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PROXIMO NUMERO :

Libro segundo y final

de la novela picaresca de

PUBlICACION QUINCENAL
DIRECTOR:
A. FERNANDEZ ESCOBES
COLABORADORES:
Los Autores clásicos, los
grandes Maestros de la no-
vela corta y los siguientes
contemporáneo9 :
Mario AGUILAR
Víctor ALBA
Domenec de BELLMUNT
Ju~n B. BERGUA
Alfonso CA M I N
Luis CAPDEVILA
Alejandro CASONA
Mercedes COMAPOSADA
F. CONTRERAS PAZO
Ezequiel ENDERIZ
Antonio ESPI NA
Angel FERRAN
J. GARCIA PRADAS
Ramon J. SENDER
Roberto MADRID FRANCISCO DE QUEVEDO
Dr. Félix MARTI IBAñEZ
Alvaro de ORR IOLS
Jos6 María PUYOL
Mateo SANTOS
Arturo SERRANO PLAJA LA VIDA
Eduardo ZAMACOIS
DIBUJANTE:
Antonio ARGüELLO DEL BUSCON
c.
8U8c¡'ipcione~,
LA NOVELA -
correspondencia y giro,
ESPANOLA • t7,
(c. P. 1254-71) al 7J..dministrador :
Rue Dleu, TOULDUSE (Hle-Gne)
FRANCISCO DE QUEVEDO Y VILLEGAS

HISTORIA
DE VIDA DEL BUSCON
llamad a Don Pablos, ejemplo de vago mundos y espejo d e foco nos (")
NOVELA PICARESCA
(1-1 SRO PRIM ERO )

Prólogo de ANTONIO ESPINA


,
-
C) Tacano : El bellaco qult es il Sluto y engimador. Covil rru bias. •• Tesoro de la
lengua c¡¡s telbna (161 1).

LA N OV ELA ESPANOLA
17~ RVE DIKU - TOULOUSE

EXTRAORDINARIO
Tous droits de traductlon, de
reproduction et d'adaptatlon
réservés pour tous les pays, y
compris la Russie.
Copyright by LA NOVELA
ESPAñOL A, 1948.
Dépót légal, deuxieme trimes-
tre 1948.

N U M E R O S PUBLICADOS:
1. A. FERNANDEZ ESCOBES: ¿Para quién te pintas los labios, Marl-
lena? - 2. EDUARDO ZAMACOIS: El hotel vacío. - 3. ANTONIO
MA8HADO :Campos y Homl!res de España.- 4. MATEO SANTOS:
ConquIstadores de arena. - 5. LOPE DE VEGA: FuenteoveJuD& --:-
6. VICTOR ALBA: La Muerte fa.lslftcada. - 7. EUGENIO NOEL :
El allegretto de la Sinfonía VII. - .8. RAMON J . SENDER :
El Vado.
Imprimé e n Franca
A T o I o E s p I A

UN GRAN MOMENTO DE QUEVEDO

ARA QUEVEDO... hombre de acción y de pensamiento, las Letras fueron


todavía más que una vocación, una! necesidad. Pluma en ristre
sintetizaba todas las actividades a que pudiera haberse dedicado.
Con la literatura hizo política, religión, milicia, div1om:acia, filosofía y
amor. Con la literatura tegió su vida entera que, como para Shak.espeare,
era cendal de puro sueño.
Lo úQico que no hizo jamás QUEVEDO con la liter.atura fué literatura:
literatura en el sentido peyorativo que con razón se da a esta palabra
cuando el arte literario no es versión de vida auténUca, en emC'ción e
ideas, .acciones y figuras, siDO texto banal.

Porque toda la obra literaria de QUEVEDO es cualquier cosa - aunque
gran cosa siempre - menos palabrería. Todo menos formulismo, énfasis
o composición tópica y despersonalizada .

En la personalida d literaria de QUEVEDO coexisten el poeta lírico y el
poeta o prosista satírico. Sin embargo, el escritor satírico queda en él,
casi siempre, por encima del lírico.
La reacción de su vigorosa origInalidad es tanto más de notar cuanto
que corrían en literatura los tiempos de las novelas y los poemas pas-
toriles. Todo eran Arcadias, pastorcillos· y paisajes bucólicos. Clovis,
.Amintas, Florindas, Tirsis y Medoros s·e repartían en la mente de los
poetas los últimos legados de la herencia de Jorge de Montemayor y
Garcilaso de la Vega.
QUEVEDO.. elevándose sobre la retórica al uso, encuentra acento propio,
a veces maravilloso, en un género que sentía en grado menor al de la
ANTONIO ESPINA

sátira realista. Un rosalj un ruiseñor, las estrellas, una ma.riposa son


los breves temas que excitan de pronto las - más finas ramificaciones de
sus nervios de imaginista, de sensitivo. He aquí la especie de arpegios
que dedica, en forma de décima, a un ruiseñor:

Flor con voz. . volante /101',


Si-I ba alado . . voz pintad.~,
LiTa de pluma animada
y 't amillete canto1"
Di, dtomo voladoll..
Florido acento de pluma}
Bella organizada suma
De lo hermoso y lo suave,
J Cómo e,a.be en sola un ave
Cuanto el contTapu.nto suma r

¡ Voz pintada! ¡ Florido acento de pluma! i Ramillete cantor! ¡Lira


de pluma animada! Sí. Podemos afirmarlo sin la menor duda: ningún
poeta podría superar la finura de la imagen, ni la elegancia en la
expresión verbal de. este leve y precioso poema,
El poeta es aquí, sencillamente, un ruiseñor cantando a otro ruiseñor,
En otros poemas de la misma tendencia QUEVEDO presenta iguales carac-
terísticas. La metáfora es su fuerte. De las estrellas dice que letras de
luz, mistel'ios encendidos y, también, lla:??tas que hablan con docto3
movim i entos cuyos tl~é:mulos l'ayos san acentos, o, /lol'es lu.cientes del
ja.l 'dín del o1-elo.(. Habla del sueño •. hel"man ~ Zlo de la rl'tue r te , y muda
imagen de la mum"te. En otra parte recomienda a un rosal que no
presuma con sus clavellinas pu.es se1"án mañana espinas las que agora
'rosas son.
La abundancia imaginista en los versos de QUEVEDO llega a estorbar e
impedir que luzca lo más valioso de cada poema con el debido aisla:miento.
Pero junto a la riqueza lírica, en el ánima de ella se encuentra el más
grave de los defectos de QUEVEDO como literato y como artista: la falta'
de emoción. No hay en él emoción humana. Ni patetismo sentimental,
ni alegría. Porque tampoco existe alegría en la obra humorística de
QUEVEDO, a. pesar de sus chanzas y sarcasmos.
QUEVEDO es un poeta cerebral, de imaginación brillante, que domina
como escritor todos los resortes y palancas del idioma, pero carece• de
emoción: es un poeta frío.
Verdad es que la emoción no es un elemento preciso en la poesía
imaginista, ni en la novelal satírica. QUEVEDO nos ofrece a cambio de esas
.virtudes cordiales - o de los matices de la. ternura - una gran fantasía,
ingenio sin par, tonos violentos y sombríos en el humor, saña, morda-
cidad, hondo sentido crítico - aunque por regla general deformante y
UN GRAN MOMENTO DE QUEVEDO 5

caricaturesco - de la vida real. De aquí que don FRANCISCO DE QUEVEDO


Y VILLEGAS se mueva con mayor soltura. a placer, en el campo de la
sátira que en ningún otro.
Esto no quiere decir que nuestro inmenso clásico no pruebe en la
copiosa varied:ad de su producción una maestría indiscutible en zonas
alejadas del humorismo y de la pura poesía. QUEVEDo-,: polígrafo y uno
de los hombres de mayor cultura de su siglo, fué excepCional como
filósofo, moralista, ensayista político, historiador y teólogo. Es un escritor
que produce con asombrosa fecundidad y salta: de un género a otro co;:.
acrobacia circense. ' Maneja la prosa y el verso.
El inaugura en el verso español toda una pirotecnia de surtidores de
luz, lluvia de chispas como en fuegos de artificio: jácaras, letrillas,
romances, sonetos, elegías, invectivas y epigram'a s brillan en la noche
negra de su pesimismo - la noche quevedesca es tan lóbrega y tan
pesimista como la noche goyesca - a m,a:nera de cohetes y bengalas.
En la prosa es t a'n promiscual y multiforme como en el verso. Pero en
ella, además, se manifiestan los valores fundamentales de su personalidad.
Es en la prosa narrativa donde le vemos verdaderamente · dueño de la
invención y del carácter. En esto QUEVEDO es el más español de todos
los escritores. No se detiene ante nada con tal de lograr el efecto
buscado. .
Conoce muy bien (todos los grandes escritores del Siglo de Oro
tuvieron una magnífica audacia que después .·se perdió) el valor expre-
sivo, insuperable, que tiene en literatura el léxico br.onco. Sobre todo
en nuestro idioma.
No sólo ·en su obra cenital de creador literario, la serLe que tituló así :
« Sueños y discursos de verdades descubridoras de abusos, vicios y
engaños en todos los estados del mundo » o « Los Sueños » como se
llama a este ciclo vulgarmente, sino también en obras como « El ~iglo
del cuerno », « Gra cias y desgracias del.., » y el regocij:ante epistolario
de « El caballero de la Tenaza », revela QUEVEDO cuál es el género
literario que prefiere su numen y en el que mejor mueve la mano el
estoque de su pluma.
En este orden de producciones se halla la .que sigu e Cil jl ~por ' -=t n cia a
« Los Sueños » , si bien limitada al marco del realism o c O '5 ~ur:1br i- ~, !\_ Nos
referimos a la famosa novela- picaresca « ':IDA DEL :?UtJCOil LLA-
MABA DON PABLOS »,. libro que en dive rsos trozos y pasajes es superior
a todos los de su género, incluídos los modelos del mis mo : « El lazarillo
de Tormes » y « Marcos de Obregón »_
Independientemente de la pintura de tipos y de todo el movimiento
y la vida que presenta la historia del Buscón, hay en esta novela: un
verdad·ero muestrario del estilo léxicográftco del escritor. Y de los sor-
prendentes efectos de s u visión di1-ecta, aunque casi siempre alterada en
escorzos y barroquis mos. En la paleta de QUEVEDO hay el color roña, el
color homicidio, el color esquizofrénico, como lo hay en Ribera y el
6 A.N T O N lOE S P I N A

Greco; y a ellos junta el color festivo y el color burdel qu e más tarde


tendrán también Goya y Solana.
« LA VIDA DEL BUSCON LLAMADO DON PABLO S » refleja, en
una de sus "mejores obras, el genio del escritor y señala un gra n momento
de 1.. Literatura Española.

FRANCISCO DE QUEVEDO Y VlbLEGAS nació en Madrid un día del año de


1580 que no se ha podido aún fijar documentalmente, sabiéndose que fué
bautizado el 26 de septiembre del mismo año, en la parroquia de San
Ginés. Estudió Humanidades, lenguas viv.as y filosofía en la univers idad
de Alcalá y Teología en Valladolid. Instalada definitivamente la Covte
en Madrid, en 1606, QUEVEDO es vecino de la Villa del O s o h asta 1611.
En 1613, marcha lB! Italia, como Consejero del duque de Osuna. Al mismo
tiempo que escribe « Política de Dios » hace la política de los h0mbres
y .en 1618, fracasada la famosa conjuración de Venecia (que el ilustre
crítico Antonio Espina nos contará un día en las páginas de LA NOVELA
ESPAñoLA). tiene que huir de esta ciudad. Caído el duqu e de L erma, des-
ti erran a Quevedo en 1620 a la Torre de Juan Abad (Ciudad-Real). A
la muerte de Felipe 111, el poder en manos del conde duque de Olivares,
QUEVEDO vuelve", la corte y es nombrado en 1632 secretario del rey. Sus
obras le han hecho ya famoso. « La vida del Buscón », es crita en su
juventud (hacia 1606) y que circulaba en copias manuscritas, s e imprime
por primera vez en Zaragoza en 1626; en 1627, « Los Sueños » ; . e n 1632,
« Marco Bruto ». Casado en 1634 con doñ a Esperanza de Ara gón, el
matrimonio no congenia y se separa en 1636. En 1639, el Conde-Duque
le hace detener y encerrar secretamente en la cárcel de San Marcos, de
León, no recobrando la libertad hasta 1643, a la caída del conde-duque de
Olivares. En ·1645, enfermo y cansado, se retira a la Torre de Juan Abad,
y al año siguiente muere en Villanuev.w de los Infantes. Los españoles,
que apenas si le han "leído y que tienen una idea fantástica de sus obras
y de sus hechos, han convertido a QUEVEDO en un personaje más que
popular, legendario. - A. F. E ,
A L L E e T o R

UE deseoso te considero, lector saber vidas de pícaros, descritas


Q o oidor - que los ciegos no
pueden leer - de registrar ]0
con gallardía, que otras invenciones
de mayor ponderación.
gracioso de don Pablos, príncipe de
la vida buscona. Su autor, ya le sabes; el pracio
Aquí hallarás, en todo género de del libro, no lo ignoras, Jlues ya .le
picardía - de que pienso que los tienes en tu casa, si no es que en
más gustan -, sutilezas, ·engaños, la; del librero le hOjeas; cosa pesada
invenciones y modos, nacidos del para él, y que se había de quitar
ocio, para vivir a la droga (1) : y con mucho rigor, que hay gorrones
no poco fruto pOdrás sacar de él de libros como de almuerzos, y
si tienes atención al .escarmiento. hombre que saca cuento leyendo
Y, cuando no 10 hagas, aprovécha- a pedazos y en diversas veces, y
te de los sermones, que dudo nadie luego le zurce; y es gran lástima
ccmpre libro de burlas para apar- que tal se haga, porque éste mor-
tarse de los incentivos de su natu- mura sin costarle dineros, poltro-
ral depravado. Sea empero lo que nería bastarda y miseria no hallada
quisieres; dale aplauso, que bien del Caballero de la Tenaza (2).
lo ·merece; y cuando te rías de sus Dios te guarde de mal libro, de
chistes, ala.ba el ingenio de quien alguaciles y de mujer rubia (3), pe-
sabe conocer que tiene más deleite digüeña y carirredonda (4).
EL AUTOR.

(1) Vivir a la droga. Vivir vida llena de mentira s.


(2) El Caballero de la Tenaza. Alusión al poco avisado para que guarde su bolSQ
de asechanzas.
(3) Mujer rubia. El pelo rubio era de mal agüero.
(4) Carirredonda: Tonta.
ADVERTENCIA •

Para hacer est.3 edición, hemos segui-·


do el texto de la original de 1626, Va-
riando la ortograjía y la f orma anticuada
de ciertas palabras, cuando lo hemo:J
juzgado oportuno, con el fin de poner
este libro al alcance del público en
general.

L7\ NOVEL7\ 88P7\'NOL7\


LA VIDA DEL BUSCON

CAPITULO 1

En que cuenta quién es y de dónde.

O, señor, soy de esforzaba que descendía de los del


Segovia; mi padre triunvirato romano (6). Tuvo muy
se llamó Clemente buen parecer, y fué tan celebrada,
Pablo, natural del que en el tiempo que ella vivió,
mismo pueblo - todos los copler')s de España ha-
Dios le tenga en cían cosas sobre ella. Padeció
el cielo - . Fué, grandes . trabajos recién casada, y
tal como todos di- aun después, porque malas lenguas
cen, de oficio bar- daban en decir que mi padre me-
bero ; aunque eran tía el dos de bastos por sacar el as
tan altos .s us pensamientos, que se de oros (7), Prollósele que, a todos
corría le llamas en así, diciendo que los que hacía la barba a navaja,
él era tundidor de mejillas y sastre mientras les daba con el agua, le-
de b3.rhas. Dicen que. era de muy vantándoles la cara para el lavato-
buena cepa, y, según é l bebía, es rio, un mi hermano de siete años
cosa para creer . Estuvo casado con les sacaba, muy á su salvo, los tué-
Aldonza Saturno de Rebollo. hija tanos de las faldriqueras. Murió el
de Octavio d e Rebollo Codillo, y angelico de unos azotes que le die-
nieta de L é pido Ziurs conteo ron en la cárcel. Sintiólo · mucho
Sospechábase en el pueblo que mi padre, por ser tal, qu.e robaba a
no era crisfiana vieja , aunque ella, todos las voluntades.
por los nombres de sus pasados, Por estas y otras niñerías estuvo

(6) Ser cristiano vi ej o justificaba preten siones de nobleza.


(1) Mefia ('1 dos de bast os por sacar el as 'de oros. Metía los· dedos para sacar una
moneda.
10 FRANCISCO DE QUEVEDO

preso; aunque, según a mí me han la vida. Su cama estaba armada so-


dicho después, salió de la cárcel bre sogas de ahorcado (12), y de-
con tanta honra, que le acompa- ciame a mí: « ¿ Qué piensas?
ñaron docientos cardenales, sino con el recuerdo d e esto aconsejo a
Que a ninguno llamaban se,ñoría. los qué bien quiero que, para que
Las damas diz que salían por verle se libren de ellas (13), vivan con
a l as ventanas, que siempre pare- la barba sobre el hombro (14), d e
ció bien mi padre, a pie y a caballo. suerte que ni aun con mínimos in-
No lo digo por vanagloria, que bien dicios se les averigüe lo que hicie-·
saben todos cuán ajeno soy de ella. reno » .
Mi madre, pues, no tuvo calami- Hubo grandes diferencias entre
dades. Un día, alabándomela una mis padres sob re a qUién había de
vieja que me crió, decía que era imitar en el cficio; mas yo, que
tal su agrado, que h echizaba a to- siempre tuve pensamientos de ca-
dos cuantos la trataban; sólo diz ballero desde chiquito, nunca me
que le dijo no sé qué d e un ca- apliqué ni a uno ni a otro. Decíame
brón (8), lo cual la puso cerca: de mi padre: « Hijo, esto de ser la-
que la diesen plumas con que lo drón no es arte mecánica, s ino li-
hiciese en público (9). Hubo fanLa beral »; y de all í a un r a to, ha-
de que reedificaba doncellas; 'feS ' I- biendo s uspirado, decía d e ma-
citaba cabellos, encubriendo canas. nos (15). « Quien no hurta en el
Unos la llamaban zurcidora de g u ::¡- mundo, no vive. ¿ Porqué piensa~
tos ; otros, algebrista (10) d e volun- que los alguaciles y a lcald es nos
tades desconcertadas, .Y por mal aborrecen tanto? Unas veces nos
nombre alcahueta y flux (11) para des tierran, otras nos azotan y otras
los dineros de todos. Ver, pues, con nos cuelgan (16), aunque nunca
la cara de risa que ella oía esto · Ce haya llegado el día de nuestro san-
todos, era para más atraerles sus to, no lo puedo decir s in lágri-
voluntades. No m e detendré en de- mas · », - lloraba como un niño el
cir la penitencia que hacía. T enía buen viejo acordándose de las veces
su aposento, - donde sola ella en- que le habían ·b ataneado las cos-
traba y algunas veces yo, que (';omo tillas - ; « porque no querrían que
era chico podía - , todo rode a do ce adonde están hubiese otros ladro-
calaveras, que ella d ecía eran para nes sino ellos y sus minis tros; mas
m emo rias de la muerte, y otros, por de todo nos libra la buena astucia.
.v ituperarla, que para voluntades de En mi mocedad siempre anda:ba

(8) Cabrón: « Es símbolo de demonio. » Covarrubias.


(9) Con Que lo- hiciese en publico. A fin .de que hec hi zase .a la gente €:n público.
(10) Algebrista. Cirujano.
(11) Flux. Término de juego.
·(12) « La s hechicera s ,dicen que para la bien querencia se aprove'Chr.n de estas
sogé!s. »
(1 3) De ellas : De las sogas.
(14) Tra er la barba sobre el hombro. Vivir recatado y con rece lo .
(15) De manos. Juntando las manos. .
(16) Colgar: Juego de palabras, entrc· « ahorcar» y « colgar» a un/) una alhaja
el dia de s u sa nto.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 11

por las iglesias (17) : y no cierto de por el tejado. » Más dijera, según
puro buen cristiano. Muchas veces se había encolerizado, si con los
me hubieran llevado en el asno (18) golpes que daba no se le desen-
si hubiera cantado en el potro. sartara un rosario c\e muelas de
Nunca confesé (19) sino cuando lo difuntos que tenía. Metidos en paz,
manda la santa madre Iglesia; y yo les dije que quería aprender
así, con esto y mi oficio, he sus- virtud resueltamente, e ir con mis
tentado a tu m adre lo más honra- buenos pensamiel1tos adelante, y
damente que he podido. » « ¿ Cómo así, que me pusiesen a la escuela;
me habéis sustentado », dijo ella pues sin leer ni escribir no se po-
con gran cólera, que le pesaba que día . hacer nada. Parecióles bien lo
yo no me aplicase a bruja - ; « yo que yo decía, aunque lo gruñeron
he sustentado a vos y sacádoos de un rato entre los dos. Mi madre
las cárceles con industria, y man- tornó a; ocuparse en ensartar las
tenido en ellas con dinero. Si no 1l"uelas, y mi padre fué a rapar a
confesábades, ¿ era por vuestro uno - así lo dijo él - , no sé si la
ánimo o por las bebidas que os
daba? Gracias a mis botes (20); Y barba o la bolsa; yo me quedé solo,
si no temiera que me habían de oír dando gracias a Dios que me hizo
en la calle, yo dijera lo de cuando hijo d e padres tan hábiles y celosos
entré por la chimenea, y os saqué de mi bien.

