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CUARESMA

¿QUÉ SIGNIFICA EL MIÉRCOLES DE CENIZA?

El Tiempo de Cuaresma comienza con el Miércoles de


Ceniza. Este día tiene una liturgia peculiar y con un gran
sabor penitencial. Es bien conocida la actitud penitente
en los primeros siglos del cristianismo de hacer
penitencia pública vistiendo de saco y cubiertos de
ceniza. Hasta algún emperador romano llegó a hacerlo…

Con la ceniza se avanza en el camino de la humildad del


que sabe, o quiere entrar en ese conocimiento, criatura,,
mortal, pecador, y que, por tanto, no es Dios.
ORIGEN DE LA COSTUMBRE DE IMPOSICIÓN DE CENIZA EN LA CABEZA

Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando


hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza
como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida
con Dios.

En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir


el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían
ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos
con un «hábito penitencial«. Esto representaba su voluntad de
convertirse.

Con el tiempo la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para


todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia acostumbra poner
las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.
¿DE DÓNDE SE OBTIENEN LAS CENIZAS QUE SE IMPONEN EL MIÉRCOLES DE
CENIZA?

Estas cenizas no son cenizas cualquiera. Se hacen con los ramos que fueron
bendecidos el Domingo de Ramos anterior y que, por tanto, nos han
acompañado durante todo un año (más o menos). Es muy significativo este
gesto. Se queman los mismos ramos con los que aclamamos al Hijo de David, al
Bendito que viene en nombre del Señor, al Rey de Israel. Nos echamos las
cenizas de la gloria sobre nuestra cabeza.

La gloria de Jesús no consistía en entrar “triunfante y aclamado por el pueblo”


en Jerusalén sino en consumar su Misterio Pascual, para lo que había venido a
la tierra. Así, si queremos introducirnos en este camino de humildad y de
salvación, hemos de “sacrificar” nuestras propias glorias, no perdiéndolas sino
dándoselas a Dios.
¿Qué se dice mientras se imponen la ceniza en la cabeza?
La imposición de ceniza sobre una cabeza cabizbaja es signo de
humildad, de reconocer nuestros pecados y limitaciones. Este gesto,
acompañado de dos posibles invitaciones:
1.“Convertíos y creed en el Evangelio”
2.y “Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás”,
No es algo puramente exterior. Ha de ser la expresión del corazón
penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario
cuaresmal hacia la Cruz, pasando por purificar sus glorias para
alcanzar la gloria que nunca se acaba.
La ceniza es el comienzo del Tiempo de Cuaresma

La imposición de la ceniza, y por tanto el inicio del Tiempo de Cuaresma en la


Iglesia y en la propia vida del cristiano, no termina ahí. Es momento de
intensificar la lectura y meditación de la Palabra de Dios, de hacer más
oración, ayuno, obras de caridad, mortificación, de tomarnos más en serio las
implicaciones de nuestro Bautismo, de hacer penitencia por nuestros
pecados, confesarlos y enmendar nuestra vida… En definitiva, de que nos
convirtamos en un miembro bien dispuesto y preparado del Pueblo de Dios
que se dispone a celebrar la Pascua del Señor.

Pero no solo hay que preparase como comunidad, pues de nada sirve si no lo
hacemos personalmente. Nosotros, cada uno de nosotros, algún día
celebraremos de modo privilegiado y personal la Pascua cuando participemos
en el misterio de la Muerte y Resurrección del Señor con la nuestra propia.
¿CÓMO LO HAGO?

El papa Francisco nos invita a reflexionar esta Cuaresma sobre la


exhortación de san Pablo a los gálatas: «No nos cansemos de hacer el
bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su
debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad (kairós),
hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a).
Reflexión
La palabra de Dios nos exhorta en Gálatas capítulo 6 a no cansarnos
de hacer el bien a nuestro prójimo. También vemos reflejada una de
las muchas promesas del Señor para la vida de los que perseveran
en su obra.
En el mundo acostumbramos a hacer todo a cambio de algo,
siempre esperando una retribución por parte del otro, o que nos
agradezcan eternamente, cuando la realidad es que si alguna
sombra de bondad hay en nosotros no es más que por el Espíritu
Santo hablándonos al corazón y moviéndonos a ser bondadosos
con los demás.
Padre nuestro, que estás en el Cielo,
durante esta época de arrepentimiento,
ten misericordia de nosotros.
Con nuestra oración, nuestro ayuno y
nuestras buenas obras,
transforma nuestro egoísmo en generosidad.
Abre nuestros corazones a tu Palabra,
sana nuestras heridas del pecado,
ayúdanos a hacer el bien en este mundo.
Que transformemos la obscuridad
y el dolor en vida y alegría.
Concédenos estas cosas por Nuestro Señor
Jesucristo.
Amén.

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