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Iztapalapa, Revista de Ciencias Sociales

y Humanidades
ISSN: 0185-4259
revi@xanum.uam.mx
Universidad Autónoma Metropolitana
Unidad Iztapalapa
México

Romero López, Eva; Sánchez Miranda, Georgina


El misterio de la menopausia: la perspectiva de las mujeres
Iztapalapa, Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, núm. 68, enero-junio, 2010, pp.
39-55
Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa
Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=39348725003

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El misterio de la menopausia:
la perspectiva de las mujeres

Eva Romero López*


Georgina Sánchez Miranda**
IZTAPALAPA
Agua sobre lajas

Resumen
La menopausia es un acontecimiento que va más allá de
lo biológico: en el ámbito médico, está conceptuada como
“enfermedad”; esta idea se ha interiorizado socialmente y,
por ende, adjetiva de manera negativa esta etapa y, en
particular, a la mujer adulta. La psicología social, median-
te un análisis fenomenológico del discurso de mujeres en
menopausia, ha evidenciado que la forma como se vive y
se significa esta etapa trasciende este discurso hegemónico,
y tiene que ver con el contexto sociocultural de la mu-
jer, así como con sus vivencias con “los misterios de la
sangre” (menstruación, maternidad, menopausia).
Palabras clave: menstruación, feminidad, identidad e
imagen social

Abstract * Ayudante de investigación


Menopause is a fact of women’s life that goes beyond its en el Área de Psicología
biological determinants. It is medically considered an “ill- Política e Identidades,
ness”, which has elicited socially negative adjectives about Universidad Autónoma
Metropolitana, Unidad
this stage in adult women. Social psychology, through a Iztapalapa
phenomenological analysis of the discourse of women in htilil17@hotmail.com
menopause, has highlighted that the way women live * Asistente de investigación
en la Subdirección de Inves-
it and what it means transcends this hegemonic discourse, tigación en Salud Pública
and it has to do with the social context of women, as well del Instituto Nacional de
as their experience of the“blood mysteries” (menstruation, Perinatología
maternity, menopause). geosanmi@hotmail.com
Se agradece la colabora-
Key words: menstruation, womanhood, identity and ción de Karinna Maich en
social image la corrección de estilo.

FECHA DE RECEPCIÓN 17/09/09, FECHA DE ACEPTACIÓN 30/04/10


IZTAPALAPA REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES, NÚM. 68 • AÑO 31 • PP. 39-55
Introducción

D ebido a su carácter biológico, la menopausia ha sido tratada, en gran


medida, desde el aspecto médico. También ha sido abordada desde
un punto de vista psicológico, a partir de síntomas que se pretenden
generalizar a las mujeres que la viven. Se construye, así, un discurso que cataloga
a la menopausia como una etapa “crítica” que habrá de ser experimentada por
“todas” las mujeres a determinada edad.
Sin embargo, existe poca información de la menopausia desde una perspectiva
psicosocial. Por ello, consideramos importante conocer su aspecto subjetivo, y
dar a las mujeres la oportunidad de ser ellas quienes nombren, describan y re-
flexionen sobre sus vivencias durante esta etapa.
Con este objetivo, indagamos en el discurso que ellas construyen desde su
experiencia corporal y social, a partir de la llegada y el cese de su menstruación.
Cuestionamos el supuesto de la menopausia como una crisis generalizada, para
acceder a la diversidad de construcciones que hacen de ella mujeres con expe-
riencias y condiciones de vida distintas; para comprender a los sujetos como
constructores de su propia experiencia.
Se aplicó una metodología con perspectiva cualitativa, en la cual se llevaron
a cabo entrevistas en profundidad con mujeres que estaban experimentando la
menopausia. Posteriormente, se realizó un análisis fenomenológico de los sig-
nificados registrados. Éstos ayudaron a conocer que la etapa de menopausia es
vivida de forma distinta por cada mujer; dieron cuenta de que existen tantas
definiciones de menopausia como mujeres que la experimentan; y de que la forma
como cada una vive y significa la propia depende de un perfil en particular, de
una historia de vida, de creencias y costumbres, del contexto social, así como
de sus expectativas personales.

