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MÓDULO 1

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DESCUBRIENDO EL DINERO

Según el Diccionario Financiero del Banco Central de la República Argentina (BCRA), el


dinero es “cualquier objeto generalmente aceptado como pago final por bienes y
servicios y, por lo tanto, sirve como medio de cambio. El dinero sirve también, como
unidad de cuenta al permitirnos comparar el valor económico de los distintos bienes y
servicios, así como depósito de valor en el tiempo”.

El dinero tiene su historia. El hombre, desde tiempos remotos, ideó sistemas para
darle valor a las cosas y poder intercambiarlas. Primero se utilizó el truque, que es el
intercambio directo de bienes y servicios, sin mediar la intervención de dinero.
Como el comercio siguió en crecimiento, esta modalidad no fue suficiente, por lo
que se tomó la determinación de adoptar ciertos productos que fueran aceptados
como unidad de cambio y medida de valor y que a su vez se pudieran utilizar para el
consumo final (como el ganado), surgiendo así el dinero mercancía.

Pero era necesario encontrar un bien de referencia que fuera fácilmente


transportable, duradero, divisible y con un valor establecido: los metales preciosos,
se convirtieron en ese valor de referencia. Esta es la etapa del dinero metálico, en la
cual los principales metales aceptados fueron el bronce, la plata y el oro, con los
cuales se acuñaron las primeras monedas.

Las primeras monedas que se conocen se acuñaron en Lidia, la actual Turquía en


el sigo VII A. de C, y fueron los griegos los que establecieron la costumbre de adornar
cada moneda con el dibujo de su emblema local.

Como las monedas eran pesadas y había que transportarlas, se hacía un poco
complicado su manejo. Además, existía el riesgo de que fueran robadas. Así fue que
nacieron los billetes, como una forma de recibo que se daba para intercambiar
objetos. El primero en utilizar billetes fue el emperador mongol, Kubali Kan en el siglo
XI.

El uso del billete continuó expandiéndose. En sus inicios, los billetes eran
certificados sobre la existencia de un depósito de oro en un banco. Pero a finales del
siglo XVI, cuando el público empezó a utilizarlo para saldar deudas y realizar pagos,
los bancos emitieron certificados por cantidades fijas, naciendo así el tipo de dinero
fiduciario: las monedas y billetes fiduciarios no basan su valor en la existencia de una
contrapartida en oro, plata o cualquier otro metal noble o valores, ni en su valor
intrínseco, sino simplemente en su declaración como dinero por el Estado y también
en el crédito y la confianza (la fe en su futura aceptación) que inspira. Sin esta
declaración, la moneda no tendría ningún valor.

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La necesidad cada vez más creciente de especies monetarias le fue mermando
respaldo metálico al papel moneda, hasta hacerlo desaparecer completamente y
quedar solo los billetes como símbolo de papel moneda.

El billete dio paso al dinero bancario, “el cheque”, y aparece luego el dinero plástico
a través de las tarjetas de crédito o débito.

Después del dinero plástico surge el dinero electrónico, por el auge de la


digitalización y automatización del sistema financiero, dando lugar a la disminución
notable del uso del dinero en efectivo y la aparición de formas no tradicionales de
pago

La última evolución del dinero son las criptomonedas, que son medios digitales de
intercambio. Se trata de una moneda virtual que utiliza un cifrado digital en sus
operaciones, como las transferencias de dinero o el pago de un determinado producto
o servicio. La primera criptomoneda, y la más popular por ahora, son los Bitcoin, en
funcionamiento desde 2009 (Blog Caixa Bankia, 2016).

HISTORIA DEL SISTEMA MONETARIO Y LA BANCA ARGENTINA


Hasta 1881 el sistema monetario y financiero argentino estaba caracterizado por la
convivencia de una multiplicidad de monedas emitidas por distintos bancos en el país o
extranjeras.

En 1881 se instauró una moneda nacional y se la vinculó al patrón oro, pero la


convertibilidad fue efímera y continuaron circulando lo que contemporáneamente
llamaríamos cuasi-monedas, distintas al signo monetario nacional.

Sólo después de renovadas crisis asociadas en muchos casos al endeudamiento


externo, a principios del siglo XX, el país pudo volver al patrón oro y establecer un vínculo
rígido entre el saldo del balance de pagos y la cantidad de dinero (suspendido entre 1914
y 1927 y, finalmente abandonado en diciembre de 1929). Este rasgo combinado con la
ausencia de una autoridad centralizada que controlara la esfera monetaria generaba una
alta inestabilidad en el sistema.

