se intensifica y gira en dirección horaria (lo que se asociaría a advección
cálida), de forma que a la altura de 6 km el viento tiene componente oeste y magnitud de 40 m/s.
Aunque en la figura 12 se incluyen los vectores de viento para ilustrar la construcción de la hodógrafa,
en el diagrama final sólo debe incluirse la curva que describen sus extremos (panel derecho).

6
Aunque aquí sólo presentamos una descripción cualitativa del fenómeno de enderezamiento, éste puede
demostrarse rigurosamente/cuantificarse derivando una ecuación para la vorticidad.

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Tema 5: Tormentas severas y tornados

Fig. 12: Construcción de la hodógrafa

Usando la hodógrafa, podemos cuantificar la cizalladura existente dos niveles como el vector que une
sus extremos (resta de sus respectivos vectores de viento). La cizalladura total (resta entre el último y
primer nivel) indica el cambio neto de viento a lo largo de la columna (Figura 13a). También puede
estimarse la cizalladura media dividiendo este vector por el número de km (en este caso seis).
Finalmente, podría estimarse el valor total/medio del módulo de la cizalladura (media de los módulos,
no vectorial) a partir de la longitud de la curva.

Fig. 13: Uso de la hodógrafa para estimar (a) la cizalladura total y media y (b) el movimiento de una tormenta

Además, la hodógrafa puede ser útil para predecir el movimiento de la tormenta. Puede obtenerse una
estimación razonable a este movimiento usando el valor medio del viento en la mitad inferior de la
troposfera (entre 0 y 6 km). Como ilustra la figura 13b, el movimiento medio viene determinado por el
centro de masas del área descrita por la hodógrafa.

Esta estimación del movimiento de la tormenta, basada únicamente en el viento medio ambiental, sólo
es apropiada en ausencia de rotación. La rotación de las supercélulas hace que éstas no se muevan sólo
con el viento medio, sino que se desvíen respecto a éste. En concreto, las supercélulas con rotación
ciclónica (anticiclónica) se desvían hacia la derecha (izquierda) del movimiento medio. Como se explicó
en la figura 11, el mecanismo de enderezamiento crea vorticidad vertical con los dos signos, por lo que
es posible que se produzcan dos supercélulas gemelas con sentido de rotación opuesto. En ese caso,
cada una de ellas se movería a un lado del movimiento medio. Sin embargo, en general dominará una de
las dos supercélulas y la otra se disipará (el que domine una u otra depende de la curvatura de la
hodógrafa). En la mayoría de los casos (pero no todos) domina la supercélula con rotación ciclónica, que
se desvía hacia la derecha del viento medio.

5.7 Tornados

Uno de los efectos más espectaculares y potencialmente catastróficos de algunas tormentas severas son
los tornados. Estos consisten en columnas de aire ascendente, normalmente con forma de embudo, que
rotan de forma violenta. Aunque los tornados tienen una escala pequeña, del orden de 100 m, y en
general sólo duran unos minutos, pueden causar daños catastróficos a su paso, aunque sea en un área

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Tema 5: Tormentas severas y tornados

limitada. Los tornados más intensos y que causan mayores daños se asocian en la mayoría de los casos a
supercélulas convectivas.

Debido a su pequeña escala espacial y temporal, no es posible observar/medir de forma sistemática los
vientos de un tornado, y su intensidad sólo puede estimarse a posteriori en base a los daños causados.
La escala de intensidad más extendida es la escala de Fujita mejorada (EF scale) con escalas de EF0 a EF5
según que los daños causados sean ligeros/moderados/considerables/severos/devastadores/increíbles
en base al impacto producido en estructuras de diferentes tipologías (ver el libro de Stull para más
detalles). Se consideran “significativos” los tornados de escala EF2 o mayor, casi siempre asociados a
supercélulas. Este tipo de tornados es muy infrecuente en España.

En los tornados la fuerza de Coriolis es despreciable por lo que por encima de la capa límite el viento
horizontal está aproximadamente en balance ciclostrófico (que al combinarse con la fuerte corriente de
ascenso produce un movimiento helicoidal). Como consecuencia del balance ciclostrófico, el aire dentro
y fuera del tornado se encuentran aislados por la fuerte rotación. En cambio, en la capa límite la fricción
es importante y se produce un influjo de aire hacia el centro del tornado, que “succiona” los elementos
que se encuentra a su paso causando importantes daños.

Aunque no se entiende del todo cómo se producen los tornados, se piensa que el enderezamiento de la
vorticidad por la corriente de ascenso puede jugar un papel importante. También puede ser importante
la rotación del mesociclón: su vorticidad de fondo podría concentrarse mediante estiramiento 7 cuando
se produce ascenso intenso. Un parámetro útil para el diagnóstico de tornados es la helicidad, que se
define como el producto escalar de la vorticidad por la velocidad: ℋ = 𝑣𝑣⃗ ∙ 𝜉𝜉⃗. Como indica su definición,
la helicidad se asocia con rotación en la dirección del movimiento. En un tornado, ℋ está dominada por
su componente vertical:
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
ℋ ≈ 𝑤𝑤𝜉𝜉𝑧𝑧 = 𝑤𝑤 � − �
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
Si la helicidad se conserva, esta helicidad debe provenir de la helicidad que existe en el ambiente previo
a la formación del tornado, que está dominada en cambio por su componente horizontal:
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
ℋ0 ≈ 𝑢𝑢𝜉𝜉𝑥𝑥 + 𝑣𝑣𝜉𝜉𝑦𝑦 ≈ −𝑢𝑢 + 𝑣𝑣
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕

7
Por el teorema de Kelvin, la rotación alrededor de un circuito cerrado o, de forma equivalente por el teorema de
Stokes, la vorticidad integrada en el área que encierra permanece constante si no hay fricción. Cuando el área
encerrada por el contorno disminuye (por ejemplo, si el contorno se estrecha debido a los movimientos verticales),
la vorticidad media deba aumentar para que su valor integrado no cambie. Este mecanismo de concentración de la
vorticidad se denomina estiramiento.

