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María Magdalena

La figura de María Magdalena ha sido muy importante para la tradición de la Iglesia, es ella el primer
“testigo” de la Resurrección y quien anuncia a los apóstoles este acontecimiento. Hoy en Sacrificium
Laudis nos gustaría desmenuzar más su imagen en la escritura.

Para empezar, es una mujer, y esto es muy importante porque dentro de la escritura la mujer es imagen
del Pueblo de Dios, en efecto, en el Antiguo Testamento Dios habla al pueblo de Israel como si fuera su
esposa de él. Este tipo de imágenes esponsales también la encontramos en el Nuevo Testamento,
empezando por la predicación de Juan el Bautista, que dice ser amigo del esposo; también encontramos
a Jesús y la Samaritana, pasajes con los cuales los evangelistas buscan mostrar quien es Jesús, no es un
profeta más, sino el mismo esposo en persona.

Es aquí cuando la figura de la Magdalena llega a su punto más profundo, ella es una mujer, imagen de la
Iglesia, y la tradición ha visto en ella a aquella prostituta que lavó los pies al señor con su cabello. Aquí
puede surgir cierta sensación de alarma por algunas personas, que son conscientes de que la Iglesia es
toda inmaculada, decimos en el Credo “Creo en la Santa Iglesia”, pero San Pablo dirá en una de sus
Cartas, que Cristo ha lavado a la Iglesia para presentársela a sí mismo sin defecto alguno.

La Virgen María es en efecto el “tipo” de la Iglesia, es ella quien ha engendrado a Cristo, quien lo
comunica a los hombres, es la llena de gracia que nunca ha pecado, en cambio, María Magdalena es
imagen de la humanidad en general, porque la humanidad se ha prostituido con el pecado dejando de
lado a su creador, pero por la Misericordia en Cristo es que vuelve a unirse con su esposo.

Desde aquí podemos releer el pasaje de la Resurrección de otra forma, María Magdalena, es decir, la
Iglesia testigo de la Resurrección de cristo se le encomienda anunciar a los hombres (los apóstoles) la
Resurrección de Cristo, que la cruz no ha sido en vano, sino que tiene un sentido profundo en la historia
de la Salvación, no es la derrota de Dios, sino el triunfo de este sobre la muerte y el pecado.

Por último, el nombre de María esconde un gran secreto, puesto que “marah”, en hebreo es amargura y
“mar” en arameo es abundancia, María es aquella que pasa de la amargura a la abundancia, María
Magdalena es aquella que ha pasado de la amargura del Pecado a la abundancia de la gracia Divina,
aquella que de la amargura del Viernes Santo pasa a la abundancia de la felicidad por la Resurrección del
Señor, como lo hace la Iglesia en cada triduo Pascual.

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