El estallido de la crisis bancaria de 1890-91 motivó la creación de instituciones como


la Caja de Conversión y el Banco de la Nación que hasta la década de 1930 centralizan
instrumentos y funciones que luego le serían propias al Banco Central.

En este contexto, se sucedieron desde 1900 varios proyectos de Ley de creación de


un ente rector responsable del ordenamiento y control del sistema monetario y bancario
del país.

Con el inicio de la crisis financiera internacional de 1929 el sistema monetario y


financiero del país se mostró definitivamente agotado.

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La crisis obligó a instaurar el control de cambios y otras medidas de intervención
estatal.

En ese contexto, y debido a sus repercusiones en el sistema bancario, se dieron las


condiciones para la creación de un Banco Central que se hiciera cargo de centralizar el
control de la política monetaria y cambiaria.

Producto de la reforma monetaria y bancaria de 1935 nace el Banco Central de la


República Argentina (BCRA) como una entidad mixta con participación estatal y privada,
que tenía entre sus funciones: la exclusividad en la emisión de billetes y monedas y la
regulación de la cantidad de crédito y dinero, así como la acumulación de las reservas
internacionales, el control del sistema bancario y actuar como agente financiero del
Estado.

Se dota así a la autoridad monetaria de instrumentos que posibilitan ejercer el papel


de “prestamista de última instancia” y la adopción de políticas anticíclicas a fin de
moderar las fluctuaciones económicas.

En 1946 se dispuso la Nacionalización del BCRA, y su función prioritaria pasó a ser la


de promover el desarrollo económico. De este modo, buscó reducir la proporción de
préstamos hacia actividades especulativas, y en contraposición, enfocar los recursos
hacia las actividades productivas.

En 1949 el BCRA pasó a depender del Ministerio de Finanzas de la Nación


profundizando la política de orientación del crédito hacia la producción en actividades de
importancia para el desarrollo del país.

Desde entonces y hasta 1976, con las alternancias político-económicas que


caracterizan al período, el Banco Central jugó un papel muy importante en la regulación
de las tasas de interés y en el otorgamiento de créditos selectivos para desplegar una
estrategia de sustitución de importaciones, así como de promoción de exportaciones,
con el objetivo de diversificar la matriz productiva y superar la etapa agroexportadora.

Con un nuevo quiebre del orden constitucional en 1976, el golpe cívico-militar


entendió que el proceso de sustitución de importaciones se había agotado e impulsó
medidas de liberalización comercial y financiera, en particular de la tasa de interés y de
los movimientos de capitales con el exterior.

El BCRA se encuentra con nuevas tareas que emergen de esa liberalización de las
tasas de interés, así como del ingreso masivo de nuevas entidades al sistema bancario
bajo una nueva Ley de Entidades Financieras (aprobada en 1977).

En conjunto, el cambio de rumbo configura una temprana y poco cuidadosa inserción


de la Argentina en el proceso de globalización financiera que termina con una masiva
crisis bancaria en el año 1980, del balance de pagos en 1981 y la de la deuda externa a
partir de 1982.

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Con el restablecimiento de los gobiernos democráticos en 1983, y luego de un breve
período hasta 1987 de políticas monetarias activas bajo algunas restricciones a los
movimientos especulativos de capitales, en 1992 el plan de convertibilidad radicaliza aún
más la política de liberalización iniciada en 1976.

Con el establecimiento de la convertibilidad, al Banco Central se le otorga el mandato


unívoco de “preservar el valor de la moneda”.

La crisis rusa de 1998 precipitó una salida generalizada de fondos de mercados


emergentes, que, en el contexto del tipo de cambio fijo propuesto por la Convertibilidad,
precipitó a la Argentina en una profunda recesión, que finalmente derivó en la Ley de
Emergencia Económica de 2002, donde se abandona la Convertibilidad hacia un esquema
más flexible en el que el BCRA recupera la capacidad de efectuar políticas monetarias y
cambiarias activas.

Una década más tarde, en marzo de 2012, se reestablece el mandato múltiple al


Banco Central, devolviéndolo al servicio del desarrollo económico y la contribución a una
mayor equidad social, pero preservando el objetivo de la estabilidad monetaria y la del
sistema financiero como objetivos primarios de la institución.