CAPITULO II

De cómo fui a la escuela, y lo que en ella me sucedlo.

OTRO día ya estaba comprada por no desmentirle, di muy bien la


A cartilla y hablado 'al maestro.
Fuí, s.eñor, a la escuela; r.eci-
bióme muy alegre, diciendo que te-
lección aquella mañana. Sentábame
el maest ro junto a sí; ganaba la
palmatoria (21) las más días por
nía cara de hombre agudo · y de venir antes, e íbame el postrero por
buen entendimiento. Yo con esto, hacer algunos recaudos d e « se-

(17) Andaba por las i glesias: Las iglesias ofrecía n asilo a lo s delincuentes.
(18) En un asno eran azotados los condenados que no habian pod ido callar en el:
potro del tormento.
(19) Nun ca confesé en el tormEl1to.
(20) L os llo t es que co nteni an los hechizo s.
(21) Palmatoria . P", lme ta del maestro, pa ra aplicar los castigos.
12 FRANCISCO DE QUEVEDO

ñara », que así llamáDamos a la pesara -, agarré una piedra, y des-


mujer del maestro. Teníalos a to- calabréle. Fuíme ·a mi madre co-
dos, con semejantes caricias, obli- rriendo. que (28) me escondiese, y
g3.dQs. Favoreciéronme demasiado, contéla el caso todo. A lo cual me
y con esto creció la envidia entre dijo: « Muy bien hiciste, bien
los demás niños. muestras quién eres; sólo anduviste .
Llegábame de todos a -los hijos errado en no preguntarle quién se
de caballeros, y particularmente a lo dijo: « Cuando yo oí esto, como
un hijo de don Alonso Coronel de Siempre tuve altos pensamientos,
Zúñiga, con el cllal juntaba me- volvíme 181 ella, y dije: « i Ah
riendas. Ibame a su casa los días madre!. pésame sólo de que
de fiesta, y acompañábale cada día. algunos de los que allí se ha-
Los otros, o que porque no les ha- llaron me dijeron no tenía que
blaba, o que porque les parecía de- ofenderme por ello, y no les pre-
masiado punto (22) el mío, siempre gunté si era por la poca edad del
andaban poniéndome nombres to- que 10 había dicho. » -Roguéle
cantes al oficio de mi padre. Unos que me declarase si pudiera
me llamaban don Navaja, otros me haberle desmentido con verdad,
llamaban don Ventosa; cuál decía, o que me dijese si me ha-
por diculpa.r la envidia, que me bía concebido a escote entre mu-
quería mal porque mi madre le ha- chos, o si era hijo de mi padre.
bía -chupado (23) dos hermanitas Rióse, y dijo: « ¡ Ah, norama-
pequeñas, de noche; otro decía que za ! (29) ¿ Eso sabes decir? No
a mi padre le habían llevado a su serás bobo, gracias tienes; muy
casa par que la limpiase de rato- bien hiciste en quebrarle la cabeza;
nes, por llamarle gato (24); otros que esas cosas, aunque sean verdad,
me decía.n zape cuando pasaba, y no se han de decir. » Yo con esto
otros, miz; 'cuál decía: « Yo le tiré quedé CO.IDO · muerto, determinado
dos berengenas a su madre cuando de coger 10 que pudiese en breves
fué obispa (25). » Al fin, con todo días, y salirme de casa mi padre:
cuanto andaban royéndome los zan- tanto pudo conmigo la v~rgüenza.
cajos (26), nunca me faltaron, glo- Disimulé; fué mi padre, curó al
ria a Dios; y aunque yo me muchacho, apaciguólo y volvióme
corría (27), disimulábalo. a la escuela, adonde el maestro me
Todo 10 sufría, hasta que un día recibió con ira; hasta que oyendo
un muchacho se atrevió a decirme a la causa de la riña, se le aplacó
voces hijo de una puta y hechicera; el epojo, considerando la razón que
Jo cual, como 10 dijo tan claro - había tenido.
que aún si lo dijera turbio no me En todo esto, siempre me visitaba.

(22) Punto: Orgullo.


(23) Le habia chupado . la sangre.
(24) Gato: Ladrón.
(25) Obispa : Condenado por la Inqui s ici ón.
(26) Ro er los zancajos. Murmurar.
(27) Me co rria. Me z.vergonzaba.
(2M) Que: Para que.
(29) Noramaza . Noramala.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 13

el hijo de don Alonso de Zúñiga, dos veces a otros tantos azotes que
que se llamaba don Diego, porque me dió. Quedé tan escarmentado
me quería bien naturalmente; que de decir Poncio Pílato, y con tal
yo trocaba con él los peones, si eran miedo que, mandándome el día si-
mejores los míos; dábale de lo "que guiente decir, como sOlía,- las ora-
almorza ba, y no le pedía de lo que ciones a los otros, llegando al Cre-
él comía; comprábale estampas, do - advierta v. m . la "inocente
enseñábale a luchar, jugaba con él malicia - al tiempo de decir: « Pa-
al toro y entreteníale siempre. Así deció so el poder de Poncio Pilato »,
que, los más días, sus padres del acordándome que no había de decir
caballerito, viendo cuánto le rego- más PUato, dije : « Padeció so el
cijaba mi compañía, rogaban a los poder de Poncio de Aguirre. » Dióle
míos que me dejasen con él a co- al maestro tanta risa de oir mi
mer, cenar y aun dormir los más Simplicidad y de ver el miedo que
días. Sucedió, pueS', uno de los pri- le ha.b ía tenido, que me abrazó y
meros que hubo escuela por Navi- me dió una firma (34) en que me
dad, que viniendo por la calle un perdonaba de azotes l~s dos pri-
hombre, que se llamaba Poncio de meras veces que los mereciese. Con
Aguirre - el cual tenía fama de esto fui yo muy contento.
confeso (30) - que el don Dieguito Llegó - por no enfadar (35) -
me ·dijo: « Hola, llámale Paneio ~I tiempo de las Carnestolendas, y
Pilato, y he (31) a correr. » Yo, por trazando el maestro de que se hol-
darle gusto a mi amigo, llaméle gasen sus muchachos, ordenó que
Poncio Pilato. Corrióse tanto el hubiese rey de gallos (36). Echa-
hombre, que dió a correr tras mí mos suerte entre doce señalados
con un cuchillo desnudo para ma- por él, y cúpoMe a mí. Avisé a mis
tarme; de suerte· que fué fQrzoso padres que me buscasen galas. Lle-
meterme huyendO en casa de mi gó el día, y salí en un caballo ético
maestro, dando gritos. Entró el y mustio; el cual, más de manco
hombre tras mí, y defendióme el que de bien criado, iba haciendo re-
maestro, asegur.ando (32) que no verencias. Las ancas eran de mona,
me matase, asegurándole de casti- muy sin cola; el pescuezo, de ca-
garme. y así luego, aunque la se- mello y más largo ; la cara no tenía
ñora le rogó por mí, movida de lo sino un qjo, aunque overo (37).
que la servía, no aprovechó: man- Echábansele de ver las penitencias,
dóme desatacar (33), y azotándome, ayunos y fullerías del que ]e tenía
decía tras cada azote: « ¿ Diréis a cargo en el ganarle ]a ración.
más Poncio Pila.lo? » Yo respon- Yendo, pues, en él dando vuelcos
día: « No, señor » ; y respondílo a un lado y otro, como fariseo en
----
(30) Confeso: O judío convertido.
(3!) .: Echa a corre·r. »
(32) Asegurando: Asegurar la persona.
(33) D esatacar: Desatar los pantalones.
(34) Firma: Un papel con su firma.
~35) Por no enfadar: Abrevia el relato, para no enfadar al qu e escucha.
(36) Re)1 de gallos: Di vertimiento de Carnestolendc:s.
(37) OI'frO. Sem ejante a un huevo.
14 FRANCISCO DE QUEVEDO

paso. y los demás niños todos ade- las narices, que yo no tenía otras. Y
r ezados tras mí, pasamos por la de paso quiero confesar a v. m. que
plaza - aun de acordarme tengo. cuando me empezaron a tirar las
miedo - y Begando cerca de las berengenas, nabos, etc., que como
mesas de las verdureras - Dios llevaba plumas en el som·b rero, en-
nos Ubre - agarró mi caballo un tendí que me habían tenido por mi
repollo a una, y ni fué visto ni madre (41), y que la tiraban, como
oído cuando lo despachó a las tri- habían hecho otras veces. Y así,
pas, a las cuales, como iba rodando como necio y muchacho, empecé a
por el gaznate, no llegó en mucho decir: « Hermanas, aunque llevo
tiempo. La bercera, que siempre plumas, no soy Aldonza S'aturno d e
son desvergonzadas, empezó a dar Rebollo, mi madre » ; como si
voces. Llegáronse otras, y con ellas -ellas no lo echa:l'an de v·er por -el
pícaros; y alzando zahanorias ga- talle y rostro. ·El miedo me disculpa
rrafales (38), nabos fri sones, beren- la ignorancia, y el sucederme la
gen as y otras legumbres, empiezan desgracia tan de repente. Pero vol-
a .dar tras el pobre rey. Yo, viendo viendo al alguacil, quiso llevarme
que era bataBa nabal (39), Y que a la cárcel, y no me llevó porque
no se había d e hacer a caballo. no hallaba por dónde asirme, tal
quise apearme; mas tal golpe me me había puesto del lodo. Unos se
le dieron al caballo en la cara, que fueron por una parte y otros por
yendo a empinarse, cayó conmigo otra, y yo me vine a mi casa desde
- hablando con perdón - en una la plaza, martirizando cuantas na-
privada (40); púsome cual v. m. rices topaba en el camino. Entré
puede imaginar. ·Y a mis muchachos en ella, conté a mis padres el su-
se habían armado de piedras, y da- ceso, y corriéronse tanto de verme
ban tras las verdureras, y descala- de la manera que venía, que me
braron dos. Yo, a todo esto, después quisieron maltratar. Yo echaba la
que caí en la privada, era la per- culpa a la.$ dos leguas de rocín ex-
sona más necesaria de la riña. Vino primido que ·me dieron. Procura·b a
la justicia, prendió a berceras y satisfacerlos, y viendo que no bas-
muchachos, mirando a todos qué taba, salíme de su casa y fuíme a
armas tenían y quitándoselas, · - ver a mi amigo don Diego, al cual
porque habían sacado algunos da- haUé en la suya descalabrado y a
gas de las que traían por gala, y sus padres resueltos por ello de no
otros, espadas pequeñas. Llegó a le enviar más a la escuela. Allí tuve
mí, y viendo que no tenía ningunas, nuevas de cómo mi rocín, viéndose
porque. me las habian quitado y me- en aprieto, se esforzó a tirar dos
tído}:as en una casa a secar con la ca- coces, y de puro flaco se desgajaron
pa y sombrero, pidióme, como digo, las ancas y se quedó en el lodo bien
las armas; al cual respondí, todo su- cerca de acabar. Viéndome, pues,
cio, que si no eran ofensivas, contra con una fiesta revuelta, un pueblo

(38) Garrofal: Garrafal.


(39) Juego de palabra s entre nabal (de « nabo » y naval.
(40) Privada: Letrin.a. .
(41) Más arriba dijo cómo emplumaron a su madre.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 15

escandalizado, 108 padres corridos, a la escuela, porque, aunque no sa-


mi amigo descalabrado y el caballo bía bien escribir, para mi intento
muerto. determiné de no volver de ser caballero lo que se requería
más a la escuela ni a casa de mis era escribir mal (42), y así, desde"
padres, sino de quedarme a servir luego renunciaba la escuela por no
a don Diego; o por d ecir mejor, en
su compañía. y esto con gran gusto darles gasto y su casa para aho-
de sus padres, por el que daba mi rra rlos de pesadumbre. Avisé de
amistad al niño. Escribí a mi casa dónde y cómo quedaba, y que hasta
que yo no había menester ir más que me diesen licencia no los vería.

CAPITULO III

De cómo fui a un pupilaje por criado de Don Diego Coronel.

ETERMINO, pues, don Alonso gato ni perro de aquella color. Los


D de poner a su hijo en pupilaje:
lo uno por apartarle de s u re-
ojos avecinadvs en el cogote, que
parecía que miraba por cuéva.nos;
galo y lo otro por ahorrar de cui- tan hundidos y oscuros, que era
dado. Supo que había en Segovia buen s itio el suyo para tiendas de
un licenciado Cabra que tení a: por merca deres; la nariz, entre Roma
oficio de criar hijos de caballeros, y Francia (44), porque se le había¡
y envió allá el, suyo, y a mí. para comido de unas búas (45) de res-
que' le acompañase y sirviese. En- friado, que aun no fueron de vicio,
tramos primer domingo después de porque cuestan dinero; las barbas,
Cuaresma en poder de la hambre descoloridas de miedo de la boca
viva, porque tal laceria no admite vecina, que, de pur&; hambre, pa-
encarecimiento. El era un clérigo recía que amenazaba a comérselas;
cerbatana, largo (43) sólo .en el los dientes, le faltaban no sé cuán-
talle, una ca.beza pequeña, pelo ber- tos, y ' pienso que -p or ~olga:zanos y
mejo. No hay más que decir para vagamundos se los ha:bían deste..-
quien sabe el refrán que dice, ni rrado; el gaznate, largo como aves-

(42) Sátira de la mala letra de los caballeros.


(43) Usado en el doble sentido de « largo » y « liberal ».
(44) Nariz apltstada (roma) y desfigurada.
(45) Búa: Buba.
16 FRANCISCO DE QUEVEDO

truz, con una nuez tan salida, que A poder, pues, de ' éste vine, y en
parecía se iba a busca r de comer, su poder estuve con don Diego; y
forzada de la necesidad; los brazos, la noche que 'llegamos nos señaló
secos; las manos, como un manojo nuestro aposento, y nos hizo una
de sarmientos cada una. Mirado de plática corta, que, por no gastar
medio abajo, parecía tenedor. o tiempo, no duró más . Díjonos lo
compás con dos piernas largas y que habíamos de hacer; estuvimos
tiacas; su -andar, muy despacio; si ocupados en esto hasta la hora del
se descomponía algo, se sonaban comer; fuimos allá; comían las
los huesos como tablillas de San amos primero, y servíamos los cria-
Lázaxo (46); la habla, ética; la bar- dos. El refitorio era u,n aposento
ba, grande, por nunca se la cortar como un medio celemín; sustentá-
por no gastar; y él decía que era banse a una mesa hasta cinco ca-
tanto el asco que le daba ver las bal1eros. Yo miré lo primero por
maDOS del barbero por su cara, que los gatos, y como no los vi, pre-
antes se dejaría matar que tal per- gunté que cómo no los había a un
mitiese; cortábale los cabellos un criado antiguo; el cual, de flaco,
muchacho. de los otros. Traía un estaba y a con la marca del pupi-
bonete los días de sol, ratonado, con laje. Comenzó a enternecerse, y
mil gateras y guarniciones de gra- dijo: «. ¿ Cómo gatos? Pues
sa; era de cosa que fué paño, con ¿ quién os ha dicho a .vos que los
los fondos de caspa. La sotana, se- gatos son amigos de ayunos y pe-
gún decían algunos, era milagro!,a, nitencias ? En lo gordo se os echa
porque no se s~bía de qué color era. de ver que sois nuevo. » Yo. con
Unos, viéndola tan sin pelo, la te-, esto me comencé a afligir, y más
nían por de cuero de rana; otros, me asusté cuando advertí que todos
decían que era ilusión; desde cerca los que de antes vivían en el pupi-
parecía negra y desde lejos entre laje estaban como leznas, con unas
azul; llevábala sin , ceñidor; no caras que parecían se afeitaban cap
traía cuello ni puños; pa recía, con dia quilón (48). Sentóse ellicencíado
los cabellos largos y- la sotana 'mí- Cabra, y échó la bendición; cornie-
sera y corta, lacayuelo de la muer- ron una comida eterna; sin princi-
te. Cada zapato podía ser tumba de piO ni fin; trajeron caldo en unas
un filisteo (47). ¿ Pues su aposen- escudillas de madera, tan claro, que
to? Aun arañas no había en él; en comer una de ellas peligraba
conjura'b a los ratones, de miedo que Narciso más que en la fuente. Noté
no le royesen algunos mendrugos con la an,sia que los macilentos de-
que guardaba; la cama t enía en el dos se echaban a nado tras un gar-
suelo, y dormía siempre de un lado, banzo huérfano y solo que estaba
por no gastar las sábanas; al fin , en el s uelo (49) . Decía Cabra a cada
era archipobre y protomiseria. sorbo: « Cierto que no hay tal

(46) Tablillas de San Lazaro. Instrumento de' tre s t ablilla s de madera, para hacer
ru ido pidiendo Iim os ma.
(47) Filisteo: Grande.
(4~ ) Diaquilón: Empl ast o para abland ar tum o res. Ajf! itar: :U sar afeite s.
(49) Suelo : FonJ o Je l a escudilla.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 17

cosa como la olla, digan lo que di- Enojóse mucho, y díjome que
jeren; todo 10 demás es vicio y aprendiese modestia, y tres o cua-
gula. » Acabando de decirlo echóse tro sentencias viejas; y fuese. Sen-
su escudilla a pechos (50), dicien- támonos nosotros, y yo, que vi el
do: « Todo esto es salud y otro negocio mal parado, y que mis tri-
tanto ingenio. » « j Mal ingenio te pas pedían justicia, como más sano
acabe! », decía yo entre mí, cuan- y más fuerte que los otros, arre-
do vi un inozo mal de espíritu y tan metí al plato, como arremetieron
tlaco. con un plato de carne en las todos, y emboquéme de tres men-
manos, que parecía la había qui- drugos los dos y el un pellejo. Co-
,t ado de sí mismo. Venía un nabo menzaron los otros a gruñir; al
aventurero a vueltas, y dijo el ruido entró Cabra diciendo: « Co-
maestro: « ¿ Nabos hay? No hay man ·como hermanos, pues Dios les
para mí perdiz que se le iguale; da con qué; no riñan, que para
coman, que me huelga de verlos todos hay. » Volvióse; a l sol, y de-
comer. » Repartió a cada uno tan jónos solos. Certifico a v. ID. que
poco carnero, que en lo que se les había uno de ellos que se llamaba
pegó a las uñas (51) y se les quedó Sur re, vizcaíno, tan olvidado ya de
entre los dientes pienso que se con- cómo y por dónde se comía, que
sumió todo, dejando descomulgadas una cortecilla que le cupo la llevó
las tripas de participantes (52). Ca- dos veces a los ojos, y entre tres
bra los miraba, y decía: « Coman, no la acertaba a encaminar de las
que mozos son y me huelgo de ver manos a la boca. Y pedí yo de be-
sus buenas ganas. » Mire v. m. qué ber, que los otros por estar casi
buen aliño para los que bostezaban ayunos no lo hacían, y diéronme
de hambre. un vaso con a-gua; y ¡no le hube
Acabaron de comer, y quedaron bien \legado a la boca, cuanlio, co-
unos mendrugos en la mesa y en mo si fuera lavatorio de comunión,
el plato unos pellejos y unos hue- me le quitó el mozo espiritado que
sos; y dijo el pupilero: « Quede dije. Levantéme con grande dolor
esto para los criados, que también de mi ánima, viendo que esteba en
han de comer, no lo queramos to- casa donde se brindaba a las tripas
do. » « i Mal te h aga Dios y lo que y no hacían la razón (53). Dióme
has comido, lacerado », decía yo, gana de descomer, 'aunque no había
« que tal amenaza has hecho a mis comido; digo, de proveerme, y pre-
,t ripas! » Echó la bendición, y dijo: gunté por las necesarias a un anti-
« Ea, demos lugar a los criados, guo, y díjome: « N o lo sé, en esta
y: váyanse hasta las dos a hacer casa no las hay; para una vez que
ejercicio, no les haga mal lo que os proveeréis mientras aquí estuvié-
han comido. » Entonces yo no pude redes, donde quiera podéis, que aquí
tener la risa; abriendo toda la boca. estoy dos meses ha y no he hecho

(50) Bebió con mucha gana.


