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Índice
Introducción 5
I. Imaginario, parque y pintoresco 8
1. Lo urbano desde sus opacidades ......................................................................................................8
2. ¿Qué es el imaginario? ......................................................................................................................10
3. Estética y política ..............................................................................................................................19
4. El parque, artefacto político y cultural ...........................................................................................22
5. Los símbolos políticos del pintoresco.............................................................................................26
Epílogo 171
Bibliografía 176
Ilustraciones 186
Anexos 192
3
Fig. 0-2 Santiago a comienzos de la década del 70: En primer plano el Parque Forestal a lo largo del río; detrás, reluce nuevo el
edificio de la UNCTAD III; al centro, el cerro Santa Lucía y al fondo, el Parque O!Higgins.
4
Introducción
Entre mayo de 1971 y noviembre de 1972 se lleva a cabo un completo
proyecto de remodelación del hasta entonces Parque Cousiño. Junto
con el edificio de la UNCTAD III, el proyecto constituye la obra no
sólo más emblemática sino predilecta del mismo Presidente Salvador
Allende. Sobre el deteriorado trazado de uno de los parques más im-
portantes de la ciudad de Santiago, el proyecto vuelve a insuflar los
pulmones de un espacio caracterizado por la cohabitación de mundos
tan diversos como la oligarquía criolla, las ceremonias militares y la
celebración popular. Sin embargo, y a diferencia de la UNCTAD, la
obra es documentada sólo parcialmente por la prensa arquitectónica
de época y es sistemáticamente relegada a menciones marginales o
sencillamente omitida, incluso dentro de la revisión curricular de sus
propios autores.
5
diseño y la planificación. Por ello, se examina el Parque O’Higgins
como artefacto histórico, una estructura receptora de improntas exter-
nas provenientes de lo estético, lo político y lo social. En ese sentido,
se busca establecer un marco estético e ideológico más amplio que la
arquitectura contingente del Movimiento Moderno, para encontrar en
ese imaginario, concordancias y discrepancias que articulen la cohe-
rencia del proyecto con su contexto.
7
Capítulo I
Imaginario, parque y pintoresco
8
tura fluida de la ciudad como si fuese un texto. Se incorporan de este
modo, el conjunto de prácticas ajenas al espacio geométrico, propias
del “conocimiento ciego de la ciudad”, denominado así por el mismo
autor para destacar la importancia de la experiencia directa por sobre
la visión global de Ícaro: “Una ciudad trashumante, o metafórica, se
insinúa así en el texto vivo de la ciudad planificada y legible”. Los
nuevos objetos de estudio de este giro académico son la denominada
“cara oscura” o las “subjetividades” que llama Hiernaux (2007), y que
más significativamente denomina de Certeau como las “opacidades
de la historia”. En esta metáfora visual, la figura del texto —legible y
lineal— contrasta con la de las opacidades, —múltiples y confusas—
para reafirmar una postura que quiere marginarse del rol iluminador
racionalista y de la definición de realidades en contornos vívidos.
2. ¿Qué es el imaginario?
El concepto de imaginario e imagen ha penetrado en distintas áreas
del conocimiento, desde las más operacionales hasta las más metafísi-
cas. Especialmente cuando es usado relacionado con la ciudad y lo
urbano, tiene muchas acepciones disímiles, encontrando incluso obras
tituladas “Imaginarios urbanos”(García Canclini, 1997; Silva, 2006)
que teniendo el mismo título y referenciándose mutuamente, usan el
término de manera distinta (y difieren además de cómo se utiliza en
esta tesis). Para fines de este estudio se presentan varias definiciones,
que aunque no se ajustan todas con precisión a como ha sido ocupado
aquí el término, iluminan su alcance semántico.
Uno de los tantos estudiosos del imaginario es Miguel Rojas Mix, inte-
lectual que coincide tener un estrecho vínculo al periodo de la Unidad
Popular, por su participación en la creación del Museo de la Solidari-
dad. Por consiguiente, Rojas Mix resulta ser un importante productor
del imaginario político-cultural del periodo, por lo que sus definicio-
nes conceptuales se ajustan apropiadamente a parte del problema que
aborda esta tesis.
Rojas Mix usa una definición de imaginario más sintética pero fuer-
temente visual. El imaginario consistiría en el “sistema de imágenes”
o “el encadenamiento de imágenes, con vínculo temático o problemá-
tico, que se recibe a través de diversos soportes o medios audiovisua-
les, y que constituyen un corpus temático o que!el ciudadano interio-
riza como referente” (Rojas Mix, s. f.-b). En el caso de su área de estu-
dio, los imaginarios son una herramienta para entender a Latinoamé-
rica como un concepto cultural y como una identidad, espíritu que
inunda la época que estudia esta tesis y que será ampliamente tratado
en el capítulo III, como parte del marco cultural.
13
cimiento del imaginario como instrumento político, lo confirma como
estrategia consciente.
Las definiciones dadas por Rojas Mix describen con claridad la políti-
ca del gobierno de Allende —particularmente visual— y explican la
relevancia y existencia de estrategias estéticas; pero no asignan la im-
portancia necesaria a la producción social del imaginario, que sería el
origen de estas estéticas.
16
imágenes, pinturas, películas que hablan de la ciudad, ha formado un
imaginario múltiple”.
Lacarrieu (2007) traza, con especial relevancia para este trabajo, una
línea divisoria entre lo que denomina las imágenes urbanas y los
imaginarios: “las imágenes urbanas son mayormente construcciones
oficiales y oficializadas que operan en tanto instrumentos de poder y
control impostando políticas de lugares. En cambio, los sentidos de
los lugares son emergentes del conjunto de imaginarios compartidos
por los diferentes grupos sociales”. Como plantea la autora, esta defi-
nición polariza a las imágenes provenientes del poder público y los
imaginarios del cotidiano particular. Las imágenes serían producto del
orden social, interpretadas, estructuradas e incorporadas por los suje-
tos; los imaginarios, en cambio, se nutren de las imágenes y las con-
sensúan o disputan con el paisaje. En consideración de lo anterior, la
producción cultural de la UP podría considerarse como la elaboración
compleja pero finalmente oficial, de una imagen. Sin embargo, una
constitución sistémica de partes, y especialmente la contradicción en-
tre estas partes, hacen que la imagen oficial diluya sus bordes en el
18
fondo del imaginario. La relación que hace la misma autora entre las
imágenes con el patrimonio monumental o material, y los imaginarios
con el patrimonio inmaterial, es iluminadora también de los aspectos
materiales de la obra de Allende y su posterior trascendencia histórica
o patrimonización. Según la autora los imaginarios tienden a des-patri-
monializarse (sic.), a situarse en las diversas “memorias sociales, que
son ejercitadas y trabajadas por cada grupo social en función de sus
intereses”.
3. Estética y política
A lo largo del tercer capítulo de la tesis se buscará reconstruir las esté-
ticas que rodearon la producción cultural del Gobierno Popular. En
palabras de Ballent (2005), se indaga en “las formas en que la política
emplea imágenes visuales para identificarse. [...] la política no crea
formas, sino que resignifica formas existentes”. Es precisamente esa
resignificación de una iconografía proveniente de expresiones popula-
res lo que constituye una de las características principales de la pro-
ducción cultural de la Unidad Popular. De la misma manera que otras
ideologías modernas, el proyecto socialista chileno construye su pro-
pia estética, que busca validarse en la fidelidad de la reproducción de
sus propias inspiraciones populares. En medio de esta producción es-
tética, el Parque O’Higgins aparece como un artefacto complejo, en
que confluyen con menor depuración las complejidades que confor-
man una visión de lo popular.
20
motor de esta tesis es la disociación (al menos aparente) que hay entre
el mito del pintoresco y el discurso del gobierno socialista.
21
4. El parque, artefacto político y cultural
1 Traducción propia.
2Bauman no hace mención específica del parque como ejemplo de utopía. La asociación de conceptos es pro-
pia.
22
una idea moral y social, y por consiguiente interv[enir] como un
agente activo que contribuye a la cristalización de los sueños difusos.”
De este modo, el parque como artefacto utópico se instala también en
el territorio de las ideas-imágenes mencionadas por Baczko (1984), de
las que la utopía se sirve para constituirse a sí misma. Y en ese senti-
do, hace posible su definición como una suerte de imaginario habita-
ble, aspecto que cobrará especial importancia en la relación del Parque
Cousiño - O’ Higgins con la identidad nacional, y que será mejor ex-
plicado en el capítulo II.
3 Traducción propia.
24
llegaría a afectar sin trabas, naturalmente, al resto de la sociedad”
(Gorelik, 1998). De este modo, el contacto social dado en el parque se-
rá visto por los reformistas como una suerte de bálsamo que, en pala-
bras de Sarmiento, sirve “hasta para suavizar, mejorar, purificar, en-
noblecer los sentimientos de las multitudes, dando formas más suaves
a estas luchas duras y severas que engendra la democracia” (op. cit.).
Este espíritu apaciguador resulta clave para la tesis de contradicción y
complejidad discursiva del reformismo de la UP. El concepto de
parque como lubricante social, será lo más lejano al “espacio friccio-
nado” que acompañaría la revolución (Sennett, 1994), pero paradóji-
camente será el espíritu que, como se verá más adelante, inspirará el
diseño del parque en el Gobierno Popular. Quizás es también balsámi-
co el espacio que imaginó Allende al referirse a “las grandes alame-
das” por donde pareciera avanzar el hombre libre en un calmo epílo-
go de la lucha de clases.
4Extracto de una carta publicada en The Times en 1847 luego de la inauguración del Victoria Park en Londres
y que puede ser recuperado de http://www.victorianlondon.org/entertainment/victoriapark.htm. Traduc-
ción propia.
25
concepto “espacio público”. Concepto que, en ese espíritu, el mismo
autor explica como “una categoría que carga con una radical ambi-
güedad: nombra lugares materiales y remite a esferas de la acción
humana en el mismo concepto; habla de la forma y habla de la políti-
ca, de un modo análogo al que quedó matrizado en la palabra polis”
(Gorelik, 1998).
5Frase citada en inglés en el texto editorial, ("Great thinking," 1981). La traducción presentada en este escrito
está hecha, sin embargo, del original francés por presentarse discrepancias con la traducción dada por la pu-
blicación italiana. En la revista, los términos vagabond y égaré (errante y extraviado) son traducidos como “ca-
prichoso” y “desconcertante” respectivamente, versión poco fiel al texto francés, pero sin duda aún más su-
gerente que la cita original arriba presentada.
26
En base a las distintas definiciones del concepto pintoresco, se pueden
distinguir al menos cuatro elementos que en su acción simultánea ins-
cribirían una estética en el espíritu pintoresco: la composición simbó-
lica, la selección de fragmentos, la constitución de una mirada y el di-
simulo; todas ellas se explican a continuación.
33
Fig 2-1 Parque Cousiño en planimetría urbana de Santiago a partir de 1875. Ver tabla de ilustraciones para fuentes.
