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La ley de 1934 establece que si una persona fallece sin testamento, el 50% de su herencia se distribuye entre su cónyuge, hijos y nietos, mientras que el otro 50% puede ser asignado libremente por el testador a cualquier heredero de su elección a través de un testamento.
La ley de 1934 establece que si una persona fallece sin testamento, el 50% de su herencia se distribuye entre su cónyuge, hijos y nietos, mientras que el otro 50% puede ser asignado libremente por el testador a cualquier heredero de su elección a través de un testamento.
La ley de 1934 establece que si una persona fallece sin testamento, el 50% de su herencia se distribuye entre su cónyuge, hijos y nietos, mientras que el otro 50% puede ser asignado libremente por el testador a cualquier heredero de su elección a través de un testamento.