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Ariel Patrimonio Josep Ballart EL PATRIMONIO HISTORICO Y ARQUEOLOGICO: VALOR Y USO Arid Disefio de la cubierta: Vicente Morales 12 edicién: enero 1997 2. edicién: julio 2002 © 1997: Josep Ballart Derechos exclusives de edicién en espaol, reservados para todo el mundo: © 1997 y 2002; Béitorial Ariel, S.A. Provenga, 260 - 08008 Barcelona ISBN: 84-344-65949 ‘Depésito legal: B. 26.909 - 2002 Inpreso en Espatia tede eta Para Carla, que crecié con el libro ‘ela ables, pute ser reproduc, amacenadao rans fen manera guna npr singin medi yo ra tio, ‘Gumi, meanlo, po, de grabaign ode fxn sin permis pret del dio. :8 EL PATRIMONIO HISTORICO ¥ ARQUEOLOGICO: VALOR ¥ USO in de las palabras es un acto conservacionista), en tanto que sreaciones culturales, los elementos materiales de una cultura 0 ci- ‘ilizacién que han salvado la distancia del tiempo deberian ser ob- ervados y estudiados bajo unas mismas consideraciones metodo- 6gicas como objetos en el tiempo. En el presente texto, como la idea de objetos en el tiempo u 2bjetos de la historia es el comtin denominador que enmarca las ‘eflexiones y los pronunciamientos, no hay lugar a distinciones en- re objetos histéricos y objetos artfsticos, ni se separardn los restos CapfruLo 2 etqueol6gicos de los monumentos, ni lo que llamamos cultura ma- erial de los documentos escritos. Las antigiiedades habran de te- PASADO, HISTORIA, PATRIMONIO ter la misma consideraci6n que las artes populares o las industrias lomésticas y las colecciones etnogréficas que las folldéricas. Las vellas artes no se opondrén a las artes decorativas, ni haré falta ‘Tropezamos en nuestra marcha adonde quiera que nos volva- eunir a parte de estas tiltimas dentro de una categoria especial de ‘mos con rastro de grandeza pasada, con ruinas gloriosas... ibjetos de disefio. Asi pues, la expresién objetos de 1a historia de- Mop Lame, 1833-1836 ignaré al conjunto del legado material de los siglos. Las Gnicas pruebas de la historia disponibles en todo mo- ‘mento a nuestros sentidos son las cosas hechas por los hombres, G. Kuaten, 1962 La aparicién del pasado y de las sociedades con historia Los objetos que permanecen en el tiempo transmiten de una manera directa a los individuos noticias y sensaciones que provie- nen del pasado. Como apunta Kubler, son la puerta més directa hacia el pasado, mucho més que los dichos y las historias o las mismas ideas escritas, porque estén presentes ante nuestros ojos y se pueden tocar: El legado, el patrimonio_que_se.hereda,_es ui acto en el circulo social familiar,mas , generaci6n con la siguiente, y eso todo el imundo, quien mas quien menos, lo ha experimentado en propia came. Los objetos son una puerta hacia el pasado, de un pasado que, te coma idea al margen dé Jos objetos, porque el i@ bajo la doble.condicién de idea y-de-cosa. El pasado ‘std en la historia, forma parte del hecho de historiar y asta_ciertopunto-independiente-dela-nociénde_paso_del tiempo. Participar del mismo es un privilegio de la condicién hu- mana de individuo cultivado. La consciencia de paso del tiempo y 30 _ELPATRIMONIO HISTORICO ¥ ARQUEOLOGICO: VALOR ¥ USO con ella la consciencia de pasado, que no es exactamente lo mismo que la idea de pasado, son también especificas de la especie hu- mana. La consciencia de pasado se organiza en los seres humanos merced a una facultad extraordinaria de la mente humana, la fa. | Gultad de recordar, de retener experiencias pasadas. Como veremos | Pronto, ja cons ncia humana en sociedad, no la consciencia indi. | vidual, ha desarrollado dos nociones del tiempo, la del tiempo que |pasa_y la del tiempo que perdura. La consciencia del tiempo j que pasa es propia de culturas complejas y leva directamente ala (idea de historia. En cambio, la consciencia del tiempo que perdura, | que se da en sociedades menos complejas, lleva al presente eterno, ana-especie de no ticmpo que aparece en los mitos y en ciertas na. i raciones y en las represéntaciones de ritos liturgicos-que-reviven- ‘manifestaciones primigenias y originales de lo sagrado. Pero volva- ‘mos por un momento ala memoria como facultad humana y a las, relaciones que establece con el pasado y la historia. La memoria es Ja vida, afirmaba el historiador francés P. Nora (Nora, 1984, XIX) La memoria de las personas es insegura, inestable y frégil, pero es el mayor tesoro que tiene el ser humano para extender puentes con el pasado y de esta forma poder seguir nutriendo y enriqueciendo una vida. F. Nora segufa desgranando un sugestivo discurso acerca de las relaciones entre la memoria y la historia, que inclufa las pa- labras siguientes: siempre mora (Ia memoria) en grupos de personas que viven y por lo tanto se encuentra en permanente evolucién. Esta sometida a la dialéctica del recuerdo y del olvido, ignorante de sus deformaciones sucesivas, abierta a todo tipo de uso y manipulacién. En ocasiones permanece en estado latente durante largos periodos, para después revivir sdbitamente. La historia es la siempre incompleta y proble- matica reconstruccién de aquello que ya no existe. La memoria per- tenece siempre a nuestra época y constituye un lazo viviente con el presente eterno; a historia, en cambio, es una representaciGn del pa- sado. Qué duda cabe que la memoria como el recuerdo, si se agarran a.unos asideros se convierten en més seguros y fiables, o como dice H. Arendt, la una y el otro «precisan de cosas tangibles para recor. darlas, para que no perezcan por si mismas» (Arendt, 1974, 226). Estos asideros-som-los-objett c Por lo tanto, podemos afirmar, replicando en parte a Nora, qu la memoria personal, més frdgil y engafiosa, y la memoria colectiva, PASADO, HISTORIA, PATRIMONIO 3 mds resistente pero igualmente insegura, ya sean recuperadas en forma de recuerdos o de lecturas de hechos pasados, pero sobre todo encapsuladas y fijadas en objetos y revisitadas, son una forma de viaje por la historia, un viaje més util y seguro si se confia en la Solidez. de esos ganchos o asideros, de esos anclajes del tiempo que son los objetos. ‘La memoria personal, se ha dicho, es una forma de historia, de historia individual e intima légicamente. La historia coma disci- plina de interés mundano va necesariamente més lejos que la me- moria personal y apunta siempre a las colectividades. E. H. Carr xreserv6 para Ja historia como saber sla investigacion en el pas: del hombre en sociedad» (Cart, 1973, 64). La historia tal como la ‘concebimos desde las escuelas, los libros y las instituciones, la his- toria en mayiiscula, como a menudo se Ja califica, es cosa de gru- pos y trata sobre grupos. El nacimiento de la historia como disci- plina se ha asociado a la aparicién de documentos escritos por parte de individuos que hablan sobre si mismos o sobre otros indi- viduos que los precedieron. La palabra historia procede del griego ysignifica, Jiteralmente,relato. Se trata de un relato confeccionado ‘a base de apuntes que contienen informaci6n, por eso en griego historia también significa exploracién 0 conocimiento producto de la informacién que se ha ido atesorando, La palabra historia no fue, en cambio, de uso corriente en el mundo romano, ya que nunca dejé de ser, en latin, un neologismo nada popular. Los roma- nos preferian la expresi6n res gestae para significar aproximada- mente lo mismo que los griegos querian decir con historia, con la peculiaridad de que se trataba siempre de un tipo de relato tefiido de cardcter pico que ponfa de manifiesto hechos y acciones lleva- dos a cabo por un individuo o un pueblo. La historia es fundamen- e, desde los origenes del mismo vocablo, el relato de unos hechos acaecidos en el pasado. El concepto, pues, adquiere sentido desde el principio, en relacién a elementos como oralidad, narra- cién y texto; es decir, palabra y memoria por encima de todo. No. aparecen, én relacion a Ja construcci6n del relato, objetos materia les por ninguna parte, En realidad, ello no es exactamente asf; se trata de tina falsa apariencia, como vamos a ver. ~~ E] tiempo no ocupa lugar, por eso se dice que, como el saber, puede almacenarse en la memoria, Pero eso no es verdad del todo; 3 i-paso-del-tiempo-ve-acompafiado-de-una sobrecarga tal de cosas —____ —informaciones, acontecimientos, ideas, historias— que van acu- muldndose en la conciencia personal y colectiva, que hace necesa- 32 ELPATRIMONIO HISTORICO Y AROUEOLOGICO: VALOR ¥ USO la la contribuctén de algiin soporte més estable, seguro y duradero que la memoria, circunstancia que da lugar a la aparicion del re- lato histdrico escrito, el libro. Y mientras pasa el tiempo, el espacio © va llendndose de objetos que, como las palabras, también signifi- can ¢ informan., Por eso no es extrafo que junto a Jos relatos hist6- = © ricos aparezcan en la historia humana, al mismo tiembo, las biblio- ‘ecas para guardar los relatos y otros documentos escrilos,y les _ = Muuseos, que conservan los objetos més api Yantan monumentos a Ja memoria de los hombres. Es notorio que al tiempo que fiuye tendria un sentido limitado para nuestra con- cieneia humana si