34
35
Capítulo II
El imaginario del Parque Cousiño
antes de ser O’Higgins
Fig. 2-5 Fragmento de Plano de Claudio Gay de 1831 en que se aprecia el Callejón de Padura y chacras hasta unos 400 metros al
sur de la Alameda.
39
mente.
41
Fig. 2-7 Fragmento de Plano de Mostardi Fioretti de 1864. Se distingue una cuádruple alameda que rodea el terreno, el cerrito del
polígono de tiro, los edificios de la Penitenciaría, el Cuartel de Artillería y el Presidio Urbano.
7Montículo que dará origen al denominado cerrito, que según Baeza y Larrain data de 1848 y que Fried y
Acuña datan erróneamente del 68.
42
como signo de bienestar social: una cita de Martín Rivas —novela de
1862— versa: “En Santiago, ciudad eminentemente elegante, sería un
crimen de lesa moda el presentarse dos domingos seguidos con el
mismo traje” (citado en Calderón, 2004). Sin embargo, otra cita de la
novela presentada por Martínez (1973) destaca el carácter criollo de
los atavíos huasos de hombres y caballos en el paseo.
4. El Parque Cousiño
La transformación del baldío en un parque francés sería una imagen
perfilada principalmente desde las mentes de dos personajes clara-
mente identificados: El intendente liberal Benjamín Vicuña Mackenna
y su amigo personal, el magnate Luis Cousiño Squella. La tradición
asigna a la figura del benevolente empresario no solo la donación del
parque sino que también la autoría de la iniciativa, sin embargo, la
historia es un poco más compleja. El intendente tendría una ventaja en
la autoría de la idea aún respecto a aquella versión: Hidalgo (2009)
establece una mención del parque por parte del Intendente en un dia-
rio de viaje de 1853-55, y Baeza (1959) señala que en el texto de Vicuña
Mackenna “La ciudad de Santiago en 1856” ya se menciona también
la transformación del Campo de Marte en un bosque urbano: “Sería
un espléndido regalo para el ornamento de nuestra ciudad y comple-
tar los atractivos de ese paseo de La Pampa, que con el tiempo tendrá
pocos rivales aún entre las más opulentas capitales.” Aunque no esta-
ba contemplado entre de los veinte proyectos mencionados por Vicu-
ña Mackenna en “La Transformación de Santiago” (1872), el Parque
Cousiño, junto con el Camino de Cintura y los paseos del cerro Santa
Lucía, serían las tres piezas fundamentales del programa urbano que
pretendía insertar a Santiago en la modernidad. Esta tríada ilustra el
espíritu visual que inunda el urbanismo de Vicuña Mackenna: la cons-
trucción de un contorno con el Camino, de un punto de vista con el
Santa Lucía, y de un jardín urbano con el parque (Hidalgo, 2009). Por
otra parte, la tríada ilustra lo tributario de la ciudad europea que re-
sultaba el imaginario del intendente, incluso en sus aspectos más sim-
bólicos. La exposición de la ciudad como espectáculo de modernidad
que construye Alphand en los miradores o points de vue de Buttes-
Chaumont y Montsouris (Marceca, 1981) requiere en la adaptación
criolla la construcción también de esa ciudad-espectáculo, tan diferen-
te al disperso y todavía colonial Santiago de la época. En el imaginario [2-8]
decimonónico el jardín responde al lugar de enfrentamiento de los
opuestos naturaleza y cultura: como interpreta Zubiaurre (2000) “[...]
las virtudes de la naturaleza necesitan, para que resplandezca su sig-
nificado, contraponerse a la depravación y los vicios de la ciudad”. En
esa escenificación urbana del progreso, la provisión de un parque pasa
43
Fig. 2-8 Fotografía de Santiago sur tomada hacia 1860 en la que se aprecia el aspecto colonial
que aún tenía la ciudad.
a ser una pieza clave: el Parque Cousiño, jardín sin ciudad, se configu-
ra así como una doble figuración: no solo es la construcción de la ima-
gen del soñado parque parisino, sino que también de toda una ciudad
posible que le hará contraste.
8La cita proviene del volumen de la obra de Vicuña Mackenna titulado “Miscelánea”, 1849-1872 y es extraída
del texto de Baeza (1959).
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Todos del ámbito privado, los antiguos jardines chilenos son descritos
por Mary Graham en su diario: los Parques de Viluco, Peñalolén, de
los jesuitas en Calera de Tango, la Quinta Vergara y la Hacienda de
San Miguel en San Francisco del Monte (Baeza, 1959).
9La nota y otra documentación presentada por Baeza, contradice la aseveración equivocada de Laborde acer-
ca de la inclusión de los árboles en la donación de Cousiño.
10 Datado erróneamente el día 20 en el artículo de Aravena.
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(1959) documenta también una comisión de diseño designada por la
Municipalidad en 1870, dirigida por Manuel de Arana y el Capitán de
Ingenieros Civiles, Señor Pinto, e integrada por Carlos Irarrázabal,
Ricardo Montaner y Zenón Freire. Todo lo anterior confirma la autoría
del diseño del Parque Cousiño en el ingeniero Manuel de Arana Bóri-
ca, quien también hará entrega del proyecto terminado al Municipio,
en nombre del empresario, lo que señala una participación continua
Fig. 2-10 Avenida de la Elipse. c.1903. en los trabajos.
11 Mientras Laborde (2006) se refiere al paisajista como Gustave Renner; otros (Aravena, 1999; Baeza, 1959;
Cornejo, 1998; Hidalgo, 2009) se refieren a Guillermo Renner (que sería presumiblemente el nombre correcto).
Domínguez (M. Domínguez), en cambio, utiliza en algunas ocasiones Gustavo y en otras Guillermo. En la
literatura relacionada se encuentran de manera alternada y casi con la misma frecuencia el nombre de Gusta-
ve y de Guillaume, refiriéndose sin duda, al mismo personaje que diseñara los parques de Macul para los
Cousiño, la hacienda Bucalemu, las Majadas de Pirque, la Plaza de Armas de Talca y de Santiago (1895), en-
tre otros. De Ramón (2000) omite la presencia de Renner y sin embargo, menciona la asesoría de otro paisajis-
ta francés: Renart, del cual no hay mayores antecedentes. Baeza (1959) menciona en cambio, que la jardinería
propiamente tal del proyecto, habría estado a cargo de Streit y Beaumont, quienes habrían efectuado trabajos
en la Plaza Los Gamero y el Cerro Santa Lucía.
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es un directo heredero del paisaje francés alphandiano, con un gran
protagonismo de los árboles, el uso de parterres, la recreación de rin-
cones románticos como lagunas, grutas, puentes y glorietas de arqui-
tecturas eclécticas y la profusión de estatuaria clásica.
Resulta quizás más fácil imaginar que los pobres no respetaron ni res-
pondieron los gestos y reglamentos excluyentes, que imaginar de qué
manera podría haberse materializado su aplicación en los paseos. So-
bre todo si los cuerpos de vigilancia fueron un recurso tan escaso co-
mo acusan los hechos y opiniones expresados en la prensa, que seña-
lan que las policías apenas daban abasto para evitar los crímenes (Fi-
gueroa, 1994), menos hace sentido imaginarlas destinando recursos
para ahuyentar de las praderas a los mal vestidos y echados. Domín-
guez (2000) y Vicuña (1996) comparan erradamente el Parque Cousiño
con espacios privados que sí contaron con mecanismos para restringir
14Documentado en los ejemplares de El Ferrocarril del 21 de agosto y del 6 de septiembre de 1872, citados en
Figueroa (1994) y Cornejo (1998).
15 El Ferrocarril, 6 de septiembre de 1872, citado en Figueroa (1994).
53
el acceso, como el Club Hípico, el Club de la Unión y el Teatro Muni-
cipal.
Según varios autores (Cornejo, 1998; Figueroa, 1994) a pesar del ajar-
dinamiento, la elipse y los desfiles permitieron que, al menos la cele-
bración popular de Fiestas Patrias continuara teniendo lugar en el [2-21 a
2-26]
parque, dando lugar a un momento registrado de ocupación hetero-
génea. Cornejo (1998) documenta con una nota de prensa la costum-
bre en el lugar de celebrar además el denominado “dieciocho chico”,
revista de tropas que se realizaba en la elipse el primer domingo de
septiembre: “una enorme porción de gente del pueblo acude al parque
a presenciar esta revista preparatoria, después de la cual se organizan
fiestas populares”.16 Una descripción más elocuente de la penetración
del arrabal en el jardín se lee en otra nota sobre las fiestas del diecio-
cho: “¡Qué pintoresco campamento el del Parque Cousiño! Lo que la
vista alcanza a abarcar es una pequeñísima parte de ese infierno hu-
mano que bulle como un enjambre bajo los árboles, y se agita como un
reguero de pólvora encendido. Si el curioso se detiene un solo instante
en el medio de la ancha avenida que rodea la elipse, verá pasar un so-
lo grupo, formando una sola compacta corriente, coches, carretones,
golondrinas, gentes de a caballo, huasos, militares, hombres de a pie,
mujeres con elegantes y chillones trajes de percal.”17 Incluso, a princi-
pios de siglo XX y como combate de lo anterior se intentó en una rara
ocasión, el efectuar una refinada versión “de salón” de las chinganas,
con el uso de alfombras, cortinajes y sillones. En la misma empresa,
las fondas de 1892 y 1907 fueron decretadas libres de alcohol (Salinas,
Prudant, Cornejo, & Saldaña, 2007). A pesar de ello, la chingana siguió
reviviendo a “La Pampa” en nombre y espíritu, cada septiembre en el
jardín.
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Fig. 2-24, 2-25, 2-26 Fiestas Patrias de
1940.
57
asignar burlescamente el parque como lugar de vacaciones a quien no
puede costear un viaje fuera de la ciudad.
20 Mientras algunos autores consignan que se ignora el paradero de los portones, Larrain (1962) señala que en
la fecha del retiro habrían sido comprados al menos en parte, por Matías Errázuriz e instalados, en su pro-
piedad de Zapallar.
21 Según Swinburn (1996), el cierro del parque habría sido retirado deliberadamente por autoridades “popu-
listas”, que sin más antecedentes, no se sabe si hacen referencia a las autoridades municipales o a la presiden-
cia de Carlos Ibañez del Campo. Aravena (1999) menciona en cambio en la década del 30 un robo paulatino
de la reja, situación materialmente improbable.
22Fried y Acuña (1985) y Cornejo (1998) fechan en 1904 la fundación del Club de Tenis de Santiago mientras
que Baeza (1959) señala 1910 como la fecha de instalación de ambos.
60
En 1912 23, se instala en el parque un “panorama” de la Batalla de Mai-
pú, montaje propio de las exposiciones y ferias de variedades de la
época, que consistía en la reproducción a escala natural de una escena
valiéndose de fondos curvos pintados de manera realista y una re-
construcción escenográfica del primer plano con maniquíes vestidos.