IZTAPALAPA 68 • AÑO 31 • ENERO-JUNIO DE 2010


EL MISTERIO DE LA MENOPAUSIA: LA PERSPECTIVA DE LAS MUJERES

Revisión general sobre la experiencia de menopausia


y algunas de sus implicaciones psicosociales
Climaterio y menopausia:
experiencias que tocan la vida de la mujer adulta
Existen diferentes creencias y explicaciones construidas en torno al periodo que,
se cree, las mujeres comienzan a vivir a partir de los cuarenta años de edad: el
climaterio, específicamente la etapa más relevante dentro de éste: la menopausia.
El climaterio es un término que procede del griego klimacter, que significa
“periodo crítico” (forma como también se nombra al cese de la regla o menstrua-
ción) (Greer, 1991: 31). Socialmente, es visto como la “crisis vital” de la mujer
(Rodríguez, 2000). No se puede definir con exactitud la edad en que se llega al
climaterio, pero de acuerdo con Mc Cary et al. (1996), podemos decir que es en
la edad adulta y ocurre, aproximadamente, cuando la mujer promedio está entre
los 45 y los 50 años de edad.
El climaterio puede durar varios años y, según Chaby (2001), comprende tres
etapas: premenopausia, menopausia y posmenopausia. En la primera se experi-
mentan desajustes hormonales iniciales, que causan estragos en la menstruación
y la hacen irregular. La menopausia, considerada por algunos médicos como la
parte más difícil del periodo (Abreu, 1993), es el cese de la menstruación, y se
establece una vez transcurridos “12 meses de amenorrea o pérdida de la regla, no
debida a otros factores como el embarazo o lactancia” (Pelcastre Villafuerte, 2005:
129). Por último, la posmenopausia es la etapa que sigue a la menopausia, y se
presenta cuando, definitivamente, se ha perdido la menstruación (Chaby, 2001).
También existe la posibilidad de experimentar una menopausia inducida. Al-
gunas mujeres, ya sea por razones de salud o planificación familiar, se someten a
histerectomías, es decir, a operaciones donde se extirpan útero u ovarios (Romero
Trujillo, 2007) y que tienen como consecuencia el cese de la menstruación. De
esta manera, “no se presenta [la menopausia] de forma natural, sino de manera
artificial” (Tamés y Mira, 2005).
La menopausia trae consigo muchos retos para las mujeres que la experimen-
tan. Dentro de la cultura occidental, existen algunos más relevantes, como
enfrentar el culto o la sobrevaloración de la juventud –esta etapa es considera-
da de declive debido a los desajustes hormonales que cambian la apariencia del
cuerpo y el estado de ánimo–. Otro reto es enfrentar la pérdida de fertilidad:
la menopausia “es la entrada a una sexualidad definitivamente no procreadora”
(Chaby, 2001: 90).

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En ocasiones, la menopausia es recibida con temor y puede llevar a las mu-


jeres a una resignificación de su identidad femenina: “Es considerada un evento
estigmatizador que marca el final de la vida reproductiva de la mujer y de su
función social” (Casamadrid Pérez, 1986: 11).
Varios autores como Abreu (1993), Muntané (1994), Botella (1990), Rodrí-
guez (2000) y Chaby (2001), entre otros psicólogos, médicos y sexólogos, la han
definido como una “etapa crítica”, “la edad difícil”, “la crisis de la mitad de la
vida”. Mencionan la dificultad de la mujer para aceptar que debe afrontar cambios
tanto físicos como psicológicos, para los cuales no está completamente preparada;
cambios a partir de los cuales se modifica la forma en que es vista por la sociedad
y “en la imagen que ella misma tiene de sí, en su afectividad, en sus relaciones
con el medio profesional, con su cónyuge, sus hijos, etcétera” (Chaby, 2001: 8).
Así, la experiencia de la menopausia es vivida o recibida por las mujeres en
función de tres momentos que “tocan su cuerpo”. Cada uno de éstos provoca
un cúmulo de significados que se le endosan para valorarlo o estigmatizarlo: un
cuerpo que sangra con la menstruación, la maternidad y la menopausia, que
forman lo que Borysenko (1999) llama los “misterios de la sangre”:“la menarquia,
el parto y la menopausia. Estos tres acontecimientos fisiológicos marcan las tran-
siciones entre las tres fases que, desde tiempos muy antiguos, se han considerado,
constituyen la vida femenina” (Borysenko, 1999: 20). Tengamos en cuenta, pues,
las cargas sociales que traen consigo estos momentos y de qué forma se toman
como exigencias sociales y culturales para convertirse en una “mujer completa”.

Discursos dominantes sobre la experiencia de la menopausia


A pesar de que muchas personas, tanto mujeres como hombres, piensan que
la menopausia sólo tiene repercusiones de carácter biológico y psicológico, es
importante señalar las consecuencias en el ámbito social, en ocasiones incluso
más relevantes cuando la mujer se enfrenta a los “otros”. Vemos así cómo a través
del discurso social se ha ido catalogando, estigmatizando y estereotipando a la
mujer adulta que vive la menopausia a través de discursos hegemónicos sobre
esta experiencia.
Las principales contribuciones que han generalizado esta vivencia femenina
se han hecho desde la visión de los “otros”: médicos, pareja, hijos, etcétera; a
través de discursos dominantes –de los cuales se apropian las mujeres– que las
encasillan en un estilo de vida determinado por encontrarse en esta llamada
“etapa de menopausia”.