no tuviese una correspondencia con un espacio contra el que destacan les formas de los objetos. El espacio, el marco natural fisico sobre el que proyectarse el grupo humano, se estira y se encoge en funcién de las circunstancias. Las eivilizacio- nes hist6ricas han tendido.a crecer, a ampliar el espacio ocupado; Johan transformado fisicamente y lo han llenado de ereaciones ar- i "De ésta manéra el espacio geogralico ificiales, esto es tha dimension que se asocia naturalmente a las perspectivas de reproduccién, permanencia y progreso de la humanidad, junta- mente con los productos que el ingenio humano va depositando so- bre el mismo. La conciencia del tiempo que pasa, se ha dicho, lleva a la his- toria. Con ella los individuos y los grupos manifiestan una voluntad expresa de trascender, poniendo en relacién el pasado con él fu- turo. En otras palabras, manifiestan una voluntad patente de no /morip, de consetvar lo méjor que Henan, tanto lo material como lo * |inmaterial. Esta voluntad de coiitisiiidad recibe también el nom- ‘aunque se cntiende por tal generalmente cuando res creencias, para no referimos Kk Se g formna oral v por escrito. Decir continuidad ‘es también pensar que el tiempo Gue pasa No pasa en vano, es de- cir, ha de producir consecuencias palpables, huellas de su paso. Se impone entonces capturar las huellas que deja el tiempo en las co- sas para catapultarlas hacia el futuro y usarlas como referencia, cosa que conlleva una aceptacién implicita del cambio y del pro- greso. Por eso ya las primeras civilizaciones historicas dictaban su relato, porque situaban en el horizonte que intufan la esperanza de tun cierto destino glorioso y al mismo tiempo no olvidaban preser- var para las generaciones futuras los més preciados objetos. De esta manera las gentes hac xrcicio de autoestima y de auto- determinacién, que los hacia responsables de su destino. Asf pues, PASADO, HISTORIA, PATRIMONIO 33 las huellas del tiempo que pasa se recogen en determinadas trazas, fisicas que se procura preservar. Por lo tanto, la proyeccién del in-\.? dividuo como individuo y del erapo como grupo en el tiempo tie-; ” nen slempre que ver, en mayor o menor grado, coi la digpot de objeios y con la voluntad de legar petrimonio mate En algunas sociedades primitivas, mito e historia son dos nocio- nes que no se diferencian bien, al contrario de lo que sucede en las sociedades més evolucionadas materialmente. Bs éste el dominio de Ja consciencia del tiempo que perdura, que funciona bajo la aparien- cia de un presente eterno que hace prescindible la misma nocién de paso del tiempo. En estas sociedades e! individuo vive una existencia ‘grupal indiferenciada que hace innecesaria toda conquista individual del futuro y se desprecia toda conquista territorial. El pasado es aqui una parte del presente que se vive intensamente de una forma espiri- tual o mental, y eso sucede asf, entre otras cosas, porque no hay una cultura material que haga presente fisicamente el pasado en el espa- cio del momento vivido. Mito e historia se confunden, ya que se trata! de sociedades encerradas en sf mismas, en cierta manera perfectas ex lo que son, agen muy ps tos, y que dejan poe futuras, Este es eI'eato « aburigenes que en el aisla- miento de la Selva la gran Sabana han alcanzado una extraordina- ia relacion de equilibrio con el medio con muy poca inversién de = ierzo en Ja producién de m iciales de lucha 19. El escritor V: S. Naipaul (Naipaul, 1995, 62-63) ha- |~ bla de estas culturas para las que el tiempo no cuenta, en una obra de |= ficcién, como un perspicaz antropélogo; concretamente se refiere a | los habitantes de la selva ecuatorial sudamericana, de esta manera: Cuando los hombres conocen bien su mundo, cuando conocen todas las flores y todos los arboles, todos los alimentos y todos los ve- nenos, todos los animales; cuando han perfeccionado todas sus he- rramientas, cuando todo guarda un equilibrio y no se tiene nada del exterior con que comparar, ¢qué idea pueden tener los hombres del paso del tiempo? Lo que nos da la idea de celeridad es el paso de las cosas. Cuando no se tiene con qué comparar, los hombres deben cexistira la luz de las demas personas que conocen y a la suya propia, Sin contraste, sin que los objetos pasen, el tiernpo perdura y la elaciér wraleza-eultura-es-de-comta TO, de oposiciés. En ocasiones, la identidiad pasado-presente se rela- 34 EL PATRIMONIO HISTORICO ¥ ARQUEOLOGICO: VALOR ¥ USO ciona con formas o estructuras precisas pertenecientes al reino mineral o vegetal situadas en lugares’ concretos, que se adorman de manifestaciones del espiritu. Como pasa con los aborigenes de ‘Australia 0 de América, aparecen entonces paisajes espirituales, una especie de artefactos de la mente que nunca fueron realizados con Jas manos. En las sociedades primitivas de cultura circular los individuos se relacionan no.tanto por la posicién que ocupan en re- Tacién al territorio (el individuo como depredador sistematico y or- ganizado) ya la cultura material con que lo transforman, como por el conjunto de cfeeficias rect 5 que profesan. Es una forma de religion que hace presentes principios de vida que no es preciso rei- vindicar continuamente, porque siempre se sienten cercanos. No hay duda de que son también una forma de tradicion. Estas creen- cias pueden expresarse excepcionalmente valiéndose de las formas ‘materiales al relacionarlas con lugares y estructuras determinados, por ejemplo los cementerios. De tales porciones del territorio, de tales locus, se hace un uso simbélico que refuerza el sentimiento colectivo de identidad y permanencia en el tiempo. Sin embargo, 1po-que pasa las que en mayor grado tien 3S Cosas), porque expetiusculan con plenity jas que marcan la eclosién de una consciencia nite: la concreci6n de la nocién de territorio ylave- abion dé Ia pos yelin- cremento de la presencia y el intercambio de cosas materiales pro- ducto de la actividad huriana sobre el territorio, La consciencia de un tiempo presente diferenciado representa la irrupcién del trance de la inflexion y del cambio y siempre va acompafiado de la sensa- cién de complejidad que proporciona la entidad y el grosor de las realidades que marcan el transcurso de la vida diaria, la comprensién de las cuales requiere el concurso del simbolo. Sobre el papel de los simbolos, estos objetos particulares que comunican mensajes, ya se volveré mas adelante. De momento hay que concluir en relacion ala nocién del tiempo que, con una perspectiva de presente, el tiempo.pa- sado y el tiempo futuro devienen referencias inmediatas eineludibles. Elvalor de los objetos PASADO, HISTORIA, PATRIMONTO. 35 cién_pasado.can futuro: los monumentos. Todos los monumentos| conllevan algo de trascendente, y por tanto de permanente en si mismos, que los hace particularmente titiles y estimados. Los mo- numentos son consagraciones a la memoria. Con los monurnentos Eiri renin aa in de relatos) hist6ricos: los gi ad de tra la verdadera esencia de un monumento es que se des! tine a las futuras generaciones (Gombrich, 1989, 116). El historia. dor griego Procopio de Cesérea ya descubrié entre los romanos una habilidad especial para conservar despierta la memoria. Se sorprendi6 al ver cémo los romanos «se esforzaban en proteger to- dos sus tesoros ancesirales y los conservaban de manera que nada desapareciese de la antigua gloria de Roma». Procopio de Cesare se admiré atin mas al descubrir al viejo barco de Eneas, el funda- dor mitico de la ciudad de Roma, flotando sobre las aguas del Ti- ber, «en perfecto estado, como si la mano del constructor lo aca- bara de poner a punto» (Haskell, 1994, 1). Aquel barco que se man tenfa amarrado a la orilla, entre los puentes del Tiber, hacia de permanente recordatorio de unos orfgenes comunes cada vez mas mitificadoe. Los monumentos, de forma parecida a otros clemen- tos singulares de Ja cultura material de un colectivo humano, sean. éstos objetos, estructuras 0 paisajes, acostumbran a funcionar de forma muy efectiva como simbolos. Pero. también y antes que fun: cionar como simbolos, los element: ja_cult ‘anto que_praductos tangibles que permanecen en Jos movimientos conservacionistas del redo cultural, como los mo-© vimientos ecologistas. [a modificacién del entorno fisico con los cambios provocados en el paisae y Ia practica desapaticiSn en todo = — el planeta del entorno natural primigenio, el erceimiento demogré-!” fico y los grandes movimientos de poblacién, el incremento del me-» ~~ = dio édificado, el aumento de la contaminacién atmosférica y de Tas Baraldi de la relacion com el pasado y con la tralicion El valor del pasado Las ganas de pasado constituye hoy en dia el impulso primor’, ial que mueve el interés de tanta gente por descubrir y conservar| retazos de pasado. Para muchos estucliosos del fenémeno (Lipe,| 1984, 1), el ansia de pasado es una de las manifestaciones mas sig-|” = nificativas que adopta la reaccién_de.la.sociedad contempordnca| ante la conciencia de pérdida de.continuidad.cultural.que ha pro-!