12
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Tema 5: Tormentas severas y tornados

Por este motivo, la helicidad del ambiente (definida con


velocidades relativas al movimiento medio de la tormenta)
puede ser útil para diagnosticar la formación de tornados.
Este parámetro se denomina SHR (storm relative helicity).
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
Teniendo en cuenta que la cizalla , se asocian con la
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
longitud de los trazos de la hodógrafa, puede demostrarse
que SHR es igual al doble del área barrida por la curva
respecto al movimiento medio de la tormenta (Figura 14).
Fig. 14: Estimación de SHR (tomado de Stull) Normalmente se define SHR usando los 3 km más bajos.
Los tornados son más probables cuando tanto la inestabilidad (CAPE) como la helicidad (SHR) son
elevados. Un parámetro mixto que incorpora ambos factores es el índice helicidad-energía, EHI, que se
define como el producto normalizado de ambos factores:
𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶 ∙ 𝑆𝑆𝑆𝑆𝑆𝑆
𝐸𝐸𝐸𝐸𝐸𝐸 =
1.6 ∙ 105 𝑚𝑚4 𝑠𝑠 −4

Como muestra la figura 15 usando datos de


EE. UU., la probabilidad de tornados
significativos aumenta con EHI (en este
caso, definido en el kilómetro más cercano a
la superficie). La línea sólida en esta figura
muestra la mediana de la distribución,
mientras que el sombreado oscuro (claro)
delimita los percentiles 25-75% (10-90%)
para cada categoría de tormenta.
Fig. 15: Relación entre EHI y severidad (tomado de Stull)

5.8 Condiciones favorables, detonantes y predicción

Debido a su pequeña escala, los modelos meteorológicos globales no tienen suficiente resolución para
resolver las tormentas convectivas. Los modelos regionales de mesoescala (que modelan un dominio
reducido, usando como condiciones de contorno las salidas de los modelos globales) sí pueden resolver
esta escala. Aun así, es complicado predecir dónde y/o cuándo se va a producir una tormenta.

Esta dificultad se debe a la enorme sensibilidad a las condiciones iniciales, a escalas muy pequeñas.
Aunque se saben las condiciones que favorecen el desarrollo de tormentas: elevada inestabilidad
condicional y cizalladura y abundancia de humedad en la capa límite, el que se produzca una tormenta o
no dependerá en última instancia de que existan detonantes capaces de forzar el ascenso de las parcelas
de aire hasta su nivel de convección libre. Esto depende también en gran medida del grado de
inhibición convectiva presente en el ambiente. Al aumentar la inhibición convectiva las tormentas
resultantes son potencialmente más severas, pero también es menos probable que se produzcan.

13
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Tema 5: Tormentas severas y tornados

En algunos casos, la identificación de detonantes es


relativamente sencilla, por ejemplo: ascensos
forzados por la orografía, o existencia de un frente de
escala sinóptica. Sin embargo, en otros casos (por
ejemplo, ascensos forzados por ondas de gravedad
de origen remoto) su identificación es bastante más
sutil. El calentamiento solar también puede actuar de
detonante si es capaz de elevar la temperatura en la
superficie por encima del valor requerido para
superar la inhibición convectiva (Figura 16). En ese
caso, el nivel de condensación y el nivel de
convección libre coinciden: este nivel se denomina
nivel de condensación convectivo. Esta situación es Fig. 16: Nivel de condensación convectivo (CCL),
más probable al final de la tarde como consecuencia cuando coinciden el nivel de condensación (LCL) y
del calentamiento solar acumulado. el nivel de convección libre (LFC) (tomado de Stull)
Por estos motivos, la predicción sólo informa de la probabilidad de que desarrollen tormentas y de su
posible grado de severidad, pero no de dónde o cuándo se van a producir estas tormentas 8. Esta
predicción se basa en gran medida en parámetros de estabilidad y cizalladura como los que hemos
estudiado en este capítulo (CAPE, CIN, SHR, EHI, etc.). Estos parámetros pueden diagnosticarse usando
valores observados o valores predichos por los modelos numéricos para las horas en las que se prevé el
desarrollo de tormentas (normalmente por la tarde).

Existen una gran variedad de parámetros alternativos de estabilidad y cizalladura a los que hemos
estudiado, así como distintas formas de definir estos parámetros (por ejemplo, usando diferentes capas
atmosféricas). Numerosos estudios en EE. UU. han identificado empíricamente rangos o umbrales de
parámetros para los que es probable el desarrollo de tormentas severas. Aunque los resultados
cuantitativos no sean directamente extrapolables a nuestro país, la sensibilidad de las tormentas a los
valores de CAPE, CIN, SHR, etc. sí es robusta.

Aunque en nuestro país se producen algunos tornados (Figura 17), sólo unos pocos alcanzan la categoría
EF2. La mayoría de estos tornados se asocian a forzamientos sinópticos (por ejemplo, borrascas
atlánticas o DANAS mediterráneas) en ambientes de inestabilidad convectiva antes que a tormentas
severas o a supercélulas. A modo de ejemplo, la figura 18 muestra los tornados observados 9 en el
periodo 2003-2012 y una estimación del riesgo de tornados en nuestra geografía. Finalmente, la figura
19 ilustra la relevancia de parámetros tales como SHR o la cizalladura para todos estos tornados.

8
Una vez que se produce la tormenta, sí puede predecirse su evolución a muy corto plazo (esto se conoce como
nowcasting) mediante la inspección de las imágenes de radar.
9
Estos resultados han sido extraídos del informe ‘Climatología de Tornados en España Peninsular y Baleares’ (Jesús
Riesco et al., AEMET, 2015)

14
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Tema 5: Tormentas severas y tornados

Fig. 17: Tornado observado en El Arahal, Sevilla (Créditos: Benito Fuentes, AEMET)

Fig. 18: Tornados y trombas marinas observadas en España durante el periodo 2003-2013 y zonificación del
riesgo relativo de tornados (Fuente: Riesco et al., 2015, AEMET)

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Tema 5: Tormentas severas y tornados

Fig. 19: Valores estimados de cizalladura y helicidad relativa a la tormenta en la capa de 0 a 3 km para los
tornados observados en España en el periodo 2003-2012 (Fuente: Riesco et al., 2015, AEMET)

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Tema 6: La circulación planetaria

TEMA 6: LA CIRCULACIÓN PLANETARIA


6.1 Introducción

En este tema estudiaremos la circulación planetaria, también llamada circulación general o circulación
global. Como indica su nombre, esta circulación engloba las corrientes de escala planetaria, de varios
miles de kilómetros. La circulación planetaria tiene importancia no sólo meteorológica sino también
climática porque la gran escala de estas corrientes les permite transportar calor, momento y vapor de
agua de unas regiones a otras, ejerciendo de elemento regulador de nuestro clima.

La circulación meridiana media describe cómo se mueve en promedio (zonal y temporal) el aire en el
plano y-z. Esta circulación está formada por 3 celdas en cada hemisferio: celdas de Hadley, de Ferrel y
Polar (ordenadas de menor a mayor latitud). Los vientos dirigidos hacia el ecuador en capas bajas de las
celdas de Hadley de ambos hemisferios confluyen en la zona de convergencia intertropical, donde se
produce el ascenso convectivo de la celda de Hadley y un máximo muy marcado de precipitación. La
celda de Hadley produce también subsidencia subtropical: en esta región se localizan los principales
desiertos del globo. Dado que el viento zonal en capas bajas resulta de la desviación del flujo de retorno
de las tres celdas por la fuerza de Coriolis, la dirección de este viento viene determinada por la
estructura de la circulación meridiana. En la celda de Hadley se observan vientos del este (alisios),
mientras que en la celda de Ferrel se producen vientos del oeste.

