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Miércoles de Ceniza: el inicio de la Cuaresma 2023

Por: Tere Valles / Luis Gutiérrez | Fuente: Catholic.net

La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es


pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo.

La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza. Es un tiempo de oración,


penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del
corazón.

Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:


 “Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de
la muerte a la vida”

 “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás"

 “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.


Origen de la costumbre

Antiguamente los judíos acostumbraban a cubrirse de ceniza cuando hacían algún


sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión
de su mala vida a una vida con Dios.

En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la
Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la
comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de
convertirse.

En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y
desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra a poner las cenizas al iniciar los 40 días de
penitencia y conversión.
Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos
de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.

También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el
Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.

La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y
que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo. Nos enseña que todo lo material que
tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo
vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que
hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.

Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de
querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.

Significado del carnaval al inicio de la Cuaresma

La palabra carnaval significa adiós a la carne y su origen se remonta a los tiempos


antiguos en los que por falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos
tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos
los productos que no se podían consumir durante ese período (no sólo carne, sino
también leche, huevo, etc.)

Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al


miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se
consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la
cuaresma.

Muy pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un


pretexto para organizar grandes comilonas y para realizar también todos los actos
de los cuales se "arrepentirían" durante la cuaresma, enmarcados por una serie de
festejos y desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma
exagerada, tal como sigue sucediendo en la actualidad en los carnavales de
algunas ciudades, como en Río de Janeiro o Nuevo Orleans.

El ayuno y la abstinencia

El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La


abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años.
El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer
carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle
que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.

La oración
La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para
poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos,
abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que
sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la
dulce y amorosa exigencia de su voluntad.

Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:

La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando la
atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior.
La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible.
Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos
poner en presencia de Dios.
La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir
oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él;
nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos
decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro
corazón porque a Dios no se le puede engañar.

El sacrificio

Al hacer sacrificios (cuyo significado es "hacer sagradas las cosas"), debemos hacerlos con
alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión
y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio
desde el cielo y es el que nos va a recompensar. “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes,
como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en
verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava
tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y
tu padre que ve en lo secreto, te recompensará.

Conclusión

Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello
tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de
penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para
acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de
Resurrección.

Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a donde vamos, de analizar
cómo es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que
nos rodean.

En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en


adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y
acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación (también llamado
confesión), que como su nombre mismo nos dice, representa reconciliarnos con Dios y sin
reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle
adecuadamente.

Está Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de


nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.

El arrepentimiento debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido (como
decimos en el Yo Pecador: en pensamiento, palabra, obra y omisión), no las debimos
realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.

La confesión de nuestros pecados.- el arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no


las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la
absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión.

La penitencia que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos imponga el
sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación, pero debemos continuar con la oración,
que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno, que además del que manda la
Iglesia en determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes satisfactores con la
intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.

Y finalmente la Conversión que como hemos dicho es ir hacia delante, es el seguimiento a


Jesús.

Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de


perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño.
Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón, recordemos
como decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin meditar en su
significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes tenemos que haber
perdonado sinceramente a los demás.

Y terminemos recorriendo al revés nuestra frase inicial, diciendo que debemos escuchar y
leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, siguiendo las
palabras del Evangelio y evangelizando, es decir transmitiendo su mensaje con nuestras
acciones y nuestras palabras.

Sugerencias para vivir la fiesta


 Asistir a la iglesia a ponerse ceniza con la actitud de conversión que
debemos tener.
 Leer la parábola del hijo pródigo, San Lucas 15, 11-32 o el texto
evangélico de San Mateo 6, 1-8.
Ascesis cuaresmal, un camino sinodal

 Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma


2023.

Por: Papa Francisco | Fuente: Vatican.Va

 Queridos hermanos y hermanas:


 Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas concuerdan al relatar el
episodio de la Transfiguración de Jesús. En este acontecimiento vemos
la respuesta que el Señor dio a sus discípulos cuando estos
manifestaron incomprensión hacia Él. De hecho, poco tiempo antes se
había producido un auténtico enfrentamiento entre el Maestro y Simón
Pedro, quien, tras profesar su fe en Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios,
rechazó su anuncio de la pasión y de la cruz. Jesús lo reprendió
enérgicamente: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un
obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los
hombres» (Mt 16,23). Y «seis días después, Jesús tomó a Pedro, a
Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado»
(Mt 17,1).
 El evangelio de la Transfiguración se proclama cada año en el segundo
domingo de Cuaresma. En efecto, en este tiempo litúrgico el Señor nos
toma consigo y nos lleva a un lugar apartado. Aun cuando nuestros
compromisos diarios nos obliguen a permanecer allí donde nos
encontramos habitualmente, viviendo una cotidianidad a menudo
repetitiva y a veces aburrida, en Cuaresma se nos invita a “subir a un
monte elevado” junto con Jesús, para vivir con el Pueblo santo de Dios
una experiencia particular de ascesis.
 La ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia,
para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a
Jesús en el camino de la cruz. Era precisamente lo que necesitaban
Pedro y los demás discípulos. Para profundizar nuestro conocimiento
del Maestro, para comprender y acoger plenamente el misterio de la
salvación divina, realizada en el don total de sí por amor, debemos
dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos
de las mediocridades y de las vanidades. Es necesario ponerse en
camino, un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y
concentración, como una excursión por la montaña. Estos requisitos
también son importantes para el camino sinodal que, como Iglesia, nos
hemos comprometido a realizar. Nos hará bien reflexionar sobre esta
relación que existe entre la ascesis cuaresmal y la experiencia sinodal.  
 En el “retiro” en el monte Tabor, Jesús llevó consigo a tres discípulos,
elegidos para ser testigos de un acontecimiento único. Quiso que esa
experiencia de gracia no fuera solitaria, sino compartida, como lo es, al
fin y al cabo, toda nuestra vida de fe. A Jesús hemos de seguirlo juntos.
Y juntos, como Iglesia peregrina en el tiempo, vivimos el año litúrgico y,
en él, la Cuaresma, caminando con los que el Señor ha puesto a nuestro
lado como compañeros de viaje. Análogamente al ascenso de Jesús y
sus discípulos al monte Tabor, podemos afirmar que nuestro camino
cuaresmal es “sinodal”, porque lo hacemos juntos por la misma senda,
discípulos del único Maestro. Sabemos, de hecho, que Él mismo es el
Camino y, por eso, tanto en el itinerario litúrgico como en el del Sínodo, la
Iglesia no hace sino entrar cada vez más plena y profundamente en el
misterio de Cristo Salvador.

 Y llegamos al momento culminante. Dice el Evangelio que Jesús «se


transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y
sus vestiduras se volvieron blancas como la luz» (Mt 17,2). Aquí está la
“cumbre”, la meta del camino. Al final de la subida, mientras estaban en
lo alto del monte con Jesús, a los tres discípulos se les concedió la
gracia de verle en su gloria, resplandeciente de luz sobrenatural. Una luz
que no procedía del exterior, sino que se irradiaba de Él mismo. La
belleza divina de esta visión fue incomparablemente mayor que
cualquier esfuerzo que los discípulos hubieran podido hacer para subir al
Tabor. Como en cualquier excursión exigente de montaña, a medida que
se asciende es necesario mantener la mirada fija en el sendero; pero el
maravilloso panorama que se revela al final, sorprende y hace que valga
la pena. También el proceso sinodal parece a menudo un camino arduo,
lo que a veces nos puede desalentar. Pero lo que nos espera al final es
sin duda algo maravilloso y sorprendente, que nos ayudará a
comprender mejor la voluntad de Dios y nuestra misión al servicio de su
Reino.
 La experiencia de los discípulos en el monte Tabor se enriqueció aún
más cuando, junto a Jesús transfigurado, aparecieron Moisés y Elías,
que personifican respectivamente la Ley y los Profetas (cf. Mt 17,3). La
novedad de Cristo es el cumplimiento de la antigua Alianza y de las
promesas; es inseparable de la historia de Dios con su pueblo y revela su
sentido profundo. De manera similar, el camino sinodal está arraigado
en la tradición de la Iglesia y, al mismo tiempo, abierto a la novedad. La
tradición es fuente de inspiración para buscar nuevos caminos, evitando
las tentaciones opuestas del inmovilismo y de la experimentación
improvisada.
 El camino ascético cuaresmal, al igual que el sinodal, tiene como meta
una transfiguración personal y eclesial. Una transformación que, en
ambos casos, halla su modelo en la de Jesús y se realiza mediante la
gracia de su misterio pascual. Para que esta transfiguración pueda
realizarse en nosotros este año, quisiera proponer dos “caminos” a
seguir para ascender junto a Jesús y llegar con Él a la meta.
 El primero se refiere al imperativo que Dios Padre dirigió a los discípulos
en el Tabor, mientras contemplaban a Jesús transfigurado. La voz que
se oyó desde la nube dijo: «Escúchenlo» (Mt 17,5). Por tanto, la primera
indicación es muy clara: escuchar a Jesús. La Cuaresma es un tiempo
de gracia en la medida en que escuchamos a Aquel que nos habla. ¿Y
cómo nos habla? Ante todo, en la Palabra de Dios, que la Iglesia nos
ofrece en la liturgia. No dejemos que caiga en saco roto. Si no podemos
participar siempre en la Misa, meditemos las lecturas bíblicas de cada
día, incluso con la ayuda de internet. Además de hablarnos en las
Escrituras, el Señor lo hace a través de nuestros hermanos y hermanas,
especialmente en los rostros y en las historias de quienes necesitan
ayuda. Pero quisiera añadir también otro aspecto, muy importante en el
proceso sinodal: el escuchar a Cristo pasa también por la escucha a
nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia; esa escucha recíproca que
en algunas fases es el objetivo principal, y que, de todos modos, siempre
es indispensable en el método y en el estilo de una Iglesia sinodal.
 Al escuchar la voz del Padre, «los discípulos cayeron con el rostro en
tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo:
“Levántense, no tengan miedo”. Cuando alzaron los ojos, no vieron a
nadie más que a Jesús solo» (Mt 17,6-8). He aquí la segunda indicación
para esta Cuaresma: no refugiarse en una religiosidad hecha de
acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo
a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus
contradicciones. La luz que Jesús muestra a los discípulos es un
adelanto de la gloria pascual y hacia ella debemos ir, siguiéndolo “a Él
solo”. La Cuaresma está orientada a la Pascua. El “retiro” no es un fin en
sí mismo, sino que nos prepara para vivir la pasión y la cruz con fe,
esperanza y amor, para llegar a la resurrección. De igual modo, el camino
sinodal no debe hacernos creer en la ilusión de que hemos llegado
cuando Dios nos concede la gracia de algunas experiencias fuertes de
comunión. También allí el Señor nos repite: «Levántense, no tengan
miedo». Bajemos a la llanura y que la gracia que hemos experimentado
nos sostenga para ser artesanos de la sinodalidad en la vida ordinaria de
nuestras comunidades.