= __ vocado la velocidad y escala del cambio que afecta al entomo fisico' ~ y-Gultural de las sociedades. Como muy certeramente afirma Lo- — — wenthal (Lowenthal, 1985, prdlogo), el pasado sigue teniendo hoy la fuerza potente que siempre tuvo en los asuntos humanos, como. 38 _ EL PATRIMONTO HISTORICO ¥ ARQUEOLOGICO: VALOR ¥ USO Nuestras miras estan puestas en esos retazos del pasado tan apreciados en nuestra sociedad que no son otra cosa que parte de nuestro legado histérico material. Pero antes de profundizar algo ims en el significado actual del patrimonio historico es aconseja- Dle reflexionar por un momento acerca de una aparente disyuntiva gqué es lo que realmente vale, la reliquia, el resto de pasado en sf, que podemos contemplar como una humilde presencia fisica veri. dica de algo que fue, o el pasado que incorpora y le da sentido, esa abstraccién 0 entelequia que tira de nosotros? ¢Pero podemos ¢e- parar las dos caras de esa realidad que es el objeto historico? 0 visto de otra forma, ¢qué papel juega esa abstraccién llamada pa- sado en Ja vida de los seres humanos? y gqué cosas buenas espera obtener la sociedad y cada una de las personas del pasado? Empecemos por los interrogantes del final. En el terreno de las sensaciones humanas, pasado presente y futuro ocupan cada uno su lugar: El presente es como un soplo, visto y no visto; el fu- turo es siempre una incégnita, nadie sabe si nunea llegar. En este salto al vacfo que es la vida, el presente es como aquel instante de ingravidez sobre el precipicio que las peliculas de dibujos anima- dos celebran cuando al coyote le desaparece stibitamente el suelo sobre el que corria en su loca peraccucién del correcaminos, y mueve frenéticamente las patas mientras se aguanta suspendido en claire sobre el pavoroso precipicio, El futuro puede ser el pavoroso precipicio; pero en todo caso siempre es un destino esencialmente inseguro. Por eso el hombre acosiumbra a reaccionar ante lo des- conocido de una forma visceral: haciendo conjeturas y adivinando sefiales sobre lo-que ha de venir, o girando la mirada hacia el pasado, y a veces también, no reconociendo otra cosa que el presente. El pro- néstico llega de la mano de sutiles elaboraciones que exigen tn com- promiso de fe, se presenten bajo la forma de promesas utopicas, el Teino de la utopia, o de religiones que aseguran la salvacion. El pa- saclo es un lenitivo més suave, al alcance de la mayorfa, que puede llegar a tocarse. El pasado proporciona consuelo, alimenta la nostal- gia de un mundo mejor y se erige como refugio de verdades y certe- zas porque nadie puede negar ni desautorizar lo que ha pasado la prueba del tiempo, ha sido verificado y definitivamente resuelto. Con todo, el pasado como solucién blanda que representa, acostumbra a suscitar reacciones ambiguas, Nietzsche escribi6: ae PASADO, HISTORIA, PATRIMONIO 39 las edades. Nos hallamos lo bastante cerca del embrujo de les fuer- zas en cuyas entraflas nacieron estas épocas, para podernos someter su hechizo, como de pasada, con placer y terror. De esta ambigtedad hay que salir al final con alguna certez incontrovertible, y ésta existe, ya que lo nico seguro con que guenta el ser humano es con su pasado, ucsioaue dealli poviene:| sta valvula de seguridad funciona desde-el-momemto en que el fombre liza la cul sado son dos cosas que traba; ustouadas v fiana desde. . Nietzsche introducia la duc de Alarcén lo expresaba limpiamente en 1868 en El miuseo univer. | sal, con la convicci6n del romAntico impenitente, con estas excla- maciones: Es que la noble ambicién del espiritu humano no se satisface jamés con la posesién de un presente fugitivo, y aspira siempre @ conservar el depésito de sus memorias, como aquellas tribus erran- tes de la antigiiedad que, cuando se trasladaban de una comarca 2 otra, cargaban sobre los hombros los venerados huesos de sus pa- dees! Como el pasado existe més all4 de toda duda, es por ello que sera pertinente partir de la hipétesis de que el pasado ayuda a ver claras las cosas; en otras palabras, da confianza y seguridad a las personas. Pero esia «utilidads del pasado no siempre se muestra Giafana ni se percibe como tal, fécilmente, sobre todo actualmente. Las actitudes hacia el pasado se muestran hoy en dia tibias y cam- biantes y adoptan incluso formas contradictorias. Los problemas ¥ es acerca del pasado en la sociedad actual pr némico di des contemporaneas. No _ ~ fa de que la caracteristica nds notable de la vida moderna & su dinamismo.Para los sociélogos de “Giddens, uno de los rasgos mas evidentes que separan la época ac tual de cualquier otro periodo de Ja historia es el extremo dina- mismo de nuestra sociedad, Para A. Giddens, el mundo moderno > es un «mundo desbocado» (Giddens, 1995, 28). Por eso las institu- ciones de la vida modema no guardan continuidad, en muchos as- isiamos-considerar p pect En relacion con el pesado, gozamos de todas las culturas y de todas pectos claves, con las diversas culturas y formas de vida del pe sado. \ 40 EL PATRIMONIO HISTORICO ¥ ARQUEOLOGICO: VALOR ¥ USO Qué duda cabe que Ia palabra cambio es hoy la que mejor de signa los Hem resentes. Whitrow sostiene que la naturaleza di- namica de la civilizacién actual hace que los hombres de nuestro tiempo dependan del sentido del tiempo en mayor medida que el hombre de épocas pasadas (Whitrow, 1990), Todo el mundo se ve necesitado de alguna pauta segura y fija para orientarse en un en- torno tan cambiante y esta pauta la proporcionan los relojes, los calendarios, los anuarios y las agendas. Todo cambia tan rapida- mente que és preciso distanciarse respecto al tiempo para no caer en el remolino, con medios artificiales de medida y control. Pero este sentido del tiempo tan despierto que nos hace dependientes del reloj tiene otras repercusiones sobre la salud social y mental del hombre contemporaneo. Respecto al pasado, para el hombre con- temporénco las secuencias temporales identificables como tales se reducen més y més, mientras se llenan de contenidos vivenciales, cosa que pone en dificultades a la memoria. Respecto al porveni, se pierde perspectiva sobre el medio y el largo plazo, y con ella pro- fundidad en la reflexion. Es légico, pues, que las dificultades de las personas para dominar procesos y situaciones corrientes y cotidia- nas de la vida aumenten, Veamos alain ejemplo del proceso de ace- eracién del tiempo, gue ¢s una manciace couteusplas el feu del dinamismo_contemporaneo. Aquello que en otro tiempo era cosa dé un lento proceso dé decantacién que duraba una genera- cién o mas y se digerfa saludablemente, ahora puede pasar en unos pocos afios. El doctor Ferrater, en una conferencia pronunciada poco después de haber dejado el rectorado de la Universidad Poli- técnica de Catalufia en Barcelona, a principios de los afios noventa, cautivé a su audiencia con el pensamiento siguiente, aludiendo al progreso de la técnica y a la necesidad de prepararnos para la di- versidad: «Para que el conjunto de conocimientos de cardcter t&- nico que el hombre posefa hace mil afios —dijo— se doblase, hicie- ron falta quinientos afios més. A partir de entonces, en trescientos aiios los conocimientos acumulados volvieron a doblarse y al cabo de cien afios més se doblaron de nuevo. En Jos tltimos tiempos sélo han hecho falta cinco afios para duplicar todo el conocimiento 'técnico acumulado.» Alla vista de todo esto, es de remarcar que el conocimiento del pasado, las ciencias historicas, tampoco hayan cesado de aumen- tar, mientras que, en cambio, el sentimiento de continuidad con el toria> que experimentamos las generaciones actuales. Con res- PASADO, HISTORIA, PATRIMONIO 4 pecto a las actitudes hacia el pasado, se dan finalmente dos tenden\ cias aparentemente antag6nicas, Por un lado, ante_la fragmenta. cién del continuum temporal, la gente reacciona tachando de anti cuadd-que-equivale-aimitil, todo lo que tiene mas de o mieniras sostiene que sélo importa el presente, (En realidad, por presente hay que entender la corta secuencia en qué se ha conver- } tido el pasado identificable como tal, para cualquier persona que |” «vive al dia»,) Por otro lado, la historia gana audiencia y-credibi dad ylos abjetas de la, historia, nuestro patrimonio, estima y valor. El desconcierto y la anguistia que se instalan'en la sociedad ante la sucesiOn de acontecimientos y la aparente contraceién del tiempo van a menudo acompatiados de la pérdida de las nociones del antes y el después. Carmen Martin Gaite lo expresaba magnifi- camente en el periddico La Vanguardia de Barcelona en un articulo titulado «Cosa por cosa», publicado el 13 de febrero de 1994, cuando conclufa sus reflexiones diciendo: No es la pérdida de memoria, sino la imposibilidad de adqui- rirla lo que se extiende como inquietante epidemia en la juventud ac- tual, ansiosa de consumir y devorar por entero el presente en el ins- tante mismo que es percibido. Incapaces de relacionar cosa con cosa, desvinculaclos del ayer y del mafiana, muchos de nuestros jove~ nes viven con el hilo perdido. En la manera de ver las cosas de Martin Gaite los tiempos pre: sentes duelen. Por un lado son tiempos