(51) Comer con tenedor era aún lujo poco usado.
(52) Descomulgadas de parttcipantes: Las tripas se quutaron sin participar de
b: carne.
(53)Se brindaba a las tripas y no hacían la razon: No corresponder a un brindis
con otro.
18 FRANCISCO DE QUEVEDO

tal cosa sino el día que '\! ntré, como guna cuenta de perdones, y nos
vos agora, de 10 que cené en rr~i saca de penas con alguna misa en
casa la noche antes. » ¿ Cómo en- altár privilegiado. »
careceré yo mi tristeza y pena? Entre estas pláticas y ·ln poco
Fué tanta, que considera ndo lo que dormimos se llegó la hora del
poco que había de entrar en mi levantar; dieron las seis y llamó
cuerpo, no osé, aunque tenía gana, Cabra 'a lección; fuimos y oímosla
echar nada de él. todos. Ya mis espaldas e ijadas na-
Entretuvímonos hasta la noehE:. daban en el jubón, y las piernas
Decíame don Diego que qué 'hal'Ía daban luga.r a otras siete calzas;
él para persuadir a las tripas qu e los dientes sacaba con tobas (54),
habían comido, po.rque no lo que- amarillos, vest'.dos de desespera-
rían creer. Andaban vaguidos en ción. Mandáronme leer el primer
aquella casa como en otra,s a hitos. nominativo a 'los otros, y era de
Llegó' la hora del cenar - pasf)~e manera mi hambre, que me
la merienda en blanco - ; cenamos desayuné con la mitad de las ra-
mucho m,e nos, y no carnero, sino zones, comiéndomelas. Y todo esto
un poco del nombre del maestro, c reerá quien s upiere lo que me
cabra asada. Mire v. m . s i inven- contó el mozo de Cabra, diciendo
tara el diablo tal cosa. « Es cosa que él ha visto m·e ter en casa, re-
muy saludable y provechosa », de- cién venido, dos frisones (55) y que
cía, « cenar poco para tener el a dos días salieron caballos ligeros,
estómago d esocupado », y citaba que volaban por los aires y que
une retahila de médicos infernales. vió meter mastines pesados, y a
Decía alabanzas de la dieta, y que tres horas salir galgos corredores;
ahorraba un hombre sueños pesa- y que una cuaresma topó muchos
dos, sabiendo que en su casa no se hombres, unos m etiendo -105 pies,
pOdía soñar otra cosa sino que co- otros las manos, otros todo el cuer-
mían. Cenaron, y cenamos todos, po, en el portal de su casa, esto por
y no cenó ning uno. Fuímonós a muy gran rato, y mucha gente que
acostar, y en toda la noche yo ni venía a solo aquello de: fuera; y
don Diego pudimos dormir; él tra- pregunta.ndo un día que qué seria,
zando de quejarse a su padre y porque Cabra se enojó de que se lo
pedir que le sacase de allí, y yo preguntase, r espondió que los unos
aconsejándole que lo hiciese, aun- tenían sarna y los otros sabañones,
que ultimamente le dije: « Señor, y que en metiéndolos en aquella
¿ sabéis de cierto si estamos vivos? casa morían de hambre, de manera
porque yo imagino que en la pen- que no . comían de allí adelante.
dencia de las berceras nos mata- Certiftcóme que era verdad. Yo, que
ron, y que somos ánimas: que esta- ' conocí la casa, lo creo; dígolo por-
mos en ~l purgatorio; y así, es pOL' que no parezca encarecimiento lo
demás decir que nos saque vue.stro que dije. Y volvi.endo a la lección,
padre si alguno no nos reza en al· dióla, y decorámosla (56). Y pro-

(54) Toba: Suciedad de los. dientes.


55) Frisón: Caballo de Frisia de pies anchos y fuerte s.
156) Decorar: Recits:r de coro.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 19

seguí siempre .en aquel modo de echársela dentro, disparósela por


vivir que he contado: entre la camisa y el espinazo, y
Sólo añadió a la comida tocino dióle con ella en el cogote; y vino
en la olla, por no sé qUé que le a servir por defuera guarnición, la
dij eron un día de hidalguía (57) que d'e ntro había de ser aforro.
allá fuera. Y así, t enía una caja de Quedó el mozo dando gritos; vino
hierro, toda agujerada. como sal- Cabra, y viéndolo. dijo que me
vader a; abríala y metía un pedazo echasen a mí la otra, que luego tor-
de tocino en ella, que la llenase, y narían a don Diego. Yo me resistía,
tornába la a cerrar; y metía la col- pero me valió poco, porque tenién-
gando de un cordel en la olla para dome Cabra y otros me la echó la
que la di e~e algún zumo por los vieja, a la cual de retorno di con
agujeros, y quedase para otro día ella en toda la cara. Enojóse Ca-
el tocino. Parecióle después que en bra conmigo, y dijo que él me echa-
esto se gastaba mucho, y dió en ría de su casa, que bien se echaba
sólo asomar el tocino en la olla. de ver que era bellaquería todo;
Pasábamos\o con estas cosas co- mas no 10 quiso mi ventura. Que-
mo se puede imagi n a r. Don Diego jámonos nosotros a don Alonso, y
y yo nos vimos tan "a l cabo, que ya el Cabra le hacía creer que lo h a- .
que para comer no h allábamos re- cíamos por no' asistir a l estudio.
m edio, pasado un mes, le buscamos Con esto no nos valían plegarias.
para no levan tarnos de mañana; -y Metió en casa la vieja por ama
así trazábamos de decir qu e tenía- para que guisase y sirviese a los
mos algún mal. Pero no dijimos pupilos, y despidió al criado porque
calentura, porque no la teniendo, le halló un viernes a la mañana
era fácil de conocer el enredo; do- con unas migajas de pan en la ro-
lor de cabeza o muelas era poco pilla. Lo que pasamos con la vieja
estorbo; dijimos, al fin, que nos Dios lo sabe; e ra tan sorda, que
dolían las tripas, y estábamos ma- no oía nada; entendía por señas;
los de ach'aque de no haber hecho ciega; y tan gran rezadera, que un
de nuestras personas en tres días, día se le desensartó

el rosario sobre
fiados en que, a trueque d e no gas- la olla, y nos la trujo con el caldo
tar dos cu.artos, no buscaría reme- más deyoto que j amás comí. Unos
dio. Ordenólo el diablo de otra decían: « ¿ Garbanzos n egros? Sin
suerte, porque t enía una receta que duda son de Etiopía. » Otros de-
h a bía h eredado de su padre, que cían: « ¿ Garbanzos con luto ?
fu e boticario. Supo el mal, y ade- ¿ Quién se les habrá muerto? » Mi
rezó una melecina; y llamando una amo fué el que se encajó una cuen-
vieja de setenta años, tía suya, que ta, y al mascarla se quebró un
le servía de enfermera, dijo que nos diente. Los viernes nos solía enviar
echase sendas gaitas. Empezaron unos huevos, con tantas barbas a
por don Diego; el desventurado fuerza de pelos y canas suyas, que
atajóse, y la vieja, en vez de podían pretender . corregimiento o

(57) Para diferf.l1ciarlo de los judios que, aún conversos, guardaban aversió n al
cerdo.
20 FRANCISCO DE QUEVEDO

abogacía (58). Pues meter el ·b adll prlmléronsele estas razo"es en el


por el cuchaI'6n, enviar una escu- corSzón; murió el pobre mozo; en-
dilla de caldo empedrada, era ordI- terrámosle muy pobremente, por
nario. Mil veces topé yo sabandijas, ser forastero, y quedamos · todos
palos y estopa de la que hilaba, en asombrados. Divulgóse por el pue-
la olla, y todo lo metía para que blo el caso atroz; llegó a oídos de
hiciese presencia en las tripas y don Alonso Coronel, y como no te-
abultase. nía. otro hijo, · desengañóse de las
Pasamos este trabajO hasta · la crueldades de Cabra, y comenzó a
cuaresma que vino, y a la entrada dar más crédito a las razones de
de ella estuvo malo un compañero. dos sombras, que ya estábamos
Cabra, por no gastar, detuvo el Ha- reducidos a tan miserable estado.
mar médico hasta que ·ya él ' pedía Vino a sacarnos del pupilaje, y te-
confesión más que otra cosa. Llamó niéndonos delante, nos preguntaba
entonces un platican te, el cual le por nosotros. Y tales nos vió, que
tomó el pulso y djjo que la hambre sin" aguardar a más, trató muy mal
le había ganado por la mano el de palabras al licenciado Vigilia.
matar a aquel hombre. Diéronle el Nos mandó llevar en dos sillas a
Sacramento, y el pobre cuando lo casa; despedímonos de los compa-
vió - que había un día que no ha- ñeros, que nos seguían con los de-
blaba ---', dijo: « Señor mío J esu- seos y con los oj'os, haciendo las
cristo, necesario ha sido el veros lástimas que hace el que queda en
entrar en esta casa para persua- Argel viendo venir rescatados sus
dirme que no es el infierno. ::t Im- c6mpañeros.

CAPITULO IV

De la .convalecenela e Ida a estudiar a AleaJá de Henares.

NTRAMOS en casa di! don al fin me trataban como a criado - ,


E Alonso, y echáronnos ,en ~os
camas con mucho tiento, por-
en buen rato no me los hallaron.
Trajeron médicos, y mandaron que
que no se nos desparramasen · los nos limpiasen con zorras el polvo
huesos de puro roídos del hambre. de las bocas, como a retablos, y
Trujeron exploradores que nos bus- bien lo éramos de duelos (60). Or-
casen los ojos por toda la cara; y denaron que nos dieran sustancias
a mí, como había sido mi trabajo y pistos. ¿ Quién podrá contar a la
mayor y la hambre imperial (59) - primera almendrada y a la primera

(58) Sátira de las barbas de los magistrados ., abog .. dos.


(59) Imperial: Especial y grande.
(60) Rel-obllJ de duelo.: Se decia del Que tenia Dluchos trabajos.

HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 21

ave las luminarias que pusieron las y al cabo trató don Alonso de en-
tripas de contento? Todo les hacía viar a Su hijo a Alcalá a estudiar
novadad. Mandaron los doctores que lo que le faltaba de la gram"'tica.
por nueve días no hablase nadie re- Díjome a mi si quería ir, y yo,. que
cio en nuestro aposento, porque, no deseaba otra cosa sino salir de
como estaban huecos los estóma- tierra donde se oyese el nombre de
gos, sonaba en ellos el eco de cual- aquel malvado perseguidor de es-
quier palabra.. Con estas y otras tómagos, ofrecí de servir a su hijo
prevenciones comenzamos a volver como vería. Y con esto dióle un
y cobrar algún aliento; pero nunca criado para mayordomo que le g<r
podían las quijadas desdoblarse, bernase la casa, y le tuviese cuenta
que estaban magras y alforzadas; y del dinero del gasto, que nos daba
así se dió orden qUe cada día n ,08 remitido en cédulas para un .hom-
las ahormasen con la mano de un bre que se llamaba Julián Merluza.
alminp,z. Levantámonos a hacer pl- Pusimos el hato en el carro de un
nieos dentro de cuarenta días, y Diego Monje; era una media ca-
aún parecíamos sombras de otros mita y otra de cordeles con ruedas,
homb:res; y en lo amarillo y flaco, para meterla debajo de la otra mía
simiente de los padres del yermo. y del mayordomo, que se llamaba
Todo el día gastábamos en dar gra- Aranda; cinco colchones y ocho
cias a Dios por habernos rescatado sábanas, ocho almohadas, cuatro
de la captlvldad del fterísimo Ca- tapices, un cofre con ropa blanca
bra, y rogábamos al Señor que nin- y las demás zarandajas de casa.
gún cristiano cayese en sus manos Nosotros nos metimos en un coche,
crueles. Si acaso comiendo alguna salimos a la tardecita antes de
Jlez nos acordábamos de las mesas anochecer una hora, y llegamos a
del mal pupilero, se nos aumentaba la media noche a la siempre mal-
el hambre tanto, que acrecentába- dita venta de Viveros (61). El ven-
mos la costa aquel día. Solíamos tero era morisco y ladrón, que en
contar a don Alonso cómo al sen- mi vida vi perro y gato (62) juntos
tarse a la mesa nos decía males de con la paz que aquel día; Uzonos
la gula, no habiéndola él conocido gran fiesta, y como él y los minis-
en su vida; y reíase mucho cuando tros del carretero iban horros (63)
le contábamos que en el manda- - que ya habían llegado también
miento de No matarás metía per- con el hato antes, que nosotros ve-
dices y capones y todas las cosas níamos de espacio -, pegóse al C<r
que no quería darnos; y, por el con- che, dióme a mí la mano para
siguiente, la hambre, pues parecía salir del estribo, y díjome si iba a
qu-e tenía por pecado, no sólo el estudiar. Yo le respondí que sí. Me-
matarla sino el herirla, según rega- tióme adentro, donde estaban dos
teaba el comer. rufianes con unas mUjercillas, un
Pasáronsenos tres meses en esto, cura rezando al olor, un viejo mer-

(61) Venta d~ Viveros: Ppsad¡,· de estudiantes. situada UI el camino de Madrllt


a Alcalá. \
(62) Perro y gato: « Moro:. Y. e ladrón :t.
(63) Iban "orros: El ventero Iba a ia parte con 'l os del carro.
22 FRANCISCO DE QUZVEDO

cader y avariento 'proculando olvi- bi.9: n cdado con nosotros ? Don


darse de cenar y dos estudiantes Diego se le ofreció mucho, y pre-
fregones, de los de mantellina (64), guntándole su nombre, salió el ven-
buscando trazas para engullir. Mi tero y puso los manteles, y oliendo
amo, pues, como más nuevo en la la estafa, dijo: « Dejen eso, que des-
venta, y muchacho, dijo: « Señor pués de cenar se hablará, que se en-
huésped, deme lo que 'hubiere para fría. » Llegó un rufián y puso asien-
mí y dos criados. » « Todos lo so- tos para todos y una silla para don
mos de v. m . - dijeron al pu.nto los Diego, y el otro trujo un plato. Los
rufianes - y le hemos de servir. estudiantes dijeron: « Cene v. m.,
Hola, huésped, mirá que este caba- ql¡1e entre tanto que a nosotros nos
llero os agradecerá lo que hiciére- aderezan 10 que hubiere, le servi-
des; vaciad la despensa. » Y di- remos a la mesa. » « j Jesús! -
ciendo esto llegóse uno, y quitóle la dijo don Diego - , vs. m s. se asien-
capa, diciendo: « Descanse v. m ., ten si son servidos », y a esto res-
mi ' señor », y púsola ' en un poyo. pendieron los rufianes - no ha-
Estaba yo con esto desvan ecido y blando con ellos - : « Luego, mi
hecho dueño de la venta. Dijo una señor, que aún no está todo a
de las ninfas (65) « i Qué buen talle punto. » Yo cuando vi ro. los unos
de caballero ! ¿ y va a estudiar? convidados y a los otros que se
¿ Es v. m . su criado? » Yo res- convidaban, afligíme y temí 10 que
pondí - creyendo que er a así como sucedió, porque los estudiantes to-
lo decían - que yo y el otro lo éra- maron ·la ensalada, que era un ra-
mos. Preguntáronme su nombre, y zonable plato, y mira ndo a mi amo,
no bien 10 dije, cuando el uno de dijeron: « No es r azó n Que donde
los estudiantes se llegó a él medio está un caballero tan principal se
llorando, y, dándole un abrazo queden estas damas por comer;
apretadísimo, dijo: « i Oh mi se- mande v . m. qu e alcancen un bo-
ño!' don Diego! i Quién me dijera cado. » El, haciendo del galán, con-
a mí, a hora diez años, que h abía vidólas; sentáronse, y entre los dos
de ver yo a v. rn. de esta manera! estudiantes y ellas no deja ron sino
i Desdichado de mí, que estoy tal un cogollo en cuatro bocados, el
que no me conocerá v. m . ! » El se cual se comió don Diego, y a l dár-
quedó admirado y yo también, que sele aquel maldito estudia nte le
juramos entrambos no h ab erle vis- dije>: « Un abuelo tuvo v . ro., tío de
to en nuestra vida. El otro compa- mi p adre, que en viendo lechugas
ñero andaba mirando a don Diego se desmayaba, i qué hombre era
a la cara, y dijo a su amigo: « ¿ Es tan cabal! » Y dic iendo esto, se-
este señor de cuyo pa dre me dijis- pultó un panecilio, y el otro, otro.
t es vos t a ntas cosas? i Gran dicha Pues las n.infas ya daban cuenta
ha sido nuestra encontrarle y cono- de un pan, y el que más comía era
cerle, según está de gr a nde! Dios el cura con . "el mira r solo. Sentá-
le guarde»; y empezó a santiguar- ronse los rufianes con m ed io ca-
se. « ¿ Quién no creyer 1 que se ha- brito asado, dos lonjas de tocino

(64) Mant ellina: D iminuti vo de manta . No cubre aún el med:o cuerpo.


{fi5) N infa : Muj er d e mala vida .
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 23

y un par de palominos cocidos, y infiernos arda el embustero, en


dijeron: « Pues, padre. ¿ ahí se dondequiera que esté. Vió el ava-
está? Llegue y alea nce; que mi riento que dormía, y dijo: « ¿ V.
señor don Diego nos hace merced m. quiere reir? Pues hagamos al-
18: todos. ' » N o bien se lo dijeron guna burla a este viejo que no ha
cuando se sentó; ya cuando vió mi comido sino un pero en todo el
amo que todos se le habían enca- camino, y es riquísimo. » Los rufia-
jado, comenzóse a afligir. Repartié- nes dijeron. : « Bien haya el licen-
ronIo todo, y al don Diego dieron ciado; hágalo, que es razón. » Con
no sé qué huesos y alones; lo de- esto se llegó y sacó al pobre viejO
más engulleron el cura y los otros. que dormía de debajo de los pies
Decían los rufianes:' « N o cene unas alforjas, y desenvolviéndolas
. mucho, señor, que le hará mal », halló una caja, y cQmo si fuera de
y replicaba el maldito estudiante: guerra, hizo gente. Llegárons'3 to-
« Y más que es menester hacerse a dos, y abriéndola vió que era de
coxn.er poco para la vida d·e Alca- alcorzas. Sacó todas cuantas había
lá. » Yo y el otro criado estábamos y en su lugar puso piedras, palos
rogando a Dios que- les pusiese en y lo que halló; luego se proveyó
corazón que dejasen algo. Y ya que sobre lo dicho, y encima de la su-
lo hubi-eron comido todo y que -el ,ciedad puso hasta una docena. de
cura repasaba los huesos de los _ y(! fjones. Cerró la caja y dijo :
otros, volvió el un rufián y dijo : «' Pues aún no basta, Q.ue botaJ
« i Oh pecador de mí ! No habemos tieTle. » Sacó la el vino, y desenfun-
dejado nada a los criados. Vengan d4ndo una almohada de nuestro
aquí vs. ms. Ah, .señor huésped, coche, después de haber echado un
déles todo lo, que hubiere, vé aquí poco vino dehajo, se la llenó de
un doblón. » Tan presto saltó el la!' a. y estopa, y la cerró. Con esto
descomulgado pariente de mi amo se fueron todos a a costar para una
- digo el escolar - , y dijo: « Aun- hora que quedaba o media. y e!
que v. m. me perdone, señor hidal- es tudiante 10 puso todo en las al-
go, debe saber poco de cortesía; forjas, y en la capilla del g atJ'in
¿ conoce por dicha a mi señor pri- echó una gran piedra y fu~se a
mo ? El dará a sus criados, y aun dormir.
a los n.u estros si los tuviéramos,
como nos ha dado a nosotros. - Lleg ó la hora del ca minar. d c ::--
No 'se enoje v . m ., que no le cono- pertaron todos y el viejo to . .lavía
cían. » Maldiciones le eché cuando dormía. Llamáronle, y al levantar-
vi tan grande disimulación, que no se no pOdía levantar la capilla del
pensé acabar. gabán; miró lo que era, y el me-
sonero adrede le riñó, diciendo :
Levantaron las mesas y todos « Cuerpo de Dios, ¿ no halló otra
dijeron a don Diego que se acos- cosa que llevarse, padre, sino esta.-
ta's e; él quería pagar la· cena, y piedra? ¿ Qué les parece a vs. ms.,
replicáronle que a la mañana ha- si yo no lo hubiera visto? Cosa es
bría lugar. Estuviéronse un rato
'p arlando; preguntóle su nombre al que estimo en más de cien . duca-
estudiante, y él dijo que se lla- dos, porque es contra el dolor de
m 'a ba don Tal Coronel. En malos estómago. » Juraba y perjuraba
FRANCISCO DE QUEVEDO

diciendo que no había metido él tal con lana y estopa un vino salvaje,
en 1.. capilla. tan ·b arbado y velloso, que no se
Los rufianes hicieron la cuenta y pOdía beber ni colar. Entonces aca-
vino a montar sesenta reales, que bó de perder la paciencia el viejo,
no entendiera Juan de Leganés la pero viendo las descompuestas car-
suma. Decían los estudiantes : cajadas de risa, tuvo por bien el
« Como h emos de servir a v. m . callar y subir en el carro con los
en Alcalá, quedamos ajustados en rufianes y mujeres. Los es tudiantes
el gasto. » Almorzamos un bocado y el cura se ensartaron en un bo-
y el viejo tomó sus alforjas, y por- rrico, y nosotros nos pusimos en
que no viés emos lo que sacaba y el coche, y aun no bien había co-
no partir con nadie, desatólas a menzado a caminar, cuando los
oscuras debajo el gabán, y aga- unos y los otros nos comenzaron
rrando un yesón untado, echóselo a dar vaya (66), d eclarando la
en la boca y fuele a: hincar una burla. El ventero decía: « Señor
muela y medio diente que t enía, y nuevo, a pocas estrenas como ésta
por poco los perdiera. Comenzó a envejecerá. » El cura decía: « Sa-
escupir y hacer gestos de asco y cerdote soy, allá se lo dirán de
de dolor. Llegamos todos a él, y el misas. » Y el estudiante, maldito
cura el primero, diciéndole · qué voceaba: « Señor primo, otra v ez
tenía. Comenzóse a ofrec er a Sa- rásqu.ese cuando le coma y no des-
tanás, dejó caer las alforj a s, Ile- pués. » El otro d-ecís: « Sarna dé
góse a él el estudiante, y dijo : a v. m., señor don Diego .. » Noso-
« Arried_fo vayas. Satán, cata la tros dimos en no hacer caso. Dios
cruz. » Otro abrió un breviario, y sabe cuán corridos íbamos.
hiciéronle creer que estaba ende-
moniado, hasta que él mismo dijo Con estas y otras cosas llegamos
lo que era y pidió le dejasen enja- s la villa, apeámonos en un mesón,
guar la boca con un poco de vino y en todo el día - que llegámos a
que él traía en la bota. Dejáronle, las nueve - acaba.m os (67) de ~on­
y sacándola abrió la, y abocando en tar la cena pasaba, y nunca pudi-
un vasito un poco de vino, salió mos sacar en limpio el gasto.

