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La novela moderna

Una definición general del término novela se asocia a la idea de que toda novela es un texto que
pertenece al género narrativo de ficción, que está escrita en prosa y que es lo suficientemente extensa
como para ocupar un volumen independiente.
Para el teórico ruso Mijaíl Bajtín, la novela moderna se constituye como la representación de diferentes
lenguajes, es decir, es consciente de que solamente se puede hablar de los otros a partir de la
representación de sus lenguajes. Por eso se reconoce a partir de la pluralidad de voces y conciencias
independientes e inconfundibles que aparecen en ella, es decir, es netamente polifónica.
En la novela moderna, conviven diferentes géneros discursivos; pueden aparecer tanto cartas, como
recortes de diarios, poemas, recetas, etcétera. Además puede basarse en formas de otros tipos de novelas,
como en el caso del Quijote, en donde se reconocen las marcas de la novela de caballería, la pastoril y la
picaresca. En la medida en que los diferentes géneros aparecen en la novela, empiezan a funcionar de
manera distinta que cuando están de forma independiente, ya que aparecen como representación.

A su vez, la parodia funciona como otro elemento propio de la modernidad, ya que es un género que
incluye la voz del otro en un nuevo contexto, otorgando nuevos sentidos al discurso del otro y
proponiendo cierta mirada crítica. La modernidad del Quijote no solo reside en una cuestión de técnicas
narrativas, sino que se trata también de una nueva concepción del mundo.
Una de las características de esta novela es la gran riqueza lingüística, dada por la aparición de diversas
variedades lingüísticas, diferentes registros y gran cantidad de refranes y frases hechas (sobre todo, en
boca de Sancho Panza), que aportan un inconfundible color y vitalidad a la novela. También aparecen
chistes, juegos de palabras y expresiones graciosas.
Otro rasgo de la novela es la gran variedad de personajes, que presenta diferentes estereotipos de la
sociedad de ese momento, junto a otros que parecieran haber sido tomados de modelos de carne y hueso,
por un lado, o de modelos literarios, por otro. También aparecen algunos tomados de la realidad histórica
y hasta el propio autor, Cervantes, aparece como personaje.
Además, la inclusión de diferentes estilos, como el pastoril, la novela morisca, la picaresca o las cartas,
junto con el humor y la parodia, la relacionan con la concepción de novela moderna.

La parodia en Don Quijote de la Mancha

En El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha se cuentan, a modo de parodia, las aventuras de un
viejo y empobrecido hidalgo que durante años lee sin parar cientos de novelas de caballería y, como
consecuencia, termina enloqueciendo y creyendo en la existencia de ese mundo de fantasía. Este
convencimiento lo lleva a salir al mundo convertido en caballero andante, en una época en la que los
caballeros ya eran solo relatos de un pasado heroico. Para poder realizar sus elevados objetivos de
defender el bien y la justicia, y luchar contra los enemigos de la caballería, en primer lugar, el
protagonista debe elegir un nombre a la altura de las circunstancias: don Quijote de la Mancha, y luego
imagina una dama destinataria de sus hazañas. Con su nuevo nombre y ese amor ideal, ya está en
condiciones de partir, primero junto a su caballo Rocinante, y más adelante, con su escudero Sancho
Panza.
La historia que se cuenta en el Quijote, íntimamente ligada a las novelas de caballería, deja plantado el
contraste y la oposición existentes entre la dura realidad empobrecida y en crisis que atraviesa el hidalgo
y toda España, y el delirio del protagonista de pretender vivir la realidad de un mundo caballeresco. El
personaje de don Quijote cree posible resucitar la vida caballeresca de otras épocas, y recuperar y poner
en vigencia los ideales medievales de justicia en medio de una realidad decadente y en crisis. Para
algunos críticos literarios, la caballería formaba parte exclusivamente de la imaginación, ya que nunca
existió en la realidad histórica de esa era, pero que sirvió en su momento para que los lectores de sus
historias huyeran de una realidad en crisis que les tocaba vivir. De esta manera, ese mundo de fantasía, en
donde la sociedad estaba regida por el honor, el orden, la justicia y la existencia de caballeros heroicos,
funcionaba como refugio. La literatura caballeresca era declaradamente no realista; se presentaba como
un mundo en el que triunfaba siempre la justicia, y el mal y el delito eran castigados.
Como contraste de esa construcción de relato maravilloso, en el Quijote queda plasmada cierta
observación y descripción de las relaciones sociales desde una perspectiva realista. Aparecen
descripciones detalladas, tanto de los lugares por donde pasa el Quijote como de los personajes con los
que se encuentra. Además, la forma de hablar de los personajes da cuenta de cierto tratamiento realista del
lenguaje.

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