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DECISIONES
¿Cómo podemos elegir bien?
Nuestra vida está hecha de decisiones. Cada día al despertar tenemos frente a
nosotros elecciones por hacer. Algunas son bastante simples como elegir qué
desayunar o qué ropa usar para el trabajo. Si bien cada decisión tiene una
consecuencia en su medida, hay decisiones que no serán trascendentales en
nuestra vida.
Sin embargo, hay otras clase de decisiones cuyas consecuencias afectarán de
forma importante (y hasta definitiva), nuestra vida y por ello, tomarlas demanda
sabiduría. Cuando no tomamos buenas decisiones sufrimos las consecuencias y
nos mantenemos en un estado constante de inestabilidad con nosotros mismos y
en nuestras relaciones con los demás. ¿Alguna vez has estado frente a una
decisión que tomar pero no estás seguro de cuál es la mejor elección?
2. Pasividad
Uno de los síntomas de la pasividad es creer que ya lo sabemos todo. Si dejas de
buscar y aprender de Él y de su Palabra estás frenando lo que Dios tiene para ti;
debemos de aprender a reconocer cuando nos hemos quedado estancados en
nuestro crecimiento intelectual y espiritual. “El que posee entendimiento ama su
alma; El que guarda la inteligencia hallará el bien” (Proverbios 19:8).
No tomar tiempo para estudiar la Palabra. Leer y meditar en la Palabra son
actividades imprescindibles para nuestro crecimiento intelectual y espiritual ya
que harán crecer nuestra fe y mantendrán nuestra mente ocupada de una sana
manera.
3. Temor
El temor es una actitud mental que nos paraliza y roba la fe y, si no es detenido,
nos llevará a mayor temor. “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que
duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de
una parte a otra” (Santiago 1:6).
Diligencia. “También el que es negligente en su trabajo es hermano del hombre
disipador” (Proverbios 18:9). La manera más rápida de empeorar un problema es
no hacer nada con él. La diligencia es la virtud que nos impulsa a enfrentar los
problemas de manera decidida para poderlos resolver.
Falta de libertad. La presencia de Jesús en nuestra vida trae libertad. Él tiene el
poder para romper cualquier atadura en nuestra vida. Mientras seamos esclavos
de nuestros temores no conseguiremos que nuestra vida progrese ni que el Reino
de Dios avance. Necesitamos confiar en Dios. “Porque no nos ha dado Dios
espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo
1:7).