Con la Ley 1.130 (noviembre de 1881) se crea la unidad monetaria de la República


Argentina: el Peso Moneda Nacional, vigente hasta 1969.

FUNCIONES DEL DINERO


1. Agiliza la división del trabajo.
2. Permite el cálculo económico estableciendo comparaciones entre costes y
rendimientos esperados.
3. Permite expresar bienes heterogéneos en unidades comunes.
4. Facilita el comercio.
5. Permite postergar decisiones de compra y conservar los rendimientos obtenidos
de los factores de producción.

En muchos países se han utilizado distintos bienes para sustituir algunas de las
funciones del dinero oficial, por ejemplo, a la función de depósitos de valor.

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CLASES DE DINERO
El dinero hoy en día tiene diferentes formas. Una de las principales formas en las
que se puede clasificar éste es en 3 categorías: Dinero Material, Dinero Crediticio, y
finalmente el Dinero Fiduciario. Las 3 formas de dinero poseen valor y de hecho son
equivalentes, su única diferencia es el modo en que se manejan y por ende el propósito
de los mismos.

 El dinero material es aquel que existe de forma física, y puede consistir en objetos
de valor como son los metales (oro, plata y cobre).
 El dinero crediticio es un dinero que físicamente no vemos y se emplea para hacer
pagos diferidos. Usualmente el dinero crediticio es ofertado por bancos, y nos
permite adquirir productos que van más allá del dinero material que disponemos
en ese momento. Acto seguido el comprador adquiere una deuda (crédito) que
deberá estar pagando de forma diferida durante los próximos meses o incluso
años.
 El dinero fiduciario es el que se basa en la fe o confianza de la comunidad, es
decir, que no se respalda por metales preciosos ni nada que no sea una promesa
de pago por parte de la entidad emisora.

El dinero mercancía basa su valor en la existencia de una contrapartida en oro,


plata o cualquier otro metal noble o valores. En cambio, las monedas y billetes fiduciarios
tienen valor debido a su declaración como dinero por el estado, y también en el crédito y
la confianza (la fe en su futura aceptación) que inspira. Sin esta declaración, la moneda
no tendría ningún valor.

El billete actual es una clara representación de dinero fiduciario, por cuanto


objetivamente considerado carece de valor. Su valoración viene dada por la autoridad
monetaria que lo emitió, que goza de confianza entre los sujetos que la aceptan.

PROPIEDADES DEL DINERO


Según Ezequiel Baum (2016), el dinero podemos definirlo a partir de las funciones
que tiene, es decir, funciones que permiten:

 Medio de cambio
El dinero es eso que obtenemos a cambio de nuestro talento (o nuestras horas
de trabajo), de los bienes que producimos o tenemos. Y es eso que usamos para
cambiar por otros talentos (u horas de trabajo ajenas) o bienes que no producimos o
no tenemos y que necesitamos para vivir o queremos porque nos hacen más felices.

 Poner precio a las cosas

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Nuestro talento, o nuestras horas de trabajo, y los bienes que poseemos tienen
un valor en dinero (independientemente de lo que valen para nosotros). Y todo lo que
necesitamos para vivir o queremos también tiene precio. Si comparamos precios,
vamos a poder medir la relación a la que se cambia lo que yo valgo (o lo que vale lo
que produzco o tengo) en relación con lo que vale todo lo que quiero. Siguien do con
las definiciones que podríamos encontrar en cualquier fotocopia de Economía del
CBC, el dinero funciona como “unidad de cuenta”.

Marx en El capital le da una vuelta un poco más abstracta y habla del dinero como
“equivalente general”, porque las cosas no expresan lo que valen por sí mismas, sino
que necesitan el dinero para decir cuánto valen. En términos cotidianos, el dinero nos
permite poner un precio numérico que es comparable a la infinidad de cosas que
pueden ser adquiridas con él, lo que facilita medir de forma indirecta la relación de lo
que valen las cosas. Un mes de trabajo puede valer 13.600 pesos; una notebook, 8.000
pesos; un mes de alquiler, 5.000 pesos; la cuota del gimnasio, 500 pesos; un libro, 330
pesos; un pote de queso untable, 40 pesos. Es el precio el que nos permitiría saber
cuántas notebooks, meses de alquiler, cuotas de gimnasio, libros o potes de queso
untable valemos, porque podemos hacer la cuenta usando la misma unidad de medida
en la que se expresan todos los precios.

