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Los datos en la

investigación
cualitativa
PID_00283763

Carles-Enric Riba Campos

Tiempo mínimo de dedicación recomendado: 2 horas


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Carles-Enric Riba Campos

Carles-Enric Riba Campos es doctor


en Filosofía y Ciencias de la Educa-
ción por la Universitat de Barcelo-
na y ha sido profesor titular de es-
ta universidad (1977-2019). Desde
2004, ha sido autor y colaborador
docente de la Universitat Oberta de
Catalunya. Es miembro emérito del
Institut d'Estudis Catalans y ha si-
do director del Anuario de Psicología
(2004-2010). Sus intereses se con-
centran en los procesos de interac-
ción y comunicación, y los métodos
que los abordan.

El encargo y la creación de este recurso de aprendizaje UOC han sido coordinados


por la profesora: Montse Vall-llovera Llovet

Primera edición: setiembre 2021


© de esta edición, Fundació Universitat Oberta de Catalunya (FUOC)
Av. Tibidabo, 39-43, 08035 Barcelona
Autoría: Carles-Enric Riba Campos
Producción: FUOC
Todos los derechos reservados

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reproducida, almacenada o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio, sea este eléctrico,
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del titular de los derechos.
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Índice

1. La observación cualitativa.............................................................. 5
1.1. Los métodos observacionales son «naturalistas» ........................ 5
1.2. Tipos o modalidades de observación .......................................... 6
1.2.1. Observación directa y observación indirecta ................ 6
1.2.2. Observación no participante y observación
participante .................................................................... 6
1.3. La «inocencia» del sujeto en la observación no participante ...... 9
1.4. Usos y grados de la observación participante ............................. 11
1.4.1. Usos de la observación participante .............................. 11
1.4.2. Grados de la observación participante .......................... 12

2. Los informantes.................................................................................. 21
2.1. Definición, generalidades y distinciones .................................... 21
2.1.1. Perfil de un buen informante ........................................ 22
2.2. Importancia metodológica de los informantes ........................... 23
2.3. Tipo de informantes .................................................................... 25
2.3.1. El informante en observación participante y no
participante: informantes actuales y a posteriori............. 25
2.3.2. Autoinformantes y aloinformantes ............................... 26
2.3.3. Informantes internos y externos ................................... 27

Bibliografía................................................................................................. 29
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1. La observación cualitativa

La observación de objetos, acontecimientos o hechos es un método general


de recogida de información -el método observacional- utilizado por todas las
ciencias, tanto por las naturales como por las sociales. Ciertamente, dentro de
estas últimas, la observación se puede entender y aplicar de diferentes mane-
ras, unas más próximas al enfoque cuantitativo y otras al cualitativo. A conti-
nuación, exploraremos la concepción que tiene y el uso que hace de la obser-
vación la investigación cualitativa.

1.1. Los métodos observacionales son «naturalistas»

El primer rasgo diferencial de la investigación cualitativa es el uso de la obser-


vación en la recogida y el tratamiento de los datos, como aproximación fun-
damental a los fenómenos estudiados. Efectivamente, la investigación cuali-
tativa aplica a sus objetos de estudio el método observacional, o una parte de
las técnicas disponibles dentro del repertorio de los métodos observacionales,
repertorio del cual nos ocuparemos parcialmente.

Esto equivale a decir que, en una investigación cualitativa, se opta por


no modificar al individuo, al grupo, la situación o el sistema social que
se pretende estudiar, en el cual no se interviene.

Así, si hay que observar la conducta de los niños en el patio de una escuela, no se intro-
ducirá ningún cambio en las rutinas de la hora del patio, y se procurará que el período
de recreo observado se desarrolle como se desarrollaría sin la observación que se está rea-
lizando. Y si se observa la dinámica interactiva de un grupo terapéutico, interesará que
esta dinámica funcione según las reglas habituales, idealmente sin ninguna alteración
introducida por el científico-observador.

En suma, al no modificar el objeto de estudio ni intervenir, el investigador Enlace recomendado


cualitativo consigue estudiarlo tal como sería sin la existencia de la investiga-
Para una exposición concisa,
ción en curso. Por lo tanto, consigue estudiarlo en su condición o situación pero sistemática, de las exi-
natural. Dicho con otras palabras: el investigador cualitativo hace preferente- gencias y de los condicionan-
tes del trabajo de campo:
mente un trabajo�de�campo. https://www.westga.edu/
academics /research/vrc/as-
sets/docs /entering-the-field-
Sin embargo, justo es decir que en algunas modalidades de observación la ppt.pdf.
simple presencia del observador u observadores, o de sus aparatos de registro
(por ejemplo, una cámara), puede inducir cambios en el funcionamiento de
aquello que se estudia, y generar reactividad (véase más adelante). En estos
casos, la situación observada no sería del todo natural, como explicaremos.
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1.2. Tipos o modalidades de observación

Como acabamos de sugerir, los protocolos de observación que contempla el


método observacional pueden obedecer a reglas diversas. Aquí nos limitare-
mos a ocuparnos de las reglas y de los tipos de observación que tienen más
relación con las decisiones que debe tomar un científico cualitativo.

1.2.1. Observación directa y observación indirecta

(↑)�La�observación�directa: es la observación del comportamiento «en vivo». Nota


Esto quiere decir que el registro de datos se realiza mientras el sujeto actúa, en
Con las flechas apuntando arri-
el mismo periodo o momento en el que se producen las respuestas o acciones ba y abajo que encontraréis a
del sujeto. Si el comportamiento ha sido filmado o grabado en video o mag- menudo en estos materiales,
en sustitución de los picos o
netófono, la observación de este material mediante su reproducción continúa puntos habituales de las viñe-
tas, pretendemos indicar opo-
siendo observación directa. sición o contraste entre los dos
conceptos expuestos.

(↓)�La�observación�indirecta: es la observación de los productos o de las con-


secuencias del comportamiento. Si la observación del comportamiento de fu-
mar es observación directa, el registro de las colillas dejadas en un cenicero es
observación indirecta. Por lo tanto, esta observación es siempre ex post facto,
es decir, posterior a los hechos sobre los cuales se basa. Sin embargo, la forma
más habitual de observación indirecta en las ciencias sociales es la�observa-
ción�documental, en la cual el producto del comportamiento es, justamente,
un documento ya existente –una carta, un diario, un mensaje electrónico, un
WhatsApp–, el cual constituye el material observado y pendiente de interpre-
tación.

1.2.2. Observación no participante y observación participante

(↑)�La�observación�no�participante: sería la típica del astrónomo o el natura-


lista clásico, aquella que no exige nada del ser pasivo o inocente que contem-
pla: una estrella, un mineral, una bacteria, una planta, pero también una hor-
miga transportando granos al nido, un pájaro espiado con unos prismáticos.
De hecho, es la observación tradicionalmente conceptualizada por la ciencia.
Constituye una simple transducción o un traslado de la realidad al lenguaje
científico, sin haber intervenido previamente en aquella. Corresponde a la
perspectiva exterior, «ética», del científico sobre lo que estudia. No se supone
subjetividad en la entidad observada o, si se le supone, no se hace nada para
que se manifieste.