El fondo, de dimensiones colosales, habría sido pintado por el pintor
realista italiano Giacomo Grosso24(Plath, 1997) que gozó de cierta fa-
ma en su época especialmente por la pintura de desnudos. La atrac-
ción fue cerrada en 1944 cuando el abandono la tenía completamente
Fig. 2-29 Fachada principal Hogar Parque
Cousiño. deteriorada. La construcción redonda es aprovechada un tiempo co-
mo dependencias administrativas municipales (a la fecha del estudio
de Baeza, 1959) y posteriormente daría origen a lo que se conoce como
Anfiteatro Griego.
23Plath fecha el artefacto para el primer centenario de la república en 1910, sin embargo, Baeza lo documenta
en 1912.
24No Brosso, como menciona el libro de Calderón citando un artículo de Enrique Bunster, y que repite erra-
damente Swinburn en su artículo.
25En entrevista personal hecha el 7 de abril de 2010. Miguel Lawner es arquitecto y se desempeñó como Di-
rector de la CORMU durante el gobierno de Allende.
61
como parte de un problema no sólo humanitario sino que productivo:
“El capital humano que es la base fundamental de la prosperidad eco-
nómica de un país, ha sido subestimado y ha estado abandonado a su
propia suerte”. El mejoramiento del capital humano resulta una tarea
prioritaria para la economía: la población “debe ser mejorada y acre-
centada a base del número y de la calidad de los habitantes autócto-
nos; su crecimiento progresivo, es la condición primera de la prospe-
ridad de un país, y resulta del estado de salud y de cultura de sus
componentes”. En el texto, se plantea también que el capital humano
incide en la valoración del país por sobre otras formas de riqueza ma-
Fig. 2-31 Axonométrica de proyecto del Ho- teriales. En ese marco la primera Expo Vivienda sería organizada por
gar Parque Cousiño en donde se aprecia la Allende, en un recinto diseñado por Enrique Gebhardt, arquitecto co-
concepción paisajista.
laborador de Aguirre en la edificación del Hogar Hipódromo Chile.
62
La historia del parque a partir de la década de los cuarenta está mar-
cada por un hecho simbólico: en 1946, es escenario del asesinato y vio-
lación de una niña de cuatro años, Marina Silva Espinoza, a manos de
su padrastro (Aravena, 1999). Se consagra así la imagen del parque
como un lugar peligroso. En el lugar del hecho se levantó una animita
que por una parte se transformó en lugar de devoción popular, y por
otra, inauguró de manera señera la ocupación delictual del parque
otrora aristocrático.
65
66
Fig. 2-33 El Parque Cousiño como escena-
rio de situaciones diversas. (Ver tabla de
ilustraciones para detalle)
67
Capítulo III
El imaginario oficial: La dualidad
pintoresca - racionalista en el
proyecto estético de la UP
1. Estéticas paralelas
Pero también, aunque por una parte el paisaje rural ofrece este alivio
bucólico, sobre todo es imagen ideal en su aspecto contrario geórgico
o como espacio productivo: Por una parte es metáfora ideal de equi-
dad en la distribución territorial productiva y por otra es lugar de es-
parcimiento, elemento fundamental en la racionalidad de la cadena de
producción (y del cual el parque popular sería instrumento ilustre).
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Para hacer un análisis un poco más sistemático del imaginario expues-
to a través de la representación, se analizan aquí tres escenarios: la
cultura popular oficialista, las vanguardias plásticas y la arquitectura.
Los tres comparten la característica típica de la época de ser expresio-
nes colectivas, o al menos intentar poner en crisis esa condición: “Co-
mo en ninguna otra época de la historia de Chile, lo que entonces ad-
quirió relevancia fue el anonimato en contraposición a la individuali-
dad. Los autores, los artistas, se hacen a un lado para dejar lugar a la
multitud, a la mayoría, que ocupa los espacios y los tiempos de la ciu-
dad como sujeto colectivo.” (Rodríguez-Plaza, 2004)
72
4.1. La canción folclórica popular
Durante la Unidad Popular, la música folclórica con contenido social
fue institucionalizada bajo la denominación de Nueva Canción Chile-
na. La NCCh tendría precisado su origen en el año 1965 en el mes de
Julio, cuando se abre la Peña de los Parra, y son definidos sus inte-
grantes originales con los nombres de Angel e Isabel Parra, Rolando
Alarcón, Patricio Manns y Víctor Jara (Rodríguez, 1988). Descendien-
tes directos de la línea de Violeta Parra, y Margot Loyola a través de
los conjuntos Cuncumén y Millaray, continuarían una línea de rescate
tradicional popular purista que buscará limpiar lo más posible el esti-
Fig. 3-1 Conjunto Cuncumén.
lo de las influencias patronales. Bajo la misma premisa inmunológica
mencionada anteriormente, será la canción de denuncia y exacerba-
ción social la que contará con mayor aprobación, tomando distancia
del folclor paisajista aburgesado que hasta entonces contaba con ma-
yor difusión. La temática se ampliaría a nuevas áreas, muchas de ellas
distantes del mundo rural y costumbrista. Los nuevos motivos litera-
rios de la NCCh serán la recuperación del cobre y los recursos en ma-
nos de explotaciones internacionales, la unificación latinoamericana,
la Reforma Agraria, la guerra de Viet Nam, las condiciones de trabajo
obreras, la vida en las poblaciones, entre otros.
73
lo que se logra es establecer un linaje purificado que dará lugar a nue-
vas formas y expresiones en un marco urbano y con temáticas más
amplias que las rurales.
Pero esta mirada ruralista compartiría escenario con una estética ex-
presionista despojada de toda candidez, que tendría su culminación
en la canción de protesta, netamente urbana y de sonoridad más hí-
brida. Dentro de esta rama dura, hay una música que se queda en el
folclor, operando la denuncia desde las formas clásicas de ese territo-
rio, como el caso de Quelentaro antes del Golpe de Estado. Otros op- [3-5]
tan por la canción abiertamente proselitista e incorporan a la base
Fig. 3-6 Conjunto Quilapayún.
folclórica, sonidos provenientes de una variada gama de influencias.
Los más ecléticos y radicales serían los Quilapayún, con discos espe-
cialmente políticos como Por Viet Nam (1968), Basta (1969), el experi- [3-7]
mental La Fragua (1973) y el anaeróbico Vivir como él (1971). El elabo-
rado producto de esta tendencia se emparentaría con un expresionis-
mo moderno, caracterizado por una mayor hibridez musical, con un
contenido directo y una puesta en escena sintética y severa. Al respec-
to, una elocuente descripción se lee en el texto de Rodríguez (1988):
“Buscaron entonces la síntesis: el poncho, símbolo de la prenda del
trabajador, pero de un solo color, en oposición a la ‘manta de tres colo-
res’ que representa la ‘alegre vida del campo’. [...] El conjunto Quila-
payún llega a la escena vestido de riguroso negro. [...] no sólo indicaba
sobriedad sino también rebeldía, [...] tuvo por función no distraer al
auditorio con colores diversos para que la atención se concentrara to-
Fig. 3-7 Quilapayún, “Basta”, 1969. talmente en el mensaje de las canciones.” [3-6]
El sello DICAP (Discoteca del cantar Popular) fue creado en 1968 por [3-8]
la Comisión de Cultura de las JJCC, y sirvió de registro para aquel
76
imagen de la gente postergada, del proletariado, hizo eco de sus de-
mandas sociales, los reinterpretó, y en ese proceso de reinterpretación
visual recuperó igualmente la visualidad cultural del altiplano, los
diseños olvidados de la cestería y de la alfarería.” (Vico & Osses, 2008)
Loa autores plantean también que la modernidad habría permitido
que ideas tan disímiles como el hippismo liberal, el pop y el marxis-
mo, convergieran en un mismo proyecto cargado de contradicciones
enriquecedoras.
4.3. El muralismo
El repertorio de imágenes del cartelismo se nutre y tiene a la vez, di-
recta repercusión urbana en el trabajo de las brigadas muralistas, que
al ocupar el espacio público, instalarían esta estética popular en el pú-
Fig. 3-12 Julio Escámez - Mural Farmacia blico general, traspasando los límites del círculo consumidor de la cul-
Maluje, Escena de la vacunación. tura oficial.
29 Otra autora fija el inicio del mismo curso en el año 33 (Domínguez 2006).
78
se había desarrollado hasta el momento en el ámbito formativo (Cas-
tillo, 2006).
Según Castillo, sólo en la campaña del 70, son formadas las brigadas
como grandes grupos organizados de voluntarios aficionados dirigi-
dos por unos pocos expertos 30. Las brigadas despiertan entonces el
interés partidista y son incluidos oficialmente en la estrategia electoral
(Castillo, 2006). Durante la campaña, las brigadas se concentran prin-
cipalmente en pintar consignas escritas. Una vez producido el triunfo
del 71, las brigadas continúan su trabajo e incluyen el dibujo figurati-
vo en los murales (Castillo, 2006). Del eslogan político se migra a una
expresión cada vez más figurativa, que con una masiva difusión cum-
plió un rol de arte al aire libre con un objetivo cultural o “arte para el
pueblo”.
Fig. 3-15 La tetera, vehículo BRP.
Las tres brigadas principales se identifican con los dos partidos prin-
cipales de izquierda: la Brigada Ramona Parra (BRP) conformada por [3-14]
las Juventudes Comunistas, la Brigada Elmo Catalán, integrada por la
Federación de la Juventud Socialista y la Inti Peredo, relacionada al
Partido Socialista. Estos grupos se caracterizaban por su fuerte prose-
litismo político y partidista, cuyos integrantes se identificaban con el
perfil de artista comprometido con la realidad contingente, especial-
mente con las condiciones de pobreza. A medida que los grupos fue-
ron madurando, supieron construir una estética mística en torno a su
trabajo, como los integrantes de la BRP, ataviados con overoles y cas-
cos obreros y transportados en un llamativo camión desvencijado
apodado “la tetera”. La denuncia, la celebración y la instrucción, se- [3-15]
rían las tres actitudes que compartirían espacio en el trabajo de las
brigadas.
31
Extraído del texto del Catálogo de la Primera Exposición de Rectángulo, 25 de Septiembre de 1956. Docu-
mentado el el libro Chile - Arte Actual (Ivelic y Galaz, 1988).
82
se produce una asociación directa del arte abstracto y su controvertido
espíritu revolucionario con el comunismo, y de la pintura figurativa
con el conservadurismo de derecha. Sin embargo, una evolución pos-
terior de los discursos estéticos, revertiría esta asociación. El papel del
artista como denunciante político, llevaría a que un grupo retome lo
figurativo para estructurar de manera explícita un discurso desde el
cuadro. En este nuevo escenario, el arte geométrico va quedando rele-
gado a un papel comparativamente apolítico.
Fig. 3-18 Guillermo Núñez: El arado en la
tierra tierra: América empieza ahora, 1963.
En los años 60 se producirían acontecimientos nacionales e interna-
cionales que por una parte, gatillarían el quiebre con la corriente con-
servadora y, por otra, acentuarían un imperativo compromiso del arte
con la contingencia histórica. Las muertes de Kennedy, Luther King y
el Che Guevara, la guerra de Viet-Nam, la llegada del hombre a la lu-
na, la Reforma Agraria, la Promoción Popular, la Reforma Universita-
ria, serían caldo de cultivo para un arte comprometido con la historia.