satisfechos de si mismos, tiempos modernos, superadores de los «modos» vicjos, pero all mismo tiempo son_unos tiempos que viven en el descoacierto desorientacién dado que no saben beneficiarse de la prot guia que proporciona un pasado prolongado, denso y Elpasado, pasado, como el faro que conduce a buen puerto, queda hoy tan lejos y la luz que envia es tan débil, que, en palabras de Lo- wenthal, es como un pais extranjero (Lowenthal, 1985). Ast pues, la misma dréstica reduccin de la perspectiva temporal hace vivir al hombre de nuestro tiempo en un presentismo cargado de incégni- tas, huérfano como esta del padre espiritual que era el pasado. Miedos y desconfianzas atraviesan provocando escalofirfos nuestro cuerpo Social, y la palabra crisis se hace ubicua y sirve para to- marle el pulso a los tiempos. Dia a dia constatamos como la gente tiene la sensacién de encontrarse permanentemente en crisis, y ——pssadlonno haya parado de disminuir dada le-caceleracion de la his- aunque -éste-no sea um fenémeno totalmente nuevo, aparece mas intenso que antafio. Todo el mundo espera del futuro la solucién a 42 EL PATRIMONIO HISTORICO Y ARQUEOLOGICO: VALOR Y USO Ja crisis y al mismo tiempo desconffa prudentemente de lo que ha de venir. Y quiza por ello, como si de un acto reflejo se tratara, cada cual se preocupa, como quien se toma la presién, de pulsar orte- guianamente la relacién de su tiempo particular con el pulso de los tiempos. ¢Estoy al dia?, se pregunta la gente, La otra cara del problema, la otra tendencia que convive con la que niega valor al pasado, mira hacia el pasado con esperanza. Mu- cha gente instalada en medio de la paradoja de los tiempos actua- les se consuela con el sentimiento de la nostalgia. El hecho es que \ hoy, quizé més que en pingin.otro. momento de Ja historia, S¢récu- a la historia, Entonces aparece en.el imaginario popular el pa- fFimonio hist6rico como la tabla salvadora. Es el boom réneo dei patrimonio. que se manifiesta.con mayor intensidad pre- cisamente.en los.pafses-y lugares que més han cambiado, que més. se han «modernizado»._ ="'Con el patrimonio el pasado se personifica, valga la expresi6n, en cosas tangibles, en objetos que se pueden ver y tocar; cosas a las que el hombre comin se dirige de una forma espontanea y natural porque pertenecen al mundo de lo sensible, Sin embargo, en tanto que obras no actuales, son poseedoras de mensajes no siempre ex- plicitos y en ocasiones incluso oculios, ayazayados eutte los reco- ‘vecos de sui materialidad: Se trata en realidad de mensajes codifica- dos que pueden aportar luces y conocimiento, pero que para po- derlos descifrar y leer hay que pasar antes por un aprendizaje. Los arquedlogos, por ejemplo, son admirados por la sociedad porque saben leer el mensaje de las piedras antiguas. Pero antes de avan- zar por este sendero ser ilustrativo, para concluir este apartado, intentar categorizar los beneficios concretos que el hombre civili- zado espera obtener del pasado. Lowenthal-argumenta que a las ‘personas les cuesta_expresar los beneficios que atribuyen_al pa- sado, Para profundizar en la cuestién este autor ha establecido unas | inadas_categorias de ‘beneficic spués de pasar re- vista _al_amplio espectro-de-bondades_posibles que-dey sado, que una atenta lectura de documentos historicos, textos lite- rarios, opiniones periodisticas y estudios criticos, le han proporcio- nado (Lowenthal, 1985, 36-52). De forma parecida, se intentara a continuacién establecer también una cierta propuesta de categori- zaci6n, a partir sobre todo de testimonios relacionados con la his- toria de la conservaci6n de los bienes culturales, que sirva para ca- ibrar Ta importancia que las personas conceden al pasado, Est discreto repaso pretende justificar un poco mejor Ja afirmacién PASADO, HISTORIA, PATRIMONIO 43 precedente de que el pasado juega un papel importante en la socie- dad como lenitivo frente a los problemas de la vida, en tanto que sirve de consuelo y de refugio de certezas. a primer lugar es preciso insistir en una presunci6n de apa- riencia cientifico-médica: el pasado da sentido y consistencia al presente por obra y gracia de un proceso asociativo en el que inter- viene la facultad de la memoria. Sin la memoria de las experiencias pasadas los hombres irfan por el mundo un poco zombis porque pocas cosas podrfan reconocer. Como apunta J. L. Borges, habrfa mucho que hablar sobre nuestra entereza personal: «es sabido que Ja identidad personal reside en la memoria y que la anulacién de esa facultad comporia la idiotez» (Borges, 1971, 37). Zombi 0 {diota es el aspecto que presenta el tipico caso extremo que expresa muy gréficamente la peripecia de quien ha perdido la memoria en un accidente y no sabe ni cdmo se Hama. Aunque también cabria, al menos en la ficci6n, el caso contrario, como el representado por el personaje de Borges, Funes el Memorioso, al que de tanta me- moria Je sobraban las referencias, ya que cualquier reconstruccién del pasado Ie ocupaba tanto tiempo como el tiempo delimitado en aquel pasado preciso que rememoraba. Alguien he dicho que sin memoria ni lenguaje no habria civilizacién; ciertamente sus testi- monios han sido sistemdticamente recogidos y guardados como te- soros por las civilizaciones en archivos, bibliotecas y museos. El pasado nos provee de un marco de referencias para que re- conozcamos el entorno y nos reconozcamos a nosotros mismos. Pero los episodios del pasado sirven ademas de pauta para apreciar c6mo se cumplen, y hasta qué punto, las expectativas personales y colectivas acumuladas con el tiempo. Asf, la referencia compara- tiva tendré o no tendré efectos balsmicos en funcién de su cum- plimiento. Es el jqué bien estamost, 0 el jqué mal vamos! Un caso ‘més que ilustra acerca del valor del pasado para relativizar los ele- mentos de angustia presentes en la existencia, Podemos seguir mencionando una conocida cancién del can- tante catalan Raimon: «quien pierde los orfgenes pierde Ja identi- dad». El pasado es el ingrediente necesario al sentido de identidad, © lo que es Jo mismo, la sensacién de pertenencia, gracias a que pone en evidencia el hilo ininterrumpido del paso del tiempo y la nocién misma de continuidad. Este hilo llena la vida de vivencias 44 EL PATRIMONIO HISTORICO ¥ AROUBOLOGICO: VALOR Y USO staci6n a la tayectoria histérica de las sociedades. Venecia ha sido ene historia un ejeniplo paradigmiatico de To que hablamos. Sobre la misma bisagra que une més que separa Oriente de Occidente, mantiene durante siglos, desde su posicién estratégica de activo puerto comercial europeo, unas privilegiadas relaciones con Cons- tantinopla y Roma y por estas relaciones encuentra su razon de ser como un sentimiento de continuidad histérica, Otro ejemplo po- dria provenir de la_antigua Rhodesia del Sur, Al obtener su iide- pendenci 0 el nombre de_su principal monumente I6aico, Zimbabwe, que los blancos_munca_habfan recon bi: EI pasado, al haber sucedido antes y haber quedado probado se torna modélico, Hay siempre un valor del pasado que expresa la importancia que atribuimos al precedente. El precedente es el que va primero, el més antiguo. En las culturas antiguas y en las tribus primitivas, el anciano es quien més razones tiene y el mds vene- ado de todos los humanos. Esto es lo que denominamos estatus y consiguientemente quien goza de estatus despliega potestad y pro- nuncia argumentos de autoridad. Asi pues, el presente es éxami- nado continuamente a Ja luz del pasado con la intencidn de obte- ner, por comparacién, la validacién de situaciones y actitudes que han pasado la prueba del tiempo. La apelacién al precedente sigue siendo utilizada hoy 2 pesar del descrédito del argumento de auto- ridad caracteristico de nuestra época posmoralista. En cualquier caso, el mito de los origenes y la seduccién del momento inicial de toda actividad 0 proceso como el auténticamente valido y significa- tivo ha constituido un lugar comin del imaginario colectivo de la humanidad. Foucault habla en algiin lugar de que en los inicios de toda actividad humana hay un sentido comin y primitivo de una fuerza extraordinaria que revela su poder en las sucesivas genera- ciones. El patrimonio histérico ha servido perfectamente a este ob- Jetivo desde los tiempos mas remotos, Veamos algunos ejemplos distintos muy separados en el tiempo. G. Lewis (Lewis, 1984, 7) co- menta que en la antigua Mesopotamia aparecen por primera vez en. la historia indicios que muestran el uso de objetos antiguos —ins- cripciones en escritura cuneiforme sobre tablillas de barro— por parte de personajes cortesanos, posiblemente con alguna finalidad practica relacionada con su estatus. (En cualquier caso, es légico —— pensar que Hammurabi no -inventé-por-si-sole,-partiendo-de-cere, fa histori su famoso cédigo.) Los girondinos, por su parte, querfan romper FASADO, HISTORIA, PATRIMONTO 45 con la Francia prerrevolucionaria, que era Ja del absolutismo deca- dente y ominoso, y buscaban su modelo ético y estético en la Roma de los primeros tiempos, a la que atribufan grandes virtudes heroi- cas. El