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que nunca hemos oído hablar” (Bernays, 2008:15). Uno de sus objetivos explícitos es
lograr la aceptación de lo que no sería fácilmente aceptable (cf. Bernays, 2008: 26).
Hablemos pues de ese gobierno invisible.
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En “El alcance de la teoría política de la verdad de Michel Foucault” realizamos nuestra crítica a las críticas
que realiza Foucault a la noción de “ideología dominante” y mostramos que el método genealógico de
procedencia nietzscheana es un método de desenmascaramiento de la ideología dominante (cf. Flax, 1991)
Luego, el propio Foucault en sus indagaciones sobre biopolítica realiza importantes aportes para una
genealogía del neoliberalismo.
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Entre las ideas instaladas a desenmascarar hay algunas muy arraigadas en la cultura,
como la reductiva autocomprensión del hombre como homo economicus; o la idea de la
supervivencia del más fuerte y la matriz competitiva, ideas constitutivas del darwinismo
social y de sus expresiones contemporáneas. Hay otras ideas de raigambre filosófica, como
la idea de mercados autorregulados, derivada de la idea de libertad como ausencia de
interferencia. A su vez esas ideas son correlativas a la ideología del Estado mínimo,
instalada desde que Joseph Townsend escribiera su Carta sobre la ley de pobres, precursora
de Malthus y del darwinismo social.
Hay otras formas de generar creencias, como el aprovechamiento de cualquier
desorden o peligro por inventado que sea para recurrir a una excepcionalidad ficticia y
concentrar el poder; o la idea de corrupción como lubricante de la economía, ocultadora de
la corrupción a gran escala que denuncia el PNUD, es decir, de la instalación de reglas
favorables a intereses privilegiados. Otras ideas a tener en cuenta son la pseudo
responsabilidad social empresaria en un contexto global de responsabilidad limitada, regido
además por una Nueva Ley de Gresham -enunciada por el filósofo británico John Gray- de
acuerdo con la cual el capitalismo concentrado desplaza al capitalismo responsable social y
ambientalmente. También se requiere revisar las supuestas ventajas comparativas y
competitivas de una nueva división internacional del trabajo; o las nuevas formas de
justificación de la propiedad en el capitalismo cognitivo bajo la modalidad de patentes de
invención.
Es una tarea para una filosofía del presente realizar una labor reflexiva y crítica de
esos y otros topoi, lugares comunes o ideologemas que modelan el presente y allanan el
camino para que el capitalismo concentrado disponga de un dispositivo de poder/creer para
instalar su proyecto político global. Algo intentamos en Ética, política y mercado. En torno
a las ficciones neoliberales (Flax, 2013).
Este teorema –aunque no estuviera enunciado aún- está en la base del ejercicio
propagandístico que teoriza y realiza Edward Bernays, para reconducir la democracia de
masas hacia los intereses de las élites privilegiadas, a través de lo que describe como un
“gobierno invisible que detenta el verdadero poder”.
Y por ello mismo, el Teorema de Thomas es aprovechado por emblemáticos
ideólogos del neoliberalismo que entienden que su labor consiste en instalar creencias por
la capacidad que tienen para modelar eventos.
El ejemplo más conocido es el de Milton Friedman, cuyas ideas para manipular a la
población son bien conocidas. Como expresa Naomi Klein, en Capitalismo y libertad
Friedman las expresa sin ambages: “Sólo una crisis –real o percibida– da lugar a un cambio
verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las
ideas que flotan en el ambiente. Creo que ésa ha de ser nuestra función básica: desarrollar
alternativas a las políticas existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta que lo
políticamente imposible se vuelve políticamente inevitable’” (Klein, 2007, 27)
Pero esas crisis y la anormalidad consecuente, no necesariamente son genuinas.
Como expresa el propio Friedman, basta con que sean percibidas como tales para instalar
una excepcionalidad ficticia que allane el camino para realizar su ideario.
Ese ideario que tenía que flotar en el ambiente fue construido por diferentes
pensadores que formaban parte de los think tanks neoliberales. Entre esos autores, está otro
Premio Nobel de Economía proveniente de la Universidad de Chicago, James Buchanan,
quien también se expresa en términos de “establecer y reiterar un ideario por la capacidad
final de las ideas para modelar eventos” (Buchanan, 1990).
A este economista neoliberal, devenido filósofo político con su conocido libro La
libertad, entre la anarquía y el Leviathan, pretende establecer un paradigma económico de
la política, en el cual la política debe reducirse a la catelexia (o intercambio) y a la coerción
para dejar afuera los ideales de justicia distributiva. Sin entrar en los vericuetos de su teoría,
diremos solamente que reivindica a Hobbes como uno de sus antecedentes y que la
modelización del hombre como homo economicus constituye una idea central.
