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de la novela picaresca de
PUBlICACION QUINCENAL
DIRECTOR:
A. FERNANDEZ ESCOBES
COLABORADORES:
Los Autores clásicos, los
grandes Maestros de la no-
vela corta y los siguientes
contemporáneo9 :
Mario AGUILAR
Víctor ALBA
Domenec de BELLMUNT
Ju~n B. BERGUA
Alfonso CA M I N
Luis CAPDEVILA
Alejandro CASONA
Mercedes COMAPOSADA
F. CONTRERAS PAZO
Ezequiel ENDERIZ
Antonio ESPI NA
Angel FERRAN
J. GARCIA PRADAS
Ramon J. SENDER
Roberto MADRID FRANCISCO DE QUEVEDO
Dr. Félix MARTI IBAñEZ
Alvaro de ORR IOLS
Jos6 María PUYOL
Mateo SANTOS
Arturo SERRANO PLAJA LA VIDA
Eduardo ZAMACOIS
DIBUJANTE:
Antonio ARGüELLO DEL BUSCON
c.
8U8c¡'ipcione~,
LA NOVELA -
correspondencia y giro,
ESPANOLA • t7,
(c. P. 1254-71) al 7J..dministrador :
Rue Dleu, TOULDUSE (Hle-Gne)
FRANCISCO DE QUEVEDO Y VILLEGAS
HISTORIA
DE VIDA DEL BUSCON
llamad a Don Pablos, ejemplo de vago mundos y espejo d e foco nos (")
NOVELA PICARESCA
(1-1 SRO PRIM ERO )
LA N OV ELA ESPANOLA
17~ RVE DIKU - TOULOUSE
•
EXTRAORDINARIO
Tous droits de traductlon, de
reproduction et d'adaptatlon
réservés pour tous les pays, y
compris la Russie.
Copyright by LA NOVELA
ESPAñOL A, 1948.
Dépót légal, deuxieme trimes-
tre 1948.
N U M E R O S PUBLICADOS:
1. A. FERNANDEZ ESCOBES: ¿Para quién te pintas los labios, Marl-
lena? - 2. EDUARDO ZAMACOIS: El hotel vacío. - 3. ANTONIO
MA8HADO :Campos y Homl!res de España.- 4. MATEO SANTOS:
ConquIstadores de arena. - 5. LOPE DE VEGA: FuenteoveJuD& --:-
6. VICTOR ALBA: La Muerte fa.lslftcada. - 7. EUGENIO NOEL :
El allegretto de la Sinfonía VII. - .8. RAMON J . SENDER :
El Vado.
Imprimé e n Franca
A T o I o E s p I A
CAPITULO 1
por las iglesias (17) : y no cierto de por el tejado. » Más dijera, según
puro buen cristiano. Muchas veces se había encolerizado, si con los
me hubieran llevado en el asno (18) golpes que daba no se le desen-
si hubiera cantado en el potro. sartara un rosario c\e muelas de
Nunca confesé (19) sino cuando lo difuntos que tenía. Metidos en paz,
manda la santa madre Iglesia; y yo les dije que quería aprender
así, con esto y mi oficio, he sus- virtud resueltamente, e ir con mis
tentado a tu m adre lo más honra- buenos pensamiel1tos adelante, y
damente que he podido. » « ¿ Cómo así, que me pusiesen a la escuela;
me habéis sustentado », dijo ella pues sin leer ni escribir no se po-
con gran cólera, que le pesaba que día . hacer nada. Parecióles bien lo
yo no me aplicase a bruja - ; « yo que yo decía, aunque lo gruñeron
he sustentado a vos y sacádoos de un rato entre los dos. Mi madre
las cárceles con industria, y man- tornó a; ocuparse en ensartar las
tenido en ellas con dinero. Si no 1l"uelas, y mi padre fué a rapar a
confesábades, ¿ era por vuestro uno - así lo dijo él - , no sé si la
ánimo o por las bebidas que os
daba? Gracias a mis botes (20); Y barba o la bolsa; yo me quedé solo,
si no temiera que me habían de oír dando gracias a Dios que me hizo
en la calle, yo dijera lo de cuando hijo d e padres tan hábiles y celosos
entré por la chimenea, y os saqué de mi bien.
CAPITULO II
(17) Andaba por las i glesias: Las iglesias ofrecía n asilo a lo s delincuentes.
(18) En un asno eran azotados los condenados que no habian pod ido callar en el:
potro del tormento.
(19) Nun ca confesé en el tormEl1to.
(20) L os llo t es que co nteni an los hechizo s.
(21) Palmatoria . P", lme ta del maestro, pa ra aplicar los castigos.
12 FRANCISCO DE QUEVEDO
el hijo de don Alonso de Zúñiga, dos veces a otros tantos azotes que
que se llamaba don Diego, porque me dió. Quedé tan escarmentado
me quería bien naturalmente; que de decir Poncio Pílato, y con tal
yo trocaba con él los peones, si eran miedo que, mandándome el día si-
mejores los míos; dábale de lo "que guiente decir, como sOlía,- las ora-
almorza ba, y no le pedía de lo que ciones a los otros, llegando al Cre-
él comía; comprábale estampas, do - advierta v. m . la "inocente
enseñábale a luchar, jugaba con él malicia - al tiempo de decir: « Pa-
al toro y entreteníale siempre. Así deció so el poder de Poncio Pilato »,
que, los más días, sus padres del acordándome que no había de decir
caballerito, viendo cuánto le rego- más PUato, dije : « Padeció so el
cijaba mi compañía, rogaban a los poder de Poncio de Aguirre. » Dióle
míos que me dejasen con él a co- al maestro tanta risa de oir mi
mer, cenar y aun dormir los más Simplicidad y de ver el miedo que
días. Sucedió, pueS', uno de los pri- le ha.b ía tenido, que me abrazó y
meros que hubo escuela por Navi- me dió una firma (34) en que me
dad, que viniendo por la calle un perdonaba de azotes l~s dos pri-
hombre, que se llamaba Poncio de meras veces que los mereciese. Con
Aguirre - el cual tenía fama de esto fui yo muy contento.
confeso (30) - que el don Dieguito Llegó - por no enfadar (35) -
me ·dijo: « Hola, llámale Paneio ~I tiempo de las Carnestolendas, y
Pilato, y he (31) a correr. » Yo, por trazando el maestro de que se hol-
darle gusto a mi amigo, llaméle gasen sus muchachos, ordenó que
Poncio Pilato. Corrióse tanto el hubiese rey de gallos (36). Echa-
hombre, que dió a correr tras mí mos suerte entre doce señalados
con un cuchillo desnudo para ma- por él, y cúpoMe a mí. Avisé a mis
tarme; de suerte· que fué fQrzoso padres que me buscasen galas. Lle-
meterme huyendO en casa de mi gó el día, y salí en un caballo ético
maestro, dando gritos. Entró el y mustio; el cual, más de manco
hombre tras mí, y defendióme el que de bien criado, iba haciendo re-
maestro, asegur.ando (32) que no verencias. Las ancas eran de mona,
me matase, asegurándole de casti- muy sin cola; el pescuezo, de ca-
garme. y así luego, aunque la se- mello y más largo ; la cara no tenía
ñora le rogó por mí, movida de lo sino un qjo, aunque overo (37).
que la servía, no aprovechó: man- Echábansele de ver las penitencias,
dóme desatacar (33), y azotándome, ayunos y fullerías del que ]e tenía
decía tras cada azote: « ¿ Diréis a cargo en el ganarle ]a ración.
más Poncio Pila.lo? » Yo respon- Yendo, pues, en él dando vuelcos
día: « No, señor » ; y respondílo a un lado y otro, como fariseo en
----
(30) Confeso: O judío convertido.