En la figura 1, hemos representado el flujo de información que existe en una


situación de observación no participante. La información fluye del individuo,
grupo o sistema social observado hacia el observador; pero no fluye en la di-
rección contraria. Esto significa necesariamente que quien sea observado no
conoce el hecho de la observación en curso, ni su papel como sujeto de una
investigación. Es un sujeto, en este sentido, ingenuo�o�inocente.
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Figura 1. La situación de observador y observado en la observación no


participante, en cuanto al flujo de información que circula en esta

(↓)�La�observación�participante: es la propia de las ciencias sociales, aquella


que indaga en la subjetividad de las personas estudiadas a través de la interac-
ción con ellas, de las preguntas y el diálogo. Si el observador tiene que pregun-
tar o –al menos– tiene que estar en situación de poder preguntar y de acceder
a la privacidad del sujeto, es ineludible que establezca una relación social con
este mismo sujeto, relación que puede ser más formal o más informal, más
superficial o más profunda, tal como pasa, por ejemplo, en las entrevistas. Tal
y como enseguida expondremos, hay grados de observación participante, una
parte de los cuales no son tenidos en cuenta por algunos autores. Sin embargo,
el planteamiento que presentamos aquí estima que existe observación parti-
cipante desde el mismo momento que un investigador interactúa con el(los)
sujeto(s) que investiga, a pesar de que –reiterémoslo– esta interacción puede
presentar diferentes grados de intensidad o profundidad.

Ya hemos reconocido más arriba que la observación participante puede inducir


alteraciones en el comportamiento y en las situaciones de los sujetos o grupos
observados, influyéndolos, al contrario que la no participante. Esta innegable
influencia, que acerca un poco la observación participante a la experimenta-
ción, no obsta para que la consideremos como la única vía a través de la cual
el científico se puede colocar en perspectiva�émica, es decir, en el punto de
vista del(de los) sujeto(s), a través del intercambio verbal o comunicativo. Para
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percibir a las vacas de la India como animales sagrados e intocables hay que
adoptar la óptica de los hindúes, y esto es imposible sin una comunicación
con ellos o sin el conocimiento de su cultura religiosa; de lo contrario, nos
colocaremos en una posición�ética, como occidentales, y veremos las vacas
como una fuente de producción de carne, leche, etc., de riqueza en definitiva.

En la figura 2, hemos representado el flujo de información que existe en una Enlace recomendado
situación de observación participante. La información ahora fluye, tanto des-
Para una pequeña amplia-
de el observado al observador, como desde el observador al observado. Evi- ción del concepto de obser-
dentemente, esto significa que hay interacción entre los dos polos represen- vación enmascarada (disgui-
sed), podéis acceder a https://
tados y que, por consiguiente, el sujeto no es inocente o ingenuo, sino que indiafreenotes.com/ disgui-
sed-and-undisguised- obser-
es consciente del hecho de que hay una observación en curso y de su papel
vation-research/.
como sujeto dentro de esta. Está claro que, para que esto sea verdad, el obser-
vador científico tiene que haber informado de su rol y de su propósito, no
engañando sobre sus intenciones. Si no lo hace, se producirá una situación de
observación�enmascarada, que combina la posibilidad de interactuar con el
sujeto con la imposibilidad de que este adivine que está siendo observado.

Figura 2. La situación de observador y observado en la observación participante,


con el bucle comunicativo de la interacción entre los dos

Los dos tipos de observación no participante y participante pueden ser com-


binables e integrables en una misma investigación cualitativa.
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Así un psicoterapeuta que examina a un paciente y le pide que escriba un diario y, un año
después, analiza el documento en su despacho, habrá hecho la demanda y habrá obtenido
respuesta mediante la interacción con el sujeto y practicando observación participante;
pero cuando analice a solas el diario ya escrito estará en una situación asimilable a la de
observación no participante.

Además de esto, en el primer caso habrá hecho observación directa, ante el paciente, y
en el segundo habrá hecho observación indirecta documental.

Una dimensión importante, que cruza las anteriores y que no se puede des-
preciar en el enfoque cualitativo, es la que se despliega en la polaridad�ver-
bal�-�no�verbal. Hay que tener presente que el interés central del investigador
cualitativo son los significados. Este interés está satisfecho de manera relati-
vamente fácil cuando la observación es participante, puesto que, salvo casos
extremos, el material que entonces recogerá el observador será directamente
verbal (por ejemplo, en una entrevista), tal vez acompañado de material no
verbal, pero con carga simbólica, como gestos o posturas. Sin embargo, en los
dos casos, el(los) sujeto(s) estará(n) comunicando algo al investigador, el cual
podrá aceptar estos significados como definitivos, o no, pero siempre los po-
drá utilizar como punto de partida para sus interpretaciones.

En cambio, en la observación no participante la recepción de significados no


es tan inmediata, no proviene de una relación social con el sujeto. Sin em-
bargo, el observador también puede recoger los mensajes verbales del(de los)
sujeto(s), aunque no se le dirijan, e interpretarlos. En suma, una observación
no participante con vocación cualitativa, además de comportamientos verba-
les, podrá registrar y analizar comportamientos no verbales siempre que es-
tos sean interpretables en términos de significado: vocalizaciones emotivas,
expresiones faciales, gestos, posturas, acciones simbólicas, etc. Y, otras veces,
tendrá a su alcance estos mismos mensajes escritos en documentos y textos.

A continuación, profundizaremos algo más en el valor metodológico de estas


dos vías que puede escoger el investigador cualitativo para aproximarse a la
realidad estudiada. Profundizaremos en la utilidad que cada una le ofrece, se-
gún que mantenga a distancia lo(s) sujeto(s) y se prohíba la interacción con
él(ellos) o que acepte la posibilidad de entrar en su mundo, de preguntar, dia-
logar o debatir.

1.3. La «inocencia» del sujeto en la observación no participante

Reiteremos la característica central de la observación no participante:

El observador recoge información significativa del sujeto observado sin


establecer ninguna interacción y, por lo tanto, sin�que�él�se�dé�cuenta
de�esta.
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El sujeto o grupo no puede saber que es observado o estudiado. No está en


condiciones de identificar al observador como tal. Tampoco se le ha comuni-
cado previamente que hay una investigación en curso en la cual él figura como
sujeto. En suma, hay una total asimetría de información: el�científico�sabe
qué�está�pasando�y�el�sujeto�no.

El observador, pues, se mantiene «a distancia» del sujeto. Es un espectador que


no participa en lo que contempla, a saber, una entidad (sujeto o grupo) que
ocupa la misma posición epistemológica que una hormiga en el visor del mi-
croscopio o un planeta en el del telescopio. De forma que la posición de un
observador no participante o externo, en contraste con la de un observador
participante, no�genera�reactividad o, lo que es el mismo, no provoca cam-
bios en la conducta observada, puesto que el sujeto es totalmente ignorante o
inocente; no se sabe investigado u observado.

Ahora bien, la ignorancia o inocencia del sujeto se puede lograr por tres vías:

• Aumentando�la�distancia�física�entre�observador�y�observado. Esta se-


paración tiene que impedir que el individuo estudiado capte la presencia
del observador (si la captara estaríamos entrando, virtualmente, en una
situación de observación participante). Entonces el registro tiene que re-
currir a toda una tecnología de la magnificación o el acercamiento de la
imagen perceptiva, parecida a la del espionaje o el periodismo de cotilleo:
teleobjetivos, prismáticos, micrófonos direccionales de tubo, etc. En estos
casos, decimos que la observación es distante.

• Escondiendo� al� observador. El ocultamiento del observador persigue


igualmente la invisibilidad desde el punto de vista del sujeto. Ahora el re-
gistro se aprovecha de una tecnología emparentada con la anterior: espejos
unidireccionales, cámaras ocultas o teledirigidas, mirillas; o recurre direc-
tamente al escondite más al alcance. Decimos entonces que la observación
es oculta. El observador que la practica es, funcionalmente, un voyeur.

