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VOLOMEN 80
1972
Pero la conmemoración centenaria de su muerte no es importantes. Las primeras tienen su compensación en el di-
un reclamo imperativo a causa de los elogios y de los títulos verso enfoque que ofrecen temas afines. Las segundas no
que se pueden tributar a su persona o a su obra. El arsenal deben atribuirse, en los casos más llamativos, a la progra-
de adjetivos panegiristas, propios de semejantes aconteci- mación, sino a los imponderables inherentes a esta clase de
mientos, está bien nutrido. Los centenarios tienen un voca- trabajos. Las circunstancias pueden más que los buenos pro-
bulario tanto más inocuo e ineficaz cuanto más forzado y pósitos. Acaso ¡a tarea más ingrata haya sido la de hallar
mímico. La conmemoración centenaria del P. Francisco Pa- colaboradores animosos y competentes que quisieran enfren-
lau tiene motivos suficientes para no ser anodinamente una tarse con una documentación difícil y con problemas deli-
más. Puede y quiere ser una afirmación de valores perpetua- cados.
dos y vigentes de su espíritu. De ese espíritu encarnado en El plan inicial abarcaba todos los aspectos importantes
quienes le consideran como padre. Espíritu que pervive con de la obra y de la figura del P. Francisco Palau, a excepción
frescura dinámica gracias a su constante renovación. En la del estrictamente biográfico, único campo hasta ahora explo-
fidelidad renovada hay que buscar la clave para justificar la rado con notables aportaciones. Entre las limitaciones que
celebración centenaria y para dar con sus expresiones más han recortado con incidencia destacable la programación de
adecuadas. base, debemos señalar la que se refiere a la actividad apos-
Jubileos y conmemoraciones están sujetos al ritmo me- tólica más comprometida de sus últimos años. Causas extra-
cánico del tiempo. Lo único que cambia en ellos es el mó- ñas a los propósitos de generosa colaboración han impedido
dulo de su reproducción. En una época tan pragmatista co- que el lector pueda familiarizarse con el pensamiento y la
mo la nuestra, y en perspectiva conciliar, la fecha centena- obra del P. Palau en torno al ministerio del exorcistado.
ria de la muerte del P. Francisco Palau —espíritu profético La temática desarollada en los diversos trabajos se su-
inconfundible— no puede ser una vuelta atrás del reloj ni cede en un orden lo suficientemente lógico y progresivo co-
un anacronismo. Lo sería si tratase de avivar simplemente mo para lograr una visión amplia y panorámica de la figura
un recuerdo con fuegos de artificio deslumbrantes y ensor- y de la obra del gran apóstol del siglo XIX.
decedores, que se esfuman instantáneamente en el espacio. Su entorno histórico queda perfilado en los cuatro pri-
Más que perpetuar un recuerdo, interesa prolongar y reavi- meros estudios. Se abre con la panorámica social, política y
var una presencia: la presencia de una figura hecha mensa- religiosa en que vivió y actuó nuestro protagonista. La si-
je para el mundo de hoy. Tal es el intento de las colabora- tuación general condicionó irremisiblemente el marco res-
ciones que integran este volumen. Cuando el lector vuelva tringido de su formación religiosa y carmelitana, aspectos
la última hoja sentenciará si merecía la pena tamaño es- que se analizan en los tres trabajos consagrados a este tema,
fuerzo por parte del Carmelo Teresiano, de quien el P. Fran- es decir: estado del Carmelo Teresiano cuando ingresa en
cisco es hijo preclaro, y del Carmelo Misionero, que le pro- él Francisco Palau y Quer; la vida claustral y la impronta
clama orgulloso su Fundador. por ella marcada en su fisonomía espiritual.
Una segunda sección se centra en su pensamiento y en
* » * su doctrina. El análisis de sus escritos revela las preocupa-
ciones dominantes y la temática más original y frecuentada
por su pluma. Vivencia, doctrina y actividad están insepa-
El manojo de estudios aquí reunidos significa el primer rablemente vinculadas al misterio de la Iglesia. Es la reali-
ensayo serio de penetración en su legado eclesial. El interés dad que da contenido y sentido a toda su vida; el eje en
puesto en la empresa y la competencia de las firmas son sus torno al cual giran siempre su pensamiento y su obra. De
mejores credenciales. Como obra en colaboración, hay que ahí, que se estudie con particular detención y bajo diversos
dar por previsible y, hasta cierto punto inevitable, el hecho puntos de vista, en conformidad con los elementos más re-
de ciertas repeticiones; también el de lagunas más o menos levantes de su mensaje. La originalidad y penetración de
EULOGIO PACHO
PRESENTACIÓN
importantes. Las primeras tienen su compensación en el di-
Pero la conmemoración centenaria de su muerte no es verso enfoque que ofrecen temas afines. Las segundas no
un reclamo imperativo a causa de los elogios y de los títulos deben atribuirse, en los casos más llamativos, a la progra-
que se pueden tributar a su persona o a su obra. El arsenal mación, sino a los imponderables inherentes a esta clase de
de adjetivos panegiristas, propios de semejantes aconteci- trabajos. Las circunstancias pueden más que los buenos pro-
mientos, está bien nutrido. Los centenarios tienen un voca- pósitos. Acaso la tarea más ingrata haya sido la de hallar
bulario tanto más inocuo e ineficaz cuanto más forzado y colaboradores animosos y competentes que quisieran enfren-
mímico. La conmemoración centenaria del P. Francisco Pa- tarse con una documentación difícil y con problemas deli-
lau tiene motivos suficientes para no ser anodinamente una cados.
más. Puede y quiere ser una afirmación de valores perpetua- El plan inicial abarcaba todos los aspectos importantes
dos y vigentes de su espíritu. De ese espíritu encarnado en de la obra y de la figura del P. Francisco Palau, a excepción
quienes le consideran como padre. Espíritu que pervive con del estrictamente biográfico, único campo hasta ahora explo-
frescura dinámica gracias a su constante renovación. En la rado con notables aportaciones. Entre las limitaciones que
fidelidad renovada hay que buscar la clave para justificar la han recortado con incidencia destacáble la programación de
celebración centenaria y para dar con sus expresiones más base, debemos señalar la que se refiere a la actividad apos-
adecuadas. tólica más comprometida de sus últimos años. Causas extra-
Jubileos y conmemoraciones están sujetos al ritmo me- ñas a los propósitos de generosa colaboración han impedido
cánico del tiempo. Lo único que cambia en ellos es el mó- que el lector pueda familiarizarse con el pensamiento y la
dulo de su reproducción. En una época tan pragmatista co- obra del P. Palau en torno al ministerio del exorcistado.
mo la nuestra, y en perspectiva conciliar, la fecha centena- La temática desarollada en los diversos trabajos se su-
ria de la muerte del P. Francisco Palau —espíritu profético cede en un orden lo suficientemente lógico y progresivo co-
inconfundible— no puede ser una vuelta atrás del reloj ni mo para lograr una visión amplia y panorámica de la figura
un anacronismo. Lo sería si tratase de avivar simplemente y de la obra del gran apóstol del siglo XIX.
un recuerdo con fuegos de artificio deslumbrantes y ensor- Su entorno histórico queda perfilado en los cuatro pri-
decedores, que se esfuman instantáneamente en el espacio. meros estudios. Se abre con la panorámica social, política y
Más que perpetuar un recuerdo, interesa prolongar y reavi- religiosa en que vivió y actuó nuestro protagonista. La si-
var una presencia: la presencia de una figura hecha mensa- tuación general condicionó irremisiblemente el marco res-
je para el mundo de hoy. Tal es el intento de las colabora- tringido de su formación religiosa y carmelitana, aspectos
ciones que integran este volumen. Cuando el lector vuelva que se analizan en los tres trabajos consagrados a este tema,
la última hoja sentenciará si merecía la pena tamaño es- es decir: estado del Carmelo Teresiano cuando ingresa en
fuerzo por parte del Carmelo Teresiano, de quien el P. Fran- él Francisco Palau y Quer; la vida claustral y la impronta
cisco es hijo preclaro, y del Carmelo Misionero, que le pro- por ella marcada en su fisonomía espiritual.
clama orgulloso su Fundador. Una segunda sección se centra en su pensamiento y en
su doctrina. El análisis de sus escritos revela las preocupa-
ciones dominantes y la temática más original y frecuentada
por su pluma. Vivencia, doctrina y actividad están insepa-
rablemente vinculadas al misterio de la Iglesia. Es la reali-
El manojo de estudios aquí reunidos significa el primer dad que da contenido y sentido a toda su vida; el eje en
ensayo serio de penetración en su legado eclesial. El interés torno al cual giran siempre su pensamiento y su obra. De
puesto en la empresa y la competencia de las firmas son sus ahí, que se estudie con particular detención y bajo diversos
mejores credenciales. Como obra en colaboración, hay que
puntos de vista, en conformidad con los elementos más re-
dar por previsible y, hasta cierto punto inevitable, el hecho
levantes de su mensaje. La originalidad y penetración de
de ciertas repeticiones; también el de lagunas más o menos
PRESENTACIÓN EULOGIO PACHO
su pensamiento eclesial queda bien destacada en las páginas Juana Gracias acompaña ahora al P. Francisco Palau en el
del volumen. Su lectura hace inútiles nuestras ponderacio- recuerdo centenario de su muerte.
nes. Aunque el misterio eclesial sea el núcleo central de su
enseñanza, ésta no se agota con el tema; más bien se pro- * • *
longa en aplicaciones o irradiaciones del mismo. No le im-
porta la teoría en sí misma; escribe siempre para la vida; La historia nos asegura que la figura del P. Francisco
por lo mismo, la realidad del misterio eclesial se proyecta en Palau es de una singularidad desconcertante. Vivió con in-
toda su obra en dirección vital. La existencia humana tiene tensidad difícil de conmensurar el drama religioso de la Es-
sentido únicamente si está orientada a su destino trascendente, paña decimonónica. Buscó afanosamente de por vida un
es decir: a la santidad. Esta se realiza a través de las virtu- equilibrio perfecto entre las tendencias, al parecer opuestas,
des, pero dentro del contexto comunitario de la Iglesia. Más que polarizan con impelente urgencia sus fuerzas espiritua-
aún, si su cauce es el de la vida consagrada, otra de las gran- les. Ensambló en una sola pieza el apóstol inflamado y el
des preocupaciones del P. Francisco Palau. contemplativo incansable; el luchador obstinado y el solita-
Había en él algo misterioso que atraía extrañamente a rio penitente. Se sintió heraldo y renovador de la Iglesia; se
los demás. Pese a su temperamento adusto, irradiaba de su proclamó con orgullo misionero apostólico.
persona algo casi contagioso: algo que la naturaleza puso a Sus afanes de fundador se entrecruzan con sus intentos
disposición de la gracia, para que ésta hiciera de él un após- de organizar escuelas recristianizadoras. A cada paso, a cada
tol infatigable y comprometido. De las facetas más relevan- trecho de su vida, surge en él impetuosa la llamada a la
tes de su obra se ocupan los trabajos de la última sección: soledad, al más recóndito silencio. Cuando parece atenazado
la consagrada al estudio de sus actividades apostólicas. Lo para siempre a las descarnadas rocas del Vedrá, una sacu-
que pudiéramos considerar como proyección de su vida y de dida misteriosa lo vuelve a lanzar al mar agitado de la acti-
su pensamiento. Empresas como la "Escuela de la virtud" vidad apostólica. Y así, una y otra vez, a lo largo de los años,
demuestran inconfundiblemente un temple apostólico fuera como si su vida fuera un tejer y destejer ilusiones humanas
de lo corriente. Bastaría sólo esa obra para justificar el ape- en torno al misterioso hilo que le tendía sin cesar la Pro-
lativo de apóstol de vanguardia. Acaso no haya otra plani- videncia divina.
ficación apostólica tan avanzada y bien concebida en todo el A distancia de cien años, en lejana, pero clara perspec-
siglo XIX español. Su mismo fracaso, a manos del ateísmo tiva, el perfil de su silueta histórica se ha transformado. Es
y de la revolución, demuestra lo acertado del intento. Pero el fracasado, que triunfa; el frustrado, que se realiza en ple-
la "Escuela de la Virtud" no es más que una muestra de nitud; el carismático, que se adelanta a los tiempos; el so-
los afanes eclesiales del P. Francisco Palau. Se desvivió por ñador realista; el arriesgado, que acierta; el luchador que
su "Amada", la Iglesia y, como buen enamorado, no hizo acepta y se humilla; el grano de trigo, que muere y germi-
otra cosa que buscar o inventar expresiones nuevas para na... Su fruto más sazonado, el Carmelo Misionero: herencia
manifestar su amor. Ese es el móvil supremo de toda su ac- y testimonio de su espíritu.
tividad como predicador infatigable, como misionero popu-
Quien desee una prueba documentada de tales afirma-
lar, como exorcista penitente, como fundador. Al fin, formas
ciones la tiene en las páginas que siguen.
variadas del mismo servicio eclesial que alentaba en su in-
domable espíritu. Si le sobrevivió y bulle todavía en amplias
parcelas del Pueblo de Dios, se debe al Carmelo Misionero, Roma-Burgos.
que es su obra cumbre: su auténtico legado carismático. Du- Diciembre de 1972
rante su lenta y fatigosa gestación la Providencia divina
puso a su vera un alma que supo sacrificarse y renunciar a EULOGIO PACHO, C. D.
personales proyectos en pro de la obra palautiana. Por eso
1.
El hombre y su
tiempo
GUIÓN BIOGRÁFICO DEL
PADRE FRANCISCO PALAU Y QUER
1811 Diciembre
Nace el 29 en Aytona, de José Palau y Antonia Quer, y es bau-
tizado el mismo día.
1817 Abril
Confirmado el día 11 en Aytona, por D. Manuel de Villar, obis-
po de Lérida.
1828-32 Estudios de filosofía y teología en el seminario de Lérida.
1828 Septiembre
Consigue una beca en el seminario de Lérida.
1829 Diciembre
Recibe la tonsura clerical el día 19.
1832 Durante el verano renuncia a la beca del seminario.
Octubre
Ingresa en el noviciado del convento de S. José de Barcelona.
el día 23.
Noviembre
El día 14 toma el hábito como corista, adoptando el nombre
de Fr. Francisco de Jesús, María y José.
1833 Noviembre
Profesa el día 15 como Carmelita Descalzo, en Barcelona.
Diciembre
El día 10 es admitido, por su comunidad, para recibir las Orde-
nes Menores y el Subdiaconado.
Al día siguiente, el P. Juan de S. Bernardo certifica al obispo
de Barcelona que Fr. Francisco ha hecho los ejercicios espiri-
tuales y el examen que se requieren para las Ordenes.
GUIÓN BIOGRÁFICO
10 GUIÓN BIOGRÁFICO 11
Recibe las Ordenes Menores y el Subdlaconado de manos del
obispo de la diócesis de Barcelona, D. Pedro Martínez Sanmartín. Julio
Vencidas las tropas "carlistas" en Berga, el P. Palau pasa la
1834 Enero frontera francesa por Prats-de-Molló-le Preste, el día 21. Van
Fr. José de Sta. Concordia, provincial, le concede autorización con él su hermano Juan y siete compañeros más.
para presentarse a la ordenación de diácono. Al día siguiente presta declaración en Céret y prosigue hacia
Se presenta a los exámenes para la ordenación de diácono en Perpignan, donde se presenta a la autoridad eclesiástica.
el palacio episcopal de Barcelona, en los días 17 y 18. El Vicario General de Perpignan, G. Fort, le concede licencias
Es ordenado de diácono por D. Pedro Martínez Sanmartín el «per transitum».
día 22. Por estas mismas fechas entra en contacto con el convento de
1835 Julio las Clarisas de la misma ciudad.
El día 25 es incendiado el convento de S. José de Barcelona y 1841 Octubre
expulsados los religiosos
G. Fort, Vicario General del obispado de Perpignan, extiende
A finales de mes es encerrado en la prisión de Ciudadela en un certificado atestiguando la buena conducta del P. Palau.
Barcelona.
1842 Durante este año escribe el libro Lucha del alma con Dios,
Agosto que publica al año siguiente en Montauban.
Con fecha 1, solicita al Ayuntamiento de Barcelona un traje 1843 Enero
decoroso de seglar.
Obtiene las primeras licencias, fechadas el 13, para confesar es-
Dos días después, el Ayuntamiento de Barcelona, accede a la pañoles en la diócesis de Montauban.
petición de Fr. Francisco y sus compañeros.
Entre el 5 y el 15, sale de la Ciudadela, dirigiéndose, días más Marzo
tarde, a su pueblo natal. El día 14 le son ampliadas las licencias, para confesar a los
ciudadanos franceses, por el Vicario General, Pierre Guyard.
1836 Marzo A mediados de año fija su residencia en Caylus, en los alre-
El día 7 recibe del P. Provincial las testimoniales para la or- dedores del castillo de Montdesir, donde practica la vida soli-
denación de presbítero y certificado del párroco de Aytona de taria y atiende espiritualmente a los que acuden a él.
haber ejercido el diaconado en la parroquia.
1845 Julio
Del 6 al 13 practica los ejercicios espirituales de preparación a Viaja por la diócesis de Cahors donde recibe licencias para ce-
su ordenación sacerdotal.
lebrar.
Abril
1846 Abril-Mayo
Es ordenado sacerdote en la catedral de Barbastro, el día 2, por Entra en contacto con Juana Gracias y viaja a España donde
D. Santiago Fort y Puig, obispo de la diócesis. permanece cerca de un año.
1837-40 Actividad apostólica en las diócesis de Cataluña y Aragón. 1847 Marzo
Regresa a Francia, pasando por Perpignan, Tolosa, Carcasona
1840 Enero-Febrero
y Montauban y se establece nuevamente en la diócesis de Mon-
Antes del 17 y 18 se presenta a exámenes para la ordenación de
tauban donde continúa la vida solitaria con un grupo de com-
diácono en el Palacio Episcopal de Barcelona.
Con fecha 19 de enero se le nombra, junto con el P. Buenaven- pañeros.
tura de S. Antonio, "Misionero apostólico", para la diócesis de Prosigue la dirección espiritual de un grupo femenino estable-
Tarragona. Idéntico nombramiento recibe el 3 de febrero, para cido en las cercanías de Nuestra Señora de Livron.
el obispado de Lérida; y el 15 del mismo mes, para las diócesis
de Barcelona, Gerona y Vich. 1847-49 Aumentan en estos años las contrariedades por su género de
vida. Escribe, en estas circunstancias, el opúsculo sobre la vida
solitaria y diversos documentos en defensa personal.
12 GUIÓN BIOGRÁFICO GUION BIOGRÁFICO
13
1849 Se interna con sus compañeros en el bosque de Cantayrac cionadas con la Escuela de la Virtud, el Capitán General de
(Loze). Cataluña, La Rocha, le confina en Ibiza.
Inicia los trámites para nacionalizarse en Francia, pero no llega Obtenidas las licencias ministeriales comienza su actividad apos-
a ultimarlos. tólica en Ibiza, estableciéndose en Es Cubells.
Se agrupan en torno suyo algunos colaboradores de la Escuela
1851 Abril de la Virtud y reanudan sus ensayos de vida comunitaria.
Firma el Io de mes con el nombre de "El solitario de Cantay-
rac", una exposición de su vida y la de sus compañeros, dirigida 1855 Alterna su intensa actividad apostólica en la isla, con períodos
al obispo de Montauban. de retiro en la soledad del Vedrá.
Abandona definitivamente Francia. 1856 Marzo
El 21 se detiene en Gerona y prosigue su viaje a Barcelona.
Acogido a la amnistía del Gobierno de Espartero, se traslada a
Se presenta al obispo de la diócesis Dr. Costa y Borras a quien Mallorca, con autorización del Gobernador militar de Ibiza.
le ligaba una antigua amistad.
Octubre-Noviembre
Mayo-Julio
Adquiere terrenos en Es Cubells, para la construcción de una
Se retira a la soledad del Montsant e intensifica su contacto casa y ermita en la que coloca la imagen de Nuestra Señora
epistolar con las incipientes comunidades de Lérida y Aytona. de las Virtudes trasladada desde Barcelona.
Julio-Agosto 1857 Mayo
Visita a las hermanas y a sus familiares en Lérida y Aytona.
Con fecha del 20 envía a la reina Isabel II una instancia, su-
Nuevamente en Barcelona recibe la primera encomienda del plicándole le libere de su confinamiento.
obispo de la diócesis: la dirección espiritual del seminario
mayor. Noviembre
Se le autoriza con fecha del 17, a residir en cualquier lugar de
Noviembre la península excepto en Cataluña.
Funda la "Escuela de la Virtud", que comienza a funcionar re-
gularmente el primer domingo de adviento, en la iglesia pa- Diciembre
rroquial de San Agustín. Aprovechándose de la concesión precedente realiza un viaje a
Comienza la publicación, en fascxulos, del Catecismo de las la península.
virtudes, como texto para los alumnos de su Escuela.
1858 Marzo
1852 Abrü Por sospechas de que intenta reorganizar la Escuela de la Vir-
Con motivo de la dispersión de sus dirigidas agrupadas en Lé- tud, es detenido el día 8 en Barcelona y nuevamente confinado
rida y Aytona, escribe, el día 7, al obispo de la diócesis, Dr. Pe- a Ibiza.
dro Cirilo Uriz, aclarando la situación.
1859 Concluye los trámites para la edición de La Escuela de la Vir-
1853 Enero tud Vindicada que aparece en Madrid a mediados de año.
Redacta los Estatutos de la Escuela de la Virtud, como fun-
Noviembre
dador y director de la misma.
Escribe nuevamente a la reina Isabel suplicándole el levanta-
1854 Marzo miento de su destierro.
Acusada la Escuela de la Virtud de estar implicada en las
1860 Marzo
huelgas organizadas en Barcelona, es clausurada por las auto-
ridades, el día 13. El día 23 otorga testamento en favor de Juana Gracias, Ga-
briel Brunet y Ramón Espasa.
Abrü
Con fecha del 4 y como consecuencia de las acusaciones rela- Mayo
Acogiéndose a la amnistía general concedida con fecha del 1.
GUIÓN BIOGRÁFICO GUIÓN BIOGRÁFICO
14 15
solicita al Gobernador de Ibiza pasaporte para regresar a la 1866 Junio
península. Obtiene del obispo de Barcelona, con fecha del 16, autorización
para trasladarse a Roma por tres meses.
Noviembre
Durante la predicación de la novena de ánimas en Ciudadela, Diciembre
recibe especial ilustración sobre el misterio de la Iglesia. Llega a la Ciudad Eterna el día 8.
A raíz de esas experiencias espirituales surgen los primeros 1867 Enero
planes fundacionales que logran estabilidad y continuidad, apo-
Obtiene del Comisario Apostólico de los Carmelitas Descalzos
yados por la autoridad eclesiástica de la diócesis de Menorca.
de España la patente de director de los Terciarios de la Orden.
Los ermitaños de San Honorato de Randa lo solicitan como
director espiritual y el obispo accede gustosamente. Septiembre
Escribe los Estatutos para los Hermanos Terciarios de la Vir-
1861 Febrero-Marzo gen del Carmen.
Viaja a Madrid donde predica unas misiones.
1868 Noviembre
Mayo-Agosto El día 5 aparece en Barcelona el primer número de El Ermitaño,
Reorganiza la vida de los ermitaños de San Honorato de Randa. semanario fundado y dirigido por él.
Comienza a escribir Mis Relaciones con la Iglesia.
1869 Publica la segunda edición de su libro Lucha del alma con
1862 Aparece en Barcelona su libro Mes de María. Dios, en Barcelona.
Realiza diversos viajes a Barcelona, durante los meses de ve- Prosigue su actividad fundacional y obtiene el refrendo del
rano, tratando de consolidar su obra fundacional. obispo de Lérida.
1863 Afronta dificultades serias, surgidas con motivo de su actividad 1870 Enero-Febrero
ministerial en la diócesis de Lérida. Presenta en Roma a los Padres del Concilio Vaticano I sus ob-
Intensifica sus desvelos por definir y consolidar su obra fun- servaciones sobre el orden del exorcistado.
dacional.
Agosto-Octubre
1864 Se traslada a Ibiza llamado por el Gobernador eclesiástico, Aumentan las dificultades y tensiones con las autoridades, por
para predicar misiones en diversos puntos de la isla. motivo del ejercicio del exorcistado, en Santa Cruz de Vallcar-
Orienta su actividad ministerial en una nueva dirección: el ca, hasta el punto de ser encarcelado el 28 de octubre.
ejercicio del exorcistado. Diciembre
1865 Enero-Febrero El día 23 se le concede libertad provisional y autorización para
Desarrolla intenso apostolado, como predicador de misiones, en regresar a Vallcarca.
el principado de Cataluña.
1871 Durante este año intensifica de manera particular sus preo-
Marzo cupaciones fundacionales, tratando de establecer normas con-
Reanuda las misiones populares en Ibiza. cretas para el gobierno de la Congregación.
Julio-Diciembre Octubre
Intensifica el apostolado de exorcista en Vallcarca (Barcelona) El juez de primera instancia, con fecha del 9, dicta sentencia
y, como consecuencia, surgen complicaciones con las autori- absolutaria a favor del P. Palau y compañeros, «declarando
dades. que dicha absolución se fundaba en que los hechos declarados
probados no constituían delito".
Dirige la publicación del álbum religioso La Iglesia de Dios
figurada por el Espíritu Santo en los Libros Sagrados. 1872 Enero-Marzo
Tramita la publicación de las Regias y Constituciones de la
GUIÓN BIOGRÁFICO
16
Orden Terciaria de Carmelitas Descalzos., imprimiéndolas en
Barcelona.
Febrero
Visita las comunidades de Aytona, Lérida, etc., trasladándose
a Calasanz para ayudar a Juana Gracias y otras Hermanas que
asistían a los epidémicos.
Marzo
Llega enfermo a Tarragona al anochecer del día 10.
Tras diez días de penosa enfermedad, entregó su alma a Dios
el día 20, miércoles.
girse nuestras operaciones con arreglo a los mismos m a n d a m i e n t o s del Ser Su-
1 Es de la Constitución de Cádiz donde por primera vez se enuncia y re- premo que reconocemos, son los objetos que deben l l a m a r nuestra atención y
conoce lo español como algo autónomo y circunscrito: «La Nación española es cuidado» (Reproducción en Historia de España, dirigida por MENENDEZ PIDAL.
la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios. La Nación española es vol. XXVI, p. 547). Curioso cuadro axiológico en que se sitúan al mismo nivel
libre e independente y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia o per- los supremos valores de todo español. No hay que olvidar que está escrito en
sona». Es la enunciación del nacionalismo moderno con su vertiente geográfica 1820 a los pocos meses del triunfo liberal.
y sus derivaciones político-jurídicas (Constitución de Cádiz. Tit. 1, cap. 1, art. 2 La proclamación de la soberanía nacional es inequívoca y altisonante en
1, 2). El sentimiento nacional localizado en los estratos primarios de la sensi- diversas constituciones. Así en la francesa del 1891 : «La soberanía es una e
bilidad había recibido un impulso decisivo en la guerra, y no tardó en adqui- indivisible, inalienable e imprescriptible. Pertenece a la Nación y ninguna parte
r i r peculiares matizaciones, vanidad y orgullo. del Pueblo, ni ningún individuo puede atribuirse el ejercicio de la misma» (Tit.
- Se percibe —un ejemplo entre mil— en la proclama «del pueblo aragonés» con III, a. 1). En la llamada del año III «La universalidad de los franceses es el sobe-
motivo de la j u r a de la Constitución el día 5 de mayo de 1820: «El Dios, Su- rano». Afirmación repetida literalmente en la del 48. La Constitución española
premo hacedor de todo lo creado, la Religión establecida por sus divinos pre- del 69 lo dirá con palabras s i m i l a r e s : «La soberanía reside esencialmente en
ceptos, la Nación, que es la reunión de todos los que dichosamente podemos lla- la Nación, de la cual emanan todos los poderes». El sufragio universal es con-
marnos españoles, y una Constitución que sea el código por donde deban diri- siderado una meta y una conquista de la revolución, pero en fecha tan tardía
EL P. PALAU Y SU MOMENTO HISTÓRICO ALBERTO PACHO
22 23
La primera consecuencia de la afirmación de las nacionalidades la soberanía nacional. En España el momento del romanticismo po-
es la liquidación de toda estructura supranacional, ya crónicamente lítico culmina en la década de los treinta, aunque es en la década
esclerotizadas por estar vinculadas y unidas a una tradición repu- de los veinte en la que se inician y consagran ciertos procedimientos
diada como tal: así el imperio Austro-húngaro, el colonialismo. netamente románticos, como el pronunciamiento. Como romántico
Algunos elementos del nacionalismo —tradiciones— serán utili- es la preparación de la actividad y de los movimientos y zancadillas
zados tácticamente como valores permanentes y lo convertirán en políticas dentro de la liturgia esotérica y tenebrista de las logias. El
reaccionario, justificando así la permanencia de un status político Estatuto Real de Martínez de la Rosa se publicó el mismo día que
social, y haciéndole impermeable a unos cambios que nuevas situa- se estrenaba La Conjuración de Venecia.
ciones postulaban con fuerza. Es el caso de Alemania en 1848. Como actitud vital está presente de una manera decisiva en casi
Otros elementos del nacionalismo: lo autóctono, la raza, lengua, todas las manifestaciones de la vida, y no sólo en el arte. La Guerra
etcétera provocarán más tarde los siguientes fenómenos: las ambi- de la Independencia —intuición, caudillaje, improvisación— es una
ciones panacionales, la emulación racial —nuevos imperialismos— y explosión romántica, como gestos románticos son el comienzo de la
paradógicamente, la opresión de minorías, el irredentismo. Las batalla de Ayacucho —dedicación mutua de los himnos nacionales—
consecuencias del nacionalismo son también peculiares en cada na- y el abrazo de Vergara, aunque en la guerra carlista se liquidarán
ción. Por ejemplo, en Italia, puesto en marcha el movimiento, la li- las formas románticas de guerrear, pese a Zumalacárregui, héroe
quidación del estado temporal de la iglesia, además de previsible, romántico sin duda (3).
era inexorable con las graves implicaciones que provocó. Aunque el romanticismo es una reacción contra el clasicismo y
la Ilustración tiene en común una nota: el liberalismo como actitud
c) Romanticismo vital, como sentimiento, flanco por el que se acercan los revolucio-
narios de la primera hora del 89, el mismo Rousseau y los del apo-
El romanticismo más importante y verificable como actitud exis- geo romántico de las décadas del veinte y treinta del xix. Por otra
tencial, como comportamiento y modo de actuar que como doctrina, parte es un movimiento conservador —tradicionalismo, el llamado
es otro de los componentes activos y eficaces del siglo XIX con orí- romanticismo histórico— y que en el aspecto de lo religioso es la
genes igualmente en el siglo anterior. También nace como reacción, base de positivas aportaciones y restauraciones, peligrosas con todo
siendo por lo tanto un movimiento secundario con un plasma de por su fondo de sentimentalismo relativista: «He llorado, luego creo»
elementos primarios: lo personal, afectivo, sentimental. Es un mo- (Chateaubriand). Pero en esa actitud con todas las reservas y des-
vimiento de amplio espectro; abarca el ámbito filosófico, literario, viaciones se valoraba el hecho histórico y permanente del catoli-
político y religioso y en su historia tiene diversas alternativas. Se cismo (4).
ha valorado más bien su carácter literario y su extensión social mi-
noritaria. d) La vorágine de las ideas
En el aspecto político puede considerarse como generador del
nacionalismo dentro del liberalismo. El romanticismo intenta con- El entramado del pensamiento y de las ideas del siglo xix es
servar la mejor tradición nacional; de ahí su especie de conserva- tan complejo y variado que no se puede resumir ni con facilidad ni
durismo involutivo, expresión del espíritu del pueblo, el Volksgeit,
aceptando a la vez y en consecuencia el postulado del liberalismo: 3 Puede leerse el reciente r e p o r t a j e de J O S é MARíA MORENO ECHEVARRíA, ZU-
maiacárregui campeón invicto de Don Carlos, en «Historia y Vida» 52 (1972) nJ
ss. en el q u e resalta intencionadamente este aspecto.
como 1868, reiterado machaconamente en las proclamas revolucionarias: «I o . La 4 Con frecuencia se ha reducido el romanticismo español al aspecto literario
consagración del sufragio universal y libre como base y fundamento de la legiti- y en este sentido existen valiosos estudios, como la m o n u m e n t a l obra de ALLISON
midad de todos los poderes y única verdadera expresión de la voluntad nacional» PEERS, Historia del movimiento romántico español. Trad. española 2 vols., Ma-
(Programa de la Junta de Sevilla, 20 de octubre de 18(58). «El sufragio universal drid 1954. Existen también estudios sobre el romanticismo en el arte y monogra-
y libre» (Manifiesto de la Junta de Málaga, 26 de septiembre de 1868). «Sufragio fías sobre los principales literatos románticos. Pero falta un buen estudio, al
universal» (Junta Superior de Madrid, 8 de octubre de 1868). VALERIANO BOZAL, menos no lo conocemos, del romanticismo político e histórico en España, aparte
Juntas revolucionarias. Manifiestos y Proclamas. Editorial Cuadernos para el la monografía de VICENTE LLORENS CASTILLO, Liberales y románticos. Una emigra-
Diálogo, Madrid 1968, pp. 92, 94, 99. ción española en Inglaterra (1823 - 1834), México 1954.
24 EL P. PALAU Y SU MOMENTO HISTÓRICO ALBERTO PACHO
25
brevemente. Una caracterización generalísima de las corrientes de
pensamiento permite englobarlas dentro de unas tendencias deriva- e) La cuadrícula de los acontecimientos
das de las posturas mentales anteriores, reducibles a los siguientes
grupos: Idealismoj-poaitivismo-materiarismo (socialismo, comunis- Los acontecimientos más importantes que se definen como hitos
mo), monismo, evolucionismo, cuyas mutuas convergencias se deri- y marcan las etapas del proceso revolucionario, aceptados, aun sien-
van de la dinámica del pensamiento y nacen o por normal derivación do acontecimientos particulares de Francia, como hechos clave de la
o por la ley del contraste, como en la dialéctica de los movimientos historia de Europa por su repercusión en ella y porque a toda Euro-
políticos. Podemos con todo apuntar algunas notas comunes: la abun- pa se extendió su honda expansiva:
dancia y proliferación de tendencias y de pensadores, todos ellos den- — Restauración y Congreso de Viena 1814-1815. Es un interme-
tro del denominador común del relativismo y escepticismo y de la dio de conservadurismo, definitivamente liquidado el orden antiguo,
negación de la metafísica. La rápida diversificación de los movi- una especie de contramacha o intento de detener el curso de la his-
mientos y su fulminante transposición, fuera de algunos, que han su- toria. Es la última etapa de los viejos esquemas y de las viejas
perado su propio tiempo. La pronta universalización de los movi- concepciones políticas. El espíritu del Congreso está reflejado en las
mientos, que debido a los nuevos avances de la técnica saltan todas ideas principales de su programa: restauración, referida a un orden
las fronteras. Pese a todo, también se puede apuntar la escasa in- más bien externo: estados y fronteras como en 1892; legitimismo
cidencia sobre las masas, fuera de los movimientos de signo político borbónico, solidaridad de las potencias como medio de defensa de
o social. Tampoco se debe olvidar el esfuerzo de muchos pensadores intereses dinásticos y para mantener un status de equilibrio según
católicos bien intencionados y afanosos de cristianizar movimientos la tradición dieciochesca y los intereses de Inglaterra.
nacidos fuera del cristianismo Denominador común de las ciencias Para obtener esa solidaridad se creó —septiembre de 1815— la
positivas es su carácter laicizante y crítico; así por ejemplo en la Santa Alianza, mezcla singular de romanticismo y misticismo que
historia, que es precisamente en el siglo xix cuando alcanza mayor intentó sancionar la supervivencia del mito periclitado de la alian-
y más expectacular desarrollo. Dentro de este ámbito de las ciencias za entre el trono y el altar. Su historia fue efímera y opaca. Su
surgen como lógica consecuencia la polémica y la apologética. valor está en haber sido el precedente de futuras organizaciones in-
Hay que señalar por otra parte el ocaso definitivo del escolas- ternacionales con ambición de bienestar para toda la humanidad.
ticismo y del pensamiento cristiano en el siglo xvni y la falta de
un pensamiento y de una reflexión cristianos con verdadera altura — Revolución de julio de 1830, triunfo de la alta burguesía que
capaz de colmar las apetencias de los espíritus. En el siglo xix se implanta los postulados de la revolución comprometidos por la reac-
produce la transformación definitiva de las universidades donde en ción borbónica, pese a las atenciones de su insincero constituciona-
siglos anteriores había florecido la gran teología, y nacen con el sig- lismo: libertad de prensa (laicismo), libertad económica, etc. La re-
no de lo civil, cuando no de lo laico y abiertamente materialista. Esta volución de Francia tiene eco inmediato: Bélgica inaugura su inde-
compleja situación colocó a la iglesia en una dolorosa encrucijada: pendencia bajo una constitución liberal, al igual que otros estados
una línea constante de condenaciones y reprobaciones doctrinales, alemanes: Sajonia, Hannover, Brunswick, etc. Suiza estrena también
incluso contra los pensadores católicos tan bien intencionados como constitución liberal. En Italia el movimiento nacionalista inicia una
desafortunados por salvar lo salvable en algunos movimientos, llega etapa agresiva de movimientos y conspiraciones. Lo más caracterís-
a producir una penosa impresión, que puede redimirse con la con- tico de esta etapa revolucionaria es su cobertura constitucional, que
sideración de esa actitud como un medio inevitable de propia de- no llegó a satisfacer las más profundas aspiraciones revolucionarias,
fensa y autoafirmación. Es inevitable aunque no sea más que recor- alentadas en grupos minoritarios pero activos, que esperan su mo-
dando el Syllabus, que es por otra parte símbolo de esa actitud, la mento. La burguesía comenzaba a ser reaccionaria...
impresión de que en cierta manera la Iglesia está a la defensiva... — Revolución de febrero de 1848. La revolución burguesa lleva-
Bien que debe entenderse esa prolongada cadencia de documentos ba en sí misma el fermento de su propio fracaso: la egoísta adju-
condenatorios como algo correlativo a una postura de constantes agre- dicación de derechos políticos. El lema de Guizot: «franceses, enri-
siones en la otra banda. queceos» produjo fatalmente un doble fruto: el mayor enriquecí-
26 EL P. PALAU Y SU MOMENTO HISTÓRICO
ALBERTO PACHO 27
miento de los burgueses y la mayor pobreza del proletariado, el trata de una «coyuntura desfavorable para la Iglesia en todos los
nuevo actor que entra en juego por la puerta de las reivindicaciones. frentes» (5). Es un siglo de persecución generalizada en todos los
Así saltó la monarquía del «rey burgués» Luis Felipe en febrero de países de tradición católica y con todos los medios: el poder las
1848. Pero en enero del mismo año había sido publicado el Mani- ideas, la prensa, etc. Es constante la persecución, aunque esa cons-
fiesto comunista. tante esté marcada de alternativas.
Como en 1830 la revolución de Francia sacudió a toda Europa. La revolución es obra de una clase nueva, la burguesía, que
Se produce una cadena de revoluciones: En Prusia y Austria —caí- acepta una adecuada filosofía política, cuyo imperativo básico es lo
da de Metternich. tras tres levantamientos consecutivos—'•, oleada de nuevo: un estado nuevo, en el que no cabe nada viejo. La Iglesia
agitaciones revolucionarias en Italia: Piamonte, Venecia, Ñapóles, adherida más que como estructura autónoma como parte —estamen-
Roma. En todas ellas, descontando peculiares variantes, hay elemen- to— al viejo sistema monárquico debía caer con él (6). Toda posibi-
tos comunes: liberalismo avanzado y tendencias republicanas, rei- lidad de supervivencia como clase, incluso como grupo, estaba tam-
vindicaciones proletarias, nacionalismo. Los actores de la revolución bién condenada en fuerza de otro postulado de la revolución: la
son los que tendrán la iniciativa en todas las del siglo y continuarán igualdad (7).
en el xx: estudiantes, obreros, pequeña burguesía, milicia nacional. La trascendentalidad de la Iglesia por la fe, el dogma, la teo-
El miedo y el moderantismo de diversos grupos de alta burgue- logía no encajaba tampoco en ningún sistema de pensamiento cuyo
sía política y del ejécito permitieron momentáneas restauraciones en arranque inicial y común es el relativismo desde la ilustración al
Austria y, sobre todo la II República Francesa y el autoritarismo del modernismo. Las nuevas ciencias experimentales corren también su
II Imperio, que al fin acabará cuando sea imposible coordenar el au- propia andadura al margen o en contraste abierto con la Iglesia,
toritarismo y el liberalismo en una institución por más acomodacio- desde el evolucionismo hasta el psicoanálisis.
nes y flexibilidades que se intenten (L'Empire liberal). La lucha se produce de una forma nueva y a un ritmo inespe-
Los compromisos políticos del II Imperio permitieron la defini- rado. La aceleración histórica es un signo de los tiempos nuevos. La
tiva cristalización del nacionalismo italiano y alemán con las gra- marcha de los acontecimientos es precipitada, nerviosa y confusa.
ves consecuencias derivadas de este hecho y que marcan y condi- No es posible tomarse el tiempo preciso para captar el sentido de
cionan el último cuarto del siglo para Europa y en particular para los acontecimientos que se suceden vertiginosamente.
la Iglesia. La revolución y los cambios son conducidos por una minoría
que detenta los resortes políticos y económicos. Es la minoría donde
B.—La Iglesia en el siglo de las revoluciones
ó JOSEPH LOHTZ, Historia de la Iglesia desde la perspectiva de las ideas-
Ediciones Guadarrama, Madrid 1962, p. 539.
1.—Seña y contraseña. Aspectos positivos y negativos 6 Tocquevillc ha nalizado agudamente el proceso antirreligioso en la F r a n -
cia del XVIII, prerrevolucionaria especialmente: «...la Iglesia era entonces el
primero de los poderes políticos y el más detestado de todos, aunque no fuese
Tanto en fuerza de los programas políticos que se van a im- el más opresivo, porque habia acabado mezclándose con ellos, sin ser llamada
poner durante el siglo en el convulso proceso revolucionario como a ello por su vocación ni por su n a t u r a l e z a ; porque consagraba frecuentemente
en dichos poderes los mismos vicios que censuraba fuera de ellos, porque los
por virtud del movimiento de las ideas de los que aquéllos nacie- cubría con su sagrada inviolabilidad y parecía querer hacerlos inmortales como
ron —el Iluminismo— como de las nuevas ideologías del propio si- ella misma. Al atacarla, se podía estar seguro de contar inmediatamente con la
adhesión del pueblo» ALEXIS DE TOCQUEVILLE, El antiguo régimen u la revolución.
glo xix, la Iglesia quedaba desplazada: en el siglo xix no hay lugar Versión española. Ediciones Guadarrama, Madrid 1969, p. 200. Ha señalado los
para la Iglesia ni en las estructuras políticas ni en los esquemas del grados de irreligiosidad «hasta la locura» .(ib. 206), pero lo más característico no
es la irreligión en cuanto tal si no el anticlericalismo, el antieclesiasticismo, como
pensamiento. realidad visible, como estructura, como organización. Lucharon tan a fondo que
Este desplazamiento se intenta realizar de diversas formas: des- llegaron a creer que el fin de la Iglesia estaba a punto de llegar. No duraría mas
que la vida del anciano pontífice Pío VI...
de la persecución abierta y radical hasta las formas atenuadas de 7 Los debates previos a la CCC del clero demuestran hasta qué punto lo
propaganda y descrédito. Lortz atenúa excesivamente el carácter defensa de la Iglesia —por otra parte bien pobre— apelando a motivaciones teo-
lógicas no despertó ninguna reacción. Más que ninguna otra reforma la CCC es
de las persecuciones del xix con este eufemismo: En el siglo xix se paradigma de la aplicación de las nuevas ideas.
ALBERTO PACHO
28 EL P. PALAU Y SU MOMENTO HISTÓRICO 29
se producen también los cambios espirituales. Las masas en las na- con la marcha de los tiempos— de su presencia y de su acción. Unas
ciones del Occidente europeo siguen siendo creyentes. Por esto se nuevas formas de situarse y de actuar en un mundo que ha perdido
explican algunos hechos de la vida interna de la Iglesia que tienen el sentido del ser y del valor de la Iglesia y al que ella con todo
lugar en este período. Las masas no alcanzan presencia como tales, está destinada. Su misión consiste en afirmarse ante un mundo que
y por tanto valor de agentes históricos hasta mediados de siglo en la desconoce o la desecha. Afirmarse a sí misma como institución
el movimiento social y tras los numerosos intentos de cohexionar al y su mensaje como contenido y signo válido en cada contempora-
proletariado en lucha contra la burguesía. neidad.
La presencia de algunas minorías de pesamiento y acción —tra- Todo esto lo consigue en parte a través de esos datos que provi-
dicionalistas, ultramontanismo, grupos conservadores— son el con- sionalmente pudieran considerarse negativos. Formas típicas de ac-
trapunto frente a la oposición. Aunque en algunos momentos coad- ción contra la Iglesia en el siglo xix y con antecedentes en el xvm
yuvaron en el apoyo de la Iglesia y favorecieron algunas restaura- que parten del estado y de su nueva ordenación jurídica son las des-
ciones, otras fueron un obstáculo y cayeron en extremismos repro- amortizaciones, expolios, etc. Este despojo produce, sin embargo,
bables. efectos favorables en la Iglesia. Tanto en la Iglesia en general como
en iglesias particulares. Es ejemplar la reacción y el florecimiento
Destrucción-restauración, persecución-defensa, polémica-apologé-
de la Iglesia en Alemania posteriormente a la «secularización», ver-
tica son las coordenadas de la historia de la Iglesia en el siglo xix y
dadera catástrofe de la Iglesia más rica de Europa, que comienza
en los aspectos visibles.
una andadura despojada de adherencias temporalistas. La pérdida
Con todo lo que de arriesgado e incompleto pueda tener un ba-
de poder político de muchos episcopados contribuye a liberar la pe-
lance puede intentarse un somero apunte.
sada carga del episcopalismo, que claudica definitivamente en el
Aspectos negativos, lo que la Iglesia pierde en el siglo xix: Vaticano I. El regalismo se diluye también como un verdadero con-
trasentido en estados progresistas y laicizantes, lo que perdura es
Ante todo una hegemonía espiritual, pérdida iniciada en los si-
por inercia histórica y resulta anacrónico —recuérdese el caso espa-
glos anteriores y suplantada por la multivariedad de corrientes de
ñol del trienio esparterista—. Consecuencia: la centralización sur-
pensamiento. La Iglesia deja también de estar presente, de ser per-
ge como algo inevitable postulado desde la base y exigida a la vez
cibida como realidad supranacional. Es liquidada su influencia di-
desde el vértice como consecuencia de la nueva realidad y sentida
recta e incluso indirecta, como inspiradora de una forma de rela-
con apremio como condición de la nueva coherencia interna de la
ciones y de una cultura.
Iglesia.