(3!) .: Echa a corre·r. »
(32) Asegurando: Asegurar la persona.
(33) D esatacar: Desatar los pantalones.
(34) Firma: Un papel con su firma.
~35) Por no enfadar: Abrevia el relato, para no enfadar al qu e escucha.
(36) Re)1 de gallos: Di vertimiento de Carnestolendc:s.
(37) OI'frO. Sem ejante a un huevo.
14 FRANCISCO DE QUEVEDO
paso. y los demás niños todos ade- las narices, que yo no tenía otras. Y
r ezados tras mí, pasamos por la de paso quiero confesar a v. m. que
plaza - aun de acordarme tengo. cuando me empezaron a tirar las
miedo - y Begando cerca de las berengenas, nabos, etc., que como
mesas de las verdureras - Dios llevaba plumas en el som·b rero, en-
nos Ubre - agarró mi caballo un tendí que me habían tenido por mi
repollo a una, y ni fué visto ni madre (41), y que la tiraban, como
oído cuando lo despachó a las tri- habían hecho otras veces. Y así,
pas, a las cuales, como iba rodando como necio y muchacho, empecé a
por el gaznate, no llegó en mucho decir: « Hermanas, aunque llevo
tiempo. La bercera, que siempre plumas, no soy Aldonza S'aturno d e
son desvergonzadas, empezó a dar Rebollo, mi madre » ; como si
voces. Llegáronse otras, y con ellas -ellas no lo echa:l'an de v·er por -el
pícaros; y alzando zahanorias ga- talle y rostro. ·El miedo me disculpa
rrafales (38), nabos fri sones, beren- la ignorancia, y el sucederme la
gen as y otras legumbres, empiezan desgracia tan de repente. Pero vol-
a .dar tras el pobre rey. Yo, viendo viendo al alguacil, quiso llevarme
que era bataBa nabal (39), Y que a la cárcel, y no me llevó porque
no se había d e hacer a caballo. no hallaba por dónde asirme, tal
quise apearme; mas tal golpe me me había puesto del lodo. Unos se
le dieron al caballo en la cara, que fueron por una parte y otros por
yendo a empinarse, cayó conmigo otra, y yo me vine a mi casa desde
- hablando con perdón - en una la plaza, martirizando cuantas na-
privada (40); púsome cual v. m. rices topaba en el camino. Entré
puede imaginar. ·Y a mis muchachos en ella, conté a mis padres el su-
se habían armado de piedras, y da- ceso, y corriéronse tanto de verme
ban tras las verdureras, y descala- de la manera que venía, que me
braron dos. Yo, a todo esto, después quisieron maltratar. Yo echaba la
que caí en la privada, era la per- culpa a la.$ dos leguas de rocín ex-
sona más necesaria de la riña. Vino primido que ·me dieron. Procura·b a
la justicia, prendió a berceras y satisfacerlos, y viendo que no bas-
muchachos, mirando a todos qué taba, salíme de su casa y fuíme a
armas tenían y quitándoselas, · - ver a mi amigo don Diego, al cual
porque habían sacado algunos da- haUé en la suya descalabrado y a
gas de las que traían por gala, y sus padres resueltos por ello de no
otros, espadas pequeñas. Llegó a le enviar más a la escuela. Allí tuve
mí, y viendo que no tenía ningunas, nuevas de cómo mi rocín, viéndose
porque. me las habian quitado y me- en aprieto, se esforzó a tirar dos
tído}:as en una casa a secar con la ca- coces, y de puro flaco se desgajaron
pa y sombrero, pidióme, como digo, las ancas y se quedó en el lodo bien
las armas; al cual respondí, todo su- cerca de acabar. Viéndome, pues,
cio, que si no eran ofensivas, contra con una fiesta revuelta, un pueblo
CAPITULO III
truz, con una nuez tan salida, que A poder, pues, de ' éste vine, y en
parecía se iba a busca r de comer, su poder estuve con don Diego; y
forzada de la necesidad; los brazos, la noche que 'llegamos nos señaló
secos; las manos, como un manojo nuestro aposento, y nos hizo una
de sarmientos cada una. Mirado de plática corta, que, por no gastar
medio abajo, parecía tenedor. o tiempo, no duró más . Díjonos lo
compás con dos piernas largas y que habíamos de hacer; estuvimos
tiacas; su -andar, muy despacio; si ocupados en esto hasta la hora del
se descomponía algo, se sonaban comer; fuimos allá; comían las
los huesos como tablillas de San amos primero, y servíamos los cria-
Lázaxo (46); la habla, ética; la bar- dos. El refitorio era u,n aposento
ba, grande, por nunca se la cortar como un medio celemín; sustentá-
por no gastar; y él decía que era banse a una mesa hasta cinco ca-
tanto el asco que le daba ver las bal1eros. Yo miré lo primero por
maDOS del barbero por su cara, que los gatos, y como no los vi, pre-
antes se dejaría matar que tal per- gunté que cómo no los había a un
mitiese; cortábale los cabellos un criado antiguo; el cual, de flaco,
muchacho. de los otros. Traía un estaba y a con la marca del pupi-
bonete los días de sol, ratonado, con laje. Comenzó a enternecerse, y
mil gateras y guarniciones de gra- dijo: «. ¿ Cómo gatos? Pues
sa; era de cosa que fué paño, con ¿ quién os ha dicho a .vos que los
los fondos de caspa. La sotana, se- gatos son amigos de ayunos y pe-
gún decían algunos, era milagro!,a, nitencias ? En lo gordo se os echa
porque no se s~bía de qué color era. de ver que sois nuevo. » Yo. con
Unos, viéndola tan sin pelo, la te-, esto me comencé a afligir, y más
nían por de cuero de rana; otros, me asusté cuando advertí que todos
decían que era ilusión; desde cerca los que de antes vivían en el pupi-
parecía negra y desde lejos entre laje estaban como leznas, con unas
azul; llevábala sin , ceñidor; no caras que parecían se afeitaban cap
traía cuello ni puños; pa recía, con dia quilón (48). Sentóse ellicencíado
los cabellos largos y- la sotana 'mí- Cabra, y échó la bendición; cornie-
sera y corta, lacayuelo de la muer- ron una comida eterna; sin princi-
te. Cada zapato podía ser tumba de piO ni fin; trajeron caldo en unas
un filisteo (47). ¿ Pues su aposen- escudillas de madera, tan claro, que
to? Aun arañas no había en él; en comer una de ellas peligraba
conjura'b a los ratones, de miedo que Narciso más que en la fuente. Noté
no le royesen algunos mendrugos con la an,sia que los macilentos de-
que guardaba; la cama t enía en el dos se echaban a nado tras un gar-
suelo, y dormía siempre de un lado, banzo huérfano y solo que estaba
por no gastar las sábanas; al fin , en el s uelo (49) . Decía Cabra a cada
era archipobre y protomiseria. sorbo: « Cierto que no hay tal
(46) Tablillas de San Lazaro. Instrumento de' tre s t ablilla s de madera, para hacer
ru ido pidiendo Iim os ma.