• Estudiando�sujetos�naturalmente�«inocentes». Es obvio que si tomamos


datos sobre un insecto, un bebé o un discapacitado intelectual profundo, la
capacidad de detección de un observador por parte de estos sujetos es nula
o muy escasa. Justamente la dificultad en estos casos estaría en conseguir
una situación de observación participante.

No hace falta decir que, en cualquiera de estas condiciones, la observación es


predominantemente ética, en oposición a émica. Esto quiere decir que se hace
desde una perspectiva exterior, sin penetrar en el mundo individual o social
que se está investigando. La mirada del científico será externa a este mundo,
dado que no puede recibir, en retorno, la mirada de los que viven en él.

• (↑) La ventaja es que esta observación ética se instala plenamente en el


paradigma de la objetividad, defendido y mantenido por el positivismo y
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las ciencias naturales: el observador no se ve perturbado por ningún sesgo


causado por la influencia, sobre él, del sujeto con quien interactúa; ni él,
como científico, puede influir sobre la conducta de este mismo sujeto.
Puede, pues, dirigir su mirada limpia, libre de impedimentos, hacia lo que
figura como foco de su interés.
• (↓) La desventaja es que, sin interacción, sin preguntar ni hablar al suje-
to, difícilmente se puede profundizar en este, indagar en su subjetividad,
por lo cual la interpretación de su comportamiento a menudo es limitada,
incluso problemática.

Sin embargo, la interpretación todavía es posible cuando el observador no par- Ved también
ticipante se acerca a la persona observada con vocación cualitativa, pero en-
Léase sobre la interpretación
tonces se debe basar en otros indicios. En general, depende del contexto cate- contextual en el módulo «Tác-
gorizado, clasificado. Dado que el sujeto no podrá entregar intencionalmente ticas de interpretación en la in-
vestigación cualitativa».
las claves o los indicios necesarios para la interpretación de sus acciones, habrá
que prestar atención a los contextos o las situaciones en las cuales aquellas
se producen si queremos descifrarlas, si queremos darles una interpretación
plausible.

1.4. Usos y grados de la observación participante

Hasta ahora, hemos hecho una caracterización global de la observación parti-


cipante, y hemos insinuado solo sus diferentes variantes. Ahora, nos detendre-
mos en las principales de estas variantes, suministrando algo más de detalle.

1.4.1. Usos de la observación participante

Entendida como una estrategia de recolección de datos, la observación


participante es una vía obligada cuando se quieren conseguir declara-
ciones verbales de un sujeto sobre sí mismo, sobre otros sujetos o so-
bre el mundo circundante; y cuando se quiere interpretar el material
así obtenido en profundidad, desde un ángulo de visión próximo al de
este sujeto.

En muchos contextos –clínico, escolar, laboral– no hay ningún otro recurso


fuera de este tipo de observación. Por lo tanto, su utilización es a menudo
inevitable. Ahora bien, el hecho de que se utilice como opción global deja
margen para diferentes implementaciones y valoraciones en la práctica. La
observación participante:

• (↑) Puede ser utilizada de forma negativa, «porque no hay más remedio»,
pero con cautela metodológica fruto de las supuestas deficiencias, en clave
de errores o sesgos, que sufriría esta clase de observación. Esta sería su
utilización en una perspectiva cuantitativa.
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• (↓) Puede ser utilizada de forma positiva, aprovechando la relación social


implícita entre científico y sujeto(s) y las peculiaridades de la situación de
registro, para posicionarse en una perspectiva diferente para la compila-
ción de datos. Esta perspectiva, a pesar de incluir dificultades, permite ob-
tener información densa, profunda y válida desde el punto de vista émi-
co, es decir, desde el punto de vista del individuo o sistema estudiado, y
acceder a su representación del mundo. Esta sería su utilización en una
perspectiva cualitativa.

En definitiva, las ventajas y desventajas de la observación participante


dependerán de la posición previa del observador que se sirve de esta:
lo que para un investigador cualitativo puede ser una virtud, para uno
cuantitativo puede ser un defecto. Y al revés.

Esto no nos tiene que desconcertar. En cualquier caso, cada línea metodológi-
ca –cualitativa y cuantitativa– tiene su enfoque y su utilidad para ciertos ma-
teriales y ciertos objetivos de la investigación. En la siguiente tabla, hemos
resumido estos enfoques dentro de la práctica de la observación participante.

Tabla 1. Valoraciones de la observación participante según el enfoque metodológico adoptado

Punto de vista cualitativo o émico Punto de vista cuantitativo o ético

• Permite acceder a la subjetividad de un ser humano establecien- • Para obtener información verbal en vivo es inevitable establecer
do una relación social con él y recogiendo información verbal una relación con el sujeto; pero esta relación genera sesgos y se
de primera mano. tiene que controlar.

• La carencia de control y la espontaneidad de la relación con • Un protocolo claro y unas consignas inequívocas permiten ejer-
el sujeto permite potenciar al máximo la autenticidad de la in- cer control sobre el desarrollo de la interacción, a fin de que
formación obtenida, su validez en el marco de esta relación en la información recogida sea objetiva, válida con independencia
concreto. del observador que la haya obtenido.

• El concepto de reactividad, entendido como sesgo, no es per- • La reactividad es un sesgo que hay que evitar y el engaño es una
tinente. Y si el sujeto nos engaña, el engaño forma parte de la de sus manifestaciones.
información sui generis producida en una interacción concreta.
• La progresiva familiarización de los sujetos con el observador
• La progresiva familiarización del sujeto con el observador sirve sirve para ahorrar errores y sesgos, puesto que supone la adap-
para aumentar su implicación mutua, y facilitar el intercambio tación del sujeto a una situación de registro artificial.
de puntos de vista y la empatía.

1.4.2. Grados de la observación participante

La observación participante se puede desarrollar por diferentes vías según el


uso que se haga de la situación�de�registro�y�el�grado�de�implicación�del
observador�en�el�sujeto�o�grupo. Y ofrece diferentes modalidades que se co-
rresponden con diferentes grados de implicación o acercamiento del obser-
vador respecto del sujeto. No hace falta decir que los grados de implicación
más grandes e intensos serán compatibles con una perspectiva émica de la in-
vestigación, en la cual puede existir una considerable empatía o compenetra-
ción entre el científico y el sujeto; en cambio, los grados de implicación más
© FUOC • PID_00283763 13 Los datos en la investigación cualitativa

pequeños supondrán una actitud más bien ética por parte del observador y
un intercambio comunicativo más pobre. Distinguiremos cuatro�modalida-
des de observación participante, que son producto de cuatro niveles o grados
de implicación del observador en el sujeto o grupos estudiados. Definiremos
de manera práctica y funcional la noción de implicación. Para nosotros será
igual a la medida o extensión en la cual los códigos del sujeto y del observador
se superponen o intersecan.

«Código»

Por «código» entendemos el sistema de valores y de interpretación que actúa en la inter-


acción observador-observado: sobre todo los sistemas de comunicación, incluyendo el
lenguaje, la expresión, el gesto; pero también el pensamiento: las representaciones, las
ideologías, las creencias, los gustos, los puntos de vista, etc.

Estas cuatro modalidades corresponden a grados crecientes o decrecientes de


la mencionada implicación, y son:

• la observación actuante,
• la observación implicada,
• la participación-observación,
• la autoobservación.

En la figura 3, hemos simbolizado estas cuatro modalidades mediante inter-


secciones de círculos que representan la medida variable en la cual observador
y sujeto comparten sus «códigos».