 Guardar valor
En circunstancias normales, si decidimos no cambiar el dinero que recibimos por
otra cosa, podemos mantenerlo y de esa forma usarlo como “reserva de valor” para
más adelante o para acumularlo a lo largo de varios períodos (convirtiéndolo en
ahorros). En un ejemplo extremo, si decidimos usar de nuestro sueldo lo mínimo
indispensable para vivir comiendo arroz durante 12 meses y quedarnos con el dinero,
a fin de año tendremos una cantidad de valor que podría ser cambiada por todo lo
que no consumimos o cualquier otro bien equivalente (una bicicleta plegable, un aire
acondicionado o el presupuesto de un viaje al extranjero).

Para que el dinero sea un medio de intercambio común y generalmente aceptado


por una sociedad debe satisfacer los siguientes criterios:

- Ser fungible: una unidad del objeto que funciona como dinero puede ser
perfectamente cambiada por otra unidad de ese mismo objeto y valer lo
mismo (un billete roto, por ejemplo, no es fungible).
- Ser divisible: lo que funcione como dinero debería poder ser dividido en
unidades de medida más chicas (un peso es divisible en centavos).
- Ser aceptado: el objeto que usemos como dinero necesariamente tiene que
servir para pagar cualquier transacción (los Patacones o Lecops1 no tuvieron
este requisito, aunque estuvieron muy cerca).

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- Ser durable: si el objeto que se utiliza como dinero se desgasta por su uso
frecuente no sería del todo útil (por eso muchos países pasan del billete de
papel al que parece de plástico).
- Ser portátil: los usuarios van a necesitar algo que sea transportable con
facilidad y sencillo de transferir (el oro puede ser muy útil, pero transferirlo de
una punta del planeta a la otra es bastante costoso).
- Ser uniforme: todas las versiones de la misma denominación deben mantener
el mismo poder de compra (una serie de billetes con diseño que sale de
circulación ya deja de ser dinero).

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GASTOS: NECESIDADES Y DESEOS

Un gasto es la utilización o consumo de un bien o servicio a cambio de una


contraprestación, se suele realizar mediante una cantidad saliente de dinero.
También se denomina egreso.

En multitud de ocasiones, se confunde con los términos pagos, compras o


inversión, y dependiendo de en qué contexto lo hagamos (contable, fiscal, financiero,
real…) puede tener un sentido diferente.

Lo que distingue fundamentalmente a un gasto de una pérdida es precisamente


la contraprestación, ya que en el caso de las pérdidas no obtenemos nada a cambio
de la salida de dinero, pero sí perdemos dinero o dejamos de recibirlo, mientras que
con el gasto recibimos algo a cambio.

Así pues, a veces también se confunde el término pago. Un pago es el abono de


una cantidad de dinero destinada a extinguir una obligación. Mientras que el gasto es
voluntario, ya que podemos consumir o no, el pago es aquella cantidad de dinero que
va a sufragar una obligación.

Además, el término inversión es la puesta en práctica de todos aquellos recursos


con los que se espera la obtención de una rentabilidad, beneficios e ingresos,
mientras que de un gasto sólo puede esperarse una contraprestación y el consumo
de esta. En una compra, consideraremos gasto aquella parte de la compra (o
mercancía) que va destinada al consumo, mientras que el resto se considera un activo,
es decir, inversión.

Es sumamente importante diferenciar aquellos gastos que refieren a necesidades


y los que refieren a deseos. Los bienes y servicios necesarios son aquellos que resultan
imprescindibles para la supervivencia y el bienestar de las personas, por ejemplo, la
alimentación, la vivienda. Los deseos son bienes y servicios que nos gustaría tener
pero que no son imprescindibles para nuestro bienestar cotidiano (por ejemplo, el
último modelo de celular).

Distinguiendo entre necesidades y deseos podremos determinar qué gastos son


prioritarios y cuáles no, en especial, cuando el dinero con que contamos no alcanza
para comprar todo lo que queremos.

