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DESCUBRIENDO EL DINERO
El dinero tiene su historia. El hombre, desde tiempos remotos, ideó sistemas para
darle valor a las cosas y poder intercambiarlas. Primero se utilizó el truque, que es el
intercambio directo de bienes y servicios, sin mediar la intervención de dinero.
Como el comercio siguió en crecimiento, esta modalidad no fue suficiente, por lo
que se tomó la determinación de adoptar ciertos productos que fueran aceptados
como unidad de cambio y medida de valor y que a su vez se pudieran utilizar para el
consumo final (como el ganado), surgiendo así el dinero mercancía.
Como las monedas eran pesadas y había que transportarlas, se hacía un poco
complicado su manejo. Además, existía el riesgo de que fueran robadas. Así fue que
nacieron los billetes, como una forma de recibo que se daba para intercambiar
objetos. El primero en utilizar billetes fue el emperador mongol, Kubali Kan en el siglo
XI.
El uso del billete continuó expandiéndose. En sus inicios, los billetes eran
certificados sobre la existencia de un depósito de oro en un banco. Pero a finales del
siglo XVI, cuando el público empezó a utilizarlo para saldar deudas y realizar pagos,
los bancos emitieron certificados por cantidades fijas, naciendo así el tipo de dinero
fiduciario: las monedas y billetes fiduciarios no basan su valor en la existencia de una
contrapartida en oro, plata o cualquier otro metal noble o valores, ni en su valor
intrínseco, sino simplemente en su declaración como dinero por el Estado y también
en el crédito y la confianza (la fe en su futura aceptación) que inspira. Sin esta
declaración, la moneda no tendría ningún valor.
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La necesidad cada vez más creciente de especies monetarias le fue mermando
respaldo metálico al papel moneda, hasta hacerlo desaparecer completamente y
quedar solo los billetes como símbolo de papel moneda.
El billete dio paso al dinero bancario, “el cheque”, y aparece luego el dinero plástico
a través de las tarjetas de crédito o débito.
La última evolución del dinero son las criptomonedas, que son medios digitales de
intercambio. Se trata de una moneda virtual que utiliza un cifrado digital en sus
operaciones, como las transferencias de dinero o el pago de un determinado producto
o servicio. La primera criptomoneda, y la más popular por ahora, son los Bitcoin, en
funcionamiento desde 2009 (Blog Caixa Bankia, 2016).
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La crisis obligó a instaurar el control de cambios y otras medidas de intervención
estatal.
El BCRA se encuentra con nuevas tareas que emergen de esa liberalización de las
tasas de interés, así como del ingreso masivo de nuevas entidades al sistema bancario
bajo una nueva Ley de Entidades Financieras (aprobada en 1977).
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Con el restablecimiento de los gobiernos democráticos en 1983, y luego de un breve
período hasta 1987 de políticas monetarias activas bajo algunas restricciones a los
movimientos especulativos de capitales, en 1992 el plan de convertibilidad radicaliza aún
más la política de liberalización iniciada en 1976.
En muchos países se han utilizado distintos bienes para sustituir algunas de las
funciones del dinero oficial, por ejemplo, a la función de depósitos de valor.
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CLASES DE DINERO
El dinero hoy en día tiene diferentes formas. Una de las principales formas en las
que se puede clasificar éste es en 3 categorías: Dinero Material, Dinero Crediticio, y
finalmente el Dinero Fiduciario. Las 3 formas de dinero poseen valor y de hecho son
equivalentes, su única diferencia es el modo en que se manejan y por ende el propósito
de los mismos.
El dinero material es aquel que existe de forma física, y puede consistir en objetos
de valor como son los metales (oro, plata y cobre).
El dinero crediticio es un dinero que físicamente no vemos y se emplea para hacer
pagos diferidos. Usualmente el dinero crediticio es ofertado por bancos, y nos
permite adquirir productos que van más allá del dinero material que disponemos
en ese momento. Acto seguido el comprador adquiere una deuda (crédito) que
deberá estar pagando de forma diferida durante los próximos meses o incluso
años.