(66) Dar vaya: Hacer burla .


(67) Acabamos : No acabamos.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 25

CAPITULO V

De la entrada en Alcalá, patente Y burlas que me hicieron por nuevo.

NTES que anocheciese salimos guntóme que qué querian. Y yo,


A. del mesón a la casa que nos
tenían alquilada, que estaba:
fuera la puerta de Santiago, patio
entre tanto, por lo que podía su-
ceder, me acomodé entre dos col-
chones, y sola tenía. la media ca-
de estudiantes donde hay muchos beza fuera, que parecía tortuga.
juntos, aunque ésta teníamos entre Pidieron dos docenas de reales;
tres moradores diferentes no más. diéronselos, y con tanto, comenza-
Era el dueño y huésped de los que ron una grita del diablo, diciendo:
creen en Dios por cortesía o sobre « Viva el cqmpañero y sea admi-
falso; moriscos los llaman en el tido en nuestra amistad; go(~e de
pueblo, que hay muy grande cose- las preeminencias de antiguo: pue-
cha desta gente y de la que tiene da tener sarna, andar manchado
sobradas narices y sólo les faItan y padecer el ~lambre que todos. »
para oler tocino; digo esto, confe- y con esto - ¡mire v. m. qué pri-
sando la mucha nobleza que hay vilegios! - volaron por la esca-
entre la gente principal, que cierto lera, y al momento nos vestimos
es mucha. Recibióme, pues, el hués- nosotroS" y tomamos el camino para
ped con peor cara que si yo fuera escuelas. A mi amo apadrináronle
el Santísimo Sacramento; ni sé si unos colegiales conocidos de su
lo hizo porque le comenzásemos a padre, y entró en su general (70);
tener respeto, o por ser natural pero yo, que había de entrar en
suyo de ellos, que no es mucho otro diferente y fuí solo, comencé
tenga mala condición quien no a temblar.
tiene buena ley (68). Pusimos nues- Entré en el patio, y no hube
tro hato, acomodamos las camas y metido bien el pie cuando me en-
10 demás, y dormimos aquella no- cararon y empezaron a decir :
che. « ¡Nuevo! » Yo, por disimular, di
Amaneció, y helos aquí en camisa en reir como que no hacía caso,
todos los estudiantes de la posada mas no bastó, porque llegándose
a pedir la patente (69) a mi amo. a mí ocho o nueve comenzaron a
El, que no sabía lo que era, pre- reirse. Púseme colorado, ¡nunca

(68) Ley: Re·ligI6n.


·(69) Patente: Contribucfón que se hacía pagar al novato.
(70) General: Aula.
26 FRANCISCO DE QUEVEDO

Dios lb permitiera!, pL.es al ins- sin llevarse en las manos la mitad


tante se PU$O uno que estaba a mi del afeite de mi negrru capa, ya
lado sus manos en las narices, y blanca por mis pecados. Dejá-
apartándose dijo: « Por resucitar ronme, e iba hecho aljofaina de
está este Lázaro. según hiede », y viejo a pura saliva.
con esto iodos se apartaron tapán- Fuíme a casa, que apenas acerté
dose las narices. Yo, que rr..e pensé a entrar en . ella, y fué ventura el
escapar; también me pu e.~ las ma- ser de mañ,a na, porque sólo topé
nos y dije: « Vs. ms. tienen razón, dos o tres muchachos, que debían
que huele muy mal. » Dióles mu- ser bien inclinados, porque no me
cha risa, y apartándose, ya estaban tiraron más de cuatro o seis tra-
juntos hasta ciento. Comenzaron a pazos, y luego se fueron. Entré en
escarbar y tocar al arma; y en las casa, y el morisco, que me vió,
toses y abrir y cerrar d e las bocas comenzó a .reírse y hacer como que
vi que se me aparejaban gargajos. quería escupirme. Yo, que temí que
En esto un manchegazo acatarrado lo hic¡'Gse, dij.e: « Tened, huésped,
me hizo alarde de uno terrible, di- que no soy Ecce-Homo. » Nunca 10
ciendo: « Esto hago. » Yo enton- dijera, porque me dió dos libras de
ces, que me vi perdido, dije: « Juro porrazos sobre los hombros con las
a Dios que me la ... » Iba a decirle, pesas que tenía, Con esta ayuda
pero fué tal la batería y lluvia que de costa, medio baldado, subí arri-
cayó sobre mí, que no pude acabar ba, y en buscar por dónde asir la
la razón. Yo estaba cubierto el ros- sotana y el manteo se pasó mucho
tro con la capa, y t a n blanco, que rato ; al fin le quité y me eché en
todos tiraban a mi; y era de ver, la cama; y colguélo en una azotea.
sín duda, como tomab an la punte- Vino mi amo, y como me halló
ría. Estaba ya nevado de pies a durmiendo, y no sabía la asque-
cabeza; pero un bellaco, viéndome 'rosa aventura, enojóse y comen-
cubierto y que no tenía en la cara zóme a dar repelones con tanta
cosa, arrancó h ac ia mí, diciendo pri-esa que a dos más me despic-rta
con gran cólera: « Basta, no le calvó. Levantéme dando voces y
matéis. » Yo, que según me trata- él con más cólera dijo: « ¿ Es buen
ban creí d e ellos qu e 10 harían, modo de servir este, Pablos? Ya
d estapé por ver 10 que era, y al es otra vida. » Yo, cuando ' oí decir
mis mo tiempo el que daba las voces otra vida, .entendí que era ya
me enclavó un ga rgajo entre los muerto, y dij.e : « Bien me anima
dos ojos. Aquí se han de considerar v. m . .en mis trabajos: vea cuál
mis angustias; levantó la infernal está aquella sotana y manteo' que
gente una grita que me aturdieron, ha servido d.e pañizuelos a las
y yo, según lo que echaron sobre mayores narices qu.e se han visto
mí de sus estómagos, pensé que por en paso de Semana Santa », y con
ahorrar de médicas y boticas esto empecé a llorar. El, viendo mi
aguardaban nuevos (71) para pur- llanto, creyólo, y buscando la so-
garse. Quisieron tras esto darme de tana y viéndola, compadecióse de
pescozones; pero no había dónde, roí , y dijo: « Pablos, abre el ojo

(jI) NW! IIM: Estudi antes nuevos.


HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 27

qu·e asan carne; mira por ti, que tar; quejábase el otro también, y
aquí no tiene..; otro padre ni ma- dábame a mí solo. Yo comencé a
dre. » Contéle todo lo que había decir: « ¡ Justicia de Dios! » Pe-
pasado, y mandóme desnudar y ro menudeaban tanto Jos azotes so-
llevar a mi aposento, que era don- bre mí, que ya no me quedó - por
de dormían cuatro criados de los haberme tirado las frazadas (73)
huéspedes de casa. Acostéme y abajo - remedio sino el de meter-
dormí, y con esto a la noche, des- me debajo de la cama. Hícelo así, y
pués de haber co.mido y cenado al punto los tres que dormían em-
bien, me hallé fuerte ya: como si pezaron a dar gritos .t ambién; y
no hubiera pasado nada por mí. como sonaban los azotes, yo creí
Pero cuando comienzan desgra- que alguno de afuera nos daba a
cias en uno, parece que nuncA se todos. Entre tanto, aquel maldito .
han de acabar, que andan encade- que estaba junto a mí, se pasó a
nadas, y unas traen a otras. Vinié- mi cama, y proveyó en ella, y cu-
ron se a acostar los otros criados, y brióla; y pasándose a la suya, ce-
saludándome todos, me pregunta- saron los azotes, y levantáronse
ron si estaba malo, y cómo estaba con grandes gritos todos cuatro di-
en la cama. Yo les conté ·el caso, ciendo: « Es gran bellaquería, y
y al punto, como si en ellos no no ha de pasar asÍ. » Yo todavía
hubiera mal ninguno, se empeza- me estaba debajo de la.- cama, que-
ron a santiguar diciendo: « No se jándome como perro cogido entre
hiciera entre luteranos. ¿ Hay tal puertas, tan encogido, que parecía
maldad? » Otro decía: « El rector un galgo con calambre. Hicieron
tiene la culpa en no poner remedio. los otros que cerraban la puerta, y
¿ Conocerá los que eran? » Yo yo entonces salí de donde estaba, y
respondí que no, y agradecíles la subíme a mi cama, preguntando .si
merced que me mostraban hacer. acaso les habían hecho mal: todos
Con esto se acabaron de desnudar, se quejaban de muerte.
acostáronse, mataron la luz, y dor- Acostéme, y cubríme, y torné a
míme yo, que me parecía estaba dormir; y como entre sue5.os me
con mi padre y mis h ermanos . . revolcase, cuando desperté halléme
Debían ser las doce cuando el sucio hasta las trenzas (74). Le-
uno dellos me despertó a puros gri- vantáronse todos, y yo tomé por
tos, diciendo: « i Ay, que me ma- aChaque los azotes para no vestir-
tan! i Ladrones! » Sonaban en 3U me; no había diablos que me mo-
cama unas voces y golpes de lá- viesen de .un lado. Estaba confuso
tigo. Yo levanté la cabeza, y di¡.... : considerando si acaso con el miedo
«( ¿ Qué ·es eso? », y apenas me y la turbación, sin sentirlo, había
descubrí cuando con· una maroma hecho aquella vileza, o si entre sue-
me asentaron un azote con hi- ños; al fin yo me hallaba inocente
jos (72) en todas · las espaldas. Co- y culpado, y no sabía disculparme.
mencé a quejarme; quíseme levan- Los compañeros se ll egaron a mí,

Jn) Hi jos: Lo s extremos de lo s ramales de la s di sci pli na s.


(73) Frazada : Manta.
(74) Trenzas: Se nabí a ensucia'do todo el cuerpo.
28 FRANCISCO DE QUEVEDO

quejándose y muy dlsin.ulados, a sábanas fué tanta la risa de todos,


pregunta:rme cómo estaba; y yo les viendo los recientes, no ya palomi-
dije que muy malo, porque me ha- nos, sino palomos grandes, que se
bían dado muchos azotes. Pregun- hundía el aposento. « Pobre de él.,
tábales yo qué podía haber sido, decían los grandísimos bellacos; yo
y ellos decían: « A ·fe que no se hacia el desmayado. « Tírele v. m.
escape, que el matemático nos lo mucho dese dedo del corazón »;
dirá. Pero dejando esto, veamos si y mi amo, entendiendo hacerme
estáis herido; que os quejábades bien, tanto .tiró que me le descon-
mucho dese dedo del corazón »; certó. Los otros también trataron
levantar la ropa con deseo de de darme un garrote en los muslos,
afrentarme. En esto mi amo entró y decían: « El pobrecito ahora
diciendo: « ¿ Es posible, Pablos, sin duda se ensució cuando l~ di6
que no he de poder contigo? Son el mal. » i Quién dirá lo que yo
las ocho, ¿ y estás te en la cama? pasaba entre mí, lo uno con la
Levántate en noramala. » Los otros, vergüenza, descoyuntado un dedo
por asegurarme, contaron a don y a peligro de que me diesen
Diego el caso todo, y pldléronle que gorrote! Al fin, de miedo que me
me dejase dormir, y decía uno ; le diesen - que ya me tenían los
« Y si v. m. no lo cree, . leyantá, cordeles en los muslos - hice que
amigo », y agarraba de la ,·opa. Yo había vuelto; y por presto que lo
la tenía asida con los dient~s por hice, como los bella'c os iban con
no mostrar la caca; y .'!uando ellos malicia, ya me habían · hecho dos
vieron que no había remedio por dedos de señal en cada pierna.
aquel camino, dijo uno: « ¡Cuerpo Dejáronme diciendo' : « j Jesús, y
de Dios, y cómo hiede! » Don Die- qué fiaco sois! » Yo lloraba de
go dijo 10 mismo, porqUe era ver- enojo, y ellos decían adrede': « Más
dad; y luego tras él comenzaron va en vuestra salud .que en el ha-
todos a mirar si había en el apo- beros ensuciado; callá », y con esto
sento algún servicio; decían que no me pusieron en la cama después
se pOdía estar allí. Dijo uno: « Pues de haberme lavado, y se fueron.
es muy bueno esto para haber de
estudiar . . » Miraron las camas, y Yo no hacía a solas sino consi-
quitáronlas para v:er debajo, y di- derar cómo casi era más lo que
jeron: « Sin duda debajo de la de había pasado en Alcalá en un dia
Pablas hay algo; pasémosle a una. que ,t odo lo que ' me sucedió con
de las nuestras, y miremos debajo Cabra. A mediodía me vestí, limpié
de ella. » Yo, que veía poco reme- la sotana lo mejor. que pude - la-
dio en el negocio y que me iban vándola como gUaldrapa y
a echar la garra, fingí que me ha- aguardé a mi amo, que, en llegan-
bía dado rtlal de corazón; agarré- do, me preguntó cf»mo estaba. Co-
me a los palos, e hice visajes. Ellos, mieron todos los de casaJ y yo,
que sabían el misterio, apretaron aunque poco y de mala gana; y
después, juntándonos todos a par-
conmigo, diciendo: « ¡Gran ' Iás- lar en el corredor, los otros cria-
tima! » Don Diego me tomó el dos, después de darme vaya, r!.pcla-
dedo de corazón, y al fin entre los raron la burla. Rléronla todos; do-
cinao me levantaron; y al alzar las -blóseme mi afrenta, y dije entre
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 29

mí: « A vi"són, Pablos; alerta. · » de allí adelante todos los de la casa.


Propuse de h"cer nueva vida. Y como hermanos; y en las e3cu~las;
con esto, hechos amigos, vivimos y patios nadie me inquietó mas ,

CAPITULO VI

De las crueldades del ama y laavesuras que yo hice.

AZ co'mo vieres' » dice el re- dábamos grandísimos gritos como~


H frán, y dice bien. De puro con
siderar en él, viJ'.le a resolver-
que cantábamos, y así espiraron·.
en nuestras manos. Sacamos los:
me de ser bellaco con los bellacos, vientres, recogimos la sangre, y a
y más. si pudiese, que todos. No sé puros (75) jergones los medio cha-·
si salí con eIJo; pero yo aseguro muscamos en el corral; de suerte, .
a v. m. que hice todas las diligen- que cuando vinieron los amos. ya
cias posieles. Lo primero, yo puse estaba hecho, aunque mal. sino-
pena de la vidh a todos los cochi- eran los 'vientres, que no estaban.
nos que se entrasen en casa y a acabadas de hacer las morcillas; .
los pollos del ama que del corral y no por falta de prisa, que en.
pasasen a mi aposento. Sucedió verdad. que por no detenernos, ias '
que un día entraron dos puercos, habíamos dejado la mitad de lo que
del mejor garbo que vi en mi vida; . ellas se tenían dentro. Supo, puas, .
yo estaba jugando con los otros don Diego y el mayordomo el caso,
criados, y oílos gruñir, y dije a: y enojáronse conmigo de manera
uno: « Vaya y vea quién gruñe que obligaron a los ' huéspedes _ .
en nuestra casa. » Fué, y dijo que que de risa no se podían valer _ .
dos marranos. Yo, que lo oí, me a volver por mí. Preguntábame don
en,Ojé tanto, que saH allá diciendo Diego qué había de decir si me ·
.' que era mucha bellaquería y atre- acusaban, y me prendía la justicia.
vimiento venir a gruñir a casas A lo cual respondí yo que me lla-
ajenas; y diciendo esto, envaséle a maría a hambre (76), que es el.
cada unó - a puerta cerrada - la sagradO de los estudiantes, y si no
espada por los pechos, y luego los me valiese diría: « Como se entra-
acogotamos; y por que no se oyese -ron sin llamar a la .puerta, como·
el ruido que hacían, todos a la par en su casa, entendí que eran nues--

(75) A puros: A fuerza de:.


(76) Me llamaría a hambre: Es decir, daría como excusa que tenia hambre.
30 FRANCISCO DE QUEVEDO

tros. » Riéronse todos de las dIs- pero tal priesa se han dado ... Man-
culpas. Dijo don Diego: « A fe, de v. m. comprar más, y a fe que
Pablos, que os hacéis a las ar- se ha de lucir de · otra manera;
mas (77). » Era de notar ver a mi denle dineros a Pablicos. » Dában-
amo tan quieto y. religioso, y a mí melos, y vendíamosle la mitad si-
tan travieso, que el uno exageraba sada, y de 10 que comprábamos si-
al otro o la virtud o el vicio. sábamos la otra mitad; y esto era
No cabía el ama de contento en todo. .
porque éramos los dos al mohí- y si alguna vez compraba y"O
no (78): habíamonos conjurado en la plaza, por lo que valía re-
contra la despensa. Yo era el des- ñíamos adrede el ama y yo. Ella
pensero Judas, que .desde entonces decía cot:no enojada: « No me di-
heredé no sé qué amor a la sisa gáis a mi, Pablicos, que estos son
en este oficio. La carne no guar- dos cuartos de ensalada. » Yo hacía
daba en manos del ama la orden que lloraba, daba muchas voces, e
retórica, porque siempre iba de más íbame a quejar a mi señor, y apre-
a menos; y la vez que podía echar tábale para que enviase el mayor-
cabra u oveja, no echaba carnero; domo a saberlo para que callase el
y si había huesos, no entraba cosa ama, que adrede porfiaba. Iba, y
magra; y así, hacía unas ollas tí- sabíalo; y con esto asegurábamos
sicas, de pur.o flacas; unos caldos. al amo y al mayordomo, y queda-
que, a estar cuajados, se pOdían ban agradecidos, en mí a las obras,
hacer sartas de cristal de ellos: y en el ama al celo de . su bien.
Las dos Pascuas, por diferenciar, Decíale don Diego muy satisfecho
para que estuviese gorda la olla, de mí: « Así fuese C1Pablicos apli-
solía echar unos cabos de velas de cado a virtud como es de fiar; toda
sebo. Ella decía - cuando yo esta- esta es la lealtad. ¿ Qué me decls
ba delante - a mi amo: « Por vos de él ? »
cierto. que no hay servicio co.mo Tuvímoslos desta n :anel'a <:hu-
el de Pablicos, si él no fuese · tra- pándolos como sanguijuelas; yo
vieso; consérvele v. m., que bien se apostaré que v. m. se espant á de la
le puede sufrir el ser travieso por suma del dinero al cabo .del año.
la fidelidad; lo mejor de · la plaza Ello mucho debió de ser, p,e ro no
trae. » Yo, por el consiguiente, de- obligaba a restitución,- porque el
cía de ella 10 mismo, y así tenía- ama confesaba y comulgaba de
mos engañada la casa. ocho a ocho días, y nunca le vi
Si se compraba aceite de por rastro n i imaginación de volver
junto, carbón o tocino, escondía- nada ni hacer escrúpulo, con ser,
mos la mitad, y cuando nos pare- como digo, una santa. Traia un
cía decíamos el ama y yo: « Mo- rosario al cuello siempre. tan gran-
dérense vs. ms. en el gasto, que en de, que era más barato lleva!' '!ln
verdad, si se dan tanta ·priesa, no haz de leña a cuestas. Dél colga-
baste la hacienda del rey. Ya se .ban muchos manojos de imágenes,
ha acabado el aceite o el carbón; cruces y cuentas de perdones. En

(77) Hacerse· a las armas: Acostumbrarse a las cosas.