pintor David supo representar este estado de énimo en una obra fundamental para la historia del arte europeo, «el juramento de los Horacios», paradigma de la pintura histérica, que enfatiza hasta el extremo las virtudes del patriotismo como imperative mo- ral. Finalmente, el mismo Lowenthal nas ofrece otro ejemplo claro, al mencionar que la afinidad entre los objetos més primitivos y el arte contempordneo —pensemos en Picasso— es utilizada para va- lidar su atractivo arquetipico. Como sefialé Ortega y Gasset con palabras sonoras en La rebe- lién de tas masas, el hombre contemporaneo «no afirma el pie so- bre la firmeza inconmovible de su sino; antes bien, vegeta suspen- dido ficticiamente en el espacio» (Ortega y Gasset, 1990, 126). Nos queremos referir a otro «mal del siglo» en boca de moralistas e idedlogos, que tiene que ver con el vivir en aquel presentismo del que hemos hablado, que separa el hombre contemporaneo de Sus. ee trado saleado a merced de ls coments, sin saber oponet ss. ‘puntamos al hombre instalado ena inicerteza del eambio, Set cece eee eee ae falto de fundamentos y de valores. Este hombre habria sido despla- zado del lugar al que pertenece y vagaria sin ton ni son por un mundo hostil que no conoce: es el precio que el hombre des-enrai- zado habria debido pagar por la civilizacion contemporénea. En. este contexto, el pasado procurarfa una acecién benéfica de re-so- cializ arlo al lugar al que pertenece y Teconciliarlo con dad y_con las tradiciones. que.un_dia mpartis'y ‘qué Ha dlvidado y abandonado. Podemos pensar que | {as Feliqiiias Gel pasado, el patrimonio histérico, en este contexto cumplen la misma funcién que cumplian las reliquias de los santos en el cristianismo primitivo. Las reliquias cristianas, por encima de sus virtudes terapéuticas han jugado su papel de elementos de re- fuerzo de un sentimiento colectivo, actuando como aglutinadoras del sentimiento de comunidad de los creyentes manifestado en el rteunirse y el reconocerse, y en e] hacer juntos el camino de peregri- nos de la salvacién. Deberos considerar asimismo el valor pedagégico del pasado. vs ‘ontar, E. H. Cam, en su conocida reflexiGn sobre la historia hace 2G, 46 _ELPATRIMONIO HISTORICO Y AROUEOLOGICO: VALOR ¥ USO preceder el capitulo sobre la historia como progreso (Car, 1973, 145) de la idea gue Ja historia empieza cuando se transmite la tra- dicién, es decir, cuando se traspasan los habitos y las lecciones del pasado hacia el futtiro. Por eso no ha de extrafiarnos que las ense- Ranzas de la historia constituyan un t6pico tan enraizado, tanto de Ja cultura académica como de la cultura popular. Asf, mientras unos piensan que el pasado siempre retorna, por lo cual hay que estar preparados, otros sostienen que lo que hace falta es saberlo digeriz, ya que sélo se puede llegar a superar contando con él. De aqui también que la sabiduria popular haya entronizado el princi- pio de que las sociedades que desprecian su pasado estan condena- das a errar. Para no ir mAs lejos en el tiempo, porque de ejemplos al respecto no faltan en la historia, subrayaremos que el Humanismo supo poner de relieve la importancia de las lecciones del pasado en un tiempo de cambio, cuando comenzaba a intuirse la idea del pro- greso de las sociedades humanas. Desde entonces han triunfado sobre todo las lecciones impartidas a modo de analog{as. Por ejem- plo, las analogias entre el Imperio romano y los tiempos contempo- réneos se han reproducido en diversas ocasiones, en funcién de las percepciones dominantes sobre la manera como se estén viviendo los tiempos, es decir, una vez mas en functon de aquel orveguiane epulso de los tiempos». Asf, la imagen de una Roma caduca que se hunde en su propia miseria moral, empujada por el fracaso de sus clases dirigentes incapaces de hacer frente a la presién juvenil de los bérbaros, ha jugado en distintas circunstancias histricas un papel moralizador de primer orden. En la tradicién historica occi- dental, el ejemplo de la Roma antigua ha sido quizds el més utili- zado a la hora de impartir lecciones. La historia del arte, y en parti- cular la pintura, esté lena de referencias ejemplarizantes de este tipo, con un alto valor comunicativo, ya que saca partido de las po- sibilidades narrativas de la imagen grafica en grandes cuadros his- torico-alegéricos, algunos de cuyos ejemplos paradigmaticos con- servamos todos en la memoria ‘Sin abandonar la creacién artistica, recordemos que los teso- ros del arte han aportado su grano de arena a esta gran escuela de los tiempos desde el propio arte, sirviendo de ejemplo y modelo del buen obrar. Durante el Renacimiento las antiguedades se utiliza- ban como modelos que se exponfan en los talleres de los maestros. El propio Mantegna, el pintor arquedlogo, pretendié restituir las formas de Ia vida antigua de manera fntegra, organizando en sw propia casa de Mantua un museo arqueolégico en el que vivir. Més PASADO, HISTORIA, PATRIMONIO 47 tarde, en la época de la Thustracién, las Academias, donde primaba la teorfa por encima del oficio, sustituyeron los talleres artesanos como escuela de los j6venes artistas. E] aprendizaje enfatizd enton- ces la preparacién intelectual y los valores éticos, por lo que las au- Jas del neoclasicismo se llenaron de obras «modélicas» del pasado, seleccionadas para impartir unas lecciones de alto contenido mo- val. Baal Vary dijo en una ocwsion:- se entra enol futuro.retroce- diendo>;-para avanzar sobre seguro, naturalmente. Y es que estas, lecciones siempre han tenido un valor moral que la historia se em- pefia en resefiar desde tiempos inmemoriales. ‘A veces el pasado como leccién Mega a espantar. Se discute so- bre si Jas circunstancias eran otras o sobre si las soluciones ensaya- das entonces servirian atin para el hoy. Las sociedades han preten- dido con la historia autojustificarse y dar la mejor imagen de si mismas, por eso los tiranos tienden a reescribir la historia para tor- parla en favor suyo. En estos casos se impone el pasado como ol- vido 0 reinvencién, ‘Jorge Edwards asegu portaje publicado en J guardia de Barcelona el 11 de septiem- ‘bre de 1994 que todos los paises han de reinventar.su pasado para poder. olvidar. Sobre la conmemoraci6n del cincuentenario de la li- Lecacién de Francia por los aliadess, Edwards opinaba: El olvido es salud aunque sea doloroso. {Qué ha hecho Francia sino inventarse la liberaci6n de Paris olvidando el régimen de Vichy, el pacto con Hitler, los colaboracionistas...? Solo existen De Gaulle ¥ Ja resistencia, Pere Gimferrer ha escrito: «si pierdo la memoria, qué pureza». Como Rousseau en Emilio, tener nostalgia del limbo de los justos es una forma de confort spiritual. Pero el mejor pasado sigue repartiendo sus tesoros por el mundo. Las grandes obras de los antiguos siguen seduciendo y des- pertando en la naturaleza humana un espfritu de emulacién. Como ‘es sabido, la tradicién humanista en el campo de los saberes ha constituido durante siglos la base de la alia cultura. La imitacién, Ta copia y la emulacién han constituido valores con los que se con: taba con los ojos cerrados. Con la excepcién de las tiltimas genera- ciones, desde que la modernidad quiso romper con el pasado, la imitacién de los antiguos, que no era necesariamente mimética sino -fuente-de inspiraci6n_y-de-autosuperacién, fue si ceptiva. El nuevo eclecticismo y el posmodernismo de los tiltimos esas personas selectas, reunié durante su vida de 48 EL PATRIMONIO HISTORICO Y ARQUEOLOGICA: VALOR Y USO tiempos han venido acompafiados de un cierto desconcierto y pa. rece que nadie se atreva a decir, como Marinetti, que un automévil de carreras es més bello que la Victoria de Samotracia, ni al revés. Quizés por todo ello hoy dia la idea de emulaci6n no tiene el alto significado que un dia tuvo, y quiz4 se prefiera la idea de estimula- cién. Napoleén, el dia de la Batalla de las Pirémides expresé el res- peto que le merecfa el pasado y su propio sentido de la historia, cuando, al pie de la Esfinge de Gizeh con las piramides como fondo, grit6 a sus hombres: «Soldats!, du haut de ces pyramides quarante siécles vous contemplent.» Se trataba de dar al pasado un valor como estimulo. La estimulacién es una virtud energética muy en consonancia con los tiempos que corren. Los pueblos se felici- tan por la historia que han tenido y celebran los aniversarios que caen en fechas de cifras redondas con grandes dispendios y auto- bombo, porque adivinan que pueden servirles de revulsivo. Quien mas quien menos quiere hacer historia y los medios de comunica- cién multiplican las jornadas y los hechos de la pequea historia de cada dfa que segtin ellos habré que inscribir en el gran libro de la historia, Es un poco paradéjico que vivamos una época en que todo clunuud quicte haves historia Cuaudy le listoria se Wisse Cale dia un poco mas extrafia a nuestro propio mundo. Pensamos también que la historia puede ser una fuente de pla- cer creativo para muchos, al margen de una disciplina del conoc miento. Hay una forma de consuelo espiritual que es casi tan vieja como la humanidad: la que