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Había una vez una princesa llamada Ana, que vivía en un gran castillo en el reino de

Cristal. Ana era hermosa y rica, pero tenía un problema muy grave: era
extremadamente intolerante. No le gustaba nada que no fuera de su agrado y era
muy exigente con todas las personas que la rodeaban.

Ana no toleraba la comida que no fuera de su agrado, la ropa que no fuera de alta
calidad, la música que no fuera de su estilo y las personas que no fueran de su
círculo social. Ella se creía superior a todos los demás, y trataba a todos los que no
estaban a su nivel con desprecio.

Un día, el rey y la reina de Cristal anunciaron que iban a celebrar una gran fiesta en
honor al cumpleaños de Ana. Todos los habitantes del reino estaban invitados,
desde los más pobres hasta los más ricos. Ana no estaba contenta con esta noticia,
ya que no quería que los "plebeyos" se mezclaran con los nobles. Pero como no
podía hacer nada al respecto, decidió hacer lo mejor de la situación y prepararse
para su gran día.

La fiesta fue un gran éxito. Hubo comida, bebida y música para todos los gustos.
Ana estaba disfrutando de su día, cuando de repente vio a una joven campesina que
no estaba bailando. Ana, pensando que era su deber como princesa, se acercó a la
chica y le preguntó por qué no estaba bailando.

La joven campesina le respondió que no sabía bailar, pero que le encantaría


aprender. Ana se sintió sorprendida y algo disgustada por la respuesta de la chica.
No podía entender cómo alguien no podía saber bailar, y mucho menos por qué no
estaba vistiendo ropa de alta calidad.

En vez de ayudar a la chica, Ana la dejó ahí y se fue a bailar con sus amigos.
Mientras bailaba, se dio cuenta de que muchos de los invitados estaban hablando
entre ellos y señalándola. Ana se preguntó qué estaba sucediendo y, al acercarse,
escuchó a dos personas hablar sobre lo intolerante que era.

Ana se sintió humillada. Nunca antes había sido llamada intolerante, y no sabía qué
hacer. Pensó en salir corriendo, pero decidió enfrentar la situación y hablar con las
personas que la estaban criticando.

Después de discutir con ellos, Ana se dio cuenta de que su comportamiento no era
adecuado. Se dio cuenta de que estaba siendo injusta con las personas que no eran
de su misma posición social y que no les estaba dando la oportunidad de demostrar
su valía. Ana se sintió arrepentida y decidió que iba a cambiar.

A partir de ese día, Ana se convirtió en una princesa más tolerante y comprensiva.
Empezó a tratar a todas las personas con respeto y dejó de pensar que era superior
a los demás. Ana se dio cuenta de que la verdadera belleza y grandeza no se mide
por el dinero o la posición social, sino por la manera en que se trata a los demás. Y a
partir de entonces, Ana se convirtió en una princesa más querida y respetada en
todo el reino de Cristal.

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