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Había una vez un pequeño astronauta llamado Bob que siempre había soñado

con viajar al espacio. Un día, su sueño se hizo realidad y fue seleccionado para
formar parte de una misión espacial a la luna.

Bob estaba muy emocionado por su aventura espacial y se preparó con mucho
esfuerzo y dedicación. Después de meses de entrenamiento, finalmente llegó el
día del lanzamiento. Bob subió a su nave espacial y despegó hacia el espacio.

Después de un largo viaje, Bob finalmente llegó a la luna. Era una vista
impresionante, con cráteres y rocas por todas partes. Pero lo que más llamó la
atención de Bob fue una hermosa estrella que brillaba en la distancia.

Bob decidió explorar la luna y se aventuró hacia la estrella. La estrella parecía


estar cada vez más cerca, pero Bob se dio cuenta de que se estaba moviendo
más rápido de lo que él podía seguir. Entonces, tuvo una idea.

Bob sacó su mochila propulsora y la encendió. La mochila lo llevó rápidamente


hacia la estrella. Cuando llegó, se dio cuenta de que la estrella no era una estrella
en absoluto, sino una hermosa flor espacial. Bob se maravilló ante la flor y decidió
recoger una para llevarla de regreso a la Tierra como recuerdo de su aventura.

Bob regresó a la Tierra como un héroe, habiendo encontrado y traído de vuelta


una hermosa flor espacial. Todos en la Tierra se maravillaron con la flor y Bob se
convirtió en un astronauta muy famoso.

Desde ese día en adelante, Bob siempre recordaría su aventura en la luna y la flor
que encontró allí. Y cada vez que miraba al cielo nocturno, recordaba la belleza y
la emoción de viajar al espacio.

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