Figura 3. Los grados de la observación participante, representados como diferentes zonas de


intersección entre códigos

A continuación, expondremos los rasgos fundamentales de cada una de estas


modalidades.

La observación actuante

A menudo llamada «observación participante limitada». En esta clase de ob-


servación se cumplen las siguientes condiciones�mínimas:

• (↑) El observador establece una relación formal con el sujeto. El sujeto sabe,
por lo tanto, que es estudiado y conoce al observador, lo percibe.
© FUOC • PID_00283763 14 Los datos en la investigación cualitativa

Ahora bien:

• (↓) Esta relación es impersonal y distante. El observador hace básicamente


de espectador –espectador conocido, eso sí–, sin interactuar con el sujeto
fuera de las consignas e instrucciones previas a la sesión de observación. Si
hay algo más de interacción, esta es puntual, circunstancial o anecdótica.
Si el observador está ante un grupo, no se involucrará con este.

Por lo tanto:

• El observador se puede considerar externo y pasivo. El sujeto es también,


a la fuerza, pasivo; no se dirige activamente o espontáneamente al obser-
vador, puesto que esta posibilidad queda fuera del protocolo.

• El balance entre objetividad y subjetividad cae a favor de la primera.

• En suma, vemos que esta modalidad es muy próxima a la observación no


participante por la distancia que se establece entre observador y observado.

• No obstante, tiene igualmente rasgos experimentales o cuantitativos, los


cuales se ponen de relieve con la voluntad de controlar el protocolo de
registro y la interacción con el sujeto.

• Si a pesar de todo consideramos esta modalidad como participante es por-


que sujeto y observador se reconocen mutuamente en sus roles respectivos
y existe la base para una interacción más plena, aunque, en la práctica,
esta sea puramente virtual.

• Consiguientemente, tendremos que considerar la observación actuante


más ética que émica.

• Con todo, puesto que las fronteras entre estas modalidades no son nítidas,
debemos decir que también hay grados dentro de la observación partici-
pante actuante: desde aquellos casos en los cuales el observador es un sim-
ple testigo, percibido pero mudo, de la actividad del sujeto o del grupo,
hasta aquellos otros en los cuales su grado de intervención es más grande,
como en el ejemplo que podéis consultar a continuación.

Ejemplo

Imaginad una dinámica de grupo en la cual el moderador-observador actúa de la siguiente


manera: llega a la sala donde se celebra la sesión, da un par de consignas («sentaros, por
favor», «empezamos»...) y, una vez planteado el tema del día, da la palabra a uno de los
sujetos. A partir de este momento, ya no interviene más, si no es para dar la palabra a
alguien, o para corregir o interrumpir puntualmente. Desde su asiento situado un poco
apartado del grupo o desde una tarima (como un profesor en el aula), este moderador
dirigirá la sesión sin mantener relaciones más profundas con ninguno de los individuos
que participan en esta. Además, tampoco tendrá vínculos íntimos con los participantes
fuera de la sesión. En ningún momento, abandonará su rol directivo, jerárquicamente
superior, para confundirse con el grupo.
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Este sería el caso de muchas sesiones clínicas durante las cuales se recogen datos. Y hay
que reconocer que difícilmente podrían ser de otro modo.

Las entrevistas cerradas, muy estructuradas y directivas, encajarían igualmente en esta


modalidad de observación participante. El entrevistador pregunta desde un lado de la
mesa y el sujeto responde desde el otro o llena un cuestionario. Ni el uno ni el otro se
apartan de las instrucciones que da el protocolo o se apartan poco de estas, accidental-
mente o estratégicamente (quizás para dar confianza al sujeto), cada uno fijado en su rol.

Nota de aclaración

A menudo, en la literatura, este tipo de observación se considera no participante, pues-


to que el observador no «participa» realmente en aquello que estudia. Algunos autores
distinguen observación no participante visible o indiscreta (obstrusive), en la cual el ob-
servador es conspicuo, e invisible o discreta (non obstrusive), en la cual el observador no
es percibido. Para nosotros, la segunda correspondería a la observación no participante a
secas, mientras que la primera coincidiría con la observación actuante de la cual estamos
hablando ahora.

En este texto, como ya habréis comprobado, hemos dado un sentido más amplio y –
creemos– más sistemático a la observación participante. Desde nuestro punto de vista,
la cuestión decisiva no es si este observador participa o no lo hace, sino si establece una
relación o no con el sujeto, relación que, en cualquier caso, es la condición sine qua non
de la participación.

Es más importante como criterio clasificatorio la existencia o no de una relación con el


sujeto o grupo, que no la de una participación más grande o más pequeña en la vida de
estos. La diferencia clave está en si el observador se siente vinculado o no con la persona
que observa (aunque sea pasivamente, como espectador) y en si el sujeto se sabe o no
observado, contemplado, por una persona con la cual mantiene un vínculo social, más
formal o más personal.

La observación implicada

A menudo llamada «observación participante no limitada». En esta clase de


observación:

• El observador establece una relación de intensidad variable con el sujeto,


más informal y profunda que en la observación actuante. Interactúa en
esta de manera frecuente, a veces continua, en un determinado contexto.
Si es ante un grupo, actuará como un miembro más.

• El(los) sujeto(s) no solo conoce(en) al observador, sino que se puede(n)


dirigir a él con libertad variable, según los casos.

Por lo tanto:

• Es una observación plenamente participante. La interacción permite el in-


tercambio comunicativo sin trabas o con pocas.

• El observador es activo.

• La distancia entre observador y sujeto o grupos observados es mucho más


pequeña que en la observación actuante. La relación puede llegar a ser
personal.

• Ahora el problema del observador no será el de ganar suficiente distancia


respecto al sujeto para ser objetivo, sino el de no acercarse tanto al sujeto,
© FUOC • PID_00283763 16 Los datos en la investigación cualitativa

identificándose con él, de forma que pierda toda objetividad, toda pers-
pectiva sobre los hechos que estudia.

• La observación implicada se aparta tanto de la observación pura como del


experimento; el observador se sitúa en una posición típica del antropólogo
de campo o del educador.

• Estamos, pues, ante una modalidad de observación participante donde el


componente émico es mucho más grande que el ético.

Esta clase de observación es la que se ha empleado tradicionalmente en la etnología y


constituye el núcleo de los métodos etnográficos. El antropólogo clásico tenía que man-
tener vínculos consistentes con los indígenas, aprender su lengua, sus costumbres y valo-
res, hablar bastante con ellos en un clima de máxima confianza y respeto. De lo contrario,
difícilmente podía hacer interpretaciones correctas del mundo por el cual se interesaba.

Varias modalidades de relación clínica caen también cerca de esta manera de entender
la observación participante.

En general, una entrevista abierta, poco estructurada y poco dirigida, desarrollada con
pocos formalismos pero con intensidad y profundidad, es un instrumento básico para
llevar a cabo una observación participante implicada.

La participación-observación

En esta clase de observación:

• (↑) El observador no es un científico profesional o semiprofesional, forma-


do en el seno de un grupo de investigación o en un programa universitario.

