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3 COSAS QUE ARRUINAN TU TOMA DE

DECISIONES
¿Cómo podemos elegir bien?

Nuestra vida está hecha de decisiones. Cada día al despertar tenemos frente a
nosotros elecciones por hacer. Algunas son bastante simples como elegir qué
desayunar o qué ropa usar para el trabajo. Si bien cada decisión tiene una
consecuencia en su medida, hay decisiones que no serán trascendentales en
nuestra vida.
Sin embargo, hay otras clase de decisiones cuyas consecuencias afectarán de
forma importante (y hasta definitiva), nuestra vida y por ello, tomarlas demanda
sabiduría. Cuando no tomamos buenas decisiones sufrimos las consecuencias y
nos mantenemos en un estado constante de inestabilidad con nosotros mismos y
en nuestras relaciones con los demás. ¿Alguna vez has estado frente a una
decisión que tomar pero no estás seguro de cuál es la mejor elección?

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“Y SI ALGUNO DE VOSOTROS TIENE FALTA DE


SABIDURÍA, PÍDALA A DIOS, EL CUAL DA A TODOS
ABUNDANTEMENTE Y SIN REPROCHE, Y LE SERÁ
DADA. PERO PIDA CON FE, NO DUDANDO NADA;
PORQUE EL QUE DUDA ES SEMEJANTE A LA ONDA DEL
MAR, QUE ES ARRASTRADA POR EL VIENTO Y ECHADA
DE UNA PARTE A OTRA. NO PIENSE, PUES, QUIEN TAL
HAGA, QUE RECIBIRÁ COSA ALGUNA DEL SEÑOR. EL
HOMBRE DE DOBLE ÁNIMO ES INCONSTANTE EN
TODOS SUS CAMINOS”. SANTIAGO 1:5-8 (RVR1960)

Tres Obstáculos en la Toma de Decisiones


1. Postergar
Definitivamente una de las razones más frecuentes por las que no tomamos una
decisión correcta es porque aplazamos cada cosa que tenemos que hacer; primero
aplazamos la toma de la decisión, y después aplazamos todas las actividades que
conlleva nuestra decisión.
El esperar las condiciones perfectas para tomar una decisión es como consultar al
doctor después de haber sanado. Lo único que estamos haciendo al postergar
nuestras decisiones es esquivar nuestra responsabilidad y las circunstancias en
medio de las que estamos por temor a ellas.

“EL AGRICULTOR QUE ESPERA EL CLIMA PERFECTO


NUNCA SIEMBRA; SI CONTEMPLA CADA NUBE, NUNCA
COSECHA”. ECLESIASTÉS 11:4 (NTV)
Sobre-espiritualizar las cosas. Aplazar decisiones esperando a que Dios indique
cada mínimo detalle de la vida diaria, es otro error común. La Biblia dice: “Fíate
de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo
en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6 RVR1960).
“Encomienda a Jehová tus obras, Y tus pensamientos serán afirmados”
(Proverbios 16:3). Por lo tanto, podemos confiar en que conforme reconozcamos
a Dios en todas las áreas de nuestra vida, Él nos dará dirección y enderezará el
camino.

Inconstancia. “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos”


(Santiago 1:8 RVR). Santiago afirma que aquellos que son de “doble ánimo”
(dos maneras de pensar), son inconstantes en todos sus caminos. Para vencer el
doble ánimo es importante definir anticipadamente qué haremos cuando se
presente determinada situación en nuestra vida. Por ejemplo, si vamos a enfrentar
un tiempo difícil en lo económico, debemos decidir de antemano no gastar más
de lo que ganamos. De esa manera, llegado el momento, nos mantendremos sin
deudas y evitaremos una situación de escasez.

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Recuperarla)

2. Pasividad
Uno de los síntomas de la pasividad es creer que ya lo sabemos todo. Si dejas de
buscar y aprender de Él y de su Palabra estás frenando lo que Dios tiene para ti;
debemos de aprender a reconocer cuando nos hemos quedado estancados en
nuestro crecimiento intelectual y espiritual. “El que posee entendimiento ama su
alma; El que guarda la inteligencia hallará el bien” (Proverbios 19:8).
No tomar tiempo para estudiar la Palabra. Leer y meditar en la Palabra son
actividades imprescindibles para nuestro crecimiento intelectual y espiritual ya
que harán crecer nuestra fe y mantendrán nuestra mente ocupada de una sana
manera.

3. Temor
El temor es una actitud mental que nos paraliza y roba la fe y, si no es detenido,
nos llevará a mayor temor. “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que
duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de
una parte a otra” (Santiago 1:6).
Diligencia. “También el que es negligente en su trabajo es hermano del hombre
disipador” (Proverbios 18:9). La manera más rápida de empeorar un problema es
no hacer nada con él. La diligencia es la virtud que nos impulsa a enfrentar los
problemas de manera decidida para poderlos resolver.
Falta de libertad. La presencia de Jesús en nuestra vida trae libertad. Él tiene el
poder para romper cualquier atadura en nuestra vida. Mientras seamos esclavos
de nuestros temores no conseguiremos que nuestra vida progrese ni que el Reino
de Dios avance. Necesitamos confiar en Dios. “Porque no nos ha dado Dios
espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo
1:7).

También lee: La Batalla de los Pensamientos

Tres Pasos para Tomar Decisiones Sabias


Identifica el problema. No podemos eliminar lo que nos estorba para tomar
buenas decisiones si no sabemos cuáles son los estorbos. El problema con la
toma de buenas decisiones comienza con la indecisión (rehusarnos a tomar
acción).

“LA SOLUCIÓN PARA TOMAR BUENAS DECISIONES ES:


OBTENER SABIDURÍA”.
Reconoce tu necesidad. Debemos pedir a Dios con humildad creyendo que Él es
generoso para dar. “Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el
conocimiento y la inteligencia” (Proverbios 2:6).
Pide sabiduría. Todos necesitamos la sabiduría de Dios para enfrentar y resolver
nuestros problemas. “El que carece de entendimiento menosprecia a su prójimo;
mas el hombre prudente calla” (Proverbios 11:12).
Anticipa la respuesta. Pedir con fe es pedir creyendo que Dios nos responderá
conforme a lo que Él sabe que es mejor Para nosotros. Por ello, nuestra
expectación estará puesta en Dios y no en la respuesta misma. “Pero sin fe es
imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea
que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).

Dios Cumple Sus Promesas


En el griego original, la promesa que Dios hace en el Libro de Santiago 1:5
acerca de darnos sabiduría está en un tiempo que denota una acción continua.
Podemos confiar en que, si la pedimos, Dios nos da sabiduría de manera continua
y lo hace de manera abundante y sin reproche. Por ello, nuestra actitud debe ser
de gratitud constante hacia Él, quien nos toma de la mano y nos guía a través de
su Santo Espíritu para elegir lo que es mejor para nosotros.

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