Toman especial protagonismo en todos los movimientos artísticos, los
problemas de América Latina y, a la vez, la adquisición de una “fiso-
nomía” cultural propia y autónoma. El arte se situaría al centro de es-
tos problemas para desde allí abordarlos (Ivelic & Galaz, 1988).
Por otra parte, mientras la gráfica del arte popular oficialista, sin re-
mordimientos, hace eco de las influencias del pop norteamericano, el
arte formal se relaciona principalmente con el ambiente cultural euro-
peo. De esta manera se establecen relaciones de intercambio que per-
miten soslayar el boicot y bloqueo cultural proveniente de Estados
Unidos (Mellado, 2005b), como definiría el propio Allende, la “dura
84
lucha, frente a intereses poderosos -nacionales y extranjeros- que qui-
sieran que el pueblo siguiera aherrojado y al margen de la instrucción
y la cultura” (Allende, 1972).
En otro texto, Mellado precisará más esta relación del arte popular en
la escena del grabado: “Es en la cercanía de los años 60 que artistas
contemporáneos redescubren (reinventan) la gráfica popular, pero no
aquella de dependencia proletaria y urbana, sino otra, anterior, de ori-
gen rural, aunque circulando por la periferia urbana. Estos artistas
validan el reconocimiento del grafismo ruralizante y católico como
una «escena de origen» del grabado, ofreciendo una plataforma de
legitimación a la aparición de «grabador esencial» [...] Es muy proba-
ble que en los años 60, un cierto número de artistas contemporáneos
volcaron su mirada hacia las formas de diseño vernacular. En esta ac-
tividad debían encontrarse con las artes populares agrarias, princi-
palmente alfarería y cestería. En relación al stalinismo gráfico del gra-
bado para-muralista, estos artistas reivindicarían la pureza –por no
decir, la inocencia- de estas formas para introducirlas en el campo ar-
tístico como una «instancia originaria»” (Mellado, 2005a). Continuan-
do con el concepto, el autor lo relaciona con la problemática del linaje
del arte, tradicionalmente burgués, en un ambiente de revolución
popular, relacionando la reproducción seriada del grabado con el con-
sumo: “En ese momento, la seriación se convierte en la plataforma de
reparación sustitutiva con que los artistas comprometidos con las lu-
chas del pueblo entienden lavar la imagen de su origen de clase. La
reposición del muralismo y la emergencia de un discurso auto puniti-
vo que relocalizaba el papel del artista en un (supuesto) proceso revo-
lucionario, afectaron gravemente la tradición de la pintura plebeya.
Esta es una de las razones que me conduce a sostener que durante la
Unidad Popular, más bien, la situación del arte fue regresiva” (Mella-
do, 2005b). En otro texto, el autor alude a la serigrafía, instrumento
tradicional del afiche que se introduce en el arte formal desde el gra-
bado para facilitar la difusión y el posterior comercio de arte: “un
desarrollo tecnológico que estuvo, siempre, en los límites del espacio
de arte, formando parte de la industria de la imaginería social. La
frontera entre la estampería de lujo y la estampería popular es muy
precisa y ambas están subordinadas al comercio de las reproduccio-
nes” (Mellado, 2005a).
85
El enfrentamiento teórico que hasta el momento se ha descrito, refleja
una evolución en los discursos artísticos que sucedía de manera simi-
lar en todo el mundo. Sin Unidad Popular, el mismo debate podría
haberse dado también a partir de la evolución personal de cada artista
que responde a sensibilidades de la época, como ha sucedido en cual-
quier periodo del arte. Sin embargo, el proyecto cultural que lleva a
cabo la UP ya desde su campaña electoral, precipita un desbalance en
los escenarios culturales. El concepto de “utopía concreta”, la posibili-
dad real que se veía en Allende de construir una sociedad más justa
(Rojas Mix, s. f.-c), convocará a la elite intelectual a ser parte del
proyecto revolucionario y comprometer con él su trabajo. El ambiente
artístico de izquierda, sensibilizado a los acontecimientos y por pri-
mera vez empoderado, experimenta una efervescencia política, en
parte espontánea, pero sobre todo, alentada con fuerza desde el go-
bierno. Esto constituye una novedad para el ambiente cultural, que se
ve inusitadamente insuflado, pero a la vez, traerá un conflicto pro-
fundo con la tradición conceptual del arte, de naturaleza burguesa y
elitista. La mayor promoción efectuada por la UP, acelerará la fricción
de la discusión teórica, llevando el concepto de masa y producción al
espacio del museo. A la vez, el artista “comprometido” efectuará
enormes esfuerzos redentores para construir un discurso coherente, y
quizás por primera vez, se verá forzado a redactarlo. Y será también el
artista militante el que será también académico, y por lo tanto, el que
tendrá mayor incidencia en la formación y debate artístico, según la
tradición nacional (Brodsky, 1998). Por todo lo anterior, resulta rele-
vante reconstruir la serie de iniciativas realizadas desde la izquierda, y
que encausarán la producción artística del periodo. El espíritu del arte
comprometido es resumido por Rojas Mix (1982) en un escrito poste-
rior: “En particular el arte de izquierda, en sentido más amplio que el
vanguardismo, es el que se considera un útil. Sirve para destroncar el
antiguo modo de vida, creando uno nuevo sobre la base de la edifica-
ción del socialismo, sobre la base de la apropiación colectiva de los
medios de producción. El advenimiento de la sociedad sin clases pue-
de ser apresurado o frenado por el cuadro de vida.!El arte y los artis-
tas van a trabajar en apresurar este adviento. [...] se trata de proceder a
la apropiación colectiva de la cultura.”
89
A todas estas actividades se sumaron iniciativas de menor impacto
crítico pero de particular relevancia social, como las exposiciones iti-
nerantes en los Balnearios Populares, el desarrollo de Casas de la Cul-
tura, Tren de la Cultura que circuló en 1971 (Ortizpozo, 2008), y otros
de carácter más simbólico, como los nombramientos de “artistas del
pueblo”, premio creado por Guillermo Nuñez en el IAL que recibieran
Pedro Lobos y Carlos Hermosilla.
les de belleza con la burguesía como modelo que imperaban hasta en-
tonces (Moreno Fabbri, 2006). El momento que tendría más repercu-
sión en su obra sería la exposición que dirigiera en 1960 titulada “El
Rostro de Chile” que se montara en la Casa Central de la Universidad
de Chile con motivo de la celebración del sesquicentenario de la inde-
Fig. 3-23 Antonio Quintana, “Día domingo, pendencia. La exposición se monta a partir de un proyecto que ya rea-
villa Alhué”, 1959. lizara desde la década del 50 con 32 fotógrafos bajo su dirección. El
montaje final llegó a exponer un total de 440 copias en gran formato,
de las cuales 165 fueron de autoría de Quintana (Díaz, 2002; Fresard,
2006; Moreno Fabbri, 2006; Varas, 2006). Los personajes y paisajes de
las fotografías fueron recolectados con un especial espíritu coleccionis-
ta, y documental. En palabras de Brugnoli, (2006) en la obra de Quin-
tana “todo resulta coherente con una voluntad documental, en la cual
cada componente confirma su lógica funcional” o, como declara Fre-
sard (2006), documental en el sentido de la transformación que hace
del hecho cotidiano en hecho estético. Lo que Quintana documenta de
manera coleccionista es una suerte de taxonomía social que Brugnoli
en el mismo texto asociaría a un “ejercicio científico”, en donde se re-
copilan, para luego distinguir pedagógicamente, el albañil, el minero,
el agricultor, los niños de la calle, la pobladora. La exposición se per-
cibió como un “descubrimiento del país donde nacimos” (Varas,
2006). La exposición se basa en un guión preestablecido que da cuenta
de los cuatro conceptos más fuertemente ligados al paisaje: “del país,
su geografía, su gente y sus costumbres” (Fresard, 2006). Hay una de-
finición de “un nuevo sujeto histórico, [...] entrégándonos su propia
escena como lugar de su dignidad. Nos deja la imagen de un nuevo
determinante cultural que actuará como extensión del imaginario co-
lectivo” (Brugnoli, 2006).
90
El punto de vista de Quintana es esencialmente moderno, al acusar la
contradicción presente en el triunfo de esta modernidad y sus aspec-
tos siniestros. Su narrativa explícita, cargada de densidad literaria y
hasta novelesca como describe José Miguel Varas (2006), haría que la
fotografía fuera integrada a la gráfica, que hizo la traslación directa
del blanco y negro al alto contraste fácilmente reproducible en la seri-
grafía. La fotografía penetró así en la cultura de masas, contribuyendo
también a construir un imaginario de país; a diferencia de la pintura,
que hubo de infiltrarse en el cartelismo y el muralismo para conseguir
resultados parecidos.
92
La década del 60 estaría definida como el periodo en que se institu-
cionaliza la arquitectura moderna casi sin contrapeso (Eliash & More-
no, 1989). Es entonces cuando comienzan a ejercer los educados bajo
los principios del Movimiento Moderno y que aplican estos últimos
de manera natural a su ejercicio, no ya como un actuar de pioneros
(Eliash & Moreno, s. f.). Prologando el mismo texto, Gutiérrez califica
de “alguien muy conformista o revolucionariamente transgresor” a
quien se apartara de las ideas de modernidad en los años 60 (Eliash &
Moreno, 1989). Obras paradigmáticas de la década serían el Edificio
CEPAL de Emilio Duhart (1960-66), el Monasterio Bendictino de Las [3-26,
Condes de los Hermanos Gabriel Guarda y Martín Correa (1964), y el 3-27]
Edificio de la Copelec de Juan Borchers, Isidro Suárez y Jesús Bermejo [3-28]
(1962).
Fig. 3-26 Emilio Duhart, Edificio de las Na-
ciones Unidas CEPAL, maqueta.
En la enseñanza de la arquitectura, el periodo de 1960 a 1973 se carac-
teriza por un compromiso con la realidad social. En las escuelas, los
estudiantes forman brigadas inicialmente destinadas a prestar ayuda
en los terremotos, pero que por su trabajo en terreno en las poblacio-
nes, incorporan el problema de la marginalidad al repertorio de temas
de los talleres (Moreira, 2003). El periodo se caracteriza también por
un vuelco en el énfasis curricular predominantemente artístico a una
mayor dedicación a los ramos técnicos (Moreira, 2003).
96
Capítulo IV
Parque O’Higgins: “abierto
al pueblo por el Gobierno
del Pueblo”
97
Desde este enfoque habitacional, la obra que el gobierno ejecuta sobre
el espacio público ocupa un muy disminuido segundo lugar en la lite-
ratura especializada. Dentro de los objetivos sociales que busca la po-
lítica de vivienda, el aspecto que tendrá más repercusión en el espacio
público, será el criterio de operar remodelando dentro de la ciudad,
para revertir el proceso de expulsión y segregación social (Raposo,
2001). Estos proyectos de remodelación contarán siempre con la pro- [4-1, 4-
visión de áreas verdes y equipamientos comunitarios, realizados se- 2, 4-3]
Cada cabaña, estaba pensada para una familia de ocho personas, es- [4-10]
tructurada en dos jefes de hogar, cuatro hijos y dos abuelos o allega-
dos. Además, las cabañas podían conectarse para ser utilizadas por
grupos organizados mayores.