(iH) Eramos los dos 01 mohino : Estaban de acuerdo.
HIS'TORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 31

todas decía que rezaba cada noche ble dejarlo de decir? i Mal aven-
por sus bienhechores. Contaba turado de mi y de vos! » Ella, co-
ciento y tantos santos abogados mo vió hacer estremos .con tantas
suyos; y en verdad que había me- veras, turbóse algún tanto, y dijo:
nester todas estas ayudas para des- « Pues, Pablos, ¿ yo qué he hecho?
quitarse de lo que pecaba. Acostá- Si te burlas, no me afiijas más. »
base en un aposento encima del de « ¿"Cómo -burlas? ¡ pesia tal! Yo
mi amo, y rezaba más oraciones no puedo dejar de dar parte a . la
que un ciego. Entraba por el Justo Inquisición, porque si no, estaré
Juez (79) y acababa con el Conqui- descomulgado. » « ¿ Inquisición? »,
bules (80) - que ella decía - y en dijo ella, y empezó a temblar;
la Salve rehila (81). Decía las ora- « pues ¿ yo he hecho algo contra
ciones en latín adrede por fingirse la fe ? » « Eso es lo peor », decía
inocente; de suerte que nos despe- yo; « no os burléis con los inquisi-
dazábamos de risa todos. ' dores; decid que fuistes una boba y
Tenía otras habilidades; era con- que os desdecís, y no neguéis la
que!.'idora de voluntades y corchete blasfemia y desacato. » Ella con el
de gustos, que es lo mismo que al- miedo dijo: « Pues, Pablos, y si
cahueta; pero disculpábase conmi- me desdigo, ¿ castigaránme ? »
go, diciendo que le v.e nía de casta, Respondíle: « No, porque sólo os
como al rey de Francia curar lam- absolverán. » « Pues yo me des~
parones (82). digo », dijo: « pero dime tú de qué,
o
.Pensará v. m . que siempre estu-
• , •
que no 10 sé yo; así tengan buen
vimos en paz; pues ¿ qUIen Ignora siglo las ánimas de mis difuntos. »
qüe dos amigos, como sean codi- « ¿ Es posiblJ que no advertisteis
ciosos, si están juntos se han de en qué? No sé cómo 10 diga, que
procurar eng añar el uno al otro? el desacato es tal que me acobarda.
Sucedió que el ama criaba gallinas ¿ No os acordáis que dijisteis a los
en el corral ¡. yo tenía gana de co- pollos « « pío, pío », y es Pío nom-
merla una. Tenía doce o trece bre d e los papas, vicarios de Dios
pollos grandecitos, y un día, es- y cabezas de la Iglesia? P::a.paos el
tando dándoles de comer, comenzó pecadillo. » Ella quedó como muer-
a decir: « pío, pío ». y esto mu- ta, y dijo: « Pablos, yo Jo dije, pero
chas veces. Yo, que oí el modo de no me perdone Dios si fué con ma-
llamar, comencé a dar voces .y licia. Yo me desdigo; mira si hay
dije: « j Oh cuerpo de Dios, ama! camino para que se pueda excusar
¿. No hubiérades muerto un hombre el acusarme, que .me moriré si m e
o hurtado moneda al r ey, cosa que veo en la. Inquis ición. » « Como vos
yo pudiera callar, y no haber hecho juréis en una ara consagrada que
10 que habéis hecho, que es imposi- no tuvisteis malicia, yo, aseg urado,

(;9) Ju sto Ju ez : Oración populé:.r en to nces.


(RO) Conquibules : Alteración de la ? primeras palabtas del $ímbolo de.' San Atana sio',
que comi enza: Quicunque vult salvus esse .
(Rt) Salve rehila: Salve , Regina .
(f!2) Lamparone-s: Enfermedad co nocida Que nace en la garganta, Sero/ula. Los
ReYE's de Francia dicen tener gracia de curar lo s lamparones. .
32 FRANCISCO DE QUEVEDO

podré dejar de acusar~"'Is; pero será a no tener por qué callar - de


necesario que esos dos pollos Que decir mis sisas.
comieron llamándoles con el santí- Yo, que me vi ya mal con el ama,
.simo noinbre de los pontífices me y que no la podía burlar, busqué
los deis para que yo los lleve a un nuevas trazas de holgarme, y di en
.familiar que los queme, porque es- lo que llaman los estudiantes co-
tán daña10s; y tras esto habéis de rrer o rebatar (83). En esto me
jurar de no reincidir de ningún sucedieron cosas graciosísimas;
modo. > Ella muy contenta dijo : porque yendo una noche a las nue-
.« « p'ues llévatelos, Pablas, ahora, ve - que ya anda poca gente -
.que mañana juraré. » Yo, por más por la calle Mayor, vi una confite-
.asegurarla, dije: « Lo peor es, Ci- ría y en ella un cofín (84) de pasas
'priana - que así se llamaba - que sobre el tablero; y <tomando vuelo,
yo voy a riesgo, porque me dirá el vine. agarréle, di a correr; el confi-
familiar si soy yo, y entre tanto tero dló tras mí y otros criados y
me pOdrá hacer vejación. Llevadlos vecinos. Yo, como iba cargad<t, vi
vos, que yo, pardiez que temo. » que, aunque les llevaba ventaja, me
« Pablos - decía cuando me oyó habían de alcanzar; y al volver
'esto - por amor de Dios, que te una esquina, sentéme sobre _ él y
·duelas de mí y los lleves, que a ti erivolví la capa a la pierna de
no te puede suceder nada. » Dejéla presto, y empecé a decir con la
que me lo rogase mucho, y, al fin- pierna en la mano: « i Ay! Dios
que era lo que quería - determi- se 10 perdone, que me ha pisado. »
néme, tomé los pollos, escondílos Oyéronme esto, y en llegando em-
en mi aposento, hice que iba fuera, pecé a decir: « Por tan alta se-
y volví diciendo: « Mejor se ha ñora (85), y lq ordinario de « la
hecho que yo pensaba; quería el hora menguada y aire corrup-
familiarcito venir tras mí a ver la to (86) ». Ellos se venían desga-
muje r, 'pero lindamente le he enga- ñifando, y dijéronme: « ¿ Va por
ñado y negociado. » Dióme mil ahí un hombre, hermano? » « Ahí
abrazos y otro pollo para mí, y yo delante, que aquí me pisó, loado
fuíme con él adonde había dejado sea el -Señor. »
sus compañeros, e hice hacer en Arrancaron con esto y fuéronse;
casa de un pastelero una cazuela, y quedé solo, llevé me el cofín a casa,
eomÍmelos con los demás _criados. conté la burla y no quisieron creer
Supo el ama y don Diego la ma- que había sucedido así, aunque lo
raña, y toda la casa la celebró en celebraron mucho; por lo cual los
extremo . . El ama llegó tan al cabo convidé para otra noche a verme
de pena que por poco se muriera, correr cajas. Vinieron, y adviltien-
y de enojo no estuvo a dos dedos - do ellos que estaban las eaja s den-

(R3) Rebatar: Arrebat.a r.


(1:14) Colín: Ces to o es puerta, de esparto o mimbre.
(H5) Tan alta 'Señora: La virgen María.
(86) ,Lugar común de la época, empleado por los mendigos aludi endo a la cau sa
de s u desgracia .
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 33

tro la tienda, y que no las podía fuimos juntos, yo delante; y en co-


tomar con la :mano, tuviéronlo por lumbrando la justicia lleguéme con
imposible; y más por estar el con- otro de los criados de casa muy
fitero - por lo que le sucedió al alborotado, y dije: « ¿ Justicia? »
otro de las pasas - alerta. · Vine, Respondieron: « st » « ¿ Es el
pues, y metiendo, doce pasos atrás corregidor? » Dijeron que sí. Hin-
de la tienda, mano a la espada, que quéme de rodillas y dije: « Señor,
era un estoque recio, partí corrien- en sus manos de v. m. está mi
do, y en llegando a la tienda, dije: reJlledio y mi venganza, y mucho
« ¡Muera! », y tiré una estocada provecho de la república; mande
por delante del confitero; él se dejó v. rn. oirme dos palabras a solas,
caer pidiendo confesión, y yo di la si quiere una gran prisión. » Apar-:-
estocada en una caja; y la pasé y tóse, y ya los corchetes estaban
saqué · en la espada, y me- fuí con empuñando las espadas, y los al-
ella. Quedáronse espantados de ver guaciles poniendo mano a las va-
la traza, y muertos de risa de que retas, y díjele: « Señor, yo he ve-
el confltero decía que le mirasen, nido de Sevilla siguiendo seis hom-
que sin duda le habían herido, y bres los más facinorosos del mun-
que era un hombre con quien había do, todos ladrones y matadores de
tenido palabras; pero volviendo los hombres; y entre ellos viene uno
ojos, como quedaron desbaratadas que mató a mi madre y a un her-
al salir de la caja las que estaban mano mío por robarlos, y le está
al derredor, echó de ver la burla, probado esto, y vienen acompa-
y empezó a santiguarse, que no ñando, según le he oído decir, a
pensó acabar. Confieso que nunca una espía fran"!esa, y aun sospecho,
me supo cosa tan bien. Decían los por lo que les he oído, que es -
compañeros que yo solo podía sus- y abajando más la voz dije - de
tentar ' la casa con lo que corría, Antonio Pérez (88). »
que es lo mismo que « hurtar » en Con esto el corregidor dió un
nombre revesado (87) . salto hacia arriba y dijo: « ¿ Adón-
Yo, como era muchacho y veía de están? » « :Señor, en ~"a casa
que me alababan el ingenio con pública; no se detenga v. m., que
que salía de estas travesuras, ani- las ánimas de mi madre y herma-
mábame para hacer otras más. nos se lo pagarán en oraciones, y
Cada día traía la pretina llena de el rey acá. « ¡Jesús! - dijo - no
jarras de monjas; que les pedía nos detengamos; seguidme todos,
para beber, y me venía con ellas; dadme una rodela. » Yo le dije,
introduje que no diesen nada sin tornándole a apartar: « Señor,
prenda primero. perderse ha, si v . m. hace eso;
y así, prometí a don Diego y a antes importa que todos entren sin
,t odos los compañeros de quitar una espadas y uno a uno, que ellos es-
noche las espadas a la misma ron- tán en los aposentos y traen pis-
da. Señalóse cuál había de ser, y toletes, y en viendo entrar con es-

(87) Revesado: En je."rga de los picaros Que hablan al revés para no ser entendidos.
(88) Antonio Pérez: Secretario de Felipe 11. Caído en desgracia y refu,lado en
Francia adonde huyó en 1593.
34 FRANCISCO DE QUEVEDO

padas, como no las puede traer sino y un compañero Clérigo ayudán-


la justicia, dispararán. Con dagas dome a morir; los demás rezando
es mejor, y cogerlos por detrás los las letanías. Llegó el rector y la
brazos, que demasiados vamos. » justicia, y viendo el espectáculo, se
Cuadróle al corregidor la traza con salieron, no persuadiéndose que allí
la codicia de la prisíon. En esto pudiera haber habido lugar para
llegamos cerca, y el corregidor, ad- tal cosa. No miraron nada, antes'
vertido, nlandó que debajo de unas el rector me dijo un responso. Pre-
hierbas pusfesen todos las espadas guntó si estaba ya sin habla, y di-
escondidas en un campo que está jéronle que sí; y con tanto, se fue-
fr ente casi de la casa: pusiéronlas, ron desesperados de hallar rastro,
y caminaron. jurando el rector de remitirle si le
Yo, que había a visado al otro topasen, y el corregidor de ahor-
que ellos dejarlas y él tomarlas y carle aunque fuese hijo de un
pescarse a casa fue se todo uno, grande. Levantéme de la cama, y
hízolo asÍ. Y al entrar todos, que- hasta hoy no se ha acabado de
déme atrás el postrero, y en en- solemnizar la burla en Alcalá.
trando ellos mezclados con otra
gente que iba, di cantonada (89), y ypor no ser largo, dejo de con-
eml;>üquéme por una callejuela que tar cómo hacía monte la plaza del
va a dar cerca la Victoria, que no pueblo, pues de cajones de tundido-
me alcanzara un galgo. Ellos que res y plateros, y mesas de frute-
entraron y no vieron nada, porque ras - que nunca se me olvidara la
no había sino estudiantes y pícaros, afrenta de cuandQ fuí rey de gallos
que es todo uno, cOjJ1enzaron a bus~ - sustentaba la chimenea de casa
carme, y no me hallando sospecha~ todo el año. Callo las pensiones que
ron lo que fué; yendo a buscar s u s tení2. sobre los habares, viñas y
espadas, no hallaron media. ¿ Quién huertos en todo aquello de alde-
contará las diligencias que hizo con rredor. Con estas y otras cosas co-
el rector el corregidor aquella no- mencé a cobrar fama de travieso
che? Anduvieron todos los patios y agudo entre todos. Favorecían-
reconociendo las camas.

Llegaro n me los caballeros, y apenas me de-
a casa; y yo, por que no m e cono- jaban servir a don Diego, a quien
ciesen, estaba echado en la cama siempre tuve el respeto que era
con un tocador · (90) y 'con una vela razón, por el mucho amor que me
en la mano y un cristo en la otra, tenía.

(R9) Cantonada.' Esquinazo.


(90) Tocador: « El ornamento de Iz: cabeza. .. que usa el hombre de' noche. :t
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 35

CAPITULO VII

De la ida de don Diego y nuevas de la muerte de mis padres, y 1",


resolución que tomé en mis cosas para. adelante.

N este tiempo vino a do~ D:ego aquella presencia, nadi~ le veía con
E una carta de s u padre, en
cuyo pliego venía otra de un
los cristos delante que no lo juz-
gase por ahorcado. Iba con gran
tío mío llamado Alonso Ramplón, desenfado mirando a las ventanas
hombre allegado a toda virtud, y y haciendo cortesías a los que deja-
muy conocido en Segovia por lo que ban sus oficios por mirarle; hízose
era allegado a la justicia, pues dos veces los bigotes; mandaba des-
cuantas allí se habían hecho de cansar a los confesores, e íbales
cuatro años a esta parte han pa- alabando lo que decían bueno. Lle-
sado por sus manos. Verdugo era, gó a la ene d e palo, puso el un pie
si va a decir la verdad; pero un en la escalera, no subió a gatas
águila en el oficio. Vérsele hacer ni de espacio; y viendo un escalón
daba gana de d ejarse ahorcar. E ste, hendido, volvióse a la justicia, y
pues, m e escribió una carta a Al- dijo que mandase aderezar a quel
calá, desd e Segovia. en esta forma: para otro, que · no todos tenían su.
CARTA hígado. No sabré encarecer cuán
'b ien pareció a todos . Sentóse arriba
Hijo P ablos - que por el mu- y tiró las arrugas de la rop&. atrás;
cho amor que me tenía me llamaba tomó la soga y púsola en la nuez,.
así - : L as ocupaciones grandes de y viendo que el teatino le quería
esta plaza en que me tiene ocupado predicar, v\leIto a él le dijo: « Pa-
su majestad no me han dado lugar dre, yo lo doy por predicado, y vaya
a h acer esto; que si algo tiene malo un poco de credo y acabemos pres-
el servir al rey. es el trabajo; aun· to, que no querría parecer prolijo; »
que se desquita con esta negra hízose ansí. Encomendóme que le
honrilla de ser sus criados. Pésa- pusiese la caperuza de lado y que
me de daros nuevas de poco gusto. le limpiase las babas; yo lo hice
Vuestro padre murió ocho días ha así. Cayó sin encoger las piernas:
con el mayor valor que ha muerto ni hacer gestos; quedó con una
hombre en el mundo; dígolo como gravedad, que no había más que
quien ·le g uindó. Subió en el asno pedir. ·Hícele cuartos, y dile por
sin poner pie en el estribo; veníale sepultura los caminos; Dios sabe
el sayo baquero que parecía ha- 10 que a mí me pesa d e verle en
berse hecho para él; y como tenía ellos, haciendo mesa franca .a los
36 FRANCISCO DE QUEVEDO

grajos; pero yo entiendo que lo~ piego, que estalta leyendo la carta
pasteleros desta tierra nos conso- de su padre en que le mandaba que
larán, acomodándole en los de a se fuese y no me llevase en su
cuatro (91). De vuestra madre, compañía, movido de las travesu-
aunque está viva ahora, casi os ras mías que había oído decir.
puedo decir lo mismo; que está Díjome cómo se determinaba ir, y
presa en la Inquisición de Toledo, todo lo que le mandaba su padre;
porque desenterraba los muertos que a él le pesaba dejarme; y a mí
:Jiin ser murmuradora. Dícese que más. Díjome que me acomodaría
daba paz (92) cada 'noche a un ca- con otro caballero amigo suyo para
brón en el ojo que no tiene niña. que le sirviese. Yo en esto, rién-
Halláronla en su casa más piernas, dome. le dije: « Señor, yo soy otro,
brazos y cabezas que a una capilla y otros mis pensami~ntos; más alto
de milagros, y lo menos que hacía pico y más autorid~d me importa
,e ra sobrevirgos y contrahacer don- tener. porque si hasta ahora tenía,
cellas. Dicen que representará · en como cada cual, mi piedra en el
un auto el día de la Trinidad (93), rollo (94), ahora tengo mi padre. »
con cuatrocientos de muerte; pésa- Declaréle cómo había muerto tan
me, que nos deshonra a todos, y a honradamente como el más estira-
mí principalmente, que .a l fin soy do; cómo le trincharon ' e hicieron
ministro del rey, y me están mal moneda (95), y cómo me había
estos parentescos. Hijo, aquí ~a escrito mi señor tío el verdugo de
quedado no sé qué hacienda escon- esto y de la prisioncilla de ma-
dida . de vuestros padres; será en ma (96), que a él, como quien sabía
todo hasta cuatrocientos ducados; quien y-o soy. me pude descubrir
vuestro tío soy, lo que tenga ha de sin vergüenza. Lastimóse mucho, y
'ser para vos. Vista ésta, os podréis preguntóme qué pensaba hacer.
venir aquí, que con lo que vos sa- Díle cuenta de mis determinacio-
béis de latín y retórica seréis sin- nes; y con esto, al otro día él se
gular en el arte de verdugo. Res- fué a Segovla harto trlste,y yo me
pondedme luego, y entre tanto Dios quedé en la casa disimulando mi
os guarde. Etc. » desventura. Quemé la carta, por-
No puedo negar que sentí mucho que, perdiéndoseme, acaso no la le-
la nueva afrenta, pero holguéme en yese alguno; y comencé a disponer
parte: - tanto pueden ·Ios vIcios mi partida para Segovla con Inten-
en los padres que c5>nsuelan de sus ción de cobrar mi hacienda y co-
desgracias, por grandes que sean, nocer mis parientes, para huir de
.a los hijos-o Fuíme corriendo a don ellos.

(91) Los dea cuatro: Pasteles de a cuatro reales.


(92) Dar paz: Besar.
(93) Un auto el dla de la TrinMad: Aldonza figura en un é:.uto de fé.
(94) Mi piedra en el rollo. Es costumbre en la villa irse a sentar a la grada del
1'0110 en conversación, y los honrados tienen yz.: particular asiento que ninguno se
)0 'Quita y vale tanto como ser hombre de honra. - Covarrubias. - Rollo: Picota.
(95) Le hicieron moneda: Le hicieron cuartos.
(96) En tiempo de- Quevedo se pronunciaba mama.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 37

CAPITULO VIII

Del camino de Alcalá para Segovia, y lo qua me sucedli> en él hasta


Rejas, donde dormí aquella noche.

LEGO el día de apartarme· de becido, que, aun estando a su lado,.