En cambio:

• (↓) El observador es miembro de alguno de los grupos sociales de perte-


nencia del sujeto (familia, colectivo laboral, amigos, etc.). Hay, pues, un
vínculo preexistente entre observador y observado. Respecto del sujeto, el
observador puede ser el padre, la madre, el cónyuge, el maestro, el compa-
ñero laboral, el amigo, etc. Este observador, por lo tanto, es un profano en
temas de investigación y necesitará algún entrenamiento, instrucciones y
guía, para cumplir bien su tarea. Tendrá que estar bajo la supervisión del
científico que ha organizado la investigación y la dirige, seguir el proto-
colo creado por este (sin embargo, es probable que este mismo protocolo
haya sido hasta cierto punto negociado, para adaptarlo al observador y a
la situación interpersonal de registro).

Por lo tanto:

• Es una observación plenamente participante. Los rasgos de esta modalidad


son también los de la observación implicada.
© FUOC • PID_00283763 17 Los datos en la investigación cualitativa

• Está garantizado que el intercambio comunicativo será bastante libre y


fluido; la relación, personal; la distancia respecto del sujeto, mínima; el
clima, de confianza.

• El sujeto será máximamente accesible en el espacio y el tiempo; la libertad


de movimientos del observador respecto a este sujeto representará una
ventaja.

• Como en el caso de la observación implicada, la principal dificultad será la


de evitar interpretaciones excesivamente centradas en el punto de vista del
sujeto, a causa de la identificación del observador con él, a su proximidad
social o afectiva, a la falta de perspectiva en definitiva.

• Sin embargo, en este caso el observador virtual, el investigador que, a dis-


tancia, dirige la acción del observador real sobre el sujeto, va examinando
los materiales que le suministra este último, mientras le guía, orienta e
instruye, a fin de que los materiales en cuestión ofrezcan un mínimo de
calidad científica.

• Se trata de una observación émica en cuanto a la posición del observador


real; en cambio, la tenemos que juzgar ética si la contemplamos desde el
punto de vista del observador virtual, del científico que dirige el proceso
a distancia.

• Esta modalidad se dedica, casi exclusivamente, a la observación de indivi-


duos, descartando la de grupos por razones prácticas (imaginad a un en-
cargado de sección que tuviera que observar a todos los empleados a su
cargo o a una madre de familia que tuviera que estar atenta a todos sus
hijos). No obstante, en determinados contextos, la participación-observa-
ción se puede hacer sobre grupos (por ejemplo, sobre un grupo clase –véa-
se un ejemplo más adelante).

Debemos entender que un aspecto importante de la táctica de esta observación


es el de excluir todas aquellas situaciones y aquellos observadores que limiten
sus posibilidades. Así, no tendría sentido que un trabajador sometido a acoso
laboral fuera observado por el propio jefe responsable de esta situación.

Aparte de esto, tendría que ser igualmente claro que la proximidad del obser-
vador hacia el sujeto depende del tipo de relación que se utilice para diseñar y
adaptar el protocolo de registro: así los datos que obtenga una madre sobre su
hija pequeña serán de más valor, en el contexto de una participación-obser-
vación, que las que esta misma mujer obtenga de una compañera de trabajo.

Un equipo de investigación de la Universidad X encarga a una maestra de educación


básica una observación longitudinal de determinados comportamientos en la escuela. El
registro se centra en los 16 niños de su clase e incluye anotaciones sobre comportamien-
tos verbales y no verbales, tanto en el aula como en el patio.
© FUOC • PID_00283763 18 Los datos en la investigación cualitativa

Además, a la maestra se le planifican entrevistas periódicas informales con sus alumnos,


para completar la compilación de información.

A fin de que la observación se beneficie al máximo de un clima de confianza, en un


contexto natural, la maestra no empieza los registros hasta el mes de enero, y utiliza los
tres meses iniciales del curso para afianzar y profundizar sus vínculos personales con los
niños.

Una vez cada 15 días, la maestra se reúne con los promotores de la investigación, les
muestra el material recogido, pide aclaraciones y expone dudas. Los directores de la in-
vestigación la asesoran sobre cómo resolver las dificultades que se le presentan y sobre
cómo conducir el tramo restante de la recogida de datos.

La autoobservación

En esta clase de observación:

• (↑) No hay observador propiamente dicho, en tanto que agente separado,


externo y situado frente al sujeto.

• (↓) Los roles de observador y observado coinciden en la misma persona;


el observador es el observado, y viceversa. Estamos hablando, pues, de un
individuo que se observa a sí mismo, se autoobserva y genera, una vez
hechos los registros, uno autoinforme. De modo semejante a la partici-
pación-observación, este individuo no es un científico, un profesional de
la investigación, sino un profano, por lo cual necesitará formación, entre-
namiento y supervisión del científico que ha diseñado la recogida de in-
formación.

Por lo tanto:

• Esta modalidad es el límite de la observación participante: la participación


o identificación del observador con el observado es total.

• La distancia respecto al sujeto será cero.

• El apartamiento hacia el punto de vista del observado será, en consecuen-


cia, inevitable y quedará reflejado en el autoinforme. A menudo, habrá el
peligro de que este autoinforme, más que reflejar el comportamiento real,
proyecte la estructura interna de la persona que lo ha compuesto.

• Ahora bien, como en el caso anterior, este apartamiento podrá ser corre-
gido por el entrenamiento y la supervisión del científico u observador vir-
tual que dirige el proceso de registro.

• En línea con los puntos anteriores, diremos que los protocolos empleados
en la autoobservación suelen contemplar el registro de acciones fácilmen-
te observables y objectivables, a fin de contrapesar las interpretaciones
muy subjetivas y centradas en el propio punto de vista. Sobre esta base,
es erróneo atribuir a la autoobservación una intención inexorablemente
introspectiva.
© FUOC • PID_00283763 19 Los datos en la investigación cualitativa

• Por la misma razón, se prefieren los autoinformes concurrentes a los re-


trospectivos. Los primeros son generados por la observación de conduc-
tas presentes que el sujeto ejecuta en el mismo intervalo temporal que las
registra (el mismo día, semana); los segundos obligan al autoobservador a
recordar comportamientos más remotos en el tiempo, por lo cual el riesgo
de equivocarse o falsear la información es superior.

• También como en el caso de la participación-observación esta es una mo-


dalidad de observación rotundamente émica en cuanto a la posición del
autoobservador; en cambio, la tenemos que estimar ética si la contempla-
mos desde el punto de vista del observador virtual.

• Por razones fáciles de comprender, esta modalidad tampoco se dedica a los


grupos, sino solo a los individuos.

• Una peculiaridad de la autoobservación es que genera una clase especial


de reactividad: la autorreactividad. En contextos clínicos, se considera que
la autorreactividad puede tener valor terapéutico.

Acabamos de sugerir varios recursos sobre cómo recuperar objetividad en una


modalidad de registro tan constitucionalmente subjetiva como es la autoob-
servació. Sin embargo, estos recursos suponen una toma de posición del obser-
vador en el continuo ético-émico u objetivo-subjetivo. Podemos encontrarnos
con casos en los cuales el científico renuncie a toda objetividad, interesado co-
mo está en la afluencia de información libre de restricciones, espontánea, por
parte del sujeto, si bien esta información es «subjetiva», no verificable empí-
ricamente. En el diagnóstico clínico o educativo esta posibilidad es plausible.

En el otro extremo, nos podemos encontrar con autoinformes que han sido
controlados y dirigidos hasta el último detalle, buscando la máxima objetivi-
dad. Esto sería conveniente y aceptable en intervenciones terapéuticas, clíni-
cas, educativas o sociales. Así, por ejemplo, en ciertas terapias contra la obe-
sidad canalizadas a través de autoinformes, el sujeto tratado tendrá que con-
signar diariamente (pongamos tres veces al día) qué come, en qué cantidad,
a qué hora, dónde lo hace, etc. Estos contenidos son inmediatamente objeti-
vables y serán registrados mediante categorías de clasificación elaboradas por
el terapeuta.

