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¿Qué es el principio de Uti Possidetis?

Son principios legales de acción provenientes del derecho romano y escritos en


latín.
Uti possidetis iuris significa “usarás lo que posees de acuerdo al derecho o a la
ley”, y Uti possidetis de facto significa, “usarás lo que posees de acuerdo al
hecho”.

Su aplicación en el Derecho Privado consiste en el dominio que ejerce un


propietario sobre el inmueble, cosa u objeto de su derecho, mientras que en el
Derecho Internacional Público alude al dominio de los Estados sobre los
territorios que geográfica e históricamente les pertenecen.

Este principio proviene del derecho romano, que autorizaba a la parte


beligerante reclamar el territorio que había adquirido tras una guerra. A partir
de ello, el término ha sido utilizado históricamente para legitimar conquistas
territoriales, por ejemplo, la anexión de la Alsacia-Lorena por parte del Imperio
alemán en 1871. Este principio fue aplicado en el siglo XVIII entre España,
Portugal y el Reino Unido al finalizar la guerra del Asiento (1739-1748).
Su aplicación por analogía a la posesión territorial, se origina en la Bula del
Papa
Alejandro VI, cuando atribuyó los territorios del continente americano, fijando
una
línea divisoria, otorgando los territorios ubicados al oeste de la misma a España
y los del este a Portugal. Si bien esas Bulas no fueron reconocidas por las otras
monarquías europeas, e incluso, la potestad del Sumo Pontífice para realizar
tal
concesión fue controvertida por el teólogo y doctrinario Francisco de Vittoria,
ello
no ha impedido que sea esgrimido como título jurídico para sustentar sus
pretensiones territoriales complementándolo con las antiguas divisiones político
administrativas fijadas en América por la metrópoli española.

El principio del Uti Possidetis ha sido la herramienta jurídica indispensable para


solucionar los conflictos limítrofes entre los Estados hispanoamericanos desde
1810 hasta el presente, y permite además adentrarnos en los antecedentes
que explican los derechos adquiridos por el Estado colombiano frente a la
reclamación internacional efectuada por el gobierno de Nicaragua, y que
constituye una visión histórica para explicar las razones al afirmar que los
territorios de ultramar como San Andrés, Providencia y Santa Catalina, y otros
cayos, sean de jurisdicción colombiana y no nicaragüense. En fin, la vigencia
de este principio ecuménico del continente americano sirve para delimitar
fronteras entre países, evitar y resolver conflictos limítrofes, y ser herramienta
útil para definir controversias internacionales entre Estados.

Tras los procesos de independencia surgidos desde el siglo XIX, el principio ha


sido utilizado para establecer las fronteras de los nuevos estados, tal como en
el caso de los países latinoamericanos los cuales mantuvieran los límites de los
viejos territorios coloniales de los cuales emergieron. Asimismo, fue el principio
rector del proceso de descolonización en África.

Simón Bolívar, al finalizar las Guerras de independencia hispanoamericana, fue


el primero en proponer que los países hispanoamericanos emancipados
conservasen las antiguas fronteras de las posesiones del Imperio español en
América. Es decir, que los nuevos estados surgidos tendrían provisionalmente
como límites los que le corresponderían en el año 1810 hasta la existencia de
un tratado, alegando el año 1810 como el último de la monarquía española
para la posesión legítima de sus dominios americanos. Este principio ha sido
alegado por diversos países hispanoamericanos.

El principio fue confirmado por la Corte Internacional de Justicia en la sentencia


de 1986 entre Burkina Faso y Malí:
Uti Possidetis es, un principio general, que está lógicamente relacionado con el
fenómeno de la obtención de la independencia, dondequiera que ocurra. Su
objetivo evidente es el de evitar que la independencia y la estabilidad de los
nuevos estados esté en peligro por luchas fratricidas provocadas por el cambio
de fronteras tras la retirada de la potencia administradora.

Por Uti Possidetis Iuris se entenderá una fuente de derecho (fuente


consuetudinaria) que permite la delimitación de fronteras basada en los límites
trazados o tolerados por las antiguas autoridades coloniales en América Latina,
y que se interpreta como un criterio que puede ser utilizado por parte de la
Corte Internacional de Justicia para deliberar y decidir sobre asuntos de su
competencia.

Los diferendos limítrofes y territoriales:

Se entenderá por diferendo aquel desacuerdo, litigio o disputa, entre dos o más
Estados (que aceptan la jurisdicción y elevan una demanda ante la Corte
Internacional de Justicia) sobre la delimitación de sus territorios, es decir, sobre
los límites naturales o artificiales que marcan la territorialidad de los Estados.
Las relaciones entre Estados como variable de la cooperación:

La Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas y Consulares del 18 de


abril de 1961, presenta una concepción formal sobre lo que se entiende por
esta noción, basada en el envío de una misión diplomática a otro Estado u
organismo internacional reconocido.
El literal E del artículo 3 de esta Convención, donde se menciona como función
“fomentar las relaciones amistosas y desarrollar las relaciones económicas,
culturales y científicas entre el Estado acreditante y el Estado receptor”.

