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Al igual que cualquier otro producto, las mercancías peligrosas también necesitan ser transportadas de un lugar a
otro del planeta. Esto hace necesario disponer de sistemas y protocolos efectivos que permitan hacer el traslado de
la manera más segura posible.
Las partes más relevantes de los convenios SOLAS y MARPOL están incluidas en el Código Marítimo Internacional de
Mercancías Peligrosas (IMDG), lo que convierte a este Código en el instrumento legal para el transporte marítimo de
mercancías peligrosas y contaminantes marinos. A partir del 1 de enero de 2004, el Código IMDG se convirtió en un
requisito obligatorio.
Las siglas IMO hacen referencia a la Organización Marítima Internacional (International Maritime Organization) y
comprenden todos aquellos productos o mercancías que, debido a sus características particulares, necesitan un
traslado especial para evitar poner en riesgo la salud y/o seguridad de las personas.
Se trata, por tanto, de mercancía peligrosa que requiere de ciertas medidas de seguridad a la hora de manipularse,
almacenarse y transportarse. Este tipo de bienes, a su vez, se clasifican en 9 categorías diferentes, en función de sus
características y el grado de peligrosidad que supongan.
Clasificación IMO
Para todos los modos de transporte (marítimo, aéreo, ferroviario, por carretera y vías navegables interiores), la
clasificación de mercancías peligrosas, por tipo de riesgo involucrado, ha sido elaborada por el Comité de Expertos
de las NACIONES UNIDAS en Transporte de Mercancías Peligrosas (UN). De acuerdo a esta clasificación, las
mercancías peligrosas pueden clasificarse de la siguiente manera:
Clase 1: Explosivos.
En la categoría explosivos se encuentran todas aquellas mercancías que, por sus peculiaridades, pueden explotar,
provocar un incendio o salir proyectadas. Podrían considerarse mercancías explosivas los fuegos artificiales, los
detonadores, la munición y los cohetes, entre otros.
1.3: Sustancias y objetos con riesgo de incendio pero con escaso riesgo de
explosión en masa.
Clase 2: Gases
Dentro de la categoría gases podemos encontrar diferentes tipos: comprimidos licuados o refrigerados. Además de
esto, en función de sus características y peculiaridades, podemos clasificarlos en tóxicos, inflamables, comburentes o
asfixiantes, por lo que se subdividen de la siguiente forma:
2.1 Gases de carácter inflamable. Son gases que pueden inflamarse al entrar en contacto con fuentes de calor.
2.2 Gases de carácter no inflamable. Son gases que pueden provocar asfixia.
2.3 Gases de carácter tóxico. Pueden ser inflamables y/o corrosivos y se caracterizan por causar efectos graves en las
personas llegando, incluso, a provocar la muerte.
Los líquidos inflamables, como su propio nombre indica, se caracterizan por ser líquidos con facilidad para
encenderse o incendiarse. Podemos considerar líquidos inflamables algunas sustancias comunes como, por ejemplo,
la pintura, el barniz y la gasolina.
4.1 Sólidos inflamables. Se consideran sólidos inflamables aquellas sustancias que pueden reaccionar de manera
espontánea. Son, por tanto, sustancias sólidas que, en condiciones normales de transporte, tienen riesgo de prender
y generar incendios.
4.2 Sustancias con tendencia a la combustión espontánea como, por ejemplo, el metal y el carbón.
4.3 Mercancías que, al entrar en contacto con el agua, despiden gases. Algunos ejemplos son el potasio y el carburo
cálcico, entre otras sustancias.
Dentro de este apartado se incluyen los peróxidos orgánicos y las sustancias sólidas
y líquidas que presentan riesgo de combustión y/o pueden provocar incendios.
Clase 6: Tóxicos.
Son sustancias que, en contacto con el ser humano, pueden afectar seriamente a su salud. Dentro de esta categoría,
podemos encontrar una subdivisión en función de algunas de sus características principales:
6.1 Sustancias tóxicas que pueden causar la muerte por ingestión, inhalación o absorción cutánea. Se trata, por
tanto, de material altamente tóxico que puede provocar envenenamientos. Un ejemplo de este tipo de sustancias
tóxicas es el metanol.
6.2 Sustancias infecciosas que contienen agentes patógenos que pueden causar enfermedades como muestras de
sangre, cultivos de laboratorio, productos biológicos, etc.
Son aquellas sustancias que, en contacto con la piel, lesionan y dañan el tejido. Este tipo de material puede no solo
afectar a la piel, sino también lesionar los ojos y las mucosas. Dentro de esta categoría podríamos clasificar cierto
tipo de ácidos como es el caso del ácido sulfúrico, que tiene este tipo de efectos.
Son materiales que suponen un riesgo durante su transporte pero que, debido a sus características concretas, no
entran dentro de ninguna de las categorías anteriores. Dentro de este apartado, además, también se incluyen todo
aquellos materiales que puedan ser dañinos para el medio ambiente como, por ejemplo, las pilas de litio.
Conclusión
Como hemos podido ver a lo largo del artículo, existe una amplia variedad de sustancias peligrosas que, día tras día,
necesitan ser transportadas de un lugar a otro.
La clasificación de mercancías peligrosas IMO, por tanto, es imprescindible para señalizar e identificar este tipo de
sustancias cuando son transportadas en contenedores de carga.
De esta forma, en todo momento, los operarios y agentes intervinientes en el proceso de envío, serán conscientes de
las características del material transportado en su interior y podrán adoptar los protocolos adecuados en función del
tipo de carga.