Pérdida de la coherencia con los estados y lucha o tensión per-
manente con ellos, sobre todo contra los nuevos estados nacionalistas. El fenómeno más llamativo que se corporiza lentamente, y es
Liquidación del poder temporal y material de la Iglesia: Pérdida consecuencia del despojo material de la Iglesia y continúa en el si-
del Estado Pontificio, despojo sistemático de sus bienes en casi to- glo xix y en el xx como una nota diferencial bien acusada, es lo que
das las naciones: secularización, expolios, desamortizaciones. Perse- podríamos llamar desgravación temporalista y que con ella misma
cución directa del papa, de los obispos y del clero, expulsión, su- alcanza una liberación y una nueva forma de testimonio más diá-
presión de órdenes religiosas. Atenuación de la vida de piedad de fanamente espiritual.
amplios sectores de fieles. Indiferencia religiosa. Disociación entre La acción de la Iglesia se desarrolla en dos campos: a) Su nue-
Iglesia y cultura y aversión de los intelectuales por la Iglesia. va forma de ser y estar presente ante la sociedad, ante los estados,
Pero el balance negativo tiene también su contrapartida. Los que en el fondo no es si no la exigencia de reconocimiento de su
aspectos positivos y favorables son numerosos y nacen en parte pro- misma realidad, y b) la lucha por la reconciliación con la nueva
vocados por la misma situación que produjo los déficits. cultura superando la antinomia fe y ciencia, sin menoscabo de la
La vida y el quehacer de la Iglesia están condicionados por las propia doctrina. Es la gran preocupación de los últimos decenios del
nuevas situaciones. Ante todo el problema de base, el más hondo siglo.
que tiene que afrontar la Iglesia puede expresarse así: Lo que la Durante todo el siglo dura la lucha, no por reconquistar una
Iglesia ha de conseguir es un nuevo sentido —adecuado y coherente posición que no cabía en las nuevas estructuras sociopolíticas, sino
30 EL P. PALAU Y SU MOMENTO HISTÓRICO ALBERTO PACHO
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por conseguir el derecho de una autonomía específica. Es decir, la li- beralismo católico, fideísmo, ontologismo, tradicionalismo, son un
bertad, el derecho de ser en sí misma. Lo consigue sobre todo por índice de la fuerza y del vigor que la Iglesia debió encauzar y mo-
medio de concordatos. El siglo xix es el siglo de los concordatos. Su derar. Pero es preciso reconocer que el siglo xix conoce el desarro-
florecimiento se explica ante todo: 1) Por la misma Iglesia, que pe- llo pleno y hasta espectacular de una forma de magisterio, el magis-
se a la presión revolucionaria e incluso por eso mismo encuentra terio ordinario en encíclicas, cartas y documentos de porte similar
más definida su identidad como sociedad en el mundo nuevo de los ejercitado casi siempre a contraviento de las nuevas teorías lanza-
estatalismos cerrados; 2) por parte de los estados, como una necesi- das a la circulación por una prensa viva y ágil, manejada por mi-
dad de normalización, de pacificación consiguiente a todos los atro- norías progresistas e intencionadas. Esta presencia doctrinal de la
puellos, y que dentro de los mismos gobiernos era una necesidad y Iglesia es un legado del siglo xix que está todavía en plenitud de
una exigencia de pacificación interior exigida y debida a grandes acción y de fórmula. El espectro de doctrinas afirmadas y de erro-
grupos o masas de fieles. res condenados es enorme, correlativo a las nuevas ideas, los nue-
Los concordatos consagran una fórmula, que si aparentemente vos problemas y sus correspondientes derivaciones.
puede significar debilidad o transigencia —si se analiza detenida- En relación con el papa y su misma persona se produce en el
mente cada uno de ellos, la impresión es de que la Iglesia cede am- siglo xix el fenómeno, verdaderamente espectacular de su popula-
pliamente— en el fondo muestra hasta qué punto y en cada ins- ridad, de la devoción por su misma persona, sobre todo a partir de
tante sabe despojarse de lo accidental por muy consolidado que es- Pío IX, el papa que vivió las mayores crisis de la Iglesia dentro del
tuviera en la tradición, sabe ser realista y consecuente. Ejemplo tí- siglo, exceptuando tal vez a Pío VII. Aparte lo que pudo significar,
pico es el Concordato de Napoleón. Un ejemplo de verdadera au- sobre todo como preparación el ultramontanismo, que debe enten-
dacia, a contrapelo de temores y presiones del conservadurismo de derse como fenómeno de descompensación histórica inteligible en
la Curia. la corriente del romanticismo y de acción bastante limitada, la de-
Como consecuencia de este encuentro consigo misma surge una voción por el papa nace en el pueblo y es favorecida por las difi-
nueva eclesiología, que llamaríamos vertical, aceptando términos cultades personales del mismo. Un dato simbólico y efectivo de esa
recientes y no muy adecuados, y cuyo momento culminante es el preocupación y veneración es el óbolo de San Pedro (72), que con-
Vaticano I, eclesiología continuada hasta la nueva expresión del Va- tribuye a salvar la economía de la Iglesia en los momentos difíciles
ticano II, que es horizontal aceptando la misma terminología. A esta posteriores al expolio. La misma situación del papa —el prisionero
nueva eclesiología responde la formulación del Derecho Canónico del Vaticano— tenía una particular incidencia sobre la sensibilidad
culminada en el código de 1917. del pueblo que desencadenaba una adhesión intensa cargada de ve-
Es decir, la Iglesia se define hacia fuera y en su propia identi- neración, condolencia y estima. Aislado como fenómeno se ha
dad. Hay un dato singular, que visto con la suficiente profundidad calificado peyorativamente de «papolatría».
que confiere el tiempo, resulta el más brillante de la Iglesia en el Muchos estadistas del siglo xix praticaron con notable frecuen-
siglo xix: Lucha siempre sola, sin aliados, incluso contra la inercia cia la política de hechos consumados. Política revolucionaria tam-
y el conservadurismo dentro de ella y del que los «zelanti» son re- bién en los medios. Hechos consumados que resultaban irreversi-
presentantes calificados. Es el caso de los partidarios de la «inopor- bles, como las ocupaciones territoriales, apropiación de bienes y des-
tunidad» en los momentos preparatorios del Vaticano I y del pro- amortizaciones eclesiásticas. A la Iglesia se le impuso una política
blema clave de la infalibilidad. de hechos dados, que tuvo que aceptar forzosamente, mediante acti-
Ante las nuevas corrientes de pensamiento la Iglesia siente la tudes de disimulo, de tolerancia y de forzada aceptación: «si tolle-
necesidad de conservar indemne su propio legado, objetivo inten- rari potest» es la expresión que define el sistema. Se trata lógica-
tado con dos medios: la defensa, a veces a ultranza y con métodos mente de una política mediatizada. La frase que más se repite y la
tajantes, que provocaron sorpresas y traumas dolorosos —recuérde- define es: «habita ratione temporum», que puede inducir un fácil
se las circunstancias de la Mirari vos y del mismo Syllabus—. La equívoco, considerar la política de la Iglesia como política de dimi-
misma abundancia de errores que proliferan entre los católicos: li-
7a Véase el reciente estudio de CONRADO PALLENBEHG, Die Finanze des Vatikans.
32 EL P. PALAU Y SU MOMENTO HISTÓRICO ALBERTO PACHO
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sión o componenda. Es necesario tener en cuenta esa circunstancia dan al catolicismo una cohesión externa y visible, que mantiene du-
que neutralice un sentimiento de pesimismo al constatar cómo la rante todo el siglo, y que está simbolizada en la lucha por la liber-
Iglesia acepta al final de esta etapa una serie de hechos: aconfesio- tad de enseñanza cuyas etapas —1833 escuela primaria, 1850 escue-
nalidad de los estados, sancionando en los concordatos el régimen las medias y 1875 escuelas superiores— marcan los momentos de
paritético, la libertad de conciencia, las nuevas ordenaciones políti- mayor coordinación, a la vez que el quehacer más empeñado del ca-
co-jurídicas, incluso aparentemente, a veces, los mismos sistemas li- tolicismo galo. Fuera de esos momentos es precisamente el contras-
berales y democráticos en sus concreciones contemporáneas, que en te y las divergencias entre los mismos católicos frente a la varia y
los tres primeros decenios del siglo hubieran paecido imposibles de compleja problemática política y social otra característica del cato-
aceptar. licismo del ochocientos francés, también de vieja raigambre en el
En la vida interna de la Iglesia el siglo xix es un siglo de ver- país.
dadero renacimiento y esplendor cuya explicación está en la pro- La apertura a las situacines nuevas, la sensibilidad ante los
pia vitalidad permanente de la fe y en la acción constante del es- nuevos problemas, el afán de situarse a la altura de los tiempos, de
píritu. Las mismas condiciones externas adversas pueden entender- convertir y utilizar los movimientos desviados u opuestos, son ín-
se como una situación apta para despertar el espíritu y pueden te- dice igualmente de otras tantas actividades y problemas del catoli-
nerse como una constante dentro de la historia de la Iglesia. Se pro- cismo de Francia. Como igualmente la flexibilidad ante los cambios
ducen los siguientes hechos de fácil constatación: y la prontitud con que son advertidos, fuera de contadas excepcio-
— Depuración de la fe en amplios sectores de católicos y desve- nes —por ejemplo el problema social—. Por eso las etapas del ca-
lación de una conciencia más sensible de sus responsabilidades co- tolicismo en toda la centuria se producen paralelamente a los cam-
mo creyentes. bios políticos: Restauración-Romanticismo; revolución liberal bur-
guesa-liberalismo católico y restauración; II Imperio, restauración
— Florecimiento inusitado de nuevas órdenes y congregaciones, y reforzamiento católicos, frente a una mayor intensificación de la
superior incluso al que se produjo en el siglo xvi. propaganda y de los ataques de izquierda anticlerical y antieclesiás-
— Proliferación de asociaciones católicas de seglares, institucio- tica, favorecidos ambos —catolicismo, laicismo— por la política am-
nes de beneficencia, Cruz Roja, etc. bivalente de Napoleón III.
— Restauración de las ciencias eclesiásticas, arte, movimiento li- Dentro de la sensibilidad y de la particular psicología de los
túrgico, místico, etc. franceses hay que entender algunas situaciones límite a la que se
llega en un afán de alcanzar las últimas consecuencias: así la aven-
— Expansión misional y nacimiento de nuevas cristiandades. El
tura del liberalismo católico, el ultramontanismo y el tradicionalis-
siglo xix es el siglo de la conquista de África para la fe. mo. En situaciones especialmente significativas, también hace acto
de presencia el galicanismo nunca extinto.
a) Francia, adelantado de las revoluciones La lucha da al catolismo otra característica: su aspecto bata-
llador y polémico. A ello debe precisamente sus máximas conquis-
El catolicismo de la Francia decimonónica está marcado por la
tas: la brillante literatura apologética y la dinastía de oradores ge-
herencia de la I Revolución con unos especiales condicionamientos.
niales de Nuestra Señora de París. Un arma decisiva y magistral-
Como una secuela inevitable está la liquidación de la unidad reli-
mente manejada es la prensa. UAvenir, L'Univers, La Menais, Mon-
giosa, que comenzó con el iluminismo. La indiferencia, la incredu-
talembert, Veuillot, son nombres que llenan una época.
lidad y la aversión a lo religioso alcanzan en Francia niveles supe-
No se puede olvidar el poder de irradiación del catolicismo fran-
riores a los de otras naciones. La agresividad de los pensadores y es-
cés, fenómeno que le hace estar presente en todo el mundo, pero so-
critores sectarios será compensada con la viveza, capacidad y va-
bre todo en las áreas mediterráneas aptas siempre y expuestas a
lentía de los grupos intelectuales católicos —otro signo del catoli-
una capilarización inevitable de cuantas ideas surgen en Francia.
cismo francés moderno— convertidos en minorías rectoras y vivifi-
El catolicismo francés en los estratos más hondos de la religio-
cadoras de la religiosidad católica. La tensión y la lucha constantes
sidad alcanzó también durante el siglo xix momentos brillantes, ca-
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ALBERTO PACHO
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si estelares; así en el campo misional, el florecimiento de las ór-
denes —las antiguas fueron reconocidas cuando se suprimían en Según un buen conocedor de la historia moderna de España du-
otras naciones, 1833-1841—, el nacimiento de otras nuevas, la flora- rante el siglo xix se producen: «Ciento treinta gobiernos; nueve
constituciones, tres destronamientos, cinco guerras civiles, decenas
ción de asociaciones católicas, la santidad de algunas figuras, etc.
de regímenes provisionales y un número casi incalculable de revo-
luciones, que provisionalmente podemos fijar en dos mil» (9). En el
b) Italia ¿reencuentro o nacimiento? trienio liberal 1820-1823 se producen ciento veinte levantamientos
de tipo popular. Efectivamente en esta perspectiva la historia ex-
El más fuerte sedimento dejado por la revolución en Italia fue terna del siglo xix español es un conflicto continuado. Podemos
el nacionalismo que alcanza su grado crítico a partir de 1830. Toda «comparar la dinámica del siglo xix español, más que con el equili-
la problemática del catolicismo en Italia durante el siglo xix nace brio inestable, con el equilibrio indiferente: como el de la bola que
de este hecho: de su planteamiento, de su forma de realizarse y de rueda sobre la mesa al menor impulso, pero que «no se cae». La re-
sus resultados. La incidencia en lo religioso y lo eclesiástico se debe volución que derriba a un régimen constitucional y parlamenta-
a la situación concreta de la península, sobre todo a la soberanía rio implanta automáticamente otro régimen constitucional y parla-
temporal del papa como obstáculo principal para la unificación, me- mentario» (10).
ta del nacionalismo exarcebado y escorado en los arrecifes del li-
beralismo y de las sectas. La alternativa del neogüelfismo —patrio- La impresión que obtengamos a partir de una historia política
tas moderados, católicos conservadores, derechas fluctuantes— sin- exclusivamente no será definitiva ni correcta por ser incompleta.
gular producto del liberalismo católico fue una utopía, y se disolvió «Lo cierto es que no tenemos una valoración completa del siglo xix
como una bengala. Luego se sucedieron las etapas de la unificación español, o al menos el autor de estas líneas no conoce una obra his-
con tanta rapidez cuanto permitieron las circunstancias políticas de tórica en que esta comprensión se haya intentado» (11). Lo político
Europa. Y naturalmente contra el papa, que por sí mismo tenía que ha acaparado sin duda la atención de los historiadores tanto con-
forzar el propio mito artificialmente creado. Fuera de Italia, el pro- temporáneos como posteriores. Se da además la circunstancia de que
blema, la llamada cuestión romana provocó un sentimiento general los historiadores decimonónicos son políticos activos, y por mayores
de adhesión al papa en los católicos de todo el mundo pero no en esfuerzos que hacen para ser objetivos su visión es irremediable-
los gobiernos comprometidos, la llamada «devoción» al papa, co- mente parcial, angular, de sus propios puntos de vista. Para ellos
mo fenómeno no conocido hasta entonces en la misma medida. Las además la política es la verdadera plétora de lo histórico. A pesar de
consecuencias del despojo de los estados pontificios son sobrada- sus propios deseos y de nuestras mejores intenciones no podíamos
mente conocidas, las favorables y las adversas, y su onda ha llega- esperar otra cosa (12).
do hasta bien entrado el siglo xx.
eso imprevisible ningún acuerdo. El dualismo, como hecho histórico del siglo xix
prescindiendo de interpretaciones de toda la historia de España es un algo con-
creto que está a h í . Vicente Marrero ha hecho, a p a r t e el coro de entusiastas en-
II. ESPAÑA EN EL SIGLO DE LAS REVOLUCIONES comiadores, atinadas observaciones al libro de Lain. Iglesia Mundo 10 (1971) 8-10.
9 J O S é LUIS COMELLAS, Historia de España moderna y contemporánea. Edi-
ciones Rialp, Madrid 1968, p. 402. Y el mismo autor precisa: «No nos referimos
«El talante conflictivo de la vida española reaparecerá con nue- a motines o alteraciones del orden, sino a revoluciones propiamente dichas, esto
vo contenido y nuevas formas, para no cesar ya hasta nuestros días, es, intentos organizados, armados y conscientes, para derribar al gobierno. Dos
mil revoluciones en un siglo equivalen a una cada diecisiete dias. El recuento
a partir de la Constitución de Cádiz... Sin interrupción ha sido con- estadístico nos da permiso para l l a m a r al siglo XIX el «siglo de las revolucio-
flictiva la vida histórica y social de la España que solemos llamar nes», a u n q u e técnicamente sería mucho m á s exacto llamarle el siglo de la ines-
tabilidad interna», p . 403.
contemporánea» (8). 10
Ib. id., p p . 405-406.
" Luis SáNCHEZ AGESTA, Historia del constitucionalismo españot, Madrid
19
8 PEDRO LAIN ENTRALGO, .4 qué llamamos España, Madrid 1971, p p . 124-125. ° 4 , p. 15.
El sentido de conflicto es para Lain E n t r a l g o : «Toda situación de la vida social L» La historiografía moderna y reciente ha aportado valiosos estudios m o -
de un pueblo q u e de hecho conduce a la violencia o que de una manera la.tente, nográficos. Casi todas las grandes tendencias y partidos del siglo cuentan con
como posibilidad nunca extinta la lleva de continuo en su seno», p . 123. El tema estudios particulares: MAXIMIANO GARCíA VENERO, Historia del Parlamentarismo
de la interpretación histórica de España es campo de todas las polémicas. P o r español, Madrid 1946; Luis SáNCHEZ AGESTA, Historia del Constitucionalismo es-
Panol, Madrid 1964 2 ; MELCHOR FERRER - DOMINGO TEJERA - J O S é F. y ACEDO, His-
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36 EL P. PALAU Y SU MOMENTO HISTÓRICO 37
La valoración polémica del siglo xix puede ser el signo de su mentos y datos se puede llegar a las dos apreciaciones por contra-
carácter contradictorio y conflictivo un signo con el cual pase a la dictorias que sean.
historia. Lo más llamativo es que las valoraciones tanto negativas
como positivas sean tan tajantes. Para Laín Entralgo el xix es «un
hueco histórico por el que alocadamente vuelan y revuelan el he- A. — Desde la Edad Media al siglo futuro. La historia civil española
roísmo, el entusiasmo, el disfraz y la ineficacia» (13). Antítesis de en el ochocientos.
esta afirmación son las siguientes palabras de Federico Suárez: «es-
te siglo tiene tanto sentido como cualquier otro de nuestra historia, Pese a una historiografía empeñada en considerar lo español
y es falso que le falte existencia histórica, que su característica sea en el siglo xix cerrado sobre sí mismo y aislado del contexto euro-
la casi total inanidad histórica. Antes al contrario, es de una perso- peo, lo cierto es que está vinculado y unido a los grandes fenóme-
nalidad tan rica que puede figurar entre los más fecundos» (14). Sin nos del siglo, sobre todo en su primera mitad (15) en el despertar
duda polemizar sobre el tema será tarea estéril, ya que con argu- del nacionalismo y en la revolución burguesa. Ni siquiera es posible
señalar desfases o una macha retardada. En algunos casos los acon-
tecimientos españoles son verdaderos anticipos y el ritmo es en to-
toria del Tradicionalismo español, Sevilla, a p a r t i r de 19+1; Luis DIEZ DEL CORRAL, do momento más allegro.
El liberalismo doctrinario, Madrid 1956 2 ; ANTONIO EIRAS ROEL, El partido demó- Sin embargo dentro de ese paralelismo general las particulari-
crata español (18Í9 -1868), Madrid 1961. FEDERICO SUAREZ, La crisis política del
antiguo régimen en España (1800 -18M), Madrid 1959. MIGUEL ARTOLA GALLEGO, dades del caso español son tan fuertes que pueden inducir la im-
Los orígenes de la España contemporánea. 2 vols. Madrid 1959. MIGUEL ARTOLA, presión de privatividad o absoluta peculiaridad y distinción.
Los afrancesados, Madrid 1953. FEDERICO SUAREZ, Conservadores, innovadores y
renovadores en las postrimerías del Antiguo Régimen. Estudio General de Na- Con más propiedad que respecto de cualquier otra nación se
varra, Pamplona 1955. — L a s tendencias políticas durante la Guerra de la Inde- puede llamar al siglo xix español el siglo de las revoluciones. El
pendencia. Instituto Fernando el Católico, Zaragoza 1959. La legislación del si-
glo puede seguirse en E. TIERNO GALVAN, Leyes políticas españolas fundamentales contenido el fin y los medios son iguales a los perseguidos en otras
(1808 - 1936). Ed. Tecnos, Madrid 1968. También se h a n publicado estudios de naciones, pero dentro de un contexto, de una tradición y de una
carácter general, y no h a y ninguna de las figuras políticas del siglo q u e no
cuente con biografía, muchas de ellas contemporáneas, y otras recientes. Hay a l - sensibilidad distintos.
gunos temas que h a n acumulado particular interés de los investigadores. Así el En síntesis, se trata de: a) Un proceso revolucionario, es decir,
reinado de Fernando VII a l q u e se h a n dedicado múltiples estudios, RAMóN M E -
NENDEZ PIDAL, Historia de España. Vol XXVI por J O S é MIGUEL ARTOLA GALLEGO. una transformación político-social, b) inspirado en una doctrina, c)
Introducción por CARLOS SECO SERRANO. Espasa-Calpe, Madrid 1968. Uno de los conducido por unos actores, una nueva clase minoritaria más o me-
mejores estudios realizados hasta el presente sobre el reinado de Fernando VII.
Especialmente h a sido tratado de una manera amplia, con extenso conocimiento nos cohesionada, d) con unos medios peculiares, con e) un resultado
de la documentación y con m u y mesurada objetividad, el comienzo y primeros final positivo, f) en un lapso de tiempo bastante largo marcado por
pasos de la revolución burguesa española. La laguna m á s llamativa es la ausencia
de atención a la Iglesia, apenas recordada en dos capítulos y en referencia a los unos acontecimientos determinados, que señalan las etapas del pro-
problemas capitales del momento, la economía y la política (pp. 504 ss., 761 ss.). ceso, y g) en contraste con unas fuerzas contrapuestas, es decir con
La desamortización, etc. Falta con todo la obra sistemática q u e todos quisiéramos
Ya que de carácter general, fuera de una media docena de obras recientes q u e una oposición.
deben tenerse en cuenta, entre ellas ocupa destacadísimo lugar la de RAIMUNDO
CARR, España 1808-1939, Barcelona 1969 (la edición inglesa es de 1966), siguen a) La revolución en España como en Europa desde la Revo-
siendo esenciales las del siglo pasado con las limitaciones consabidas. Afortuna- lución Francesa la gran inspiradora, tiene un programa concreto:
damente la abundancia de fuentes es considerable, en algunos casos a b r u m a d o r a
y por eso mismo no utilizada sistemáticamente; es el caso de la prensa. Tam- crear el nuevo estado suplantando el antiguo régimen. Desde el pri-
poco existen repertorios bibliográficos, fuera de los esbozos que algunos autores mer momento los revolucionarios españoles tienen plena conciencia
han publicado en sus estudios, como los de UBIETO-REGLA-JOVER-SECO, al fin de
los correspondientes capítulos de su obra y ALFREDO MARTíNEZ ALBIACH. En el vol.
3 del Diccionario de Historia de España, Ediciones de la Revista de Occidente,
Madrid 1969 2 y en el Apéndice primero se publica u n sumario bibliográfico, resu- 15 Ténganse en cuenta las siguientes y ponderadas afirmaciones : «De la mis-
mido del m á s amplio inserto en la Historia de España de L. GARCíA DE VALDEAVE- ma forma q u e la guerra de la Independencia forma parte de un proceso general
LLANO. de las guerras nacionales de liberación, la revolución política llevada a cabo por
13 A qué llamamos España, p . 153. No es idea nueva en Laín. Es su juicio del los españoles durante aquella no pueden entenderse si la consideramos aislada-
siglo m a n t e n i d o desde q u e lo emitió p o r primera vez en España como problema, mente. La revolución política mencionada forma parte de un proceso general
Aguilar, Madrid 1962 3 . Edición que utilizamos. Pero escrita por los años 1940-1941. —europeo y americano— llamado «revolución burguesa» UBIETO-REGLA, etc. In-
14 FEDERICO SUAREZ, La crisis política del Antiguo Régimen, p . 18. troducción a la Historia de España, p. 527.
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de ello, y de que esta empresa es nueva y grandiosa (16). Con esa
Hasta la Constitución del año 45 predominará el espíritu de Cá-
preparación mental y psicológica, que tiene tanto de ingenuo triun-
diz en el grupo permanente de políticos doceañistas, con las apor-
falismo como entusiasmo de colegial fue acometida la obra de cam-
taciones del doctrinarismo liberal, más o menos cuajado en la déca-
biar el curso de la historia (17). Inexperiencia y generosidad achaca
da de los treinta, de los moderados y con la parte no pequeña co-
Tocqueville a los revolucionarios franceses de la primera hora (18).
rrespondiente al oportunismo político. La del 69 será la más radical
El empeño, alentado por el mismo entusiasmo —puede recordarse
de todas, verdadera culminación del progresismo español, entorpe-
la literatura proclamista del 68— durará todo el siglo y producirá
cido, torpedeado e invalidado en tantas ocasiones, pero siempre la-
las siguientes constituciones: de Cádiz, 1812, de 1834 (Estatuto Real),
tente y agresivo.
de 1837, 1845, 1856 (nonnata), 1869. 1873 (proyecto de constitución
Son pocos los problemas nuevos que se abordan en cada cons-
federalista), 1876.
titución (20). El único que se halla presente con inevitable insisten-
Un verdadero récord de actividad legislativo-ordenadora de la cia es el problema religioso cuya reglamentación marca las oscila-
sociedad en virtud del derecho primario de la nueva filosofía polí- ciones y tensiones políticas, el avance de las ideas y el nivel de li-
tica: la soberanía nacional declarada previamente a la Constitución beralismo alcanzado.
de Cádiz (19). En la elaboración de los textos constitucionales se perciben los
Las Cortes de Cádiz aplicarán en su extracto más puro las ideas intereses de grupo de la oligarquía politizante y sus propias ambi-
de la clásica doctrina revolucionaria en la línea montesquiana y ciones, los esfuerzos por un encauzamiento del juego de los partidos,
rousoniana: la soberanía nacional, la división de poderes y el ca- y finalmente la lucha por superar el mayor equívoco e injusticia del
tecismo más o menos detallado de los derechos ciudadanos. liberalismo burgués —el voto censitario— extendiendo este derecho
a todos los ciudadanos, en las constituciones de 1869 y 1876, meta
del espíritu democrático de la revolución escamoteado durante tan-
16 El preámbulo de la Constitución de Cádiz es expresivo de este estado de to tiempo.
á n i m o : «En el nombre de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, a u t o r
y supremo legislador de la Sociedad. b) La dependencia de la ideología revolucionaria española de
Las Cortes generales y extraordinarias de la Nación española, bien conven-
cidas, después del m á s detenido examen y madura deliberación, de q u e las a n - la francesa, sobre todo en sus comienzos en las Cortes de Cádiz ha
tiguas leyes fundamentales de esta Monarquía, acompañadas de antiguas provi- sido aceptada como tesis indiscutida. Basta el cortejo material de
dencias y precauciones, que aseguren de un modo estable y permanente su en-
tero cumplimiento, podrán llenar debidamente el grande objeto de promover la los textos legislativos. Así Balmes, Menéndez Pelayo y otros críti-
prosperidad y el bien de toda la Nación...» «Colección de Decretos y Ordenes ge- cos (21). Tesis actualmente en revisión y desechada en parte por su
nerales y extraordinarias desde el 24 de febrero de 18Í3. Imprenta Nacional, Cádiz
1813, p. 101. Así D. Ramón Giraldo al abrir la sesión del 25 de agosto de 1811
en q u e se comenzó a discutir el proyecto de Constitución, afirmaba con énfasis: 20 Cada u n a sin embargo tiene su talante, su signo especial reflejo del paso
«Ha llegado felizmente el día en que vamos a ocuparnos en el más grande y del tiempo y de las situaciones políticas y condicionamientos sociales. Un aná-
principal objeto de nuestra misión» Diario de las Cortes, VIII, 6. Y el arzobispo lisis lúcido de cada una de ellas en Luis SáNCHEZ AGESTA, Historia del Constitu-
de Toledo en la convocatoria de las constituyentes de 1820: «...El establecimiento cionalismo español. Ver nota 12.
de todo nuevo sistema sobre las ruinas del q u e caduca es la operación m á s grande, 21 JAIME BALMES, Dos escollos. Obras completas. BAC. Madrid 1950. Vol. VII,
más difícil y penosa que conocen los hombres... Ciudadanos: Continuemos nues- p. 209. Y Menéndez Pelayo escribe: «Vuelta la espalda a las antiguas leyes es-
tra sublime marcha con el orden y tranquilidad que hasta aquí...» pañolas, y desconociendo en absoluto el valor del elemento histórico y tradicio-
17 J O S é LUIS ARANGUHEN, Moral y sociedad, p. 53 juzga la Constitución gadi- nal, fantasearon, quizá con generosas intenciones, una Constitución abstracta e
tana «como un gesto romántico, como una muestra —la primera en España— inaplicable, q u e el más leve viento había de derribar. Ciegos y sordos al sentir
de romanticismo» paralelo al romanticismo derrochado por el pueblo en las y al querer del pueblo q u e decían representar... Huyeron sistemáticamente de
guerrillas. lo antiguo...» Heterodoxos Edición nacional, VI, p. 89. En un momento mucho
18 ALEXIS DE TOCQUEVILLE, El Antiguo Régimen y la revolución, p. 206. más tardío, el 69 cuando se discute, se interpela, se busca y se aclara la postura
19 «Los diputados que componen este Congreso, y que representan la Nación del gobierno ante el inminente concilio Vaticano I, la convergencia de miras y
española, se declaran legítimamente constituidos en Cortes Generales y extraor- de postura con el gobierno francés —en este caso también con otros, como el de
dinarias y q u e reside en ellas la soberanía nacional. Baviera—, es s i n g u l a r : «Aprés avoir écouté avec un vif interét la lecture de docu-
...El Consejo de Regencia reconocerá la soberanía nacional de las Cortes, y ment, monsieur Silvela m'a dit qu'il ne pouvoit que s'associer a u x vues qui y
j u r a r á obediencia a las leyes y decretos q u e de ellas emanen». Colección de Leyes étaient exprimées, et que Votre Excellence connaissait d'ailleurs, p a r ses entretiens
y Decretos, etc. p . 1. A mitad de la historia constitucional española traza Balines avec monsieur Olózaga, quelles étaient, dans cette circonstance, les dispositions du
un irónico escorzo del constitucionalismo español: «nacimiento, la vida, y la Gabinet de Madrid» (Collectio Lacensis, 7 c. 1245). Las intervenciones de algunas
muerte de las constituciones españolas». Cf. La política de la situación en El figuras, las réplicas y aclaraciones de la oposición, en general todo el t r a t a m i e n t o
pensamiento de la Xación 1 de mayo de 1945. Obras completas, VII, p. 173 ss. del concilio en las Cortes carece de imaginación. Es el Syllabus el que siempre
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simplismo. No se puede explicar más que en un contexto histórico por la reacción contra la Revolución Francesa en las altas esferas
más amplio y donde se entrecruzan realidades más complejas que alcanzó eco impensado en las Cortes de Cádiz.
el simple mimetismo de lo extranjero. Para algunos historiadores la Es cierto que la Constitución de Cádiz es el fruto más maduro
Constitución de Cádiz no puede entenderse más que dentro de una de la revolución española. Reducir su valor a la parte externa al
especial situación histórica contrastada por elementos nuevos que aspecto técnico nos parece una apreciación injusta, aunque sea tam-
presionan sobre ella (22), y en parte como evolución de la ideología bién destacable. Las aportaciones posteriores —el liberalismo doctri-
del xvin español: «No cabe dudar de la originalidad de este curioso nario, el romanticismo— son mucho más pobres y deslucidas. Se fi-
documento constitucional ni de su parcial vinculación a una tradi- jan las posturas, cada día más radicalizadas, y los intereses y la
ción histórica española que bebe confusamente en muchas fuentes, acción acampan sobre todo en el terreno sísmico de las pasiones y
aunque tampoco quepa dudar de la influencia del patrón europeo que de las apetencias. Son conocidos los juicios de Menéndez Pelayo al
radicalizó el movimiento y transformó quizá en revolución lo que respecto:
pudo ser una evolución pacifica. El apremio de una situación histó- «Hasta después de 1856, la revolución española no contiene ma-
rica, el legado de una tradición confusamente recordada, el peso de yor cantidad de materia filosófica ni jurídica, que la que le habían
la actitud ideológica del siglo XVIII español, llevaron a los constitu- legado los constituyentes de Cádiz; es decir el enciclopedismo del
yentes de Cádiz a plantear soluciones que vistieron con las palabras siglo XVIII, lo que traducido a las leyes, se llama progresismo. Sólo
del siglo... No deja de ser curioso advertir que en muchos casos después de esa época comienzan los llamados demócratas a abrir la
fueron más las formas o la letra de los textos de la Revolución lo puerta a Hegel, a Krause y los economistas» (26). «... y conviene
que se imitó más flagrantemente» (23). Que existe un auténtico en- decirlo m u y claro: la revolución en España no tiene base doctrinal,
lace entre el reformismo pregaditano reaparecido posteriormente ni filosófica, ni se apoya en más puntales que el de un enorme des-
—Manifiesto de los persas— y coincidente con la voluntad renova- pojo y un contrato infamante de compra y venta de conciencias»
dora de las Cortes es innegable. Pero esta misma constatación plan- (27). Hoy nos pudiera parecer desproporcionado el valor que M. Pe-
tea nuevos problemas: hasta qué punto las nuevas corrientes modi- layo concede al gesto de Mendizábal. Sin acudir a la inspiración
fican una trayectoria establecida y suponen para esa orientación un francesa por un camino o por otro, con un pretexto u otro, antes o
verdadero traumatismo, un corte o una amputación. Es una temá- después se había de llegar a la desamortización, obsesión de los eco-
tica que debe estudiarse. Menéndez Pelayo encuentra el anclaje con nomistas entonces y número grueso de sus programas de reforma
la tradición anterior en el regalismo y en todas las formas y ten- económica. Aunque pueda reconocerse como válida en sí misma, la
dencias disgregadoras (24). manera de llevarla fue fatal. La motivación de fondo, aparte todas
A la misma conclusión de Sánchez Agesta llega tras unas certe- las teorizaciones económicas, es política. Dentro de una aparente in-
ras calas en el pensamiento de la ilustración española Antonio Elor- genuidad son reveladoras las mismas palabras del preámbulo (28)
za (25) que alcanza a precisar el nacimiento y la balbuciente confi-
guración de un liberalismo español mucho más precoz de lo que 26 Heterodoxos, VI, p. 216.
pudiera suponerse, y que tras el corte brusco a que fue sometido 27 Ib. id. p p . 229-230.
28 «Señora. Vender la masa de bienes que h a n venido a ser propiedad de la
Nación, no es t a n sólo cumplir una promesa solemne y d a r una garantía positiva
entra en la danza como un fantasma, o el símbolo de la anticultura y la a n - a la deuda nacional por medio de una amortización exactamente igual al pro-
ticivilización. El r e s u l t a d o : se toma la postura que entonces era la m á s lógica, ducto de las rentas, es abrir una fuente a b u n d a n t í s i m a de felicidad pública;
la previsible, y se toma con una altenería o una suficiencia de recién llegados, vivificar una riqueza m u e r t a ; desobstruir los canales de la industria y de la
y de sentirse fondeados en el ancho m a r de la modernidad y la pura civilización. circulación; apegar al país por el a m o r n a t u r a l y vehemente a todo lo propio;
Los constituyentes españoles conocen bien los debates de la Asamblea legislativa ensanchar la patria, crear nuevos u fuertes vínculos que liguen a ella; es, en
francesa. Las amenazas en tono de reserva son coindidentes. Es con todo alec- fin, identificar con el trono excelso de Isabel II, símbolo de orden y de libertad.
cionadora u n a comparación con la postura francesa, incluso con la portuguesa No es, Señora, ni una fría especulación mercantil, ni una mera operación de
y sobre todo, las particulares resctricciones de cada gobierno. crédito p o r m á s que ésta sea la palanca que mueve y equilibra en nuestros días
22 L. DIEZ DEL CORHAL, El liberalismo doctrinario, p. 409 ss. las naciones de E u r o p a ; es un elemento de animación, de vida y de ventura
23 Luis SáNCHEZ AGESTA, o.c, pp. 48-49. para España. Es, si puedo explicarme así, el complemento de su resurrección
24 Heterodoxos, VI, p. 89. política.
25 ANTONIO ELORZA, La ideología liberal en la Ilustración española. Editorial El decreto que tengo la honra de someter a la augusta aprobación de V. M.
Tecnos, Madrid 1970. sobre la venta de esos bienes adquiridos ya por la nación, así como en su re-
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cuyo trasfondo no queda velado por la solemne altisonancia de su burguesía española: El primer acceso al poder lo obtiene en la
redacción. guerra de 1808 de la que se aprovecha para su asalto al mismo con
una audacia y un oportunismo entre ingenuos y proféticos. Pese a
c) La revolución española, como toda revolución es obra de
todo tiene conciencia de su inferioridad y por todos los medios in-
una minoría, de una nueva clase, la burguesía, cuyo primer paso
tentará conseguir los suficientes cuadros numéricos para garantizar
para afirmarse e identificarse como tal clase es la búsqueda y la
su poder y su fuerza. Y lo consigue de diversas maneras y en poco
conquista del poder. Todo el proceso revolucionario es conducido por
tiempo: Aparte el poder dinámico y de aborción de toda clase nue-
esta minoría desde el siglo xvni y durante todo el xix, la burguesía
va —es singular cómo se afiliaron al programa burgués los nobles y
que intenta convertir en derecho su situación de poder de hecho
miembros del ejército, el tradicional y el nuevo nacido de la guerra
—poder económico— desplazando a la minoría —nobleza— con po-
y de las revoluciones— por la acción política e intencionada de hacer
der de derecho (29). En la época del liberalismo doctrinario se jus-
más numeroso el grupo de los ricos —el medio fue la desamortiza-
tificará la restricción del voto censitario con un sofisma, que puede
ción— y sin duda, por la creciente mejora de la riqueza privada, desde
ser más o menos el siguiente: el gobierno sólo lo deben ejercer los
comienzos de siglo, pero que ya es un hecho en el quinto decenio
buenos, los mejores; los mejores sólo son los que tienen cultura,
del siglo, y lo era ya en el tercero. Precisamente a la falta de fuerza
cultura sólo la pueden tener los ricos, léase burgueses, luego... Es
de esa clase se achacará el que la revolución no se haya realizado
el pensamiento de Donoso Cortés no precisamente de su etapa de
antes en España.
madurez (30). No es difícil trazar el diagrama del ascenso de la
El liberalismo del xix, sobre todo el de los comienzos es mino-
ritario, antipopular. Muchos de los constituyentes de Cádiz están an-
sultado material ha de producir el beneficio de m i n o r a r la fuerte suma de la
deuda pública, es menester que en su tendencia, en su objeto y a ú n en los m e - clados en los mismos hábitos mentales del despotismo ilustrado. Por
dios por donde aspire a aquel resultado, se enlace, se encadene, se funda en la eso practican una asepsia rigurosa contra el pueblo, del que se sien-
alta idea de crear una copiosa familia de propietarios, cunos goces y cuya exis-
tencia se apoye principalmente en el triunfo de nuestras actuales instituciones» ten discriminados, aunque apoyen su poder precisamente en los de-
(Gaceta de Madrid, 21 de febrero de 1836). El valor de la desamortización como rechos del pueblo, la soberanía nacional, pero que no es el pueblo
arma política fue reconocido precozmente y manifestado con toda claridad. Ya en
las Cortes de 1820 proclamaba el Diputado Priego: «Todo el que compre bienes sino ellos los que los han de utilizar y manipular. Baste recordar la
nacionales, los adquiera de otro o los reciba ahora en paga de lo que se le debe, forma en que fueron designados los diputados. Así se explica que
será interesado en que se consolide un sistema que h a de mantenerle en posesión
de ellos» (Diario de las Cortes, 2 agosto 1820). El mismo año y dentro de la Co- cayeran en el equívoco de creerse la nación, cuando su situación
misión económica de las Cortes se p r o c l a m a r á : «La comisión entiende que siendo efectiva es de verdadero escorzo respecto a la mayoría de los espa-
la venta de los bienes nacionales el único arbitrio de extinción [de la deuda, los
economistas de esta etapa liberal a d m i t í a n otros] debe facilitarse todo lo po-
sible con el triple objeto de a m o r t i z a r antes la deuda, poner en circulación la legitimamente la soberanía; su gobierno es el de las aristocracias legítimas, es
propiedad acumulada y hacer un gran número de propietarios y en ellos decir, inteligentes, porque sólo la inteligencia da la legitimidad... [los subrayados
otros tantos interesados en el nuevo orden de cosas» (Diario de las Cortes, son n u e s t r o s ] .
día 20 de octubre de 1820). Es decir, la línea en q u e continua Mendizábal ya es- Tal es el Gobierno con que ha dotado a la Europa la revolución francesa,
taba marcada desde mucdo antes. No se les puede tachar de poco explícitos. Se no bien comprendida hasta que a historiadores imbéciles y mercenarios h a n
manifestaban sin restricciones. Como también, y ya en 1821 se h a b í a n hecho las sucedido historiadores imparciales y filósofos. En su primer período es en donde
críticas al milagro de la desamortización: enriquecimiento de los ricos y depau- debemos estudiar su tendencia y examinar su carácter; porque no dirigida en él
peración de los pobres. Lo q u e se repetirá posteriormente. Puede verse la Me- la revolución por causas extrañas, dio libre curso a las ideas que en su seno
moria sobre la deuda interior de Toreno, publicada en 1834 y cuyo resumen final se escondían...» La tonante retórica de Donoso es inequívoca. l'nas páginas mas
es bien pesimista. adelante profetiza cómo ha de llegarse al sufragio u n i v e r s a l : «Hasta ahora los
29 «Aunque la Revolución pueda parecer a una mirada ingenua un fenómeno jefes de uno y otro bando h a n considerado esta cuestión como una cuestión de
de masas, es en realidad obra de este grupo, es decir: el alzamiento de u n a conveniencia; se engañan lastimosamente, se e n g a ñ a n ; y poique he visto el abis-
minoría, los m á s fuertes de hecho, contra otra minoría los m á s fuertes de derecho, mo a q u e su error los conducía, he trazado estos renglones. No os engañéis como
o sea, los privilegiados» J O S é L U I S COMELLAS, Historia de España moderna y con- ellos; el debate es constitucional; si votáis la ley indirecta tened entendido q u e
temporánea (H7Í-1965), p . 413. votáis una revolución. Cierto esa revolución no es inminente, merced a que las
30 Ver el opúsculo publicado en 1835 con ocasión de la reforma electoral pro- masas duermen aqui todavía el sueño de la inocencia y a que no están prepa-
puesta p o r Mendizábal. A él pertenecen estos p á r r a f o s : «...las clases propieta- radas a responder al l l a m a m i e n t o de la ley; pero al fin resonarán en sus oídos
rias, comerciales e industriosas se iniciaron en los misterios de la inteligencia, y se l e v a n t a r á n ; se levantarán cuando a m a e s t r a d a s por la ley en el ejercicio
que las reveló el arte de gobernar y las confió el ejercicio de la soberanía, q u e del poder, cuando cortejadas por la ley que reconoce su soberanía, cuando lan-
las pertenece, luego que se les hubo revelado. Sí; sólo a estas clases pertenece zadas por la ley en las t o r m e n t a s del foro, empiecen a gustar de aquel poder, a
el ejercicio de la soberanía, porque sólo estas clases son inteligentes; sólo a estas gozar en estas t o r m e n t a s y a engreírse con aquella soberanía» DONOSO CORTES,
clases pertenecen los derechos políticos, porque sólo estas clases pueden ejercer Obras Completas Madrid 1946, BAC, t. 1, p. 194 y 200.
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ALBERTO PACHO
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ñoles. Ese es en el fondo el drama de las Cortes y de su obra, la
constitución, una constitución para un pueblo que no tiene hábitos todo en el período inicial carecía de fuerza. Consecuencia: su precoz
asociación con el ejército, que se politiza. Es el militarismo, dolen-
mentales ni cívicos para asimilala ni siquiera para realizar los dere-
cia endémica del siglo, tipificado y execrado por todos los políti-
chos que se le ofrecen (31).
cos (34).
Por primera vez el pueblo adquiere cierta conciencia de su sin-
gularidad por la lucha que se desencadena, en la que por la fuerza d) La revolución tiene lógicamente unos medios, sus propios
del instinto y de la adivinación percibe su propia desaparición cuan- medios. La revolución utiliza en España los comunes y otros priva-
do son removidos o pueden ser suplantados los dos valores a los que tivos y característicos. Ante todo la búsqueda y detentación del po-
se siente más vinculado y en los que cree realizarse: la tradición, der, que es a la vez medio y fin: «Los diputados que componen este
la vivencia existencial religiosa y la realeza. Congreso, y que representan la Nación española, se declaran legí-
Es el carácter minoritario de los creadores de la constitución timamente constituidos en Cortes Generales y extraordinarias y que
el que produce otra nota: su idealismo, la ingenuidad de pensar que reside en ellas la soberanía nacional» (35). Así el Decreto de consti-
el pueblo la aceptaría como un regalo de sorpresa o como un premio tución de las Cortes de Cádiz. Es el pimer acto de la revolución.
por su buen comportamiento. Los revolucionarios son los representantes y ejecutores de ese poder,
El funcionamiento de las minorías dirigentes españolas en el si- bajo las formas consagradas por su propia filosofía política: la dis-
glo xix está también bien definido. En primer lugar la propia diver- tribución de poderes, declarada también en el mismo solemne mo-
sificación en subgrupos más o menos diferenciados y divergentes, mento (36).
los partidos, con una precisa mecánica de acción entre ellos mismos: Para la obtención del poder se utilizan en todo el siglo los me-
ascenso-descenso-expectativa; arribada-retirada y compromiso, y dios que el uso acreditó como eficaces, que justifican la misma adje-
frente a la masa no afiliada ni afiliable una constante: mantenerla tivación derivada de la causa a la que sirven, revolucionarios. En
alejada por pincipio de las funciones de gobierno, y utilizarla como el siglo xix español el medio más socorrido es la guerra, y más to-
instrumento fácilmente fanatizable con los eternos slogans: liber- davía, la revuelta, la algarada, cuartelera o no, el manifiesto, y sobre
tad, patria, bienestar, progreso, etc., como una especie de frutos pa- todo el pronunciamiento, que se configura según formas y hábitos
radisíacos de un edén cuyas puertas guardan siempre los hierofantes especiales y toma carta de naturaleza con un sentido peculiar y pro-
de los misterios políticos, pero cuya entrada defienden siempre in- pio que ha pasado desde España al lenguaje político universal. Cada
vencibles espadones. uno de los momentos singularizados de la política de todo el siglo
Con demasiada frecuencia la política se convierte en juego y en nace de un pronunciamiento más o menos solemne:
duelo de personalismos. De hecho en un siglo de tan agitada y epi-
léptica vida política los verdaderos actores individualizados son bien
34 Escriben los continuadores de Modesto Lafuente: «De aquí [falta de po-
pocos. Hasta treinta enumera Valeriano Bozal (32). La lista no es der y cohesión del pueblo: la preponderancia política del ejército entre nosotros:
ni completa ni muy acertada; se pueden omitir algunos nombres y de quí que el ejército haya iniciado, cuando no realizado todo pronunciamiento,
y producido toda mudanza, ya en nombre de la libertad, ya en nombre del orden.
colocar otros. Es indicativa de que el número no es tan sobreabun- No era sólo porque tenia la fuerza material, era también porque cierta organi-
dante como pudiera presumirse (33). La minoría politizante, sobre zación y cohesión, de que carecían los partidos, el ejército las tenía. Y como de
todos los partidos, los que se llaman partidos medios son los que menos se-
cuaces activos h a n tenido hasta ahora en España, resulta que su triunfo se ha
debido siempre al ejército; y, en nombre del ejército, a algún general, o enten-
31 Así lo reconocen patéticamente los mismos liberales: «...pero una vez dido o dichoso...
despertadas las pasiones y heridos los intereses, no podía ser dudoso el resultado
de una lucha entre la minoría liberal, expresión de un idealismo exótico, y la Este m a l del m i l i t a r i s m o ha sido deplorado por hombres notables de los
secular organización del régimen absolutista». Historia de España, continuación partidos, y sobre todo del partido que se ha llamado liberal-conservador, como
de MODESTO LAPUENTE, 20, p. VII.
su m a y o r p l a g a : pero no hay declamación que valga contra este m a l : su único
remedio está en que se forme una opinión pública respetable y briosa y e n 1 u e
32 VALERIANO BOZAL, Juntas revolucionarias. Manifiestos y proclamas de 1868.
se sepa hacerse valer con los recursos que dan las leyes, los cuales al fin no son
Editorial Cuadernos para el diálogo, Madrid 1968, p. 125 ss.
pocos, si se saben emplear y no se tiene la voluntad marchita» Historia de Es-
33 «Los continuos zancadillcos que sufrieron los gobiernos españoles del paña, 22, p. 346 Y sin embargo sin este fenómeno no hubiera triunfado la re-
siglo xix no se deben casi nunca a las fuerzas del descontento social, sino a volución.
rivalidades entre los distintos grupos de la oligarquía dirigente» COMELLAS, O. C ,
p. 405. 35 Colección de Decretos y Ordenes, etc. p. 1.
36 Ib. p. 1.
46 EL P. PALAU Y SU MOMENTO HISTÓRICO ALBERTO PACHO
47
— 1 de enero de 1820 pronunciamiento de Riego en Cabezas de combaten; las ideas combaten también; abridlas el palen-
San Juan. que» (38).
— 1827 Revuelta de los agraviados de Cataluña —mal contens—
que marca uno de los momentos iniciales del carlismo. Las Cortes de Cádiz sancionaron el derecho de libertad de pren-
— 1833 Pronunciamiento de Talavera. sa, que desde este momento se convierte en santo y seña de las
— 1836 Sublevación de los sargentos de La Granja. reivindicaciones de la libertad. En la Constitución del 69 este dere-
— 1841 Pronunciamiento de O'Donnell. cho alcanzará su máximo desflecamiento: derecho de emisión de
— 1843 Pronunciamiento contra Espartero. pensamiento, no sólo de imprenta, sin ninguna censura previa, ni
— 1854 La Vicalvarada. depósito, ni editor responsable (39).
— 1866 La Sargentada de San Gil, etc., etc. La prensa es el arma de todos, de tirios y de troyanos; de todos
para todo y contra todo, de todos contra todos. La historia del si-
Por los precedentes del siglo XVIII especialmente por el ejemplo glo xix español no se podrá escribir hasta que se haga el despojo
de la Revolución Fancesa, recuérdese como ejemplo «l'affaire des sistemático, inteligente, científico y decantado de la prensa, de toda
cahiers» en los años inmediatamente anteriores, estaba sentada la la prensa, excluyendo los subproductos de la misma, para los que
eficacia incontrastable de la prensa, un instrumento no nuevo, pero es casi demasiado honor quede constancia o noticia de que exis-
del que se intentó conseguir máximo rendimiento y que se convir- tieron. La obra es ingente (40). La prensa es utilizada con una pro-
tió en arma y medio eficacísimo (37). En 1835 escribirá Donoso Cor- digalidad de manirrotos. Da la impresión de verdadera plaga. De ahí
tés estas palabras, que en su fluvial retórica vienen a ser como la sus defectos y limitaciones: apasionamiento encanecido, parcialidad,
declaración dogmática del poder de la prensa:
ñola. Editorial Tecnos, Madrid 1970, p. 208. La prensa se dio cuenta, precozmen-
«Sólo la prensa periódica, sin reposarse jamás, sigue a la te de su propio poder. Es significativo el testimonio que aporta el mismo Autor
sociedad en su vuelo y la acompaña en sus transformaciones; de Sempere y Guariños. Ib. p. 210.