CLASIFICACIÓN DE LOS GASTOS


A continuación, analizaremos las clases de gastos que debemos tener en cuenta:

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 Gastos obligatorios: son aquellos gastos que tenemos que pagar sin falta. Son,
por tanto, gastos que tenemos que pagar obligatoriamente y cuyos valores
difícilmente podremos modificar. Si este tipo de gastos no los pagamos dentro de
los plazos establecidos, nos aplicarán gastos adicionales de demora, aumentando
cada vez más nuestra deuda y la cantidad a pagar, o tendremos que afrontar en
casos extremos juicios y demandas, con sus correspondientes costos.
 Gastos necesarios: son gastos necesarios para vivir, pero que podemos reducir
si hacemos un uso racional del consumo. Como estos gastos son necesarios,
normalmente sólo podemos reducirlos haciendo pequeños recortes. Un poco
aquí, un poco allá: es el ahorro típico de la hormiguita.
 Gastos que respondan a gustos: son todos aquellos gastos que realizamos
para cosas que nos gustan, pero que no son imprescindibles. Todos podemos
descubrir gastos superfluos que realmente no añaden mucho a nuestra calidad
de vida, y que reducen el dinero que podríamos utilizar para otros fines más
productivos. Nos puede sorprender el valor de la cantidad de cosas que
compramos que no son necesarias y que luego, además, no solemos utilizar.
Cuando hay que recortar gastos, éstos deben ser los primeros en reducirse o
eliminar.

Hay un tipo de gasto que debemos tener en cuenta y vigilar: los gastos
hormiga. Son aquellos de escaso monto, que prácticamente pasan
desapercibidos, pero que, si los sumamos, a fin de mes, representan una
gran cantidad de dinero (golosinas o gaseosas, por ejemplo).

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MÓDULO 2

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EL DINERO Y EL AHORRO

El ahorro es la parte de los ingresos que no se usa en el consumo: del dinero que
ingresa, es la porción que no se gasta

El dinero que se ahorra permite:

 Afrontar situaciones de emergencia o imprevistas, como una enfermedad o


quedarse sin trabajo.

 Alcanzar metas de corto plazo, como comprar bienes y servicios más costosos
(por ejemplo, una computadora, una heladera, un celular, zapatillas, irse de
vacaciones) o de más largo plazo, como comprar una vivienda o un automóvil.

 Darnos seguridad y bienestar a futuro.

¿De dónde viene la palabra ahorro?

Este término proviene del árabe hurr: de condición libre y se refería al


esclavo o prisionero que iba a ser liberado por lo que el ahorro es lo que
este iba juntando para obtener su libertad. El ahorro fue, en sus orígenes, la
libertad para construir futuro.

Los ahorros pueden provenir de guardar una parte de los ingresos o bien de reducir
o racionalizar los gastos. En períodos de tiempo más cortos, es más fácil controlar los
gastos que los ingresos, debido a que los ingresos suelen ser más previsibles y difíciles
de cambiar de un día para otro. En cambio, los gastos son una variable que se puede
controlar más fácilmente. Por ejemplo, se puede consumir menos o, lo que es mejor,
consumir lo mismo, pero más barato, investigando y comparando todas las opciones
posibles.

Algunos especialistas recomiendan tener ahorrado el monto equivalente a tres


veces el ingreso mensual promedio. Otros expertos proponen ahorrar el 10% de los

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ingresos todos los meses. Más allá del número concreto, lo más importante es adquirir
el hábito del ahorro y recordar que el ahorro no es una cuestión de sacrificio, y que
se ahorra para cumplir con los objetivos concretos que tenga la persona.

Pero volvamos un paso atrás, ¿por qué deberías ahorrar? A fin de cuentas, nadie
sabe con exactitud qué pasará mañana, y privarse de consumir hoy podría traerte
algunas dificultades. ¿Por qué alguien elegiría sacrificar su consumo hoy?
Esencialmente, porque ahorrar permite poder cumplir objetivos y metas en el futuro,
a la par de que incentiva el crecimiento económico y el bienestar de la sociedad.

Desde un punto de vista individual ahorrar es muy conveniente por diversos


motivos. Por ejemplo, algunos economistas han señalado que la práctica del ahorro
permite “suavizar” el consumo de una persona lo largo de su vida. Este es el caso de
la “hipótesis del ciclo-vitalicio”. Esta teoría sugiere que los ingresos a lo largo de la
vida tienen un comportamiento en forma de campana; aumentan, tocan un techo y
bajan. En tanto, el consumo se mantiene relativamente estable, como lo muestra la
línea horizontal en el gráfico.

Esto significa que en la parte de la vida en la que se trabaja y se es parte de la


población económicamente activa, es más probable que los ingresos superen a los
gastos. Los ingresos de las personas son nulos en los primeros años de su vida, cuando
no se tiene edad suficiente para trabajar y los recursos se obtienen por la ayuda de
los padres. Pero también tienden a ser menores una vez que llega el momento de
retiro de la actividad laboral, donde el financiamiento proviene fundamentalmente
de la jubilación.