El dinero fiduciario es el que se basa en la fe o confianza de la comunidad, es
decir, que no se respalda por metales preciosos ni nada que no sea una promesa
de pago por parte de la entidad emisora.
Medio de cambio
El dinero es eso que obtenemos a cambio de nuestro talento (o nuestras horas
de trabajo), de los bienes que producimos o tenemos. Y es eso que usamos para
cambiar por otros talentos (u horas de trabajo ajenas) o bienes que no producimos o
no tenemos y que necesitamos para vivir o queremos porque nos hacen más felices.
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Nuestro talento, o nuestras horas de trabajo, y los bienes que poseemos tienen
un valor en dinero (independientemente de lo que valen para nosotros). Y todo lo que
necesitamos para vivir o queremos también tiene precio. Si comparamos precios,
vamos a poder medir la relación a la que se cambia lo que yo valgo (o lo que vale lo
que produzco o tengo) en relación con lo que vale todo lo que quiero. Siguien do con
las definiciones que podríamos encontrar en cualquier fotocopia de Economía del
CBC, el dinero funciona como “unidad de cuenta”.
Marx en El capital le da una vuelta un poco más abstracta y habla del dinero como
“equivalente general”, porque las cosas no expresan lo que valen por sí mismas, sino
que necesitan el dinero para decir cuánto valen. En términos cotidianos, el dinero nos
permite poner un precio numérico que es comparable a la infinidad de cosas que
pueden ser adquiridas con él, lo que facilita medir de forma indirecta la relación de lo
que valen las cosas. Un mes de trabajo puede valer 13.600 pesos; una notebook, 8.000
pesos; un mes de alquiler, 5.000 pesos; la cuota del gimnasio, 500 pesos; un libro, 330
pesos; un pote de queso untable, 40 pesos. Es el precio el que nos permitiría saber
cuántas notebooks, meses de alquiler, cuotas de gimnasio, libros o potes de queso
untable valemos, porque podemos hacer la cuenta usando la misma unidad de medida
en la que se expresan todos los precios.
Guardar valor
En circunstancias normales, si decidimos no cambiar el dinero que recibimos por
otra cosa, podemos mantenerlo y de esa forma usarlo como “reserva de valor” para
más adelante o para acumularlo a lo largo de varios períodos (convirtiéndolo en
ahorros). En un ejemplo extremo, si decidimos usar de nuestro sueldo lo mínimo
indispensable para vivir comiendo arroz durante 12 meses y quedarnos con el dinero,
a fin de año tendremos una cantidad de valor que podría ser cambiada por todo lo
que no consumimos o cualquier otro bien equivalente (una bicicleta plegable, un aire
acondicionado o el presupuesto de un viaje al extranjero).
- Ser fungible: una unidad del objeto que funciona como dinero puede ser
perfectamente cambiada por otra unidad de ese mismo objeto y valer lo
mismo (un billete roto, por ejemplo, no es fungible).
- Ser divisible: lo que funcione como dinero debería poder ser dividido en
unidades de medida más chicas (un peso es divisible en centavos).
- Ser aceptado: el objeto que usemos como dinero necesariamente tiene que
servir para pagar cualquier transacción (los Patacones o Lecops1 no tuvieron
este requisito, aunque estuvieron muy cerca).
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- Ser durable: si el objeto que se utiliza como dinero se desgasta por su uso
frecuente no sería del todo útil (por eso muchos países pasan del billete de
papel al que parece de plástico).
- Ser portátil: los usuarios van a necesitar algo que sea transportable con
facilidad y sencillo de transferir (el oro puede ser muy útil, pero transferirlo de
una punta del planeta a la otra es bastante costoso).
- Ser uniforme: todas las versiones de la misma denominación deben mantener
el mismo poder de compra (una serie de billetes con diseño que sale de
circulación ya deja de ser dinero).
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GASTOS: NECESIDADES Y DESEOS
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Gastos obligatorios: son aquellos gastos que tenemos que pagar sin falta. Son,
por tanto, gastos que tenemos que pagar obligatoriamente y cuyos valores
difícilmente podremos modificar. Si este tipo de gastos no los pagamos dentro de
los plazos establecidos, nos aplicarán gastos adicionales de demora, aumentando
cada vez más nuestra deuda y la cantidad a pagar, o tendremos que afrontar en
casos extremos juicios y demandas, con sus correspondientes costos.