38 DONOSO CORTES, La ley electoral. Obras completas, I, p . 205. Con menos
sólo el opúsculo puede seguirla, aunque de lejos la sigue; sólo altisonancia pero con lucidez expuso Balmes su idea sobre el poder y la necesi-
para el opúsculo ligero y para la prensa periódica tiene oídos dad de la prensa. Y la reconoció como el a r m a de la revolución, que debía ser
por lo mismo el de la contrarrevolución. Véase el artículo publicado el día 28
esa divinidad inexorable [la sociedad]. Pues bien: arrojemos de mayo de 1845 en El pensamiento de la Nación, Obras completas, VII, pp. 197
en el uno o en la otra todas las verdades que en otro tiempo ss. El m i s m o fue consecuente con su doctrina y utilizó la prensa para defender
hubiéramos depositado en las obras de filosofía; así su poder sus programas y su ideario político y social.
39 Véase el Título I, de los a r t . 1-31.
será mayor y su dominio más seguro; así desapadecerán las 40 Puede verse la revista del CSIC: Colección de índices de publicaciones
distancias en el mundo de la inteligencia; así el reverbero ar- periódicas vol. XIX, que recoge el índice de veinticuatro diarios. Existen nume-
rosos estudios dedicados al tema. Todos ellos limitados o bien a u n a ciudad, o a
diente, en el que se reflejan inflamadas todas las pasiones que una época determinada o a una temática. Es interesante el recientemente editado
disuelven, llevará en su seno también todas las ideas que or- por IRIS M. ZAVALA, Románticos y socialistas. Prensa española del XIX. Siglo vein-
tiuno de España Editores. Madrid 1972. Limita su interesante investigación a
ganizan y fecundan. La prensa periódica y el opúsculo serán varios momentos y t e m a s : La prensa exaltada en el trienio constitucional en
antes de mucho el único campo de batalla para todos los que torno a una típica publicación, El Zurriago; a la prensa del romanticismo:
1835-1865, La prensa ante la Revolución de 1868. De cómo se hacia periodismo
en los años de estreno de la libertad de prensa durante las Cortes de Cádiz:
37 «A lo largo del siglo XVIII, la proliferación de las publicaciones periódicas las motivaciones, los modos y formas, lo describe el P . Vélez:
en Europa constituye una transformación en los medios de comunicación social «...Ejercerán tal vez el odioso ministerio de publicista, por buscar su subsis-
que acompaña al período de ascenso burgués anterior a la Revolución. El perió- tencia en unos tiempos de tanta c a l a m i d a d ; m a s como las correspondencias son tan
dico, que se inicia como simple gaceta de noticias, va a cumplir una labor im- reducidas, las noticias escasean, y los periodistas son en tanta multitud, se
portante al servicio de la razón crítica: su fácil lectura y su precio, menos que copian unos a otros, se zahieren y se critican con frecuencia, se dicen los ma-
el de cualquier libro, hacen de él un medio de difusión y eficacia, como se pro- yores insultos, que sufren con resignación. No basta esto para llenar todo su
bará en Francia en la época revolucionaria. Para los progresos de las ciencias p a p e l : insertan cuanto se les da, aunque sea impío o i n m o r a l : congratulan a los
y las artes —.juzgaba en el último cuarto del siglo el español Sempere—, o a lo suscriptores, dándoles por la manía casi general de censurar las autoridades,
menos para la mayor y más rápida extensión de sus conocimientos, h a n con- jefes, el gobierno y sus operaciones, d e r r a m a n d o principalmente la hiél del
tribuido mucho en los últimos tiempos los papeles periódicos. En la forma de sarcasmo y de la maledicencia sobre los ministros de la religión, los usos y cos-
diarios, gacetas, «mercurios» o «correos» constituyen uno de los conductos esen- tumbres de la Iglesia» Preservativo contra la irreligión. Imprenta Repullés, Ma-
ciales de las luces». ANTONIO ELORZA, La ideología liberal en la Ilustración es- drid 1812, pp. 133-134. La obra se escribió seis meses después de la Constitución.
48 EL P. PALAU Y SU MOMENTO HISTÓRICO
ALBERTO PACHO
49
falseamientos, exageraciones (41). Por eso su validez, aparte la ma-
terialidad de su existencia como hecho físico es en tantas ocasiones los realistas, a las que pertenecen, algunas, como «los Comuneros»,
escasa, lo que urge la necesidad de su estudio. «los hijos de Padilla» de carácter patriótico y popular en la banda
liberal; o «Los amigos del Rey», «La Aurora de la fe», en la banda
El estreno de la libertad de prensa en el Cádiz de las Cortes es
realista, y las sociedades a las que pertenecen los grandes magna-
espectacular y digno preludio de la historia de la prensa en todo el
tes de la política. La proliferación de grupos más o menos crípticos
siglo (42).
durante todo el siglo será una plaga, equivalente en algunas áreas
Los debates en el parlamento o en las cortes son otro medio
nacionales, como Andalucía, a la guerrilla. Su acción no será ex-
de acción revolucionaria también en manos de los dirigentes. Hoy
clusivamente política, en algunos momentos tiene estricto carácter
es una de las fuentes más voluminosas de la historia del siglo. Es
social.
en la oratoria parlamentaria donde puede constatarse una evolu-
ción que llega a cristalizar en un género literario en que se escala- La apologética católica cargará genéricamente sobre la maso-
ron altas cotas. Los comienzos hay que colocarlos en las Cortes de nería extranjerizante todos los males acaecidos a la Iglesia y a la
Cádiz donde se marcan algunas de sus pautas, por ejemplo, la polé- patria durante el siglo. Sin embargo la mitificación de las socieda-
mica. des secretas y de su obra es tan fácil como comprometida por la
falta de datos utilizables con un mínimo de seguridad (43). Algunos
La edad de oro de las sociedades secretas es el siglo xvm. En
histe:.adores modernos colocan en las sociedades secretas el embrión
cambio la edad de oro de su influencia y de su acción es sin duda el
de los futuros partidos políticos españoles (44).
xix. En España comienza una época de esplendor con el advenimien-
to de Fernando VII y su restauración. La sociedad secreta se diver- e) En el último cuarto del siglo cuando tiene lugar la restau-
sifica y se extiende por toda la geografía nacional. Es un instrumen- ración alfonsina la revolución española puede apuntarse el siguien-
to más de acción utilizado también por los diversos grupos políticos, te acreditativo balance; desde sus lejanos comienzos en la primera
por los liberales y por los realistas con una variedad de nomencla- década del siglo ha conseguido cambiar: el régimen, las leyes, las
tura verdaderamente folklórica. Los procedimientos son idénticos, instituciones administrativas, el sistema fiscal, la administración de-
prescindiendo de los ritos y ceremonias mistagógicas de las logias partamental y local, la administración de justicia, la economía. Ha
de más arraigo y tradición, como las de inspiración inglesa o las cambiado también el ritmo, el modo de hacer. En puridad: de lo
importadas por los invasores franceses. Hay sobre todo dos tipos antiguo no queda nada. Ni siquiera el tradicionalismo quedaba co-
de sociedad secreta, la popular, tanto entre los liberales, como entre mo había sido en los postulados de sus comienzos. Subsistía como
otro signo más del tiempo: escindido, por contagio o por el sino
de los tiempos. Lo que subsistía de lo antiguo no subsistía en las
41 «En cuanto a la prensa periódica no oficial de la época, más contribuye a mismas formas. Únicamente quedaba la Iglesia: como institución,
confundir que a aclarar, debido al partidismo político y a la r u d i m e n t a r i a téc-
nica informativa, que en general poseía». R. P é R E Z DEL ÁLAMO, DOS revoluciones como realidad viva en la fe del pueblo, lo único que desafió la revo-
andaluzas. Zyx, Madrid 1971, p. ti. La observación a u n q u e referida a un momento lución. Pero la Iglesia pagó su precio. Ya no es el estamento social
to concreto, las revoluciones andaluzas de 1861, tiene un valor universal.
42 Heterodoxos, VI, pp. 47-48: «Elevada a ley constitucional, en el título IX
del nuevo Código, la libertad de imprenta, comenzó a inundarse Cádiz de un
43 Es posible que nunca se llegue a escribir la historia objetiva de las socie-
diluvio de folletos y periódicos, más o menos insulsos, y algunos por todo ex-
dades secretas. La visión actual de la masonería dista un abismo de la visión de
tremo perniciosos. Arrojáronse, pluma en ristre, mil charlatanes intonsos, a dis- lá historiografía eclesiástica y conservadora del siglo pasado, por ejemplo de la
currir de cuestiones constitucionales apenas sabidas en España, a entonar hin- escrita p o r VICENTE LAFUENTK, Historia de las sociedades secretas, Madrid 1870.
chados ditirambos a la libertad, o a lo que era peor y más pernicioso, a difun- Incluso en la aportación de datos, que por el momento se creen más objetivos.
dir el liberalismo de café, con supina ignorancia de lo h u m a n o y de lo divino, La suspicacia con que se lee toda referencia a las sectas secretas es comprensible
raja a roso y velloso en las cosas de este mundo y del otro». Y continua con Por la carencia de fuentes documentales que no provoquen de por si la sospecha.
una lista que debe ser reducidísima. Es famosa la «Colección del fraile» iniciada Como algo inconcrovertido se creyó en todo el siglo en su influencia. Así, por
por un capuchino gaditano d u r a n t e le período de las Cortes en colaboración, se- ejemplo, el articulo publicado por Balmes en 1845, Dos escollos. Obras completass,
guramente, con el famoso P. Rafael de Vélez, luego obispo de Ceuta. C. SANZ R O S , VII, p. 209. Véase el reciente estudio de IRIS M. ZABALA, Masones, comuneros \l
El obispo Rafael de Vélez y el trienio constitucional en «Naturaleza y Gracia» carbonarios. Siglo veintiuno de España Editores, Madrid 1971.
18 (1971) 142. Cada estallido revolucionario marca un ascenso de algarada b a r r a - 44 IRIS M. ZABALA, Las sociedades secretas: Prehistoria de los partidos políti-
quil de la prensa. ASENJO, La prensa madrileña a través de los siglos, Madrid 1933, cos españoles, en Bulletin hispanique 3-4 (1970). Para corroborar su tesis publica
apunta el siguiente d a t o : Desde octubre de 1868 hasta fines de 1870 aparecieron e
n la obra citada en la nota anterior, una interesante documentación, que ocupa
sólo en Madrid 360 títulos de nuevos periódicos. la mayor parte de su estudio.
EL P. PALAU Y SU MOMENTO HISTÓRICO
50 ALBERTO PACHO ci
clave, el otro miembro del binomio del antiguo régimen, no está — 1813 Las Cortes prosiguen su obra, supresión de la Inqui-
asociada al trono más que en la oratoria arcaizante y nostálgica del sición.
tradicionalismo. No es tampoco un poder económico. Pero es algo — 1814 Se crea la milicia nacional.
presente, vivo y depurado; es todavía una fuerza primaria en la
— 1814 Regreso de Fernando VII, Manifiesto de los Persas,
sociedad española. Lo último a que renunció la jerarquía eclesiás-
abolición de 1 a Constitución del 12, persecución política,
tica española, si es que se ha producido esa renuncia alguna vez, restablecimeinto de la Inquisición, reacciones liberales, ex-
es a la vieja asociación entre el trono y el altar, tan sedimentada en cisión del bando liberal: doceañistas y exaltados.
las conciencias, que en pleno siglo xix, en el reinado de Isabel II
— 1820 Pronunciamiento de Riego: restablecimiento de la
aflora en cualquier documento episcopal que se ojee, y es conside- Constitución.
rado como elemento imprescindible de estabilidad política.
— 1820-1823, trienio liberal, se insinúa el partido carlista —los
No se puede tampoco fijar con total objetividad el saldo nega- apostólicos—. Sublevaciones, regencia de Urgel.
tivo de la revolución que abarca dos columnas contrapuestas, los — 1823 Fernando VII es repuesto por los «Cien mil hijos de
hechos negativos y nefastos y las consecuciones frustradas. Si la S. Luis». Comienza la «década ominosa».
división producida en el siglo se hubiera contenido en unos límites — 1826 Movimiento liberal de los hermanos Fernández Bazán.
de contraste ideológico conllevando una identidad de miras cons-
— 1827 Revuelta de los agraviados (mal contens). El partido
tructivas, este hecho, el más oscuro del siglo, hubiera resultado una carlista se perfila.
gran conquista. Pero la división se produjo y la tensión de una par- — 1831 Intentona de Torrijos en Málaga.
te y de otra se llevaba hasta la mutua exclusión. Los escritos de — 1830 Abolición de la ley sálica.
Balmes sugiriendo la conciliación de las dos Españas contrapuestas, — 1832 Sucesos de La Granja.
todavía producen hoy la sensación de la voz «que grita en el de-
— 1833 Muerte de Fernando VII, regencia de M.1 Cristina,
sierto». Los extremismos verbales, polémicos y afectivos con que
pronunciamiento de Talavera, la I Guerra Carlista.
se combaten los grupos llegan a veces a extremos demenciales y
— 1834 El Estatuto Real, el cólera, matanzas de frailes.
producen una impresión desoladora.
— 1835 Sargentada de La Granja.
Lo que sí se puede afirmar es que la revolución no llegó ni — 1836 Desamortización eclesiástica.
siquiera a sus propios ideales, en política siempre utópicos, y que — 1837 Constitución liberal.
tantas veces fueron comprometidos, alterados, falseados y cambia- — 1838 Supresión de órdenes religiosas.
dos. El único ideal fue la lucha permanente, lo que en principio — 1839 Fin de la guerra, exilio de M." Cristina, regencia de
no era más que un medio, ni lo debiera ser. Ya hemos aludido ante- Espartero.
riormente al número de guerras que llenan el siglo. La guerra es — 1841 Pronunciamiento de O'Donnell en Pamplona.
el signo del tiempo: guerra siempre caliente, o de las armas o de — 1842 Movimiento revolucionario-republicano en Barcelona.
las actitudes y los enfrentamientos. — 1843 Pronunciamiento contra Espartero; caída del mismo.
f) La revolución buscaba un cambio de régimen y de sistema — 1844 Declaración de la edad mayor de la reina, comienza
y ese cambio con sus precariedades e imperfecciones y alternativas la «década moderada».
lo consiguió en un largo proceso cuyas etapas quedan ya estableci- — 1844 Pronunciamiento de Zurbano.
das y aceptadas, pese a su misma limitación y ambigüedad; son las — 1845 Matrimonio de la reina.
que forman la trama de la historia externa del siglo xix: — 1848 Revolución en Europa, España queda al margen.
— 1851 Concordato.
— 1808 Constitución de la Junta Suprema.
— 1854 Pronunciamiento de Vicálvaro, Espartero. Biennio pro-
— 1809 Convocatoria de las Cortes.
gresista. El krausismo en España.
— 1810 Las Cortes en acción: Soberanía nacional división de
— 1855 Desamortización de Madoz, ruptura con Roma.
poderes, libertad de imprenta. — 1856 La constitución «nonnata»; reacción moderada; la
— 1812, 19 de marzo Primera Constitución española.
ALBERTO PACHO
52 EL P. PALAU Y SU MOMENTO HISTÓRICO
53
res que el de salvar la Religión, el Rey y la Patria» (45). Es el tra-
unión liberal. dicionalismo español. Mesianismo a la inversa del mesianismo re-
— 1857 Nacimiento de Alfonso XII, primer censo oficial: Es- volucionario. La repetición de la misma literatura y de los mismos
paña 15.500.000 habitantes. slogans es fatigosa, como fatigosa es la retórica de los mitos liberales.
— 1859-1860 Guerra de África. Intentona carlista en San Car-
los de la Rápita.
— 1863 Caída de O'Donnell.
B. — Un siglo apocalíptico. La Iglesia española en el siglo xix.
— 1865 La noche de San Daniel, caída de Narváez.
— 1867 Movimientos revolucionarios en toda España.
— 1868 30 de septiembre La Gloriosa. Isabel II en Francia. 1. — La faz externa. Los hechos
— 1869 Cortes constituyentes. Constitución revolucionaria. Su-
fragio universal. Regencias de Serrano y Prim. La revolución con todas las resonancias que produce el término
— 1870 Búsqueda de candidatos para la corona de España. es el contexto en que la Iglesia de España realiza su andadura en
Amadeo de Saboya. Asesinato de Prim. el siglo xix. Por eso es un siglo de crisis, persecuciones, alternati-
— 1872 III Guerra carlista. I República. Movimientos canto- vas, éxitos y fracasos. Una historia nueva, inestrenada en la que
nalistas. como resultado final la Iglesia debió encontrar una nueva manera
— 1874 Golpe del General Pavía. Pronunciamiento de Sagun- de ser, de estar presente y de actuar. Durante todo el siglo tuvo que
to. Proclamación de Alfonso XII. recorrer el camino larguísimo e impensable que hay entre una Igle-
sia asociada al trono, la Iglesia medularmente inserta en la historia
g) Los revolucionarios franceses, como los españoles, como to- y en el quehacer de los españoles, hasta ser perseguida, desvinculada
do revolucionario, fueron idealistas, generosos e ingenuos. Así es el de las estructuras y del río del acontecer; de ser decisiva a ser to-
juicio de los historiadores. Su idealismo afecta a sus programas y lerada. Sobre todo ha recorrido con asombro una etapa de perse-
a sus métodos. Lo cual no quiere decir que fueran ni benévolos ni cución, en la que no sucumbió, pero fue sacudida en toda su con-
pacíficos. Su idealismo es de raigambre superficial. La prisa, la es- textura y separada de viejos temporalismos. Es una larga vía do-
pecie de profetismo audaz de que se sienten investidos añade a su lorosa, que dura más que el siglo xix. Es también herencia para el
postura esa fuerte dosis de utopía que no juzgaron como tal. Por veinte. Problemas, situaciones, quehaceres del siglo pasado han con-
eso ni contaron con la tradición, no sólo como valor, pero ni como tinuado siendo problemas, quehaceres y situaciones de la Iglesia de
hecho, que en parte confundieron con algunas estructuras caducas; España en el siglo xx.
ni siquiera tuvieron en cuenta la inercia histórica.
Había muchas cosas profundamente arraigadas. Esas realidades La primera constatación que se verifica al intentar un conoci-
serán las fuerzas que se alzarán contra ellos, serán la reacción, cuya miento, o siquiera una simple aproximación a la historia eclesiás-
meta será la restauración. Esas fuerzas se coagularon en los parti- tica de España en el siglo xix es precisamente su desconocimiento.
dos tradicionales y conservadores, que son el contrapunto en toda Darse cuenta de hasta qué punto es algo sin hacer (46). La postgue-
la historia decimonónica. Los conservadores se adjudicarán la re- rra marca sin duda una etapa de recuperación en muchos aspectos
presentación y defensa de unos valores considerados esenciales y de la vida de la Iglesia en España. Para algunos el campo de la
permanentes: la religión, la patria, el rey. La proclama de la Junta historiografía es uno de los que hay que señalar como incluidos en
Provisional de Gobierno, al amparo de los Cien mil Hijos de S. esa primaveral floración. «Se ha dicho que el año 1939 significa el
Luis, terminaba con estas palabras: «...Españoles: a vosotros está
reservada la gloria de exterminar la hidra revolucionaria que, arro- 45. MELCHOR FERKER, etc. ver nota 12, vol. II, 253 de su obra.
jada de todos los estados de Europa, ha venido buscando asilo a 46 «...la temática eclesiástica —terreno en que la ausencia de conocimientos
es fuera de toda exageración casi completa» J O S é MANUEL CUENCA, La Iglesia
esterilizar y llenar de desastre vuestro suelo. Sea, pues, la más española ante la Revolución liberal. Ediciones Rialp, Madrid 1971, p. 119- Pocas
perfecta unión la divisa de nuestra noble causa, y no halle más que líneas m á s adelante escribe reafirmando el hecho: «es tan alto el grado de des-
conocimiento». Ib. id. p . 120.
una voluntad donde no hay más que una opinión y un mismo inte-
I
Consecuencia también de la actitud defensiva es que la proble- Las razones y contrarrazones se repiten monocordemente. Res-
mática se polarice en unos pocos temas bien tipificados: la libertad ponden al esquema dialéctico, inamovible e irreconciliable con que
religiosa con sus derivaciones prácticas, tolerancia y libertad de cul- se planteó el problema. Las únicas razones nuevas son las de mero
tos, tema convertido por la revolución en su propio santo y seña a oportunismo político. Por ejemplo en 1855 los llamados argumentos
la inversa (60). Tema planteado siempre de una manera irreconcilia- industriales, es decir, la justificación de la tolerancia para «merecer»
ble, que por parte de la revolución se contrapone a la defensa ce- el acceso de capitales extranjeros. Argumento mil veces repetido y
rrada de la unidad de culto defendida por la Iglesia. Sorprende que mil veces refutado. Cabe preguntar: ¿Creían en él los que lo invo-
tomara carta de naturaleza como problema nacional para ser san- caban? ¿No era más bien un recodo estratégico? Ni siquiera han
cionado en una constitución —los debates más agrios tuvieron lugar avanzado mucho los argumentos a favor de la libertad en 1868. Junto
en 1837 y 1855— algo que no era tal problema nacional que debiera a una intuición válida un argumento de retórica oportunista y vacía:
ser sancionado para evitar complicaciones y regular una situación
«No se vulnerará la fe hondamente arraigada porque autorice-
de conflicto, o instituido para fijar un derecho de nadie, ya que, co-
mos el libre y tranquilo ejercicio de otros cultos en presencia
mo se reconoció en las mismas cortes, la inmensa mayoría eran ca-
del católico, antes bien se fortificará en el combate, y rechazará
tólicos, mejores o peores, como lo habían sido siempre. Es un pro-
con el estimulo las tenaces invasiones de la indiferencia religiosa
blema cada vez más encanecido e irritado cuya razón de ser es po-
que tanto postran y debilitan el sentimiento moral. Es además
sible no se encuentre en la alisada epidermis de los hechos maneja-
una necesidad de nuestro estado político, y una protesta contra
dos, sino en otros estratos más hondos.
el espíritu teocrático que, a la sombra del poder recientemente
El problema se plantea, se discute y se resuleve en todas las derrocado, se había ingerido con pertinaz insidia en la esencia
constituciones. La forma en que se plantea es la clave para valorar de nuestras instituciones, sin duda por esa influencia avasalla-
el avance o retroceso de las dos posiciones opuestas y del problema dora que ejerce sobre cuanto rodea toda autoridad no discutida
como tal. Lo que se consideró logro en 1869 estaba ya pensado y ni contrastada. Por eso las juntas revolucionarias, obedeciendo
consentido, aunque subyacente o tácitamente escamoteado en el 37. por una parte a esa universal tendencia de expansión que señala,
Fue Arguelles quien entonces señaló la «inoportunidad». Lo declara o más bien dirige la marcha de las sociedades modernas, y por
abiertamente el texto de la proclama del Gobierno Provisional de 3 otra, a un instinto irresistible de precaución justificada, han con-
de octubre de 1868 (61). signado en primer término el principio de la libertad religiosa,
como necesidad perentoria de la época presente, y medida de se-
60 Cómo la entendían los intelectuales de izquierda en 1868 puede apreciar- guridad contra difíciles, pero no imposibles eventualidades» (62).
se en este manifiesto, inconcebible dos décadas a n t e s : «Declaración sobre la
Libertad de religión e igualdad de cultos, 1868.
«Los que suscriben: declaran su opinión a fa,vor de la libertad de religión
y de la igualdad de cultos.
Afirmar algo tan obvio después del Vaticano II en una proclama
Creen comprende la p r i m e r a : la profesión, la enseñanza, la propaganda, revolucionaria de 1868 no nos autoriza a pensar en ningún milagro-
la difusión y la crítica en materia religiosa por todos los medios de publicidad; so profetismo, sino en lo que había; pasión política, que se disimula
la reunión y la asociación bajo todas sus formas, y el ejercicio público y pri-
vado de todos los cultos sin intervención ninguna del Estado en el régimen en follaje retorizante.
interior de las Iglesias. El camino a un planteamiento distinto se cerraba lo mismo por
Creen comprende la segunda: la perfecta igua.ldad de todos los cultos ante
el estado con supresión de toda protección y de toda excepción favorable u el impenitente afincarse a una situación dada, rígida y esclerotizada
odiosa. Y se obligan a constituirse en asociación permanente para defender y como por apelar a una identificación con medios y situaciones ultra-
propagar estos principios hasta lograr se realicen en nuestra patria.
Madrid diciembre 1868. Gumersindo de Azcárate.—M. Ruiz de Quevedo.—
Tomás Tapia.—Fernando de Castro.—Nicolás Salmerón.—Luis Vidart.— J. Sanz
del Río.—E. M. Hostos.—F. Giner.—S. Moret y Prendergast.—J. F. González.—V. introduce en la organización secular de España, es la relativa al planteamiento
Romero.—José R.—A. M. García Blanco.—V. Fernández González.—V. Fernández de la libertad religiosa.. La corriente de los tiempos, que todo lo modifica y
Ferraz.—J. A. Labiano.—E. Baselga.—M. de la Revilla.—A. García.—M. Poleyo.— renueva, ha variado profundamente las condiciones de nuestra existencia, na-
Medardo Abbad.—Luis Miravalles.—M. de la Guardia.—S. Aguilera Meléndez. Tex- ciéndola más expansiva, y sopeña de contradecirse, interrumpiendo el lógico
to, ap. C. F. DíAZ DE CEHIO, Fernando de Castro, filósofo de la historia. León encadenamiento de las ideas modernas en las que busca su remedio, la n a ' 1 " ' 1
1970, p. 537. española, contra el cual es inútil toda resistencia». Cf. BOZAL, O. C. pp. l l l - l l ^
61 «La más importante de todas [doctrinas], por la alteración esencial que 62 Ib. id. p. 112.
ALBERTO PACHO «-
64 EL P. PALAU Y SU MOMENTO HISTÓRICO
65
montanas que se habían generado en contextos distintos. La admira- fruto es la descristianización: «...el sórdido e irresponsable esfuerzo
de descristianización llevado a cabo por determinados agitadores de
ción hacia lo exterior encubre un complejo vergonzante, presente
izquierda...» (64) produjeron sus frutos.
en otros momentos recientes de nuestra historia, de posiciones to-
madas. Otras peculiaridades del catolicismo español son la devoción y
adhesión al papa, sobre todo en el pueblo. Es permanente con altera-
El problema se juzga así:
ciones en intensidad según la marea de los movimientos extremos
«El indiferentismo, el laicismo y el relativismo doctrinal consti- —revolución, ultramontanismo— afectaba al papa. Alguien ha ha-
tuyeron el invariable esquema mental con que la libertad reli- blado de «papolatría», aludiendo al efecto que las persecuciones con-
giosa fue siempre defendida por sus partidarios en la España tra Pío IX desencadenaron en los fieles (65).
isabelina, cuando los progresistas lograron imprimir sus ideas
en la dirección de los destinos nacionales y en aquellas otras
etapas en que, por diversas circunstancias, se cuarteó la graní- b) Una víctima propiciatoria
tica dureza del orden público moderado. Ello motivó en gran
parte el que la dialéctica entre los librecultistas y la jerarquía La víctima propiciatoria de la revolución española fueron los
se basase en supuestos irreconciliables, ya que la Iglesia españo- religiosos. Por ser la parte más débil del estamento eclesiástico era
la —y, en general la europea— rechazó siempre el único ele- la más vulnerable. No existe una investigación exaustiva sobre el
mento que habría podido estrechar la ancha fosa que separaba tema, aunque casi todas las órdenes tienen su historia realizada. Se
a los contendientes: la consideración de la libertad religiosa pueden rastrear los primeros ataques y los momentos cruciales.
como un derecho inherente a la condición humana. Presa de la En las mismas Cortes de Cádiz h a y una abierta discriminación
mentalidad reinante en el catolicismo de la época y encastillada contra los regulares: No tienen ninguna representación en las jun-
en una situación cuyos títulos de legitimidad eran cada día más tas electorales, se encuentren en la situación que sea. Los religiosos
discutidos, la Iglesia española —sinónimo aquí de los pastores «ni son vecinos, ni viven en el siglo» (66). Las medidas contra los
y guías— mantuvo en todo momento una posición discrimina- religiosos se repiten insistentemente en todas las legislaturas libe-
toria y privilegiada de la libertad de creencia, sin alcanzar a rales. El tema de su reforma era ya una vieja preocupación de los
verla como un principio de derecho divino-natural sin limitación ilustrados que dejan en herencia a los nuevos padres de la patria.
espacio temporal» (63). La Comisión especial de las Cortes nombrada a este efecto elaboró
un programa completo de reformas propuesto a la asamblea el día
18 de febrero de 1813: Se prohibe a los religiosos pedir limosna para
Nos parece una interpretación correcta, con la reserva de que
la restauración de los conventos dañados por la guerra; no pueden
tampoco la Iglesia tiene garantizada la anticipación de los tiempos.
Debemos por tanto concluir con una apreciación negativa: La
64 A. UBIETO-REGLA, etc. o. c. p . 604.
Iglesia no tuvo conciencia de que había cambiado el signo de los 65 J O S é MANUEL CUENCA, O. C. p . 223. Un caso tipo es el que provocó uno
tiempos. Creyó en una posible reversibilidad, y en un orden per- de los momentos m á s decisivos del expolio de los Estados Pontificios como con-
secuencia de la guerra de Austria contra Piamonte-Francia, 1858-59. La reac-
manente. La solución hubiera sido una vida media, la que Cavour ción del episcopado español fue unánime, cerrada, devotísima, montada siempre
postulaba para Italia: Una Iglesia libre en un estado libre, válida sobre el argumento casi t a b ú : la necesidad de la independencia del pontificado
para su ejercicio del poder espiritual. Lógicamente los fieles secundaron y abun-
para entonces si fuera posible eximirla de ambigüedades y restric- daron los sentimientos de sus prelados. Cincuenta y dos documentos, pastorales,
ciones, como lo es teóricamente. exposiciones a la reina, recoge en u n volumen José Canga Arguelles, nieto del
homónimo y famoso político de primeros de siglo, t i t u l a d o : La Iglesia católica
Este largo contraste tuvo fatales consecuencias. Ante todo apun- V la Revolución. Colección de documentos y escritos notables en defensa del
tamos el distanciamiento entre los intelectuales y la Iglesia, sobre poder temporal del papa- Madrid 1960. Interesante muestra para estudiar u n
instante de la vida religiosa española a n t e u n acontecimiento clave del siglo.
todo a partir de los años finales de Isabel II. Al socaire de polémicas 66 Diario de discusiones y actas de las Cortes de Cádiz, VII, p . 425. Alfredo
y luchas se produce un determinado activismo antireligioso, cuyo Martínez Albiach intentando reconstruir las etapas e incidentes del proceso de
secularización de España hace un análisis de las medidas antirreligiosas de las
Cortes. Véase Religiosidad hispana y sociedad borbónica. Publicaciones de la
Facultad Teológica del Norte de España. Burgos 1969, p . 329 ss.
63 J O S é MANTEL CUENCA, O. C. p . 214.
EL P. PALAU Y SU MOMENTO HISTÓRICO
66 ALBERTO PACHO
67
admitir nuevos candidatos los conventos que cuenten con menos de todo el regular, en la sangrienta reacción de 1823». La filosofía de la
doce —el doce es un número fatal para los religiosos y mágico para exposición es simplista: el crimen que mereció tal castigo debía
los reformadores liberales— ni pueden tener más de una casa en estar adecuado con la pena. Y el crimen fue apartarse de propio
cada localidad. Y hasta que las Cortes no resuelvan otra cosa no ministerio, y ponerse de parte de la reacción absolutista (68).
deben dar el hábito a nuevos candidatos. El cliché que se repetirá co- Las medidas contra los religiosos de las Cortes de Cádiz y sobre
mo un fatal ritornello en toda la legislación liberal hasta el fin, que todo del trienio liberal hacían previsible y fatal la desconexión de
está bien próximo. Las Cortes de 1820 tienen también en cartera su los nuevos grupos dirigentes del clero y de los religiosos, ya que
programa sobre los religiosos. La primera medida es la supresión de la orientación de la nueva política no necesitaba de ningún esfuerzo
los jesuítas y el 14 de agosto las órdenes monásticas. A los mendi- para ser entendida por el elemento clerical. Poco se necesitaba para
cantes se les prohibe dar el hábito a nuevos candidatos. Se suprimen que se colocaran en el otro flanco por instinto de defensa y apoyaran
los conventos que no tengan 12 religiosos no ordenados in sacris. A al pretendiente Carlos. Desde este momento, y aunque sintieran
las religiosas, víctimas de presiones se les facilitó la salida de clau- como sagrada su causa, por el contraste con la otra fracción, quedaba
sura. La secularización se facilita al máximo. El número 16 de la politizado. Los religiosos lo pagaron todo con su existencia jurídica
propuesta de la Comisión eclesiástica sanciona: «El religioso que y física.
quiera secularizarse se presentará al alcalde primero constitucional Dentro de la ortodoxia de la Revolución Francesa abierta o si-
del pueblo de su residencia, quien le dará un certificado para hacer bilinamente copiada por las Cortes de Cádiz estaba la exclusión del
constar su petición, y desde este día vivirá fuera del convento». La clero como grupo, como lo estaba la nobleza: «Los eclesiásticos son
propuesta de la Comisión eclesiástica era radical. En dicha comisión individuos de una corporación que se pretende independiente y se-
había representantes del clero —no hay que olvidar que el regalis- parada, de cuyo espíritu no es posible que se desentiendan absoluta-
mo no estaba muerto y su representación en las cortes era numero- mente, y pudiera esto dar lugar a pretensiones y acuerdos que no
sa—. Toda la nueva legislación culminó en el Decreto, que estaba
ya listo el día 1 de octubre, pero que el rey no confirmó hasta el día
23. Se le planteaba una situación parecida a la de Luis XVI ante el
68 El documento es largo pero típico de un momento y de una mentalidad
hecho consumado de la Constitución civil del clero. en avanzada metamorfosis. En Zaragoza, como en Madrid el asesinato no pa-
reció grave crimen comparado con el pillaje subsiguiente y que fue lo único que
M. Lafuente aporta la siguiente ingenua explicación de las ma- se reprimió (MODESTO LAFUENTE, 1. c. p. 223). Singular dicotomía ética justifi-
tanzas de 1834 como represalia por la actitud de los religiosos en cada p o r un nuevo valor, lo político: «...en efecto, habiendo llegado a saber
que los perversos, que en ninguna parte faltan, se habían aprovechado del m o -
los años finales del decenio absolutista: «El fanático populacho, que vimiento del día y noche anterior para entregarse al pillaje en los conventos
a tan repugnantes escenas de servilismo se había entregado en 1824 acometidos, los mismos hombres que pocas horas antes llegaron hasta desoír los
llamamientos sagrados cuando se t r a t a b a de impedir la muerte a los frailes y
y 25 contra el vencido e indefenso partido liberal, tomó una dirección el incendio de los conventos, corrieron espontáneamente a las a r m a s para per-
del todo opuesta al declararse el contagio. Parte a impulso de la cre- seguir el r o b o ; se lanzaron sobre los ladrones, los apresaron y entregaron a
la autoridad, pidiendo a voces su castigo, y lo presenciaron con muestras de
dulidad del vulgo, siempre dispuesto a prestar oído a lo extraordi- aprobación al siguiente día. ¿En qué consiste, pues, una diferencia t a n noble
nario y a lo absurdo, y mayormente quizá por efecto de la preven- de conducta en t a n breve espacio de tiempo sino en que el robo aparecía como
era en sí, feo, infame y despojado del color político, que por desgracia bar-
ción que contra los frailes abrigaban los infinitos agraviados por nizaba los demás delitos que realmente lo prepararon?» (M. LAFUENTE, O. C. p-
los desmanes y excesos del exagerado realismo de los tres últimos 226). Parece increíble, pero está escrito. La participación activa del clero, secu-
lar y regular en la contrarevolución es un capítulo doloroso pero real de la
años, halló pronta acogida lo inverosímil...». (67). historia de la Iglesia en el siglo xix. Un capítulo por otra parte todavía no
escrito, por eso mismo desconocido en su ancha y profunda realidad, y sobre
El mismo argumento que resulta válido para la Junta de Defen- el que se continúan repitiendo los tópicos y los lugares comunes de nombres y
sa de Zaragoza al año siguiente en la exposición que dirige a la de hechos que en su tiempo se convirtieron en paradigmas. Intervención del
clero vasco en las contiendas civiles 1820-1823, por Pío DE MONTOYA, Gráficas
Reina Gobernadora. Pero no es ya una explicación o una hipótesis. Izarra, San Sebastián 1971, es una de las pocas monografías recientes dedicadas
Los religiosos han merecido eso sin duda alguna por su conducta al tema. Ha utilizado a b u n d a n t e documentación archivística y ofrece una visión
de conjunto exclusiva del País Vasco. Es m u y interesante la revisión crítica
en 1823: «Esta causa es indudablemente la conducta del clero, sobre del «Trapense». Valioso estudio, aunque demasiado literario... Sobre la p a r t i -
cipación del clero en la revuelta de los Malcontents JAIME TORRAS, La guerra
de los agraviados. Barcelona 1967.
67 MODESTO LAFUENTE, O. C. 20, pp. 69-70.
68 EL P. PALAU Y SU MOMENTO HISTÓRICO ALBERTO PACHO
69
fuesen los más convenientes al bien de la nación y del estado» (69). o
Los artículos 2° y 4 hacen una indicativa salvedad: «Exceptúase
La aplicación de la teoría no tardará en llegar. En la primera legis- por ahora la supresión», etc. El 4o «Sobre los demás conventos que
latura de las Cortes de 1821 —6 de abril— se proclamará el carácter subsistan... hasta que otra cosa se determine».
de funcionarios de los obispos. Así lo sancionaba solemnemente el La suerte estaba echada. Les quedaban apenas unos meses de
Decreto de las cortes de ese día (70). Los legisladores españoles co- vida. La fe del pueblo explica sin embargo la supervivencia de los
nocen sin duda la partitura de los que elaboraron la Constitución religiosos y sus posteriores restauraciones (72).
Civil del Clero.
Sin retórica maximilista o minimalista, abundantes las dos, los
Las posiciones estaban tomadas independientemente de preven- efectos de la extinción de los religiosos tuvieron una dolorosa inci-
ciones o motivaciones políticas. Existía una filosofía antireligiosa. dencia en muchos aspectos de la vida religiosa: enseñanza, cateque-
Arguelles, el veterano luchador de las Cortes de Cádiz, argumentaba sis, piedad popular, espiritualidad, dirección de almas, etc. '
en 1835 cuando se discutía en las Cortes el tema de las reparaciones
por la compra de los bienes eclesiásticos: «¿No sería injusto, no se- c) El gran expolio
ría impolítico atender sólo al interés de 800 ó 1000 personas que están
disfrutando de lo que pertenece a siete u ocho mil familias útiles y
Otro de los problemas de más amplio espectro es la desamorti-
acreedoras a toda consideración?... ¿Qué hemos de poner a su lado
zación cuya larga, accidentada y polemizada historia llega hasta
para la comparación? Virtudes si se quiere, pues ciertamente yo no
nuestro siglo en algunas de sus derivaciones (73). Fue también he-
niego que las haya; pero para mi que soy hombre de mundo y pro-
rencia de los reformistas ilustrados y se incrustó como problema
fano, virtudes bien estériles. Yo no he venido aquí a hacer de pro-
esencial en los programas de política económica de los liberales
curador de los que aman la vida ascética y contemplativa y no con-
desde las Cortes de Cádiz a los años sesenta, retórica y propagan-
tentos con las miserias inherentes a la condición humana, recomien-
dísticamente considerado como panacea o piedra filosofal que curara
dan a otros que aumenten las mortificaciones. ...La cuestión prác-
la economía española. Tiene diversas etapas, que culminan en la
tica, pues reducida a los términos más sencillos consiste en saber si
7.000 familias que de buena fe compraron lo que la ley les autorizaba
a adquirir han de merecer menos consideración que corporaciones 72 VICENTE LAFUENTE, publica unas estadísticas sobre el número de religiosos
en 1787, 1835 y 1862:
religiosas muy recomendables, que están poseyendo por un acto de 1787, 52,300; 1835, 31,143; 1862, 7.746. Historia eclesiástica de España. Ma-
violencia [el subrayado es nuestro] bienes de que son detentadores» drid 1875 2, VI, pp. 462, 463, 472. De la inflación del siglo xvm hasta la casi
inexistencia de 1862 hay una larga historia que hace elocuentes estas cifras.
(71). La misma línea de filosofía política del Decreto de 11 de octu- La supresión de los religiosos, medio para la secularización religiosa, es sin
bre de 1835, complemento del de 25 de julio del mismo año: duda un programa, algo intentado por todos los medios. Se explica así el es-
pecial t r a t o de favor concedido a los esclaustrados, pese a que, la situación
agravaba el estado de la economía por el naciente capítulo de la subvención al
— males que causan los religiosos culto y al clero. El a r t . 13 de la ley de 1 de octubre es del siguiente t e n o r :
«El Gobierno protegerá p o r todos los medios que estén en sus facultades, la
— excesivo número de monasterios secularización de los regulares que la soliciten, impidiendo toda vejación o vio-
— escaso número de religiosas en cada convento lencia por parte de sus superiores y promoverá que se les habilite para obtener
prebendas y beneficios con cura de a l m a s o sin ellas». El mismo sistema que
— indispensable y urgente reforma aplicarán los distintos gabinetes posteriormente a la desamortización de Men-
— inútiles e innecesarios para la asistencia de los fieles dizábal.
— desproporcionados a los medios de la nación No h a y datos sobre el n ú m e r o de abandonos que se produjeron en este
p r i m e r intento de secularización. Los cálculos son indirectos partiendo de la
— perjuicio para la amortización. base del montante del gobierno para pago de las pensiones de los exclaustrados,
que en 1821 era de 5.177.900 y de 25.000.000 en 1822, mavo (Datos en MENENDEZ
PIDAL, Historia de España, XXVI, p. 727).
73 Luís PORTERO SáNCHEZ, Hacia el fin de la desamortización, en Revista
69 Afirmaba Capmany en la discusión de la ley electoral en septiembre de Española el Derecho Canónico XVII (1961) 153 ss. Por ley de 26 de diciembre
1811, Diario, etc. VIII, p. 410. de 1959 el Estado compensó a la Iglesia con títulos de la deuda pública los
70 Colección de Decretos y Ordenes generales de la primera legislatura de intereses no devengados p o r ésta desde el reinado de Isabel II por los títulos
las Cortes Ordinarias de 1820 y 1821, VII, p p . 29-30: «El episcopado es un cargo Permutados de bienes amortizados según la Ley Madoz y el convenio de 1860.
público». Los intereses entregados a la Iglesia en títulos al 4 % totalizaban 300 millones
71 Diario de sesiones, 6 mayo 1835. de pesetas. (Boletín Oficial del Estado, 26 de diciembre de 1959).
I
I ALBERTO PACHO
todos los males es el pecado. Los pecados de todos, de todos los espa-
75
Pero, sobre todo, la causa de la persecución contra la Iglesia y de
ñles, de los obispos, del clero, del pueblo, de los altos y de los bajos.
brero de 1836, 1 marzo 1841, 22 de febrero del mismo año (78). La clave exegética del pecado le atormenta al P. Palau. Se le escapa
Pero los hechos de la epiléptica historia que le toca vivir tienen constantemente de los puntos de la pluma, y siempre con un tono de
un sentido particular y preciso para este observador, actos y víctima amargura y de compunción estremedizas. A los ojos de un vidente o
a la vez. Un sentido que él no puede entender más que en una clave de un creyente atormentado, la explicación es definitiva y univer-
teológica, de Apocalipsis: Dios ha castigado a España «la ha vuelto sal (85).
las espaldas» (79). Ha permitido por la misma causa que la Iglesia, La visión de la Iglesia y de la historia es pesimista, fanática. Por
el mayor bien de España sea perseguida y esté a punto de agonía. eso no es un cuadro fríamente objetivo el que el P. Palau nos presen-
Las raíces y las causas de todo esto son: las doctrinas de los ta. Pero es esa visión la que imprimirá un carácter a su vida, y la
ilustrados —iluministas—, el ateísmo y la indiferencia: «acaban de que determinará su pensamiento y su acción: su consagración al bien
arrancar del suelo español el árbol de la religión católica, para plan- de la Iglesia, hasta el misterioso desposorio con ella. Ese sentido de
tar en su sitio el de la libertad filosófica, o de todo lo que se quiera, donación integral a la Iglesia lo tiene toda su obra: sus escritos, su
menos ser bueno, o la brutal indiferencia o el frío ateísmo» (80». vida solitaria, su predicación, su obra de fundador. Por eso el P.
España se ha convertido en un bosque «regado por las aguas negras Palau, a pesar de su tiempo y contra su tiempo, y por eso mismo, es
y podridas de las doctrinas volterianas que reparten por todas par- fruto de su tiempo.
tes los libros impíos y los apóstoles de satanás» (81).
Los jinetes de este Apocalipsis han sido muy particularmente
las sectas secretas. La presencia de las mismas en la vida y en los ALBERTO PACHO,
escritos del P. Palau es constante. Por eso sus alusiones casi obsesi-
vas a las mismas. Las señala con todo el énfasis y convencimiento (82). Facultad Teológica del Norte de España
No hablaba por hablar. Su denuncia está justificada por hechos pro-
bados y por una historia que él conoce. Sabe que su edad de floreci-
miento y de organización más activa ha tenido lugar entre los años
1823-1833 (83).
El mimetismo de lo francés ha sido una de las causas de nuestros
desastres. Idea que comparte con tantos otros contemporáneos y que
se ha hecho tópico en nuestra historiografía: «mas en vez de abrirlos
[los ojos] al desengaño, los abrimos a la vanidad y al error, recibiendo
con aplauso las modas, los usos y los libros emponzoñados de nuestros
vecinos los franceses» (84).
22 Sobre la biblioteca, cfr. n. 10, p. 302-315; de la imprenta he visto libros 25 Libro de Resoluciones de la Comunidad de Barcelona, de 1761 a 1835. Ms 300
impresos ahi en distintas épocas, por ejemplo, 1724-28, 1765, 1817. fs., 29,5x20,5 cm., sign. 78 del Archivo de la Corona de Aragón, de Barcelona, t.
23 Nota 20: 1» parte, c. 1. 8 de abril de 1808 la comunidad cede a la «Congregación de las Esposas de a
24 Barraquer y Roviralta, Cayetano, sac., 1839-1922. Las casas de religiosos en Cruz», por petición de la Presidenta, Subpresidenta y Maestra de novicias, « a
Cataluña durante el primer tercio del siglo xix... Tomo II. Barcelona, imprenta pieza que está en el huerto hondo bajo las celdas del Noviciado, para hacer u
de Francisco J. Altes y Alabart, 1908. -626, p. fot., grab., il., 27 cm. Cfr. c. 17, Oratorio a fin de poderse congregar todos los días de exercicios a hacer su
p. 443-449. funciones» (ib. f. 82r).
96 LOS CARMELITAS DESCALZOS DE BARCELONA, ETC. GABRIEL BELTRAN LARROYA
97
mensiones y corto mérito artístico, pero largo de afección, pues era del templo, o sea a su mediodía, y por lo mismo dando un lado a la
la misma que la Santa Madre Teresa llevaba en sus fundaciones rambla junto a la iglesia, abríase el claustro. Numerosos testigos me
(26)... La capilla quinta cobijaba la imagen de la Virgen de la Fuen- hablaron de él, pero ninguno me lo describió circunstancialmente
te de la Salud. En el brazo de este lado del crucero había los alta- limitándose los más a decirme que era muy sencillo y pequeño...
res de las ánimas o de la Encarnación y el del Niño Jesús. (27). La cisterna no se hallaba en el mismo claustro, sino cerca de
He oído elogios de la magnificencia del retablo mayor. Ocupaba él. La portería principal daba a la rambla desde este claustro, de
todo el fondo del ábside. Construido en la segunda mitad del siglo consiguiente bajando del templo por la rambla hacia el mar la pri-
XVIII, guardaba las formas greco-romanas con resabios de barro- mera puerta que se hallaba era la presente, por la que atravesando
quismo... Este retablo, a juzgar por un buen fragmento que vi en el ala del edificio se entraba directamente en el claustro. En el pri-
un dibujo, de cuya veracidad tengo certeza, constaba de un gran mer piso alto de éste se hallaba instalada a su derredor la fábrica de
pedestal, sobre el que se asentaban grandes columnas estriadas de la letra de imprenta, la que abría ventanas en la rambla...» En 1665
orden compuesto, las que sostenían anchas cornisas con dentillones. se había alargado considerablemente esta ala del convento, cuya
Estas no estaban en un mismo plano vertical, sino que con las cor- primera planta nueva comprendía «tres oficinas muy capaces», que
nisas unas venían más adelantadas, otras quedaban más atrasadas. probablemente se convirtieron en dependencias para la fábrica de
El nicho principal, o del primer piso alto, cobijaba al titular Pa- letra sobredicha. En la segunda planta instalaron cinco celdas
triarca San José, a cuyo pie en los intercolumnios próximos se veía grandes para enfermería, oratorio y tres aposentos (28), y en la
a Santa Teresa en el lado de la epístola, y a san Elias en el opuesto, tercera, la biblioteca, la mejor dependencia conventual, cuya des-
todos en hermosas estatuas de tamaño al menos natural. Siempre cripción nos la hace el historiador de la provincia (29): «Tiene cua-
ante el Patriarca ardían siete velas. Abundaba allí el rico dorado. tro ventanas grandes que la hacen muy clara. El techo es cielo raso,
Ceán Bermúdez escribe que Antonio Viladomat «pintó seis lienzos todo blanco, como las paredes. Encima los estantes la adornan al-
en el altar mayor y un San Josef en la sacristía»... gunos cuadros: a la testera, el de N. Madre Santa Teresa de Jesús
escribiendo, y todos los demás son de santos y venerables de la Re-
ligión. La puerta es proporcionada; de medio arriba es de verjas
2.—El convento bien labradas, con que desde fuera se registra toda la pieza». Su-
biendo por la escalera principal del convento se llegaba a ella por
«Adherido a un lado del templo estaba en esta orden el conven- una antesala más espaciosa que «dos celdas guarnecidas de bancos
to, en cuyo centro se abría el claustro... Las casas acostumbran te- fijos, desahogada con una ventana y dos puertas de las cuales una
ner sólo dos pisos altos, en los que el corredor cae del lado del claus- sale a la escalera principal y la otra al cuarto enfrente de una de
tro, y las celdas hacia el exterior. Estos corredores brillan por su sus ventanas con que queda clarísima» (ib.). «En los días del P. Pa-
apocamiento, pues miden de anchura sólo 1,50 metros, y de altura lau esta sala estaba adornada con dos lienzos que representaban dos
2,40... No respiran más grandeza las celdas, reducidas, como están milagros del Beato Oriol» (30). Y puesto que acabamos de describir
a, una pieza baja de techo, de 3,60 metros de longitud por 2,10 de el local, digamos que esta biblioteca pública honraba a los hijos de
anchura, y 2,55 de altura. La única ventana de ellas mide 64 centí- la primera doctora de la Iglesia. Cierto que habían recibido una
metros en cuadro —según medidas tomadas en el antiguo convento considerable donación —5.573 volúmenes— en el siglo XVII, pero
de Mataré, construido en la misma época... Al pie del convento so- la comunidad supo estar a la altura de su misión, construyendo un
lía extenderse la grande huerta. local ad hoc, aumentar la riqueza bibliográfica y poner a disposi-
De la anterior idea general o norma del convento carmelita-te-
resiano descendamos ahora al de Barcelona. Al lado del evangelio
27 Nota 24: c. 17, p. 447, cuyos testimonios son dos descalzos de la época:
26 MIGUEL DE SAN J O S é , OCD, 1644-1714. Historia del origen y milagros de la P- Juan de los Reyes Raurell (reí. 3 de jul. 1882) y P. J u a n del Carmelo Alsinet
(reí. 25 de feb. 1884).
santa Imagen de ntra. Sra. de la Consolación que se venera en el... convento de
28 Nota 5, lib. 5, c. 38, p. 492.
san Joseph de Barcelona... 236 fs., 2 0 x 1 5 cm., sign. 513 de la biblioteca univer-
29 Ib., p. 492-493.
sitaria de Barcelona. 30 Nota 24, p. 449.