El punto importante es que si existe un momento propicio para ahorrar en la vida


de toda persona suele ser cuando ésta participa activamente de la vida laboral y son
mayores las probabilidades de que sus ingresos sean mayores que sus gastos. Sería
deseable el ahorro en esta etapa para poder afrontar los gastos en los que se incurrirá
una vez que llegue el retiro de la vida laboral, que probablemente serán mayores que
los ingresos.

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Además de este motivo, a nivel individual el ahorro te permite:

 Enfrentar situaciones inesperadas como enfermedades, desempleo o una


reducción de tus ingresos.

 Facilitar la planificación de gastos futuros para eventos especiales como


casamientos, viajes, compra de una vivienda, etc.

 Aprovechar oportunidades de inversión.

 Mayor tranquilidad en el transcurso de tu “vida económica”.

 Evitar el endeudamiento excesivo en caso de emergencias.

Cuando ahorramos, podemos hacerlo de manera formal o informal:

 Ahorro formal: cuando el dinero que ahorramos lo depositamos en una


cuenta bancaria, es decir, en una institución financiera regulada. De esta
manera, nuestro dinero está resguardado, genera intereses y permite crear un
historial crediticio.
 Ahorro informal: cuando ahorramos, por ejemplo, “debajo del colchón”. Es
de fácil acceso, pero puede sufrir pérdidas o robo. El dinero se
desvaloriza cuando hay inflación, se gasta más fácilmente y no permite
construir historial crediticio que luego te posibilita tomar un préstamo.

SIEMPRE ES MÁS SEGURO EL AHORRO FORMAL, Y PARA ESO ES


INDISPENSABLE TENER UNA CUENTA EN UNA ENTIDAD FINANCIERA.

APRENDIENDO A AHORRAR

Siguiendo la guía del BCRA para el ahorro, se deben seguir los 5 pasos que se
encuentran a continuación:

1. REGISTRÁ TUS GASTOS

Para ahorrar no necesitás grandes sumas de dinero. Al tratarse de un hábito, es algo


que se va incorporando a nuestra conducta.

Llevando un diario de gastos podés descubrir


los gatos hormiga: una gaseosa, un alfajor que
podríamos haber evitado, o un taxi que
podríamos haber reemplazado usando el
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transporte público.
2. ELABORÁ UN PRESUPUESTO

Para armar el presupuesto es preciso registrar todos los ingresos que vamos teniendo
y proyectar los ingresos y gastos, en base a lo que observamos y lo que esperamos
que ocurra a futuro.

3. PLANIFICÁ Y ESTABLECÉ OBJETIVOS

Es importante saber para qué queremos ahorrar y calcular cuánto tiempo tomará
alcanzar los objetivos que nos proponemos. Con una meta es más fácil.

Organizate y establecé un plan de cumplimiento


con plazos para poder estimar cuánto tiempo te
llevará lo que querés lograr. Usar una planilla
de cálculo o una herramienta de visualización te
permitirá identificar el tiempo necesario,
identificar dificultades y descubrir
oportunidades.

4. TOMÁ DECISIONES SEGÚN TUS PRIORIDADES

Saber elegir para cumplir con nuestras metas es un gran desafío, ¡pero si lo superamos
tenemos gran parte del asunto resuelto! Por eso es importante prestar atención a la
toma de decisiones. ¡Cambios pequeños, casi invisibles, nos pueden ayudar mucho!

Antes de hacer un gasto, podes preguntarte:


cómo te hará sentir destinar ese dinero a esa
compra, si podés posponerla o si es necesario
hacerla ahora, si reemplaza otro gasto o si más
adelante implicará otros gastos en repuestos o
mantenimiento.

5. USÁ ESTRATEGIAS DE AHORRO-INVERSIÓN EN EL SISTEMA


FINANCIERO

Para facilitar el hábito de ahorro y el registro de gastos e ingresos, dentro del sistema
financiero podemos usar las alternativas que nos permiten ahorrar desde chicos.
En algunos casos, permiten también usar medios de pago asociados a las cuentas
bancarias como las tarjetas de débito, ir familiarizándonos con los cajeros
automáticos y comprar por internet o con el teléfono celular.
Ciertas cuentas bancarias también funcionan como una inversión, que permite cuidar
los ahorros de la inflación y disponer de ese dinero cuando cumplimos 18 años. En
algunos casos se puede obtener adicionalmente el pago de una tasa de interés que
permite que los ahorros se incrementen.