E) El Estatuto y el Reglamento de la Corte Internacional de Justicia como


marco jurídico. Estos dos documentos son el pilar de la Corte, junto con la
Carta
de las Naciones Unidas, que menciona la creación de una corte internacional
como órgano judicial principal de la organización, en su capítulo XIV, artículo
92
(Naciones Unidas, 1945).

El Estatuto presenta la forma en que la Corte queda constituida y funciona, del


cual, para el presente trabajo, se resaltan el artículo 36, donde se manifiesta la
competencia de la Corte, y el artículo 38, debido a que en él se hace mención
de
los criterios de derecho que la Corte puede considerar para realizar sus
deliberaciones y proferir sus fallos. Para este Tribunal, conforme al derecho
internacional, son:

“A. las convenciones internacionales, sean generales o particulares, que


establecen reglas expresamente reconocidas por los Estados litigantes;

B. la costumbre internacional como prueba de una práctica generalmente


aceptada como derecho;
C. los principios generales de derecho reconocidos por las naciones civilizadas;

D. las decisiones judiciales y las doctrinas de los publicistas de mayor


competencia de las distintas naciones, como medio auxiliar para la
determinación de las reglas de derecho, sin perjuicio de lo dispuesto en el
artículo 59”. (Corte Internacional de Justicia)

La Corte Internacional de Justicia ha recibido demandas por parte de Estados


de diversos lugares del mundo, y América Latina no ha sido la excepción. Si
bien no ha sido un cliente recurrente dentro del Tribunal, sí se han presentado
demandas referentes a asuntos de diferencias limítrofes y territoriales entre los
Estados de la región. Principalmente han sido cinco los casos que han
representado posiciones encontradas frente a la delimitación fronteriza, de los
que cuatro ya han sido fallados por la Corte (Honduras con Nicaragua; El
Salvador con Honduras; Nicaragua con Honduras y Nicaragua con Colombia) y
uno, especialmente complejo, que ha sido compuesto por múltiples demandas,
algunas ya falladas y otras en proceso dentro del Tribunal; es el caso de Costa
Rica con Nicaragua, donde ambos Estados han elevado demandas en contra
de su par.
Vale la pena advertir que igualmente existen otros dos procesos en curso en la
Corte, que son Perú con Chile, en una disputa marítima, y la reciente demanda
de Bolivia contra Chile, debida a la falta de acceso al Océano Pacífico por parte
de Bolivia.
Debido a que los últimos dos casos están pendientes, mientras que los otros
cinco cuentan con fallos al respecto, son estos últimos sobre los cuales se
basará el desarrollo de la investigación, que, de manera llamativa, cuenta con
la participación de Nicaragua en todos ellos, donde ha participado tanto en
posición de demandante como en posición de demandado, y en el caso de El
Salvador con Honduras realizó una intervención que fue aprobada por la Corte.
Igualmente Honduras ha participado en tres de los cinco casos, siendo
Centroamérica una región que ha optado constantemente por resolver los
problemas limítrofes acudiendo a la Corte Internacional de Justicia.

En la siguiente matriz se sintetiza lo descrito en el apartado anterior, señalando


los casos en que el Uti Possidetis Iuris fue considerado, y si tuvo incidencia en
el fallo final, es decir, si constituyó una base legal sobre la cual la Corte
encontró solución a los diferendos. Igualmente, se señalan los casos en que
otros criterios fueron considerados, ya fuese a la par o no con el principio uti
possidetis iuris.
Los recuadros señalados con una X indican la existencia de dicha base legal
en el caso descrito.
De la matriz anterior se pueden desprender varias consideraciones.
El principio Uti Possidetis Iuris es mencionado en cuatro de los cinco casos,
donde fue invocado por las partes en controversia. Esto demuestra que dicho
principio es ampliamente considerado como una forma de sustentar los
alegatos de soberanía sobre ciertas zonas, o sobre la delimitación fronteriza,
en el contexto de los Estados hispanoamericanos que otrora fueron colonias
españolas, y de donde se desprende la constitución territorial en la región.

En el caso de la historia de América del Sur, estos conceptos tuvieron gran


importancia geo-política, ya que en torno a ellos se definió el control territorial
de los virreinatos, y durante el periodo de final de la colonia influyeron en la
definición de las fronteras de las nuevas naciones. En 1810, Simón Bolívar
propuso que las nuevas naciones hispanoamericanas, antes bajo el dominio
español, se siguieran rigiendo por el Uti Possidetis Iuris. Por el contrario, Brasil
prefirió seguir aplicando el Uti Possidetis de facto, como lo hacía anteriormente
la corona portuguesa.

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