LOS CARMELITAS DESCALZOS DE BARCELONA, ETC.
98 GABRIEL BELTRAN LARROYA 99
ción de los lectores buenos catálogos. Los últimos databan, nada Para el riego de la huerta y servicio del convento poseía éste
menos que de 1831 a 1834 (31). Sigamos visitando el convento, tal tres plumas de agua de pie, las que no bastarían para lo primero
como lo describe Barraquer. cuando vemos que en la parte alta y occidental de dicha huerta, o
«A espaldas del edificio del claustro y del templo, o sea a su sea cerca de las casas de la calle del Carmen, había una buena
lado occidente, se extendía hacia oriente el resto del convento —el noria».
noviciado— las más de cuyas aberturas daban al huerto. De este
cuerpo de edificio partía un brazo hacia la calle del Carmen, o sea 3.—La comunidad
hacia montaña... y pasaba -adherido al muro trasero de la casa de
la Virreina, de la que del primer piso para arriba sólo le separaba
Me resulta un tanto difícil precisar los religiosos que de 1832
una callejuela destinada a dar luz, la que ciertamente allí no abun-
a 1835 vivieron en esta comunidad. Conozco a varios, pero segura-
daba en razón a la menguada anchura... El noviciado tenía dos pi-
mente no son todos los que están. Se ha escrito que solían ser unos
sos altos y su corredor contaba con 28 celdas. No le faltaba la es-
cincuenta. Y creo que por ahí andaban, si tenemos en cuenta que
calera propia, de espiral o caracol, que bajaba a la sacristía o muy
se trata de la casa provincial; comunidad con mucho culto en la
cerca de ella, y a su lado occidental se extendía su huertecillo o jar-
iglesia; religiosos al servicio de la fábrica de fundición, y, sobre
dín propio de él. Los linderos, pues, del noviciado con su jardín eran
todo, noviciado de la provincia, en el que todo recién profeso debía
los siguientes: por el norte, la parte trasera de las casas de la calle
permanecer de dos a tres años en espera del curso escolar que se
del Carmen; por el este, la Virreina y sacristía; por el sur el con-
iniciaba para él cada tres años. De septiembre de 1832 a julio de
vento, y por el oeste, el jardín de la casa Grases, número 15 actual
1835 profesaron 34 novicios —27 coristas y siete hermanos—. Me-
de la calle del Carmen. La separación entre el jardín del noviciado
diado el año 1834, el prior notifica al obispo diocesano que en la co-
y el del Sr. Grases la efectuaba una pared de cerca de unos tres pal-
munidad viven 16 sacerdotes, descontados, probablemente, los de la
mos de grosor por unos ocho de altura, y esta circunstancia es digna
curia provincial (32).
de notar porque por este muro en la nefasta noche del incendio de
Veamos quiénes formaban parte de la comunidad por estas fe-
1835 huyó la comunidad. Las ventanas de las celdas se abrían a
chas, ejemplos vivos para los formandos y valuadores «humanos»
buena altura, de modo que los novicios no pudieran asomarse a ellas.
de la vocación y cualidades de aspirantes, novicios y ordenandos.
Tenía el noviciado buena capilla u oratorio, que se asentaba sobre
Un candidato, por ejemplo, precisaba: a) permiso del provincial;
la sacristía del templo.
b) examen de sus motivaciones religiosas por parte del prior, maes-
Pero dejemos el noviciado y volvamos al convento, en el que tro de novicios y otro religioso m a d u r o ; c) aprobación, por votos
de este a oeste en los pisos altos se abría un largo corredor con las secretos, de los padres conventuales (33). Y esta última votación se
celdas hacia el mediodía, dando al huerto. En el piso bajo había las repetía tres veces durante el año de noviciado y cada vez que de-
acostumbradas dependencias de cocina, refectorio, de profundis y bían acercarse a recibir alguna de las órdenes sagradas. Unos datos
el aula capitular. de cada miembro de la comunidad ayudarán a darnos una idea de
Al sur del edificio, y creo que también al oeste, se extendía la quiénes eran estos hombres comprometidos en misión tan arriesga-
huerta, la que por lo mismo de este a oeste quedaba entre la ram- da, especialmente por parte de los padres.
bla, la parte trasera del convento y las casas de la calle Jerusalén,
y de norte a sur entre el convento y la calle de la Petxina... La P. José de santa Concordia, provincial, de 55-58 años. Ya lo hemos
puerta de los carros para la comunicación directa del huerto con visto. Conoce a Francisco Palau desde el Seminario conciliar de Lérida.
el exterior parece que estaba en esta calle de la Petxina, bien que Incluso formaba parte del tribunal examinador del tercero de filosofía (34).
algunos ancianos la ponen en la rambla. Desde ella el convento re-
32 Circulares del obispado de Barcelona: 1827-1836, donde existe una carta
partía la limosna a los pobres. del•1 prior, J u a n de san Bernardo, fechada el 11 de junio de 1834, notificando los
religiosos sacerdotes que hay en la comunidad y otras tres del obispado.
« Nota 20: 2 parte, c. 2, n. 5 y 16.
14<W Seaundo Libr
° de Matriculas, que comienza en 18 de octubre de 182G. Ms.,
31 Nota 10, p. 302-315. O fs., 30,5x21,5 c m , sign. 231 del Seminario conciliar, de Lérida. Examina en-
r e eI
9 y 10 de febrero de 1831 (f. 20r-23v).
LOS CARMELITAS DESCALZOS DE BARCELONA, ETC. GABRIEL BELTRAN LARROYA
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Como provincial no tomaba parte en las votaciones o aprobaciones con- to (41). Es la persona más ligada, dentro de la Orden, con Fr Palau
ventuales, pero daba el v°. b°. definitivo para la profesión y órdenes. que como maestro carga con la responsabilidad inmediata de los novicios
en todo y para todo. Incluso era por Constitución (42), con otro religioso
P. Juan de san Bernardo, prior, 60-63 años. Riguroso y exigente. Pro- grave de la comunidad, el confesor nato de la misma. Creo que el amor
fesor, predicador, maestro de estudiantes, prior de varias casas. Hijo de del P. Palau a la soledad y vida eremítica —en lo que puede haber de
Corbera de Llobregat (Barcelona). Por estos días se medica y toma baños importación— quizás deba explicarse desde su encuentro con el P. Maestro
termales cada verano en la Puda (35).
P. Antonio de san Isidro, ayudante del maestro de novicios y del 33
P. Joaquín de san Alberto, II consejero provincial, 68-71 años. Pulcro al 35 consejero local, 68-71 años. Había enseñado gramática a los niños
y ordenado. Ya hablamos de él en el capitulo de la provincia. del barrio de Gracia; prior de La Selva y presidente de conferencias
morales (43).
P. Esteban de los Reyes, IV consejero y secretario provincial, 53-56
años. Parece que su residencia es Reus, pero como consejero y sobre todo P. Juan de santa Cecilia, II consejero y archivero de la casa, 60-61
secretario del provincial, pasó por la comunidad barcelonesa varias ve- años. Muchos años consejero provincial y prior de varias casas. Mediado
ces (36). 1833 le eligen nuevamente superior de Reus (44).
P. Manuel de los Dolores, III consejero de la comunidad, 72-74 años. P. Gabriel de Sta. María Magdalena, 66-69 años. Desconocemos, prác-
Predicador de campanillas, en sus años mozos, muchos de cuyos pane- ticamente su vida conventual. A fines de 1836, ya exclaustrado, el párroco
gíricos andan impresos; socio de la Real Academia de Buenas Letras de de Mataró proponía al prelado diocesano se recluyera al P. Gabriel en
Barcelona y antiguo bibliotecario de la casa. En la Orden desempeñó va- la casa de sacerdotes ancianos por su afición al «vino y licores» (45).
rios cargos. Murió el 12 de abril de 1834 (37).
Juan de la Concepción, ecónomo provincial, 67-70 años. Llevaba mu-
P. Juan de san José, predicador del convento 68-71 años. Exprovincial; chos años responsable inmediato de la economía provincial. Recordemos
varias veces consejero y prior, e incluso candidato a general en el capítu- que aquí radicaba la fábrica de fundición de letra, los mayores ingresos
lo de 1824. En nuestros días «persona muy venerable, de talento, que ha- de la curia provincialicia (46).
bía predicado mucho» (38), y lo sigue haciendo, pese a su edad avanzada.
El procurador de la casa le da gratificaciones por el trabajo (39). P. José de la Visitación, sacristán, 64-67 años. Sabemos muy poco de
su vida. En julio de 1835 estaba «imposibilitado» (47).
P. Pablo de la Anunciación, vicesuperior y I consejero de la casa, 58-
61 años. Había sido director de los terciarios de Reus y superior de otros P. Pedro de san José, de 60-03 años de edad. Un religioso más bien
conventos. Lleva los libros oficiales de la comunidad. También va a los innominado.
baños durante el verano (40).
P. José de los Reyes, predicador y bibliotecario de la casa, y luego
P. Francisco de Jesús Nazarena, maestro de novicios, 50-53 años. Fue también, 1833, archivero, director de las Esposas de la Cruz; de 52-55
conventual del desierto carmelitano de Cardó, y dos trienios seguidos prior años. El hombre más activo de la comunidad: reorganiza los ficheros o
de la misma casa. Después de la exclaustración muere en opinión de san- catálogos de la biblioteca; predica con frecuencia en la iglesia del con-
vento, por otras de la ciudad, y por muchos pueblos de Cataluña. Y me
olvidaba otro título: epactillero de la provincia. Siempre lleva dinero en-
35 Libro del Gasto u Recibo del Convento de S. José de Barcelona, de enero
cima, al menos el procurador de la casa le entrega muchas «gratificacio-
de 1824 a julio de 1835. -300 p. s. n., 20,5x15 cm„ sign. 1890, del Archivo de la nes» por los trabajos, y él tampoco se andaba corto a la hora de pedir (48).
Corona de Aragón. A modo de curiosidad aparecen gastos por medicinas para el
prior en j u n i o de 1832 y marzo de 1833, y los gastos de los baños en la P. Joaquín de Jesús María José, organista, 53-56 años. Compuso obras
Puda (julio de 1832, agosto de 1833, julio y septiembre de 1834). Nota 15; p. 90-91. musicales propias, algunas sonatas, que todavía existen en la biblioteca
36 Libro en que se haze memoria de los Difuntos assi Religiosos como Reli- universitaria (49).
giosas de N" Sagrada Religión empezado en el Mes de Mayo de 1736. En Barcelona,
ms. 281 f s . ; 1 9 x 1 4 cm., sign. 255 Archivo de la Corona de Aragón, de Barcelona,
en q u e aparecen las tres visitas provinciales (4-III-1833, 25-XII-1833 y 6-1-1835) 41 Nota 15, p. 437-438, muerto el 13 de abril de 1846.
con el P . Esteban de secretario. 42 Nota 20, 1 parte, c. 4, n. 1.
37 Catálogo de los religiosos..., nota 7, p . 258, cfr., también, nota 10, p. 310. 43 Nota 15, p. 301.
38 BARRAQUER Y ROVIRALTA, CAYETANO, s a c , 1839-1922: Los religiosos en Ca- 44 Id. p. 92-93.
taluña durante la primera mitad del siglo xix... Tomo II. Barcelona, Imprenta 45 O. c , p. 444-445.
de Francisco J. Altes y Alabart, 1915. - 8 6 6 p., fot., grab., il., 27 cm. cfr. c. 10, p. 557. 46 O. c , p. 465-466.
39 Nota 35, en cuyo manuscrito podemos comprobar las entregas q u e le hace 47 O. c , p. 455.
el procurador por sus sermones. Entre otras muchas, por ejemplo «A N. P . Joan 48 O. c , p. 456.; nota 35, donde se pueden comprobar las cantidades de dinero
de las Pláticas de Juny» 1 libra, 17 sueldos y 6 dineros (junio de 1835). l ú e con mucha frecuencia le da el procurador por sus sermones.
49
40 Nota 35, en las cuentas de septiembre de 1834; nota 15, p. 103. O. c , p. 451.
LOS CARMELITAS DESCALZOS DE BARCELONA, ETC.
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P. Onofre de san José, de 51-52 años de edad. Murió el 2 de agosto competentísimo en el arte de la imprenta, como puede verse en cualquier
de 1833. Por su complexión débil y enfermiza, el último año lo pasó pri- tratado sobre impresores barceloneses de su época (58).
vado de las facultades mentales en la comunidad (50).
H. Mariano del Corazón de santa Teresa, hermano carnal del anterior
P. Tomás de santa Elena, presidente de conferencias de moral, de 48- más joven —45-48 años— y con él ocupado en la fábrica de fundición (59).
51 años. Pasa toda su vida conventual en Barcelona, y el 10 de junio de
1835 se le nombra maestro para el colegio de filosofía que se improvisa H. Rafael de san José, portero, 57-60 años. Muere a los dos meses d»
en la misma casa-noviciado (51). enfermedad, el 18 de mayo de 1835 (60).
P. Juan de la Madre de Dios, cantor, de 34-37 años, «hombre de mucha H. Manuel de san Bernardo, cocinero, de 48-51 años.
corpulencia, y de voluminosa voz, tal que después fue sochantre de nues- H. Antonio de santa Teresa, enfermero, de 26-29 años.
tra catedral» de Barcelona (52).
H. Juan de san Miguel, trabaja en la fábrica de letra, de 20-23 años
P. Marcos de san Francisco, de 31 años de edad. El levantamiento de
Riego le pilla haciendo el noviciado, y cuando regresa al convento es
sargento del ejército real. En Barcelona vive desde 1834 (53).
P. Francisco de la Ssma. Trinidad, mallorquín, de 38 años. Ordenado 4.—Novicios y profesos
sacerdote en diciembre de 1832, ignoro cuándo comenzó a formar parte
del capítulo conventual. Una juventud accidentada: Nace en Palma de Junto a los padres y hermanos conventuales había el grupo de
Mallorca; viste el hábito en México; profesa en Sevilla, y acaba la carrera novicios y recién profesos, bajo la vigilancia y dependencia del P.
eclesiástica en Barcelona (54). Maestro o su ayudante, quienes vivían en una parte del convento
P. José, «el que no dice misa». Yo creo que se trata de Fr. José de completamente separada del resto de los religiosos: era el novicia-
santa Eulalia, de 25 años, demente, al parecer (55). do, descrito ya más arriba. Allí tenían las celdas, oratorios y jar-
dín propios nuestros jóvenes. Con todo, a diario se encontraban con
Con estos padres conventuales o responsables —ejemplos vivos para
los formandos— a la hora de decidir, por sufragio secreto, el porvenir de la comunidad para rezos, oración mental, misa y comidas. Luego
los novicios y recién profeso, había también en la comunidad un buen describiré el horario común.
número de laboriosos hermanos —pero sin voz ni voto— que cuidaban En este marco conventual, y sobre todo en el noviciado, pasó
de las dependencias de la casa: huerta, cocina, portería, despensa, enfer- los tres años de formación teresiana Fr. Francisco de Jesús María
mería, etc. El P. Palau conoció a los siguientes, y de los que aprendería, a
buen seguro, el sentido práctico de la vida y del trabajo, rayano en estos José. Veamos, rápidamente, los compañeros que tuvo desde la toma
hombres en el heroismo: de hábito en noviembre de 1832. Coincide en el trienio o ciclo que
comienzan los distintos cursos en los colegios de la provincia, por
H. Francisco de san Segismundo, ropero, de 70-73 años. Para 1835 lo cual, el noviciado quedaba prácticamente vacío. Incluso los pro-
muy «achacoso» (56).
fesos de los primeros meses son destinados, poco después —con las
H. Juan de san Cirilo, ecónomo, de 62-65 años. En 1835 también, «acha- debidas dispensas— al colegio filosófico.
coso» (57).
José de san Jaime, corista (n. Manlleu, de 24 años).
H. Joaquín de la Soledad, director de la fábrica de fundición de letra, José de san Luis Gonzaga, corista (n. Barcelona, de 20 años).
de 62-65 años. Llevaba más de cuarenta años dedicado por entero a la Genis de san Antonio, corista (n. Teyá, de 17 años). Los tres profe-
factoría carmelitana, con creaciones y grabados propios. Era un hombre san el 22 de noviembre de 1832 y pasan inmediatamente al colegio de
Reus (61).
50 Nota 7 y 37, p. 257.
,")1 Nota 15, p. 116-117; nota 35.
52 Nota 15, p. 466; nota 38, c. 10, p. 557. 58 Id., p. 451-452; Diccionario biográfico de artistas de Cataluña, desde la
53 Nota 15, p. 97-98. época romana hasta nuestros días, dirigido por J. F. Ráfols... Barcelona, Edito-
54 Nota 15, p. 439 (nota pie de página); nota 35, aparecen los gastos por sus torial Millán, 1951. - 3 vol., 24 cm. cfr. t. 3, p. 92.
desplazamientos a ordenarse y los ocasionados con su primera misa celebrada 59 Nota 15, p. 98.
en Barcelona (enero de 1833). 60 Nota 37, p. 259.
55 Nota 15, p. 462-463. 61 Libro V de la recepción y profesión de los Xovicios- Año Í828. Ms., 306 p.
56 Nota 15, p. 442. 3 0 , 5 x 2 1 cm., sign. 32 del Archivo de la Corona de Aragón, de Barcelona, cfr.
57 Id., p. 91. p. 163-165.
104 LOS CARMELITAS DESCALZOS DE BARCELONA, ETC. GABRIEL BELTRAN LARROYA
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Juan de san Agustín corista (n. Cornudella, de 16 años), emite los cesano (67). Este sigue, pues, en el noviciado hasta fin del trienio
votos el 4 de enero de 1833 y sigue el camino de los tres anteriores. Son en espera de que le asignen colegio para terminar los estudios ecle-
novicios por estos días:
siásticos y ordenarse sacerdote. Los acontecimientos de julio de 1835
Pedro de san Juan Bautista, organista, que profesará el 1 de mayo y
en julio irá destinado al colegio de Tarragona (62), joven de 16 años, na- acabaron con los planes previsibles de su futuro inmediato. Le te-
cido en Reus. nemos, por consiguiente, en el convento de Barcelona compartiendo
Jerónimo de san José, hermano, que hace los votos después de dos la vida con los demás profesos y novicios que van ingresando. Po-
años de noviciado el 18 del mismo mes y año (n. Oris, con 24 años). cos, ya, por las prohibiciones civiles, pero todavía algunos, casi tan-
Salvador de san Andrés, hermano que profesa con el anterior, (n. tos hermanos como coristas:
Selva del Campo de 24 años). Parece que en julio fue destinado al con-
vento de Tortosa (63). Laureano de la Encarnación, corista (n. Reus, de 18 años), que pro-
Agustín de Jesús María, hermano. Como tal hace los dos años de no- fesa con el siguiente, el 6 de junio de 1834.
viciado y profesa el 4 de julio de este año (n. Valls, de 19 años). El mismo Pedro del Corazón de Jesús, corista-organista (n. Reus, con 16 años).
mes sale destinado para Gerona (64). Francisco de la Madre de Dios, corista (n. Sta. María de Besora, 24).
Ramón del Corasen de María, corista (n. Guiamets, de 17 años). José de san Elíseo, corista (n. Vich. de 19 años), profesan el 5 de sep-
Vicente de la Consolación, corista (n. Tortosa, de 19). tiembre de 1834.
Felipe del Ssmo. Sacramento, corista (n. Tortosa, 21 años) y Mariano de san José, hermano (n. Reus, de 24 años), profesa, a los
Francisco de los Angeles, corista (n. Benicarló, de 18 años). Los cua- dos años de novicio, el 21 de octubre de 1834, y pasa destinado al conven-
tro profesaron el 18 de septiembre de 1833. to de su ciudad natal (68).
José de san Hilarión, corista (n. Figuerola, de 18 años). Andrés de san José, hermano (n. Selva del Campo, de 22 años).
Juan de los Reyes, corista (n. San Julián de Vilatorta, de 19) y Mariano de san Hilarión, hermano (n. Selva del Campo de 20 años).
Juan de santa María Magdalena, corista (n. Selva del Campo, con 18 Los tres pasan su bienio de noviciado y profesan simplemente el 1 de
años), que emiten los votos el 21 de octubre. De estos siete profesos cua- marzo de 1835.
tro van a la casa-convento-desierto del Cardó: dos en septiembre y los Narciso de san Antonio corista (n. Reus de 16 años).
otros dos en octubre (65). Probablemente se trata de Fr. Ramón, Fr. Fran- Jaime de Jesús Nazareno corista (n. Torroja, de 17 años) son los úl-
cisco, Fr. José y Fr. Juan de los Reyes, ya que no figuran en la comu- timos aspirantes al sacerdocio que profesan en san José, el 18 de marzo
nidad de 1834. del tristemente célebre año de 1835.
Carlos de la Concepción, corista (n. Benicarló, de 18 años).
Pascual de san José, corista (n. Benicarló, de 17 años). Con ellos se cerró el noviciado descalzo para convertirse en co-
Juan de san Ignacio, corista (n. Benicarló, de 18 años). legio de filosofía, según acuerdo del consejo provincial de 10 de
FRANCISCO DE JESúS MARíA JóSE, tonsurado (n. Aytona, de 20 años) y
Andrés de santa Francisca, corista (n. Reus, de 18 años). Todos son junio del mismo año (69). Y por lo visto ponen rápidamente manos
connovicios rigurosos ya que los cinco vistieron el hábito el 14 de noviem-
bre de 1832, e hicieron la profesión el mismo 15 de noviembre de 1833. 67 «Illmo. y Rmo. Señor: Fr. Juan de san Bernardo, Prior de Carmelitas Des-
calzos en este Convento de San José de la presente ciudad con todo el respeto y
sumisión a V. S. Y. debida, espone: Que agradecido al favor se dignó dispensarle
En las cuentas económicas de la comunidad aparecen los gas- en las témporas pasadas promoviendo a los Sagrados Ordenes a ocho sujetos
tos de dos profesos —abril de 1834— que viajan al desierto del Car- de su convento, para remediar la necesidad y escazes de Ministros indispensa-
bles para la Solemnidad de las funciones ecclesiásticas; continuando todavía la
dó (66). A juzgar por la estadística del convento de mediados de es- misma necesidad, y teniendo la edad para recibir el Diaconado Fr. Francisco de
te año, deberían ser Fr. Vicente y Fr. Carlos. De ningún modo po- Jesús, María, José, otro de los que fueron ordenados Subdiáconos por V. S. V ;
Suplica, y espera de su conocida bondad, que admitiéndolo para las prosimas
demos pensar en Fr. Francisco de J. M. José, por la sencilla razón temporadas, y dispensándole los insterticios, según se lo pide también N. R. P-
de que acababa de ordenarse diácono por la penuria y falta de mi- Provincial, se digne promoverlo al orden de Diácono. Favor y gracia a que que-
dará agradecida toda esta Rda. Comunidad, y por ella. S. S. Q. S. M. B., Barcelona,
nistros de la comunidad para las ceremonias y actos litúrgicos de la 3 de Febrero de 1834, (rubricado) Fr. J u a n de S. Bernardo, Prior» (Legajo: Or-
iglesia conventual, según confesión expresa del prior al obispo dio- denes de 1834, Archivo diocesano de Barcelona); nota 61, p. 178-182.
68 O. c , p. 183-187; nota 35 (octubre de 1834). .
69 Nota 61, p. 188-192; «Nota de las resoluciones hechas por el V. Dif[mitorioj
62 O. c , p. 166.; nota 35 (enero de 1833). de P r o v [ i n c i ] a l celebrado a los 10 de J u n i o del año 1835 en este Ntro. con[venJto
63 Nota 61, p. 167-169; nota 35 (julio de 1833). de Sn. Josef de la Ciudad de Barcelona en el Principado de Cataluña con motivo
64 Nota 61, p. 170; nota 35 (julio de 1833). de una circular de Ntro. M. R. P. Gen[era]l y Dif[inido]res Generales remitida a
65 Nota 61, p. 171-177; nota 35 (septiembre-octubre de 1833). N. R. P. P r o [ v i n c i a ] l y Dif[inido]res». Ms 1 f.; 3 1 x 2 1 cm. Archivo Silvenano de
66 O. c. (abril de 1834). Burgos, sign. cajón 80b, letra CLXXVII.
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a la obra, al comprar, el mismo mes, doce mesas —cosa desusada al año próximo inmediato. Al menos una vez al mes se reúnen en la igle-
en los novicios— y otros tantos sombreros para «los colegiales» sia para sus ejercicios religiosos. En los días de la exclaustración se en-
(70). Profesor de filosofía sería —por decisión del antedicho conse- contraba en pleno apogeo (74).
jo— el anciano P. Joaquín de san Alberto, y maestro de estudiantes Biblioteca pública. Ya la hemos descrito en otro lugar. Nace para to-
dos los barceloneses con la donación del canónigo Besora (75). Es tal la
el P. Tomás de santa Elena, ambos de la comunidad. Pienso que el importancia y el valor bibliográfico de esta biblioteca, que el «Viaje lite-
P. Palau estaba destinado al colegio de moral, ahora en Lérida, o a rario a las iglesias de España» le tributa grandes elogios y le dedica 54
lo más al de teología dogmática de Reus o Tarragona, ya que ingre- páginas. En nuestros días acababan de modernizar sus catálogos con una
só con la filosofía terminada y un curso de teología. De todas for- caligrafía elegante y clara (76).
mas, mi hipótesis carece de trascendencia práctica, por el hecho de Imprenta. Desconozco su historia viva. He visto obras publicadas en
distintas épocas (1724-28); en 1765 y los Salmanticenses en dos formatos,
que la exclaustración del 25 de julio le encontró, todavía, en el con- de 1817 (77).
vento de Barcelona. Real fábrica de fundición de letra. Data desde 1746 (78). Factoría en
pleno rendimiento, bajo la dirección de hermanos y seglares. Era la ba-
se económica de la curia provincial. Ya hemos dicho el lugar que ocupaba
5.—Actividades dentro del convento. La curia de la provincia pagaba religiosamente el
inquilinato a la comunidad. De ésta formaban parte el procurador pro-
vincal y los tres hermanos que ahora cuidan y dirigen la factoría, todos
Junto con los ministerios propios de la Orden, en especial el muy competentes. En especial Fr. Joaquín de la Soledad (Esplugas Surro-
servicio y culto de la frecuentada iglesia de san José, los carmelitas ca), artífice incluso de algunos modelos de letras que se venden en ella.
de la rambla dirigen asociaciones religiosas ubicadas en la misma, Trabajan un buen número de empleados. Se ha escrito que de 25 a 50
y algunas actividades culturales muy prestigiosas para la ciudad. obreros (79).
Ahí las mencionamos someramente. El posterior diario de la casa
aludirá a ellas en más de una ocasión. 6.—El espíritu de la comunidad
Pía Unión del Rosario, establecida el 27 de noviembre de 1797, y radi-
cada en la capilla de la Virgen del Carmen. Cultos mensuales. El 15 de Intento reflejar, paradójicamente, mediante la letra, el espíritu
marzo de 1799, la comunidad les había cedido una habitación detrás de que debía reinar en el interior de la comunidad, parto del código
la de los monaguillos, donde se guardaban anteriormente las afombras
de la glesia (71). legislativo, en edición muy cercana a los días de Fr. Francisco (80).
Esposas de la Cruz, hermandad, algo así como nuestros terciarios-se-
mana devota, de intensa vida interior y que sobrevivió a la exclaustra- tas Descalzos en este año de 1816, baxo la soberana protección de Jesús, María
ción. La primera noticia de esta entidad me la ofrece el P. Francisco de y Josef; y con aprobación Eclesiástica y Real... Barcelona, por Miguel y Tomás
Gaspar, (s. d.). 48 p., 14,5 cm.
san Benito, que en 1799 era director de la misma. Cultos mensuales. En 74 Diario de Barcelona, Barcelona, Imprenta del Diario, 1792. Es el periódico
1808 pedían a la comunidad «la pieza que está en el huerto hondo bajo decano de la prensa barcelonesa que todavía se publica, si bien apareció en un
las celdas del noviciado para hacer un oratorio a fin de poderse congre- formato de 2 0 x 1 5 cm —que no es el de hoy— y que tenía todavía en 1835. Cfr.
gar todos los días de ejercicios a hacer sus funciones» (72). año 1835 p. 1645.
75 Muerto ya el dadivoso canónigo la comunidad recibe (6-III-1665) nada más
Real Esclavitud de san José, cuyos estatutos examina el consejo pro- y nada menos que 5. 573 volúmenes de donación (cfr. nota 10, p. 303).
vincial a 30 de octubre de 1815 (73), y queda establecida canónicamente 76 O. c , p. 313-315.
77 No se ha hecho aún ningún estudio sobre esta imprenta. Existen, mejor
dicho, conozco varios libros con el pie de imprenta de la casa, entre estas las
70 Nota 35 (gasto, junio de 1835). obras de santa Teresa en cuatro volúmenes de 1724-25.
71 Nota 25, f. 70r, t. 71v y 72r. El 24 de junio de 1800 la comunidad concede 78 «Llibre en lo qual se contenen los Comptes, que dea donar lo P. Procura-
a la «Pía Unión» construir «Antecamaril, camaril y escalera para subir a el en el dor de Provincia de Carmelitas Descalcos de Cattalunga aixi deis productos de
Altar de N. Sma. Me. del Carmen» (f. 72v-73r). las Matrissas per fundir ¡letra com tambe de qualsevol Venda... segons decretat
72 O. c , f. 82r; «Libro de las Esposas de la Cruz. Contiene Votaciones o Reso- en nostre Capítol Provincial proximpassat de 1747. Comenca la present Llibre día
luciones, Elecciones, Ynventarios». Ms. 388 p. 3 0 x 2 1 cm., sign. 141 del Archivo de primer de Dezembre de 17í7. Ms., 386 f., 26,5x19,5 cm., sign. 1857 del Archivo
la Corona de Aragón. Libro muy incompleto, cuyos primeros datos son de 1799, de la Corona de Aragón, de Barcelona. Es la fuente informativa más autorizada
hasta fines de 1833. que conocemos. Abarca de 1746 a 1779, bastante regular, luego hay noticias glo-
73 Nota 13 : y pide al definitorio general «se digne ese dar licencia para fundar bales hasta 1792.
y establecer en nuestra Iglesia de dicho convento (de Barcelona) la Ule. y Religiosa 79 Nota 24, c. 17, p. 452.
esclavitud del Glorioso P a t r i a r c a S. José» (p. 46); «Quadernos para los Hermanos 80 Cfr. nota 20: Constituciones editadas en 1827, en Pamplona. El texto co-
de la Esclavitud del Glorioso P. S. Josef, Fundada en la Iglesia de P P . Carmeli- mienza con la Regla: p. 1-11.
108 LOS CARMELITAS DESCALZOS DE BARCELONA, ETC. GABRIEL BELTRAN LARROYA
109
Reglas y Constituciones leídas, estudiadas y vividas por él, que nos Maitines-laudes, medianoche (salvo algunos días señalados), una
puedan dar en primer lugar, una idea de lo que era su comunidad hora (83).
por dentro, y luego punto de partida para comprender muchas ac- Oración mental, de 5 a 6 de la mañana, una hora, y seguidamente
titudes suyas fuera del claustro. Trazo sólo unas pinceladas. Prima, un cuarto de hora.
Según la regla, el carmelita es un ermitaño que vive en obse- Tercia y misa conventual, cantada a la hora oportuna, cerca de
quio de Jesucristo, a quien pretende imitar mediante un corazón una hora.
limpio y una conciencia recta. Porque es eremita debe buscar su mo- Sexta y nona, un cuarto de hora.
rada en la soledad o lugares apropiados para ello. Dentro de la so- Examen de conciencia, ocho minutos, inmediatamente antes de
ledad, goza todavía de un espacio de intimidad, la celda, en la que comer.
permanece día y noche consagrado a la oración y al trabajo para Comida, a las 11 de la mañana (días de ayuno de la Iglesia, a
ganarse el sustento propio, ley del Señor. Se guarda y cuida el si- las 11,30).
lencio, de una manera especial, desde el anochecer hasta la salida Recreación, media hora, terminada la comida.
del sol. Los religiosos se encuentran cada día en el oratorio para la Vísperas, cerca de media hora (durante la cuaresma se rezaban
eucaristía y la liturgia de las horas, y en el refectorio para la comi- antes de comer).
da, durante la cual se lee la Biblia. Una vez por semana hacen re- Oración mental, de 5 a 6 de la tarde, una hora (cuando los mai-
visión de vida a nivel comunitario. Preside la comunidad el «prior», tines-laudes eran cantados se tenían a esta hora y se dispensaba la
elegido por los mismos religiosos —a quien todos deben respeto y oración).
obediencia— para servir a todos. Aquí todo es común; nadie puede Completas, a las 7 de la tarde, quince minutos (84). Del coro
poseer cosas propias; la abstinencia es perpetua —salvo casos de se iba a la
enfermedad u hospitalidad— y se guarda ayuno desde el catorce de Cena o colación (en días de asueto o fiestas importantes se ce-
septiembre al domingo de Pascua, a no mediar las mismas razones naba a las siete fuera del refectorio y se postponían las completas.
(en todo caso la necesidad no tiene ley). Y por último invitaba a la
Examen de conciencia, unos ocho minutos, terminada la cena
supererogación. Los novicios aprendían la regla de memoria.
(tres días a la semana, entre la cena y el examen tenía lugar la dis-
Las constituciones amplían detalladamente los principios funda- ciplina penitencial durante el canto del salmo 50 y el rezo de unas
mentales de la regla que santa Teresa de Jesús quiso instaurar «con oraciones).
la mayor perfección que pudiese» (81). Pese al cariño y simpatía
hacia las ermitas, establece sus monasterios dentro de las ciudades, Terminados los actos de comunidad el religioso se retiraba a
como los demás mendicantes. Y con ser hija de una época «riguris- la celda o volvía a sus labores. Sin embargo, por la noche no tenía
ta» —pensemos en el cariz que toman las reformas de las órdenes más opción que la iglesia o la celda. En ésta pasaba el carmelita
religiosas— dice bien claro «que yo soy amiga de apretar mucho en —y nada digamos del novicio— la mayor parte del día. Un espacio
las virtudes, mas no en el rigor, como lo verán por estas nuestras de 2,10 metros de ancho por 3,60 de longitud y 2,55 de altura, con
casas. Debe de ser, ser yo poco penitente» (82). una ventana de 64 por 45 centímetros (85). Paredes blanqueadas y
unas estampas en blanco y negro, a devoción del interesado —pero
nada de colores— era todo el adorno. El ajuar: una tarima de ma-
7. — Horario cotidiano
dera para dormir, sin colchón ni sábanas —menos en caso de en-
fermedad— mantas, mesa y taburete. Sin llave. Podían retenerse,
A la luz de las leyes, siempre muy detalladas, podemos señalar
el plan diario de los actos comunes, máxime en una casa-noviciado: 83 Nota 20: I a parte c. 1, n. 2. Cuando era cantado, en fiestas señaladas, debía
d u r a r dos horas y se tenían dentro de la oración de la tarde. El horario de a
oración mental de la m a ñ a n a , del 1 de noviembre al miércoles de ceniza, era
de 6 a 7.
81 TERESA DE J E S ú S , 1515-1582: Obras completas. Edición m a n u a l . . . 2 ed. ...
Madrid, BAC, 1967. Cfr. Vida, c. 32, n. 9, p. 145. 84 Del primero de j u n i o al 14 de septiembre, de 6 a 7 de la tarde la comu-
82 Id., Epistolario, carta 156, n. 10, p. 821. nidad tenía recreación (id., c. 13, n. 1).
85 Nota 24; c. 17, p. 447.
110 LOS CARMELITAS DESCALZOS DE BARCELONA, ETC. GABRIEL BELTRAN LARROYA ......
con permiso del superior, libros adquiridos o donados. Los novicios cuencia, utilizo el periódico «El diario de Barcelona» (88). No pienso
no tenían mesa, y la ventana estaba a una altura suficiente para agotar todos los datos —porque me haría interminable—. Al selec-
evitar las miradas al exterior (86). cionar he tenido en cuenta aquellos actos o hechos en que pudo to-
Las salidas del recinto conventual eran muy contadas. El común mar parte activa o influir en su ánimo por lo que representaba para
de los religiosos, y mucho más los novicios, permanecían habitual- la comunidad y sobre todo los formandos. Así, por ejemplo, pode-
mente en casa. Una vez al mes, parte de la comunidad —nunca en mos pensar compartía con sus connovicios y profesos las inquietu-
pleno— estaba autorizada a salir al campo; cuatro o cinco veces al des y preocupaciones de las decisiones capitulares de la comunidad
año podían comer con los familiares íntimos; los estudiantes con en las votaciones relacionadas con ellos. Parto del mes de noviem-
profesores —si el provincial lo juzgaba oportuno— podían pasar las bre de 1832, a los pocos días de ingresar como postulante, y en cuyo
vacaciones en otros conventos de la provincia. Sólo tienen permiso mes inició la participación plena en la vida de comunidad con la
para salidas habituales —y siempre por razones de oficio: el supe- vestición del hábito.
rior, administrador, predicadores, confesores de monjas o quienes
administren los sacramentos a enfermos o moribundos. Hay, tam- 1832. Noviembre
bién, una coletilla legal que autoriza la presencia de hasta doce 11, domingo. Cultos de la pía unión del rosario (aniversario de
religiosos, no más, para algunas solemnidades y actos litúrgicos a la erección): 7,30, comunión general con plática — 10, misa mayor
celebrar en el monasterio de las carmelitas descalzas (87). Siempre cantada por la capilla de la Catedral y sermón por el P. Juan de
san Bernardo, prior — 16, rosario cantado y sermón por el P. Fran-
se salía de dos en dos, aun para asuntos personales, y debían regre- cisco Anglada, franciscano, y canto de los gozos de la Virgen (89).
sar a comer, o a lo más tardar antes de anochecer. 12, lunes. 10, solemne aniversario cantado por la comunidad en
El silencio era otro de los aspectos de la vida carmelitana muy sufragio d€ los difuntos de la pía unión y oración fúnebre por el
señalado. Caso de tener que hablar —comenzaba por decir la ley— P. Francisco Moliner, franciscano — 16, rosario cantado por la mis-
ma capilla «con explicación de misterios» y canto de un responso
pedía hacerse con modales y voz baja. Esto durante el día, porque por la comunidad.
de completas a prima recomendaba encarecidamente hacerlo por se- 14, miércoles. 15-16 h., visten el hábito cinco postulantes: Car-
ñas, cosa que los novicios aprendían muy bien, porque lo practica- los Ramón Roca (Carlos de la Concepción), de 18 años, natural de
ban, casi, durante todo el día o por escrito. Había lugares donde Benicarló (Castellón); Pascual Calvet Martínez (Pascual de san
no se permitía hablar: coro, refectorio, claustro, dormitorio... El José), de 17 años, natural de Benicarló (Castellón); Juan Altava
Castillo (Juan de san Ignacio), de 18 años, natural de Benicarló
trato que se daban entre sí era de vuestra reverencia (V. R.) con (Castellón); FRANCISCO PALAU Y QUER (Francisco de Jesús Ma-
los sacerdotes y de vuestra caridad (V. C.) con los no sacerdotes. ría José), de 20 años, natural de Aytona (Lérida), y Andrés Farré
Mestres (Andrés de santa Francisca), de 18 años, de Reus (Tarra-
gona). La ceremonia tuvo lugar en el coro (90).
8. — Crónicas de la casa 22. 6-7 de la mañana, profesan en el coro tres novicios coristas:
José de san Jaime, José de san Luis Gonzaga y Ginés de san An-
Intento rehacer los hechos de la vida conventual en los días tonio (91).
24. Fiesta de san Juan de la Cruz. A las 17 comienza el nove-
del P. Palau, habida cuenta, siempre, de la situación canónica en
nario.
que los vivió: novicio, profeso y ordenando. Pienso que puede ayu- 25. Domingo. 10,15, ejercicios mensuales de la real esclavitud de
dar a valorar mejor el ambiente y formación recibida ahí. Las leyes san José, con exposición del Santísimo.
hablan de lo que el religioso debía hacer; estos hechos nos pueden
iluminar sobre lo que hacía, a verlo «vivo» y activo dentro de la 88 Nota 74.
comunidad. Las fuentes que informan son, particularmente, libros 89 Esta cita, como las restantes que no remitan a fuente informativa, está
tomada del citado Diario de Barcelona, de fácil comprobación a la hora de re-
oficiales de la casa o provincia, como: consejos provinciales, acuer- conocer la cita, ya que en toda edición periódica, y mucho mejor diaria, basta
dos de la casa, pofesiones, defunciones, e t c . . También, y con fre- con tener en cuenta las fechas.
"0 Libro de resoluciones capitulares en orden a los novicios de S. Joseph de
Barcelona g otras cosas dignas de notar. Empieza desde el año 1792. - 194 fs.,
se Id., p. 448. •«>X15 cm., sign. 252, Archivo de la Corona de Aragón, de Barcelona. Cfr. f. 90v.
87 Nota 20: parte I a , c. 9. n. 4. 91 Nota 61, p. 163-64.
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112 LOS CARMELITAS DESCALZOS DE BARCELONA, ETC.
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26. Desposorios de la Virgen y san José. 8, misa matutinal — 10, misma iglesia. 10, misa mayor cantada por la capilla de la Cate-
misa mayor — 16,30, «la santa corona» y sermón por el P. José de dral y panegírico por el P. Joaquín de san Alberto, consejero pro-
los Reyes. vincial — 16,30, canto de la corona del santo, renovación de la «car-
ta de entrega» de los esclavos, predicación por el p. Luis Nadal
1832. Diciembre. carmelita calzado, canto de los «súplicas» e ingreso de nuevos her-
manos.
8. Fiesta de la Inmaculada. Comienzan las cuarenta horas. La
reserva, a las cinco de la tarde. Siguen hasta el día 11, inclusive. 1833. Abril
14. La comunidad aprueba, por votos secretos, al corista Fran-
cisco de la Sma. Trinidad para el sacerdocio (92). 7. Se inician las cuarenta horas. 19 h., reserva. Se tienen hasta
el día 10.
16. El P. Juan de san José, conventual, predica el sermón de la
Pía Unión del Rosario en la parroquia de san Cucufate, a las 16,30 27. Vigilia del patrocinio de san José. 19 h., maitines cantados
horas. por la comunidad.
23. Domingo. 10,15, ejercicios de la esclavitud de san José, co- 28. Patrocinio de san José. 7h., comunión general con plática
mo cada cuarto domingo. por el P. Director presidente de la hermandad — 9,30 h., misa ma-
yor cantada por la capilla de la Catedral y sermón por el Rdo. Jo-
sé Puigmartí, pbro., ejercicio de la novena durante la cual se dirá
1833. Enero
la última misa rezada — 16,30 h., la misma capilla cantará los do-
Uno de los días de este mes tuvo lugar la primera misa cantada lores y gozos del santo, sermón por el P. José Gutiérrez, nuevo ejer-
del P. Francisco de la Sma. Trinidad corista de este convento (93). cicio de la novena y «súplicas para la hora de la muerte». Se gana
4. Profesa, 5-6 de la mañana en el coro, el corista Juan de san indulgencia plenaria. En los ocho días siguientes (del 29 al 6 de ma-
Agustín (94). yo): 7 h., misa matutinal cantada — 10,30 h., misa mayor — a las
18. Llega enfermo de gravedad el prior del convento de Villa- siete menos cuarto de la tarde, función vespertina.
nueva y Geltrú. Tiene un cáncer en el cuello y viene en busca de
mejores tratamientos ordenados por los facultativos «más peritos 1833. Mayo
en el arte», los que efectivamente se cumplieron con grande cari- 1. Entre 5 y 6 de la tarde, en el coro, profesa el corista Pedro de
dad y eficacia, empleando los enfermeros todo el cuidado posible, e san Juan Bta. (98).
igualmente los demás religiosos a fin de aliviarle y consolarle en 6. Entre 3 y 4 de la tarde muere el P. Prior de Villanueva y Gel-
en sus males (95). trú, residente en esta comunidad desde el 18 de enero. Se llama
Raimundo de santo Domingo, de 55 años de edad, y fallece de cán-
1833. Febrero cer en la garganta. «Se le hicieron los sufragios acostumbrados y
los funerales como los demás de esta comunidad». Nuestra comuni-
28. Viste el hábito de hermano Mariano Martorell Girona (Ma-
dad cumplió en acompañar su cadáver hasta la Puerta del Ángel»,
riano de san Hilarión), un chico de 17 años (96). ya que hubo de ser enterrado en el convento de Gracia (99).
1833. Marzo 13. Consejo provincial que dura hasta el 18. Se reúne en sesio-
nes de mañana y tarde en la «pieza del archivo» de la casa. Hace
4. Estos días el provincial está de visita pastoral por la comu- de «portero y amanuense» del mismo, elegido por votos secretos, el
nidad (97). corista recién profeso, Pedro de san Juan Bta, organista de 16 años,
18. Vigilia de san José. 15 h., solemnes maitines cantados por la que jura «guardar secreto en todo lo correspondiente a su oficio y
comunidad. desempeñarlo con fidelidad» (100). Trataron de muchos asuntos de
19. Fiesta de san José, patrono de la provincia catalana y ani- la provincia. El día 18, a las tres y cuarto de la tarde, se reúne en
versario de la erección canónica de la esclavitud, establecida en la última sesión y hacen pública la elección de dos nuevos priores, uno
de los cuales, Juan de santa Cecilia, está de conventual en Barce-
lona.
18. Profesan, en el coro a las 5-6 de la tarde, después de dos años
92 Nota 25, f. 88r. de noviciado, los hermanos Jerónimo de san José y Salvador de
93 Nota 3 5 : «Per la Misa nova del P. Fr. Francisco de la Ssma. Trinitat entre
Ofici, Sermón, Tedeum, cera, p a r a r y desparar lo Altar, Orga, cantar y agasajo san Andrés (101).
a la comunitat» (enero de 1833).
94 Nota 61, p. 98 Nota 6 1 : p. 167.
95 Nota 7: p. 257. 99 Nota 7: p. 257.
96 Nota 61 100 Nota 1 3 : p. 375-380.
97 Nota 36 (febrero de 1833). 101 Nota 6 1 : p. 168-69.
LOS CARMELITAS DESCALZOS DE BARCELONA, ETC.
114 GABRIEL BELTRAN LARROYA
115
1833. Junio 1833. Septiembre
13. Los padres conventuales se reúnen para suplir los oficios
que deja vacantes el P. Juan de santa Cecilia, nuevo prior de Reus. 4. Toma el hábito para corista Juan de san Buenaventura (106).
Sale clavario o consejero de la casa el P. Antonio de san Isidro, y 18. 15-16 h., en el coro, profesan los novicios: Ramón del co-
razón de María, Vicente de la Consolación, Felipe del Santísimo
archivero el P. José de los Reyes (102). Sacramento y Francisco de los Angeles (107).