proviene del desvelar de la curiosidad hacia las cosas antiguas. En cualquier caso, ese admirar e interro- garse sobre los objetos del pasado para el propio enriquecimiento personal, esa curiosidad, ha sido cosa de espfritus selectos a lo Iargo de los siglos. Contemplemos el fendmeno del coleccionismo. Todo coleccionista esconde dentro de sf, en potencia, un metédico investigador e incluso un fino erudito, Detras de una coleccién de soldaditos de plomo hay una historia de la milicia que va germi- nando poco a poco en la mente del coleccionista. Con el tiempo, los objetos personales e intransferibles de una coleccién se transfor- man en objetos revestidos de una especial dignidad merecedora del mayor respeto y veneracién. ¥ al final, de servir a la curiosidad in- dividual pasan a servir en el museo a la curiosidad general. Un ejemplo paradigmitico: J. M. Smithson, un emigrante y una de mntropo una CO- leccién importante de objetos antiguos y especimenes naturales. Al PASADO, HISTORIA, PATRIMONIO 49 morir los dej6 como legado a su pais de adopcién, Estados Unidos, «como contribucién al progreso y a la difusién del conocimiento entre los hombres» (Alexander, 1982, 11). Con estas intenciones, sus ficles albaceas fundaron en Washington en 1846 la Smithso- nian Institution. Ast, se pasaba del enriquecimiento de una sola persona al enriquecimiento colectivo de todo un pats. Es posible que este tipo de coleccionismo personal se iniciara en la antigua China. Desde muy antiguo, antes incluso de las pri- meras dinastias, la aristocracia china coleccionaba objetos'del pa- sado. Era una cuestion de respeto y admiracién hacia los antepasa- dos, a quienes se veneraba por medio de los objetos mas aprecia- dos que habian legado a sus descendientes, Entre estos objetos destacaron por encima de todos las vasijas de bronce utilizadas en ceremonias religiosas, a las que se atribufan, con el paso de las gene~ raciones, poderes magicos. Hubo ya en la antigua China un verda- dero fetichismo alrededor de los famosos bronces rituales chinos. El pasado como fetiche, muy comin en los distintos tipos de coleccionismo, puede llegar a confrontarse con el pasado como fuente de enriquecimiento personal o colectivo. Pero este pasado como fuente de enriquecimiento intelectual y sensorial tiene otras caras menos tangibles, o con mayor carga sulbjetiva, frita mAs de sensaciones que de otra cosa. Por ejemplo, ante los pequetios he- chos cotidianos y las contingencias de la vida diaria, el pasado se nos aparece como algo importante y grave. La rotundidad del j sede) : sado destaca sobre lo effmero de las cosas del presente. La grandio- ica y deja en ridiculo.el envaneci-, "~ mien fel presente. Un héroe del pasado es mas héroe| que los héroes del presente, Y una casa antigua es més casa que las; = casas modernas. {Quién no aprecia més las venerables piedras dal -asén_centenario que la jonal_construida. répida- ] aiid pasado en cualquier barrio periférico? Este tiltimo es/ smo frio, inerte, préctico y comodo, en el mejor de los casos el primero es un entorno célido, rico, leno de referencias y signifi-) cados y lleno de memorias. Ruskin escribi6: «la mayor gloria de un! edificio no depende de su piedra ni de su oro. Su gloria esté en su| edad, en esa sensaci6n profunda de expresi6n, de vigilancia grave, de sitnpatia misteriosa, de aprobaciéa o de critica que para noso- tr0s se desprende dé sus muros largamente bafiados por olas de | humanidad> (Ruskin, 1987, 217). q jasado-es también uno de los caminos més-socorridos hacia la evasi6n. La necesaria evasion de la cotidianeidad tiene po- 50 _ELPATRIMONIO IHISTORICO ¥ ARQUEOLOGICO: VALOR ¥ USO siblemente su més conspicua manifestaci6n en la evasi6n en el tiempo. De la misma manera que uno escapa el fin de semana ha- cia la segunda residencia del mar o la montafta donde creer sentir mis cereana la anhelada naturaleza maternal y primigenia, el viaje al pasado ofrece sugerentes escapadas que llevan a anhelados refu- gios desde los que hacer frente a la intemperancia de la vida co- rriente. Fl pasado es el pasaporte ideal para la transportacién hacia parafsos afiorados a través de un tiinel del tiempo que alimenta nuestra fantasia y-nos ayuda a recobrar el tiempo perdido. ¢Qué otra_ cosa sino la fantasia mueve el entusiasmo de los devotos del cine de época o de la novela histérica? c¥ el de los visitantes de tantas atrac- ciones turfsticas, museos inchuidos, que proliferan por la vieja Europa o por la nueva América, basadas en el patrimonio hist6rico y arqueolégico? La fantasa nos libera, mientras que el tiempo que ce~ demos al pasado nos renueva porque recobramos «tiempo perdido» que deseamos para nosotros y no para los viles apremios de la coti- dianeidad. Otra forma de huir es refugiéndose en el puro recuerdo; un recuerdo éste teftido de sepia que da alas a un sentimiento con un fondo agradable y aliviador: la nostalgia, que nos hace proclives a entonar una vieja cancién que repite los versos intemporales de Jorge Manrique: «cualquiera tiempo pasada fire mejor» Con este argumento reencontramos el coleccionismo, que tiene la virtud de personificar el pasado en cosas tangibies. El coleccio- nismo como evasiéa es un hecho incuestionable. En el ejemplo que aduciremos, evasin va asociada a ilusién porque aqui como en otras circunstancias de la vida, estos dos estados de dnimo viajan juntos. Este ejemplo est sacado en parte de la fieci6n, de una fie- ci6n que rememora situaciones reales certificadas por la historia del coleccionismo. A finales del siglo xn un miembro de la familia Orsini, un cardenal, cre en Roma un gabinete de antigiiedades. Fue uno de los primeros, segiin G. Bazin (Bazin, 1969, 41), y se con- virtié en un refugio para los miembros més cultos y ociosos de la fa- milia hasta el Renacimiento, Uno de ellos, Pier Francesco, sefior de Bomarzo, dejaba volar su imaginacién y su fantasfa recluido en su propio gabinete, que hizo construir a principios del siglo xvi, si- | guiendo la tradici6n familiar. El escritor Mujica Lainez, enamorado ic personaje, puso en su boca palabras como las que siguen (Md ica Léimez, 1983, 315): 1 estudiéJe-armadura que me habla rogalado-mi-abuelay Jas urnas, el espejo, los peines y las figurillas de terracota halladas en PASADO, HISTORIA, PATRIMONIO St las tumbas de Bomarzo; las medallas y los camafeos que en Roma habia adquirido y que segufan enviéndome los anticuarios excavado- res. Era feliz entre estos objetos que me apartaban de la realidad. En el espacio exterior de su jardin de Bomarzo este Orsini colmé sus fantasfas e ilusiones recreando un mundo de suefios ta- llados en piedra, con ecos de la Siete Maravillas del mundo anti- guo. En version original o reproducidas en piedra, las maravillas del mundo pretérito significaron para Orsini un acicate para reco. __ rrerla vida. En estos tiltimos parrafos hemos visto que el pasado, manipu- lado desde la intimidad del individuo, puede convertirse en un pro- ducto de la mente, en una pura elaboracién mental y nada més. Pero en cualquier caso, para que el pasado pueda ser activado pre- cisa de un soporte material, de una reliquia, como el viejo recuerdo precisa de una imagen, de una foto antigua, para que sea evocado con determinacién. Antes de volver a las reliquias y ver cémo ac- tian pasemos ahora a estudiar sucintamente el impacto del pasado como patrimonio histérico en las colectividades y veamnos cémo las sociedades organizadas a través de las instituciones sociales, jurfdi cas y politicas se disponen a protegerlo. La patrimonializaci6n del legado histérico material Hiptvicamente, las sociedades hast certo punto cohesiona) Terial-e7 expansion constanie y creciente)| ente el Jegado hist6rico material de) Jas generaciones p Jos vinculos cultarales objetivados en determinadas reliquias mate-) riales se prolongaban hacia atrds en el tiempo y daban testimonio, acerca de la continuidad de Ia colectividad, obré en favor'de esta, tendencia. As{, comenzaron a preocuparse por protege y conser-| le er dé] mismo un uso restric jejores, pero m icativo. Es logico que esta manera de comportarse estuviese rél: da Gon la aparicién de la idea de historia, Esta cuestién ha sido poco estudiada y me- nos atin debatida. G. Bazin habla de la aparicion del sentimiento de la historia entre los antiguos griegos y lo relaciona con una mismo como muy significativo que los primeros emperadores de 52. ELPATRIMONIO HISTORICO ¥ ARQUEOLOGICO: VALOR Y tISO China veneraran con fervor el pasado, lo que se traducfa en la con- servacion de diversos tipos de objetos (Bazin, 1969, 16 y 26). G. Le- wis descubre en el Oriente Proximo el uso de material histérico ori- ginal expresamente conservado con fines pedag6x ecto (Lewis, 1984, 7) pages, Dice ales ___El primer caso estudiado de uso de material de cardcter hist6- rico para comunicar informacién data de prineipios del segundo mi- Jenio antes de nuestra era, cuando antiguas inscripeiones de la clus dad de Lars fueron wtiizadas en ls escucls de esta ciudad meso. No son éstos los tinicos casos. Hay otros testimonios de manera