(47) Filisteo: Grande.
(4~ ) Diaquilón: Empl ast o para abland ar tum o res. Ajf! itar: :U sar afeite s.
(49) Suelo : FonJ o Je l a escudilla.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 17
cosa como la olla, digan lo que di- Enojóse mucho, y díjome que
jeren; todo 10 demás es vicio y aprendiese modestia, y tres o cua-
gula. » Acabando de decirlo echóse tro sentencias viejas; y fuese. Sen-
su escudilla a pechos (50), dicien- támonos nosotros, y yo, que vi el
do: « Todo esto es salud y otro negocio mal parado, y que mis tri-
tanto ingenio. » « j Mal ingenio te pas pedían justicia, como más sano
acabe! », decía yo entre mí, cuan- y más fuerte que los otros, arre-
do vi un inozo mal de espíritu y tan metí al plato, como arremetieron
tlaco. con un plato de carne en las todos, y emboquéme de tres men-
manos, que parecía la había qui- drugos los dos y el un pellejo. Co-
,t ado de sí mismo. Venía un nabo menzaron los otros a gruñir; al
aventurero a vueltas, y dijo el ruido entró Cabra diciendo: « Co-
maestro: « ¿ Nabos hay? No hay man ·como hermanos, pues Dios les
para mí perdiz que se le iguale; da con qué; no riñan, que para
coman, que me huelga de verlos todos hay. » Volvióse; a l sol, y de-
comer. » Repartió a cada uno tan jónos solos. Certifico a v. ID. que
poco carnero, que en lo que se les había uno de ellos que se llamaba
pegó a las uñas (51) y se les quedó Sur re, vizcaíno, tan olvidado ya de
entre los dientes pienso que se con- cómo y por dónde se comía, que
sumió todo, dejando descomulgadas una cortecilla que le cupo la llevó
las tripas de participantes (52). Ca- dos veces a los ojos, y entre tres
bra los miraba, y decía: « Coman, no la acertaba a encaminar de las
que mozos son y me huelgo de ver manos a la boca. Y pedí yo de be-
sus buenas ganas. » Mire v. m. qué ber, que los otros por estar casi
buen aliño para los que bostezaban ayunos no lo hacían, y diéronme
de hambre. un vaso con a-gua; y ¡no le hube
Acabaron de comer, y quedaron bien \legado a la boca, cuanlio, co-
unos mendrugos en la mesa y en mo si fuera lavatorio de comunión,
el plato unos pellejos y unos hue- me le quitó el mozo espiritado que
sos; y dijo el pupilero: « Quede dije. Levantéme con grande dolor
esto para los criados, que también de mi ánima, viendo que esteba en
han de comer, no lo queramos to- casa donde se brindaba a las tripas
do. » « i Mal te h aga Dios y lo que y no hacían la razón (53). Dióme
has comido, lacerado », decía yo, gana de descomer, 'aunque no había
« que tal amenaza has hecho a mis comido; digo, de proveerme, y pre-
,t ripas! » Echó la bendición, y dijo: gunté por las necesarias a un anti-
« Ea, demos lugar a los criados, guo, y díjome: « N o lo sé, en esta
y: váyanse hasta las dos a hacer casa no las hay; para una vez que
ejercicio, no les haga mal lo que os proveeréis mientras aquí estuvié-
han comido. » Entonces yo no pude redes, donde quiera podéis, que aquí
tener la risa; abriendo toda la boca. estoy dos meses ha y no he hecho
tal cosa sino el día que '\! ntré, como guna cuenta de perdones, y nos
vos agora, de 10 que cené en rr~i saca de penas con alguna misa en
casa la noche antes. » ¿ Cómo en- altár privilegiado. »
careceré yo mi tristeza y pena? Entre estas pláticas y ·ln poco
Fué tanta, que considera ndo lo que dormimos se llegó la hora del
poco que había de entrar en mi levantar; dieron las seis y llamó
cuerpo, no osé, aunque tenía gana, Cabra 'a lección; fuimos y oímosla
echar nada de él. todos. Ya mis espaldas e ijadas na-
Entretuvímonos hasta la noehE:. daban en el jubón, y las piernas
Decíame don Diego que qué 'hal'Ía daban luga.r a otras siete calzas;
él para persuadir a las tripas qu e los dientes sacaba con tobas (54),
habían comido, po.rque no lo que- amarillos, vest'.dos de desespera-
rían creer. Andaban vaguidos en ción. Mandáronme leer el primer
aquella casa como en otra,s a hitos. nominativo a 'los otros, y era de
Llegó' la hora del cenar - pasf)~e manera mi hambre, que me
la merienda en blanco - ; cenamos desayuné con la mitad de las ra-
mucho m,e nos, y no carnero, sino zones, comiéndomelas. Y todo esto
un poco del nombre del maestro, c reerá quien s upiere lo que me
cabra asada. Mire v. m . s i inven- contó el mozo de Cabra, diciendo
tara el diablo tal cosa. « Es cosa que él ha visto m·e ter en casa, re-
muy saludable y provechosa », de- cién venido, dos frisones (55) y que
cía, « cenar poco para tener el a dos días salieron caballos ligeros,
estómago d esocupado », y citaba que volaban por los aires y que
une retahila de médicos infernales. vió meter mastines pesados, y a
Decía alabanzas de la dieta, y que tres horas salir galgos corredores;
ahorraba un hombre sueños pesa- y que una cuaresma topó muchos
dos, sabiendo que en su casa no se hombres, unos m etiendo -105 pies,
pOdía soñar otra cosa sino que co- otros las manos, otros todo el cuer-
mían. Cenaron, y cenamos todos, po, en el portal de su casa, esto por
y no cenó ning uno. Fuímonós a muy gran rato, y mucha gente que
acostar, y en toda la noche yo ni venía a solo aquello de: fuera; y
don Diego pudimos dormir; él tra- pregunta.ndo un día que qué seria,
zando de quejarse a su padre y porque Cabra se enojó de que se lo
pedir que le sacase de allí, y yo preguntase, r espondió que los unos
aconsejándole que lo hiciese, aun- tenían sarna y los otros sabañones,
que ultimamente le dije: « Señor, y que en metiéndolos en aquella
¿ sabéis de cierto si estamos vivos? casa morían de hambre, de manera
porque yo imagino que en la pen- que no . comían de allí adelante.
dencia de las berceras nos mata- Certiftcóme que era verdad. Yo, que
ron, y que somos ánimas: que esta- ' conocí la casa, lo creo; dígolo por-
mos en ~l purgatorio; y así, es pOL' que no parezca encarecimiento lo
demás decir que nos saque vue.stro que dije. Y volvi.endo a la lección,
padre si alguno no nos reza en al· dióla, y decorámosla (56). Y pro-
(57) Para diferf.l1ciarlo de los judios que, aún conversos, guardaban aversió n al
cerdo.