19. En recuerdo de la muerte de san José, a las 7 h„ misa ma-
tutinal cantada, propia del santo — 10,30 h., misa mayor cantada, 22. Domingo dedicado a san José por la real esclavitud
y «seguirá otra rezada» durante la cual se hará el ejercicio de la 1833. Octubre
novena — 19,15, corona de los dolores y gozos y sermón por el prior
de la casa. 12. Rogativas. 10 h., exposición, oficio, reserva y letanías ma-
23. Domingo. Día de la esclavitud de san José, a las 10,15 h. yores.
15. Fiesta de santa Teresa de Jesús. 1730 h., trisagio cantado,
1833. Julio «un rato de meditación» y novena a fin de que «logre para sus com-
patricios la perfecta contrición de sus pecados, la extinción del
4. Profesa el hermano Agustín de Jesús María José, termina-
aflictivo azote del cólera morbo, la verdadera paz y unión bajo el
dos los dos años de noviciado. El acto se tiene en el coro entre 5-6 reinado de la señora doña María Isabel II, y que todos unánime-
de la tarde (103). mente cooperen a las justas y sabias intenciones de S. M. la Reina
24. Cultos en honor de la Virgen del Carmen «a expensas de sus Gobernadora» (Diario de Barcelona, p. 2.312). El mismo día debía
devotos». 7 h., oficio matutinal por la comunidad — 10 h., misa predicar en las monjas descalzas el P Juan de san José.
mayor cantada por la capilla de Sta. María del Mar y sermón por
21. Profesan tres coristas: José de san Hilarión, Juan de los
D. Alberto Pujol, canónigo de santa Ana — 18 h., solemne rosario Reyes y Juan de santa Magdalena, por la mañana, en el coro, en-
por la misma capilla, sermón por D. Benito Puig y Vivet, beneficiado tre 9-10 (108).
de las Puellas, y gozos de la Virgen.
27. Domnigo dedicado a san José por los hermanos de la escla-
28. Domingo de la esclavitud de san José. vitud.
1833. Agosto 1833. Noviembre
2. A las dos de la madrugada fallece el P. Onofre de san José,
de 52 años de edad y 35 de hábito. Enfermizo desde muy joven y 10. Domingo, aniversario de la Pía Unión del Rosario. 7,30 h.,
desde «este último año privado del uso de todas las facultades in- comunión general con plática — 10 h., oficio solemne por la capilla
telectuales». Celebrados los funerales reglamentarios se le acom- de la Catedral y predicación por D. Alberto Pujol, canónigo — 16 h.,
pañó, toda la comunidad, hasta la puerta del Ángel, afueras de la canto del rosario por la misma capilla, sermón del P. José de los
Reyes y gozos a la Virgen.
ciudad, para enterrarlo en el cementerio de Gracia (104).
18. Actos en honor de san Mariano, ermitaño, confesor y pro- 11. 10 h., solemne aniversario cantado por la comunidad en su-
tector de arrepentidos, que se venera en la iglesia de san José. fragio de los difuntos — 16 h., rosario cantado por la misma mú-
sica con exposición de misterios, lamentos y responso general por
18,30 h., concluida la función del rosario, comenzará la novena y la comunidad.
cantarán los gozos.
19. 10 h., misa del santo cantada por la capilla de la Catedral, 15. PROFESIÓN de cinco novicios coristas, Carlos de la Con-
sermón por el P. Juan Facundo de Artigas de san Agustín, escola- cepción, Pascual de san José, Juan de san Ignacio, Andrés de san-
pio, canto de los gozos y misa rezada en la capilla del santo en su- ta Francisca y FRANCISCO DE JESÚS M.a JOSÉ. La ceremonia
fragio de sus devotos. Se gana indulgencia plenaria. El mismo día, tuvo lugar en el coro, entre 9 y 10 de la mañana. Recibe los votos
el prior, Juan de san Bernardo, y firman el acta —junto con los in-
función al patriarca san José: 7 h., misa matutinal cantada — 18,30 teresados y el prior— Pablo de la Anunciación, subprior, Antonio
h., corona del santo. Este día seguirá la novena a san Mariano, y los de san Isidro y Francisco de Jesús Nazareno, maestro de novicios
demás días a las 19,30 h., finalizando con los gozos (105). (109).
102 Nota 25: f. 88v.
103 Nota 6 1 : p. 170.
104 Nota 7: p. 257. 106 Nota 61.
105 La comunidad fomentó la devoción a este santo, por lo que no es de !07 Id., p. 171-174.
e x t r a ñ a r esos cultos. Incluso se vendía en la portería la vida del santo escrita !08 Id., p. 175-177.
por un descalzo valenciano, del cual hemos visto algunos ejemplares. J
09 Id., p. 178-182.
Hg LOS CARMELITAS DESCALZOS DE BARCELONA, ETC.
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117
22. Honras fúnebres en sufragio de S. M. Fernando VII, a cuen-
rista de Aytona subdiácono FRANCISCO DE JESÚS MARÍA pa-
ta de los hermanos esclavos de san José por haber aceptado en su ra ordenarse de Diácono» (113).
día el título de hermano mayor.
20. Aprobación, por segunda vez, de los hermanos Andrés de
26. Desposorios. 8 h., misa matutinal cantada — 10 h., misa ma- san José, Mariano de san Hilarión y Juan de san Elias (114).
yor — 17,30 h. corona de los dolores y gozos con sermón por el prior
22. Recibe el diaconado FRANCISCO DE JESÚS MARÍA JOSÉ
de la casa. en la capilla del Palacio episcopal de la ciudad (115).
1833. Diciembre 23. Domingo. Ejercicios mensuales a cargo de los esclavos de
san José.
1-3. Barcelona está de fiestas por la coronación de Isabel II.
8. Fiesta de la Inmaculada. Cuarenta horas, hasta el día 11. 1834. Marzo
Cada día se reserva el Santísimo a las cinco de la tarde. En las
16. La comunidad vota para vestir el hábito a los postulantes:
monjas carmelitas de clausura, a las 16,30 h., rosario cantado «cu-
Narciso Fargas y Jaime Crivillé (116).
yos misterios explicará» el P. Juan de san José.
17. «Dadas las tres de la tarde, en el coro de este convento...
9. Son examinados ocho coristas, entre ellos FRANCISCO DE delante de la comunidad» el prior inviste con el hábito carmelitano
JESÚS MARÍA JOSÉ, sobre las materias que debían «saber para a dos pretendientes para coristas: Narciso de san Antonio y Jaime
ordenarse; y quedaron todos aprobados por votos secretos por los de Jesús Nazareno. Son las últimas vesticiones del convento de san
examinadores de su suficiencia» (110). José (117).
10. El mismo día la comunidad ratifica las aptitudes de los co- 18. Vigilia de san José. 16,30 h., maitines solemnes cantados por
ristas que deben ordenarse: FRANCISCO DE JESÚS MARÍA JOSÉ, la comunidad.
para las cuatro órdenes menores y subdiaconado; Felipe del Ssmo. 19. Fiesta de san José. 7 h., comunión general con plática por
Sacramento, para tonsura, menores y subdiaconado; Carlos de la el P. Director-presidente de la hermandad, y lo restante como el
Concepción, Juan de santa Magdalena, Vicente de la Consolación, año anterior. Predica en la misa mayor el P. Santiago de la Con-
Juan de san Ignacio, Pascual de san José y Andrés de santa Fran- cepción, trinitario descalzo, y por la tarde el P. José de los Reyes.
cisca, de tonsura y cuatro menores (ib.). 30. Cuarenta horas. Reserva a las siete de la tarde. Cuatro días.
20-21. En el Palacio episcopal son ordenados los antedichos re-
ligiosos. FRANCISCO PALAU recibe, pues, entre estos dos días: las 1834. Abril
cuatro órdenes menores y el subdiconado (111).
22. Domingo dedicado a san José por cuenta de los esclavos. 8. Los novicios Laureano de la Encarnación y Pedro del C. de
Jesús son aprobados por tercera vez (118).
1834. Enero 12. Pasa a mejor vida el P. Manuel de los Dolores, a las siete y
cuarto de la mañana «después de una prolongada enfermedad...
7. La comunidad aprueba, por primera vez en el año de novi- que de medio año a esta parte le había puesto en estado de sus-
ciado, a los coristas, Francisco de la M. de Dios, Juan de san Buena- pensión de potencias y de reflexión...» Había sido toda una autori-
ventura y José de san Eliseo (112). dad dentro y fuera de la Orden, incluso académico de Barcelona
26. Domingo. Cultos a san José por los hermanos de la escla- (119).
vitud. 19. Vigilia del Patrocinio de san José. 17,30 h., maitines solem-
nes cantados por la comunidad.
1834. Febrero
20. Domingo, fiesta del Patrocinio. El mismo horario y actos del
7. Segunda votación capitular para los novicios, Laureano de año anterior. Predican, por la mañana, el Rdo. José Rodon, diácono
la Encarnación y Pedro del Corazón de Jesús. «Y asimismo fue y en la función vespertina el P. José Gutiérrez, quien tendrá todos
aprobado por votos secretos de vita et moribus la conducta del co- los sermones del novenario subsiguiente, durante cuyos días: 7 h.,
misa matutinal cantada — 10,30 h., misa mayor — 18,15 función
vespertina.
110 Nota 90, f. 14r-v.
111 «Ordinationes Sacrae a Rmo. et limo. D. D. Petro Martínez San Martin 113 Ib.
Dei misseratione et Appcae. Sedis gratia Episcopo Barcinonensi peracto; et Litte- 114 Ib., f. 19r.
rae Dimissoriales ab eodem limo. Dno. concessae, a die vigessima quarta mensis 115 Nota 111, f. 9r.
Augusti anni Dni. millessimi octingentessimi trigessimi tertii». Ms., 1-95, [ 3 ] , 116 Nota 90: f. 19r.
1-76, 1-42, [2] fs., 30x20,5 cm., sign. 5/4 del Archivo Diocesano de Barcelona. 117 Ib.
Cfr. f. 4r-5r.
118 Ib.
112 Nota 90: f. 18v.
Ü9 Nota 7: p. 258.
•Qg LOS CARMELITAS DESCALZOS DE BARCELONA, ETC. GABRIEL BELTRAN LARROYA 119
29. Martes. Terminado el novenario, los esclavos recuerdan a 20. La comunidad da el «placet» para la profesión simple del
sus difuntos: 10,15 h., solemne aniversario cantado — 17,30 h., co- hermano Mariano de san José (123).
rona de los dolores y gozos, lamentos a las benditas almas y res-
ponso. 1834. Septiembre
5. Profesan dos coristas: Francisco de la M. de Dios y José de
1834. Mayo san Eliseo. El acto tiene lugar en el coro, presente la comunidad,
6. La comunidad aprueba, por segunda vez, a los coristas Fran- entre diez y once de la mañana (124).
cisco de la Madre de Dios, Juan de san Buenaventura y José de san 11. Novenario a san José por haber librado a la ciudad del
Eliseo, y para «entrar al año de noviciado para la profesión solem- cólera morbo. 18,45 h., rezo de la corona «un rato de meditación»,
ne» al hermano Juan de san Miguel «que trabaja a la Letra» (120). novena y letanías lauretanas cantadas por la comunidad. Cada día
25. Ejercicios de los cuartos domingos a san José. igual.
13. Diversas aprobaciones de la comunidad: para la profesión
1834. Junio del hermano Juan de san Miguel, y para las ordenaciones de Felipe
del Ssmo. Sacramento, José de san Eliseo y Francisco de la Madre
6. Profesan los coristas Laureano de la Encarnación y Pedro de Dios (125).
del C. de Jesús, a las 3-4 de la tarde en el coro (121). 20. Novenario a la Virgen de la Consolación: 18,30 h., —el pri-
19. Jueves. «En obsequio de la dichosa muerte de san José», a mer día traslado de la imagen al altar mayor— corona de san José
expensas de un devoto: 7 h., misa matutinal cantada, propia del rezada, un rato de meditación sobre la Virgen, novena y letanía.
santo — 10,30 h., misa mayor cantada y luego otra rezada, duran- 28. Fin del novenario. 10 h., misa solemne cantada, 18 h., al final
te la cual se hará el ejercicio de la buena muerte — 19,30 h., corona de la novena se repondrá la imagen a su capilla propia.
de los dolores y gozos y sermón del P. José Gutiérrez, agustino cal- 29. Novena en honor de la Virgen del Carmen, por un devoto,
zado. para ser liberado del cólera: 9,30 h., misa solemne cantada por la
22. Domingo dedicado a san José por los esclavos. comunidad cada día y salve cantada por la misma.
29. El gremio de pescadores obsequia a san Pedro: 10 h., misa
solemne con sermón por el padre prior, Juan de san Bernardo. 1834. Octubre
1834. Julio 6. Ejercicios mensuales a san José, del cuarto domingo, trasla-
dados.
4. El novicio Juan de san Buenaventura deja la Orden, a los 15. Fiesta de santa Teresa. Novenario pidiendo libere a la ciu-
diez meses de hábito «por no tener vocación y estar siempre inde- dad del cólera: 18 h., trisagio cantado, novena y gozos de la santa.
terminado e indeciso en resolverse» (122). 21. Entre 10-11 de la mañana profesa en el coro, a los dos años
5. A los tres días de propuestos, la comunidad acepta definitiva- de noviciado el hermano Mariano de san José (126).
mente a los novicios: Francisco de la Madre de Dios y José de san
Eliseo (ib.). 1834. Noviembre
21. Primera votación comunitaria para Narciso de san Antonio
y Jaime de Jesús Nazareno (ib.). 20. Aprobación, por segunda vez, de los novicios Narciso de san
27. Cuarto domingo de mes en honor a san José. Antonio y Jaime de Jesús Nazareno (127).
31. El P. José de los Reyes predica el sermón de san Ignacio de 23. Cuarto domingo dedicado a san José. Vigilia de san Juan
Loyola en la iglesia de Belén, a las 17,30 h. de la Cruz: 16 h., maitines cantados por la comunidad y comienzo
de la novena.
1834. agosto 24. Fiesta del santo: 9,30 h., misa solemne cantada por la co-
munidad y sermón por el P. Tomás de santa Elena: 17 h., trisagio
18. Fiesta en honor de san Mariano. 1915 h., empieza la novena cantado y novena.
y canto de los gozos. 26. Desposorios: 8 h. misa matutinal cantada: 10 h., misa ma-
19. Fiesta del santo. Como el año anterior, con las coincidencias yor cantada, 17 h., corona de los dolores y gozos y sermón del P.
y actos religiosos en honor a san José. José de los Reyes.
8. Cuarenta horas. Reserva cada dia a las cinco de la tarde. 9. Vigilia del Patrocinio de san José: 17,30 h., maitines cantados
Son cuatro días continuos. por la comunidad.
16. Aprobación de la comunidad para ordenarse de subdiácono 10. Fiesta del santo. Como en años anteriores.
Francisco de la Madre de Dios (128). 13. Profesa solemnemente el h e r m a n o J u a n de san Miguel, e n -
28. Cuarto domingo de mes dedicado a san José. tre cinco y seis de la tarde, en el coro, en manos del prior y p r e -
sente la comunidad. Entre los testigos que firman el acta de esta
1835. Enero profesión está FRANCISCO DE JESúS MARíA J O S é (137).
18. A las nueve de la noche muere el h e r m a n o Rafael de s a n
2. La comunidad vota a los h e r m a n o s Mariano de s a n Hilarión,
José a causa de u n tumor en el muslo y en la garganta, t r a s dos
J u a n de san Elias y Andrés de s a n José para la profesión simple
meses de paciente enfermedad. Muere consciente. Por dificultades
(129). gubernativas tuvo que ser enterrado en el cementerio de la ciudad,
6. Estos días la comunidad está de visita provincial pastoral (130). en el nicho de los esclavos de san José (138).
16. Aprobaciones para los coristas Narciso de san Antonio, Jaime
29. Son aprobados p a r a el subdiaconado: J u a n de san Ignacio,
de Jesús Nazareno y el h e r m a n o J u a n de san Miguel (131).
Andrés de s a n t a Francisca y José de s a n Eliseo (139).
25. Domingo en honor a s a n José.
1835. Junio
1835. Febrero
10. Consejo provincial «con motivo de u n a circular del general
11. A las 17,45 h., se inicia u n novenario a san José, a expensas y definidores» remitida al provincial y consejeros. Los acuerdos r e -
de u n devoto del santo. lacionados con la comunidad barcelonesa son: Asignar esta casa
p a r a colegio de filosofía; nombrar profesor de la materia al P. Joa-
1835. Marzo quín de san Alberto, I I consejero provincial, y maestro de estudian-
1. Profesan los tres hermanos, aprobados el dos de enero, entre tes al P. Tomás de s a n t a Elena (140).
cinco-seis de la m a ñ a n a , en el coro (132). 19. En honor a san José, a expensas de un devoto: 7 h., misa
8. Es aprobado para el diaconado Francisco de la Madre de m a t u t i n a l c a n t a d a -10,30 h., misa mayor y seguidamente otra r e -
Dios (133). zada, en la cual se hace el ejercicio de la buena muerte - 19 h., c a n -
13. La comunidad d a el pase definitivo «para la profesión de to de la corona y sermón por D. José Benito Atanze, beneficiado.
capa blanca o solemne» a J u a n de s a n Miguel, «de la letra» (134). 28. Domingo dedicado a san José.
18. Profesan en el coro, dadas las 6,45 de la m a ñ a n a , los co- 29. Fiesta de san Pedro. Cultos por el ilustre gremio de pes-
ristas Narciso de san Antonio y Jaime de Jesús Nazareno en manos cadores: 10 h., misa solemne c a n t a d a por la capilla de la Catedral
del prior y presente la comunidad (135). y sermón de D. Mariano Costa, catedrático y beneficiado.
28. Votaciones en la comunidad p a r a varios coristas: sacerdocio,
1835. Julio
Francisco de la Madre de Dios; subdiaconado, Andrés de s a n t a
Francisca y J u a n de san Ignacio —este último reprobado—; t o n - 4. Predica el P. José de los Reyes, a las 17,30 h., en el Hospital
sura y menores, Laureano de la Encarnación, Pedro del C. de Jesús, de la S a n t a Cruz a cuenta de la pía unión del rosario y de la cofra-
Narciso de s a n Antonio y Jaime de Jesús Nazareno (136). día de las almas.
25. Entre siete y nueve de la noche el convento es asaltado e
1835. Abril incendiado por la turba. Los religiosos —quién antes, quién durante,
19. Cuarenta horas, d u r a n t e cuatro días. La reserva a las 19 h. quién después— a b a n d o n a n como pueden y saben la morada con-
ventual. E n t r e ellos está FRANCISCO DE JESúS MARíA J ó S E (141).
26. Domingo consagrado a san José.
por lo que a Ella hay que mirar como el modelo de todas las virtudes:
«Al hablar de las virtudes de María se ha de notar que
desde su Inmaculada Concepción fue perfecta en el amor de
Dios... Supuesto este principio, se ha de mirar y buscar la vir-
tud en María Virgen, no en ejercicios ordenados —como en no-
sotros— a expeler pecados, destruir malos hábitos y costum-
bres, y a unirnos con Dios, sino en su marcha, dirigidos y con-
centrados todos a un solo punto, que fue la salvación de la
raza de Adán, maldita por la culpa». (Ibid., fol. 95).
Dos años más tarde, desde sus soledades del Vedrá revive en sus
meditaciones esa misión apocalíptica del Carmelo:
«El año 1864, habiéndome retirado a este monte, una voz
grande que veinte años me hablaba en los desiertos de los des-
tinos de nuestra Orden —y la cual no sabía de dónde proce-
día— me dijo con gran fuerza lo que sigue: —Yo soy el ángel
de quien habla el cap. XX del Apocalipsis. A mí está confiada
la custodia del pendón del Carmelo y la dirección de los hijos
de esta Orden... Vengo a tí, enviado por Dios, para instruirte
sobre el porvenir de la Orden a que perteneces, para que sepas
la misión que has de cumplir y su forma... Elias, Profeta gran-
de, y los hijos de su Orden sois, y en adelante seréis, mi dedo
y el dedo de Dios y mi brazo en las batallas contra los demo-
nios y contra la Revolución...» (cfr. MR. pp. 40-46).
tólica en España. Fue oída, según parece, pues nos dice ella
misma (cfr., Relación 2a) que jamás pidió cosa en la oración
que no la viese cumplida», (cfr. Lucha del Alma, p. 157).
CONCLUSIÓN
OTILIO RODRíGUEZ
1 Como es sabido, la Lucha del alma con Dios tuvo dos ediciones durante
la vida del autor. La primera aparecida en Francia el 1843 y la segunda en Bar-
celona el 1869. De la primera quedan muy pocos ejemplares. Existen aún bas-
tantes de la segunda. Esta entró a f o r m a r parte de la «Librería religiosa», una
colección de mucha difusión y prestigio en el campo católico d u r a n t e el siglo xix.
También el Catecismo de las virtudes logró notable difusión. Baste pensar que
en un principio se comenzó a editar en cuadernillos sueltos (para los alumnos
y asistentes a la Escuela de la Virtud) y luego se reunió en el libro hoy conocido.
2 Es una norma del derecho aún vigente. Mientras dura el proceso canónico
de beatificación no pueden publicarse íntegros los escritos sin explícita autoriza-
cin de la Sda. Congregación.
EULOGIO PACHO 139
a.—Escritos impresos
— Lucha del alma con Dios, 1843.
— Catecismo de las virtudes para los alumnos de la «Escuela
de la Virtud», 1851.
— La Escuela de la virtud vindicada, 1859.
— Mes de Maña, o sea Flores del mes de mayo, 1862.
— La Iglesia de Dios figurada por el Espíritu Santo en los
libros Sagrados, 1865.
— Reglas y constituciones de la Orden Terciana de Carmelitas
Descalzos de la Congregación de España, 1872. — En el apar-
tado XII comienzan las reglas de las Hermanas Terciarias
p. 13-21).
— Reglas para los Hermanos Ermitaños Carmelitas (en San
Honorato de Randa - Mallorca) publicadas por el P. Alejo
en 1937.
— Consideraciones dirigidas a los Padres del Concilio Vati-
cano sobre el «exorcistado», 1869.
A esta serie hay que añadir varios artículos y editoriales pu-
blicados en el Ermitaño: semanario político-religioso, por él funda-
do y dirigido, desde el cinco de noviembre de 1868 hasta su muerte,
es decir, hasta el número 176. Entran también en esta sección al-
gunas cartas y circulares suyas publicadas en periódicos de la épo-
ca, como El Ancora, La Actualidad de Barcelona, etc. Cartas y frag-
mentos de algunos escritos se han impreso en publicaciones moder-
nas. Destacan las cartas publicadas por el P. Alejo de la Virgen del
Carmen en el Boletín de la Sociedad Arqueológica Luliana de Ma-
llorca, los fragmentos copiados en la biografía del mismo autor y
los impresos en otras revistas (5).
5 Las cartas aludidas aparecieron j u n t o con las Reglas para los Ermitaños
(de Ronda) y otros documentos relativos al mismo tema en la publicación cita-
da 27 (1937) 49-64. — F r a g m e n t o s b a s t a n t e amplios se publicaron t a m b i é n en
el Almanaque Carmelitano-teresiano (Barcelona) 21 (1932) 94-99 y (1933) 130-133,
así como en la revista p o p u l a r Carmelo Balear 2 (1932) 210-211 y 223-25, etc.
EULOGIO PACHO 147
b.—Escritos inéditos
En este apartado pueden hacerse varias distinciones, relativas a
diversos aspectos de la conservación material de esos escritos. Así,
por ejemplo, tenemos: escritos autógrafos, y escritos llegados hasta
nosotros en copias más o menos fidedignas. Dentro de éstas existen
copias legalizadas, copias manuscritas privadas y copias mecanogra-
fiadas. Bajo otro aspecto podemos distinguir los escritos conserva-
dos íntegros y los escritos fragmentarios o mútilos. — Como estos
particulares se detallarán por separado al analizarlos, aquí los elen-
camos en única serie sin descender a tales pormenores. Notamos
únicamente los escritos inéditos que tienen cierta extensión o con-
sistencia, no las piezas menores, como cartas y documentos.
— La vida solitaria y las funciones de un sacerdote sobre el
altar.
— Mis relaciones con la Hija de Dios, la Iglesia, escrito entre
1861 y 1867.
—r Consideraciones sobre la modificación de las reglas de las
Carmelitas Descalzas según las leyes de la época hacia
1863-64.
— Serie de cartas y documentos que completan el panorama
de su actividad en este campo de la producción literaria. De
momento puede servir de orientación el elenco publicado al
final de Brasa entre cenizas (p. 255-258 y 259-261).
c.—Escritos desaparecidos
Aunque por el hecho mismo de haberse perdido no cabe ha-
blar de estado de transmisión, completan, en cierto sentido, las dos
series anteriores las noticias llegadas hasta nosotros sobre otros es-
critos compuestos por el P. Fundador y que han perecido o se han
extraviado. Las noticias relativas, tanto a la composición como a la
pérdida, en unos casos son ciertas y seguras, en otros más o menos
probables. Los más importantes son:
— Quidditas Ecclesiae Dei per duas metaphoras expósita, com-
puesto en Francia entre 1845-1846 y dividido en varios libros.
Del mismo escrito se dan títulos diversos que, por lo general,
corresponden a partes del mismo, no a todo el conjunto. No
queda duda sobre su existencia, pero no se ha conservado prác-
ticamente nada del texto.
148 LOS ESCRITOS DEL P. FRANCISCO PALATJ
a.—Escritos auténticos
Todos los escritos enumerados en el apartado anterior se consi-
deran pacíficamente como auténticos, aunque no todos cuentan con
pruebas de idéntico valor crítico. Son más débiles las que apoyan
la autenticidad paulatiana de los escritos desaparecidos que las re-
lativas a los escritos conservados, sea íntegra sea fragmentaria-
mente.
b.—Escritos apócrifos
c.—Escritos exclusivos
d.—Escritos en colaboración
a.—Escritos confidenciales
b.—Escritos doctrinales
a.—Paternidad de la obra
mente personal: «Esta lucha interior llegó a tal punto que tuve que
poner el pleito en manos terceras: presenté el libro a personas que
podían darme consejo y fueron de parecer que debía imprimirse»
(p. 60). A lo largo de la obra remite con frecuencia en notas a estas
declaraciones introductorias, reafirmando la pertenencia exclusiva
del texto a su pluma. Probablemente Caixal fue una de esas perso-
nas que aconsejaron la impresión y colaboraron en la misma de
manera más inmediata.
La lectura atenta del libro proporciona abundantes pruebas en
pro de la paternidad exclusiva del P. Palau, pero no merece la pena
insistir en un punto suficientemente claro. Podrían añadirse argu-
mentos de índole histórica o de crítica externa, como la atribución
unánime y constante de cuantos han depuesto y escrito sobre él y
sobre su producción literaria. En el mismo sentido convergen las
frecuentes recomendaciones que el mismo P. Fundador hace de es-
ta obra en sus cartas a Juana Gratias y a otras personas que se con-
fiaron a su dirección espiritual. Lo hace de tal manera que da por
descontado tratarse de un escrito suyo personal (10).
riódicos que el Excmo. Sr. Allue y Sese, patriarca de las Indias, y un canónigo
de Palencia h a b í a n muerto en la m a y o r miseria y probablemente víctimas de
ella, y que era espantosa la indigencia en que se h a l l a b a todo el clero» (p. 89,
not. 2). Notas de este tipo hacen sospechar si fueron redactadas por el mismo
P. P a l a u o más bien por quienes se preocuparon directamente de la reimpresión
del libro. De que respondan a su pensamiento no cabe duda. Escribe esto mismo
él en p. 123-124.
15 Buena parte de la Lucha del alma se ocupa en describir la situación ca-
lamitosa de la Iglesia en general y de la española en particular. Aunque carga
demasiado las t i n t a s negras acierta en el diagnóstico del mal. Las sumarias
narraciones de la historia de España y de Francia desde la época revoluciona-
ria, agrupa entre los siglo xvm y xix, con sus consecuencias inmediatas en
el campo religioso, demuestran un conocimiento preciso de los hechos más des-
tacados y una viva penetración de su significado histórico. Aparece anclado en
un ambiente que escruta con avidez, cual vigía atento a cualquier ataque ines-
perado a la Iglesia. Pruebas de su contacto con la historia más reciente nos la
ofrecen los datos bien precisos de las persecuciones religiosas y de los desas-
tres políticos recordados con pleno conocimiento de causa en las pp. 78-80, 83,
89, 123-124, 286-272, 268-269, 295-296, 338, etc. En las páginas 122-125 traza un
cuadro fiel y realista de la situación religiosa de España, denunciando con acier-
to los problemas de fondo. Ahí y en otros lugares, llega a penetrar con agudeza
en las raíces históricas o causas más profundas de la crisis. Son para él el
espíritu y la doctrina de los ilustrados o «iluministas» (p. 124), el ateísmo
derivado de sus principios, el fanatismo de las sectas antirreligiosas y la men-
talidad liberal y anticlerical de los gobiernos. Resumiendo el proceso histórico
a n t e r i o r al m o m e n t o que escribe, dice t e x t u a l m e n t e : «En resumen, de cuarenta
y dos años que llevamos del siglo xix, veinte a lo menos ha estado extendido
el brazo de Dios sobre España, azotándola con la guerra, y habiendo sido los
restantes más bien una tregua que una verdadera paz» (p. 79). — También está
m u y al corriente de la actuación de la Santa Sede t a n t o con respecto a España
como en relación a los problemas fundamentales de la Iglesia universal, (cf.
pp. 46-48).
EULOGIO PACHO 161
16 «No cabe duda —escribe— de que todos debemos aplicar a nuestra mo-
ribunda m a d r e la Iglesia de España el remedio de la oración que sola queda
p a r a salvarla de su total ruina» (49). Esta frase destacada tipográficamente es
una especie de lema o leit motiv que se repite incesantemente, en particular en
la introducción (cf. p. 25, 45, etc.)
17 Los textos entrecomillados corresponden a la p. 55. Sintetiza bien cla-
r a m e n t e el intento de la obra el epígrafe de la carta introducción. Reza a s í :
«Carta de un director a una hija suya espiritual, en la que la instruye sobre
el espíritu de oración que debe seguir en la horrenda borrasca de que actual-
mente se ve agitada en España la navecilla de la Iglesia, y que sirve de intro-
ducción a la obra» (p. 21). Llega h a s t a la p. 64.
162 LOS ESCRITOS DEL P. FRANCISCO PALAU
Para tener una idea sumaria del contenido bastará recordar los
epígrafes de las seis conferencias o capítulos de que consta el libro.
Se suceden en este orden, después del prólogo al lector (p. 7-19) y
de la Carta introductoria (p. 21-64). En la conferencia primera el
Director describe al alma, su interlocutora (ficticiamente figurada
en «Teófila») sus penas, debidas a la situación dolorosa de la Igle-
sia española. Termina fijando los puntos básicos a desarrollar en
las conferencias siguientes (p. 65-72). — La conferencia segunda es
una amplia y minuciosa descripción de los males que afligen a la
Iglesia en España y de sus causas (p. 73-90). — Continúa el tema en
la primera parte de la conferencia tercera y, a la vez, comienza a
proponer remedios, apuntando como fundamentales: la penitencia,
la oración acompañada del sacrificio y la renovación del sacrificio
de la Cruz todos los días con este fin (p. 129-166). — En la confe-
rencia cuarta se describe el aspecto positivo de la obra, es decir, la
forma de negociar con Jesucristo, a través de la intercesión de Ma-
ría y de los santos, el triunfo del bien sobre el mal, o lo que es igual,
el triunfo de la religión sobre la impiedad y el de la Religión en
España. Se desarrolla en una especie de coloquio entre Cristo y el
alma; algo así como el diálogo alternado del Esposo y la Esposa
(Cristo y el alma) tan familiar en la literatura espiritual o mística,
desde el Cantar de los Cantares hasta el Cántico de San Juan de
la Cruz.
En las dos últimas conferencias (la 5a y la 6a) se altera notable-
mente el plan inicial y la perspectiva general presentando el tema
como un proceso judicial: la causa de la Religión o de la Iglesia es
juzgada ante el tribunal supremo de Dios. Satanás y las fuerzas de
la impiedad hacen de acusadores; el alma se presenta como inter-
cesora recabando como abogados a los ángeles y santos, confiando,
sobre todo, en la intercesión de María (20). Los epígrafes de las con-
ferencias y de los apartados menores son muy genéricos; responden
se aprecia sin dificultad que en el fondo está latente no sólo la formación car-
melitana del autor, sino también la forma peculiar de la oración a lo teresiano.
Sobre todos estos particulares es ilustrativa la nota que se lee en la p. 196.
Como ejemplos de prácticas devocionales y expresiones litúrgicas pueden verse
pp. 199-200; 209-213; 230-31; 245-254; 255-257; 275-277; 315-318; etc. — Entre
las devociones recomendadas destacan la de la Virgen y San José, en clara de-
pendencia teresiana. Como protectores y patronos de España, Santiago y la
Virgen del Pilar.
20 Resume muy bien todo el contenido de las cuatro primeras conferencias
que son así como la p r i m e r a p a r t e de la obra, al principio de la primera de
ellas, p. 71-72. Parece como si las dos restantes fuesen pensadas y añadidas con
posterioridad a este primer cuerpo. Merece destacarse en esta segunda parte por
su consistencia doctrinal el art. 5 o de la conferencia quinta relativo al sacrificio
de la Misa.
166 LOS ESCRITOS DEL P. FRANCISCO PALAU
# # *
30 El P. Alejo afirma que era «una obra voluminosa» (p. 9ó), y ello sin con-
t a r el m a n u s c r i t o del libro cuarto.
31 La afirmación la pone en relación únicamente con el libro cuarto cf. p.
106), pero ni aún para él es válida. Lo corrige acertadamente el P. Gregorio,
fírasa entre cenizas, p. 61.
32 Véase la carta a Eugenia Guérin del 14 de febrero de 1845. Por la co-
rrespondencia en general se demuestra que la «cueva» habitada por el año 1846
no puede ser la de Vallcarca.
172 LOS ESCRITOS DEL P. FRANCISCO PALAU
35 Llevan los nn. 146 y 147 en el proceso diocesano. Copia casi íntegra en
el P . Alejo, Vida, p. 110-11. Alude a d e m á s a esta «hoja suelta», al h a b l a r de
las apologías escritas por el padre Fundador, en p. 142.
36 Es la primera entrega de los escritos p r e p a r a d a por la Comisión Central
del Centenario Padre Fundador, de las Carmelitas Misioneras. Roma.
174 LOS ESCRITOS DEL P. FRANCISCO PALAU
del contorno que se sienten ofendidos por su forma de vida (42). Las
acusaciones difamatorias y las intervenciones arbitrarias llegaron a
su punto más delicado durante su ausencia en España y a su regre-
so (43). A los dolorosos acontecimientos de esas fechas (1846-1848)
responde ante las autoridades con la valiente protesta enviada al
alcalde y a la policía de Caylus. La vida solitaria da como sucedidos
esos hechos y las consecuencias derivadas de ellos, por tanto, está
compuesta a caballo entre 1848 y 1849, y en un ambiente hostil a su
género de vida solitaria y penitente: piedra de escándalo para unos,
de edificación para los más.
Mayor dificultad presenta la determinación del destinatario. En
la presentación o prólogo, añadido más tarde en castellano, afirma
explícitamente que el escrito iba dirigido a una «autoridad eclesiás-
tica, amiga y muy respetable». El hecho de que la obra se escribiera
en francés hace suponer que el eclesiástico en cuestión era de esa
nacionalidad o, por lo menos, comprendía dicha lengua. Bien pudie-
ra tratarse de algún connacional expatriado como él. Sin otros ele-
mentos de juicio cualquier conjetura es peligrosa.
La frase final: «Aquí verá el lector mis ocupaciones en aquella
época», se ha interpretado como una velada insinuación de sus
propósitos de publicar la obra. No se aprecian motivos claros que
apoyen tal suposición. Esa declaración preliminar es bastante pos-
terior al escrito original. Sin duda alguna, añadida después de su
regreso a España. El «aquella época» carecería de sentido a distancia
de sólo dos años. Una vez en España, y cambiando radicalmente el
panorama de su vida, parece inútil la publicación en francés. Si se
hacía aquende los Pirineos, lo natural era hacerlo en castellano co-
mo la advertencia (o a lo sumo en catalán). Si al otro lado de la
frontera, la advertencia previa se hubiera acomodado a la misma
lengua del texto. Todo induce a sospechar que la declaración preli-
minar no tiene otra finalidad que la de advertir, a cualquiera que
pudiera ponerse en contacto con el escrito, de qué se trataba en
aquellas páginas sin título alguno.
44 Así, por ejemplo, cuando habla «de la cumbre de la torre» (p. 14), de «su
habitación en el Vaticano» (p. 15), de su domicilio «en lo alto de un peñasco»,
etc. Lo propio h a y que decir de esos diálogos indirectos que presenta como en-
trevistas con personajes bíblicos, con entidades morales e incluso con Dios Nues-
tro Señor o los ángeles. Lo mismo que en Mis Relaciones, no tienen necesaria-
mente un sentido real e histórico, sino simbólico.
EULOGIO PACHO 179
60 Ib. p. 166.
61 Ib. 167.
62 Ib. p. 166.
63 Cf. Doc. 159; texto en A L E J O , Vida, p. 171.
EULOGIO PACHO 193
13
194 LOS ESCRITOS DEL P. FRANCISCO PALAU
71 Cf. antes not. 68 y textos en la Vida del P . ALEJO, p. 150 y 171, etc.
EULOGIO PACHO 197
14
210 LOS ESCRITOS DEL P. FRANCISCO PALAU
15
226 LOS ESCRITOS DEL P. FRANCISCO PALAU
ro, los siete años que duró la redacción de Mis Relaciones no tienen
nada que ver con el plan de un autor que intenta producir algo serio
y original. Sería contraproducente abrir estas páginas pensando que
el lector se halla ante una obra que ha costado siete años de tra-
bajo. Nada de eso. Hay que desechar incluso la idea de que en el
escrito se contiene la narración continuada o ininterrumpida de sie-
te años de experiencias espirituales. En realidad, las pretensiones de
su autor fueron mucho más modestas: consignar por escrito sus me-
ditaciones y sentimientos en torno a la Iglesia en determinados mo-
mentos o períodos de su vida. Esos períodos se extienden a lo largo
de siete años.
Con estas elementales aclaraciones se comprende que no se tra-
ta de un libro doctrinal. No es tampoco un verdadero diario espiri-
tual. Aunque de ambas cosas tiene algo, no se identifica con nin-
guna de ellas. Se acerca mucho más a la segunda que a la primera.
El sentido autobiográfico queda bien patente en las confidencias a
Juana Gracias, antes copiadas. La predisposición del lector, al po-
nerse en contacto con estas páginas, tiene que ser la del que se
acerca a la intimidad recóndita de un alma en tensión. No pueden
leerse como las de un libro preparado para la publicación; ni siquie-
ra como una narración continuada. La lectura ha de acomodarse a
la composición misma, por tanto ha de ser por entregas, o por partes,
fuera de los casos típicos de investigación o estudio.
Basta un somero repaso para convencerse de que no intenta una
biografía en sentido estricto. Pretende únicamente plasmar, de la
forma más gráfica posible, las vivencias de su espíritu en torno al
misterio de la Iglesia. Sobre ambos extremos —índole confidencial y
tema eclesial— no puede existir la menor duda. Si el examen direc-
to no fuese suficiente para demostrarlo, tenemos las afirmaciones ex-
plícitas y categóricas del autor. En otra carta a Juana Gracias, fe-
chada el 15 de diciembre de 1861 vuelve con mayor insistencia sobre
los conceptos expresados en la carta de agosto del mismo año. Le
dice, entre otras cosas:
a la luz de las vivencias cclesiales de estos años son: 171-173; 224-225 y 297-
299 correspondientes a la copia del Proceso.
EULOGIO PACHO 235
espíritus malignos y las fuerzas del mal que combaten de mil formas
las estructuras externas de la Iglesia e insidian a las almas que quie-
ren mantenerse fieles a la voz de su divino Fundador.
Las incontables repeticiones de idénticas o similares considera-
ciones pierden en parte la inevitable monotonía porque se presentan
en formulaciones y géneros literarios muy diversos. En este escrito
es en el que mayor predominio adquiere la marcada tendencia fi-
gurativa tan típica de la pluma del P. Francisco. La lleva a un extre-
mo casi inverosímil. El simbolismo permanente nos coloca en un
clima que parece irreal. Es precisamente el singular género literario
del escrito su mayor obstáculo interpretativo. Las experiencias reli-
giosas en él plasmadas aparecen revestidas de un extraño ropaje. Se
suceden diálogos con interlocutores, creados por la fantasía del autor,
o tomados de la Sagrada Escritura, como arquetipos de la misma rea-
lidad que quieren revelarle. Unas veces se le aparecen (figurativa-
mente hablando) y entabla conversación con esos personajes como si
los tuviese delante en carne y hueso. En otras ocasiones es él quien
llama a la Iglesia para que por medio de una de esas figuras bíblicas
le aclare sus dudas, le revele sus secretos o le manifieste sus deseos.
Toda esta coreografía de seres simbólicos y de reconstrucciones fi-
gurativas, con los diálogos, locuciones y visiones de todo tipo, confie-
re al escrito un inconfundible tono profético y apocalíptico. Al leerlo
por primera vez da la sensación de que el solitario del Vedrá intenta
imitar al vidente de Patmos. Lo que en la Vida solitaria es un pri-
mer tímido intento, se convierte aquí en fórmula definitiva y habi-
tual de expresión. Los grandiosos escenarios naturales en que se si-
túan esas meditaciones contribuyen a intensificar el sentido esotérico
de este singularísimo escrito. Perder de vista esta perspectiva simbo-
lizante y apocalíptica equivale a cerrarse inevitablemente la vía de
acceso a su comprensión.
No es de este lugar detenernos a discutir si bajo ese simbolismo,
impregnado constantemente de sabor y fraseología mística (con mar-
cado predominio de la teresiano-sanjuanista) se ocultan verdaderas
experiencias de índole sobrenatural. En cualquier caso hay que lle-
gar a descubrirlas abriéndose el paso a través de la frondosa selva
de un lenguaje lo más alejado posible de la narración directa y na-
tural de los hechos. Que esas páginas resellen una profunda e intensa
vivencia eclesial tampoco puede ponerse en tela de juicio. Hasta qué
punto puede decirse mística en sentido estricto, no es fácil determi-
narlo. Lo mínimo que debemos admitir es una interiorización reli-
giosa en el misterio de la Iglesia que se acerca mucho a la auténtica
236 LOS ESCRITOS DEL P. FRANCISCO PALAU
!!3 Estamos unte un caso parecido al del Mes de María. Como quiera que se
realizó por separado la impresión de las litografías y la del texto, al colocar-
las en la debida correlación hubo inevitables descuidos. Por eso se conocen
ejemplares en que faltan láminas y también ejemplares en que no hay coinci-
dencia en la colocación. De ahí que en algunos tampoco exista relación entre
las láminas y su explicación. Por eso se coloca al final una pauta o guia con el
orden que deben guardar. Desgraciadamente hasta en esa pauta se cometió al-
gún error tipográfico (cf. not. siguiente). También conocemos ejemplares en que
246 LOS ESCRITOS DEL P. FRANCISCO PALAU
94 Por errata tipográfica, cu esta pauta final las láminas que deberían llevar
los números 17 y 18, repiten el 14 y el 15. Acaso este yerro haya influido en
la colocación inadecuada de las m i s m a s en algunos ejemplares de la obra.
95 Los Comentarios al Viejo u Nuevo Testamento de Jacobus Tirinus, S. J.
(Jacques Tirin, 1580-1636) aparecidos por vez primera en tres tomos in folio,
en Amberes el 1632, y lograron un éxito extraordinario. La última edición pre-
parada, por el P. Brunengo, vio la luz en Turín entre 1882 y 1884. Existen edi-
ciones (como la de 1702) enriquecidas con ilustraciones o grabados sobre Pales-
tina, la ciudad santa de Jerusalén, el Templo, pesos, medidas y otras particula-
ridades, útiles como subsidios exegéticos. Tales ilustraciones están escogidas en-
tre las obras de otros comentaristas bíblicos, la mayoría de ellos citados en el
texto original de Tirino. Resulta s u m a m e n t e curioso comparar el libro del P.
P a l a u con estas ediciones t i r i n i a n a s ilustradas. Parece inevitable la conclusión
de que estamos ante una fuente de inspiración, no sólo general, sino también
particular de algunas láminas que aparecen en el Álbum religioso barcelonés.
También proceden de Tirino las referencias a teólogos y exegetas, como Suá-
248 LOS ESCRITOS DEL P. FRANCISCO PALAU
rez y Luis o Ludovico Alcázar (cf. p. 53). Este último publicó en 1614 un curio-
so e ingenioso comentario al Apocalipsis con una especie de apéndice relativo
a «los sagrados pesos y medidas». Se manifiesta muy afín en la mentalidad ima-
ginativa al P. Palau, y su obra Vestigatio arcani sensus in Apocalipsi editada
en Ainberes, el 1614, se r e i m p r i m i ó en 1619. Otra edición apareció el año ante-
rior, 1618, en Lyon. Esto da idea de su aceptación y del aprecio en que la tiene
Tirino. Además del mentado apéndice publicó otro escrito complemento del co-
mentario al Apocalipsis. Reza así su t í t u l o : Commentarium in eas V. T. partes
quas respicit Apocalipsis, libri 5, cum (¡paseíllo de malis mediéis, Lyon 1631.
Sobre él cf. H HUHTEB, Nomenclátor literarias, tom. III (ed. 1892) p. 188 a ; sobre
Tirino, ibd. p. 324 a . C. SOMMKIWOüKL, S.I, liibliolhéque de la Compaqnie de Jésus,
tom. VIII, col. 40-51.
EULOGIO PACHO 249
gica Lulliana 27 (1937) 1-64. Las reglas del P. Palau van en apéndice, al fin del
estudio, p. 49-03. Las citas textuales se hacen siempre por esta publicación. Las
frases copiadas proceden de una nota puesta por J u a n Palau en el mismo cua-
derno en que trascribe las normas p a l a u t i a n a s . Ni por él ni por las explicacio-
nes del editor, que tuvo en su poder los apógrafos de J u a n Palau, es fácil ave-
riguar si se trata de uno o de dos cuadernos distintos para las que el editor
l l a m a (sin que sepamos el motivo) dos partes.
EULOGIO PACHO 251
97 Así parece deben entenderse las dos notas o apostillas del copista Juan
Palau, trascritas en p. 57 y fi3-fi4, del trabajo citado en la nota anterior. En la
de p. 57 J u a n P a l a u habla de un cuaderno, al parecer único («en este cuader-
no»), m i e n t r a s en la advertencia del editor, en p. (53-64 se describen hasta con
sus respectivas medidas dos cuadernos, correspondientes a las dos partes en
que se dispone el texto. En cualquier caso la distribución material no da pie
para la división interna propuesta por el editor. J u a n Palau asegura que du-
rante sus años de superior de san Honorato obró en conformidad, «aunque muy
imperfectamente —en humilde confesión— según las instrucciones que el dicho
Director se ha dignado dispensarme» (p. 57, nota).
254 LOS ESCRITOS DEL P. FRANCISCO PALAU
y 1863. Para darse idea de la relación que guardan con las reglas des-
tinadas preferentemente a los dedicados al apostolado en Santa Ca-
talina de Palma y constatar los pasos dados por el P. Palau en este
asunto, es de notable interés la relación mandada por el mismo res-
ponsable al prelado de la diócesis a través de su secretario de Cá-
mara, don Teodoro Alcover, con fecha probable de diciembre de
1867 (98).
Ambos reglamentos se caracterizan por su precisión y minuciosi-
dad. El primero, más riguroso en las prescripciones ascéticas (co-
mo destinado a los solitarios) no lleva división de partes ni capítu-
los ; únicamente rúbricas relativas a los diversos aspectos y elemen-
tos de la vida religiosa. El segundo, destinado a los de vida apostó-
lica, se desarrolla en ocho capítulos. Por el hecho de querer man-
tener ambas casas integradas en una única institución, las normas
se complementan, no se excluyen. En buena parte repiten los mis-
mos conceptos, pero con distinción neta de los dos tipos de vida. A
lo largo de estas páginas es transparente la huella carmelitano-te-
resiano grabada en la formación del P. Palau. Trata de armonizar
lo mejor posible la fisonomía tradicional de los solitarios de Randa
con el espíritu (e incluso con las leyes) del Carmelo. En el aspecto
más directamente relacionado con la disciplina externa es manifies-
ta la influencia de la legislación de los desiertos carmelitanos. La
conocía muy bien el P. Palau y la había practicado, en la medida
de lo posible, en Francia e Ibiza.
Su obra de legislador culmina con las que pueden considerarse
páginas testamentarias de su espíritu. Pocos meses antes de su muer-
te tuvo la dicha de ver en letras de molde las Constituciones de la
Orden terciaria de Carmelitas descalzos de la Congregación de Es-
paña, impresas en la imprenta barcelonesa de Cristóbal Miró, a pri-
meros de 1872. Un opúsculo muy manual (de 32 páginas, 13 por 9,5
cm.), como convenía a su destinación. Edita al principio de Regla
carmelitana, como punto de referencia y arranque de inspiración de
las nuevas constituciones. No tiene, evidentemente, el mismo alcan-
ce jurídico o legal que en la primera y segunda orden, pero su pre-
sencia cumple los deseos del P. Palau, al proclamar que en su ins-
titución se había de salvar lo mejor del legado tradicional del Car-
melo, encarnado en la Regla de san Alberto y en la aportación te-
resiana.
fe tradicional. Nada más natural que hacerles frente con las mis-
mas armas. Movido únicamente por un incontenible deseo de ser-
vicio a la causa de la religión y de la Iglesia se decidió a fundar un
«semanario» o publicación periódica para enfrentarse a la prensa
antirreligiosa y desenmascarar, a la vez, a las fuerzas ocultas que la
inspiraban. Así nació el Ermitaño: semanario político religioso, am-
parado en los slogan que entonces caracterizaban a los hombres creí-
dos progresistas: «¡libertad! ¡soberanía nacional! ¡sufragio uni-
versal!». Como lema de su batalla contra las potestades infernales
campeaba en la portada de cada número: «¿Quién como Dios?».
Salió a la calle el primer número el cinco de noviembre de 1868.