de proceder originarios de Babilonia y de otras civilizack nes_antiguas_del Oriente Préximo. Por lo tanto es muy probable que la necesidad de transmisién de ideas y sentimientos, impres- nada de la nocién del paso del tiempo y de la historia, se acompa. ase, con la consolidacién de las primeras civilizaciones urbanas hacedoras de objetos en forma masiva, de la conservacion de obje- tos del pasado. De es suanera spatecia en Ja historia. un movk Conservacionista que velaba por proteger y Conservar on nombré del grupo, de la Guilizacion en tealdad, deus shiny, ta , Seg ymonumeniss. queso an lome- oF. : e un origen wnifiesta pronto, como hemos xisto-en j social, por lo que podemos considera éaracter que conti- na, stpera desde un punto de vista social e interpreta en clave co- | Jectiva, la labor paralela que cabe suponer practicaban los prime- | fos coleccionistas individuales, fuesen reyes, aristécratas 0 sacer- | dotes, aunque es dificil discernir entre coleccionismo individual y jcoleccionismo social en esta fase inicial del fenémeno. Con | tiempo, el conservacionismo se convierte en un fenémeno univer- | sal que afecta a todas Tas sociédades humanas que producen de ‘ada Objetos materiales. HE : ti titucionaliza y pierde énfasis inte y ritual en la era moderna, y s€ muestra tal Como hoy mnocemos en nuestro mundo Occidental, aparecen los con- { Ceptes de pairimonio histérico y de bien cultural como sijetos de | afencidn y tratamiento jurfdico y politico, referidos a los restos ma- teriales de ado. Empieza entonces una labor-de-ordenacién- ena que intervienen_las.instituciones. ¥SLEs-. ‘PASADO, HISTORIA, PATRIMONIO 53 tado, Pero esta labor no ha sido facil, ni se ha hecho de forma auto- Tadfica ni sistemética. Ha habido que descubrir ¢ identificar conve- hientemente, escoger y separar los elementos catalogables, estable- cer categorias y decidir qué categorias, qué partes del legado hist6~ rico material debian conservarse. Y todo ello en funcién del progreso material, de las visiones de la historia y de la cultura, de fos intereses concretos de los estudiosos, del nivel de la investiga- cién histérica, de los apremios coyunturales y de la madurez. de las instituciones. El desarrollo del interés por el patrimoniohistéricay\ - — el acto si cial de-la seleccién ha sido.el resultado de un} .~ proces ie ci el tiempo,.resuelto,en (ltima instancia| _ por el dictamen experto, el cual ha sido guiado o del cual ha aflo-| = Fido, qu los dos casos han_podido darse, un.sentimiento colectivo| = denecesidad. En el proceso han descollado, cifiéndonos a Europa, individualidades que podriamos distinguir con el titulo de funda- dores del movimiento conservacionista moderno, entre los que ca- bbria distinguir, por lo que al crucial siglo xx se refiere, por ejem- plo, a Victor Hugo y Prosper Merimée en Francia, Henry Cole y Au- gusts Pitt-Rivers en Gran Bretaia, a J. J. Worsaae en Dinamarca y a Pablo Piferrer y José Amador de los Rios en Espaita. En el fondo, esta histor culturales reconocidos rec ancia coa el interés social, econ puye. En Europa y América e] Estado-nacion del siglo x1x aparece por primera vez decidido a intervenir como tal Estado, sobre el le- gado material de la historia, en nombre del bien comin. Uno de los primeros organismos puiblicos destinados a velar por la conserva- cién del patrimonio en Europa aparece en 1807: la Comisin Real Danésa para Jas Antigiiedades, creada con la Finalidad de preservar los monumentos prehistéricos del pals, que comenzaban a ser re~ conocides como verdaderos simbolos de la identidad nacional. ‘Tanto por el cardcter orgénico de la institucién escogida, como por el objetivo que la guiaba, esta provision del Estado danés tiene el carécter de pionera, Hacia finales del siglo xv las Cortes europeas, empezaron a asimilar el influjo de la Tlustracién, aunque fue el tre-| mendo impacto dé la Revolucion | , con la entrega a la na. cién francesa de los tesoros de la cultura y el arte en manos. de lal Iglesia, la aristocracia y la monarquia, lo que provocé la sibita in- tromisién de los poderes publicos en la custodia de lo que comen. zaba 8 aparecer como bienes piblicos de cardcter cultural. Ast, con| 54 EL PATRIMONIO HISTORICO ¥ ARQUEOLOGICO: VALOR ¥ USO | la intervencién de Cénova, el Papa Pio VILestablecfaen 1802 para los Estaclos Pontificios los procedimientos.que.requeria la conser- | vacién de los monumentos y las obras de arte, de manera que que- | daba reconocido y adquiria expresién legislativa el concepto de bien cultural. En el mismo afto en Espafia, una Real Cédula de Car- los IV fechada el 26.de marzo consignaba la obligatoried: Hunicar los hallazgos de. antigiiedades y encomendaba a iia de la Historia la misién de fijar los procedimientos para x ¥ conservar los, monumentos.antiguos, Estos primeros pronunciamientos oficiales de los poderes publicos realizados en un contexto historico muy determinado tienen unos antecedentes interesantes que hay que situar en el marco del poder absolutista. Las monarquias absolutas europeas mantuvieron una concepcién patrimonialista del poder hasta fines del xvii, que en el terreno de la proteccién de los bienes culturales se pudo traducir en algunas \ medidas significativas como las siguientes. Quizés la primera.toma “| de posicién destacada cabe adjudicarla a Carlos [de Espatia, quien | # Principios del siglo xvi, para proteser el subsuelo y los monumen- = ...|ts precolombinos de la Indias, dicté medidas severas, las cuales debian asegurarle al menos mantener bajo el control real los teso- ros que poclian contener y poder reclamar en su momento el }«Quinto Real». En 1666, el rey de Suecia declar6 propiedad de la 2 [Corona todas las antigtiedades que se descubriesen en el reino. Y algo parecido quiso hacer en el reino de Napoles Carlos de Borbén, =| cuando en 1738 declaré Propiedad Real el subsuelo de Herculano y (de cualquier otro yacimiento arqueolégico que se. descubriesé. ‘A lo largo del siglo xx se avanza en Europa y América de forma lenta y gradual hacia una mayor proteccién de los bienes culturales, Los obstéculos més serios pravienen del extremo cui- , dado que se pone para no atentar contra el sacrosanto derecho.a la propiedad privada, aun cuando los problemas proceden a menudo dela incapacidad del Estado en hacer cumplir la ley y de las insufi- ciencias en medios y personal de los organismos responsables, ycaso de Espafia, por ejemplo. En Gran Bretafa, la primera ley im- jportante de proteccién de los monumentos antiguas no s ‘hasta. 1882, tras diez afios de duras discusiones (Cleere, 1989, 1). En Alemania se crea en 1904 el Heimatschutz, el, primer_instra- { meito pablico estatal destinado a proteger tanto las reas de.inte- rés natural como los monumentos hist6ricos. En Francia, una ley PASADO, HISTORIA, PATRIMONIO 35 ‘mentarias comparables a las europeas ce la época: la Ley de Exca~ vaciones Arqueoldgicas de lio de 1911, que regilla las activi- dades arqucoldgicas y Ta conservacion de [os restos materiales, y la Ley de Monumentos Historicos y Artisticos dé 5de marzo de 1913,» gue prevé su catalogacién. Fl concept imodemo de patrimonio se Je ver_por lo tanto,.a la luz.de.ese proceso de institucionaliza- cién hist6ricamente determinado donde.el sujeto.es la nacién y-el, instrumento el Fstado, ya que del mismo salen las formulaciones juridicas y legales que lo regularén definitivamente. Con Ia crisis del Estado liberal, manifiesta a partir de la pri-\ mera guerra mundial, se impone eri Europa el Estado social. El] Estado social, en oposicién alo que habia sido el Estado liberal del siglo anterior, pretende regular de forma activa el orden social con cl fin de favorecer a la mayorfa de la poblacion. Ast, se dispone a reconocer derechos sociales y a prestar servicios a la colectividad. ‘Como tal Estado intervencionista, no puede menos que adoptar un’ papel activo a la hora de regular el marco juddico.enel.que.sesitia; ascents cultural En.este contexto se generaliza la opinién de| que las manifestaciones_del_patrimonio_histérico son_patrimonio | de todos. El camino que lleva a este pronunciamiento pasa primero por reconocer que existe una herencia tangible del hombre, por jdentificarla y aislarla y por otorgar finalmente a esta herencia la categoria de bien superior de caracter intemporal. Entoncesel_Es- tado interviene invistiendo a la comunidad de unos derechos que - = = del mismo hecho de reconacerse \ alo Xx en algunos paises de Europa se procédé ala constitucionali- ~~ 7 in de estos derechos y por ende de ls brdtecciondeltemadopa- = thhonial. El modelo sera la constitucién alemana de 1919 0 las trfaca de 1920, En el caso de Espafia_es la Constitucién de Republica de 1931 la que recoge este anhelo. Asi dice en su articu- 1045: Toda la riqueza artistica ¢ hist6rica del pais, sea quien fuese su) —, duetio, constituye Tesoro Cultural de la Nacién y estard bajo la salva-| guardia del Estado, que podré prohibir su exportacion y enajenacién| _ ¥¥ deorotar las expropiaciones legeles que estimase oportunas para su defensa. El Estado organizara un registro