L la mejor vida que hallo haber
pasado. Dios sabe lo que sentí
no me veía. Saludéle, y sahidóme;
preguntéle dónde iba, y después
el dejar tantos amigos y apasiona- que nos pagamos las respuestas,.
dos, que eran sin número. V"e ndí lo comenzamos a tratar de si bajaba
poco que tenía, de secreto, para el el turco (97) y de las fuerzas del
camino, y con ayuda de unos em- rey. Comenzó a decir de qué ma-
bustes hice hasta seiscientos reales. nera se podía ganar la Tierra San-
Alquilé una mula y salíme de la ta, y cómo se ganaría Argel; en
posada, adonde no tenía que sacar los cuales discursos eché de ver
más de mi sombra. ¿ Quién contará que era loco re público y de gobier-
las angustias del zapatero por lo no (98). Proseguimos en la conver-
ftádo. las solicitudes del ama por sación propia de pícaros, y vini-
el salario, las voces del huésped de mos a dar, de una cosa en otra, en
la casa por el arrendamiento? Uno Flandes. Aquí fué ello, que empezó ·
decía: « Siempre me lo dijo el co:- a suspirar y decir: « Más me cues-
razón. » Otro: « Bien me decían a tan a mí esos estados que al rey,.
ml que éste era un trampista. » Al porque ha catorce años que ando
fin, yo salí tan bienquisto del pue- con un arbitrio que, si como es
blo, que dejé con mi ausencia a la imposible, no lo fuera, ya estuviera
mitad dél llorando y a la otra mi- todo sosegado. » « ¿ Qué cosa pue-
tad riéndose de los que lloraban. de ser - le dije - que, conviniendo
Ibame entreteniendo por el cami- tanto, sea imposible y no se puede
no considerando en estas cosas, hacer? » « ¿ Quién dice a v. m. -
cuando, pasado Torote, encontré dijo luego - que no se puede ha-
con un hombre en un macho de c~r ? Hacerse puede, que ser impo-
albarda, el cual iba hablando entre sible es otra cosa. Y si no fuera.
sí con muy gran prisa, y tan embe- por dar pesadumbre a v. m., le

(97) Si bajaba el turco: Preocupación del tiempo; el pueblo temía Que los tü-rcos
viniesen a Espafta con una flota .
(98) Loco repúblico y de gobierno, .I!S decir arbitrista; éstos proponian soluciones
(arbitrios) absurdas para los males del pais.
38 FRANCISCO DE QUEVEDO

contara lo que es; pe re. allá se verá, mero el rey no me da una enco-
que ahora lo pienso imprimir con mienda (101), que la puedo tener
oQtros trabajillos, entre los cuales muy bien, y tengo una- ejecutoria
le doy al rey modo de ganar a Os- muy honrada. » Con estas pláticas
tende (99) por dos caminos. » Ro- y desconciertos llegamos a Torre-
guéle que los dijese, y; sacándole jón, donde se quedó, que venía a
de las faldriqueras, me mostró pin- ver una parienta suya.
tado el fuerte del enemigo y el Yo pasé adelante, pereciéndome
nuestro, y dijo: « Bien ve v. m. de risa de los arbitrios en que ocu-
que la dificultad de todo está e n paba el tiempo, cuando, Dios y en
este p edazo de mar; pues yo doy. hora buena, desde lejos vi .una
orden de chuparle todo con espon- mula s uelta y un hombre junto a
jas y quitarle de allí. » Di yo con ella a pie, eue,
• mirando un• libro,
este desatino una gran risada; y hacía unas rayas que medía con
-él, mirándome a la cara, me dijo: un ' compás. Daba vueltas y saltos
« A n a die" se lo he dicho que no a un lado y otro, y de rato en rato,
haya hecho otro tanto; que a todos poniendo un dedo encima de otro,
les da gran contento. » « Ese ten- hacía mil cosas saltando. Yo confieso
go yo por cierto - le dije - de oir que entendí por gran rato -- que
cosa tan nueva y tan bien fundada; me paré desde algo lejos a verlo. --
pero advierta v. m. que ya que chu- que era encantador, y casi no me
pe el agua que hubiere entonces. determinaba a pasar. Al fin me de-
tornará lueg o la mar a echar más. » terminé, y lleg&ndo cerca, sintióme;
« No hará la mar tal cosa, que lo cerró el libro, y al poner el pie en
tengo yo eso por muy apurado - el estribo, resbalós ele y cayó. Le-
"níe respondió - ; fuera de que y.o vantéle, y díjome: « No tomé bien
tengo pensada una invención para el medio de proporción para hacer
'hundir la mar por aquella parte la circunferencia al subir. » Yo no
doce estados. » . entendí lo que me dijo, y luego
No le osé replicar, de miedo que temí lo que era , porque más d.e~a­
me dijese t enía arbitrio para tirar tinado hombre no ha nacido de las
-el cielo acá abajo: no vi en mi vida mujeres. Preguntóme si iba a Ma-
tan gran orate. Decíame gue Jua- drid por línea recta. o si iba por
nelo (100) no había hecho nada; camino circunflejo. Y yo, aun-
que él trazab a- ahora de subir toda que no le entendi, le dije que
el agua de Tajo a Toledo de otra circunflejo. Pr.e gunt.ó~e cúya era
manera más fácil: y sabido lo que la espada que llevaba al la'
'era, dijo que por ensalmo. ¡Mire do; respondíle que mía, y, mirán-
v. m . quién tal oyó e n el mundo! dola, dijo: « Esos gavilanes habían
Y,. al cabo, me dijo . -
: .« Y .no lo
pienso poner en eJeCUClon SI prl-' . de ser más largos, para reparar los
tajos que se forman sobre el centro

(99) Ganar a Ostende. El sitio de' esta p.l aza por los espafioles duró cerca de .
tres años.
(100) Juanelo: Artífice natural de Cremana que logró elevar la s aguas del Tajo á
10 má s alto de Toledo, durante. el reinado de Felipe JI.
(101) Encomienda de una orde.ll de cabdlería.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 39

de las estocadas. » Y empezó a me- « ¿ Cómo doctor? Bien lo entien-


ter una p a roIa tan grande, que me de me dijo - ; es un gran sabio, y
forzó a preguntarle qué materia aún estoy por decir más. »
profesaba. Díjome que él era dies- En estas pláticas llegamos a Re-
tro (102) verdadero, y que lo haría jas. Apeámonos en una posada, y,
bueno en cualquiera parte. Yo, mo- al apearnos, me advirtió con gran-
vido a risa, le dije: « Pues en 'ver- des voces que hiciese un ángulo
dad que por lo que yo vi hacer a obtuso con las piernas, y que, re-
v. m . en el campo, que más le tenía duciéndolas a líneas paralelas, me
por encantador, viendo los círcu- pusiese perpendicular en el suelo.
los. "» « Eso - m e dijo - era que - El huésped me vió reir, y se rió.
se me ofreció una treta por el Preguntóme si era indio aquel ca-
cuarto círculo con el compás mayor, baUero, que h s bIaba de aquella
continuando la espada, para matar .suerte. Pensé con esto perder el
sin confesión al contrario, por que juiCio: Llegóse luego al hués ped. y
no <liga quién lo hizo. » Y estaba díjole: « S eñor, déme v. m . dos
poniéndolo en términos de mate- asadores para dos . o tres ángulos,
mática. « ¿ E s posible - le dije que al momento se los volveré. »
yo - que hay matemática en « i Jésús! - dijo el huésped - .
eso? » Dijo' : « No solamente mate- Déme acá. v. m. los ángulos, que mi
mática, mas teología. filosofía, mú- mujer los asará, aunque aves son
sica y medicina. » « Esa postrera que no las he oído nombrar. »
no 10 dudo, pues se trata de matar « Que no son aves - dijo volvién-
en esa arte. » «. No os burléis - dose a mí - ¡Mire v. m . lo que
me dijo - , que ahora aprendéis la es no saber-! Déme los asadores,
limpiadera contra la espada, ha- que no los quiero s ino para esgri-
ciendo los tajos mayores que com- mir; que quizá le valdrá más lo
prehendan en sí las espirales de la que me viere hacer hoy que todo
espada. » « No entiendo cosa d e lo que ha ganado en su vida. » En
cuantas me decís, chica ni grande. » fin , los asadores estaban ocupados,
« Pues este libro las dice - me y hubimos de tomar dos cucharo-
respondió - , Q.ue se llama G1"ttnde- nes. No se ha visto cosa tan digna
zás de la espada (l03), y es muy de risa en el mundo. Daba un salto,
bueno y dice milagros. Y , para que y decía: « Con este compás al-
lo creáis, en Rejas, que dormiremos canzo más, y gano los grados del
esta noche, con dos asadores :me perfil; ahora me aprovecho d el mo-
veréis hacer maravillas; y no du- vimiento remiso para matar el na-
déis que cualquier que leyere en tural; esta había de ser cuchillada
este libro matará a todos los que y ésta, tajo. » No llegaba a mí desde
quisiere. » « O ese libro enseña a una legua, y andaba alderredor .con
ser pestes a los hombres, o le com- el cucharón; y como yo me estaba
puso - dije yo - algún doctor. » quedo, parecían tretas contra '

(102) Die.s lro .' Sobrentiéndase « en el manejo de la espada ».


(103) Sátira contra D. Luis Pacheco, autor del libro Que cita.
40 FRANCISCO DE QUEVEDO

olla (104) que se " sale; estando al pás y comenzó a decir: « Este án-
fuego. Díjome: « Al fin, esto es lo gulo es obtuso. » Y entonces el
bueno, y no las borracheras que maestro sacó la daga, y dijo: « Yo
enseñan estos bellacos maestros de no sé quién es Angulo, ni Obtuso,
esgrima, .que no saben sino beber! » ni en mi vida oí decir tales hom-
No lo había acabado de decir bres; pero con ésta en la mano le
cuando de un aposento salió " un haré pedazos. » Acometió al pobre
mulatazo, mostrando las pre- diablo. el cual empezó a huir, dando
sas (105), con un sombrero injerto saltos por la cas a, diciendo: « No
en guardasol, y un coleto de ante, me puede ' berir, que le he ganadO
bajo de una ropilla suelta y llena los grados del perfil. » Metímoslos
de cintas, zambo de piernas a lo en paz el huésped y yo y otra
águila imperial; la cara, con un gente que había, aunque de ri.p,"l
per signum crucis de inimici.s no me podía mover .
.mis (106), la barba, de ganchos, M·étieron al buen hombre en su
con unos bigotes de guardamano, aposento, y a mí con él; cenamos,
y una daga con más rejas que un y acostámonos toaos los de la casa¡
locutorio de monjas; y mirando al y a las dos de la mañana levántase
suelo, dijo: « Yo soy examinado y en camisa y empieza a andar a
traigo la carta; y por el sol que oscuras por el aposento, dando sa.l -
calienta los panes (107), que haga tos y diciendo en lengua matemá-
pedazos a quien tratare mal a tan- tica mil disparates. Despertóme a
to buen hijo como profesa la des- mí; Y • . no contento con esto, bajÓ
treza. » Yo, que vi la ocasión, me- al huésped para que le diese luz,
time en medio, y dije que no ha- diciendo que había hallado objeto
blaba con él, y que así no tenía de fijo a la estocada sagita (109) por
qué picarse. «« Meta mano a la la cuerda. El huésped se daba a los
blanca (l08), si la· trae, y apuremos diablos " de que lo despertase; y
cuál es verdadera destreza, y dé- tanto le molestó, que le llamó lc.~o,
jese d"e cucharones. » El pobre de y con esto se subió y me dijo que
mi compañero abrió el libro, y dijo si me quería levantar vería la treta
en altas voces: « Este libro lo dice tan famosa que había hallado con-
y está Impreso con licencia del rey, tra el turco y sus alfanjes; y decía
y yo sustentaré que es verdad lo que luego se la quería ir a enseñar
que dice, con el cucharón y sin el al rey. por ser en favor de los ca-
cucharón, aquí y en otra parte; y tólicos. En esto amaneció, vestímo-
si no, midámoslo » ; y sacó el com- nos todos y pagamos la posada".

(104) Tretas contra olla: Los maestros de esgrim&: se servían de maniquíes para
E'nsayar los golpes o tretas. Como aquí hay cucharón en vez de espada, hace burlo-
namente el autor que el objeto de las tretas se,- una olla.
(105) Presas: Colmillos.
(106) Per signun: Cuchillada o chirlo.
(107) Los panes: Las mieses.
(108) Blanca: La espada.
(109) Sagita: Porci-ón de recta comprendidz.- entre el punto mE-dio del arco de
. :rculo y el de su cuer:da.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 41

H~iétonlos amigos a él y al maes- bueno; pero que hacía mas locos


tro.. el cual se apartó diciendo que que diestros, porque los más, por
lo que alegaba mi compañero era lo menos, no lo entendían.

CAPITULO IX

De lo que m e sucedió, hasta llegar a Madrid, con un poeta.

O tomé mi camino para Ma- se me ha de agradecer a mí, que


Y drid, y
por ir
que estaba
él se despidió de mí
diferente jornada. Ya
apartado, volvió con
no he tenido de quien apre nder vir-
tud, que al que la hereda de sus
abuelos. » En estas razones y dis-
gran priesa, y llamándome a voces, cursos iba, cuando topé un clérigo
estando en el campo, donde no nos muy viejo en ~lna mula, que iba
oía nadie, me dijo a l oído: « Per camino de Madrid. Trabamos plá-
vida de v. m. qu e no diga nada d e tica, y luego me preguntó que d e
todos los altísimos secretos que le adónde ' venía. Yo le dije que de
he comunicado en materia de des- Alcalá. « Maldig.a Dios - dijo él -
treza, y guárdelo para sí, pues tan mala gente, pues . faltaba entre
tiene buen -entendimiento. » Yo le tantos un hombre de discurso. »
prometí hacerlo; tornóse a partir Preguntéle que como o por qué se
de mí, y yo empecé a reirme d el pOdía decir tal del lugar donde
secreto tan gracioso. asistían tantos doctos varones, y
Con esto caminé más de una le- él, muy enojado, dijo: « ¿ Doctos?
gua que no top é persona. Iba yo Yo le diré a v. m. que tan doctos,
pensando entre mí en las muchas que habiendo catorce años que
dificultades que tenía para profesar hago yo en Majalahonda - don-
honra y virtud, pues había menes- de h e sido sacristán - las chan-
. ter tapar primero la poca de mis zonetas al Corpus y al Nacimiento .
padres, y luego tener tanta, que no m e premiaron en el cartel (110)
me desconociesen por ella. Y pare- unos cantarcitos que, por que vea
cíanme a mí estos pensamientos v. m. la sinrazón que me hicieron,
honrados, que yo me los agradecía se los he de leer. » Y comenzó desta
a mí mismo. Decía a solas: « Más manera :

( 110) Cartel: El escrit o que se pone en ti empo lIe fiestas por los quc han lIe ser
m an t E'nedores de ju st as, to rneo s o juegos.
42 FRANCISCO DE QUEVEDO

Pastores, ¿ no es lindú chiste, recitar una comedia que tenía más


Que es hoy el señor san Corpus jornadas que el camino de Jerusa-
y .es ·el día de las danzas [Criste? lén. Decíame: « Hícela en dos días,
En que el Cordero sin mancilla y este es el borrador », y sería
Tanto se humilla. hasta cinco manos de papel. El tí-
Que visita nuestras panzas, tulo era El arc.~ de Noé.. Hacíase
y entre estas bienaventuranzas toda entre ganas.. ratones, jumen-
Entra enel humano buche. tos, raposas y jabáJís, como fábulas
Suene el lindo sacabuche (111). de Isopo. Yo se la alabé la traza
Pues nuestro bien consiste. y la invención, a lo cual me respon-
Pastores, ¿ no es lindo chiste, etc. dió: « Ello cosa mía es, pero no
se ha hecho otra tal en el mundo,
« ¿ Qué pUdiera decir más - y la novedad es más que todo; y si
me dijo - el mesmo inventor de yo salgo con hacerla r epres~ ntar,
los chistes? Mire qué misterios en- será cosa fa:rp.osa. » « ¿ Cómo se
cierra aquella palabra pastores; podrá representar - le dije yo - ,
más me costó de un mes. de estu- si han de entrar los mismos ani-
dio. » Yo no pude con esto tener la males, y ellos no hablan ? » « Esa
risa, que a borbollones se me salía es la dificultad, que, a no haber ésa,
por los ojos y narices, y dando urla ¿ había cosa más alta? Pero yo
gran carcajada, dije: « i Cosa ad- tengo pensado hacerla toda de pa-
mirable !; pero sólo reparo en que pagayos, tordos y picazas, que ha-
llama v. m. señor san Corpus Cris- blan; y meter para el entremés mo-
te, y Corpus Cristi no es santo, sino nas. » « Por cierto, alta cosa es
el día de la institución del Santí- esa. » « Otras más altas he hecho
simo Sacramento. » « i Qué lindo yo - dijo - por una mujer a quien
es eso! - me respondió h ac iendo amo, y ve aquí novecientos y un
burla - . Yo le daré .en .el calenda- soneto y doce redondillas - que
rio, y está canonizado, y apostaré par~ce que , contaba escud~s por
a ello la cabeza. » No pude porfiar, maravedís ~ hechos a las piernas
perdido de risa de ver la suma de mi dama. » Yo le dije que si se
ignorancia; antes le dije que eran las había visto él, y respondióme
dignas de cualquier premio y que que no había hecho tal por las ór-
no había leído cosa tan graciosa en denes que tenía; pero que iban en
mi vida. « ¿ N o ? - dijo al mismo profecía los conceptos. Yo confieso
punto - , pues oiga v. m. un peda- la verdad, que aunque me holgaba
cito de un librillo que tengo hecho de oirle, tuve miedo a tantos versos
a las once mil vírgenes, adonde a malos, y así; comencé a echar la
cada una he compuesto cincuenta plática a otras cosas. Decíale que
octavas, cosa rica. » Yo, por excu- veía liebres; « pues empezaré por
sarme de oír tanto millón de octa- uno donde las comparo a ese ani-
vas, le supliqué no me dijese cosa mal », y empezaba luego. Yo, por
a lo divino, y así me comenzó a divertirle (112) le decía: « ¿ Ve

(111) Sacabuche: Instrumento de metal para tañer.


(112) Divertir: Apartar, sep¡,rar .de algo.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 43

v. m. aquella e,trella que se ve de posada. Fuimos a una, adonde él


día? » A lo cual dijo: « En at;a- se acostumbraba apear, ~y hallamos
bando éste le diré el soneto treinta, . a la puerta más de doce ciegos;
en que la llamo estrella, que no unos le conocieron por el olor, y
parece sino que sabe los intentos otros por la voz; diéronle una bar-
.
de ellos. » Afligíme tanto ' con ver
que no se podla nombrar cosa a
banca (113) de bienvenido. Abra-
zólos a todos y luego comenzaron
que él ijD hubiese hecho algún dis- unos a pedirle oración para el
parate, que cuando vi que llegába- Justo Juez en verso grave y sen-
mos a Madrid. no cabía de conten- tencioso, tal que provocase a ges-
to, entendiendo que de vergüenza tos; otros pidieron de las Animas,
callaría; pero fué al revés, que por y por aquí discurrieron, recibiendo
mostrar lo que era, alzó la voz en ')cho reales' de señal de cada uno.
entrando por la calle. Yo le supli- Despidiólos, y díjome: « Más me
qué que lo dejase, poniéndole por han de valer de trescientos reales
delante que si los niños olían poeta los ciegos. Y así, con licencia de
no quedaría troncho que no se vi.- v. m.) me recogeré ahora un poco
niese por sus pies tras nosotros, para hacer alguna de ellas, y en
por estar declarados por locos en acabando de comer oiremos la pre-
una premática que había salido
contra ellos, de uno que lo fué y mática. » i Oh vida miserable! Pues
se recogió a buen vivir. Pidióme ninguna lo es más .que la de los
que la leyese si la tenía, muy con- locos que ganan de comer con los
gojado. Prometí de hacerlo en la que lo son.

CAPITULO X

De lo que hice en Madrid, y lo que me sucedió hasta llegar a Ceree-


dilla, donde dOl'lní.