101
Fig. 4-10 Planimetría del módulo de cabinas. Según Lawner, el módulo se habría realizado finalmente con una batería de baños comunes en un
edificio independiente.
102
gobierno ha tomado la responsabilidad para que sectores tradicional-
mente prostergados, puedan disfrutar, por primera vez, sus periodos
vacacionales”, rezaba el folleto.
Fig. 4-12 Balneario de Ritoque adaptado como centro de detención después del Golpe de Estado. En la planta se puede apreciar la distribución
típica de un Balneario, ya que los militares prácticamente no modifican los edificios. Dibujo de Miguel Lawner.
103
Deportes y Recreación “con la finalidad de unificar los criterios rela-
cionados con la construcción de campos deportivos y de recreación” 36.
36 Cita tomada del Acuerdo Nº5843 de la Junta Directiva CORMU y fechado el 8 de Julio de 1971.
37En entrevista personal realizada el 16 de abril de 2010. Raúl Jiménez se desempeña como funcionario de la
Oficina de Parques y Jardines y trabaja como administrativo en el equipo que desarrolla el proyecto de
Parque O’Higgins. Entra a trabajar el año 1970 a Parque Metropolitano y, como funcionario ministerial, conti-
núa su labor después del Golpe Militar en CORMU, y posteriormente SERVIU, hasta jubilar el año 2009.
38 Publicado en AUCA nº21, 1971.
104
poniendo especial énfasis en su relación con el paisaje y su composi-
ción plástica. Una vez concluido el Parque O’Higgins, el equipo de
trabajo se traslada al Parque Metropolitano con las intenciones de
acometer una serie de proyectos para su refacción y habilitación.
Además del final abrupto que todo esto sufrió con el Golpe Militar, el
carácter puntual y urgente —y, fruto de esto, a veces precario—, que
tuvo gran parte de este equipamiento público, puede ser la razón de
la generalizada omisión que se hizo de él en las revistas de arquitectu-
ra. Estos documentos subsistieron después de la dictadura como sóli-
dos testimonios de aquella época, en desmedro de la fragilidad de la
memoria y la prensa escrita, que registraron con mayor profusión es-
tas iniciativas.
106
Fig.4-15 Parte de la “oficina en campaña” en el taller de arquitectura, Febrero de 1972. De izquierda a derecha: Verónica Montt, Tiziana
Brandolini, Francisco Delgado, Elisa Damm, Sylvia Damm, Cecilia Van de Wingard, Carlos Martner, Myriam Beach y Virginia Plubins. La
foto es tomada por Raúl Bulnes.
2. Una oficina en campaña para el cometido de un parque popular
41En entrevistas personales realizadas los días 23 de abril de 2009, 9 y 31 de marzo de 2010. Myriam Beach es
arquitecto y paisajista e integra el equipo que desarrolla el proyecto del Parque O’Higgins.
42En entrevista personal el día 16 de abril de 2010. Raúl Bulnes es arquitecto y encabeza el equipo que desa-
rrolla el proyecto.
108
Fig.4-16 Tijerales, calle del Pueblito, Julio de 1972. El Ministro de Defensa, José Toha, el direc-
tor de la Oficina de Parques y Jardines, Pedro Soto, Salvador Allende y el Ministro de vivienda
Jaime Suarez.
109
oriente. Dentro de la CORMU, el equipo de arquitectura estaba coor-
dinado por Yolanda Schwartz, y la construcción por Pedro Soto, quien
dirigía la Oficina de Parques y Jardines.
Carlos Martner, destacado arquitecto del paisaje, cuenta con una mo-
nografía de su obra que, por razones que se intentarán dilucidar más
adelante, sólo menciona lateralmente su participación en el proyecto
del Parque O’Higgins y su trabajo para la UP. Según consta en el texto
escrito por Eliash y Laborde (2003), Martner fue formado como arqui-
tecto en la Universidad de Chile entre 1948 y 1954, recibiendo especial
influencia de sus profesores Fernando Caracci, diseñador y pintor, y
Ventura Galván (Eliash & Laborde, 2003), promotor del purismo mie-
siano (Eliash & Moreno, s. f.). Otras influencias y conexiones formales
mencionadas por los biógrafos son Wright, Aalto, Niemeyer, Burle
Marx y Barragán. Sin embargo, al explorar su obra con más detalle y
sobre todo, al conocer al personaje detrás de la obra, el emparenta-
miento racionalista resulta un tanto forzado. Más bien responde a un
tributo obligado con el que una generación ha buscado validarse y
homologarse insertándose en una hegemónica filiación moderna, que
sin duda, marcó su formación académica, pero que no ha podido re-
conocer el valor de la disidencia. Como se intentará mostrar en este
trabajo, Martner está mucho más próximo a un espíritu romántico,
que si bien se manifestó en formas propias del brutalismo vernáculo,
se alimentan de un alma pintoresca, en el sentido más simbólico del
concepto.
110
Fig.4-17 Salvador Allende y Carlos Martner sobre el talud empastado del Parque. 2 de Mayo de
1972.
43 Motivo cuya autoría es asignada con frecuencia y de manera errónea al teórico moderno Christian Nor-
berg-Schulz y su teoría fenomenológica del lugar, pero que en realidad proviene originalmente del más pleno
pintoresquismo inglés, siendo inventado por Alexander Pope en un poema de una carta fechada en 1731:
“Consult the genius of the place in all;/That tells the waters or to rise, or fall;/Or helps th' ambitious hill the heav'ns to
scale,/Or scoops in circling theatres the vale;/Calls in the country, catches opening glades,/Joins willing woods, and va-
ries shades from shades,/Now breaks, or now directs, th' intending lines;/Paints as you plant, and, as you work, de-
signs.”
111
go). Además, el arquitecto tenía experiencia en el ámbito público, ha-
bía trabajado en el Ministerio de Obras Públicas, en las direcciones de
urbanismo y arquitectura. Luego trabajó como profesor investigador
en la Universidad de Chile, pero hubo de abandonar la docencia para
dedicarse al parque. Como ya se mencionó, Martner ya había realiza-
do durante el gobierno de Frei Montalva, la piscina Tupahue para la
CORMU. Para Martner, con esa obra se inaugura un paisajismo más
funcional, que hasta el momento había ocupado un papel más orna-
mental.
Fig.4-18 De camisa amarilla, Raúl Bulnes, su señora e hijas, se integran junto a los trabajadores
del Parque en una marcha, con motivo de las elecciones parlamentarias de marzo del 73.
112
apartarían para siempre del quehacer privado. A los 30 años, Bulnes
consideró que su trabajo particular ya era una etapa cumplida y que
desde entonces, debía trabajar por el pueblo.
vez terminados los planos. Para él, esto también tenía un dejo angus-
tiante, ya que no permitía ni rectificar ni madurar las ideas ya que
primaba la presión para sacar el proyecto rápidamente. Esta modali-
dad de trabajo se constituirá en un factor relevante para explicar la
estética del parque y su carácter intuitivo y espontáneo. Además, el
trabajo en terreno continúa la tradición paisajista del jardinero que [4-20]
trabaja directamente produciendo la escena con la materia del lugar, y
que fuera la manera de trabajar desde Capability Brown, pasando por
Olmsted, hasta Renner y Praguer.
Por otra parte, el trabajo en equipo hacía que el resultado fuera muy
plural. A pesar de existir directrices generales que unificaban el
proyecto, el trabajo personal no se fundió en un trabajo de equipo, si-
no que se habría resuelto en un trabajo de partes en que cada arquitec-
to se dedicó a algún tema de su predilección, hasta ser mencionados
con autoría por el mismo equipo: se refieren a los juegos de la Ilona
(Büntemeyer) o los juegos de la Myriam (Beach), el Pueblito de Raúl
(Bulnes) y los accesos de la Vicky (Virginia Plubins). Carlos Martner
habría participado en forma general en todo el proyecto, pero según el
equipo, concentrará su atención en la nueva laguna y el paisaje de al-
rededor. La frase de Bulnes “Muchas discusiones internas unificaron
criterios y afianzaron el equipo; siempre el trabajo colectivo se impuso
sobre ciertas debilidades “individualistas” que nos merodearon... (de
tarde en tarde)” (CORMU, 1973) acusa este insoslayable conflicto del
trabajo creativo en un colectivo. Según Bulnes, la cantidad de trabajo
hacía imposible que los cuatro arquitectos abordaran todo. Como ex-
presa Beach, la idea global del proyecto, la recuperación del parque, la
integración de las praderas y el carácter socialista, se acuerda desde
un principio, pero cada diseñador desarrollaba una parte que fue ca-
racterizada según cada autor.
116
Fig.4-21 Planta del anteproyecto.
117
3. El anteproyecto: las imágenes de la figuración
Los técnicos cubanos habrían sido enviados por Fidel Castro como
Fig.4-22 Vista general.
parte de la colaboración que haría la isla con el gobierno de Allende.
Ambos habían sido los artífices del Parque Lenin en La Habana, in-
terpretación insular de un modelo de parque popular que quería ser
trasladado a Chile e implantado en el Parque O’Higgins. Yolanda
Schwartz y Pedro Soto son comisionados por Allende para recibir y
atender durante su estadía los a cubanos. Con ellos se discute durante
la semana entre el 24 y 28 de mayo las alternativas de remodelación
del Parque Cousiño y la Quinta Normal. Esta última se descarta, ya
que aunque fuese más simple el proyecto, requería de una gran canti-
dad de expropiaciones a instituciones y particulares que se han esta-
blecido en el lugar y que habrían postergado hasta por dos años el ini-
Fig.4-23 Embarcadero de la laguna.
cio del proyecto. Por el contrario, el Parque Cousiño ofrecía tres venta-
jas que lo hacían candidato a ejecutarse: no presentaba muchas expro-
piaciones, congregaba una serie de actividades diversas: “de recrea-
ción, populares, cívico-culturales, militares y deportivas”, y permitiría
absorber gran cantidad de mano de obra desempleada para terminar
el proyecto en un año (Quintana & Berrayarza, 1971). Ya en esta ar-
gumentación que prioriza la ejecución del Parque O’Higgins, se lee la
triple instrumentalización —política, recreativa y productiva— de la
que será objeto el parque desde entonces.
Otra idea de la etapa prolonga esta activación del jardín hasta las ho-
Fig. 4-28 Estación del tren.
ras de uso no tradicional, al proponer la implementación de estructu-
ras móviles transformables para “proyectar películas o diapositivas
usando la elipse como un gran anfiteatro durante la noche” (CORMU,
1971). Esta imagen muestra también lo concreta y nítida que resultaba
la figuración del lugar, siempre en relación con el uso más que con la
definición exacta de la forma del espacio.