Se mantuvo en vida hasta el 25 de junio de 1873 (más de un año
después de muerto el fundador) contabilizando 227 números de cua-
tro páginas cada uno (salvo raras excepciones). En los números 177
y 178 se traza la necrología del fundador. No todo lo escrito hasta
el número 176 hay que atribuírselo al P. Palau, pese a que su recia
personalidad impuso un sello inconfundible a la publicación y a que
sus colaboradores se identificaron profundamente con sus ideas y
programas. Al iniciador de la empresa le corresponden práctica-
mente en exclusiva (hasta el número citado) las páginas firmadas
por «la redacción del Ermitaño» además de las que llevan explícita-
mente su firma.
No es de este lugar analizar todos los aspectos ni todos los pro-
blemas de ese singular instrumento de acción que nació del celo in-
cansable del P. Palau. Importa dejar en claro que, pese al subtítulo,
el semanario no tuvo nada que se pareciese a «política». En reali-
dad fue una publicación religioso-apologética. Se excluyó intencio-
nadamente toda orientación política y se reiteró hasta la saciedad
esa postura. El único roce lejano y remoto con lo político es de ín-
dole informativa: noticias de los sucesos más destacados en el ám-
bito nacional o internacional. La vertiente apologética es mucho
más pronunciada. El enfrentamiento con los enemigos de la Iglesia
es continuo y directo, pero siempre en el plano religioso y pastoral.
El enemigo número uno es el espíritu maligno, responsable supre-
mo —según el P. Palau— de las calamidades de la época. Es nece-
sario desenmascararle y atacarle sin tregua. La lectura del «Ermi-
taño» produce la impresión de asistir a una cruzada antidiabólica
más que antirrevolucionaria y antirreligiosa. En realidad, ambas
consideraciones se fusionan en un mismo plan y en idéntica ac-
tuación.
No es de este lugar el estudio pormenorizado de los temas abor-
dados con insistencia en esa publicación singular. Para situar en su
EULOGIO PACHO 257
17
258 LOS ESCRITOS DEL P. FRANCISCO PALAU
EULOGIO PACHO
Teresianum-Roma
3.
Pensamiento
PENSAMIENTO ECLESIOLOGICO DEL PADRE
FRANCISCO PALAU QUER
LINEAS GENERALES
Temblé dualidad
Durante bastantes años experimentó el P. Palau una terrible
dualidad entre el amor a la soledad y contemplación, soledad ermi-
ILDEFONSO DE LA INMACULADA 265
3 Ib., p. 121.
266 PENSAMIENTO ECLESIOLOGICO DEL P. FRANCISCO PALAU
El secreto de su síntesis
2. Vertiente eucarística
18
274 PENSAMIENTO ECLESIOLOGICO DEL P. FRANCISCO PALAU
sia nos acompaña como amiga y madre fiel toda la vida (25), nos
hace felices (26), nos da todo lo bueno que podemos tener (27). En
todas partes donde oramos, donde trabajamos y donde nos mostra-
mos al mundo, somos portadores de una imagen de la Iglesia, una
imagen viva: «una imagen que vive, entiende, ama y se mueve»
(28). Debemos ser, pues, no sólo imágenes del Cristo cabeza sino
también de todo el Cristo Místico: otros Cristos en toda su plenitud.
3. María y la Iglesia
II.—MíSTICA ECLESIAL
I. PRELUDIO
15 ib., 4.
lfi Ib., 5-fi.
17 Este género literario, con sus visiones (Apocalipsis significa revelación)
sus b a t a l l a s fantásticas y su proyección futurista, es la piedra de toque para
captar el estilo literario de F. Palau. El género en sí, a pesar de la t r a m a con-
flictiva, está tensado por un enorme optimismo de victoria final. Nacar-Colunga
subrayan, a propósito del Apocalipsis de San J u a n , que podria llamarse «el evan-
gelio de la resurrección y, por consiguiente, el evangelio de los triunfos y espe-
ranzas c r i s t i a n a s » : Sagrada Biblia, vers. de E. NáCAR - A. COLUNGA, Madrid BAC
1), 1947, p. 19.r>2 (Introducción al Apocalipsis).
18 Reí. II, 51.
«Mi objeto era unirme con la Iglesia en fe, en esperanza y amor y ejecuta.r
sus órdenes»: Reí. 1 (Alejo, p. 344). «Todos mis soliloquios y ejercicios se han
dirigido a una sola cosa, que es unirme en fe, esperanza y a m o r a mi Amada
(la Iglesia)»: Reí. II, f. 98. «Como carmelita, como hijo de Santa Teresa de Jesús,
no puedo menos de besar estas llaves que me tienen encerrado dentro de estos
m u r o s de aguas m e d i t e r r á n e a s . . . Con los destrozos de la Escuela de la virtud
hemos fabricado entre estas rocas una ermita [Nuestra Sñora de Es Cubells]
y a q u í . . . tengo mi celda, mi cielo, aquí puedo con todas mis fuerzas emplearme
en agenciar, como buen sacerdote, con Dios Padre los asuntos e intereses de
Jesucristo y de su Iglesia»; Memoria personal enviada a San Antonio María
Claret, a la sazón confesor de Isabel II ( d a t a : 28.11.1858, Es Cubells). Los escri-
286 EL P. FRANCISCO PALAU Y LA ECLESIOLOGIA DE SU TIEMPO
sia. «¡Quién me diera poder aliviar sus angustias, aunque fuera con
mi propia sangre!» ; «el deseo que tengo de la salud de mi Madre
no me deja un instante de reposo» (30). La contempla como «un Je-
sús paciente en su Cuerpo Místico crucificado» (31).
Por lógica derivación de tal estado de ánimo, su mirada se exten-
día a la Iglesia universal, a la iglesia navegante y peregrina, azotada
por la marejada multiforme del siglo XIX. Mas advierte que es nave
que no naufraga. En cambio, la Iglesia particular puede hundirse. Es
el riesgo, el drama de la Iglesia española. La lucha incita a una bata-
lla de oración contra los enemigos, desenmascarándolos, agrediéndo-
los con las armas del espíritu; es llanto, lamentación y, a la par, cán-
tico de victoria (32).
La trama interna del libro, redactado en primavera, «un poco
después de Semana Santa de 1842» (p. 87), comprende tres o cuatro
puntos cardinales: a) descripción del drama de la Iglesia española;
b) temor de que, por ser una Iglesia particular, se hunda; c) solu-
ción medularmente teresiana, como de hijo bien nacido: «La Igle-
sia de España camina precipitadamente a su exterminio, y sólo la ora-
ción puede salvarla. Sí, sola la oración puede salvar del naufragio la
Iglesia española» (33); d) esperanza en la victoria final.
El destierro del autor recrecía su sensibilidad, ya de suyo dotada
de fogosidad imaginativa, purificándola en el fuego de la responsa-
bilidad y de la entrega sacerdotales.
29 Lucha, pp. 127 y 78.
30 Lucha, p. 62, respondiendo a la p r e g u n t a : «¿Es mucha la pena que le
causan los males de la Iglesia?»; cf. Ib., 185-186.
31 A Juana Gracias, El Vedrá, 24 julio 1857.
32 Lo que pudiéramos l l a m a r «Iglesia a la defensiva» —admitiendo que
no hay defensa sin a t a q u e — es una dimensión persistente en Lucha. Dice, en
efecto, en el prólogo: «El alma que en esto se ocupa LUCHA CON DIOS en favor
de la Iglesia de Jesucristo contra los pecados, contra Satanás y las sectas de
impiedad que la combaten» (Lucha, p. 18). Los enemigos q u e d a n individuados
en esta trilogía, una trilogía que encontramos frecuentemente en sus escritos
eclesiológicos. Es h a b i t u a l la costumbre de darle muchas vueltas a la misma
idea. T e r m i n a n t e también en su esperanza de la victoria final, cuyo autor no
será el h o m b r e , sino el Dios o m n i p o t e n t e : «En estas batallas sólo Dios nos
ha de dar la victoria, de sólo Dios la hemos de esperar, y a sólo Dios la hemos
de pedir. Dios con voluntad permisiva quiere la b a t a l l a de la Iglesia con las
potestades infernales... En las profundas llagas que tan a m a r g a m e n t e llora la
Iglesia seria falsa resignación el conformarnos con la voluntad permisiva de
Dios; él mismo quiere que nos opongamos con valor y decisión, quiere esta
lucha. ¡Feliz, mil veces feliz el alma que lucha debidamente esta b a t a l l a ! ¡Afor-
t u n a d í s i m a la que estuviere tan diestra y peleare con tal fortaleza que obtenga
la victorial» (Lucha, pp. 20-21).
En pp. 225-230 incluye, inspirándose en Jeremías, unas Lamentaciones de
la Iglesia de España. A pesar de los pesares, Lucha patentiza la fe de P a l a u
en el t r i u n f o : «La Religión en España ha de t r i u n f a r pronta y completamente»:
Lucha, p. 283. De hecho, el librito acaba en un cántico de la victoria, tejido
con fragmentos del Apocalipsis: cf. ib-, pp. 272-374.
33 Ib., p. 28. La tesis aparece insistentemente repetida a lo largo de Lucha.
ALVARO HUERGA 289
1. La reflexión teológica
2. «Quidditas Ecclesiae»
a. Indefinibilidad de la Iglesia
44 Ib., p. VIII.
4.") Cf. Reí. II, 98.
46 Reí. I (Alejo, p. 104).
294 EL P. FRANCISCO PALAU Y LA ECLESIOLOGIA DE SU TIEMPO
d. «Ecclesia de Trinitate»
52 Ib., p. 11.
53 Ib., pp. 11-12.
Como la «fuente teológica» de F. Palau es Santo Tomás (ef. F. PALAU,
Catecismo de las virtudes, Barcelona, Torras, 1851, p a s s i m ; Lucha, pp. 173,
citando la Suma, III, P ; y 176, citando con precisión el Scriptum super Senten-
tiis), es muy probable que se inspire, consciente o inconscientemente, en él al
distinguir los «períodos» de la Iglesia; la analogía o coincidencia de fondo es,
de todas maneras, c a b a l ; véase A. OSUNA, La doctrina de los estadios de la
Iglesia en Santo Tomás, «La ciencia tomista» 88, 1961, pp. 77-135 y 215-266.
54 Lucha, p. 142.
55 La Iglesia, p. 12.
ALVARO HUERGA 297
e. Historicidad de la Iglesia
61 Lucha, p. 147.
62 Cf. ib., pp. 148-151.
(!3 Cf. La Iglesia, pp. 19-20 «En los cimientos de la Iglesia [...] están re-
presentados no sólo los doce apóstoles [...] sino todos cuantos, ya sean hom-
bres ya mujeres, en el curso de los siglos han sotenido la Iglesia Santa; tales
son en el A. T. los grandes patriarcas [...], los grandes profetas [...]. En el
N. T., los grandes misioneros enviados al m u n d o para renovarlo, tales como el
Gran Bautista [...], Santo Domingo, Santo Tomás de Aquino, San Vicente Ke-
rrer [...] y entre las mujeres [...] Santa Catalina de Siena, Santa Teresa de
J e s ú s » : Ib. pp. 21-22.
64 Ib., pp. 55-56.
65 Reí. II, 176.
66 La Iglesia, p. 56.
ALVARO HUERGA 299
f. Cristo-Iglesia.
Fácilmente se comprenderá la importancia del «axioma» Cris-
to-Iglesia en esa perspectiva en que F. Palau se ha instalado. Con
enérgicos y reiterativos trazos describe:
1.—El entronque vital Cabeza-Cuerpo Místico: «Donde está
Cristo está su Iglesia, porque no puede concebirse vivo un cuerpo se-
parado de su cabeza, ni una cabeza separada de su cuerpo» (67); «La
Iglesia está en Cristo y Cristo en su Iglesia, siendo los dos una misma
cosa» (68); «Ya no me es posible ver y contemplar al Hijo de Dios
bajo otra figura, noción o idea que como cabeza unida... al cuerpo
santo de la Iglesia. Por lo mismo, mirando la cabeza, veo en ella a
todo el cuerpo y su cuerpo y cabeza son una sola entidad y realidad,
que es la Iglesia» (69);
sés hirió con su vara, saliendo de ella las aguas que el pueblo pedía
para apagar su sed.
Esta piedra figura la humanidad de N. S. J. C... Encierra todas
las gracias, todos los dones, todas las virtudes con tal plenitud, que
vale ella sola más que todo cuanto hay fundado encima... Tal es Je-
su-Cristo en calidad de fundamento de su Iglesia... No sólo la Iglesia
triunfante, sino también la militante está edificada sobre esta inmen-
sa piedra; pues que no hay más que una sola Iglesia, y los del cielo,
los de la tierra y los de debajo de la tierra que están unidos a Cristo,
todos están construidos sobre este mismo fundamento. Cristo es el
que los contiene, los defiende y ampara; él da en el cielo la gloria
a los bienaventurados, en la tierra la gracia, las virtudes y los dones
a los justos, y la esperanza a las almas que purgan en el fuego del
purgatorio sus defectos. Los Apóstoles, y cuantos con Cristo, y en
nombre de Cristo sostienen la Iglesia santa, todos reciben de él la au-
toridad, el poder, la virtud y la doctrina de la verdad» (73);
88 IM Iglesia, p. 37.
89 Ib., 39-41.
90 Ib., p. 55.
304 EL P. FRANCISCO PALAU Y LA ECLESIOLOGIA DE SU TIEMPO
4. Las «.figuras-»
Si recuerda el lector, F. Palau prometía «definir» la Iglesia a ba-
se de axiomas o proposiciones y a base de figuras. Siguiendo aquel
proyecto de Quidditas Ecclesiae —en parte inconcluso, en todo per-
dido—, intentaremos ver ahora, rápidamente, lo que dice de las figu-
ras. Ya hemos visto, al agavillar y analizar los axiomas o proposicio-
nes, cómo destaca la figura-tipo, es decir, la Virgen María.
91 Ib., p. 42.
92 Ib., p. 55.
93 «Su indescriptible belleza»: Ib., p. 4 ; «belleza indefinible»: Ib., p. 44.
94 Ib., p. 4. Cf. Reí., II, tíO.
95 Reí., II, 145.
96 Reí., II, 7.
97 Reí., II 21.
98 Reí., II, 25.
99 Reí., II, 31.
100 Reí., II, 2 3 : «es el único tipo, la única figura que... representa la Igle-
sia».
ALVARO HUERGA 305
20
306 EL P. FRANCISCO PALAU Y LA ECLESlOLOGIA DE SU TIEMPO
V. E N EL VATICANO I
por supuesto que se reúna, por amor a la paz de la Iglesia, por amor
a la paz religiosa de España, deseo mucho que ese Concilio no venga
a aprobar, a sancionar, a ratificar las declaraciones del famoso Sylla-
bus, que hace incompatibles las doctrinas de la Iglesia con la civili-
zación moderna». Si eso aconteciera, sigue perorando el señor Salus-
tiano, «la España liberal» se unirá a la «liga de los pueblos contra
la Iglesia que pretendiera avasallarlos» (112).
El 23 de octubre del mismo año y en el mismo salón, pidió la
palabra el señor Carrascón: «¿Tiene el Sr. Ministro de Estado cono-
cimiento oficial del Concilio que debe celebrarse en Roma en 8 de
diciembre de este año? ¿Tiene conocimiento de las inquietudes a que
las resoluciones de esa próxima asamblea dan lugar, no ya entre los
hombres pensadores de las Academias, sino entre los gobiernos?
¿Cuál sería la actitud del gobierno de la nación española en el caso,
posible, de que en esa asamblea se atacasen los principios constitu-
cionales, a los que la nación recientemente se ha adherido?» Tras una
arenga del Presidente de las Cortes, tomó la palabra el Presidente
del Consejo de Ministros. Y dijo, entre otras cosas: «Puede tener se-
guridad el Sr. Carrascón, como las Cortes Constituyentes y el país,
que si en ese Concilio... se tomaran resoluciones que fueran contra-
rias al espíritu de progreso y de libertad que han establecido las
Cortes Constituyentes, sería como si tales resoluciones, como si tales
acuerdos no se hubieran tomado para la nación española». Así habló
Prim. Y sonaron los aplausos y los «¡muy bien, muy bien!» (113).
El 7 de diciembre volvió el Sr. Carrascón a intervenir: «Hace
algunos días tuve el honor de interrogar al gobierno... acerca ...de
su opinión sobre el próximo Concilio Ecuménico y las decisiones que
allí pudieran tomarse y pudiesen afectar a España. El Sr. Conde de
Reus tuvo la bondad de contestar de una manera muy precisa, muy
categórica y de un modo que honraban su liberalismo; pero el Con-
cilio está ya muy próximo, se reúne mañana». Alude, a continuación,
a las inquietudes que ha despertado en Francia y aun en Italia, e in-
quiere si «la manera de ver del gobierno español ha sido hecha cono-
cer en Roma». El Sr. Cristino Martos pidió entonces la palabra, pues
la pregunta del Sr. Carrascón le instaba a «declarar solemnemente
cuál es la actitud del gobierno español». ¿En qué consistía esa acti-
tud? Ante todo, el gobierno de Baviera opinaba que «no parece ur-
112 Pueden verse los discursos e n : E. CECCONI, Storia del Concilio Ecuménico
Vaticano scritta sui documenti originali, I I / 2 , Roma, Tipografía Vaticana, 1878,
pp. [665]-[684], doc. CXCVII-CC; y en Coll. Lac, 1239-1248; el texto citado:
CECCONI, p p . [665]-[666].
113 Ib. [667]-[669].
ALVARO HUERGA 309
4. Palau, en el Concilio
130 Cf. C. BUTLER, The Vatican Council, 2 vol., London, 21965; R. AUBERT,
Le premier Concite du Vatican, «Communio» 3, 1970, pp. 329-355.
131 Cf. R. AUBERT, La composition des Commissions préparutoires du Pre-
mier Concile du Vatican, en: A A . W . Reformata reformando. Fextgabe für H. Je-
din, II, Münter W. i., 1965, pp. 447-482; J. M. GOMEZ-HERAS, O. C, I, pp. 309-334.
132 Dejé sin averiguar el problemilla de la «colaboración», de J. Caixal en
Lucha; la edición, aparecida en Montauban, 1843, lleva el nombre de Caixal
como co-autor; leyendo el libro se convence uno pronto de que es obra exclu-
siva de P a l a u , que habla en primera persona siempre. Alguna sugerencia o al-
guna corrección sí debió a p o r t a r Caixal en charlas privadas y aceptando revisar
el manuscrito o r i g i n a l : «Uno de los fuertes motivos que me impedían no sólo
el darle a luz, sino aun el arreglarle... era mi inutilidad y llaneza...; encargué
a un amigo la corrección de este libro con facultad para a ñ a d i r lo que le pa-
reciese» : Lucha, p. 58.
En cuanto a las ideas y actuación del obispo de Barcelona en el Vaticano I,
véase la estupenda y documentada monografía de J. MARTIN, El episcopalismo
de Montserrat u Navarro en el Concilio Vaticano I, en «Estudios Eclesiásticos»
45, 1970, pp. 533-565.
314 EL P. FRANCISCO PALAU Y LA ECLESIOLOGIA DE SU TIEMPO
1. Examen
2. Comparación
Sin insistir en lo que pudo ser y no fue el segundo esquema De
Ecclesia —por rango real y dogmático le corresponde la primacía—,
no hay duda de que es un documento precioso, un testimonio pre-
ciso del pensamiento eclesiológico de la época. Tanto el esquema
«oficial», en sus diversas redacciones, como los esquemas «priva-
dos», entre ellos el de Caixal, son índice del estado de madurez de
la teología de la Iglesia en un momento histórico. Valen, teológica-
mente hablando (145); y por ese motivo —-y por otros— los espe-
cialistas recurren a estudiarlos muy a menudo.
Pero regresemos, por unos instantes, al De Ecclesia, de Caixal,
viéndolo desde una angulación comparativa.
Ya examinamos por el sobrehaz sus líneas, su contenido esen-
cial. La comparación puede enfocarse en dos direcciones: hacia el
esquema «oficial», en primer término; hacia las tesis y figuras que
dominan la Eclesiología de F. Palau.
En cuanto al esquema oficial, el del obispo de Urgel resulta, evi-
dentemente, más jugoso por su riqueza bíblica y por su transparen-
cia doctrinal. Ha captado en profundidad —y en modernidad— una
visión teológica de la Iglesia que acentúa sus dimensiones divinas,
su interioridad mística, rebelándose contra un concepto sociológico
a nivel puramente humano. No por ello descuida su estructura es-
PAYA Y RICO, obispo de Cuenca; puede verse en MANSI, 51, 967-983; y en edi-
ción castellana : Discurso en favor de la infalibilidad del Romano Pontífice pro-
nunciado en el Concilio Vaticano, Cuenca, 1873. Cf. F. ALONSO BARCENA, España
li la definición del Primado de Roma en el Concilio Vaticano [ I ] . «Revista es-
pañola de teología» 3, 1943, 2», p p . 133-180. J. M. GOMEZ-HERAS (O. C, I, p . 27,
n. 44) lo califica de «triunfalista estudio», pero no achaca el menor reparo a
quienes p o r la banda opuesta se deladean hacia un larvado Galicanismo al es-
corzar que la Eclesiología del Vaticano I se desarrolló a la enseña del robuste-
cimiento de la a u t o r i d a d del Papa y del centralismo romano. La autoridad es-
piritual del Papa salió reforzada, sí, pero el Vaticano I hizo otra.s cosas t a m -
bién que no se deben silenciar o minimizar.
145 Cr. J. SALAVERRI, Valoración teológica de las actas del Vaticano I, «Divi-
nitas» 4, 1960, p p . 205-226.
318 EL P. FRANCISCO PALAU Y LA ECLESIOLOGIA DE SU TIEMPO
VIII. EPILOGO
21
322 EL P. FftAÑClSCO PALAU V LA ECLfcSÍOLOGlA DÉ SU TIEMPO
ALVARO HUERGA, O. P.
la Iglesia, del que pretende hablarnos, más que como maestro, como
testigo y como enamorado (12).
Dada la índole peculiar de estas obras, resulta evidente que no
podemos buscar en ellas ni una eclesiología orgánica completa —al
estilo de los manuales de escuela—, ni tampoco estudios de factura
técnica sobre algunos de los aspectos particulares del misterio. Pa-
lau no trata de la Iglesia al modo de un profesor escolástico que
plantea y discute cuestiones y teje razonamientos teóricos y ordena
sus conclusiones en un sistema. Su talante personal, su carisma in-
negable y la finalidad práctica (espiritual y apostólica) que persi-
gue, le llevan por otros derroteros. No es el maestro que enseña en
las aulas: es el juglar que requiebra, y el contemplativo que descu-
bre a los demás lo que han visto sus ojos cargados de amor, y el
sacerdote apóstol que arde en afán de ver al mundo postrado ante
la belleza inefable de su Amada.
De ahí las cualidades, y también los límites, de su enseñanza.
Aparecen muy destacadas las líneas maestras de su pensamiento, que
con insistencia vuelven una y otra vez —en fórmulas casi estereo-
tipadas— a su pluma. En cambio, es pobre el desarrollo lógico de
las ideas, el análisis, la labor deductiva y el ensamblaje orgánico.
Prevalece con mucho el pensar intuitivo y contemplativo sobre la
función razonadora. Esa forma de pensamiento halla su expresión
adecuada en un lenguaje simbólico y figurativo, fresco y concreto,
más cercano al lenguaje de la Biblia y al de los místicos, que al de
los doctores escolásticos.
Así las cosas, si la tarea de adentrarnos en la eclesiología del
P. Palau resulta gozosa y enriquecedora en el orden de la fe y de
la sabiduría cristiana, resulta por otra parte delicada y difícil en el
orden de la exposición en conceptos técnicos y fórmulas precisas.
Intentaremos ser fieles a su pensamiento, tratando de explanarlo
en forma orgánica, pero sin pretender vaciar del todo su riqueza
y su fuerza vital en nuestros pobres moldes conceptuales. Utiliza-
remos sus ideas sin forzarlas y sin arrancarlas de su contextura
redaccional y de su perspectiva, más funcional —espiritual y apos-
tólica— que especulativa.
24 Apoc. 21, 2.
25 Cf. MR 185-191. «Siendo tal nuestra condición sobre la tierra que no
podemos percibir las cosas espirituales, celestes, invisibles, eternas, sino bajo
las sombras, figuras y especies de lo visible, temporal y terrestre, el Espíritu
Santo en las sagradas Escrituras nos presenta la Iglesia t r a s el velo de las
metáforas, entre enigmas y figuras de una ciudad, de una vid, de un j a r d í n
cerrado, de un campo, de una grey, de un cuerpo h u m a n o . (...) Entre otras
figuras, la de una m u j e r nos describe las relaciones entre Cristo y los santos
en el m a t r i m o n i o espiritual entre Cristo y la Iglesia. (...) De entre todas las
mujeres María Madre de Dios es el tipo más perfecto y acabado de ella» (185).—
Ya en el título de su obra juvenil sobre el cuerpo místico P a l a u se refiere a
su figuración femenina : Líber quartus in quo Ecclesia quae est D. N. Jesuchristi
corpus mysticum sub forma mulieris repraesentatur... La llama i n d i s t i n t a m e n t e :
Niña, Joven, Virgen, Mujer. Esta figuración, de indiscutible fondo bíblico, tiene
fuerte resonancia psicológica para el a u t o r que, mediante ella, vive h o n d a m e n t e
su desposorio con la Iglesia. Dice a este propósito a J u a n a Gracias: «desde
mis ejercicios últimos del Vedrá siento en mi compañía bajo la sombra de una
mujer a la Iglesia: su presencia absorbe toda mi atención». (Carta 61 a). Reco-
noce que para las mujeres convendrá prescindir de esos rasgos femeninos y
a t e n d e r a la figura de Cristo que se proyecta en su Cuerpo m í s t i c o : «Para las
mujeres el cuerpo de Jesús... es el tipo perfecto de su cuerpo m o r a l que es la
Iglesia» (MR 8). «La mujer, que mire ese cuerpo bajo el tipo y figura del cuer-
po n a t u r a l del h o m b r e , que pueda imaginarse mejor organizado, siempre joven,
sin arruga ni tacha, ni defecto...» «Vosotras, las mujeres, os podéis casar con
el Hijo de Dios y se os sienta m u y bien... A nosotros, los hombres, nos va
muy bien... t o m a r en seguida a la Iglesia por esposa y casarnos con ella»
(Carta 54).
26 Alude a ellos con frecuencia, incluso cuando expone el concepto de cuer-
po m í s t i c o ; y en la obra La Iglesia de Dios figurada por el Espíritu Santo los
desarrolla, comentando las imágenes bíblicas.
332 LA DOCTRINA DE LA IGLESIA COMO CUERPO MÍSTICO SEGÚN EL P. PALAU
nados (cf. MR 7, 75, 120, 182, 301). Pero en otros pasajes cuenta entre ellos no
sólo a los santos del cielo y a los justos de la tierra sino t a m b i é n a los bautizados
(MR 8). A m e n u d o simplifica aún m á s la definición diciendo «Cristo y los pró-
jimos», o «Dios y los p r ó j i m o s » : cf. MR 41, 43, 74, 132, 138, 182. En este últi-
mo lugar especifica que Dios con los prójimos formando un cuerpo moral per-
fecto «es la Iglesia en sentido lato».
34 MR 97. Cf. 108: «La Iglesia Romana es la congregación de los miem-
bros de mi cuerpo que tengo sobre la t i e r r a » ; El Ermitaño, n. 8, p. 2 : «Yo
soy la Congregación de todos los católicos unidos a Cristo mi cabeza invisible
y a Pío IX cabeza visible».
35 Cf. CONGAR, Y., La idea de la Iglesia según Santo Tomás, en Ensauos
sobre el misterio de la Iglesia, Barcelona 1959, 59-88.
36 Cf. MR 8, 75, 182; La Iglesia, 3 y 44: «Dios y los prójimos, constitu-
yendo en Cristo cabeza una sola cosa».
37 MR 167.
38 MR 265. Cf. 43, 75, 100, 167, 182, 301, etc.
39 MR 189. Cf. 130, 132, etc.
40 MR 189 y 273. Cf. 105: «tan bella como Dios..., infinitamente amable»;
166: «bella como Dios, amable como la divinidad»; 301, etc.
OLEGARIO DOMÍNGUEZ 335
41 Cf. MR 5 2 : «¿Eres una cosa distinta de Dios? —Si no fuese una cosa
distinta de Dios seria Dios, y Dios sería la Iglesia y la Iglesia sería Dios; y
si la Iglesia fuese Dios, lo serían las criaturas que la constituyen. No soy Dios
(...) Dios es el alma que me vivifica». Queda así eliminado todo posible equí-
voco, y excluida toda forma de unión que —según la expresión de la Mystici
Corporis— «haga a los fieles t r a s p a s a r de cualquier modo el orden de las cosas
creadas e invadir erróneamente lo divino» (AAS, 1943, 231).
42 Este apelativo figura en el título mismo de la obra Mis relaciones con
la Hija de Dios, la Iglesia, y es usado con frecuencia en toda ella.
43 MR 183.
44 Cf. MR 42: «en su fisonomía la cara e imagen del mismo Dios»; 167:
«La Trinidad ha impreso en ella su imagen»; 302: «reúne en sí todas las per-
fecciones y a t r i b u t o s que forman la imagen del m i s m o Dios»; 312: «la imagen
viva y acabada de Dios Trino y uno».
45 La vida de comunión t r i n i t a r i a sólo puede reflejarse adecuadamente en
una comunidad. P o r eso la Iglesia es un Pueblo, un Reino, un Cuerpo místico,
Cf. MR 312.
46 Cf. MARITAIN J., La Iglesia de Cristo, Bilbao 1972, 316-317.
47 MR 80.
336 LA DOCTRINA DE LA IGLESIA COMO CUERPO MÍSTICO SEGÚN EL P. PALAU
22
338 LA DOCTRINA DE LA IGLESIA COMO CUERPO MÍSTICO SEGÚN EL P. PALAU
58 MR 138. Cf. 132: «Yo soy Jesús, cabeza de mi cuerpo que es la Iglesia;
y con la Iglesia yo soy cabeza con cuerpo».
59 MR 38.
60 MR 57. En abstracto, podemos distinguir en Cristo el ser personal y la
proyección salvifica, la gracia individual y la gracia c a p i t a l ; pero en la reali-
dad concreta Cristo es inseparable de su cuerpo místico, y su gracia individual
se identifica con aquella por la que es cabeza y principio de la Iglesia. Ct.
S. TOMAS, III, 8. 5.
61 Cf. Col 1, 18-21; Ef 1, 22-23; J n 1, 14.16, Esas cuatro funciones son las
que especialmente menciona Santo T o m á s : Sent III, 13, 2, 1; De Verit 29, 4;
Suma Teol. III 8, 1; In I Cor 11, lect. 1; In Ephes 1, lect. 8; In Colos I, lect. 5.
OLEGARIO DOMÍNGUEZ 339
62 MR 183.
63 La Iglesia 20.
04 Lucha 168. Recoge, casi al pie de la letra, la enseñanza de S. Tomás,
III, 48, 1.
65 La Iglesia 20. Cf. 10, 13, 18-21.
66 La Iglesia 21.
67 La Iglesia 19. Cf. MR 6 3 : «El Pontífice con Cristo son una sola cabeza»;
MR 185: «Cristo y Pedro son una misma cabeza, visible en la tierra la una, e
invisible la otra en el cielo, pero presente a todo el cuerpo».
340 LA DOCTRINA DE LA IGLESIA COMO CUERPO MÍSTICO SEGÚN EL P. PALAU
(68): toda la vida sobrenatural que circula por los corazones —en
el cielo y en la tierra— es como un rebosar de la suya, como la
savia que corre por los sarmientos fluye de la cepa. Esta comunica-
ción íntima de vida y movimiento es la que da a la metáfora Cuerpo
místico su significado más hondo y su realidad más plena. La Iglesia
aparece como prolongación vital, como «pleroma» del Salvador, co-
mo organismo en el que se difunde su influjo vivificante y del que
se sirve para extender ese influjo al mundo entero (69).
Aquí está el corazón mismo del misterio. Una urdimbre de la-
zos íntimos y vitales, cuya fuerza y hondura sólo en el cielo se
nos hará patente (70). Una comunión insospechada entre Cristo y
el grupo de los otros hijos de Dios. Una inclusión de éstos en Aquél,
y una mutua inmanencia de la Cabeza en los miembros y de los
miembros en la cabeza: «La Iglesia está en Cristo y Cristo en la
Iglesia» (71); «siempre soy yo en la Iglesia y ella en mí» (72). De
ahí esa impresionante unidad, que hace de la Iglesia un ser per-
sonal dinámico, inteligente, amante, capaz de requerir de amores
a los hombres, exigiéndoles una entrega incondicional y exclusiva
y ofreciéndoles con su comunicación amistosa la plenitud de la di-
cha. Movida por Cristo, henchida de su vida y de su Espíritu, la
Iglesia es a la vez su Cuerpo y su Esposa amada y amante: y es
asimismo la Amada de todo cristiano verdadero (73).
68 J n 1, 14. 16. — Santo Tomás entre las funciones capitales de Cristo des-
taca como principal la influencia i n t i m a ejercida sobre los m i e m b r o s : «gratia
capitis, secundum quod praedictae proprietates ei conveniunt, praecipue secun-
dum quod influit a l u s m e m b r i s » : Sent III 13, 2, 1. cf. Suma Teoí. II, 8 5-6.
69 Cf. Ef 1, 22-23. La p a l a b r a Pleroma puede interpretarse, ya en su acep-
ción p a s i v a : en la Iglesia se d e r r a m a la sobreabundancia vital de Cristo, ya
en sentido a c t i v o : la Iglesia completa a Cristo, llevando a plenitud su obra
salviflca en el m u n d o . Ambos conceptos responden a la realidad. Cf. S. Tomás,
In Ephes I, lect 8.
70 «Es un misterio que no veremos en esta vida, esto es, la organización
interna de la Iglesia, de los ángeles y santos entre sí y con Cristo su cabeza»:
MR 8. Cf. La Iglesia 44 y MR 5 1 : «No puedes conocer intuitivamente mi na-
turaleza, mi constitución m o r a l orgánica, las relaciones de todos mis miem-
bros entre si y las de éstos con la cabeza...».
71 La Iglesia 10. Cf. 47.
72 MR 138.
73 Uno de los puntos que más destacan en la doctrina de P a l a u es el del
carácter personal de la Iglesia: ser vivo y dinámico que entiende y ama, ve,
h a b l a y escucha. Cf. MR 168, 175, 220, 302. L l a m a la atención que a menudo
la designe con la expresión «/a cosa amada». ¿Será, acaso, p a r a evitar delica-
d a m e n t e q u e se la conciba como una persona física? ¿O simplemente que cen-
tra su atención en el concepto formal de «objeto» o término intencional del
acto de a m o r ? Sea como sea, nuestro a u t o r no la ve j a m á s como una mera
personificación literaria, sino como ALGUIEN que es sujeto y objeto de amor.
Toda la obra Mis Relaciones lo pone de relieve con extraordinaria viveza. «No
creerlo fuera una herejía in unan sanctam catholicam Ecclesiam»: MR 175.
OLEGARIO DOMÍNGUEZ 341
74 Lucha 168. Cf. 28: «Jesucristo con su vida, pasión y muerte satisfizo
plenamente a la justicia divina, nos redimió con el precio de su sangre... y nos
mereció la gloria, con todas las gracias y auxilios que son necesarios para ob-
tenerla».
75 MR 234.
76 La Iglesia 20.
77 Es la conocida doctrina del Angélico: «El influjo interior de la gracia
no proviene de nadie más que de Cristo, cuya h u m a n i d a d , por estar unida a
la divinidad tiene el poder de justificar»: III, 8, 6; cf. III, 8, 1 ad 1; 48,6 etc.
Creemos que el P. Palau, formado en la doctrina tomista, la sigue en este pun-
to, aun cuando no utilice los conceptos técnicos.
342 LA DOCTRINA DE LA IGLESIA COMO CUERPO MÍSTICO SEGÚN EL P. PALAU
tender que El influya en las almas sin exigir y suscitar en las mis-
mas una correspondencia inteligente, libre y amorosa. La vida que
Cristo comunica a su Cuerpo es una vida de comunión interperso-
nal, una vida de amistad íntima, en la que entrambos se funden en
un «nosotros» inaudito, en un «yo» psicológico del todo original.
Palau se refiere con frecuencia al amor como aglutinante supre-
mo del Cuerpo místico: «La caridad es la que hace esta unión» (78);
«mi cuerpo unido por el amor» (79); «soy los prójimos unidos entre
sí por amor bajo Cristo mi cabeza» (80). La caridad es el vínculo
unitivo perfecto entre la Cabeza y el Cuerpo y entre los diversos
miembros de éste. También se mencionan a veces la fe y la espe-
ranza como actitudes vitales inseparables del amor cristiano (81).
En realidad, estas virtudes o disposiciones son la floración conna-
tural y necesaria de la vida divina que Cristo infunde en su or-
ganismo místico. No son un producto humano mediante el cual po-
damos pretender unirnos con Cristo, sino que son en sí mismas obra
del influjo íntimo de Cristo cabeza. Quien cree en Cristo y le ama,
es porque se encuentra actuado por El y recibe el impulso de su
Espíritu. Lo expresa el Credo eclesial de esta forma: «En ti el amor
es el Espíritu Santo, que derramándose por todos los miembros de
tu cuerpo corresponde con amor al que ama» (82).
El mutuo amor entre Cristo y la Iglesia presenta en varios pa-
sajes de la Escritura los caracteres del amor conyugal: es un amor
ardiente y generoso que se traduce en una entrega recíproca de bie-
nes y de la misma persona. Palau acude con frecuencia a ese sím-
bolo matrimonial, extendiendo su alcance a cada uno de los fieles
—con razón, puesto que cada uno es Iglesia— y refiriéndose en par-
ticular a su propia incomparable vivencia. La amistad connubial,
que puede revestir diversas modalidades según los enfoques (enla-
ce del alma-Iglesia con Cristo; enlace del alma con la Iglesia esposa;
78 MR 39.
79 MR 62.
80 MR 74. Doc. 352 p. 209 y Doc. 343, p. 190: «La unión es el efecto prin-
cipal del amor. Cristo está por a m o r de caridad en su Iglesia, y la Iglesia está
en Cristo: la caridad constituye la unión hipostática y forma de estos dos
a m a n t e s un solo cuerpo del que somos los creyentes parte y miembros». El P.
Alejo nos t r a n s m i t e un esquema de sermón cuya idea central es que la cari-
dad forma la trabazón de la Iglesia: Vida del lí. P. Francisco Palau Quer
O. C. D., 236-237.
81 Cf. MR 87: «para que... te unieras con su hija en Fe, Esperanza y
Amor»; 138: «Todos mis soliloquios y ejercicios se han dirigido a una sola
cosa, que es u n i r m e en Fe, Esperanza y Amor con mi Amada»; 246: «Feliz
¡oh Iglesia S a n t a ! el que llega a unirse contigo en fe, esperanza y a m o r » ; 312:
«el Esposo le da en dote Fe, Esperanza y Caridad».
82 MR 302.
OLEGARIO DOMÍNGUEZ 343
86 a MR 183-185.
8 6 b Cf. Lucha 2 8 : «Nos redimió con el precio de su sangre»; 29: «Antes
que la redención se aplicará al mundo, o lo que es lo mismo, antes que el es-
t a n d a r t e de la cruz fuera enarbolado».
86 ° En el pasaje aducido se indica cómo el Espíritu actúa sobre la Igle-
sia jerárquica que participa de la capitalidad de Cristo y la manifiesta visible-
m e n t e : «el Pontífice, el sacerdote... es con Cristo la cabeza de la Iglesia». Véa-
se abajo el a p a r t a d o n. 6. Cf. Carta 95 I I I : «Ordenó Jesucristo que la reden-
ción fuese aplicada p o r m a n o apostólica...»
8 6 d El texto alegado lo expresa h e r m o s a m e n t e . Cf. t a m b i é n Lucha 28-29 y
172; MR 242: «Dios recibe propicio el sacrificio del Altar; Dios acepta la hos-
tia que se ofrece sobre el Gólgota en redención del m u n d o ; consumado el sa-
crificio las naciones todas, todas sin quedar un rincón sobre el orbe están re-
dimidas de la potestad de los demonios...»
346 LA DOCTRINA DE LA IGLESIA COMO CUERPO MÍSTICO SEGÚN EL P. PALAU
93 MR 2.34.
94 La Iqlesia 20. Define a la Iglesia como «congregación de los santos» o
«de los justos» en MR 7, 15, 28, 41, 80, 92, 97, 107, 124, 204, etc.
95 El Ermitaño, n. 8, p. 2. Cf. MR 91. El a u t o r reconoce expresamente que
«el error principal de los protestantes es no reconocer a la Iglesia de Dios como
un cuerpo moral visible»: Catecismo 128.
96 Cf. Suma Teol. III, 8, 3 ad 2.
97 Cf. Lumen Gentium 14: «A la sociedad de la Iglesia se incorporan ple-
namente los que, poseyendo el Espíritu de Cristo... se unen por los vínculos
de la profesión de la fe, de los sacramentos, del régimen eclesiástico y de la
comunión, a su organización visible...»
98 MR 301. Cf. 5 7 : «los miembros de mi cuerpo que son todos los pre-
destinados a la gloria»; 182 etc.
99 La Iglesia 44. Cf. MR 75: «Cristo constituyendo como cabeza cuerpo con
todos los que están escritos en el libro de la vida».
348 LA DOCTRINA DE LA IGLESIA COMO CUERPO MÍSTICO SEGÚN EL P. PALAU
100 MR 120.
101 MR 8 : «Yo soy con todos los Santos y Angeles del cielo, y los justos y
bautizados de la t i e r r a » ; Cf 183.
102 El Ermitaño, n. 47, p . 1. Cf. MR 183: «Los bautizados, a u n q u e unidos a
Cristo por el b a u t i s m o , al comulgar se incorporan a su cabeza moral o sacra-
m e n t a l m e n t e en fe, esperanza y a m o r y por gracia». Sobre la incorporación
por la eucaristía, cf. abajo el p u n t o 7.
103 Esquema de sermón aducido por ALEJO, O. C. 237.
104 Lucha 84.
OLEGARIO DOMÍNGUEZ 349
105 MR 114.
106 JOURNET, C , Teología de la iglesia, Bilbao 1960, 255-286. La Mgstici
Corporis se mantiene en esa misma perspectiva, cuando a f i r m a : «Y no se le
puede i m p u t a r a ella si algunos de sus miembros yacen postrados, enfermos o
heridos, en cuyo nombre pide ella a Dios todos los d í a s : Perdónanos nuestras
deudas» (AAS 1943, 225).
107 Lucha 241. Cf. Carta 29: «Comienza al mismo tiempo a mirar, a me-
d i t a r y contemplar en Jesús crucificado el cuerpo moral suyo que es la Iglesia,
llagada por las herejías y errores y pecados»; Carta 32.
108 Cf. GREGORIO de J. C , Brasa entre cenizas 61, nota. — S. Agustín, por
ejemplo, habla de la Iglesia que «tiene muchas a r r u g a s » : Serm 171, 5, 7 (PL
38, 982). Da la impresión de que nuestro autor, t r a s su encuentro vivencial con
la Iglesia, dejó esta primera manera de considerarla como manchada y lla-
gada. Aunque en principio a m b a s perspectivas no sean del todo incompatibles
entre sí.
350 LA DOCTRINA DE LA IGLESIA COMO CUERPO MÍSTICO SEGÚN EL P. PALAU
109 Es la conocida enseñanza del Angélico, Suma T., III, 8, 3. Está basada
en la universalidad de la obra salvífica de Cristo: cf. I Tim 4, 10; I Jn 2,2.
110 Esquema de sermón aducido por ALEJO, C. C , 236-237.
110" Lucha, 28-30; 138; 171-172.
OLEGARIO DOMÍNGUEZ 351
114 MR 185. Cf. iba.: «La Iglesia continuará creciendo hasta que llegue a
su perfecta edad, esto es, a su última perfección, y entonces aparecerá ante su
P a d r e en cuerpo m o r a l perfectamente organizada bajo Cristo su Cabeza visible
en su carne glorificada».
115 Lucha 276. Cf. 198: «Vos sois el Espíritu q u e dais vida, q u e ilumináis
y coadunáis los miembros del cuerpo místico de Jesucristo».
116 MR 183.
117 MR 166. Cf. 5 2 , 3 0 1 ; Lucha, 39,84, etc.
118 MR 302.
119 MR 301.
OLEGARIO DOMÍNGUEZ 353
23
354 LA DOCTRINA DE LA IGLESIA COMO CUERPO MÍSTICO SEGÚN EL P. PALAU
y le da aliento en la práctica de las v i r t u d e s » : Doc 253, 67; cf. Doc 298, 141-
142; Lucha 5 1 ; -ora en nosotros y nos hace orar eficazmente: Lucha 39-40,
163, 197, 276.
127 MR 302.
128 MR 5 2 : «Dios es el alma que me vivifica»; «soy Dios formando cuerpo
con todos t u s p r ó j i m o s unidos a Cristo su cabeza en Dios y p o r Dios que cual
alma los mueve, dirige, vivifica, santifica y glorifica»; 302: «por ser Dios él
m i s m o el espíritu que hace en él lo q u e el alma en el individuo». Evidente-
mente h a y que rechazar toda figuración de composición física o información
e n sentido estricto.
OLEGARIO DOMÍNGUEZ 355
151 MR 189.
152 MR 308. Cf. 294: «En el día en que fui ordenado sacerdote... fui en-
tregado a tí y desde aquel día yo no me pertenezco a mí, tuyo soy yo y todas
mis acciones, cuanto soy y tengo».
153 El Ermitaño n. 37, p. 2.
154 Cf. MR 302: «En tí el Amor es el Espíritu Santo que derramándose por
todos los miembros de tu cuerpo, corresponde con amor al que a m a » ; 62: el
cuerpo de Cristo es un «cuerpo unido por el amor»
155 MR 301. Que la Iglesia como cuerpo místico es el único objeto de amor,
ya que engloba a Dios y a los prójimos, lo afirma insistentemente P a l a u : La
Iglesia, 19 y 44; MR 130, 147, 175, 189, 302, etc. La Iglesia es cabalmente la co-
sa amada.
L
360 A DOCTRINA DE LA IGLESIA COMO CUERPO MÍSTICO SEGÚN EL P. PALAU
186 Mystici Corporis, AAS, 1943, 193. Cf. Ecclesiam suam n. 19, 24, 25.
186<" Cf. Lucha 39-41 (arriba, nota 112); 28-30; 50-51, etc. «La voluntad de
su esposo Jesús es que se ocupe toda entera en orar continuamente por la sal-
vación de la Iglesia» (ib. 50). -«Mírale en este cuerpo, que es la Iglesia llagado
y crucificado, indigente y perseguido, despreciado y burlado y bajo esta consi-
deración ofrécete a cuidarle y a prestarle aquellos servicios que estén en tu
mano» (Carta 32).
186 b Cf. MR 172.
187 Carta 4. Cf. 31 : «Cuida de mi, y yo cuidaré de ti. Jesús crucificado en
su cuerpo moral es el objeto de toda la solicitud y cuidado del alma».
187 a Cf. MR, 118: «Cuanto haces a mis miembros lo haces a m í » ; y 98:
«lo haces a mí porque soy ellos».
OLEGARIO DOMÍNGUEZ 367
188 Cf. MR 273 : «Digo con amor de esposa porque éste es el único que pue-
de satisfacer todas lqs exigencias del corazón, porque t r a e consigo igualdad de
a m o r y unidad perfecta con los a m a n t e s » ; 274.
189 MR I, 104.
190 MR I, 105.
191 MR I, 345.
192 MR 3. Cf. 16, 283.
193 MR 30. Cf. 115: «¡Oh a m o r ! ¡que eres cruel! Me m a t a s y me dejas
vivo p a r a a m a r ; me hieres y no me acabas»
194 MR 142.
368 LA DOCTRINA DE LA IGLESIA COMO CUERPO MÍSTICO SEGÚN EL P. PALAU
195 MR 189.
196 MR 99. La razón de esta zozobra interior es la triste posibilidad de
perder el amor, y la comprobación de la propia m i s e r i a : «(.Cómo has de a m a r
con amor de esposa cosa tan vil, t a n inmunda, tan fea v despreciable?» (MR
274). Cf. 25, 54-55, 99, 150, 273.
197 MR 301. La idea —ya lo notamos arriba en el a p a r t a d o 2— se repite
con mucha frecuencia.
198 MR 62. Anteriormente P a l a u buscaba a Dios en sí mismo, sin h a l l a r
satisfacción: «El objeto de mi a m o r era para mi Dios de un modo confuso y
vago y sin detalles» (MR 98). Ahora ha aprendido a verlo en forma concreta
en la Iglesia: «Dios formando cuerpo m o r a l con los santos» (cf. MR 175). Res-
pecto a Cristo: «Ya no me es posible ver y contemplar al Hijo de Dios bajo
otra figura, noción o idea que como cabeza unida en el cielo, en la tierra y en
el purgatorio al cuerpo santo de la Iglesia» (MR 56). Con frecuencia menciona
P a l a u las dos uniones: una con Dios en sí mismo, otra con Dios en los próji-
mos (formando con El un cuerpo moral). Pero, m i e n t r a s en los primeros escri-
tos parece q u e r e r l a s conjugar manteniendo su dualidad (cf. Cartas 28, 29, 31, de
1857), después concibe a la segunda como absorbiendo y sustituyendo a la
p r i m e r a : (Cartas 54 y 59).