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AHORRAR VS. INVERTIR
Ahorrar es separar una porción de dinero para usarlo en el futuro, no gastarlo ni
consumirlo hoy.

Invertir es destinar dinero (por ejemplo, los ahorros) a instrumentos que puedan
generar alguna ganancia o rendimiento a cambio de asumir un riesgo. A esta ganancia
la llamamos interés.

Ahorrar nos permite alcanzar objetivos a corto y mediano plazo. Por lo general las
cuentas bancarias tienen rendimientos menores que las inversiones (por ejemplo, una
caja de ahorros paga mucho menos tasa de interés que un depósito a plazo fijo)
mientras que las inversiones tienen mayores rendimientos y, por ende, muchas veces
son utilizadas para alcanzar los objetivos de largo plazo a costa de asumir mayores
riesgos.

PLANIFICACIÓN FINANCIERA Y ELABORACIÓN


DE UN PRESUPUESTO FAMILIAR
Para realizar una correcta y eficaz planificación de nuestras finanzas familiares y
personales debemos aprender a presupuestar.

El presupuesto como instrumento de planificación nos brinda una relación


detallada de la previsión de ingresos y gastos que tendremos durante un período de
tiempo determinado. Por tanto, el presupuesto lo vamos a elaborar antes que se
produzcan estos ingresos y gastos. Así, si queremos elaborar un presupuesto para un
determinado mes, lo confeccionaremos el mes anterior mediante una estimación de
los ingresos y gastos que prevemos se producirán en el mes siguiente.

Para armar un presupuesto es fundamental anotar todos los ingresos que vamos a
recibir y todos los gastos que suponemos vamos a realizar. Se puede hacer en una
hoja de Excel, en una hoja de papel, o utilizar alguna aplicación para celular que
permita hacer estos registros. A medida que vamos haciendo nuestro presupuesto,
vamos encontrando el método que mejor se adecúa a nuestras necesidades.

Los datos de ingresos y gastos pueden agregarse al presupuesto diariamente o de


manera mensual, sin olvidarnos de anotar nada, ajustando los gastos a medida que
transcurre el mes en caso de ser necesario.

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Para realizarlo es conveniente guardar todos los comprobantes para no olvidar el
ingreso o el gasto que debemos anotar (facturas, recibos, detalle bancario, notas, etc).
Una alternativa útil es ir registrando en un anotador (de papel o el del celular) los
gastos en el momento en que lo realizamos.

Cuando ya hemos confeccionado nuestro presupuesto mensual, y ya hemos hecho


el seguimiento de lo que teníamos previsto ganar y gastar, podemos analizar nuestras
finanzas personales.

¿CÓMO ELABORAMOS UN PRESUPUESTO?


Según la propuesta de Martínez y otros (s.f.), para elaborar un presupuesto en primer
lugar debemos identificar los ingresos y los gastos. Si bien existen una gran cantidad de
apps y softwares que nos pueden facilitar esta tarea, una de las formas más práctica de

¿Para qué sirve el presupuesto?


Saber en qué gastamos el dinero.

Priorizar nuestros gastos.

Separar una cantidad de dinero todos los meses para ahorrar.

Reservar un fondo para posibles emergencias o imprevistos.

Poder hacer previsiones y estimaciones futuras.

Ajustar los gastos a los ingresos. ¿Ahorramos todos los meses o gastamos todos
nuestros ingresos?

hacerlo es a través de Excel.

No debemos olvidar que todos los ingresos y gastos deben corresponder al mismo

Antes de elaborar nuestro presupuesto debemos hacernos las siguientes


preguntas:

¿Conocemos con exactitud nuestros ingresos y gastos de cada mes?

¿Sabemos en qué gastamos cada peso de nuestros ingresos?

¿Ahorramos todos los meses o gastamos todos nuestros ingresos?

Supongamos que tuviéramos un gasto adicional o no habitual como por ejemplo


un regalo de cumpleaños a un amigo, ¿contamos con una reserva de dinero
para estas situaciones o cualquier imprevisto que pudiera surgir?