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EL MISTERIO DE LA MENOPAUSIA: LA PERSPECTIVA DE LAS MUJERES

El discurso médico –el cual la define tajantemente como “el cese de la mens-
truación” (Pelcastre Villafuerte, 2005: 129)– es el que ha tenido más repercusión
al definir a la menopausia y la forma como se vive y como debe vivirse. Por otra
parte, “hay un lenguaje negativo que describe a la menopausia […] el modo en
que se ha escrito sobre la menopausia por parte de los médicos predominante-
mente varones […] condiciona a las mujeres a ver cada signo de la menopausia
como un estigma por el que son catalogadas de envejecidas” (Ussher, 1991: 147).
Ha sido considerada como una “patología femenina” –necesaria de curar en el
momento indicado– que se reduce a un cuadro de síntomas entre los cuales
se encuentran los bochornos y los malestares físicos (Chaby, 2001). Desde el
punto de vista social, la menopausia es un referente que permite adjetivar de
manera negativa a la mujer, empezando por nombrarla despectivamente como
“menopáusica”, “término peyorativo utilizado como sinónimo de histérica, vieja,
abuela y sin más proyecto futuro que esperar la vejez” (Rosales M., 2005: 189).
Quienes se encuentran en el periodo de menopausia son consideradas mujeres
en un proceso de cambios psicológicos y fisiológicos que les impiden disfrutar
la vida, incluso su sexualidad.
Estos discursos muestran, desde una perspectiva de género, una figura
deteriorada e inservible de la mujer, que ha perdido o está perdiendo ciertas ca-
racterísticas como la capacidad reproductiva, la elasticidad de la piel (juventud),
entre otras; atributos que la hacían una “mujer completa”. Exhiben asimismo
a una mujer en cuestionamiento constante de su feminidad (Muntané, 1994).
Sin embargo, también hay discursos positivos: son los que se atribuyen las
propias mujeres que viven la menopausia como una etapa de plena madurez, a
partir de la cual se puede aprender a experimentar la vida de forma distinta,
sin aquellas preocupaciones y dificultades que la menstruación y la fertilidad
traen consigo; que aprenden a ocuparse de sí mismas, de sus intereses y de sus
sentimientos (Greer, 1991). Así, podemos observar cómo la sociedad ha estan-
darizado una condición de vida particular para la mujer que vive la menopausia.
A continuación, se da paso al discurso de las mujeres que la viven o la vivieron.

Método
Esta investigación fue realizada desde una perspectiva cualitativa debido a que el
objetivo principal fue conocer la subjetividad de la experiencia de menopausia a
partir de las mujeres que la viven o vivieron; el principal interés reside en com-
prender los diversos significados inmersos en el discurso de cada mujer.

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Para lograr lo anterior, se utilizó la técnica de entrevista en profundidad


(Olabuenaga R., 1996 y Taylor y Bogdan, 1986), con 12 mujeres que estaban
experimentando o ya habían experimentado su menopausia. Las informantes se
contactaron a través de la técnica de muestreo “bola de nieve” (Labarca, 2007: 82).
Las mujeres que participaron en esta investigación cuentan con perfiles y estilos
de vida distintos; sus edades oscilan entre 45 y 57 años; pertenecen a diferentes
niveles educativos, desde primaria inconclusa hasta licenciatura; son casadas
y solteras; con y sin hijos; con ocupaciones diversas; algunas de ellas han sido
sometidas a histerectomías, otras han dejado de menstruar por completo; otras
más, tienen irregularidades en el periodo menstrual y síntomas como bochornos
e irritabilidad emocional.
Todas las entrevistas realizadas se transcribieron y los datos fueron organiza-
dos con ayuda del software Atlas-ti 5.0 (Muñoz Justicia, 2003). Esto nos permitió
construir categorías útiles para realizar el análisis fenomenológico.
El uso de la metodología cualitativa fue apropiado en el desarrollo de esta
investigación, pues permitió conocer quiénes son estas mujeres, cómo son y de
qué manera influye en ellas su contexto social. Permite, además, captar y re-
construir los significados que ellas atribuyen a las situaciones que las condujeron
a asumirse en la etapa de menopausia. Dichos significados son la manera en
que el yo considera y mira sus vivencias y las hace significativas (Schutz, 1972).
Así, logramos comprender cómo las mujeres perciben y significan su etapa de
menopausia.

Análisis y discusión de resultados


Entrar a la subjetividad del tema permitió descubrir no sólo una menopausia
sino a “las menopausias”. Cada mujer tiene diferentes experiencias y referentes a
partir de los cuales nombra, significa y narra este acontecimiento, es decir, cons-
truye su propio discurso. En este apartado, daremos a conocer los hallazgos más
relevantes, y los ejemplificaremos con partes de la narrativa de cada informante
para enriquecer el análisis.
Al conocer la experiencia de menopausia de cada mujer que colaboró en la
investigación se identificaron tres perspectivas diferentes a partir de las cuales
ellas se asumen en esta etapa:
La primera es asumir la menopausia a partir del cese de la menstruación (un
año sin la regla).

