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Anécdotas Hípicas Venezolanas presenta

El Poder de los Números


Parte I
Por Winston Hernández
 
Un análisis del speed rating y su efectividad en el estudio de las carreras
de caballos. La revista Estudio Hípico de Nicolás Schedrin marcó una
época en la historia del periodismo hípico en Venezuela.
 
Desde muy pequeño sentí
especial interés por el hipismo y
las matemáticas. El primero es
mi gran pasión desde que tengo
uso de razón y la segunda es una
maravillosa ciencia exacta, un
universo fantástico donde todo
aquel que conozca sus reglas
claras y las
aplique correctamente, entenderá
cómo sacar provecho de sus
infinitas aplicaciones. En síntesis:  
un “mundo ideal”, por cuanto se
trata de un escenario donde todo
encaja perfecta y
armoniosamente.
 
Era lógico, en consecuencia, que durante mi escolaridad – desde mis tempranos
años en la primaria y posteriormente en el bachillerato y la universidad –
intentara utilizar las matemáticas para predecir los resultados de las carreras de
caballos. Una idea nada novedosa, pero que para mí tenía una enorme
importancia debido a que el hipismo y las matemáticas estaban predestinados a
marcar mi vida en todo sentido.
 
Recuerdo que cuando estaba en tercer año de bachillerato y en la clase de física
la profesora explicó que la velocidad era la división de la distancia recorrida
entre el tiempo que el móvil tarda en hacerlo, me fui corriendo a mi casa a
buscar la revista y comencé a calcular la velocidad de todos los participantes de
cada carrera. El que fuera más rápido, debería ser el ganador. De lo que me di
cuenta ese mismo fin de semana, fue que mis cálculos no eran tan acertados
como yo esperaba. A veces soy lento para entender algunas cosas, pero al
revisar me di cuenta de inmediato que parte del problema consistía en que a
mayor distancia, menor velocidad y eso favorecía en los cálculos a aquellos
ejemplares que corrieran en distancias más cortas. Primera lección aprendida.
 
Cuando la excepcional revista “Estudio Hípico” del Ingeniero
Nicolás Schedrin Egorenko publicó en sus páginas una tabla con los récords
de pista nacionales y las puntuaciones para cada distancia, la copié de
inmediato y comencé a utilizarla. El sistema era sencillo: al récord de pista se le
asignaban 100 puntos y se restaba un punto por cada quinto de segundo más
que empleara el ejemplar en estudio. Así por ejemplo, si el récord en 1200
metros era 69.0 y el tiempo del caballo era 73.0 la diferencia entre ambos era
cuatro segundos, esto es 20 quintos de segundo lo que se traduce en
un speed rating de 80 puntos (100-20). Aquí los resultados fueron mejorando,
pero para perfeccionar los cálculos un poco más el sentido común me dictó que
no podía tomar en cuenta todas las actuaciones. Por ejemplo, si un caballo iba a
correr en 1800 metros, no tenía sentido considerar una carrera en 1100 metros.
Por eso, decidí utilizar un rango de +/-100 metros. Por ejemplo, para una carrera
en 1300 metros, tomaría en cuenta únicamente las actuaciones en 1200, 1300
y 1400 metros.
 
Cuando ingresé en la universidad y comencé a estudiar derivadas e integrales,
pasé días enteros intentando analizar la forma en que estos conceptos se
podrían aplicar en la determinación de los tiempos probables. ¿El resultado? me
fue muy bien en los exámenes de Cálculo I y II, pero todos mis intentos en su
aplicación hípica resultaron vanos.
 
Con el tiempo establecí algunas reglas para hacer los cálculos de los tiempos.
En primer lugar, no tomo en cuenta las actuaciones en pista anormal: esto
es fangosa y súper fangosa. Pero siempre marco con un asterisco en la revista
a los ejemplares que rinden en estas condiciones (por si llueve). En segundo
término, únicamente tomo en cuenta las últimas cinco actuaciones de cada
competidor y sólo aquellas que disputó en las distancias del rango mencionado
anteriormente (±100 metros).
 
Lo anterior trae como consecuencia que en cada carrera haya varios ejemplares
a los que no se les puede calcular proyecciones numéricas. A éstos los agrupo
como “incógnitas” y los estudio aparte tomando en cuenta otras variables. Aquí
se incluyen los debutantes y los ejemplares que tienen un tiempo prudencial
sin correr. En este último caso, calculo sus últimas proyecciones para utilizarlas
como referencia.
 
Algo que se debe tener muy en cuenta al calcular las proyecciones numéricas es
que los purasangres no son máquinas – recuerden que hasta éstas se dañan – y
lo que se obtiene es un promedio que nos permite tener una idea de cuál
pudiera ser el desempeño de cada uno de los participantes en
condiciones “normales”. Hay que tomar en cuenta detalles muy importantes
como: el tren de carrera, cambios de jinetes y agrupación, la evolución (o
involución) del ejemplar y otros aspectos que poco a poco van señalando la
experiencia.
 
 En la próxima entrega, explicaremos el método
del handicaper norteamericano Charles Carroll que es el que – en lo
personal – aplicamos actualmente y nos ha dado grandes satisfacciones.
 
Fuentes: www.esquemahipico.com (imagen)
 
Anécdotas Hípicas Venezolanas, jueves 27 de octubre de 2011
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