OLEGARIO DOMÍNGUEZ 369
24
370 LA DOCTRINA DE LA IGLESIA COMO CUERPO MÍSTICO SEGÚN EL P. PALAU
205 MR 190.
206 MR 145.
372 LA DOCTRINA DE LA IGLESIA COMO CUERPO MÍSTICO SEGÚN EL P. PALAU
la primera mitad del siglo xix ha escrito Laurentin que es «el pe-
riodo más vacío de la literatura mariana» (3). Por eso mismo, sor-
prende más la solidez fundamental de su doctrina mariológica y la
justeza de sus expresiones y conceptos en torno a Nuestra Señora.
No faltan tampoco originalidades e intuciones sobre la presen-
cia y acción de María en la vida de la Iglesia y de las almas, eco
del momento histórico en que le tocó vivir y actuar.
En todos sus escritos tiene amplia participación la Virgen Ma-
ría, pero de asiento habla de Ella en Lucha del alma con Dios, Mes
de María y Mis relaciones con la Hija de Dios, la Iglesia (4).
Trata de la Virgen abordando todos los aspectos de la temática
mariana, partiendo de la base de las verdades y doctrina mariana
de la Iglesia Católica. Aparte de las verdades definidas, escribe con
más insistencia sobre la gracia y perfecciones de la Virgen María,
sobre su corredención, sobre María y la Iglesia y sobre el culto ma-
riano de imitación. En eso estriba su mayor originalidad.
Lógicamente no se propuso escribir un tratado teológico sobre
Nuestra Señora, por lo que tampoco expuso su pensamiento en for-
ma sistemática y científica. Su intencionalidad era de orden espi-
ritual y didáctico y su método eminentemente popular, un poco al
estilo del P. Claret, su contemporáneo y maestro (5).
De ahí que proceda en sus escritos por simple exposición de temas
y por vía de afirmaciones, sin cuidarse poco ni mucho de aducir sis-
temáticamente las pruebas de cada aserto. Se contenta con saber
que cuanto dice o escribe está conforme con la doctrina católica y
como tal la admite y propone sin discusiones. Por otra parte, muy
conforme con su psicología y sus extrañas vivencias y experiencias,
hay en su testimonio mariano intuiciones y manifestaciones de sig-
no profético.
Por esto mismo, no hay en sus escritos mucho de metodología
positiva: no abundan los textos de la Sagrada Escritura, ni las ape-
3 Santiago Ventura di R a u ü c a (1792-1861), La Madre di Dio Madre degli
uomini (Roma, 1841); Carlos Passaglia (1812-1887), De immaculato Deiparae
semper virginis concepta; Matías José Scheeben (1835-1888) «Flores Marianas»
(1860). Laurentin R., Coart traite sur la Vierge Marie. Lethielleux, Paris, 1968,
p. 86.
4 Lucha del alma con Dios, R. P. Kr. Francisco de Jesús Maria José, car-
melita descalzo misionero y el Doctor D. José Caixal, presbítero. Montauban,
1843; 2 a ed. Barcelona, 1869. Mes de María, R. P. Francisco Palau, Barcelona,
1862, 94 págs. Mis relaciones con la Hija de Dios, la Iglesia, Manuscrito, 2 vol.
1861-1864 (Archivo Carmelitas Misioneras Teresianas, Tarragona). Pa.ra abre-
viar citaremos aquí estas obras por las siglas: Lucha, MM y Reí.
5 San Antonio María Claret (1807-1870). CANAL, I. C. M. F., S. Antonias M.
Claret, «Doctor Marianus» en «Marianum», 10 (1950) 460-465; id. María y la
Iglesia en los escritos de S. Antonio María Claret, en «Estudios Marianos», 18
(1957) 259-270.
376 MARIOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD MARIANA DEL P. FRANCISCO PALAU
La predestinación de María
La maternidad divina
8 Reí. n , 6.
9 Reí. II, 93.
378 MARIOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD MARIANA DEL P. FRANCISCO PALA!)
La Inmaculada Concepción
10 MM. 12.
11 MM. 17.
12 Lucha, 28.
13 Reí. II, 181.
ISMAEL BENGOECHEA IZAGUIRRE 379
La gracia en María
La virginidad de María
25 MM. 28.
20 MM. 33.
26bl» MM. 85.
27 MM. 85.
28 Reí. II, 6.
382 MARIOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD MARIANA DEL P. FRANCISCO PALAU
María y la redención
34 MM. 36.
384 MARIOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD MARIANA DEL P. FRANCISCO PALAU
2) Ordenada a la Redención.
En esta perspectiva mariana nada tiene de extraño que María
ordene toda su vida y acción a la realización en el tiempo de la obra
redentora. Lo testimonia Palau de múltiples maneras. Hay textos
elocuentes a este respecto:
«Se propuso un fin, y este fin no fue otro que el de la
salvación de la raza humana, corrompida y perdida por el pe-
cado.
A esta tan alta y sublime misión ordenó toda su vida,
todas sus acciones y todos sus movimientos y consiguió su pro-
pósito dándonos un Salvador» (40).
35 MM. 22.
36 MM. 56.
37 MM. 30.
38 MM. 61.
39 MM. 38.
40 MM. 36.
ISMAEL BENGOECHEA IZAGUIRRE 385
3) Cooperación a la redención.
41 MM. 43.
42 MM. 95.
43 MM. 95.
44 MM. 95.
45 MM. 38.
25
386 MARIOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD MARIANA DEL P. FRANCISCO PALAU
4) María corredentora.
Con expresiones que parecen tomadas de los conocidos textos
de Benedicto XV sobre la compasión de María, presenta Palau el
resumen de su pensamiento sobre la cooperación de la Virgen a la
obra redentora:
«Al amor de María debe el mundo su salvación. Nos vio
perdidos, buscó un salvador y lo encontró y nos lo ofreció sa-
crificado sobre el ara de la cruz; y en este sacrificio ella quiso
ser con su Hijo nuestra corredentora. Por este amor mereció
el título de Madre común de todos los vivientes» (51).
La redención se hace con reparación total y satisfacción plena
con carácter de sacrificio:
«María pagó a la justicia divina el tributo de amor, de
adoración, de obediencia que le debía, pagó no sólo por ella
sino por todos los hombres. Al pie de la cruz ofreció en sacri-
ficio voluntario a su Hijo y a sí misma» (52).
40 MM. 50.
47 MM. 25.
48 MM. 61.
49 MM. 58.
50 MM. 56.
51 MM. 20.
52 MM. 40.
ISMAEL BENGOECHEA IZAGUIRRE 387
53 MM. 28.
54 MM. 30.
55 MM. 47.
56 MM. 70.
388 MARIOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD MARIANA DEL P. FRANCISCO PALAU
La mediación de María
57 MM. 61.
58 MM. 76.
59 MM. 23.
60 MM. 59.
ISMAEL BENGOECHEA IZAGUIRRE 389
66 MM. 55.
67 Reí. II, 24.
68 Reí. II, 31, 182.
69 Lucha, 17.
ISMAEL BENGOECHEA IZAGUIRRE 391
70 Lucha, 202-205.
392 MARIOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD MARIANA DEL P. FRANCISCO PALAU
71 Lucha, 253-254.
ISMAEL BENGOECHEA IZAGUIRRE 393
72 Lucha, 279-280.
73 Lucha, 280-281.
74 Lucha, 348.
394 MARIOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD MARIANA DEL P. FRANCISCO PALAU
80 MM. 10.
81 MM. 86.
82 Hel. II, 93
83 MM. 14.
84 MM. 9.
85 MM. 51.
86 MM. 12.
396 MARIOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD MARIANA DEL P. FRANCISCO PALAU
El culto de María
87 MM. 85.
88 MM. 85.
89 GREGORIO DE J. C , Brasa, 86.
ISMAEL BENGOECHEA IZAGUIRRE 397
90 Ibid., 110-112.
91 Carta, Ibiza, 8, 3, 1864; Epistolario, 84.
398 MARIOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD MARIANA DEL P. FRANCISCO PALAU
Culto de imitación
El otro testimonio importante del P. Palau en orden al culto
mariano es su libro Mes de María o Flores del Mes de Mayo (1862).
Tomando pie de la tradicional práctica del mes consagrado a
María, el P. Francisco no se contenta con que se rinda fervoroso
homenaje a la Virgen a base del culto de veneración y de invoca-
ción, sino que se eleva en la consideración y profundiza con solidez
de doctrina sobre los motivos de esta devoción dando sentido prác-
tico de verdadera santificación de las almas al secular ejercicio en
honor de Nuestra Señora.
Por eso, este librito posee un evidente trasfondo doctrinal. En
efecto, parece como si el Mes de las flores fuera la plasmación y la
concreción en la persona de María de cuanto el mismo autor expuso
en su Catecismo de las Virtudes (1851) con destino a su Escuela de
la Virtud. En el Mes de Mayo aflora todo el caudal doctrinal, ins-
pirado en la Suma de Santo Tomás de Aquino y que quedó reman-
sado en el Catecismo (95).
Es exacta la apreciación que se ha hecho a este propósito: «En
el Mes de María está patente la preocupación doctrinal. No se trata
94 Cta. Ibiza, 23-IV-1856. Ibidem F. 37-38.
95 «Cuadernos Centenario», n° 6, f. 63.
400 MARIOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD MARIANA DEL P. FRANCISCO PALAU
En los acabijos de este mismo siglo, otra hija del Carmelo, Te-
resa del Niño Jesús, pondrá el acento de su devoción a María en esta
línea de perfecta imitabilidad de sus virtudes:
«Que les prétres nous montrent done des vertus pratiqua-
bles! C'est bien de parler de ses prerogatives, mais il faut sur-
tout qu'on puisse l'imiter» (102).
Por otra parte, el P. Francisco sabe bien lo que intenta y a cada
elemento asigna su propia acción. En este laboreo del espíritu y en
esta obra de perfeccionamiento del hombre bajo la égida mariana a
cada parte da su parte. He aquí su gráfica y exacta descripción:
«El jardín es la Iglesia, el jardín es el alma. Cristo es la
fuente siempre perenne que le fertiliza, es la fuente y el hor-
telano. María nuestra bella y hábil jardinera. A su cuidado,
habilidad y buen gusto fiamos la cultura de este jardín.
101 MM. 6.
102 Dernierx Entretiens, Desclée de Brouwcr, 1971, p. 338.
26
402 MARIOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD MARIANA DEL P. FRANCISCO PALAU
Las ñores son las vitudes; las aguas son la gracia; los
arroyos, acequias y canales, los santos sacramentos; las llu-
vias, los dones del Espíritu Santo correspondientes a las virtu-
des ; las malas yerbas, los vicios; las malas bestias que las des-
vastan, el mundo, los hombres de mala voluntad y los demo-
nios. Los vientos, borrascas, huracanes, hielos, fríos, ardores,
son las malas pasiones» (103).
Consagración a María
123 MM. 6.
124 La primera edición francesa es de 1843 y se hicieron otras tres edicio-
nes d u r a n t e el período que P a l a u permaneció en Francia. Pero no consta que
él tuviera noticia de tal libro. La primera edición castellana es del m i s m o año
en que murió Palau, 1872.
12i) MM. 62.
ISMAEL BENGOECHEA IZAGUIRRE 407
Espiritualidad de filiación
Cuestiones particulares
A) Comunión de la Virgen
El Padre Francisco da por supuesta la comunión de la Virgen
en la Ultima Cena, estimándola tan normal como la de los apóstoles y
134 Cta. 28, Octubre 1860. PADRE ALEJO DE LA V. DEL CAIIMEN, Vida del P.
Francisco Palau Qaer, Barcelona, 1933, p . 25, 245.
135 MM. 76.
136 MM. 62.
ISMAEL BENGOECHEA IZAGUIRRE 409
B) Comer y beber
La penitencia en María
La eutrapelia en la Virgen
CONCLUSIÓN
2. Virtudes y santidad
27
418 PERFECCIÓN Y VIRTUDES SEGÚN EL P. FRANCISCO PALAU
3. Oración y santidad
ROSALíA RUIZ, C. M.
LA VIDA RELIGIOSA SEGÚN EL PADRE
FRANCISCO PALAU
Los religiosos, sobre todo a partir del Concilio Vaticano II, han
sentido como un aldabazo en sus conciencias, como para despertar-
los y adquirir una conciencia más concreta de su vocación, ante una
Iglesia que los necesita y un mundo que los interpela. Han sentido
como una exigencia por identificarse; por vivir más actualizados,
pero siempre dentro de un espíritu evangélico y según el espíritu
que los definió desde el primer momento de su existencia. De ahí
la necesidad de volver a las fuentes, de entablar diálogos con la
historia, de estudiar a fondo el mensaje de aquellas figuras que, vi-
viendo una vida consagrada a Dios, supieron dar un ritmo nuevo a
un sistema de vida dentro de la Iglesia.
Los religiosos necesitan hoy entablar un diálogo sereno con los
fundadores de órdenes o congregaciones religiosas; preguntarles
por su espíritu, para llegar a su mensaje; estudiar sus vidas, para
descubrir la riqueza y valor que escondieron bajo unas formas apa-
rentemente humanas, pero al mismo tiempo divinas; conocerlos en
profundidad, para detectar la virtud y espíritu que quisieron di-
fundir en la sucesión de sus hijos, como empuje perenne de vitali-
dad eclesial.
Son ellos, los fundadores en particular, después del Evangelio,
los que hoy necesitan ser estudiados, para descubrir dónde está la
auténtica renovación que hoy se exige y conseguir la visión concreta
de la vida religiosa. Todo fundador, o por escrito o por sus obras,
dejó a la posteridad cuáles eran los motivos y las metas a conseguir
en su orden o congregación. Incumbe a nosotros vitalizar su caris-
ma y actualizar sus enseñanzas.
428 LA VIDA RELIGIOSA SEGÚN EL P. FRANCISCO PALAU
Vaticano II, aunque la idea no sea nueva. Era una noción tradicio-
nal, que de nuevo rejuvenece en la vida religiosa y que, sin saber
cómo, había pasado a segunda línea. Con la «sequela Christb el
Concilio quiere centrar la vida religiosa en el marco de la espiritua-
lidad cristiana y de la vida de la Iglesia.
El P. Francisco ve al religioso perfecto como la mejor afirma-
ción del absoluto de Dios, pues antes que renuncia la vida consa-
grada es camino hacia la plenitud. Ve al religioso como «un consa-
grado totalmente a Dios» (14); pero con una exigencia: la de re-
vestirse del celo de Cristo (15). Un celo que tiene un móvil y una
manifestación: amar. Cristo es el centro, en donde todo converge
y de donde todo parte. «Si vuestro corazón está fuera de El, está
perdido» (16). El religioso se consagra a Dios, renunciando al mun-
do, para hacer de Dios el fin exclusivo, el único amor de la vida.
Dios es el ideal que quiere expresar toda la vida consagrada. El re-
ligioso es un comprometido, pues «no vivirá más que por Dios y pa-
ra Dios» (17); «nunca ante Dios puedes ser otro de lo que diste pa-
labra de ser» (18). Es pertenencia de Dios, porque la consagración
abarca lo más íntimo del ser. «Vuestro corazón ha sido fabricado
para amar y para amar a El solo» (19). Para el P. Palau lo primero
es la entrega a Dios, la consagración; de aquí nacerá el estar a su
servicio. El don de sí mismo se realiza primero en una relación con
Dios.
A los religiosos presenta el P. Palau a Cristo como la única co-
sa que merece ser amada; es el único en quien pueden encontrarse
todas las cualidades y satisfacer plenamente a todos los amadores
(20). Centra toda la atención de los seguidores de Cristo en el amor.
Por el amor llegar a la unión con Cristo. Lo importante en la mar-
cha de acercamiento a Cristo es la unión con El.
Pero para el P. Palau la consagración no es solamente afirma-
ción del absoluto de Dios, unión con Cristo sin reservas; él distin-
gue perfectamente entre consagración bautismal y la nueva consa-
14 Lucha del alma con Dios. Segunda e d i c , Barcelona, irnp. del Heredero
de D. Pablo Riera, 1869, p. 31. HT. 631.
15 ídem.
16 Carta del 19 de octubre de 1862. HT. n. 247.
17 Documentos, 206, p. 547. Bajo esta denominación quedan reunidos todos
los escritos del P. P a l a u que no tienen título especial. HT. n. 632.
18 ídem, p. 542. HT. n. 633.
19 Carta del 19 de octubre de 1862. HT. u. 247.
20 Desde la ermita de san Honorato, con fecha de la carta de la nota ante-
rior, escribe a sus H i j a s : «Vuestra unión con el Hijo de Dios depende de estos
dos artículos de nuestra santa fe católica: primero el Hijo de Dios es par»
vosotras la cosa a m a d a ; segundo, es El para vosotras el único a m a n t e que te-
néis y es posible tener, que reúna todas las cualidades de tal». HT. n. 248.
434 LA VIDA RELIGIOSA SEGÚN EL P. FRANCISCO PALAU
A. — Los votos.
No pasó por alto el P. Palau abordar el problema de los votos
en la vida religiosa. Tratándose de elementos imprescindibles en
28 «Reconocemos que el acto más sublime, arduo y más importante de be-
neficencia es la oración por las necesidades de la Iglesia, si bien esta oración
en ninguna parte se hará ni puede hacer con más fruto y fervor que en los
ejercicios de vida contemplativa, si bien creemos que una Orden de vida pura-
mente contemplativa ordenada a la oración por las necesidades del mundo es
la institución más benéfica de cuantas pueden establecerse, confesamos y cree-
mos que sin perjuicio de este su alto y sublime destino puede a más extender
sus brazos a las escuelas y a los enfermos u hospitales». Documentos, 205, p.
503, HT. n. 869.
29 En Lucha del alma con Dios, escribe: «Está en peligros y angustias de
muerte», p . 42. HT. n. 547.
30 ídem, p. 40. HT. n. 545.
31 ídem, p. 136. HT. n. 556.
32 ídem, p. 42. HT. n. 547.
EVARISTO RENEDO 437
56 PC, 14.
57 Carta del 17 de m a y o de 1851. HT. n. 672.
58 ídem.
59 Carta del 15 de diciembre de 1863. HT. n. 690.
60 ídem.
EVARISTO RENEDO 445
77 Ib.
78 «Mirad en ella la voluntad de Dios y sujetaos». Carta del 15 de diciem-
bre de 1863. HT. n. 692.
79 Carta del 5 de marzo de 1853. HT. n. 848.
80 Documentos, 205, p. 515. HT. n. 877.
81 Reglas g Constituciones, 1, 1872. HT. n. 698.
82 Carta del 5 de marzo de 1853. HT. 677.
29
450 LA VIDA RELIGIOSA SEGÚN EL P. FRANCISCO PALAU
C. — Convivencia fraterna.
Tiene el P. Palau una carta del año 1851, que pudiera conside-
rarse como la carta magna de su pensamiento sobre la vida de con-
vivencia y donde se encuentra la clave para precisar su concepto so-
bre la vida religiosa. El clima comunitario, señala en ella, que debe
reinar en toda casa religiosa, está compuesto para él de paz, de ar-
monía y de amor. Pero exige además unas virtudes básicas en los
que gobiernan y en los que cumplen la voluntad de Dios a través
de instrumentos humanos. El amor que deben profesarse las unas
a las otras será el vínculo de unidad y armonía. La vida religiosa,
dividida en pequeñas comunidades, es ante todo vida de unión, de
convivencia, de uniones de fraternidad, como él las llama. Todos los
consejos que da a cuantos entran a formar parte de una comuni-
dad, van encaminados a que los religiosos vivan en paz y formen la
casa de Dios, para que en ella tenga sus delicias (83).
* * *
EVARISTO RENEDO, C. D.
entre las llamadas «primera ysegu nda época» habrá una diferencia
de acentuación teológica y existencial, la misma que hallamos en-
tre lo conocido por teoría y lo vivido por experiencia. El estímulo
será tan fuerte y profundo que, a partir de 1860, ya no será «un
predicador» sino «el predicador de la Iglesia», el sacerdote entre-
gado a presentar su belleza ante el mundo. Todo él queda transfor-
mado, camina por senderos renovados, su labor de dirección espi-
ritual entra por los mismos raíles de su vivencia religioso-eclesial,
tomando un matiz marcado de entrega y servicio a la Iglesia.
En el manuscrito autógrafo Mis relaciones con la Hija de Dios,
la Iglesia, el P. Palau ha dejado delineada la marcha de su pensa-
miento, la trayectoria de su vocación hasta llegar al año 1860 y la
novedad de vida al entrar en relaciones amorosas con la Iglesia:
«Ahora voy a entrar en otro período de vida y modo muy distinto
de proceder delante de Dios y en mis relaciones con la Iglesia [...]».
«Entro en un modo nuevod e proceder [...] (1).
1 Pp. 107 y 108. Se citan según la numeración del original. Cf. también pp.105,
131, 171-172; t. 111, p. 44 etc.
2 Cf. Circular impresa del obispo de Barcelona, agosto de 1850, en legajo:
Decretos y correspondencia de Costa y Borras, archivo diocesano de Barcelona.
H. JOSEFA PASTOR, CMT 461
sos y les instruya en la ley del Señor [...] Enseñad, nos manda
nuestro adorable Maestro Jesucristo y ¿cuándo?, ¿en qué tiempo y
ocasiones? La Iglesia nos da una regla, que nos designa el tiempo
destinado a la enseñanza religiosa, que se debe en una iglesia pa-
rroquial» (7).
«En la primera regla tenemos una enseñanza y en la segunda,
una enseñanza perenne y continua. Se han de administrar, pues,
las doctrinas en curso continuo y que fluya siempre; y añade el
Apóstol: "Predica la palabra de Dios; predícala con instancia, con
oportunidad y sin ella; arguye, persuade, reprende con mucha pa-
ciencia y con mucha doctrina"» [2 Tim. 4, 2] (8).
— Las materias que constituyen el programa de esta enseñan-
za se reducen al Evangelio, en el que el hombre tendrá siempre su
alimento: «Siendo las doctrinas, que fluyen del Evangelio, la vida
spiritual (del hombre), su alimento y sus fuerzas, se le han de ad-
ministrar a su debido tiempo, paulatinamente y con mesura, gui-
sadas (sic) según su capacidad y disposición: en la escuela de Cris-
to, el noviciado dura toda la vida» (9).
— Esta predicación tiene su fundamento y sentido única y ex-
clusivamente en la Palabra por excelencia, que siempre será nueva
y portadora de un mensaje renovador: «La palabra, el verbo o la
verdad es en sí una y simple como Dios, e infinitamente predica-
ble» (10).
— El P. Palau se propuso la formación religiosa y doctrinal
del hombre adulto para solidificar su fe y capacitar al pueblo frente
a las nuevas corrientes filosóficas, que desvirtuaban la sana moral
y atacaban la ortodoxia cristiana. Este propósito sería alcanzado por
medio de «la predicación del Evangelio», si bien ésta debía revestir
formas nuevas, adecuadas, adaptadas, exigidas por las necesidades:
«Cuando en un país católico se levantan herejías y se corrompen
las costumbres y, para atajar este mal, no bastan los esfuerzos co-
munes y ordinarios de la religión, para este caso, son necesarias las
misiones. Entonces la predicación del Evangelio, deja su forma
usual, común y ordinaria, y concentra todas sus fuerzas bajo aquella
que piden, requieren y exigen necesidades espirituales, gravísimas,
urgentes y apremiantes, producidas por causas de la actualidad y
por las circunstancias de la época» (11).
7 Ibid., pp. 29-30.
8 Ibid., p. 30
9 Ibid., p. 31.
10 Ibid., p. 32.
11 Ibid., p. 17.
H. JOSEFA PASTOR, CMT 463
12 Ibid., p. 67.
13 Diario de Barcelona, l(i de mayo de 1852.
14 La Escuela de la Virtud vindicada, p. 61.
15 Cf. El Ancora, 17 de julio de 1852; 24 de marzo de 1853; 5 de mayo de 1853;
21 de octubre de 1853; 13 de noviembre de 1853 etc.
16 Cf. El Ancora, 12 y 14 de agosto de 1852.
464 LA PREDICACIÓN DEL P. PALAU: UN SERVICIO A LA IGLESIA
30
466 LA PREDICACIÓN DEL P. PALAU! UN SERVICIO A LA IGLESIA
47 Vida del Rodo. I>. Francisco Palau Quer, Barcelona 1933, pp. 235-242.
48 lirasa entre cenizas, Bilbao 19'jfi, p. 136.
4!) La prensa madrileña anunció y se hizo eco de estas predicaciones. Cf.
l.a Esperanza, 26 de febrero de 1861 y La Regeneración, 18 de marzo de 1861.
Cf. Cartas escritas por Francisco P a l a u desde Madrid, 24 de febrero, 4 y 16 de
marzo de 1861. Este último especifica: «Celebramos un Triduo solemne a los
Dolores de la Iglesia, que son los de Marín •ia».
474 LA PREDICACIÓN DEL P. PALAU: UN SERVICIO A LA IGLESIA
drá desde 1856, el P. Palau emprende «su nuevo estilo de vida» (63).
Sus primeros pasos llevan el sello de la convicción, la impron-
ta de una certeza absoluta. No duda, la llamada divina es clarivi-
dente. Su camino es la predicación: «Dios me llama a la predica-
ción» (64). «Siento que Dios me llama a la predicación y me he de
abandonar al espíritu que me guía, y allá donde vea puerta abierta,
por allí he de entrar» (65). Ha descubierto «su Misión» (66).
Proyección apostólica
31
482 LA PREDICACIÓN DEL P. PALAU: UN SERVICIO A LA IGLESIA
113 Cf. Boletín Oficial Eclesiástico del Obispado de Barcelona, 1!) de no-
viembre de 1864, pp. 76017B1; también Carta de F. Palau, Sans, 6 de noviem-
bre de 1864, en Revista Católica, segunda serie, t. 24, p. 373.
114 «Yo no iré a ésa [Ibiza] hasta primeros de marzo porque no he podido
menos que eeder al Sr. Obispo, que me pidió estuviera en Misión hasta la
Cuaresma», carta a J. Gratias, Cervelló, 26 de enero de 186").
115 En carta a Ildefonso Gatell, sin fecha, publicada en Revista Católica,
segunda serie, 1865, t. 25, pp. 555-557, el P. Palau, haciendo una extensa cró-
nica de la misión, destaca la colaboración de Josefa Trocha, maestra de Prat
de Llobregat. Cf. también oficios del párroco de Vallirana, J a i m e Rocabert, al
obispo de Barcelona, 23 de enero y 8 de febrero de 1865, dando cuenta de los
frutos de la misión e informándole sobre la la.bor a realizar en las escuelas
dominicales, en colaboración con la maestra, Teresa Balcells, en sección «Pa-
rroquias» del archivo diocesano de Barcelona; Acta de la visita de D. P a n t a -
león Montserrat a Cervelló, 3 de febrero de 1865, en Libro de Visitas, fs. 44r/
46v, en archivo parroquial de Cervelló.
El punto más importante para el P. P a l a u fue el P r a t de Llobregat «por
ser el más perdido». Se preocupó del establecimiento de las conferencias do-
minicales para la juventud, pues no existía ninguna cofradía ni sociedad re-
ligiosa. No podemos precisar el alcance directo de su intervención, pero afirma
en carta al obispo, desde P r a t de Llobregat, 14 de febrero de 1865: «La maes-
tra está bajo la dirección del Sr. Deán [de Barcelona, D. José P a r r a ] y mía».
116 Cf. Mis reí., pp. 69-77.
H. JOSEFA PASTOR, CMT 491
32
LA
498 PREDICACIÓN DEL P. PALAU: UN SERVICIO A LA IGLESIA
CONCLUSIÓN
8 Asi opina ('.. MAHTI, considerado un experto del tema obrero en Barce-
lona : «L'institution eut un earactére strictamcnt religeusc et catéchctiquc, el les
accusatioiis dont elle fut Pobjet étaient une tactique emplovcc p a r les forces
;iu pouvoir pour asshniler les protestations ouvriéres á l'insurrection carliste,
dcpréciant ainsi le inouvement ouvrier devant Popinion libérale et justifiant le
répression manu militari des inanifestations ouvriéres», a c , p. 184. — Para una
mejor comprensión del pensamiento de este a.utor acerca del movimiento obre-
ro, cf. ¡.es antéeedenls de l'orientation du Mouvement ouvrier enlutan ver* Vanar-
chisme, en Colloques internationiiu.v du Centre National de la Reclierche Scien-
lifique, París 1965, p p . 297-311. — Su opinión sobre la Escuela de la Virtud en
relación con el levantamiento de marzo de 18.">4, en El movimiento obrero en
Barcelona durante el período progresista (1854-1850), inédito en catalán.
Obi-as de carácter más general que estudian la evolución del movimiento
obrero en España, cf. .T. N. (IAHCIA-NIETO, El sindicalismo cristiano en Es/iañu.
Notas sobre su origen y evolución hasta 1036, Deusto, Bilbao 1960. - - S . H.
SCHOLL, Historia del movimiento obrero cristiano. Barcelona, 1964. Traducida al
francés, Paris, 1966.
0 [Ramón GUILLAMET], Noticias biográficas del Rdo. P. Francisco Palau n
Quer, Religioso exclaustrado de la Orden descalza de Nuestra Señora del Car-
men u Misionero Apostólico, Tarragona 100!).
ALEJO DE LA VIRGEN DEL CARMEN, Vida del R. P. Francisco Palau Quer, OCA),
1811-1872, Barcelona 1933.
P. CRISOGONO. Vida del Padre Francisco Palau, Madrid 1944.
GHEOOHIO DE J E S ú S C.HUGIFICAHO, lirasa entre cenizas, Bilbao 1956.
JOSEFA PASTOR MIRALLES 507
y desconcertada contra lo más santo que existe en las personas y en las doc-
trinas». Extracto del artículo publicado en el Boletín Oficial Eclesiástico del
Obispado de Barcelona, 7 de mayo de 1864, n° 334, p. 301, con motivo de la
muerte del Excmo. e limo. Sr. D. José Domingo Costa y Borras.
3 «Reseña histórica» en Revista Católica, Historia contemporánea de los
padecimientos y triunfos de la Iglesia de Jesucristo, t. XXXIV, segunda serie t.
I, 1859, p. 80. — En adelante citaremos sólo Revista Católica sin el subtitulo.
4 Cf. Revista Católica t. III segunda serie t. XIX, 1863, p. 190. El cronista
afirma: «Ya que la finalidad de estas sociedades es la ruina universal de todo
lo existente, empezando por la Religión p a r a t e r m i n a r con la moral y la fa-
milia».
5 Entre otras cosas decía el P r e l a d o : «Si queremos evitar en nuestra Pa-
tria esa frenética lucha de los pueblos contra los gobiernos, del pobre contra el
rico, de la impiedad contra el sacerdocio y, en una p a l a b r a , del h o m b r e contra
Dios, preciso es destruir los errores que tal desorden producen. Nada más aná-
logo a nuestro objeto que v a l e m o s de los mismos medios que utilizan los maes-
tros de iniquidad, a saber, la predicación y los libros». Extracto de la Circular,
agosto de 1850, ejemplar en Archivo Diocesano de Barcelona (ADB), legajo:
Decretos y Correspondencia 1850-1858.
Esta Circular respondería seguramente al l l a m a m i e n t o del Papa Pío IX a
los Obispos en su Encíclica «Notis et Nobiscum» del 8 de diciembre de 1849:
«Para a t a j a r el contagio de los malos libros será sumamente útil, venerables her-
manos, que cada uno de los varones insignes y de sana doctrina que haya junto
a vosotros, publiquen otros libros, aun de pequeño volumen, aprobados antes
por vosotros, p a r a edificación de la fe y saludable instrucción del pueblo».
JOSEFA PASTOR MIRALLES 509
17 La Vida solitaria, p. 9.
18 Cf. Carta a.utógrafa en catalán de Francisco P a l a u a sus dirigidas, Mont-
sant, 8 de j u l i o de 1851.
19 Cf. Carta de Francisco P a l a u al Obispo de Barcelona D. José Domingo
Costa y Borras, 18 de enero de 1853.
20 Cf. La Escuela de la Virtud Vindicada, pp. 15, 16, 17, 22, 25, 27.
21 El 17 de mayo de 1851 (cf. nota 16) escribía a algunas de sus dirigidas:
«Encomanaume carisimes filies, sí encomanaume mol á Deu perqué dirigesca mes
pasos y beneyesca mes proyectes». Estas p a l a b r a s parecen revelar que su in-
quietud nació expontánea al contacto con el pueblo de Barcelona. Da a entender
JOSEFA PASTOR MIRALLES 513
que se halla ocupado, pues no puede hacer un viaje q u e les había prometido.
Vive en la ciudad o r d i n a r i a m e n t e : «Si h a y bayxat de las n tañas santas del
Carmelo, no es para reposar en les oles encrespades y alborotaues del Mon, ayxo
no. Estic en la Ciutat no para a p r o b a r lo Mon en ses iniquitats y vanitats, sino
para atacarlo y combatrelo». Y en carta fechada en el Montsant, 8 de julio de
1851, les manifiesta que su decisión está tomada, pero conservará firme su prác-
tica de retirarse de tiempo en tiempo a la soledad: «Hara trobat moltas cobas
podré r e t i r a r m e q u a n estiga fatigat del mon. Te escric desde la hermita de
St. Bartolomeu».
22 Cf. GREGORIO DE J E S ú S CRUCIFICADO, O. C, pp. 21-22; 24-25.
23 El exilio del P . P a l a u en Francia no forma parte de este estudio y por
ello no nos detenemos en este punto. P o r los escritos se puede comprobar q u e
se vio, casi como obligado a u n estudio detenido de las leyes de la República
de 1848. Muy recientes investigaciones ponen m á s de manifiesto estas afirma-
ciones, a.1 clarificar la situación del P . P a l a u d u r a n t e los años 1840-1842, q u e
hasta el momento aparecían un t a n t o oscuros.
24 No se posee ningún documento q u e pueda especificar el alcance de este
oficio. Pero la certeza de q u e lo ejerció consta p o r la prensa del tiempo, cf.
El Ancora y Diario de Barcelona, 23 de noviembre de 1851. El P . P a l a u nos
habla de su residencia en el Colegio Episcopal en enero de 1852, cf. Circular
de Francisco P a l a u a varios señores de Barcelona, copia en Archivo CMT,
Tarragona.
514 LA OBRA SOCIO-RELIGIOSA DEL P. PALAU EN BARCELONA, 1851-1854
42 lbid., p. 32.
43 lbid., p. 33.
44 Cf. Carta de Francisco Palau al obispo de Barcelona, 18 de enero de
1853. Hace el Padre una exposición de las necesidades apremiantes del mo-
mento, que urgían la creación de escuelas catequéticas en las que se «acomode
la doctrina y enseñanza a la capacidad del pueblo», de lo contrario «llevados
de un buen celo caerán en mil supersticiones en sus prácticas piadosas. La
mala inteligencia sobre la verdadera v i r t u d o ignorancia sobre ella engordará
un fanatismo tan perjudicial a la Religión como la misma impiedad. Este fa-
natismo, ¿cuánto no dará que sufrir a los Prelados?, y ¿no es un arma de que
si sirven los incrédulos para q u i t a r el prestigio a la Religión?».
45 La Escuela de la Virtud Vindicada, p. 28.
JOSEFA PASTOR MIRALLES 519
os Cf. notas 46, 47 y 48. Estas cartas están escritas a modo de circular.
59 Sus nombres aparecen en carta autógrafa de Francisco P a l a u a la J u n t a
directiva de la Escuela, sin fecha [Cuaresma de 1855]. Se conservan varias
cartas de la correspondencia mantenida con algunos de los miembros de la
Junta.
60 «Escuela de la Virtud», artículo firmado por Francisco Palau, en El
Ancora, 17 de diciembre de 1853.
522 LA OBRA SOCIO-RELIGIOSA DEL P. PALAU EN BARCELONA, 1851-1854
Virtudes en común
Lección 1, Verdadera felicidad.
» 2, Virtud y sus especies.
» 3, La gracia y los dones y frutos del Espíritu Santo
» 4, Conexión, orden y armonía.
» 5, Semilla de la virtud, su nacimiento y su aumento en el cam-
po de nuestra alma.
» 6, Perfección del hombre.
» 7, Grados de incremento en la caridad: Amor de Dios.
» 8, Amor a los prójimos.
» 9, El vicio. El pecado.
» 10, La virtud consiste en un justo medio.
» 11, Preceptos dados al hombre sobre la práctica de las virtudes.
Virtudes en particular
Lección 12, Virtudes intelectuales.
» 13, Virtudes morales: Prudencia.
» 14, Partes integrales o esenciales de la Prudencia:
— Prudencia individual.
— Prudencia social: militar, económica, regnativa, política.
» 15, Vicios opuestos a la prudencia.
» 16, La Justicia: partes subjetivas. Justicia distributiva y con-
mutativa.
» 17, Virtudes adjuntas a la justicia: La religión y el culto.
» 18, Actos interiores y exteriores de la religión: devoción y ora-
ción.
» 19, Las partes de la oración.
» 20, Actos exteriores de la religión: Adoración, sacrificio, obla-
ción, voto y juramento.
» 21, Vicios opuestos a la religión como virtud moral: La supers-
tición y sus especies. La irreligiosidad.
» 22, La Piedad: La observancia.
» 23, La Obediencia.
» 24. La gratitud, la venganza y la verdad.
» 25, La afabilidad, la liberalidad y la equidad o epiqueya.
» 26, La fortaleza.
» 27, Partes de la fortaleza.
» 28, La magnanimidad y magnificencia.
» 29, Paciencia y perseverancia.
» 31, La abstinencia y la sobriedad.
» 32, La castidad y la virginidad.
» 33, Partes potenciales de la templanza.
» 34, La humildad, la estudiosidad y la eutropelia.
i) 35, Preceptos dados al hombre sobre la práctica de las virtudes
morales.
Virtudes sobrenaturales
ga proposición: Puesto que del primer principio han salido todas las
cosas, el primer prncipio debe ser Omnipotente. - Refutación del Teísmo.
10a Proposición: La Providencia es otra de las propiedades inheren-
tes a la idea del primer principio. - Refutación del Deísmo.
11a Proposición: La Justicia es otra de las propiedades inherentes
del primer principio. - Refutación del Protestantismo en sus relaciones
a esta teoría.
34
530 LA OBRA SOCIO-RELIGIOSA DEL P. PALAU EN BARCELONA, 1851-1854
35a Proposición: Las teorías católicas prescriben del modo más ex-
plícito la conservación y perfección, aun material, del individuo. - Refu-
tación del suicidio y del duelo.
JOSEFA PASTOR MIRALLES 531
a) Respuesta y colaboración.
intentos. Sin embargo, las ideas sociales que se profesaban allí, es-
tán escritas en la lección 50 de su Catecismo» (115).
115 Cf. ibid., pp. 134-135, transcribe la lección 50 del Catecismo de las Vir-
tudes, poniéndola en paralelo con las doctrinas de Lamennais en su libro, Palu-
brus de un creyente, en el que la libertad es considerada «una forma de esclavi-
tud, a r r e b a t a d o r a del gran don de la Libertad».
11(¡ En la «Crónica religiosa» del tiempo, hablando de la gran libertad del
espíritu de asociación en todas las empresas, «que lia venido a formar el carác-
ter de nuestro siglo», se afirma: «No sucede lo mismo con las asociaciones que
tienen objeto religioso. Para éstas se quiere hacer revivir las antiguas leyes de
España en lo que tienen de restrictivo. Y decimos «revivir» porque aquellas leyes
habían caído en desuso. Cuando para formar casinos, sociedades de socorros mu-
tuos y otras mil de esta especie, bastaba obtener la autorización del alcalde o
cuanto más del gobernador de la provincia, es de creer que, para instalar una
cofradía o h e r m a n d a d bastara la autorización del cura párroco o cuanto más
del Prelado diocesano [...}.
A las asociaciones religiosas no quiere permitírseles el desarrollo que a las
seglares. Para las p r i m e r a s se invoca la observancia de las antiguas leyes, a las
segundas se las deja c a m i n a r y desrrollarse conforme al espíritu del siglo», en
Revista Católica, t. XXV, 1851, pp. 93-95.
117 Cf. La Actualidad, '25 de marzo de 1852. La acción denigratoria contra los
j e s u í t a s en España tenía sus principales aliados en este periódico y El Clamor
Público. El obispo de Barcelona defendió en varias ocasiones a los j e s u í t a s de
los ataques de esta parte de la prensa. Escribió su Pastoral del 28 de abril de 1852
censurando la obra «Retrato al daguerreotipo de los Jesuítas», redactada por el
gran colaborador de La Actualidad, I). Joaquín M.a Nin. «Verdadero acopio de
blasfemias, que ya h a b í a n sido vomitadas en los números sueltos de La Actua-
lidad» en opinión de Costa y Borras.
JOSEFA PASTOR MIRALLES 539
144 Cf. Oficio del Gobernador Civil de Barcelona, incluyendo otro del Capi-
tán General de Cataluña, al Obispo de la diócesis, 31 de marzo de 1854, en
Sección judicial, legajo correspondiente a 1854, ADH.
145 Se conserva autógrafa la correspondencia entrecruzada entre el Obispo
de Barcelona y los predicadores J u l i á n Maresma, párroco de San Jaime, Ramón
Boldú, Pedro Mías, José M.a Rodríguez, Manuel Ribé y J u a n Renom, a raíz de
estas infundadas acusaciones. En sus cartas de respuesta al Obispo incluyen el
teína de sus sermones, incluso párrafos de los mismos, de lo que se deduce la
falta de f u n d a m e n t o de tales sospechas. Cf. legajo 4039, núm. 21.604 de la Sec-
ción de Asuntos eclesiásticos en el A. Minist. G. y J.
146 El 2 de abril de 1854 fue l l a m a d o a presencia del Gobernador, j u n t o
con los demás componentes del grupo de filósofo de la Escuela de la Virtud,
siendo acusados como responsables del estado de rebelión obrera. Cf. Exposi-
ción firmada p o r Alejandro P i , Eduardo Vilarrasa, José Gras y Luis Sagües,
dirigida al Obispo de Barcelona, 2 de abril de 1854 y Exposición de Francisco
P a l a u al Gobernador Civil, 3 de abril de 1854, en Sección judicial, legajo co-
rrespondiente a 1854, ADB.
JOSEFA PASTOR MIRALLES 545
35
546 LA OBRA SOCIO-RELIGIOSA DEL P. PALAU EN BARCELONA, 1851-1854
165 Efectivamente había sido nombrado por Real decreto del 21 de diciem-
de 1853, d u r a n d o su m a n d a t o desde enero de 1854 basta el 8 de j u l i o del mismo
año, en que fue destituido por incapacidad para el cargo. Cf. Expediente de
Aherán, en legajo 2891-2916, núm. 2913, Archivo Municipal del Ayuntamiento de
Barcelona.
166 Todo el documento es de letra autógrafa de Aherán y lleva fecha, 6 de
abril de 1854.
167 Oficio del alcalde Corregidor al Capitán General de Cataluña, 6 de abril
de 1854, incluido en el que éste remitió al Ministerio de la Guerra, 8 de abril
de 1854. F o r m a parte del legajo citado en nota 162, pero no del Expediente
mencionado, pues habiendo estado perdido sete documento d u r a n t e mucho tiem-
JOSEFA PASTOR MIRALLES 553
4. En defensa de la verdad
172 Exhortación Pastoral <¡ue el Excm. e iltno. Sr. D. José Domingo Costa
¡I Horras, Obispo de Barcelona, dirige a sus diocesanos. Iinp. de Pablo Rier'a,
1854, p. 5. Ejemplar en ADT., legajo, Obras de J. ü. Costa y Borras.
173 R. EZENARRO. José Domingo Costa y Borras. Obras completas, t. 1, Barce-
lona, 1865, p. 5. Cf. también J. CARRERAS PUJAL, Historia política de Cataluña en
el siglo xix, t. IV, p. 235.
174 De este documento se conservan dos ejemplares autógrafos y de mano
distinta. Ambos están escritos en papel oficial del Ministerio de Gracia y J u s t i -
cia. Parece desprenderse que se trata del b o r r a d o r y de la redacción definitiva,
pues el primero aparece sin firma. Adjunto se halla el oficio de respuesta de
Costa y Borras, todo él autógrafo del prelado barcelonés, 14 de abril de 1854.
556 LA OBRA SOCIO-RELIGIOSA DEL P. PALAU EN BARCELONA, 1851-1854
179 Este expediente también forma parte del legajo 4039, n ú m . 21.604, de
la Sección. Asuntos eclesiásticos, A. Minist. G. y .1.
180 El P . P a l a u alude a esta revolución: «Me es sensible y estoy m u y ape-
nado de ver el estado a q u e h a n llegado las cosas en España en materia de
Religión», Carta a Agustín Maná, Ibiza, 10 de j u l i o de 1854.
181 Cf. ALEJO DE LA VIRC.EN DEL CARMEN, o. c , p p . 196-204; 216-227; y GRE-
GORIO DE J E S ú S CRUCIFICA.O, o. c , p p . 105-132; t a n sólo haremos mención de
aquellos hechos necesarios para establecer la ilación conveniente en la presen-
tación de los documentos que acreditan la verdad de lo ocurrido con la Escuela
de la Virtud y su director.
558 LA OBRA SOCIO-RELIGIOSA DEL P. PALAU EN BARCELONA, 1851-1854
ticia, T). José Arias y Uria, publicada en Boletín Oficial Eclesiástico del Obis-
pado de Barcelona, n° 335, 14 de mayo de 1804, p. 318.
192 La Escuela de la Virtud Vindicada, p. 126. — Sigue una amplia defensa
de su cansa, que t e r m i n a con una protesta de respeto y obediencia «absoluta»
a Dios y a la Iglesia; y a Isabel II y su Gobierno «la que les compete dentro
del círculo de sus respectivas atribuciones», cf. o. c , p. 151.
193 Esta solicitud se conserva original en el Archivo de P P . Carmelitas des-
calzos de Zaragoza. La fecha de la instancia es 20 de mayo de 1857, pero el
P. P a l a u , al referirse a ella, dice haberla elevado en j u n i o : «Con la muerte de
mis padres, asuntos importantes de familia me l l a m a b a n a Cataluña y, aunque
me creía libre, un exceso de amor, de obediencia y respeto para la Reina doña
Isabel II, sus Gobiernos e Instituciones, me inspiraron una solicitud, que en
junio de 1857 elevé al conocimiento de S. M., pidiéndole se dignara levantarme
el destierro», La Escuela de la Virtud Vindicada, p. 146. Estos datos confirman
que se t r a t a de u n p r i m e r b o r r a d o r del autógrafo t r a m i t a d o .
194 Real Orden comunicada al Gobernador Eclesiástico de Barcelona, en le-
gajo, Reales Ordenes 1852-1860, ADB.
195 Esta Real Orden le fue comunicada al P. P a l a u de viva voz en diciem-
bre de 1857, al hacer éste un viaje a Barcelona por razón de intereses fami-
liares. Por ello fija él esta fecha como propia del documento, cf. La Escuela de
la Virtud Vindicada, p. 146.
JOSEFA PASTOR MIRALLES 561
36
562 LA OBRA SOCIO-RELIGIOSA DEL P. PALAU EN BARCELONA, 1851-1854
APÉNDICE
(*) De este documento se conservan además del original cuatro copias au-
tógrafas. Dos de ellas forman parte del expediente sobre la Escuela de la Vir-
tud, en los dos ejemplares conservados en ADB.. y A. Minist. de G. y J. res-
pectivamente, y son autógrafos de Agustín Obiols, Escribano del Tribunal Ecle-
siástico. Las otras dos copias están escritas en papel oficial del Obispado de
Barcelona, ocupando cada una i fs. 30,5x21 cms.
La exposición lleva adjunta una lista de miembros de la Escuela de la Vir-
tud, a la que se alude en el texto, y que no transcribimos.
JOSEFA PASTOR MIRALLES 567
Exmo. Señor.
El Exmo. e limo. Señor Obispo, mi dignísimo Prelado, me ha
comunicado una orden de ese Gobierno según la cual la Escuela
de la Virtud, que está bajo mi dirección en la iglesia parroquial de
San Agustín, queda suprimida. En fecha de ayer, V. E., habiendo
llamado a su presencia los SS. D. José Gras, D. Alejandro Pi, D.
Luis Sagüés, interrogados si pertenecían a esta nuestra Escuela, en
contestación a su respuesta afirmativa, V. E., les dijo: que en cali-
dad de alumnos eran la causa de todo este trastorno, que por parte
de los trabajadores tenía en expectación a esta Capital, por haber
con sus discursos exhortado a la clase obrera a no trabajar, hacién-
doles en consecuencia responsables de todos los desórdenes que en
adelante acontecieren, motivados por la misma Escuela; en la mis-
ma fecha se presentaron a V. E., llamados con el mismo objeto los
SS. D. Pablo Ferrer, D. Juan Casellas y D. Eduardo María Vilarrasa,
cargando sobre ellos la misma responsabilidad que a los primeros,
imputándoles el mismo crimen. Estos son hechos incontestables y,
en vista de ellos, convencido del buen celo que anima a V. E. y de
la rectitud de justicia de que tantas pruebas ha dado a esta Capital,
persuadidos por otra parte, que estos procedimientos nacen de algún
mal informe sobre la Escuela que está a mi cargo, como a director
responsable de ella, acudo a la lealtad de V. E. para exponer lo que
sigue:
La Escuela es acusada de un crimen el más atroz, crimen que,
según las leyes civiles de todos los países, merece ser expiado con
la última pena. La acusación es grave y, cayendo sobre la parte re-
ligiosa, gravísima, puesto que imputa a la Religión un desorden so-
bre el que todos los pueblos tienen en la actualidad fijos los ojos. El
ser acusado no es ser criminal, V. E., interesado como yo mismo por
c
Exposición del Pbro. D. Francisco Palau al Alcalde Corregidor
de Barcelona, D. Antonio Aherán, 5 de abril de 1854 (*).