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EL MISTERIO DE LA MENOPAUSIA: LA PERSPECTIVA DE LAS MUJERES

Ya no me bajaba la regla, ya empecé la menopausia… entonces… me di cuenta, pero


yo no tuve ningún problema… (Andrea, 50 años).

Estas mujeres tuvieron los malestares “representativos” de esta etapa –sobre


todo los bochornos y cambios repentinos de humor– antes y/o después del cese
de su periodo menstrual; sin embargo, no consideraron esos “malestares” como
referentes de menopausia sino hasta un año después de no presentarse la regla.
Como podemos notar, esta forma de asumir la menopausia coincide con el
discurso médico que define a la menopausia estrictamente como el “cese de la
menstruación”. Las mujeres que aceptaron su menopausia desde este referente
son, en su mayoría, mujeres que asisten periódicamente al médico y que, de alguna
forma, cuentan con información sobre esta etapa en su vida. Sin embargo, cabe
destacar que la información que ellas poseen la trasmiten a otras mujeres que,
aunque no asistan al médico para pedir información, también interiorizan este
discurso y les permite saberse en menopausia.
La segunda instancia a la cual las mujeres recurren para considerarse en me-
nopausia es identificar de irregularidades en su periodo menstrual, cuando expe-
rimentan los síntomas “típicos” señalados como “propios” de esta etapa: “calores” o
“bochornos”, irritabilidad emocional, dolores de cabeza o insomnio, entre otros.
Aquí no cuenta tanto el cese de la menstruación, simplemente el inicio de estos
desajustes indica el comienzo de esta etapa.

Yo estaba ¡ya! en la etapa en que la mujer entra a la menopausia, que no tenía sueño,
que todo me molestaba, los bochornos que me dan, los calores… (Rosario, 49 años).

Asumir la menopausia desde esta instancia nos muestra cómo se ha interio-


rizado “el discurso social” que generaliza un grupo de síntomas para las mujeres
adultas en la etapa de menopausia, discurso construido con base en las expe-
riencias de otras mujeres; aunque esto no es garantía de que “todas” la vivirán de
igual manera.
A partir de esta forma de asumirse en menopausia, nuestras informantes
consideran esta etapa más molesta que la menstruación, pues les provoca un sen-
timiento de desesperación y angustia por no saber cómo controlar, por ejemplo,
los bochornos, los dolores de cabeza, la resequedad en la piel, la caída del cabello,
el mal humor, la depresión, la angustia, la fatiga, la falta o el incremento de la
libido, síntomas que se viven a lo largo de meses y hasta años. A diferencia
de los periodos menstruales, a los que se acostumbraron mes con mes y, aunque
también en ellos había malestares, éstos eran pasajeros.

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Finalmente, el tercer referente a partir del cual una parte de las mujeres que
participaron en esta investigación se asume en la etapa de menopausia, es cuando
fueron sometidas a una histerectomía, cuyas implicaciones son, en primer lugar, la
extirpación de algún órgano femenino como el útero o los ovarios. Estos órganos
tienen una carga simbólica importante en la construcción de la identidad femeni-
na, puesto que sin ellos se esfuma la capacidad reproductiva. En consecuencia, su
extirpación implica la retirada de la menstruación, en la mayoría de las ocasiones
“antes de tiempo”, es decir, no en la edad adulta en la que biológica y “natural-
mente”, según el discurso médico, se estima debería darse este acontecimiento.

Ya no había remedio: tenía yo un tumor. Y, al mismo tiempo, también me quitaron


un ovario. La menopausia fue algo drástico… y más porque fue artificial… (Patricia,
55 años).

De nuestras informantes, cuatro son las que viven la menopausia desde la


experiencia de la cirugía. Sin embargo, cada una toma actitudes distintas. Si bien
en todas se vislumbra el cuestionamiento de la feminidad a partir de “la pérdida
de la capacidad reproductiva”, este aspecto toma significados distintos entre
mujeres que sí “tuvieron hijos” y “quienes no tuvieron”. Las primeras muestran
una mayor aceptación al sentirse “realizadas como mujer” debido a que vivieron
la maternidad; a diferencia de la mujer que no tuvo hijos, quien busca su reali-
zación “como mujer” a partir de otros aspectos como la superación personal
(profesional). Sin embargo, vive un duelo hacia la maternidad que nunca pudo
ser. El segundo aspecto desde el cual se cuestionan su feminidad es “la pérdida
de la menstruación”, que perciben como un referente de juventud.
Éstos fueron los referentes utilizados por las mujeres para asumir su meno-
pausia. Notamos que, en algunos casos, efectivamente, existe una interiorización
de los discursos sociales y médicos; no obstante, también identificamos que no
se puede hablar sólo de “menopausia como una etapa generalizada” sino de “las
menopausias como experiencias totalmente personales”.
Por otra parte, en esta investigación reconocemos que la construcción subjetiva
de “las menopausias” está muy ligada con la vivencia que cada mujer tuvo o
tiene de la menstruación, ese acontecimiento mensual que, como mencionaron las
informantes,“purifica, limpia al organismo femenino y satisface sus necesidades”.
Médicamente conceptualizada como “el cese de la menstruación”, la menopausia
no se logra nombrar sino a partir de la menstruación y de toda la carga simbólica
que tiene a su derredor, teniendo en cuenta la “fertilidad” y “el ser joven”.