Actividad de reflexión

En esta actividad, se os pide que meditéis sobre ciertas consecuencias de la implicación


del observador, de la falta de «distancia» entre él y lo(s) que estudia. De entrada, leed
atentamente estos dos extractos de un texto de Lofland:

1) «Por todas partes la gente tiende a necesitar ayuda; sus circunstancias nos piden algún
compromiso moral. Podemos llegar a sentir, de hecho, la necesidad de involucrarnos y
ayudar. Pero nosotros somos observadores. ¿Hasta qué punto y de qué manera (si es que
hay alguna) podríamos hacerlo? ¿En qué medida este observador supuestamente neutral
tendrá que responder al dolor o a las dificultades que observa desde muy cerca?...».

2) ...«El proceso de acercamiento a un escenario social requiere que el observador man-


tenga relaciones razonablemente buenas con sus miembros. Lograr estas buenas relacio-
© FUOC • PID_00283763 20 Los datos en la investigación cualitativa

nes y mantenerlas exige que, observadores y observados, posean unos rasgos sociales que
les permitan sentirse cómodos unos con otros. Por eso, un prerrequisito para emprender
una observación [participante] es la constatación, por parte del observador, de cuál es
su estilo propio, cuáles son sus sentimientos hacia aquellos cuyo mundo está dispuesto
a visitar».

Traducción y adaptación del autor: Lofland, J. (1971). Analyzing Social Settings. Belmont
(Cal.): Wadsworth, pág. 97 y 99.

Reflexionad sobre los dilemas y las alternativas que tiene ante sí el observador, en el caso
1) y en el caso 2).

Orientaciones�y�pistas�para�la�solución�de�la�actividad

Está claro que el autor plantea dos problemas fundamentales de la observación partici-
pante, especialmente de aquellas modalidades que comportan una comunión más gran-
de con la sociedad o el grupo que se estudia.

• El primero es de orden claramente�moral: ¿puede ser neutral el observador en cual-


quier circunstancia?
• El segundo admite una lectura más�social,�pero�también�metodológica: ¿hasta qué
punto se tiene que adaptar el observador, mentalmente y conductualmente, a la so-
ciedad o al grupo que estudia?

Los dos provienen del hecho que el observador está en relación con el sujeto.
© FUOC • PID_00283763 21 Los datos en la investigación cualitativa

2. Los informantes

Muchos datos obtenidos en investigaciones cualitativas son proporcionados


por informantes, personas que, sea en calidad de sujetos de la investigación,
sea a través de alguna vinculación indirecta con esta, proveen información a
los investigadores de manera intencional: bien de manera reactiva, como res-
puesta a solicitaciones del científico, bien de manera proactiva�o�espontánea.
Se entiende, por supuesto, que la información provista tiene relación con el
objeto de estudio.

El informante es una figura clave dentro de la investigación cualitativa. Ha-


bitualmente, ejerce su papel en el seno de la observación participante, pero
nosotros argumentaremos a favor de considerarlo, también, una figura posible
dentro de la observación no participante. Primero, expondremos los rasgos
nucleares de un informante, así como los de un buen�informante. Después,
examinaremos los diversos�tipos�de�informantes�y�las�diferentes�funciones
que cumplen en diferentes escenarios metodológicos.

2.1. Definición, generalidades y distinciones

El término informante, como otros de la metodología cualitativa, tiene su ori-


gen en la etnografía. Si un informante, como acabamos de afirmar, suministra
información al científico social, entonces esta persona deberá tener o man-
tener algún tipo de relación con este científico, se deberá comunicar con él,
lo que requerirá, según los casos, una cierta convivencia, en el marco de una
entrevista u otras situaciones, habitualmente poco formales, que faciliten la
comunicación.

Este científico social –antropólogo, sociólogo, psicólogo– suele ser un trabaja-


dor de campo.

Una primera distinción que se nos puede ocurrir es que este informante puede
proveer información sobre sí mismo o sobre otras personas. Sin embargo, de
momento, esta puntualización solo tiene que servir para darnos cuenta que
el sujeto focal abordado en la observación participante es, de hecho, un infor-
mante, un cierto tipo de informante que –por ejemplo– da información en el
contexto de una entrevista.

La información que da un informante puede ser de diferentes clases, depen-


diendo en buena parte del conocimiento que tenga de la investigación en cur-
so o de la demanda específica que haga el observador. El informante puede
© FUOC • PID_00283763 22 Los datos en la investigación cualitativa

hablar de hechos objetivos (o de su percepción objetiva de los hechos), o sobre


valores, creencias, roles y reglas del sistema social, o sobre significados de las
acciones en un contexto cultural determinado, etc.

A pesar de que el informante debe tener alguna idea de qué conocimiento


persigue el científico, no obstante, será habitualmente ignorante de los planes
de trabajo y de las metas de aquel. Por consiguiente, a pesar de que haya una
relación inmejorable entre él y el científico, esto no equivale al hecho de que
comparta su visión de la finalidad y del sentido de la investigación. Es solo un
colaborador externo a la tarea de investigación.

Sin embargo, esta regla general no excluye que, en casos excepcionales, un


informante pueda llegar a formar parte de un equipo de investigación o, ya
desde el primer momento, se incorpore a este equipo. Suele tratarse natural-
mente de un informante de características especiales, con una formación y
un talante que hacen posible su coordinación con el investigador y su equipo
(véase más adelante).

La selección�de�un�informante no se hace de manera gratuita ni al azar. Hay


que tener muy claros los criterios de selección y, en consecuencia, las necesi-
dades informativas que se tienen. A menudo es imprescindible realizar entre-
vistas preliminares, y escoger a estos individuos sobre los cuales se dispone de
referencias favorables previas.

A continuación, daremos algunas indicaciones básicas sobre cuál tiene que ser
el perfil de un informante.

2.1.1. Perfil de un buen informante

Un buen informante tiene que: Lectura recomendada

Seguimos en parte los crite-


• Tener capacidad�de�verbalizar�adecuadamente,�ser�mínimamente�lo- rios defendidos por Werner
cuaz: Esta capacidad puede, indudablemente, llegar a sesgar la informa- y Schoepfle en: Werner, O.;
Schoepfle, G. M. (1987). Sys-
ción a causa de que, frecuentemente, las personas más aptas para transmi- tematic Fieldwork. Newbury
Park (Cal.): Sage (pág. 247 y
tir información oral poseen, al mismo tiempo, ciertos rasgos de persona-
s.).
lidad (como, por ejemplo, la extraversión) u ocupan ciertas posiciones so-
ciales. Además de esto, a menudo pasa que ciertas normas culturales pue-
den ser un inconveniente para hablar de algunos temas ante un extraño,
dificultad que afectaría también a los estudios en nuestro propio ámbito
cultural. En cualquier caso, esta capacidad es una condición�necesaria�del
informante; no podemos prescindir de ella de ninguna forma.

• Ser reflexivo, capaz�a�la�vez�de�interiorizar�la�propia�experiencia�social


y�cultural�respecto�del�grupo�estudiado�y�de�distanciarse�de�este: La
persona que da información al científico social debe tener muy presentes
las posibles interpretaciones de los comportamientos, roles o valores sobre
© FUOC • PID_00283763 23 Los datos en la investigación cualitativa

los cuales se le pregunta, pero también debe tener una cierta perspectiva
sobre aquellos.