La circulación planetaria transporta de forma advectiva calor, momento y vapor de agua. En concreto, la
circulación transporta: (i) calor de latitudes bajas a altas, reduciendo el gradiente térmico; (ii) momento
desde trópicos y polos, donde la Tierra acelera a la atmósfera, hacia las latitudes medias, donde la
decelera; y (iii) vapor de agua desde los subtrópicos, donde la evaporación es mayor que la
precipitación, hacia los polos y la zona de convergencia intertropical, donde alimenta la convección. En
los trópicos el flujo advectivo está dominado por el transporte medio asociado a la celda de Hadley, pero
en los extratrópicos domina la componente eddy. El transporte eddy se debe a la correlación espacial
entre la velocidad meridiana y la propiedad transportada (calor, momento o vapor de agua), cuyo valor
es distinto dependiendo de la procedencia del aire. Este término domina en las latitudes medias debido
a las ondas de Rossby.

Aunque el viento zonal en superficie cambia de signo en las tres celdas, en capas altas el viento sopla del
oeste en prácticamente todas las latitudes. El máximo del viento zonal en capas altas se asocia con la
corriente en chorro. Existen dos tipos distintos de chorro, dependiendo del mecanismo que los genera.
El chorro subtropical se sitúa al borde de la celda de Hadley y debe su origen a la aceleración por la
fuerza de Coriolis o conservación del momento angular. En cambio, el chorro extratropical es forzado
por la convergencia del flujo eddy de momento: este flujo transporta momento desde los subtrópicos
(decelerando al chorro subtropical) hacia las latitudes medias. En el hemisferio sur los dos chorros están
bien separados, pero en el norte aparecen confundidos.

La circulación planetaria varía con el ciclo estacional, siendo más intensa en el hemisferio de invierno.
Además, la circulación puede variar de forma natural (variabilidad interna, intraestacional o interanual)
o forzada, en respuesta al aumento de gases de efecto invernadero. La Oscilación del Atlántico Norte se
asocia con cambios en la posición del chorro en la cuenca atlántica: ello afecta a las trayectorias de las
borrascas extratropicales, con importantes implicaciones para la precipitación en la Península Ibérica.

1
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Tema 6: La circulación planetaria

6.2 Circulación media zonal. Principales regiones climáticas

En este tema estudiaremos la circulación planetaria, es decir los patrones globales de viento,
temperatura, precipitación, etc. Esta circulación es también conocida como circulación global o
circulación general. En contraste con los fenómenos que hemos estudiado hasta ahora (borrascas,
huracanes, etc.) los patrones de viento de la circulación planetaria son bastante estables (casi-
permanentes), variando principalmente con la estación. Por ello, la circulación global se representa
normalmente en un promedio temporal, sea a lo largo de todo el año o de una estación concreta.

Además, es frecuente representar esta circulación en un promedio zonal (media a lo largo de un


paralelo) debido a que los patrones globales de viento dependen principalmente de la latitud, y en
menor medida de la longitud. Esto se conoce como circulación media zonal y se indica mediante un
corchete. Por ejemplo, la media zonal de 𝑢𝑢 se define como:

1 2𝜋𝜋
[𝑢𝑢] = � 𝑢𝑢 𝑑𝑑𝑑𝑑,
2𝜋𝜋 0

donde 𝜆𝜆 es la longitud. La figura 1 muestra la media zonal y anual de la precipitación y del viento zonal
𝑢𝑢 en capas bajas. Aunque existe cierta simetría entre ambos hemisferios, ésta es imperfecta. Podemos
ver por ejemplo que el máximo de precipitación se encuentra desplazado hacia el hemisferio norte, y
que el viento cerca de la superficie es más intenso en el hemisferio sur. Estas diferencias se deben a la
distinta distribución continental y orografía de los dos hemisferios, y desaparecerían en un planeta que
sólo tuviera superficie oceánica 1.

A pesar de la asimetría interhemisférica, podemos ver que las características de la circulación dependen
sobre todo de la latitud (en valor absoluto, es decir de la distancia al ecuador). Hay dos factores
fundamentales por los que la circulación depende de la latitud. El primer factor es la radiación solar, con
un fuerte gradiente de insolación entre ecuador y polos. Además, también juega un papel muy
importante la dependencia latitudinal del parámetro de Coriolis, que mide la rotación “efectiva” (en
dirección normal a la superficie) de la Tierra.

Fig. 1: Precipitación media zonal (izquierda) y viento zonal en capas bajas (derecha), en función de la latitud

1
Esto se conoce como aquaplanet. Esta es una configuración idealizada muy útil en el estudio teórico de la
circulación general, al eliminar fuentes de complejidad asociadas a la orografía y el contraste tierra-océano.

2
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Tema 6: La circulación planetaria

La precipitación en la figura 1 muestra un pico muy marcado cerca del ecuador. Este máximo de
precipitación se asocia a los fenómenos convectivos que ocurren en esta región (tema 2), en la que el
calentamiento solar y la temperatura del mar alcanzan sus valores más altos. Por otra parte, el segundo
máximo más débil que se aprecia en las latitudes medias de ambos hemisferios se debe a la
precipitación que producen las borrascas extratropicales a lo largo de las stormtracks (tema 3). Entre
ambas regiones, la precipitación alcanza valores mínimos en los subtrópicos, entre 20º y 30º. Como
muestra la figura 2, la mayoría de los desiertos del planeta se encuentran en este rango de latitudes.

Fig. 2: Distribución espacial de las principales regiones áridas del globo

Por otra parte, el viento zonal en capas bajas también muestra diferencias notables entre trópicos y
extratrópicos. En la región tropical, aproximadamente hasta 30º el viento dominante tiene componente
este. Son los llamados vientos alisios (ver también la figura 3), de gran importancia histórica y
comercial 2. En cambio, entre 30 y 60º de latitud se observan en superficie vientos del oeste, que
alcanzan su máximo aproximadamente en mitad de esta banda (el viento es más intenso en el
hemisferio sur que en el norte debido a su mayor superficie oceánica, y por tanto menor fricción). Más
allá de 60º el viento vuelve a tener componente este, aunque con una magnitud mucho más débil.