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EL MISTERIO DE LA MENOPAUSIA: LA PERSPECTIVA DE LAS MUJERES

Sobre todo, me desagradaba usar la toalla sanitaria porque, en aquel tiempo, era
una “supertoalla”. Era, definitivamente, una cosa muy grande y era muy incómodo.
Aparte de que, desde mi primera menstruación, fue muy abundante y a mí me
provocaba mucho miedo el mancharme mi ropa. Yo comencé a menstruar a los 10
años... (Sofía, 45 años).

Por una parte, el dolor, el malestar, la incomodidad; por otra, la emoción de


convertirse en“señorita”,“en mujer”,“la llegada de la fertilidad”: eso es la menstrua-
ción en la vida de las mujeres. En la menopausia, estos sentimientos se invierten;
es decir, los malestares se convierten en un alivio al ya no padecerlos. Existe una
liberación de las preocupaciones ante la preparación para la llegada mensual
de la regla, se evitan las preocupaciones de embarazos no deseados, y se goza de
mayor libertad para tener una vida sexual más plena. Por otra parte, la emoción
se convierte, en la mayoría de las ocasiones, en un cuestionamiento constante de
la feminidad: ¿se es mujer o ya no? La capacidad reproductiva se ha perdido y la
imagen corporal ya no es tan deseable como antes.

El hombre, en ocasiones, dice que ya no es lo mismo tener una relación porque ya está
hueca en cuanto a la menopausia, ya no pueden tener muy bien su relación porque
ya los ovarios no están trabajando. Entonces, así ya no sirve uno. Y yo, en lo personal,
digo:“es cuando más se disfruta una relación sexual, sin ningún riesgo de quedar em-
barazada”. Psicológicamente, los hombres, también no están preparados para poder
llevar una relación sexual perfecta con su pareja, porque ya no hay ningún riesgo
de que si el preservativo salió mal, que quedé embarazada… (Esperanza, 55 años).

Otro referente social que permitió a las mujeres describir su menopausia es


“la edad”. Esta es una etapa que,“se sabe”, sólo experimentan las mujeres adultas;
así que, por el hecho de notar “su edad” consideran que es “tiempo de esperar o
vivir la menopausia”.

Te ves al espejo y… claramente, empiezas a ver rasgos de envejecimiento que, aun-


que no son notorios, pasas a verte al espejo y dices: ¡ya soy viejo!… empiezas a ver que
aparecen más líneas en el rostro y empiezas a notar, o a percibir, que no tienes la
habilidad que habías tenido en cuanto a movimiento. Empiezo a notar, por ejemplo,
que mi estado de tolerancia física no es igual, que ya no puedo estar en una fiesta, en
otra fiesta y en otra fiesta, porque me canso, me agoto… (Sofía, 45 años).

La menopausia es una experiencia muy “particular” cuyos significados están


permeados por las historias de vida y el perfil de cada mujer. Muchas veces, esta

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etapa les significa una oportunidad para vivir “por ellas”, “pensarse”, “ocuparse
de sí mismas”, “realizar actividades que siempre desearon y no habían tenido
oportunidad de hacer”.
En un sentido general, identificamos que los aspectos esenciales retomados
por las mujeres para construir el discurso sobre su experiencia con la menopau-
sia son los siguientes: síntomas y malestares, cese de la menstruación, interven-
ciones quirúrgicas (histerectomía), la experiencia con la menstruación, la edad,
y la forma como “los otros” (sociedad) etiquetan a las mujeres adultas.
Otro aspecto interesante, y que nos permite justificar los antes mencionados
que“describen a la menopausia”, son las definiciones concretas que ellas construye-
ron de su vivencia, las cuales permiten reflexionar sobre los discursos médicos
y sociales que se interiorizan, contrastados con los sentimientos particulares de
cada mujer.
Algunas definiciones están relacionadas con la supuesta pérdida de su femi-
nidad debido a la desaparición de su capacidad reproductiva, que las coloca en
un papel inferior en la escala social, donde los cuerpos jóvenes y funcionales son
los más valorados:

Menopausia: el final de tu etapa como mujer. Pues yo siento que, pues, una de las
cosas maravillosas que tiene la mujer al venir al mundo es eso, ¿no? reproducirse,
dar vida; y, para mí, éste es el fin: “se cerró la maquinita”. Y como que ya, a partir de
aquí, tu vida cambia… Quizás a vivir, ahora sí, de recuerdos. Es cuando empiezas a
tejer, a tener nietos, a otras cosas. Cambia tu vida totalmente… Pero siento que sí, sí
es el fin como mujer, de la etapa de reproducir, de dar vida… Yo así lo definiría… Se
deja de ser mujer “para dar vida”, ¿no? O sea, en lo otro, pues yo siento que no. Digo,
mientras tengas pareja, puedes seguir siendo mujer. Pero te digo, yo, en cuestión de
dar vida, yo siento que sí, que es el fin de esa etapa, pues ya te toca vivir la vida de tus
hijos, de tus nietos, la tuya, pero a través de eso ¿no?, de vivir de ellos, de recuerdos
¿no? Pero, sí, ya es otra etapa muy diferente… (Rebeca, 51 años).

Por otra parte, fue definida también como una etapa en la que se presentan
muchos cambios físicos y emocionales, cuando las mujeres se sienten diferentes
al ir despidiendo a la menstruación o con el cese de la misma, con cambios en las
relaciones con los demás –la manera en que se sienten miradas por los “otros”–.
En este sentido, para nuestras informantes, otra definición de la menopausia es
“etapa de cambios”.

Menopausia: pues, una cosa donde hay cambios, donde la mujer deja de menstruar.
Y luego dicen unas personas que con la retirada de la menstruación uno deja de ser

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EL MISTERIO DE LA MENOPAUSIA: LA PERSPECTIVA DE LAS MUJERES

mujer… Yo digo que no dejamos… Yo digo que yo ya di vida, mi vientre ya dio vida, y
no porque mi vientre deje de dar vida yo dejo de ser mujer. Yo sigo siendo mujer,
soy una mujer realizada en todos los sentidos y me siento muy feliz. Estoy contenta
con mi vida… y pues eso sería para mí la menopausia: algo donde hay ¡muchos
cambios!… (Rosario, 49 años).

Otro concepto en torno a la menopausia es, precisamente, “la despedida de


la menstruación y, con ella, la pérdida de la fertilidad”. Vemos que esta defini-
ción coincide con la definición médica en la cual la menopausia es el cese de la
menstruación y no otra cosa: “La menopausia es un cambio hormonal, el fin
de la menstruación…” (Patricia, 55 años).
Algunas mujeres definieron su menopausia por medio de adjetivos, como
una etapa “fea”, “traicionera”, “de sufrimiento”, debido a la dificultad para sobre-
llevar y aceptar lo que vivieron o se encuentran viviendo. Es la etapa en que “las
mujeres terminan con su juventud”; como si su ciclo menstrual fuera la base de
la juventud y, por tanto, al finalizar éste, la posibilidad de conservar un cuerpo
bello y funcional –básico para la aceptación social–, se perdiera.

Pues que ya terminó tu ciclo de juventud, ya se entra a una etapa madura, ya que
tienes que tener otros cuidados, aprender a cuidar tu cuerpo, porque creo que ya
necesitamos más cuidados por la edad… (Martha, 52 años).

Las definiciones anteriores dan cuenta de la apropiación de los discursos


médicos sobre la menopausia. Además, se ve a ésta de forma negativa, como una
etapa de malestares, de enfermedades, de cambios, donde se deja de ser mujer. Sin
embargo, no todas las informantes piensan así: algunas definen su menopausia
como “una etapa agradable” por experimentar y que tendrá repercusiones en su
vida social, en sus cuerpos y en su estado emocional.

Para mí, [es] algo muy bonito que voy a experimentar en mi físico, en lo moral y en
[mi] cuerpo. Todo eso que vamos a pasar se va a manifestar y, pues, yo digo que sí
es muy bonito, que vamos a sufrir pero, pues, ni modo; tenemos que pasarlo, pues
porque lo tenemos que pasar… Pero para mí es algo muy bonito, que tengo que
experimentar porque está dentro de mi propio cuerpo… (Guadalupe, 46 años).

Las mujeres con un nivel escolar más alto tienen otro tipo de discurso para
definir su menopausia. Ellas la perciben como una vivencia personal que aca-
rrea muchos cambios tanto biológicos como físicos, psicológicos y sociales; y

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la definen como “una etapa llena de libertades, en la que no se tienen que estar
preocupando por los cuidados que implicaba tener la menstruación”. Opinan
que no todas las mujeres definen de la misma manera su etapa de menopausia,
pues depende de cómo se hayan cuidado e informado para no sufrir tanto los
síntomas o molestias de esta etapa.