123
Fig.4-29 El Pueblito en obra, luciendo banderas de la Unidad Popular con motivo de los tijerales. Julio, 1972.
4. El proyecto y la obra
125
4.1. Un parque popular cerrado
Como se ha visto en el Capítulo II, el hecho que el parque se encontra-
ra abierto era contrario a su propia historia. La apertura del parque
provocó el robo de especies y con ello el deterioro del paisajismo ori-
ginal. El tránsito del público, acostumbrado a cruzar por cualquier
parte, termina por desintegrar las huellas del trazado de Arana Bórica.
Transformado en un lugar riesgoso, una de las primeras operaciones
que decide el equipo es cerrar nuevamente el parque, pero no con un
Fig.4-31 Acceso sur en obra.
muro ciego, sino “con una reja transparente que no impide su integra-
ción espacial con el resto de la ciudad y que permite, junto con una
vigilancia permanente, garantizar la protección del público que con-
curre y la mantención y control de la limpieza del parque mismo”
(CORMU, 1973). Beach recuerda que se efectuó una serie de reuniones
para participar a las distintas autoridades las decisiones que se toma-
ban en el proyecto, y que una de las más rebatidas fue la del cierre pe-
rimetral. Según Plubins, el cierre habría estado dentro de las reco-
mendaciones de Quintana y Berrayarza. Finalmente prima la posición
de cerrarse usando una reja lo más transparente posible, de tal manera
que el distanciamiento de barrotes fuera lo justo para impedir que un
niño introdujera la cabeza. Plubins es quien estudia y desarrolla todos
los detalles al respecto. Se crean cinco accesos acompañados de case- [4-31]
tas y con pilastras de albañilería: dos portadas al norte y al sur, un ac-
ceso al sector del Estadio Techado, uno para el Pueblito y otro para el
edificio del Hogar Parque Cousiño, que como se verá más adelante, se
integra al programa del parque.
4.2. La elipse
Se construye en el parque un entorno para los desfiles militares que
tendría una categoría inusitada. Se pavimenta una franja de 65 metros
de ancho por 620 de largo. El mismo Lawner recuerda que se opuso
tenazmente a esta operación: significaba para las obras un costo por lo
menos equivalente al resto del parque. Según recuerda el Director, la
losa de hormigón era una construcción de especial contundencia: te-
nía unos 50 cm de espesor y estaba armada con una doble malla de
126
fierro. Parecía absurdo que la CORMU asumiera esa obra, que en cri-
terio de Lawner, debía haber sido provista por el propio Ejército. Sin
embargo, sería el propio Presidente quien ordenara su construcción,
para hacer caso de la petición expresa que hiciera de ello el General
Carlos Pratts.
45 Traducción propia.
127
Fig.4-33 Parada Militar de 1972, sobre la recién pavimentada pista de desfiles y la tribuna popular de fondo.
4.3. El Pueblito
El Pueblito que finalmente se construye consiste en una serie bastante [4-34]
más acotada de edificaciones que las planteadas en el anteproyecto y
de proporciones considerablemente mayores. En estas se albergarían
15 restoranes típicos, una Ramada Oficial con capacidad para 2.500
personas con escenario y bodega de vinos (CORMU, 1973; Cousin,
1974) y una discoteque ubicada en un enorme molino con ventanas. El
corazón del conjunto estaba compuesto por la denominada “Plaza de
Artesanos” que contaba con una sala de exposición y talleres “donde
se exponen trabajos típicos (terminados y en ejecución)” (CORMU,
128
Fig.4-34 El Pueblito: a) calle principal en que se
aprecia la curvatura de la elipse
b) Plaza de los Artesanos
c) Ramada Principal
129
1973). Por su fragmentación y espontaneidad, el Pueblito resultó una
obra fácil de acometer y propicia para ocupar mano de obra, por lo
que es de las primeras actividades que se realizan en el parque, con el
trazado de la plaza de artesanos “con un planito a mano alzada escala
1/100” (CORMU, 1973).
133
coteca, etc.” (CORMU, 1971), idea que se mantiene al menos hasta fe-
brero de 1972, cuando en una comunicación a los vecinos se lee al res-
pecto del edificio: “se considera la necesidad de ocuparlo para los fi-
nes a que fue destinado”. Finalmente el edificio se define como la
primera oportunidad de ubicación del errante Museo de la Solidari-
dad. Su habilitación es encargada directamente al autor original del
edificio, Jorge Aguirre Silva, quien habría tenido un proyecto de reha-
bilitación del malogrado edificio ya en 1967, en donde pretendía insta-
lar el “Instituto Cultural de Santiago” (Vera, 2010). El edificio quedaría
completamente integrado y accesible desde el parque.
4.5. El paisajismo
En cifras, el paisajismo realizado en el proyecto efectuó la plantación
20.000 nuevos árboles46 e incorporó 53.430 m2 de nuevas áreas de cés-
ped (CORMU, 1973). Según Plubins, el cierre, limpieza y plantación
del pasto recuperó inmediatamente el estado de deterioro en que se
encontraba el parque. Además se implementó un sistema de riego,
desarrollado por Luis Bianchi, que manteniendo el sistema de ace-
quias existente, incorpora aspersores y considera también el riego con
manguera, que permitía dar trabajo a jardineros. [4-38]
136
4.6. La obra del parque como recurso político y laboral
El parque es construido según una modalidad experimental desarro-
llada en el Gobierno Popular denominada Ejecución Directa. Hasta el
momento la CORMU licitaba la ejecución de las obras a particulares,
como sucedía con grandes proyectos como la Remodelación San Borja
y la Remodelación San Luis. Esta modalidad parecía ser demasiado
contradictoria con los ideales socialistas. Los presupuestos entregados
por las empresas privadas para la ejecución de las obras, ofrecían va-
lores hasta un 50% más altos que lo que la experiencia de Bulnes esti-
maba que realmente podían costar. Para eliminar el gasto del Estado
destinado a pagar las utilidades de las empresas constructoras priva-
das y así maximizar el presupuesto disponible, se crea un departa-
mento de construcción en CORMU para desarrollar el parque, que
contrataría directamente la mano de obra y compraría los insumos. La
modalidad de Ejecución Directa se extiende después a otras obras, en-
tre ellas parte de la UNCTAD III, pero tiene su origen en el Parque
O’Higgins y en las personas de Bulnes, Soto y Lawner. Según este úl-
timo, la Ejecución Directa habría sido puesta en practica simultánea-
mente junto a la Remodelación San Luis, proyecto para el cual los pre-
supuestos presentados por las constructoras resultaron prohibitivos.
La experiencia en la empresa privada que había tenido Bulnes es tras-
ladada a las ejecuciones estatales, consiguiendo en su opinión, la cali-
dad y eficiencia que tenían las constructoras particulares.
Las obras del parque fueron una importante fuente de trabajo. Lawner
recuerda que los trabajos eran realizadas con mucho entusiasmo y
compromiso por parte de los obreros, a pesar de algunos conflictos
que existieron por la valoración de muchas horas extraordinarias que
eran demandadas por los trabajos. La planta obrera era de alrededor
de 800 empleados (Cousin, 1974), cantidad que se vio ostensiblemente
aumentada al incorporarse los trabajadores que quedaron libres des-
pués de terminadas las obras de la UNCTAD III. Beach recuerda que
la adición de ese enorme contingente se hizo para mantener las fuen-
Fig.4-42 Obreros concentrados en la Plaza de los Artesanos con motivo de un discurse de Allende.
137
Fig.4-43 Visita de Allende a las obras, el día 2 de mayo de 1972. Caminando delante del Presi-
dente, Jorge Wong, vicepresidente de la CORMU, y en primer plano, un boxeador cubano, parte
del equipo que visitara entonces el país y cuya presencia motiva la visita al parque.
138
5. Algunos referentes: símiles y disímiles
139
edificios. Pintoresquismo sí se puede conseguir. Dejad que vuestros
edificios sean lo más pintorescos que sus artistas puedan realizar, esto
constituye la belleza de una ciudad. Consecuentemente la belleza del
parque debiera ser la otra. Debiera ser la belleza de los campos, los
prados y las praderas, de las grandes dehesas y las aguas quietas. Lo
que queremos obtener es tranquilidad y descanso de la mente. Las
montañas sugieren esfuerzo. Pero además de esta objeción existen
otras de las que podrían clasificarse como de administración domésti-
ca. Es imposible dotar un extenso terreno de ámbito público, de un
fuerte carácter pintoresco; salvo bajo excepcionales circunstancias y
suficiente vigilancia para prevenir la ocurrencia de oportunidades y
tentaciones de deterioro, desorden, indecoro e indecencia, que serían
contrarias a la satisfacción de cada buen propósito para los que el
parque es diseñado”48 (Olmsted, 1870) A pesar de que Olmsted renie-
ga de la practicidad del estilo en su versión más escarpada y románti-
ca, el pintoresco está en su paisajismo en la composición bucólica y en
la figuración de imágenes claramente compuestas y definidas: “No
hay más bella imagen, y nadie puede estar más complacido en su
propósito social, que la de la hermosa pradera sobre la cual grupos
cobijantes de árboles proyectan amplias sombras y entre los cuales, se
dispersan finas vacas y rebaños de ovejas de cara negra, mientras
hombres mujeres y niños se ven sentados aquí y allá, formando gru-
pos en la sombra o moviéndose entre los bosquetes y remansos”(op.
cit.). Otro concepto asociado a una definición estilística de la jardinería
pintoresca, fue introducido por John Claudius Loudon en el siglo XIX:
el gardenesque —que podría traducirse como jardinesco— es un estilo
que busca diferenciarse de lo pintoresco por no buscar una mímesis
naturalista, sino que efectuar composiciones claramente artificiales,
delimitadas y utilizando preferentemente plantas exóticas. Olmsted
recomendaba una aparición sólo incidental de este tipo de elementos
en un parque, que no interrumpieran el simple fluir de la gente, bien
logrado en el estilo inglés puro (Olmsted, 1870), y define así una pos-
tura social respecto a la forma del jardín público.
48 Traducción propia
140
disfrazado por todas partes ...[un parque no necesitaría] tener rejas —
para mantener la casa abierta y la confianza siempre”(Fein, 1972). El
diseño es un pintoresquismo ecléctico, que escapa del academicismo
neoclásico combinando elementos provenientes de distintas tradicio-
nes. La variedad es una característica buscada deliberadamente: los 36
puentes diseñados por Calvert Vaux son distintos, combinando un
amplio repertorio de recursos desde las formas góticas hasta los dise-
ños modernos del acero.
141
Como plantea Inge Maas (1981) en su artículo, El programa del
parque popular alemán es principalmente un traslado de las costum-
bres domésticas burguesas a un espacio colectivo: se instalan áreas de
juego con cajones de arena, piletas de agua para refrescarse, solarios,
campos de gimnasia y se disponen hamacas en los bosques. Además,
el racionalismo materialista imprime un carácter educativo a los par-
ques, principalmente con la enseñanza de la botánica. Se promueve
una democratización de las actividades burguesas, como la aprecia-
ción del arte, el cultivo de flores, museos, teatros y salas de baile al
aire libre.
