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EL PRIMER AMOR

JAMÁS SE OLVIDA
El día lucía pintoresco, las nubes jugueteaban al compás del
sol, una Ráfaga de viento se escuchó en la ventana de Lucía,
quién mirándose fijamente al espejo se proyectaba como la
novia más hermosa del pueblo.
— vos haceme caso pueblerino, te daré mucha plata, para que
dejes a mi hija en paz, no me cabe en la cabeza, cómo le hizo
caso ella un pibe como tú, andas a saber tus mañas.
Alejandro suplicó, imploró, juró que Lucía era el amor de su
vida, pidió una oportunidad para demostrarlo, pero el padre de
Lucía era un hombre muy corajudo y le dijo esto último: —bobo
¿queres quedar demorado? ¿sos sordo o sos mongólico? voy a
echarte ahora mismo de mi casa y de la vida de mi familia.
Lucía escondida detrás de un árbol, escuchó todo, sollozó y
maldijo su suerte, ellos se amaban, pero su padre no aceptaría
un negrito retobado por yierno, si ella se le revelaba, sería capaz
de estrellarlos a ambos contra la pared.
Nunca más supo de él, aprendió a vivir con su ausencia y se
prometió a sí misma, a los 17 años no volver amar a nadie más
con tal intensidad.

-Acá en mi corazón, a la noche te recordaré, yo sé que tú me


amas igual, que no buscas una mina de oro en mí, Alejandro.

Los años pasaron, un día llego al pueblo, un dotor bien vestido,


a leguas se le notaba la rayita bien prolijita en el pelo, a quien el
papá de Lucia luego luego invitó a su casa para darle la
bienvenida.

-Anda M'hija prepárale al dotor, un pebete de salame y queso,


fíjate si hay muzzarella, trae frituras y una coca; debemos
atender muy bien a la visita.

Fue así que con tantas visitas el dotor le propuso matrimonio a


Lucia y ella sin más remedio acepto. Para la gran boda se
compraron fetas de queso, postrecitos de chocolate y gaseosas.
Un Pibe preparó un montón de sanguches, a cada rato se
acomodaba la cofia que le detenían sus pelos rebeldes. El cana
pidió que todo estuviera Listo lo más pronto posible.

Mientras la boda estaba a punto de iniciar en la pensión del


pueblo llegaba un señor bien vestido, con un mate bien lavado,
que, en ese ranchito de chapas, todo destartalado, en donde la
única diversión se da los fines de semana, Cuando los
empleados se olvidan de las fojas y teclados, divirtiéndose en la
única cantina del Pueblo.

Todo indicaba que iba con el peso de los billetes en el bolsillo,


anda a saber cuánta plata traía Consigo.

A la boda iban llegando señoras con blusas de modal, Canas


con el pelo peinado al costado, con una raya bien prolijita.

De pronto Lucia reconoció, entre el gentío de la boda al mismo


negrito retobada del que alguna vez se enamoró, sintió que el
Sol le pisaba los hombros, se veía toda boba eran las 4 de la
tarde, santiagueña, pero ahora este señor llevaba consigo fojas,
se veía distinto, bien vestido, nadie lo reconoció, salvo ella.

-Don Julián, le presenta al licenciado López -dijo el presidente


municipal - señalando al negrito retobado. Don Julián se
apresuró a tenderle la mano, quitándose el sombrero, trayendo
consigo un puro que sacaba más humo que un montón de leña
junta.

El licenciado con su borcegui negro, lucia impecable, su rostro


liso como la porcelana, su cabello negro azabache y sus ojos
profundos hacían de él, algo misterioso.

Lucia con los rayos del sol y la presencia de Alejandro, empezó a


sentir mucho calor….

-No me digas niña que ahora mismo querés echarte una siesta,
el juez ya no tarda en llegar, anda retócate el maquillaje que hoy
más que nunca sos una reina. - dijo la nana.

Lucia suspiró y asintió, sabía que tenía que complacer a su


padre, sabía que aunque no quisiera, al dotor no tenía más
remedio que casarse, por ningún motivo podría cancelar aquella
boda, aunque ganas no le faltaban de Correr y hacerle mil
preguntas a Alejandro, el por qué no fueron valientes para
luchar por su amor hasta el final, quizá en ese instante, su
destino seria otro, ella Siempre soñó vivir un cuento de
princesas, en donde el príncipe siempre protege a la bien
amada, y viven felices por siempre. Mil preguntas chocaron en
su cabeza mientras intercambiaba miradas con Alejandro que
de repente desviaba la mirada.
-Hubiese llegado unos meses antes, licenciado, quizá el que se
estuviera casando ahorita con Lucia, seria usted dijo una de las
invitadas.

-No entiendo -respondió Alejandro

-Si Mire, todos en el pueblo sabemos que Don Julián hubiera


vendido a su hija al mejor postor, para unir sus fortunas y ser
el hombre más rico y poderoso de la región, pobre Lucia, ella no
tiene Voz ni voto siempre ha seguido las ordenes de su padre.

Antonio Se limitó a desviar la mirada del gentío, pues estaba a


punto de rodarle una lágrima por la mejilla.

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