ECOGIOSE un rato a estudiar qué y la leí; la cual pongo aquí, por


R herejías y necedades para los
ciegos. Entre tanto se hizo
haberme parecido aguda y conve-
niente a lo que se quiso reprehen-
der en ella. Decía de este tenor:
hora de comer; comimos, y luego
pidióme se l~yese la premática. Yo, Premática contra los poet.M htr,el'os,
por no haber otro quehacer, la sa- chirles (114) y hebenes (115L

(113) Barbanca: Habla de muchos que dic en al mismo tiempo una cosa y que s e
enti.e nde co.)nfusament~.
por no entende'rse bien de ninguno.
(114) Chirle: Sin ninguna substancia, vano o aparente.
(115) Heben: Especie de un: ·blanca con granos gordos y velloso s y poco jug.;).
Metafóricamente se toma por cos'a de poca substancia y utilidad ,
44 FRANCISCO DE QUEVEDO

Dióle al sacristán la mayor rira blos y volteadores de razones, ha


del mundo, y dijo: « i Hablara yo pegado el dicho aohaque de poesía
para: mañana (1,1 6) "! Por Dios que a las mujeres, declaramos que nos
entendí hablaba conmigo, y es sólo tenemos por desquitados con este"
contra los poetas hebenes. » Cayó- mal que las hemos hecho del que
me a mí muy en gracia oírle decir nos hicieron al prinCipio del mun-
esto, como si él fuera muy albillo do. Y porque aquél está pobre y
o moscatel. Dejé el prólogo, y co- necesitado, matldamos quemar las
mencé el primer capítulo, que de-' coplas de los poeta~, como franjas

Cla : viejas, para sacar el oro, plata y
« Atendiendo a que este género perlas, pues en los más versos ha-
de sabandijas que llaman poetas cEm sus damas de todos meta.}es. »
, son nuestros prójimos y cristianos, Aquí no lo pudo sufrir el sacristán,
aunque malos; viendo que todo el y levantándose en pie, dijo :
año adoran cejas, dientes, listo- « i Mas no, sino quitarnos las ha-
nes (117) y zapatillas, haciendo ciendas! No pase v. m. adelante,
otros pecados más enormes; - que de eso pienso a ,p elar, y no con
mandamos que la Semana Santa las mil y quinientas (120), sino a mi
recojan a todos los poetas públicos juez, por no causar pe"rjuicio a mi
y cantoneros (118), como a las ma- hábito y dignidad; y en prosecu-
las mujeres, y que los desengañen ción de ella gastaré lo que tengo.
del yerro en q:ue andan y procuren Bueno es que yo, s iendo eclesiás-
convertirlos. Y para esto señala- tico, hubiese de padec.e r ese agra-
mos casas de arrepentidos. vio. Yo prObaré que las coplas de
« Item, advirtiendo los grandes poeta clérigo no están sujetas a tal
bochornos gue hay en las canicu- premática, y luego quiero irlo a
lares y nunca anochecidas coplas averiguar ante la justicia. »En
de los poetas de sol - como pasas parte me dió gana de reir; pero
a fuerza de los soles y estrellas que por no detenerme - que se me
gastan en hacerlas, - les ponemos hacía tarde - , le dije: «. Señor,
perpetuo silencio en las cosas del esta premática es heoha por gracia,
cielo, señalando meses vedados a que no tiene fuerza ni apremia, por
las musas, como a la caza y pesca, estar falta de autoridad. » « i Oh
por que no se agoten con la prisa pecador de mí! - dijo muy alb~
que les dan. rotado. - Avisara v. m., que me
« Item, habiendo considerado hubiera ahorrado la mayor pesa-
que esta secta infernal de hombres dumbre del mundo. ¿ Sabe v. m.
condenados a perpetuo concep- qué cosa es hallarse un hombre
to (119),. despedazadores de voca- oon ochocientas mil coplas de con-

(116) i Hablara yo para mañana! " i Haberlo dicho ante s 1


(117) Listón: Cinta de seda.
(18) Canton eros : Que estiln en las esquinas.
(19) Pap etuo concepto: Alusión ~I conce ptismo , vicio -literario de la épocc:.
(120) Mil Y quinientas : Alu sió n a la cantidaj que habia que depositar para re-
currir en última instancia.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 45

tado, y oír eso? Prosiga v. m ., y estregársela encima; el manteo, po-


Dios se lo perdone el susto que me díanse con él estercolar dos here-
dió. » Proseguí, dicie'n do : dades.
« Item, advirtiendo que después y así, medio riéndome, le dije
que dejaron de ser moros - aun- que mandaba también « t€n.er entre
que todavía conservan algunas re- los desesperados que se ahorcan y
liquias - se 'han metido a pasto- despeñan - y que como a tales no
res (121), por lo cual andan los las enterrasen en sagrado, - a las
los ganados flacos de b eber sus mujeres que se enamorasen de
lágrimas, y chamuscados con poetas a secas. Y que advirtiend()
sus ánimas encendidas, y tan a la gran cosecha de r edondil1as.
embebecidos en su música, que no canciones y sonetos que había ha-
pacen : mandamos que dejen el tal bido es tos años fértiles, mandamos
oficio, señálando ermitas a los ami- que los legajos, que por sus demé-
gos d e s oledad ; y a los d emás - ritos escapasen de las especerías,
por ser oficio alegre y de pullas - fuesen a las necesarias sin apela-
que se acomoden en mozos de mu- ción. » Y por acabar, llegué al pos-
las. » trer capítulo, qu e decía a s í :
« Algún puto, cornudo, bujarrón,
judío ordenó tal cosa; y si supiera « Pero advirtiendo con · ojos de
quién era, yo le Ih iciera una sátira piedad, que hay tres g éneros de
que le pesara a él y a todos cuan- gentes en la repúbHca tan suma-
tos la vieran. i Miren qué bien le mente miserables que no pueden
estaría a un hombre lampiño como · vivir sin tales poetas, como son
yo la ermita! ¿ Y un hombre vina- farsantes, ci ~gos y sacristanes,
jeroso (122) y . sacristán ha de ser mandamos que pueda haber algu-
mozo d e mul'as? Ea. señor, que nos oficiales de esta arte, con tal
son grandes pesadumbres esas. » que tengan carta de examen de los
« Ya le he dicho a v. m . - repli- caciques de los poetas que fueren
qué yo - que son burlas, y que las en aquellas partes; limitando a
oiga como tales. » Proseguí dicien- los poetas de farsantp.s que
do : no acaben los entremeses con
« Item, por estorbar los grandes pal'o s ni diablos, ni las comedias en
hurtos, mandamos que no se pasen casamiento, y a los ciegos que no
coplas de Aragón a Castilla, ni de sucedan los' casos en Tetuán, des-
Italia a España, so pena de andar terrándoles estos vocablos, herma-
bien vestido el poeta que tal hi- naZ y pundonores) y mandámosles
clese" y si reincide, de andar limpio que para decir la presente obra no
una hora. » Esto le cayó muy en digan zozobra, y a los de sacrista-
gracia, porque traía él una sotana nes, que no hagan los villancicos
con canas, de puro vieja, y con con Gil ni Pascual) que no jueguen
tantas cascarrias, que para ente- de vocablo, ni hagan los pensa-
rrarse no era menester más de mientos de torni110, que, mudándo-

(21) M oros }' past or es : Alu sió n é: la · gran difusión en aqu€:lIa época de los asunto s
mori scos , .y a la abundancia de novela s pastoriles.
(122) Vinajero so : Alusión al sacri stán que se ,bebe el vino de la s vinajeras.
46 FRANCISCO DE QUEVEDO

les el nombr e, se vuelvan a cada mal, me topé con un soldado. Lue-


fiesta. go trabamos plática; preguntóme
« Y, finalmente, mandamos a to- que si venía d,e la Corte. Dije que
dos los poetas en común que se de ' paso había estado en ella. « N o
descarten de Júpiter, Venus, Apolo está pa.r a más - dijo luego - , que
y otros diosf'.s. so pena que los t en- es pueblo para gente ruin; más
drán por abogados en la hora de quiero j voto a Cristo! estar en un
la muerte. » sitio, la nieve a la cinta, hecho un
A todos los que oyeron l a pre- reloj (128), comiendo madera, que
mática pareció cuanto bien se pue- sufrir las supercherías (129) que se
d e decir, y todos me pidieron tras- hacen a un homl:>re de bien. » A
lado de ella; sólo el sacristanejo esto le dij e yo que advirtiese que
comenzó a jurar por vida de las en la Corte había de todo, y que
vísperas solemnes, introibo y kiries) estimaba,n mucho a cualquier hom-
que era sátira contra él, por lo que bre de suerte. « ¡ Qué estimaban
decía de los ciegos, y que él sabía :.....- dijo muy enojado -, si he estado
mejor lo que h a bía de hacer que yo seis meses pretendiendo una
nadie. Y últimalnente dijo: « Hom- bandera, tras veinte años de ser-
bre soy yo que he estado en una vicios y haber perdido mi sangre
posada con Liñán (123), y he co- en servicio del rey, como lo dicen
mido más de dos veces con Espi- estas heridas! » Y 'e nseñóme una
nel (124) », y que había estado en cuchillada de a palmo en l'as ing'les,
Madrid tan cerca de Lope de Vega que así era de incordio como el sol
como.lo estaba de mí, y que había es claro; luego, en los calcañares.
visto a don Alonso de Ercilla mil m·e enseñó otras dos .señales, y dijo
veces, y que ten~a en su casa un que eran balas; y yo saqué, por
retrato del divino Figueroa (125), otras dos mías que tengo, que ha-
y que había comprado los gregües- bía.n sido sabañones. Quitóse el
cos que dejó Padilla (126) cuando sombrero y mostróme el rostro :
se metió fraile, y que hoy día los calzaba diez y seis puntos de cara,
traía y malos. Enseñólos, y dióles que. tantos tenía en una cuchHlada
esto a todos tanta risa:, -que no que- que le partía las narices. Tenía
rían salir de la posada. otros tres chirlos, que se la volvían
Al fin, ya eran las dos; y como mapa l8.J puras líneas. «. Estas - me
era forzoso el caminar, salimos' de dijo - me dieron en París ..en ser-
Madrid. Yo me despedí de él, aun- vicio de Dios y del rey, por quien
que me pesaba, y comencé a ca.m i- veo trinchado mi gesto; y no he
nar para el puerto (127). Quiso Dios recibido sino buenas palabras, que
que, porque no fuese pensando en ahora tienen lugar de malas obras.

(123) Liiián: Pedro Liñan de Riaza, poeté:: contemporáneo de Lope de Vt-ga.


(124) Espine! : Vit:ente Espinel. autor de « El escudero Marcos de Obregón ».
(125) Flgueroa : FranciscO de Figueroa, poeta, sobrt'flom brad o el divino,
(126) Padilla: I')edro de Padilla ramoso como repentizador de versos.
(127) Puerto: Puerto del Le ón. en el Guadarrama.
(128) H ec ho un reloj: Bien dispuesto.
(129) Supucheria: Engaño, fraude, atropello moral, abuso de fu erza.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 47

Lea estos papeles, por vida del li- sobre mí; y, j voto a Cristo! que
cenciado, que no ha salido en cam- hice ·e n el saco de Amberes 10 que
pafia i voto a Cristo! hombre pude; sí, j juro a Dios! » El ermi-
¡ vive Dios! tan señalado »; y de- taño le reprehendía que no jurase
cía verdad, porque lo estaba a tanto. Elsoldado le respondia:« Bien
puros golpes. Comenzó a sacar ca- se echa de ver, padre, que no ha sido
ñones de hoja de Iat9· y a enseñar- soldado, pues me reprehende mi
me papeles, que debían de ser de propio oficio. » Dióme· a mí gran
otro a quien había tomado el nom- risa de ver en lo que ponía la sol-
bre'. Yo los leí, y dije mil cosas en dadesca, y eché de ver era algún
su al~banza. y que el Cid ni Ber- picarón; porque entre ellos (132)
n~rdo no habían hecho lo que él. no hay costnmbre (133) tan abo-
Saltó en esto, y dijo: « ¿ Cómo lo rrecida de los de importancia,.
que yo ? i Voto a Dios! que ni Gar- cuando no de todos.
cía de Paredes (130), Julián Ro- Llegamos a la falda del puerto:
mero (131) ni otros hombres de el ermitaño, rezando el ro'Sario en
bien. i Pese al diablo! Sí, que en- una carga de . leña hecha bolas, de
tonces sí que no había artillería. manera que a cada Avemaría so-
¡ Voto a ' Dios! que no hubiera Ber- naba un cabe (134); el sold.ano iba
nardo para una hora en este tiem- comparando las peñas a los cas-
po. Pregunte v. m. en Flandes por tillos que había: visto, y mirando
la hazaña del Menado, y verá lo cuál lugar era fuerte y adónde se
que le dicen. » « ¿ Es· v. m. aca- había de plantar la artillería. Yo
so? » - 'le dije yo; y él me respon- los iba mirando; y tanto temía el
dió - : « ¿ Pues qué otro? ¿ No rosario del ermitaño con las cuen-
ve la mella que tengo en los dien- tas frisonas (135), como las menti-
tes? N o tratemos de esto, que pa- ras del soldado. « .i Oh, cómo vola-
rece mal alabarse el hombre. » ría yo con pólvera gran parte de
Yendo en .estas razon-es, topamos este puerto - decía - , e hiciera
en un borrico un ermitaño con una. buena obra a los caminantes! »
barba: tan larga, que hacía lodos En estas y otras convergaciones
con eUa, macilento y vestido de llegamos a Cercedilla. Entramos
paño pardo. Saludámosle con el . en la posada todos tres juntos ·ya
Deo g'l"atias acostumbrado, y em- anochecido; mandamos aderezar la
pezó . a alabar los trigos y en eUos cena - era viernes - ; y, entre
la misericordia del Señor. Saltó el tanto, el ermitaño dijo: « Entre-
soldado, y dijo: . « j Ah, . padre! tengámonos un rato, que la ocio-
Más espesas ·he visto yo las picas sidad es madre de los vicios; ju-

(130) Diego Garcia de Paredes: Notable guerrero que luchó en Italia.


(131) lulián Romero: Maestre de campo en Flandes.
(132) Ellos: Los soldr..dos.
(133) Costumbre: La de jurar.
(134) Cabe: Término usado en el jU€'l:!O de la argolla, aplicado aqul para exagerar
el. tamaño de las cuentr..s del rosario.
(135) Frison: Aumentativo por analogía con caballo frisón.
48 FRANCISCO DE QUEVEDO

guemos Averna.rías »; y dejó caer de tratar de otra cosa. « No juren


de la manga el descuadernado (136 ). - decía :-; que a mí, porque me
Di·óme a mí gran risa ver aquello, encomendaba a Dios, me ha suce-
considerando en las cuentas (137). dido bien. » Y como nosotros no
El soldado dijo: « No, sino jugue- sabíamos la habilidad que tenía de
mos hasta cien reales que yo trai- los dedos a la ' muñeca, creímoslo;
go. en amistad. » Yo, codicioso, y el soldado juró de no juga,r más,'
dije que jugaría otros tantos; y el y yo de la misma suerte. « i Pesia
ermitaño, por no hacer mal ser- tal! - decía el pobre alférez (que
vicio, aceptó, y dijo que allí llevaba él me dijo entonces 10 que era) - :
el aceite de la lámpara, que eran entre luteranos y moros me he
hasta docie,ritos reales. Yo confieso visto; pero no he padecido tal des-
que pensé ser su lechuza, y bebér- pojo. »
selo; pero así le sucedan todos sus El se reía a todo esto. Torné a
intentos al turco. Fué el juego al sacar el rosario para rezar; y yo,
parar (138); Y lo bueno fué que que no tenía ya blanca, pedile que
dijo que no sabía el juego, e Ih izo m'e diese de cenar, y que pagase
qué se . le enseñásemos. Dejónos el hasta Segovia la posada por los
bienaventurado hacer dos manos, dos, que íbamos en pÚ"ibus (142),
y . luego nos 1a dió tal, que no dejó Prometió hacerlo.
blanca en la mesa. Heredónos en
vida; retiróla (139) el ladrón con Metióse .$esenta huevos. i No vi
las ancas (140) de la mano, que tal en mi vida! Dijo que se· iba a
era lástima: perdía una sencilla, acostar. Dormimos todos en una
y acertaba doce maliciosas (141). sala, con otra gente que estaba allí,
El soldado echaba a cada suerte porque los aposentos ' estaban toma-
doce votos y otros tantos « pe- dos para otros. Yo me acosté con
sias », aJorrados en « porvidas ». harta tristeza, y el soldado llamó al
Yo me comí las uñas mientras el huésped y le encomendó sus pape-
fraile ocupaba las suyas en mi les con las cajas de lata que los
moneda. No dejaba santo que no traían y un envoltorio d.e camisas
llamaba: acabó de pelarnos; qui- jubiladas. Acostámonos; el padre
símosle jugar sobre prendas; y él se persignó, y nosotros nos santi-
- tras habermé ganado a mí seis- guamos de él; durmió, y yo estuve
cientos reales, que era lo que lle- desvelado, trazando cómo quitarle
vaba, y al soldado los ciento - dijo el dinero. El soldado hablaba entre
que aquello era entretenimiento, y sueños de los cien reales, como si
que éramos prójimos ; que no había no estuvieran sin remedio,

(136) El descuadernado: La baraja.


(137) Cuentas: Las del ro s;;r i o.
(13H) Al parar: Juego de cartas.
(139) Retiróla: La herencia.
(1-40) Por analogla ·l1ama an cas al pulpejo y F.: la palma de la man o.
(141) Sencilla y maliciosa: Carta con poco dinero y ca(ta cargada dI! dinero (en la
z.puesta) resp~ctivamel1te.
(142) Ptiribus: D.esnullo.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 49

Hízose hora de levantar; pidió él, Y todo lo lleva ba a materia de


luz muy aprisa; trajéronla, y el maravedí s, que es gente que natu-
huésped el envoltorio al sold ado, y ralmente nació ' para bolsas·. Co-
olvidáronsele los papeles. El pobre menzó a nombrar a Visanzón (145)p
alférez hundía la .casa a gritos, pi- y si era bien dar dineros . o no a
diendo que le diese ' los f;i ervicios. Visanzón; tanto, que el soldado y
El huésped se turbó; y como todos yo le preguntamos que quién era
decíamos que se los diese, fué co. . aquel caballero; a lo cual respon-
rri endo, y trajo tres bacines, di- dió riéndose: « Es un pueblo de
ciendo: « He ahí para cadá uno Italia donde se juntan los hombres
el suyo. ¿ Quieren más servicios? », de negocios, que acá llamamos fu-
entendiendo que nos habían dado lleros de pluma, a poner los precios
cáma·ras (143). Aquí fué ella, que por donde se gobierna la moneda »;
se levantó el soldado con la espada de 10 cual sac amos que en Visan-o
tras el hu és ped, en camisa, juran- zón s e llevaba el compás a los mú-
do qu e le habia de matar porque sicos de uña (146). Entretúvonos
hacía burla dé] - que se 'había el camino contando que estaba per-
hallado en la Naval (144) , San dido porque había quebrado un
Quintín y otras - , tra yéndole ser- cambio que le tenía más de sesent a
vicios en lugar de los papeles que mil escudos

; y todo lo juraba• por

le había dado. Todos salimos tras s u conCIenCia, aunaue yo pIensa.
él a tenerle. y aún no podíamos. que conciencia en mercaderes es
Decía el hués ped: « Señor, su mer- como virgo en cotorrera, que se
ced pidió servicios; , yo no estoy vende sin habers e. Nadie casi tiene
oblig ado a saber qu e en lengua sol- conciencia de. todos los de este tra-
dades c ?, se lla man a s í los papeles to, porql,le como oyen de cir que
de las h a zaña s. » Apa ciguámoslos, muerde por muy poco, han dado en
y tornamos al aposento. El ermi- dejarla, con el ombligo, e n nacien-
taño, receloso, se quedó en la cama, do.
diciendo que le había hecho mal el En estas pláticas vimo3 105 mu-
susto. Pagó por nosotros, y salimos ros de Segovia, y a mí se me ale-o
del pueblo parl el puerto, enfada- gra rO!1 los o.i ')S, R. pesar de la me-o
dos del término d el ermitaño y de maria que, con los sucesos de Ca-
ver que no le había mos podido qui- bra, me contradecía el contento.
tar el dinero. Llegué al pueblo, y a la entrada, i
Topamos con un ' ginovés - digo a mi padre en el camino aguardan-
con uno de estos antecristos de las do (147). Enternecíme, y entré algo
monedas de España - que subía desconocido de como salí, con purr-
el puerto, con un paje detrás, y él t:1> de barbas, bien vestido. Dejé la
con su guardasol, muy a lo dine- compañía; y considerando en quién
roso. Trabamos conversación con conociera a mi tío - fuera del ro-

(143) Camaras : Diarrea.


(144) La Naval: Lepanto.
(145) Visanzon: Besan~ol1.
(146) Musicos de uña: Usurer os.
(147) Hecho cuartos por el verdugo.
50 FRANCISCO DE QUEVEDO

110 (148) - mejor en el pueblo, no y echando en mí los ojos - ·por


ñallé nadie de quien echar mano. pasar cerca -, 'a rremetió a abra-
Lleguéme a mucha gente a pre- zarme, llamándome sobrino. Pen-
guntar por Alonso Ramplón, y nar séme morir de vergüenza; no volví
die me daba razón de él, diciendo a despedirIne de aquél con quien
que no le conocían. Holgué mucho estaba. Fuíme con él, y díjome · :
de ver tantos hombres . de bien en « Aquí te podrás ir, mientras cum-
mi pueblo, cuando, estando en esto, plo con esta gente; que ya vamos
oí al precursor de la penca (149) de vuelta, y hoy comerás conmi-
hacer de garganta, y a mi tío de go. » Yo, que IIl() vi a caballo, y
las suyas. Venía una procesión de que en aquella sa.rta parecería
desnudos, todos descaperuzados, de ... punto menos de azotado, dije que
lante de mi tío; y él, muy hacién- le aguardaría allí; y así, me aparté
dose de pencas, con una en la ma- tan avergonzado, que a no depen-
no, tocando un 'pasacalles públicas der de él la cobranza de mi hacien-
en las costillas de cinco laúdes, sino da, no le hablara más en mi vida,
que llevaban sogas por cuerdas. Yo, ni pareciera entre gentes.
que estaba mirando esto - con un
hombre a quien había dicho, pre- Acabó de repasarles las espaldas,
guntando por él, que era un gran volvió, y llevóme a su casa, donde
caballero yo -, veo a mi buen tío; me apee• y comImos.

CAPITULO XI

Del hosp2daje de mi tío, y visitas; la cobranza de mi• hacienda, y


vuelta a la Corte.

ENíA mi buen tio su aloja- sobrino, que es a propósito para


T miento junto al matadero, en
casa un aguador. Entramos
dar expediente a mis negocios. »
Subimos por una escalera, que sólo
en el!a, y díjome: « N o es alcázar aguardé a ver lo que Ole sucedía
la posada, pero yo os prometo (150), en lo alto, para si se diferenciaba

(14R) Rollo: Picota.