143
Más que buscar similitudes entre el trabajo que los asesores cubanos
realizaran en Cuba y el producto final del parque O’Higgins —que de
hecho las hay—, resulta de interés presentar las diferencias fundamen-
tales que existieron entre ambos proyectos y mundos, y que en su di-
sonía, enriquecen el trasfondo simbólico de la experiencia chilena.
49Discurso a los trabajadores de la construcción, 6 de abril de 1961, La Habana. Citado en el libro de Segre
(1989)
50Discurso de Clausura del Primer Encuentro Internacional de Profesores y Estudiantes de Arquitectura or-
ganizado por el VII congreso de la UIA, 29 de septiembre de 1963, La Habana. Op. Cit.
144
su integración con la base, clarificados los contenidos ideológicos y
conceptuales, y la noción de ruptura y aporte, como resultado de una
tarea volitiva de experimentación y búsqueda en la cual se integra
conscientemente la tradición popular [...] con el fin de establecer el
punto de partida de la nueva cultura.” Más adelante en el texto, el au-
tor abiertamente opta, con un sesgo ético en el discurso, por la pro-
ducción de una estética diferente a la de la tradición: “El arquitecto,
como técnico, no debe banalizarse y ser absorbido por el condiciona-
miento del ambiente, perdiendo su capacidad operativa, su peso de
elemento de fractura en busca de una nueva homogeneidad estética”.
Nueva, en tanto tendrá que asumir la difícil tarea de diferenciarse a su
vez de la producción del Primer Mundo, “validarse comunitariamen-
te” y por lo tanto expresar los valores de identidad propios de su am-
biente.
51Artículo publicado en el nº 1 de la revista cubana Espacio, “Un comentario sobre la presencia de la Escuela
de Arquitectura de la Universidad de La Habana en la VI Bienal de Arte de San Pablo, Brasil”en Octubre de
1961 y citado en el texto de Segre (1989).
145
la ciudad se resuelve mediante tres elementos: recorridos peatonales
sombreados, cortinas arbóreas para ordenar y separar las redes, fábri-
cas y almacenes, y una serie de bosques destinados a la “recreación
masiva” (Segre, 1989) integrados por el Lenin, el Parque Metropolita-
no, el Jardín Zoológico y el Jardín Botánico. Además la producción
agropecuaria es organizada mediante cordones o franjas de localiza-
ción.
147
El fantasma de un Disney World “Folk” ronda, según Plubins, desde los
comienzos de la idea. Sin detenerse en el paradigma extremo del
parque de diversiones que no constituye un divertimento arquitectó-
nico y que por tanto no tiene más relación con el proyecto que su pre-
sencia espectral, al menos se presentan en este punto, ciertas referen-
cias que, de alguna u otra manera se emparientan con el proyecto co-
mo influencias admitidas, aunque abominadas todas en algún grado.
149
El folleto oficial la describía “Algo así como una diminuta capital de
un país de fantasía, cuyas azoteas apenas les llegan a las ramas de los
árboles y donde en cada recodo se espera ver la aparición de una ron-
da de enanitos o de una princesa en carroza de cristal.”53 Sin embargo
y como plantea Ballent (2005), en el “país de fantasía” en realidad ha-
bría una metáfora: lo nuevo, más que un mundo quimérico o
imaginario, como es descrito, es en realidad una maqueta de la vida
cívica real, mucho más racionalista que romántica: una atmósfera má-
gica pero con contenido práctico.
151
Fig. 4-47 Fotografía aérea, 1973
152
6. El día feliz
El parque se abrió parcialmente para la Parada Militar del 19 de sep-
tiembre de 1972, y tanto la prensa oficialista como la de oposición co-
mienzan a hablar de aquel evento varios días antes. El diario El Siglo,
publica en portada las preparaciones para el desfile ya el día miércoles
13. En la nota se da cuenta de las modificaciones que sufriría la Parada
a partir de entonces, fruto de la reestructuración del espacio del
parque: “solamente el Escalón Escuela rendirá honores al Presidente.
El resto de las tropas se ubicarán en las vías de acceso a la elipse a la
espera del desfile”. El jueves 14, el mismo medio en otra nota señala:
“llamó la atención la falta de polvareda, fenómeno natural en otros
años. Ahora se reemplazó por el ruido que producen los equipos pe-
sados y los cascos de los caballos en el roce con el pavimento.” En la
nota se consigna también el avance de las obras del talud y que este
año se presentara sin cubierta de pasto. El Mercurio del día 16 publica
en su interior una nota de las preparaciones. El domingo 17 el diario
de oposición presenta en su portada una foto desde la tribuna oficial [4-48]
hacia el oriente, sin embargo corresponde a un desfile anterior: no está
el talud, y en ella se puede apreciar la forma del espacio antes de que
se hicieran las modificaciones. El diario, sin embargo, no da cuenta de
que se trata de una foto antigua. El mismo día vuelve a estar en por-
tada de El Siglo el ensayo y el mismo martes 19 en el mismo diario,
otra nota anuncia la hora de inicio de las actividades.
153
Sin embargo, desde la primera ceremonia, la acritud ambiental parece
entrar también al hasta entonces aislado jardín de felicidad. El día jue-
ves 2 de noviembre el parque es inaugurado en ceremonia oficial: “La
inauguración se hizo con la asistencia de la Primera Dama de la Na-
ción, Hortensia Bussi de Allende, de los Ministros de Hacienda, Or-
lando Millas; de Agricultura, Jacques Chonchol; de Tierras y coloniza-
ción, Humberto Martones; Secretario General de Gobierno, Hernán
del Canto; del Embajador de Cuba, Mario García; del vicepresidente
de la CORMU, Jorge Wong, de autoridades militares, de Carabineros,
civiles, técnicos, profesionales y obreros que participaron en la obra.
En la ceremonia llamó la atención la inasistencia de autoridades y re-
gidores de la Municipalidad de Santiago, donde un gran sector se
opuso tenazmente, desde un principio, a que la Corporación de Mejo-
ramiento Urbano se apropiara del Parque. Según manifestaron algu-
nos regidores de oposición, la CORMU no tomó en cuenta para nada a
la Municipalidad antes, durante y después de la ejecución de los tra-
bajos de remodelación”, se lee en El Mercurio del día siguiente. Las
causas de la notoria ausencia de Allende a la inauguración de una
obra predilecta, se leen también el la prensa de la época: El país se en-
cuentra bajo Zona de Emergencia, que sólo sería derogada el día 7.
Esto fruto del Paro de Octubre y los disturbios y enfrentamientos que
lo acompañaron. El mismo día de la ceremonia se produce un comple-
to cambio de gabinete, cuyos ministros juran esa misma noche. Fruto
de lo anterior, el General Pinochet, hasta entonces Jefe del Estado Ma-
yor, asume la Comandancia del Ejército en calidad Subrrogante, en
reemplazo del General Prats que asume la cartera del Interior. El fan-
tasma del desabastecimiento inunda los titulares de la prensa no ali-
neada.
Fig.4-48 Fotografía presentada por El Mercurio el 17 de septiembre de 1972 correspondiente a un desfile previo a la remodelación.
154
des. Campeonatos deportivos, competencia de volantines, teatro in-
fantil y adulto, concurso de dibujo para niños, marionetas, conciertos
en el kiosco de los músicos y la plaza de los artesanos, ballet en la
elipse, artesanía en el Pueblito, se contaban entre las actividades que
organiza la Subdirección de Recreación de la Digeder. Según se lee en
un reportaje de revista Ramona, los restoranes del Pueblito no estaban
terminados, y en su remplazo, los obreros del parque organizan una
venta de bebidas en la ramada principal, un evento que llaman minga.
De las descripciones que hace la prensa alineada de la fiesta popular,
se desprende que esta fue multitudinaria y de carácter familiar. Entre
las fotografías se aprecian las masas que se instalan en los claros del
Jardín del Silencio. El Mercurio no hace mención alguna de lo ocurri-
do allí aquel fin de semana.
Fig.4-50 Fotografía del reportaje “Un lugar feliz” publicado en Ramona el 14 de noviembre.
156
Fig.4-51 Familias visitando el parque.
Aunque en general los autores creen que la obra del parque fue vista
con aceptación por todos los sectores, las críticas no demoraron en
aparecer. Los testimonios recuerdan desde la afrenta que representaba
157
para algunos sectores el cambio de nombre, hasta la discusión teórica
sobre el cierre perimetral. Algunos detractores auguraban falta de pú-
blico en los restoranes y se acusaba en el proyecto de un excesivo des-
pilfarro. Incluso, desde el mundo civil, se criticaba la seguridad de los
caballos sobre la pista pavimentada y la dificultad que la dureza im-
primía sobre el “paso de ganso”. El artículo publicado en 1973 por
Martínez hace testimonio escrito de algunas críticas, pero sobre todo
presenta alabanzas al trabajo, calificado como “milagro” efectuado
por un “santo laico e institucionalizado”. Al respecto, se celebra espe-
cialmente la recuperación paisajista y la proporción holgada de cés-
ped. Con citas a Jacobs, el artículo defiende la presencia del cierro, pe-
ro se reclama en cambio, la insuficiencia y excesivo distanciamiento de
los accesos, que no responderían al uso vecinal, acostumbrado hasta
entonces a ingresar por cualquier punto. Se plantea también la urgen-
cia en mejorar la accesibilidad de la trama urbana y finalmente se po-
ne en duda la efectividad del cambio de nombre en la memoria colec-
tiva. Las muchas otras antipatías que despertó el proyecto se transpa-
rentan en la frase de Bulnes: “la última palabra se podrá decir más
adelante, cuando el nuevo parque tenga ya «su historia» [...] y los
«benditos teóricos» de ayer, hoy y siempre, tendrán que inclinarse an-
te la realidad mientras el pueblo (ajeno a sus «teorizaciones») disfruta-
rá de un «día feliz» en Parque O’Higgins”(CORMU, 1973).
158
Capítulo V
La posibilidad de una isla:
la utopía como motor de
proyecto
1. La isla
160
Fig. 5-2 Martner, Soto y Bulnes marchan en la elipse.
161
incorporación de elementos prácticos en el diseño, como el cierre, la
dimensión de las circulaciones, el equipamiento y las praderas.
A pesar que Venturi (1966) expresa con claridad que “una arquitectura
de la complejidad y la contradicción, no quiere decir un expresionis-
mo pintoresco o subjetivo” , lo que se plantea en ese sentido es que la
complejidad y la contradicción no se encontrarían en un problema del
estilo y la expresión de la forma, sino en el reconocimiento de la va-
162
riedad y la ambigüedad, tanto del objetivo de la obra como de la per-
cepción visual: “la complejidad y la contradicción como resultado de
la yuxtaposición de lo que una imagen es y de lo que parece” (op. cit).