Podemos entender la distribución espacial de la precipitación y el viento zonal en capas bajas en base a
la estructura de la circulación meridiana media, asociada al movimiento medio en el plano y-z. La figura
4 muestra la función de corriente Ψ del flujo másico en dicho plano. Por construcción 3, el viento medio

2
En su viaje a América, Colón se desvió inicialmente al sur, hacia las Islas Canarias, para aprovechar estos vientos.
De forma más amplia, los vientos alisios han tenido una gran importancia para el transporte marítimo y tráfico
comercial entre los dos continentes. En inglés, estos vientos se conocen como trade winds (vientos del comercio).
𝜕𝜕[𝑣𝑣] 𝜕𝜕[𝜔𝜔]
3
La ecuación de continuidad en dos dimensiones + = 0 es automáticamente satisfecha cuando se define
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
𝜕𝜕Ψ 𝜕𝜕Ψ
una función Ψ tal que [𝑣𝑣] = − , [𝜔𝜔] = . Esta función se denomina función de corriente, y puede calcularse
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
integrando [𝑣𝑣] verticalmente o integrando [𝜔𝜔] latitudinalmente. A partir de esta definición es fácil comprobar que

3
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Tema 6: La circulación planetaria

Fig. 3: Vientos sobre el océano: alisios (Trades) y vientos del Oeste (Westerlies)

([𝑣𝑣], [𝑤𝑤]) se dirige en la dirección de las isolíneas de Ψ mientras que el signo de esta variable indica el
sentido de rotación (enfatizado con flechas en la figura 4). Podemos ver que la circulación meridiana
media consta de 3 celdas en cada hemisferio. La celda más cercana al ecuador, y también la más intensa,
es la celda de Hadley. En ella el aire asciende cerca del ecuador y se mueve hacia los polos en capas
altas. La celda se extiende hasta una latitud aproximada de 30º: en esta latitud el aire desciende para
después retornar de vuelta hacia el ecuador en capas bajas. La celda de Ferrel tiene el sentido contrario:
en ella, el aire asciende en torno a 60º y se mueve hacia el ecuador en capas altas, confluyendo con la
celda de Hadley a una latitud de 30º. El flujo de retorno de la celda de Ferrel se dirige hacia los polos en
capas bajas. Finalmente, la celda polar tiene el mismo sentido de circulación que la de Hadley, aunque
es mucho más débil. Dado que en la capa límite el viento se dirige de la alta a la baja presión, esto

Fig. 4: Función de corriente de la circulación meridiana media. Las letras indican la denominación de la celda
(Hadley, Ferrel o Polar) y las flechas el sentido de movimiento del aire. Notad que el norte está a la izquierda.

𝜕𝜕Ψ 𝜕𝜕Ψ
[𝑣𝑣] + [𝜔𝜔] = 0. Esto implica que el vector ([𝑣𝑣], [𝑤𝑤]) es perpendicular a ∇Ψ, y por lo tanto que la velocidad
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
media zonal se dirige a lo largo de las isolíneas Ψ = cte.

4
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Tema 6: La circulación planetaria

implica bajas presiones en el ecuador y latitudes subpolares, donde el aire asciende, y anticiclones
subtropicales, donde el aire desciende (Figura 5)

Fig. 5: Geopotencial a 1000 hPa mostrando las principales zonas de alta y baja presión

El pico ecuatorial de precipitación se asocia con la rama ascendente de la celda de Hadley. Al ascender
(gracias a la convección), el aire se enfría adiabáticamente y disminuye la presión de saturación del
vapor de agua, dando lugar a condensación y precipitación como vimos en el tema 2. Recíprocamente,
el aire que desciende al término de la celda de Hadley se calienta de forma adiabática y aumenta su
presión de saturación, por lo que la humedad relativa disminuye. Esto explica que la humedad relativa
alcance su mínimo troposférico en los subtrópicos. Este hecho, junto con la inhibición de la convección
por la subsidencia de gran escala 4, explica la abundancia de desiertos en estas latitudes (figura 2).

Por otra parte, la dirección del viento zonal en


superficie se debe a la desviación por la fuerza de
Coriolis del flujo de retorno de las 3 celdas. Como
dijimos, el viento en capas bajas se dirige hacia el
ecuador en las celdas de Hadley y polar y hacia el polo
en la celda de Ferrel. La fuerza de Coriolis desvía
dicho flujo hacia la derecha en el hemisferio norte,
produciendo vientos del oeste en la celda de Ferrel y
vientos del este en las celdas de Hadley y polar (figura
6). (El mismo argumento sigue siendo válido en el
hemisferio sur, con los signos cambiados). De esta Fig. 6: Viento meridiano en capas bajas de las
forma, vemos que la transición entre vientos del este celdas de Hadley, Ferrel y Polar con flechas azules
y del oeste está íntimamente ligada a la transición y desviación de Coriolis, dirigida a la derecha
(izquierda) del viento el HN (HS) con flechas rojas
entre las circulaciones de Hadley, Ferrel y polar.

4
De forma más general la subsidencia (descenso del aire) es responsable de la aridez en otras regiones, por
ejemplo, a sotavento de las grandes cadenas montañosas (ver por ejemplo el desierto de Gobi en la figura 2).

5
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Tema 6: La circulación planetaria

Es conveniente definir las regiones climáticas en base a los dominios ocupados por las tres celdas:

• La región tropical es la región ocupada por la celda de Hadley (aproximadamente entre 0 y 30º),
y se caracteriza por tener vientos del este en superficie (los vientos alisios).
• Las latitudes medias se corresponden con el dominio ocupado por la celda de Ferrel (entre 30 y
60º aproximadamente), y en ella el viento en superficie tiene componente oeste.
• Las latitudes altas o polares se corresponden con el dominio de la celda polar (más allá de 60º)
y en ella el viento en superficie vuelve a tener componente este, aunque es bastante más débil
que en los trópicos (como la propia celda)

También son muy importantes las siguientes zonas frontera:

• La zona de convergencia intertropical (ITCZ, de su acrónimo en inglés) se corresponde con la


frontera entre las celdas de Hadley de ambos. Su nombre se debe a que en estas latitudes
confluyen el viento del norte y del sur en capas bajas, produciéndose ascenso y precipitación.
• La región subtropical, donde se produce la transición entre los trópicos y las latitudes medias al
borde la celda de Hadley (aproximadamente entre 20 y 35º). Se caracteriza por subsidencia de
gran escala, altas presiones, baja humedad relativa y precipitación escasa.
• Finalmente, las latitudes subpolares se identifican con la transición entre la celda de Ferrel y
polar (en torno a 60º).