(149) Precursor de la p enca: El pregonero qu e: precede al verdugo y que vá azo-
té:.ndo con la penca al condenado.
(150) Os prometo: Os aseguro.
HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 51

en algo de la horca. Entramos en nogal, la espada con más gavilanes '


un aposento Un bajo, que andába- que la caza del rey, un coleto de
mos por él como quien recibe ben- ante. Traía la cara de punto, por-
diciones, con las cabezas bajas. Col- que a puros chirlos la tenía toda
gó la penca (151) en un clavo que hilvanada. Entró y sentós e, salu-
estaba con otros, de que colgaban dando a los de cas a; y a mi tío
cordeles, lazos, cuchillos, escarpias le dijo: « A fe, Alonso, que lo han
y otras herra mientas del oficio. Dí- pagado bien el Romo y el Garra-
jbme que por qué no me quitaba el so. » Saltó el de las ánimas, y di-
manteo y m e sentaba; yo le res- jo: « Cuatro ducados di yo a Fle-
pondí que no 10 tenía de costum- ohilla, verdugo d e Ocaña, porque
bre. i Dios sabe cuál estaba de ver aguijase el borrico, y no llevase la
la infamia de mi tío! Dijome que penca d e tres suelas cuando me
había tenido ventura en topar con palmearon. » « i Vive Dios! - dijo
él en t an buena ocasión, porque el corchete - que se lo pagué yo
comería bien, que tenía convidados sobrado a Lobrezno en Murcia;
unos amigos. En esto entró por la porque iba el borrico que remedaba
puerta, con una ropa hasta los pies, el paso de la tortuga, y el bellll.cón
morada, uno de los que piden para me los 'a sentó de manera, que no
las animas, y haciendo són con la se levantaron sino ronchas. » Y el
caje ta, dijo: « Tanto m e han va- porquero, concomién'dose, dijo :
lido a mí las ánimas hoy: como a ti « Aún están con virgo mis espal-
los azotados; encaja. » Hiciéronse das. » « ' A cada puerco le yiene
la mamona (152) el uno al otro; s u san Martír » - dijo el deman-
a rremangó se el desalmado animero d.ador. « Alabarnle puedo yo -
el sayazo, y quedó con unas piernas dijo mi buen tío - entre cuantos
zambas, en gregüescos d e lienzo, y manejan la zurriaga, que al que se
empezó a bailar y decir que si ha- me encomienda h ago lo que debo:
bía venido Clemente. Dijo mi tío sesenta me die ron . los de hoy, y
que no, CU g ndo Dios y ~n hora llevaron unos azotes de anügo con
buena, envuelto en un capucho" y penca se!1cill::. )"
con ' unos zuecos en tró un chirimía Yo, que vi cuán honrada gente
.de la bellota, digo un porquero: era la que hablaba con mi tío, con-
conocílo por el - hablando con fieso que me puse coiol'z do, de suer-
perdón - cuerno que traía en la te que no pude disimular la ver-
mano; y para andar a l u so sólo güenza: echómelo de ver el cor-
erró en no traelle encim 3. de la ca- chete, y • dijo: « ¿ Es el padre el
beza. Saludónos a s u manera, y que padeció el otro día, a c;:uien se
tras él entró un mulato, zurdo y dieron ciertos empujones en el en-
bizco, un sombrero con más falda vés (153)? » Yo (Uj.~ qu-c no era
que un monte y más copa que un hombre que padecÍ.J. como ellos.

,(J.'i l) P enca.' Azote del verdugo.


(Fi1) Mamona: Salutación burlesca.
(1 ~3) Empujones eñ el envés: Azote s.
52 FRANCISCO DE QUEVEDO

En esto se levantó mi tío, y dijo. : era de suerte lo que bebieron el


« Es mi sobrino, maesa en Alcalá, corchete y el de las ánima s, que se
gran supuesto (154). » Pidiéronme pusieron las suyas tales, que
perdón, y ofreciéronme toda cari- trayendo un plato de salchichas,
cia. Yo rabiaba ya por corn.er y que parecían de dedos de negro,
cobrar mi hacienda, y huir de mi dijo uno que ·para qué traían pe-
tío. Pusieron las mesas, y por una betes guisados. Ya mi tío estaba
soguilla en un sombrero" como su- tal, que alargando la mano y asien-
ben la limosna los de la cárcel, su- do una, dijo - con la voz algo ás-
bieron la comida de un bodegón pera y ronca, el un ojo medio aco-
que estaba a las espaldas de la sado y el otro nadando en' mos-
casa, en unos mendrugos de platos to - : « Sobrino, por este pan de
y retajillos . de cántaros y tinajas. Dios, que crió a su imagen y seme-
No pOdrá nadie encarecer mi senti- janza, ·que no he comido en mi vida
mejor carne tinta. » Yo que vi al
miento y afrenta. Sentáronse a co- corchete que, alargando la mano,
mer, en cabecera el demandador tomó el salero, y dijo: « Caliente
y los demás sin orden. No quiero está este caldo »; y que el porquero
decir lo que comimos, sólo que eran se llenó el puño de sal, diciendo :
todas cosas para beber. Sorbióse el « Bueno es el a visillo (157) para
corchete tres de puro tinto; brin- beber », y se lo echó todo en la
d·óme a mí; el porquero, me las boca, comencé a reirme por una
cogía al vuelo, y hacía más razones parte y rabiar por otra. Trajeron
que decíamos todos. N o había me- caldo y el de las ánimas tomó con
mori'l. de agua, y menos ,voluntad entram bos m ·a nos. una escudilla,
de ella. diciendo: « Dios bendijo la lim-
Parecieron en la mesa cinco pas- pieza. » Y alzándola para sorberla,
"teles de a cua,tro; y tomando un por llevarla a la boca, se le p.uso en
hisopo, después de haber quitado el carrillo, y,- volcándola, se asó t:n
las hojaldres, dijeron un responso el caldo, y se puso todo de 2 rriba.
todos, con su 'requ,iem reternam) abajo que era vergüenza , El, que
por el ánima del difunto cuy~s eran se vió así, fuése a levantar; y como
aquellas carnes (155). Dijo mi tío: pesaba algo . la cabeza, firmó sobre
« Ya os acordáis, sobrino, lo Que os la mesa - que era de estas move-
escribí de vuestro padre. » ·Víno- dizas -, trastornóla, y manchó a
seme a la memoria: ellos comie- los demás: tras esto decía que el
ron, pero yo pasé . con los sue- porquero le había ·empujado. El
los (156) solos, y quedéme con ia porquero que vió que el otro se le
costumbre. Y así, siempre que cómo caía encima, levantóse, y alzando
pasteles, rezo un avemaría por el el instrumento de hueso, le dió
que Dios haya. con él una trompetada; asiéronse
Menudeóse sobre dos jarros, y a puños, y estando juntos los dos,

(154) Supuesto: Persona de' alta posición O suposici Q.fl.


155. Recuérdese el macabro· chiste de antes, en t..¡ue tambien se suponía Que l os
pasteleros utilizabr..n la carne de los ajusticiallos.
(156) Suelo: La parte inferior del pastE'!.
{157) Avisillo: Excitante para beber.
lIISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 53

y teniéndole el demandador mor- tener a su cargo mi sustento », y


dido de un carrillo, con los vuelcos fUese, en- lugar de ir a la -puerta,
y alteración, el porquero vomitó a la ventana, y como vió estrellas,
cuanto ,h abía comido en las barbas comenzó a llamar a los otros con
del de la demanda. Mi tío, que es- grandes voces diciendo que el cielo
taba más en su juicio, decía que estaba estrellado a mediodía y que
qUién había traído a su casa tantos había un grande eclipse. Santiguá-
clérigos: :Yo, que vi que ya en su- ronse todos, y besaron la tierra. Yo,
ma multip]·i caban, metí en pa·z la que vi la bellaquería dei demanda-
brega, desasí a los dos, y levanté dor, escandalicéme mucho y pro-
al corchete del suelo, el cual estaba puse de guardarme de semejantes
llorando con gran tristeza. Eché a hombres. Con estas vilezas e infa-
mi tío en la cam'alt el cual hizo cor- mias que veía yo, ya me crecía por
tesía a un velador de palo que puntos el deseo d·e verme entre
tenía, pensando que era convidado. gente principal y caballeros. Des-
Quité el cuerno al 'porquero, el cual, pachélos a todos uno por uno, 10
ya que dortnían los otros, no había 'mejor que pude, y '8costé 'a mi tío.
hacerle callar, diciendo que le di<l- que aunque no tenía zorra (158) ,
sen su cuerno, porque no había ha- .tenía raposa; y yo acomodéme so-
bido jamás quien supiese en él más bre mjs vestidos y algunas ropas
tonadas, y que él quería tañer con d<l los que Dios tenga, que estaban
el órgano. Al fin, yo no me aparté por allí.
de ellos hasta que vi que dormían.
Salime de casa, entretúveme en Pasamos destft. manera la noche.
ver mi tlerra tod'a la tarde, pasé y a la mañana traté con mi tío de
por la casa de Cabra, tuve nueva reconocer mi hacienda y cobralla .
de que era muerto, y no cuidé de Despertó diciendo que estaba mo-
preguntar de qué, sabiendo que lido, y que no sabía de qué. Echó
hay hambre en el mundo . un·a. pierna) levantóse; tratamos
.Torné a casa a la noche, habien- largo 'en mis cosas, y tuve harto
do pasado cuatro horas, y hallé al trabajo por ser hombre tan borra-
uno despierto y que andaba a ga- cho y rústico. Ai fin lo reduje a que
tas por el aposento buscando la me diese noticia de parte de mi
puerta, y diciendo que se les había hacienda - aunque no de toda -, .
perdido la, casa. Levantéle, y dejé y así, me la dió de unos trescientos
d ormir a los demás hasta las once ducados que mi buen padre habia
de la noche, que despertaron, y ganado -por sus puños y dejádolos
esperezándose, preguntó uno que en confianza de una buena mujer,
qué hora era. Res pondió el porque- a cuya sombra se hurta ba diez le-
ro - que aún no la había desolla- guas a la redonda. Por no cansa r
do - que no era nada, sino la a v. m . digo que cobré y embolsé
siesta, y que hací a grandes bochor- mi dinero, el cual mi tío no había
nos. El demandador, como pudo, bebido ni gastado, que _ fué harto
dijo que le diesen la cajilla : « Mu- para ser hombre de tan poca razón ,
cho han holgado las ánimas 'para porque pensaba que yo me g r ; du a -

(158) Zorra: Borracher a.


54 FRANCISCO DE .QUEVEDO

ría con éste, y que estudiando po- ciéndola con la muñeGa, se la tor-
dría ser cardenal, que como estaba naban a dar. Sacaban de taba co-
en su mano hacerlos. no lo tenía mo de naipe, para la fábrica de la
por dificultoso. Díjome. en viendo sed, porque había siempre un jarro
que los (159) tenía: « Hijo Pablos, en medio. Vino la noche; ellos se
mucha culpa tendrás si no medras fu eron, acostámonos mi tío y yo,
y eres bueno, pues tienes a qUién cada uno en su cama, que .ya había
parecer; dinero llevz,s, yo no te he proveído para mí un colchón. Ama-
de faltar, que cuanto sirvo y cuanto neció, y antes que él despertase yo
tengo, para ti -lo quiero. » Agrade- me levanté y me fui ·a· una 'posada
cíle mucho la oferta; gastamos el sin qu e me sintiese: torné a cerrar
día en pláticas desatinadas y en la puerta por defuera, y eché la
pagar h.-S visitas a los personajes llave por una gatera.
dichos. Como he dicho, me fuí a un me-
Pasaron la tarde en jugar a la són a esconder y aguardar como-
taba mi tío y el por quero y d e man- didad para ir ·a , la corte. Dejéle en
dador; éste jugaba misas como si el aposento una carta cerrada, ·q ue
fuera otra' cosa. Era de v er cómo contenía mi ida y l'as causas, avi-
se b3.rajaban la taba: cogiéndola sándole no me buscase, porque eter-
en el aire al que la echab3., y me- namente no lo había de ver.

CAPITULO X II

De mi ~l:Í(:a: y los sucesos en ella hasta la corte.

A~TíA aque~la mañana d.zl lne- corte, donde nadie me conocía -


P son un 2Tnero con cargas a
la corte; llevaba un jumento,
que e ra la cosa qu e más me con-
solaba -, y que había de valerme
alquilómele, y salíme a aguardarle por mi habilid·3d. Allí propuse de
a la puerta fuera del lugar. Salió y
esp~téme en el dieho, y empecé mi
colgar los hábitos en llegando, y
jornada. Iba entre mí diciendo : sacar vestidos cortos al uso. Pero
« Allá quedarás, beU.::.co, deshonra volvamos a las cosas que el dicho
buenos, jinete de gaznates. » mi tío hacía, ofendido con la carta,
Consideraba yo que iba a la que decía en esta forma:

(: ::9) Lf"JS : Los duca<!os.


HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCON 55

CARTA tan. » « ¿ Cuál coche detrás? »,


dijo él muy alborotado; y al volver
« Señor Alonso Ramplón: Tras atrás, como hizo fuerza, se le caye~
haberme Dios hecho tan señaladas ron las cal,zas, porque se le rompió
mercedes como quitarme de delante una; agujeta (161) que traía, la cual
a mi buen padre y tener mi madre era tan sola, que trás verme tan
en Toledo - donde, por 10 menos, muerto de risa de verle, me pidió
sé que ,h ará 'humo -, no me falta- una ·prestada. Yo, que vi que de la
ba sino ver hacer en v. m. lo que camisa no se veía sino una ceja, y
en, otros hace. Yo pretendo ser uno que traía tapadO el rabo de medio
de mi linaje, que dos es imposible, ojo, le dije: « Por Dios, señor, que
si no vengo 'ai sus manos y trin- si v. m. nQ 'aguarda a sus criados,
chándome, como hace a otros. No yv no puedo socorrerle, porque ven-
pregunte 'Por mí, que me importa go también atacado únicamente. »
negar la sangre que tenemos. Sirva « Si hace v. m . burla - dijo él con
al rey y a Dios. » las cachondas (162) en la mano -,
vaya; porque no entiendo eso de
No hay que encarecer las blas- los criados. » Y aclaróseme tanto
femias y oprobios que diría contra - en materÍ'a de ser pobre -, que
mí. Volvamos a mi camino. Yo iba. me confesó, a media legua que an-
cabaUero en el rucio de la Mancha, duvimos, que si no le hacía .merced
y bien .deseose de no topar nadie, de dejarle subir en el borrico un
cuando desde lejos vi venir un .hi- rato, no le era Dosible pasar a la
dalgo de portante (160), con su ca- corte, por ir cansado de caminar ·
pa puesta, espada ceñida, caJzas con las bra,gas en los puños. Y mo-
atacadas y botas, y al parecer ·b ien vido a compasión, me apeé; y como
puesto; el cuello abierto, el som- él no pOdía sacar las calzas, húbele
brero de lado. Sospeché que era yo .de subir; y espantóme 10 que
algún caball.ero que dejaba atrás descubrí en el tocamiento: por la
su coche; y así, emparejando, le sa- parte de atrás, que cubría la capa,
ludé. Miróme y dijo: « Irá -v. m., tra,ía las cuchinadas con entretela
señor licenciado, en ese borrico con de nalga pura. El, que sintió 10 que
harto más descanso que yo con había visto, como discreto, se pre-
todo mi aparato. » Yo, que entendí vino diciendo: « Señor licenciado,
que lo decía por coche y criados no es oro todo lo que reluce; de-
que dejaba atrás, dije: « En ver- bióle parecer a v. m. en viendo el
d·a d, señor, que lo teng'o por más cuello abierto y mi presencia, que
apacible caminar que el del coche; era un conde de Irlos (163). Como
porque - aunque v. m. vendrá en de estos hojaldres cubren en el
el que trae detrás con regalo - mundo 10 que v. m. ha tentado. »
aquellos vuelcos que da inquie- Yo le dije que le aseguraba me ha-
-----
(160) Portante: El paso ligero de las caballeríGos.
(161) Agujeta: Cinta que tiene dos cabos de metal,que, como aguja, entra por
105 agujeros,
(162) Cachondas: Calza¡ &cuchilladas.
(163) Conde de Irlos: Personaje de romance.
56 FRANCISC;:¡ DE QUEVEDO

bía persuadido a muy diferentes cIadas con risas, las calamidades


cosas de las que veÍ'a.. « Pues aún del dicho hidalgo, me enternecie-
no ha vis to nada v. m . - replicó - ; ron. Pregunté le cómo se 11am·a.ba y
que hay tanto que ver en mí como adónde iba y a qué. Dijo que todos .
tengo, porque nada . cubro. Veme los nombres de su padre: Don r.ro_
a quí v. m. un hidalgo hecho y de- ribio · Rodríguez Vallejo Gómez de
re,cha, de casa y solar montañés, Ampue ro y Jordán. No se vió ja-
que, si como sustento la nobleza, más nombre tan campanudo, por-
me sustentara, no hubiera más que que acababa en dan y em pezaba
pedir; pero ya. señor licenciado, en don, como són de bad 'J .jo. '1;'ras
sin pan ni carne no se sustenta esto di jo que iba a la corte, porque
buena sangre. y por la misericor- un mayorazgo r a ído ·como él, en un
dia de Dios todos la tienen colo- pueblo corto olía mal a dos días,
rada, y no puede ser hijo de al- y no se pOdía sustentar; y que por
go (164) el que no tiene nada. Ya eso se iba a la patria común, adon-
he caído en 1'1 . cuenta d e las ejecu- d e c ' ·ben todos y adonde hay me-
torias, después que, hallándome en sas francas para estómagos aven-
ayunas un día, no quisieron dar tureros; « y nunca cuando entro
sobre ella en un bOdegón dos ta- en ella me faltan cien reales en la
jadas. 'j Pues decir que no tien en bolsa, cama. d e comer y refocilo
letras de oro! Pero m ás valiera el d e lo vedado, porque la industda
oro en las píldoras que en las le- en la corte es piedra filosofal, que
tras, y de más provecho es; y con vuelve en oro cuanto toca. » Yo vi
todo, hay muy pOC3S letras con el c!.elo ab ierto. y en són de .entre-
oro. He vendido hasta mi se pultura tenimiento para el camino, le rogué ·
por no tener sobre qué caer muer- que me contase cómo y con quié-
to; que la hacienda d e mi pad.re nes viven en la corte los que no
Toribio Rodríguez Vallejo Gómez te nían. c.omo él, porque me parecía
de Ampuero que todos estos ·dificultoso; que no sólo se conte!1ta
nombres tenía - se perdió en una cada uno con s u s cosas, sino que
fianza; sólo el don (65) me ha aun solicitan las ajenas. « Muehos
quedado por vender, y soy tan des- hay d e esos, hijo, y muchos de es. .
graciado, que no h·a l1o nadie con tatros : es la lisonja llave maestra
necesidad de él, pues quien no le que abre a todas voluntades en
tiene por ante, le tiene por postre, tales pueblos. Y porque no te se
como el remendón, hazadón, podón, haga dificultoso lo que digo, oye
baldón, bordón y otros así: » mis s ucesos y mis -t razas, y te ase-
Confieso que, aunque iban mez- gurarás de esa duda . . »

Fin d.el libro prim.ero.

(1M) H(in de al~()." Hidal go.


(1 65) Sillira contra el afáll de usa r don, muy frccu en'e en la epoca.

¿ QUÉ PI ENSA
USTED DE ...

Un literato •• -
« Les felicito por su españolísima y admir.3:b le
labor. Veo por ella que la fortuna que están Vds.
haciendo fuera de España es la de la honra y el
gozo de espíritu. de mente y de dignidad, de con-
sagrar a Españ.a: y a su Emoción eterna todo el
'p ensamiento y todo el trabajo de ustedes. ¡Esa
es su grande y única ambición, su codicia altísima!
Por eso su obra me conmueve ... »
Alfonso Vidal y Plamas.
Los Angeles (California)

Un profesor .-

« ... Je tiens a
vous dire cambien votre initiativE:
me semble heureuse. La parution de votre callee·
tian « La Novela Española » répond a un véritable
beso in et les ouvrages dont vous vous occupez ne
peuvent qu'intéresser vivement ... »
G. Reynaud;>
Professeur d'espagnol
au Lycée de Nimes (Ga,·d).

Un lector •
• -
« Aprovechamos para: enviarles un saludo y nues-
tra felicitación en la modesta pero digna obra que
realizan Ustedes en deleitarnos con la lectura
española que tanto deseamos seguir cultivando ... »
FilomenlJ.¡ de PiZalT080.
Fumel (L-et-G.)
LOS MAS CÉLEBRES
AUTORES ESPAÑOLES
HACEN DE

UNA CO LECCION DE
ALTO VALOR liTERARIO
PARA TODOS

REVUE L1TTERAIRE BI.MENSUELLE IMPRIM~ EN FRANC~


Le 6ériml : Th . SAN JesÉ Dépó t l é2'~ 1 2 e trim ~sln.· 1l)" S
I HPR IM e: Rlf PORTES & SAN José , .p . ROU T E O'A CDE, TOULOUSE t HTE-CNE)

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