En ese sentido el parque tiene una triple condición compleja y contra-
dictoria: en tanto imagen simbólica y aparente, en tanto arquitectura
de inclusión y finalmente en tanto ambigüedad estética respecto a la
obra de la CORMU como totalidad.
165
Carlos Martner, quien no ignora la influencia social y política en la
arquitectura, confirma la figuración de un pueblo como fundamento
de una actitud pintoresquista y romántica en el diseño del parque,
más allá del mismo Pueblito. Para el arquitecto, el pueblo se encontra-
ba dañado y debía ser levantado moralmente, y el divertimento pinto-
resco parecía ser el instrumento más apropiado para ello. El pueblo
era el objetivo principal del proyecto, y hacia allí estaban orientadas
todas las directrices. En palabras de Martner, el espacio reproduce la
realidad política, y en ese sentido el proyecto del parque buscaba rea-
firmar los ideales del gobierno respecto al concepto de pueblo. Cons-
cientes del significado oligárquico del parque original, su recupera-
ción para el uso popular constituye así también una declaración polí-
tica.
Aún más: según el análisis que hace Venturi del imaginario de las
“zonas de placer”, estas comparten cuatro características: liviandad
arquitectónica, la facultad de constituirse como un oasis en medio de
un contexto hostil, la exaltación del simbolismo y la provocación en el
visitante de personificar un nuevo papel distinto al propio (Venturi, et
al., 1977). Con esto se confirma la teoría de permitir el juego arquitec-
tónico en el parque entendido como una zona de placer, no así en el
edificio cívico.
54 Traducción propia.
167
Sin embargo, no pueden elaborarse otros parentescos que los mencio-
nados anteriormente y sí mencionarse diferencias fundamentales. Al
contrario de lo planteado por Silvestri y Aliata (2001), el pintoresco no
encuentra en la cultura pop su epítome, al menos en el caso chileno.
Para concluir habría que responder las preguntas que aún pueden
surgir acerca de este trabajo: ¿Por qué estudiar un parque cuya histo-
ria de precariedades hace imposible el reconstruir un escenario origi-
nal, condición que lo condena bajo el análisis purista del que gusta la
arquitectura? ¿Por qué además, poner en valor una etapa del parque
que parece desaparecida, en un palimpsesto de operaciones que han
degradado su forma hasta lo incomprensible? Y finalmente, ¿por qué
realzar una obra que no ha sido puesta en valor por la historia que
escriben sus propios autores políticos y materiales?
55“El parque eminentemente nacional”, artículo del periodista Hernán Díaz Arrieta (Alone) publicado en
revista Zig-Zag en 1946 y citado por Calderón (2004)
169
bien de esta mirada puede rescatarse un reconocimiento del parque
como artefacto complejo que recibe las huellas de la política, pareciera
que lo anterior fuera un defecto, como si el valor de los lugares se en-
contrara en una concordancia exitosa de sus intenciones políticas y su
forma.
Fig. 5-4 8 de julio de 1972: Celebración de los tijerales. En el podio, el Presidente Allende da un discurso; en la tarima, autoridades de
gobierno y del equipo del Parque; en la silla azul, Augusto Pinochet como Jefe del Estado Mayor del Ejército.
170
Epílogo
171
La sombría anécdota anterior ilustra la máquina de odio y descon-
fianza que es montada para desmantelar de manera sistemática la
obra del gobierno de Allende. En la CORMU se paralizan todos los
proyectos y se da la instrucción de “borrar todas las huellas del pasa-
do”. Cuando se reintegran los funcionarios al trabajo, encuentran los
archivos vacíos. Con ello se pierde casi la totalidad de la documenta-
ción de la obra de la CORMU desintegrándose irremediablemente una
parte importante de la historia de la arquitectura chilena. Hoy, el Ar-
chivo Nacional es depositario de la documentación escrita de la
CORMU, desde 1966 hasta 1976. El periodo 1971-73 es ostensiblemen-
te menos voluminoso: se encuentra solo el tomo de las actas de la Di-
rectiva correspondiente al mes de julio de 1971, junto a los archivos de
las Tomas de Razón y otra documentación varia de la Oficina de Par-
tes.
172
también la teoría de que los planos, de existir aún, se encuentran bajo
el talud.
175
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res.
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Otros documentos
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vo Nacional
•CORMU, carta a los vecinos, 28 de Febrero 1982. Archivo personal Myriam Beach
•MOP, Dirección de Vialidad, Dirección General de OP, Departamento Construcción Sección Labo-
ratorio, “Impermeabilización de la ampliación de la Laguna Parque Cousiño”. Archivo per-
sonal Myriam Beach
Entrevistas
• Myriam Beach, arquitecto y paisajista miembro de la “Oficina en Campaña”, realizada los días 23
de abril de 2009, 9 y 31 de marzo de 2010.
• Raúl Jiménez, funcionario administrativo de la Oficina de Parques y Jardines del MINVU, reali-
zada el 17 de abril de 2010.
185
Ilustraciones
Figura Descripción y fuente
Fig. 0-1 Fragmento de aviso, parte de la campaña promocional efectuada con motivo de la inaugura-
ción del Parque O’Higgins. Fuente: Diario El Siglo, 4 de noviembre de 1972 pág. 16
Fig. 0-2 Santiago desde el cerro San Cristóbal, Fuente: Anónimo (s. f.), Chile Chili, p. 51, Librería
Francesa, Santiago
Fig. 2-1 De izquierda a derecha:
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-Labarca,1893. Guía de Santiago y General para toda la República para 1882 - 1884.
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- Labarca y Blanco, 1895. Guía General de Santiago y Comercial de Valparaíso. Fuentes y
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-Anónimo 1910. Baedeker de la República de Chile.
-Anónimo 1912. Nuevo Plano de Santiago publicado por la Librería Tornero.
-Boloña 1936. Plano General de la Ciudad de Santiago e Inmediaciones.
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Germán (op.cit)
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tel sobre papel. Museo del Carmen de Maipú. Fuente: Hidalgo, Germán (op.cit)
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Travels into Chile and over the Andes in the years 1820 and 1821. Fuente: Martínez, René (op.
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Fuente: Biblioteca Digital Mundial www.wdl.org
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Fig. 2-7 Mostardi Fioretti, 1864 “Plano Topográfico de la Ciudad de Santiago de Chile” Fuente: Mar-
tínez, René (op. cit.)
Fig. 2-8 Fotografía de Santiago tomada desde el Cerro Santa Lucía. Fuente: Hidalgo, Germán (op. cit.)
Fig. 2-9 Adolphe Alphand - Plan de l’ Exposition Universelle de 1867, Les promenades de Paris 1867-
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Fig. 2-11 Postal c. 1904: “Parque Cousiño”. Fuente: www.chilecollector.com
Fig. 2-12 Parque Cousiño: Vista de la laguna y puente c.1890 Fuente: Archivo Fotográfico Museo His-
tórico Nacional www.fotografiapatrimonial.cl
Fig. 2-13 Vista del Parque Cousiño c.1890 Fuente: Archivo Fotográfico Museo Histórico Nacional
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Fig. 2-14 Cerrito. Postal, fecha desconocida. Fuente: www.chilecollector.com
Fig. 2-15 Díaz y Spencer, Fachada del restaurante del Parque Cousiño c.1885 Fuente: Archivo Fotográ-
fico Museo Histórico Nacional www.fotografiapatrimonial.cl
Fig. 2-16 Restaurante, Postal c. 1905. Fuente: www.chilecollector.com
Fig. 2-17 Entrada al Parque Cousiño. Postal sin fecha. Fuente: www.chilecollector.com
Fig. 2-18 Fotografías de Castillo y Parque Lota. Fuente www.nuestro.cl
Fig. 2-19 Alberto Orrego Luco, “Laguna del Parque Cousiño”, 1887, óleo sobre tela, 51 x 90 cm. Museo
Nacional de Bellas Artes, en préstamo al Ministerio del Interior, Palacio de la Moneda, San-
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Fig. 2-20 Carro 19. Fuente: Allen Morrison “The Tramways of Chile 1858-1978” en
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Fig. 2-21 Fogón en Fiestas Patrias del Parque Cousiño, c.1900. Archivo del Museo Histórico Nacional
Fuente: urbatorium.blogspot.com
Fig. 2-22 Fiestas Patrias en el Parque Cousiño, 1902. Fuente: Salinas, Maximiliano, Prudant, Elisabet,
Cornejo, Tomás y Saldaña, Catalina (2007). ¡Vamos Remoliendo mi alma!: La vida festiva
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Fig. 2-23 Fiestas Patrias en el Parque Cousiño, 1902. Fuente: Archivo Fotográfico Museo Histórico Na-
cional www.fotografiapatrimonial.cl
Fig.s 2-24, 2-25 y 2-26
Miguel Rubio, Fiestas de la Independencia en el Parque Cousiño, 1940. Fuente: Archivo Foto-
gráfico Museo Histórico Nacional www.fotografiapatrimonial.cl
Fig. 2-27 “En el Parque Cousiño”, Postal. Fuente: www.chilecollector.com
Fig. 2-28 Torneo de Tenis de Clausura, organizado por el Club de Santiago. Fuente: Revista Estadio, 5
de mayo de 1945
Fig. 2-29 Fachada principal Hogar Parque Cousiño. Fuente: Vera, Cecilia (2010). Los futuros de un pasado
reciente: estrategias de intervención sobre el patrimonio moderno en el edificio Defensa de la Raza Ho-
gar Modelo Parque Cousiño. Borrador de Tesis para optar al grado de Magister en Arquitectura.
Santiago, Escuela de Arquitectura, Pontificia Universidad Católica de Chile.
Fig. 2-30 Bar lácteo Hogar Parque Cousiño. Fuente: www.memoriachilena.cl
Fig. 2-31 Lámina del Proyecto Hogar Parque Cousiño. Fuente: Vera, Cecilia (op.cit)
Fig. 2-32 “Picnic en el Parque Cousiño...”, Revista Ahora, Nº11, martes 29 de junio de 1971, p. 34, Edi-
tora Nacional Quimantú, Santiago.
Fig. 2-33 De izquierda a derecha:
-Miguel Rubio, “Vista del Parque Cousiño en Santiago” 1959.
-17 de abril de 1912: Acevedo, Coemme y El Manco, momentos antes del despegue en el
Parque Cousiño,.
-“Familia de David Navarro y Isolina Cortes con dos de sus hijos, viven en el parque Cousi-
ño”,
Pag. 187 de 211
-Foto aérea Parque Cousiño 1931
-“Carrera turismo carretera, en el parque Cousiño”, Pool Fotográfico Zig-Zag, 1954
-Niños pescando en la laguna del Parque Cousiño: Miguel Rubio, “Vagancia Infantil” 1959.
-Marcelo Montealegre “Parada Militar” sin fecha.
-Marcelo Montealegre “Celebración del Sesquicentenario y comienzo del Mes de María”,
1960
-Marcelo Montealegre “Marcha de la Patria Joven - Campaña de Frei 1964”
-Federico Samsa “Animita de la Marinita”, 2007
-Marcelo Montealegre “Campaña de Allende 1964”