• Se le exige objetividad, en el sentido de poseer la aptitud de ofrecer su


percepción de los hechos, que esta sea bastante nítida y transmitida con
claridad. El informante tiene que iluminar con una luz determinada los
fenómenos que indaga el científico. Que esta luz muestre algún sesgo o
no coincida con la del observador, no invalida la aportación informativa,
más bien le presta una tonalidad diferencial.

• Tener una disposición�bastante�buena�hacia�el�observador para hacer


factible una comunicación fluida con él. Esta exigencia no pide que infor-
mante y observador sean amigos, a pesar de que esta es una circunstancia
que se ha dado frecuentemente en la historia de las ciencias sociales.

• Sin embargo, es obvio que una actitud� favorable del informante hacia
el científico y su equipo beneficiará la recogida de información. En todo
caso, la disposición de un informante puede incluir alguna desconfianza
(sobre todo al principio), alguna reserva o alguna crítica encubierta; pero
nunca el desprecio, la falta de respeto o el odio.

• Tiene que ser sincero� o� ir� de� buena� fe: Este rasgo es un reflejo directo
del anterior. También aquí esta sinceridad se entiende en el marco de una
actitud positiva, no en el de garantizar la objetividad científica. Incluso al-
gunos tipos de engaño serían compatibles con esta buena fe –por ejemplo,
cuando persiguieran el objetivo de dar una buena imagen del sujeto, gru-
po o de la comunidad estudiados. A veces, un engaño puede ser altamente
informativo, por su significación. Es trabajo del investigador descubrirlo,
relativizarlo y valorarlo.

2.2. Importancia metodológica de los informantes

El uso de informantes no es un recurso metodológico de segunda mano; más Lectura recomendada


bien al contrario, abre una vía directa para la recogida y validación de la infor-
Campbell, D. T. (1955). «The
mación significativa que busca la investigación cualitativa, información que, Informant in Quantitative
de lo contrario, no estaría al alcance del científico. Campbell, una de las auto- Research». American Journal
of Sociology 60, pág. 339-342.
ridades máximas del siglo XX en la metodología de las ciencias sociales, y no
precisamente un entusiasta de los enfoques cualitativos, ha juzgado el uso de
informantes como una importante fuente de validez y capacidad de generali-
zación en la investigación social.

Sin embargo, conviene separar las dos funciones más importantes de los in-
formantes:
© FUOC • PID_00283763 24 Los datos en la investigación cualitativa

1) Por un lado, como ya hemos indicado, el informante es primariamente un


proveedor� de� información, difícilmente obtenible por otros caminos. Esta
es la función básica de esta figura, consustancial a la obtención de material
verbal.

2) Por otro, el informante puede contribuir a validar, confirmar o ratificar


las categorizaciones, descripciones e interpretaciones a las cuales ha llegado el
científico social en un punto avanzado de su recorrido de investigación. Esta
es una función mucho más precisa metodológicamente que la anterior y es
inseparable de cualquier tipo de observación, participante o no participante,
de tipo cualitativo. De hecho, en muchos ámbitos de la investigación social y
psicológica que no sea meramente exploratoria esta función es parte del plan
de investigación.

Con base en esta doble función, algunos autores como los ya citados Werner
y Schoepfle proponen la distinción�entre�informantes�y�consultantes.

Recapitulando

• La función 1), de hecho, sería desempeñada por consultantes y no por


auténticos informantes. El consultante se limita a responder, a dar infor-
mación a partir de la demanda del observador. A menudo (pero no necesa-
riamente) desarrolla un vínculo social fuerte con aquel, vínculo que pue-
de desembocar en una amistad. El consultante es, pues, un informador a
secas.

• La función 2) sería desempeñada por auténticos�informantes, requeridos


para poner a prueba la información ya almacenada e interpretada. Gene-
ralmente, estas personas son seleccionadas o localizadas hacia el final de la
investigación y no mantienen una relación próxima con el observador. Se
trata, pues, de informadores que actúan en una fase en la cual el científi-
co, más que recoger información (que ya posee y ya ha analizado teórica-
mente), lo que quiere es contrastarla a través de la autoridad o el punto de
vista, en algún sentido privilegiado, de ciertos miembros de la comunidad
o el grupo.

En el ámbito de la psicología organizacional o del trabajo, un representante sindical que


colabore al validar las categorías construidas para interpretar adecuadamente ciertos com-
portamientos del personal de una empresa, es un auténtico informante; en cambio, los
empleados previamente entrevistados o requeridos con vistas a la simple obtención de
información son simples consultantes.

En una investigación centrada en un barrio y en una comunidad de inmigrantes subsaha-


rianos podemos recoger inicialmente información con base en nuestras buenas relacio-
nes con algunos miembros de la comunidad. Serán nuestros consultantes. No obstante,
al final de la investigación, cuando pretendamos organizar y dar un significado defini-
tivo a la información almacenada, quizás pediremos la opinión de personas relevantes,
tal vez líderes, de esta misma comunidad, las que lleven más años en nuestro país o –al
revés– las que hayan vivido más tiempo en el país de donde proceden y, en consecuencia,
conozcan más a fondo los valores de la cultura de origen.
© FUOC • PID_00283763 25 Los datos en la investigación cualitativa

2.3. Tipo de informantes

Más allá de la calidad de la información proporcionada, los informantes pue-


den mantener diferentes�posiciones�y�roles�en�el�contexto�de�la�recogida�de
información. La aportación metodológica que hagan dependerá de las coor-
denadas metodológicas en las cuales se les pida colaborar. Ahora la clasifica-
ción que presentamos se referirá más bien a la «posición» del informante res-
pecto de la situación de registro y abrazará tanto a auténticos informantes co-
mo consultantes. Para no mezclar conceptos, nos serviremos a partir de ahora
solo del término informante, totalmente consagrado en el vocabulario de las
ciencias sociales.

2.3.1. El informante en observación participante y no


participante: informantes actuales y a posteriori

Denominaremos informantes�actuales a aquellos que cumplen su fun-


ción durante el periodo de recogida de datos o de registro de informa-
ción; denominaremos informantes�a�posteriori a aquellos que cumplen
su función después del mencionado periodo.

El informante que más arriba hemos caracterizado genéricamente puede ser


encuadrado, de manera más precisa, dentro de la investigación específicamen-
te psicológica. En este contexto, el informante hablará de otros sujetos, de sus
comportamientos, rasgos y roles; y también de grupos y de su significación
social.

Una madre dará interpretaciones sobre sí misma o sobre su hijo; un maestro las dará
de él, de sus alumnos, de sus compañeros profesionales, de la escuela donde trabaja; un
trabajador transmitirá sus experiencias, comentará las de los otros obreros, opinará de la
dirección de la empresa, de los sindicatos. El psicólogo clínico, el psicólogo educativo o el
psicólogo social escucharán a estos informantes. El entrevistado informará al entrevista-
dor; el paciente informará al terapeuta; en un conflicto de barrio, los vecinos informarán
al mediador.

Este informante psicológico puede ejercer su papel tanto en la observación


participante como en la observación no participante. En efecto, a pesar de
que la figura más popularizada del informante es aquella que proporciona in-
formación en�el�curso de una observación participante, sin embargo no hay
ninguna razón por la cual no pueda brindarla también después�del�periodo
de�recogida�de�datos. Por lo tanto, el informante puede cumplir su función
fuera de la situación de registro propiamente dicha, una vez finalizada esta,
circunstancia�que�lo�hace�compatible�con�la�observación�no�participante.