Gastos necesarios: son gastos necesarios para vivir, pero que podemos reducir
si hacemos un uso racional del consumo. Como estos gastos son necesarios,
normalmente sólo podemos reducirlos haciendo pequeños recortes. Un poco
aquí, un poco allá: es el ahorro típico de la hormiguita.
Gastos que respondan a gustos: son todos aquellos gastos que realizamos
para cosas que nos gustan, pero que no son imprescindibles. Todos podemos
descubrir gastos superfluos que realmente no añaden mucho a nuestra calidad
de vida, y que reducen el dinero que podríamos utilizar para otros fines más
productivos. Nos puede sorprender el valor de la cantidad de cosas que
compramos que no son necesarias y que luego, además, no solemos utilizar.
Cuando hay que recortar gastos, éstos deben ser los primeros en reducirse o
eliminar.
Hay un tipo de gasto que debemos tener en cuenta y vigilar: los gastos
hormiga. Son aquellos de escaso monto, que prácticamente pasan
desapercibidos, pero que, si los sumamos, a fin de mes, representan una
gran cantidad de dinero (golosinas o gaseosas, por ejemplo).
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MÓDULO 2
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EL DINERO Y EL AHORRO
El ahorro es la parte de los ingresos que no se usa en el consumo: del dinero que
ingresa, es la porción que no se gasta
Alcanzar metas de corto plazo, como comprar bienes y servicios más costosos
(por ejemplo, una computadora, una heladera, un celular, zapatillas, irse de
vacaciones) o de más largo plazo, como comprar una vivienda o un automóvil.
Los ahorros pueden provenir de guardar una parte de los ingresos o bien de reducir
o racionalizar los gastos. En períodos de tiempo más cortos, es más fácil controlar los
gastos que los ingresos, debido a que los ingresos suelen ser más previsibles y difíciles
de cambiar de un día para otro. En cambio, los gastos son una variable que se puede
controlar más fácilmente. Por ejemplo, se puede consumir menos o, lo que es mejor,
consumir lo mismo, pero más barato, investigando y comparando todas las opciones
posibles.
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ingresos todos los meses. Más allá del número concreto, lo más importante es adquirir
el hábito del ahorro y recordar que el ahorro no es una cuestión de sacrificio, y que
se ahorra para cumplir con los objetivos concretos que tenga la persona.
Pero volvamos un paso atrás, ¿por qué deberías ahorrar? A fin de cuentas, nadie
sabe con exactitud qué pasará mañana, y privarse de consumir hoy podría traerte
algunas dificultades. ¿Por qué alguien elegiría sacrificar su consumo hoy?
Esencialmente, porque ahorrar permite poder cumplir objetivos y metas en el futuro,
a la par de que incentiva el crecimiento económico y el bienestar de la sociedad.
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Además de este motivo, a nivel individual el ahorro te permite:
APRENDIENDO A AHORRAR
Siguiendo la guía del BCRA para el ahorro, se deben seguir los 5 pasos que se
encuentran a continuación:
Para armar el presupuesto es preciso registrar todos los ingresos que vamos teniendo
y proyectar los ingresos y gastos, en base a lo que observamos y lo que esperamos
que ocurra a futuro.
Es importante saber para qué queremos ahorrar y calcular cuánto tiempo tomará
alcanzar los objetivos que nos proponemos. Con una meta es más fácil.
Saber elegir para cumplir con nuestras metas es un gran desafío, ¡pero si lo superamos
tenemos gran parte del asunto resuelto! Por eso es importante prestar atención a la
toma de decisiones. ¡Cambios pequeños, casi invisibles, nos pueden ayudar mucho!
Para facilitar el hábito de ahorro y el registro de gastos e ingresos, dentro del sistema
financiero podemos usar las alternativas que nos permiten ahorrar desde chicos.
En algunos casos, permiten también usar medios de pago asociados a las cuentas
bancarias como las tarjetas de débito, ir familiarizándonos con los cajeros
automáticos y comprar por internet o con el teléfono celular.