6.3 Transporte de calor, momento y vapor de agua por la circulación planetaria

La figura 7 muestra la distribución en función de la


latitud de la radiación solar neta que llega a la
atmósfera y la radiación de onda larga saliente en el
tope de la atmósfera, promediadas anual y
zonalmente. Como la atmósfera se encuentra en
equilibrio, ambas deben compensarse globalmente.
Sin embargo, podemos ver que esta compensación no
ocurre latitud a latitud. Las latitudes tropicales
reciben más radiación que la que emiten, mientras
que lo contrario ocurre para las latitudes polares. Esto
Fig. 7: Radiación solar absorbida y radiación
es posible porque la atmósfera (y en menor medida, infrarroja emitida en función de la latitud
el océano) transporta calor de las primeras a las
segundas. Si no existiera este transporte atmosférico las regiones tropicales se calentarían más,
aumentando de esta forma la radiación de onda larga emitida hasta alcanzar un equilibrio local con la
radiación que reciben. Recíprocamente, las latitudes polares se enfriarían y disminuirían su emisión
radiativa hasta alcanzar también su propio equilibrio. Vemos, pues, que el transporte de calor por la
circulación atmosférica juega un papel fundamental para la regulación del clima.

Del mismo modo, la figura 8 muestra el promedio zonal y anual de la precipitación y la evaporación,
fuente y sumidero del vapor de agua en la atmósfera. De nuevo vemos que no hay una correspondencia
entre ellas, y hay regiones como la ITCZ en la que la precipitación excede a la evaporación, mientras que
en los subtrópicos la evaporación es mayor que la precipitación. Para mantener este equilibrio debe
haber un transporte entre unas y otras por la circulación atmosférica.

6
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Tema 6: La circulación planetaria

Fig. 8: Precipitación (azul), evaporación (rojo) y su diferencia en negro.

Finalmente, si inspeccionamos la estructura del viento zonal en capas bajas (figura 1) podemos ver que
los vientos zonales del este y del oeste tienden a compensarse en un promedio global. Esto ocurre
porque no puede haber un intercambio neto de momento entre la Tierra y la atmósfera: ¡de otra
forma 5, la atmósfera rotaría cada vez más lentamente y la Tierra lo haría cada vez más rápido! Dado que
la fuerza de fricción es proporcional al viento en superficie, esto requiere que el viento en superficie se
anule aproximadamente 6 en un balance global. Sin embargo, de nuevo este equilibrio no ocurre de
forma local. En los trópicos y polos, la Tierra rota más rápidamente que la atmósfera (vientos del este en
superficie), y por tanto la acelera a través de la fricción. En las latitudes medias ocurre lo contrario: la
atmósfera rota más rápidamente que la Tierra (vientos del oeste en superficie) y es frenada por ésta.
Para que se produzca un equilibrio, es necesario por tanto que haya un transporte atmosférico de
momento desde los trópicos y polos, donde el viento en capas bajas tiene componente este, hacia las
latitudes medias, donde el viento es del oeste.

Gracias a su escala planetaria, la circulación general puede transportar calor, momento y vapor de agua
de unas latitudes a otras. El principal mecanismo es la advección. Consideremos por ejemplo la ecuación
termodinámica:

5
En realidad, este equilibrio sólo ocurre en un promedio temporal. El momento angular de la Tierra y el de la
atmósfera oscilan en muchas escalas de tiempo debido al intercambio de momento entre ellas. Cuando la
atmósfera gana momento a costa de la Tierra, la atmósfera se acelera y la rotación de la Tierra se ralentiza. Este
efecto se manifiesta en cambios en la duración del día (periodo de rotación) del orden de décimas de milisegundo.
6
Esto es sólo aproximado por dos motivos: (i) el coeficiente de fricción no es constante, sino que depende del tipo
de superficie (mayor en tierra que en mar, se incrementa también cuando la superficie es abrupta) y de la
velocidad del viento; y (ii) también hay un intercambio de momento (llamado form drag) entre la atmósfera y la
Tierra debido a la orografía (cuando la presión atmosférica es distinta al este y al oeste de la montaña, hay una
fuerza neta entre la atmósfera y la tierra)

7
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Tema 6: La circulación planetaria

𝐷𝐷𝐷𝐷 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕


= + 𝑢𝑢 + 𝑣𝑣 + 𝜔𝜔 = 𝑄𝑄
𝐷𝐷𝐷𝐷 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
donde 𝜃𝜃 es la temperatura potencial y 𝑄𝑄 el calentamiento (debido a radiación, condensación o
evaporación de vapor de agua, etc.). Esta ecuación indica que la variación de la temperatura potencial
de las parcelas (siguiéndolas de forma lagrangiana) es debida al calentamiento. Usando la ecuación de
continuidad (conservación de la masa):
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
+ + =0
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
esta ecuación puede reescribirse en la forma:
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕(𝑢𝑢𝑢𝑢) 𝜕𝜕(𝑣𝑣𝑣𝑣) 𝜕𝜕(𝜔𝜔𝜔𝜔)
+ + + = 𝑄𝑄
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
Esta expresión alternativa de la ecuación termodinámica (llamada forma de flujo, en contraposición con
la expresión original, llamada forma advectiva) indica que la variación euleriana (en una localización fija)
de temperatura potencial:
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕(𝑢𝑢𝑢𝑢) 𝜕𝜕(𝑣𝑣𝑣𝑣) 𝜕𝜕(𝜔𝜔𝜔𝜔)
= 𝑄𝑄 − − − �⃗ ∙ 𝐹𝐹
= 𝑄𝑄 − ∇ ����⃗
𝜃𝜃
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
puede deberse tanto al calentamiento diabático 𝑄𝑄 como a la convergencia del flujo advectivo de calor
����⃗
𝐹𝐹 𝜃𝜃 = (𝑢𝑢𝑢𝑢, 𝑣𝑣𝑣𝑣, 𝜔𝜔𝜔𝜔 ). Físicamente, este flujo representa el transporte de calor asociado al movimiento del
aire 𝑣𝑣⃗ = (𝑢𝑢, 𝑣𝑣, 𝜔𝜔): si las parcelas de aire llegan a una localización con una temperatura potencial mayor
que con la que salen, ello producirá un aumento de la temperatura potencial en dicha localización.

Esto implica que en una situación de equilibrio (o media temporal) no es necesario que 𝑄𝑄 se anule en
cada punto, sino que:

𝑄𝑄 = �∇⃗ ∙ 𝐹𝐹
����⃗
𝜃𝜃

Integrando esta ecuación en x (media zonal, indicada con corchetes) y verticalmente (lo que indicamos
con 〈 〉), las derivadas en x y p desaparecen por las condiciones de contorno, obteniéndose:
𝜕𝜕
〈[𝑄𝑄]〉 = 〈[𝑣𝑣𝑣𝑣]〉
𝜕𝜕𝜕𝜕
Esta ecuación indica que puede haber un calentamiento neto en una latitud 〈[𝑄𝑄]〉 ≠ 0 (o, dicho de otro
modo, la radiación saliente no tiene que equilibrar necesariamente a la entrante) cuando existe una
divergencia del flujo meridiano de calor 〈[𝑣𝑣𝑣𝑣]〉, lo cual es consistente con la figura 7.