En lo que sigue, nos referiremos sucintamente a una suerte de genealogía de la idea
de homo economicus para ilustrar la actividad crítica que consideramos necesaria.
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Tanto Joseph Townsend como Robert Malthus incurrieron en la misma práctica de seleccionar solamente
aquellos datos que confirmaran su hipótesis. John Maynard Keynes, quizás el más influyente economista del
Siglo XX, además se caracterizó por realizar una importante reflexión epistemológica sobre su disciplina. En
1933 escribió un breve ensayo “Robert Malthus. El primer economista de Cambridge” en el cual pone de
manifiesto los defectos metodológicos de Un ensayo sobre los principios de la población de Malthus. Lo
que muestra Keynes es que la primera edición del Ensayo de sólo 50.000 palabras es un trabajo puramente
apriorístico, carente de base empírica. Luego termina en sucesivas ediciones con un Ensayo de 250.000
palabras en el cual va agregando sustento en datos empíricos de un modo amateur. Al respecto expresa
Keynes: “El primer Ensayo no es sólo apriorístico y filosófico en método, sino atrevido y retórico en estilo,
con mucha bravura de lenguaje y sentimiento. En las ediciones posteriores, donde la filosofía política da paso
a la economía política, los principios generales se recubren con las comprobaciones inductivas de un iniciador
de la historia sociológica (…) (Keynes, 1988: 20).
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Es interesante leer lo que al respecto expresa José Nun: “Quien mejor elaboró estas cuestiones fue el
austríaco Friedrich von Hayek. En 1947 fundó en Suiza la Sociedad Mont Pelerin, que desde entonces se
reúne anualmente en distintos países. El objetivo de Hayek era producir una nueva filosofía moral y política
que trascendiese el campo de la economía y constituyera una crítica radical al Estado de bienestar, al
socialismo y al populismo. El paso inicial para hacerlo fue multiplicar think tanks que, financiados por las
empresas, difundieran una nueva visión del mundo llamada a redefinir el sentido común imperante. Su éxito
ha hecho que quienes hoy defienden principios neoliberales suelan tomarlos por dados y probablemente nunca
hayan leído a Hayek.” Más adelante agrega que “Es sintomático el título del libro que publicaron Huntington,
Crozier y Watanuki en 1975: La crisis de la democracia. Financiado por la poderosa Comisión Trilateral,
creada por las mayores empresas transnacionales, el tema que recorre la obra es el del exceso. El capitalismo,
argumentan, no puede tolerar demasiada participación de los ciudadanos en la vida pública, salvo que estos se
ajusten al ideal abstracto de libertad individual que predica el neoliberalismo. De ahí la crisis a la que habrían
conducido a sus sociedades los llamados Estados benefactores” (Nun, 2018). Volvieron a Bernays.
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En consecuencia, es una tarea para una filosofía del presente realizar una labor reflexiva y
crítica de los ideologemas que en buena medida son condición de posibilidad de las
actuales injusticias. No es casual, entonces, que en todo el mundo, la filosofía tienda a
desaparecer de los planes de estudios de la enseñanza secundaria y universitaria, incluso en
universidades consideradas progresistas.
Bibliografía
-Bernays, Edward (2008) Propaganda, Melusina, Madrid.
-Buchanan, James (1990) Ensayo sobre economía política, México, Alianza.
-Buchanan, James y Tullock, Gordon (1993) Los límites del consenso, Barcelona, Planeta.
-Flax, Javier (2013) Ética, política y mercado. En torno a las ficciones neoliberales, Los
Polvorines, UNGS, http://www.unesco.org.uy/shs/red-bioetica/es/biblioteca/libros.html
-Flax, Javier (1991) “El alcance de la teoría política de la verdad de Michel Foucault”,
Cuadernos de Ética 11-12, Buenos Aires, Asociación Argentina de Investigaciones Éticas.
-Foucault, Michel (1981) Un diálogo sobre el poder, Madrid, Alianza.
-Foucault, Michel (1983) El discurso del poder, México, Folios.
-Friedman, Milton (1966) Capitalismo y libertad, Buenos Aires, Rialp.
-Keynes, J. M. (1988) “Robert Malthus. El primer economista de Cambridge”, en Malthus,
Robert Ensayo sobre los principios de la población, Madrid, Alianza, 1988, p. 20.
-Klein, Naomi (2007) La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre,
Barcelona, Paidós.
-Marx, Karl y Engels, Frederich (1973) La ideología alemana, Buenos Aires, Pueblos
Unidos.
-Merton, Robert (1995) Teoría y estructura sociales, México, FCE.
-Nun, José (2018) “Neoliberalismo de ayer y de hoy”, diario La Nación, Buenos Aires,
https://www.lanacion.com.ar/2118394-neoliberalismo-de-ayer-y-de-hoy.
-Polanyi, Karl (2003) La gran transformación. Los orígenes políticos y económicos de nuestro
tiempo, México, FCE.