37
ENTRE DOS MANOS ENLAZADAS
«LA OBRA DE DIOS»
1 Carta desde Ibiza, 7-IV-1861. Citamos las cartas señalando lugar y fecha.
580 ENTRE DOS MANOS ENLAZADAS «LA OBRA DE DIOS»
I. PREPARANDO UN FUTURO
Sin poder precisar con exactitud la fecha, puede muy bien situar-
se entre 1845 y principios de 1846 coincidiendo con uno de los viajes
del «Ermitaño» a Cahors, aquel primer encuentro entre el Padre
Francisco y la entonces Srta. Juana María Gratias Fabre, la que,
educada en el seno de una Familia cristiana y en cuyo hogar había
recibido las sólidas bases de su formación religiosa, quiso afianzar
esa misma formación y pudo hacerlo bajo el influjo de una pía aso-
ciación dirigida por un celoso sacerdote que incluso ponía al alcance
de sus jóvenes asociadas la estancia en una casa de Religiosas de
París, llamada de Santa Clotilde, en cuyo centro hay motivos para
creer que también estuvo la Srta. Gratias Fabre antes de ponerse
bajo la dirección del Padre Francisco.
Aquel «ser extraño» a quien, en boca de la refinada escritora
francesa Eugenia de Guerin, «la piel del cordero de San Juan Bau-
tista le sentaría mejor que su vestido», con toda la adustez de su
ruda apariencia, tenía mucho de humano y no poco de atractivo;
ella misma llegó a abrirle confidencialmente las intimidades de su
espíritu.
Es que su alma, tan fuertemente unida al que es la suma deli-
cadeza, escondía algo, por no decir mucho, de la bondad de Dios.
Lo cierto es que aquella joven de 21 años quizá no cumplidos, —ha-
bía nacido en Grammat el 28 de octubre de 1824—, se sintió irresis-
tiblemente cautivada por la firme y sobria espiritualidad que rezu-
maba contagiosa del Padre Palau.
¿Qué pasó entre estas dos almas? No queda rastro alguno que
pueda abrir un resquicio por donde se deje traslucir el cauce de
aquellas primeras relaciones espirituales, lo que sí es cierto que dos
años más tarde, en 1847, sus vidas se encuentran ya sobre un mismo
camino que juntos han de recorrer en penosa ascensión hacia la
santidad.
Bajo el punto de vista de la humana prudencia, estos comienzos
no fueron precisamente ni de lo más esperanzadores ni de lo más
halagüeños, pero, sí prueba fehaciente de la «determinada determi-
nación», que diría Teresa de Jesús, de aquella muchacha francesa,
en el preciso momento en que el Padre Francisco, durante el verano
de 1847, en la sospecha y en el entredicho con que a su vuelta del
viaje realizado a España se veía envuelto, y que lo hicieron víctima
de la prevención y de la censura por parte de las autoridades civiles y
582 ENTRE DOS MANOS ENLAZADAS «LA OBRA DE DIOS»
B.—Forjando un espíritu
2 Sin fecha-
MARÍA LOURDES GARCÍA, C.M. 583
3 Barcelona 17-V-1851
4 Barcelona 31-X-1851
5 M.R. Citamos siempre con esta sigla el escrito Mis Relaciones
tí Ciudadela 28-X-1860
7 Barcelona 8-VII-1851
584 ENTRE DOS MANOS ENLAZADAS «LA OBRA DE DIOS»
8 Sin fecha
9 Alcudia 28-X-1860
MARÍA LOURDES GARCÍA, C.M. 585
10 Alcudia 28-X-1860
11 Barcelona 31-X-1860
12 Sin fecha
13 Sin fecha
586 ENTRE DOS MANOS ENLAZADAS t«LA OBRA DE DIOS»
cesitan pasar por manos de muchos artífices, que las pulirán al fue-
go y golpes de martillo... quiere decir que para que sean virtudes
sólidas es necesario que concurran muchas circunstancias... La lla-
ma interior calentará tu corazón y dará fuerza a tus acciones...»
«Ocuparte del bien de los otros por Dios, es cuidar de Dios; y cui-
dar de Dios en su cuerpo moral, es ser en verdad de Dios» (14).
En otras le hablará de los modos de unión con Dios: «El alma
mira a Dios bajo dos aspectos o formas: Se une primero con El
en cuanto es su amado... Esta primera unión la hace una diosa...
Luego como a Rey y Gobernador del mundo. Esta unión mira a Dios
como Criador... Redentor... vivificador de todo lo criado. Como la
primera unión no se consuma sino en ésta es necesario que empieces
a trabajar por aquí». Por lo mismo insiste: «Negocia la cura y el
alivio de Jesús paciente en su cuerpo Místico crucificado» (15).
Hasta llega a ponerle por norma una consagración plena de
ofrecimiento incondicional al servicio de Dios:
«Jesucristo en su Cuerpo Moral es el objeto de toda solicitud y
cuidado del alma»... «La organización y el orden espiritual... ha
de mantenerse (ahí está el milagro) en medio de una eterna y con-
tinua vicisitud... inmóvil, inalterable, invariable... Pasa a meditar
las llagas del cuerpo moral de Jesús y ofrecerte como víctima para
cuanto quiera y exija de ti...» (16).
Y como él en el Vedrá iba atisbando, aunque todavía borroso,
el enfoque de su futura Congregación trata de ir asegurándola para
sus planes: «Te insisto e insto a que lo que toca en tu exterior...
lo dejes a mi cuidado»... «Sufre y espera, porque puede convenir a
la gloria de Dios una forma que tenga su Providencia fijo el día, el
tiempo y la hora. ...Puede también la forma exterior estar orde-
nada al bien de otras almas» (17), exhortándole continuamente a una
vida de confianza: «Veo una cosa... Dios como buen Padre me guía
por donde quiere, ...te digo ésto para que tú te abandones también
a su Providencia» (18).
Ya entre 1853 y 1855, cuando se les habían caído por tierra aque-
llos intentos iniciales, y la Madre Juana M.a ve inesperadamente des-
plomados aquellos sus sueños primerizos, el Padre más realista le
dice: «¿Se trata de ayudarte a vivir según el Corazón de Dios, sola,
...de tomar una posición donde encuentres la paz? ...Si nuestras co-
14 Montsant 8-VII-1851
15 Montsant 16-VII-1857
16 P a l m a 7-XI-1857
17 Vedrá 24-VII-1857 y 19-X1-1857
18 Ciudadela 28-X-1860
MARÍA LOURDES GARCÍA, C.M. 587
19 Sin fecha
20 Barcelona 5-III-1853
21 Ibiza l-VI-1855 y 18-XII-1855
22 Ibiza 13-11-1860
23 Aytona 13-VIII-1860
588 ENTRE DOS MANOS ENLAZADAS "LA OBRA DE DIOS»
24 Barcelona 26-VII-1860
25 Aytona 15-VIII-1860
26 Madrid 16-111-1861
MARÍA LOURDES GARCÍA, C.M. 589
mejor que a los dos se pudieran aplicar las palabras del Profeta:
«Mis caminos no son vuestros caminos».
La comunión de afectos y la seriedad con que ambos tomaban
por su parte esta labor tan grave como fructífera nos lo refleja con
encantadora expontaneidad el P. Francisco, cuando nos deja tras-
lucir con una simplicidad sorprendente, lo que su alma alberga de
sinceridad relativo a la dirección y a sus sentimientos. Sirvan de
ejemplo confesiones como las siguientes:
«Cuando examino mi conciencia no olvido esta parte de mi mi-
nisterio ...procuro corregirme de las faltas en orden a la Direc-
ción» (27).
«Es una necesidad que yo revise esa Dirección y puesto que
no se puede cortar, yo examinaré mis faltas y las tuyas, y los re-
medios...»
«Dónde están los hijos de Adán están las faltas y las miserias.
Yo tengo muchas y tú también; y conocidas se han de corregir» (28).
«Si Dios lo quiere es necesario remover cuantos obstáculos lo
entorpezcan. Por mi parte los miro y examinaré y los que haya los
quitaré...»
«Por mi parte no tengo indisposición y estoy preparado al sa-
crificio y a corregir mis defectos» (29).
En cuanto a sus propios sentimientos respecto a su proceder
escribe también:
«Yo no miraba tu bien espiritual sino en lo que tenía relación
con los demás. Y este proceder era marchar contra corriente... te
sacrificaba en utilidad de los otros... y así te encontrabas herida,
abatida...» (30).
«Sea para lo material o sea para lo espiritual, haré cuanto sea
capaz para labrar tu verdadera felicidad...» (31).
«Ya que hayamos de vivir unidos en espíritu hemos de econo-
mizarnos penas... sobradas vienen de fuera... Créeme si no lo he
podido evitar ha sido por no poder más».
«Muchas veces has tenido que obedecer sin razón, con razón y
contra razón... porque yo no quiero que cuando Dios me ordena
una cosa me de el porqué» (32).
27 Sin fecha
28 Barcelona 22-VI-1861
29 Ibiza 14-VIII-1861
30 Sin fecha
31 Sin fecha
32 Madrid 16-111-1861
590 ENTRE DOS MANOS ENLAZADAS «LA OBRA DE DIOS»
41 Sin fecha
42 Sin fecha
42" Ibiza 14-VIII-1861
43 Aytona 15-VII-1860
38
594 ENTRE DOS MANOS ENLAZADAS «LA OBRA DE DIOS»
44 Ibiza 13-IX-1863
45 Barcelona 26-VII-1860
46 Madrid 24-VIII-1860
596 ENTRE DOS MANOS ENLAZADAS "LA OBRA DE DIOS»
a) Ciudadela
47 Madrid 29-VIII-1860
48 Alcudia 28-X-1860
49 Madrid 4 - I I M 8 6 1
MARÍA LOURDES GARCÍA, C.M. 597
55 Ibiza 4-IX-1861
56 Barcelona 15-11-1861
57 Santa Cruz (Barc.) 26-1-1862
58 Santa Cruz (Barc.) 26-1-1862
59 Santa Cruz (Barc.) 26-1-1862
60 Santa Cruz (Barc.) 26-1-1862
61 Barcelona 23-1-1861
MARÍA LOURDES GARCÍA, C.M. 599
69 Barcelona 24-VII-1862
70 Santa Cruz (Barc.) 26-1-1862
MARÍA LOURDES GARCÍA, C.M. 601
77 Sin fecha
78 P a l m a 20-X-1860
79 P a l m a 20-X-1860
80 Masllorens (Tarrag.) 17-XI-1862
81 Masllorens (Tarrag.) 17-XI-1872
82 Masllorens (Tarrag.) 17-XI-1872
MARÍA LOURDES GARCÍA, C.M. 603
dudo que dirá a Vd. todo lo que le interesa saber en esta ocasión
para cumplir su santa voluntad».
«Entiendo que la primera y más principal que después de su pro-
pia santificación debe pedir al Señor, es que le haga conocer el modo
de servirle y cumplir su santa voluntad, atendidas las circunstancias
en que se encuentra la Orden de Terciarias y el estado de España, a
fin de que saliendo de ejercicios pueda Vd. poner manos a la obra
sin dudas ni perplejidades... con absoluta indiferencia a todo lo cria-
do y dispuesta a seguir el divino acatamiento» (87).
El efecto fue inmediato. Ya no hubo prevenciones, sino disponi-
bilidad absoluta. No se guarda correspondencia relativa a la instala-
ción de la escuela, pero lo cierto es que dos Hermanas figuraban en el
censo del año siguiente, una como maestra y con ella otra de las pri-
meras llegadas a Ciudadela, que puede muy bien pensarse se dedicó
al servicio de enfermos, como es tradición en el mismo pueblo. La
Madre Juana había cumplido fielmente su cometido, así se deduce de
una de las cartas que el Padre le escribió en esta época (88).
Mas la prueba se acercaba para la Fundadora, había pasado por
otras muchas pero Dios le reservaba la más fuerte y no precisamente
por el efecto sino por el medio de que se iba a valer. Los designios
de Dios son incomprensibles, pero no se resistió. Dejaría Ciudadela
para ir a Ibiza (89).
Y como anteriormente en Barcelona dicta disposiciones inape-
lables estableciendo un triple gobierno para las Casas de Ciudadela
e Ibiza, a las que parece considerar como un todo.
«Estas son las disposiciones que se han de observar. Sonará el
convento de ahí y de Ibiza bajo el título de Santa Teresa; abrazará
tres ramas, salas de enseñanza, obras de caridad, ejercicios de la
Casa».
«Ante el público ha de sonar un Colegio... Teresa queda encar-
gada de la dirección de las escuelas. Rosa de lo que toca a enfermos,
tú de los ejercicios de la casa y de hacer lado a Rosa... En juntas re-
servadas os habéis de entender las tres, pero delante de las Herma-
nas habéis de dar ejemplo de humildad, docilidad y obediencia a la
que yo os destine para el Colegio».
Y todavía fija fecha de respuesta en la postdata, sin dejar de exi-
girle en párrafos anteriores su cooperación:
87 Carta del obispo de Menorca, sin fecha. Por otra que le acompaña relativa
al mismo asunto fue en el mes de Octubre pues lleva la fecha de «5 de Octubre».
88 «Me he alegrado de saber que todo ha ido bien» Palma 2-XI-1863
89 «Estoy comprometido ahora en la fundación de Ibiza» (Palma 2-XI-1863)
MARÍA LOURDES GARCÍA, C.M. 605
b) Ibiza
92 Sin fecha
93 Santa Cruz 15-XII-1863
94 Ibiza 17-V-1865
MARÍA LOURDES GARCÍA, C.M. 607
95 Santa Cruz (Barc.) 29-VI-1865 «¿Qué puedo hacer yo desde a q u í ? Muy po-
ca cosa... Tú sigue en F o r m e n t e r a y veas que puedo hacer por ti y por las demás».
96 Santa Cruz (Barc.) 29-VI-1865
97 «Que la Hna. Margarita se disponga para t o m a r la (escuela) que tiene J u a -
na en Formentera». (Sin fecha)
98 Ciudadela 10-XII-1865
99 Carm. Mis. pág. 102
608 ENTRE DOS MANOS ENLAZADAS «LA OBRA DE DIOS»
c) En la Península
39
QIQ ENTRE DOS MANOS ENLAZADAS «LA OBRA DE DIOS»
129 M. R. p , 8 y H. T. n. 54 p. 42
130 P. Alejo, p. 487
131 «En t u s penas que serán muchísima sy graves, aprende a refugiarte en
El (Jesús); nunca serás mejor atendida que cuando vayas cargada de penas».
(Carta sin fecha). «Aprendamos en tiempo de necesidad a confiar en Dios... a espe-
r a r en su p a t e r n a l protección y no t e m a s que nos abandone... no hay m á s sino
pedirle y esperar... muchas veces Dios queda con el encargo de abrirnos» (Ibiza
13-11-1860)
132 Sin fecha
MARÍA LOURDES GARCÍA, C.M. 617
133 Roma Ex-convento de Santa M.a de la Victoria. Fr. Pascual de Jesús María
Com. Apostolicus, Fr. Jacobus a Corde Jesu, Secretarius.
134 «Te envío las Reglas» Montsant 8-VII-1851
«Las Reglas no las tocaré... pondré en ellas todo el peso que la oración re-
clama» (Ibiza 4-IX-1861)
«Yo he ordenado las Reglas en el Vedrá, las que te dará para que tomes
copia» (Ibiza 13-IX-1863)
«Las Reglas están ya en la imprenta y bien pronto las tendrás en tus ma-
nos» (1872 ¿febrero?)
MARÍA LOURDES GARCÍA, C.M. 619
a.—Actitud de expectación
Hemos dicho que los herederos del Padre Palau celebraron una
entrevista con el nuevo Director. ¿Podemos asegurar la presencia
139 15-11-1873
622 ENTRE DOS MANOS ENLAZADAS «LA OBRA DE DIOS»
podrá conocer las gestiones que ha sido necesario hacer para llevar
a cabo el restablecimiento de dicha Congregación».
De cualquier modo, la M. Juana Ma no había desperdiciado la
ocasión ofrecida por el Hno. Jaime tan interesado por el retorno de
la Congregación a su primitivo solar. Y nada puede dudarse de la
cordial acogida que les debió prestar Mons. Mateo Jaume y Garau.
¿Acaso fue el mismo año de 1873 cuando se realizó la vuelta de
las Hijas del P. Palau a Menorca? No se ha podido averiguar la
fecha exacta, lo que sí sería con toda probabilidad al año siguiente,
y esta vez se asentaron en el pintoresco pueblecito marinero de For-
nells, dado que dedicadas a la enseñanza, figuran domiciliadas en el
Núm. 53 de la calle Mayor en el censo correspondiente a 1875, del
Ayuntamiento de Mercadal del cual es sufragáneo.
La M. Juana había conseguido el primer eslabón de una cadena
que, poco después, aseguraría dentro de los cánones de la Iglesia es-
tos comienzos, en la Diócesis que había visto nacer la obra palau-
tiana.
a) Menorca
No tardó el nuevo prelado, Mons. Mercader Arroyo, quien había
relevado a Mons. Jaume en su traslado al Obispado de Mallorca, en
interesarse por las Hermanas de Fornells, cuya posición económica
no debía de ser muy holgada pues, por medio del párroco de Mer-
cadal, les envía un donativo al mismo tiempo que le comisiona para
visitarlas en su nombre e informarse «de sus costumbres y forma
de vida». D. José Mora le corresponde con su carta del 27 de junio
de 1867 diciendo:
«...Verifiqué gustosamente la visita a las monjas de For-
nells... y habiéndoles entregado la limosna... fue muy grande
el agradecimiento que demostraron hacia S. Sría. lima... La
oden a que pertenecen es la Regla de Carmelitas Descalzas; y
tienen sus particulares estatutos y tendrán una particular sa-
tisfacción de enseñar a S. Sría. lima, cuando se digne ir por
526 ENTRE DOS MANOS ENLAZADAS «LA OBRA DE DIOS»
b) Barcelona
ción de las Hermanas y del lugar que para ella guardaba algo muy
entrañable, y que, por lo mismo, no fue nunca alejamiento, sino un
abrirse temporalmente las aguas de un mismo cauce, cuya fuerza
llegaría a demoler la distancia que no pasaba de geográfica para de
nuevo reunirse en el mismo abrazo formal y espiritual que las unía.
Anteriormente el 1876, con el permiso verbal de Mons. Urqui-
naona, habitaban ya las Hermanas en Santa Cruz prestando sus
atenciones a los enfermos y disponían de otro piso en la calle Mayor
de Gracia. Ahora, ya en vías de extender su radio de acción, sale
de Menorca y por una carta dirigida a las Hermanas de la Comuni-
dad de Fornells sabemos que está en Barcelona desde principios de
1878 (149).
Arregla con un mínimo de condiciones la casa y consigue que
aquel mismo año funcione en ella un noviciado, sin descuidar los
trámites jurídicos con instancia presentada al Obispado el 22 de
Junio siguiente en estos términos:
«Juana Gratias, superiora y religiosas descalzas procedentes
de la Isla de Mahón, a V. S. con el más profundo respeto ex-
ponen: Que habiendo pasado a esta ciudad de Barcelona para
fijarnos y trabajar para la mayor gloria de Dios y bien de las
almas, e instalar el servicio de enfermos y enseñanza, según
venimos ya practicándolo en la Isla de Mahón, que en ocasión
de extenderse los protestantes en dicha isla se instalaron de
frente escuelas católicas desempeñadas por nuestras Herma-
nas, quienes ya daban antes el servicio de enfermos... Mas de-
seando instalar en ésta el mismo objeto de enseñanza y servi-
cio de enfermos, como también el vestir a las novicias los san-
tos hábitos y profesar en su día para seguir en todo las santas
reglas que tenemos en práctica: a V. S. humildemente ruegan
y suplican se digne autorizar a las exponentes para la ense-
ñanza, servicio de enfermos, vestir y profesar novicias a su día
las jóvenes que tengan vocación a este Instituto Religioso...
Juana Gratias, Ana Tim, María Rius, Rosa Pardell».
sana rectitud que fue limpia herencia recibida de aquel corazón mag-
nánimo de mujer que, exento de todo propio egoísmo, sólo supo amar.
Lejos ya de prejuicios que a nada condujeron, no pocas veces
promovidos por quienes más por inadvertencia que por un pueril
interés, ajenos a un bien común, debiendo ser sembradores de paz,
lo fueron de mezquindades empobrecedoras, hoy, equilibradamente
apreciado lo uno y lo otro, aún hay que agradecer y muy sincera-
mente, que todo ello sólo haya servido de acicate poderoso para un
sondeo digno, que es ocasión suficiente para poder constatar que aho-
ra, como antes, como siempre, aquel ayer, este hoy y otro mañana,
seguirán atestiguando la realidad de que jamás pudo deshacerse un
nudo que desde la misma semilla sostenía con fuerza indisoluble
por las dos líneas, paterna y materna, un brote engendrado en el
mismo germen, sustentado con la misma esperanzadora inquietud
que, en un ensamble de dolor y de ternura, convirtió el grano can-
deal en tallo fecundo y santuario de un alma que por el don de sí
misma la hizo capaz de transformar su existencia en entrega de
firmeza y de paz, y, en el colmo de su gozo, hacerse vínculo donde
dos espigas por ella nutridas e igualmente sazonadas, habían coro-
nado su tallo y, por él sostenidas, consiguieron fortalecer sus vidas
y éstas, conservando su personalidad propia e independiente, son,
al mismo tiempo testimonio incontrastable que revierte al mundo
la pujanza de la unidad de espíritu que les diera el ser.
Sí, el Espíritu se encargaría de abrirles paso y de romper fron-
teras para hacer vibrar sobre la redondez de la tierra el acento de
inmensidad donde todo el ser del P. Francisco, con emoción de ilu-
minado, se traducía en canto de infinitud cuando, con la fe del cre-
yente y la elevación del místico, pronunciaba aquel artículo del
Credo: «et Unam, Sanctam, Catolicam Ecclesiam» (153).
153 M. R. p. 49 y H. T. n. 216 p. 91
636 ENTRE DOS MANOS ENLAZADAS «LA OBRA DE DIOS»
161 18-XII-..
640 ENTRE DOS MANOS ENLAZADAS «LA OBRA DE DIOS»
41
g42 ENTRE DOS MANOS ENLAZADAS «LA OBRA DE DIOS»
34 LUCINIO DEL STMO., OCD, Donde él amor no tiene fronteras. (Un día
carmelitano vivido por un cronista Carmelita) 20 de marzo de
1958. Tarragona, en «Rocío Carmelitano» 16, n. 95 (Abril-Junio,
1958) 1240.
B. — Históricos y biográficos.
84 GERARDO DE LOS SS. CC, OCD, Caballero de Dios..., en «Ecos del Car-
melo y Praga» (cf. n. 39) pp. 147-149.
104 SALVADOR, Luis, Die Balearen in Wort und Bild geschildert: «Las Ba-
leares». Traducción de D. Francisco Manuel de los Herreros. To-
m o I : «Las antiguas pityusas» (Palma de Mallorca, 1896) p p . 188-
190; 343-344.
105 MARíA LOURDES DE LA SAGRADA FAMILIA, CDM, Cómo mueren los San-
tos, en «Mater Carmel!» 2, n. 4 (1956) 14.
106 —Por aquí pasó el P. Palau [Els Cubells], en «Mater Carmeli» 7, n. 22
(1961) 26-28.
116 NAVARRO, Víctor, Costumbres en los Pithiusas, Madrid, 1901, pp. 59-60.
121 PADRO Y CANUDES, José, Resumen de la vida del Padre Francisco Pa-
lau, (cf. Alejo, n. 45) p. 429.
124 PEñA, Gonzalo, Los pleitos del Padre Palau, en «Cien Años al Servi-
cio de la Iglesia» (cf. n. 25) pp. 509-515.
125 —La Escuela de la Virtud, en «Roció Carmelitano», 22, n. 116 (1964)
15-16.
130 b RODRíGUEZ CUESTA, Alberto, OCD, Francisco Palau y Quer. Notas pa-
ra un centenario, en «Revista de Espiritualidad» 31 (1972) 355-364.
138 TARSICIO DEL SMO. SACRAMENTO, OCD, Sobre las huellas de Santa Te-
resa, en «Ecos del Carmelo y Praga» (cf. n 39) pp. 155-158.
C.—Doctrinales.
144 ALBERTO DE LA VIRGEN DEL CARMEN, OCD, Espíritu Misionero del Car-
melo Teresiano, en «Cien Años al Servicio de la Iglesia» (cf. n. 25)
pp. 469-470.
145 A. M. Remoto espíritu misionero del Carmen Descalzo, en «Mater
Carmel!» (Octubre, 1953) 81-84.
146 ANTONIO, Obispo de Ibiza, La devoción Mariana del P. Palau, en «Ma-
ter Carmeli» 4, n. 12 (1958) 44.
147 AUBACH, María Teresa, La «Escuela de la Virtud», ¿escuela de Socia-
lismo cristiano?, en «Analecta Sacra Tarraconensia» 44 (1971)
99-150.
148 BENGOECHEA, Ismael, OCD, El Padre Palau Quer, Caballero de la Vir-
gen María: Fundador, Escritor, Ermitaño, Apóstol, en «Miriam»
24, n. 142 (1972) 135-139.
656 BIBLIOGRAFíA DEL P. FRANCISCO PALAU
153 CONCEPCIóN DEL CARMELO, CM, Espíritu eliano de Nuestro Padre Fun-
dador, e n «Mater Carmeli» (Marzo, 1952) 38-40.
160 ISMAEL DE SANTA TERESITA, OCD, Los tres postulados del Carmen ÍMi-
sionero] a la luz de unas instantáneas, en «Mater Carmeli» 7, n.
21 (1961) 6-9.
163 JUBANY, Narciso, Obispo, La armadura del «Siervo de Dios» [P. Fran-
cisco Palau],, en «Mater Carmeli» 4, n. 13 (1958) 42-45.
167 MARíA ROSARIO DEL CARMEN, CM, Una vida ordenada al servicio de
la Iglesia, en «Mater Carmeli» 7, n. 24 (1961) 26-28.
168 —El misterio de la Iglesia, clave de la vida y actividad del p. Fran-
cisco Palau y Quer, OCD, (1811-1872). Tesis ciclostilada, presen-
t a d a en el Pontificio Instituto «Regina Mundi», Roma, Junio 1962,
189 pp.
169 —Ráfagas palautianas: El Misterio de la Iglesia y el Padre Palau, en
«Mater Carmeli» 8, n. 36 (1964) 12-13, 26; 9, n. 34 (1964) 13-14;
10, n. 36 (1964) 17-18; n. 37 (1965) 26-28.
42
gcg BIBLIOGRAFíA DEL P. FRANCISCO PALAU
183 UDINA MARTORELL, Santiago, Lo que pide el Padre Palau para todos,
en «Cien Años al Servicio de la Iglesia» (cf. n. 25) 519-521.
184 Vocación del Carmelo Misionero, Burgos, Edt. «El Monte Carmelo»
1970, 71 pp. 15 cm.
D.—Escritos Varios.
189 CASOR, Manuel, Una idea hecha vida, en «Suplemento de Rocío Car-
melitano» n. 3 (Abril 1960) 5.
190 La causa de nuestro Padre Fundador, en «Rocío Carmelitano» 8
(Abril-Mayo, 1950) 259.
191 La Causa, en «Rocío Carmelitano» 9 (Abril-Junio, 1951) 391.
192 La causa de Ntro. P. Fundador, en «Rocío Carmelitano» 10 (Agosto-
Octubre, 1952) 600.
193 La causa de N. P. Fundador ha sido introducida en la S. C. de Ritos,
en «Mater Carmeli» 4, n. 13 (1958) 53-54.
194 Clausura del Proceso Canónico-Diocesano del Fundador de las Car-
melitas T. Descalzas y de las Carmelitas Descalzas Misioneras:
P. Francisco de Jesús María y José (Palau y Quer), en «Almana-
que carmelitano-teresiano» (1959) 75-76.
198 GREGORIO DE JESúS CRUCIFICADO, OCD, Ntra. Sra. del Carmen del Ve-
drá, en «Mater Carmel!» 5, n. 19 (1959) 115-117.
199 —La Carmelita Descalza Misionera al servicio de los enfermos, en
«Mater Carmel!» 6, n. 20 (1960) 28-29.
200 Hermanas Terciarias Carmelitas Descalzas, en «Ecos del Carmelo
y Praga» 23 (Febrero 1940) 54-56.
ALBERTO PACHO
La comunione con Dio secondo S. Giovanni delta Croce. Edizioni del Teresia-
num. Roma, 1968, 236 pp.
Tempo e vita spirituale, Roma 1971, 203 pp. Collana «Fiamma viva», nn. 9 y 10.
GERMáN GARCíA PERRERAS, Cristianos aleares. Almodóvar del Campo, 1972, 106 pp.
SEVERIANO DEL PARAMO, Cultura bíblica u religiosa, Vol. IV. Editorial «Sal Te-
rrae», Santander, 1972, 170 pp.
Bien conocido de todos es el P. S. del P á r a m o , S. J., por su a b u n d a n t e pro-
ducción bíblica y por su larga carrera como Profesor de S. Escritura. Este IV
volumen de los temas bíblicos que ha venido publicando ú l t i m a m e n t e compren-
de siete secciones acerca de siete temas d i s t i n t o s : ¿Quién es Jesús? La Madre
de Jesús. La Iglesia. Alegría. Algunos principios de moralidad. De nuevo mi sa-
cerdocio. Temas varios. Las cuestiones que toca son las que, de alguna manera,
completan la doctrina sobre temas parecidos, expuesta en los tres volúmenes
anteriores. El tema del sacerdocio son dos Homilías pronunciadas en el año
1971 con motivo de los ,r>0 años de su sacerdocio. La séptima sección es un acu-
mulado de cosas que le han ido saliendo al P., dadas las circunstancias concre-
tas de la vida normal.
El P. Severiano, como en los volúmenes anteriores, trata sus temas con ca-
riño y con mucho corazón; con sencillez, y sacando de la Palabra de Dios to-
das las consideraciones que él cree oportunas y eficaces para el lector. No se
puede dudar de su erudición bíblica y del dominio con que maneja los textos
bíblicos. El tiene siempre presente a sus lectores y la finalidad que se p r o p o n e :
«estimular al lector a la lectura de la P a l a b r a de Dios, contenida en las Escri-
turas» (página 7).
Como los volúmenes anteriores, éste es un instrumento de cultura bíblica
y religiosa, de fácil manejo y de utilidad como información, más bien genérica,
de los t e m a s que se t r a t a n a la luz de la S. Escritura.
MAURICIO MARTIN DEL BLANCO
tica muchas consultas y horas de lectura. Presenta, con atinado criterio, el re-
sultado de muchos trabajos técnicos, hechos por especialistas. El comentario de
H. Troadec está e s t r u c t u r a d o de la siguiente m a n e r a : Una introducción general
de 19 páginas, donde estudia las relaciones entre los Evangelios y la predica-
ción apostólica. Luego va estudiando los tres Sinópticos sección por sección, ha-
ciendo referencia a la síntesis que presentan los tres Evangelios y sus mutuas
depedencias. Un análisis estructural, llevado a cabo con maestría, buscando la
síntesis teológica, de m a n e r a clara y sólida, atento siempre a la practicidad ac-
t u a l del mensaje evangélico. Troadec es un especialista y se hace ver su ciencia
bíblica en el transcurso de todo el largo comentario.
Es un gran comentario, útil en círculos bíblicos y para todos los que deseen
profundizar en el conocimiento de los Evangelios. Es una gran aportación de la
biblioteca «Actualidad Bíblica», que se ha hecho imprescindible en el campo de
los estudios bíblicos en este resurgir escriturístico de los últimos lustros.
MAUHICIO MARTIN DEL BLANCO
ANDRE BARUCQ, Eclesiastés. Qoheleth. «Actualidad Bíblica» 19. Ediciones Fax. Ma-
drid, 1971, 212 pp.
PIERRE BENOIT, OP., Pasión y Resurrección del Señor. «Actualidad Bíblica.» 24.
Ediciones Fax. Madrid, 1971, 384 pp.
P. Benoit es uno de los hombres excepcionales en S. Escritura, Director de
la Ecole Biblique de Jérusalein, autor de muchos libros sobre S. Escritura y muy
conocido por todos. Esta obra es resultado de diversas conferencias dadas en
distintas ocasiones y ante auditorios variados. Está hecha en un tono directo y
familiar, en lenguaje sencillo y sin rebuscamientos de estilo. Evita todo tecni-
cismo, con el fin de hacerse entender fácil y cómodamente del oyente o del lec-
tor no especializado; lo que no quiere decir que adopte el género literario de
la meditación piadosa. P. Benoit quiere, ante todo, proponer una exégesís segura
del texto bíblico. Exégesis también teológica, que se esfuerza por t r a s p a s a r la
p a l a b r a del h o m b r e p a r a oir la P a l a b r a de Dios. El modo de llevar a cabo todo
esto es el siguiente: en trece capítulos va exponiendo un denso puñado de te-
mas de reflexión, proponiendo antes de cada capítulo todos los textos bíblicos
de los cuatro Evangelistas y haciendo luego una exégesis de cada uno, buscando
las diferencias y lo complementario de cada Evangelista. En la sinopsis de tex-
tos usa el orden conocido de Mt., M e , L e , J n . Pero en el comentario comienza
siempre por Me, del que depende Mt. y, en ocasiones, también L e Jn. es inde-
pendiente, teniendo muchas relaciones con L e ; pero es el que da un orden más
exacto a los acontecimientos, siendo Mt. y Me los que van exponiendo los he-
chos de una manera más desordenada y menos histórica. P. Benoit ha escrito
ciertamente un gran libro, con el que queda suficientemente subsanado un im-
portante vacío. Un estudio que no tiene igual en la bibliografía española por
ser completo, profundo, muy asequible al mimo tiempo y pastoral. El método
usado por el Autor rezuma sentido común. Ha merecido, de verdad la pena de
ser traducido, lo cual no siempre es verdad en t a n t a s versiones como diaria-
mente se hacen al castellano. Prestará, sin duda, buenos y magníficos servicios.
Con la pubdicación de este libro la ya tan conocida colección «Actualidad Bí-
blica» ha cumplido una vez más sus inmejorables objetivos: «La Sagrada Es-
critura es p a l a b r a de Dios, y el cristiano ha de conocerla».
43
674 MONTÉ CARMELO 80 (1972)
HENRV RONDET, Historia del dogma. Trad. Alejandro Esteban Lator Ros. Edito-
rial Herder, Barcelona, 1972, 314 pp.
El A. tiene muy en cuenta los límites y los riesgos de una historia del
dogma: «Las observaciones que preceden m u e s t r a n ya cuan difícil es t r a t a r de
escribir la historia del dogma». Una historia de por sí distinta de la historia
de la teología, pero que no puede ser aislada de la misma, ni de las grandes
corrientes filosóficas.
La presente obra es una síntesis, ya que una historia más o menos comple-
t a precisaría m á s espacio del que el A. h a dedicado. Con todo los riesgos de
una síntesis son superiores a una elaboración detallada y extensa, a u n q u e la
finalidad es diversa, y más necesaria, pues no existen de verdad síntesis a nivel
de cristianos inquietos y preocupados por este problema.
La historia se recorre en toda su extensión desde los orígenes en los pp.
apostólicos y apologistas hasta el Vat. II. Tal vez pueda verse una despropor-
ción en la atención que se da a algunos períodos en relación con otros. El ma-
yor relieve que merecen ciertas figuras o ciertos acontecimientos, por ejemplo,
el de ciertas herejías. Pero es cierto que sin una atención a ellos, y precisa-
mente por ellas, no se hubiera logrado la verdadera síntesis ni la correspon-
diente precisión dogmática. Es en la historia del dogma en la que deben tener
su destacado lugar, algo que pudiera parecer menos necesario en una elabora-
ción teológica de tipo pastoral.
N a t u r a l m e n t e h a y escasas alusiones a nombres, a corrientes teológicas, a
grupos, y no se puede exigir su presencia. Bien que t a m b i é n h a y insistencias,
se h a n resaltado algunas cosas, o puntos, que no tienen t a n t o relieve, por ejem-
plo, el interés del Vat. II se centra p a r t i c u l a r m e n t e sobre el ecumenismo, y
q u e d a n menos resaltados otros aspectos que tuvieron, y siguen teniendo una
atención especial.
En conjunto la síntesis está plenamente lograda, y cumple los objetivos pro-
puestos, dando una visión de cómo la doctrina católica ha ido cristalizando. Se
puede seguir perfectamente, sobre todo la identidad de la m i s m a en una his-
t o r i a larga y comprometida. — ALBERTO PACHO.
KARL BARTH, etc., Comprender a Bultmann. Trad. por Eloy Requena. Studium
Ediciones, Madrid, 1971, 159 pp.
B u l t m a n n es un nombre muy conocido; pero su obra y su pensamiento no
lo son t a n t o . Cabría decir que entre nosotros el creador de la teoría de la
«desmitologización», h a sido el mismo mitologizado. Y eso es lo que se sabe
de él. Ciertamente sus obras no h a n tenido fácil acceso en castellano, y eso
explica el que se le conozca a través de filtraciones que siempre son peligrosas,
fuera, es cierto de un muy contado número de especialistas.
Aun aceptando que cuenta ya menos, pasado el momento en que concentró
la atención de los investigadores y escrituristas a p a r t i r de sus grandes obras
posteriormente a la segunda guerra mundial, su nombre queda ya inscrito entre
los que h a n intentado una explicación, a u n q u e fuera radical, de los orígenes
religiosos del cristianismo. P o r eso m i s m o h a y que estudiarlo. Ciertamente es
un a u t o r difícil. Lo confiesa nada menos q u e K. BARTH (p. 112), precisamente
q u i e n en este libro aporta la mejor parte para entenderle.
BIBLIOGRAFíA 675
JUAN L. PEDRAZ, S. .1., ¿De veras el Cristianismo no convence? Col. «Mundo Nue-
vo», Ed. «Sal Terrae», Santander, 1972, 39fi pág.
El subtítulo que lleva este libro es de lo más sugestivo y apropiado para
suscitar inquietud en los lectores, supuestas las realidades existenciales de la
fe en el h o m b r e —joven o m a y o r — de nuestros días. El problema de fe es uno
de los m á s agudos y difíciles de solucionar s i e m p r e ; y, por eso, t a m b i é n h o y :
«Reflexiones a un joven q u e está perdiendo la fe, a un a d u l t o que ya la ha
perdido y a un cristiano inseguro». Tres hechos, d u r a m e n t e reales de nuestra
sociedad moderna. El Autor se propone p r o b a r que el Cristianismo, de veras,
convence. Esto lo va probando progresivamente —siguiendo el programa del
s u b t í t u l o — de una m a n e r a apologética. Reconoce el P. J. L. Pedraz que h a b l a r
hoy día de Apologética asusta un t a n t o . P o r eso, él se decide a poner un adje-
tivo m u y de moda a ese nombre pomposo de Apologética: «existencial», o si
se prefiere Apologética antropológica (pág. 11). El Autor se propone, ya al co-
mienzo de su libro, interesarse p o r el h o m b r e concreto q u e tiene ideas, no di-
676 MONTE CARMELO 80 (1972)
CIPRIANO CAMARERO
678 MONTE CARMELO 80 (1972)
CIPRIANO CAMARERO
R. P. REGAMEY, La voz de Dios en las voces del tiempo. Ed. Sal Terrae, Santan-
der, 1971.
El problema que afronta el P . Regamey es, a pesar de su actualidad, u n pro-
blema viejo, queremos decir muchas veces t r a t a d o . El sabio dominico insiste en
algo de lo que todos estamos convencidos, en la realidad de una constante evo-
lución en la vida espiritual y religiosa. Hay que aceptar este hecho con todas
sus consecuencias.
Es un hecho doloroso, pero muy enriquecedor, porque nos indica que per-
tenecemos a una Iglesia itinerante, dinámica, no a una Iglesia fosilizada y es-
tática. Somos p a r t e de un cuerpo vivo y en continuo crecimiento.
La evolución presenta a la vida consagrada una serie de problemas cons-
tantes. La solución es irse a d a p t a n d o sin cesar.
No h a y que ser pesimistas y pensar q u e la vida religiosa está languidecien-
do y que dentro de pocos años dejará de existir. Siempre h a b r á a l m a s dispues-
tas a dejar todo p o r Cristo, dispuestas a sacrificarse por los demás. Lo que h a y
que a d m i t i r es que las estructuras no son p e r m a n e n t e s y que el modo y la for-
ma de vivir una vida consagrada pueden variar. Es más, deben variar, acomo-
dándose siempre al signo de los tiempos.
El libro es tranquilizador. Es provechoso. A veces, el a u t o r no es muy pre-
ciso. A veces, después de p l a n t e a r un problema no da con claridad la solución.
Tal vez esto obedece a que las soluciones «se están haciendo» o que son más
complejas de lo que parecen y no pueden ofrecerse sin tener en cuenta los de-
talles de cada caso concreto.
De todos modos, el libro del P. Regamey es un refuerzo al optimismo en
tiempos de pesimismo.—J, M. MOLINER.
BIBLIOGRAFíA 681
VALENTíN LOHR, ¿Quién cree en este Cristo? lid. Sal Terrae, Santander, 1972.
GIOVANNI COSTA, SJ, De viaje con una monja. Trad. de Félix Sánchez-Vallejo.
Editorial Sal Terrae, Col. «Mundo nuevo» 12, Santander, 1972.
JOSé ANTONIO
L. BORTOLIN, Ruibarbo para el Reverendo, Trad. del italiano por ELOY REQUENA.
Studium Ediciones. Madrid, 1971, 127 pp.
El título puede desorientar al lector. Pero no necesita ni siquiera leer la
aclaración previa, sobre el significado de ruibarbo para entender el sentido del
libro. Basta con que lea alguna de sus páginas. Es una larga serie de anécdo-
tas, frases, sucesos, casi todos del a m b i e n t e clerical, curia, sacerdotes, párrocos,
seminarios, etc. recogidos con la sana intención de hacer cambiar el ceño a
quien lo lea. La sorpresa está en que no h a y nada a m a r g u r a , ni ironía, sino
alegre y e s t i m u l a n t e h i l a r i d a d , que por eso resulta verdaderamente tonificante.
Y compensa de t a n t a s otras cosas como se dicen y corren en las menos limpias
y sanas conversaciones cuando entra de por medio lo religioso y sus servidores.
BIBLIOGRAFíA 685
GUIDO PIERBARI, El libro de las vacaciones. Traducido por Eloy Requería. Stu-
dium Ediciones. Madrid, 1971, 143 pp.
Deliciosa obrita la presente. Basta atenerse a las indicaciones que sirven
de presentación o s u b t í t u l o s : «El i n s t r u m e n t o de auténtica distensión que ha
de usarse en cualquier asalto de la melancolía, depresión, sicosis, hipocondría
y disminución de la presión en el cual se recogen disparates y extravagancias
de pequeños y de mayores y además salidas, droodles, historietas y anagra-
mas...». En cualquier página puede verificar el lector la veracidad de estas in-
dicaciones
MAMA AMALIA DE LA SANTíSIMA TRINIDAD, OCD., Versos. Guayaquil, 1971, 148 pp.
JEAN CHARLES, La feria del disparate, I, II. Traducción por Eloy Requena. Stu-
dium ediciones, Madrid, 1971, 88, 79 pp.
Algo parecido al libro que conocen los lectores de la revista, Antología del
disparate n ú m . I de esta col. de Studium Ediciones. El a u t o r francés los ha se-
leccionado en las m i s m a s fuentes, de su nación a u n q u e el t r a d u c t o r se haya
visto inevitablemente forzado a una adaptación. La cantera es abundante. Tanto
que su compilador tuvo q u e repetir la feria en el trascurso de un año. La
intención satírica está presente en esta selección. Pero una intención que con
toda la carga de ironía q u e pueda ponerse no será t a n mágica que remedie los
males de los que nacen estos hechos. Mientras tanto, al menos procuran una
sonrisa, q u e hace m e d i t a r además de hacer reír.
686 MONTE CARMELO 80 (1972)
OLIVER MOLINA, El diario de Juan. Studium ediciones, Madrid, 1971, 181 pp.
DANIEL LOWERY, Muchacho ¿son estos tus problemas? Colección «Adelante», n° 21.
Ed. «Sal Terrae». Santander, 1971. Traducido del inglés por Antonio Die-
go. 168 pp.
Este librito es una colección de cartas escritas por chicos y chicas america-
nos de 13 a 18 años, d u r a n t e dos años y medio, y de sus respectivas respuestas,
dadas por el P. Daniel Lowery, Redentorista. En las cartas-consulta los temas
que se tocan son los siguientes: 1. La lucha por la fe. 2. Pecado y perdón.
3. Vocaciones. 4. P r o b l e m a s con los padres, i). Profesores y escuela. 6. Amistad,
noviazgo y m a t r i m o n i o . Toda una problemática propia de la j u v e n t u d inquieta
y deseosa de encauzar su vida, moral y religiosamente. Las respuestas a distan-
cia t r a t a n de proporcionar información, ofrecer ideas, e s t i m u l a r nuevos enfo-
ques a viejos problemas, indicar directrices generales...
Como en todos estos libros, acumulados de esta forma y escritos con una
finalidad concretamente educadora, sirven de orientación por lo que tienen de
experiencia y de aportación de soluciones en general.
ANNA B. AíOW, El secreto del amor matrimonial. Colección «Mundo Nuevo», n.° 8.
Ed. Sal Terrae, Santander, 1972. 148 pp.
FEHIUEUE, A., La escuela activa; trad. por Diorki. Studium, Madrid, 1971. 195 pp.
MEERLOO, JOOST A. M., Primeros auxilios vara la salud mental. Fax, Madrid,
1972, 358 pp.
A. M. FORTES
GABRIEL, LEO, Lógica integral, la verdad del todo, (iredos, Madrid, 1971. 624 pp.
ANTONIO FORTES
ÍNDICE DEL VOLUMEN 80 1972
ARTÍCULOS
ALBERTO PACHO, El P. Palau y su momento histórico 17
ANTONIO RODRíGUEZ, La Reforma Teresiana en los días del P. Francisco
Pulan 77
ALVARO HUERGA, El P. Francisco Palau y la Eclesiologia de su tiempo ... 281
EULOGIO PACHO Presentación 1
— Los escritos del P. Francisco Palau 137
EVARISTO RENEDO, La vida religiosa según el P. Francisco Palau 427
GABRIEL BELTRAN, LOS Carmeltias Descalzos de liarcelona en los dias de
vida conventual del P. Francisco Palau y Quer (1832-1835) 89
ILDEFONSO DE LA INMACULADA, Pensamiento eclesiológico del P. Francisco
Palau y Quer 263
ISMAEL BENGOECHEA, Mariología y Espiritualidad mariana del P. Francisco
Palau y Quer 373
JOSEFA PASTOR, La predicación del P. Palau: un servicio a la Iglesia 457
— La obra socio-religiosa del P. Francisco Palau en liarcelona (1851-
1854) ' 503
a
M. LOURDES GARCíA, Entre dos manos enlazadas «La obra de Dios» 579
OLEGARIO DOMíNGUEZ, La doctrina de la Iglesia como Cuerpo Místico según
OLEGARIO DOMíNGUEZ, La doctrina de la Iglcsi acornó Cuerpo Místico según
el P. Palau 323
OTILIO RODRíGUEZ, El P. Francisco Palau, carmelita teresiano 125
ROSALíA RUIZ, Perfección y virtudes según el P. Francisco Palau 413
RECENSIONES
BARTH K., Comprender a liultmann (Cipriano Camarero) 674
BARUCQ A., Eclesiastés. Qoheleth (Mauricio Martín del Blanco) 667
BAUER J. B., Los Apócrifos Neotestamentarios (Mauricio Martín) 668
BAUM G., ¿Podemos creer en la Iglesia de hoy? Respuesta a Charles Davis
(Cipriano Camarero) 679
BELLET M., Cómo construir un lenguaje pastoral (Mauricio Martín) 683
BENOIT P., Pasión y Resurrección del Señor (Mauricio Martín) 668
BORTOLIN L., Ruibarbo para el Reverendo 684
BURKE T. P., Las cuestiones urgentes de la teología (Mauricio Martín del
Blanco) 672
CAMINOTTI A., Esperando que nazca 685
CARMELITA DESCALZO, La tertulia sobre la oración, televisión y radio (José
María Moliner) 662
CARNOIS A., La adolescencia (Máximo Treceno) 688
CORETH E., Cuestiones fundamentales de Hermenéutica (Mauricio Martín
del Blanco) 670
CORRAZE J., La homosexualidad y sus dimensiones (Miguel Ángel) 689
COSTA G., De viaje con una monja (Ciro Garcia) 681
CULLMANN O., La fe y el culto en la Iglesia primitiva (Cipriano Camarero). 678
CHAMPLIN J. M., ¿Acaso no me amas? (Mauricio Martín del Blanco) 682
CHARLES J., La feria del disparate 685
DEWAILLY L. M., La joven Iglesia Tesalónca (Julio Félix) 678
DUBAHLE A. M., El pecado original en la Escritura (Cipriano Camarero). 671
FERRIERE J., La escuela activa (A. M. Fortes) 690
FISCHER J., El amor nunca se rinde (Mauricio Martín del Blanco) 688
FOLLIET .1., La información hoy y el derecho a la información (Antonio
Fortes) 692
F R í E S H., Fe e Iglesia en revisión (Mauricio Martín del Blanco) 675
GABRIEL L., Lógica integral, la verdad del todo (Antonio Fortes) 693
CANDARíAS HIGINIO, Primer reclusorio-beaterío y Orden Tercera del Carmen
en España: Santa Ana de Valencia, 1239 (Alberto Pacho) 664
— Presencia carmelitana en la villa de Tolosa (Alberto Pacho) 664
696 MONTE CARMELO 80 (1972)