¿Nos gastamos todos los ingresos del mes rápidamente?

período de tiempo. Es decir, si tomamos ingresos y gastos mensuales, aquellos gastos


que sólo hacemos una vez al año (un regalo a nuestros padres para su cumpleaños, por
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ejemplo) tendríamos que dividirlos entre los doce meses. Si de algunos gastos no
conocemos las cantidades exactas utilizaremos cantidades estimadas, pero luego
deberemos ajustarlas a la realidad.

A continuación, te mostramos un modelo de plantilla de presupuesto:

FECHA CONCEPTO INGRESOS/EGRESOS SALDO

Ingresos: empezaremos por hacer una lista de todas las entradas de


dinero. La más importante podría ser el dinero que nos dan a la semana
o al mes. También algunas propinas provenientes de alguno de nuestros
familiares o regalos en efectivo por nuestro cumpleaños.

Egresos: los gastos son todas las salidas de dinero. Para saber realmente
en qué situación estamos, hay que incluir todos los gastos actuales, por
muy pequeños que sean. Sin olvidar otros eventos como regalos de
cumpleaños, viajes, etc.

Un experimento muy interesante consiste en anotar en una hoja todos los gastos que
tengamos, por pequeños que sean, durante un mes. El resultado, seguramente, nos
sorprenderá.

Una vez que tengamos una estimación confiable de nuestra situación financiera,
podemos continuar con la siguiente etapa de nuestro presupuesto. Si bien para muchas
personas y familias los ingresos mensuales son relativamente estables y constantes, los
gastos son variables. Unos meses se gasta menos y al final hay algo de ahorro. Otros
meses, los gastos son mayores que los ingresos y se recurre al ahorro de meses anteriores
para pagarlos.

Los problemas surgen cuando hay varios meses seguidos en los que los gastos superan
a los ingresos. Entonces se agotan los ahorros y no hay más remedio que pedir dinero
prestado para atender a los pagos. En realidad, es aconsejable que nuestros gastos no

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superen el 90% de los ingresos, para poder ahorrar, como mínimo, el 10% restante cada
mes. Este 10% lo podemos destinar a crear un fondo para emergencias o imprevistos y a
guardarlo para comprar algún bien que nos interese. Sin ahorro, nada de esto es posible
y sin ahorro nunca tendremos el control sobre nuestra situación financiera.

Evidentemente, cuanto más ahorremos, antes lograremos nuestros objetivos


financieros, contaremos con más opciones de inversión y dispondremos de mayor control
sobre nuestra vida y nuestro futuro. Así pues, continuando con la propuesta de Martínez
y otros (s.f.) es conveniente ajustar nuestro presupuesto, tanto si tenemos problemas
para llegar a fin de mes como si queremos ahorrar un poco más. Para ello, sólo hay dos
opciones: aumentar los ingresos o reducir los gastos. Las posibilidades para aumentar
los ingresos suelen ser limitadas. Generalmente es más difícil aumentar los ingresos, por
lo tanto, tendremos que reducir los gastos.

El ahorro como gasto fijo obligatorio


Ya se ha mencionado la importancia del ahorro para lograr nuestros deseos y el
objetivo de guardar cada mes, al menos, el 10% de los ingresos. La mejor forma de
lograrlo es incorporando dentro de los gastos fijos obligatorios del presupuesto,
asumiendo de esta forma la obligación de pagarse a uno mismo una cantidad fija
cada mes antes de anotar otros gastos no obligatorios.
No obstante, si después de realizar todos los recortes posibles el presupuesto
sigue siendo demasiado ajustado para permitirnos esta cantidad de ahorro
mensual, no hay que desesperarse, podemos poner de momento una cantidad
menor.
Es importante que encontremos la forma de incorporar el ahorro sistemático, por
pequeño que sea, a nuestra manera de vivir.

ELABORAR, APLICAR Y REVISAR EL NUEVO PRESUPUESTO


En la elaboración del presupuesto el objetivo es que nuestros ingresos cubran todos
nuestros gastos. Una vez identificados los recortes necesarios para conseguirlo,
confeccionaremos el presupuesto con el compromiso, eso sí, de cumplirlo.

Para cumplir el presupuesto debemos controlar los gastos para no excedernos de lo


presupuestado. Las cantidades apartadas para ciertos gastos posiblemente no resulten
realistas, o a lo mejor el gasto en otros conceptos es menor de lo que se pensaba. Es
normal revisar varias veces el presupuesto para que se ajuste a la realidad con objetivos
alcanzables.

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