20 FRANCISCO DE QUEVEDO
CAPITULO IV
ave las luminarias que pusieron las y al cabo trató don Alonso de en-
tripas de contento? Todo les hacía viar a Su hijo a Alcalá a estudiar
novadad. Mandaron los doctores que lo que le faltaba de la gram"'tica.
por nueve días no hablase nadie re- Díjome a mi si quería ir, y yo,. que
cio en nuestro aposento, porque, no deseaba otra cosa sino salir de
como estaban huecos los estóma- tierra donde se oyese el nombre de
gos, sonaba en ellos el eco de cual- aquel malvado perseguidor de es-
quier palabra.. Con estas y otras tómagos, ofrecí de servir a su hijo
prevenciones comenzamos a volver como vería. Y con esto dióle un
y cobrar algún aliento; pero nunca criado para mayordomo que le g<r
podían las quijadas desdoblarse, bernase la casa, y le tuviese cuenta
que estaban magras y alforzadas; y del dinero del gasto, que nos daba
así se dió orden qUe cada día n ,08 remitido en cédulas para un .hom-
las ahormasen con la mano de un bre que se llamaba Julián Merluza.
alminp,z. Levantámonos a hacer pl- Pusimos el hato en el carro de un
nieos dentro de cuarenta días, y Diego Monje; era una media ca-
aún parecíamos sombras de otros mita y otra de cordeles con ruedas,
homb:res; y en lo amarillo y flaco, para meterla debajo de la otra mía
simiente de los padres del yermo. y del mayordomo, que se llamaba
Todo el día gastábamos en dar gra- Aranda; cinco colchones y ocho
cias a Dios por habernos rescatado sábanas, ocho almohadas, cuatro
de la captlvldad del fterísimo Ca- tapices, un cofre con ropa blanca
bra, y rogábamos al Señor que nin- y las demás zarandajas de casa.
gún cristiano cayese en sus manos Nosotros nos metimos en un coche,
crueles. Si acaso comiendo alguna salimos a la tardecita antes de
Jlez nos acordábamos de las mesas anochecer una hora, y llegamos a
del mal pupilero, se nos aumentaba la media noche a la siempre mal-
el hambre tanto, que acrecentába- dita venta de Viveros (61). El ven-
mos la costa aquel día. Solíamos tero era morisco y ladrón, que en
contar a don Alonso cómo al sen- mi vida vi perro y gato (62) juntos
tarse a la mesa nos decía males de con la paz que aquel día; Uzonos
la gula, no habiéndola él conocido gran fiesta, y como él y los minis-
en su vida; y reíase mucho cuando tros del carretero iban horros (63)
le contábamos que en el manda- - que ya habían llegado también
miento de No matarás metía per- con el hato antes, que nosotros ve-
dices y capones y todas las cosas níamos de espacio -, pegóse al C<r
que no quería darnos; y, por el con- che, dióme a mí la mano para
siguiente, la hambre, pues parecía salir del estribo, y díjome si iba a
qu-e tenía por pecado, no sólo el estudiar. Yo le respondí que sí. Me-
matarla sino el herirla, según rega- tióme adentro, donde estaban dos
teaba el comer. rufianes con unas mUjercillas, un
Pasáronsenos tres meses en esto, cura rezando al olor, un viejo mer-
diciendo que no había metido él tal con lana y estopa un vino salvaje,
en 1.. capilla. tan ·b arbado y velloso, que no se
Los rufianes hicieron la cuenta y pOdía beber ni colar. Entonces aca-
vino a montar sesenta reales, que bó de perder la paciencia el viejo,
no entendiera Juan de Leganés la pero viendo las descompuestas car-
suma. Decían los estudiantes : cajadas de risa, tuvo por bien el
« Como h emos de servir a v. m . callar y subir en el carro con los
en Alcalá, quedamos ajustados en rufianes y mujeres. Los es tudiantes
el gasto. » Almorzamos un bocado y el cura se ensartaron en un bo-
y el viejo tomó sus alforjas, y por- rrico, y nosotros nos pusimos en
que no viés emos lo que sacaba y el coche, y aun no bien había co-
no partir con nadie, desatólas a menzado a caminar, cuando los
oscuras debajo el gabán, y aga- unos y los otros nos comenzaron
rrando un yesón untado, echóselo a dar vaya (66), d eclarando la
en la boca y fuele a: hincar una burla. El ventero decía: « Señor
muela y medio diente que t enía, y nuevo, a pocas estrenas como ésta
por poco los perdiera. Comenzó a envejecerá. » El cura decía: « Sa-
escupir y hacer gestos de asco y cerdote soy, allá se lo dirán de
de dolor. Llegamos todos a él, y el misas. » Y el estudiante, maldito
cura el primero, diciéndole · qué voceaba: « Señor primo, otra v ez
tenía. Comenzóse a ofrec er a Sa- rásqu.ese cuando le coma y no des-
tanás, dejó caer las alforj a s, Ile- pués. » El otro d-ecís: « Sarna dé
góse a él el estudiante, y dijo : a v. m., señor don Diego .. » Noso-
« Arried_fo vayas. Satán, cata la tros dimos en no hacer caso. Dios
cruz. » Otro abrió un breviario, y sabe cuán corridos íbamos.
hiciéronle creer que estaba ende-
moniado, hasta que él mismo dijo Con estas y otras cosas llegamos
lo que era y pidió le dejasen enja- s la villa, apeámonos en un mesón,
guar la boca con un poco de vino y en todo el día - que llegámos a
que él traía en la bota. Dejáronle, las nueve - acaba.m os (67) de ~on
y sacándola abrió la, y abocando en tar la cena pasaba, y nunca pudi-
un vasito un poco de vino, salió mos sacar en limpio el gasto.
CAPITULO V
qu·e asan carne; mira por ti, que tar; quejábase el otro también, y
aquí no tiene..; otro padre ni ma- dábame a mí solo. Yo comencé a
dre. » Contéle todo lo que había decir: « ¡ Justicia de Dios! » Pe-
pasado, y mandóme desnudar y ro menudeaban tanto Jos azotes so-
llevar a mi aposento, que era don- bre mí, que ya no me quedó - por
de dormían cuatro criados de los haberme tirado las frazadas (73)
huéspedes de casa. Acostéme y abajo - remedio sino el de meter-
dormí, y con esto a la noche, des- me debajo de la cama. Hícelo así, y
pués de haber co.mido y cenado al punto los tres que dormían em-
bien, me hallé fuerte ya: como si pezaron a dar gritos .t ambién; y
no hubiera pasado nada por mí. como sonaban los azotes, yo creí
Pero cuando comienzan desgra- que alguno de afuera nos daba a
cias en uno, parece que nuncA se todos. Entre tanto, aquel maldito .