de la riqueza artistica e historica, aseguraré su celosa custodia y atenderé a su perfecta con-| = servacién. El Estado protegerd también los lugares notables por su) ~ boelleza natural 0 por su reconocido valor artistico © hist6rico. 56 _ELPATRIMONIO HISTORICO Y ARQUEOLOGICO: VALOR Y USO Una declaracién en favor del patrimonio histérico tan expli- cita y contundente y de tan alto rango en derecho habria de provo- caren el mundo reconocimiento y admiracién y erigirse como refe- rencia ineludible en la evolucién legislativa posterior en Espafia, ‘Tras la variopinta acumulacién normativa del régimen del ge- neral Franco, los hitos recientes sobre la proteccién del patrimonio histérico en Espafia pasan por la norma constitucional vigente de 1978, que en su articulo 46 proclama: Los poderes ptiblicos garantizarén la conservacién y promove- r4n el entiquecimiento del patrimonio histérico, cultural y artistico de los pueblos de Espatia y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen juridico y su titularidad. La ley penal sancionara Jos atentados contra este pattimonio. = |___Una vez se ha definido el marco general de-salvaguardia, la = | norma reguladora actualmente vigente que desarrolla el precepto | constitucional incluye argumentaciones interesantes para justificar ee intervencién del Estado en la materia, Asi, la exposicién de moti- ‘vos de la Ley del Patrimonio Hist6rico Espatiol de 1985 dice que el | valor de los bienes integrantes del patrimonio hist6rico «lo propor- a estima que, como elemenito de identidad Este reconocimiento de la existencia de un legado histérico y Ja consiguiente atribucién de un alto valor al mismo que se pro- .:| duce en todas las normas legales nacionales de rango es asumida enla segunda mitad del siglo xx por la legislacién de ambito inter- © nacional. Para la UNESCO y para toda la legislacién internacional 4 que del depende existen unos Biches que tienen un cardcter especial. porque. estén investidos de tun. valor universal in- =~ temporal;.dicho en otras palabras, que existe un patrimonfo comtin jdéla] ‘dad. La UNESCO, por medio de diversas Recomenda- cfones y Convenciones se ha pronunciado en distintas ocasiones en = =| favor de la salvaguardia del patrimonio cultural de la humanidad y ha instado a los Estados a implementar medidas proteccionistas.! 1,1 Convenciones y Recomendaciones adoptadas para la savaguardla dal pattmo- no cultural de in humanidad on las sgulentes, por orden eronolégic: 1) Convencion pa in PASADO, HISTORIA, PATRIMONIO 37 Tanto las leyes de ambito nacional como Tas que tienen una) proyecci6n internacional pretenden despejar, y al mismo tiempo| regular, el trénsito hacia el futuro del legado patrimonial del pa-| sado. Uno de los obst4culos més fuertes y persistentes en este tra- xyecto lo conateuren los derechos individuales de las personas y el! che a la propiedad privada, en conereto. En este y en algin| offo apartado vamos por un momento a considerar en paralelo,| aungue de forma indirecta, los regimenes juridicos del yetmonio, paises del sur de. ciéit de Estado protector, intervencionista_y_benefactor.que_con- rasta Con la. tra ajona.de Estado liberal comprome- tido con la defensa del principio de la autonomia del individuo frente al Estado, y por tanto, reacio a definiciones legales dema- siado explicitas. Segtin comentan expertos juristas (Alonso Tbaiiez, 1992; Gar- cia Escudero y Pendas Garcfa, 1986; Garcia Ferndndez, 1987), el fondo doctrinal que nutre la ley espafiola del patrimonio histérico proviene de los formulaciones juridicas italianas de los afios se fenta. Es interesante ver cémo en Italia los jntistas definieron.el bien cultural como «aquel bien que constituye testimonio-material con valor de. jarcia Ferndndez, 1987, 48). Esta idea, protecign de los blonesculurales an caso de confctoarmado, 9 Protocolo, Conferenca de La Hiayade 1954 2) Recomendacia que define los prineipios internacionales de aplicacién en ma teria de yacimlentos arqueoldgicos,Confereceta de Nueva Delhi de 1956; 3) Recomendacion so- ‘reo medios mie eicces para hacer accaibles ls musoos a todo cl mundo, Conferneia de Paris de 1960; 4) Recomendacion sobrele salvaguardla del blleza y caracer de les palsalesy eos lugares, Conferencia de Pats de 1962; 5) Recomendacién sobre ns medidas. que se han Ge omar para prohibireimpedir Ia exportacicn importacign y eansferencia de propiedad ie clade biens culturales, Conferencia do Pars de 1966) Recomondacion sabe la preservacién de bienes ealurales en peligro por wabejos pablicos 0 privados, Conferencia de Paris de 1968; 7) Coavancisn sobre las medidas que te han de tomar pare probibe impedie la importacién, exporacién y tansferencia de propiedad ticta de bienesculturales, Conferencio de Paris d= 1870;8) Convencion sabre la proscecion del patimonio cultural y natural del munde, Confer cia de Pris de 1972; 9) Recomendctsn sobre a peotecién a nivel nacional del patrimonto ele tural y nara, Conferencia de Paris de 1972: 10) Recemendacion sobre el iterearabio nteros sional de bienescalturales, Cnfereacia de Nairobi de 1976, 11) Recomendacién sobre la sala- fardla de conjuntos histéricos © uadiionales, Conferescla de Nalrobt da 1976; 12) Recomendacin sobre la. e bias cultures michles, Conlerencia se Pans 1978 12) Recomendacion para la slvaguardia y la conseracion de Tas. imagenes en movimiento, Conferencin de Belerada de 1980 58 EL FATRIMONIO HISTORICO Y AROUEOLOGICO: VALOR Y¥ USO | aue podriamos considerar chistéricamente correcta, fue feliz- .. |mente recogida en Espafia porque, como es una nocién muy labierta y general, permite que sean los expertos en patrimonio his- = _|t6rico y cultural los que, de acuerdo con las ideas y criterios disci- {plinares vigentes en cada momento, acuerden qué hay que poner enel cesto y qué no. Es decir, ya no cabe para proteger limitarse a enumerar y singularizar elementos del patrimonio, como s¢ habia pasado; ahora lo que vale es el concepto comiprensivo {his global. Por lo que respecta a los problemas de fitularidad de “Bienes, en ambos casos, espafiol e italiano, existe una limitacion cuando los bienes pertenecen al patrimonio hist6rico, artistico y cultural. En estos casos la ley declara que hay bienes muebles que, abstraccién hecha de quien sea el propietario o titular y siempre respetando los derechos que le correspondan, estan comprendicos en una categoria superior de patrimonio colectivo. ¢Y por lo que respecia a una posible colisién de derechos? Para justificar la ac- cion publica sobre estos bienes singulares de superior categoria los juristas aducen la formula de la propiedad dividida. De acuerdo ‘con este recurso, la division de Ia propiedad se debe a la doble na- turaleza del objeto: la cosa material como soporte fisico y el bien ‘como utilidad. Dicho de otra forma, existe desde un pussto de vista juridico un «bien de fruicién» independiente de un «bien de perte- nencia». Por medio de este bien de fruicién se reconoce la dimen- si6n social del valor de las cosas; por medio del bien de pertenen- cia, la propiedad de la cosa, sea publica o privada. El bien de frui- cién es consecuentemente un bien de disfrute colectivo, la tutela dt cto_al_patrimonio historic blema de la seguridad juridica. Mientras que la ley general espa- ola exige que los bienes inmuebles sean objeto de declaracién ex- presa de pertenencia al patrimonio, por lo que respecta a los bienes muebles que no pertenezcan a museos 0 a instituciones ptiblicas, se hace preceptivo que sc incluyan en un inventario en el momento o circunstancia que convenga y si es preciso por procedimiento de urgencia. La inventariacion es la diltima garantfa en manos de la colectividad porque, como dice el jurista Quintero Olivares, «no se reduce a una incorporacién a una lista sino que es un acto valora- tivo formal, previo y esencial» (Quintero Olivares, 1994), Es significativo que Alonso Tbafiez destaque como fundamen= tal el hecho de que la Ley del Patrimonio Hist6rico «resalte como PASADO, HISTORIA, PATRIONIO 39 clement definitorio bisico de los bienes integrantes del patrimo- nio histérico, la inmaterialidad de sus virtualidades y, por tanto, su aptitud intrinseca para satisfacer necesidades culturales» (Alonso ThAsiez, 1992, 20). Hlemos visto cémo cl Estado por medio dela Ley) = define y sustancie.al. final Ja dificil nocién de.bien-cultural yte; ssforga una funci6n primordial en el,contexto de las relaciones hu-|~ — tmanas de una colectividad, Descartado un valor inmanente del le-| = * ado histérico que no cabe en los pronunciamientos de caracter ju-\ Fidico y social que emite la sociedad por medio de sus instituciones! publicas, se subraya su valor instrumental «para satisfas Gades CultuFales>. Ast el bien cultural aparece como.un mei un fin, no como un fin en s{ mismoVeamos ahora cémo este me- Giose transforma en un recurso para cada uno de nosotros y emo acostumbramos a utilizarlo. Veamos también qué tensiones se pro- ducen entre una aproximacién al patrimonio mas inmanentista y otra més utilitarista,

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