De forma similar, pueden derivarse ecuaciones para el balance de momento y vapor de agua, que
muestran que las fuentes y sumideros de estas variables no tienen por qué equilibrarse localmente
debido al transporte por la circulación atmosférica, asociado a los flujos de momento y vapor de agua:

���⃗
𝐹𝐹 2
𝑢𝑢 = (𝑢𝑢 , 𝑣𝑣𝑣𝑣, 𝜔𝜔𝜔𝜔 )
���⃗
𝐹𝐹𝑞𝑞 = (𝑢𝑢𝑢𝑢, 𝑣𝑣𝑣𝑣, 𝜔𝜔𝜔𝜔 )

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Grado en Física UCM. Fundamentos de Meteorología
Tema 6: La circulación planetaria

A modo de ilustración, podemos considerar el


transporte meridiano de valor por la celda de
Hadley (figura 9, notad que el Polo Norte está a
la izquierda, por lo que se toma el sentido
positivo en esta dirección). Esta circulación
transporta calor hacia el polo �𝑣𝑣𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠 ��𝜃𝜃𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠 �en
capas altas, y hacia el ecuador en capas bajas
�𝑣𝑣𝑖𝑖𝑖𝑖𝑖𝑖 ��𝜃𝜃𝑖𝑖𝑖𝑖𝑖𝑖 � (los subíndices sup e inf denotan el
valor medio de las variables en capas altas y
bajas, y por continuidad �𝑣𝑣𝑖𝑖𝑖𝑖𝑖𝑖 � = −�𝑣𝑣𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠 �). Como
la estratificación es estable: �𝜃𝜃𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠 � > �𝜃𝜃𝑖𝑖𝑖𝑖𝑖𝑖 �, el
flujo positivo en capas altas domina y en
conjunto la celda de Hadley transporta calor Fig. 9: Transporte de calor por la celda de Hadley (flechas
hacia el polo, contribuyendo por tanto a reducir negras): como la temperatura potencial es mayor en
el gradiente térmico entre ecuador y polos. Esto capas altas que bajas, el transporte neto es hacia el polo.
es lo que se conoce como una circulación
térmica directa. En cambio, el transporte de vapor de agua de la celda de Hadley se dirige hacia el
ecuador porque, debido a la dependencia de la presión saturante de la temperatura (ley de Clausius-
Clapeyron), la humedad específica es mucho mayor en capas bajas que altas �𝑞𝑞𝑖𝑖𝑖𝑖𝑖𝑖 � ≫ �𝑞𝑞𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠 �. De esta
forma, la celda de Hadley transporta vapor de agua desde los subtrópicos hasta la zona de convergencia
intertropical, alimentando la convección en estas latitudes.

6.4 Transporte medio y transporte eddy

Como hemos visto, la celda de Hadley es una circulación térmica directa porque transporta calor hacia el
polo. En cambio, la celda de Ferrel es una circulación indirecta y transporta calor hacia el ecuador (el
flujo en capa altas, a mayor temperatura potencial, se dirige hacia el ecuador). ¿Significa esto que la
circulación atmosférica aumenta el gradiente térmico en esta región?

En realidad, el transporte total por la circulación atmosférica se dirige hacia los polos. La celda de Ferrel
sólo proporciona una pequeña contribución (negativa) a dicho transporte en esta región. Para ver esto,
consideremos el flujo de calor [𝑣𝑣𝑣𝑣] en una latitud y nivel cualquiera y descompongamos estas variables
en su media zonal [ ] y la desviación respecto a dicha media zonal ( ∗ , llamada componente eddy):

𝑣𝑣 = [𝑣𝑣] + 𝑣𝑣 ∗ 𝜃𝜃 = [𝜃𝜃] + 𝜃𝜃 ∗

Por definición (y como puede verse tomando la media zonal [ ] de estas expresiones) la media de la
componente eddy es cero: [𝑣𝑣 ∗ ] = [𝜃𝜃 ∗ ] = 0. Usando esta descomposición, podemos expresar el flujo
total de calor como:

[𝑣𝑣𝑣𝑣] = [([𝑣𝑣] + 𝑣𝑣 ∗ )([𝜃𝜃] + 𝜃𝜃 ∗ )] = �[𝑣𝑣 ][𝜃𝜃] + [𝑣𝑣 ]𝜃𝜃 ∗ + 𝑣𝑣 ∗ [𝜃𝜃] + 𝑣𝑣 ∗ 𝜃𝜃 ∗ �

Teniendo en cuenta que los factores [𝑣𝑣 ] y [𝜃𝜃] son independientes de la longitud (medias zonales), y por
tanto pueden sacarse del operador [ ], así como que [𝑣𝑣 ∗ ] y [𝜃𝜃 ∗ ] se anulan:

�[𝑣𝑣 ][𝜃𝜃]� = [𝑣𝑣 ][𝜃𝜃], �[𝑣𝑣 ]𝜃𝜃 ∗ � = [𝑣𝑣 ][𝜃𝜃 ∗ ] = 0, �𝑣𝑣 ∗ [𝜃𝜃]� = [𝑣𝑣 ∗ ][𝜃𝜃] = 0,

podemos ver que el flujo de calor consta de dos componentes:

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Tema 6: La circulación planetaria

[𝑣𝑣𝑣𝑣] = [𝑣𝑣][𝜃𝜃] + [𝑣𝑣 ∗ 𝜃𝜃 ∗ ]

La primera componente [𝑣𝑣][𝜃𝜃], llamada transporte medio, representa el flujo de calor debido a la
circulación media zonal [𝑣𝑣 ]. Este término es precisamente el transporte debido a la celda de Ferrel que,
como dijimos, es negativo. Si 𝑣𝑣 no dependiera de la longitud, este término daría el transporte total. Sin
embargo, cuando 𝑣𝑣 varía con la longitud existe un término adicional [𝑣𝑣 ∗ 𝜃𝜃 ∗ ], llamado transporte eddy.

En los trópicos, el transporte medio da una buena aproximación al flujo total de calor, dominado por la
celda de Hadley. Sin embargo, en los extratrópicos hay una gran variabilidad zonal asociada a las ondas
de Rossby (ondulaciones del chorro, ver tema 3) y el valor de 𝑣𝑣 ∗ es grande. Las ondas de Rossby
transportan calor hacia el polo porque, aunque la media zonal de 𝑣𝑣 ∗ (y la de 𝜃𝜃 ∗ ) es cero, la media zonal
de su producto [𝑣𝑣 ∗ 𝜃𝜃 ∗ ] no lo es.