Es fácil entender el� porqué� de� esta� compatibilidad: un informante nunca


podría abastecer información en el seno de un registro no participante puesto
que, si lo hiciera, el registro se convertiría automáticamente en participante, al
© FUOC • PID_00283763 26 Los datos en la investigación cualitativa

darse una interacción entre el sujeto y el observador científico. Sin embargo,


siendo lícita su intervención con posterioridad al registro, entonces el peligro
que este se convierta en una observación participante deja de existir.

Ahora bien, el razonamiento anterior prejuzgaba que el informante era uno


de los sujetos estudiados, un entrevistado, un paciente, etc. Pero está claro que
puede haber informantes que no estén en el foco de intereses del investigador,
que no formen parte de la muestra seleccionada y que, sin embargo, abastez-
can de información al investigador. En ese caso, la distinción entre informan-
tes actuales y a posteriori se mantendría, pero quedaría libre de las restricciones
que sufría cuando suponíamos que el informante era un sujeto investigado.
Así, un observador podría tomar nota de las acciones de un operario en una
cadena de montaje, ayudado por un encargado que le fuera aclarando deta-
lles de lo que pasaba bajo sus miradas. Este encargado sería un informante
actual, tanto si la observación fuera no participante (con el operario ignorante
de la observación) como si fuera participante (con el operario consciente de
la observación). Sin embargo, podría ser también un informante a posteriori
si las aclaraciones en cuestión las hiciera una vez acabados la observación y
el registro.

Recapitulando

• (↑)� Cuando� el� informante� es� uno� de� los� sujetos� estudiados, se puede
hablar legítimamente de informantes tanto en el contexto de la observa-
ción participante como en el de la no participante. No obstante, mientras
que el informante en la observación participante puede brindar su infor-
mación, bien durante el mismo periodo de recogida de datos, bien una
vez finalizada esta, en cambio, el informante en la observación no parti-
cipante solo puede ejercer su papel a posteriori del periodo de recogida de
datos o de registro.

• (↓)�Cuando�el�informante�NO�es�uno�de�los�sujetos�estudiados, puede
actuar tanto en calidad de informante actual como de informante a poste-
riori, y tanto en el contexto de la observación no participante como par-
ticipante.

2.3.2. Autoinformantes y aloinformantes

Una investigación psicológica o social se puede centrar en comportamientos


individuales o en comportamientos interactivos entre dos o más individuos.
Sin embargo, toda interacción múltiple entre tres, cuatro o más individuos se
puede descomponer en díadas, es decir, en unidades de intercambio comu-
nicativo entre dos individuos. Así, pues, con vistas a introducir la próxima
distinción entre tipo de informantes nos bastará separar los estudios indivi-
© FUOC • PID_00283763 27 Los datos en la investigación cualitativa

duales, con un solo sujeto bajo observación, de los estudios de interacciones,


enfocados hacia dos sujetos que forman un mínimo sistema social y de comu-
nicación.

En los estudios de individuos que se sirven de la observación participante el


sujeto focal es, de hecho, un informante: da información sobre su entorno,
sobre otros, opina, juzga, etc., siempre sobre su entorno. Por lo tanto, se pue-
de considerar un autoinformante. Aunque hable de otras personas, estas no
están presentes o no tienen ningún vínculo inmediato y funcional con él. Así,
por ejemplo, un entrevistado es un autoinformante, un autoinformante�ac-
tual, si le aplicamos la terminología propuesta en el apartado anterior. Alter-
nativamente, este informante puede intervenir, añadiendo información, en
algún momento ya acabada la entrevista y entonces será uno autoinformante
a�posteriori.

En los estudios de interacciones hay más alternativas. La situación de registro


se convierte en más densa desde el punto de vista que hemos adoptado ahora.
En una investigación de esta clase, el observador tiene delante a dos sujetos
que intercambian mensajes, un S y un S’ (madre/padre-niño, profesor-alumno,
vendedor-cliente, conferenciante-público, terapeuta-paciente).

Cada uno de los dos sujetos es potencialmente un autoinformante: puede dar


información sobre sí mismo, sea espontáneamente, sea en respuesta a deman-
das del observador. Ahora bien: también puede darla sobre el otro sujeto en
la interacción, con el cual mantiene alguna clase de vínculo; S puede ofrecer
interpretaciones de S’ y S’ puede ofrecerlas de S. En esta nueva dimensión, di-
remos que los dos sujetos inmersos en una interacción son aloinformantes,
aloinformantes�actuales o a�posteriori.

En definitiva, los dos sujetos de una interacción son potencialmente


autoinformantes o aloinformantes con relación al observador que los
escucha, situado en el vértice del triángulo delimitado por los tres.

Fuera del marco que hemos establecido aquí, es innegable que la distinción
entre autoinformantes y aloinformantes puede tener un sentido más general
y referirse, simplemente, al hecho de que cualquier informante, en cualquier
contexto de investigación, puede dar información sobre sí mismo o sobre otros
individuos o grupos. Pero en este sentido más general la distinción tiene mu-
cho menos relieve metodológico.

2.3.3. Informantes internos y externos

Los autoinformantes y aloinformantes que acabamos de describir suelen ser


informantes intrínsecos o internos, personas que suministran descripciones o
interpretaciones de los temas bajo estudio desde dentro de la misma muestra,
© FUOC • PID_00283763 28 Los datos en la investigación cualitativa

grupo o sistema investigado (incluyendo el caso de que se trate de un solo su-


jeto, como sistema individual). Estos informantes disfrutan de una perspectiva
émica desde el interior de su mundo de referencia.

Pero la función del informante se puede llevar a cabo desde fuera del colectivo
humano o sistema social estudiado; y, como ya hemos hecho notar, los sujetos
que nos informan pueden ser otros que los que estamos específicamente estu-
diando. Podemos decir de paso que este es el tipo de informante seguramente
más popular en la literatura, aunque siempre quedan dudas de hasta qué pun-
to este sujeto, situado al margen de la muestra de referencia, no acaba siendo
estudiado, o incorporado a aquella, por el investigador. En todo caso, este úl-
timo es un informante externo, el cual tiene una perspectiva ética, exterior,
sobre las personas o el grupo concretos sobre los cuales se le pide información.

Obviamente, hay informantes internos y externos tanto en la observación par-


ticipante como en la no participante; los hay actuales y a posteriori; los hay
que actúan como autoinformantes y otros que actúan como aloinformantes.

La distinción entre auténticos informantes y consultantes fijada en el aparta-


do 2.2. («Importancia metodológica de los informantes») ahora se puede su-
perponer a las que acabamos de hacer.

Un auténtico informante, opuesto a un consultante, se debería entender


siempre a�posteriori.

Esta posterioridad se desprende automáticamente de la función de replicación


o validación que cumple este colaborador, coincidiendo con las interpretacio-
nes del observador o discrepando de estas. Una función así se tiene que reali-
zar necesariamente hacia el final de la investigación, una vez hecha la cosecha
principal de información. En cambio, un consultante sabemos que puede ac-
tuar durante el registro o una vez finalizado este.

Por añadidura, el informante que replica o valida conviene que sea interno,
para poder juzgar con conocimiento de causa los análisis y las interpretaciones
que le muestra el científico, pero también conviene que tenga alguna capaci-
dad de distanciación, de «externalidad», respecto de los comportamientos o
valores que ha de validar.
© FUOC • PID_00283763 29 Los datos en la investigación cualitativa

Bibliografía
Campbell, D. T. [Donald Thomas]. (1955). «The Informant in Quantitative Research». Ame-
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