han de acabar, que andan encade- que estaba junto a mí, se pasó a
nadas, y unas traen a otras. Vinié- mi cama, y proveyó en ella, y cu-
ron se a acostar los otros criados, y brióla; y pasándose a la suya, ce-
saludándome todos, me pregunta- saron los azotes, y levantáronse
ron si estaba malo, y cómo estaba con grandes gritos todos cuatro di-
en la cama. Yo les conté ·el caso, ciendo: « Es gran bellaquería, y
y al punto, como si en ellos no no ha de pasar asÍ. » Yo todavía
hubiera mal ninguno, se empeza- me estaba debajo de la.- cama, que-
ron a santiguar diciendo: « No se jándome como perro cogido entre
hiciera entre luteranos. ¿ Hay tal puertas, tan encogido, que parecía
maldad? » Otro decía: « El rector un galgo con calambre. Hicieron
tiene la culpa en no poner remedio. los otros que cerraban la puerta, y
¿ Conocerá los que eran? » Yo yo entonces salí de donde estaba, y
respondí que no, y agradecíles la subíme a mi cama, preguntando .si
merced que me mostraban hacer. acaso les habían hecho mal: todos
Con esto se acabaron de desnudar, se quejaban de muerte.
acostáronse, mataron la luz, y dor- Acostéme, y cubríme, y torné a
míme yo, que me parecía estaba dormir; y como entre sue5.os me
con mi padre y mis h ermanos . . revolcase, cuando desperté halléme
Debían ser las doce cuando el sucio hasta las trenzas (74). Le-
uno dellos me despertó a puros gri- vantáronse todos, y yo tomé por
tos, diciendo: « i Ay, que me ma- aChaque los azotes para no vestir-
tan! i Ladrones! » Sonaban en 3U me; no había diablos que me mo-
cama unas voces y golpes de lá- viesen de .un lado. Estaba confuso
tigo. Yo levanté la cabeza, y di¡.... : considerando si acaso con el miedo
«( ¿ Qué ·es eso? », y apenas me y la turbación, sin sentirlo, había
descubrí cuando con· una maroma hecho aquella vileza, o si entre sue-
me asentaron un azote con hi- ños; al fin yo me hallaba inocente
jos (72) en todas · las espaldas. Co- y culpado, y no sabía disculparme.
mencé a quejarme; quíseme levan- Los compañeros se ll egaron a mí,
CAPITULO VI
tros. » Riéronse todos de las dIs- pero tal priesa se han dado ... Man-
culpas. Dijo don Diego: « A fe, de v. m. comprar más, y a fe que
Pablos, que os hacéis a las ar- se ha de lucir de · otra manera;
mas (77). » Era de notar ver a mi denle dineros a Pablicos. » Dában-
amo tan quieto y. religioso, y a mí melos, y vendíamosle la mitad si-
tan travieso, que el uno exageraba sada, y de 10 que comprábamos si-
al otro o la virtud o el vicio. sábamos la otra mitad; y esto era
No cabía el ama de contento en todo. .
porque éramos los dos al mohí- y si alguna vez compraba y"O
no (78): habíamonos conjurado en la plaza, por lo que valía re-
contra la despensa. Yo era el des- ñíamos adrede el ama y yo. Ella
pensero Judas, que .desde entonces decía cot:no enojada: « No me di-
heredé no sé qué amor a la sisa gáis a mi, Pablicos, que estos son
en este oficio. La carne no guar- dos cuartos de ensalada. » Yo hacía
daba en manos del ama la orden que lloraba, daba muchas voces, e
retórica, porque siempre iba de más íbame a quejar a mi señor, y apre-
a menos; y la vez que podía echar tábale para que enviase el mayor-
cabra u oveja, no echaba carnero; domo a saberlo para que callase el
y si había huesos, no entraba cosa ama, que adrede porfiaba. Iba, y
magra; y así, hacía unas ollas tí- sabíalo; y con esto asegurábamos
sicas, de pur.o flacas; unos caldos. al amo y al mayordomo, y queda-
que, a estar cuajados, se pOdían ban agradecidos, en mí a las obras,
hacer sartas de cristal de ellos: y en el ama al celo de . su bien.
Las dos Pascuas, por diferenciar, Decíale don Diego muy satisfecho
para que estuviese gorda la olla, de mí: « Así fuese C1Pablicos apli-
solía echar unos cabos de velas de cado a virtud como es de fiar; toda
sebo. Ella decía - cuando yo esta- esta es la lealtad. ¿ Qué me decls
ba delante - a mi amo: « Por vos de él ? »
cierto. que no hay servicio co.mo Tuvímoslos desta n :anel'a <:hu-
el de Pablicos, si él no fuese · tra- pándolos como sanguijuelas; yo
vieso; consérvele v. m., que bien se apostaré que v. m. se espant á de la
le puede sufrir el ser travieso por suma del dinero al cabo .del año.
la fidelidad; lo mejor de · la plaza Ello mucho debió de ser, p,e ro no
trae. » Yo, por el consiguiente, de- obligaba a restitución,- porque el
cía de ella 10 mismo, y así tenía- ama confesaba y comulgaba de
mos engañada la casa. ocho a ocho días, y nunca le vi
Si se compraba aceite de por rastro n i imaginación de volver
junto, carbón o tocino, escondía- nada ni hacer escrúpulo, con ser,
mos la mitad, y cuando nos pare- como digo, una santa. Traia un
cía decíamos el ama y yo: « Mo- rosario al cuello siempre. tan gran-
dérense vs. ms. en el gasto, que en de, que era más barato lleva!' '!ln
verdad, si se dan tanta ·priesa, no haz de leña a cuestas. Dél colga-
baste la hacienda del rey. Ya se .ban muchos manojos de imágenes,
ha acabado el aceite o el carbón; cruces y cuentas de perdones. En
todas decía que rezaba cada noche ble dejarlo de decir? i Mal aven-
por sus bienhechores. Contaba turado de mi y de vos! » Ella, co-
ciento y tantos santos abogados mo vió hacer estremos .con tantas
suyos; y en verdad que había me- veras, turbóse algún tanto, y dijo:
nester todas estas ayudas para des- « Pues, Pablos, ¿ yo qué he hecho?
quitarse de lo que pecaba. Acostá- Si te burlas, no me afiijas más. »
base en un aposento encima del de « ¿"Cómo -burlas? ¡ pesia tal! Yo
mi amo, y rezaba más oraciones no puedo dejar de dar parte a . la
que un ciego. Entraba por el Justo Inquisición, porque si no, estaré
Juez (79) y acababa con el Conqui- descomulgado. » « ¿ Inquisición? »,
bules (80) - que ella decía - y en dijo ella, y empezó a temblar;
la Salve rehila (81). Decía las ora- « pues ¿ yo he hecho algo contra
ciones en latín adrede por fingirse la fe ? » « Eso es lo peor », decía
inocente; de suerte que nos despe- yo; « no os burléis con los inquisi-
dazábamos de risa todos. ' dores; decid que fuistes una boba y
Tenía otras habilidades; era con- que os desdecís, y no neguéis la
que!.'idora de voluntades y corchete blasfemia y desacato. » Ella con el
de gustos, que es lo mismo que al- miedo dijo: « Pues, Pablos, y si
cahueta; pero disculpábase conmi- me desdigo, ¿ castigaránme ? »
go, diciendo que le v.e nía de casta, Respondíle: « No, porque sólo os
como al rey de Francia curar lam- absolverán. » « Pues yo me des~
parones (82). digo », dijo: « pero dime tú de qué,
o
.Pensará v. m . que siempre estu-
• , •
que no 10 sé yo; así tengan buen
vimos en paz; pues ¿ qUIen Ignora siglo las ánimas de mis difuntos. »
qüe dos amigos, como sean codi- « ¿ Es posiblJ que no advertisteis
ciosos, si están juntos se han de en qué? No sé cómo 10 diga, que
procurar eng añar el uno al otro? el desacato es tal que me acobarda.