Esto se ilustra esquemáticamente con la onda de la figura 10. Debido a la compensación entre el aire
que se mueve hacia el polo (𝑣𝑣 ∗ > 0) y el aire que se mueve hacia el ecuador (𝑣𝑣 ∗ < 0), [𝑣𝑣 ∗ ] = 0. Del
mismo modo, la compensación entre aire más cálido y más frío que la media en los distintos sectores
implica [𝜃𝜃 ∗ ] = 0. Sin embargo, como el aire que se mueve hacia el polo es más cálido (𝜃𝜃 ∗ > 0) que el
aire que se mueve hacia el ecuador (𝜃𝜃 ∗ < 0) el producto de ambas variables tiene media zonal positiva
[𝑣𝑣 ∗ 𝜃𝜃 ∗ ] > 0, indicando que se produce un transporte eddy de calor hacia el polo.

Fig. 10: Ilustración del mecanismo de transporte eddy de calor

Esta es la esencia del mecanismo de transporte eddy: el aire que se mueve hacia el polo está más cálido
que el que retorna. De forma similar, se produce un transporte eddy de momento o de humedad
cuando el momento o la humedad del aire que se mueve hacia el polo difieren de los del aire que
retorna hacia el ecuador. A diferencia de los trópicos, en los que domina el transporte medio por la
celda de Hadley, en los extratrópicos el transporte de calor, momento y humedad está dominado por la
componente eddy asociada a las ondas de Rossby. De esta forma vemos que las vaguadas y dorsales que
estudiamos en el tema 3 tienen importancia no solo meteorológica, sino también climática, en tanto
que juegan un papel importante en regular el gradiente térmico medio. En la figura 11 se muestra la
media anual de los flujos eddy de calor y momento en función de latitud y presión. Como podemos ver,
el flujo eddy de calor se dirige hacia el polo, y contribuye por tanto a disminuir el gradiente térmico. Por
su parte, el flujo eddy de momento se dirige desde los trópicos (y, en menor medida, los polos) hacia las
latitudes medias. Esto es consistente con los balances globales de calor y momento que discutimos en la
sección 6.3.

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Tema 6: La circulación planetaria

Fig. 11: (a) Isotermas (líneas verdes) y flujo eddy de calor (sombreado: rojo positivo, azul negativo), y (b) Viento
zonal (líneas verdes) y flujo eddy de momento (sombreado). Las flechas rojas indican la dirección de los flujos eddy

6.5 Estructura del viento zonal en capas altas

La figura 12 muestra la estructura bidimensional (en función de latitud y altura) del viento medio zonal.
Aunque el viento en superficie cambia de signo, en capas altas el viento tiene componente oeste en
prácticamente todas las latitudes. Esto es consecuencia de la relación de viento térmico (tema 3):
cuando la temperatura disminuye con la latitud, la componente oeste del viento crece con la altura.

Fig. 12: Media zonal del viento zonal en función de latitud y presión

El máximo del viento zonal en capas altas se asocia con la corriente en chorro. En el hemisferio norte
este máximo se extiende entre 30 y 40º, pero en el hemisferio sur se observan en realidad dos máximos
distintos en capas altas, uno en torno a 30º y otro en torno a 50º. Para investigar el origen de estos
chorros, consideremos la ecuación de momento zonal en capas altas expresada en forma de flujo:

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Tema 6: La circulación planetaria

𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕(𝑢𝑢2 ) 𝜕𝜕(𝑣𝑣𝑣𝑣) 𝜕𝜕(𝜔𝜔𝜔𝜔) 𝜕𝜕𝜕𝜕


+ + + − 𝑓𝑓𝑓𝑓 = −
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
donde despreciamos la fricción, poco importante en capas altas. Tomando una media zonal las
derivadas en x desaparecen debido a la periodicidad 7. Despreciando además el flujo vertical de
momento 𝜔𝜔𝜔𝜔 frente al horizontal 𝑣𝑣𝑣𝑣 obtenemos finalmente:
𝜕𝜕[𝑢𝑢] 𝜕𝜕 𝜕𝜕 ∗ ∗
= 𝑓𝑓 [𝑣𝑣 ] − [𝑢𝑢𝑢𝑢] ≈ 𝑓𝑓[𝑣𝑣] − [𝑢𝑢 𝑣𝑣 ]
𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕 𝜕𝜕𝜕𝜕
Esta ecuación muestra que la aceleración del viento zonal puede ser debida a la fuerza de Coriolis o a la
convergencia del flujo de momento, que está dominado por su componente eddy. En la atmósfera
existen dos tipos de chorros, dependiendo de cuál de estos dos términos produzca la aceleración.

En ambos hemisferios el viento alcanza un máximo en capas altas en


torno a 30º, justo al borde de la celda de Hadley, llamado chorro
subtropical. Este máximo de viento es forzado por la fuerza de Coriolis,
que desvía el flujo [𝑣𝑣 ] de la celda de Hadley hacia el oeste. El chorro
subtropical puede también entenderse como una consecuencia de la
conservación del momento angular. El momento angular absoluto
respecto al eje de rotación de la Tierra viene dado por (figura 13):

𝑀𝑀 = (Ωa cos 𝜑𝜑 + 𝑢𝑢)𝑎𝑎 cos 𝜑𝜑,

donde tuvimos en cuenta que la distancia al eje de rotación de la Tierra


es 𝑎𝑎 cos 𝜑𝜑, siendo 𝑎𝑎 el radio de la Tierra y 𝜑𝜑 la latitud. El primer término
Fig. 13: Momento angular en
dentro del paréntesis representa la velocidad debida a la rotación de la
función de la latitud
Tierra, y el segundo la velocidad relativa a la Tierra.
Si consideramos un cinturón de aire que asciende mediante convección en la ITCZ y se mueve
posteriormente hacia los Polos en capas altas, la conservación del momento angular implica que al
disminuir la distancia al eje de rotación la velocidad 𝑢𝑢 debe aumentar. Si el aire parte del reposo en el
ecuador (𝜑𝜑 = 0), el momento angular vale 𝑀𝑀𝑒𝑒𝑒𝑒 = Ω𝑎𝑎2 . La conservación del momento angular predice
entonces la siguiente dependencia para 𝑢𝑢:

(Ω𝑎𝑎 cos 𝜑𝜑 + 𝑢𝑢)𝑎𝑎 cos 𝜑𝜑 = Ω𝑎𝑎2 ⇒ 𝑢𝑢𝑢𝑢 cos 𝜑𝜑 = Ω𝑎𝑎2 sen2 𝜑𝜑 ⇒ 𝑢𝑢 = Ω𝑎𝑎 sen 𝜑𝜑 tan 𝜑𝜑

Esta predicción implica un viento que crece muy rápidamente con la latitud (el viento se haría infinito en
el Polo). Como hemos comentado, la celda de Hadley debe su origen a la convección en la zona de
convergencia intertropical: el aire que asciende de forma convectiva se mueve después hacia los polos
en capas altas. Sin embargo, aún no se comprende del todo qué determina la extensión de la celda de
Hadley. Una de las hipótesis propuestas para explicar su terminación es la inestabilidad de la corriente

𝜕𝜕𝜕𝜕 1 2𝜋𝜋 𝜕𝜕𝜕𝜕 1


7
Notad que la media zonal de una derivada � � = ∫ 𝑑𝑑𝑑𝑑 = [𝐹𝐹 (2𝜋𝜋) − 𝐹𝐹(0)] = 0 porque por
𝜕𝜕𝜕𝜕 2𝜋𝜋 0 𝜕𝜕𝜕𝜕 2𝜋𝜋
periodicidad 𝐹𝐹 (2𝜋𝜋) = 𝐹𝐹(0).