Ciertas cuentas bancarias también funcionan como una inversión, que permite cuidar
los ahorros de la inflación y disponer de ese dinero cuando cumplimos 18 años. En
algunos casos se puede obtener adicionalmente el pago de una tasa de interés que
permite que los ahorros se incrementen.
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AHORRAR VS. INVERTIR
Ahorrar es separar una porción de dinero para usarlo en el futuro, no gastarlo ni
consumirlo hoy.
Invertir es destinar dinero (por ejemplo, los ahorros) a instrumentos que puedan
generar alguna ganancia o rendimiento a cambio de asumir un riesgo. A esta ganancia
la llamamos interés.
Ahorrar nos permite alcanzar objetivos a corto y mediano plazo. Por lo general las
cuentas bancarias tienen rendimientos menores que las inversiones (por ejemplo, una
caja de ahorros paga mucho menos tasa de interés que un depósito a plazo fijo)
mientras que las inversiones tienen mayores rendimientos y, por ende, muchas veces
son utilizadas para alcanzar los objetivos de largo plazo a costa de asumir mayores
riesgos.
Para armar un presupuesto es fundamental anotar todos los ingresos que vamos a
recibir y todos los gastos que suponemos vamos a realizar. Se puede hacer en una
hoja de Excel, en una hoja de papel, o utilizar alguna aplicación para celular que
permita hacer estos registros. A medida que vamos haciendo nuestro presupuesto,
vamos encontrando el método que mejor se adecúa a nuestras necesidades.
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Para realizarlo es conveniente guardar todos los comprobantes para no olvidar el
ingreso o el gasto que debemos anotar (facturas, recibos, detalle bancario, notas, etc).
Una alternativa útil es ir registrando en un anotador (de papel o el del celular) los
gastos en el momento en que lo realizamos.
Ajustar los gastos a los ingresos. ¿Ahorramos todos los meses o gastamos todos
nuestros ingresos?
No debemos olvidar que todos los ingresos y gastos deben corresponder al mismo
Egresos: los gastos son todas las salidas de dinero. Para saber realmente
en qué situación estamos, hay que incluir todos los gastos actuales, por
muy pequeños que sean. Sin olvidar otros eventos como regalos de
cumpleaños, viajes, etc.
Un experimento muy interesante consiste en anotar en una hoja todos los gastos que
tengamos, por pequeños que sean, durante un mes. El resultado, seguramente, nos
sorprenderá.
Una vez que tengamos una estimación confiable de nuestra situación financiera,
podemos continuar con la siguiente etapa de nuestro presupuesto. Si bien para muchas
personas y familias los ingresos mensuales son relativamente estables y constantes, los
gastos son variables. Unos meses se gasta menos y al final hay algo de ahorro. Otros
meses, los gastos son mayores que los ingresos y se recurre al ahorro de meses anteriores
para pagarlos.
Los problemas surgen cuando hay varios meses seguidos en los que los gastos superan
a los ingresos. Entonces se agotan los ahorros y no hay más remedio que pedir dinero
prestado para atender a los pagos. En realidad, es aconsejable que nuestros gastos no
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superen el 90% de los ingresos, para poder ahorrar, como mínimo, el 10% restante cada
mes. Este 10% lo podemos destinar a crear un fondo para emergencias o imprevistos y a
guardarlo para comprar algún bien que nos interese. Sin ahorro, nada de esto es posible
y sin ahorro nunca tendremos el control sobre nuestra situación financiera.
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Bibliografía consultada
Blog de Caixa Bank (s.f). Historia del dinero: del trueque a las
criptomonedas. https://www.blogbankia.es/es/blog/historia -del-
dinero-del-trueque-a-las-criptomonedas.html
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Ley Nacional de defensa al Consumidor – Sancionada 22/09/1993 y
sus modificatorias.
Tooke, T. (2015). “80 años del BCRA: el contexto histórico y teórico que
llevó a su creación”. Banco Central de la República Argentina.
Trotta, M.L Y Cr. Medrano, H. (2015). “Composición del sistema
financiero argentino”. ABAPPRA. BCRA.
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