Sucedió que el ama criaba gallinas ¿ No os acordáis que dijisteis a los
en el corral ¡. yo tenía gana de co- pollos « « pío, pío », y es Pío nom-
merla una. Tenía doce o trece bre d e los papas, vicarios de Dios
pollos grandecitos, y un día, es- y cabezas de la Iglesia? P::a.paos el
tando dándoles de comer, comenzó pecadillo. » Ella quedó como muer-
a decir: « pío, pío ». y esto mu- ta, y dijo: « Pablos, yo Jo dije, pero
chas veces. Yo, que oí el modo de no me perdone Dios si fué con ma-
llamar, comencé a dar voces .y licia. Yo me desdigo; mira si hay
dije: « j Oh cuerpo de Dios, ama! camino para que se pueda excusar
¿. No hubiérades muerto un hombre el acusarme, que .me moriré si m e
o hurtado moneda al r ey, cosa que veo en la. Inquis ición. » « Como vos
yo pudiera callar, y no haber hecho juréis en una ara consagrada que
10 que habéis hecho, que es imposi- no tuvisteis malicia, yo, aseg urado,
(87) Revesado: En je."rga de los picaros Que hablan al revés para no ser entendidos.
(88) Antonio Pérez: Secretario de Felipe 11. Caído en desgracia y refu,lado en
Francia adonde huyó en 1593.
34 FRANCISCO DE QUEVEDO
CAPITULO VII
N este tiempo vino a do~ D:ego aquella presencia, nadi~ le veía con
E una carta de s u padre, en
cuyo pliego venía otra de un
los cristos delante que no lo juz-
gase por ahorcado. Iba con gran
tío mío llamado Alonso Ramplón, desenfado mirando a las ventanas
hombre allegado a toda virtud, y y haciendo cortesías a los que deja-
muy conocido en Segovia por lo que ban sus oficios por mirarle; hízose
era allegado a la justicia, pues dos veces los bigotes; mandaba des-
cuantas allí se habían hecho de cansar a los confesores, e íbales
cuatro años a esta parte han pa- alabando lo que decían bueno. Lle-
sado por sus manos. Verdugo era, gó a la ene d e palo, puso el un pie
si va a decir la verdad; pero un en la escalera, no subió a gatas
águila en el oficio. Vérsele hacer ni de espacio; y viendo un escalón
daba gana de d ejarse ahorcar. E ste, hendido, volvióse a la justicia, y
pues, m e escribió una carta a Al- dijo que mandase aderezar a quel
calá, desd e Segovia. en esta forma: para otro, que · no todos tenían su.
CARTA hígado. No sabré encarecer cuán
'b ien pareció a todos . Sentóse arriba
Hijo P ablos - que por el mu- y tiró las arrugas de la rop&. atrás;
cho amor que me tenía me llamaba tomó la soga y púsola en la nuez,.
así - : L as ocupaciones grandes de y viendo que el teatino le quería
esta plaza en que me tiene ocupado predicar, v\leIto a él le dijo: « Pa-
su majestad no me han dado lugar dre, yo lo doy por predicado, y vaya
a h acer esto; que si algo tiene malo un poco de credo y acabemos pres-
el servir al rey. es el trabajo; aun· to, que no querría parecer prolijo; »
que se desquita con esta negra hízose ansí. Encomendóme que le
honrilla de ser sus criados. Pésa- pusiese la caperuza de lado y que
me de daros nuevas de poco gusto. le limpiase las babas; yo lo hice
Vuestro padre murió ocho días ha así. Cayó sin encoger las piernas:
con el mayor valor que ha muerto ni hacer gestos; quedó con una
hombre en el mundo; dígolo como gravedad, que no había más que
quien ·le g uindó. Subió en el asno pedir. ·Hícele cuartos, y dile por
sin poner pie en el estribo; veníale sepultura los caminos; Dios sabe
el sayo baquero que parecía ha- 10 que a mí me pesa d e verle en
berse hecho para él; y como tenía ellos, haciendo mesa franca .a los
36 FRANCISCO DE QUEVEDO
grajos; pero yo entiendo que lo~ piego, que estalta leyendo la carta
pasteleros desta tierra nos conso- de su padre en que le mandaba que
larán, acomodándole en los de a se fuese y no me llevase en su
cuatro (91). De vuestra madre, compañía, movido de las travesu-
aunque está viva ahora, casi os ras mías que había oído decir.
puedo decir lo mismo; que está Díjome cómo se determinaba ir, y
presa en la Inquisición de Toledo, todo lo que le mandaba su padre;
porque desenterraba los muertos que a él le pesaba dejarme; y a mí
:Jiin ser murmuradora. Dícese que más. Díjome que me acomodaría
daba paz (92) cada 'noche a un ca- con otro caballero amigo suyo para
brón en el ojo que no tiene niña. que le sirviese. Yo en esto, rién-
Halláronla en su casa más piernas, dome. le dije: « Señor, yo soy otro,
brazos y cabezas que a una capilla y otros mis pensami~ntos; más alto
de milagros, y lo menos que hacía pico y más autorid~d me importa
,e ra sobrevirgos y contrahacer don- tener. porque si hasta ahora tenía,
cellas. Dicen que representará · en como cada cual, mi piedra en el
un auto el día de la Trinidad (93), rollo (94), ahora tengo mi padre. »
con cuatrocientos de muerte; pésa- Declaréle cómo había muerto tan
me, que nos deshonra a todos, y a honradamente como el más estira-
mí principalmente, que .a l fin soy do; cómo le trincharon ' e hicieron
ministro del rey, y me están mal moneda (95), y cómo me había
estos parentescos. Hijo, aquí ~a escrito mi señor tío el verdugo de
quedado no sé qué hacienda escon- esto y de la prisioncilla de ma-
dida . de vuestros padres; será en ma (96), que a él, como quien sabía
todo hasta cuatrocientos ducados; quien y-o soy. me pude descubrir
vuestro tío soy, lo que tenga ha de sin vergüenza. Lastimóse mucho, y
'ser para vos. Vista ésta, os podréis preguntóme qué pensaba hacer.
venir aquí, que con lo que vos sa- Díle cuenta de mis determinacio-
béis de latín y retórica seréis sin- nes; y con esto, al otro día él se
gular en el arte de verdugo. Res- fué a Segovla harto trlste,y yo me
pondedme luego, y entre tanto Dios quedé en la casa disimulando mi
os guarde. Etc. » desventura. Quemé la carta, por-
No puedo negar que sentí mucho que, perdiéndoseme, acaso no la le-
la nueva afrenta, pero holguéme en yese alguno; y comencé a disponer
parte: - tanto pueden ·Ios vIcios mi partida para Segovla con Inten-
en los padres que c5>nsuelan de sus ción de cobrar mi hacienda y co-
desgracias, por grandes que sean, nocer mis parientes, para huir de
.a los hijos-o Fuíme corriendo a don ellos.