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Tema 6: La circulación planetaria

en chorro cuando éste alcanza una velocidad muy alta. En planetas que rotan más lentamente, como
Venus, la celda de Hadley llega hasta latitudes mucho más altas.

Con la extensión observada en la Tierra de 30º, la conservación del momento angular predice vientos
mucho mayores (orden 130 m/s) que los observados en los subtrópicos. Esta desviación implica que no
puede ignorarse la contribución del flujo eddy de momento [𝑢𝑢∗ 𝑣𝑣 ∗ ]: en presencia de este flujo, ya no se
conserva el momento angular. Como muestra la figura 11, el flujo eddy de momento en capas altas se
dirige desde los subtrópicos, de donde extrae momento decelerando al chorro subtropical, hacia las
latitudes medias, donde deposita este momento y produce una aceleración.

De esta forma, el flujo eddy de momento [𝑢𝑢∗ 𝑣𝑣 ∗ ] produce un segundo máximo del viento zonal en las
latitudes medias, donde fuerza el chorro extratropical. El chorro extratropical se asocia con la máxima
𝜕𝜕
convergencia eddy de momento − [𝑢𝑢∗ 𝑣𝑣 ∗ ], que coincide también con el máximo viento del oeste en
𝜕𝜕𝜕𝜕
superficie (Figura 1). Esto ocurre aproximadamente a 50º en el hemisferio sur. En el hemisferio norte, al
producirse la máxima convergencia eddy de momento a menores latitudes, no resulta tan clara la
separación entre los chorros subtropical y extratropical en capas altas, apareciendo ambos chorros
confundidos en la forma de un único máximo más difuminado. La figura 14 resume de forma
esquemática la ubicación de los dos tipos de chorros y los mecanismos que los fuerzan.

Fig. 14: Esquema explicativo sobre la


relación entre los chorros tropical y
extratropical. El chorro subtropical (ST),
en torno a 30º, es forzado por la fuerza
de Coriolis actuando sobre el flujo de la
celda de Hadley en capas altas. Este
chorro es decelerado por el flujo eddy
de momento, que transporta momento
desde los subtrópicos hacia las latitudes
medias, donde fuerza el chorro
extratropical (ET). Esto ocurre en torno
a 45º, coincidiendo con los máximos
vientos del oeste en superficie.

6.6 Variabilidad de la circulación

Aunque hasta ahora nos hemos concentrado en la media temporal de la circulación planetaria, en
realidad esta circulación no es constante y varía en distintas escalas de tiempo.

En primer lugar, domina la variabilidad estacional. La situación descrita en las secciones anteriores es
representativa de la media anual, que muestra una notable simetría entre ambos hemisferios. En la
práctica, la circulación varía con la estación y es muy distinta en los hemisferios de invierno y de verano.
Las principales diferencias son:

• Dado que la máxima insolación se produce en el hemisferio de verano, la zona de convergencia


intertropical (ITCZ) se desplaza a este hemisferio (entre 5 y 10 grados). Esto hace que las celdas

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Tema 6: La circulación planetaria

de Hadley sean muy distintas en los dos hemisferios. La celda de invierno es mucho más intensa
y extensa (su ascenso se produce en el hemisferio de verano y cruza el ecuador, ver Figura 15)
que la de verano. El chorro subtropical es también más intenso en el hemisferio de invierno.
• El gradiente térmico entre ecuador y polos (baroclinicidad) es bastante más débil en el
hemisferio de verano que en el de invierno debido al calentamiento de las regiones polares en
verano. Esto hace que el chorro extratropical sea más débil en este hemisferio, y también las
ondas de Rossby y las borrascas extratropicales que ocurren en su seno, que deben su orígen a
la inestabilidad del chorro. La estacionalidad es mayor en el hemisferio norte que en el sur, que
tiene más masa oceánica y capacidad calorífica, y por tanto más inercia térmica.

Fig. 15: Circulación meridiana media durante el invierno (izquierda) y el verano (derecha) boreal.

Además de ello, la circulación general muestra variabilidad intraestacional (dentro de una estación) e
interanual (de un año para otro). Una de las formas de variabilidad más relevantes en los extratrópicos
se asocia a cambios (intraestacionales o interanuales) en la latitud del chorro extratropical. El chorro
extratropical es especialmente variable en la cuenca atlántica, dando lugar al fenómeno conocido como
Oscilación del Atlántico Norte (NAO, de su acrónimo en inglés). La fase positiva (negativa) de esta
oscilación se asocia con un chorro situado más al norte (al sur) de lo normal. Dado que el
desplazamiento del chorro va acompañado del desplazamiento de las ondas de Rossby (vaguadas y
dorsales) y las borrascas extratropicales, este fenómeno se asocia con cambios en la precipitación, con
gran impacto en la Península Ibérica. Durante la fase positiva de la NAO la trayectoria más septentrional
de las borrascas implica una disminución de la precipitación en España, mientras que durante la fase
negativa la precipitación aumenta (figura 16).

Fig. 16: Cambios en la circulación asociados con NAO negativa (izquierda) o positiva (derecha). © Martin Visbeck

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Tema 6: La circulación planetaria

Además de la variabilidad interna (no forzada) de la circulación planetaria, existe una variabilidad
forzada atribuible al impacto del aumento de los gases de efecto invernadero. Los modelos climáticos
usados para las proyecciones del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, del
acrónimo en inglés) predicen la expansión de los subtrópicos (la celda de Hadley llega a latitudes más
altas) y el desplazamiento del chorro extratropical hacia los polos. Ambos factores implican una
disminución de la precipitación en la Península Ibérica, lo que hace que nuestro país sea especialmente
vulnerable al calentamiento global. Sin embargo, existe una gran dispersión entre los modelos,
especialmente en la amplitud de la respuesta. Esta incertidumbre se debe en parte a la dificultad de
separar la respuesta forzada de los modelos de su variabilidad natural.

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