La defino como un ciclo de vida totalmente individual y personal, con características


físicas y con características biológicas y emocionales muy propias de cada mujer. Cada
mujer tendrá su propia manifestación de acuerdo a las actividades que hizo durante
el transcurso de su vida y no todas vamos a vivir las mismas, a tener los mismos
síntomas. Considero que también es una etapa donde podemos revalorar nuestra
propia actitud ante la vida, nuestra propia actitud ante lo que es la cuestión física;
es un momento para revalorar y para no permitir dejarnos… ¡abandonarnos!… En
ninguno de los planos físico, emocional, intelectual, laboral… Es una etapa donde
podemos continuar nuestra vida a pesar de los cambios físicos que se nos presenten
y a pesar de la intensidad con que se nos presentan y que bueno, considero que no
es un estado de estancamiento, sino, más bien, como de un florecimiento pero hacia
otros momentos, ¿no? Eso es lo que yo considero… (Sofía, 45 años).

En general, podemos decir que cada mujer tiene una definición particular de
esta experiencia, construida desde el contexto cultural donde se desenvuelve, su
perfil, su educación y, de forma general, a partir de su experiencia con la mens-
truación. Así, para las mujeres cuya menstruación representó una incomodidad,
la menopausia significa un alivio, una liberación; sin embargo, a quienes la mens-
truación no les causó mayores molestias, le otorgan un significado más dirigido
hacia la fertilidad que se esfuma y a una nueva etapa que debe comenzarse a vivir.

Conclusiones
Logramos reconocer que hablar sobre menopausia tiene muchas implicaciones
que van más allá de lo médico: algunas de orden psicosocial que nos remitieron
a explorar la manera como se construyen los significados en torno a esta etapa,
que nos muestra una identidad femenina en particular y la estigmatización de
la mujer en esta fase de su vida.
Identificamos que la sociedad es la constructora de una guía de comportamien-
to específica para algunas personas. Las mujeres hemos sido, hasta hoy, la parte
vulnerable y reprimida de nuestra sociedad, empezando por las prohibiciones o

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tabúes que giran en torno a temas tan íntimos como la experiencia de menopausia,
un tema del cual “no se habla” o “se habla con discreción” y sólo entre mujeres, y
que, como consecuencia, en un primer momento lo limita a ser descrito como
una etapa de malestares físicos.
Esta investigación cumplió su objetivo: consiguió dar voz a las mujeres que
pasaron o están pasando por esta etapa. Ello permitió que pusieran en palabras
su experiencia y nos regalaran los significados que ellas otorgan a cada momento
y a cada aspecto con que significan su menopausia y, de esta forma, nos dieran
acceso a la subjetividad.
No conocimos a la menopausia, sino“a las menopausias” porque, a partir de esta
investigación, podemos decir que “no debe generalizarse la experiencia”, puesto
que existen diferentes formas de vivirla. Además, las generalizaciones realizadas,
en gran medida, desde los discursos hegemónicos y médicos, han sido causa de
que “los otros”, la sociedad, le endosen una etiqueta errónea a la menopausia
y a quien la vive.
En este trabajo exploramos aspectos que nos permitieron ventilar la com-
plejidad de la menopausia desde una perspectiva psicosocial, alejada del modelo
médico. Ubicamos esta etapa dentro de los “misterios de la sangre” en la vida de
las mujeres. La menstruación, la maternidad y la menopausia tienen un signifi-
cado particular para cada mujer. Así pues, para sumergirnos en la “subjetividad de
la menopausia”, necesitamos tener en cuenta la menstruación y la maternidad.
La forma como fueron vividas y el significado que se les otorgó en su momento,
facilitaron a las informantes narrar sus sentimientos en la menopausia. A nosotras,
nos fue posible identificar esta construcción subjetiva que buscamos.
Esta investigación nos permitió señalar que la vivencia de la menopausia no
puede generalizarse a todas las mujeres adultas: cada una vive una “menopausia”
diferente. Encontramos tres maneras distintas a partir de las cuales ellas“definen”,
“se percatan de…” y “asumen” la llegada de esta etapa. En primer lugar: “El cese
de la menstruación igual a menopausia”. Para algunas mujeres es indispensable
considerar este hecho para asumir su menopausia:“antes, no”. Vemos que, de cierta
forma, coinciden con el discurso médico que nombra a la menopausia de tal
manera. Esta forma de asumirse es característica de las mujeres que asisten con
regularidad al médico a hacerse revisiones como mastografía y papanicolau, entre
otras. Podemos decir, entonces, que son mujeres que se apropian del discurso
médico para asumir su menopausia; sin embargo, su vivencia con ella suele ser
distinta de como los médicos la exponen. Ahí es donde entra la historia de vida
y las relaciones sociales, pues a partir de ellas significan y le otorgan un valor a
lo que les acontece.