CAPITULO VIII
(97) Si bajaba el turco: Preocupación del tiempo; el pueblo temía Que los tü-rcos
viniesen a Espafta con una flota .
(98) Loco repúblico y de gobierno, .I!S decir arbitrista; éstos proponian soluciones
(arbitrios) absurdas para los males del pais.
38 FRANCISCO DE QUEVEDO
contara lo que es; pe re. allá se verá, mero el rey no me da una enco-
que ahora lo pienso imprimir con mienda (101), que la puedo tener
oQtros trabajillos, entre los cuales muy bien, y tengo una- ejecutoria
le doy al rey modo de ganar a Os- muy honrada. » Con estas pláticas
tende (99) por dos caminos. » Ro- y desconciertos llegamos a Torre-
guéle que los dijese, y; sacándole jón, donde se quedó, que venía a
de las faldriqueras, me mostró pin- ver una parienta suya.
tado el fuerte del enemigo y el Yo pasé adelante, pereciéndome
nuestro, y dijo: « Bien ve v. m. de risa de los arbitrios en que ocu-
que la dificultad de todo está e n paba el tiempo, cuando, Dios y en
este p edazo de mar; pues yo doy. hora buena, desde lejos vi .una
orden de chuparle todo con espon- mula s uelta y un hombre junto a
jas y quitarle de allí. » Di yo con ella a pie, eue,
• mirando un• libro,
este desatino una gran risada; y hacía unas rayas que medía con
-él, mirándome a la cara, me dijo: un ' compás. Daba vueltas y saltos
« A n a die" se lo he dicho que no a un lado y otro, y de rato en rato,
haya hecho otro tanto; que a todos poniendo un dedo encima de otro,
les da gran contento. » « Ese ten- hacía mil cosas saltando. Yo confieso
go yo por cierto - le dije - de oir que entendí por gran rato -- que
cosa tan nueva y tan bien fundada; me paré desde algo lejos a verlo. --
pero advierta v. m. que ya que chu- que era encantador, y casi no me
pe el agua que hubiere entonces. determinaba a pasar. Al fin me de-
tornará lueg o la mar a echar más. » terminé, y lleg&ndo cerca, sintióme;
« No hará la mar tal cosa, que lo cerró el libro, y al poner el pie en
tengo yo eso por muy apurado - el estribo, resbalós ele y cayó. Le-
"níe respondió - ; fuera de que y.o vantéle, y díjome: « No tomé bien
tengo pensada una invención para el medio de proporción para hacer
'hundir la mar por aquella parte la circunferencia al subir. » Yo no
doce estados. » . entendí lo que me dijo, y luego
No le osé replicar, de miedo que temí lo que era , porque más d.e~a
me dijese t enía arbitrio para tirar tinado hombre no ha nacido de las
-el cielo acá abajo: no vi en mi vida mujeres. Preguntóme si iba a Ma-
tan gran orate. Decíame gue Jua- drid por línea recta. o si iba por
nelo (100) no había hecho nada; camino circunflejo. Y yo, aun-
que él trazab a- ahora de subir toda que no le entendi, le dije que
el agua de Tajo a Toledo de otra circunflejo. Pr.e gunt.ó~e cúya era
manera más fácil: y sabido lo que la espada que llevaba al la'
'era, dijo que por ensalmo. ¡Mire do; respondíle que mía, y, mirán-
v. m . quién tal oyó e n el mundo! dola, dijo: « Esos gavilanes habían
Y,. al cabo, me dijo . -
: .« Y .no lo
pienso poner en eJeCUClon SI prl-' . de ser más largos, para reparar los
tajos que se forman sobre el centro
(99) Ganar a Ostende. El sitio de' esta p.l aza por los espafioles duró cerca de .
tres años.
(100) Juanelo: Artífice natural de Cremana que logró elevar la s aguas del Tajo á
10 má s alto de Toledo, durante. el reinado de Felipe JI.
(101) Encomienda de una orde.ll de cabdlería.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 39
olla (104) que se " sale; estando al pás y comenzó a decir: « Este án-
fuego. Díjome: « Al fin, esto es lo gulo es obtuso. » Y entonces el
bueno, y no las borracheras que maestro sacó la daga, y dijo: « Yo
enseñan estos bellacos maestros de no sé quién es Angulo, ni Obtuso,
esgrima, .que no saben sino beber! » ni en mi vida oí decir tales hom-
No lo había acabado de decir bres; pero con ésta en la mano le
cuando de un aposento salió " un haré pedazos. » Acometió al pobre
mulatazo, mostrando las pre- diablo. el cual empezó a huir, dando
sas (105), con un sombrero injerto saltos por la cas a, diciendo: « No
en guardasol, y un coleto de ante, me puede ' berir, que le he ganadO
bajo de una ropilla suelta y llena los grados del perfil. » Metímoslos
de cintas, zambo de piernas a lo en paz el huésped y yo y otra
águila imperial; la cara, con un gente que había, aunque de ri.p,"l
per signum crucis de inimici.s no me podía mover .
.mis (106), la barba, de ganchos, M·étieron al buen hombre en su
con unos bigotes de guardamano, aposento, y a mí con él; cenamos,
y una daga con más rejas que un y acostámonos toaos los de la casa¡
locutorio de monjas; y mirando al y a las dos de la mañana levántase
suelo, dijo: « Yo soy examinado y en camisa y empieza a andar a
traigo la carta; y por el sol que oscuras por el aposento, dando sa.l -
calienta los panes (107), que haga tos y diciendo en lengua matemá-
pedazos a quien tratare mal a tan- tica mil disparates. Despertóme a
to buen hijo como profesa la des- mí; Y • . no contento con esto, bajÓ
treza. » Yo, que vi la ocasión, me- al huésped para que le diese luz,
time en medio, y dije que no ha- diciendo que había hallado objeto
blaba con él, y que así no tenía de fijo a la estocada sagita (109) por
qué picarse. «« Meta mano a la la cuerda. El huésped se daba a los
blanca (l08), si la· trae, y apuremos diablos " de que lo despertase; y
cuál es verdadera destreza, y dé- tanto le molestó, que le llamó lc.~o,
jese d"e cucharones. » El pobre de y con esto se subió y me dijo que
mi compañero abrió el libro, y dijo si me quería levantar vería la treta
en altas voces: « Este libro lo dice tan famosa que había hallado con-
y está Impreso con licencia del rey, tra el turco y sus alfanjes; y decía
y yo sustentaré que es verdad lo que luego se la quería ir a enseñar
que dice, con el cucharón y sin el al rey. por ser en favor de los ca-
cucharón, aquí y en otra parte; y tólicos. En esto amaneció, vestímo-
si no, midámoslo » ; y sacó el com- nos todos y pagamos la posada".
(104) Tretas contra olla: Los maestros de esgrim&: se servían de maniquíes para
E'nsayar los golpes o tretas. Como aquí hay cucharón en vez de espada, hace burlo-
namente el autor que el objeto de las tretas se,- una olla.
(105) Presas: Colmillos.
(106) Per signun: Cuchillada o chirlo.
(107) Los panes: Las mieses.
(108) Blanca: La espada.