 Queridos hermanos y hermanas, que el Espíritu Santo nos anime durante


esta Cuaresma en nuestra escalada con Jesús, para que
experimentemos su resplandor divino y así, fortalecidos en la fe,
prosigamos juntos el camino con Él, gloria de su pueblo y luz de las
naciones.
 Roma, San Juan de Letrán, 25 de enero de 2023, Fiesta de la Conversión
de san Pablo
 Francisco


 El camino cuaresmal es sinodal
 Es lo que aborda el Papa en su mensaje para la
Cuaresma 2023.

Por: Paolo Ondarza | Fuente: Vatican News


 Es una transfiguración, personal y eclesial, la meta del camino ascético
cuaresmal y, del mismo modo, del sinodal. Así lo subraya el Santo Padre
en su mensaje para la Cuaresma 2023, fechado el 25 de enero y
publicado hoy con el título “Ascesis cuaresmal, un camino sinodal”.
 En lo alto del monte
 El Papa se inspira en el episodio evangélico de la Transfiguración en el
monte Tabor:
 “En efecto, en este tiempo litúrgico el Señor nos toma consigo y nos lleva
a un lugar apartado. Aun cuando nuestros compromisos diarios nos
obliguen a permanecer allí donde nos encontramos habitualmente,
viviendo una cotidianidad a menudo repetitiva y a veces aburrida, en
Cuaresma se nos invita a ‘subir a un monte elevado’ junto con Jesús, para
vivir con el Pueblo santo de Dios una experiencia particular de ascesis”
 Como una excursión de montaña

 En esta ascesis acompañada de la Gracia superamos nuestras


resistencias a seguir a Jesús. El Pontífice escribe que “debemos
dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos
de las mediocridades y de las vanidades".
 “Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere
esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la montaña”
 Juntos
 Jesús lleva a tres discípulos al Tabor: " A Jesús hemos de seguirlo
juntos", subraya Francisco. Al final de la subida, a los tres discípulos les
es dado verlo resplandecer con luz sobrenatural. “Como en cualquier
excursión exigente de montaña, a medida que se asciende es necesario
mantener la mirada fija en el sendero; pero el maravilloso panorama que
se revela al final, sorprende y hace que valga la pena”.
 “También el proceso sinodal parece a menudo un camino arduo, lo que a
veces nos puede desalentar. Pero lo que nos espera al final es sin duda
algo maravilloso y sorprendente, que nos ayudará a comprender mejor la
voluntad de Dios y nuestra misión al servicio de su Reino”
 Tradición y novedad
 Moisés y Elías, personificaciones de la Ley y de los Profetas, aparecen
junto a Jesús en el monte Tabor. “La novedad de Cristo – explica el Papa
– es el cumplimiento de la antigua Alianza y de las promesas; es
inseparable de la historia de Dios con su pueblo y revela su sentido
profundo".
 “De manera similar, el camino sinodal está arraigado en la tradición de la
Iglesia y, al mismo tiempo, abierto a la novedad. La tradición es fuente de
inspiración para buscar nuevos caminos, evitando las tentaciones
opuestas del inmovilismo y de la experimentación improvisada”
 Los dos senderos
 Hay dos senderos sugeridos por Francisco para "subir junto a Jesús y
con Él llegar a la meta: Escucharlo y afrontar la realidad con sus luchas
cotidianas, sus dificultades y contradicciones". Jesús, explica el
Pontífice, habla en la Palabra de Dios que la Iglesia ofrece en la Liturgia.
Y sugiere:
 “No dejemos que caiga en saco roto. Si no podemos participar siempre en
la Misa, meditemos las lecturas bíblicas de cada día, incluso con la ayuda
de internet”
 Pero Jesús habla también en los más necesitados, como en los
hermanos y hermanas de la Iglesia: escucharse unos a otros es "el estilo
de una Iglesia sinodal".
 Por eso, el Papa advierte contra el refugiarse en una religiosidad hecha
de acontecimientos extraordinarios con la recomendación de "no
engañarnos pensando que hemos llegado al camino sinodal cuando
Dios nos regala algunas experiencias fuertes de comunión":
 “Bajemos a la llanura y que la gracia que hemos experimentado nos
sostenga para ser artesanos de la sinodalidad en la vida ordinaria de
nuestras comunidades”.

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