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La segunda forma que las mujeres utilizan para asumir su menopausia es con-
siderar la siguiente condición: “En la edad adulta, la presencia de irregularidades
en el periodo menstrual, de malestares como los bochornos y cambios de humor,
entre otras, indican la llegada de la menopausia”. En este sentido, podemos decir
que se tiene en cuenta el discurso “social” que describe la menopausia como una
etapa donde los “síntomas y malestares son característicos”. Encontramos que el
malestar más típico son“los bochornos” o“calores”. En segundo lugar, tenemos los
“desajustes emocionales”, los cambios de humor repentinos que hacen “notorio”
a las demás personas que esa mujer está pasando la menopausia. Vivir esto ha
sido para las mujeres una de las experiencias más incómodas, no tanto por los
malestares en sí mismos, sino porque “se sienten señaladas”, ya que dichas mo-
lestias hacen evidente “que están en esta etapa”.
Por último, hallamos a la menopausia inducida o artificial, cuya condición
es: “someterse a una histerectomía (extirpación de útero u ovarios) que, como
consecuencia, tiene el fin de la menstruación y, con ello, la pérdida de la fertili-
dad. Esto indica el pase automático a la menopausia, una menopausia artificial”.
Algunas mujeres se han visto en la necesidad de realizarse una histerectomía, en su
mayoría por motivos de salud y por“planificación familiar”. Estas cirugías han sido
la característica fundamental para considerar la menopausia de la mujer, debido a
que con ella se pierden“muchas cosas”, como dicen las propias mujeres; desaparece
la regla de manera abrupta y se vuelven estériles. Así también, someterse a una
“extirpación de útero y/o de ovarios” las hace sentir incompletas “como mujeres”,
se sienten “vacías”. La actitud que toman en su menopausia “artificial” depende,
en gran medida, de las causas por las cuales se practicaron la operación.
Entrar a la etapa de menopausia provoca a las mujeres experimentar actitudes
y sentimientos distintos. La mayoría “naturaliza este acontecimiento como en su
momento lo hicieron con su menstruación”. Sin embargo, a veces lo reciben con
temor y desagrado: la información obtenida acerca de este tema es muy poca y la
que existe y “a la cual tienen acceso las mujeres” describe a la menopausia como
un acontecimiento “doloroso”, “que anuncia el deterioro de la mujer”, su “vejez”;
mostrando, así, una imagen de“mujer en decadencia”. Por otra parte, la menopau-
sia ha significado una etapa de “libertad”,“de alivio”, pues algunas consideran a la
menstruación como algo incómodo, limitante para realizar ciertas actividades.
Ahora, sin ella, las realizan sin ninguna preocupación. De esta manera, podemos
identificar cómo las mujeres relacionan su experiencia de menstruación con su
experiencia de menopausia y cada mujer decide cómo vivirla.
Desde una perspectiva general, la llegada de la menopausia ha sido calificada
como “una etapa de cambios en el organismo” y “una etapa de nuevas experiencias

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personales”. Las mujeres coinciden en que la retirada de su menstruación les ha


sido un tanto “difícil” pero no imposible de superar. Compartir su vivencia con
otras mujeres, intercambiar impresiones y sentimientos ante este suceso, les ha
facilitado constatar que“no son las únicas mujeres que viven esta etapa” y que cada
una forja diferentes experiencias, puesto que todos los organismos son distintos.
De este modo, se deja de lado ese discurso generalizador de la experiencia.
Así, esta investigación llevada a cabo con un grupo de mujeres con diferentes
perfiles e historias y estilos de vida que se asumieron en menopausia, realizada a
partir de entrevistas en profundidad, podría hacerse de igual forma con una téc-
nica distinta como los grupos focales. Abordarla de esta manera permitiría inter-
cambiar vivencias, identificar significados comunes y diferentes en las mujeres, y
les ayudaría a reconocer que no están solas, que muchas otras viven la menopausia;
podría funcionar, también, como desahogo, ya que observamos que reprimen
“el compartir” estas experiencias tan “íntimas”, por temor a ser juzgadas o no en-
contrar la comprensión que buscan.
Sería muy interesante lograr grupos de mujeres con perfiles idénticos, quizás
basados en aspectos como: si tienen hijos o no, si tienen pareja, la escolaridad;
incluso, retomar el hallazgo principal de esta investigación: “las distintas formas
desde las cuales las mujeres asumen su menopausia”; mujeres que se asumen
en menopausia a partir del cese de su menstruación, a partir de la vivencia de
síntomas y malestares comúnmente asociados con la etapa (bochornos, irregula-
ridades menstruales, cambios de humor, entre otros); y mujeres cuya menopausia
fue “artificial”, producto de una histerectomía.
A manera de recomendación, consideramos importante poner en marcha
talleres y grupos de apoyo para las mujeres que viven la menopausia; y también
para hombres. En esos espacios será útil proporcionar información sobre los
cambios en el organismo y las nuevas oportunidades que se tienen para disfrutar
de la vida estando en esta etapa.

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