(109) Sagita: Porci-ón de recta comprendidz.- entre el punto mE-dio del arco de
. :rculo y el de su cuer:da.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 41
CAPITULO IX
( 110) Cartel: El escrit o que se pone en ti empo lIe fiestas por los quc han lIe ser
m an t E'nedores de ju st as, to rneo s o juegos.
42 FRANCISCO DE QUEVEDO
CAPITULO X
(113) Barbanca: Habla de muchos que dic en al mismo tiempo una cosa y que s e
enti.e nde co.)nfusament~.
por no entende'rse bien de ninguno.
(114) Chirle: Sin ninguna substancia, vano o aparente.
(115) Heben: Especie de un: ·blanca con granos gordos y velloso s y poco jug.;).
Metafóricamente se toma por cos'a de poca substancia y utilidad ,
44 FRANCISCO DE QUEVEDO
(21) M oros }' past or es : Alu sió n é: la · gran difusión en aqu€:lIa época de los asunto s
mori scos , .y a la abundancia de novela s pastoriles.
(122) Vinajero so : Alusión al sacri stán que se ,bebe el vino de la s vinajeras.
46 FRANCISCO DE QUEVEDO
Lea estos papeles, por vida del li- sobre mí; y, j voto a Cristo! que
cenciado, que no ha salido en cam- hice ·e n el saco de Amberes 10 que
pafia i voto a Cristo! hombre pude; sí, j juro a Dios! » El ermi-
¡ vive Dios! tan señalado »; y de- taño le reprehendía que no jurase
cía verdad, porque lo estaba a tanto. Elsoldado le respondia:« Bien
puros golpes. Comenzó a sacar ca- se echa de ver, padre, que no ha sido
ñones de hoja de Iat9· y a enseñar- soldado, pues me reprehende mi
me papeles, que debían de ser de propio oficio. » Dióme· a mí gran
otro a quien había tomado el nom- risa de ver en lo que ponía la sol-
bre'. Yo los leí, y dije mil cosas en dadesca, y eché de ver era algún
su al~banza. y que el Cid ni Ber- picarón; porque entre ellos (132)
n~rdo no habían hecho lo que él. no hay costnmbre (133) tan abo-
Saltó en esto, y dijo: « ¿ Cómo lo rrecida de los de importancia,.
que yo ? i Voto a Dios! que ni Gar- cuando no de todos.
cía de Paredes (130), Julián Ro- Llegamos a la falda del puerto:
mero (131) ni otros hombres de el ermitaño, rezando el ro'Sario en
bien. i Pese al diablo! Sí, que en- una carga de . leña hecha bolas, de
tonces sí que no había artillería. manera que a cada Avemaría so-
¡ Voto a ' Dios! que no hubiera Ber- naba un cabe (134); el sold.ano iba
nardo para una hora en este tiem- comparando las peñas a los cas-
po. Pregunte v. m. en Flandes por tillos que había: visto, y mirando
la hazaña del Menado, y verá lo cuál lugar era fuerte y adónde se
que le dicen. » « ¿ Es· v. m. aca- había de plantar la artillería. Yo
so? » - 'le dije yo; y él me respon- los iba mirando; y tanto temía el
dió - : « ¿ Pues qué otro? ¿ No rosario del ermitaño con las cuen-
ve la mella que tengo en los dien- tas frisonas (135), como las menti-
tes? N o tratemos de esto, que pa- ras del soldado. « .i Oh, cómo vola-
rece mal alabarse el hombre. » ría yo con pólvera gran parte de
Yendo en .estas razon-es, topamos este puerto - decía - , e hiciera
en un borrico un ermitaño con una. buena obra a los caminantes! »
barba: tan larga, que hacía lodos En estas y otras convergaciones
con eUa, macilento y vestido de llegamos a Cercedilla. Entramos
paño pardo. Saludámosle con el . en la posada todos tres juntos ·ya
Deo g'l"atias acostumbrado, y em- anochecido; mandamos aderezar la
pezó . a alabar los trigos y en eUos cena - era viernes - ; y, entre
la misericordia del Señor. Saltó el tanto, el ermitaño dijo: « Entre-
soldado, y dijo: . « j Ah, . padre! tengámonos un rato, que la ocio-
Más espesas ·he visto yo las picas sidad es madre de los vicios; ju-
CAPITULO XI
ría con éste, y que estudiando po- ciéndola con la muñeGa, se la tor-
dría ser cardenal, que como estaba naban a dar. Sacaban de taba co-
en su mano hacerlos. no lo tenía mo de naipe, para la fábrica de la
por dificultoso. Díjome. en viendo sed, porque había siempre un jarro
que los (159) tenía: « Hijo Pablos, en medio. Vino la noche; ellos se
mucha culpa tendrás si no medras fu eron, acostámonos mi tío y yo,
y eres bueno, pues tienes a qUién cada uno en su cama, que .ya había
parecer; dinero llevz,s, yo no te he proveído para mí un colchón. Ama-
de faltar, que cuanto sirvo y cuanto neció, y antes que él despertase yo
tengo, para ti -lo quiero. » Agrade- me levanté y me fui ·a· una 'posada
cíle mucho la oferta; gastamos el sin qu e me sintiese: torné a cerrar
día en pláticas desatinadas y en la puerta por defuera, y eché la
pagar h.-S visitas a los personajes llave por una gatera.
dichos. Como he dicho, me fuí a un me-
Pasaron la tarde en jugar a la són a esconder y aguardar como-
taba mi tío y el por quero y d e man- didad para ir ·a , la corte. Dejéle en
dador; éste jugaba misas como si el aposento una carta cerrada, ·q ue
fuera otra' cosa. Era de v er cómo contenía mi ida y l'as causas, avi-
se b3.rajaban la taba: cogiéndola sándole no me buscase, porque eter-
en el aire al que la echab3., y me- namente no lo había de ver.
CAPITULO X II
Un literato •• -
« Les felicito por su españolísima y admir.3:b le
labor. Veo por ella que la fortuna que están Vds.
haciendo fuera de España es la de la honra y el
gozo de espíritu. de mente y de dignidad, de con-
sagrar a Españ.a: y a su Emoción eterna todo el
'p ensamiento y todo el trabajo de ustedes. ¡Esa
es su grande y única ambición, su codicia altísima!
Por eso su obra me conmueve ... »
Alfonso Vidal y Plamas.
Los Angeles (California)
Un profesor .-
•
« ... Je tiens a
vous dire cambien votre initiativE:
me semble heureuse. La parution de votre callee·
tian « La Novela Española » répond a un véritable
beso in et les ouvrages dont vous vous occupez ne
peuvent qu'intéresser vivement ... »
G. Reynaud;>
Professeur d'espagnol
au Lycée de Nimes (Ga,·d).
Un lector •
• -
« Aprovechamos para: enviarles un saludo y nues-
tra felicitación en la modesta pero digna obra que
realizan Ustedes en deleitarnos con la lectura
española que tanto deseamos seguir cultivando ... »
FilomenlJ.¡ de PiZalT080.
Fumel (L-et-G.)
LOS MAS CÉLEBRES
AUTORES ESPAÑOLES
HACEN DE
UNA CO LECCION DE
ALTO VALOR liTERARIO
PARA TODOS